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SIN EMOCIÓN NO HAY APRENDIZAJE Dr. Marino Latorre Ariño Universidad Marcelino Champagnat Lima - 2017 Paso del profesor super--especialista a profesor todo terreno Esta es la expresión que utiliza Viso Alonso, J. R. (2010). Podríamos decir que: El profesor debe dominar los contenidos de la asignatura que enseña pues no se puede enseñar lo que no se sabe; debe estar actualizado en cuanto a los contenidos y los avances de la ciencia en su materia. Todo eso se presupone en todo profesor como el valor al soldado, la virtud al monje y el amor a una madre; son sus capacidades o competencias instrumentales, también llamadas cognitivas. Debe poseer también lo que hoy se llaman “competencias blandas” –las competencias sistémicas e interpersonales-- que le permiten trabajar de forma eficiente en equipo, ser responsable, respetuoso, solidario, empático y simpático, etc. con los colegas, los estudiantes y las familias. Lo que acabo de indicar es algo que ha funcionado siempre en educación. Pregunte a los docentes de su centro educativo: ¿Qué ha descubierto en su labor docente durante los años de experiencia profesional que haya funcionado? ¿Qué características tenía el profesor/a que dejó huella e impacto en su vida? La gran mayoría apunta que lo que realmente ha funcionado en el trato con los estudiantes es: cariño, empatía, respeto, afectividad, saber escuchar, cuidar la relación y la retroalimentación de los estudiantes… Otras respuestas apuntan hacia: ser positivo, optimista, afrontar con positividad las relaciones (efecto Pigmalión). Alguna más indica matices de lo que es experiencia pedagógica general: saber los contenidos de los cursos es importante, pero no es lo más importante… En resumen, cuidar la educación emocional junto con la formación intelectual. La relación es la clave del aprendizaje del estudiante. Hay una correlación directa entre relación personal y aprendizaje. La relación establece un vínculo y sobre ese vínculo se fundamenta la apertura del estudiante a lo que procede del profesor. Hay muchos estilos de intervención pedagógica, --autoritario, paternalista o manipulador, democrático, etc.-- pero solo el estilo empático posibilita que el estudiante sea, realmente, el protagonista de su proceso de aprendizaje. La competencia básica para un educador es la empatía. Empatía es la capacidad de sintonizar positivamente con el sentimiento del otro. Esta capacidad es una de las más importantes para los docentes, ya que la educación, --como la comunicación misma--, necesita de esta conexión y aceptación positiva de los sentimientos de la otra persona. Se trata del respeto a los sentimientos del otro. Debo añadir que aceptar un sentimiento no es
2 aceptar una conducta, los sentimientos siempre son aceptables, la conductas no siempre. No hay aprendizaje sin emoción. “Solo se aprende aquello que se ama” (Mora, F. 2013). El mismo autor sigue diciendo: “…es esencial conocer el mundo de las emociones para captar la esencia de la enseñanza. La elaboración de las emociones corresponde a otro cerebro dentro del cerebro que se conoce como sistema límbico o cerebro emocional. La emoción es la energía que mueve el mundo. Su importancia principal radica en que lo que se ve, se oye, se toca, se paladea o se huele, tras ser analizado sin significado emocional alguno por las áreas sensoriales de la corteza cerebral, pasa por el filtro del sistema emocional y es allí donde a esas percepciones sensoriales, ya creadas, se las acuña con la etiqueta de bueno o malo, atractivo o rechazable interesante o soso. Después esa información se colorea con un significado emocional, y de ahí pasa a las áreas de la corteza cerebral donde se construyen los procesos mentales, de razón y pensamientos, y se elaboran las funciones ejecutivas complejas. (…) Cognición-emoción es un binomio indisoluble que nos lleva a afirmar que no hay razón sin emoción. Binomio cardinal para entender la esencia de lo que es aprender y enseñar.”
Según los neuro-científicos (Damasio, A.) razonar y aprender a sangre fría no es tan beneficioso como se suponía. Procesar la información sin sentir nada, va en contra de la naturaleza misma del aprendizaje… No hay aprendizaje a sangre fría. No hay aprendizaje sin emoción; el aprendizaje sin emoción es un plato frío difícil de comer y digerir. Aprender sin emociones conduce a sentir una emoción fuerte que es el miedo a aprender o a no conseguir aprender; eso conduce a la aversión, a la ira, al estrés, al aburrimiento, al desinterés y al miedo al fracaso. En consecuencia “hay que “encender”, primero, la emoción. Todo esto debe llevar a crear métodos y recursos capaces de provocar la curiosidad en los alumnos por aquello que se quiere que aprendan (…) Métodos siempre adaptados a la alegría, al despertar, al placer y nunca al castigo” (Mora, F. 2013), menos aún a crear miedo. Es algo para lo que no nos han preparado en los estudios de la carrera profesional. El cambio y la adaptación es lo que yo llamo el paso del profesor super--especialista al profesor todo--terreno. Profesor Super--especialista
Profesor Todo--terreno
Todos los profesores deben ser educadores y no instructores de determinadas áreas de conocimiento. El profesor competente no se limita a “dar su materia” --
3 frase muy significativa de lo que piensan ciertos profesores--; eso lo hace el que es o se cree super-especialista de su super-área. El profesor todo-terreno es experto en algunas competencias clave, domina su materia adecuadamente (aunque no sea un especialista, pues para los niveles de Educación Básica Regular no es necesario) pero colabora en su área y con las demás áreas (interdisciplinariedad) para que los estudiantes se expresen, comprendan y aprendan a aprender mejor, sepan convivir, promuevan su autonomía, tengan iniciativa, tengan curiosidad científica, aprecien la cultura y el arte, etc. Lo expresaba muy bien J. J. Rousseau con esta frase: “Si conseguís que el niño quiera aprender, lo hará, sea cual sea el método que utilicéis”.
El docente que pide la educación del siglo XXI es un docente desarrollado intelectual, moral, emocional y socialmente; es un docente multidimensional… como agente educativo dinámico en colaboración con el resto de los profesores (Viso Alonso, J. R, 2010, p. 170). Le Duigou (citado por Juliatto, 2014, p. 89) propone un triple papel del profesor en el aula: desempeñar las funciones de maestro, de árbitro y de coach (entrenador). Ser maestro supone dirigir las actividades de aprendizaje; ser árbitro es ayudar a respetar las reglas de la convivencia, y ser coach es lograr que los estudiantes trabajen y no hacer el trabajo en lugar de ellos. Las competencias transversales que se piden a un docente en el siglo XXI son: a) Trabajo en equipo b) Comunicación c) Inteligencia emocional d) Habilidades interpersonales e) Liderazgo f) Resolución de problemas y pensamiento crítico g) Profesionalidad h) Saber planificar i) Aprendizaje autónomo y gestión de la formación continua El profesor del siglo XXI, si quiere convertirse en líder en educación, deberá tener un desarrollo considerable de las cuatro facetas siguientes: 1. 2. 3. 4.
Experto lingüístico y plurilingüístico Experto emocional Experto digital Experto en enseñar a “aprender a aprender” su materia y otras.
Esto es lo que yo llamo un profesor todo-terreno, un profesor polivalente, un profesor transversal…, en definitiva, un profesor educador. “Los estudiantes no solo aprenden de sus profesores, sino que enseñan a sus profesores… Un profesor de cualquier materia, imparte muchas lecciones al mismo tiempo: de respeto y falta de respeto, de ayuda o de falta de sensibilidad, de autoestima o de desprecio de sí mismo, de igualdad o discriminación,
4 de ilusión o pesimismo, de humildad o de soberbia, de escucha o desatención e indiferencia, de curiosidad o rutina…”. (Santos Guerra, M. A., 2001) Freire, P. (1995) lo dijo de otra manera: “La tarea del docente, --que al mismo tiempo es aprendiz--, es comprensión y al mismo tiempo exigencia personal. Exige seriedad, preparación científica, preparación física, emocional y afectiva”. La tarea del docente exige una preparación profesional de excelencia pues, como dice Savater, F. (1991), “la principal tarea del profesor es producir humanidad. Lo principal no es producir más riqueza o desarrollo tecnológico…; (…) lo fundamental de la humanidad es producir más humanidad, es producir una humanidad más consciente de los requisitos del ser humano”. REFERENCIAS Freire, P. (1995). Professora sim, tia nao: cartas a quemo usa ensinar. Sao Paulo, Brasil: Olho d’Água. Juliatto, C. I. (2014). De (para) professor, falando de educaçao. Curitiva, Brasil: Editora universidad Champagnat. Mora Teruel, F. (2013). Neuroeducación. Solo se aprende aquello que se ama. Madrid: Alianza. Santos Guerra, M. A. (2001). Escuela que aprende. Madrid, España: Morata. Savater. F. (1997). El valor de educar. Madrid, España: Ariel. Viso Alonso, J. R. (2010). ¿Qué son las competencias? (Volm. I.) Madrid, España: EOS.