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Control de las fuerzas políticas y económicas
temente y terminada la vía recursiva administrativa se abre el cauce de la jurisdicción contencioso-administrativa para revisar por parte de la justicia, las disposiciones y actos administrativos dictados en materia de policía de prensa.
Control de las fuerzas políticas y económicas
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Tal como afirma Xifra Heras, la actividad política, en la sociedad actual, se lleva a cabo, en gran parte, al margen de las estructuras gubernamentales. Hay que contar, básicamente, con la acción de un complejo de fuerzas políticas que operan en defensa de sus intereses valiéndose de una pluralidad de medios, entre los que figuran, de un modo destacado, los canales informativos.Los medios de comunicación social son ya de por sí una de las fuerzas políticas más poderosas. Burdeau los coloca, a este respecto, al lado de los partidos políticos, de los grupos de presión y del cuerpo electoral. Pero, además, todas las fuerzas políticas se estructuran a base de una compleja red de canales informativos internos y externos, indispensables para conseguir su integración y su eficacia; la información constituye, en consecuencia, uno de los factores esenciales de todo grupo político. Existe, en fin, un tercer problema, que es el que aquí nos interesa, relativo al control de la información por estas fuerzas políticas, especialmente por las fuerzas organizadas (pues el realizado por las difusas, como la opinión pública o la voluntad popular, lo analizamos en otro capítulo) y, de modo muy particular, por los partidos políticos y los grupos de influencia. Unos y otros aspiran a expresar sus opiniones y sus propósitos a través de los medios de difusión propios, que son órganos de expresión de sus intereses, pero además llevan a cabo una serie de controles y presiones, a veces imperceptibles, sobre la prensa llamada libre, a la que tienen acceso a través de cauces políticos, profesionales y comerciales, que pueden constituir una amenaza para la libertad y la objetividad informativas. Estas desaparecen cuando los medios materiales necesarios para asegurarlas se hallan concentrados en manos de unas potencias que defienden unos intereses concretos, a cuando los servicios auxiliares de la información (suministro de materias primas, publicidad, distribución, etc.) se encuentran en poder de grandes organizaciones económicas. El sistema capitalista ha constituido siempre una seria amenaza a la función social de la información (Xifra Heras; 1972, 231).
Asi en 1. Los partidos políticos: éstos aspiran a canalizar la información a favor suyo. Si bien, en la actualidad, se ha impuesto la prensa de información o comercial, no hay que olvidar que en sus orígenes, el periodismo fue un arma al servicio de los partidos (prensa de opinión). La evolución experimentada por los partidos políticos, en el sentido de anteponer la maquinaria electoral a las ideologías, ha repercutido en su acción sobre los medios informativos. Hoy son muy escasos los órganos de filiación definida, y, sin perjuicio de adivinar en los diarios una orientación o una tendencia política definida (por ejemplo la orientación de La Voz del Interior en la Provincia de Córdoba, antes de la compra por Clarín), los partidos procuran influir a través de periódicos sin rótulo aparente, usando de las técnicas persuasivas heredadas de los grupos de influencia, especialmente para canalizar las campañas electorales. (Xifra Heras; 1972, 231)
En 2. Los grupos de influencia o de presión, actúan también en defensa de unos intereses concretos: económicos, profesionales, políticos, culturales, religiosos, militares, etc., y procuran, en consecuencia, reforzar la difusión de las noticias favorables a los fines que persiguen, y suprimir, camuflar o desfigurar las que les son adversas. Los procedimientos utilizados por los grupos de influencia para buscar la adhesión de la opinión pública, a través de los medios de comunicación social, son de la más diversa índole desde las técnicas de relaciones públicas que aspiran a la consolidación de lazos de confianza siguiendo un norte humanizador, hasta los cauces de la corrupción e intimidación (subvenciones, favores, boicots, retirada de publicidad, huelgas, violencias, procedimientos judiciales, etc., sin olvidar las intermedias de la propaganda, la publicidad y el lobby. La Comisión Americana para la libertad de Prensa, creada en el seno de la Universidad de Chicago, en su informe de 1947 afirmó que ”…a mayor parte de la
prensa nacional es una empresa montada a gran escala y estrechamente enlazada con el sistema financiero e industrial; no sin gran esfuerzo podrá escapar a ese contacto”. Para dominar este peligro, el Estado necesita disponer de medios para frenar las presiones de los poderes de hecho y evitar los abusos de la concentración de los medios informativos.
Entre los grupos de influencia destacan los de carácter financiero, los grupos publicitarios soportado por los anunciantes, que buscan deformar la información en beneficio propio. La publicidad —introducida por Girardin en 1836— es, por un lado, el precio que la prensa paga para conseguir su independencia, pero, por otro es una fuerza poderosa que la contamina y oprime ya que pueden poner en peligro la existencia de un periódico o de una emisora, con sólo limitar o suprimir su colaboración70. Por esta razón se encuentran en una posición privilegiada para influir en la orientación política del periódico o para exigir textos contando en todo momento con la amenaza del boicot que pueden ejercer -y que de hecho han ejercido reiteradamente.
Los grupos profesionales y sindicatos también ejercen su presión (p:233). También los grupos religiosos, que suelen contar con una prensa adicta y con una organización para canalizar su acción informativa. La Instrucción Pastoral Communio et Progressio sobre los medios de comunicación social, de 18 de mayo de 1971, elaborada por la Comisión Pontificia sobre las Comunicaciones Sociales, establece a este respecto que «un adecuado desarrollo de la vida y las funciones en la Iglesia, exige una habitual corriente de información ‘entre las autoridades eclesiásticas de todos los niveles, las organizaciones católicas y los fieles, en ambos sentidos y en todo el mundo. Para ello son necesarias distintas instituciones, dotadas de los medios imprescindibles: agencias de noticias, consejos pastorales, portavoces oficiales, salas de prensa...», y añade que todos los fieles deben intentar que la obra de la Iglesia encuentre el apoyo de los más modernos medios de comunicación.
Controles profesionales
Afirma Xifra Heras que la profesión periodística ejerce un evidente control sobre el proceso informativo. El redactor y el corresponsal, son los primeros manipuladores de la noticia, al darle forma para difundirla. Este es el primer control. Pero la presión profesional más fuerte se ejerce en el seno de las empresas informativas y publicitarias: las Agencias de Prensa, en su labor de selección y adaptación; las empresas periodísticas con su línea de orientación, y las entidades publicitarias, con el sostén económico que ofrecen. El principio de la rentabilidad de la mercancía, y el sistema oligopólico que impera en el mundo de la prensa llamada libre, determina limitaciones sobre la entrada de torrentes de material informativo, en ocasiones sin más condicionamiento que los deseos o las debilidades del gran público. El primer freno a estas consecuencias del sistema capitalista es el criterio de independencia que mantienen muchos informadores, basados en elevado prestigio profesional, que se refleja en algunos medios minoritarios que sirven fielmente a los fines sociales de la información (Le Monde, B.B.C., etc.).
El autor que seguimos se pregunta ¿Cómo se organiza la presión de los profesionales en el seno de las empresas informativas? Y sostiene que constituye éste el problema de la participación, tanto económica como de gestión, que presupone una previa organización de los periodistas a través de los cauces corporativos, sindicales o asociativos (sociedades de redactores). Es este uno de los campos más utilizados para dificultar la actividad informativa, a causa de las reivindicaciones socioeconómicas de los empleados. Castro Fariñas –citado por Heras- señala que «se puede producir aquí un conflicto entre el derecho de los trabajadores a usar métodos de combate para lograr la satisfacción de sus reivindicaciones sociales y el no menos esencial del público a estar informado». El problema se acentúa cuando los grupos profesionales (sindicatos) se valen de estos