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COMUNICADO: MÉRITO EMPRESARIAL TV CON ALEJANDRO MUNÉVAR
En el informe de los ODS que emite Naciones Unidas, de periodicidad anual, se proporciona un panorama general de los esfuerzos realizados hasta la fecha para su aplicación en todo el mundo y ahí se subrayan las esferas de progreso y en las que se deben tomar más medidas para garantizar que nadie quede atrás. Cuando se cumplen 5 años, el año pasado a finales del 2020, de la adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el informe de los ODS destaca los progresos que se han logrado en el mundo en algunos ámbitos como la mejora de la salud, la salud materno infantil, la ampliación del acceso a la electricidad y el aumento de la representación de las mujeres en el gobierno, pero aun así estos avances se han visto contrarrestados en todo el mundo por la creciente inseguridad alimentaria y eso atraviesa toda la esfera mundial, el deterioro del entorno natural y las persistentes desigualdades que aún dominan los estados a nivel mundial. En muy poco tiempo la pandemia Covid-19 ha desatado una crisis sin precedentes que obstaculiza aún más el progreso de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, lo que afecta en mayor medida a las personas más pobres y vulnerables del mundo. Con base en los datos y estimaciones más recientes, este informe anual de situación sobre el progreso de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible revela que las personas más vulnerables, incluidos los niños, ancianos, discapacitados, migrantes y refugiados son las personas más gravemente afectadas por la pandemia, las mujeres también están sufriendo las consecuencias de la pandemia. Algunas de las principales conclusiones que en este informe se presentan es que se estima que aproximadamente 71 millones de personas volvieron a caer en la pobreza extrema en el 2020, lo que supondría el primer aumento de la pobreza mundial desde el año 1998, la pérdida de ingresos, la limitada protección social y el incremento de los precios también podrían poner en riesgo de pobreza y hambre, incluso, a personas que anteriormente estaban a salvo; el subempleo y el desempleo derivado de las crisis implican que aproximadamente 1600 millones de trabajadores ya vulnerables en la economía sumergida, y la mitad corresponde a la fuerza laboral mundial, pueden verse considerablemente afectados con un descenso estimado de sus ingresos de alrededor del 60 % durante esta crisis generada por la pandemia. Los más de mil millones de barrios marginales en todo el mundo tienen una situación grave de riesgo a causa de los efectos del Covid-19.
También, los cierres de las escuelas han afectado el 90 % de los estudiantes de todo el mundo, que es alrededor de 1570 millones y ha provocado que más de 370 millones de niños se salten comidas escolares de las que dependen, como el caso de Colombia con el plan de alimentación escolar que precisamente era para los niños que no tenían con qué alimentarse en sus casas y como no pueden ir a las escuelas no se sabe qué está sucediendo con su alimentación. El informe, además, señala que el cambio climático continúa, produciéndose a una velocidad mucho mayor de lo previsto y estamos viendo los resultados. El 2019 fue el segundo año más cálido del que se tenga evidencia y este año marcó el final de la década más cálida que jamás se había registrado en el mundo. Asimismo, la acidificación de los océanos se acelera, la degradación de suelo continúa, hay especies masivas en riesgo de extinción y siguen predominando los patrones insostenibles de consumo y producción. Se ve entonces la necesidad de implementar estrategias que permitan apoyar y soportar las metas que, a nivel mundial, a nivel de Colombia, se tienen frente al desarrollo sostenible y se considera que la educación para el desarrollo sostenible es la estrategia central para ello, porque los procesos en las empresas no son sostenibles si las personas que los ejecutan no tienen competencias para la sostenibilidad.
En este contexto que vivimos, una de las principales estrategias facilitadoras del desarrollo sostenible es precisamente la educación para el desarrollo sostenible, que cuenta con un creciente reconocimiento internacional como elemento integrador y clave de la educación de calidad. La UNESCO, por ejemplo, tiene como objetivo mejorar el acceso a una educación sobre el desarrollo sostenible de calidad a todos los niveles, en todos los contextos sociales, desde la educación preescolar hasta la educación superior, para transformar la sociedad al reorientar la educación y ayudar a las personas a desarrollar conocimientos, habilidades, valores y comportamientos necesarios para el desarrollo sostenible, que es donde está la clave. Esto involucra tener en cuenta temas de desarrollo sostenible como el cambio climático y la biodiversidad en la enseñanza y el aprendizaje que, sin duda, se anima a los individuos a ser actores responsables que resuelvan desafíos, respeten la diversidad cultural y contribuyan a crear un mundo más sostenible.