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2.1.6. La Inequidad Territorial
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localizadamente las intervenciones del desarrollo del Estado sobre su territorio, con el fin
de alcanzar un equilibrio regional (D. Gómez, 1993).
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De igual manera, Zamora y Carrión (2011) mencionan que el Ordenamiento Territorial
constituye el proceso de organización del uso del suelo y la ocupación del territorio en
función de sus características político-institucionales, biofísicas, socioeconómicas,
culturales y ambientales, con la finalidad de promover el desarrollo sostenible.
Por otro lado, estos instrumentos de planificación y ordenamiento territorial, deben estar
estrechamente relacionados bajo un sistema nacional de planificación con una base
normativa, políticas de desarrollo, estructura y marco de administración territorial (López,
2015).
De esta manera, se materializa el rol central del Estado como ente rector de la planificación
y ordenamiento territorial orientado hacia el desarrollo equilibrado y planificado de las
actividades dentro del territorio, lo que asegura un óptimo y eficaz aprovechamiento de
recursos naturales para mantener y mejorar la calidad de vida de la sociedad, garantizado
la equidad interterritorial y promoviendo el desarrollo equilibrado de todos los territorios,
la igualdad de oportunidades y el acceso a los servicios básicos públicos e infraestructura.
2.1.6. La Inequidad Territorial.
Inequidad significa “desigualdad o falta de equidad” (Real Academia Española, s.f); y al
relacionar este concepto con el componente territorial, podemos decir que la inequidad
territorial es la desigualdad que tienen los pobladores de un territorio a un acceso equitativo, en las mismas condiciones y sin discriminación alguna a un derecho, servicio,
condición u oportunidad.
Cabrera (2019) explica que la inequidad territorial ha venido de la mano con las
desigualdades económicas, sociales y espaciales desde la época colonial en el siglo XVI, en
donde las diferencias étnicas, raciales y de género eran determinantes en la estructura
social y en la concentración de la tierra y poder. Este aspecto se apreciaba en el caso de la
construcción de las primeras ciudades en donde las diferencias eran muy marcadas entre
los españoles, mestizos e indígenas, los cuales estos últimos eran relegados a los arrabales
o extremos de las ciudades.
Menciona de igual manera que en el siglo XX, durante el auge de la urbanización originada
por la migración y crecimiento demográfico, las zonas urbanas de las ciudades se
transformaron, crecieron y mejoraron sus servicios y equipamientos; contrastado a
diferencia con las zonas periféricas en donde había escasez y pobreza extrema.
En la actualidad, en pleno siglo XXI, la desigualdad no solo persiste, sino que ha
evolucionado en nuevas formas de expresión que condicionan la vida urbana a diferentes
escalas, es así que la desigualdad se muestra entre barrios de una misma ciudad, donde la
posibilidad de acceso a servicios básicos de calidad es diferente (Cabrera,2019).
Es innegable que las desigualdades marcan y definen territorios, en donde el acceso a
bienes y servicios, se ve condicionado históricamente a las condiciones de pobreza o
riqueza de la sociedad, ocasionando desequilibrios territoriales.
Oliveira et al. (2008,p.11) mencionan que, las desigualdades territoriales se relacionan
estrechamente con el bienestar, la justicia social y la calidad de vida y que deben
entenderse como “un conjunto de factores que participan en la calidad de vida de las personas y que hacen que su existencia posea todos aquellos elementos que den lugar a la
tranquilidad y satisfacción humana”. Estos factores hacen referencia a una gama de indicadores de tipo económicos, de educación, salud, participación social, orden, calidad
ambiental, diversión, entre otros.
Trinca (2012) analiza que, en los últimos tiempos, la geografía se ha interesado en el dilema de la correlación que existe entre la justicia social y la parte territorial, a manera de
entender las relaciones entre las estructuras sociales y las formas espaciales. De igual
manera menciona que las leyes del Capitalismo ayudan a explicar la expansión y
concentración de la población en algunos lugares, ya que la influencia de un sistema
económico ejerce presión sobre la sociedad al momento de definir cómo “usar” un territorio.
En el Ecuador existen aún muchas brechas en temas de pobreza y desigualdad, ya que se requiere de un trabajo multisectorial en áreas de gestión y coordinación con enfoques