COMENTARIO DEL TEXTO DE J.P. SARTRE
Estamos solos, sin excusas. Es lo que expresaré diciendo que el hombre está condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo, es responsable de todo lo que hace. El existencialista no cree en el poder de la pasión. No pensará nunca que una bella pasión es un torrente devastador que conduce fatalmente al hombre a ciertos actos y que por consecuencia es una excusa; piensa que el hombre es responsable de su pasión. El existencialista tampoco pensará que el hombre puede encontrar socorro en un signo dado sobre la tierra que le orienta; porque piensa que el hombre descifra por sí mismo el signo como prefiere. Piensa, pues, que el hombre, sin ningún apoyo ni socorro, está condenado a cada instante a inventar el hombre (J. P. SARTRE, El existencialismo es un humanismo, Trad. V. Prati. Barcelona, Orbis, 1984, pp. 6869). 1. Con respecto al texto: a) sitúa al autor en su momento histórico, b) señala el tema o el problema del texto, c) indica las ideas principales, d) muestra las relaciones entre ellas y, e) explícalas. a) J.P. Sartre (1905-1980) es un filósofo contemporáneo perteneciente al existencialismo en su variante atea. Sartre vive en una época especialmente triste y traumática para las conciencias europeas: dos terribles Guerras mundiales. La experiencia de esas dos guerras convence a Sartre de lo poco que se valora en su época al individuo. Su obra puede afirmarse que es una defensa del valor del individuo, de la libertad radical del hombre. En la década de los cincuenta se acerca al marxismo aunque le critica las tendencias totalitarias que iba adquiriendo especialmente en la Unión Soviética. b) El tema fundamental del texto es la angustiosa soledad en que el ser humano ha de vivir su radical libertad c) Las ideas principales pueden ser las siguientes: 1. El hombre está solo en la tarea de construirse o inventarse. 2. Porque, de entrada, el hombre es un ser arrojado al mundo, sin esencia, sin determinar. 3. Y en esa tarea de inventarse, no hay nada (ninguna pasión ni signos) que le orienten en sus elecciones. 4. Y en el caso de que hubiera alguna pasión, es responsable de sus pasiones y si hubiera algún signo habrá de descífralo por sí mismo. 5. En consecuencia, cada hombre habrá de inventarse a sí mismo. d) Estructura: considero que el texto no es sino una profundización o explicitación del significado de la radical libertad del ser humano. Si el hombre es radicalmente libre, esto quiere decir que nada puede haber que limite esa libertad: ni una pasión, sentimiento o instinto que le lleve a ciertos actos; ni ningún signo dado que le indique qué ha de hacer. En conclusión, estamos condenados a inventarnos solos. Por ello mismo, somos responsables de lo que hemos hecho de nosotros. e) El punto de partida del existencialismo es la idea de “existencia”. Normalmente se suele contraponer “esencia” a “existencia”. “Esencia” se define como lo que una cosa es. “Existencia” parece hacer referencia a mero hecho de ser. En sentido etimológico “existir” es permanecer, mantenerse (sistere) fuera o a partir de (ex) algo; es el surgir por autoposición o libre elección. Pues bien, la existencia es el
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modo de ser propio del hombre. Sólo el hombre existe, en el sentido de que sólo el hombre es origen de sí mismo, se hace a sí mismo por medio de sus elecciones. Esta idea la resume Sartre afirmando que la existencia precede a la esencia o que el hombre es libertad. Esto quiere decir, desde el existencialismo ateo de Sartre, que el hombre no tiene naturaleza, o que no hay una esencia de hombre. El hombre es el único ser que existe antes de poder ser definido por ningún concepto. (60) El hombre empieza por existir, por surgir en el mundo y luego se va definiendo. Dicho de otro modo, el hombre es arrojado al mundo (en el texto: “condenado, porque no se ha creado a sí mismo”) y en ese momento no es nada, está absolutamente indeterminado, de manera que para ser (sistere), no tiene más remedio que elegir entre posibilidades. El hombre, cada hombre, será fruto de las elecciones que haya ido realizando a lo largo de su vida. El hombre no es otra cosa que lo que él se hace” dice Sartre en otro lugar de esta obra. Por eso concluye que el hombre es lo que haya proyectado ser, las elecciones que haya realizado. En definitiva el hombre es libertad. “Está condenado a ser libre”. Lo que pasa es que en ese necesario ejercicio de libertad, estamos solos, estamos desamparados, no tenemos pistas que nos orienten en nuestras decisiones o elecciones; ni un Dios (que ha muerto, según anunció Nietzsche), ni una naturaleza, ni unos valores o verdades inmutables. En el texto leemos: El existencialista tampoco pensará que el hombre encontrará socorro en un signo dado sobre la tierra que le orienta. Por eso, en cada decisión o elección nos la jugamos, pues mediante esas elecciones nos vamos definiendo a nosotros mismos y vamos creando la imagen del hombre tal como consideramos que debe ser. Dicho de otro modo, somos responsables de todo lo que hacemos no sólo ante nosotros mismos, sino ante los demás, pues con nuestras elecciones nos vamos haciendo y vamos pregonando cómo pensamos que deberían ser los demás. Por eso sentimos angustia al decidir o elegir. “No se puede dejar de tener en la decisión que se toma cierta angustia” (66). Se produce en nosotros un sentimiento de angustia o náusea por la tremenda responsabilidad que tenemos en cada decisión que tomamos y porque siempre tendremos la duda de si hemos elegido bien y porque al inclinarnos por una posibilidad hemos tenido que renunciar a la demás posibilidades. Sin embargo, la actitud existencialista defiende que hemos de acostumbrarnos a vivir esa angustia y duda y no buscar ficticios refugios o “socorros” escudándonos en que somos así por herencia o por la acción del medio, de la sociedad o por un determinismo orgánico o psicológico… (81). Sencillamente somos nosotros los únicos responsables de lo que hacemos de nosotros. Ni el cobarde, ni el héroe nacen, sino que se hacen. (82). De manera que lo que el existencialismo defiende no es un quietismo, (pesimismo) un no tomar ninguna decisión (por esa angustia y duda implícitas en cualquier decisión), pues ello es imposible, ya que existir es tener que elegir, sino que proclama optimistamente que tenemos la oportunidad de hacernos a nosotros mismos (libertad) de un modo coherente, auténtico, sin mala fe y comprometido con los demás. En conclusión el existencialismo ofrece una postura optimista ante la vida (libertad), pero al mismo tiempo de dureza, pues hay que ejercer la libertad sin socorros, sin intentar escapar de la angustia… Terminaremos poéticamente con A. Machado (1875-1939), que con su famoso cantar XXIX parece expresar alguna idea fundamental de este texto. Dicho cantar dice así: “Caminante, son tus huellas/ el camino, y nada más;/ caminante, no hay camino,/ se hace camino al andar./ Al andar se hace camino,/ y al volver la vista atrás/ se ve la senda que nunca/ se ha de volver a pisar./ Caminante, no hay camino,/ sino estelas en la mar”.
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Efectivamente, nuestra existencia es un caminar por un camino que hemos de explorar nosotros solos. Nuestra esencia, lo que somos, no es más que los pasos que hayamos dado por ese camino que nosotros mismos vamos creando sin vuelta atrás, y sin seguridad alguna de que haya sido el acertado. Esto hay que asumirlo, si queremos ser auténticos, y no escudarnos es ficticios refugios.