Tv Bio, La Revista - nº 15 - ENERO/FEBRERO

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TERAPIA

EL AYUNO

Terapia magna “El ayuno es el remedio más grande, dentro de la física” Paracelso (Médico del siglo XVI) camino olvidado Desde tiempos inmemoriables, culturas de todos los tiempos, desde oriente hasta occidente, han practicado el ayuno. En las primeras civilizaciones el ayuno era parte de la vida. También lo era entre los antiguos persas. Para entrar en la escuela pitagórica era requisito hacer un ayuno. Sócrates y Platón ayunaron regularmente durante diez días seguidos, y muchos de los grandes místicos de la humanidad practicaron el ayuno en su camino hacia el “despertar”. Jesucristo se retiró al desierto para ayunar durante cuarenta días. Durante los primeros tiempos de la era cristiana la práctica del ayuno de veinticuatro horas era muy común. Es lo que se llamaba en latín: “Jejunium a vespera ad vesperam”. Ayunar desde el atardecer de un día al atardecer del siguiente. Diferente al ramadán, el mes sagrado de los musulmanes, donde se ayuna desde el amanecer hasta la puesta del sol.

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El ayuno, que siempre ha acompañado al ser humano, es actualmente un camino olvidado hacia la salud. Parece una paradoja. Los médicos antiguos, desde los hipocráticos, utilizaban esta práctica como método de curación, pero en los últimos tiempos ha sido relegado a la amnesia. Personalmente creo que la práctica del ayuno es el mayor medio de curación: el camino más directo y sencillo de buscar la armonía interna perdida en la enfermedad. Durante la práctica del ayuno, el cuerpo busca su equilibrio u homeostasis interna, y nuestro “médico interior” nos guía en este camino. La explicación es muy sencilla. El ayuno despierta en nosotros las capacidades de autocuración. Es cuando le damos un descanso fisiológico a nuestro organismo, cuando éste inicia su propio camino de autocuración a través de sus mecanismos internos de desintoxicación y regeneración. Se produce lo que es conocido como autofagia, la completa regeneración de

nuestras células, y lo hace guiado por la inteligencia somática, esa misma que permite que nuestro corazón lata, día y noche, o que nuestros pulmones se expandan y se replieguen incluso cuando dormimos. Es la fuerza vital natural, “vis medicatrix naturae”, el misterio de la auto-curación, o como decían los antiguos “mysterium magnum”.

Invertir la energía La energía, en el momento del ayuno, se encauza hacia las zonas enfermas o a punto de enfermar. Durante las primeras horas, consume glucosa, posteriormente se utilizan las grasas y algo de las proteínas. El Dr. Rüdiger Dahlke señala que con el ayuno ahorramos un 30% de nuestra capacidad energética, exactamente la proporción que se necesita para llevar a cabo la digestión. Y toda esa energía que se ahorra se canaliza hacia la curación. A través del ayuno el cuerpo elimina todo lo que no es vital para su correcto funcionamiento. Se produce una verdadera autodigestión, autolisis o autofagia. El


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