Tribuna Popular Nº 3.016

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¡Libertad para los trabajadores de Pdvsa Aryenis Torrealba y Alfredo Chirinos! Órgano del Comité Central del Partido Comunista de Venezuela

¡EL SOCIALISMO SIGUE SIENDO LA ESPERANZA DE LOS PUEBLOS!

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MAYO de 2020

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Nº 3.016

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Año LXXIII

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Edición digital

Ante la creciente desvalorización del salario

ACCIÓN CLASISTA Y UNITARIA DE LA CLASE OBRERA La pandemia que azota a la humanidad ha puesto al desnudo frente a las amplias masas, los límites del modo de producción capitalista. Es evidente cómo las anticuadas y caducas relaciones capitalistas de producción y apropiación, al constreñir el desarrollo de las fuerzas productivas (los avances científico-técnicos y la potencia del trabajo social de la clase obrera), no sólo crean condiciones de mayor vulnerabilidad de la sociedad frente a posibles crisis sanitarias, medioambientales y de otro signo, sino que también impiden el despliegue de estas poderosas fuerzas de la sociedad de forma coordinada y eficiente para superar rápidamente este tipo de epidemias y amenazas. Las precarias condiciones de los sistemas de salud a nivel mundial –en general privatizados–, la competencia entre los laboratorios de distintas corporaciones transnacionales y países para buscar la vacuna con fines lucrativos, los despidos masivos de millones de trabajadores y trabajadoras, la exacerbación de las políticas nacionalistas chovinistas, la agudización de las contradicciones intercapitalistas e interimperialistas, las amenazas de intervenciones y guerras de agresión que ponen en riesgo la paz mundial; entre otros muchos aspectos, demuestran la incapacidad natural del orden capitalista para resolver estas crisis sin tener que sacrificar la vida de miles de trabajadores y destruir invalorables fuerzas productivas. Algunos Gobiernos capitalistas no han tenido reparo en desarrollar medidas agresivas anti-populares y anti-obreras, que colocan los intereses de la acumulación del capital por encima de la salud de los trabajadores y del pueblo en general. Por otra parte, han existido experiencias de Gobiernos que en diferentes niveles e intensidades, han implementado medidas de protección de la población, colocándose como referentes internacionales de lucha por contener la expansión de la pandemia. Esta conducta de algunos Gobiernos capitalistas en el mundo, ha hecho resurgir el viejo mito sobre la neutralidad del aparato del Estado y su capacidad para colocarse al margen de la lucha de clases y actuar en representación e

interés de toda la sociedad. Incluso no han faltado teóricos que han aprovechado la pandemia para exponer extravagantes ideas acerca de la inevitabilidad del advenimiento de una era post-capitalista caracterizada por Estados fuertes capaces de garantizar los derechos elementales de toda la población sin distingo de clases. Otros plantean que está agotado el «capitalismo neoliberal» como fórmula para no reconocer la profunda crisis del modo de producción capitalista y la demanda histórica de su superación El Gobierno venezolano ha sido quizás el modelo más relevante de este tipo de experiencia de gestión de la crisis sanitaria, que desde su propia línea discursiva ha pretendido desdibujar la naturaleza y carácter de clase del Estado venezolano y de la abierta tendencia de su política económica en favor de los intereses del gran capital. Sin embargo, la realidad es incontrovertible y termina explotando en la cara de los modernos defensores del Estado burgués encubiertos bajo la vieja teoría del Estado benefactor. En Venezuela, al igual que en todos los países capitalistas del mundo, la pandemia y sus consecuencias golpean con mayor fuerza a los trabajadores de la ciudad y el campo, ya sean formales o informales. Sin desmeritar los plausibles esfuerzos y acciones del Gobierno venezolano encabezado por el presidente Nicolás Maduro, para contener la expansión del virus, asegurar asistencia gratuita a la población afectada y ejecutar un conjunto de medidas de protección social que atenúan, transitoria e insuficientemente, el impacto de la cuarentena en importantes sectores populares, vemos que en el campo de las medidas económicas que deben acompañar el plan contra la pandemia, el Gobierno y el Estado venezolanos han mantenido la misma tendencia de su política de liberalización económica, que no ha tardado en empezar a causar estragos en la frágil economía y en las precarias condiciones de vida del pueblo trabajador. Ciertamente, el pueblo venezolano y la economía nacional sufren las consecuencias de la

agresión sostenida, multifacética, multiforme y criminal del imperialismo estadounidense y sus aliados europeos quienes, en contubernio con la derecha latinoamericana y los «pitiyanquis» núcleos fascistas venezolanos, mediante el bloqueo y la imposición de ilegales y unilaterales medidas coercitivas, pretenden restaurar su dominio sobre el país. Al hacer tal cosa, han agudizado la crisis del capitalismo dependiente y rentista venezolano, que a su vez se expresa en la profundización de las limitaciones históricas del debilitado aparato productivo nacional, reduciendo la capacidad de ingreso nacional con la caída de la producción y venta del petróleo, limitando mediante diversas modalidades de bloqueo las pocas importaciones que el Estado está en capacidad de realizar, generando deformación en todas las variables socioeconómicas, así como mayores sacrificios a la ciudadanía e incapacidad para la recuperación de servicios y la reactivación del proceso productivo nacional. A la descomunal devaluación del bolívar, tanto en el mercado oficial como en el paralelo de divisas, que se ha traducido en un significativo escalamiento de los precios en bolívares de los bienes de consumo esenciales para la población, se agrega el deterioro de los servicios públicos de electricidad, agua y gas doméstico en todo el territorio nacional, y la anarquía en la distribución de los inventarios disponibles de combustibles que ha impactado en los precios de los alimentos y viene generando conatos de corrupción alrededor del tráfico y venta ilegal del combustible. En consecuencia, mientras por un lado el Gobierno venezolano hace demostraciones de ejecutar eficientes estrategias para controlar la propagación del virus, por otro persiste en mantener su política económica al servicio de los intereses capitalistas, exacerbando las deformaciones inherentes al carácter dependiente y rentista del capitalismo venezolano, y por ende altamente nociva para las condiciones de vida de las y los trabajadores. Continúa en la página 3


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