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Prólogo Al poder nuclear de los cuentos
Durante generaciones, el cuento se consideró una valiosa opción recreativa que, transmitía tradiciones, historias fantásticas y cuentos de hadas que aportaban enseñanzas con sus moralejas, mitos, leyendas y, argumentos sencillos que sus personajes narraban dentro de la realidad y la ficción. Hoy, la narrativa escrita lucha por sobrevivir, frente a la virtualidad. Las redes sociales globalizan una cultura light y se subvalora el poder de las palabras y las metáforas, por influir en el destino social y político; en la felicidad de núcleos sociales; en la salud mental y espiritual de las personas. Los escritores contemporáneos nos evitan que metamos las manos en el lodo, para evaluar y elegir opciones existenciales. Hoy, se necesita de valor para escribir algo que tenga resonancia. Un exquisito manejo del lenguaje y una modesta erudición humanista, fluyen del esfuerzo, donde cada uno escribe desde su propia óptica. Para muchos, es el inicio en una aventura literaria que, le permitirá expresar sus silencios, gritos del alma y fantasías o, empuñar una espada como bandera imaginaria de voceros de ignorancias mudas, apáticas e indiferentes que, necesitan que alguien narre por ellos. El tiempo parece haber olvidado su cronología y, se repiten muchos episodios oscuros. Es muy difícil ser jurado en un concurso, donde la calidad en la producción es tan homogénea, a pesar de que cada autor, haya sido inspirado por imágenes diferentes. Como lector, disfruté con gran placer, de la belleza y factura de los cuentos, porque cada uno me permitió descubrir nuevas facetas y hasta limitaciones de mi propio mundo, incluidas nuevas propuestas para mi creación literaria. Sé que todos somos fruto de diferentes lecturas y lazarillos. Se gana por el solo hecho de concursar y atreverse a enfrentar una página en blanco. Se requiere de valor para escribir en primera persona, especialmente para las escritoras y, tratar de