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Eco educación en B@UNAM Línea temática: •

Educación a distancia con responsabilidad social como estrategia de inclusión educativa Impacto social

Blanca González blanca_gonzalez@cuaed.unam.mx B@UNAM Universidad Nacional Autónoma de México

Índice 1. Introducción


2. Fundamentos teóricos 3. Metodología 4. Resultados 5. Conclusión 6. Referencias 7. Revisión de bibliografía

Resumen

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Uno de los grandes retos actuales de la humanidad es detener la degradación ambiental y asegurar la equidad intergeneracional. Para conseguirlo necesitamos enseñar a pensar, sentir y actuar de forma diferente. Este cambio de paradigma es el que propone la eco educación, al integrar la inteligencia emocional, social y ecológica para promover la empatía con el ambiente que nos rodea y poder desarrollar los conocimientos y acciones necesarias para llevar a cabo una vida sostenible que impacte de forma positiva a nuestras comunidades y por supuesto, el planeta donde vivimos. Durante la última actualización de las asignaturas de ciencias del B@UNAM, se hizo especial énfasis en aplicar los principios de la eco educación para formar ciudadanos comprometidos y responsables con el medio que les rodea. Lo anterior se realizó a partir de la inclusión de objetos de aprendizaje, actividades integradoras, infografías y materiales de apoyo que promueven el enfoque sistémico, evolutivo, la sostenibilidad y la responsabilidad social como ejes transversales. Palabras clave: Eco educación, sostenibilidad, inteligencia ecológica, búsqueda del bien común 1. Introducción Los tiempos de inestabilidad pueden superarse a través de nuevas formas de pensar y actuar. Goleman et al. 2013. Todos los que habitamos este planeta dependemos de los recursos de la naturaleza para vivir. Ya sea que seamos agricultores o altos ejecutivos, nuestro cuerpo requiere comida, agua para beber y aire para respirar y poder mantenernos con vida. Necesitamos además que estos recursos sean de buena calidad para asegurar el óptimo funcionamiento de nuestro cuerpo y evitar posibles enfermedades que puedan mermar nuestra calidad de vida. A pesar de lo esencial de estos recursos naturales, hemos hecho un uso irracional de los mismos ya que para satisfacer tanto las necesidades de la población creciente


como la ambición humana, hemos desarrollado modelos económicos de producción que han resultado en la sobreexplotación de la naturaleza, además de utilizarla como vertedero de los residuos tóxicos de dichos procesos de producción. Las consecuencias son que en los últimos 50 años hemos provocado cambios sin precedentes en los ecosistemas del planeta a tal punto que nuestra propia supervivencia comienza a verse amenazada. El panorama no es nada agradable, de acuerdo con la ONU (Island Press, 2007), más del 60% de los ecosistemas se encuentran degradados o sobreexplotados, incluyendo el suelo, los reservorios de agua dulce y los recursos acuícolas (fig. 1). Muchos de estos ecosistemas están por alcanzar el punto de inflexión en el cual sufrirán cambios irreversibles, por ejemplo: la creación de ‘zonas muertas’ en las aguas costeras que ha generado el colapso de la pesquería, la emisión de contaminantes atmosféricos ha producido cambios en el clima regional y global, la aplicación de químicos al suelo ha derivado en la desertificación (generación de suelos improductivos), la liberación de residuos tóxicos ha producido la aparición de enfermedades mortales, etc. Toda esta degradación del ambiente amenaza directamente la capacidad de los ecosistemas para satisfacer nuestras necesidades fisiológicas básicas para mantenernos con vida. Imagen 1 Figura 1. Degradación ambiental por actividades antropogénicas. Fuente: http://www.letsdoitworld.org/system/files/uploads/plastic_pollution.jpg

Ante este panorama desolador, requerimos tomar acciones urgentes para proteger a los ecosistemas y por lo tanto, para proteger nuestro bienestar y el de las generaciones futuras. Estas acciones implican que cada uno de nosotros seamos conscientes de cómo nuestro actual estilo de vida impacta a los recursos naturales. Es aquí donde la educación ecológica o eco educación toma un papel relevante, ya que integra la inteligencia emocional, social y ecológica para promover la empatía con nuestro ambiente y desarrollar un pensamiento holístico que nos permita comprender que nuestra propia supervivencia depende del adecuado funcionamiento de los sistemas naturales (Ecological literacy 2011). 4


La eco educación reconoce a la naturaleza como nuestra maestra, puesto que nos permite comprender los principios y procesos por los cuales la naturaleza crea y fomenta comunidades, y sostiene la vida. Imagen 2 Fuente: http://www.grupodocente20.com/GrupoDocente/images/home/EducacionAmbiental.jpg

Así, la eco educación desarrolla una visión integral del mundo en términos de la interdependencia de los sistemas humanos y naturales, sus interacciones y consecuencias. Promueve el desarrollo de un pensamiento ecológico que contribuye a la formación de ciudadanos con sólidos valores como la empatía, fortaleza, esperanza y resiliencia1 (Goleman et al. 2013), por ello es importante permear la eco educación en todos los programas de estudio. En el B@UNAM hemos tenido especial cuidado en desarrollar y reforzar la eco educación en las asignaturas de ciencias naturales, como revisaremos en los próximos párrafos. 2. Fundamentos teóricos Para el desarrollo del pensamiento ecológico, la eco educación sugiere que los estudiantes comprendan los principios básicos que gobiernan el mundo natural. Por lo cual, se debe hacer mucho énfasis en incluir y buscar la aplicación de dichos principios a lo largo de las diferentes asignaturas de un programa de estudios. Los principios son: 1) Teoría de sistemas: Los organismos vivos son sistemas abiertos que interaccionan con su medio a través del intercambio continuo de materia, información y energía. Esta interacción implica que ningún organismo está aislado y que forma parte de un sistema mayor (meso y macrosistemas), por lo cual, para comprenderlo se debe estudiar no solamente al organismo per se, sino también la compleja red de interacciones que tiene con su medio. 1 Capacidad de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas.


2) Pensamiento sistémico: La comprensión de los organismos como sistemas interconectados, nos lleva a la conclusión de que la naturaleza está compuesta por sistemas anidados, donde un sistema interacciona y depende de las condiciones de un sistema mayor. En consecuencia, los cambios en un subsistema pueden afectar la sostenibilidad de los sistemas en los que están anidados, generando reacciones en cadena que normalmente no son visibles en primera instancia. 3) Sostenibilidad: Los individuos, como sistemas interconectados con nuestro medio, requerimos desarrollar la visión de que formamos parte de los sistemas sociales y estos pertenecen a los sistemas ecológicos. Así, necesitamos reconocer que habitamos un planeta que tiene recursos finitos y que por lo tanto, hay restricciones a la cantidad de recursos que podemos utilizar y a la cantidad de basura que podemos producir. Este cambio en la forma de pensar y entender el mundo que nos rodea forma parte de la transición a la sostenibilidad. Implica comprender que las acciones individuales tienen efectos en el medio social y natural, al cual se pertenece. Significa que más que asegurar el bienestar propio o de los seres queridos se debe buscar el bien común, porque al final, lo que le sucede a un subsistema, nos afecta a todos -debido a la compleja red de interacciones en la que nos encontramos-. En un sentido más amplio, la transición hacia la sostenibilidad implica también que la búsqueda del bien común incluya a todos los sistemas que hacen posible la vida en la Tierra, es ser responsables de las consecuencias sociales y ambientales de nuestras acciones. Es desarrollar la inteligencia ecológica para crear impactos positivos en nuestro ambiente y armonizar y coordinar nuestros esfuerzos (inteligencia social) para generar impactos globales. 4) Soluciones inspiradas en la naturaleza: Cuando observamos a la naturaleza y su funcionamiento, podemos emular procesos o modelos que ofrecen soluciones eficientes e innovadoras a las problemáticas humanas. Este tipo de pensamiento 6


ha permeado mucho a través de la biofilia y el biomimetismo. El primero describe el sentimiento de afecto y unión con la naturaleza, que experimentamos cuando contemplamos una flor hermosa o un paisaje maravilloso (Kellert S.R. and Wilson E. O. 1993). El biomimetismo implica reconocer la sabiduría de la naturaleza, quién después de 3500 millones de años de ‘investigación y desarrollo’ –evolución- ha aprendido lo que funciona, lo que es apropiado y duradero (Life Science Foundation, 2012). Por lo tanto, necesitamos enseñar a los estudiantes a observar el funcionamiento de la naturaleza para encontrar soluciones a los problemas reales. Benyus (2002) afirma que el 80% de las soluciones que buscamos están en la naturaleza. Estas soluciones son además sostenibles, dado que la naturaleza ya las ha probado, mantenido y perfeccionado durante millones de años. Imagen 3 http://sites.psu.edu/emilybigler/wp-content/uploads/sites/4621/2013/12/velcro1.jpg

5) Colaboración, construcción de comunidades y formación de ciudadanos: Todos los organismos vivos cambian con el tiempo. Los individuos se desarrollan y aprenden, las especies se adaptan, evolucionan y coevolucionan. Las comunidades ecológicas actúan como circuitos de retroalimentación, los individuos no están aislados, forman parte de una población que puede crecer hasta ciertos límites dentro de la comunidad. A su vez, esta población beneficia y se beneficia de la interacción y colaboración con las poblaciones de otras especies que conforman su comunidad y cohabitan en un equilibrio dinámico dentro del ecosistema. Este balance dinámico provee de resiliencia a los organismos para enfrentar cambios en su ecosistema. ¿Cómo educar bajo estos principios?


La eco educación hace énfasis en la colaboración, en la capacidad para asociarse y para aprovechar la inteligencia colectiva de los individuos en la búsqueda del bien común. Por ello es importante enseñar a encontrar las conexiones entre problemas aparentemente inconexos, identificar los patrones en lugar de los componentes individuales y diseñar comunidades basadas en la interrelación de la vida. El pensamiento ecológico presenta una forma diferente de entender la complejidad del mundo, donde todo está interrelacionado a través de flujos de energía, materia e información, guardando

un

delicado

equilibrio

en

movimiento.

Pero

¿Cómo

desarrollamos este pensamiento en los educandos? 3. Metodología Durante la última actualización de las asignaturas de ciencias del B@UNAM, se colocó especial énfasis en reforzar la eco educación. Para ello se analizaron los conceptos disciplinarios y básicos de las 6 asignaturas (Ciencias de la Vida y de la Tierra I y II, Medio Ambiente y Bioética, Ciencias de la Salud I y II, Bioquímica) y se propusieron los siguientes ejes transversales: 1) Enfoque sistémico 2) Enfoque evolutivo 3) Aplicación del método científico 4) Sostenibilidad y responsabilidad social del individuo y del colectivo 5) Prevención Una vez identificados dichos ejes, se realizó la revisión de los contenidos de las asignaturas buscando cuáles de ellas ya desarrollaban alguno o todos estos enfoques y cuáles necesitaban hacerlos explícitos o bien introducirlos.

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Se generó una matriz de doble entrada para identificar el estatus de cada uno de los ejes transversales en cada asignatura. De los cursos que ya incluían dichos ejes, se identificaron cuáles eran los temas donde estaban contenidos y/o la forma en que se desarrollaban. Se conformó un grupo de trabajo interdisciplinario compuesto por biólogos, químicos, ingenieros ambientales, médicos y psicólogos, quienes en conjunto analizaron y discutieron la mejor forma de introducir los ejes

en las asignaturas que así lo

requerían. También revisaron las asignaturas que ya tenían los enfoques y propusieron estrategias para mejorar y o reforzar cada eje en los cursos, pero sobre todo para dar continuidad a cada eje a lo largo de las 6 asignaturas. 4. Resultados Para incluir los 5 ejes transversales en las asignaturas de ciencias, el grupo de trabajo propuso el diseño de: 1) Objetos de aprendizaje 2) Actividades integradoras 3) Infografías 4) Material de apoyo (vídeos y audios) Durante el diseño de estos recursos, se aplicaron los principios de la eco educación y se colocó especial énfasis en los siguientes aspectos: 1) Actividades integradoras: En cualquier sistema – considerando sus redes y niveles de anidamiento- el todo es diferente de la suma de las partes. Por lo cual, se debe privilegiar cambiar la atención de las partes al todo, para captar mejor las conexiones entre los diferentes elementos. Así, se diseñaron actividades integradoras que permiten establecer las conexiones entre diferentes áreas de conocimiento. Por ejemplo, se utiliza el caso de un maíz modificado genéticamente para comprender la aplicación de las leyes de Mendel, a la vez que se solicita que el estudiante reflexione sobre las consecuencias ambientales de

utilizar

semillas

mejoradas

genéticamente,

así

como

cuál

es

la


responsabilidad social de las empresas que se dedican a este tipo de biotecnologías. 2) Actividades sobre los objetos y sus relaciones: Los ecosistemas son redes de relaciones. En el aula virtual, incluimos actividades colaborativas, donde se promueve el consenso y la búsqueda del bien común. Un ejemplo es una serie de actividades donde en equipo, los estudiantes deben investigar las condiciones ambientales actuales de un país y comprender cuáles son las acciones que han tomado los diferentes países para disminuir su contaminación. Estas actividades no sólo favorecen el aprendizaje, sino también promueven el desarrollo de habilidades sociales (inteligencia social) y valores. 3) Reflexión de la estructura al proceso: Los sistemas vivos se desarrollan y evolucionan, están siempre en cambio constante. Para comprenderlos, es necesario dirigir la atención a los procesos. En el aula se hace mucho énfasis en dirigir a los estudiantes a reflexionar cómo resolver un problema para hacerlos conscientes de este proceso y que cada ocasión vayan mejorándolo para obtener los resultados deseados. 4) Desarrollo de empatía con todas las formas de vida: Se consideraron actividades de que permiten a los estudiantes estar en contacto con otras especies,

observarlas

y

conocer

sus

funciones

en

el

ecosistema

(específicamente, se les deja construir un Microecosistema y observarlo durante varios días). Lo anterior no sólo promueve la expansión de la capacidad de compasión y respeto por todas las formas de vida, sino que también permite que los estudiantes comprendan las interacciones y los flujos de energía en la naturaleza. Además desarrollan la visión de que los humanos pertenecemos a la naturaleza y no somos dueños de ella. 5) Adopción de la sostenibilidad como práctica en comunidad: Cuando los estudiantes comprenden que los organismos en los ecosistemas establecen una 10


red de relaciones que les permite sobrevivir y prosperar, entonces pueden aplicar este conocimiento en su vida diaria, al considerar el papel de la interconexión dentro de sus comunidades (aula virtual o comunidad donde habita) y fortalecer una actitud colaborativa y en búsqueda del bien común. Este es otro de los objetivos que se buscó con el desarrollo de actividades colaborativas. 6) Vídeo de integración: Al hacer énfasis en el todo, las relaciones, los procesos y los patrones, facilita que los estudiantes identifiquen los múltiples efectos del comportamiento humano en otras personas y en el medioambiente. Los hace más reflexivos sobre las implicaciones de sus acciones. Ello les permitirá entender la diferencia entre los beneficios de una actividad en el corto plazo y el valor a largo plazo de una buena decisión. Así, se realizó un vídeo de integración para las asignaturas de módulo 3, cuyo eje es la sostenibilidad y bajo esa óptica se revisan las asignaturas de Capitalismo y mundialización económica, Medio ambiente y bioética, Matemáticas y economía y Ciencias de la Salud I. De esta forma se pretende de nuevo que los estudiantes transfieran los patrones encontrados en los sistemas naturales hacia los sistemas sociales y puedan prever los efectos de los sistemas económicos sobre los naturales. 5. Conclusión Los tiempos de crisis ambiental que enfrentamos en la actualidad exigen una sociedad eco educada que tenga una empatía por todas las formas de vida y que haga un uso adecuado de los recursos para asegurar las futuras generaciones disfrutarán el mundo, por lo menos, como lo conocimos nosotros. De esta forma, en el diseño de las asignaturas de ciencias en el B@UNAM, se busca hacer de la eco educación un aprendizaje personal, para asegurar ciudadanos comprometidos con su comunidad, con su ambiente y con las futuras generaciones. Mientras los estudiantes no comprendan los principios ecológicos y no los apliquen en su vida diaria, entonces, todo esto quedará como algo abstracto que no nos compromete y simplemente seguiremos actuando como lo hemos hecho hasta ahora.


Finalmente, es indispensable que cada uno de nosotros, como docentes, reflexionemos sobre nuestra propia actitud ante los problemas ambientales actuales. No podemos eco educar, si nosotros no estamos eco educados. ¡Ese es el reto!

6. Referencias Benyus J. M. (2002). Biomimicry: Innovation inspired by nature. New York: Harper Collins Publishers. What is ecological literacy? (2011, Agosto). En Draft Global Issues Pilot. Recuperado de http://www.edu.gov.mb.ca/k12/cur/socstud/global_ issues/ecological_literacy.pdf Goleman, D., Bennett, L., Barlow, Z. (2013). Eco educación. Barcelona: Juventud. Kellert, S.R. and Wilson, E. O. (1993). The Biophillia hypothesis. USA: Island Press. Life Science Foundation. (2012). Eco Learning and Eco Healing: Renewal of Mind and Spirit. Recuperado de http://www.lifesciencefoundation.org/ecolearning.html#en1 Island Press (2007). Millenium Ecosystem Assessment. A Toolkit for Understanding and Action. Recuperado de http://www.unpei.org/sites/default/files/PDF/ecosystemseconomicanalysis/MEA-A-Toolkit.pdf

7. Revisión de bibliografía Goleman D. 2009. Inteligencia ecológica. Ed. Vergara, México, 293 p.

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Imรกgenes Imagen 1:

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Imagen 3:


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