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MONTSERRAT: LA VUELTA
from Revista TRAIL n.99
Montserrat (II): LA VUELTA
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RODEANDO “LA MONTAÑA”
Texto y fotografía: Quim Farrero
Vamos con la segunda parte de nuestra trilogía “montserratina” destinada, sobre todo, a aquellos que aún no tienen la suerte de conocer bien un macizo que depara muchas sorpresas. Empezamos en nuestro número 97 con una pequeña incursión a la zona más occidental del macizo, una pequeña toma de contacto que nos permitirá, desde el mismo punto de partida rodear la montaña.
Y disfrutar de todas sus vertientes. Cada una con sus características propias, desde las rápidas y cómodas pistas que recorren la cara sur a los estrechos senderos y espesos bosques de la cara norte. El recorrido propuesto, la vuelta al macizo, va un poco más allá del anterior en términos de exigencia física. De la modesta incursión para, tranquilamente, justificar una mañana, pasaremos a un itinerario de unos 27 kilómetros y unos 1.200 metros de desnivel acumulado, en un terreno mayoritariamente cómodo y agradable para correr, en el que contrastan los mencionados estrechos senderos de la cara norte con las veloces pistas de la cara sur, las impresionantes y severas murallas rocosas del norte con los distantes y soleados riscos del sur. Un itinerario trufado de pequeños rincones en los que vale la pena detenerse un momento y pagar el precio de romper el ritmo para contemplar lo que el macizo nos depara, como escenario y como mirador. Pequeños rincones en los que ermitas más o menos bien conservadas son testigo de antiguos
Las grandes murallas de la cara norte vigilarán nuestro paso (Paret de l’Aeri)
Trinitats. Una de las numerosas ermitas diseminadas por toda la montaña.
habitantes en retiro espiritual, cavidades en la roca, o las llamadas “baumes” (pronúnciese “baumas”) que han sido cobijo a lo largo de los años de innumerables vivacs de escaladores y excursionistas, especies que forman parte del ecosistema de la montaña. O las grandes murallas rocosas, escenario de auténticas hazañas, ya en décadas lejanas, en que el material no acompañaba y la actividad en montaña era una rareza y la única posibilidad de rescate era la autosuficiencia.
Cara norte Proponemos como punto de partida el mismo que en el recorrido anterior: el collado de Can Maçana, en el extremo occidental del macizo, con su cómodo aparcamiento. En cualquier caso, y dado que se trata de un recorrido circular, son varios los puntos en los que nos podemos plantear el inicio y el final: el aparcamiento de Santa Cecilia, en la cara norte, el Monasterio (que nosotros evitaremos) o uno de los núcleos habitados de la cara sur (Collbató o El Bruc). Pensamos que la elección de Can Maçana aporta al recorrido algo más de consistencia, dado que los tres grandes sectores: cara norte, transición y cara sur quedan mejor individualizados, lo que nos permite empezar de una forma, por un terreno de unas características determinadas, y acabar recorriendo un territorio completamente diferente, sin mezclarlos y así saborearlos sin interferencias. Una vez abandonemos el punto de partida, recorreremos un corto sector inicial común al anterior recorrido (ver TRAIL n.97), hasta pasada la peculiar formación de La Cadireta, el espectacular morro que marca la frontera, en la muralla norte, entre la zona de Agulles y la de Frares Encantats. Pasado este punto, el camino se divide. Evitaremos el sendero ascendente y tomaremos el llamado Camí de l’Arrel (GR172) que recorre toda la cara norte y se mantiene, más o menos, a nivel de forma
Pasaje bajo la espectacular “Paret dels Diables”.
El camino está siempre enmarcado por la húmeda y rica vegetación de la cara norte.
En los tramos más frecuentados, los cruces importantes suelen estar indicados.
constante hasta su sección final en la que evita el Monasterio y asciende hasta el Pla de Trinitats. Se trata de un sendero, en general, muy cómodo para correr. Estrecho y protegido por la rica y húmeda vegetación de la cara norte y sin grandes desniveles, que nos llevará hasta el extremo oriental del macizo, bajo la atenta mirada de las grandes murallas de la cara norte, cada vez más imponentes hasta que, en el último tercio de este sector y tras haber cruzado la Canal de Sant Jeroni, la montaña nos deleitará, sucesivamente, con el Serrat del Moro, la Paret de l’Aeri, El Serrat de Patriarques, la Paret dels Diables (si se nos permite, nuestra preferida) y la impresionante aguja del Cavall Bernat. Una vez atrás el “Cavall” (es el término de uso popular), el sendero inicia el ascenso, evitando así el Monasterio, hacia la zona de transición del recorrido. Transición Dejando atrás la muralla norte y por debajo el Monasterio -la zona más turística de la montaña- el sendero ascenderá hasta el mencionado Pla de Trinitats, donde descubriremos otra faceta del macizo. Desde un punto de vista paisajístico, las murallas rocosas vuelven a convertirse en las típicas Agulles de Monserrat, pero esta vez de dimensiones, en general, mucho más masivas que las que descubrimos en nuestra primera incursión al macizo. Sugerentes formas con descriptivos nombres vigilarán nuestra progresión por el sector: la Mòmia, el Elefant o la Prenyada. Pero lo más interesante del sector es la presencia de pequeñas ermitas, en mejor o peor estado, en las que históricamente los monjes del Monasterio con vocación ermitaña se retiraban a vivir: Trinitats, pequeña y vacía pero en buen estado, Sant Benet, desde hace décadas habilitada como refugio, y que es un punto de reposo excelente, a medio itinerario, para
El “Pla de Trinitats” marca el inicio de la transición entre las caras norte y sur.
Un corto tramo de pista cimentada marca el inicio del descenso hacia el sur.
comer o beber algo. Tras haber dejado a tras Sant Benet, las ruinas de la ermita de Santa Anna, en las que actualmente se está llevando a cabo un proyecto de excavación arqueológica, y desde donde el sendero, tras cruzar el Torrent de Santa María (o Vall Mala) nos llevará, en un suave ascenso, al Pla de les Tarántules, la estación superior del funicular que sube desde el Monasterio, y desde donde se inicia un sector de pista cimentada que, tras un corto ascenso, pondrá a prueba nuestros cuadriceps en un corto pero empinado descenso hasta el Pla de Sant Miquel, donde, dejando atrás una ermita más (Sant Miquel), tomaremos el camino que, a la derecha, nos dará la entrada al sector sur de la montaña.
Cara sur Y el mundo cambia. El paisaje, extenso, se abre hacia el sur, hacia donde tomaremos el llamado Camí de les Bateries, así llamado por la instalación, en esa zona, de baterías de cañones en la guerra de la independencia española (popularmente la “Guerra del francés”) en el siglo XIX. Dicho sendero nos llevará, en descenso, a las afueras de Collbató, la población de la cara sur que queda bajo la montaña en ese punto y desde donde, esta vez entre olivos principalmente, una amplia, rápida y cómoda pista nos llevará bajo la cara sur del macizo de vuelta al inicio del recorrido en un tramo a veces muy evidente, a veces un poco confuso dada la profusión de pistas de acceso a los terrenos agrícolas del sector, pero en el que el concepto será “seguir pista principal” dirección oeste hasta las cercanías de la población vecina, El Bruc, donde pasaremos por la Vinya Nova, un restaurante a tener en cuenta. De ahí iremos a buscar el camino que nos subirá a Coll de Guirló, donde recuperaremos la cómoda pista en la que hemos iniciado el trayecto y que en unos centenares de metros nos devolverá al inicio.
Rápidas y cómodas: las pistas de la cara sur.