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NARCISISMO O MOTIVACIÓN
por Fernanda Ballesteros imágenes de Tania Olby
Las experiencias de nuestros primeros años marcan decisivamente la construcción de nuestra propia imagen y nuestra respuesta ante la presencia de los otros. Entender y atravesar la relación intrincada que existe entre narcisismo, infancia, deseo y placer nos llevará a dar nuevos aires y profundidad a nuestra motivación en la vida.
Es cómoda la visión todopoderosa de la infancia en la que no hay imposibles, en la que mi mamá es la única mujer de mi vida, mi papá es un superhéroe, yo también y voy a ser presidente. Mis padres están centrados en mí y el mundo gira así, a mi alrededor. Todo eso se queda pegado en el inconsciente si no lo raspamos. Y lo inmóvil —ley de la naturaleza—, tiende a la putrefacción y al bloqueo. El narcisismo consolida, fija, paraliza la imagen de sí mismo que se construye en la infancia e impide el desarrollo para evolucionar como individuo. Frena la motivación, me confirma la psicoanalista Carlotta Settel en su consultorio, micromuseo de pinturas, esculturas y libros freudianos.
Narciso, hijo del dios del río, se enamora de su propio reflejo en el agua. La imposibilidad de ser correspondido en el amor lo frustra al grado de quitarse la vida, ahogado en los tintes de su vanidad. El mito inspiró a Freud en 1914 para su Introducción al narcisismo, “libido del yo” y divide el concepto en primario y secundario.
El narcisismo primario es el nirvana dentro del feto, es el bebé como centro-del-universo. Lou Andreas-Salomé, discípula de Freud, explica que cuando nos convertimos en seres conscientes, cuando cortamos el cordón umbilical que nos enlazaba a la omnipresencia maternal, el estado de angustia nos lleva a anhelar la reunificación. El narcisismo secundario nace en este sufrimiento cuando, en el descubrimiento del otro, la persona dirige su libido a figuras objetales y la regresa hacia sí mismo en una búsqueda por el nirvana perdido. Esto impide relaciones verdaderas, pues el narcisista, obsesionado con su reflejo, no acepta que el otro sea diferente.
Pongamos un ejemplo: don J, padre de familia, sufre ataques de ira en casa por cualquier pretexto relacionado con sus hijos. La reacción de su cuerpo responde al carácter de su madre, quien tomaba esta actitud ante las travesuras de J niño. El placer falso escondido que lo lleva al enojo es la búsqueda del nido. Es más fácil seguir con la identidad marcada por el proceso crudo de las circunstancias que hacer un esfuerzo por cambiar. Aunque sea un aspecto negativo, como el enojo de la madre, don J elige la comodidad de lo conocido desde una raíz narcisista, desde una presencia que se mira hacia adentro, desde un reconocimiento de su propia imagen en su hijo.
Esto no significa que hay que olvidar la infancia para moldearnos a una mejor versión de nosotros mismos. La receta es intentar comprender a ese infante con la conciencia definida por Freud en Más allá del principio de placer, desde una “protección contra las excitaciones”. Es necesario remarcar las heridas que provocan las reacciones y las vivencias del presente, reconectar con el niño para superarlo, liberarlo, independizarse, arrancarle la raíz narcisista.
Para que don J deje de ser un padre enojón requiere del deseo, de la voluntad. No es una necesidad (su esposa no se va a divorciar por eso, ni sus hijos dejarán de hablarle), ni tampoco una petición. El deseo tiene que nacer de él mismo desde su presente con una mirada libre hacia su exterior, hacia él en contacto con el otro. Y la motivación, el esfuerzo, llevan a un verdadero placer, me dice Carlotta Settel, contrario al goce falso del apego a la infancia, al nido narcisista. El goce falso deja el poder de las acciones, de la identidad, al inconsciente.
Y los deseos, los propósitos para crecer como persona no tienen edad. Son propulsores que nos cosquillean entre la fantasía y la necesidad, propulsores capaces de movilizar, de desbloquear. Nunca es tarde para ir a explorar los parques mentales de la infancia y soplarles aire nuevo, construir nuevos cimientos y puentes para que la caminata diaria de tu mente tenga un sentido más profundo en el presente, en las ganas de levantarte de la cama y ser una mejor persona que ayer.
Fernanda Ballesteros es escritora, pintora y documentalista, trabaja temas psicológicos, históricos y sociales. www.fernandaballesteros.com | Instagram @fernandaballesterosf
Tania Olby es una artista visual y fotógrafa con base en Madrid. Su obra, al tener como principal foco observar con curiosidad sus propios pensamientos y sentimientos, nos ofrece imágenes muy genuinas y bellas que hablan sobre la compleja relación entre el consciente y el inconsciente. Actualmente, trabaja en un proyecto enfocado a la concientización ambiental y a visibilizar el problema del cambio climático a través del arte. www.taniaolby.com | Instagram @tania.ni