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Alimentación Complementaria: el Inicio de una Vida Saludable

LNCA. María José García Plata

La alimentación complementaria es una etapa de la vida del lactante que se caracteriza por la introducción de alimentos sólidos o líquidos diferentes a la leche materna o a la fórmula infantil. Tiene el fin de ser un complemento a la alimentación del infante y de incluir alimentos de forma paulatina que le permitan presentar un correcto crecimiento y desarrollo, para evitar futuras intolerancias alimentarias. Los principales objetivos o funciones de la alimentación complementaria son poder cubrir las necesidades nutricionales de los infantes cuando la leche materna exclusiva ya no es suficiente; sin embargo, no es sustituto de ésta. Además, permite que el niño comience a adoptar hábitos saludables que dictarán el futuro de su alimentación y le ayuden a prevenir el desarrollo de enfermedades crónicas como: la obesidad, diabetes, hipertensión, síndrome metabólico entre otras.

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Es importante considerar una serie de factores para iniciar la alimentación complementaria como: la función gastrointestinal, neurológica, renal e inmune; puesto que si se dan de forma precoz pueden provocar ciertos problemas al bebé, debido a que éste no cuenta con la madurez y el desarrollo suficiente de sus sistemas orgánicos. Por ello, de forma general se recomienda la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida y comenzar con la alimentación complementaria a partir del segundo semestre.

Existe cierta controversia sobre cuándo y qué tipo de alimentos se recomiendan introducir, el orden varía entre regiones y culturas; sin embargo, las recomendaciones generales se basan en que los alimentos de inicio deben de ser de fácil digestión y bien tolerados por los infantes, es decir, buscan que no puedan provocarle algún malestar. Por ello se sugiere que a partir del sexto mes se inicie con el consumo de frutas y verduras peladas y cocidas al vapor o hervidas, para así no superar el aporte recomendado de fibra durante el primer año (5g/ día) y tener una mejor digestión.

También se recomienda iniciar con cereales, la presentación de éstos dependerá del estado madurativo del bebe, se puede empezar con cereales en polvo y mezclarlos con la leche, agua, fruta o verdura y conforme vaya creciendo y madurando, se podrán incluir en forma de pan, pasta o tortilla de maíz.

Por otro lado están los alimentos de origen animal, las carnes rojas y el pollo, que también son recomendados en la etapa inicial, debido a que estos presentan un elevado contenido de hierro y esto permite cubrir las deficiencias presentes en esta etapa; se pueden ofrecer en forma de puré, bien cocidos o mezclados con la verdura. De igual forma a partir del segundo semestre se recomienda incluir el consumo de huevo cocido y evitarlo crudo por distintas razones nutricionales y de seguridad alimentaria. A partir del séptimo mes se sugiere iniciar con el consumo de leguminosas, debido a su alto contenido de fibra y otros compuestos, se deberán incorporar en pequeñas cantidades para favorecer su digestión y evitar flatulencias. Una vez cumplido el octavo mes, el infante podrá consumir derivados lácteos como lo son el yogurt y quesos bajos en grasa; también incluir el consumo de pescado evitando el pez espada, cazón o atún, hasta que el niño cumpla 3 años, estos deberán ser en pequeñas cantidades e ir aumentando paulatinamente.

Por último, se aconseja que alimentos tales como embutidos, soya, mariscos y leche de vaca, no sean incluidos hasta que el niño cumpla 1 año, ya que algunos de estos pueden favorecer la presencia de anemia porque ciertos componentes interfieren con la absorción de hierro y otros presentan un elevado contenido de sal y grasa saturada.

La alimentación complementaria es un proceso gradual y continuo, conforme el niño va creciendo la alimentación va cambiando y una vez que el niño cumpla los 12 meses podrá ser incluido a la dieta familiar. Se sugiere introducir un alimento nuevo cada 2 a 3 días, si el niño no lo acepta no se deberá forzar a que lo consuma, lo que se debe hacer es volver a incluirlo 7 días después.

La cantidad de comidas que realice el niño dependerá de sus requerimientos, se sugiere iniciar con una comida al día y dependiendo del apetito de éste se deberán ir aumentando.

Finalmente, se recomienda no añadir sal a los alimentos, a pesar de que estos parecen insípidos, ya que los riñones de los niños continúan madurando y desarrollándose y el consumo excesivo de sal podría dañarlos; además es importante evitar el consumo de productos y alimentos ricos en azúcar.

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