COFRADÍA DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LAS TRES CAÍDAS Y NTRA. SRA. DE LA MISERICORDIA.
JESUS CAE POR PRIMERA VEZ
Del Evangelio de Lucas (Lc 9,23-24) Jesus decía a todos: “Si alguno quiere venir en pos de mi, niéguese a si mismo , tome su cruz cada dia y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mi, ese la salvara. Nuestro Salvador, agotadas las fuerzas por la sangre perdida en la flagelación, debilitado por la acerbidad de los sufrimientos físicos y morales que le infligieron aquella noche, en ayunas y sin haber dormido, apenas pudo dar algunos pasos y pronto cayó bajo el peso de la cruz. Se sucedieron los golpes e imprecaciones de los soldados, las risas y expectación del público. Jesús, con toda la fuerza de su voluntad y a empellones, logró levantarse para seguir su camino. También yo, Señor, confiado salí en tu seguimiento. Y heme aquí caído. ¡Y yo que creía haberme dado a Ti definitivamente! Pero he visto una flor en un sendero y te he dejado, he dejado la embarazosa cruz, y heme aquí fuera del camino, enriquecido con unos pocos pétalos marchitos y con la soledad. Y pasan los demás por el camino, Señor, rotos, agotados, y se preparan más cruces, más espaldas se curvan, y yo ya no estoy allí para luchar contra el mal y ayudar a los hombres a arrastrar su fardo, yo estoy fuera del camino. Santísimo Cristo de las Tres Caídas, a los débiles, levántanos. nuestras caídas, míranos. Padrenuestro
Y en
Sacerdote: Oremos: Santísimo Cristo de las Tres Caídas, que asumes el dolor, aceptas el sufrimiento y superas la tristeza ultima; concédenos sensibilidad y vigilancia para acompañarte siempre en los hermanos que sufren, o estén tristes y abandonados; danos la fortaleza necesaria para beber, a ejemplo tuyo, el cáliz de la voluntad divina.
JESUS CAE POR SEGUNDA VEZ
Del profeta Isaías (Is 53, 3-5) Despreciable y desecho de hombre, varón de dolores y sabedor de dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro, despreciable, y no le tuvimos en cuenta. ¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba! Nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y humillado. Él ha sido herido por nuestra rebeldías, molido por nuestras culpas. El soporto el castigo que nos trae la paz, y con sus cicatrices hemos sido curados Jesús había tomado de nuevo la cruz y con ella a cuestas llegó a la cima de la empinada calle que daba a una de las puertas de la ciudad. Allí, extenuado, sin fuerzas, cayó por segunda vez bajo el peso de la cruz. Faltaba poco para llegar al sitio en que tenía que ser crucificado, y Jesús, empeñado en llevar a cabo hasta la meta los planes de Dios, aún logró reunir fuerzas, levantarse y proseguir su camino. Mis pecados, Señor, son unos terribles adormecedores de la conciencia. Yo me habituó rápidamente al mal: una falta de generosidad aquí, una infidelidad allá, una simple imprudencia más lejos. Y mi mirada se ensombrece, ya no veo los obstáculos, no vuelvo a ver a los demás en mi camino. Y mis oídos se cierran. Y ya no oigo la queja de los hombres. Y me encuentro por tierra, lejos del Calvario que Tú has trazado. Señor, yo te pido, guárdame joven en mis esfuerzos. Ahórrame la rutina que adormece y me mata.
Padrenuestro.
Sacerdote.
Oremos: Mira con bondad, oh Dios, la debilidad de tus
hijos, y extiende tu brazo invencible para protegerlos y salvarlos.
JESUS CAE POR TERCERA VEZ
Del salmo 69 (Salmo 69, 2-4) ¡Sálvame, oh Dios, porque las aguas me llegan hasta el cuello! Me hundo en el cieno del abismo, sin poder hacer pie; he llegado hasta el fondo del las aguas, y las olas me anegan. Estoy exhausto de gritar, arden mis fauces, mis ojos se consumen de esperar a mi Dios. Una vez llegado al Calvario, en la cercanía inmediata del punto en que iba a ser crucificado, Jesús cayó por tercera vez, exhausto y sin arrestos ya para levantarse. Las condiciones en que venía y la continua subida lo habían dejado sin aliento. Había mantenido su decisión de secundar los planes de Dios, a los que servían los planes de los hombres, y así había alcanzado, aunque con un total agotamiento, los pies del altar en que había de ser inmolado. Otra vez. Sigo cayendo a cada paso. No lograré llegar jamás. Yo he dicho alguna vez, Señor, y te pido perdón, porque es ahí donde Tú estabas esperándome para medir mi confianza. Si me desanimo, Señor, estoy perdido. Mientras luche sigo estando salvado, pues Tú has caído por tercera vez, pero ya en la cima del Calvario.
Padrenuestro.
Sacerdote.
Oremos: Perdona, Señor, nuestras reiteradas caídas
y ayúdanos a levantarnos de cada tropiezo y que cada una de esas caídas nos vayan enseñando a conocer el amor y predicarlo.