El empirismo (Locke y Hume)

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EL EMPIRISMO El empirismo es una corriente de pensamiento que se inicia en Inglaterra en el siglo XVII y que perdura hasta el XVIII, coincidiendo en buena medida con la corriente filosófica que se desarrolla en el continente europeo: el racionalismo. Por eso es lógico comparar uno y otro sistema, pues entre ellos, a pesar de la coincidencia en el tiempo, hay grandes divergencias: -­‐

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Las ideas innatas: si los racionalistas (DESCARTES) defienden la existencia de ideas que están impresas en el ser humano desde su nacimiento, los empiristas negarán esta posibilidad, volviendo al concepto aristotélico de tabula rasa. Luego veremos por qué La fuente del conocimiento: si para los racionalistas el conocimiento parte del sujeto y su razón (cogito ergo sum), los empiristas vuelven a decir que nada hay en nuestro entendimiento que no haya partido de la experiencia (ARISTÓTELES). La intuición: frente a la intuición intelectual, fruto de la razón, los empiristas sostienen la intuición empírica, la que parte de los hechos, que, aunque puede estar equivocada, existe. El método científico: los empiristas defienden la física newtoniana frente a la matemática cartesiana. Además, consideran más probable la inducción (partir de hechos particulares para generar principios que la deducción) De las ideas distintas y claras como criterio de verdad, se pasa a la experiencia. Esto acaba negando la metafísica e incluso pone en duda la idea de Dios. El objeto del conocimiento: el objeto, sin embargo, parece similar: las ideas del ser humano y cómo es capaz de tenerlas. Influencias: a la postre, las posiciones empiristas acabarán conectando con la Ilustración.

LOCKE (1632-­‐1704) El inglés estuvo muy influido por la lectura de Descartes, que le pareció un gran pensador pero al que tenía que desmontar sus errores. Parte del racionalismo cartesiano para elaborar nuevos conceptos fundamentalmente en torno a dos temas centrales: el conocimiento y la política. Locke, como veremos luego, es uno de los iniciadores del liberalismo político y en el centro de sus teorías está a justificación y defensa de la libertad humana, libertad que será concebida como herramienta política y que traerá como consecuencia el acercamiento a posiciones de la democracia liberal, ajena a los dogmatismos sobre la verdad. Por eso Locke admitirá el concepto de tolerancia y de duda, que permite a los ciudadanos expresar sus ideas sin ser perseguidos por ello. 1. Conocimiento Para Locke, todo conocimiento que obtenga el ser humano ha debido pasar antes por los sentidos (postura que se denomina sensualismo). Esto quiere decir justo lo contrario del racionalismo, que partía de la idea del yo y de las ideas innatas junto con la razón para


descubrir el conocimiento humano, para Locke, todo viene del exterior y es recogido primero por nuestros sentidos. Esta postura niega la existencia de ideas innatas, pues si todo conocimiento proviene de los sentidos, la única forma de construirlo será la experiencia, que siempre es posterior al nacimiento (el ser humano nace como tabula rasa: Aristóteles). En esta crítica de las ideas innatas, podemos encontrar diferentes argumentos: -­‐ Al no ser nosotros los productores de nuestras ideas, aun de las más sólidas y asentadas en nosotros y al desconocer su origen, las denominamos innatas, pero esto es solamente fruto de la ignorancia. -­‐Frente a la tradicional idea innata, que es la idea de Dios, Locke difiere, pues ni los niños ni los locos, pone por ejemplo, tienen idea de Dios. Esto demostraría que es una idea proveniente del exterior del ser humano, como todo conocimiento. -­‐ Frente a la teoría que dice que las ideas, en los casos anteriores, están en potencia y no se han desarrollado, Locke expresa que eso le parece equivalente a no decir nada, pues una idea en potencia, que no posee existencia, es una idea inexistente. -­‐Tampoco existen ideas morales innatas: la antropología, el estudio de diferentes sociedades, demuestra que incluso lo que nos parece una aberración en nuestra sociedad, como pudiera ser el canibalismo, en otros grupos humanos es justificado y deseable. Esto prueba, según Locke, que la moralidad no es universal, sino creada por el ser humano en su convivencia. Esta concepción abrirá la puerta al relativismo ético de la actualidad. -­‐ Lo mismo sucede con la idea de Dios: el estudio antropológico y la historia nos demuestra que, por ejemplo, los griegos no tenían un dios, sino muchos y que otros pueblos viven con dioses muy diferentes. Esto niega la existencia de la idea innata de Dios tal como la concibe Descartes (o Santo Tomás o San Agustín) Las ideas, el objeto del conocimiento, son para Locke meros contenidos mentales, creaciones de nuestro cerebro a partir de la experiencia. Su existencia al margen del ser humano no es posible (contra lo mantenido por Platón, por ejemplo) ni tampoco su realidad como tal (contra lo mantenido por Descartes, por ejemplo), sino solo como producto. Estas ideas pueden ser: -­‐ Ideas simples: son ideas que no se pueden dividir en otras más simples aún. Pueden derivar de la experiencia o de los sentidos (ideas de sensación) o de la percepción interna del sujeto (ideas de reflexión). -­‐ Ideas complejas: combinación de ideas simples que llevan a la creación de conceptos abstractos. Sin embargo, no debemos perder de vista que el fundamento último de estas ideas, el origen, es siempre una idea sensible, una experiencia. Estas ideas complejas, a su vez, pueden ser de tres tipos: -­‐ Modos: estados de las cosas que percibo y que, por tanto, no tienen existencia propia (como los accidentes aristotélicos). Por ejemplo, azul.


-­‐ Relaciones: comparaciones o asociaciones de unas cosas con otras de las que surgen conceptos. Por ejemplo, paternidad es la relación entre las ideas de padre e hijo. -­‐ Sustancias: ideas simples combinadas que se usan para representar cosas particulares que subsisten por sí mismas. Por ejemplo, una rosa. Respecto a las sustancias, a las que Descartes había dedicado un gran esfuerzo, para Locke existirá también el Yo como sustancia, derivada de una certeza intuitiva que se produce al realizarse la reflexión interna y descubrir al yo pensante; el Mundo como certeza sensitiva que genera ideas (la idea de caballo viene de nuestras impresiones sensitivas, luego hay certeza de que hay un mundo que ha dejado en nuestros sentidos esas impresiones) y Dios se convertirá, al contrario del pensamiento cartesiano, en una certeza demostrativa, no innata (se puede demostrar pero no se nace con esa idea innata) Sin embargo, Locke admite que es imposible conocer la naturaleza de esas sustancias, pues dentro de su sistema solamente es posible acceder a lo sensible. Por tanto, de las sustancias solo obtendremos un conocimiento de su existencia. De toda esta concepción se derivará que nuestro conocimiento podrá adoptar tres formas: -­‐ Conocimiento intuitivo -­‐ Conocimiento demostrativo -­‐ Conocimiento sensible. Este es el empirismo de Locke, mucho menos radical de lo que posteriormente desarrollaría Hume, que luego veremos. 2. Política Locke tendrá que lidiar contra dos teorías esenciales en su momento: la teoría que justifica el poder absolutista de origen divino de las monarquías del Antiguo Régimen y las teorías que justifican nuevos despotismo en función de fundamentos filosóficos. Respecto al poder fundado en Dios, Locke expone una crítica en la que señala que la autoridad natural otorgada por Dios no es distinguible en ningún rasgo humano, por lo que es imposible atribuir a un monarca la cualidad de haber sido elegido por Dios. Además, adelantándose a una posible respuesta genealógica, Locke niega la posibilidad de que los actuales gobernantes desciendan en línea directa del primer hombre, Adán, o al menos la posibilidad de demostrarlo. Las posiciones de Hobbes ante el poder absoluto, su defensa, venían originadas de la concepción del ser humano como intrínsecamente perverso. Si el hombre es malo por naturaleza, necesita un poder fuerte que lo ate e impida el daño que provocaría el desorden social. Sin embargo, para Locke, el ser humano en su naturaleza es esencialmente libre e igual a los demás, de lo que se derivan unos derechos que entroncarán con la línea liberal: derecho


a la propiedad, la libertad y a la vida. Estos derechos son inalienables (no se pueden quitar) y, en caso de que un gobierno lo haga, queda justificada la rebelión ante el mismo. Como en el mundo existe, una vez superado el estadio natural, la codicia, el hombre entra en conflicto con los demás y por eso funda el Estado, una especie de contrato social que le concede obligaciones, pero también derechos. El ser humano, a cambio de la renuncia a ejercer la justicia de manera individual y de someterse a los poderes, logra la protección. Así, el modelo de Estado para Locke debe ser: -­‐ Poderes separados: Legislativo: hace las leyes para asegurar los derechos individuales (naturales). Puede ostentarlo una asamblea, una monarquía electa o hereditaria o un grupo reducido. Siempre es revocable. Ejecutivo: aplica la ley y castiga. Debe ser independiente, formado por jueces justos e imparciales. Federativo: encargado de defender al Estado de otros Estados -­‐ Separación Estado-­‐Iglesia y tolerancia religiosa. -­‐ Derecho a deshacerse del poder si no se cumple el contrato social. -­‐ Derecho natural por encima del derecho positivo: garantizar la naturaleza del ser humano (libre, igual y propietario). Esta es una idea ya desarrollada antes por Santo Tomás, por ejemplo. Estas características serán el origen del Estado liberal, democrático tal y como lo conocemos hoy. HUME (1711-­‐1776) Hume será el autor que lleve el concepto del empirismo a su extremo, a su radicalidad. El objeto de estudio principal para el autor inglés será el ser humano, tanto en su dimensión teórica (los límites y el proceso del conocimiento humano, la posibilidad de la ciencia y la metafísica) como en su dimensión práctica (moral, política y religión). 1. Conocimiento Para Hume, al igual que para Locke, las ideas innatas no existen, pues todo conocimiento está fundado en la experiencia. Las ideas son solamente contenidos mentales que provienen de las percepciones. Hume denomina percepción a todo aquello que queda fijado en nuestra mente y distingue entre dos tipos fundamentales: -­‐ Impresiones: son aquellas percepciones derivadas de la experiencia externa (sensaciones, como el calor) o interna (ideas como el placer). -­‐ Ideas: son copias debilitadas de las impresiones que quedan en nuestra memoria.


Por tanto, existen diferencias entre impresiones e ideas, que podemos resumir así:

IMPRESIONES Más vivas Anteriores a ideas Origen directo en experiencia Actuales Inmediatas

IDEAS Más débiles Posteriores a impresiones Origen indirecto en experiencia Pasadas Mediadas

Tanto las impresiones como las ideas pueden ser simples (no pueden dividirse) o complejas (sí pueden descomponerse, como la idea de París). El proceso de conocimiento para el empirismo de Hume, se inicia, entonces, siempre en una experiencia que deja una impresión, a partir de la cual, directamente o por medio de la memoria, podemos crear ideas, que son el fundamento de nuestro conocer. Esa imaginación es descrita por Hume como la capacidad del ser humano que le permite asociar ideas y crear abstracciones, de manera natural o arbitraria, es decir, de forma separada de la realidad objetiva. La imaginación tiene unas leyes de funcionamiento que Hume describe: -­‐ Ley de la semejanza: asociamos por el parecido físico (un retrato y una persona) -­‐ Ley de la contigüidad: nuestra imaginación asocia percepciones que tienen proximidad espacial o temporal: así sucede con la Torre Eiffel y París. -­‐ Ley de la causalidad: la imaginación es la que establece este vínculo, a fuerza de ver habitualmente relacionadas algunas impresiones: de padre e hijo, crea la idea de paternidad. En todo caso, es el sujeto el que asocia las impresiones, pues estas no se presentan asociadas en la naturaleza. Quiere esto decir que la realidad no tiene un orden, ni siquiera causal, sino que el ser humano lo construye de manera ilegítima por las leyes que acabamos de exponer. Como esta asociación es ilegítima, el conocimiento resultante, también lo es: sustancia, causa o existencia son construcciones de la imaginación que Hume niega. Más adelante lo veremos. Entonces, si la realidad no tiene un orden: ¿qué ciencia podemos hacer? Para Hume el método científico por excelencia es la inducción, pero él niega que esta sea posible. Para él, solamente tenemos las percepciones concretas y por la fuerza de la costumbre queremos creer que esas percepciones originan leyes que predicen el futuro (recuerda la historia del pavo inductista, que oía sonar la campana antes de comer, acabando por asociar comida y sonido, hasta el día en que suena la campana y lo sacrifican para la cena de Navidad). En todo caso, Hume acepta que este no es un conocimiento seguro, sino probable (probabilismo inductivo)


Esto equivale prácticamente a negar la idea de causalidad y Hume lo hace. En consonancia con su pensamiento, si la única verdad son las impresiones de hechos concretos, no existe la percepción de causa, sino que es creada a partir de la prioridad temporal (unas percepciones se dan antes que otras), de contigüidad espacio-­‐temporal (unas percepciones han sido percibidas en muchas ocasiones muy cercanas en el tiempo y el espacio, o lo que es lo mismo, seguidas y en el mismo lugar) y de conexión constante en el pasado (como hemos visto hasta ahora que una percepción seguía a la otra, la costumbre nos hace creer que siempre será así). Por tanto, la causalidad es solamente un hábito: ver un hecho y otro nos crea la falsa conclusión de que uno es causa del otro y lo va a seguir siendo. Esto significa que no podemos, por ningún conocimiento, ni el científico, conocer qué va a pasar ni establecer relaciones de causa efecto (Aristóteles había definido la ciencia como conocimiento cierto por causas), sino solamente establecer posibilidades. Esto deja en mal lugar a la ciencia y no responde la pregunta de qué ciencia podemos hacer. Para Hume, hay dos tipos de juicios que podemos emitir: -­‐ Juicios de relaciones de ideas: dependen de la coherencia interna (sujeto-­‐predicado). Si los negamos, nos contradecimos: “el todo es mayor que las partes”. Son juicios que dependen de la correcta sintaxis, de su forma, no de su contenido. Las ciencias que los establecen son la Lógica y las Matemáticas. -­‐ Juicios de cuestiones de hecho: se corresponden con la realidad (ciencias empíricas). Si los negamos, no hay adecuación a los hechos: “el oro es amarillo”. Son solo probables pues no pueden convertirse en leyes inamovibles (podría haber un oro no amarillo que yo no haya visto). Las ciencias de referencia son la Física, la Química y las Ciencias Naturales. La conclusión de esta visión es que solamente podemos tener un conocimiento probable vinculado a las ciencias experimentales (las ciencias sociales no existen para Hume). Respecto a la Metafísica, las sustancias que apuntábamos hace unas líneas, Hume va a negar que sea posible conocer la existencia de una substancia, defendiendo que son creaciones de nuestra imaginación: -­‐ Del Yo solamente tenemos una serie de percepciones que nuestra imaginación atribuye a la sustancia yo, pero es una suposición imposible de comprobar. No tenemos experiencia directa del Yo. -­‐ Del Mundo tenemos impresiones aisladas, pero al negar la existencia de la relación causa-­‐ efecto, invalida la posibilidad de que tras los fenómenos aislados exista un Todo, un substrato que es a lo que Descartes llamaba sustancia extensa. En todo caso, si existe no podemos conocerlo.


-­‐ De Dios se ocupará en la metafísica y en la religión. Si para Hume solo hay experiencias y precisamente la característica de Dios es que es imperceptible, resulta imposible que podamos afirmar su existencia o su no existencia. Esto le lleva al agnosticismo. 2. Religión Hume va a poner en duda las tradicionales pruebas acerca de la existencia de Dios: -­‐ El argumento ontológico: si para el filósofo inglés la existencia de Dios es un juicio de cuestión de hecho (hablaría de lo que existe en la realidad) y estas cuestiones de hecho tienen su origen en las impresiones de nuestros sentidos, en la experiencia, de ninguna manera se puede deducir a partir de la idea de Dios su existencia. -­‐ Pruebas tomistas: todas las pruebas de Santo Tomás son a posteriori, es decir, basadas en algo ya existente, en una naturaleza que funciona de manera causal. Dado que Hume niega la posibilidad de alcanzar un conocimiento cierto sobre las relaciones causales y la existencia de una finalidad en la naturaleza, las pruebas del Aquinate no nos pueden llevar a sostener la existencia de Dios. ¿De dónde viene entonces ese pensamiento tan extendido, el religioso? Del temor y la ignorancia, según Hume; el temor a la muerte que hace que creemos inmortalidades y del desconocimiento que hace que creemos explicaciones deístas. El ser humano expuesto a la naturaleza creó primero un universo politeísta atribuyendo a las fuerzas naturales características humanas y adorándolas, pasando luego por el monoteísmo y llegando al fin a la religión de la Modernidad: la religión natural, una religión sin Iglesia ni credo religioso que considera a Dios solamente el creador inteligente de la naturaleza. Aun así, Hume se inclinará por un agnosticismo, dado que para él las verdades religiosas son indemostrables y esa situación de incertidumbre es insalvable con nuestras capacidades, por lo que someter a la religión a los argumentos de la razón nos lleva a contradicciones: principalmente la derivada de la teodicea (si hay un Dios omnipotente y bueno, ¿por qué existe el mal en el mundo?) 3. Ética Entonces, si no sabemos si hay Dios, ¿en qué fundamentamos nuestro comportamiento? Para Hume los criterios éticos provienen del propio sujeto, no de instancias divinas. Dentro de su esquema de conocimiento no son juicios de cuestiones de hecho, sino valoraciones, así que no pueden provenir de la realidad, de las meras impresiones. El criterio que establece Hume para diferenciar el Bien y el Mal es el placer (entendido de forma amplia). Es bueno lo que nos acerca y malo lo que nos aleja del placer. Esta postura se denomina emotivismo moral: la moral se halla fundamentada en el sentimiento y,


contrariamente a los filósofos de la Edad Media e incluso a muchos dela Antigüedad, Hume considera que la razón no puede dirigir a las pasiones (ni debe hacerlo), sino que son estas pasiones las que guían a la razón en la búsqueda del placer. La razón no tiene nada que decir respecto a los juicios morales (no son de ninguno de los dos tipos científicos). Entonces, si no podemos decidir con la razón, ¿significa que no somos libres? Según Hume, no. Estamos determinados por motivos internos (placer y dolor) y todas nuestras acciones pueden explicarse, ahora sí, por relaciones de causa efecto, lo que lleva a la conclusión de que la libertad, tal y como la conciben los racionalistas, no existe. Actuamos por el sentimiento moral, un juicio común a los humanos que nos lleva a poder juzgar las acciones (no las intenciones que hay detrás de ellas) de una forma distanciada, de tal manera que sirva para muchos, no solo unos pocos. Y si no hay libertad ¿existe la responsabilidad? Según Hume, esto corresponde a la metafísica que él niega. Es imposible determinar la responsabilidad. En todo caso, si existe un Dios creador, el responsable último es ÉL. Así, podemos concluir que la ética de Hume es hedonistas (guiada por las pasiones y el placer), general (vale para todos) aunque no universal (no tiene reglas para todo) ni inamovible (no sirve para todo tiempo) y utilitarista (lo bueno es lo que sirve). 4. Política. Para Hume el Estado es una creación artificial, que resulta útil, aunque sería más natural no tener gobierno. No acepta la teoría del contrato social como origen de la sociedad, porque no ve evidencia de que este contrato exista y porque nadie está voluntariamente en la sociedad: estamos obligados, pues la sociedad es inevitable, necesaria y útil (recuerda la ética). La finalidad de una sociedad justa es la convivencia en paz y la defensa de la propiedad privada. En este sentido, resulta útil al ciudadano, pero cuando deja de serlo, es legítima la rebelión. Por tanto, los ciudadanos establecen unas reglas que regulan la convivencia, aseguran la propiedad y se convierten en virtud por ser al final un sentimiento moral es decir, que son de utilidad general y por eso resultan simpáticas). Estas reglas son puramente artificiales y pueden cambiarse. La defensa de la propiedad y la libertad dará origen a las teorías del liberalismo económico, también llamado capitalismo.


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