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1. CONOCERLO
¡Es un cuerpo que no podemos ver, pero sí sentir! Y cuando está en desequilibrio puede alterar todas nuestras funciones tanto físicas como mentales. ¿Así que, por qué nos empeñamos en olvidarlo e ignorarlo?
De la misma forma que intentamos cuidar a nuestro cuerpo físico, con la respiración, movimiento, alimentos, baños, etc... ¿Por qué no lo hacemos con nuestro cuerpo emocional? Porque no tenemos la menor idea de que incluso existe. Sentimos en nosotros una mezcla de energías que no distinguimos, que incluso nos llegan a controlar nuestras vidas sin saber cómo encauzarlas.
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La palabra emoción en inglés es “emotion”. Si la desglosamos, podemos ver: “e-motion” que significa energía en movimiento.
Estas energías en movimiento, que pueden ser de deficiencia (debilidad, victimismo, miedo, falta de autoconfianza, etc...) o energías en movimiento de exceso (cólera, ira, agresividad, arrogancia, etc…)
Somos los creadores de nuestra vida, atraemos a ella todo lo necesario para aprender y evolucionar, nos guste o no. Según la calidad de nuestros pensamientos, se generarán emociones positivas o negativas.
¡Somos lo que pensamos! ¿Y de dónde proceden nuestros pensamientos? De las creencias que tenemos de nosotros, formadas por las experiencias que nos han marcado a lo largo de nuestra vida/s.
También las emociones o energías en movimiento se pueden formar a través de la calidad de vibración que escojamos como alimentos en el día a día.