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TRASCENDIENDO ESPACIOS PARA LA GENTE
por Sebastián Serrano Silva
El trabajo que la Oficina de Resiliencia Urbana promueve —basado en el desarrollo de proyectos de impacto socioambiental— trasciende la visión tradicional de ciudad y quiere llevar el diseño urbano y la infraestructura de paisaje en nuestro país hacia un futuro más justo y en armonía con el medio ambiente.
Sin lugar a duda, la arquitectura más espectacular es la que nos ofrece la naturaleza. Esto cobra más sentido después de meses de confinamiento, en los que apremia la necesidad por encontrar y disfrutar de espacios al aire libre.
Precisamente ése ha sido el trabajo de la Oficina de Resiliencia Urbana (ORU), un taller de arquitectura que está buscando recuperar infraestructuras y paisajes para trascender la relación de la ciudad con su entorno. Busca ir más allá de la obra bonita y encontrar qué más se le puede ofrecer a la gente, además de atender cuestiones ambientales: captación de agua de lluvia, recuperación de vegetación local, ventilación natural y zonas que aporten para disminuir la temperatura local.
Precisamente con su participación en el Programa de Mejoramiento Urbano (PMU) desarrollado por la SEDATU desde 2019, la ORU encontró la vía para aplicar sus ideas en proyectos concretos y con alto beneficio social. El programa desarrollado en más de 100 ciudades del país tiene como objetivo transformar el territorio y ofrecer espacios públicos seguros para beneficiar a familias con alto nivel de marginación. Como explica Elena Tudela, fundadora de ORU, ha sido un gran reto porque son proyectos que se deben diseñar en tres meses y ejecutar en el mismo tiempo, además de contar con presupuestos muy bajos.
Iniciaron con dos proyectos en Los Cabos. El principal fue el de Jardín de Sombras, que quedó en la selección de la Revista Arquine como una de las mejores obras construidas en México entre 2019 y 2020. Consiste en un espacio cubierto con canchas para hacer deporte y un anfiteatro multiusos que da sombra a los espacios que están en el exterior: un skatepark, un campo de futbol y un área infantil. Además, es un espacio que fomenta la resiliencia, ya que es una de las zonas del país más afectada por la entrada de huracanes, así que en condiciones de desastre funciona como refugio, centro de organización social y acopio. Sus techos cuentan con sistemas para captar lluvia que es almacenada para su uso en riego, sanitarios y como suministro alternativo en casos de emergencia. Este espacio se ideó con el menor mantenimiento posible para evitar problemas de abandono y deterioro.
El otro proyecto es un Jardín de Agua, en el que se recuperó un predio abandonado adyacente a un vertedero y una chatarrera, para transformarlo en espacio público. Cuando entran los huracanes las tormentas arrasan con todo, así que se realizó un canal para contener y encauzar las corrientes hasta descargarlas en un jardín que retiene e infiltra el agua y así mitigar las inundaciones. La infraestructura verde se diseñó con vegetación nativa que requiere poco riego y resiste las condiciones semidesérticas de la zona. Además, se generó un paseo peatonal iluminado por la noche y otra estructura de usos múltiples que capta la lluvia.
Estas obras ya terminadas les abrieron la puerta para seguir adelante con otros cinco proyectos del
PMU, ahora en Tultitlán, zona industrial clave para la Ciudad de México. Recuperaron una serie de instalaciones abandonadas y las integraron por medio del espacio público, un ágora como lugar de reunión, un centro cultural con biblioteca, una unidad deportiva y una nueva estación de bomberos. Todos entrelazados con un conjunto de patios con vegetación que ofrecen sombra y funcionan como un corredor para el tránsito seguro y agradable de las personas. El proyecto se llevó a cabo con el menor costo posible y los materiales más resistentes. Se espera terminarlo a finales de 2021.
Elena explica que ORU busca trascender al transformar espacios abandonados en experiencias públicas habitables y seguras, algo fundamental en estas zonas industriales o turísticas, en donde la población tiene pocos beneficios y altos grados de marginalidad, además de contar con espacios públicos muy reducidos. “Sobre todo se trasciende cuando no se queda en el papel, sino que llevas el proyecto hasta su desarrollo, se trasciende cuando se deja el espacio para que las personas intervengan y ves cómo lo recuperan, se apropian y lo hacen suyo”.
Sebastián Serrano Silva es Maestro en comunicación audiovisual por la Universidad Autónoma de Barcelona, director de comunicaciones y sostenibilidad de soluciones hidropluviales. Además es periodista independiente, emprendedor y activista ambiental. Participó en las cumbres del cambio climático COP-16 y COP-21, y es parte de los líderes climáticos de Climate Reality Project. Twitter @sebss78