El año 2010, cuando entró en vigencia la Ley
20.423, que creó una nueva institucionalidad
para el turismo, se nos presentaron múltiples
desafíos. Uno de los más importantes era la
implementación del Sistema de clasificación,
calidad y seguridad de los prestadores de servicios turísticos que nos permitiría ordenar la
industria, velar por la correcta clasificación
de los prestadores garantizando así que al
momento de contratarse sus servicios exista
correlación entre lo que uno quiere y lo que
efectivamente está contratando. Asimismo, se
crea el “Sello Q” para distinguir a las empresas
certificadas y darles promoción preferente
y se establece la obligación legal de cumplir
con los estándares de seguridad.