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Mi historia me fortalece

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La verdad de Sonia

La verdad de Sonia

Nunca imaginé que me sentiría tan feliz como hoy, hoy es un día lleno de alegrías y logros que realicé a través del amor, la amistad y la comprensión, de las personas que más quiero. Mi nombre es Alicia y todo comenzó cuando tenía apenas seis años la cuarta de mis cinco hermanos, vivíamos en un pueblo lleno de alegría y amor, llamado El Arbolito, donde hacían fiestas de pueblo con bandas, toros, los juegos tradicionales eran muy bonitos, su gente era muy amable y cordial, mis padres trabajaban duro para darnos lo necesario a mí y a mis cinco hermanos, Rafael de dos años, Luis Miguel de tres años, Lucas de cinco años, Raquel la mayor de ocho años. Recuerdo que mi mamá nos llevaba muy temprano a la escuela. Mi mamá se llamaba Sara, tenía 42 años, una mujer luchadora, bella, trabajadora, emprendedora a quien yo respetaba y quería con toda el alma. Ella trabajaba en casa criando y vendiendo pollitos, cuyes, etc., también hacía los que aceres domésticos, nos preparaba siempre nuestra comida, por cierto, cocinaba muy rico, lo que más me gustaba era el cuy asado el plato tradicional de la sierra, mientras que Marco mi padre, un hombre de 46 años de edad que trabajaba en la agricultura, el sembraba papás, zanahoria, etc., en el terreno de mis abuelitos. Salía a vender al mercado en caballo hasta al pueblo el Arbolito, al terminar la jornada mi papá cobraba su diario, llegaba muy cansado a casa y abrazaba a su familia, en la hora de la cena todos nos reuníamos, nuestros padres nos contaban las historias de nuestros antepasados, era emocionante escucharles. Al pasar los días mamá comenzó a sentirse cansada, al poco tiempo los médicos le detectaron cáncer, mamá luchó contra la enfermedad durante un año, los médicos hicieron todo lo posible con Quimioterapias, tratamientos muy fuertes, pero todo fue imposible, hasta que ya no pudo más, no contábamos con los recursos necesarios, por eso no recibió el tratamiento médico adecuado, en ese momento sentí mucho miedo, mi corazón palpitaba a mil por hora, hasta que llegó la mala noticia, estábamos sentados en la sala de espera de un hospital con papá y mis hermanos, cerraba los ojos, le pedía a Dios por la vida y salud de mi mamá quería que se quede por muchos años más, había muchos momentos por compartir pero tampoco quería verle sufrir, me dolía mucho lo que estaba pasando, los ojos de papá, eran tristes tenía preocupación aunque no perdía su sentido del humor para hacernos sentir mejor. Sentí los pasos a lo largo, se iba acercando el médico, llamó a papá a hablar en privado, vi su reacción a las palabras del doctor, mi mamá había falleció,

lo recuerdo como si fuera ayer, en ese momento me sentí sola, triste, culpable de no haber podido ayudarla, tenía sentimientos encontrados, pasaron meses y comprendí que me sentía así porque apenas era una niña que dependía del amor y los cuidados de mi madre. Al perder a mi mamá, mi vida cambió por completo y ya nada fue como antes, en medio del dolor que sentía, aprendí muchas cosas, aprendí a sobresalir con trabajo y responsabilidad como mamá nos enseñó, pero aún contaba con mi papá, salíamos a trabajar al campo a las 4 AM de la mañana, hacía mucho frio, en el tiempo de antes no había buses o camionetas los viajes se hacía en caballo nos dirigimos a la montaña a los terrenos de los abuelitos, por una parte era divertido conocer la naturaleza, los animales, labrar la tierra, cocinar en el campo disfrutar del aire libre con mi papá y mis cuatro hermanos, por otra parte era difícil adaptarse a la vida del campo ya que el trabajo incluía dejar atrás mis estudios para apoyar a mi papá en su trabajo, y así salimos adelante. Todas las cosechas se vendían en el mercado del pueblo, a papá ya le alcanzaba a comprar todos nuestros alimentos, éramos muy felices con él. Desde los 8 años de edad ya sabía trabajar, mis padres me enseñaron a respetar, ayudar a los demás, recuerdo el gran consejo de mi mamá ella solía decirnos, "pórtense bien para que les vaya bien" su buen consejo lo recuerdo todos los días, hasta el momento me ha ayudado a ir por el camino del bien y he superado cualquier adversidad. Al cumplir 10 años apareció en nuestras vidas, María una joven, dulce mujer a quien mi mamá le ayudó a trabajar en su negocio de tejido de bufandas, se hicieron buenas amigas, María se volvió parte de la familia, la consideramos como una segunda madre, mis hermanos y yo crecimos en compañía de María, se puede decir que llenó un poco el vacío que dejó mamá, siempre nos contaba las historias y anécdotas que habían vivido juntas, se conocieron cuando María se acercó a nuestra casa a pedir trabajo ya que estaba sola en el pueblo el arbolito, mamá le abrió las de su casa y su corazón, le preguntó ¿qué sabes hacer?, María le contó que tejía bufandas, mi mamá sabía de negocios comprar y vender, entonces a mamá se le ocurrió una gran idea le dijo a María que si podía tejer algunas bufandas para todas las clientes y amigas de mamá y fue allí donde empezó el emprendimiento del negocio de tejido llamado “Tejidos el arbolito”, en honor al pueblo donde nacimos. Poco a poco las personas del pueblo iban haciendo más pedidos de bufandas, porque era mucho frío, y fue así como empezó el negocio

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vendían 10 bufandas diarias al empezar, luego de a poco fueron incrementando los pedidos, con ese dinero compraron máquinas y generaron trabajo, para los señoras que sabían tejer y fue así como se conocieron mi mamá Sara y María, a la muerte de mamá, María se sintió con la responsabilidad de cuidarnos y así lo hizo con mucho cariño, con el trabajo de la fábrica y el trabajo de papá salimos adelante. Cuatro años después, mi hermano Rafael de 6 años, ingresó a primer año de escuela, Luis Miguel de 7 años, ingresó a primer año de escuela, Lucas de 9 años, ingresó a segundo de básica, Raquel con 12 años, ingresó a sexto de básica, y yo ingresé de 12 años regresé a seguir estudiando en octavo de básica, papá nos dice que no importa la edad antes terminar los estudios, mis hermanos y yo nos sentimos muy contentos de volver a estudiar, María encontró el amor en la fábrica, el joven que la enamoró se llama Rafael, es un joven que se dedicaba al mantenimiento de las máquinas, y fue así que se casaron y tuvieron tres hijos, María es muy feliz hasta entonces y aún seguimos con el negocio de la fábrica, siempre sacamos estilos nuevos, colores nuevos tenemos una máquina que combina colores novedosos que a los clientes llama la atención, también incrementamos otro tipo de prendas de vestir como chaquetas ovejeras, ya que son muy calentitas para el frío con esta estrategia mejoramos nuestros ingresos. Después de un año de clase decidimos ahorrar y viajar a unas vacaciones; después de las buenas notas que papá recibió de nosotros, nos fuimos a conocer varios lugares turísticos del Ecuador, decidimos ir a conocer las islas encantadas de Galápagos, la pasamos binen. Pasó mucho tiempo, en la vida existen personas buenas y malas, en nuestra familia llegar a conocer a María fue la bendición del cielo porque con sus enseñanzas su amor y dedicación aprendimos a sobre llevar la muerte de mamá, aprendimos a ser más unidos y a cuidarnos, papá nunca nos dejó, está allí siempre con nosotros, también se dio una segunda oportunidad, conoció a Manuela en un viaje de trabajo, el comenzó a entregar sus cosechas a fábricas, me alegro mucho por él ya qué ahora es feliz y tiene una compañera a su lado. Cada uno de mis hermanos y yo, culminamos los estudios, somos grandes profesionales y padres de familia, uno que otro problemilla, pero todo lo superamos, yo seguí la carrera de arquitectura no fue fácil, pero con estudio y responsabilidad culminé. Allí conocí el que ahora es mi esposo Sebastián que también estudio arquitectura, estamos pensando en formar una empresa de construcción, el primer proyecto que quiero hacer, es diseñar y

construir un parque en el pueblo el Arbolito donde la gente salga a caminar disfruta del jardín y aire puro. Mi nombre es Alicia con esta historia que les he contado, les invito a seguir a delante con sus vidas, cualquier problema que se les presente en la vida supérenlo y entréguese a las manos de Dios, apóyense en familia y siempre como decía mamá “pórtate bien para que te vaya bien”, que a pesar de las adversidades se puede superar cuando en realidad se quiere la unión el respeto el valorar las enseñanzas de nuestros padres nos impulsa a ser mejores cada día, los sacrificios que hacemos hoy serán los grandes logros del mañana, construye tu futuro con trabajo fe esperanza, amor y dejaremos historias para contar, seremos la inspiración de alguien más.

“Las mejores enseñanzas de la vida suelen venir de los momentos más duros”

Fin.

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