Kant

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KANT (Nacido en Königsberg, capital de Prusia Oriental en 1724 y muerto en el mismo lugar en 1804) 1. Contextos histórico, sociocultural y filosófico

1. Marco histórico: La filosofía de Kant se enmarca en el siglo XVIII, llamado “Siglo de las Luces” o “Siglo de la Ilustración.” Es la época del despotismo Ilustrado, es decir, una forma de gobierno en la cual el monarca sigue siendo un rey absoluto aunque reconoce la influencia de algunos pensadores ilustrados. La filosofía, la razón y el fomento de la cultura guían la voluntad política del rey. El monarca se distancia de las autoridades religiosas y se ve a sí mismo como un servidor del pueblo (la máxima del despotismo ilustrado es: todo para el pueblo pero sin el pueblo.) Destacados reyes que siguen este modelo son Federico el Grande de Prusia (monarca de la patria de Kant), Carlos III de España y Catalina II de Rusia. Entre los acontecimientos históricos más importantes durante la vida de Kant debemos destacar en primer lugar la Guerra de la Sucesión Austriaca. Esta guerra surge por los derechos sucesorios tras la muerte de Carlos VI, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. En el conflicto aparece una nueva potencia Europea: Prusia. La Guerra de los Siete Años, que enfrenta a las grandes potencias europeas del momento: Gran Bretaña y Prusia contra Francia, Rusia, Austria y España. El conflicto surge por el control continental de algunas regiones europeas, el dominio marítimo y el poder colonial. Gran Bretaña es la gran beneficiada de esta guerra y, como consecuencia, expande su poder sobre las colonias, desencadenando la Guerra de Independencia en Estados Unidos. Durante la guerra se establecen la Declaración de Independencia de E.E.U.U. (1776) y la Declaración de los Derechos del Hombre. De este modo nace la primera Constitución democrática moderna. En Europa, la Revolución Francesa (1789) representa la rebelión del Tercer Estado contra los poderes dominantes (nobleza y clero). Más tarde, en 1804, año de la muerte de Kant, Napoleón es proclamado Emperador. Las Guerras Napoleónicas suponen el inicio de los nacionalismos y una oleada de constitucionalismo que se extenderá por toda Europa y las colonias de Latinoamérica. Kant fue un ferviente defensor de la Revolución Francesa y los ideales ilustrados. Sin embargo, no tuvo un directo contacto con los movimientos, pues nunca salió de su ciudad natal. Marco sociocultural: El capitalismo y la burguesía, su máximo defensor, son los grandes triunfadores de los cambios sociales y culturales que acontecen a finales del siglo XVIII. Los economistas pasan del mercantilismo a defender la fisiocracia y, más tarde, el liberalismo económico (desarrollado por Adam Smith y David Ricardo). La Revolución Francesa (un acontecimiento

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social y cultural que cambiará el rumbo de Europa y, más tarde, de todo Occidente) representa el final del Antiguo Régimen. El liberalismo político de Locke, partidario de la división de poderes y el parlamentarismo, influye en la Europa continental. Es una época que destaca por el fomento de la tolerancia religiosa (libertad de culto) y la abolición de la tortura en algunos países de Europa. Kant es partidario de estas reformas políticas, asociadas al Deísmo. No debemos olvidar que a finales del siglo XVIII se produce la Revolución Industrial en Inglaterra, marcada principalmente por un incremento del desarrollo tecnológico con la aparición de la máquina de vapor de Watt, símbolo de toda una época. Las transformaciones provocadas por la industria llevarán más tarde a una revolución en los transportes y las relaciones sociales. En el arte encontramos una serie de estilos que se suceden durante todo el siglo XVIII: Barroco, Rococó, Neoclasicismo y Romanticismo. En el ámbito de la música destacan Vivaldi, Bach y Händel en el estilo barroco, Haydn y Mozart dentro del clasicismo y Beethoven en el romanticismo. En pintura, J. L. David y Francisco de Goya. En arquitectura destacamos la Puerta de Alcalá de Madrid, el Museo del Prado de Madrid, la Puerta de Brandenburgo de Berlín, etc. En la literatura ilustrada de la época sobresalen Leandro Fernández de Moratín en España, Lessing en Alemania, Jonathan Swift en Gran Bretaña, etc. También en vida de Kant encontramos tendencias prerrománticas y románticas en la literatura. Es el gran periodo de la literatura alemana, del movimiento Sturm und Drang, con figuras como Herder, Goethe y Schiller. Precisamente Herder (instigador del nacionalismo alemán) asiste a las clases de Kant en Königsberg y Schiller adopta su teoría estética. Por último, no debemos olvidarnos del descubrimiento de las ruinas de Pompeya a cargo de Winckelmann y el nacimiento así de un nuevo saber: la arqueología. Marco filosófico: Las disputas filosóficas en esta época se centran en el origen y estructura del conocimiento y en el intento de explicar los fundamentos de la moral. Empirismo y racionalismo siguen siendo las corrientes filosóficas más importantes. Kant se relaciona estrechamente con ambas corrientes, pero alaba especialmente la filosofía de Hume, quien le despierta del “sueño dogmático”. El terremoto de Lisboa de 1755 pone en entredicho la teoría racionalista del mejor de los mundos posibles de Leibniz y será criticada por Voltaire en su obra Cándido. De vital importancia es la filosofía de la Ilustración desarrollada en Francia, cuyo espíritu se expresa en La Enciclopedia - L'Encyclopédie - (un diccionario que reúne todos los saberes teóricos y tecnológicos conocidos), editada por Diderot y d’Alembert entre 1751 y 1772. Otros filósofos importantes de la época, muchos de ellos colaboradores de La

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Enciclopedia, son Rousseau, Voltaire, Montesquieu y Condillac. Rousseau influye a Kant en su filosofía práctica (ética y política). Además destacamos a Jovellanos y Feijoo en España y a T. Jefferson y B. Franklin en E.E.U.U. En Alemania son grandes pensadores el racionalista Christian Wolff y, más tarde, Fichte. Este último autor, seguidor de la filosofía de Kant, es el iniciador de un nuevo movimiento filosófico: el Idealismo Alemán. En torno a este movimiento destacan figuras como Hegel, Schelling y el poeta Hölderlin. La discusión filosófica no deja de prestar enorme atención a los descubrimientos de Newton y la concepción mecanicista del mundo. Kant es un ferviente admirador de Newton (su obra teórica se relaciona estrechamente con la mecánica newtoniana) Dentro de las ciencias naturales es importante destacar a Linneo (que sienta las bases de la taxonomía moderna) y Lavoisier, padre de la química moderna. En matemáticas destacan Leonhard Euler, uno de los matemáticos más grandes de todos los tiempos, y Laplace, que, además, era físico y desarrolló, junto con Kant, una teoría acerca del origen del Sistema Solar.

2. Obras y problema fundamental. Kant es un pensador sistemático y representa la cumbre de la Ilustración. Inaugura una filosofía que sigue muy presente en nuestros días, principalmente en su aspecto práctico (ética). La filosofía de Kant se denomina idealismo trascendental o criticismo y se opone a la visión racionalista y empirista del conocimiento. Critica a los autores racionalistas porque sus diferentes teorías del conocimiento terminan construyendo sistemas metafísicos alejados del mundo de la experiencia y esto significa dogmatismo. Pero también critica a los autores empiristas porque el empirismo, llevado hasta sus últimas consecuencias, degenera en el escepticismo. Frente al método psicológico de los empiristas y el método analítico-deductivo de los racionalistas, Kant crea el método trascendental. Lo trascendental no es tanto una realidad inmanente o trascendente, sino un modo de relacionarse del sujeto y el objeto de conocimiento, provocando la síntesis o unión de ambos. De esta manera, se pretende superar el dualismo res cogitans – res extensa. Por otro lado, el error de la filosofía anterior había sido partir siempre de una realidad, sensible o suprasensible, para de ahí llegar al sujeto (Descartes había hecho esto con Dios, Locke, con las cualidades de las cosas, etc.). Kant, mediante un “giro copernicano”, invierte esta relación: el sujeto es quien crea la realidad, realidad que siempre es fenoménica. Lo que exista más allá de los fenómenos no lo podemos saber. El problema fundamental de la filosofía kantiana está estrechamente relacionado con la nueva física de Newton y la concepción mecánica del mundo. Si toda la naturaleza esta determinada mecánicamente por causas externas a los objetos, el ser humano también lo estaría, eliminando cualquier posibilidad de ser libre y actuar hacia el bien. El ser humano sería como una marioneta de las leyes causales. La pregunta fundamental de su pensamiento la podemos

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formular del siguiente modo: ¿Es posible que exista la libertad humana en un mundo determinado por leyes causales? Otra pregunta relevante dentro de su filosofía teórica es la siguiente: ¿Cómo son posibles los juicios sintéticos a priori? Obras de Kant: Crítica de la razón pura, Crítica de la razón práctica, Crítica del juicio, Fundamentación de la metafísica de las costumbres, La religión dentro de los límites de la mera razón, Antropología, etc. 3. Las preguntas de la filosofía y las facultades del ser humano. 3.1. La Ilustración. Las cuatro preguntas fundamentales. Como hemos dicho, Kant representa la cumbre del pensamiento ilustrado. El lema de la Ilustración es “atrévete a saber” y Kant define este movimiento como el paso del hombre de la minoría de edad a la mayoría de edad, es decir, de ser un ser dependiente (de la nobleza, la Iglesia o el jefe) a convertirse en un ser independiente y libre, que por sí mismo dirige su vida y destino. Ilustración es emancipación del hombre, ruptura con las cadenas del pasado y una absoluta creencia en la libertad. Dentro del marco del saber ilustrado, Kant se formula tres preguntas que considera fundamentales en la filosofía: 1. ¿Qué puedo conocer?; 2. ¿Qué debo hacer?; 3. ¿Qué me cabe esperar? La primera es propia de la filosofía teórica y el filósofo prusiano la intenta contestar en su obra magna Crítica de la razón pura. Las dos preguntas posteriores son de carácter práctico y Kant procura contestarlas en la Crítica de la razón práctica, La religión dentro de los límites de la mera razón y otras obras. Las tres preguntas se pueden resumir en una sola, que es la principal de todas: ¿Qué es el ser humano? 3.2. Las facultades del ser humano. Kant distingue en el ser humano tres facultades o capacidades, que, respectivamente, se relacionan con las preguntas arriba nombradas: 1. La facultad de conocer (la estudia su teoría del conocimiento, expuesta en la Crítica de la razón pura); 2. La facultad de querer (la estudia la ética, expuesta en la Crítica de la razón práctica y la Fundamentación de la metafísica de las costumbres); 3. La facultad de sentir placer o dolor (la estudia la estética y la antropología, desarrollada en sus obras Crítica del juicio y Antropología respectivamente). Las dos primeras facultades serán desarrolladas en el apartado 3 y 4 respectivamente. 4. La razón teórica (teoría del conocimiento) 4.1. El proyecto de una metafísica de la naturaleza. Como ya indica el prólogo de la Crítica de la razón pura (VER TEXTO) Kant tiene un claro proyecto en su filosofía teórica: criticar la metafísica tradicional de los racionalistas (Descartes, Spinoza, Leibniz, Wolff…) y proponer una nueva metafísica basada en el método de las ciencias naturales de la época (Galileo y Newton). A esta nueva metafísica la denomina metafísica de la naturaleza y consiste en desarrollar las condiciones de posibilidad para que

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se nos presenten los objetos de la naturaleza. Preguntas afines a esta nueva metafísica son: ¿Cómo se produce la experiencia? ¿Cómo se dan los objetos de la experiencia para que exista el conocimiento? ¿cómo es posible el conocimiento científico? y ¿qué son los juicios sintéticos a priori? Para contestar a estas preguntas Kant analiza tres elementos de la facultad de conocer: la sensibilidad, el entendimiento y la razón especulativa. Cada una de estas partes está estrechamente relacionada con una ciencia. La sensibilidad la relaciona Kant con las matemáticas, el entendimiento con la física y la razón especulativa con la metafísica tradicional. 4.2. Sensibilidad y entendimiento. Kant recoge de los racionalistas la noción de principios a priori del conocimiento, pero añade a ellas elementos a posteriori, propios del empirismo. La sensibilidad y el entendimiento son las fuentes de todo conocimiento fenoménico (opuesto al especulativo). Conocimiento fenoménico significa, en principio, todo conocimiento que parte y puede verificarse en la experiencia (las cuestiones de hecho de Hume). En primer lugar, el conocimiento fenoménico está compuesto de juicios sintéticos a posteriori. Estos juicios, a diferencia de los analíticos, eran particulares y contingentes. Kant se pregunta ¿cómo es posible que la ciencia formule juicios universales y necesarios que se verifican en la experiencia? ¿No deberían ser juicios particulares y contingentes, por referirse al mundo de los sentidos? Para responder a esta cuestión, explica que existen otro tipo juicios que él llama juicios sintéticos a priori. Estos juicios, a diferencia de los empíricos, son independientes de la experiencia, pero son verificables en ella. Un ejemplo de estos juicios serían las leyes de la geometría o las leyes de Newton. Una ley científica, por tanto, no proviene de la experiencia, pero es aplicable a cualquier experiencia posible. Si estos juicios son posibles, esto se debe a que en la razón teórica intervienen a la vez elementos a priori y elementos a posteriori. Vamos a ver esto mejor. a) Sensibilidad. Kant define la sensibilidad como la capacidad de intuir algo, captarlo a través de los sentidos. Lo que nos llega a través de los cinco sentidos es una materia caótica que nunca podremos conocer en sí misma, pero que nuestro sujeto organiza dándole una forma. Las formas de la sensibilidad , que aporta el sujeto, son el espacio y el tiempo (intuiciones puras y a priori). Sin espacio y tiempo, no sería posible sentir. Kant, por tanto, distingue entre formas y materia de la sensibilidad, entre intuiciones a priori (espacio y tiempo) e intuiciones a posteriori (a través de los cinco sentidos) b) Entendimiento. Kant lo define como la capacidad de agrupar y organizar intuiciones formando conceptos. Existe un entendimiento a priori y formal, ubicado en el sujeto, que contiene conceptos puros y a priori (las 12 categorías, como “unidad”, “realidad”, “negación”, “causa-efecto”, etc.) y también existe un entendimiento a posteriori y material, que contiene, gracias a la sensibilidad, los conceptos que habitualmente aplicamos en la vida diaria (“mesa”, “silla”, “aula”, etc.) Sin las categorías, que son formas del entendimiento a priori, sería imposible construir conceptos a posteriori.

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Para Kant, todo conocimiento es el resultado de la unión o síntesis entre una intuición y un concepto. Kant dice: “intuiciones sin conceptos son ciegas y conceptos sin intuiciones son vacíos”. El conocimiento es siempre fenoménico, siendo las intuiciones puras y los conceptos puros las condiciones que hacen posible que existan fenómenos, los objetos de la naturaleza. 4.3. La razón especulativa. Razón se define como la capacidad de unir o hacer síntesis de conceptos, formando razonamientos e ideas. En la última parte de la Crítica de la razón pura, en la “Dialéctica trascendental”, Kant analiza la razón especulativa. “Especulativo” es un adjetivo que muestra el afán de la razón a salirse de los límites de la experiencia. Esta inclinación de la razón a ir más allá de la realidad sensible es natural y ha provocado enormes disputas metafísicas y religiosas. Dicha tendencia se debe a que ella se formula preguntas que nunca podrá resolver: ¿Existe Dios?, ¿qué hay después de la muerte, ¿es el universo finito o infinito?...Estas preguntas se las plantea la razón a partir de ideas que se inventa ella misma, es decir, conceptos vacíos a los que no corresponde ninguna intuición. Las principales ideas que analiza Kant en esta parte de la obra son las tres ideas metafísicas fundamentales: Alma, Mundo y Dios. En su análisis, Kant realiza una crítica de toda la metafísica tradicional y sus argumentos para demostrar la existencia del Alma, el Mundo y Dios. A la conclusión que se llega es que la metafísica tradicional nunca podrá ser considerada una ciencia porque sus juicios no añaden conocimiento, van más allá de la experiencia sensible, enredándose en disputas sin fin. Por ejemplo, supongamos la disputa de si Dios existe o no existe. Según Kant, la razón tiene infinitos argumentos para defender la tesis como la antítesis, de manera que nunca llegaría a nada (a este proceso lo llama Kant dialéctica de la razón). La conclusión de la filosofía teórica de Kant es la siguiente: el ser humano sólo puede conocer fenómenos, es decir, los objetos que se presentan en el mundo son objetos para un sujeto. La razón es limitada. Pero a diferencia de Hume, Kant no es escéptico: los fenómenos están conexos por leyes causales universales y cada uno de nosotros, gracias a las formas de la sensibilidad y el entendimiento, es portador de un sujeto trascendental, el mismo para todos, que permite que se nos ofrezcan los fenómenos de la misma manera. La realidad independiente del sujeto, incondicionada, la denomina Kant la “cosa en sí” o noúmeno y es incognoscible. La teoría de Kant, por tanto, supera el dualismo entre sujeto (res cogitans) y objeto (res extensa), pero desemboca en uno nuevo entre el fenómeno y la cosa en sí. 5. La razón práctica (ética formal) 5.1. El proyecto de una metafísica de las costumbres. Igual que Kant defiende la existencia de elementos a priori en la facultad de conocer que hacen posible que se produzca el conocimiento, así también va a proceder en la facultad de querer, donde descubre elementos a priori. La facultad de querer es estudiada por Kant en sus

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dos obras de ética más importantes: la Crítica de la razón práctica y la Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Como indica el propio título de esta última obra, el proyecto ético de Kant es el siguiente: construir una metafísica de las costumbres, es decir, estudiar las condiciones de posibilidad de toda moral. La tesis de Kant es opuesta a la de Hume, pues para Kant, toda moral se debe fundamentar en unos elementos a priori, anteriores a la experiencia, y no en el placer y el dolor, claramente a posteriori. El punto de partida de Kant es la voluntad humana, que es el origen de todo querer y desear. La voluntad debe someterse a las leyes de la razón práctica, leyes a priori que se expresan en forma de imperativos o mandatos incondicionales y, por tanto, universales. Kant es influido aquí claramente por Rousseau, que sostenía que el ser humano es libre si obedece a las normas que él mismo se ha dado. La voluntad, por último, es, en el terreno práctico, lo invisible, lo que no es fenómeno: el noúmeno o cosa en sí. 5.2. Éticas materiales y ética formal: el bien y la libertad. El filósofo de Königsberg comienza su proyecto rechazando todas las teorías éticas anteriores por considerarlas erróneas. El principal error de esas éticas es doble: a) por un lado, intentan dar un contenido al concepto de bien, piensan que el bien se identifica con algo experimentable (la virtud, la justicia, el placer, la felicidad, etc.) b) por otro lado, las teorías éticas anteriores consideran que la finalidad o meta de las acciones humanas debe ser lo que determina nuestro obrar. Por este doble error, Kant considera que las teorías éticas anteriores son éticas materiales (identifican el bien con un contenido) y al mismo tiempo, éticas de fines (el fin es lo que cuenta en cada acción). El problema que encontramos en ambos casos es el siguiente: a) si creemos que el bien se identifica con un contenido, será imposible hacer del bien un valor universal, pues cada persona entenderá por bien algo diferente; la ética sería relativa a cada pueblo o individuo, pero Kant busca una ética universalista; b) si pretendemos que las acciones estén determinadas por fines o metas externas al sujeto, no habría libertad, pues nuestro querer sería causado y determinado por objetos externos al sujeto; es más, alcanzar una meta, por ejemplo, la tan anhelada felicidad, no sería garantía de que fuésemos buenas personas. Lo importante en la moral kantiana no es que alcancemos metas, sino que seamos buenas personas. La bondad de una acción nunca se medirá por los resultados, sino por las intenciones. Podemos ser unos fracasados y, sin embargo, ser buenas personas. Podemos tener éxito, pero eso no impide que seamos grandes malvados. Es más, la libertad no se mide por los éxitos, ni por la felicidad o la virtud de un individuo. La libertad es solamente posible si desatendemos al mundo de los fenómenos y obedecemos exclusivamente a los principios de la razón práctica. Para ello es necesario aislar la voluntad de toda influencia externa. Los principales valores de la moral kantiana son el bien y la libertad, ambos están dados a priori en la razón práctica. Por tanto, Kant desarrolla una ética a priori, opuesta a las éticas

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anteriores (a posteriori). Para ello, desarrolla una ética formal o ética del deber, es decir, una ética donde el bien no tiene un contenido determinado, sino que es una forma universal encarnada en la voluntad (Kant dice que lo único bueno que existe es una buena voluntad, es decir, alguien con buenas intenciones). El bien es una característica a priori de nuestra voluntad. Es como si se dijese, uno no aprende a ser bueno por experiencia, sino que se es bueno o no se es de manera absoluta. La ética formal, además, desarrolla el concepto de voluntad autónoma, es decir, una voluntad independiente frente a cualquier consejo externo u objeto del deseo, una voluntad que es buena en sí misma, sin buscar recompensa, honor o reconocimiento. La voluntad debe actuar desde ella misma. Sólo así podrá ser libre. Las éticas materiales, por el contrario, desarrollan la voluntad heterónoma, es decir, una voluntad no libre, pues está determinada por objetos externos que le dicen cómo tiene que obrar, o busca el bien por pura utilidad y beneficio. La ética kantiana intenta erradicar la moral utilitarista, propia de una voluntad heterónoma. 5.3. Los ideales de la razón práctica. ¿Cómo podemos construir una voluntad autónoma, es decir, libre? ¿Cómo podemos ser buenos sin tener una percepción concreta de lo que es el bien? Kant intenta responder a estas preguntas y nos dice que en primer lugar, debemos aceptar que el bien y la libertad son ideales metafísicos, es decir, nunca se pueden dar en el mundo de la experiencia, donde todo está determinado por leyes causales. En la Crítica de la razón pura, Kant había criticado las ideas metafísicas de la razón (Dios, Alma, Mundo) por considerar que rebasaban los límites de la experiencia. No aportaban ninguna utilidad a la razón teórica. Sin embargo, en la razón práctica, algunas ideas metafísicas tienen una validez absoluta, pues gracias a ellas podemos actuar autónomamente, libres de cualquier sujeción externa. En la razón práctica, las ideas metafísicas se transforman en ideales. Los principales ideales de la razón práctica son tres: Dios, Libertad e Inmortalidad. En el mundo de la experiencia no podemos comprobar que estos ideales existan, pero en el plano ético, es decir, de la razón práctica, debemos actuar como si existiesen. Dios, Libertad e Inmortalidad se transforman en postulados de la razón práctica que deben guiar y orientar nuestra conducta y acciones. Creer en ellos nos aporta un sentido a nuestro actuar. 5.4. Las acciones por deber: el imperativo categórico. Para explicar mejor su ética, Kant distingue tres tipos de acciones humanas relacionadas con el deber. Toda acción se relaciona con el deber, pues nadie vive en un estado de perfección tal que cualquier aspiración, creencia o deber sean innecesarios. a)

Acciones contrarias al deber: El sujeto actúa contra el deber, contra las normas, para sacar algún beneficio de ello. El sujeto se guía por un interés particular.

b)

Acciones conforme al deber: el sujeto actúa obedeciendo las normas, pero lo hace porque comprueba que obedecer la norma es más beneficioso que transgredirla. Como en el primer caso, también se guía por un interés particular.

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c)

Acciones por deber: aquí el sujeto actúa sin ningún interés particular, sino por el deber mismo, por respeto a la ley en sí misma. Este tipo de acciones sólo son posibles cuando somos nosotros mismos quienes nos damos la ley, por eso son las únicas acciones morales.

Según Kant, las acciones del tipo a) y b) no son universales, pues dependen de las circunstancias donde nos encontremos. Se basan en imperativos hipotéticos, es decir, mandatos sujetos a condiciones externas. Por ejemplo: “si no quieres ir a la cárcel, respeta la ley”; “si quieres hacer trampas, entonces que no te vean”; “si quieres aprobar, entonces debes estudiar”; “si quieres estar sano, deja de fumar” En todos estos casos, los imperativos o mandatos pueden fallar, pues es posible que no estudie y apruebe o estudie y no apruebe. También es posible que deje de fumar y, sin embargo, contraiga una enfermedad. Todos estos imperativos, por tanto, son particulares y contingentes. Es más, normalmente los seguimos como medios para alcanzar otras cosas, de modo que nuestra voluntad es utilizada como un medio. La voluntad, en estos casos, no es libre, pues actúa siempre en base a unos fines ulteriores que se encuentran en el mundo de la experiencia (aprobar, estar sano, ganar dinero, etc.) Frente a esta visión de la moral, propia también de religiosos, profetas, consejeros o moralistas que nos mandan preceptos de lo que tenemos que hacer, Kant desarrolla su teoría del imperativo categórico, es decir, un mandato cuya obediencia signifique la auténtica libertad de la voluntad (voluntad autónoma). Las acciones del tipo c) son las únicas morales porque en ellas, el sujeto actúa por el deber mismo dándose la ley moral: es la voluntad la que se da a sí misma la ley, siendo ajena a ella cualquier interés particular determinado por algo externo. El motivo de la acción no es externo, sino interno al sujeto. Kant no dice cuál tiene que ser la máxima o norma práctica que cada uno se debe dar a sí mismo, pues caería en una contradicción (la norma sería externa, heterónoma). Lo qué sí nos dice es la forma o estructura de la máxima que debemos seguir, forma universal y necesaria que denomina imperativo categórico y que emana de los principios de la razón práctica: Obra sólo de forma que puedas desear que la máxima de tu acción se convierta en una ley universal. Así se comprende por qué la ética de Kant es una ética formal. No nos dice el contenido de las acciones sino su forma. No dice qué hay que hacer, sino cómo debemos hacerlo. El imperativo categórico es un mandato para que actuemos siempre con la firme convicción de que aquello que hacemos sea válido hoy, ayer y siempre en todos los casos, en cualquier sociedad y cualquier circunstancia personal. Esto significa ir en contra de nuestros propios intereses, pues, por ejemplo, si nuestra norma es “nunca voy a mentir”, mi deber es obedecerla en las circunstancias más extremas, incluso en los casos donde una mentira pueda salvar la vida de alguien, de nuestros propios padres o seres más queridos. Sólo quien obra de este modo obra por deber y, por tanto, moralmente, pues su máxima, que siempre es subjetiva y particular, se

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convierte así en una ley moral universal y objetiva. Y únicamente así obramos libremente, ya que nuestra acción es fiel a su principio y no puede en ningún caso ser determinada por circunstancias externas. El fin de la acción ya no es externo a la voluntad (ética de fines) sino el fin se encuentra en la acción misma. De esta manera, la voluntad deja de ser un medio para alcanzar otra cosa y se hace libre. 6. La sociedad y el progreso. El imperativo categórico tiene otras formulaciones y de especial importancia para la sociedad es la siguiente: Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio. Lo que dice aquí Kant es que en toda sociedad, es nuestro deber que tratemos a las personas y a nosotros como fines en sí mismos y nunca como medios o herramientas, pues solamente así se valorará la dignidad humana. Los seres humanos son personas y en ningún caso pueden ser confundidas con objetos para usar, disfrutar o explotar. La gran tarea de la humanidad es hacer que se cumpla esta ley moral. Si no se cumple, la humanidad nunca progresará moralmente. Aquí Kant muestra su idealismo ético claramente, pues considera una meta o ideal el hacer del ser humano un fin en sí mismo. Para ello, debemos considerar un mundo inteligible paralelo al mundo sensible de la naturaleza, ya que en la naturaleza sólo hay objetos y relaciones causales. Kant imagina un reino de los fines como un paraíso al que toda sociedad debe aspirar para alcanzar definitivamente justicia y paz duradera entre los pueblos. En ese reino, no habría dominación de unos seres humanos sobre otros y todos seríamos libres e iguales. Viva imagen de ese proyecto es actualmente la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

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