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Contra el pasado
[Francia, 3 de septiembre de 1905] Pasado Fue aquella tarde fría de invierno cuando la princesa Charlotte se levantó nerviosa y emocionada; el día de su presentación de ballet estaba cada vez más cerca y su cerebro trabajaba como una máquina a mil por hora. Charlotte empezó a bailar a la corta edad de 8 años, los padres de Char decidieron llevarla una escuela de Ballet de París para mejorar su técnica, en la actualidad y con 17 años ella era considerada una de las mejores bailarinas de la academia. El día de hoy sus padres Josep y Elizabeth vendrían para verla bailar y es por eso que ella estaba hecha un manojo de nervios. Fue así que se encontró envuelta en sus pensamientos cuando entró al living del palacio encontrándose a su novio Alexander. Alexander y Charlotte se conocieron hace un año atrás, los padres de la princesa no aceptaron su noviazgo debido al trabajo y posición de Alex, los padres de Charlie tomaron medidas extremas respecto al asunto, por ende, la joven pareja mantiene su relación en secreto. - Buenos días su alteza. - Alexander se inclinó en modo de saludo, sin embargo, sabía que lo hacía de broma. - Buenos días Alex. - Recibió el saludo gustoso. - ¿Qué te trae por acá? - Preguntó con cierta incertidumbre. - Venía a caminar por aquí, todo esto de la presentación me tiene muy preocupada y pensé que sería buena idea relajarme por un momento. - Contó con un hilo de voz. - Lo entiendo, pero ¿Qué es lo que te preocupa Char? - Alex se acercó un poco más hacía ella sentándose a su lado. - Tengo tantos nervios de volver a ver a mis padres y tengo miedo de que algo pueda salir mal, me siento tan estresada ahora mismo que lo único que quiero es irme de este lugar y no sé, quizás ¿Ir a otro mundo? - Charlotte rió un poco por lo último que había mencionado. - Cariño, en todo este tiempo lo has hecho bien, yo creo en ti, no tengas miedo, yo estaré para ti siempre, no te dejaré, sé que puede ser difícil, pero ¿Para ti no hay nada imposible verdad? Quiero ver una sonrisa en tu rostro ¡Anda! - Mencionó su amado novio, abrazándola en señal de apoyo. - Gracias, ¿Alguna vez te he dicho cuánto te amo? - Correspondió al abrazo junto con una pequeña sonrisa. - Te amo más, pero antes de que lo olvide, te tengo un regalo - Mencionó entusiasmado.
- ¿Enserio?, ¿Qué es? – Char era muy impaciente si se trataba de las sorpresas. - Primero, cierra tus hermosos ojos. – La castaña obedeció y los cerró. De pronto sintió algo rodear su cuello. - Ahora sí, puedes abrirlos, este será como tu amuleto de la suerte – Charlotte quedó maravillada con el detalle que le había regalado su novio, era un collar con forma de un reloj. - Oh, es tan hermoso, lo llevaré siempre conmigo muchas gracias, de verdad que lindo detalle – Se lanzó a sus brazos y se abrazaron. Ambos sentían esa felicidad, el estar juntos para ellos era tenerlo todo, no necesitaban nada más, nadie iba a terminar con esta alegría que sentían. ¿O sí? Ya era hora de la presentación y los padres de Charlotte la observaron desde el palco de arriba y mientras observaban a su hija, habían tomado una decisión drástica que afectaría a la pareja. Después de su presentación, la madre de Charlotte decidió hablar con ella fuera del escenario. - Empaca tus cosas, tu padre te espera afuera, regresaremos a casa de inmediato. – Dijo con tanta seriedad en su rostro. - Madre porfavor, me viste bailar, quizás y pueda entrar a una compañía de baile. – Mencionó Charlotte. - ¿Acaso debo recordarte que eres una princesa Charlotte? Humillaste a la familia saliendo con ese campesino. ¡Se acabó! No más ballet. – Dicho esto se fue. A Charlie nunca le importó ser una princesa, en realidad eso no le interesaba, solo a sus padres, a ella solo le importaba el baile. En ese momento, con esa frase toda su vida dio un giro. ¿Creían que Charlotte iba a obedecer a su madre? Obviamente no, Alexander y Char tenían un plan para escapar y poder estar juntos sin ningún impedimento. Lo que no sabía la joven pareja era el impacto que esa decisión tendría. - ¿Me dejarás? – Dijo Alexander. - Empacaré mis cosas y me iré… ¿Por qué no vas conmigo? – Dijo emocionada. - ¿Hablas de escapar juntos? Estas completamente loca – Empezó a reír. Ambos estaban decididos, iban a irse a algún lugar lejano y quizás vivir allí por un tiempo. Empezaron a correr lo más rápido que pudieron, alejándose de los guardias que los perseguían. Encontraron una enorme puerta, por la
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cual Charlotte pasó, sin embargo, Alex no alcanzó a cruzar y las puertas se cerraron mágicamente, al abrirlas de nuevo solo había una pared de ladrillos. Todo cambió. [Francia, 9 de septiembre de 2019] Presente Charlotte estaba corriendo lo más rápido que podía, sin embargo, se sintió algo extraña, regresó a ver a Alexander, pero no había nadie, estaba sola, no sabía en donde estaba o como llegó aquí. Vio a varias personas pasar a su alrededor, estaba tan confundida y mareada que empezó a gritar. - ¡Alexander! Ayuda por fa… - Se desmayó, Charlotte se desmayó. Charlotte sintió una luz muy fuerte en sus ojos, que la obligó a abrirlos, no sabía que era, vio a su alrededor y vio a una chica mirándola fijamente, que se empezó a asustar. - ¿Qué hago aquí? – Fue la primera en hablar. -Te desmayaste en medio de la calle ¿Te sientes bien? – Preguntó aquella chica. - Si, un poco mejor. – Respondió un poco más calmada. - ¿Cómo te llamas? - Soy Charlotte, muchas gracias por ayudarme. - No hay de que, yo soy Eleanor el gusto es mío. Desde ese momento empezaron a charlar un poco más, la verdad es que Charlotte seguía sin saber dónde estaba, todo era tan moderno que estaba muy confundida, quería preguntarle a Eleanor sobre su confusión, pero no sabía si era buena idea, quizás la trate de loca y se vaya, eso pensó. - ¿Te puedo preguntar algo? - Charlotte estaba nerviosa. - Claro, soy toda oídos. – Mencionó Eleanor. - ¿En qué año estamos? - Dijo con algo de temor. - Espera ¿Qué? Acaso escuché mal. - Mencionó con un toque de confusión. - Olvídalo, cambiando de tem... - Eleanor interrumpió. - No, ¿Hay algo que no me estas contando? ¿Qué es lo que tratas de decir? No te estoy entendiendo para nada. - Frunció el ceño. - Déjame explicarte. – Añadió Charlotte. - Oh claro que me lo vas a explicar. – Agarró la mano de Charlotte y la llevó a una cafetería que estaba cerca. Charlotte y Eleanor platicaron por un largo rato, al principio le costó entender y procesar todo lo que Charlotte decía, era algo inexplicable, Eleanor entendió todo y estaba dispuesta a ayudarla a adaptarse a su nuevo
hogar. Por otro lado, Charlotte quería que todo esto fuese una pesadilla… una pesadilla de la cual quería despertar. [Francia, 9 de septiembre de 1905] Pasado Después de ese raro hecho Alex estaba corriendo por todo el establecimiento, se sentía angustiado, preocupado, que no se dio cuenta cuando varias lágrimas salieron de sus ojos, quería a Charlotte de vuelta, ¿Qué había sucedido?, estaba tan perdido en sus pensamientos, cuando chocó con alguien. Era Elizabeth, la madre de Charlotte. - ¿Dónde está mi hija? – Mencionó Elizabeth. - Su alteza, tengo algo que contarle. – Miedo era poco lo que sentía en ese momento. - No tengo todo tu tiempo, ¿Qué sucede? – Dijo impaciente. - Charlotte ha desaparecido. De un momento a otro se encontraba sentado con Elizabeth y Josep mirándolo fijamente, esperando una explicación sobre la desaparición de su hija, Alexander se sentía muy intimidado, terminó de contar todo lo que había sucedido horas atrás, los padres de Charlotte mostraban preocupación, Alex sintió que algo estaban ocultando y quería saber que sucedía. -Es hora de decirlo, Alexander, nuestra familia ha viajado en el tiempo por muchos años, eso es lo que ha sucedido ¡Charlotte está en otra época! – Dijo Elizabeth sollozando. - ¡Qué! – Alexander quedó sin aire. - Lo que escuchaste, lo más seguro es que no pueda regresar, lo único que podemos hacer es comunicarnos con ella por medio de cartas, talvez mi hija tendrá que adaptarse en su nueva vida y quizás no la volveremos a ver. – Sintió como esas frías palabras se clavaban en su pecho. Todas sus esperanzas se habían ido a la basura, Alexander no podía asimilar todo lo que sucedía. Charlotte no estaría con Él, no volvería a verla, tenía que ser valiente y enfrentar la cruda realidad. Pero no podía hacerlo. [Francia, 23 de septiembre de 2019] Presente Charlotte se encontraba en la terraza de la casa de su amiga Eleanor, de pronto sintió un fuerte viento recorrer su rostro y una gran luz alumbrar un pequeño árbol, fue rápidamente, levantó la maceta y encontró una carta. “París, 23 de septiembre de 1905 Querida Charlotte, Desde el día en que te has ido no he podido dormir tranquilo, te extraño un
montón, estoy muy asustado, no entiendo todo lo que ha sucedido, quiero ayudarte a regresar a casa, pero lo único que consigo es confundirme más. No sé si recibas esta carta, tus padres me han dicho algo que es difícil de creer, es hora de que tú lo sepas. Charlotte, tus padres son viajeros del tiempo, todo tiene sentido ahora, ¿Recuerdas el amuleto que te regalé el día de tu presentación?, en realidad es una máquina del tiempo y eso fue lo que hizo que te fueras y lamentablemente no hay manera de que puedas regresar. Ahora mismo estoy hecho un mar de lágrimas, me cuesta despedirme de ti, extraño esa época en la que la vida era sólo un camino para recorrer desde el principio. En la que los sueños y las expectativas ocuparon la mayor parte de nuestra relación. Aunque tuvimos todo en contra, estábamos muy contentos. Desafortunadamente, ese tiempo no regresará. Cuando el destino de un amor no es permanecer; el tiempo siempre juega a la defensiva. Estés en donde estés, quiero que sepas que te amo y que te amaré mucho. Más de lo que podría haber imaginado que alguien pudiera ser amado. Siempre te recordaré Charlotte. Con amor, Alexander.” Charlotte no quería leer más, se encontraba llorando, quería regresar el tiempo y estar con Alex, pero lamentablemente no podía hacerlo, se sentía traicionada por sus propios padres, le habían mentido durante años y ni siquiera se habían molestado en decirle lo que ocurría. Después de ese día, Charlie tuvo que tomar una dura decisión y eligió quedarse en su nueva vida, el poco tiempo que estaba allí, se sentía completamente feliz, libre y con mucha más energía e incluso seguía con sus clases de ballet en París. Entendió que al crecer te das cuenta de que no siempre tendrás el final feliz que deseas, aunque el amor siga presente en tu vida. Mereces tener la oportunidad de explorar un nuevo lugar sin importar lo que otros digan. Los hogares también se abandonan, aunque jamás dejes de quererlos. “Moraleja: Para vivir en paz se tiene que vivir con la verdad, tarde o temprano la vas a necesitar.”
Fin.