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ENTREVISTA A ÁNGELES CASTRO GURRÍA,
DIRECTORA GENERAL ADJUNTA DEL CENTRO NACIONAL DE LAS ARTES; INNOVACIÓN COMO CAPACIDAD CREATIVA PARA MIRAR DESDE DISTINTOS ÁNGULOS
por Andrea Bravo fotografía de Pedro Luján
En esta entrevista, la directora general del Centro Nacional de las Artes nos invita a conocer un poco más uno de los espacios de innovación artística y educativa más atractivos del país.
El papel del Centro Nacional de las Artes (CENART) es de vital importancia para el desarrollo artístico y cultural de nuestro país. Desde su creación en 1994, el CENART ha sido uno de los principales vehículos para apoyar los proyectos académicos y artísticos en la Ciudad de México y, en el resto del país, ha sido fundamental para crear centros de las artes en distintos estados.1 En esta conversación con su nueva directora, Ángeles Castro Gurría, profundizamos sobre la vocación histórica de este espacio en temas de innovación, tecnología y educación en el arte.
1 Hoy hay 23 centros de las artes en 17 estados.
Sabemos que tiene una trayectoria muy amplia en el mundo del arte y la cultura como actriz, directora, profesora y ahora, a cargo de la dirección del CENART. ¿Puede contarnos qué aprendizajes han sido los más significativos?
Lo que cruza todo mi recorrido y las distintas oportunidades que he tenido es mi trabajo como docente, que me ha permitido hacer propias metodologías de diversas disciplinas y encontrar maneras de aplicarlas y adaptarlas al presente de los jóvenes, al mismo tiempo que aprender de ellos mismos.
Lo que me queda claro y ha sido una enseñanza de vida es que la capacidad de aprendizaje no tiene fin. Los alumnos van dando la pauta y los caminos por los que tienes que ir. Esto te obliga a ser rigurosa y al mismo tiempo lo suficientemente flexible para entender nuevas miradas a fin de formular lo que nos preocupa, cómo y desde dónde las expresamos y qué tan capaces somos de convertir esas expresiones en poemas.
¿Cuáles son los valores y objetivos que marcan su gestión como directora general del CENART?
Para mí lo más importante ha sido establecer diálogos entre las distintas direcciones del CENART —Centro Multimedia, Biblioteca de las Artes, Educación a distancia, Dirección de Programación Artística y Dirección de Desarrollo Académico—. La intención es ampliar la capacidad y abrir espacios para que las distintas disciplinas dialoguen de tal manera que podamos generar actividades de cruce y que las propuestas sean plurales, diversas y ricas, desde el arte popular hasta las expresiones contemporáneas.
También buscamos crear diálogos con otras instituciones incluidas en el CENART, como la Escuela Nacional de Arte Teatral, la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea, la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” y la Escuela Superior de Música, así como el Centro de Capacitación Cinematográfica y los cuatro centros de investigación del INBAL. El año pasado pusimos especial énfasis en este tema, con la intención de interpretar las fronteras entre cada disciplina como espacios de riqueza, convivencia y diálogo.
En la actualidad, alumnos, docentes e investigadores ya piensan las artes de manera más integral, por lo que nosotros debemos estar a la altura de esas exigencias, preocupaciones e intereses, y poder ofrecer el espacio para que sucedan, sin olvidar que el conflicto forma parte y es el detonador para nuevos diálogos. Nuestra intención es generar espacios para acoger el conflicto y que éste sea el motor que nos transporte a otros lados.
¿Qué proyectos han surgido de este trabajo para derribar los muros entre disciplinas?
Algo importante fue lanzar la ‘Convocatoria Proyectos Artísticos 25 aniversario del CENART’ para docentes, alumnos e investigadores, en la que se estableció la condición de que se reunieran mínimo dos de las comunidades que forman parte del CENART. Lo importante fue establecer diálogos interdisciplinarios entre bailarines, artistas visuales, teatreros, músicos, maestros, alumnos y demás. Tuvimos una respuesta entusiasta de proyectos muy interesantes.
Este año buscaremos afinar la convocatoria con lo que aprendimos de la experiencia pasada para que —independientemente de la misión de cada escuela para que sus alumnos dominen sus lenguajes— haya otros espacios de diálogo con el fin de crear nuevas formas de enunciación.
¿Nos puede contar qué lugar tienen la tecnología y las artes digitales en el CENART?
Desde la fundación del CENART se dio lugar a estas disciplinas con el Centro Multimedia creado por Andrea Di Castro, en el que se invitó a artistas a generar proyectos relacionados con la tecnología. Por otro lado, el Centro Multimedia ofrece a las escuelas un espacio para que las distintas disciplinas puedan trabajar sus propios lenguajes a partir de la tecnología.
Hoy buscamos fortalecer esta vocación digital mediante la actualización que requieren estos espacios. El Centro Multimedia posee una inventiva enorme, con la que se desafían retos de presupuesto y austeridad; se inventan muchas cosas con convocatorias para temas y públicos tan amplios como los videojuegos, el arte y artistas con discapacidad. Estamos dando mucho impulso a la inclusión, que es un tema importantísimo y en el que hemos puesto mucho énfasis.
Finalmente, formamos parte del proyecto ACT (Arte, Ciencia y Tecnología), que se realiza en colaboración con la UNAM. El año pasado, por ejemplo, organizamos una exposición de los avances de todos los proyectos beneficiados en 2018.
Este número de Capitel está dedicado a pensar sobre la innovación desde diferentes perspectivas. Nos gustaría saber cuál es su definición de este concepto.
Me parece que no se puede hablar de innovación si no se conoce que lo que lo antecede funciona como el trampolín para mirar hacia otros lados. Creo que la innovación pasa por lo que decíamos antes, la capacidad que tenemos como seres creativos de mirar desde distintos ángulos, y la posibilidad de integrar el conocimiento humano.
Creo que la innovación tendría que estar afincada en un pasado y en las preocupaciones universales de la humanidad. Las preguntas ¿por qué estamos aquí?, ¿cómo nos relacionamos? y ¿a qué venimos? son inquietudes de la gente joven también.
Me parece importante que en la innovación y en la nueva mirada se integre la esencia de la condición humana que nos lleva a por lo menos aspirar a la paz, el entendimiento y a hacer de nuestro tiempo y estancia en el mundo, un acto poético. Todo esto tiene que ver con el largo camino que la humanidad ha recorrido, que nos da espacio para innovar y usar las herramientas y técnicas que se han desarrollado a favor de un mundo mejor.
¿Puede platicarnos algunos proyectos del CENART en los que esta interpretación de la innovación sea puesta en práctica?
Varios de los proyectos del CENART están enfocados en temas que nos atañen a todos: el cambio climático, la violencia de género, la cultura de paz, tolerancia y diálogo y los derechos humanos —dentro de ellos, los derechos culturales—.
Procuramos que los referentes artísticos y culturales que ofrecemos estén cruzados por estos importantes temas actuales. Nos preocupamos por pensar cómo vemos desde las artes cualquier problema. Tocamos, afectamos al público para que ellos a su vez reflexionen sobre lo que implica el trabajo que hacemos los humanos para seguir viviendo en este planeta. Y así con los distintos temas.
¿De qué manera le parece que el arte y la cultura pueden ayudar a mejorar la situación social del país?
Creo que hay que discutir cuál es el lugar de las artes en la sociedad. Me parece que es importante distinguir que por un lado están los programas de bienestar social y por el otro, los artísticos. Creo que el arte puede ser una herramienta, pero es peligroso confundir la finalidad del arte con la de los programas sociales.
En este sentido creo que no podemos perder de vista lo democrático y lo plural del arte. Debemos poder ayudar a la paz en términos de poder formar personas críticas, propositivas, creativas, capaces de imaginar una sociedad distinta. El arte propone la libertad de soñar y de plantear otras formas de convivencia. Pero es preciso saber que la frontera es muy endeble y tenemos que ser muy claros en que el arte no debería ser utilizado para la propaganda ideológica. Hay una responsabilidad enorme para poder formar públicos y seres creativos, propositivos y libres.
En este mismo sentido, buscamos subir el nivel de discusión de otros medios. Por ejemplo, la televisión, en la que se presentan contenidos que, en términos de formación espiritual de las personas, son bastante pobres. Todo se queda en el melodrama de buenos y malos, cuando sabemos que la realidad es bastante más compleja, tiene muchos más colores y tonos de grises. Me parece que, en ese sentido, la responsabilidad de dar una oferta de contenidos culturales más amplia es importantísima, porque estás ayudando a que la formación del ser humano no sea sólo en términos de buenos y malos.