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El corazón más grande del mundo

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El calccio

El calccio

El corazón más grande del mundo

Ti-tíh y yo empezamos a desarrollar una relación muy sólida, aprendía mucho a su lado y me sentía muy en armonía con el entorno; ese día fuimos a buscar una zona de acacias tupidas de hojas y esperamos a que llegaran a comer las jirafas.

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Llegó una manada de seis integrantes con paso lento, un colosal macho de seis metros y seguramente una tonelada de peso, un joven, tres hembras y una cría de pocas semanas. Más allá de su evidente característica física, su majestuosidad no era por la altura ni por su lengua de casi un metro ni por ser muda, lo fascinante es que tienen, proporcionalmente a su tamaño, el corazón más grande del mundo.

Para poder comer sin competencia, hay que estirar el cuello para bajar las hojas con la lengua y para poder sostener el

cuello erguido se requiere irrigar grandes cantidades de sangre a la cabeza y para bombear esa sangre se requiere de un corazón gigante.

Tal vez esa característica física les da una condición de personalidad mansa y amable, no suelen ser agresivas incluso cuando son emboscadas por depredadores. Para aparearse los machos sí sostienen batallas de golpes con el cuello, pero suelen durar poco.

Parece que estaba viendo a mi amigo Ricardo, quien se ha caracterizado todos estos años por su nobleza y su gran corazón. Mucho tiempo me desesperó su pasividad frente a los abusos laborales de los que era objeto, pero no había entendido en ese entonces que no tenía el gen de la guerra; nunca lo he visto gritar, es como si no tuviera cuerdas vocales como la jirafa y antes de una buena pelea, siempre prefiere un mal arreglo.

Gracias a su enorme corazón logró integrar una manada y hoy sigue viviendo tranquilo sin sobresaltos y con una dieta inalcanzable para el resto de personas. Cuando éramos cachorros nos gustaba salir de viaje a lugares exóticos del sur.

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