Cap 11 la voz de la sexualidad

La Voz de la Sexualidad desde un Cuerpo Nuevo, Agraciado Por Edwin M. McMahon*

¿Por qué tenemos miedo de bendecir, de compartir, de amarnos unos a otros con aquello en nosotros que no es aún perfecto?1 Mientras escucho la agonía y el aturdimiento de los cristianos que se esfuerzan por encontrar hoy en día guías respecto a la sexualidad humana, nadie parece poner atención al hecho de que la gente que vota sobre estos asuntos religiosos en los sínodos de la Iglesia y en las convenciones o que escribe documentos para el Vaticano, es producto de una cultura muy disfuncional y separada del cuerpo. ¿Cómo pueden estos individuos discernir guías para el comportamiento sexual de otros cuerpos, cuando probablemente han desconocido al suyo propio y no tienen una espiritualidad que permita que la gracia de Dios les hable en su interior acepando sus propias necesidades y sentimientos sexuales? La mayoría de nosotros debemos hacer nuestra tarea, primero.

Todos venimos de una iglesia que utiliza un ascetismo de control para reforzar la moralidad. Éste también se ha convertido en el modelo secularmente asumido, dándolo como un hecho establecido. Cuando hay problemas se incrementa el control -se agregan policías o se acentúa tal refuerzo. Al día de hoy, la religión y los gobiernos civiles invierten todavía mucho de nuestros recursos humanos y financieros en ese anticuado paradigma.

Mi visión es que para que la religión pueda proveer de liderazgos moral y espiritualmente sanos a la sociedad, la gente religiosa necesita aprender y practicar un ascetismo y una espiritualidad de gracia. Una espiritualidad que permita que la gracia de Dios nos guíe a través del quebranto dentro de nuestros cuerpos, que permita que escuchemos la historia de nuestros miedos, de nuestras vergüenzas y de nuestras viejas heridas. Antes de que cualquiera de nosotros pueda tomar el enorme reto de reunirse para articular lo referente a una moralidad sexual consistente con la vida y el significado de Jesús así como con el proceso humano de integración, debe, primero, escuchar la historia del quebranto en su cuerpo, a través del cual, el Espíritu habla.

* Tomado de su libro Beyond the Myth of Dominance. An Alternative to a Violent Society. Sheed & Ward Publishing, 1993, p. 178-197. Traducido por CREEAC como: Más allá del Mito del Dominio. Alternativa para una Sociedad Violenta. Se puede conseguir en: Enfoque Bioespiritual. Construyendo enlaces de esperanza: http://www.enfoquebioespiritual.com.mx/recursos.html

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Este capítulo ha sido hecho en continuidad con el desarrollo del acercamiento bio-espiritual a la sexualidad escrito previamente por Peter Campbell y yo. El lector puede ir a esa referencia más detallada de lo aquí tratado, lo cual que no voy a repetir. Cf. McMahon, E, Campbell, P., Un acercamiento bio-espiritual a la sexualidad: Sanando una Espiritualidad de Control, Sheed & Ward Publishing, 1991, Serie Monográfica sobre "Focusing y Bio-espiritualidad". La traducción al español se puede conseguir con el título de La sexualidad vista desde la perspectiva bio-espiritual. Para sanar una espiritualidad de control, en: Enfoque Bioespiritual.

Construyendo enlaces de esperanza: http://www.enfoquebioespiritual.com.mx/recursos.html

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Aquellos que creen que Jesús es el camino, la verdad y la vida, no sólo para nosotros sino para todo el planeta, el mayor testimonio que pueden dar es crecer ellos mismos en integridad. Qué mejor oportunidad de dar ese testimonio dentro del retador y cambiante mundo de la sexualidad humana. Para ejercer este tan necesario liderazgo, los cristianos deben descubrir que aprender a “estar en casa” en sus cuerpos, da poder a su sexualidad en el Espíritu. No sólo los cristianos solteros, sino las parejas casadas, las familias y los líderes de la iglesia, necesitan de tal empoderamiento para vivir su propia verdad antes de intentar darle lineamientos a otros.

Este es un momento de confusión para todos porque estamos inundados con todo lo que a nuestro alrededor está dirigido al cuerpo. Se nos dice que debemos compartir nuestros sentimientos, que debemos ponernos cierta loción, que debemos comer tal tipo de comida, usar cierta marca de ropa, nunca estar muy gordo o muy delgado, ponernos tal perfume. La publicidad insiste en el cuerpo día tras día y a toda hora. Esta preocupación que gira alrededor del cuerpo es actualmente una fijación, una adicción a perseguir cosas fuera de nuestro cuerpo como solución y respuesta a todas nuestras necesidades internas. Esto engendra un comportamiento obsesivo y compulsivo, y claro, es exactamente lo opuesto al proceso corporal de asumir mediante el Enfoque Bio-Espiritual, la verdad como la sentimos en nuestros cuerpos.

Esta obsesión por cosas externas como remedio para nuestro sentimiento interno de lo que está inconcluso dentro de nosotros, es lo opuesto a la sana congruencia respecto a cualquier cosa que sea real en nuestros cuerpos. Es la antítesis de la calidad de presencia interior responsable que trae consigo el autogobierno que le permite a nuestra vida espiritual moverse hacia la integridad-santidad. Nuestra cultura obsesionada con el cuerpo está actualmente predicando un evangelio que niega al propio cuerpo. Se rehúsa a creer que pueda haber un movimiento de gracia en nuestros sentimientos, dentro del quebranto, huyendo de él. Sin embargo, es precisamente aquí donde llegamos al conocimiento de la vida interior del Espíritu en nuestro espíritu. La cultura niega cualquier respuesta que venga de nuestro cuerpo. Para ella, sólo cuentan los productos materiales que vienen de afuera.

Este interminable mensaje con el que somos constantemente bombardeados, nos dice que no hay una “historia” dentro de nuestros sentimientos que pueda ser escuchada. Que no hay un proceso interior que podamos honrar, y menos aún, que exista una agraciada respuesta que llega a nosotros si sólo esperamos y escuchamos en apertura y fe, sin salir huyendo de lo que es real dentro de nosotros e ir corriendo a comprar lo primero que nos ofrezca una “arregladita rápida”.

Pero, por supuesto que no se puede hacer dinero rápido y fácil en el mejor mercado mundial – nuestros sentimientos inconclusos- si decimos en voz alta que las respuestas vienen sólo del interior. Nunca escuchamos que llevar lo inconcluso en nuestro cuerpo es de suyo la invitación a recibir el gratuito regalo de la Gracia de Dios.

En esta confusión, pocos encuentran una manera sana de acercarse a su cuerpo. No obstante, algunas cosas se están aclarando. Por ejemplo, en este momento de la historia, las relaciones humanas son muy diferentes de cómo eran en los tiempos bíblicos. Más aún, estamos viviendo un punto de cambio en la experiencia humana donde hay una clara evolución de la conciencia que involucra tanto la capacidad de conocer de nuestros cuerpos como la de nuestras mentes.

Por ello, no podemos arriesgarnos a estar separados de nuestros cuerpos al buscar cómo desarrollar el apoyo social y religioso que cree comunidades de gracia para el futuro. ¿De qué otra forma pueden los cristianos entender la continua encarnación y la presencia de Jesús en medio de nosotros? Seguramente no será negando nuestro cuerpo humano sexual, que es Su presencia aquí en la tierra. Jesús fue y es la profunda revelación de que la sexualidad y la espiritualidad son una en nuestro cuerpo humano.

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Robert Bly lo puso así:

Cuando hombres y mujeres se juntan, …¡cuánto tienen que abandonar!

Los reyezuelos hacen sus nidos con hilos elegantes y puntas de cuerdas, los animales abandonan todo su dinero cada año. ¿Qué es lo que los hombres y mujeres dejan?

Más difícil que lo que hacen los reyezuelos, tienen que abandonar su deseo de lo perfecto.2 Así de altos son los costos antes de que Un Cuerpo nuevo pueda alguna vez nacer. Ese cuerpo gime por unidad, por plenitud siendo uno en medio de toda esa confusión (en lugar de perpetuar el viejo sistema de control que es lo que abandonamos al dejar esa obsesión por lo perfecto), trabajando por una integridad llena de gracia, aprendiendo a “asumir” lo real en nosotros y a amarnos a nosotros mismos y al otro con todo y lo que en nosotros está aún incompleto.

¿Qué hizo que viviéramos escondidos?

Una herida, el viento, una palabra, los padres.

A veces esperamos de manera inútil, torpemente, ni íntegros ni sanos.

Cuando escondimos la herida retrocedimos de una vida humana a una enconchada…3 *****

En el mes de mayo cuando las hojas abren veo cuando camino lo bien que todas las cosas se apoyan una en la otra; cómo trabajan las abejas, los peces consiguiendo su sustento el primer día.

Las monarcas volando alto; entonces comprendo que te amo con lo que en mí está inconcluso.

Te amo con lo que en mí está todavía cambiando, con lo que todavía no tiene cabeza, brazos o piernas, con lo que todavía no encuentra su cuerpo…

Y los amanes fuertes, ¡cuántos hay cuyos cuerpos santos no han nacido aún!4

2

Bly, Robert. “Listening to de Koln Concert,” en Loving a Woman in Two Worlds, New York, Harper & Row, p.

68.

3 Ibid., “Winter Poem,” p. 16.

4 Ibid., In the Month of May.

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“Entonces comprendo que te amo con lo que en mí está inconcluso. Te amo con lo que en mí está cambiando…” estas pocas líneas capturan muy claramente lo que hemos perdido. Huimos del terror de enfrenarnos a lo inacabado en nosotros, y al hacerlo no amamos en gracia, en verdad, desde lo inconcluso de nuestra humanidad, desde lo limitados que somos y que siempre, como personas, seremos. ¿Cuándo fue que planeamos tener esta vida amorosa, mágica y perfecta?

Qué extraña paradoja es que al rechazar la sensación corporal de lo que en nosotros está incompleto, y lo está en toda expresión humana, nos cerremos a la invitación única a la gracia de Dios ¡en lo que está incompleto en nosotros! Entonces caemos de nuevo en el control, la manipulación, la actuación de charadas y en toda la negociación de poder que bloquea nuestra intimidad. ¡No es entonces de sorprender que nuestros cuerpos, en su integridad sexual, siempre incompleta, clamen dolorosa y desesperadamente buscando intimidad! Nos hemos puesto en un callejón sin salida, no sólo al negar la sensación corporal de lo que está incompleto en nosotros, sino también al rehusar bendecir, compartir y regalar al otro, lo que en nosotros es aún imperfecto.

Todo esto viene porque en nuestra cultura hemos perdido la sensación corporal de la gracia que solo puede conocerse asumiendo lo que está inconcluso dentro de nosotros. En lugar de ello nos han quedado cuerpos sexuados programados y condicionados bloqueando las energías que sanan, que dan vida y que necesitamos para experimentar la intimidad que sólo se da en las relaciones de gracia. Si rechazamos lo inconcluso en nosotros: heridas y miedos llevados por nuestros cuerpos sexuados, estamos rechazando lo que más necesita de la gracia de Dios.

Entonces, avergonzados, percibimos nuestra humanidad incompleta como un muro y no como una puerta de acceso al mundo de la gracia que es lo que en realidad nuestra humanidad incompleta es.

La sexualidad y la belleza más que otras cosas, están llamadas a darnos la sensación corporal de los dos mundos de los que habla Robert Fly. El mundo de escondernos, de represión, de utilizar a otros. El mundo de mentiras, engaño y dominio que sin embargo, esconde la puerta de acceso a la pasión y belleza de nuestros cuerpos, como el camino especial y privilegiado diseñado para llevarnos al mundo de la desnudez agraciada dentro de nosotros mismos. Esa desnudez llena de gracia es el lugar que da a luz un cuerpo nuevo en la mutua vulnerabilidad de ser veraces unos con otros.

No descubriremos este enriquecedor lugar donde la gracia de Dios nos sorprende, sólo porque nacimos irlandeses o italianos católicos, porque venimos de una familia metodista, o porque hemos asistido a clases de Biblia o a alguna escuela parroquial bautista, porque vamos a misa cada domingo o porque hacemos lo que suponemos que nos conecta con el cristianismo. Hacemos contacto con este mundo y su revelación en Jesús –aun sin comprenderlo- cuando nos conectamos con nuestro propio cuerpo en total veracidad. Sólo cuando el juego se acaba, es entonces y sólo entonces que nos detenemos ante el umbral de un mundo nuevo, un mundo que se encuentra más allá del juego de ruleta que jugamos con la vida mientras somos arrastrados por la multitud avocada a jugar diferentes roles para alcanzar el dominio.

Toda la belleza y atracción del cuerpo humano están hechas para llevarnos a este mundo de gracia. Todo lo que nos impulsa al orgasmo, está literalmente hecho para que estallemos en esa esfera agraciada donde nos abrimos paso hacia la luz a través de un “vidrio opaco”. ¡Pero cuánto necesitamos de un cuidado especial desde la niñez para no llegar a desconocer lo que está incompleto en nosotros!: nuestros miedos, vergüenzas y heridas que cargamos en nuestros cuerpos; heridas que dejan a nuestra sexualidad como sólo una forma más de control y 4

adormecimiento. Para entonces, todo lo que podemos escuchar es la energía adictiva de la lujuria tratando desesperadamente de cubrir nuestro dolor. Amándonos unos a otros sexualmente, que es por supuesto la única forma en la que podemos amar, no es necesariamente sinónimo de sexo genital. Amarnos unos a otros sexualmente es el mundo de la gracia, es amarnos con un amor lleno de gracia que fluye de un ambiente social donde las personas son animadas desde la niñez a asumir sus cuerpos con todo lo que sienten. No es de esperar que los adolescentes, menos aún las parejas jóvenes pensando en casarse, integren su sexualidad mediante relaciones que den vida como adultos en una sociedad que les ha negado, desde su niñez, el proceso de asumir lo que es real en sus cuerpos.

La sexualidad está hecha para ser una parte integral de la sensación corporal que tenemos de nuestro propio espíritu, tengamos dos años o noventa y dos. Sufrimos la privación de esta sensación corporal del espíritu en nuestra sexualidad especialmente a través de la religión y la educación porque ellas nos desconectan de nuestros cuerpos. Eso es lo que crea los problemas de integración sexual. Una atmósfera que educa y valora sólo la habilidad racional del pensamiento nos separa del proceso de toda vida, de descubrir, nutrir y vivir en la sensación corporal sexual de nuestro propio espíritu. El Espíritu nos espera en cada etapa de nuestra vida llevando a cabo un paso especial hacia la integridad cuando nos animamos a ser guiados por nuestro propio y único cuerpo-espíritu.

La Vida-Corporal del Espíritu en el Cuerpo se conoce sólo a través de nuestro cuerpo, un cuerpo sexual dentro de la sensación corporal de nuestro propio espíritu. Las consecuencias personales, sociales, espirituales y ambientales de romper esta sagrada alianza con nuestros cuerpos, son desastrosas. Finalmente creo que el cristianismo puede convertirse cada vez más en un anacronismo irrelevante mientras la evolución humana avance, a menos que los cristianos creen una espiritualidad enraizada en la Encarnación: nuestro cuerpo sexuado, “en Cristo”. Lo demás es simplemente más palabrearía, aun con las mejores intenciones y los más elevados ideales. La prueba de esto es lo que sucede con los cuerpos humanos sexuados en este planeta. ¿Llegan a ser más íntegros, menos violentos, menos destructivos de los demás y del ambiente? El impacto presente de las religiones del mundo, cuando es evaluado desde esta perspectiva, indica claramente que es necesario un cambio radical en todas ellas.

En los primeros años de vida, antes de la pubertad y la adolescencia, los niños deben ser guiados para descubrir su sexualidad simplemente como una de tantas sensaciones corporales fascinantes, tanto para vivir como para compartir. Aprender en la infancia a estar presentes para una amplia gama de sensaciones corporales a través del Enfoque ayuda a los niños a experimentar su sexualidad en desarrollo en el contexto de muchas opciones. Entonces, los sentimientos sexuales se vuelven parte de una visión más amplia, de un mundo más grande. La sensación corporal de la sexualidad en este abanico más amplio de sentimientos, me descubre quién soy y coloca los sentimientos sexuales que se desarrollan dentro del cuerpo en una más amplia perspectiva.

La sensación corporal del yo que el niño va descubriendo en todo lo que se permite sentir mientras le cuenta su historia a través del Enfoque, trae consigo la guía de su propio y único espíritu, “en el Espíritu”.

Cuando, a través de asumir sus propios vagos impulsos creativos un niño descubre la expresión exacta de esa parte de quien es y puede sentir en su cuerpo la dimensión de gracia del desenvolvimiento de su propia historia, puede también asumir sus sentimientos sexuales como parte de esa misma apertura corporal a la gracia. Una guía llena de gracia puede entonces venir de toda esa área de su desarrollo y de su expresión sexual. De esta forma no sólo los sentimientos 5

sexuales se vuelven parte de todo el panorama de sentimientos y sensaciones corporales a los que estemos acostumbrados a escuchar abriéndolos a la gracia, sino que se vuelven posibles nuevas prioridades. Es más factible que se tenga la capacidad de optar si se permite que la historia contenida en esos sentimientos –que surgen gratuitamente- traiga consigo la libertad de elegir.

Como escribí en el folleto “Un acercamiento Bio-espiritual a la sexualidad”, un proceso como el Enfoque amplía la autoconciencia en el cuerpo, haciendo espacio para todos nuestros sentimientos. Le da a nuestra vida emocional el espacio para asumir y nutrir nuestras sensaciones eróticas y genitales que como parte de esta apertura, tienen entonces la oportunidad de moverse hacia la conciencia del cuerpo total. Sin ese proceso sanador, tanto espiritual como emocional, las sensaciones genitales quedan atrapadas en el área genital, porque no las reconocemos como parte de la visión interior completa de las sensaciones corporales que le son a uno familiares. No podemos relajarnos con nuestra energía sexual cuando somos incapaces de sentirla dentro de un contexto más amplio. Donde no hay un espacio interior para expandirse al resto de las sensaciones corporales, la excitación genital se vuelve hiperactiva.

Cuando estas sensaciones están encerradas en el área genital, se vuelven literalmente, claustrofóbicas. Nos preocupamos buscando el alivio de la energía sexual acumulada porque no se le ha dado espacio para expandirse dentro de la propia conciencia corporal. El Enfoque Bioespiritual abre más espacio en el interior. Provee la opción y la libertad de estar plenamente en nuestros cuerpos de una manera sexual sin tener que expresarnos necesariamente de manera genital. El Enfoque provee los pasos prácticos de una conciencia corporal interna que nos libera para que la sabiduría innata de nuestro cuerpo pueda permear el despertar genital con su propio orden y balance. Eso es muy diferente de reprimir la excitación genital. Sin hacer espacio para asumir esas sensaciones, nos enredamos invariablemente en patrones sexuales adictivos.

Eso es verdad dentro del marco “aceptable” de sexo marital y fuera de él. El sexo disponible, dentro o fuera del matrimonio no es lo que consigue la integración sexual. Incluso el primer paso del inventario del Enfoque enseña una forma sencilla de tener acceso al conocimiento corporal de que la sexualidad está más ampliamente sustentada y que no solo es una preocupación ligada al placer genital. Entonces en el Paso Cuatro, al “dejarnos ir” en la sensación-sentida, descubrimos que hay aún más amplitud que sólo nuestras sensaciones sexuales mientras la historia entre ellas se va desenvolviendo.

Lo que nos lleva a la integración es la congruencia que tenemos con todos nuestros sentimientos y con todo lo que carga nuestro cuerpo. La congruencia nos permite crecer más íntegros en todas las áreas de nuestra vida. A menos que esto esté dándosenos mediante un proceso como el Enfoque llevado a cabo regularmente, la experiencia me ha enseñado que las parejas pueden tener relaciones sexuales por años, y no crecer un ápice ni individualmente ni en su relación.

Recordemos que por congruencia me refiero a la habilidad consciente de sentir físicamente nuestros sentimientos (no sólo los sexuales sino todos los demás también) y permitirles que se simbolicen con precisión. A menos que las sensaciones sexuales como cualquiera otra, se asuman y se escuchen de esta manera, el sexo puede volverse tan incongruente como el acto de manipular sentimientos y como cualquier otro artificio de evasión de proceso que bloquea la historia implícita en nuestros sentimientos, impidiendo su desenvolvimiento. Las sensaciones sexuales, como todas las demás, son puertas de acceso a la integridad dentro del Cuerpo Más Grande, o en el lenguaje de Pablo, “en Cristo”, por lo que el Enfoque no sólo introduce un alternativa más allá del dominio y el control, sino que abre una puerta a la integración sexual y a la espiritualidad a través del cuerpo mismo.

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Si el sexo genital es el único asunto “sentido” del menú completo, es simplemente porque las hormonas están haciendo su trabajo; si aparte de eso uno no se permite sentir nada más, realmente hay muy poco de libertad para decidir.

Vivir en nuestro cuerpo a la manera del Enfoque, llena de gracia nuestra toma de decisiones llevando a cabo elecciones realmente sanas y congruentes. La energía y la expresión sexual se viven como una presencia potencialmente más dadora de vida, más creativa y constructiva. El placer de la energía sexual y el contacto creativo con los demás, tiene más opciones que sólo la expresión genital. El hambre que tenemos de conectarnos con el mundo alrededor de nosotros, se convierte en una forma más dadora de vida que nutre y da lugar a un alcance más amplio y creativo cuando asumimos lo que es real en nuestros cuerpos como una forma de vivir su espiritualidad.

Esta forma de vivir anima nuestra espiritualidad. Nuestra energía sexual nos vigoriza y engendra nueva vida alrededor nuestro. Nacemos una y otra vez, cuando nuestra presencia hacia nuestra propia sexualidad nos revela más y más quiénes somos y quiénes estamos llamados a ser.

Quienquiera que viva de este modo, aun en un área limitada de su vida, conoce la sensación corporal de vida nueva que fluye desde cosas confusas a una comprensión que de repente cuadra al aparecer nuevas opciones que surgen al estar viendo una danza, una escultura, al practicar algún deporte, al estar oyendo música o experimentando una puesta de sol. Uno sabe cuán integrador esto se siente, qué pleno y conectado se siente este fugaz momento; cómo se siente el placer corporal del sexo real y comunicador, comparado con la mera liberación de la tensión sexual.

Pero de alguna manera, especialmente en la religión, debemos crecer más allá de nuestro miedo de dejarnos ir en la verdad de nosotros mismos y asumir cualquier cosa que sea real en nuestro interior si es que queremos sumergirnos en el mundo de la gracia, ya que la religión nos ha enseñado a romper nuestra sagrada alianza con lo corporal; desde esa ruptura, todos nuestros sentimientos son sospechosos y en última instancia en nombre de la religión nos privamos de la sensación corporal y del placer de la gracia. Qué nos queda entonces sino la fuerza bruta de las hormonas y el camino de la obsesión adictiva hacia nuestra genitalidad. Qué ironía que en nombre de la moralidad y la religión, socavemos la expresión corporal de la gracia necesaria para la integración sexual y para el nacimiento de comunidades de gracia nuevas.

Cuán profundamente sexuales son todas nuestras expresiones de vida y amor Al estar trabajando en mi jardín, me detuve a escuchar un sonido poco familiar. Miré a mi alrededor y no pude ver nada, pero oía en dirección del sendero de graba, algo que parecía acercarse cada vez más. De repente, detrás de la valla de árboles que bloqueaban mi vista, llegaba mi vecina Nancy, jalando la nueva carretilla roja que había comprado para los nietos.

Orgullosamente sentada como Reina de Saba, derechita en el carrito y rodeada por el séquito de perros de la familia, iba una de sus nietas que la visitaba. Nancy no me vio, pero aún a la distancia yo pude sentir su muy especial manera de darse a los demás comunicando a su alrededor su hermosa sexualidad.

Sonreí mientras entraba a casa, recordando que Bob, su esposo, había mencionado anteriormente que habían encontrado la nueva carretilla en Intercouse, Pennsylvania, para que ayudara a celebrar su 40 aniversario de bodas cuando todos los nietos llegaran. Me pregunto si al envejecer se darán cuenta cuan profundamente sexuales son la carretilla, la nueva caja de arena y 7

todos los demás preparativos que con tanto amor organizan para estas reuniones familiares. Todo lo que he dicho con anterioridad en este libro acerca de estar programados para desconectarnos de nuestros cuerpos, y por tanto de la sensación corporal de nuestro espíritu, nos fuerza a identificar la sexualidad con solamente el sexo genital. Aunque años después podamos percibirla vagamente de forma diferente, estamos todavía habituados a pensar a través de esta estrecha línea de percepción. Lo que sentimos al planear cuidadosamente una comida para alguien, al sostener con ternura a un niño en nuestro regazo, el tiempo y cuidado invertidos en encontrar el regalo justo, o incluso recordar el cumpleaños de alguien con una tarjeta especial, son expresiones “sexuales”.

Me pregunto ahora, mientras escribo, si Nancy se dio cuenta de que llevar a su nieta a pasear por el vecindario en la carretilla era tan profundamente sexual como ese momento, años atrás, cuando la mamá de su nieta Katlin fue concebida. Sospecho que sí se da cuenta, no para escribirlo o para hablar de ello como yo lo estoy haciendo ahora, sino dándose cuenta de ello en su cuerpo.

Puedo sentirlo en el gozo y la profunda satisfacción que surge cuando su casa se vuelve a llenar de hijos y nietos durante las vacaciones. Bob tiene también su manera masculina de comunicar el mismo mensaje. La calidad de presencia es influida a través de la muy peculiar sexualidad, masculina o femenina… sonrisas, cuidados, puertas abiertas, cuidados con dietas, llamadas por teléfono y un sinfín de cosas simples.

Creo que existe una profunda sabiduría en el espíritu humano que sabe, a pesar de nuestro condicionamiento cultural, que la clave para la integración sexual es nuestra presencia, y que la expresión sexual va mucho más allá que su componente genital. ¿Cómo podríamos, de otra manera, continuar creciendo como humanos cuando la enfermedad u otras circunstancias nos impiden expresarnos genitalmente? Sabemos que no dejamos de ser sexuales sólo por no expresarnos genitalmente, como tampoco la expresión o comunicación con otros deja de ser sexual sólo porque no es genital. El dar vida y amor pueden continuar y continúan a través de nuestros cuerpos, independientemente del sexo genital. No se detienen porque escojamos el celibato, o porque las circunstancias de la vida nos priven de expresiones genitales de amor y donación, con todo y lo bellas que puedan ser.

El vehículo psicológico de nuestra integración sexual es mantenernos continuamente en la habilidad para ser congruentes con la energía de nuestra sexualidad en la interacción humana.

Esto siempre involucra nuestras relaciones mediante una calidad de presencia que es dadora de vida. El Enfoque crea ese ambiente “relacional”, con uno mismo o con otros. Hay una rendición al poder de la gracia en el Enfoque genuino que revela la historia escondida en nuestras sensaciones sexuales. Esa verdad, ese significado o historia sentida en el cuerpo es asumida a través del Enfoque y se vuelve parte integral de quienes somos. Hay una nueva integridad que nace de la gracia cada vez que nos permitimos enfocar. Podemos sentir tangiblemente este proceso de nacimiento en nosotros y en quienes guiamos en el Enfoque. Ése es el ingrediente clave de la integración de nuestra sexualidad.

Ninguna vida humana, especialmente una cristiana, es vocación a la esterilidad. Necesitamos la sensación corporal de engendrar nueva vida a través de nuestra sexualidad. Necesitamos experimentar a través de un amplio espectro de comunicación que nuestra presencia sexual nutre y da vida y no está restringida sólo al sano y amoroso sexo genital, que aún dentro del matrimonio es una muy pequeña parte de la comunicación de una pareja. Una relación de Enfoque se siente físicamente dadora de vida y nutritiva para nuestro cuerpo. Se siente que nacemos, que damos vida a otros, a la relación, al cuerpo nuevo que está naciendo. Esa experiencia permea nuestros

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cuerpos con satisfacción sexual y placer íntimamente sentidos porque responde a la profunda necesidad humana en hombres y mujeres de generar vida, sin importar la edad.

Estamos físicamente hechos para sentir esto en nuestros cuerpos desde el momento que somos lo suficientemente mayores para asumir el espectro competo de sensaciones corporales que surgen de nuestra conexión con el mundo que nos rodea. Las sensaciones corporales sexuales se vuelven parte de una presencia corporal total que da y recibe vida; como Nancy jalando por el camino el carrito con su nieta. Cada uno de nosotros necesitamos sentir en nuestros cuerpos que damos vida a otros, ya que esa es la conciencia corporal decisiva que integra la energía de nuestra sexualidad. La experiencia corporal de dar vida a otros está en el corazón de ese dar vida a un nuevo Cuerpo de gracia.

Desde la edad de seis o siete años, cuando las relaciones en la vida de un niño se vuelven importantes, la sexualidad necesita ubicarse y discutirse en casa, en la iglesia y en la escuela en el contexto de enseñar a los niños cómo asumir y escuchar todos sus sentimientos. Gradualmente y a través del proceso del Enfoque, ellos llegan a reconocer que siempre que sienten cosas en su cuerpo es que en esos sentimientos hay una historia que necesita ser escuchada. Cuando respetan y honran la forma en que su cuerpo les habla, las sensaciones cambian y notan que pueden divertirse más al jugar, concentrarse mejor en sus tareas, atender las necesidades de otros, escuchar mejor. En otras palabras, la calidad de su presencia hacia sí mismos y hacia otros es más clara, más aguda, se abre más y no es tan confusa y estrecha como antes. Para todos es importante darse cuenta de estos sentimientos y nutrirlos. Esto es especialmente cierto para los adolescentes, los viudos, los divorciados, los solteros, los célibes; para quienes atraviesan por la menopausia, para hombres de mediana edad a quienes asumir sus sensaciones sexuales les permite escuchar las historias que están debajo de sus sentimientos en ese momento de su vida.

Esto siempre sitúa dichas sensaciones dentro de un contexto que abre nuevas opciones y da lugar a más acertadas elecciones. No importa tanto nuestra situación de vida, lo que concretamente necesitamos es sentir que nuestra sexualidad puede ser asumida y estar presente ante nosotros totalmente viva y vital. Esto, sin necesariamente incluir la expresión genital. Ésta ensanchada presencia sexual engendra siempre vida nueva.

Yo nunca había oído a tantas personas describir esta sensación corporal de dar vida como al escuchar a quienes guían a otros en el Enfoque. Se siente sexualmente creador de vida estar acompañando a otro en forma tan íntima, sin manipulación ni control. Descubrir finalmente una manera de cuidar y estar presente sin tratar de arreglar, se siente como si uno se sumergiera justamente en la intimidad de la dimensión de gracia de la vida misma, en el misterioso y sagrado territorio que nos llena de profunda y plena satisfacción. Es entonces que ante nuestros ojos, literalmente podemos ver y sentir un nacimiento, como Elizabeth a sus trece años pudo experimentarlo en Kristen de ocho.

El Enfoque puede proveer a los niños de la sensación corporal del tipo de presencia que engendra nueva vida a su alrededor desde su temprana edad. Entrar a la adolescencia con el hábito de asumir todo lo que sienten, los prepara para atender las novedosas sensaciones sexuales que emergen, como ya lo han hecho con el resto de sus sentimientos mediante el Enfoque, esperando que esas sensaciones les cuenten su historia habiendo aprendido cuando eran pequeños, a estar presentes a sí mismos y a otros. Tales sensaciones se vuelven parte de esa presencia más cálida, libre y profunda que el niño gradualmente desarrolla dando vida a otros. La energía y el empuje de las sensaciones sexuales –como también la que está en el dolor, la frustración, el miedo- se procesan a través del Enfoque y se integran en una calidad de presencia positiva que los niños pueden aportar al mundo que los rodea. Todos necesitamos vivir en esta 9

forma, sin importar nuestra edad, porque ello cambia la manera en que cargamos nuestros sentimientos en el cuerpo. Esto, a su vez, cambia la calidad de presencia para con nosotros mismos y para otros que porta la tremenda energía que nuestros sentimientos poseen y que puede ir hacia la destrucción propia y de la sociedad, o moverse hacia la congruencia y la vida nueva dependiendo de si se nos enseña a asumir o a alejarnos de la energía de nuestros sentimientos. Este es el importante papel a desempeñar por la comunidad en el proceso de la integración sexual.

Las personas anhelan ser guiadas por una comunidad confiable y amorosa que les anime a asumir lo que es real en ellas. Reprimir, juzgar, negar, castigar, en lugar de asumir en el Cuerpo de Cristo nuestra realidad, es un rechazo profundo a la posibilidad de recibir la gracia como don así como al Dador -del don. Elegir el control es un radical rechazo a la gracia, por más que frecuentemente se haga en nombre de Dios o pidiendo la intervención divina para controlar o eliminar nuestros sentimientos.

Lo que el Enfoque y la Bio-espiritualidad ofrecen es la libertad de experimentar la presencia de la gracia de Dios al asumir corporalmente lo que en nuestro cuerpo es real. Asumir la verdad de mí mismo y cómo la llevo corporalmente, le permite a mi historia desenvolverse agraciadamente.

Esto crea un orden propio, mucho más duradero, constructor e integrador de comunidad que cualquier orden creado por nosotros a través del control. Hay una espiritualidad corporal innata dentro de cada experiencia de congruencia. Es nuestra forma corporal de tocar la Gracia.

Un acercamiento cristiano bioespiritual a la sexualidad involucra el compromiso de guiar a otros para aprender a arriesgarse a ser congruentes con lo que es real en ellos. Con este salto de fe, descubrimos que dentro de nuestra humanidad inacabada existe dirección, significado, y una enorme energía disponible para la vida y el amor. Cuando nos ayudamos unos a otros a experimentar esto, cargamos lo que sentimos no con vergüenza o como un enemigo del que tenemos que huir, sino como dadores de vida y como el amante que estamos llamados a ser, partiendo justamente de cómo estamos ahora.

Una comunidad de fe verdadera regala a los niños esta sensación corporal de sí mismos con sus propios sentimientos de incompletud, inseguridad, falta de confianza, miedos, dudas y todo lo que involucra ser impotentes y vulnerables en un mundo de adultos. Con el regalo de ser apoyados al asumir todos sus sentimientos corporales, los niños pueden arriesgarse a tomar la responsabilidad de continuar creciendo en esta congruencia. Dentro de sus sentimientos y su sexualidad, ellos sabrán que hay una historia agraciada trabajando en su cuerpo en crecimiento, guiándolos en su propia expresión sexual. La otra alternativa –desconocer necesidades y sentimientos- tiene también su impulso, pero la energía que guarda es destructiva y en algún momento se abrirá paso en forma violenta.

Los cristianos tienen una dimensión de fe muy privilegiada que aportar a su sexualidad, así, la comunidad de fe puede arriesgarse a guiar a sus miembros y asumir su sexualidad con cualquier inmadurez o herida que carguen. Esto lo hacen en fe, asumiendo el Cuerpo quebrantado de Cristo.

Entonces todos experimentarán el fortalecimiento de esa vulnerabilidad por el Espíritu de Cristo.

Este viajar juntos llenos de fe no sólo creará una expresión sexual más madura, responsable e integrada en la comunidad, sino también un gozo compartido en el placer de experimentar la gracia de Dios.

La falta de integración sexual en personas de todas las edades por una comunidad cristiana sana y en crecimiento, no será reconocida como vergonzosa o como algo de lo que hay huir o que deba ser ignorado. Tampoco será ocasión para usar la religión o a Dios para un control más 10

efectivo. En cambio, un acercamiento a la sexualidad sano y lleno de fe, guiará a los niños (y a cualquiera) a asumir lo que es real dentro de sí como el reto de vida de decir “sí” cada día al crecer más íntegros en Cristo. Este asumir en congruencia –con frecuencia con miedo y dolor- será la forma en que la comunidad cristiana alcanzará el Cuerpo quebrantado del Cristo Total y la celebración de que en este Cuerpo del Señor, donde estamos todos juntos, radica el poder de la Resurrección. Nuestra humanidad misma es la que mantiene la continua Encarnación del Cuerpo Resucitado del Cristo Total. La extraordinaria energía de la sexualidad, cuando se integra a la vida de gracia de ese Cuerpo a través del Enfoque, une y enraíza sólidamente espiritualidad y sexualidad en nuestro cuerpo.

La intimidad, la integración sexual y una fe cada vez más madura en el Cuerpo de Resurrección como las conocemos en nuestros cuerpos, dependen de este sentimiento visceral de engendrar vida. Esto crece en nosotros a través de la calidad de presencia que, al ser íntegros, germina en nuestro interior. El cuerpo de Resurrección del Cristo Total es la congruencia creciente en cada uno de nosotros. Este es el recurso lleno de gracia del que pueden emerger las pautas sexuales necesarias. La “esperanza a la que hemos sido llamados” es el regalo de Dios dado en y a través de esa calidad de presencia de uno para el otro. Como Karl Barth lo puso en su Comentario a Romanos: “Por la participación en el Cuerpo de Cristo, los poderes de la era por venir son liberados en los cuerpos de aquellos que lo integran así como sucedía con los milagros de sanación del Jesús encarnado”.5

Es el estar naciendo un Cuerpo nuevo, el lugar para buscar pautas para la sexualidad humana.

Mientras escribía este artículo fui a Oaxaca, México por un par de semanas en el mes de mayo.

Una tarde, senado en el parque, con estas páginas en gestación, escribí las siguientes palabras en tanto observaba una bella pareja de norteamericanos en su luna de miel. Con mi agradecimiento a Robert Bly, escribí:

Jóvenes Amantes El canto de amor y muerte del mariachi rondando los portales, y la risa de los niños jugando en el parque llevan su rostro hacia él.

La cabeza de ella en su hombro sus brazos fueres la rodean y los ojos de ambos llenos de esperanza y vida.

La brisa ondea su falda de verano.

Su armonioso semblante contempla sólo la belleza de ella en la tarde que refresca, 5

John A. T. Robinson, The Body: A study in Pauline Theology, London, SCM Press, 1963, p. 73, (quoting from Karl Bath, Commentary on Romans, p. 443.)

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y yo me pregunto con Robert Bly… ¿Se perderá ese sagrado momento de sabiduría contenida en la pasión, como la flor de gardenia en la bandeja de la joven indígena que pasa? ¿O llegarán a comprender antes que sea demasiado tarde, que nos amamos en el milagro sanador de lo que en nosotros está más inacabado? ¿Aprenderán a amarse uno al otro con lo que en ellos está todavía cambiando… lo que no tiene un rostro bello, labios perfectos, ni pelo ondulante, lo que no ha encontrado aún su cuerpo? ¿Son ellos los amantes, los fuertes cuyo Santo Cuerpo no formado aún nacerá en medio de nosotros algún día? ¿O se levantará la sombra del pasado de su niñez, la vergüenza de asumir la verdad y lo incompleto, para interrumpir sus dedos moviéndose al ritmo de la música sobre su hombro desnudo? ¿Dejarán de rondar sus dedos juguetones en la melodía de su propio amor mientras ella responde con sonrisa sugestiva que pronto desaparecerá? ¿Son ellos los que tienen que entender que en su pasión ahora, un beso, su toque… el sólo estar juntos en toda su joven incompletud… está naciendo su Cuerpo nuevo? ¿Saben ellos que este es el regalo que nos damos unos a otros?

Este, el regalo con el que amamos… ¿O se les dijo que soñaran otro sueño?

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Se estiran y caminan alrededor del parque, pero pronto están de regreso antes de que mis pensamientos los hayan dejado.

Yo observo y oro que puedan sentir este cuerpo naciente y su esperanza y promesa. ¿O entre lágrimas se alejarán conociendo sólo lo inconcluso en ellos y no su misterio y esperanza?

A la vuelta de la esquina del Zócalo, en lo alto del altar de la Compañía, Ignacio sonríe en medio de la iglesia que se desmorona y que un día sus hijos construyeron.

Cruzando la plaza, los globos de niños riendo y jugando vuelan alto para tocar las miradas conocedoras de Clara y Francisco enmarcadas en una luna nueva sobre el envejecido rostro de la catedral.

Y los dos jóvenes amantes se abrazan mientras el Misterio se acomoda para pasar aún otra noche en medio de nosotros.

¿Son ellos los Amantes, los Fuertes…?

Cuando regresé a California, encontré esas palabras que me había escrito Marianne Thompson al principio del año, describiendo este Nuevo Cuerpo que nacía en ella y Lance, su compañero de Enfoque, tras 19 años de matrimonio: “Hay algo profundamente sexual en el proceso de asumir lo que es real en nosotros que tiene su propio poder para introducirnos dentro del otro. Justo en el corazón del rendirnos a la verdad de quiénes somos, se encuentra lo erótico. Para mí, como mujer casada, la plenitud sexual comienza al establecer un Acompañamiento de Enfoque con mi esposo Lance, y llega a su clímax natural en el acto sexual. Es como si el ser vulnerable uno con el otro en el Enfoque, se extendiera a la intimidad física llegando a una profunda sensación de integración en lugar de sentirse usado uno por el otro. Para nosotros, la vulnerabilidad en el Enfoque se siente como buen juego sexual. El nivel de entrega parece acrecentarse al dejarnos ir en los lugares donde sentimos miedo. Ese dejarnos ir es invitación física para unirnos. Asumir nuestras mutuas vulnerabilidades nos lleva a ser más quienes realmente somos.

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Al ser conducidos en esta dirección, encontramos una realidad increíble en la energía sexual que justamente viene al asumir lo que se siente negativo dentro de nosotros. Hay una conexión tangiblemente sentida entre el deseo de ser físicamente penetrada y la sensación profunda de ser ambos penetrados por el don. La experiencia sentida supera con mucho las palabras con las que puedo describirla. Se siente como si cada núcleo de nuestras células estuviera invitando a la gracia y a la vez sometiéndose a ella. La energía sexual se siente como un Cuerpo nuevo que literalmente, está naciendo. ¡Sentimos que antes de que cualquier intimidad real sea posible con el otro, debe ser sentida primero con uno mismo! El asumir la verdad de quienes somos trae consigo un sentimiento de increíble intimidad con uno mismo. Cuando esa misma calidad en el rendirnos se extiende al otro, nuestra unión de dos cuerpos se siente como el puente hacia una unidad Mayor. Somos parte de una creación continua. Al interior del clímax se experimenta el fugaz abrazo del Todo Mayor.

El “Más” entre nosotros se vuelve un regalo dador de vida, no sólo para nosotros sino también para nuestros hijos, y a través de nosotros, para el Cuerpo Más Grande. En esa manera de dejarse ir en el otro, no existe la necesidad de usar su cuerpo para el placer propio. ¡Estamos con el otro juntos de la misma manera que lo estamos durante el Enfoque: Abiertos al don! Las donación del otro se nos da de la misma manera que el don que viene a nosotros en el Enfoque: al rendirnos. Ser reales juntos, sin ninguna atadura, suscita el deseo de unidad con el amado. Libres de la necesidad de arreglarnos uno al otro, ¡estamos listos para permitirnos ser uno y otra como lo somos en nuestro interior! ¡Y estamos abiertos a ser cambiados por el otro! Al disponernos al don estamos abiertos a la gracia de una integridad que está madurando. Nuestra relación se vuelve cada vez más en lo que llamamos “Lo que está entre ambos”. ¡Es una identidad nueva, mayor que la de sólo nosotros!

El intercambio entre nosotros viene del don y nos conduce a una unión agraciada. Hay una clara sensación de haber sido colmados de gracia y que el sentimiento de ese “Más” que creamos juntos es algo absolutamente nuevo. Nuestra identidad entona con la sensación completamente nueva de quienes somos juntos. El sentir corporal nos dice “nosotros no hicimos esto”. Para nosotros las palabras de Ed describen muy bien este sentimiento: “Al soltar el sentimiento corporal de dominio podemos hacer contacto uno con el otro a un nivel mucho más profundo. Estamos más ‘en’ el otro que afuera, separados, alienados y solos”. Algo comienza a cambiar dentro de nuestros cuerpos con este soltar, y una nueva sensación de seguridad y confianza genuinas entra en nuestra relación. Estar conectados dentro de la intimidad de la presencia real de uno para el otro trae una dimensión llena de gracia a nuestra unión física.

Por la necesidad de quimioterapia hace algunos años, entré abruptamente en la menopausia en lugar de que fuera una experiencia gradual como lo es en la mayoría de las mujeres. Mi ginecólogo y mis amigos me dijeron que este sería un difícil momento sexualmente hablando. Que habría muchos cambios físicos mientras las hormonas se ajustaban y que era probable que mi deseo sexual disminuyera mucho. Durante los meses que siguieron, mientras me sentaba enfocando la tristeza que sentía por la pérdida prematura de mi ovulación cada mes y todo el cambio dentro de mí, me sorprendí de lo que empezó a pasar en mi interior; justo al asumir estos sentimientos se desarrolló una nueva sensación de deseo e intimidad. ¡Lo que me estaba sucediendo no era en absoluto lo que yo esperaba!

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Al aprender esta otra clase de intimidad conmigo misma, mi deseo de estar con Lance se elevó. No puedo sino preguntarme si el Enfoque podría ser una nueva forma de entrar con una misma durante la menopausia como con cualquier otro momento de nuestra vida. ¡Sospecho que lo es!

Hay una increíble reserva de sorpresa agraciada dentro de nuestros cuerpos. Cuando podemos entrar gentilmente y por un período suficiente de tiempo a nuestras heridas, miedos, confusión y aun a nuestras expectativas catastróficas, justo nos convertimos en un Cuerpo Nuevo. Después de 19 años de matrimonio, sentimos nuevamente nuestro interior como cuando nos enamoramos: suave, excitante y lleno de esperanza.” ***** Y los dos jóvenes amantes se abrazan mientras el Misterio se acomoda para pasar aún otra noche en medio de nosotros.

¡Cuánto luchamos contra la vulnerabilidad de asumir nuestro propio cuerpo con todo lo que él siente! ¡Cómo le ponemos barreas y le amenazamos con ideologías, teorías y reglas a nuestro cuerpo recubriéndole su deseo de entrar en “el nido interior… nunca tan redondo… hecho por otro pájaro imperfecto.”6 ¿Nos atreveremos a confiar en que en la mutua vulnerabilidad de asumir juntos lo que es real en nuestros cuerpos estará presente el Espíritu de Dios para guiarnos? En verdad esto representa un salto de fe que parece nunca haber sido escuchado en pronunciamientos públicos de las iglesias cristianas. Pero sí calladamente en sus bancas, ya que lo hemos heredado en la “frescura de cosas muy profundas donde generaciones han caminado y la naturaleza nunca se gasta… el Espíritu Santo sobre el mundo torcido cobija con pecho cálido y con ¡ah! alas brillantes.”7 Escuchemos y aprendamos el lenguaje de la gracia en nuestros cuerpos. Entonces tendremos las respuestas que buscamos.

Cuando lo correcto sucede el cuerpo entero lo sabe.

El camino cubierto de piedras se vuelve un río suave corriendo en medio de juncos.8

Sin embargo, antes de que esto pueda suceder, todos tenemos mucho que abandonar. Los viejos tienen que atreverse a bajar de su torres romanas, los profesores del seminario de detrás de sus libros y escritorios, los políticos eclesiásticos, de izquierda o de derecha, deben dejar atrás sus 6

Bly, R., op. cit. p. 68.

Gardner, W.H. (editor) “God’s Grandew” en Gerard Manely Hopkins, A Selection of His Poems and Prose, Baltimore, Penguin Books, 1953, p. 27.

8 Bly, R., op. cit., “The Horse of Desire,” p. 65.

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negociaciones por el poder, y millones de individuos ordinarios, asustados, heridos, deben avanzar sin la red de seguridad de su propia versiĂłn del mito del dominio. Entonces, cuando nos despojemos de la fachada del mito, con nada sino lo que es real para compartir, podremos finalmente decidirnos uno al otro: Ven conmigo, caminaremos solos, lejos de edificios y lugares altos.

Amo ir contigo, y entrar en el valle donde ninguno es rey.9

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Bly, op. cit., “Come with Me,� p. 29.

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