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VIVIENDA SEGURA

VIVIENDA SEGURA

JEFF BEZOS. CON LA MIRA EN EL FIRMAMENTO

por Marlene Lelo de Larrea

El reciente viaje al espacio de Jeff Bezos demuestra que, para el científico de la computación y magnate estadounidense, el futuro de la humanidad trasciende los límites de nuestro planeta Tierra.

Desde tiempos remotos, las estrellas, los planetas y todo aquel cuerpo que se proyecte en la bóveda celeste han fascinado a los seres humanos. Por ejemplo, las constelaciones han sido fuente de mitos que intentan explicar la relación entre nuestra existencia y aquello que nos resulta más grande y enigmático. No sólo hemos intentado comprender el universo, también conquistarlo. En julio de 1969 la misión estadounidense Apolo 11 logró llevar al ser humano a la Luna. Un niño de cinco años miró desde el televisor familiar aquel acontecimiento, que le dejaría una fuerte impresión. El niño —nacido en Albuquerque— era Jeffrey Preston, actualmente conocido como Jeff Bezos.

Exactamente 52 años después del lanzamiento del Apolo 11, el pasado 20 de julio, Bezos vivió el mejor día de su vida, como lo señaló ante las cámaras: viajó al espacio. Una aventura de cerca de once minutos lo llevó más allá de la línea de Kármán, es decir, la frontera entre la atmósfera y el espacio exterior donde pudo experimentar, junto con el resto de la tripulación, la ingravidez.

No es ningún secreto que la fortuna amasada tras revolucionar el mundo del e-commerce es lo que ha permitido a Bezos invertir en uno de sus más grandes sueños. Después de graduarse de la Universidad de Princeton, donde estudió ciencias computacionales e ingeniería eléctrica, Bezos trabajó en Wall Street y en 1995, fundó Amazon. En el inicio la empresa únicamente vendía libros, ya que Bezos se percató que resultaba imposible enviar un catálogo completo por correo convencional, por lo cual internet ofrecía una mejor alternativa para los lectores. Con el paso del tiempo, Amazon creció hasta convertirse en el gigante comercial que hoy conocemos. Pero para Bezos, ello no fue suficiente.

En el año 2000 fundó la compañía aeroespacial Blue Origin, que construiría la nave New Shepard en la que viajó. El objetivo de la empresa es que los viajes al espacio sean más accesibles mediante el diseño de cohetes reutilizables, para así facilitar un porvenir donde millones de personas vivan y viajen al espacio, con el único propósito de beneficiar a nuestro planeta, cuyos recursos son limitados.

Siguiendo el lema Gradatim Ferociter o “Paso a paso, implacablemente”, Bezos está convencido de que el futuro de la especie humana se encuentra más allá de la Tierra, en un lugar donde se podrían encontrar nuevas fuentes de energía y materiales. El empresario se ha inspirado en las teorías del físico Gerard K. O’Neill, profesor de Princeton, quien formuló que con recursos cósmicos, sería posible crear colonias habitables en el espacio. Esta visión de Bezos es quizás lo que diferencie a su compañía de las empresas aeroespaciales fundadas por otros multimillonarios, como SpaceX de Elon Musk o Virgin Galactic de Richard Branson.

A pesar de los éxitos que ha logrado a lo largo de su carrera, el empresario considera que el trabajo que desempeña en Blue Origin es el más importante, porque será trascendente para toda la humanidad. En una entrevista con el grupo editorial Axel Springer, Bezos comentó: “Me estoy dedicando a este trabajo, porque creo que si no lo hacemos, eventualmente terminaremos siendo una civilización inerte, lo cual me parece bastante desmoralizante […] Todos disfrutamos de una civilización dinámica, de crecimiento y cambio”.1

Quizás no sepamos qué implicaciones tendrán las ideas y las acciones de Bezos a mediano o largo plazo. Pero cuando una de las únicas certezas que tenemos como especie humana es nuestra propia finitud, Bezos se proyecta en el universo infinito, creyendo firmemente que ahí podrá hacer una diferencia para las generaciones venideras.

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