6 minute read
COMUNICADO: BECAS INTERNACIONALES ICETEX
PALABRAS DEL DR. RICARDO ESCOBAR GAVIRIA
DIRECTOR DEL PROGRAMA DE MEDICINA DE LA UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR
Estimados futuros colegas, estamos reunidos junto con sus familiares y amigos en una ceremonia que nos ayuda a vislumbrar ahora, a corto plazo, un futuro muy deseado por ustedes, el de ser médicos, este que ha sido su anhelo luchado y perseguido durante años empieza a tomar forma cuando el proyecto educativo los lleva al año de internado y los involucra en el momento de armar las piezas de ese rompecabezas que poco a poco les hemos venido entregando durante su formación.
Tendrán la oportunidad de integrar todos esos conocimientos, habilidades y destrezas para atender a las personas que acuden en su ayuda; será este un paso más en el desarrollo de su proyecto de vida. Estarán cada vez más cerca de poder ayudar a resolver los problemas de los demás, de los grandes diagnósticos y las tecnologías, de los tratamientos sofisticados, pero también del sufrimiento y el dolor de las personas, seguramente les dirán doctores y ustedes orgullosos lucirán la bata que hoy reciben, se sentirán seres privilegiados. Pero no hay que perder de vista que, si bien es cierto que son privilegiados, este rasgo los debe acercar a atender con humildad y respeto a quienes lo necesiten mantengan la capacidad de ponerse en el lugar del enfermo y de sus familiares; esto es algo que ninguna tecnología reemplaza. Ningún diagnóstico es tan desgarrador como cuando se hace con indiferencia, ningún tratamiento es tan efectivo como cuando se acompaña de una buena explicación, ninguna mala noticia es tan terrible como cuando se comunica sin empatía, recuerden que escuchar amablemente puede solucionar la mayoría de los problemas de sus pacientes y las angustias de sus familias, que el título de doctor nos acerque y no que nos aleje de nuestros pacientes.
Ustedes que ejercerán en el futuro, ¿han imaginado la medicina del año 2050? ustedes estarán ejerciendo en esa época y serán jóvenes aún, los avances de la biología humana, la genómica y la proteómica, los tejidos y órganos artificiales, la Inteligencia artificial, el internet de las cosas, la robótica, la mayoría de las enfermedades que hoy conocemos serán tratables y prevenibles, la esperanza de vida se irá alargando cada vez más, algunos dicen que seremos seres amortales y otros que se curara el envejecimiento; esa es la medicina que van a practicar y a vivir. Tendrán que tener una gran capacidad de adaptación, porque si no el avance de la ciencia y la tecnología y el mercado los excluirán, pero para eso han sido formados.
Por estas épocas nos llaman ‘héroes’ como manifestación de reconocimiento hacia una profesión que requiere dedicación, compromiso, vocación y esfuerzo, y, en algunos momentos como este, asumir riesgos para nuestra vida y la de las personas cercanas. Pero no nos equivoquemos, podemos tener actos heroicos como casi cualquier ser humano, pero solo somos seres humanos con una función social que nos obliga con nuestros congéneres. Si vas a ser un buen médico o una buena médica, nos alegramos; si, además, eres un buen ser humano, nos congraciamos con esta sociedad que tanto nos necesita. Como dice la máxima hipocrática “primum non nocere”, primero no hacer daño.
Finalmente, quiero hacer una reflexión sobre el momento en el que se encuentra el programa de Medicina. Nos estamos sometiendo a un proceso en el cual le demostramos a la sociedad que hemos alcanzado la suficiente madurez para obtener la acreditación de alta calidad y que nuestros médicos están a la altura de los mejores del país. Reflejar esta calidad es responsabilidad de todos, docentes, estudiantes, administrativos, egresados, empleadores y comunidad en general. Tenemos una visita de alto rigor académico hacia el mes de septiembre y allí tendremos que demostrar lo buenos que somos, así pues, que los invito a sacar lo mejor de sí mismos y a sentirse orgullosos de ser médicos de la Universidad Simón Bolívar. Felicitaciones, internos 2021-2, lleven dignamente esa bata que hoy reciben. Muchas gracias.
HOMENAJE PÓSTUMO AL PROFESOR VÍCTOR MANUEL PIÑEROS CAIPA A CARGO DEL PROFESOR HENRY GONZÁLEZ TORRES
El profe Víctor era una persona querida, amada por todos nosotros, en lo personal quizá nuestra primera interacción no fue la más efusiva de todas, pero sí dijo mucho de cómo nos íbamos a llevar de ahí en adelante, ese día conocí a alguien que era capaz de dar consejos como una madre, pero con la firmeza de un padre. Decir que nosotros éramos compañeros es mentira, éramos amigos, de esos amigos que trascienden una brecha generacional, yo tenía 27 años cuando conocí a Víctor y ya me llevaba como 10 años de diferencia, por eso sentarme a grabar estas palabras para un homenaje póstumo de un amigo ha sido lo más difícil que he hecho este año. El profe Víctor una de esas pocas personas que amaba enseñar, él era un maestro, tuve la oportunidad de estar en alguna de sus clases y él se emocionaba explicando, vivía la docencia, era su estilo de vida. Cuando comenzamos a trabajar juntos como tutores en proyectos de investigación, él era de los tutores más queridos. No tengo la menor duda de que cuando sean ustedes, que pasen todos estos momentos tan difíciles y estén al frente de la educación médica, dicten cursos, diplomados, estén al frente de universidades, algunos de ustedes probablemente dirán “vamos a recrear una cátedra llamada Víctor Piñeres: cómo ser feliz siendo profesor”, como muchas veces lo hablamos.
Para todos los que sobrevivimos, la partida de Víctor fue un golpe que nos tiró a la lona, levantarnos nos ha sido muy difícil, es algo de no creer. El profe Víctor era una persona alegre, que contagiaba su alegría, le gustaban los asados, la salsa, los carnavales, él era la definición completa de lo que es ser un barranquillero, y sobre todo era un gran amigo. Al hablarle a sus alumnos a Víctor le brillaban los ojos, se emocionaba, conocía los nombres de cada uno de ustedes, sabía en qué era bueno cada uno, qué podía hacer, qué podía resaltar, en qué quizá no le iba a ir muy bien, pero sobre todo sabía las grandes personas que son ustedes. Ese brillo que emanaba de sus ojos cuando hablaba de sus estudiantes solamente era superado cuando hablaba de su esposa y especialmente de sus hijos, decía que ser padre era el mayor desafío de su vida, enseñarles a sus hijos. La oficina de Víctor estaba a dos oficinas de la mía y nosotros le decíamos el concesionario, porque siempre estaba lleno de gente; él apodó al piso de los profesores, el ala norte del cuarto piso al templo de la sabiduría, porque está precisamente encima de la Hemeroteca de la Universidad Simón Bolívar. Su oficina siempre estaba llena de estudiantes, de profesores y a veces uno llegaba y encontraba a estudiantes solos estudiando y respondían que el profe Víctor les había prestado la
oficina para que estudiaran para el parcial porque no había espacio en la Hemeroteca. Ese era el tipo de persona que era Víctor. Le encantaban las imposiciones de bata porque a él le gustaba ver cómo habían crecido sus estudiantes, conocía las historias personales de cada uno de sus estudiantes. Como amigo daba grandes consejos, siempre estuvo ahí, siempre que lo necesité, cuando estuve hospitalizado me dijo: “firme, mijo, que usted va a salir de ahí”; cuando decía “¡Mono!”, para decir que todo estaba bien, ese recuerdo tengo de ti, mi hermano. Todos nosotros re vamos a recordar inmensamente. Ustedes, muchachos, nunca olviden ese “mono” que él decía cuando todo estaba bien. Descansa en paz, mi hermano, todos te vamos a recordar, todos siempre te llevaremos en la memoria. Te quiero mucho, mi hermano y espero que donde estés, estés ¡mono!