Javier Garrido
Releer la propia historia Sobre los ciclos vitales y sus crisis
Instituto Teol贸gico de Vida Religiosa Erlijioso Bizitzaren Teologi Institutoa Apdo. 86 - Gasteiz/Vitoria 1997
Indice
PRESENTACION.......................................................................................7 TEMA 1. RELEER LA PROPIA HISTORIA .............................................9 I. EXPOSICION .......................................................................................9 1. Releer la propia historia .......................................................................9 2. El sentido de la vida ...........................................................................10 3. Imagen real de sí ................................................................................11 4. Responsabilidades .............................................................................13 5. Relaciones .........................................................................................14 6. Dios ...................................................................................................15 II. TALLER DE REFLEXION ..................................................................18 a) Una celebración de cumpleaños ........................................................18 b) Una reunión de comunicación ...........................................................18 TEMA 2: DESCRIPCION .......................................................................19 I. EXPOSICION .....................................................................................19 1. El modelo de Erikson .........................................................................19 a) Niñez (12 primeros meses) ..........................................................20 b) Primera infancia (1-3 años) .........................................................20 c) Edad de jugar (4-5 años)..............................................................20 d) Edad escolar (6-11 años) .............................................................21 e) Adolescencia (hasta los 18años, más o menos) ...........................21 f) Adulto joven (a partir de los 18 hasta los 40, más o menos) ...... 21 g) Adulto maduro (a partir de los 40 años) ......................................22 h) Vejez ............................................................................................22 2. El modelo de C.G. Jung .....................................................................24
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3. El modelo de las crisis existenciales ................................................28 a) Entre la adolescencia y la adultez (18-25 años) .........................29 b) .......................................................................................... El joven adulto (entre 25 y 40/45 años) ................................................30 c) ........................................................................................... Adulto maduro (entre 40/45 y 60/65 años) ......................................31 d) El adulto anciano (a partir de los 60/65 años) ............................32 II. TALLER DE REFLEXION ................................................................. 34 TEMA 3: DRAMATICA .......................................................................... 35 I. EXPOSICION .................................................................................... 35 1. Densidad antropológica del tiempo ................................................. 35 2. Las fuentes y ámbitos de tensión ...................................................... 39 a) Equipamiento y libertad ............................................................. 40 b) Exterioridad e interioridad ......................................................... 40 c) Ideal y proceso ........................................................................... 41 d) Autonomía y vida teologal.......................................................... 41 3. Más allá de la edad ............................................................................42 II. TALLER DE REFLEXION ................................................................. 46 TEMA 4: CICLOS VITALES Y PROCESO ESPIRITUAL ......................47 I. EXPOSICION .................................................................................... 47 1. ¿Tiene que ver la conversión con la búsqueda de identidad? ........... 47 2. ¿Cuándo suele darse la experiencia fundante?.................................. 50 3. ¿Por qué cuesta tanto la unificación espiritual? ................................ 51 4. ¿Por qué no se madura sin sufrimiento? ........................................... 54 5. ¿Tiene que ver la reducción con la experiencia mística?.................. 57 II. TALLER DE REFLEXION ................................................................. 61 TEMA 5: RENACER Y PEREGRINAR .................................................. 63 I. EXPOSICION .................................................................................... 63 1. Vivir a fondo ..................................................................................... 63 2. Nada está perdido .............................................................................. 64 3. El niño interior .................................................................................. 65 4. Pecado y resistencias ........................................................................ 66
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6. La vida va por dentro ........................................................................ 68 7. Tiempo y eternidad ........................................................................... 69 II. TALLER DE REFLEXION ................................................................. 70 DÍA DE RETIRO PARA ADVIENTO ............................................... 73 “RE-LEER LA VIDA” ......................................................................... 75 Ia PARTE ................................................................................................ 75 INTRODUCCIÓN PARA ESTE DÍA ................................................... 75 2a PARTE ............................................................................................... 76 A) Ambientación comunitaria .............................................................. 76 B) Lectura personal de la vida.............................................................. 78 3a PARTE .............................................................................................. 86 Puesta en común comunitaria ................................................................. 86
4a PARTE
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Presentación
1. Con el tema de los ciclos vitales, la revista FRONTERA-HEGIAN aborda una problemática central, que ocupa la reflexión y las inquietudes espirituales de muchas religiosas/os. ¿Qué pasa a los 20-25 años, cuando uno choca con una realidad que no responde a los ideales de la adolescencia, los que suscitaron la vocación? ¿Qué pasa a los 35, cuando la pluralidad de responsabilidades e intereses vitales hace tan complicada la relación afectiva con Dios? ¿Por qué, a los 50, sin saber cómo, la confianza en Dios y el agradecimiento simplifican el corazón? ¿Por qué, a los 70 años, con frecuencia, uno se refugia en un nido caliente, y sólo quiere que le dejen en paz? Evidentemente, no hay respuestas unívocas a las anteriores preguntas. A los 35 años un célibe puede estar arrastrando la asignatura pendiente de la sexualidad, y
otro, conocer la intimidad amorosa del adulto con una fuerza insospechada a los 20 años. 2. Lo que resulta cada vez más claro es que ya no es posible responder a esas cuestiones recurriendo exclusivamente a categorías morales y religiosas. Si en las relaciones comunitarias la hermana xx se siente bloqueada con su superio- ra, no basta apelar a la obediencia y al amor sobrenatural. Habrá que preguntarse por la problemática psicológica, concretamente, cómo ha integrado la relación con la autoridad, lo cual presupone tener en cuenta la relación de dependencia y la necesidad de autoafirmación. En este cuaderno nos proponemos abordar un tema especialmente apto para la espiritualidad interdisciplinar. Los ciclos vitales son realidad biológica; pero, vividos por la persona humana, en ellos se desarrolla su historia particular, es decir: el crecimiento o deterioro de
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su personalidad, las decisiones tomadas, los acontecimientos, el encuentro con otras personas, la experiencia de Dios, etc. Todo ello, problemática psicológica, dramática existencial e historia de Salvación constituyen la densidad humana de los ciclos vitales. Habría que añadir otras dimensiones: el contexto sociocultural, las tensiones propias, ad intra y ad extra, de nuestras instituciones religiosas,
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etc. Francamente, no puedo abordar todas las perspectivas. Ofrezco aquellas que me han ocupado desde hace varios años, y que expresé anteriormente en los libros: ADULTO Y CRISTIANO/PRO CESO HUMANO Y GRACIA DE DIOS, ambos en la editorial Sal Terrae. Como es natural, muchas reflexiones se repiten1. Pamplona, 1997
Seguimos el esquema de cuadernos anteriores. Cada tema tiene una primera parte, Exposición, que busca profundizar, y una segunda parte, Taller de reflexión, que puede servir para el uso personal y para encuentros comunitarios.
- Tema 1 Releer la propia historia
I. EXPOSICION Hay personas que no tienen historia. Son incapaces de leerla en una unidad de sentido. Cuentan sucesos, anécdotas, experiencias sueltas. Da impresión de que van respondiendo a las circunstancias, sobre la marcha, como que no han tomado la vida en sus manos. Personas auténticas son las que se hacen protagonistas de su historia. Se confrontan con la realidad, y ésta es vivida y elaborada en relación con su propia subjetividad. Sienten que todo lo hacen suyo, lo positivo y lo negativo. Se sienten en proceso, construyendo su propia historia. No siempre saben lo que quieren; pero el instinto interior les dice que lo que importa no es acertar, sino vivir a fondo. Tienen claro que la vida no consiste en montarse un sistema de seguridad, sino en el riesgo que confía. Así en lo humano como en lo espiritual.
Pero este talante no tiene nada que ver con el gusto de sentirse diferente ni con las ganas de experimentarlo todo. Al contrario, la persona auténtica tiene un sexto sentido para ser fiel a sí misma, pero mantener la propia identidad en medio de las situaciones cotidianas y las crisis que la amenazan. ¿Cómo lo hacen? Ni siquiera lo saben. Es una mezcla sorprendente entre consciencia e inconsciencia. Lo esencial está en la intuición y en las actitudes. Pero, de vez en cuando, se paran, reflexionan, hacen balance.
1. Releer la propia historia Es una de las características de la subjetividad personal: vivir y revivir, retomar el pasado de un modo nuevo, releer permanentemente la propia historia. Porque a los 20 años uno interpreta su infancia en una clave, por ejemplo, en función
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de la necesidad de elaborar una imagen integral de sí. Y a los 35, quizá, en función de problemas pendientes no resueltos. Pero a los 50, tal vez, en una visión de conjunto, con la certeza agradecida de que allí, exactamente, en la infancia, todo estaba dado de antemano, de modo que el crecimiento posterior ha estado ligado a la capacidad de volver a las fuentes de la infancia, de donde brotan constantemente las experiencias originarias de la vida, del amor, de la relación con Dios. El creyente relee su historia según su propio proceso de fe. Como Israel. La Biblia ha sido escrita como relectura. La tradición yahvista relee sus orígenes a la luz de la promesa de Dios hecha a favor de la dinastía de David. La gran composición de la historia deuteronomista es una relectura desde los orígenes hasta la destrucción de Jerusalén a la luz de la crisis del destierro, y sorprendentemente, de ella rebrota la esperanza insobornable en el futuro. Los evangelios mismos son una relectura de la vida, mensaje, hechos, pasión y muerte de Jesús a la luz de la Resurrección y de la experiencia del Espíritu Santo. La fe se alimenta y crece con
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esta relectura: retomar el pasado para abrir un nuevo horizonte de futuro. Para ello necesitamos un marco de referencias. Dada la complejidad de la existencia humana, tenemos el peligro de perdernos en el bosque. Conviene tener indicadores. Nos guían en este balance de la propia historia personal. Sin embargo, las referencias son lo objetivable, los elementos que estructuran la historia de las personas. Lo determinante es lo inobjetivable, lo que ocurre en ese conjunto de mediaciones, la vida personal. Por eso, hacer balance de la propia historia no tiene nada que ver con el examen de conciencia, con los logros y fracasos a nivel de conducta. Es una de las señales de una historia mal fundamentada: confundir el orden con la vida. ¿No ocurre con frecuencia que los momentos decisivos de la transformación personal están ligados al sufrimiento e incluso al pecado?
2. El sentido de la vida La primera referencia es el sentido de la vida, es decir, los sueños, proyectos, ideales, que han dado
—11 sentido a mi vida, y que, normalmente, han ido cambiando o, al menos, resituándose. - ¿Cómo ha ido cambiando el sentido de tu vida desde niño/a hasta ahora? - Se supone que la fe está esencialmente asociada a dicho sentido. En efecto, ¿se ha ido transformando tu fe, y con ella tus progresos e ideales?
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Lo inobjetivable tiene que ver con experiencias vividas. El celibato, por ejemplo, a los 20 años podía significar el ideal de un amor único y total; pero si te has enamorado y no has pasado de largo ante ese terremoto afectivo, habrá cambiado el sentido mismo del ideal del amor exclusivo.
Lo inobjetivable depende de lo que está más allá de sueños, ideales y proyectos, la vida teologal. La paradoja estriba en - No siempre hay El creyente relee que hay una etapa en la un paralelismo entre su historia según su historia personal, en las fases de transforpropio proceso de fe. que uno cree que el mación del sentido de Como Israel. sentido de la vida se La Biblia la vida y los ciclos vialimenta de proyectos, ha sido escrita tales; pero, con frey otra (¡gracia fundancomo relectura. cuencia, sí. Piensa en te!), en que se descubre la infancia, adolescencia, juventud, que el sentido de la vida consiste madurez, etc. en creer, esperar y amar. Y ¡es tan distinto hacer este descubrimiento Lo objetivable está a nivel ideoa los 22 años o a los 48, y no halógico. Cambian los planteamienberlo descubierto nunca, como tos, la mentalidad. A los 40 norocurre, por desgracia, en muchos malmente no se piensa como a los creyentes! 18. Algunos mantienen firmemente sus principios y convicciones. Lo inobjetivable está a otro nivel, el latente. Tiene que ver con los intereses vitales: uno puede ser fiel a sus ideas, pero estar amargado internamente; ¿por qué?
3. Imagen real de sí La segunda referencia presupone que uno ha dejado de ser adolescente y está ya en la adultez, aunque sea joven de 25 años. La
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adultez comienza, justamente, por do al inconsciente, que, más allá de este cambio existencial: en la adotus cualidades y defectos, están los lescencia el yo real se identifica miedos, los mecanismos de defencon el ideal del yo; en la adultez se sa, los sistemas falsos de seguriexperimenta el desajuste entre el dad, las resistencias ocultas, y conideal del yo y el yo real. El origen secuentemente, ciertas necesidades de esta crisis de autoimagen es vabásicas no siempre reconocidas y riable. Puede venir por reflexión y ciertas esclavitudes radicales? autoconocimiento; pero las más de - El autoconocimiento tiene que las veces viene porque la realidad ver con la humildad, a condición externa (la amistad, la comunidad, de que ésta no se el ámbito de la miconfunda con la insión...) no responde a Hacer balance hibición o la falta nuestras expectativas, de la propia historia de autoestima. Huy, al frustrar nuestros no tiene nada que ver con deseos ideales, nos el examen de conciencia. mildad es espíritu de verdad, aunque obliga a la confrontaEs una de las señales quede herido nuesción. de una historia mal fundamentada: confundir tro narcisismo. HuSe supone que el mildad es luz de el orden con la vida. ciclo biológico de los Dios para reconocer años, a partir de los 20, propicia dinuestro ser de criaturas y nuestro cha confrontación, el paso sicolópecado. Si miras tu historia, ¿puegico a la adultez. Pero no siempre des discernir los cambios que te es así. Hay eternos adolescentes, han llevado a esta “pobreza de esque a los 60 años siguen renovanpíritu”, sin la cual no existe un disdo los mismos deseos de perfeccípulo del Reino? ción de los 18, ignorando su propia Lo objetivable es el autoconocirealidad (tendencias, motivaciones miento como diagnóstico. Eres obinconscientes, etc). jetivo y con los años has logrado - Recorre tus ciclos vitales y una imagen real de ti. Pero este codetecta el cambio de autoimagen, de nocimiento no te ha liberado “por autoconocimiento. dentro”. Es una especie de “resignación racional”, que a la larga nu- ¿Este proceso de autoconocitre una actitud de autosuficiencia y miento te va llevando de algún mo sutil desesperanza.
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Lo inobjetivable es el proceso de autoconocimiento que lleva a “la verdad que nos hace libres”, a la autoestima que se compagina bien con la conciencia de las propias limitaciones, a reconciliarse con el pasado, a descubrir quién es Dios y quién soy yo, a la sabiduría liberadora de la pobreza, etc.
4. Responsabilidades El mundo del trabajo y de la misión. Al que está ligado el sentido moral y existencial: justificarse ante la propia conciencia, ante los demás y ante Dios. En la vida religiosa, las responsabilidades vienen después de los años de formación, después de los votos perpetuos. Coinciden con el ciclo vital del joven adulto. Su duración depende del carisma de cada Congregación, pues no es lo mismo trabajar en un colegio o en una parroquia. Nuestra conciencia vocacional hace que, para nosotros, el trabajo sea misión del Reino, no mera profesión. Exige profesionalidad, según los casos; pero lleva componentes de voluntariado y, sobre todo, de dinámica espiritual, que dan a nuestro trabajo una densidad antropológica especial.
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- ¿Nos ha ayudado el trabajo/ misión a madurar humana y espiritualmente? Recordar situaciones concretas. - No es lo mismo trabajar a los 25 años, con el impulso de las expectativas, o a los 65, cuando eres consciente de lo que la condición humana da de sí. - La responsabilidad, cuando implica a la persona, suscita interés vital. Con frecuencia replantea una espiritualidad centrada en la relación personal e íntima con el Señor. No sólo es cuestión de equilibrio entre oración y acción, sino de integración de fe y vida, de amor de Dios y del prójimo, de unificación interior. Lo objetivable es recorrer los distintos trabajos y responsabilidades que se nos han encomendado, y tomar conciencia de cómo han repercutido en el conjunto de nuestra vida. Inobjetivable, pero discernible, es la vivencia de la esperanza cristiana, a la que obliga toda misión: capacidad humana para sostener las responsabilidades y elaborar las frustraciones, sentido teologal para valorar la eficacia o ineficacia de nuestro trabajo.
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La esperanza a los 25 años tiene mucho de necesidad de autorrealización y de deseo utópico. A los 65, se supone, la esperanza ha sido sometida a prueba y purificada. La esperanza teologal es nuestro modo cristiano de vivir el tiempo; pero pasa por el talante propio de los ciclos vitales.
5. Relaciones
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por nuestra infancia. Tomar conciencia. en cada etapa de la vida, del subsuelo afectivo familiar. - Discernir si hemos cambiado en este campo. Dependerá de relaciones concretas: pero, sin duda, tendrán que ver con los ciclos vitales. Por ejemplo, enamorarse no depende de la edad, pero también depende de la edad, y sobre todo, depende de la edad el significado de dicho enamoramiento.
- En un célibe con lucidez espiLa cuarta referencia atañe al ritual, no meramente ramundo afectivo, al más cional, se combina siemimportante antropológiEn la adultez pre la capacidad de relacamente. Relaciones asise experimenta métricas: con los padres, el desajuste entre ción afectiva con la soledad de pertenencia exclueducadores, autoridad, o el ideal del yo siva al Señor. Recuerda tu y el yo real. con iguales, a los que se historia afectiva teniendo percibe superiores. Reello en cuenta. laciones simétricas: amistad, pareja, hermanos, compañeros... Rela- Una tensión característica de ciones duales y grupales. la vida religiosa: las relaciones del ámbito de trabajos y las relaciones Nuestra historia personal es comunitarias. ¿Cómo has vivido en proceso de transformación, casi tu historia dicha tensión? siempre, en proporción directa con la capacidad de implicamos en las - Si pudieses diferenciar y relaciones y de elaborar lo que jerarellas desencadenan. En cuestiones quizar por niveles afectivos tus rede corazón nos jugamos lo mejor y laciones interpersonales... sería una lo peor de nosotros mismos. buena referencia para releer tu historia. - En nuestra historia afectiva estamos marcados, no determinados, Objetivable es lo que ocurrió en
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cada caso: encuentros, gozos, rupSi hemos de releer nuestra histuras... Inobjetivable, pero real y toria a la luz de Dios, algunas prediscernible, es lo esencial: que saguntas se imponen: liste de ti mismo, descubrir que la 1) ¿Cómo ha ido cambiando, vida consiste en amar, pero que todesde la infancia hasta ahora, mi da la vida es poco para aprender a imagen de Dios? No la representaamar, que el miedo al tú y la aproción ideológica de Dios, sino la piación del tú nos atenazan, que topropia de la relación afectiva, ya da liberación pasa por el binomio que muchos creyentes cambian, amor-sufrimiento, que la afectivipor ejemplo, la idea de Dios- sudad nos deja indefensos y por ello perconciencia a Dios-amor, pero propicia la confianza, que en el cosin que en su relación afectiva harazón humano se muestra nuestra ya proceso real. grandeza y miseria, que, torpe y egoísta como es, está 2) ¿T hecho para Dios... Nuestra historia ienes una hispersonal es proceso toria de amor con En las relaciones de transformación, Dios? ¿Ha ido camestá el peso determien proporción directa biando con los años? nante de la historia con la capacidad ¿Los ciclos vitales tiepersonal. de implicarnos en nen que ver con ese las relaciones. cambio? Hay muchos célibes que no tienen una historia de intimidad con Dios, 6. Dios que incluso la consideran “intimista” y adolescente. Dios ha quedado En las relaciones está el peso reducido a símbolo de valores, o a determinante de la historia personal, sentido último, de modo que la reporque Dios tiene el primado en lación afectiva se da sólo puntualnuestra historia afectiva. Lo que mente. Dios por sí mismo no suscipasa es que, por desgracia, no ta el deseo, el interés vital. Lógicasiempre es así. Hay que añadir, mente, no hay experiencia de la además, que Dios no es un referente Alianza. entre otros, sino que está en todos los referentes (proyectos, auto¿Por qué? Las causas son innuconciencia, responsabilidades y remerables: educación ideológica de laciones) y más allá de todos. la fe afectividad inconsciente mal
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integrada, el pecado en forma de miedo, desconfianza y resistencia al Amor Absoluto, huida del cara a cara, inadecuada pedagogía de la oración, discernimiento dualista, en que se separa lo espiritual de lo humano, etc, etc.
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- que Jesús es el camino, la ver dad y la vida; - que la acción del Espíritu Santo es real, lo más profundamente real, aunque no sea bj ti bl 4) ¿Esta relación con Dios te ha separado de la realidad (proyectos autoconocimiento, misión, otras relaciones) o, al contrario, te ha permitido integrarla e, incluso, vivirla de un modo nuevo?
3) ¿Puedes afirmar que, a partir de un momento/fase de tu vida, tu relación con Dios ha supuesto un “nuevo nacimiento”, de modo que has comenzado a “entender por dentro” la vida teologal? ¿A qué edad? Releer la propia historia ¿Cuáles fueron las significa discernir mediaciones humacuál es la historia de nas y espirituales que Dios en mi vida y facilitaron la acción aceptarla en su realidad, de la Gracia? con sus luces y Desde entonces sabes por experiencia:
En efecto, Dios no está “al lado de”, sino “en y más allá” de todo. Por eso, si la relación con Dios es verdadera:
sus sombras. - releo toda mi historia como historia de Salvación;
- Que Dios es Dios de Salvación, fidelidad y gracia;
- la aceptación de mí se apoya en la gratuidad del amor de Dios;
- que la libertad interior consiste en la disponibilidad a la voluntad de Dios;
- oración y acción se compenetran;
- que hemos sido justificados por la fe, no por las buenas obras; - que convertirse consiste en volver a ser niño;
- los lazos afectivos humanos no se fundamentan en la posesión, sino en la gratuidad. Dicho así, es hasta bonito. Cualquier creyente sabe que la vida teologal es un arduo y largo ca
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mino, en que nosotros hacemos lo que podemos, con la sensación cada vez más clara de estropear la acción de Dios, pero que el secreto está en la humildad del amor, que deja a Dios el momento y el cómo. 5) ¿Tienes la sensación, mirando retrospectivamente tu historia, de desarrollo de tu vida teologal? ¿Crees que tiene que ver con los ciclos vitales? Por ejemplo, teóricamente, la crisis de autoimagen (de los 20 a los 25 años) debe propiciar la vida teologal que llamamos la experiencia fundante inicial; que, antes de la crisis de realismo, la vida teologal ha de pasar por la integración de necesidades humanas, las virtu
des morales, la realidad de la misión, etc.; que, a partir de la madurez (40/45 años en adelante), ha de estar consolidada o iniciar la “segunda conversión” o predominio de la vida teologal... Esto quiere decir que hay cierta correlación entre la madurez espiritual y la madurez existencial de los ciclos vitales. Pero, como es obvio, la histo- • ria humana no responde a un esquema lineal evolutivo: hay desfases, estancamientos, acelerones, rupturas, mesetas de paso lento... Por eso, releer la propia historia significa discernir cuál es la historia de Dios en mi vida y aceptarla en su realidad, con sus luces y sus sombras.
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II. TALLER DE REFLEXION
Sugerencias varias para la reunión comunitaria. a) Una celebración de cumpleaños Se puede escoger un día de cumpleaños de un hermano/a, pero que se aprovecha para la participación de todos, teniendo como tema el cumpleaños: - Exponer en voz alta las sensaciones que cada uno vive cuando celebra el cumpleaños. - Se puede entresacar de la parte expositiva algunos aspectos concretos que favorezcan la comunicación. - Se puede leer algunos textos bíblicos y dejar tiempo para las resonancias: Sal 71 (70); 90 (89); 92 (91); 1 Sam 3; Jn 1, 35-51; 21, 15-23; Le 2, 41-52
b) Una reunión de comunicación. Se supone que cada uno ha hecho balance de su historia a la luz de la parte expositiva, y que, dentro del respeto a la intimidad, cabe una comunicación fraterna. - Se puede dejar la comunicación abierta, sin guión previo. - O bien, que el responsable de la reunión ofrezca un guión adaptado al grupo. * Material de profundización: Cf. Adulto y cristiano, pág. 185-190 (Ed. Sal Terrae).
- Tema 2 Descripción I. EXPOSICION Llama la atención el poco espacio que la tradición espiritual ha dado a los ciclos vitales. Algunas notas en Casiano y en Taulero, conscientes de la importancia del “demonio meridiano”. Hacia los 40 años, el hombre espiritual sufre un viraje, probado por la “acedia”, la tentación de la desesperanza respecto a sus proyectos espirituales, cabalmente. Es un signo de nuestro horizonte socio-cultural el tratar la Gracia en relación con los procesos humanos. La espiritualidad no se centra sólo en la escucha contemplativa de la Revelación o en la vida interior, sino que pone especial interés en la historia integral del sujeto concreto: ámbito externo, desarrollo bio-psíquico, experiencias humanas... El discenrnimiento clásico, a base de categorías religiosomorales, ha de confrontarse con los datos de las ciencias humanas. Recordemos que la descripción
de las fases de la vida espiritual durante siglos, hasta ahora mismo, ha reproducido el esquema del pseudo-Dionisio: purgación, iluminación, unión (principiantes, aprovechados, perfectos). Algunos sistematizadores han introducido en él “las noches” de Juan de la Cruz y las siete “moradas” de Teresa de Avila. Pero la perspectiva era la misma: describir la transformación de la conciencia en cuanto experiencia religiosa. Hoy necesitamos integrar la sabiduría del discernimiento espiritual con sus presupuestos antropológicos. Por eso recurrimos a modelos propios de las ciencias humanas, sin dejar de tener una actitud crítica, cuando se intenta aplicarlas miméticamente a la existencia cristiana.
1 . El modelo de Erikson El modelo de Erikson nos ofrece un primer instrumento de interpretación de los ciclos vitales. Expresa la correlación entre edad y
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maduración y muestra la ambivalencia antropológica de toda edad. Nada es necesario en el hombre a nivel de maduración verdaderamente personal. Todo depende de cómo responda al desafío propio de cada ciclo vital: si de modo positivo e integrador o de modo negativo y paralizante.
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debería ser la “esperanza”, la capacidad de estar en la existencia de un modo confiado.
b) Primera infancia (1-3 años) Primeros tanteos de “autonomía”, a través del movimiento y en la diferenciación de la madre y del padre. Se atreve a hacer cosas y desarrollar capacidades.
Erikson distingue 8 etapas en la vida del hombre, 5 hasta la adolescencia inclusive, y 3 de adulto. CaSi es demasiado controlado por da etapa está atravesada por un sus padres, se inhibe, conflicto, expresado bipolarmente, que, si se El discenrnimiento duda, es tardo en el aprendizaje. Su autoconclásico ha de resuelve positivamente, confrontarse con los ciencia puede estar doorigina el fruto propio datos de las ciencias minada por la “vergüende la etapa, dando luza”, es decir, por la nehumanas. gar, a su vez, a la fase cesidad de ser aprobado, siguiente. originando la dependencia permanente de expectativas externas y la duda interior. a) Niñez (12 primeros meses) Si el ambiente es propicio, el niño se siente protegido y seguro; desarrolla el sentimiento básico de “confianza ante la vida”.
El fruto positivo debería ser la emergencia de la “voluntad de ser”.
Si el ambiente es hostil o muy conflictivo, es decir, si es continuamente reñido y se siente abandonado, le domina el miedo, aprende a “desconfiar”.
c) Edad de jugar (4-5 años)
El fruto positivo de esta etapa
Imaginación, viveza, espontaneidad, es decir, “iniciativa”. Lo contrario, culpabilidad, falta de autoestima, retraimiento, sentimiento de “malo”.
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Fruto positivo: el “propósito”, en cuanto voluntad no sólo autoafirmativa, sino creadora. Primera integración social positiva.
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Mundo propio de relaciones. Descubrimiento de la sexualidad a nivel de pulsión y, sobre todo, a nivel de relación. Todo ello va creando una conciencia de “identidad”.
Pero, como todo el mundo sabe, la adolescencia es una época crítica Le gusta hacer cosas y ser comen que se siente la inseguridad, no petitivo. Desarrollo del pensamiense sabe lo que se quiere. El adolesto abstracto, ligado a horizontes cente experimenta dificultad para amplios de pensamiento. Previsor, situarse en el trabajo y ante su proemprendedor, trabajador. “Laboriopia sexualidad o para integrarse en sidad”. la trama social. Si predominan estos aspectos Todo crecimiento Lo contrario: es el negativos, la etapa puese da críticamente, típico niño falto de inide terminar en un estaes decir, mediante ciativa, que evita toda el conflicto, o mejor, do de “confusión” de la competición en el juepersonalidad. en el riesgo de su go o en la clase. Se le contrario. achaca pereza, falta de Si la crisis de la motivación. En el fondo, lo que adolescencia es bien resuelta, el vulgarmente se llama “complejo de adolescente puede iniciar la adulinferioridad”. tez con un sentido de “fidelidad” a sí mismo y a sus proyectos que le Fruto positivo: competencia, en permitirá vivir las experiencias el doble sentido de valer y de afirconfiguradoras de su futuro. mar el propio valer. d) Edad escolar (6-11 años)
e) Adolescencia (hasta los 18 años, más o menos) Descubrimiento del mundo emocional interior. Se proyecta el futuro. Sentido crítico de lo recibido; independencia de criterios.
f) Adulto joven (a partir de los 18 hasta los 40, más o menos) Erikson califica esta etapa como la etapa de la “intimidad”. No se confunda con el intimismo del adolescente, centrado en la maraña de sus fantasías y emociones. Se
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trata de la capacidad de amar y entregarse, de construir un proyecto de vida con alguien, de una sexualidad controlada y enriquecedora. Epoca en que se crean vínculos sociales estables y activos; época de tener hijos o de hacer proyectos definitivos de vida.
el peligro de estancamiento y ensimismamiento que amenazan al hombre/mujer maduros. Aparece la tendencia al egocentrismo, a abandonar las responsabilidades, a prescindir del futuro, sin ilusión profesional, con una sensación global de confusión y de sin-sentido.
Si se arrastran las etapas anteriores, pueden aparecer “los problemas de carácter”. Incapacidad de relaciones auténticas, replegamiento a los ámbitos seguros y conocidos, trabajar sin motivación. Es decir, “aislamiento”.
Pero el hombre maduro que está a la altura de su edad ha ganado en la calidad del amor. Es la época de la “solicitud”, en que la responsabilidad nace de una entrega más honda, la de autodonación.
El fruto de esta etapa bien resuelta: el “amor”, en cuanto calidad de relaciones interpersonales, y sentido incondicional de la responsabilidad y el trabajo.
h) Vejez
g) Adulto maduro (a partir de los 40 años) Realización positiva: estabilidad y creatividad, a un tiempo; visión de conjunto, con perspectiva de futuro; colaboración con otras generaciones; sentido de lo esencial y de lo relativo. Hay que tener en cuenta que también esta etapa está sometida a la crisis. Por eso subraya Erikson
Por fin, la persona ha podido “integrar” la vida y la muerte; mira su pasado como algo valioso y reconoce la ambigüedad de los logros. Unificado en la conciencia de las propias limitaciones. Goza de lo vivido y de lo que tiene, con la paz del desasimiento de sí. Es así como algunos ancianos han llegado a la “sabiduría”. Los otros no saben para qué han vivido y tienen la sensación de “haber perdido el tiempo”. Temor a la muerte, irritabilidad ansiosa, a veces amarga, por no poder amar y gozar de nada, porque “nada merece la pena”. Erikson lo llama “de
23 sesperación”. Voy a permitirme prolongar la aportación de Erikson mediante algunas observaciones. Para un creyente, sin duda, sobre todo a partir de la etapa “f’, el esquema queda corto, hasta impreciso. Sin embargo, tiene la ventaja de atenerse al ámbito antropológico, el de nuestra cultura secular. De este modo respeta el estatuto propio de las ciencias humanas y estimula nuestra reflexión de creyentes para preguntarnos sobre la correlación, o no, entre maduración humana y proceso espiritual. - El esquema de Erikson corrobora la dualidad entre “equipamiento” y “decisión” como uno de los ejes de comprensión de la dinámica de la existencia humana. En efecto, hasta la primera edad adulta, el proceso evolutivo se centra en lograr una identidad, la autoconciencia de sujeto autónomo y activo que dispone de sus capacidades para realizar un futuro. Si el joven adulto “se aísla” y no tiene nada que hacer en la vida, ¿para qué quiere vivir? Refugiado en su pasado infantil, ha renunciado a afrontar la vida como amor y tarea. Tal vez no pueda hacer otra cosa, dados sus condicionamientos. En
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cualquier caso, la libertad no se ha hecho historia, decisión de ser y crear. - Corrobora también la dualidad entre maduración como autorrealización progresiva y maduración como aceptación de la finitud. Dicho de otra manera, la vida se revela simultáneamente como empeño de “plenitud” y como lucidez realista de la “limitación”. Cada etapa plantea un nuevo desafío de crecimiento; la vida se despliega, haciendo de la persona un centro configurador; el sujeto ama y trabaja, creando vida en su derredor... Pero, según avanza, a mayor altura de plenitud, más clara conciencia de que la vida aboca a la muerte. De ahí la paradoja de la madurez: ¿En qué consiste, propiamente, madurar? ¿En ser cada vez más o en saber ser cada vez menos? La sabiduría del modelo de Erikson está en integrar ambas dimensiones en una unidad de sentido. Anotemos que esta síntesis sólo se logra al final, en la vejez, mediante la crisis de madurez bien resuelta. - Todo crecimiento se da críticamente, es decir, mediante el conflicto, o mejor, en el riesgo de su
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contrario. El esquema de Erikson lo expresa mediante la “bipolari- dad”: confianza versus desconfianza, autonomía versus vergüenza, iniciativa versus culpabilidad, etc., etc. La vida del hombre nunca es algo preestablecido, sino más bien algo frágil, que depende del contexto social, de acontecimientos imprevisibles, de la reacción y actitudes ante los retos de las vida en su complejidad...
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¿No se insinúa implícitamente que el sentido último de la vida humana apela a la experiencia religiosa, es decir, a nuestro origen como criaturas y a nuestro fin -Diosa través de la muerte?
2. El modelo de C. G. Jung
Jung representa ejemplarmente la cuestión que acabo de apuntar. Sus grandes categorías psicológicas (por ejemplo, “el principio de individua¿Por qué, en la fe, - ¿Por qué, según ción” o “los arquetipos”) la madurez consiste Erikson, el principio se sitúan siempre en la en la infancia de la vida humana y reconquistada? zona fronteriza entre el el final coinciden en inconsciente y la expela misma experiencia riencia mística, de tal modo que no vital de confianza/esperanza? El es fácil determinar si su contenido niño nace a la vida aprendiendo a es vivencial o simbólico. Por eso, confiar. El anciano logra ser sabio unas veces se le ha acusado de psisi no se desespera y logra aceptar cologizar la religión, y otras de la muerte confiadamente. elucubrar metafísicamente sobre los datos observables. Un cristiano no puede menos de poner atención en esta observación. Para oídos positivistas, un es¿Por qué, en la fe, la madurez cándalo. Jung habría hecho del miconsiste en la infancia reconquistato religioso un símbolo del subsda? ¿Por qué los aprendizajes esenconsciente psicológico, del sustrato ciales de la vida, en la infancia y en colectivo y ancestral del individuo la ancianidad, se expresan con los viviente, confundiendo metafísica mismos términos con que la any observación. Para mí, Jung plantropología cristiana expresa las virtea la cuestión central de la psicotudes teologales (fe, esperanza, logía en cuanto ciencia del homamor)?
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bre: ¿cómo interpretar adecuadamente la vivencia humana, especialmente si ésta se refiere al tiempo como unidad de sentido y, por lo tanto, como experiencia de la finítud? Para Jung, la vida humana es un “proceso de individuación” que se divide en dos fases:
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je del proceso de individuación. El yo consciente, autónomo, debe iniciar un proceso que a primera vista parece regresivo, pero que, de hecho, es progresivo: debe adentrarse más allá de su autoconciencia, buscar el verdadero yo, el “sí mismo''.
Para Jung, el “sí mismo” es el verdadero centro integrador y unificador del individuo. No cabe ob- de expansión, hasta los 40 años, jetivarlo. Se trata del “hacia dónde más o menos; y desde dónde” que poE1 niño nace a la vida sibilita alcanzar la uni- de introversión, a aprendiendo a confiar. dad originaria del proEl anciano logra ser pio ser. partir de los 40. sabio si no se desespera y logra En la primera, la inEs como si el homaceptar la muerte dividuación consiste bre, que surge de la inconfiadamente. en un proceso de autodiferenciación de la esnomía. La identidad es pecie, al hacerse indiviuna larga conquista, desde la infanduo tuviese que pagar el precio de cia hasta la adultez, cuyo objetivo la división entre su ser profundo y es el fortalecimiento del “yo conssu yo consciente. Y ahora, una vez ciente”. En los primeros estadios, constituido en ser autónomo y desel yo emerge de la indiferenciación plegado en sus posibilidades, tupropia de la naturaleza. Aprende a viese que reconquistar la infancia, adaptarse a la realidad circundante la verdad del ser, más allá de sí, a (familia y sociedad). Si el proceso partir del “sí mismo”. de adaptación es logrado, el yo se despliega desde su autoconociSin duda, para Jung esta segunda miento e influye sobre la realidad fase del proceso de individuación es externa, creando espacio propio, la más importante. La anterior sería afirmando su iniciativa y creativialgo así como plataforma previa para dad. ésta. La verdadera madurez del hombre (anotemos que esta fase se Los 40 representan el gran vira inicia con el ciclo vital
26 del “adulto maduro”) depende de cómo sea vivido este proceso de “introversión”, la búsqueda del sí mismo.
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Hay que iniciar la sabiduría de lo incontrolable, de lo gratuito, del “dejarse vivir”. Jung apela constantemente a las experiencias de carácter místico y a su sabiduría de unificación: la transcendencia de las facultades no-conscientes, la emergencia de lo originario, el silencio iluminador, etc.
Es famosa su frase de que, a partir de los 40 años, la curación de las patologías psicológicas está en relación directa con la cuestión religiosa (en claro desacuerdo con la ortodoxia freudiana, en que la neurosis del adulto nace de fijaciob) Para ello hay que aprender a nes de la primera infancia y, por lo “relativizar la persona”. Jung da al tanto, la terapia consistérmino “persona” su La verdadera madurez te en revivir el pasasentido etimológico de del hombre depende “máscara”, pero con un do). Para Jung, la neude cómo sea vivido rosis del adulto es, pricontenido psicológico este proceso de mordialmente, crisis renovado. Relativizar “introversión”, mal resuelta sobre el la propia “persona” sela búsqueda sentido de la vida. ría aprender a prescindel sí mismo. dir del “rol” que el inEl proceso de individuación, sedividuo ha tenido que crear para gún Jung, a partir de los 40 años, afirmarse socialmente. Y también plantea una serie de problemas la autoimagen, ya que uno se ha vique, debidamente resueltos, conduvido a sí mismo en función de un cen al hombre a la libertad interior, proyecto, de su autorrealización, la que se da cuando el yo consciende algo sobreañadido al “sí miste se pierde en el sí mismo. mo”. a) La primera tentación del adulto es querer conquistar el “sí mismo” con los medios empleados para el despliegue del “yo consciente”: esfuerzo, autocontrol, saber, acumulación de experiencias, etc.
Precisamente, la experiencia de su vida le da al adulto la sensación global de no ser él mismo, a pesar de todas las conquistas de autonomía; de estar desdoblado. El adulto tiene nostalgia de verdad existencial, relativiza ideologías, deseos idealizados... Busca su ser perdido,
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que intuye más allá de la máscara, del claroscuro de su autopercepción.
c) Es la fase de la “aceptación de la sombra”. Nunca como ahora había experimentado las contradicciones de lo humano: razón/sensibilidad; plenitud/indigencia; luz/sombra... Y esta contradicción la vive en lo más profundo de su ser. Tiene la tentación de querer dominar la contradicción, de controlar lo oscuro. Se empeñará en estar en orden y ser fiel. Pero sólo conseguirá crispación y desesperanza. El sí mismo se encuentra en la aceptación de la sombra, en no vivir la finitud ni la negatividad como enemigos. No se trata de una aceptación desde la voluntad racional, sino una verdadera integración de contrarios. Lo cual supone un nuevo nivel o salto de conciencia, desconocido, atematizable, que se vivencia como paz inalterable.
d) Esta fase aparece en la conciencia como angustia ante el futuro, ansiedad del tiempo y miedo a la muerte.
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O bien se reprime compulsivamente el propio vacío interior, a la caza de fantasmas (desde la obsesión por la salud hasta el empeño megalomaníaco del liderazgo social o del heroísmo moral). O bien se descubre la sabiduría religiosa: perder la propia vida para ganarla en Dios. El precio atañe al núcleo mismo del proceso de individuación: subordinar la autorrealización al “abandono”, a la entrega confiada del yo, que vuelve así a su propio origen, Dios. Por eso el miedo a la muerte, que está en la base del sentimiento vital del adulto, sólo puede ser resuelto, según Jung, desde una actitud religiosa, es decir, asumiendo la muerte como “nuevo nacimiento”. Cualquiera que haya experimentado alguna vez la experiencia religiosa en su fuerza liberadora se siente profundamente identificado con las anotaciones de Jung. Este relacionó constantemente sus observaciones del inconsciente psicológico con los grandes textos religiosos. Por debajo de las diversas tradiciones, intentó captar su sabiduría esencial. En efecto, mucho antes de las ciencias humanas, las religiones
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elaboraron sus propias interpretadental, el ciclo vital que transcurre ciones de los ciclos vitales y del entre los 18 y los 25 años es todo un símbolo: en la época del esplendesarrollo de la vida humana. dor corporal, el/la joven comienza Comparando los modelos prevasu historia personal. El adolescente lentes en psicología y en la sabiduse cree libre porque puede elegir ría religiosa, la diferencia salta a la entre diversas posibilidades, y vista. Aquélla se centra en el equisiente amenazada su libertad cuanlibrio y autorrealización. Esta, en do opta por algo con carácter perla dependencia y en la muerte. Por manente (vivimos en una época en eso, a primera vista, han parecido la que este talante se ha erigido en modelos incompatibles. ¿En qué modelo antropológico). Adulto es consiste la verdadera realización el que se ha definido por un prodel hombre: en la autoposesión o yecto y lo está realizanen morir a sí mismo? do. Maduro es el que ¿En qué consiste la ¿En qué consiste la ya lo ha realizado y madurez: en manejar madurez: en manejar puede juzgar su valor y moderadamente la finimoderadamente sentido. Anciano es el tud o en confiar como la finitud o en confiar que puede distanciarse un niño? como un niño? de él y volver a quedarse, como un niño, sin proyecto, El mérito de Jung reside en no mejor dicho, sin posibilidad alguna haber opuesto el desarrollo del yo de proyecto, ya que su horizonte autónomo a la experiencia religioexistencial es la muerte. sa, sino en haberlos integrado en un proceso único. Si este sustrato antropológico de proyecto tiene por contenido el proyecto cristiano, es decir, el Reino (en todas sus formas: la utopía de un 3. El modelo de las crisis existenmundo justo y fraterno, el ideal de ciales perfección moral, la comunicación escatológica de vida eterna, el amor Vivir es, primordialmente, cuesabsoluto de Dios, etc.), los ciclos tión de decisión. Resulta tan patente vitales adquieren la tensión de que, según alcanza la madurez extremos. biológica (entre los 20 y los 25 años), la persona inicia su propia historia. En nuestra cultura occi
29 a) Entre la adolescencia y la adultez (18-25 años)
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real. • Porque la libertad que lo lleva a cabo es una libertad abstracta, no confrontada con la realidad personal y el contexto histórico concreto.
Se supone ya pasada la primera y borrascosa fase de la adolescencia. Se han afianzado los ideales, se dispone de un cierto equilibrio emocional, combinando debida• Porque confunde identidad somente intimidad y actividades, recial e identidad personal. lación interpersonal e inquietudes sociales (equipamiento). Cada vez • Porque se fundamenta en el aparece más apremiante la pregunpropio deseo, no en la ta: ¿qué hacer con la obediencia de fe a la propia vida? En este Adulto es el que voluntad de Dios. momento, el/la joven, si se ha definido por un tiene un yo bien constiproyecto y lo está Entre los veinte y tuido y si su talante realizando. los veinticinco años, existencial es de inconAnciano es el que más o menos, es necedicionalidad, optará por puede distanciarse de sario que aparezca la un proyecto de vida él y volver a quedarse, crisis existencial de como un niño, (matrimonio o profeautoimagen. Como es sin proyecto. sión, comunidad reliobvio, depende del giosa, ministerio sacercontexto en que uno se mueva. Si a dotal, solidaridad con el tercer los dieciocho años se ha ingresado mundo, etc.). Tiene la sensación de en una institución religiosa que haberse encontrado a sí mismo/a, tiende a reforzar el ideal del yo de saber qué es lo que quiere. mediante un sistema protector, la Frente a la confusión de identidad adolescencia se prolonga (¿hasta en la pubertad y la adolescencia, cuándo?). Si se ha pasado de un identidad personal. grupo parroquial de confirmación a la universidad laica y anticlerical, Pero ¿qué contenido real tiene la confrontación con el pluralismo esta identidad? Estos años van a ideológico y social, unida a la reponerla en crisis: flexión propia de los años, puede producir una confusión de identi• Porque el proyecto está apodad (¿hasta cuándo?). Si se tiene la yado en el ideal del yo, no en el yo
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suerte de encontrarse con un auténtico maestro de vida o si es capaz de una relectura en profundidad de lo vivido, la crisis es la plataforma propia para el proceso de personalización y el descubrimiento de una nueva identidad.
b) El joven adulto (entre 25 y 40/45 años)
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Integración de autorrealizacion y autodonación; • de ideales y limitaciones, personales y ajenas; • de libertad y necesidades; • de expectativas y procesos; • de fe y vida; • de éxitos y fracasos; • de esperanza, responsabilidad y aceptación.
Pero, en la medida en que el taLo llamo “joven adulto” porque lante existencial no estiene un proyecto estable de vida asumido no Entre los veinte y los tá alimentado de fantasías infantiles o impul“adolescentemente”, veinticinco años, más sos adolescentes (si, en en función de deseos o menos, es necesario efecto, la tarea es realiideales, sino en funque aparezca la crisis ción de un proceso de existencial de zada con responsabilidad; si uno no se achipersonalización y funautoimagen. ca ante los primeros damentación. Pero tofracasos; si las dificultades estimudavía es joven, y le queda la tarea lan la tenacidad; si los vínculos de construirlo, ¡y conoce tan poco afectivos dinamizan la lucha; si el la dureza de la realidad...! Ahí está, empeño por la virtud proporciona lanzado a vivir generosamente su una conciencia cada vez más honproyecto. Tiempo de iniciativas, de da de las fuerzas oscuras del proasumir responsabilidades, de ir crepio yo; si la relación con Dios está ando lazos afectivos propios (hijos, sufriendo la tensión entre intimiámbitos profesionales, primeros dad y acción; si comienzan a expedestinos de misión...), de actividad rimentarse los fracasos de los protransformadora. El tiempo es posiyectos mejor justificados, en los bilidad disponible. La historia está que uno ha entregado lo mejor de en mis manos. Se vive todo. Tiemsí mismo...) en tomo a los treinta y po de integración y, en consecuencinco años, más o menos, sin saber cia, de tensiones bipolares que caquizá cómo, surgen nuevas cuesracterizan la existencia humana: tiones y se inicia la crisis de rea-
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futuro aparece cada vez más como lismo. Una crisis más diluida que barrera, no como horizonte abierto. la de autoimagen, pero más radical “Proyecto” significa decisión de y que va a prolongarse y agudizarhacer historia nueva. Ahora el prose durante años. Consiste en darse yecto de vida es lo ya creado, lo ya cuenta de que el mundo en que heconocido, aquello de lo que ya samos intentado hacer real nuestro bemos cuánto da de sí. No se trata proyecto de vida no se amolda ni de conquistar la realidad, sino de se amoldará jamás a nuestros plaaceptarla, pues ha impuesto su ley nes y deseos. Cuando este proyecto -la de la limitación- a nuestros deha sido vivenciado y motivado por seos. En el ciclo vital anterior, la el ideal cristiano del Reino o por la crisis de realismo, todavía inicial, confianza incondicional en el Dios desconcierta. En éste se que lo puede todo, la Toda transformación ha exacerbado, y de crisis puede ser brutal. introduce en el sujeto nuevo, como en una seEn este sentido, la crila negación gunda adolescencia, el sis de realismo del crisy la fractura, hombre maduro se tiano exacerba la crisis la ambivalencia o la siente confuso, insegunormal de cualquier síntesis de contrarios. ro, desilusionado. ¿Mepersona. El no creyenrecía la pena tanto este, en general, se atiene fuerzo, tanta esperanza? La crisis desde el principio a la finitud. Nono consiste en no alcanzar los ideasotros mantenemos una fe insoborles, sino en el sinsentido de habernable en una realidad distinta, a pese propuesto tales ideales. Le llasar de todo. mo “crisis de reducción”. La crisis de realismo es el eje de la existencia, pues supone el viraje • porque el proyecto de vida radical. Cuando te quedas sin tiende a cerrarse en lo alcanzado; proyecto, ¿qué queda? Por eso es el • porque el ciclo conduce promomento propicio para la vida gresivamente a la experiencia de teologal. reducción en las distintas dimensiones de la vida: salud, relaciones humanas, protagonismo social...; c) Adulto maduro (entre 40/45 y 60/65 años) • porque la esperanza, hecha de A partir de los cuarenta años, el confianza en sí y de experiencia de
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fe, se siente amenazada por la ambigüedad radical con que uno percibe el propio obrar; • porque tiende a relativizarse todo lo pensado, querido y trabajado; • porque la muerte , antes ignorada, comienza a revelarse tremendamente real. Paradójicamente, es la época de la madurez en sentido cualitativo. Se recogen los frutos de años de tensión y empeño. Se tiene experiencia de la vida. Edad del arte de vivir, de educar, porque se tiene visión de conjunto y se ha aprendido a distinguir lo esencial de lo accesorio. A pesar de ese distanciamiento interior con que el hombre maduro ama y trabaja, o quizá precisamente por tal distanciamiento, es más eficaz que nunca, sobre todo si la tarea se dirige a personas y sistemas de valores.
d) El adulto anciano (a partir de los 60/65 años) Sin duda , es muy inexacto, en nuestros países occidentales, hablar de ancianidad a los sesenta años, cuando la media de vida hu
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mana ya ha rebasado los setenta. Sin embargo, el análisis del proceso existencial nos dice que entre los sesenta y los sesenta y cinco años se producen cambios importantes: • Retiro profesional y soledad familiar. • La disminución física no es un aviso, sino una compañera. • Todavía pueden hacerse cosas, pero ¿para qué? • Se vive, literalmente, de recuerdos. • Impotencia para iniciar nada nuevo, ni humano, ni quizá espiritual. • La muerte no es un fantasma que aparece y desaparece, sino la realidad que se impone. Lógicamente, según los casos, esta crisis se adelanta o se retrasa. Pero siempre tiene la misma característica: la de ser la última, obligando a las cuestiones últimas. ¿En qué consiste la existencia: en plenitud o en empobrecimiento? ¿Para qué vivir, si el destino es morir? ¿Merece la pena creer, esperar y amar?... Y Dios se revela como el
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gran tema de la existencia: en su misterio insondable, en su cercanía misericordiosa o en su terror paralizante. Epoca de serenidad y sabiduría, de libertad interior en la simplicidad de la mirada, intacto el corazón, liberado del egocentrismo, reducida la existencia a la confianza, fundamentada en la paz espiritual que anticipa el cielo... Se puede morir así, como si fuera lo normal, lo obvio, como se recibe a una hermana; o se puede morir en la noche de la fe, acongojado por recuerdos torturadores de culpa, sin más luz que la certeza oscura, que permanece inconmovible en el fondo vacilante de la conciencia. Es la hora del creyente. Todo saber sobre el hombre ha de ser entregado al Señor de la vida y de la muerte. Las crisis representan los momentos decisivos del proceso, para bien o para mal. Toda transformación introduce en el sujeto la negación y la fractura, la ambivalencia o la síntesis de contrarios. En estos momentos la racionalidad ayuda; pero es una especie de instinto el que guía por dentro en medio de la oscuridad. A esto llamamos “discernimiento atemático”
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Las crisis iluminan los pasos del proceso, el cambio de un nivel de interioridad a otro, según los casos. En sentido estricto, son los núcleos antropológicos los que dan a la vida la profundidad de sentido. En la Biblia se les llama pruebas (en algunos textos “tentaciones”), y están ligados a los momentos decisivos de la Historia de la Salvación. También se denominan kairós, es decir, momentos de gracia en que la presencia salvadora de Dios se hace especialmente presente. Conviene advertir esta correlación entre la densidad antropológica de la crisis y su profundidad soteriológica. El paso salvador de Dios, el futuro liberador, no se añade a lo humano “desde fuera”. Se realiza desde dentro de la condición humana. Así se evita el dualismo característico de ciertas espiritualidades. Lo cual no quita a la experiencia de Salvación su evidencia primaria: la resolución positiva de la crisis ha sido gracia y no ha nacido de mis posibilidades. La Gracia, que actúa desde dentro, se revela como don libre de Dios. La crisis, que me coloca en mi propia verdad, la imposible autosalvación, es el don mayor de mi vida.
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II. TALLER DE REFLEXION Cuestionario, que puede ser utilizado combinando tiempo personal y reunión comunitaria. 1) ¿Los trazos que describen los ciclos vitales te han ayudado a dar nombre a experiencias vividas? 2) ¿Podrías releer ahora tu historia teniendo en cuenta: - las bipolaridades de Erikson; - el sí-mismo y la liberación de la máscara de Jung; - las crisis existenciales? 3) Si nunca has abordado estas cuestiones, ¿te planteas la conveniencia o necesidad de hacerlo? Quizá estás en un momento/fase de la vida de verdadera crisis existencial. ¿Crees que se resolverá renovando propósitos o desde la fe religiosa, o te parece que hace falta un discernimiento más integral? 4) Dada la media de edad de nuestras instituciones, en torno a 65 años, ¿qué te parece eso de que "la crisis de realismo" propicia la vida teologal? Para la reunión comunitaria - Se puede aprovechar, reformulando, algunas preguntas anteriores. - Cabe comenzar la reunión por la comunicación de resonancias de este tema. Habría que distinguir claramente entre la discusión teórica y la comunicación de vivencias. - Será muy estimulante la reunión si algún miembro de la comunidad ha vivido y elaborado conscientemente alguna de las crisis.
- Tema 3 Dramática I. EXPOSICION Que la existencia cristiana, como la humana, es dramática quiere decir que se desarrolla en la tensión y el conflicto. Estos no tienen porqué tener siempre la intensidad de los extremos o de rupturas. Hay etapas en que la tensión se remansa y todo parece controlado, hasta que las circunstancias o el mismo proceso interior obligan a tomar conciencia de que toda transformación de la persona pasa por el sufrimiento. De ahí la importancia de las crisis existenciales. No se quiere decir que los ciclos vitales consisten en crisis permanentes, sino que el núcleo significativo de cada ciclo viene dado por la crisis existencial correspondiente. Nuestro esquema es similar al que Juan de la Cruz aplica a las fases de la vida espiritual al designarlas por “las noches”. No es que la vida espiritual, fenomenológicamente hablando, sea un camino de oscuridad permanente, sino que el paso a nuevos
niveles de conciencia (proceso de transformación), la ascensión espiritual, se expresa en su núcleo significativo mediante el símbolo de la noche. ¿No es tal el centro de la Revelación, la muerte y resurrección de Jesús, realidad y símbolo de lo humano y de lo divino?
I . Densidad antropológica tiempo
del
Si no fuese más que un concepto formal, mediante el cual el hombre ordenara y controlara el transcurso de su existencia, habría que decir, con el pensamiento hindú (y platónico), que el tiempo sólo es apariencia e ilusión. Pero si el tiempo es “durée” (recordemos a Bergson), es decir, el ser mismo en cuanto ser vivo; más aún, si el tiempo de la persona humana, en cuanto vida humana, es conciencia y sentido, entonces la historia de la persona es autotranscendencia y,
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sona humana vive distintos tiempos simultáneamente. Parece que Para empezar, la persona nace; logra su plenitud biológica en torpero, en cuanto nace, sólo es prono a los 25-28 años, y que a partir yecto de persona. Está ligada de tal de esa edad comienza a declinar. modo a sus condicionamientos La madurez psicológica, en cam“naturales” que sólo logra hacerse bio, depende de las circunstancias persona mediante la convivencia externas y de las propias actitudes histórica con otras personas (aconinternas. A los cincuenta años se tecimientos, cultura, relaciones). puede tener una edad psicológica Hay una etapa (en nuestra cultura de seis, y a los veinte -excepcionaloccidental, más o menos hasta los mente, es verdad- la madurez de un 18 años) en que hacerse persona anciano. En cuanto a la madurez consiste en recibir y reaccionar anteologal del amor, ¿cómo contabilite lo recibido (equipamiento). Pero zarla? Teresa de Lisieux parece alhay otra en la que el canzarla a los veintiLa existencia cristiana hacerse persona concuatro años; y aquí anse desarrolla siste en proyectar futudamos otros que nos en la tensión y ro y ser sujeto de la pasamos decenios sin el conflicto. propia historia. Desde poder liberarnos de este momento, la historia lleva el nuestro egocentrismo...Añadamos sello de la libertad, de los sueños e que los ritmos existenciales son ideales, de los conflictos y sus rediferentes. La persona inhibida masultados, de la esperanza y el amor. dura lentamente, si no se estanca. Si uno es creyente, las opciones de La persona magnánima madura en vida están configuradas por la Repoco tiempo. Hay voluntaristas que velación, y los acontecimientos adparecen vivir mucho a base de esquieren sentido desde la presencia fuerzo, pero están condicionados salvadora de Dios. en su libertad por sus necesidades narcisistas. Y hay quien tiene el La vida humana es temporal y, instinto del amor, pero lo guarda en en cuanto tal, proceso. Lo que reserva para cuando tenga cuarenta quiere decir: crisis, logro o fracaso, años; y, una vez descubierto, se ritmos diferenciados, maduración o lanza a la carrera de la vida conregresión, etc. densando y consumiendo el tiempo, acelerando el proceso de transAnotemos este dato: que la per formación. por lo tanto, experiencia espiritual.
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me tranquilice, pero no me libera. La libertad sólo existe en el tiempo, haciéndose y hecha. Por eso es poco real plantear una conversión apelando sólo a la decisión o a la voluntad. ¿Cómo es posible hacer un retiro espiritual con los mismos esquemas a los dieciocho años y a los cuarenta y cinco? Sin embargo, la praxis ordinaria sigue planteanLa historia humana es tal pordo la vida espiritual en función de que hay libertad, es decir, porque valores objetivos, independienteyo tomo mi vida en mis manos y, mente de la historia vivida y conal percibirme único, realizo mi hiscreta del sujeto activo de la contoria personal e intransversión. La espiritualidad ferible. Pero la libertad La vida humana tradicional de las verdahumana se hace histórides eternas es afín a la anes temporal camente, es decir, a tray, en cuanto tal, tropología cartesiana, covés de acontecimientos y mo si el espíritu funcionaproceso. condicionamientos, decise siempre desde sí missiones propias y herencias recibimo, con independencia de sus condas. La historia es futuro y pasado dicionamientos corporales e histósimultáneamente. Mi libertad es ricos. El proceso espiritual está mía, pero configurada. Por más profundamente configurado por el que yo quiera salir de mí mismo, pasado, personal y colectivo. De no puedo autotranscenderme hasta tal manera que, admirablemente, el olvido de mí mismo, si no es por todo proceso de transformación liobra de la Gracia y, además, por un beradora de la persona crea el futuproceso de maduración psicológiro y, al mismo tiempo, integra el ca. pasado. Por eso es tan dramático el tiempo humano: depende de la autoconciencia, pero, sobre todo, de la capacidad de elaborar el sufrimiento; depende del horizonte de sentido en que cada uno viva su historia, pero, sobre todo, de la capacidad de vivir a fondo el presente.
Aquí y ahora, soy lo que quiero ser, y soy también lo que he sido en el pasado. No me basta con pedir perdón a Dios por haber pecado. Si ese perdón no me reconcilia con mi pasado, será un perdón que
La historia de la persona no sólo depende de su iniciativa, sino también de los “ciclos vitales”, es decir, del cuerpo y de la edad. Dicho de otra manera, no es lo mismo tener dieciocho años que cin
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cuenta. Pero la edad no es, primordialmente, cuestión cronológica (sucesión uniforme de unidades de tiempo), sino antropológica. A los dieciocho años, el tiempo es posibilidad, porque se tiene una vida por delante; a los cincuenta, el tiempo es barrera, porque no se tiene tiempo para realizar los sueños que alimentaron nuestros proyectos. Vivir no es, ante todo, sumar años, sino experimentar el tiempo como proyecto y como esperanza y, por lo tanto, construir el sentido de la existencia a partir de las propias decisiones. Por eso tienen tanta importancia estos dos momentos de la historia personal: aquel en que yo defino mi vida (entre los dieciocho y los veinticinco años, más o menos) y aquel en que, una vez vivido el proyecto (a partir de los cuarenta años), constato la imposibilidad de su realización. Evidentemente, todo depende del contenido de ese proyecto: si es “ideal”, en función de valores absolutos, o si es “realista”, en función de valores relativos y controlables. Aun en este caso, a los dieciocho años nunca sabré qué será lo que depare la vida, y a los cincuenta la desesperanza corroe a los mejor asentados en la finitud.
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La densidad antropológica de la experiencia del tiempo está asociada a la muerte. La muerte no es el final de una vida más o menos larga, sino el horizonte de toda historia personal. Por eso determina consciente o inconscientemente, nuestro modo de abordar la vida, de hacer proyectos, de integrar el fracaso... La paradoja del tiempo humano consiste en que es vivido siempre de cara a la muerte y, por lo tanto, conlleva un sentido de eternidad. Lo temporal se opone a lo eterno sólo formalmente, como bien sabían los clásicos, que buscaban alcanzar los bienes eternos en medio de la contingencia de la historia. Pero los esquemas de espiritualidad estaban mediatizados por la cosmovisión dualista. Hoy necesitamos recuperar la experiencia bíblica del tiempo para hacer de la historia (como lo fue siempre para Israel) lugar privilegiado de la Transcendencia. No lo sería si, previamente, la misma experiencia humana del tiempo no tuviera densidad de transcendencia. Esta es la plataforma en la que actúa libremente la autocomunicación personal del Dios vivo. Con lo que acabo de sugerir, planteamos, en el corazón mismo de cada historia personal, el problema de la relación entre la
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historia que construye el hombre y • Las “pruebas”, acontecimienla historia que construye Dios. En tos o circunstancias que ponen en la experiencia del tiempo, cada uno crisis los proyectos que han dado de nosotros sabe que la libertad es sentido a la propia vida. riesgo y que no puede disponer del • Los “signos de los tiempos”, futuro. Con los años, a través de la el contexto socio-cultural, la trama experiencia de la finitud, llegamos histórica externa, donde se mueve a damos cuenta de que la vida no y se realiza la vida de cada uno. consiste en proyectarla, sino en confiar. Pero pertenece a la fe bí• El Espíritu Santo, la fuerza de blica el poder vivir lo más mío Dios actuando en el corazón de la (mis decisiones, mis ciclos vitales, historia y conduciéndomi historia intransferila misteriosamente a la ble) como obediencia La espiritualidad realización del Reino, y de fe al proyecto de tradicional de las que “no sabes de dónde Dios y como salvación verdades eternas es realizada por Dios (a afín a la antropología viene ni adonde va”, cartesiana, como si el pero lo notas (cfr. Jn través de los aconteci3). espíritu funcionase mientos), los logros, con independencia de los fracasos y hasta el Una espiritualidad sus condicionamientos pecado. que separa lo histórico corporales e históricos. contingente de su conLa espiritualidad, si tenido transcendente establece un quiere ser fiel a sus fuentes bíblidualismo peligroso en la experiencas, ha de recuperar algunas catecia espiritual. gorías determinadas del pensamiento histórico, como por ejemplo: • El Kairós, el momento oportuno de la Gracia, cuando Dios interviene “especialmente” para realizar su obra. Puede ser un acontecimiento preciso o una etapa altamente significativa de la historia personal.
2. Las fuentes y ámbitos de tensión La dramática de la vida humana tiene su origen constituyente en la unidad dual que es la persona misma. Sea con acentos más dualistas (alma y cuerpo como sustancias se-
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paradas), sea con acentos más monistas (inteligencia sentiente, cuerpo en relación...), todos las antropologías constatan las bipolaridades características. Tratando de los ciclos vitales, importa destacar algunas especialmente significativas.
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Añadamos que lo consciente está mezclado con lo subconsciente. Por eso no hay correlación exacta entre esfuerzo de la voluntad y libertad real. Y finalmente, cualquier creyente sabe que la autonomía del yo no garantiza la libertad interior.
a) Equipamiento y libertad b) Exterioridad e interioridad Teóricamente, se supone que para los 18/20 años uno está equiEsta tensión tiene muchas resopado y que, a partir de esa edad, lo nancias según los ciclos vitales: que cuesta es la decisión y el proyecto. Pe- La exterioridad de Con los años, a través ro este esquema es de la experiencia de la la adolescencia, ligada cartesiano: como si la finitud, llegamos a a la confusión emociolibertad fuese una fadarnos cuenta de nal del propio cuerpo y cultad aparte de su que la vida no consiste al descubrimiento de la subsuelo bio-psíquico. en proyectarla, intimidad personal y resino en confiar. lacional. Para comenzar, los proyectos están moti- La exterioridad del adulto jovados, y las motivaciones están liven que ha de crear “mundo progadas a necesidades y tendencias. pio” (proyecto de vida) y en él ha ¿Se puede separar la libertad de los de implicarse con lo mejor de sí intereses vitales y afectivos? mismo. Puede alienarse en lo que hace o personalizarlo. Para continuar, el equipamiento humano es socio-cultural, y por lo - La necesidad de encontrar al tanto, depende de las relaciones sí mismo más allá del yo que cahumanas, y por lo tanto, está someracteriza al hombre/mujer maduro; tido a las limitaciones y conflictos pero con la tentación de huir, de consecuentes. Lo normal es tener entretenerse, de aferrarse al pasaque trabajar la autoestima y la do, del activismo ansioso. aceptación de sí a los 40 años.
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- La ambivalencia de la interioridad del anciano, cuando se le reduce la exterioridad, pues la reducción puede ser ámbito privilegiado para el desasimiento y la contemplación o su contrario, fuente de desesperanza.
d) Autonomía y vida teologal
c) Ideal y proceso
- El proceso de personalización tiene como referencia mi integración humana y mi autorrealización; pero la autorrealización no consiste en autoposesión, sino en abandono confiado.
Esta tensión se refiere al talante existencial con que se vive el ciclo vital. Es normal ser idealista en la adolescencia. Una buena formación para la elección de estado (profesión perpetua en la vida religiosa) ha de pasar por la confrontación entre ideal y realidad, adquiriendo nueva conciencia de sí mismo y del contexto en que va a realizarse el proyecto de vida. Ya hemos dicho que las crisis existenciales propias de los ciclos vitales, conllevan un resituarse permanente del ideal en el proceso. A los 25 años todavía la realidad sólo es constatada. A los 60, la realidad tiene tal carga de finitud que el ideal mismo, que ha dado sentido a la vida, está amenazado.
Este binomio estructura la dramática de la antropología cristiana. - El proyecto de vida ha de ser mío, fruto de la vocación, obediencia al proyecto de Dios.
- Todo pasa por mi persona (logros y fracasos, plenitud y sufrimiento); pero la fuente de mi vida y el descanso de mi corazón es Gracia. - Paradoja central: he de aprender a vivir para aprender a morir libremente. - Paradoja mayor: la vida se consuma en el amor hasta la muerte. - Paradoja extrema: a partir de Jesús muerto y resucitado y el don del Espíritu Santo, “el hombre es más que el hombre mismo” (Pascal).
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3. Más allá de la edad Las reflexiones exteriores nos llevan a esta paradoja: necesitamos un conocimiento objetivo de los ciclos vitales y su significado; pero lo esencial es inobjetivable, ocurre a otros niveles, que no dependen de la edad.
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Por el contrario, una persona inauténtica, aunque se encuentre bien equipada bio-psíquicamente, puede quedar bloqueada en su desarrollo humano. Por ejemplo, si ha ido haciéndose un talante hedonista por el que filtra sistemáticamente toda experiencia de conflicto, evitando la responsabilidad.
Toda vida humana depende de A veces pienso que la psicolola actitud básica de autenticidad gía, al sugerir un modelo de homo inautenticidad. Por ella se defibre equilibrado, implícitamente ne el talante existenfundamenta la vida en la finitud racional y fecial: si quiero ser verLa persona auténtica lizmente controlada. Lo dadero conmigo mismadura, aunque a cual provoca un talante mo, si estoy dispuesto veces pague el a arriesgar con tal de precio de decisiones de libertad condicionallegar a ser persona, si inmaduras. Porque lo da. Cuando la libertad no es incondicional, evito sistemáticamente que cuenta no es ¿puede hablarse de aulo que me produce acertar, sino tenticidad? conflicto o angustia, si aprender a ser. estoy dispuesto a no De ahí la importancia de las exnegar la realidad por más dolorosa periencias de incondicionalidad que me parezca... como una de las claves de la maduración. Incondicional es lo que vaLa persona auténtica madura, le en sí, porque es inmediatamente aunque a veces pague el precio de significativo para el espíritu del decisiones inmaduras. Porque lo hombre, independientemente de que cuenta no es acertar, sino sus necesidades. aprender a ser. El centro personal de identidad está más allá del bien y Los grandes imperativos, tradudel mal ordenados objetivamente. cidos en actitudes de verdad y jusPor eso el auténtico es capaz de leer ticia, más allá de intereses... Cuansu vida en una unidad de sentido, do el “ethos” de un joven adulto integrando lo bueno y lo malo, lo está definido incondicionalmente, positivo y lo negativo.
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su vida adquiere una densidad que le hace crecer a marchas forzadas. La mayoría de los humanos sólo madura controlando los golpes, adaptándose a las contradicciones. ¿Madura realmente, o aprende a sobrevivir? Sólo vive a fondo el que es capaz de jugárselo todo a una sola carta, el que define su libertad y no “nada y guarda la ropa”.
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salir de la torre de marfil de sus fantasías mentales y en dos años se ha hecho “todo un hombre”, responsable, realista, audaz, generoso?
El amor lleva en sí carga de eternidad. Ha sido alumbrado por Dios en el corazón del hombre, marcado con el sello del Absoluto. Cada vez que el hombre ama a fondo perdido, los ciclos vitales se concentran. Sólo el que ama vive El amor es, probablemente, la de verdad y madura experiencia incondisólo el que ama vive antes. Y es que el cional por excelencia. de verdad y madura Por eso madura examor da a la libertad cepcionalmente. Pero antes. Y es que el amor da la densidad de destia la libertad la densidad no. El amor sólo se precisemos que no se de destino. El amor sólo comprende a sí mistrata de cualquier se comprende a sí mismo amor, sino del inconmo en la autodonaen la autodonación, dicional, el que no ción, en la muerte. en la muerte. depende de la gratifi¿Cómo no va a macación de necesidadurar el que ha perdides. Esa chica tan soñadora y adodo miedo a la muerte y la ha conslescente, que se ha enamorado de tituido en fuente de su libertad? un chico problemático y ha sido capaz de sostener la relación contra Si las experiencias determinanviento y marea, aprendiendo a tes dependiesen de uno, la maduraaceptar al otro como es, respetando ción podría ser racionalmente estasu ritmo, sabiendo manejar no sólo blecida. Pero no disponemos de los la voluntad heroica de amar, sino acontecimientos. Y sin embargo, también las mediaciones realistas los acontecimientos determinan que les hace crecer a los dos... O nuestro vivir. ese joven tan introvertido, que se Cuarenta y tres años tiene “xx.” ha encontrado con un hermano suEducado en la rectitud moral, sin yo pequeño con problemas de drorigidez. Ha trabajado en varias pa gadicción. ¿Qué pasa, que acaba de
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rroquias con ilusión y entrega. Ha madurado en lo humano y en lo divino progresivamente, a través de las responsabilidades y de una fidelidad voluntariosa. El año pasado hizo ejercicios espirituales personalizados. Una noche, estando solo en la capilla, algo le sucedió. El lo llama “el encuentro”. Cuando los acontecimientos ponen a la persona en una situación límite, la vida se ve emplazada ante la alternativa ineludible: o se crece a marchas forzadas o se recibe una herida que bloquea el futuro. Si a los 17 años ha perdido uno su apoyo afectivo más importante (madre, padre, amigo/a...), puede ocurrir el gran viraje: despierta de repente al sentido religioso más profundo o adopta la actitud subconsciente y sistemática de no volver a sufrir (mediante, por ejemplo, la superficialidad de la diversión incesantemente perseguida). Una enfermedad prolongada, un fracaso profesional inesperado, una frustración afectiva... ¡tantos acontecimientos que dejan a la persona a la intemperie, en que su proceso normal es sometido a la presión de las circunstancias! Los acontecimientos no obedecen al cálculo ra
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cional de nuestro desarrollo. Los psicólogos conocen lo que se llama la “fase de meseta”, en la cual, tras unos años de transformación intensa, el ritmo se frena y la vida parece aletargarse durante años y años. Un día nos encontramos con lo inesperado y somos puestos a prueba. El organismo psíquico y espiritual entero se tensa: confusión, rebeldía, inseguridad, coraje, esperanza, depresión... todo se entremezcla. Es la hora del salto, para bien o para mal, según la reacción de la persona. Si el ritmo existencial está marcado por la presencia del Absoluto, ¿qué pueden significar las palabras “edad”, “proceso”, “maduración”? Lo que pasa es que la mayoría de los humanos, cuando maduran, lo hacen circunscritos a la finitud. En el caso de los creyentes, desde la finitud abierta a la transcendencia. Son religiosos en cuanto dan un sentido último a la realidad desde Dios, origen y meta. Puntualmente, cuando los acontecimientos sacuden su seguridad, brota una relación personal con Dios y quizá se vislumbra “otra cosa”. Pero la finitud tiende a protegerse a sí misma en el espacio de lo controlable; todo vuelve a su normalidad.
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Hay muy pocos que se complican la vida haciendo de Dios la pasión de su vida. Se les llama a veces los “elegidos”, y con ello los demás nos sentimos justificados en nuestra mediocridad o en nuestra generosidad sabiamente programada. Hasta que un día nos damos cuenta de que Dios es Alguien viviente, que su amor presiona suave y tenazmente sobre nuestras conciencias, que yo significo personalmente para El... El amor de Dios no tiene edad; es absoluto. Ciertamente porque es
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amor, respeta nuestra edad, quiere ser amado libremente, no es posesivo, cuenta con nuestros procesos de maduración. Pero es fuego que transforma, sin destruir. Es un amor de alianza eterna. Por eso, cuando el hombre se encuentra con El, no sólo fundamenta su finitud, sino que despierta lo más propio del espíritu finito, su nostalgia de eternidad. Hemos sido creados para El y, si alguna vez ha pasado junto a ti, tu deseo ha encontrado su fuente, y ya no podrás saciarte sino con su Rostro (cf. Sal 42-43; Jn 4).
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n. TALLER DE REFLEXION A nivel personal - Probablemente este tema remueve recuerdos personales, algunos dolorosos. Dejar que emerjan. - Poner atención en la actitud básica de autenticidad, o a la que se alude con frecuencia. - Tomar conciencia de las paradojas de la antropología cristiana en la propia historia personal. - Las reflexiones ¿me ayudan a dar nombre a algún conflicto que estoy viviendo ahora?
A nivel de reunión comunitaria - Escoger algún párrafo y qué me ha llamado más la atención. ¿Por qué? ¿Tiene que ver con mi historia personal? - ¿Qué consecuencias pueden tener estos planteamientos en los años de formación inicial y cuando hacemos Ejercicios Espirituales? - Detenerse en el binomio "ideal-proceso", que sin duda ha marcado nuestra vocación de religiosos/as y nuestra problemática de fidelidad.
- Tema 4 Ciclos vitales y proceso espiritual
I. EXPOSICION Tal como vamos desarrollando nuestro discurso sobre los ciclos vitales, se impone la pregunta: ¿entonces, la vida espiritual tiene que ver con la edad? En el tema anterior hemos dicho que lo esencial está “más allá de la edad”; pero porque, previamente, ciclos vitales y proceso espiritual tienen alguna correlación. En el libro Proceso humano y gracia de Dios (Sal Terrae, 1996), he abordado sistemáticamente este tema. Aquí lo hago con una sensibilidad más pedagógica. Por preguntas, que atañen a experiencias frecuentes.
1. ¿Tiene que ver la conversión con la búsqueda de identidad? En mi opinión, una visión integral de la conversión exige comprenderla en relación a los proble
mas de identidad. Hay una búsqueda de identidad social en la adolescencia que se presta a la conversión religiosa, pero que, a mi juicio, es una conversión que no atañe al centro personal y que, por ello, no tiene consistencia. Cuando el adolescente vive su proceso en plena confusión (por una parte, abandona la identidad asimilada pasivamente en la familia y ha de hacerse la suya a partir de los modelos sociales; por otra, su mundo pulsional está en plena ebullición interior), puede aferrarse a lo religioso para evitar sus propias angustias (conductas de alejamiento de lo social, por conflictivo; inhibición de pulsiones), o bien, después de un cierto tiempo, al lograr nuevas síntesis personales (control de pulsiones, nuevos horizontes de valores, reflexión sobre la elección del estado de vida, etc), puede identificarse con un proyecto de vida centrado en Dios o en valores asociados a Dios. Esta conversión, en mi opinión, responde a la necesidad de identi-
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mujer “hecha y derecha”. Muy audad social y a la psicodinámica del tónoma en sus criterios y en su cadeseo que encuentra en un ideal de pacidad para seleccionar relaciones vida su centro unificador. Esta cony tareas, dice que siempre sabe lo versión, si no arrastra problemas que no quiere, pero todavía no sabe pendientes de equipamiento, tiene qué hacer en su vida. Estudia para consistencia psico-social, pero no asistente social, porque intuye que personal ni teologal. Por eso per“los tiros del futuro” van por la enmite integrarse bien en una institutrega a los demás. Cuando menos ción (es el caso de las vocaciones lo espera, ella misma se sorprende idealistas de los diecisiete/dieciohablando con Dios. Desde hace cho años), pero corre el peligro de unos meses, nota que está camprolongar la adolescencia. La conbiando su relación con El. Sin darversión ha de pasar por la crisis de se cuenta, se pone a postadolescencia, en preguntarle: “Señor, la que el ideal ha de Sólo el Amor ¿qué quieres que haconfrontarse con la indiviso y exclusivo realidad. Esa ruptura, logra la unificación. ga?” Le he preguntado que propicia la identi- Entonces se revela que si alguna vez se le ha sólo Dios es el todo. ocurrido hacerse monja dad que transciende (he utilizado expresalo psico-social, atañe mente esa palabra), e inmediataa la libertad real, a la libertad autómente ella ha hecho un gesto de renoma y concreta de la persona. Pechazo y ha contestado: “Esa es la ro todavía necesita la experiencia pregunta que temo desde hace fundante teologal; el deseo y la liaños”. Quiere ser de Dios o, mejor bertad, el ideal y la realidad, han dicho, la pertenencia a Dios es code fundamentarse en la Gracia, al mo una certeza nunca expresada. menos inicialmente. Pero, según va madurando, esa cerEsta primera conversión tiene teza se concreta. Y siente el riesgo lugar (o debería tenerlo, si se está de una libertad que comienza a sol“a la altura del tiempo”) entre los tar riendas. dieciocho/veinte y los veinticinEn este caso, la búsqueda de co/veintiocho años, más o menos. identidad está ligada a una especie La búsqueda de identidad en de fidelidad a lo profundo de sí “xx” es sorprendentemente lineal. mismo. Lo humano y lo divino se A sus diecinueve años, parece una reconocen mutuamente, sin con
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flicto. Con frecuencia se ha olvidado que la conversión está ligada a la historia personal, y que no todos los tiempos tienen la misma densidad antropológica. La acción salvadora de Dios, ciertamente, es libre; pero normalmente actúa sobre ciertos presupuestos, uno de los cuales es la crisis de identidad. En las vidas de los santos es frecuente encontrar el fenómeno de la adolescencia que se retrasa o se adelanta, según los casos, a partir del contraste entre el nivel psicodinámico y el nivel existencial o espiritual. Es como si la interioridad de la persona sufriera una tensión de extremos entre bipolaridades, creando la plataforma adecuada para una síntesis nueva, en que se integran las bipolaridades y se fundamenta la identidad en la experiencia de lo dado gratuitamente. A esto se debe también, a mi juicio, el que la fenomenología de la conversión tenga frecuentemente tantas semejanzas con las fases regresivas de la identidad: confusión, ansiedad... Pero lo mismo suele suceder en cualquier proceso terapéutico que suponga un cambio real del yo y no se limite a la resolución superficial de síntomas.
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Dar prioridad a los momentos críticos de la personalización no significa identificar la conversión con un tipo determinado de conversión, concretamente la irruptiva (estilo Pablo). En ésta se evidencia más claramente la tensión, y aunque parezca que la Gracia ha actuado “desde arriba”, con soberana libertad y sin presupuestos de ningún tipo, de hecho su carácter irruptivo tiene mucho que ver con los presupuestos psicodinámicos y existenciales de la persona. La persona parece ser totalmente ajena a la nueva identidad acontecida. Si se profundiza en sus transfondos, podemos advertir que lleva años gestándose, de modo consciente y latente, el proceso que ahora irrumpe de manera totalizadora. El momento de la conversión se asemeja a la “abreacción” que se da en psicoterapia. De hecho, las conversiones Eruptivas suelen necesitar unos años para que el proceso de personalización afronte los problemas latentes y las tendencias inmaduras o desequilibradas. Todo el mundo sabe que los conversos, al principio, muestran muchos síntomas de inmadurez humana y espiritual. La conversión ha realizado el cambio del centro personal como horizonte de sentido; pero necesita mejorar la estructura de la personalidad, el equipamiento.
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2. ¿Cuándo suele darse la experiencia fundante?
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Este don, para nosotros los cristianos, tiene como referencia objetiva e insobrepasable el Nuevo Testamento: la persona de Jesús (su vida, mensaje, actividad, muerte y resurrección) y la existencia humana (el discípulo, la comunidad cristiana) que surge del acontecimiento pascual y que el Espíritu Santo realiza en el entretiempo.
La experiencia fundante, hablando teológicamente, presupone un salto ontológico de lo natural a lo sobrenatural, de la condición humana y sus posibilidades (“carne”, en sentido bíblico) a las posibilidades de la vida de Dios en nosotros (“espíritu”, en sentido bíblico). PeHablamos de emergencia para ro la causalidad sobrenatural de dar a entender que, coDios no es perceptible La existencia no mo el Reino, lo teoloen sí misma. La vida está fundamentada gal no cae del cielo code Dios acontece en teologalmente mientras mo un rayo sino que nuestra realidad hula fe, la esperanza crece como semilla en mana y mediante y el amor no sean la tierra o como levanuestros dinamismos determinantes en la dura en la masa humahumanos. Las tres viriniciativa de la persona, na, para dar a entender tudes teologales, que en su libertad y en el que al principio la vida por definición son sosentido de su proyecto. teologal se abre camibrenaturales, puro don no lentamente en el claroscuro del de Dios, son actos de la persona proceso de personalización, demahumana y tienen por plataforma siado condicionado por las necesiantropológica la subjetividad en su dades de equipamiento y de inteesencia: acogida confiada (fe), esgración. Más tarde, la vida teologal peranza y proyecto (esperanza), adquirirá la iniciativa global. Seencuentro y unión (amor). Lo teogún sea la fuerza de esta vida logal, pues, ha de ser captado en emergente, podremos discernir la los signos de transformación de la mayor o menor consistencia de la persona (en su autoconciencia, inexperiencia fundante. En nuestro tersubjetividad, horizonte de sentiesquema mental, la existencia no do y relación con el mundo), allí está fundamentada teologalmente donde emerge la novedad de una mientras la fe, la esperanza y el existencia fundamentada y orientaamor no sean determinantes en la da desde el don de Dios en sí misiniciativa de la persona, en su limo.
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bertad y en el sentido de su proyecto. Con una precisión, sin embargo: la distinción entre experiencia fundante inicial y experiencia fundante consolidada. Lo cual, sin duda, evidencia la dificultad de distinguir entre lo teologal emergente previo a la experiencia fundante y la experiencia fundante inicial.
La crisis de realismo (a partir de los cuarenta/cuarenta y cinco años) obligará a consolidar la experiencia fundante. Si se da la “segunda conversión”, está definitivamente consolidada, y la vida teologal toma la iniciativa y el ritmo del proceso de transformación.
Entre la inicial y la consolidada hay un camino largo, en el cual se está haciendo la consolidación: la La inicial tiene un carácter meseta de la zona intermedia, que emergente; sus signos más claros, describimos en el libro la experiencia de la La renuncia tiene Ni santo ni mediocre justificación por la fe pleno sentido si (Ed. Verbo Divino). (es decir, el primado posibilita una mejor de la Gracia) y la obeintegración. No hay El esquema es teóridiencia de amor (el libertad cuando co, la realidad es infiniprimado de la voluntad domina el principio tamente más compleja; de Dios). La síntesis del placer. pero sirve, creo yo, a de contrarios es la piemodo de orientación. dra de toque. La inicial corresponde, más o menos, a la elaboración creyente de la crisis de autoimagen (hacia los veinticinco/veintiocho años). En los años 3. ¿Por qué cuesta tanto la posteriores, teóricamente hablanunificación espiritual? do, la fundamentación inicial ha de confrontarse con la complejidad de La integración no es todavía la la persona, con sus tendencias, prounificación espiritual. Hace refeyectos y vivencias. A la vez que se rencia al conjunto armónico o hace y se consolida la integración equilibrado de las distintas dimenhumana y espiritual, la vida teolosiones de la persona (lo psicológico, gal es amenazada y se abre camilo existencial y lo espiritual). no, unificando el sentido último de Ciertamente, la integración no se la persona y de su proceso. hace por compartimentos o por una especie de suma. No hay integra
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ción sin un centro unitario, el yo personal, que dé unidad a los diversos componentes. Desde el punto de vista dinámico, pertenece al deseo, plasmado en un proyecto, dar cohesión al todo. No hay integración sin un corazón unificado. Pero la unificación del deseo no es todavía la unificación espiritual. Esta presupone el deseo y lo transciende. De hecho, el drama más íntimo viene de esta paradójica toma de conciencia: cuanto más se avanza en la integración, tanto más se experimenta la imposible unificación. Por ejemplo, si el proceso de integración va adquiriendo consistencia, se experimenta el gozo íntimo de crecer psicológicamente y en la relación con Dios, y se percibe cómo la oración libera energías ocultas, cómo se acepta uno mejor a sí mismo, cómo Dios no es rival del amor humano, sino que, posibilitándolo todo, lo transciende todo, etc. Y, sin embargo, este equilibrio personal, sin dualismos, abre el abismo más hondo de la incapacidad de amar desinteresadamente. La división íntima se revela más profundamente. Al cabo de cierto tiempo, pueden recogerse los frutos más deseados: la integración de fe y vida, de oración y acción. De hecho, la re
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lación con Dios va siendo como música de fondo en todo lo que se hace, y las preocupaciones y responsabilidades de la vida se llevan al corazón de Dios como ámbito donde se iluminan y pacifican. No obstante, a la larga, esta integración no toca el deseo más hondo del corazón: Dios en persona. Se ve con lucidez que Dios es tratado como una dimensión del conjunto; la más valiosa, ciertamente, pero una entre otras. Y el corazón no puede amar si no se totaliza en un Tú único y absoluto. La integración, para llegar a ser unificación, necesita pasar por la descentración del yo a partir de una concentración radical en Dios que sólo El puede hacer, atrayendo a Sí como al Unico. La integración todavía es dispersión de amor. Sólo el Amor indiviso y exclusivo logra la unificación. Entonces se revela que sólo Dios es el todo y, paradójicamente, que sólo El lo integra todo. La unificación espiritual se da a un nuevo nivel de transformación por obra de la Gracia. La experiencia fundante, aunque sea inicial, descentra al yo de sí mismo, lo centra en Dios a nivel de deseo y, sobre todo, ofrece al mismo deseo y al proyecto de vida un nuevo horizonte de realización,
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los dieciocho/veinte a los veinticinco/veintiocho años, la necesidad de definir la vida propicia la unificación del deseo. En ésta, el deseo ha de ser confrontado con la complejidad de la existencia a través de múltiples lazos afectivos y responsabilidades. La pareja se entrega a los hijos y a la lucha por la vida; el célibe, a una misión. Teóricamente, Lógicamente, si la integración el proceso espiritual es de integrano se apoya en la experiencia teoción; prácticamente, puede ser de logal, tiende a hacer dispersión. La unifiNo siempre la ascética del yo su propio funcación del deseo en la cristiana ha tenido damento. Es el caso adolescencia o postaclaro que no se de cristianos humadolescencia fácilmenrenuncia al placer namente maduros, te se considera “mal porque sea malo, con hondas convicde juventud”, idealissino por un principio ciones religiosas, como. De ahí a un cierto superior en orden al herentes y comprodesinterés por los vacrecimiento en libertad. metidos, que incluso lores espirituales hay mantienen la praxis poco trecho. Lo malo es que se de la oración (sacerdotes, religiojuzga el momento actual como de sos/as, miembros de comunidades realismo y madurez. Y en parte lo de base... ). La afectividad integra es, dado que la unificación del dey unifica el proyecto de vida en la seo está ligada al ideal del yo; pero relación con Dios; pero falta todadicho juicio es una típica racionalivía lo esencial: el primado de la zación de frustraciones espirituales Gracia. ocultas. la Gracia. Esto permite que la integración, en cuanto equilibrio y armonía de dimensiones, no sea fin, sino camino; en consecuencia, la interioridad sabe intuitivamente que la integración depende, en última instancia, de la obra de Dios, no del proceso controlable de integración de dimensiones.
Si la etapa de integración coincide con el ciclo vital de los veintiocho/ treinta a los cuarenta/cuarenta y cinco años, entonces resulta notorio el riesgo del desplazamiento de intereses y -poco a poco- del proyecto de vida. En la etapa de
Por el contrario, si la integración ha sido sólida, sobre todo cuando se apoya en la experiencia fundante, los frutos preparan para la segunda conversión. Algunos de ellos son los siguientes:
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a) Nueva síntesis, todavía inconclusa, entre autonomía y Gracia. Se supera el reduccionismo, que identifica la Gracia con la dimensión religiosa de lo humano, y el espiritualismo, que espera de la Gracia la solución a problemas cuya dinámica pertenece a la autonomía del hombre. Comienza a verse ya por dentro que Dios quiere la autonomía de lo humano y, por lo tanto, que El no es necesario para la realización de la inmanencia. Pero comienza a percibirse que Dios es más que necesario, por cuanto es lo absolutamente real en todo, y, sobre todo, es el Tú libre que se autocomunica en autodona- ción. La vida teologal comienza a ser fuente de libertad interior, a la vez que uno se siente más fiel a sí mismo que nunca. Decisión propia y obediencia a Dios concuerdan. b) Vivir consiste en ir integrando realidades que hasta entonces parecían irreconciliables. Por ejemplo: • Tengo a la vez autoestima psicológica y desconfianza existencial. • Manejo la razón instrumental (conocimiento de fines y medios, organización de las tareas, pensamiento de lo objetivable, discerni
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miento de lo moral objetivo...), pero vivo de actitudes. • Soy responsable de mi crecimiento espiritual, pero dejo en manos de Dios la unificación y transformación. * Estoy implicado a fondo en lo que hago, con las personas a las que quiero, pero el sentido de mi vida no depende ni de personas ni de tareas. Estos frutos se resumen en uno de los signos más claros de la verdadera integración cristiana de lo humano y lo espiritual: la capacidad de vivir simultáneamente a diversos niveles de conciencia.
4. ¿Por qué no se madura sin sufrimiento? La palabra “integración” predispone a entender el proceso como riqueza humana y espiritual con todas sus posibilidades, sin renuncias. De hecho, la espiritualidad actual presenta muchas reticencias a planteamientos ascéticos que en la tradición se vivían como praxis normal. Veamos cómo integración y renuncia no se oponen, sino que son correlativas.
55 Para comenzar, el principio de frente al dualismo cátaro o los esintegración obliga a resituar las plritualismos de corte agustiniano. renuncias. Si no hay integración En la praxis, el gran viraje de la de necesidades y libertad, equilisensibilidad actual respecto a la brio humano y vida espiritual, auascética está en dar primado a las torrealización y vida teologal, las cruces de la vida ordinaria sobre renuncias se hacen sospechosas de las prácticas especiales de sacrifimotivaciones inconscientes enfercios buscados. En mi opinión, no mizas. No olvidemos que buena se trata tan sólo de lucidez, sino de parte de la crítica de lo religioso se un nuevo talante de espiritualidad. ha nutrido de la ascética cristiana Actualmente queremos una expemal vivida o mal entendida. Penseriencia de Dios y un desarrollo esmos, por ejemplo, en la tipología piritual vinculado a la del piadoso inhibido o Sólo cuando se opta, densidad de lo real, a la del asceta rígido o del cuando se elige aventura de vivir la religioso/a reprimido. una cosa y, en existencia humana hasconsecuencia, La renuncia tiene ta el final. Se nos hace pleno sentido si posibi- se renuncia a las otras, sospechosa una espirise da la integración. tualidad que tienda a lita una mejor integración. En ello converconstituirse en un margen tanto el humanismo psicológico especial aparte, aunque tenga co como el religioso. No hay libertodos los visos de heroísmo y de tad cuando domina el principio del santidad. “Bastante penitencia tieplacer. La madurez comienza por ne la vida”, suelen decir los seglaintegrar el principio de realidad, y res cristianos. Han dejado de admiésta, necesariamente, supone rerar la vida de penitencia de los nunciar a las fantasías del deseo y monjes/as, porque les suena a artielaborar positivamente la finitud. ficial. En todo caso, es un dato de No siempre la ascética cristiana ha discernimiento espiritual el que, tenido claro que no se renuncia al cuando un creyente madura en su placer porque sea malo, sino por seguimiento de Jesús, relativiza las un principio superior en orden al penitencias y valora el amor en lo crecimiento en libertad. Digamos, cotidiano. no obstante, que la mejor sabiduría de la tradición ha reivindicado Integración y renuncia tienen siempre la bondad de la creación, como núcleo de encuentro la op-
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ción. No hay integración real si la persona lo quiere todo. Sólo cuando se opta, cuando se elige una cosa y, en consecuencia, se renuncia a las otras, se da la integración. Para optar hay que saber gustar y seleccionar. No es poca ascesis este aprendizaje de evaluación de las diferentes experiencias. Con frecuencia, es más fácil renunciar a todo, en lugar de sentir las ambigüedades del deseo y tener que elaborar el placer (del tener, del comer, del sexo, del éxito social, del cuidado personal, etc.) en orden a un proceso de autoliberación. Pero la integración más importante es la que unifica la persona en un deseo y un proyecto. Si esta opción de vida se retrasa, la persona puede quedar fijada en la adolescencia del deseo (la libertad en cuanto máximo de posibilidades), en la dispersión existencial, y acaba desintegrada. Esta integración se realiza en torno a valores de carácter incondicional: el proyecto de vida cristiano. Esta dinámica presupone el mismo principio de la ascética tradicional: el principio de trascendencia. La vida no consiste en experimentar el placer, sino en transcenderlo. Por influencias ajenas al mejor discernimiento bíblico, la transcendencia del placer se identi
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fica con la negación del placer. Para nosotros, por el contrario, toda verdadera transcendencia integra el placer superándolo. En efecto, la psicología más elemental nos dice que la ansiedad por el placer impide su disfrute. La espiritualidad nos dice, igualmente, que el placer no debe ser gustado por sí mismo, sino que debe ser situado (integrado) en un conjunto (el placer sexual, en la relación interpersonal; el dinero, en la solidaridad; el éxito en el servicio...). Entonces se da la experiencia bipolar, signo claro de la madurez humana y cristiana: la simultaneidad de gozo y desasimiento. Se goza con todo (especialmente con lo más sencillo y ordinario, como la amistad, por ejemplo) y se está más allá de todo. Se descubre el principio básico de la integración y la renuncia: la desapropiación. En el poder vivirlo todo como don se da, a un tiempo, el placer y la transcendencia. Dicho así, parece que nos hemos reconciliado definitivamente con la sensibilidad moderna por lo terreno. Sin embargo, a mi juicio, es ésta una concepción demasiado “irenista” o armónica. La sabiduría tradicional, a pesar de todos sus dualismos, era certera en este dato fundamental sobre la condición real del hombre: el pecado crea la in
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capacidad de vivir espiritualmente el placer, si previamente no hay una dinámica de renuncia en forma de negación. La psicología dice que no cabe renuncia sin integración. La ascética tradicional dice: no hay libertad sin renuncia. ¿Se oponen? Aquí es donde el discernimiento de personalización introduce su sabiduría del proceso a la luz de una visión integral de la persona. Y matiza: • Hay ciertos placeres, ligados a necesidades de equipamiento, que deben ser satisfechos. Su renuncia sería factor de neurosis. • Cuando las necesidades básicas están satisfechas, la persona necesita vivir un proceso de personalización en dos momentos, que cronológicamente pueden ser simultáneos: el primero, en que vive gratificaciones y las transciende (gozo y desasimiento); el segundo, en que unifica el deseo en un proyecto y asume las renuncias consecuentes (caso del celibato, por ejemplo). • Según se va creciendo en libertad interior y, sobre todo, a medida que el amor a Dios va consolidándose, a la luz de los valores evangélicos, como sentido de la propia existencia, las renuncias vo
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luntarias nacen del discernimiento de las resistencias inconscientes o de los infinitos obstáculos al amor único y totalizador. Estas renuncias voluntarias son de todo tipo: el olvido de sí, las preferencias evangélicas por los desfavorecidos, el ayuno, la austeridad en el comer y en el vestir, la pobreza voluntaria, el escoger los últimos puestos... Hemos entrado en la lógica del amor, y sólo éste tiene el secreto de la síntesis entre integración y renuncia. Cuando se ama, se invierten incluso los términos: a más renuncia, mayor integración. El deseo de integración todavía es cálculo. El amor desea la negación de sí.
5. ¿Tiene que ver la reducción con la experiencia mística? Dios lleva a cabo su reinado en el hombre desde la misma condición de éste: un hombre encamado en una historia (biológica, social, cultural...); herido y esclavizado por el pecado; con una libertad que no es en absoluto abstracta, sino configurada por su pasado y por sus circunstancias actuales, interiores y exteriores; etc. Por haberlo olvidado, se ha dado el nombre de “mística”, de manera reductora, a
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uno de los caminos posibles: el que Interesaba hacer esta precisión, podríamos denominar “reflejo”. porque creo que todos estamos llaMística refleja es la experiencia mados a la vida mística en cuanto en que el predominio de la vida tepredominio de las virtudes teologaologal transforma la actividad norles; pero no todos estamos llamamal de las tendencias bio-psíquicas dos a la experiencia refleja. y las funciones/potencias racionaA la luz de dicho marco conles del hombre (inteligencia, voceptual, incidamos en la pregunta: luntad, memoria creativa). Digo si el cristiano está a la altura antroactividad “normal” porque, en pológica de la madurez y la vive en efecto, en la experiencia mística se dinámica de fe, ¿puede esta edad suspenden o se activan “anormalconsiderarse como inicio de la mísmente”. Por ejemplo, la relación tica? con Dios en la oración de unión (“quintas moradas” de El texto que citábasanta Teresa) se realiza ¿Qué pasa en el mos de Taulero parece en la paralización de la corazón del hombre afirmarlo. Pero anotecapacidad de pensar y que se defiende tan desesperadamente mos que lo hace indiactuar, pudiendo darse rectamente. No establedel amor de Dios? fenómenos de levitace la correlación entre ción. En mi opinión, madurez y experiencia mística, siexiste la mística concomitante, es no la necesidad de sobrepasar los decir, la experiencia del predomicuarenta para, al cabo de unos diez nio de la vida teologal sin fenomeaños, lograr la unificación espirinología de ruptura. Más bien, hatual deseada (la cual, ciertamente, bría que preguntarse a qué respones descrita en términos de expede el camino de la “mística refleriencia mística). Con todo, la idea ja”. Los clásicos lo interpretaron de fondo es la misma: la edad como libertad de Dios; pero ellos cuenta en el proceso de la transformismos apuntan más de una vez en mación espiritual. Comenzaremos otra dirección: a los condicionatambién nosotros por señalar las mientos psicológicos de la persona. correlaciones en sentido positivo: De hecho, es sorprendente que en por qué, efectivamente, la segunda las “séptimas moradas” de Teresa edad es propicia para la experiende Jesús desaparezca toda fenomecia mística. nología extraordinaria.
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Primero, porque la tensión de extremos, al desarrollarse a niveles de fundamentación de la existencia, posibilita un nuevo espacio a la acción del Espíritu Santo y, en consecuencia, una nueva conversión y totalización de la vida en las virtudes teologales. El espíritu emerge a través del conflicto. Por ejemplo, la crisis de ideales y expectativas permite consolidar la fe en su dinamismo teologal: el de la plena disponibilidad a los planes de Dios. Segundo, porque el talante de la vida pasa de proyección activa a actividad pasiva y desinteresada. Todos los místicos caracterizan el paso a la contemplación infusa y al predominio del amor teologal como ruptura del egocentrismo y concentración en el teocentrismo espiritual. Hay que precisar que se trata de una pasividad activa, atraída, arrebatada. Tercero, porque esta edad va introduciéndonos progresivamente en las grandes pasividades (enfermedades, rupturas afectivas, fracaso de proyectos globales, marginación social, soledad, muerte...). La dinámica espiritual de la experiencia mística es inseparable de las “noches pasivas”. Los clásicos se centraban en la experiencia de ora
ción y relación con Dios. Pero el ámbito donde es purificada la fe de sus deseos y apropiaciones no se circunscribe a la vida monástica y de oración. Allí donde el creyente lo ha esperado todo de Dios, allí es donde ha de ser pasivamente purificado. Evidentemente, nada de esto le inicia a uno en la mística si no lo vive en clave de amor de fe. La transformación no proviene de las circunstancias, sino del corazón iluminado por el Espíritu Santo. Sólo el amor al estilo de Dios es capaz de dar sentido al sinsentido, de ser fuerte en la debilidad, de hacer de la limitación nueva posibilidad. Por eso la mística es uno de los signos privilegiados del amor escatológico, es decir, de que el Reino de Dios ya ha llegado realmente a nuestra pobre condición humana. Digamos, además, que la correlación entre segunda edad e inicio de la mística no es necesaria. Primero, porque, perteneciendo a los inescrutables designios de Dios realizar la consumación de cada una de las vocaciones humanas, puede no querer que determinada vocación se realice en este mundo. ¡Cuántas personas no lie-
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gan nunca a hacerse conscientes de la vida teologal que les fue infundida en el bautismo...! ¡Y a cuántas de ellas, sencillamente, les reserva Dios una vida eterna sobreabundante en el cielo...! No olvidemos que la vida mística es plenitud percibida, consciente. Pero la obra de Dios no se mide por lo que nosotros podemos percibir. Segundo, porque muchos se quedan a medio camino. Hay que oír las lamentaciones de san Juan de la Cruz (Cántico 1,7-10) o de santa Teresa (1 Moradas 1,1-8) cuando ponderan la dignidad del hombre y su vocación. ¡Cuántas veces se lamentó Jesús de la cerrazón de Israel y los suyos (Le 9,41; 10,13-15)! ¿Qué pasa en el corazón del hombre que se defiende tan desesperadamente del amor de Dios? Tercero, porque la vida de Dios es indeducible de ningún proceso de finitud, por muy madura que sea la persona. Paradoja de la antropología cristiana: si reúnes los requisitos de madurez necesarios, puede que accedas a la mística; pero no
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podrás hacerlo por ti mismo: es pura Gracia. Cuarto, porque la mística nace de un amor peculiar, el escatológico, y éste no tiene edad ni se obtiene por medio de un proceso. Quiero decir que un creyente ha podido madurar en su conjunto humanoespiritual con coherencia, hasta el punto de elaborar con sabiduría humanista y de fe las dificultades de su edad,logrando así un sabio equilibrio; puede incluso que le ayude a ello su salud psíquica, sus recursos humanos y su sentido religioso de la vida. Pero, si no ha conocido el amor que totaliza, la fe que se abandona ciegamente en Dios; si, en su coherencia y saber estar en la vida, hay un punto de autosuficiencia; si no le ha tocado vivir una situación límite... es imposible que dé el salto a la mística. Una vez más, la sabiduría de la Cruz desbarata la mejor filosofía humanista y religiosa. El don de la mística pertenece a los pequeños, a los que han sufrido el agobio de la existencia y han puesto su esperanza sólo en Dios (cfr. Mt 11,25-30).
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II. TALLER DE REFLEXION El taller de reflexión podría hacerse con cada uno de los apartados.
1. Sobre la conversión 1) Cambiar impresiones sobre la distinción entre identidad social e identidad personal. Hacer aplicaciones de pastoral. 2) Cambiar impresiones sobre los presupuestos humanos de la conversión irruptiva y la conversión de proceso. 3) ¿Cabe conversión a cualquier edad? Si la opinión es afirmativa, ¿qué diferencia en el cambio de la persona se puede esperar a los 20 años o a los 55?
2, Sobre la experiencia fundante 1) ¿Por qué muchos cristianos y religiosos no parecen tenerla? 2) Lo importante es la vida teologal que emerge. Cambiar impresiones sobre el modo de discernirla en las conciencias.
3, Sobre la unificación espiritual 1) ¿Te ilumina la distinción entre integración y unificación? 2) Concretar aspectos en que uno percibe en sí o en otros la impotencia para la unificación.
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4. Sobre maduración/sufrimiento 1) ¿Has vivido conscientemente el problema de la renuncia, o bien porque has tenido que satisfacer necesidades que te impedían la maduración, o bien porque te ha costado liberarte de la esclavitud de dichas necesidades? 2) Recordar en uno mismo o en otros experiencias de ruptura, que han traído un nuevo nivel de libertad interior y de madurez espiritual.
5. Sobre la reducción/mística 1) ¿Por qué tan pocos acceden a la mística o predominio de la vida teologal? 2) ¿Por qué tenemos miedo a hablar de esto?
- Tema 5 Renacer y peregrinar
I. EXPOSICION Se puede releer la propia historia de muchas maneras:
reconcilian nuestras contradicciones.
- Como quien hace el diagnóstico de sí mismo, con el máximo de objetividad (aunque uno nunca es buen juez en propia causa). Pero la verdad, que no pasa por la subjetividad, puede ser un mecanismo de defensa, el de racionalización.
Pero para nosotros, hijos de Abrahán y seguidores de Jesús, volver es renacer del agua y del Espíritu Santo, llamados al futuro, a la esperanza más fuerte que la muerte, a la realización de las Promesas, que desbordan “lo que el ojo vio y el oído oyó y el corazón del hombre pudo soñar”.
- Como quien hace examen de conciencia, poniendo en la balanza los logros y las culpas. Pero esta verdad tampoco libera, ya que se fundamenta en la necesidad de autojustificación.
Así han orado siempre Israel y la Iglesia: han celebrado la memoria del Dios de la Historia Salvadora, proclamando su fidelidad en el presente y anunciando de palabra y de obra al Señor que viene y vendrá.
Releer la propia historia es verdad liberadora cuando ayuda a renacer. Así lo han vivido las sabidurías religiosas: Ulises que, después de una vida azarosa, vuelve a su hogar nutricio; los ritos del agua, que purifican y nos sumergen en el Origen... Porque se relee para retomar la vida entera “desde” el Fundamento último, en el que se
1. Vivir a fondo Uno relee su historia según ha vivido. Cuando uno pasa “de puntillas” por la vida, con miedos, sin implicarse, adaptándose lo mejor posible a las circunstancias, evitando la inseguridad, sólo recordará
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amistades más o menos agradables. Pero si ha preferido verdad a situaciones de seguridad, si ha tomado la vida en sus manos y, llegado el momento, “se la ha jugado”, no habrá acertado siempre, desde luego; pero sabe, ciertamente, que vivir es algo que merece la pena. Lo nota, primordialmente, en sí mismo.
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es incalculable. Y el que “se moja”, se expone no sólo a recibir golpes, sino a hacer daño, con frecuencia a las personas más queridas. Se crece a través del conflicto. Se madura pagando precios. La generosidad del corazón va tan unida a nuestro egocentrismo e impotencia para amar desinteresadamente, que vivir a fondo conlleva mascar el pecado en todas sus formas.
¿Por qué nuestras instituciones tienden a evitar este talante existencial de la autenticidad? Hablan De ahí la sensación, con los de generosidad moral; pero ésta años, de heridas cicatrizadas y de heridas que corren el enmascara, con frecuencia, el miedo a la Releer la propia peligro de enconarse, y libertad, a ser sujetos historia es verdad de haber caminado perde la propia historia. liberadora cuando diendo jirones de sí ayuda a renacer. mismo y de los demás. Se confunde la subjetividad con el capricho, Pero el creyente no se funla autonomía con la autoafirmadamenta en sus obras, sino en la fe. ción, la personalización con el narSabe que ha sido justificado por cisismo. gracia. Ha vivido su responsabilidad y opciones, sus luchas morales Sin embargo, ¿cómo se puede y sus debilidades y egoísmos, ante seguir a Jesús si la vida se constituel Dios que, en Jesús, se ha maniye en un orden religioso-moral, en festado como misericordia entrañaconducta controlada y legalmente ble, el Dios que crea vida de la intachable? muerte.
2. Nada está perdido El que ha vivido a fondo suele “hacer tonterías”, porque arriesga y nuestra capacidad de autoengaño
Cuando se para a releer su historia, sabe que nada está perdido. Si se mira a sí mismo o hace de su historia una cuestión primordialmente ética, entonces sí que está perdido, a merced de la angustia de
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la finitud, de la necesidad de controlar el bien y el mal. Pero si no intenta estar en regla con su Señor, sino creer en su amor, sin más, dejarse lavar los pies como Pedro (cf. Jn 13), entonces todo está en su sitio, pues su sitio es el corazón de Dios, y lo suyo es perdonar (cf. Sal 130) y sobreabundar en gracia (cf. Rom 5). Por eso el cristiano/a, cuando relee su historia, tiene dos sensaciones simultáneas: - Que todo lo vivido es suyo, que no renuncia a nada, ni siquiera a su pecado (que le duele, por supuesto). - Que Dios construye el Reino con el trigo y la cizaña y que todo tiene sentido, pues Dios es fiel, incomprensiblemente fiel. A veces cuesta ver el sentido de ciertos acontecimientos dolorosos y, sobre todo, de ciertas actuaciones responsables; pero el creyente sabe que, para elaborar el sentido, lo decisivo no es entenderlo, sino confiar, abandonarse en manos de Dios.
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3. El niño interior La experiencia de la Gracia, que nos reconcilia con nuestra historia, nace de la fe y presupone “el nuevo nacimiento”, la experiencia fundante. Pero ésta, antropológicamente, empalma con la sabiduría de la “infancia eterna”, conocida por las religiones de la interioridad y la terapia del inconsciente. Está constatado que, en la crisis de realismo, es el niño/a que llevamos dentro el que nos salva, el que nos lleva más allá del yo al sí-mismo (por repetir el esquema de Jung). Si uno no deja emerger su lado frágil y vulnerable y lo machaca como amenazante, la crispa- ción y la desesperanza se apoderan del hombre/mujer maduro. Por eso, hay un tiempo para ser niño y un tiempo para ser hombre; un tiempo para ser fuerte y un tiempo para ser débil; un tiempo para la responsabilidad y un tiempo para la gratui- dad; un tiempo para tomar la vida en las manos y un tiempo para confiar... (cf. Qoh. 3). En la infancia se nos dan “las raíces”: - La confianza existencial, que viene dada primordialmente por el amor incondicional de los padres.
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Firmeza ontológica de la finitud, que permite a la persona salir de sí y sentir el futuro con esperanza.
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tal, cuando la retomo consciente y responsablemente e intentando darle un sentido, aparece lo que soy. Por eso, no es lo mismo conocer - La imaginación creativa: la que reconocer. La etimología de interioridad de la infancia, amasa“recordar” expresa la densidad anda con símbolos e imágenes, histotropológica del releer: el corazón rias y sueños, donde el inconsciense vuelve al pasado, y en él resuete almacena la sabiduría existencial na lo vivido y, de alguna manera, última, más allá de los aprendizaes revivido. Toda terapia auténtijes racionales del adulto. camente liberadora (que no se limita a controlar los sínto- La intimidad mas perturbadores), El que “se moja”, se del yo, ese sentido es decir, transformaexpone no sólo a recibir dora del yo, es recuerde autodignidad, que surge de la profundi- golpes, sino a hacer daño, do y palabra que da con frecuencia a las dad de la persona, nombre; pero es, sopersonas más queridas. bre todo, relación inatemáticamente. Se crece a través del terpersonal, donde se conflicto. Se madura - El fondo afecrevive el conflicto y pagando precios. tivo religioso, que las vivencias que se permanece insoboroponen al cambio. nable, reducto último de la conIgualmente, en toda experiencia ciencia. liberadora de la culpa, la cuestión Se vuelve siempre a estas raícentral no es lo acontecido, sino el ces. Nos renuevan. Nos vuelven a pecado como poder que oscurece y abrir horizonte. Porque la esperanatenaza la conciencia y la relación za, que es Palabra creadora de con Dios y el mundo. El pecado en Dios, se nutre de su incondicionaliforma de resistencia: a reconocer la dad de madre/padre. propia miseria, o la responsabilidad (¡qué necesidad de atribuir la culpa a la educación o a la debilidad personal!); resistencia a salir 4. Pecado y resistencias de sí y mirarse desde el amor de Dios; resistencia a no aferrarse al No se relee la propia historia orden moral, a la falsa seguridad asépticamente. Es mía, y en cuanto
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de los buenos propósitos... Hay una tendencia frecuente actualmente a reducir estas cuestiones a problemas de autoestima. Esta psicologización tan barata del proceso interior que supone la reconciliación con la propia historia, es, incluso sicológicamente, indigna de la persona humana. La autoestima tiene su sitio en toda experiencia de culpa; pero la cuestión atañe a la persona entera en sus dimensiones sicológicas, existenciales y espirituales.
5. El Dios más grande Reconciliarse con la propia historia es inseparable de la esperanza, de nuestro peregrinar hacia la consecución de la Promesa. El Dios, fundamento último de sentido, gracia salvadora, es el Dios de los cielos nuevos y la tierra nueva. Lo que pasa es que la mayoría de los creyentes creen que el futuro es cuestión de responsabilidad y de colaboración y de generosidad. Lo es a condición de que, previamente, sea experiencia de la Gracia y confianza en la fidelidad de Dios. No somos los protagonistas del Reino, sino los que trabajan el
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campo y siembran la semilla, y como sabemos que sólo cuenta “El que da incremento” (1 Col. 3-4), nos vamos a dormir en la paz de Dios, pues es El el que hace fructificar de noche, sin controlarlo nosotros (cf. Me 4). Esto vale para los procesos personales y las tareas de misión. Si nuestra relectura de la propia historia no es capaz de integrar responsabilidad y abandono,lucha y gratuidad, es que está fallando algo esencial en nuestra sabiduría de la esperanza. Nuestra esperanza tiene como horizonte el Dios más grande: - El que trabaja su Reino “desde dentro”, desde la condición humana, sin violencia, respetando el claroscuro de la existencia. - El que es fuerte en nuestra debilidad. - El cuenta con el sufrimiento y el mal como dinámica de Salvación. - El que es capaz de hacer del pecado ámbito privilegiado de su Amor Absoluto. Por eso, la esperanza cristiana
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es activa y pasiva. Y paradójicamente, nunca más activa que cuando ha de consentir la impotencia radical, cuando espera contra toda esperanza, y no tiene otro punto de apoyo que la fidelidad de Dios. Esperanza teologal, más allá de todo optimismo que prevé un final feliz.
6. La vida va por dentro
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- El de superficie: tendencias pulsionales, sensibilidad, discurso racional, esfuerzo de voluntad, experiencias y acontecimientos... Lo objetivable. - El de fondo: creer, esperar y amar. Tan simple, tan verdadero, para el que tiene el don. Lo inobjetivable.
Cuando se ha descubierto que hemos sido creados para Dios, que A estos niveles, el cristiano/a va Dios en persona y su vida trinitaria descubriendo que la vida va por es el don de nuestra videntro. No se confunde da y nuestra vocación y En la crisis con el intimismo espirila fuente de toda mide realismo, es el tual. Se trata de algo niño/a que llevamos sión, resulta evidente primordial: que la perque la vida va por dendentro el que sona es transcendente y tro. El que no lo ha desnos salva. sólo ella tiene relación cubierto discute: tacha inmediata (por Gracia, esta espiritualidad de neoplatónica, desde luego) con Dios. de que da la espalda al Dios de la historia, que se refugia en el munPor eso, la vida se compone de do de la conciencia y de las condiversas instancias (autoconcienciencias... Pero no se da cuenta de cia, intersubjetividad, trabajo, conque aquí no se discute de las metexto sociocultural); pero consiste diaciones en que se vive la vida en interioridad, es decir, en la caque no va por dentro. La mediapacidad de vivir toda la realidad a ción, según los carismas, puede ser niveles cada vez más hondos. el silencio de la oración o los gritos de los niños, la catcquesis parroCon los años, si se madura, quial o la enseñanza de matemátiefectivamente, cada vez resulta cas, la relación de pareja o el celimás evidente la diferencia entre lo bato... Pero allí donde Dios se auque se hace y la vida que crece por tocomunica y la persona vive como dentro. Se vive a dos niveles: tal, la vida va por dentro.
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7. Tiempo y eternidad
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Y tener la certeza, agradecida y confiada, de que nada está perdido.
Un cristiano/a no puede terminar reflexionando sobre sus ciclos vitales o releer su propia historia si no se da cuenta de que el tiempo está habitado por la eternidad y que su consumación , a través de la muerte, es el cielo.
Y que, según van apareciendo nuevos ciclos vitales y crisis existenciales, Dios va haciendo su obra en mí y en mi mundo, es decir, está suscitando y desarrollando la vida eterna, su propia Vida Trinitaria.
¿Por qué este tema, tan central en otras épocas y en la predicación de Jesús, apenas aparece hoy en el horizonte de la conciencia creyente?
Y enfrentarse a la paradoja de una vida que culmina en la muerte, con la esperanza inaudita de la Resurrección inmortal.
Releer mi historia significa percibirla en manos el Padre que está en los cielos, Señor de la historia.
Y poder descansar la vida y la muerte en el corazón eterno de Dios, con el gemido del Espíritu y la Esposa: “Ven, Señor Jesús” (Ap 22).
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II. TALLER DE REFLEXION Este tema se presta a un día de retiro. Materiales posibles: a) Para la oración este ejercicio: - Relajarse y ponerse en presencia de Dios. - Pedir la gracia de reconciliarse con la propia historia. - En una mirada global, retomar la historia personal. - Detenerse en aspectos concretos especialemente significativos, o bien porque despiertan agradecimiento, o bien porque aparecen resistencias. - Entregar esta realidad a la misericordia de Dios. - Desde el corazón de Dios, releer la historia y especialmente los aspectos que presentan dificultades. - Terminar con el Padrenuestro aplicado a esa realidad.
b) Los Salmos 131 (130) y 139 (138), muy aptos para la experiencia última de confianza, percibida a través de los afanes y tensiones de la vida.
c) Cuestionario para la reunión comunitaria: - Comunicar resonancias espontáneas de la parte expositiva.
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- Centrarse en el apartado 6, La vida va por dentro, que probablemente será polémico. - Captar en cada apartado el “punto neurálgico”, que siempre se refiere a nuestras actitudes básicas y planteamientos de fondo.
COLECCION FRONTERA-HEGIAN Director: Juan Ma Mtz. de llarduia
Números publicados 1. JOSE ANTONIO PAGOLA: Presupuestos y actitudes para la paz en Euskalherria. Aportación de los religiosos. 2. JAVIER GARRIDO: Qué es personalización. Para educar y evangelizar hoy. 3. FIDEL AIZPURÚA: Amar hoy desde el Reino. La afectividad de la Vida Religiosa integrada en la cultura actual. 4. LOLAARRIETA: Convivir con la afectividad. 5. JAVIER GARRIDO: La relación afectiva con Dios. 6. JUAN MARÍA ILARDUIA: El proyecto personal, como voluntad de autenticidad. 7. JAVIER GARRIDO: Comunidad y personalización. 8. JOSE LUIS PÉREZ: Para que una comunidad sea significativa. Practicando el discernimiento comunitario. 9. SABINO AYESTARÁN: Crecimiento personal en la comunidad. Esquemas para un diálogo comunitario. 10. JOSE CRISTO REY GARCÍA PAREDES, CMF y CAMILO MACCISE, O.C.D, Prepósito General: EL SÍNODO SOBRELA VIDA CONSAGRADA: Los habitantes de la frontera; Los grandes temas del Sínodo. 11. MAITE MELENDO: La comunicación: base de relaciones comunitarias profundas. 12. LOLAARRIETA: Comunicación-Comunidad: La comunidad: mediación de encuentro y compromiso. 13. SABINO AYESTARÁN: El conflicto comunitario. ¿Una oportunidad para crecer o una amenaza de destrucción? 14. JUAN MARÍA ILARDUIA: El Proyecto comunitario. Camino de encuentro y comunión. 15. VICTOR CODINA: Al encuentro de los pobres. La opción por los pobres en el caminar de la Vida Religiosa latinoamericana. 16. GONZALEZ FAUS: Nuestros señores los pobres. El Espíritu de Dios, maestro de la opción por los pobres. 17. JULIO LOIS: Los pobres, un desafio para la Vida Religiosa. 18. TONY CATALA: Seguirá Jesús en pobreza, castidad y obediencia desde los excluidos. 19. JAVIER GARRIDO: Releer la propia historia: sobre los ciclos vitales y sus crisis. 20. MERCEDES NAVARRO: El desafío del ideal: la vida religiosa de los 25 a los 40 años.
21. JAVIER GARRIDO: La crisis de la segunda edad: la vocación religiosa a prueba. 22. FRANCISCO ÁLVAREZ: Salud y tercera edad en la vida religiosa: ¿ocaso o plenitud? 23. ADRIÁN LÓPEZ GALINDO: Claves antropológicas para el acompañamiento. 24. LUIS M. GARCÍA DOMÍNGUEZ: Afectos en desorden. Los varios autoengaños de la virtud. 25. GUILLERMO ECHEGARAY: Ayudando a crecer. Claves de lectura del diálogo formatlvo. 26. LOLAARRIETA: Acogerla Vida, acompañando la vida. El acompañamiento en la vida cotidiana. 27. XABIER PIKAZA: Caminando con Jesús. Seguimiento de Cristo y Vida Religiosa. 28. MARI JOSÉ ARANA: Caminamos al esplendor de su luz. El Espíritu Santo y la Vida Religiosa. 29. JOSUNE ARREGUI: Identidad consagrada en una sociedad laical. 30. JUAN MARÍA ILARDUIA: Perijóresis: Dios, comunión de personas, modelo de toda comunidad. 31. CARLOS DOMÍNGUEZ MORANO: La aventura del celibato evangélico. Sublimación o represión. Narcisismo o alterídad. 32. JAVIER GARRIDO: Afectividad y seguimiento de Jesús. Celibato y discipulado. 33. LOLAARRIETA: “Sus heridas nos han curado” (Is 53,5). Conflictiva afectivo-sexual en la opción de amor célibe. 34. JOSÉ LUIS PÉREZ: Amor célibe en fraternidad misionera. 35. JUAN MARÍA ILARDUIA: Orar en comunidad. 36. SABINO AYESTARÁN: La facilitación de las reuniones en las comunidades religiosas. 37. JOSÉ Ma RAMBLA: Discernir en comunidad. El Espíritu habla a las comunidades (Ap.). 38. JUAN MARÍA ILARDUIA: Hacia un Proyecto Provincial. Itinerario de una experiencia. 39. JULIO LOIS: La experiencia del Resucitado, en los primeros testigos y en nosotros hoy. 40. AUGUSTO GUERRA: Experiencia del Espíritu y signos de su presencia. 41. XAVIER QUINZÁ: Signos de Dios en lo cotidiano. 42. F. JAVIER VITORIA: La experiencia cristiana de Dios en la experiencia del mundo. 43. JAVIER GARRIDO: Identidad carismática de la vida religiosa