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La gran marcha matriarcal

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El calccio

El calccio

y del sol; incluso cuando está por morir, la elefanta más vieja recuerda cómo llegar al cementerio donde le harán su ritual de despedida.

Con una expectativa promedio de vida de setenta años, los machos se van de la manada en la juventud temprana y suelen ser solitarios; sólo se acercan a las manadas de elefantas en temporadas de apareamiento. Es por ello, que la comunicación entre hembras es fluida y constante mediante cuatro tonos básicos de sonido, llamados barritos, siendo la trompa el principal instrumento de interacción; con ella pelean, acarician y olfatean el estado de ánimo de las demás y reconocen en la brisa la dirección de su destino.

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En tiempos de apareamiento a las elefantas les gusta el “chico malo”, el macho más sensual es aquel que atraviesa por una sobre producción de hormonas y entra en estado Must. Éste estado dura po-

cos días y hace que los elefantes machos sean muy agresivos sexualmente y descontrolados, es un trance químico que los pone atractivamente frenéticos.

Los elefantes suelen ser zurdos o diestros y se puede saber por el desgaste de sus colmillos, cuando perforan los troncos de los árboles para obtener proteínas, sobre todo en su largo periodo de gestación que dura casi dos años. Con sus más de 400 músculos en la trompa, también gozan de motricidad gruesa y fina, cosa que los hace singulares, pues pueden tomar desde un maní hasta un tronco de árbol para usarlo como herramienta. La trompa es la mano que se extiende para saludar o que se levanta para golpear, es la boca que comunica y la nariz que descifra el contexto y el medio ambiente.

Cuando recordaba mi vida en Occidente, me vino a la mente mi abuela, quien encabezaba a grupos de mujeres paseando

con sus hijos en los parques y juegos infantiles, sin la participación de los varones. Ella fue la mujer sola que tuvo parejas de temporada, fue una de las mujeres luchonas que sacan adelante a sus hijas con subempleos, haciendo tandas y tratando de cocinar para todas; son las que cuidan a los niños cuando la otra sale a trabajar o a divertirse.

Son las mismas que se rigen por los valores y consejos de la más grande y sólo aceptan hombres en temporada de calor. Cuando volteo a mi alrededor, veo muchas abuelas parecidas, con diferentes nombres: Mamá Chelo, Mamá Rosa, Mamá Lolita.

La abuela sabia y autosuficiente, un día me contó que de tan malas experiencias emocionales, había llegado a la conclusión de que solas pueden garantizar la crianza de sus hijos. No se pudo explicar porque entre el leñador y el lobo, ellas siempre es-

cogen al lobo como pareja. El que estuviera en estado Must, siempre fue el elegido, el más loco y el más inestable es elegido como el mejor partido para procrear, por encima del varón estable y responsable; el varón desobligado y borracho que nunca cambia es el que suele ser padre de los cachorros. Igual que las elefantas.

La búsqueda del mejor proveedor y protector ya no es la constante en este caso; esas necesidades son sustituidas por la capacidad de organización entre mujeres y la confianza en la experiencia de la abuela que comparte igual una receta de cocina que un remedio contra cualquier enfermedad. Las abuelas suelen saber cuándo van a morir y buscan dejar todo en orden, frente a la incredulidad de los hijos y nietos.

Cada consulta que algún miembro de la familia le hace, siempre tiene una respuesta certera derivada de su experiencia.

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