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Rómulo Quintana Soza
Fuente: https://www.google.com/search?q=Miguel+de+Cervantes+a+la piz&tbm=isch&ved=2ahUKEwirqZur3pjyAhWAN7kGHRdrCdkQ 2- Consultado Cbba., 4/agos/2021
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RÓMULO QUINTANA SOZA (Bolivia)
Nació en Oruro, Bolivia el 6 de julio de 1943. Licenciado en Comunicación Social de la Universidad Técnica de Oruro. Radialista desde el año de 1967, periodista, editorialista, director y colaborador de diferentes Radio difusoras y medios audiovisuales: Radio Emisoras “Bolivia”, Radio y Televisión Universitaria, radio “Batallón Topáter”, radio “Oruro”, radio “San José” y otras. Fotógrafo, autodidacta, iconoclasta, ecléctico, panteísta, y amante de la naturaleza y del amor. Fue corresponsal cronista en el periódico “AQUÍ”, bajo la dirección de Luis Espinal y Antonio Peredo. Colaborador en “La Patria”; “Los Tiempos”; “Opinión”; así como en revistas de difusión nacional e internacional. Catedrático en la Universidad Técnica de Oruro, Universidad Nacional “Siglo XX”, Universidad Salesiana, Universidad de Aquino Bolivia, Universidad Privada Abierta Latinoamericana. Docente de posgrado en diferentes departamentos de Bolivia. Docente en el Instituto Normal Superior de Maestros “Ángel Mendoza Justiniano”, en el Noviciado de la Compañía de Jesús, en el Instituto Superior de Artes y profesor de secundaria en el colegio “Americano”. Miembro de la Unión Nacional de Poetas y escritores de Bolivia, filial Oruro. Libro: Rosas y Espinas en el jardín de la vida (2010).
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MI AMIGO, MI GRAN AMIGO, MI COMPAÑERO (cuento) Rómulo Quintana Soza
Hace millones de años atrás, cuando se hizo el mundo, aparecieron las plantas, después los animales. Había uno que no tenía plumas, no tenía pelos; era uno de los más pequeños, débil y frágil; pero tenía algo muy importante, algo que no tenían los demás animales: La capacidad de ser curioso, de buscar, de pensar…
Comer para subsistir y cubrirse para no morir de frío, fueron sus primeros problemas. Pero, ¿con qué cubrirse?, ¿qué cosa comer?, ¿sólo las plantas que había en la naturaleza? Con las cuatro patas en el suelo, no podía usar las manos, entonces, empezó caminando en dos pies para poder usar las manos y construir con ellas los primeros albores de lo que sería el Hombre.
Buscó… Inventó los instrumentos que le permitían conseguir el vestido para cubrirse, tener carne que le daba la caza y la pesca… ¿Cómo comer las presas que conseguía? Buscó… Descubrió y produjo el fuego para cocinar, darse luz, calor y protección.
Buscaba como un niño apasionado, pero presionado por la urgencia de vivir. El pequeño ser se enfrentaba a monstruos mucho más grandes y que intentaban destruirlo, comerlo, acabarlo. Entonces, se preguntó y dijo: “¿Cómo puedo subsistir y luchar solo, frente a estos, tan grandes animales?”. Buscó y… se juntó con otros hombres de su especie. Al vivir en comunidad, se dio cuenta de que tenía que decir algo a los que le rodeaban. Pero… ¿Qué decir?, ¿cómo decir?, ¿cómo hacerse entender?... Buscó… y consiguió, después de miles y miles de años, adaptar de los diferentes sistemas con los que nacía, un nuevo sistema:
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El de la palabra articulada. Entonces, pudo, el hombre decir sus penas, sus dolores, sus ansias y sus amores.
Habiendo aprendido a hablar, el hombre, en su curiosidad, se dio cuenta de que tenía que dejar a su decendencia los conocimientos que le permitieran recordar y conocer. Buscó… Inventó el cuento, el canto y la poesía… Entonces… contó, cantó y recitó las historias de hombres y de mujeres que lucharon, amaron, sufrieron y triunfaron… Surgió la cultura oral que, en muchos pueblos de nuestra Bolivia, todavía subsiste.
Quiso, el hombre, en su afán utópico, vencer a la distancia, pues, su voz, aunque gritara, apenas alcanzaba un pequeño espacio. Quiso vencer al tiempo, pues su voz no podía escucharse después de que hablara… Primero, dibujó los sonidos… Inventó la escritura. Pero… ¿Qué escribir?, ¿cómo escribir?, ¿con qué escribir y en que escribir?... Escribía en la arena y el agua lo borraba. Buscó… buscó en la tierra, en las plantas, en los animales, en la arcilla, en la piedra, en la madera y en los metales. Tanto buscó que, después de muchos experimentos, de muchos fracasos, pudo, al fin, encontrar la forma de ganar al tiempo y a la distancia.
Puede el hombre vivir por siglos. Puede vivir en el mundo entero, dejar su experiencia, su conocimiento, sus nostalgias, sus ilusiones, sus historias y su ciencia.
La humanidad se asombró ante el invento que creó. Invento que le permitía tener en sus manos un amigo que nunca engaña, que nunca condena, que nunca se queja, que siempre está listo para servir, que acompaña, que enseña, que fortalece el carácter, que da siempre, sin pedir nada…
El hombre, con su paciencia, su curiosidad, su búsqueda y, tal vez, en un arranque de vanidad, por vencer al tiempo y a la
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