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2.2 MARACUYÁ
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2.2 MARACUYÁ
Históricamente, se especula que esta planta frutal es originaria del Brasil y que desde allí se llevó a otros lugares del mundo como Australia, Taiwán, Sur África, Guinea, Hawái, Perú,
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Ecuador y Colombia en la década de los años 60s. Sin embargo, se identifica la década de
los años 80s como el punto de partida para el aprovechamiento comercial del Maracuyá
como producto de exportación en el caso colombiano.
Esta planta pertenece a la misma familia (Pasiflorácea), se distribuye especialmente en la
zona neo-tropical, término biogeográfico que define una eco-zona que, en este caso
particular, cubre gran parte de Sur América, Centroamérica, Las Antillas, una parte de
Estados Unidos y México (Dinerstein, Olson y Douglas. 1995). En Colombia, la distribución
va “desde el nivel del mar hasta los sub-páramos y desde el bosque pluvial hasta las zonas
semiáridas de la Guajira” (Flórez, 2013, p.16).
Los requerimientos fundamentales de esta especie la ubican normalmente en climas cálidos, tropicales y subtropicales, con temperaturas medias de entre 24⁰C y 30⁰C grados centígrados y precipitaciones anuales entre 1000-2000 mm, así como suelos franco-
arenosos y un pH de entre 5.5 y 7 (López Cataño, 2018). Se ve afectada también por la
radiación solar que inciden en su desarrollo, afectando el peso y la calidad del fruto,
llegando a necesitar para un óptimo rendimiento al menos un total de 5 horas diarias de
luz solar. Entre los otros requerimientos están las condiciones ideales de los suelos, entre
las cuales destacan dos como las más fundamentales: La necesidad de una textura franca
del suelo y buena capacidad de retención de agua (Medina, 2010).
De acuerdo a la Corporación Centro de Desarrollo Tecnológico de las Pasifloras de Colombia
(CEPASS) y la Asociación Hortifrutícola de Colombia (ASOHOFRUCOL), en Colombia se
pueden identificar cuatro sistemas de producción asociados al Maracuyá, ilustrados a
continuación (Tabla 1):