CULTURALISMO Y AMBIENTALISMO: UNA DIALOGIA COGNOSCITIVA FECUNDA PARA UN URBANISMO ALTERNATIVO Dr. Arq. Marcelo Zárate* Facultad de Arquitectura Diseño y Urbanismo (FADU) – Universidad Nacional del Litoral (UNL) Santa Fe – Argentina – urbam@ciudad.com.ar (*) Docente investigador; Director científico del Programa Institucional URBAM (Urbanismo Ambiental); FADU-UNL
Resumen: El trabajo plantea una instancia de indagación reflexiva, con carácter reivindicativo y de puesta en valor, de los contenidos cognoscitivos que caracterizan a dos perspectivas de estudio en urbanismo a las que se considera altamente estratégicas para interpretar la complejidad del fenómeno urbano contemporáneo: el culturalismo y el ambientalismo. Con esta intención la estructura argumentativa comienza con una indagación histórica sobre el complejo panorama de conformación de cada una de estas perspectivas, para llegar a una síntesis del estado de desarrollo más maduro de las mismas. En el primer caso, se trata de los estudios culturales urbanos, y su puesta en foco y valorización de la dimensión socio-simbólica de la sociedad y sus prácticas sociales en relación al espacio, a partir de los fenómenos culturales que de ellos puedan surgir. Estos fenómenos culturales son abordados como objetos de estudio particulares, superando así los reduccionismos de tipo disciplinar, funcionalista, objetivista, determinista, positivista, desde una perspectiva alternativa de tipo fenomenológica, existencialista, hermenéutica, que toma en cuenta la ideología y los valores de la cotidianeidad del hombre común en relación existencial con sus lugares. En el segundo caso, se trata del enfoque territorialista, en tanto representación del ambientalismo más maduro que ha logrado integrar en un solo ambiente epistémico complejo y multidimensional la relación dialéctica entre naturaleza y cultura a partir del concepto de ambiente del hombre. Este concepto representa una síntesis epistemológica fundamental entre espacio y sociedad mediados por lo simbólico e histórico que posibilita estudiar al territorio como una construcción cultural por excelencia en tanto vía de ingreso estratégica para interpretar los fenómenos culturales a él vinculados. Desde las fases más actuales de desarrollo de las perspectivas anteriores, el trabajo argumenta a favor de una puesta en diálogo entre ellas a partir del reconocimiento de dimensiones y objetos de estudio que se complementan y que permiten concebir la ciudad como una de las manifestaciones más polifacéticas de una cultura. En este sentido la argumentación avanza hacia la elaboración de un hipotético escenario cognoscitivo, sustentado en las articulaciones estratégicas entre las dos perspectivas, para abordar el estudio del fenómeno urbano concebido desde cuatro grandes dimensiones en interacción dialógica: la sociedad y sus diversas prácticas sociales articuladas a lo político, el poder y la ideología; el escenario físico natural y construido, articulado a un paisaje cultural; el mundo simbólico a ella referido, articulado a las representaciones sociales, el simbolismo y los valores; y el tiempo histórico a partir de los relatos culturales sobre la misma. A su vez, cada una de estas dimensiones, son consideradas en interacción con fenómenos y realidades extra locales, de orden regional, nacional y global, que no impiden sino que complejizan y enriquecen la construcción de territorios y lugares cargados con rasgos particulares de identidad, los cuales actúan como escenarios y ambientes culturales relativos que posibilitan la comunicación en dos direcciones simultáneas, la de asimilación y procesamiento de lo global desde la especificidad y el relativismo cultural y la interculturalidad, y la de transmisión de los contenidos culturales específicos hacia lo global. De este modo se reivindica al territorio y sus lugares, como una interfase cultural dialógica por excelencia entre lo local y lo global, que, a pesar de los
declamados efectos negativos que estaría provocando el fenómeno de la globalización con los flujos de la información, la virtualización, la desterritorialización y la identidad difusa, sobre territorios y lugares con identidad cultural, no obstante, no han logrado vaciar de contenidos culturales particulares a los mismos, sino, por el contrario, han generado un proceso de autoorganización, de reterritorialización, de construcción de identidades complejas que reclaman de estrategias de conocimiento y actuación que encuentran en el culturalismo y el ambientalismo dos perspectivas muy ricas de las cuales nutrirse. El trabajo concluye con una reflexión sobre la necesidad de adaptar los objetos de estudio empíricos y los métodos de estudio, al hipotético escenario cognoscitivo propuesto en la argumentación focalizada sobre el territorio y sus lugares. De este modo se apunta a estimular un cambio necesario en el modo de conocer la ciudad, con el consecuente modo de actuar sobre la misma que debe estar concebido sobre una trama de referencia inescindible y tensionada entre: sociedad-espacio-simbolismo-historia, en tanto dimensiones fundamentales a interpretar en sus interacciones mutuas como componente esencial en cualquier estrategia de planificación urbana culturalmente sustentable.
Breve reseña histórica del culturalismo Hablar de culturalismo implica una referencia obligada a una concepción particular de cultura y junto con ello a una época y contexto cultural de referencia. El interés por estudiar la sociedad desde el punto de vista cultural aparece tempranamente en distintos campos del conocimiento como por ejemplo: en sociología a partir de autores clásicos como Emile Durkheim, Max Weber y Carl Marx, Ferdinand Tönnies, Georg Simmel, Talcot Parsons y Antonio Gramsci; desde una posición socio-antropológica con autores como Emile Durkheim, Marcel Mauss, Claude Lévi-Strauss y Dumont; en geografía a partir de autores como Alexander Von Humboldt, Paul Vidal de la Blache, Frederick Ratzel, George Perkins Marsh, Alfred Hettner, Lucien Fabvre, Jean Brunhes, Marcel Poëte, Pierre Lavedan; en urbanismo a partir de distintas perspectivas teóricas, incluso muy contrastantes entre sí tales como: el enfoque estético morfologísta desde la tratadística alemana de Camillo Sitte; opuesto al culturalismo desde el reformismo social de Ebenezer Howard, Raymond Unwin y Patrick Geddes; pero este último más próximo al culturalismo regionalista de Lewis Mumford, Clarence Stein y Patrick Abercrombie. No obstante estos antecedentes generales se considera que el momento histórico de surgimiento de los estudios culturales propiamente dichos se ubica a mediados del S XX, fuertemente asociado a la proliferación desde comienzos del siglo de una perspectiva de estudio de las sociedades a partir de sus manifestaciones culturales particulares y cotidianas. Ello se abordará desde el relativismo cultural y, como en el caso de Raymond Williams (19211988), uno de los padres fundadores de los estudios culturales, a partir de una postura superadora del idealismo cultural y del materialismo cultural, para asumir a la cultura como un sistema significante que permite la comunicación, reproducción y vivencia del orden social. Desde esta perspectiva la cultura no se trata puramente del conjunto de los productos materiales de una sociedad o solamente de las constelaciones simbólicas que permiten adjudicar sentido a las prácticas sociales. Se trata de ambos, la estructura significante y el significado estructurante. Las prácticas culturales se configuran a partir de un entorno simbólico que no es ajeno al orden social constituido que las individualiza y les otorga un
carácter específico. Pero este orden social se hace evidente, se experimenta (tanto para el científico como para el hombre común), se legitima y se preserva a través de las prácticas culturales. La cultura es por ello tanto el objeto de estudio como el método de investigación sociológica: es el objeto en tanto que los estudios culturales estudian el cuerpo de significados aferrados a las prácticas sociales vigentes, sus modificaciones históricas, las relaciones que originan, los discursos en los que se plasman y los objetos a través de los cuales se materializan. (A. E. Berthier, 2006). Según Eguzki Urteaga (E. Urteaga, 2009) el surgimiento de los estudios culturales deben ser comprendidos a partir de la situación histórica previa en pleno S XIX entre la concepción positivista, universalista, francesa de cultura, heredera de la ilustración asociada al logos y la idea de civilización y progreso, y por otro lado, la concepción romántica, nacionalista, alemana centrada en torno al pathos. Vinculada a este humanismo romántico, surge a mediados del S XIX en Gran Bretaña una tradición conocida como Culture and Society que denuncia los daños provocados por la vida mecanizada bajo el efecto de la civilización moderna. En este contexto, comenta el autor, el concepto de cultura se convierte en una problemática de orden filosófico moral y político, vehiculizada a través de la literatura, ello da origen a los English Studies y la controversia sobre los públicos destinatarios, lo cual, genera una nueva concepción sociohistórica de la idea de cultura que conduce a la creación de los cultural estudies. Siguiendo a Urteaga, a lo largo del S XIX las literaturas nacionales movilizan unos mitos y emociones a favor de unos procesos de constitución y de reactivación de las identidades nacionales, este rasgo deja adivinar de manera más precisa el reto estratégico que representa para la sociedad inglesa la self-national definition del espacio literario. De este debate característico del S XIX, se destacan tres elementos: a) la centralidad de la reflexión relativa al impacto de la revolución industrial sobre la cultura nacional y a las amenazas que hace pesar tanto sobre la cohesión social como sobre la preservación de una vida intelectual y de creación no sometida al cálculo utilitarista; b) la responsabilidad que, más allá de sus contradicciones, estos autores conceden a los intelectuales, productores y difusores culturales como educadores de una cultura nacional; c) las contradicciones de esta referencia a la cultura y a lo que está en juego desde un punto de vista cultural , que integra los estilos de vida y la estética de la vida cotidiana. Retomando la reconstrucción del proceso histórico de conformación de los English studies que hace Urteaga, este destaca que en el período entre las dos grandes guerras mundiales, los English studies se debatirán entre dos posiciones: una pedagogía centrada exclusivamente en el análisis de los textos de la literatura inglesa o sustraer la enseñanza literaria del aislamiento textual y conectarlo de nuevo con las realidades sociales. Mientras que el mundo académico se definirá por la primera postura con figuras relevantes como Matthew Arnold, Leavis y Carlyle, otros se definen por una mayor atención a las realidades regionales, valoran las tradiciones puritanas del movimiento obrero y militan a favor de un enfoque sociológico, basado en la economía, la filosofía y la política, que intenta movilizar las personas más avanzadas de la clase obrera. A partir de William Morris, los cultural studies se centrarán en las clases populares. El proceso anterior madura y crea las condiciones para la consolidación de los estudios culturales a partir de la publicación en 1957 del libro de Richard Hoggart The Uses of Literacy: Aspects of Working-Class Life with Special References to Publications and Entertainments. Esta obra es considerada el momento fundacional de los estudios culturales y está enfocada al estudio de la influencia de la cultura difundida en la clase obrera a través de los medios de comunicación modernos. En este sentido el autor parte de la idea de que se tiene cierta tendencia a sobrevalorar la influencia de los productos de la industria cultural sobre las clases populares, a partir de ello considera que: No conviene olvidar nunca que estas influencias
culturales inciden de manera muy lenta sobre la transformación de las actitudes y que están neutralizadas a menudo por unas fuerzas más antiguas. Urteaga reconoce una característica común a los estudios culturales de esa época, esta es la convicción de que es imposible abstraer la cultura de las relaciones de poder y de las estrategias de cambio social. Se nota aquí la influencia de trabajos de inspiración marxista de otros autores británicos que pretenden romper con las teorías mecanicistas: Raymond William (1921-1988) y Edward P. Thompson (1924-1993), ambos vinculados a la formación permanente de las clases populares y en contacto directo con la New Left, que en la década de 1960 significó un renacer de los análisis marxistas. El aspecto común que comparten Williams y Thompson es la visión de una historia construida a partir de las luchas sociales y de la interacción entre cultura y economía en la cual la noción de resistencia al orden capitalista aparece como central. Esta época está dominada, entre los intelectuales de izquierda, por el debate que opone la base material de la economía a la cultura, convirtiendo esta última en un mero reflejo de la primera. Las cultural studies pretenden salir de este dilema considerado como imposible y reductor. El cuarto autor fundacional de los estudios culturales en una fase posterior a la de la segunda guerra mundial, más vinculada a la década de 1960 y 1970 es Stuart Hall. En Latinoamérica se destacan autores como Jesús Martín Barbero (Colombia) y Néstor García Canclini (México). A partir de la reconstrucción histórica de los estudios culturales que nos propone Urteaga se pueden extraer los siguientes contenidos sintéticos más relevantes: La problemática social fundamental que alimenta a los estudios culturales es la nueva condición de ascenso social de las clases populares inglesas a partir del acceso a la educación superior acompañada de una puesta en crisis de las tradiciones y jerarquías sociales instituidas. Esta situación pone en foco a las clases populares y sus estilos de vida como objetos de interés para la investigación, se trataba de llevar adelante una etnografía comprensiva de la cultura de las clases populares. Desde una actitud crítica con todo aquello que suponga una pérdida de sociabilidad popular y la pérdida de la identidad de grupos sociales, se critican las innovaciones urbanísticas de la época que tiene en los grandes conjuntos habitacionales una temática recurrente. Los estudios culturales han asumido su mayor compromiso investigativo con los aspectos más sutiles de la cotidianeidad de las clases populares y el reconocimiento e interpretación de prácticas sociales y costumbres de grupos culturales particulares así como estudios de género. Desde esta puesta en foco sobre la cultura como ambiente de soporte a una lógica de fondo, se plantea un cuestionamiento a lo que estuviera en juego en términos políticos e ideológicos. Desde el punto de vista teórico, se hace referencia a cuatro conceptos centrales adaptados a los objetivos de los estudios culturales: El concepto de ideología, heredado del pensamiento marxista, es utilizado para cuestionarse acerca del nivel de condicionamiento que los sistemas de valores y las representaciones puedan llegar a potenciar procesos de resistencia o de aceptación del estatus quo. Vinculado a la ideología está el concepto de hegemonía formulado por Antonio Gramsci, a través de él se cuestiona el papel que juegan las ideas dominantes de las clases dominantes y las alianzas entre grupos sociales.
El concepto de resistencia, hace referencia al particular modo de oposición o poder cultural, desde el cual las clases populares puedan enfrentarse a la dominación. El concepto de identidad, asociado al modo en que se constituyen los nuevos colectivos sociales, se focaliza sobre los modos en que los individuos estructuran subjetivamente su identidad. Epocas de desarrollo de los Estudios Culturales: •
Décadas de 1950 y 1960
Es el período de los padres fundadores: Hoggart, Williams, Thompson. El tema central es reivindicar los elementos orgánicos y emancipatorios de la cultura popular, a partir de recuperar los valores culturales del pasado. Esta es su tarea política. El paradigma imperante en esta etapa es el humanista, inspirado en los estudios literarios. En esta época lo importante son los valores, las expectativas y los comportamientos de los obreros o de cualquier sujeto social en particular. •
Década de 1970
Se destaca en este período Stuart Hall. El tema central fue entender el presente en sus propios términos con el fin de articular una crítica de sus patologías, sobre todo a partir de la sociedad de consumo y la incidencia de los medios de comunicación en el imaginario colectivo. Hall plantea un diálogo creativo con el estructuralismo y con la teoría Althusseriana. El paradigma de esta etapa es el estructuralismo inspirado en el psicoanálisis y la teoría social marxista. Aquí lo importante serán los dispositivos a partir de los cuales los bienes simbólicos (la cultura) son producidos y ofrecidos al público como mercancía. La cultura se convierte en crítica del capitalismo. El concepto central fue el de ideología de Althusser. •
A partir de la 2da. mitad de la década de 1980
Los Estudios Culturales se distancian del marxismo y de Althusser y está marcada por la influencia de filósofos como Derrida, Lyotard y Baudrillard. En esta etapa se marginaliza el concepto de ideología y se divorcia los estudios culturales de la economía política. La cultura pasa a ser vista como un objeto de estudio casi de forma positivista, convirtiéndose los estudios culturales en un ejercicio teórico y apolítico. El culturalismo ha sido procesado con distintas acepciones según el área del conocimiento por él fecundada, y desde distintas perspectivas teóricas dentro de cada uno de estos campos, por ejemplo: en filosofía, vinculado al relativismo cultural y al postmodernismo (Oswald Spengler; Richard Rorty; Thomas Kuhn; Paul Feyerabend; Jean F. Lyotard; Gianni Vattimo); en antropología, como visión opuesta al funcionalismo, y vinculado al particularismo histórico (Franz Boas; Margaret Mead; Ruth Benedict; Edward Sapir; desde el materialismo cultural, Marvin Harris; y desde el sociosimbolismo, Clifford Geertz, D. Schneder y V. Turner); en ciencias políticas, vinculado al concepto de cultura política y a los modos de aclimatar la democracia a los distintos ambientes culturales articulados a problemáticas raciales, de discriminación, poder, dominación, género, etc. (Gabriel Almond; Sidney Verba; G.B. Powell; Raymond Williams; Robert Hoggart. Edward P. Thompson; Jurgen Habermas); en ciencias económicas, interrelacionando la economía a sistemas sociales (Marvin Harris; M. Sahlins, S. Gudeman, Mary Douglas; J. Goody); en la nueva geografía cultural, a través del abordaje de
temas urbanos como grupos marginales, identidad, etnicidad, nacionalismo, sexualidad, región, lugar, et. (Carl O. Sauer; Denis Cosgrove; Yi-Fu Tuan; David Lowenthal; Edward Relph; John K. Wright; Robert David Sack; Anne Buttimer; John Eyles; David Seamon; Robert Mugerauer; Jean Brunhes; Eric Dardel; Pierre Gourou; Gilles Sautter; Jean Gallais; Joel Bonnemaison; Xavier de Planhol; Pierre Deffontaines; Gallais; Armand Fremont; Paul Claval; Joel Bonnemaison; Jean-Robert Pitte; Bernard Kayser; Jean-René Vanney; Roland Breton; Michel Chevalier; Augustin Berque; Anne Gilbert; David Harvey; Jacquelin Burgess; Robert Bruce Hay; Joan Nogue I Font; Alan Jenkins; Robin E. Datel; Denis J. Dingemans; Frank E. Martin; Dov Nir; Kirkpatrick Sale; James J. Parsons; Josep Puig; Antoini S. Bailly; Agustón Berque; Susan Ann Lee); en sociología, asociado a una sociología interpretativa o microinteraccionista, relacionada a la vida cotidiana (Clifford Geertz; Peter Berger; Thomas Luckmann; M. Walzer; J. Gusfield; Mary Douglas; Y. Tuirner); en psicología, vinculado al énfasis en los factores sociales y culturales en el desarrollo de la personalidad y en la generación de conflictos (Erich Fromm; Harry Sullivan; Karen Horney). Una consideración particular merece la connotación que ha adquirido el culturalismo en el urbanismo, ya que este ha sido tratado desde distintas perspectivas teóricas, incluso muy contrastantes entre sí dentro de este campo disciplinar. Será François Choay (Choay, F.; 1970) la que agrupe bajo el término urbanismo culturalista a las perspectivas de estudio de la ciudad de autores tales como: Camillo Sitte, Raymond Unwin y Ebenezer Howard, a pesar de que entre ellos existan perspectivas contrastantes sobre el culturalismo. Camillo Sitte se ubica en la corriente de la tratadística alemana orientado hacia una fuerte interpretación estética morfologista de la ciudad histórica, mientras que Unwin y Howard persiguen fines más comprometidos son el reformismo social y un incipiente interés por lo ambiental. Por otro lado, resulta difícil no incluir dentro de la perspectiva culturalista a uno de los autores pioneros del estudio de la ciudad y la región con un fuerte enfoque humanista como es el caso de Patrick Geddes al que François Choay lo ubica dentro de una perspectiva que denomina antropópolis junto a autores como Marcel Poète, Lewis Mumford, Jane Jacobs, Leonard Duhl y Kevin Lynch. Dentro de esta última categoría habría que hacer ciertas observaciones en cuanto a que existen diferencias importantes entre por ejemplo, la perspectiva regionalista y pionera en el estudio del ambiente desde una concepción bioantropocéntrica como fue la iniciada por Patrick Geddes, continuada por Lewis Mumford, y aplicada por Clarence Stein y Leslie Patrick Abercrombie, por un lado, y la perspectiva más humanista interesada en indagar en aspectos fundamentales de una incipiente psicología ambiental como fueron los estudios de Kevin Lynch sobre la percepción de la ciudad en relación a la buena forma para su diseño, o aspectos vinculados con la estructura cultural profunda que soporta la lógica configurativa del ambiente construido a partir del reconocimiento de patrones característicos de la arquitectura, la ciudad y el territorio, como es el caso de Christopher Alexander; o los cuestionamientos a la ciudad moderna desde la reivindicación de la complejidad de la ciudad histórica tradicional de Jane Jacobs; o el interés en la indagación de la evolución histórica de la forma urbana a partir de la mirada de sus habitantes como en el caso de Marcel Poëte. Dentro de la arquitectura, merece particular referencia el aporte de Josep Muntañola Thornberg, quien en sintonía teórica con el legado de Lewis Mumford, aborda la génesis de los lugares (topogénesis) y de una arquitectura a partir de la poética del habitar vinculada a la lógica y a la ética. Retomando el trabajo de agrupamiento y categorización de las perspectivas teóricas del urbanismo, iniciado por François Choay, Carlos García Vazquez (Vazquez, C.G.; 2008) propone dar continuidad a la tarea de Choay a partir de ordenar el complejo panorama en que han derivado la clasificación inicial de Choay desde la década de 1960 hasta nuestros días (primera década del S XXI). Con este propósito Vazques incluye dentro del culturalismo a la Tendenza italiana caracterizada por el proyecto cultural más amplio del revisionismo marxista de Antonio Gramsci y su intento de construcción de una nueva cultura de izquierda. A partir de ello
proponen una fuerte visión morfologista con base en el materialismo histórico, con pretensiones de construir una auténtica ciencia urbana a partir de la autonomía de la forma urbana, como en el caso de Aldo Rossi, Giorgio Grassi, Vittorio Gregotti, Carlo Aymonino. Esta perspectiva irá sufriendo una serie de cuestionamientos a sus principios de conocimiento proyectual derivados de la nuevas condiciones de la globalización, la desregulación y su impacto sobre el proceso de configuración de la ciudad articulado a problemas ambientales, que derivarán en planteamientos menos rígidos pero sin abandonar la visión morfologista como objeto de estudio central de la disciplina urbanística, como en el caso de Bernardo Secchi, que proponía la reutilización de la ciudad existente a partir de la estrategia de las “reglas” y las “excepciones”. Dentro de esta línea culturalista morfologista pero inmersa en los aspectos más controversiales de la ciudad postmoderna, se inscriben las propuestas de Rob Krier; Oswald Mathias Ungers; Josep Paul Kleihues; Leon Krier; emparentado a este último autor surgirá una perspectiva que apunta al desarrollo de un urbanismo neotradicional y escenográfico alimentado por la lectura de arquetipos configurativos de la ciudad tradicional europea y americana, esto dio origen al New Urbanism a través de autores como Peter Calthorpe; Andres Duany; Elizabeth Plater-Zyberk. Emparentado al urbanismo, el culturalismo ha permeado también la historia urbana y ha dado origen a la historia cultural urbana y microhistoria. Se trata de estudios focalizados en los que se enfatizan la contingencia y autonomía de las formas culturales, abandonándose las grandes narrativas o esquemas estructuralistas, ya sean de inspiración marxista o de larga duración de la escuela de los Annales. Hay una diversidad de fuentes teóricas que la componen: Peter Burke; Henri Lefebvre; Michel de Certeau; Jurgen Habermas; Pierre Bourdieu; David Harvey. Se caracteriza por la incorporación de géneros literarios y discursos no especializados -ensayo, narrativa, poesía, crónica de viajes, representación pictórica y cinematográfica entre otros- al acervo de fuentes tradicionales de la historia urbana y urbanística, constituido principalmente por la literatura técnica y legal. Algunos de sus autores más representativos son: Berger (Explora desde lo sociológico, el proceso de industrialización en la novela victoriana y el crecimiento urbano en el realismo y naturalismo decimonónicos); Ansay y Schoonbrodt, en su obra "Penser la Ville". Carl Schorske esbozó una temprana lectura de las grandes imágenes que dieron cuenta de la ciudad europea desde la ilustración); Andrew Lees (Aborda la percepción de la modernidad urbana en Europa y Norteamérica); Morton y Lucia White (Trabajan sobre el supuesto antiurbanismo norteamericano desde Jefferson hasta F.L. Wright); Richard Lehan (Pretende incorporar al sustrato literario tanto la necesaria contextualización provista por la historia urbana, como las formas de representación de los movimientos urbanísticos); Lewis Mumford (Y su obra "La ciudad en la historia" a través de la cual propone comprender la naturaleza histórica de la ciudad para crear nuevas bases para la vida humana. Su trabajo no se trata simplemente de reconocer, a través de unos restos físicos, cierto orden urbano, sino de identificar las estructuras y funciones urbanas, el espacio y la cultura que crean ese orden); Richard Sennett (Quien explora la historia de la ciudad a través de la experiencia corporal de las personas; cambiante relación de cuerpo humano con su entorno construido; el tipo de relaciones que establecemos con los demás y su relación con el entorno construido); Francois Choay (Desde una lectura crítica de la ciudad moderna, reivindica la realidad concreta física, histórica y social de la ciudad enmarcada en el campo de la significación); Paolo Sica (con sus obras panorámicas, relacionando la imagen de la ciudad en los discursos artísticos durante la emergencia de la modernidad industrial); A mediados de los años 1980, la obra emblemática fue "Metrópolis" de Anthony Sutcliffe a través de la cual examina el imaginario y las representaciones de la gran ciudad de finales del S XIX y comienzos del S XX; Guillermo Barrios (Constituye un antecedente importante en español que ha investigado la ciudad del S XX a partir de los diferentes discursos artísticos); Peter Hall (y su obra "Cities in Civilization", a través de la cual trata de establecer tipologías históricas de las ciudades en grandes momentos resultantes de logros técnicos y discursos artísticos que ellas han protagonizado). En
Latinoamérica se destacan: Jorge E. Hardoy, fue el pionero que anticipó el desarrollo de la historia cultural urbana a partir del rico material que representaban fuentes no convencionales de la historiografía – literatura de ficción y crónicas de viajes, obras de estadísticas, científicos y técnicos – para una nueva historia urbanística del período republicano entre la segunda mitad del S XIX y la primera del S XX. En España se destaca Sonia Mattalía (Con su aproximación al imaginario y la emergencia del sujeto urbano). Enmarcados en la “microhistoria”, se destacan: Richard M. Morse (desde la crítica de la ciudad de entre siglos en intelectuales latinoamericanos de ascendencia positivista, tradición que reconoce como la más influyente en las ciencias sociales posteriores); José Luis Romero (desde la historia urbana) y Angel Rama (desde la crítica literaria), desplegaron magistralmente el discurso humanístico para trazar los cambios de la moderna civilidad latinoamericana; Julio Ramos (desde la literatura), ha creado el punto de vista del cronista flâneur de Benjamin y la “retórica del paseo” en escritores latinoamericanos de entre siglos, especialmente del modernismo; Romero León (Desde el campo de las letras, de la novela del realismo decimonónico); D'Alessandro (Desde las letras, de la novela de la masificación urbana anterior al boom); Adrián Gorelik (y su trabajo sobre Bs. As. y su proceso de metropolización); Needell ( y su trabajo centrado en torno a las instituciones urbanas de la élite carioca y sus nuevas formas de sociabilidad en Río de Janeiro y la Belle Epoque); Gabriel Ramón ( y su estudio de Lima tratando de recomponer la cirugía urbana y las reformas administrativas de la Lima decimonónica); Florencia Quesada (y su estudio de Costa Rica, revisando la cultura burguesa a en el europeizado barrio de Amón a comienzos del S XX). (A. Almandóz).
Breve reseña histórica del ambientalismo Para el desarrollo de este apartado se ha considerado como antecedente más relevante en la materia a la vez que hito histórico, la conformación de la planificación ambiental como disciplina autónoma en los Estados Unidos entre los años 1960 y 1970 a partir de reconocerle su rol al interior del National Environmental Policy Act (Nepa), como Ley sobre política ambiental de los Estados Unidos propuesta en 1969 y aprobada en 1970. A esta disposición legislativa le sigue el posterior ingreso del planeamiento ambiental en los programas universitarios acompañados por bibliografía especializada, entre la cual destacan la de autores como George Angus Hills, Philip Lewis Jr. e Ian McHarg. Estos autores son considerados los padres del planeamiento ambiental moderno a partir de toda una tradición ambiental que se ha dado en Estados Unidos desde el S XIX inspirada en la tradición arcadia y el trascendentalismo americano de Ralf Waldo Emerson, Henry David Thoreau, Walt Whitman. La tradición arcadia a nutrido la visión ambiental a partir de los siguientes principios: revalorización de la naturaleza y de la relación armónica del hombre con la misma; plantea el ideal de la vida rural, el primitivismo pastoral; celebra lo local y la pequeña escala; el hombre es parte de la naturaleza y no esta por encima de ella; celebra lo agreste y desordenado tal como aparece en la naturaleza; enfatiza el conocimiento subjetivo, la intuición y la experiencia para captar el espíritu del mundo; la salud espiritual viene de una inmersión en la naturaleza; es panteísta; tiene una visión dinámica de la naturaleza, en constante cambio y tension; plantea una fuerte actitud emocional y moral hacia la belleza natural, y en la admiración por la vida rural y salvaje; la visión arcadia se distingue de la utopia, mientras la utopía busca iluminar al hombre sus capacidades para dominar la naturaleza, la arcadia demanda un compromiso armónico entre hombres y naturaleza.
Por su parte, el trascendentalismo americano ha nutrido la visión ambientalista a partir de los siguientes principios: Un individuo es el centro espiritual del universo - y en un individuo puede ser encontrado el indicio a la naturaleza, la historia y, últimamente, el cosmos mismo. No es un rechazo de la existencia de Dios, sino una preferencia para explicar a un individuo y al mundo en los términos de un individuo; La estructura del universo duplica literalmente la estructura del ser individual - todo conocimiento, por lo tanto, empieza con el conocimiento de sí mismo. Esto es semejante al dictamen de Aristóteles "conócete a ti mismo."; El Transcendentalismo aceptó la concepción neoplatónica de la naturaleza como un misterio vivo, repleto de signos la naturaleza es simbólica; La creencia que la virtud y la felicidad individuales dependen de la auto-realización - esto depende de la conciliación de dos tendencias psicológicas universales: a) la tendencia expansiva o auto-trascendencia - un deseo para abrazar el mundo entero saber y llegar a ser uno con el mundo, b) la tendencia al contraste o a la auto-afirmación - el deseo a retirarse, a permanecer único y separado - una existencia egotista Las fases de desarrollo del ambientalismo en Estados Unidos pueden ser organizadas en base a los siguientes períodos: Los precursores del paradigma ambiental: 1ra. mitad del S XIX: caracterizada por la actividad de los gentleman amateur autodidactas, horticultores, landscape gardering inspirada en los jardines ingleses. Dentro del ambiente del iluminismo europeo la naturaleza actúa como modelo de referencia para Thomas Jefferson (1743-1826) junto a Andrea Palladio. Jefferson concibe una versión americana de los “jardines ingleses” y a la naturaleza como un componente fundamental del sentimiento nacionalista. A partir de esta influencia, Andrew Jackson Downing (1815-1852) aportará conocimientos botánicos y propugnará la creación de una escuela de horticultura. En la propuesta de Downing se da una equivalencia entre hombre y naturaleza y la irregularidad en vez de la regularidad en el diseño, además, fue uno de los protagonistas del Park Movement a mediados del S XIX en Estados Unidos. 2da. mitad del S XIX: fase de los arquitectos del paisaje, surgen los primeros ejemplos de diseño y planificación urbana con sustento científico e interdisciplinario, en dialogo sustentable con el medio natural y sentido social, junto a las primeras propuestas de corredores verdes urbano regionales y el planteamiento de la conciencia de lugar. La figura más destacada de la época fue Frederick Law Olsmted (1822-1903), quien da origen a la 1er. tradición más relacionada con aspectos rurales, de horticultura y recursos naturales. Olmsted tuvo influencias del Idealismo romántico y de los arquitectos paisajistas ingleses, y es heredero de la tradición de Jefferson y Downing. Olmsted representa el prototipo de arquitecto profesional del paisaje; acuña junto con Vaux el nombre de landscape architecture para diferenciar su actividad de la actividad de los jardineros (gardering). Se lo considera el antecedente más importante de la planificación ambiental. Ligo el tema del parque al del saneamiento y la ingeniería sanitaria; contribuyó a promover el tema de los greenbelt y las greenways; concibe una planificación regional y omnicomprensiva de los espacios verdes; su tema principal: los parques urbanos; contribuyo a la creación de las reservas estatales y modelos de parques nacionales; desarrolla el modelo urbanístico para los suburbios estadounidenses; su contribución a la planificación urbana estuvo ligada a la reforma sanitaria de la ciudad estadounidense de la segunda mitad del S XIX; introduce la consciencia del lugar urbano; fue uno de los principales exponentes del Park Movement; constituye el puente entre la planificación urbana ambiental-sanitaria y aquella que se orientará al diseño Citi Beautiful Movement.
Olmsted llegó a conformar un gran equipo de profesionales dedicados a la arquitectura del paisaje entre los cuales se destacaron: Warren Manning (1860-1938). Inició su carrera en el estudio de Olmsted; se inicia en el estudio como horticultor; como urbanista, exaltó algunos de los caracteres del pensamiento de Olmsted y Eliot; creador de la primer técnica rudimentaria del overlay mapping, que 50 años más tarde difunde Ian Mc Harg; da origen a la experiencia de planificación participativa a través de autoridades y comisiones, como parte de un proceso democrático de los habitantes; introduce temas ecológicos en el proceso del plan, tales como la de considerar los caracteres naturales del área para las hipótesis proyectuales; su propuesta de conocer profundamente el territorio devendrá la base para un Plan Nacional, en el que define grandes unidades, desde una estrategia de planificación jerárquica e interdisciplinar de especialistas técnicos. A Manning se lo considera el fundador del planning sobre bases científicas. Charles Eliot (1863-1897). Alumno y socio de Olmsted; se destaca por su “aproximación al sistema natural”, a la arquitectura del paisaje, al reconocimiento de la necesidad de una aproximación racional y sistemática en la fase de censo y de análisis de un paisaje a gran escala; introduce la dimensión científica de implicancia pre-ecológica; Ian Mc Harg lo considera el pionero de la Landscape Ecology; relaciona la belleza a la idoneidad, asociación que devendrá la base del más maduro Landscape Planning; trabaja sobre la dimensión metropolitana de los parques; su propuesta considera a los country parks (áreas agrícolas externas a la ciudad a preservar), y las parkways; introduce el concepto de landscape forestry aplicado a la gestión de las reservas para incluir en el sistema de parques metropolitanos. Fase del funcionalismo ambiental de mediados del S XIX a principios del S XX, se generan las primeras leyes de preservación y explotación activa de los recursos naturales a gran escala dando inicio a un proceso de toma de conciencia social de la necesidad de preservación de los recursos naturales en relación a las particularidades de la cultura y el reconocimiento de regiones naturales como base para la planificación del uso del suelo, junto a una primer aproximación a la comprensión de la interdependencia entre las especies y el hombre como agente de transformación y remediación de impactos sobre el medio geográfico. En este período se desarrolla el movimiento conservacionista estadounidense, los principales referentes fueron: George Perkins Marsh (1801-1882). Los principales aspectos de su pensamiento pueden sintetizarse en los siguientes puntos: 1) Aprender a observar la naturaleza, (recibe esta influencia de Humbolt y Jefferson); Marsh persigue un saber narrativo, a partir de su observación cualitativa (lo visible fenomenológico) con valor ontológico sobre el bagaje de lo ya hecho por Humbolt. Se enfrenta a la postura de Ritter (sostenía que el aspecto físico de la tierra era el resultado de fenómenos naturales); 2) El hombre es considerado como agente geológico activo y de disturbio de la naturaleza; 3) Se avecinó al trascendentalismo de Emerson y Thoreau; 4) Su visión se asemeja a la de la ecología aplicada (Ve la interdependencia entre elementos de sistemas naturales, el rol de la cadena alimenticia y la unión ecosistémica que emergerá más tarde con la ecología); 5) Era un convencido de la necesidad del estudio de las leyes de la naturaleza; 6) Con su libro: Man and Nature, 1862, se inicia el movimiento conservacionista estadounidense. En su libro expone la idea de que el hombre es un agente geográfico de transformación, impone efectos mecánicos sobre las condiciones geográficas de la superficie terrestre, y por ello las transformaciones que impone son superiores a aquellas de cualquier otro ser viviente, él no pertenece a la naturaleza pero se debe asumir la responsabilidad de las propias acciones partiendo del conocimiento de la naturaleza y de las consecuencias de las obras sobre ella. No obstante, el hombre, a pesar de
ser un agente perturbador de la naturaleza, es también quien puede intervenir en la restauración física. Marsh anticipa el concepto de interdependencia entre las especies. También considera a los bosques y su rol en la regulación del clima y las consecuencias que tiene su gestión sobre los regímenes de torrentes y sobre la erosión del suelo, y su carácter de recurso económico y su función en relación a la vida animal y por la defensa de los desmoronamientos y de las avalanchas. No abandonó nunca su confianza en la ciencia, sosteniendo autorizadamente, con una perspectiva holística e internacional, la importancia y la posibilidad de resaneamiento físico del ambiente y la exigencia de mitigar las consecuencias extremas, con la planificación coordinada de las acciones humanas. “En la naturaleza ninguna cosa es pequeña”, El parágrafo es un manifiesto del pensamiento ecologista y la anticipación de la necesidad de la visión holística, anticipando el concepto de noosfera (ninguna acción del hombre es tan pequeña de no tener consecuencias). Por lo tanto la humanidad esta íntegramente involucrada en un sistema interdependiente. John Wesley Powell (1834-1902). Durante el gobierno de Ruthford B. Hayes, presidente de Estados Unidos, su Secretario del Interior a Carl Schurz pone su atención en los bosques y el saqueo perpetrado por las grandes compañías ferroviarias en complicidad con funcionarios del General Land Office (encargada de la distribución y utilidad del suelo público). Schurz le encargó a Powell la elaboración de un informe sobre el estado de las tierras áridas del Sudoeste estadounidense el cual abordó como jefe de una expedición de naturaleza geológica, geográfica y etnológica que en el 1867 y luego en el 1868 exploraron el río Colorado y los territorios del desierto americano. El Report on the Lands of the Arid Region of the United States, fue presentado a Carl Shurz en el 1878. El informe presentaba un razonado uso del suelo de la parte Sud-occidental de los Estados Unidos proponiendo al Congreso intervenir en las zonas áridas del país renunciando al rígido modelo de asentamiento previsto por la Homestead Act de 1862, que asignaba una superficie de 65 Ha. Dentro de una división en cuadrícula aplicada en forma indiferenciada a todo tipo de geografía donde existiese suelo público. Powell Proponía compilar un plan extensivo y omnicomprensivo que tuviese en consideración las características específicas del territorio y explicitase los caracteres de las políticas para el uso de los suelos y del agua y de una organización institucional adaptada a las condiciones climáticas en las cuales vivían las poblaciones de las tierras áridas o semi-áridas. El momento analítico, el proyectual y aquel gestional estaban estrechamente unidos entre sí. Emergía además el reconocimiento que el suceso de las propuestas estuviese ligado a una adaptación de las instituciones a las condiciones naturales del lugar y a las características de vida de la comunidad. El estudio puede ser considerado el equivalente o precursor de un análisis territorial sobre base científica. Powell considera necesario afrontar el tema de las tierras en forma cooperativa, a partir de la colaboración entre colonos e instituciones, lo cual convierte su propuesta en un hecho significativamente reformista. En sus observaciones científicas no faltaron los datos etnográficos y antropológicos. Establece, las condiciones institucionales y de gestión de la ocupación del desierto americano. No propone el abandono de la conquista sino solo las ilusiones que a ella la acompañaban. La dimensión ecológica no entra en forma directa en sus observaciones, y los éxitos de sus profundizaciones no conducen hacia propuestas de retroceso, sino más bien hacia formas de gobierno sabio de los recursos. Theodore Roosevelt (1858-1919). Presidente de Estados Unidos entre 1901-1908. Planteó una nueva actitud en la confrontación con la tierra, en este sentido expresaba: …“Como pueblo tenemos el derecho y el deber de obedecer a las leyes morales, de preguntar y hacer justicia de protegernos a nosotros mismos y a nuestros hijos contra el desarrollo que empobrece nuestros recursos naturales, sea que el desperdicio causa la destrucción de hecho de aquellos recursos sea que vuelva imposible un desarrollo sucesivo”… . Un año después de esta declaración, 1905, Roosevelt inaugura el U.S. Forest Service (Usfs), una agencia dependiente del Departamento de Agricultura, encargada de la administración de los bosques y de otros recursos no renovables
como las minas de oro, zinc, petróleo y gas natural. La gestión de estos inmensos recursos es admitida bajo el título del uso múltiple. (Muchos usuarios y muchas finalidades). Gifford Pinchot (1865-1946). Se desempeñó como experto en silvicultura, asume el control de la división forestal del Departamento de Agricultura durante el gobierno de Theodore Roosevelt. Su propuesta era de considerar los recursos forestales a la medida de otros tipos de cultivos e imponer una gestión científica que guiase las fases de plantación, cultivo y corte. Pinchot tenía la idea de la conservación activa. Llamó a este tipo de política conservativa o de uso sabio para la cual debe ser claramente entendido que todas las tierras deben ser destinadas a su uso más productivo para el bien permanente de toda la población y no para el beneficio temporal de individuos particulares o compañías. Todos los recursos de las Reservas Forestales están destinadas al uso y este uso deberá ser conducido a directos fines económicos, aplicando solo aquellas restricciones que puedan asegurar la permanencia de estos recursos. Uso sabio significaba pensar a los recursos forestales como un bien económico de por sí y no por el valor ecológico o estético o recreativo que los recursos pudieran revestir. Pinchot impuso una planificación comprensiva de las diversas utilidades, de signo opuesto a lo esporádico y a la fragmentación de las iniciativas individuales puntuales. John Muir (1838-1914). Naturalista, explorador, escritor y ambientalista. Figura fundamental dentro del movimiento conservacionista estadounidense y la fundación del Sierra Club, la primera organización privada estadounidense de conservación de la naturaleza fundada en el 1892 en California. Fue el impulsor del Yosemite Parque Nacional en 1890. Muir también se involucró en la lucha a favor de la creación de los parques nacionales de Sequoia, Mount Ranier, Petrified Forest y Grand Canyon. Por todo ello Muir merece el título "Padre del Sistema de Parques Nacionales." Junto con Th. Roosevelt elaboró el programa nacional de protección de la naturaleza. Era formativa del paradigma ambiental: Fase de la planificación regional desde fines del S XIX a principios del S XX, surge el primer antecedente de estudio complejo y multidimensional de la relación entre hombre y medio, desde un intento holista transdisciplinar con fuerte compromiso ético y social de gran sensibilidad con las particularidades de las culturas en su relación histórica con su medio natural. La figura más relevante de esta fase fue Patrick Geddes. Patrick Geddes (1854-1932). Padre del Planeamiento Urbano y regional de carácter científico; pionero del pensamiento holista y de una visión multidimensional y compleja del ambiente humano de alcance interdisciplinar; alternativo e incomprendido en el ámbito de las ciencias tradicionales de su época. A partir de las influencias del evolucionismo de Tomas Huxley, el vitalismo de Henry Bergson con su elam vital y la religión inspirada en la humanidad de August Comte, propone una nueva Cosmología basada en personas entrenadas. Geddes simpatizó con la idea que el conocimiento podría venir solo a través de la intuición y no por el uso razonado del intelecto. Los jóvenes evolucionistas de la época estaban convencidos de que el elemento creativo de la mente humana era el instinto que debería ser desarrollado con auto conocimiento. El progreso individual no podría ser hecho excepto por un proceso interrelacionado de pensamiento y acción. A diferencia de Huxley que ve el proceso de selección natural y la evolución a través del estudio de fósiles, Geddes ve el proceso a través de organismos vivos (zoología y botánica). La discontinuidad reproductiva ordinaria de las especies, y la naturaleza de las variaciones, demandaron un estudio botánico y zoológico de los especímenes vivientes. Herbert Spencer le proveyó una teoría general de la evolución (la sociedad como un organismo con partes funcionalmente independientes, con fuerzas evolutivas que cambian la
sociedad). A partir de ello criticó el materialismo y mecanicismo de Huxley y extrajo de él la capacidad de relacionar organismo y ambiente, con el propósito de buscar un orden estructural entre aquellos por los que pasan las sociedades. A partir de las ideas de John Ruskin sobre una aproximación a la sociedad como un científico social y el deseo de terminar con las economías de mercado para sustituirlas por la creación de un sistema diseñado para servir a las necesidades humanas biológicas y estéticas que permitiera alcanzar un orden social estable, Geddes elaborará su doctrina de la reconstrucción cívica. Tomando como referencia el modelo científico de Frederick Le Play para estudiar en forma práctica la sociedad a partir de la comprensión de los factores ambientales: lugar-trabajogente y el método del survey (método para descubrir hechos y seleccionar problemas), Geddes desarrolla su 1er. Máquina pensante, en la que relaciona cuatro dimensiones: a) la de la vida práctica simple de los actos; b) la de la vida mental simple de las obras; c) la de la vida interior plena del pensamiento; d) la de la expresión de la vida electiva en los hechos. A partir del concepto de regionalismo (concepción “posibilista”) y de la seccion del valle de Elisée Reclus; del uso de la región como área para el estudio geográfico (representa el “posibilismo” en geografía frente al “determinismo”) de Paul Vidal de la Blache; de la relación lugar-trabajo-gente de Frederick Le Play; y de idea de la cooperación en la evolución natural de Piotr Kropotkin, Geddes considerará que son los patrones de valores más que los económicos los que determinan la relación del hombre con el medio. Para estudiar esa relación del hombre con su medio, propone la torre observatorio para inculcar valores a partir de costumbres y tradición. La Escuela de Sociología de Chicago la consideró el primer laboratorio experimental de sociología desde las ciencias biológicas. Desde allí, y a partir de los principios físicos, construyó una interpretación del proceso de producción y consumo, como un vasto proceso mecánico de consumo y disipación de energía. Esto podría revelar el impacto de la especialización de las funciones sobre el organismo. Esto involucró la modificación del organismo por el ambiente. Indicó que el objetivo clave de la economía era la cultura y la educación. De aquí extrajo que la “evolución social depende del arte” (trabajo y diferentes ocupaciones). Vio que los cambios futuros en términos de conflictos de propietarios de los medios de producción y trabajo, en los que las masas son explotadas, serían mejor vistos en los términos de un cambio en los métodos productivos que demandaban siempre más habilidad de los individuos, con lo cual las máquinas deberían servir a la humanidad. Su posición nacionalista fue un elemento esencial para el cambio que proponía en la sociedad, ya que permitía construir sentido de identidad cultural, alcanzar altos niveles de evolución social a partir de la percepción del lugar (antropología social, geografía humana). Su cosmopolitanismo se asoció al concepto de ciudadanía mundial de Élisée Reclus y se articuló con su sentido de identidad nacional a partir de la construcción de la percepción del lugar. Su visión romántica se orientó a buscar en el arte y la ciencia la posibilidad de una unión en el sentido de maravilla que los nuevos descubrimientos científicos provocaban. Propuso el uso de símbolos e imaginería visible. Se vinculó con el movimiento de Ruskin por el ascenso del hombre. A partir de esta perspectiva nacionalista, romántica Geddes consideró necesario crear un nuevo sistema educativo para promover el hombre integral. Concibió un sistema educativo sin intervención del Estado. Bregó por la autonomía de cada ciudad en su región para su desarrollo económico con vínculos económicos y culturales con otras ciudades y regiones y lograr el mejoramiento cívico de las ciudades (el ejemplo de Octavia Hill y la Universidad de Edimburgo). Consideró que entorno y sociedad debían ser mejoradas juntas y la clave era el mejoramiento físico de los nutrientes (o sea, la mujer como nutriente clave desde la familia y transmisora de ideales culturales). Era un convencido de la autogestíon. Veía a los museos (que tenían detrás el ideal de la ciudadanía) como centros de exposición de conocimientos complementarios a las bibliotecas; debían ser centros experimentales dedicados a la evolución social; combinar arte y ciencia (Le Play y Ruskin); ser catálogos razonados del mundo. Su torre
observatorio era una síntesis viva de ello y estaba pensada como parte de su estrategia para formar cazadores de brotes, y la síntesis de todo el conocimiento. Su filosofía de la educación proponía un paralelismo entre materias y coordinación en una totalidad mayor. Establecía una subordinación de la biología a las Ciencias Sociales; el centro de todo es el estudio del hombre; el estudio de la historia de la civilización; el estudio del desarrollo histórico de las ciencias y sus mutuas relaciones; la educación es para la acción. Buscó la síntesis constructiva del conocimiento que puede ser un trabajo de arte (ejemplo: en el estudio del paisaje y la biología, antropología, historia, literatura). Concibió al alumno como un colaborador activo. Su máxima fue “viviendo aprendemos”. Su metodología para el estudio de la ciudad se basaba en considerar a esta como una totalidad. Se requería una combinación especial entre ciencia y arte. Los hechos científicos, las observaciones hechas de una manera sistemática, combinadas con una comprensión artística basada en un criterio cultural (juntos hacían el nuevo sujeto cívico, estudiado en un contexto específico). El comienzo del estudio tenía que ser práctico. Una vez comprendido el estudio, entonces se podría generar una nueva respuesta al problema con el involucramiento del control y nutrición del ambiente y las personas. Proponía estudiar al mismo tiempo la forma física de la ciudad con los ideales culturales de la vida urbana. Se comenzaría por el estudio geográfico y por otro lado con la evolución de su tradición histórica y cultural. La ciudad vista como un organismo sujeto a procesos de crecimiento, florecimiento y decadencia. Lo esencial era contar con una mejor comprensión de las fuerzas que forman la ciudad. “Conoce tu región y podrás comprender el mundo”. El objetivo de la ciencia cívica era conducir hacia un pronóstico futuro exacto (implica pensar el cambio de sucesos dependientes de dos factores: comprensión de la presente evolución y aguda percepción de aquellos factores en el presente, los brotes discernibles al ojo entrenado. Utilizó sus esquemas de las maquinas pensantes (Lugar-Trabajo-Gente). El hombre esta al centro de todo. Se pretendía la nutrición de las personas, como modo de alentar la evolución y superar las eras paleotécnica, neotécnica y llegar a la eutécnica que sería aquella en la que el sistema completo sería el nutriente de la persona. En ella el hombre tendría que hacerse maestro de su propio destino y la utopía sería alcanzada. Patrick Geddes junto a Warren Manning, se inscriben dentro de la Era Formativa en la 2da. Mitad del S XIX, en el desarrollo del Planeamiento Regional con visión ambiental. Entre mediados del S XIX y principios del S XX, se intercala en este proceso la propuesta de Ebenezer Howard y su ciudad jardín, coetáneo del surgimiento del City Planning asociado a la figura de Frederick Law Olmsted Jr. y el City Beautifull Moviment de Daniel Hudson Burnham. (1846-1912). Ebenezer Howard (1850-1900). Su propuesta representa una alternativa mediadora entre el reformismo y el socialismo utopista de la 2da. Mitad del S XIX y es el resultado de una compleja articulación de iniciativas, ideas y proyectos de distintos autores que fueron procesados por Howard para alcanzar una síntesis final en su propuesta de ciudad jardín que constituye un auténtico proyecto socio-territorial protoambiental. Los principales contenidos de su propuesta se nutrieron de las siguientes influencias: de la Sociedad Fabiana, toma la idea de apropiación social de la renta en todas sus formas; un sistema fiscal fuertemente progresivo; defiende la transferencia al Estado de algunas industrias y de algunos servicios básicos, como los ferrocarriles, además de aquellas otras industrias ya configuradas como trusts; y considera que los entes locales deben crear comunidades rurales y explotaciones agrícolas productivas, administradas por consejos de producción; propicia la municipalización de los servicios públicos. De Edward Bellamy y su visión de estimular en una síntesis propositiva un nuevo tipo de organización urbana, social y productiva; una sociedad organizada racionalmente; fundada en un reparto igualitario de los productos y del trabajo humano, en la solidaridad social, en una adecuada utilización de la máquina, en una
planificación general centralizada y en una red urbana de pequeños núcleos planificados extensivamente con amplia dotación de equipamientos colectivos; Howard la desarrolla a través de la presencia benéfica del progreso tecnológico, el igualitarismo, la difusión generalizada de las calidades ambientales de la ciudad. Respecto a los fundamentos para propiciar una migración planificada de las grandes ciudades al campo, Howard toma los antecedentes del economista Alfred Marshall (1842-1924) y su idea de una migración forzada desde Londres hacia el exterior; consideraba que las nuevas tecnologías permitirían este cambio, idea que recogió el anarquista Kropotkin en su libro del 1898 Fields, Factories and Workshops; y de Edward Gibbon Wakefield (1796-1862) tomó la idea de una colonización planificada, sistemática, de los territorios rurales. De Henry George (1839-1897), y los temas debatidos por el reformista inglés respecto a la nacionalización del suelo urbano, la lucha contra la propiedad inmobiliaria. Del sociólogo James Silk Buckingham (1786-1855), ala paternalista del progresismo victoriano, toma su búsqueda de un equilibrio entre trabajo industrial y trabajo agrícola, reforzando la idea de la estrecha vinculación entre modalidades de asentamiento, arquitectura y comportamiento moral. Del filósofo positivista Herbert Spencer (1820-1903), toma su defensa de la propiedad comunal de la tierra. De Thomas Spence (1750-1814), Howard tomó la idea de: que la comunidad compartiría tierra de labor a precios bajos, de modo que la revalorización que ese suelo sufriría al construir en él una ciudad, pasaría automáticamente a las arcas de la comunidad. De William Morris (18341896), y su obra News from Nowhere, 1918, toma la conveniencia del retorno del proceso productivo a las condiciones del artesanado preindustrial. De Piotr Kropotkin (1842-1921), su ideal de una sociedad en la que los medios de producción sean administrados en común, favoreciendo la integración de industria y agricultura; donde, incluso a nivel de la persona, quede eliminada la división del trabajo reclamada por las concepciones económicas dominantes, a favor de una integración completa (es decir, donde todo individuo sea productor de trabajo manual –agrícola e industrial- e intelectual). Este equilibrio puede realizarse en la esfera productiva y familiar del pequeño grupo social, en el que toda agrupación espontánea produce y consume en su seno sus propios productos. Burnham y Olmsted Sr. Compartieron ideas en cuanto a generar en las ciudades americanas sistemas de parques urbanos, park way, green way, vinculados al entorno regional, y concebidos no solo con un sentido estético, sino, de saneamiento y amenidad al mismo tiempo. De todos modos las diferencias entre ellos son más significativas que los acuerdos. Burnham trabajó para los grupos económicos y sociales vinculados al comercio del grano en Estados Unidos, mientras que Olmsted fue un socialista demócrata confeso que cortó con ellos. La continuidad de Olmsted se dio a partir de Lewis Mumford y la Regional Planning Association of America, Radburn, y las Greenbelt towns del New Deal de F. D. Roosevelt. Frederick Law Olmsted Jr. (1870-1957). Con él se genera la 2da. Tradición más relacionada con la Arquitectura del paisaje y la planificación. La figura de este autor cobra relevancia en relación a la fundación del City Planning a partir de la 1er. Conferencia en City Planning en Washington, en 1909, alentando a los participantes a fundar una Asociación. En el período que va del 1909 al 1919 se distingue del paisaje en cuanto a que había reunido a aquellos que se ocupaban, con distintas competencias, de planificación urbana (arquitectos, ingenieros, abogados, arquitectos del paisaje, operadores sociales). Estos organizan un foro nacional anual, la National Conference on City Planning (Nccp). Su objetivo era estudiar y hacer evolucionar el arte y la ciencia de la planificación urbana, regional y nacional, ya sea solicitando a los Estados que adoptasen las leyes estatales de planificación obligatoria, como a las ciudades para que se dotasen de comisiones de planificación. En el 1917, un nutrido grupo de asociados (planners) adhieren al American City Planning Institute (Acpi), movidos por el interés de asignar a la nueva asociación tareas y objetivos más directos de competencia profesional. Fue su presidente Olmsted Jr.
En el período que va del 1920 al 1934, el planning maduró y la planificación urbana deviene profesión. La Proyectación Ecológica, ya estaba en el interior de los programas universitarios de Arquitectura del Paisaje tenidos a mitad del S XIX en los Land-grant college de agricultrua y horticultura. (Uno de sus más denodados promotores fue Frederick Law Olsmsted). En cambio a partir de la tradición de Olmsted Jr. En Harvard, la Arquitectura del Paisaje se asociará a la enseñanza de la Arquitectura y la Planificación. Era de consolidación del paradigma ambiental: Fase del ecofuncionalismo asociado a la política del New Deal de Franklin Delano Roosevelt en el período del 1933 al 1945 en la Tennessee Valley Authority a través de la cual afrontó la recuperación de las tierras del valle del río Tennessee mediante un programa agrícola y de reasentamiento de población nuevas ciudades llamadas Green belt. Este programa representó la concreción de la visión biorregional de Lewis Mumford quien en 1923 fundó la American Regional Planning Association y que duró hasta 1933. En el período que va desde la década del 1920 a fines de la década del 1940, se plantea una nueva relación ética con el suelo, se relaciona el planeamiento regional a la ecología, se propone la planificación regional a partir del concepto de región natural en una relación profunda con su cultura. Autores destacados del ecofuncionalismo: Aldo Leopold y Eugene Odum. Autores destacados del biorregionalismo: Lewis Mumford; Benton Mac Kaye; Clarence Stein. Este período es considerado como el de maduración del paradigma ambiental. Aldo Leopold (1887-1948). Tuvo un rol fundamental en dar amplio impulso a la aplicación de una aproximación ecológica a la planificación del uso de los suelos. Consideraba que era necesario una reconfiguración de la ética que ligaba al hombre a la tierra. Este empeño preveía una redefinición compleja de las referencias filosóficas y religiosas que impedían la actuación de las políticas conservadoras. El pensamiento de Leopold se recuesta a un nihilismo terapéutico ambiental o sea, consideraba que no hacer nada es mejor que hacer cualquier cosa, en cuanto que probablemente, cualquier acción tendría consecuencias negativas, sea que se dirija a resolver el problema dado, sea que no se dirija hacia ello. El nihilismo terapéutico no excluía actividades como aquella recreativa, realizada según criterios de limitación de los disturbios a la naturaleza sino, no disjunta de los objetivos de mantenimiento y de protección de las especies selváticas. La reflexión de Leopold no tiende a excluir al hombre de la naturaleza, salvo excepciones, sino a relacionarlo a la misma ya que ella tiene una función didáctica que, así, va estimulada. La promoción de la percepción de las formas características y de la ecología de las áreas de naturaleza, o sea, del estudio de la naturaleza, es un componente de la actividad recreativa a la cual la ingeniería de la recreación debe dar su propia contribución. La actitud de Leopold hacia la naturaleza provenía de la inspiración en Jefferson (la ley natural como fuente de inspiración de la forma de las instituciones) y del histórico Frederick Jackson Turner (la democracia americana generada desde la naturaleza). La naturaleza debía ser preservada porque era el material del cual estaba hecha la América. En su libro The Land Ethic, 1949, La nueva ética, Leopold plantea que el hombre debe mirar al propio ambiente como a una comunidad a la cual el pertenece y no, en vez, como si fuese un bien que él posee. Una nueva ética de la tierra debería transformar la relación estrictamente económica que prevé, para el hombre, solo privilegios y ninguna obligación y cambiar el rol del Homo Sapiens de conquistador de la tierra a pleno miembro y ciudadano de la comunidad terrestre, que comprende los suelos, el agua, las plantas y los animales, en una palabra, la tierra. El hombre es miembro de una comunidad de partes interdependientes. Según esta ética una cosa es justa
cuando tiende a preservar la integridad, la estabilidad y la belleza de la comunidad biótica. Está errada cuando se orienta de otra manera. Eugene Odum (1913-2002). Pionero en formular el concepto de ecosistema. Estableció las relaciones entre actividades humanas y procesos naturales como parte esencial de su descripción del concepto de ecosistema. Antes de la publicación de su libro fundamental Fundamentos de Ecología, 1953, la ecología era una disciplina científica consistente en estudios de pequeña escala o puntos individuales, pantanos y otros sistemas que parecieron ser comprendidos aisladamente. Su libro se considera El Libro para los estudios científicos de ecología. El mostró que los científicos podrían mirar a las grandes imágenes, patrones de clima, cuencas, poblaciones regionales de plantas y animales, y relacionarlas en el mismo modo que los primeros estudios lo habían examinado como piezas individuales de un rompecabezas. Su libro fue el catalizador que cambió la ecología desde el estudio del microcosmo al macrocosmo, el estudio de cómo todas las cosas se adaptan juntas, y como el bienestar humano es parte del problema y debe ser parte de la solución. Fuente: Ecology Hall of Fame, A Project of EcoTopia/USA; Updated 26 August, 2002
Lewis Mumford (1895-1990). Genera una 3er. Tradición, a partir de su postura intermedia o abarcadora de las otras dos (la 1r. tradición de Olmsted Sr., y la 2da. Tradición de Olmsted Jr.), la característica de la tradición iniciada por Mumford es considerar a la ciudad como polis en relación a la complejidad orgánica del ecosistema regional. Dentro del ambiente de crisis de la civilización de la primera posguerra mundial y las posturas dominantes de un progresismo político y un radicalismo cultural, Mumford se posiciona desde una síntesis de ambas posturas con carácter de criticismo cultural (y moral). Esto implicaba una política de transformación cultural (cambio en el YO, participación cívica y experiencia del lugar), apoyada en la esperanza de un pasado usable del escritor Van Wyck Brooks y de que la América sería reformada por el cultivo de las artes y las humanidades. Por otra parte proponía una nueva ciencia de Geografía Regional basada en la Política-Cultura-Experiencia del Lugar-Concepción del YO. Su propuesta unió: era neotécnica, organicismo y comunidad. Su regionalismo pretende redimensionar el legado tecnológico de la ilustración hacia un principio ecológico de interacción con el mundo natural. Políticamente es presentado como una teoría social a partir de los principios del iluminismo de democracia y autogobierno. A partir de ello se proponía la diversidad cultural vs. cultura internacional metropolitana; una sociedad culturalmente diversa y políticamente descentralizada; el cooperativismo; el regionalismo cultural progresivo; todo sentado sobre las bases de la imaginación literaria y artística. El regionalismo de Mumford unió tres ideas: la de la era neotécnica (adaptación de nuevas tecnologías para restaurar el ambiente natural); la de organicismo (restauración de las influencias naturales sobre la cultura, a través de la literatura, arquitectura y ambiente construido); la de comunidad (recuperación de la escala humana, y un orden cívico social conveniente). El regionalismo se basaba en redefinir la economía y la tecnología según líneas ecológicas; re-creación de una geografía regional y el estudio de la fenomenología del lugar (experiencia del lugar). A partir de ello sería una nueva ciencia capaz de llevar a una síntesis las políticas de transformación social comenzando por un cambio en uno mismo psique, acompañado por la recuperación de la participación cívica, esto provocará el cambio en la cultura, valores y visión del mundo y hará del regionalismo un ideal operativo. El regionalismo afronta el estudio de la relación lugar-trabajo-gente a partir de patrones espaciales de la sociedad y tecnoambientales dentro de una región (estudio de las condiciones materiales básicas que condicionan el desarrollo técnico y social), esto permitiría determinar la calidad de vida humana. En el estudio que afronta el regionalismo, el lugar es recuperado imaginativamente y explorado en forma científica e imaginativa; la cultura es vista en vinculación geográfica al lugar; se trata de captar el ethos (relación entre la estructura interna
del YO y la forma social y estética de la comunidad entera); se trata de encontrar un pasado usable y desenmascarar los falsos mitos de la cultura. La relación entre lugar y cultura es una elección moral. En la era neotécnica el hombre puede ser un restaurador de comunidades de vida en la naturaleza y la región es el campo de trabajo en dos sentidos: en sentido cultural, es la elaboración de la experiencia humana (pasada y presente) conectada al lugar; en sentido natural, se relaciona a la idea de ecosistema, un bioma o unidad orgánica que puede ser parte de una geografía. La experiencia humana las vincula a través de la creación de mitos y símbolos, dentro del regionalismo como centro interior. Mumford propone una recontextualización de la Modernidad manteniendo: ciencia y logos, imaginación y mito, como discursos paralelos esenciales, con dos implicancias: la del estudio científico de la región y planeamiento urbano-regional (aproximación funcionalista); y la de Reconstrucción imaginativa de la Nueva Inglaterra y su apropiación del mito, la creación de un pasado usable (aproximación fenomenológica). La relación territorio-población es de carácter holística sistémica, proyectación socio-ecológica, visión generalista. El fin es el equilibrio, lograr la necesaria flexibilidad para afrontar respuestas adecuadas en equilibrio dinámico entre: lo Individual (Ejercicios físicos y mentales, involucramiento público y retiro contemplativo, seguridad familiar y aislamiento) y lo Comunitario y Regional (Conservar las ventajas de la cultura urbana en contacto con la naturaleza y hacer convivir industria y agricultura, trabajo y diversión). A través del regionalismo se trata de encontrar el compromiso productivo crucial para la autorrealización ya que el sustento es un modo de ser en el mundo. Para lograrlo hay dos vías posibles: la vía romántica para definir la subjetividad inclusiva del lugar, implica la restauración imaginativa de la naturaleza, rescata del pasado usable (relevante al espíritu y necesidades críticas del presente) de los Días Dorados el mito de la relación entre hombre y naturaleza de Emerson; la vía funcionalista y de valores intrínsecos del trabajo productivo. A través de la visión organicista se evita el camino romántico del aislamiento y se logra conectar mundo interior con naturaleza. Implica un proceso de aproximación individual dentro de una unidad de existencia en la que: La entera realidad es un proceso constituido por acontecimientos; la unidad esta en continua transición; la unidad es un proceso creativo que se hace aparente en la aprehensión. (Se hace posible por actos individuales de autodisfrute; conecta acontecimientos espacial y temporalmente); la aprehensión, es la capacidad de promover la fusión de actos o hechos materiales con las potencialidades ocultas de la vida, es una capacidad creativa fundada en ocasiones de experiencia. A partir de esto se propone promover respuestas creativas que reúnan datos de la experiencia fundidas en unidades de forma. Rescata a Emerson en cuanto a que la naturaleza es un proceso de crecimiento que sostiene nuestra fe en la posibilidad de vida (práctica de autorrealización). Implica un principio ecológico de interdependencia entre especies y entre estas y su ambiente común. Principios fundamentales de la American Regional Planning Association (ARPA): • • • • • •
Canalizar todo nuevo desarrollo dentro de ciudades planificadas; Construir nuevas viviendas más ampliamente disponibles para costos significativamente bajos de tierra y construcción; Construir asociaciones público-privadas para ensamblar grandes tratos de tierras y planificar nuevas ciudades y pueblos jardín; Un cuidadoso planeamiento de nuevas áreas urbanas para incluir centros urbanos coherentes y barrios cohesivos; Construir accesos limitados a las autopistas para encontrar las necesidades del transporte y limitar estrictamente el desarrollo entre pueblos y rutas de transporte; Situar más industrias en localizaciones próximas a fuentes de materias primas;
• •
Desarrollar medios regionales de energía (ej. Represas hidroeléctricas como base para el desarrollo económico); Proveer espacios verdes significativos para agricultura y recreación adyacentes a toda nueva o existente área urbana.
Miembros de la ARPA: Lewis Mumford (1895-1990); Clarence Stein (1882-1975); Benton MacKaye (1879-1975); Henry Wright (1878-1936); Catherine Bauer (1905-1964); Frederick Lee Ackerman (1878-1950); Charles Harris Whitaker (1872-1964); Stuart Chase; Robert D. Kohn (1870-1953); John Bright; E. Henry Klaber; Frederick Bigger; Alexander M. Bing; Catherine Bauer Wurster (1905-1964); Edith Elmer Wood (1871-1945). Benton MacKay (1879-1975). Graduado en ciencias forestales en Harvard y funcionario del Servicio de Parques, trabajo bajo la dirección de Guifford Pinchot y también participó en la Tennessee Valley Authority, además fue presidente de la Wilderness Society. En el 1921 propone el proyecto del Tren de los Apalaches. Este proyecto representa todo un ejemplo de planificación regional de carácter ambiental pionero por cuanto propone una relación sustentable entre uso de los recursos naturales, actividades del hombre, caracteres ecológicos y modelos de comportamiento social, anticipándose a los principios que llevará adelante la Regional Planning Association of America años más tarde. Su mayor interés estuvo puesto en ver oportunidades de combinar el gobierno de los recursos naturales con la ocupación y el mejoramiento de las condiciones de vida del hombre. Al igual que John Wesley Powell, MacKaye insiste sobre la necesidad de la intervención federal en ayuda de las iniciativas locales, de la planificación colectiva (planeamiento comunitario), de la disciplina de los recursos hídricos, de la contención de la tendencia especulativa sobre las tierras, del control federal sobre la extracción de los recursos minerales. En su libro, The New Exploration, 1928, Con el subtítulo: una filosofía de la planificación regional, MacKaye brinda una concepción del ambiente que lo aproxima a las perspectivas contemporáneas más maduras del ambientalismo. Según Danilo Palazzo la nueva exploración debe confrontarse con tres elementos: los recursos naturales, el flujo de bienes y el ambiente, mientras la vieja exploración tenía que ver con elementos más simples: el suelo, el flujo del agua y la atmósfera. El ambiente al cual hace referencia MacKaye corresponde ya sea a una dimensión filosófica que ecológica y física. El, de hecho, sostiene que: … “el ambiente para el hombre civilizado corresponde a ello que es el aire para los animales, es el aliento vital”… El ambiente es el ingrediente de base de la vida así como el aire lo es de la existencia”… (MacKaye, 1928, p.29; citado por Danilo Palazzo). Según Palazzo existe en esta concepción de ambiente un eco de romanticismo dado que el ambiente pertenece a las exigencias del alma del hombre como a las de su cuerpo. Hay una dimensión espiritual antes que física y, ciertamente, no coincide con el ambiente físico aunque él es parte de los elementos que componen el ambiente en el sentido dado por Mackaye. Este está compuesto de los recursos psicológicos, que son definidos como: … “la energía psicológica humana, o felicidad, que reside en el sistema natural, o ambiente”… “El ambiente es más bien, como para Splengler, el producto de la historia”… (D. Palazzo, 1997). Clarence Stein (1882-1975). Fue el difusor de la ciudad jardín en América a través de las Greenbelt town. Stein, con la colaboración de Henry Wright, pudo desarrollar experimentos innovadores sobre trazados urbanos y tipos de vivienda; experimentos prácticos realizados a pequeña escala, como Sunnyside, y proyectos más ambiciosos como Radburn. Estas propuestas estuvieron inspiradas en la ciudad jardín de Howard; la Neighbourhood Unit de Clarence Perry. Su propuesta de nuevas urbanizaciones, como la presentada con el modelo de Radburn, no pretenden ser un modelo a imitar, sino un modo posible de desarrollar un urbanismo alternativo al del Movimiento Moderno. En el pensamiento de Stein la ordenación
urbana final es el resultado de acciones individuales, subordinadas al interés general, pero al mismo tiempo conformadoras de ese ámbito global que constituye la estructura urbana. (José Luis de las Rivas Sanz). Mumford consideraba que el principal propósito de las ciudades jardines era ofrecer un modelo de urbanización alternativo a la de la gran ciudad, que se caracterizase por la baja densidad y una experiencia estética a partir de una ordenada belleza de los edificios hechos a escala humana, de los árboles y de las plantas con flores y de los espacios verdes abiertos circundados por edificios de baja densidad, de modo que los niños pudieran correr para agregarle belleza ya sea al uso que a la estética. (D. Palazzo). El resultado final sería generar una red de ciudades jardines rodeadas por cinturones verdes que impidieran que estas se fusionaran y se mantuvieran así separadas por áreas naturales. Era de aceptación del paradigma ambiental: Durante el período de maduración del paradigma 1970s 1980s ha habido cuatro temas principales según Forster Ndubisi: • Landscape processes (Apuntan a una interpretación comprehensiva de los procesos internos del paisaje vistos a través de conceptos como estructura, procesos y localización. Por estructura se considera la composición de elementos biológicos y no vivientes en ambientes naturales y humanos – las relaciones funcionales entre elementos tales como clima, forma de la tierra, suelos, flora y fauna. Los procesos implican el movimiento de energía, materiales, y organismos en el paisaje; la localización refiere a la distribución de elementos y procesos en el paisaje en relación al clima y forma de la tierra). Los autores claves en este tipo de estudios son: Ian McHarg, Julius GY. Fabos y el ecólogo Eugene Odum. • Cultura en la planificación del paisaje (Apunta al estudio del paisaje en tanto interfase entre procesos naturales y humanos, y reflejo del dialogo que ocurre entre ambos procesos en el tiempo. Para ello será de fundamental importancia interpretar el punto de vista de los propios actores, su visión interior a partir de la cual significan y valoran el paisaje, esta será la garantía de una comprensión profunda de la naturaleza y evolución del diálogo entre naturaleza y procesos antrópicos). Los autores claves en este tipo de estudios son: R. Burton Litton; S. Schauman y Ervin Zube (Arq. Del paisaje). La Universidad de Pensylvania ha estado a la vanguardia en la integración de procesos humanos dentro de la planificación del paisaje, dentro de este ambiente se destaca Narendra Juneja. Otro antecedente importante es el del grupo interdisciplinar Hazleton (Univ. de Pensylvania), de arquitectos del paisaje y antropólogos. Otro esfuerzo importante es el de Jonathan Berger, Yehudi Cohen, Joanne Jackson, Dan Rose, Frederick Steiner. • Planificación del paisaje y ciudad (Apunta a observar los paisajes urbanos como ecosistemas; o sea, como una colección de organismos vivientes interactuando con cado uno de los otros en su ambiente natural y construido. Este punto de vista toma sentido solo cuando las personas están reunidas como un componente integral y esencial de los organismos vivientes. Los autores de esta orientación abogan por un diseño y planificación de paisajes que sean ricos, diversos, productivos y regenerativos. Un punto de partida es comprender el trabajo interior de los ecosistemas y su expresión visual. La atención está puesta en los procesos ecológicos esenciales para el funcionamiento y sustento de los ecosistemas: el flujo de energía, material nutriente, y especies). Los autores claves en este tipo de estudios son: Anne Spirn, Michael Hough y John Lyle. • Landscape Ecology (Apunta a trasladar los principios ecológicos a los contenidos del diseño del paisaje a escala de sitios pequeños. Se trata de hacer accesible a los planificadores
del paisaje y diseñadores principios de planificación y diseño que puedan crear orden ecológico y visual y también sentido). Los autores claves en este tipo de estudios son: el trabajo pionero de Richard Forman y Michael Godron, luego se destacan autores como Jack Ahern, Edward Cook, Donna Hall Erickson, Frank Golley, Tom Hunt, James Thorne y Joan Hirschman Woodward. Un párrafo aparte merece la corriente del behaviorismo de los años 1960 y 1970, dentro de la cual se dan las primeras innovaciones en las estrategias de conocimiento del ambiente urbano desde una gran sensibilidad con los aspectos culturales e históricos, las figuras destacadas en esta línea son: Jane Jacobs, Christopher Alexander, Kevin Lynch, Amos Rapoport. Dentro del landscape planning se da la orientación biocéntrica junto a los primeros modelos para interpretar las relaciones entre los ecosistemas naturales y el hombre orientados a la planificación sustentable del territorio natural y urbano con el aporte de conocimientos científicos y recursos tecnológicos avanzados. Las figuras destacadas en esta línea fueron: George Angus Hills, Philip H. Lewis Jr., Ian Mc Harg (estos dos últimos ubicados dentro de la 2da. Tradición). En la actualidad esta línea se continúa a través de la proyectación y planificación ecológica, en la que se destacan autores como Frederick Steiner (ubicado en la 1ra. y 2da. Tradición), Foster Ndubisi, y desde una postura biourbanística, Carl Steinitz. Otros que se destacaron: Burt Litton (University of California –Berkeley); Jay Appleton; Rachael y Stephen Kaplan; Sally Schauman; Ervin Zube. George Angus Hills (1902- ) (científico del suelo y geógrafo), desarrolló un método para usar la capacidad biológica y física del suelo para guiar las decisiones del uso del suelo para la agricultura, bosques, fauna y recreación. Philip H. Lewis Jr. ( ) . El Regional Design Process. Algunos principios de su modo de conocer y actuar: • Cree que el proceso para alcanzar la sostenibilidad no es de competencia de una profesión singular, sino que pertenece al pensamiento interdisciplinar y transdisciplinar de expertos formados en diversos campos del saber. • El análisis procede desde la escala global a aquella local. Ella concierne al desarrollo de un modus operandi que se ocupa de la proyectación de nuestro impacto sobre la superficie sobre la cual vivimos. • Lo importante es mapear las diversas tipologías ambientales (para preservar los recursos naturales y culturales) • La clave de la sustentabilidad es comprender la naturaleza del impacto y sus implicaciones en todo el sistema natural y cultural. Antes que se pueda hacer algo, debemos comprender lo que involucra el continuum del paisaje y como se presenta cada uno de sus recursos críticos o patrones. Con ello reconocemos a dónde están los mayores recursos de una región y podemos ver los patrones en los cuales ellos ocurren. Esos patrones nos pueden guiar en cómo y donde el futuro crecimiento puede ser localizado evitando destruir los recursos esenciales que soportan la vida. (Recursos subterráneos, recursos en la superficie de la tierra, recursos sobre la superficie). • Propone identificar corredores ambientales (que se dan a partir de la combinación de agua, tierras húmedas y patrones de escarpados topográficos). Ellos nos permiten en forma rápida detectar los suelos más críticos a preservar proveyéndonos de bases sólidas sobre las cuales tomar decisiones claves, sobre donde construir, donde no construir y cómo construir. Una vez que las decisiones fundamentales son hechas, las áreas críticas y sensibles serían señaladas para futuras evaluaciones. La clave es hacer una aproximación estructurada pero flexible que pueda ser alterada como un nuevo dato más comprensivo y evolución de técnica.
• El reconocimiento de los patrones puede ser comprendido como una estructura de trabajo que provee una oportunidad para una discusión común de todos los contenidos juntos. • El Proceso de Diseño Regional para el diseño sustentable provee una comprensión crítica hacia una visión y hacia los valores regionales. El método llama a un uso interdisciplinario imbuido con una ética integrada de suelo y sociedad para actuar un inventario de recursos y proveer opciones que: Mantengan y restauren nuestro sistema de soporte de vida Aliente nuestra calidad de vida Preserve y adicione a nuestro sentido del lugar Incluya la concientización de y el respeto por una diversidad natural y cultural Permita la elección de suficientes alternativas benéficas Informe según el juicio público mediante el uso de herramientas tales como: Caminos ecológicos; Caminos guías; Centros de conciencia; Academias para diseño sustentable. El Proceso de diseño Regional esta entendido a ser un proceso comprensivo para el diseño, desarrollo y restauración. Aplicando el modelo a una variedad de escalas de ambientes. Fuente: Philip H. Lewis Jr.; Tomorrow by Design; John Wiley & Sons, Inc.; 1996; New York
Ian McHarg (1929-2001). Considerado el padre del planeamiento ambiental moderno. Reconoce la fragmentariedad y el reduccionismo dominante en las ciencias. Critica la concepción de la Planificación como ciencia social aplicada, basada preponderantemente en la Economía, Sociología, Cálculo, Estadística, sin mayores consideraciones para con las ciencias físicas y biológicas. (Ciencias Naturales). Harg propone un proceso de integración y síntesis denominado Human Ecological Planning, en el que se integran contenidos desde la Física, la Biología, y las Ciencias Sociales. La propuesta de integración de estas Ciencias Ambientales se da a partir de una participación cronológica y están representadas como estratos de una torta. El modelo para integrar las ciencias se llama cronología. Se trata en cierto modo de practicar una arqueología de los aspectos configurantes del territorio, a partir de los componentes más antiguos, como el subsuelo de roca hasta los más recientes como la vegetación de superficie. Es un estudio enfocado desde la ecología humana, que intenta comprender cómo la región se "vuelve lo que es". Los aspectos humanos son vistos e interpretados en relación a estas condicionantes físicas naturales de base. El resultado final esperado apunta a "dotar de sentido" a la estructura territorial resultante, en tanto "modelo biofísico interactivo" en el que se muestra la forma racional de colocarse la población en el territorio. A este método Harg lo llamó Suitability Análisis. El cual asigna una importancia básica a las características propias del Medio Físico Natural, como soporte posibilitante de la localización y actividades humanas. El concepto fundamental en torno al cual gira todo el análisis es el de la adaptación, como cuestión central dentro de sus estudios ecológicos que incluyen procesos naturales y culturales. La Planificación Ecológica será entendida como "aquel proceso por el cual una región es entendida como un proceso biofísico y social comprehensivo a través de operaciones de flujo y tiempo". Entre algunas de las críticas que se le hacen a la propuesta de Ian MacHarg se encuentran aquellas que lo ubican dentro de una perspectiva con una clara "obsesión clasificatoria". "Que con las prácticas lineales del overlay mapping ha dado por años un duro golpe a las posibilidades de un desarrollo no lineal y ecléctico de las relaciones entre disciplinas interesadas al territorio".
"Entre las líneas de la planificación ambiental constitutivamente empeñadas en la 'descripción de lo real', el Ecological Planning se caracteriza, a partir de los años '60, por el determinismo ecológico de Mc Harg y de Angus Hills, uno de los pioneros, este último, de programas de estudio de la planificación de matriz pedológica. Fuente: Giovanni Maciocco
Respecto de la crítica que se le hace a Mc Harg, en relación a un "insuficiente conocimiento de la teoría ecológica y de la ecología humana" La aproximación de Mac Harg, tal como es descripta en Design with nature, reconoce la significancia de los procesos del paisaje, pero en retrospección, provee insuficiente guía en cómo ellos pueden ser incorporados como opciones para mantener cambios sobre y dentro del paisaje. Más precisamente, el trata a los elementos del paisaje, tales como suelo y vegetación como si ellos fueran contenidos separados e independientes. Para identificar áreas en el paisaje que son inmediatamente apropiadas o sensibles a diferentes actividades humanas, identificamos elementos relevantes del paisaje y los ubicamos sobre mapas traslúcidos o en computadoras. Sabemos que los elementos mapeados están íntimamente relacionados a cada otro desde nuestro conocimiento sobre ecología. Solamente cuando los combinamos usando la técnica de superposición, en realidad mostramos un modelo de cada una de sus relaciones funcionales, y cómo son ellas distribuidas sobre el paisaje. Lo mostrado, de cualquier modo, no muestra cómo la energía, materiales u organismos fluyen entre medio de los elementos del paisaje bajo estudio. Para hacerlo necesitamos hacer asunciones sobre la naturaleza de los flujos cuando seleccionamos los elementos relevantes que están sobrepuestos. Un problema relativo es que, desde que nos focalizamos en identificar áreas tanto sensibles como apropiadas para actividades humanas, podemos descuidar aquellas áreas en el paisaje que no tienen ninguna consecuencia para el uso humano. Un ejemplo es la capacidad para la supervivencia a largo plazo de fauna o especies de plantas protegidas o en peligro. Ello indica las inadecuaciones del método de Mac Harg y al mismo tiempo ellas fueron relacionadas a un insuficiente conocimiento de la teoría ecológica y de la ecología humana. Fuente: Forster Ndubisi
Era de maduración del paradigma ambiental: Desde un enfoque biocéntrico Desde el landscape ecology a partir de la década de 1980 hasta nuestros días, con gran desarrollo científico y tecnológico fuertemente centrado en un enfoque biocentrico y ecologista, se logra una síntesis trandisciplinar entre ecológica y paisaje (Richard T.T. Forman, Michael Godron, Anna Hersperger, Joan Hirschman Woodward, Zev Naveh). Algunos que han hecho el esfuerzo para incorporar la “perspectiva de los propios habitantes” son: Litton; Schauman y Ervin Zube Michael Godron y Richard T.T. Forman. Estos autores definen la ecología del paisaje en estos términos: ... “La Ecología es generalmente definida como el estudio de las interacciones entre organismos y su ambiente, y un paisaje es un mosaico de varios kilómetros de ancho sobre el cual un sistema particular local y usos del suelo se repiten. Estos conceptos han probado ser ambos
simples y operativamente útiles. Por lo tanto el “Landscape Ecology” es simplemente la ecología de paisajes, y la “Regional Ecology”, la Ecología de las Regiones..." ..." Los principios de la Ecología del paisaje y de la Ecología regional se aplican a cualquier mosaico de tierra, desde el suburbio a las áreas agrícolas, desde el desierto al bosque. Ellos trabajan igualmente en áreas naturales prístinas y áreas de intensa actividad humana. Como una celda de plantas o un cuerpo humano, este sistema viviente exhibe tres amplias características: estructura, función y cambio. • Estructura del paisaje. Es el patrón espacial de disposición de los elementos del paisaje. • Funcionalidad. Es el movimiento y flujo de animales, plantas, agua, viento, materiales y energía a través de la estructura. • Cambio. Es la dinámica o alteración en patrones espaciales y funcionales en el tiempo. El patrón estructural del paisaje o región está compuesto enteramente de tres tipos de elementos. Verdaderamente tres elementos universales – parches, corredores y matriz – son los agentes de altas disimilaridad de paisajes y para el desarrollo de principios generales. Ellos también son los agentes para la planificación del uso del suelo y la arquitectura del paisaje, ya que los patrones espaciales controlan fuertemente los movimientos, flujos y cambios..." ... “El simple lenguaje espacial se hace evidente cuando consideramos cómo los parches, corredores y matrices se combinan para formar la variedad de mosaicos de suelo en la tierra. Cuáles son los atributos claves de los parches?. Ellos son grandes o pequeños redondos o alargados, lisos o intrincados, pocos o numerosos, dispersos o agrupados y así en adelante. Cuáles son los atributos de los corredores?. Aparecen angostos o anchos, lineales o curvos, continuos o discontinuos, y así. Y la matriz es simple o subdividida, variada o casi homogénea, continua o perforada, etc. Estos atributos espaciales o descripciones están cerradas a una definición de diccionario, y todas son familiares a los hacedores de decisiones, profesionales, y especialistas de muchas disciplinas..." ..."El paisaje integral o región es un mosaico, pero el barrio local es además una configuración de parches, corredores y matriz. Los ecólogos del paisaje están estudiando activamente y desarrollando principios para patrones de biodiversidad y procesos naturales en estas configuraciones o mosaicos de vecindarios..." ..." Por ejemplo, cambiando un mosaico por adición de un seto, estanque, casa, bosques, rutas u otro elemento, cambia el funcionamiento. Los animales cambian sus rutas, el agua fluye en otras direcciones, la erosión de las partículas del suelo cambia, y los humanos se mueven en forma diferente. Removiendo un elemento se altera el flujo en una manera diferente. Y reordenando los elementos existentes se causa aún cambios más grandes en cómo funcionan los vecindarios. Estos elementos espaciales y sus arreglos son los reales agentes para los arquitectos del paisaje y los planificadores del uso del suelo..." ..."Los procesos naturales también como las actividades humanas cambian los paisajes. En una serie temporal de fotografías aéreas aparece una secuencia típica de mosaicos. La fragmentación del hábitat es frecuentemente notada y descripta. Pero cualquier otro de los procesos espaciales se hacen evidentes en las transformaciones de la tierra, tales como una perforación, disección, encogimiento, reducción y uniones, cada una con implicaciones humanas y ecológicas mayores..." ..."Estos principios son significativos desde el vecindario a los mosaicos regionales. Ello se focalizan en patrones espaciales, los cuales determinan fuertemente las funciones y los cambios. Sus componentes parches-corredores-matriz tienen universalidad para cualquier región. Y su lenguaje alienta la comunicación y colaboración..."
Fuentes: (A) Dramstad, Wenche E. ; Olson, James D. ; Forman, Richard T.T.; LANDSCAPE ECOLOGY PRINCIPLES IN LANDSCAPE ARCHITECTURE AND LAND-USE PLANNING; Harvard University Graduate School of Design ; Harvard; 1996 (B) "Urbanistica 108" , Enero-Junio 1997, INU Ediz. , Roma
Joan Hirschman Woodward. El diseño ecológico reconoce complejas relaciones entre personas, el suelo y el lugar, y eso forma decisiones que pueden afectar las funciones positivas del sitio y las respuestas humanas positivas a aquel sitio. El diseño basado en la “firma” emerge de una fascinación con las relaciones. Podemos comenzar a caracterizar el lugar visualizando relaciones repetidas en una región particular. Las relaciones son ambas de naturaleza y de cultura. Ellas acumulativamente caracterizan un área o una región y avanza un sentido de reconocimiento que potencialmente puede conducir a una fijación humana a invertir intereses en el lugar. Los patrones censados no son objetos aislados, sino que están inextricablemente enganchados a un proceso, ecológico, cultural y económico que los conforma. Por lo tanto el diseño basado en la firma es el acto de comprensión de firmas de una región o un sitio en términos de los procesos que la forman y después aplicando esos patrones al diseño y planificación. Por qué?, porque así podemos entender que comprendiendo las relaciones indicativas de una región, así podemos determinar cuáles mejores relaciones encuentran nuestras metas corrientes, y , finalmente, así podemos diestra y sensiblemente usar ellas para conscientes e inspirados diseños y planes. Fuente: Joan Hirschman Woodward
Desde el landscape planning actual ciencia regional, macroplanning, programa de gestión del crecimiento, planeamiento ambiental regional, a partir de la década de 1990, se destacan autores como: Michael Hough, John Tillman Lyle, Anne Whiston Spirn, Narendra Juneja, El equipo de Hazleton, Jonathan Berger, Yehudi Cohen, Joanne Jackson, Dan Rose. John Tillman Lyle (1934-1998). Arquitecto del paisaje. Enseñó y practicó el diseño y planeamiento ecológico, enfatizando el rol esencial de los procesos naturalmente involucrados en el ambiente humano. Su práctica arquitectónica es parte del paisaje. Sus proyectos exploran la potencialidad de los procesos regenerativos para alcanzar la sustentabilidad. Lyle define cuatro cualidades para un paisaje sustentable: La localización: El Paisaje crece fuera de un lugar y es extraordinario a ese lugar. Riqueza constante de la Vida: El Paisaje debe ser activo y creciente. La diversidad: El Paisaje debe ser un ambiente diverso. Está vivo con una variedad de las plantas y la vida animal que engendra la biomasa para sostener la vida. La continuidad: debe haber la continuidad en el espacio y el tiempo. Un paisaje debe continuar con el tiempo y debe haber la continuidad entre paisajes sucesivos. Debe existir un modelo de las interacciones y del flujo que lleva de un paisaje a otro. Muchas personas se representan un parque urbano cuando se menciona el término diseño del paisaje. Sin embargo, Lyle dice, el único paisaje sostenible es la ladera no tocada. En este sistema hay diversidad de plantas y vida animal que engendra una biomasa que conserva la energía para sostener el ambiente total. Este es un sistema regenerativo que está vivo y funciona con la entrada exterior mínima de energía. El parque urbano, como muchos de los diseños de paisajes hechos por el hombre, son un recurso o requieren de hundirse en cantidades masivas de recursos exteriores de energía, tal como agua y abono para mantener la vida. Cuando Lyle dice, "es un paisaje en soporte de la vida. "Las cuatro cualidades de un paisaje sustentable que Lyle presenta también aparecen en algunas discusiones de planeamiento y diseño sustentable. Una comunidad no puede ser construida. Ella debe evolucionar desde el lugar y debe haber una riqueza de la vida que sea activa y creciente. Esta riqueza de la vida es creada teniendo la diversidad en las culturas, en la base socioeconómica, en el de tipo edilicio, y funciones. También, debe haber la
continuidad. La continuidad con el tiempo es sostenibilidad, pero para ser sostenible debe haber también la continuidad entre los elementos del diseño. Debe haber un patrón que conecte cada elemento de la comunidad: el edificio, la calle, el ambiente, el espacio cívico, y el paisaje. Parece que tal como discutimos la planificación y el diseño sostenibles si la discusión es sobre el diseño del vecindario, el diseño de un edificio, o del paisaje, llegamos a las mismas conclusiones. El sistema completado debe ser tenido en cuenta y ningún elemento puede ser visto en el aislamiento. Además, para que un sistema sea completamente sostenible, debe ser un proceso regenerativo sobreviviendo con una entrada natural de energía. Fuente: Review of "Landscape: A Source of Life" a University of Florida Sustainable Development Seminar Series lecture given by John Lyle, chairman of the Landscape Architecture Department at California State Polytechnic. Posted 30 April 1998
Michael Hough (1928-2013). El concepto de planeamiento ecosistémico, a su nivel más fundamental involucra la noción de que la integración de las ciencias naturales dentro del proceso de planeamiento, en todas las escalas, es esencial para formar un hábitat humano saludable. La lección básica que la naturaleza proporciona implica el principio de que el todo está conectado consigo mismo. (Barry Commoner). Esto tiene que ver con los límites del planeamiento: cómo lo definimos?. Los límites dependerán de lo que esté siendo estudiado: hay diferentes esferas geográficas para diferentes cosas. Un segundo aspecto del concepto es el hecho que los ecosistemas son dinámicos. Esto tiene que ver con el planeamiento de espacios verdes. Una red de espacios abiertos es un componente esencial del planeamiento ecosistémico. Ello implica, primero, identificar y proteger lugares naturales significantes, tales como tierras de bosques, hábitats naturales, estuarios de ríos, que son esenciales para el mantenimiento de la diversidad. Segundo, ello implica que estas áreas naturales deberían estar juntas, relacionadas, las islas de significancia natural protegidas no son ecológicamente viables en ausencia de conexiones físicas. La continuidad es un componente esencial del planeamiento ecosistémico. Tercero, necesitamos identificar espacios abiertos recreacionales y vínculos peatonales a través de las costas y riberas. Un tercer aspecto implica la asunción de las vías ambientales. La agenda diaria debe ser llevada hacia la conservación de la salud ecológica del sistema. La cuestión que debemos evaluar es qué es esencial de mantener?. El planeamiento ecológico en áreas urbanas incluye dos parámetros generales. Primero, existe la necesidad de identificar y proteger aquellas partes del sistema natural que aún mantienen su integridad: en otras palabras, la función ecológica esencial que mantiene la salud del sistema. (Areas de recarga de bosques, arroyos en las partes superiores de las cuencas, valles intactos, las laderas de bosques, los pantanos, el hábitat de la fauna, y otras características extraordinarias, geológicas, ecológicas o culturales. Esto plantea la cuestión de las conexiones, ya que los sitios ambientalmente sensibles o las áreas de interés natural y científico, si no son vinculados entre ellos no podrán mantener su integridad ambiental. Otro principio es retrotraer los ambientes degradados al estado de salud en el que se encontraban cuando fueron dañados. El principio fundamental en el cual se basa la restauración del paisaje es reconocer los modelos del paisaje y la comprensión de los sistemas naturales que subyacen a estos modelos antes de tratar de restaurarlos. Implica también la noción del menor esfuerzo con la máxima ganancia. Un cuarto aspecto tiene que ver con el cambio de los valores públicos. Un quinto aspecto es el hecho establecido que es menos costoso a largo plazo trabajar con el sistema natural en el planeamiento urbano, que contra él.
Un sexto aspecto el hecho bastante obvio de que los sistemas naturales no tienen relación con las fronteras políticas, ello significa la cooperación interjurisdiccional como requisito fundamental de la planificación ecológica. El sentido del lugar. Implica una comprensión de los modelos y diversidad naturales en el paisaje y asegurar su protección en el nuevo desarrollo nuevo. Implica también la protección de la historia y la herencia culturales. Fuente: Naturaleza y ciudad; Michael HGough; Gustavo Gilli; 1998; Barcelona
Desde un enfoque antropobiocéntrico Fase de cambio desde la visión biocentrica (centrada en el ambiente natural) hacia la antropobiocentrica (centrada en el ambiente del hombre), propia de la progettazione ambientale italiana en la década de 1970, fiel heredera de la línea teórica que iniciara Patrick Geddes, continuara con Lewis Mumford, con autores claves como: Fernando Clemente, y Giancarlo De Carlo. Esta perspectiva evoluciona hacia el enfoque territorialista italiano que nace a inicios del año 1990 en Italia por obra de algunos docentes e investigadores de la urbanística y de la sociología que han decidido coordinar la actividad de investigación en el ámbito universitario y CNR: Alberto Magnaghi (Università di Firenze), Giorgio Ferraresi (Politecnico di Milano), A. Peano (Politecnico de Torino), Enzo Trevisiol (IUAV), Alberto Tarozzi (Università di Bologna), Enzo Scandurra (Università de Roma La Sapienza), Alessandro Giangrande (Università di Roma Tre), Dino Borri (Università de Bari) y Bernardo Rossi Doria (Università de Palermo). Esta perspectiva territorialista representa el legado actualizado, maduro y profundo del pensamiento más agudo de autores pioneros del ambientalismo como Geddes y Mumford. La característica fundamental de esta perspectiva es estar centrada en el ambiente del hombre con una visión compleja, hermenéutica a partir del rescate y reconceptualizacion del territorio asumido como hecho cultural y simbólico desde el cual construir estrategias de desarrollo sustentable local. Alberto Magnaghi (1941- ). Conceptualiza el ambiente del hombre en estos términos: … “El ambiente no es una bestia a domar sino un sistema que debe ser protegido lo más posible de la acción humana. Nosotros debemos confrontarnos no con una Naturaleza abstracta sino con aquello que podemos considerar un neoecosistema producido por el hombre derivado de las relaciones dinámicas entre ambiente natural, ambiente construido y ambiente antrópico: de estas relaciones emergen los territorios, los lugares, los cuales son sujetos culturales, hablan, dialogan del largo proceso de antropización a través del paisaje, restituyen identidad, memoria, lengua, culturas materiales, mensajes simbólicos y afectivos”… El enfoque territorialista supone un nuevo estado de evolución cualitativa en el que Plan, Proyecto y Ambiente conforman una sola unidad a través de considerar al territorio como un objeto de estudio interfase entre lo social y lo natural, entre lo material y lo simbólico, entre la visión proyectual y la actuación transformadora, y lo hace a partir de concebir escenarios estratégicos territoriales. Estos son interpretaciones a futuro de los yacimientos patrimoniales (ambientales, territoriales, paisajísticos, sociales, culturales) y de su puesta en valor durable; reflejan, en el diseño, los mapas patrimoniales de los cuales son alimentados; se trata en cada caso de un diseño no normativo, sino de valor heurístico, que no agota la complejidad de la visión estratégica; los escenarios proponen visiones del territorio que expresan una tensión utópica, en términos de utopía concreta; los escenarios contienen, más allá de un valor proyectual, un valor comunicativo: su forma, su lenguaje deben ayudar a la activación de procesos participativos para la construcción de pactos locales de desarrollo, volviendo perceptibles a los diversos actores del proceso, institucionales y no, el valor del territorio como
bien común que el escenario trata en sus visiones de transformación autosostenible; los escenarios son multiescalares y multisectoriales. El escenario estratégico se convierte así en una auténtica interfase del conocimiento y proyectación capaz de brindar una lógica general al Plan y al Proyecto en tanto componentes de un mismo orden generador, en palabras de Alberto Magnaghi: … “El escenario estratégico hace referencia a dos objetos, uno Transdisciplinar, en cuanto comporta elaboraciones de visiones del futuro “holísticas”, integradas, dirigidas a redimensionar el predominio del subsistema económico a favor de aquel cultural, social, ambiental; y otro multidisciplinar, en cuanto requiere la predisposición de proyectos y planes vueltos a la superación de la autoreferencialidad de las aproximaciones sectoriales y a la evidenciación de las interdependencias y sinergias multisectoriales en afrontar los problemas de la sostenibilidad del desarrollo….” … “A la duplicidad del objeto de referencia del escenario estratégico y de las varias acciones configurantes de la transformación ecológica (proyecto territorial y plan territorial) corresponde una duplicidad de la figura del experto. Es posible distinguir entre una función de proyectación confiada a un sujeto multidisciplinar que se puede definir como arquitecto del territorio y una de elaboración estratégica a confiar a un planificador del territorio….” … “En este cuadro el arquitecto tiene la tarea de diseñar el escenario de transformación ecológica del territorio, a través de la recogida y la coordinación de diversos saberes disciplinares (geografía, ecología, ciencias de la tierra, economía, historia…) y de las diversas sugerencias y acciones proyectuales locales en una imagen del lugar coherente y ordenada, y contemporáneamente ideal y utópica….” … “El planificador, también coordinador de competencias multidisciplinares (ciencias políticas, sociológicas, históricas, antropológicas, administrativas, económicas) tiene también la tarea de proyectar y gestionar los sistemas de relaciones que contribuirán al proyecto territorial y a sus especificaciones sectoriales. Su rol tiene un aspecto metaproyectual: debe proyectar el proceso de proyectación. El plan estratégico se puede interpretar como sistema comunicativo, entre saberes expertos y saberes contextuales….” Fuente: Alberto Magnaghi (a cura di); Scenari Strategici. Visione identitarie per il progetto di territorio; Alinea editrice; 2007; Firenze
También aquí subyacen contenidos relacionados con los mecanismos de elección social en referencia a la “racionalidad ecológica” de John Dryzek. Los criterios para verificar el grado de racionalidad ecológica son: la retroacción negativa, la impronta ecológica, la robusteza y la flexibilidad, la resiliencia, la elite central que mantiene el peso de la coordinación. También se hace referencia a la racionalidad comunicativa y a Lindblom y la planificación tutorial (persuación moral) El enfoque territorialista se sustenta en los siguientes principios: 1) El territorio es asumido como el producto de la cultura material y como éxito de procesos coevolutivos de larga duración entre asentamientos humanos y ambiente, como algo que no existe en la naturaleza y que se transforma cada vez más en un proyecto cultural de una civilización, que puede producir y aumentar (coevolución constructiva) o degradar (dominio destructivo) el valor patrimonial. El proyecto territorialista se centra en la primera opción, y se ocupa, dentro de una sociedad contemporánea fuertemente destrerritorializante, de producir valor adjunto territorial, a través de formas de gobierno social de los que lo habitamos, los trabajamos o recorremos.
2) Para este fin, el territorio no puede ser interpretado solamente como soporte inerte de las realidades sociales (economía, política, intersubjetiva), ni exclusivamente como una parte del ecosistema terrestre más o menos antropizado, provisto de ciertas dotaciones (tangibles e intangibles) acumuladas en el transcurso del tiempo. La aproximación territorialista lo interpreta como sistema vivo de alta complejidad que es producto del encuentro entre los eventos culturales y la naturaleza, compuesto por el lugar (o región) dotado de identidad, historia, carácter y estructura de larga duración. En este sentido se insiste en: La inseparabilidad de la naturaleza y la cultura, y el vínculo interactivo de la sociedad humana con la tierra (de su entidad geológica, topográfica, ecológica, vegetal y animal). Este vínculo inseparable requiere de la superación definitiva de la división dicotómica del territorio en espacios naturales y espacios antropizados; La inseparabilidad entre territorio e historia. Por definición el territorio siempre ha tenido y no puede no tener una profundidad historia que interviene activamente en nuestra existencia individual y colectiva en los procesos mentales, linguísticos, perceptivos, sensoriales, y también en formas latentes de identidad ocultas durante largo tiempo. 3) En este sistema de lugares, las relaciones entre los individuos están mediadas, alimentadas y caracterizadas por las relaciones que tienen con su entorno material, mientras que los materiales (en cuanto relativamente estables, ligados a la materialidad de los lugares) también los componentes ambientales intangibles, como el que se denomina capital o patrimonio inmaterial; patrimonio que es un deposito/contenedor de saberes/conocimientos, inclusive de capital social, saber hacer contextual, capital cognitivo local, atmosferas industriales, capacidad emprendedora e institucional local, sistemas locales que se reproducen, estilos de vida, características identitarias del medio, etc. . Diversos y plurales, los sistemas de conocimiento y los sistemas de valores locales se encuentran en la base de la evolución de la continuidad histórica-geográfica y de la adaptación; este último hecho es aún más necesario en momentos de inestabilidad y de imprevisibilidad. El conocimiento y los valores expresados por la población local son la base para el desarrollo de un territorio vivo, capaz de autoregenerarse. A este objetivo responde la tarea primordial de la investigación y las acciones territoriales, indagar la multiplicidad de marcos de referencia cognitivos y valores presentes localmente y traducirlos recíprocamente, así como construir un infra-lenguaje conectivo capaz de expresar proyectos locales comunes. 4) El enfoque territorialista asume las relaciones con el ambiente material verificando la idoneidad, tendiendo a liberarse del economicismo que limita la potencialidad semántica de algunos de ellos, y del paradigma mecanicista-industrialista que entiende los lugares como soportes inertes de la producción de mercancías. Las relaciones con el ambiente material son todavía consideradas como ecológicas en sentido amplio, es decir incluyendo las cuestiones económicas, políticas, culturales e institucionales. Es necesario reconstruir las relaciones entre naturalidad, ruralidad y urbanidad en todos los rincones del planeta. Se llama la atención a la biodiversidad bio-cultural que anima las dinámicas territoriales estimulando procesos de ida y vuelta. Se hace necesario un desplazamiento de atención desde la biodiversidad hacia la sociodiversidad: diversidad histórica y culturalmente determinada, donde se encuentran las decisiones de la sociedad contemporánea. 5) La dimensión local es fundamental. La dimensión local es un punto de vista que evidencia peculiaridad, identidad y unicidad de un lugar. El termino lugar no hace referencia a las dimensiones espaciales ni se refiere a la escala. El lugar tampoco es necesariamente pequeño. Son lugares un pueblo, un valle, una bioregión, el Mediterraneo, los Alpes, Europa, si los analizamos, interpretamos y tratamos proyectualmente de acuerdo con sus características identitarias propias. Todo comienza y todo recae en los lugares, pero pasando –hoy más que nunca- a través de todas las escalas. Para comprender y eventualmente transformar los lugares es precisa una visión transescalar: cada topografía u una cosmografía. No hay topofilia
sin geofilia. No hay identidad local sin un sentido de la composición universal, sin apertura hacia el otro, como cuestiones esenciales para la reproducción de los lugares. 6) La relación adecuada entre el cierre y la apertura de un sistema local significa que la identidad no debe entenderse como una construcción inmóvil, un legado transmitido sin cambios, si no como una realidad dinámica, a largo plazo, proyectada hacia el futuro. La identidad local es ante todo una potencialidad, una oportunidad, un proyecto. La identidad local que es capaz de mirar hacia el futuro es más importante que aquella que mira solo al pasado. En ese sentido, un principio fundamental es liberar las cuestiones territoriales de las declinaciones discriminatorias (Etnocéntricas, xenófobas, neo-nacionalistas y racistas) en que frecuentemente se traduce la competición político-económica entre las sociedades locales. Por lo tanto es preciso dedicar una sistemática atención crítica a las condiciones en que se verifican estas degeneraciones y, en particular, a la reelaboración político-instrumental de la historia y de la memoria de los lugares. 7) En la construcción de un proyecto identitario sólido y dinámico asumen un rol directo e imprescindible los habitantes y sus estilos de vida. El estilo de vida en tanto propuesta total que un lugar, un pueblo, hace con respecto al progreso humano, a través de una pluralidad de estilos de vida se experimenta una respuesta consolidada a un complejo de condiciones irrepetibles. 8) El desarrollo de la sociedad local constituye la declinación antieconomicista del término desarrollo y no es casual que la calidad del ambiente natural, social y del paisaje asuma una importancia cada vez mayor. Esta declinación se mide en primer lugar con que debe decrecer: el dominio de las relaciones económicas globales, el consumo de recursos (energía, materiales…) y de suelo, la degradación del ambiente y de las relaciones de proximidad, etc.; en segundo lugar con que debe crecer: la ciudadanía activa, la conciencia de lugar, los estilos de vida propios, los sistemas económicos de base local fundados sobre la puesta en valor del patrimonio, los saberes contextuales para el ciudadano del territorio y la representación de la vida, la calidad de los paisajes urbanos y rurales contextualizados, las formas de apoyo reciproco de los habitantes, de su autogobierno y de federalismo. En otras palabras, el desarrollo de la sociedad local se mide tanto por el crecimiento de su bienestar, entendido como regocijo (joie de vivre), felicidad publica, y buen vivir, tanto a través de la capacidad de promover la participación política, la apertura dialógica entre los valores y el conocimiento de los otros; se mide en definitiva con la elaboración de procesos críticos y con la construcción de alternativas respecto a los modelos políticos y económicos que provocan nuevas pobrezas individuales y sociales y el consumo irreversible del territorio y del medio ambiente. Junto a estos principios la sociedad de territorialistas promueve el estudio y la puesta en valor de experiencias socio-políticas alternativas, valorando en la relación entre gobernantes y gobernados, las iniciativas y las practicas que recuperen el doble significado del concepto de ethos, entendido como modo de actuar y de comportarse los unos con respecto a los otros, y como una forma de habitar el mundo. Además se promueve la centralidad del territorio o de los lugares y de los bienes patrimoniales locales en los procesos de conocimiento y de transformación en materia de bienestar social y felicidad publica, que atienden a la integridad de los sistemas de apoyo de la vida sobre el planeta desarrollando conocimiento y responsabilidad con respecto al territorio como bien común. Para verificar estos postulados de la investigación científica y del gobierno del territorio se promueven ámbitos de investigación-acción multi-transdisciplinares que atraviesen el vasto campo de las artes y de las ciencias del territorio y que aporten respuestas coherentes
afrontando de forma unitaria el territorio y superando por tanto la fragmentación típica de las disciplinas y de las políticas sectoriales. El enfoque territorialista implica una visión multi-disciplinar y aun mas, trans-disciplinar, que permita afrontar los desafíos de la complejidad implícita en las dinámicas territoriales. Esta visión compartida debe proceder a partir de escuchar el pluralismo de las concepciones, de las matrices de pensamiento y de los paradigmas interpretativos que se mueven en los diversos horizontes disciplinares. No existe una única idea del territorio y de hecho es precisamente de la comparación fértil de las diversas interpretaciones desde donde avanza el frente del conocimiento y desde donde toman forma los proyectos del territorio. Culturalismo escenográfico El New Urbanism, década de 1980. Autores claves: Peter Calthorpe, Andres Duany, Elizabeth Plater Zyberk, Anne Tate, Dan Salomon, Cave Sellers. Esta perspectiva merece un apartado especial dentro de los enfoques ambientales ya que si bien en su origen, a partir fundamentalmente de la propuesa de Calthorpe, surge con una intención de reformular el fenómeno del sprawl americano, tratando de dotarlo con una urbanidad propia de las ciudades tradicionales e históricas, luego fue perdiendo su contenido reformulador de los desequilibrios ambientales producidos por una ocupación abusiva de suelo por las extensas periferias residenciales de las ciudades americanas, para pasar a convertirse en una estrategia inmobiliaria altamente rentable dentro de las clases sociales acomodadas de los Estados Unidos, que vieron en esta propuesta un modelo casi ideal de barrio-pueblo privado, concebido como una gran escenografía emulando las cualidades configurativas del espacio público tradicional desde una arquitectura ecléctica con fuertes contenidos neovictorianos, sujetos a estrictos códigos de uso, diseño y comportamiento, como garantes de un ambiente bello, seguro, confortable, pero artificial, más próximo al de un centro comercial privado que al de un barrio urbano tradicional real. Peter Calthorpe (1949- ). En su libro “The Nex American Metropolis” Trata de la ecología de las comunidades, no sobre la ecología de los sistemas naturales – sino sobre cómo los principios ecológicos de diversidad, interdependencia, escala y descentralización pueden jugar un rol en nuestro concepto de suburbio, ciudad y región. Es sobre comunidades más diversas e integradas en uso y población; humana y peatonalmente más escaladas; comunidades más abiertas al conocimiento y descentralización al trabajo en nuestro tiempo. Propone nuevos modelos para la metrópolis y el diseño de comunidades derivados desde los valores y experiencia práctica personal, modelos que buscan restaurar lo mejor de nuestras viejas tradiciones del planeamiento urbano y trabajarlas para formarnos nuevas condiciones. Su perspectiva y conocimiento combina arquitectura, diseño urbano y planificación del uso del suelo. Su propuesta evita el rol del especialista, ya que todos los proyectos tienen una dimensión, política, económica, ecológica, social, técnica, estética e ideológica. Trata de mostrar que el diseño de comunidades es multidisciplinario, y que combinando problemas a menudo nos conduce a simples soluciones, mientras que segregando problemas nos conduce típicamente a la frustración. El trata de focalizar su trabajo dentro de una herramienta que pueda ser usada para grandes estructuras de una región tan bien como para un detallado diseño de un barrio. Por lo tanto, ello modifica el tratamiento del barrio con la perspectiva de un regionalismo basado en la conservación y tránsito, más que en la extensión y el automóvil. Se recuerda que no hay moldes absolutos y que la especificidad de un lugar, la economía y las normas colorearan y balancearán las diferentes direcciones.
El genio provee una estética específica del lugar, escalada al cuerpo humano, temporalizada a pasos, modelada a la ceremonia y depositada a la naturaleza. Es una estética soportada en la noción que el espacio no es una grilla infinita, que el tiempo no es implacablemente progresivo, que los patrones no son mecánicamente formados y que sus bordes no son límites. Esta estética del lugar tiene cuatro dimensiones: escala, ritmo, patrón y amarre. La escala de nuestro ambiente es ahora el escenario en proporción a grandes instituciones y burocracias más que a la comunidad y barrios. El ritmo es el escenario de los bits del sonido electrónico y el auto más que el aliento y el paso humano. El patrón es establecido por la producción masiva y la propiedad discontinua más que por el oficio local y la continuidad social. Y el amarre son los escenarios para la riqueza y el poder más que la proporción y la naturaleza. Fuente: THE NEXT AMERICAN METROPOLIS, Ecology, Community, and the American Dream; Peter Calthorpe; Princeton Architectural Press, New York, 1993
ARTICULACIONES ESTRATEGICAS ENTRE CULTURALISMO Y AMBIENTALISMO TERRITORIALISTA
Dado el panorama histórico antes planteado se considera que el aporte más relevante del ambientalismo provendría de la tradición teórica que se iniciara con Patrick Geddes, continuara con Lewis Mumford y los behavioristas como Kevin Lynch, Crhistopher Alexander, Jane Jacobs, y llegara hasta nuestros días con el enfoque territorialista de Alberto Magnaghi. En esta matriz el foco de interés pasa por asumir al territorio como un hecho cultural que trasciende la idea de paisaje en el sentido reduccionista al que lo había llevado el modernismo como representación estética subjetiva, para, en cambio considerarlo como el modo de darse a ver, la expresión de la interacción de una cultura/comunidad con su ámbito geo-grafico, texto de la Tierra, incesantemente rescrito e interpretado por aquellos que la habitan y que así la transforman en Mundo, creación (o destrucción) del propio mundo-territorio. Es sobre estas bases que la reflexión reciente, fruto de diálogos interdisciplinares, mira al paisaje como memoria e identidad, conjunto de lugares cualificados éticamente, estéticamente, ecológicamente y simbólicamente al que se dirige la pregunta siempre más amplia de parte de individuos y de la comunidad. En el concepto actual de paisaje se encuentran por lo tanto en relación constitutiva y recíproca, conceptos de los cuales se sustancia la idea de territorio en cuando singularidad local: identidad, comunidad, patrimonio, buen-vivir de las poblaciones, memorabilidad, proyecto, lugar. (L. Bonesio, 2010) El territorio actúa como articulador de procesos naturales, sociales y de significación reconocibles en los procesos de territorialización, desterritorialización y reterritorialización (C. Raffestin, 1986) restituyendo al habitante, el rol activo de productor directo de manufactos y significados y al habitar, la dimensión procesual, como acto historizado de una cultura. En el enfoque territorialista predomina una marcada intención transdisciplinar para interpretar el territorio y su proceso de territorialización a partir del concepto central de lugar, el cual, desde una perspectiva cognoscitiva, puede llegar a actuar como un potente modelo dialógico en un sentido metafórico o arquetipo en los términos que lo plantea Max Black, (M. Black, 1966)o sea un repertorio sistemático de ideas por medio del cual un pensador dado describe, por extensión analógica, cierto dominio al que tales ideas no sean aplicables inmediata y
literalmente. Así, una exposición detallada de un arquetipo determinado requeriría una lista de palabras y expresiones clave y una serie de enunciados de sus interconexiones y de sus significados paradigmáticos en el campo de donde se los haya extraído; lo cual podría complementarse con un análisis de las formas de realizar la extensión de los significados originales mediante los usos analógicos. Es evidente que en este tipo de operación está llamado a cumplir un rol fundamental la propagación y uso metafórico de los términos conceptuales, en la perspectiva epistemológica de Isabelle Stengers (I. Stengers, 1988), Chaïm Perelman (Ch. Perelman, 2012) y Silvano Tagliagambe (S. Tagliagambe; en G. Maciocco, 1996) , para posibilitar distintas evocaciones disciplinares de un concepto particular, como puede ser el caso del territorio a partir de las evocaciones de los geógrafos como Angelo Turco cuando considera el paisaje como modelo identitario (A. Turco en A. Magnaghi, 2001); Claude Raffestin desde la ecogénesis territorial, es decir, la fusión entre espacio y cultura, el movimiento dialéctico entre territorialización y creación identitaria (C. Raffestin,1986); Giuseppe Dematteis desde la territorialidad activa de los valores territoriales (G. Dematteis, 2006; 2005); o Josep Muntañola desde su topogenesis y la relación profunda entre mente-territorio-sociedad (J. Muntañola Thornberg, 2000). A partir de esta perspectiva ambiental culturalista, se cuenta con un rico bagaje de recursos cognoscitivos para avanzar en el desarrollo de una estrategia de conocimiento proyectual del territorio basada en una interpretación hermenéutica del proceso de articulación de su morfogénesis, sociogenesis y semiogenesis, (I. Marcos, 1998) en el intento de interpretar la lógica cultural subyacente. Podría considerarse al enfoque territorialista italiano como uno de los que ha calado más hondo en la cuestión del tipo de objeto de estudio más innovador a través del cual conceptuar el ambiente del hombre y con ello el territorio, a través del recuperado y reconceptualizado concepto de lugar con todo lo que ello supone de complejidad sociofísica. Si bien la aparición en la escena del urbanismo de matriz ambiental del concepto de lugar no es una exclusividad de la proyectación ambiental y su posterior maduración hacia el enfoque territorialista, ya que si de pioneros se trata no se puede dejar de considerar los primeros pasos en la materia, cada uno a su manera, dados por Patrick Geddes, Lewis Mumford, Benton Mac Kaye, Jane Jacobs, Christopher Alexander, Josep Muntañola. En este sentido habría que reconocerle a Lewis Mumford haber sido un auténtico pionero la década del 1920, momento en el que ya planteaba una visión ambiental tan madura como la que hoy se propone el enfoque territorialista italiano, cuando sugería interpretar la relación profunda entre cultura y región natural. En este sentido merece destacarse el rico procesamiento teórico del legado de Mumford dentro de la escuela territorialista, lo cual no es casualidad sino, que, en cierto modo, podría considerarse como una versión contemporánea de aquel legado ambiental sensible al concepto de región mumfordiano en el que ya se bregaba por: un regionalismo organicista respetuoso de la diversidad cultural, sustentado en la participación cívica, la fenomenología del lugar, el cooperativismo, la re-creación de la geografía regional, la captación del ethos de la región, la recuperación de un pasado usable o tradición viva a través de la praxis imaginativa y la exploración científica del lugar, la interpretación de los patrones espaciales y tecnoambientales de una región, el concepto de región asociada a la experiencia humana, la recontextualización de la modernidad a partir de la articulación entre ciencia-logos e imaginación-mito, la relación holística entre territorio y población, individuo y comunidad, la restauración imaginativa del lugar. No obstante, el ambiente epistémico contemporáneo caracterizado por un cambio de racionalidad hacia la relación entre sociedad-naturaleza, conformado particularmente por la articulación entre los paradigmas de la complejidad, la hermenéutica, las epistemologías
dialectico genéticas, el construccionismo cognoscitivo, constituye un ambiente fértil impensable en aquel momento mumfordiano, en el que reinaba el paradigma positivista y la visión del territorio como espacio geográfico neutro sometido a todo tipo de expoliación de la economía capitalista más salvaje del periodo fordista. El ambiente epistémico contemporáneo nos permite avanzar en la construcción de un urbanismo ambiental alternativo que tome como objeto de estudio propio el concepto contemporáneo de lugar, a partir del cual, habilitar una vía de conocimiento proyectual del territorio en tanto estrategia cognoscitiva capas de posibilitar un cambio cualitativo en el estatus epistemológico del urbanismo. La cuestión fundamental en la actualidad es que el concepto de lugar dentro del urbanismo ambiental, ya es una problemática estratégicamente instalada de la mano del desarrollo endógeno (A. Vázquez Barquero, 2007) centrado en los recursos patrimoniales locales, al fortalecimiento del protagonismo de los gobiernos locales y la creciente ciudadanía activa en los procesos de construcción de políticas públicas. Con lo cual el actual estado de legitimación social del ambiente local, referido a lugares concretos, es un reto ineludible más que interesante para generar una auténtica estrategia de conocimiento proyectual propia de un urbanismo ambiental alternativo a partir de la línea cultural ambientalista establecida por P. Geddes, L. Mumford, A. Magnaghi y J. Muntañola. El principal postulado que comparten el culturalismo y el ambientalismo es la visión sociofísica del territorio, asumido como un sistema complejo de lugares; la vida del territorio entendida como un lenguaje sociofísico; interpretación del territorio como un texto en el sentido que le da la semiótica cultural de Iuri Lotman (I.M., Lotman,1996) o sea, un dispositivo formado como un sistema de espacios semióticos heterogéneos en cuyo continuum circula algún mensaje inicial a partir de múltiples lenguajes y ordenamientos estructurales de diverso género, lo cual le confiere al texto posibilidades de sentido mayores que aquellas de que dispone cualquier lenguaje tomado por separado. El territorio y sus lugares conformarían una trama de fragmentos narrativos sociofísicos en las cuales interpretar hermenéuticamente los múltiples discursos en ellos inscriptos a partir del proceso de territorialización; de la estructuración de los cronotopos de territorialidad (anudamientos de espacio-tiempo y sentido sociosimbólico (M. Batkthin); de la identidad y del patrimonio del territorio (A. magnaghi, 2001) en tanto recursos indispensables para la sustentabilidad sociofísica del mismo. De este modo los contenidos más estratégicos del ambientalismo territorialista serían: • •
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El concepto de territorio, vinculado al de paisaje cultural y lugar como expresión de culturas particulares. El concepto de identidad territorial asociado a dimensiones sociales, físicas y simbólicas. (A través del proceso de territorialización se dará la Identidad territorial que se hará manifiesta a dos niveles: través de los caracteres tipológicos del lugar: tipologías edilicias, urbanas y territoriales (Se trata de una configuración de elementos estructurales caracterizados por determinadas relaciones espaciales y figuras morfológicas permanente en el tiempo); y la personalidad e individualidad del lugar, o los caracteres peculiares en los cuales un tipo territorial se materializa en un específico paisaje (personalidad de una región, en los términos de Vidal De La Blanche), tipo territorial e individualidad definen los caracteres identitarios del lugar. El concepto de patrimonio territorial. Estos emergen a partir de los sedimentos territoriales que deja el proceso de territorialización y que son de dos tipos: sedimentos materiales (Se trata de todos los elementos de memoria cosificados en el paisaje urbano y rural que vienen subsumidos (y reinterpretados, también con usos diversos) en la cultura y en la vida cotidiana del ciclo de territorialización sucesivo y se connota por lo tanto como permanencias (invariantes de los manufactos en más ciclos
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de territorialización) o persistencias (transformaciones con persistencia de algunos elementos posicionales y tipológicos); sedimentos cognitivos: sedimentos de sapiencia ambiental (saberes relativos a los procesos coevolutivos de la comunidad asentada con el ambiente), sedimentos identitarios: refieren a saberes relativos a la presencia de modelos socioculturales de larga duración) La concepción dinámica, cambiante, contradictoria e innovadora del proceso de territorialización. La territorialización es un gran proceso, en virtud del cual el espacio incorpora valor antropológico; este último no se agrega a las propiedades físicas sino que las absorbe, las remodela y las pone en círculo en formas y funciones diversamente culturalizadas, irreconocibles a un análisis puramente naturalista del ambiente geográfico (Angelo Turco). Energías de contradicción: Son los comportamientos y movimientos sociales, culturales y los conflictos que provienen de la nueva pobreza producida desde los procesos de desterritorialización. Se trata de energías sociales, culturales, económicas que pueden producir nueva territorialidad, y nueva ciudadanía. El reconocimiento de invariantes estructurales dentro del proceso de territorialización capaces de brindar identidad territorial (Indican aquellos caracteres de los sistemas vivientes que no varían y garantizan la conservación del sistema y su adaptación y perturbación externa. Son los caracteres fundacionales de las identidades de los lugares que consienten su mantenimiento y crecimiento en los procesos de transformación).
El aporte más relevante del culturalismo nos viene: De la geografía, a través del concepto de territorio en un sentido relacional multidimensional o multiterritorialidad que es la característica que hoy adquiere el proceso de territorialización en la era de la globalización y la sociedad de la información. (El territorio es relacional no sólo desde la perspectiva de que siempre se lo define dentro de un conjunto de relaciones históricosociales, sino también en el sentido, resaltado por Godelier, de incluir una relación compleja entre procesos sociales y espacio material, sea éste visto como la primera o la segunda naturaleza, para utilizar los términos de Marx. Además, otra consecuencia muy importante cuando subrayamos el significado relacional del territorio es la percepción de que ello no implica una lectura simplista del espacio como enraizamiento, estabilidad, delimitación o frontera. Justamente por ser relacional, el territorio es también movimiento, fluidez, interconexión; en síntesis y en sentido amplio, temporalidad. …” (R. Haesbaert, 2011) De la antropología y la sociología, a partir de la conceptualización de la cultura como el resultado de un repertorio de capacidades de acción y significación culturalmente adquiridos a partir de la experiencia de vida en una cultura particular o interculturalmente, que sirven para desplegar estrategias de acción en la vida diaria. (A. Swidler, 1986). Estas estrategias de acción son las que vinculan las práxis cotidiana con la cultura como sistema de normas, reglas y valores más estables; el concepto de identidad como sentido de pertenencia voluntario o por adscripción a grupos sociales diferentes, identidades múltiples (A. Mercado Maldonado; A. V. Hernández Oliva, 2010) dentro de los cuales se despliegan estrategias de acciones según sean los intereses que se persigan en cada uno de esos grupos en campos, contracampos o fueras de campos de juego o mundos sociales concomitantes (B. Lahire, 2005); el concepto de vida cotidiana (M. de Certeau, 2000) e institucionalidad de la vida cotidiana (P. Berger; Th. Luckmann, 1968) De la psicología ambiental, a partir de concebir la identidad social urbana (S. Valera; E. Pol, 1994) en relación a entornos sociofísicos y simbólicos (S. Valera, 1997) que constituyen una categoría más en la construcción de lugar asociada a múltiples lugares identitatios.
De la arquitectura, a partir de la topogénesis . El origen del lugar y la arquitectura desde las dimensiones ética, estética y lógica, desde la poética del habitar (J. Muntañola Thonberg, 1996). Cuadro síntesis de correspondencias entre las principales conceptualizaciones del Culturalismo y el Ambientalismo territorialista, para interpretar el ambiente del hombre.
CULTURALISMO
CONCEPTOS QUE ACTUAN DE MEDIADORES DIALÓGICOS ENTRE CULTURALISMO Y AMBIENTALISMO TERRITORIALISTA
AMBIENTALISMO TERRITORIALISTA
Territorio
Topogénesis
Lugares
Identidad social
Identidad social múltiple
Sedimentos cognitivos
Identidad de lugar
Sistema de lugares
Identidad territorial
identitarios Repertorio de capacidades Esquemas Disposicionales
Energías de continuidad, innovadoras y de contradicción;
Estrategias de acción Escenario estratégico territorial de la vida diaria
Escenario físico
Materia cultural, configurada y significada
Sedimento material (Paisaje cultural)
Representaciones sociales
Repertorio simbólico
Sedimentos de sapiencia cognoscitiva (“Milieu”)
Fuera de campo, contra campo
“Milie”
Multiterritorialidad
Territorialización
Glocalización
Desterritorialización
Comunidades simbólicas Campos y mundos sociales
Territorialidad
Reterritorialización Interacciones sociales interpretadas a través de: campos de juego; estrategias de juegos; reglas de juego; capitales sociales; bienes involucrados en los campos, asociados a determinados entornos
Cronotopos característicos en las distintas fases de territorialización del lugar a partir de articulaciones características entre interacción social, escenario, simbolismos en el tiempo
Energías de contradicción e innovación generadas por los actores sociales dentro del proceso de producción y reproducción del lugar
Las principales dimensiones de la cultura en relación al territorio y la identidad
CONTENIDOS CLAVES SOBRE LOS CUALES ORGANIZAR LA ESTRATEGIA DE CONOCIMIENTO DE CARÁCTER CULTURALISTA-AMBIENTAL BASADA EN EL LUGAR, LA IDENTIDAD, EL TERRITORIO, LA CULTURA, EL AMBIENTE: Como síntesis de los contenidos de la parte precedente, se podría considerar que los aspectos fundamentales que comparten el culturalismo y el ambientalismo son el rescate y actualización de la dimensión territorial a través de sus lugares particulares, articulados a la historia de la vida cotidiana de sus habitantes que son los que construyen los múltiples relatos que organizan una trama de sentido socioterritorial que porta las claves de la identidad cultural local y del patrimonio de un lugar. Reingresa así en la escena de las ciencias sociales y territoriales la dimensión cultural a través de una síntesis compleja de la articulación sociedad espacio que supone el lugar, además de una puesta en foco y valorización de las culturas particulares desde un relativismo intercultural, a partir de una estrategia cognoscitiva basada en la construcción social del conocimiento, la dialógica entre saberes diversos que aspira, sobre todo, a una interpretación hermenéutica de los complejos procesos de producción y reproducción que generan el territorio y sus lugares. Los ejemplos más cabales de estas voluntades son los esfuerzos interpretativos del lugar a partir de la topogénesis de Muntañola y la interpretación de las invariantes estructurales o reglas identitarias de los lugares de Magnaghi. En el primer caso hay un claro esfuerzo epistemológico por interpretar y fundamentar el origen sociofísico del lugar vinculado al habitar y la cultura, en el segundo, el esfuerzo está más orientado hacia la identificación de los rasgos genéticos que producen y reproducen un lugar. Muntañola nos brinda desde su topogénesis un aporte propio de las teorías substantivas que profundizan en el conocimiento de una problemática en particular; Magnaghi, nos brinda desde sus atlantes territoriales un aporte propio de las teorías
procedimentales que nos orientan sobre cómo proceder para abordar una problemática de estudio. No obstante estos importantes aportes se considera que desde la intención de profundizar en la necesidad de convertir al lugar en una estrategia de conocimiento proyectual capas de reformular el estatus epistemológico del urbanismo, se requiere aún indagar en una problemática que no aparece demasiado elaborada o explicitada. Se hace aquí particular referencia a cómo indagar, o a partir de qué tipo de lógica relacional o conocimiento distribuído dentro de las distintas dimensiones del lugar, interpretar el modo en que se articulan los factores fundamentales del mismo. Con este propósito se plantean entonces las siguientes hipótesis: 1) La configuración de los esquemas cognitivos y cognoscitivos iniciales que se forman en los primeros años de vida de una persona, constituirían esquemas disposicionales que posibilitan “iniciar” a la misma en el establecimiento de acuerdos y confrontaciones con los esquemas disposicionales de otras personas, dentro de determinados ambientes: sociales (campos o mundos sociales), simbólicos (comunidades simbólicas) y físicos (entornos y lugares), dentro de los cuales se establecen las interacciones sociales necesarias (estrategias, redes sociales) para que se dé el encuentro y confrontación de estos esquemas. (reconocimiento). 2) El primer nivel de encuentro entre esquemas se produce entre un individuo y su grupo social primario más básico, dentro del cual estarían las personas encargadas de la socialización y culturalización desde el momento mismo del nacimiento. Generalmente, no siempre, se considera que este grupo primario sería una familia o personas con roles similares a ella. 3) A través de la experiencia de vida dentro del grupo social primario, el niño recibe información suficiente para que su esquema disposicional se organice según códigos cognoscitivos, de creencias, normas, valores, signos, formas no normativas de la conducta y físicos propios del entorno a través del lenguaje, las conductas, los signos, connotaciones simbólicas, configuraciones espaciales, representaciones y conceptualizaciones, transmitidos por el propio grupo social primario dentro de determinados ambientes sociales con características culturales particulares que pudieran actuar como ambiente de referencia del mismo. En la medida que el ambiente de referencia del grupo social primario cambie durante esta etapa inicial de conformación del esquema disposicional del niño, (por ejemplo por la necesidad de tener que mudarse de una cultura a otra) también irán cambiando algunos de los contenidos incorporados dentro de los esquemas disposicionales de los miembros del grupo primario encargados de la socializaciónculturización del niño. 4) A lo largo de la experiencia de vida del niño, o sea, en sus distintas etapas de desarrollo y maduración, aparecerán otros tipos de grupos sociales y ambientes a ellos asociados (los propios del ambiente escolar, del grupo de amigos, etc.) dentro de los cuales se irán incrementando las probabilidades de articulaciones, de encuentro y confrontación, con ambientes sociales muy diversos en los que existirán personas con esquemas disposicionales contrastantes con los propios. Producto de este tipo de interacción, se producirán acuerdos y desacuerdos entre esquemas propios y los de los nuevos grupos sociales, que provocarán la reorganización de los contenidos de los esquemas propios, conduciéndolos hacia nuevos estadios de desarrollo y maduración. Ello irá nutriendo la conformación de una identidad social múltiple y los códigos apropiados para adscribirse o sentirse parte de un determinado grupo social, vinculado a un determinado campo y mundo social, comunidad simbólica, entorno, valores, ideologías, representaciones sociales, memoria histórica, experiencias emocionales, que emergerán como congruencias y correspondencias de carácter socio-físico-simbólico entre esquemas disposicionales propios y el del grupo social y ambientes sociales y entornos de referencia,
capaces de determinar los rasgos característicos particulares de una cultura y su territorio de referencia. Los fundamentos de estas hipótesis descansan en los estudios de la psicología cultural de L.S. Vigovsky y la mente social de J. V. Wertsch (J.V. Werstshc, 2001; J. V. Wertsch, P. del Río, A. Alvarez, 1997); (J. Valsiner, 2001); (E. Guitar, 2010) 5) Asumiendo todas las críticas y advertencias que en antropología se han hecho sobre la perspectiva simplista de considerar que existiría una relación de correspondencia clara y homogénea entre grupos con características culturales particulares circunscriptos a un territorio determinado; además de la reflexión sobre las culturas viajera y la transculturalidad (J. Clifford, 1995,1999) la multiterritorialidad (R. Haesbaert, 2011) y de la diversidad de características que tienen las culturas; la cuestión que este trabajo plantea es tratar de encontrar una estrategia que permita interpretar cómo, a pesar de esas advertencias, puede ser que sigan emergiendo manifestaciones sociales, físicas y simbólicas, que adquieren rasgos culturales particulares, dentro de determinados territorios, que permiten diferenciar un entorno cultural de otro, poniendo en evidencia que la globalización y la sociedad de la información, no han transformado estos rasgos identitarios en un fenómeno borroso incomprensible, como hecho social, físico y simbólico. ¿Qué es lo que hace que, a pesar de los fenómenos de transculturalidad, migraciones, globalización, multiterritorialidad, etc., en distintas sociedades, sigan existiendo patrones característicos de, por ejemplo, asimilar y otorgarles un giro localista a: determinadas expresiones idiomáticas o palabras que pudieran provenir de otros contextos culturales; o adaptar determinados tipos de modas en el vestir, en el mobiliario, en la arquitectura, en la música, en los gestos, etc. etc…. a contenidos idiosincráticos locales?. Quizás esta sea la punta de lanza para indagar sobre los componentes más auténticos sobre los cuales se reactualiza el código genético de una cultura y su territorio, o sea, partir por estos datos sutiles que tienen que ver con las adaptaciones localistas de fenómenos sociales que impactan desde lo extra local sobre lo local a partir de ser procesados por reglas de producción y reproducción de lugares concretos y particulares. ¿Puede considerarse que los fenómenos glocales (A. Dirlik, 2003) son una síntesis identitaria de ciertos territorios, lugares y culturas en ellos desplegadas?. La situación planteada nos lleva a una necesaria indagación en las articulaciones estratégicas entre esquemas disposicionales y sistemas sociales como factores capaces de generar los contenidos culturales identitatios. Con este propósito se reconoce el siguiente repertorio de factores culturales de una hipótesis interpretativa posible: • • • • • •
Los sistemas disposicionales, (relacionados con el hábitus: lo social hecho cuerpo). (P. Bourdieu, 1988),(Ph. Corcuff, 2005). Las comunidades simbólicas (A. Hunter, 1987), (relacionadas con las representaciones sociales de Serge Moscovici (M. Mora, 2002) y la imaginabilidad social (C. Castoriadis, 1997) Las identidad múltiple, (A. Mercado Maldonado;A. V. Hernández Oliva, 2010) (relacionada con el sentido de pertenencia a distintos grupos sociales) El sistema de lugares identitarios (relacionadas con el entorno como categoría componente de la identidad social) (S. Valera; E. Pol, 1994) Las estructuras configurativas del escenario, (relacionadas con patrones del medio natural y tipos arquitectónicos característicos)(Ch. Alexander, 1980)(A. Magnaghi, 2001) Los campos, contracampos y mundos sociales, (relacionados con los ámbitos de encuentro e interacción social en los cuales se juegan determinados tipos de intereses con distinto nivel de involucramiento y significación)(B. Lahire, 2005)
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Los grupos sociales, (relacionados al sentido de pertenencia a un determinado colectivo social a partir de categorías contrastantes entre endogrupo y exogrupo) (A. Grimson, 2010)(G. Giménez, 2007) Las historias ambientales compartidas, (a partir de vivir historias comunitarias comunes) Las prácticas sociales institucionalizadas, (a partir de objetivaciones, tipificaciones de la vida cotidiana) (P. Berger y Th. Luckman, 1968)
Se puede considerar que el repertorio de factores culturales anteriores adquieren carácter de rasgos culturales que se organizan en sistemas de rasgos culturales a partir de configuraciones características o patrones que generan complejos culturales, a través de los cuales interactúan distintas culturas. Los rasgos culturales sueltos, no dicen nada, sino que es necesario interpretarlos en sus articulaciones sistémicas de orden físico, funcional y simbólico. Por otra parte los factores culturales actúan dentro de contextos conformados por sistemas sociales estructurados (En los términos que Anthony Giddens conceptualiza sistema social y estructura social), (A. Giddens, 2003) de orden económico, político, simbólico, jurídico. De este modo la hipótesis termina de armarse considerando que dentro de una cultura particular, el modo en que los rasgos culturales conformarían patrones característicos sería a partir de correspondencias y congruencias que se establecerían según articulaciones entre componentes de cada uno de los elementos culturales del repertorio antes indicado, según se vean estimuladas por la situación, motivación y objetivos que caractericen el accionar de un determinado agente actuando sobre un particular escenario material configurado y significado que actuaría de entorno.
CUADRO DE ARTICULACIÓN DE LOS FACTORES QUE CONTRIBUYEN A GENERAR LAS CARACTERÍSTICAS CULTURALES PARTICULARES DE UN LUGAR
De lo anterior se infiere que, por ejemplo, dentro de un lugar particular de una cultura, el modo en que un individuo interactúe con otro individuo en un espacio determinado, dadas ciertas circunstancias, motivaciones y situación, se desarrollará dentro de un sistema de esquemas de referencia de actuación, sentido, posibilidades y valoración, que harán posible la comunicación situada y cronotópica entre los dos individuos. (Se hace aquí referencia al conocimiento situado de Donna Haraway (D. Haraway, 1995) y al cronotopo de Mijail Bajtin, (M. Holquist, 1981). Al establecerse la comunicación lo que se pone en juego es el sistema de correspondencias de todos los esquema antes explicado, no se trata solo de una comunicación circunscripta a los esquemas disposicionales, sino holística, entre todas las estructuras y esquemas que se ven estimulados a actuar en el acto comunicativo de índole, verbal, visual, simbólico, físico, emocional, de valor. Cada interacción social es un acontecimiento combinatorio de estructuraciones sociofísicas-simbólicas y esquemas situados y cronotópicos. Desde esta hipótesis el escenario configurado y significado, o sea, el entorno, actuaría como una vía de ingreso al mundo mental y social, a través de los elementos que de él se vean activados como soporte de actividades y significación para la interacción social. Es en el sentido de identificar correspondencias estratégicas entre los factores culturales antes descriptos, que los estudios culturales y el territorialismo pueden establecer sus articulaciones más fecundas en lo cognoscitivo; los primeros ingresando desde patrones culturales o complejos culturales, los segundos desde las invariantes estructurales o reglas no escritas de producción, reproducción de un lugar que son las que brindan identidad al mismo. ¿A través de qué tipo de fenómenos observables es posible indagar en estas correspondencias entre estructuraciones y esquemas?
En todo lugar, en tanto que realidad perteneciente a una cultura, existen hechos recurrentes de naturaleza física, social y simbólica que, con el tiempo, adquieren cierta institucionalidad social, o sea, son reconocidos como aspectos característicos del estilo de vida, de las costumbres, modo de actuar, pensar y valorar de la población de un lugar determinado, dentro de entornos que también van adquiriendo rasgos particulares en lo físico y simbólico. Estos hechos recurrentes son auténticos anudamientos entre los factores culturales ya comentados. Por ejemplo, se podrían considerar como hechos recurrente las siguientes manifestaciones que suelen ser características comunes de las ciudades latinoamericanas: En el orden social: • La articulación recurrente entre la situación de ciertos barrios de la ciudad latinoamericana caracterizados por altos índices de pobreza de su población, informalidad, marginación, fragmentación social, ilegalidad, frecuentemente articulados a la incapacidad de los gobiernos locales para actuar política, económica y legalmente sobre los mismos. • Discontinuidad de las políticas públicas de mejoramiento de barrios marginales articuladas al descredito de la población sobre la gestión política del gobierno de turno y la falta de compromiso de la población destinataria con programas y proyectos de mejoramiento barrial. En el orden físico: • Fragmentación en los procesos de configuración y gestión urbana, a partir de proyectos inconclusos y cambiantes durante su desarrollo debido a gestiones urbanas interrumpidas y con constantes cambios de rumbo en las políticas urbanas. • Surgimiento y construcción de nuevos barrios o partes de la ciudad emparentados a un proceso autorregulado, espontáneo, más que a uno planificado. Muchos de estos procesos se dan a partir de invasiones de tierras y construcciones espontáneas, que son ocupadas en forma ilegal y a veces violenta por sectores de población socioeconómicamente marginada del sistema. En el orden político y de gestión: • Surgimiento de procesos de autogestión espontáneos vinculados a los sectores más pobres ante la falta de respuesta de los gobiernos locales a demandas de la población en materia de servicios, infraestructura e inseguridad. • Falta de credibilidad e interés de los habitantes de la ciudad en los planes, proyectos y programas urbanos debido a un proceso crónico de promesas de campañas electorales incumplidas y del clientelismo político partidario, sumado a la corrupción, que beneficia a algunos barrios y desatiende a otros. • Algunas ONG o instituciones comunitarias desempeñan una función complementaria importante al rol del estado en materia de colaboración en la prestación de servicios sociales básicos de salud, educación, recreación, vivienda, infraestructura, dirigidas a grupos sociales carenciados en barrios marginados frente a los cuales, particularmente los gobiernos locales, no cuentan con los recursos necesarios o no desarrollan políticas apropiadas para satisfacer las demandas sociales. Los ejemplos anteriores constituyen manifestaciones concretas y características de lugares propios de la ciudad latinoamericana, que contribuyen a forman parte de sus rasgos identitarios. A través de estos ejemplos se pueden detectar complejas articulaciones entre los distintos factores culturales y los sistemas sociales que plantea este trabajo, se trata de
auténticos patrones de producción y reproducción de un lugar a los que resulta insuficiente abordarlos desde un solo factor cultural o desde varios de ellos aislados entre sí. Los patrones de este tipo son complejos, multidimensionales, pero no por ello inabordables. Si se toman como casos de estudio particulares alguno de los ejemplos antes expuestos, se notará que al profundizar en la identificación de los elementos intervinientes desde cada factor cultural y el modo específico en que ellos se relacionan e interactúan, emergerá una configuración característica de relaciones de orden social, físico y simbólico, que posibilitará formular hipótesis interpretativas más controladas para iniciar un proceso de indagación iterativo, hermenéutico. Es a partir de este tipo de estrategias de conocimiento que el presenta trabajo considera se debería construir un diálogo fecundo entre culturalismo y territorialismo para extraer de los patrones culturales identitarios los componentes estratégicos para el desarrollo de procesos de proyectación orientados la transformación o preservación de un lugar. UN MODELO DE CONOCIMIENTO CULTURAL-AMBIENTAL POSIBLE: Para comenzar se hace necesario explicitar el alcance cognoscitivo que se le otorga al concepto de modelo teorético. En este trabajo se lo asocia a un instrumento especulativo que posibilita relacionar aspectos diversos de una problemática en estudio a partir de los aportes teóricos provenientes de una perspectiva dialógica entre distintos campos del conocimiento. De este modo, el modelo se convierte en parte del proceso heurístico de indagación de la problemática permitiendo elaborar hipótesis fértiles. Tomando entonces al modelo como una construcción teorética heurística su principal utilidad estará puesta en considerar la organización de los factores culturales de un lugar a partir de correspondencias esenciales entre ellos que generen momentos de estructuración, en consecuencia, el surgimiento de patrones, dentro del proceso dinámico de producción y reproducción de un lugar. El estudio de los momentos de estructuración podría realizarse a partir de tres instancias de organización complementarias que forman un todo complejo: el ámbito metafórico, el ámbito topológico y el ámbito configurativo. Estos serían instancias de focalización de la estrategia cognoscitiva para un posible proceso de interpretación de ese todo complejo. La instancia metafórica. Lo característico de este ámbito es la utilización de la metáfora como recurso dialógico por excelencia con propósito interpretativo conceptual a partir de las siguientes cualidades que aquí se consideran estratégicas: A) En el mundo de la vida cotidiana la metáfora forma parte esencial de la construcción de nuestros esquemas de pensamiento orientando desde lo simbólico las acciones cotidianas de interacción social en entornos determinados. (G. lakoff, M. Johnson, 2012) B) En el mundo de la ciencia la utilización de un concepto en un sentido metafórico, abre una interesante y potente posibilidad de diálogo entre disciplinas (I. Stengers, 1998) ( M. Black, 1966)( L. Preta, 1992)(S. Tagliagambe, 1996)(Ch. Perelman, 2012) En ambos mundos, la metáfora actúa como interfase dialógica por excelencia entre elementos materiales, hechos sociales, conceptos y símbolos, o sea, tiene la cualidad de poner en relación dialógica dos elementos para hacer surgir una nueva situación interpretativa o de conocimiento.
Por otro lado, las metáforas y los elementos que entran en relación a través de ella, se dan dentro de campos de referencia semántica que quedan definidos, ya sea por cuestiones culturales, como ser, un contexto cultural particular dentro del cual la metáfora adquiere su pleno sentido y valor, o convencionalismos científicos dados por un repertorio controlable de evocaciones posibles dentro de determinados campos disciplinares. Esta característica de campo semántico dentro del cual funciona coherentemente la metáfora, la pone en una relación directa con el conocimiento situado o sea, la particular posición socio-históricacognoscitiva y de poder, desde la cual ella es considerada para el diálogo entre actores sociales, ya sea en la vida cotidiana o en el mundo científico. A partir de estas cualidades de la metáfora, en esta instancia, se plantea abordar las relaciones estratégicas entre los elementos de orden social, físico y simbólico, que pudieran estar conformado un determinado fenómeno recurrente o patrón característico de un lugar a través de las metáforas del mundo de la vida que tuvieran carácter conceptual y del uso de conceptos en sentido metafórico. En el primer caso, se trataría de explorar si existen metáforas del mundo de la vida cotidiana que representaran asociaciones claves entre lo social, físico y simbólico, para la interpretación de las relaciones en estudio, como una vía de ingreso heurística, exploratoria, dentro del conocimiento popular. En el segundo caso, se trataría de elaborar hipótesis interpretativas de carácter conceptual, que pudieran ser pertinentes desde cada ambiente en particular: el social, el físico y el simbólico, para interpretar esas articulaciones. Se supone que los conceptos utilizados en las hipótesis dentro de cada ambiente particular, pertenecen a campos disciplinares y a sistemas teóricos a ellos asociados, que serían adecuados a la naturaleza de los contenidos propios de cada uno de esos ambientes, por ejemplo: dentro del ambiente social, se inscribiría la sociología, la antropología, la economía, las ciencias políticas, entre otras; dentro del ambiente simbólico, se inscribiría la psicología ambiental, la semiótica cultural, entre otras; dentro del ambiente físico se inscribiría la arquitectura, la geografía, la ecología del paisaje, entre otras. Los elementos conceptuales utilizados por cada disciplina particular dentro de cada ambiente de pertenencia, serían aquellos que resultaran estimulados por un concepto asumido en términos metafóricos que actuaría como interfase dialógica entre todos los campos disciplinares. El concepto en sentido metafórico no se circunscribiría a una connotación conceptual restringida al campo disciplinar particular del cual fuera tomado, sino, que, lo que se pretende es extenderle la connotación conceptual original a nuevas connotaciones construidas desde otros campos disciplinares. De este modo, el primer tipo de metáforas, o sea, las del mundo de la vida, pueden llegar a ser buenas hipótesis exploratorias para la elaboración del segundo tipo de metáforas dentro del mundo de la ciencia. Ejemplo: Fenómeno recurrente: Las promesas de programas de mejoras barriales de los gobiernos de turno son estrategias electoralistas recurrentes para captar votos en los barrios marginados y generar el clientelismo político. Metáfora de la vida cotidiana: El gobierno de turno tiene comprado a los barrios pobres con promesas que nunca cumple ¿Qué connotaciones adquiere metáfora comprar a un barrio con promesas en el imaginario popular?, ¿Qué factores culturales articula y cómo?. Concepto en sentido metafórico: comprar votos orienta hacia el concepto de clientelismo político (concepto tomado de las ciencias políticas) al que se propone extenderle su connotación conceptual a otros campos disciplinares como ser el de la sociología, el de la antropología, el de la psicología social, el de la semiótica cultural, a partir del estímulo que ese
concepto pueda ejercer sobre algún sistema conceptual propio de esas disciplinas y, a partir de esas evocaciones, establecer articulaciones conceptuales de carácter interdisciplinar. La instancia topológica. Este es el ámbito propio de la territorialidad asumida como un hecho multidimensional y relacional. Se trata de la interpretación de las interacciones sociales mediadas por territorios que pueden tomar como referencia tanto el escenario material como otros escenarios de tipo virtual pero, que, de todos modos, terminan definiendo, regulando, codificando, el poder en las relaciones entre las personas dentro de los mismos. En esta instancia el territorio se convierte en un sistema de ambientes relacionales que se combinan de múltiples maneras definiendo sistemas de asentamientos de actividades o ámbitos virtuales del despliegue de las mismas que, a pesar de ser virtuales, siempre necesitarán de algún territorio material con el cual tomar contacto para poder ser generado. Los territorios, ya sean con base material o en ambientes virtuales, mantienen estrecha relación con el concepto de entorno, o sea, espacios dentro de los cuales interactuamos socialmente y que por ello se cargan con significado. En este caso, se asume que el carácter de entorno también puede ser extendido a aquellos ambientes virtuales de interacción social. En esta instancia, el concepto dialógico por excelencia entre lo social, físico y simbólico, es el territorio en tanto interfase o punto de encuentro de múltiples territorialidades: las enmarcadas en el escenario físico, las establecidas en el ámbito virtual de Internet, las propias de los mapas cognitivos, todas ellas complementadas con contenidos simbólicos. Ejemplo: Territorio con base en el escenario material: el límite de un predio, el límite de un área natural o construida a partir de elementos físicos contundentes, como ser, un accidente natural o un elemento arquitectónico que delimiten claramente propiedad, derechos de alguien sobre ese territorio por los motivos más diversos. (Sociales, económicos, políticos, religiosos, naturales, históricos, etc.). Territorio virtual: un foro social o temático conformado en Internet al que se requiera membresía para acceder a él. Un sistema de sedes regionales de una empresa vinculadas virtualmente en una red propia a través de Internet que conforme el territorio económico, financiero, administrativo, comercial, etc., de esa empresa. Territorio simbólico con base en el escenario material: un esquema o mapa mental que alguien se forme sobre cómo percibe y simboliza un determinado entorno y, a partir de ello, defina límites y propiedades. Territorio simbólico con base en lo virtual: un esquema o mapa mental que alguien se forme sobre un área de interacción social conformada a partir de una relación establecida dentro del ciberespacio o de representaciones sociales y simbolismos asociados a determinados espacios materiales, a partir de los cuales reconozca límites y propiedades de pertenencia. La instancia configurativa Refiere a las características formales que adquieren: el escenario físico material (naturaleza y arquitectura) y los flujos de personas y bienes en el escenario. En este ámbito el elemento fundamental de referencia es el patrón, entendido como regularidad o estado de estructuración con cierta estabilidad y permanencia dentro de temporalidades con distinta duración, del proceso morfogenético de configuración del escenario (tipologías y arquetipos) y de los ritmos de flujos de movimiento de personas y bienes (zonas y redes generadas por las energías del comportamiento). En esta instancia, el patrón es de naturaleza fenomenológica, o sea, refiere a aspectos perceptibles o que se puedan inferir a partir de elementos materiales
concretos en movimiento. Por otra parte cobra particular importancia la dimensión geométrica relativa a las cualidades formales. En el caso de la arquitectura, estas estarán relacionadas a los tipos y arquetipos; en el caso del medio natural, las cualidades geométricas estarán más relacionadas a los rasgos que se deriven de las categorías analíticas de la ecología del paisaje a través de conceptos como: parches, corredores, bordes, matriz; en el caso de las personas y bienes en movimiento, las características geométricas serán el resultado de una interpretación o representación abstracta de la geometría que genera y organiza los flujos a partir de zonas o puntos de encuentro y permanencia, corredores o líneas de vinculación y traslado de un punto o zona a otra, zonas difusas donde se mezclan permanencias y vinculaciones, etc. Ejemplo: Patrones propios del escenario material: repertorio tipológico característico de un lugar; repertorio de elementos naturales característicos de un lugar representados a través de parches (zonas homogéneas con o sin transformación por parte del hombre), corredores (sistemas de carácter lineal, ya sean naturales, como cursos de ríos, arroyos, o construidos, como carreteras o canales, etc.), matriz (combinación de parches y corredores formando una trama característica), bordes (zonas de interfase entre parches).
Este modelo a tres instancias de interpretación del lugar, serviría para abordar los procesos fundamentales sobre los que se produce y reproduce: la sociogénesis (con protagonismo en la 1ra. instancia), la semiogénesis (con protagonismo en la 2da. instancia) y la morfogénesis (con protagonismo en el 3era. Instancia). Esto no implica que en la instancia particular en la que cobre protagonismo un determinado proceso, el resto de procesos no estuviera presente o no actuara. El modelo propone focalizaciones dentro de cada instancia y no exclusiones de procesos entre ellas. Es aquí en donde adquiere total pertinencia la visión hologramática (K. Wilber, 1992) desde la cual se concibe este modelo, ya que en cada nivel o parte, está presente el todo, o sea el resto de procesos, solo que no adquieren un rol protagónico frente al factor propio de cada instancia. Por otra parte, el todo, no es una simple suma de partes autónomas, ya que se ingrese por la instancia que se ingrese, siempre estaremos solicitados por relaciones con las otros instancias. Esta cualidad hologramática del modelo esta generada a partir de ser concebido como un producto de la cultura, con lo cual los aspectos materiales e inmateriales de la misma son manifestaciones de un único proceso complejo que los produce y no de procesos independientes e inconexos. Esto se puede ver mejor en los casos más extremos de las instancias 1 y 3. En la instancia 1 la focalización sobre las interacciones sociales podría generar la falsa percepción de que la referencia a lo territorial sería una cuestión prescindible. Lo mismo ocurriría con la focalización propia de la instancia 3 sobre el escenario generando la falsa percepción de que lo social sería un factor no necesario de incluir. Si así fuera, estaríamos considerando a la sociedad sin un componente fundamental de su existencia y organización, o sea, la dimensión espacial, territorial, que la vincula a lo material concreto y la aleja de ser pensada como una abstracción sin espacio siendo que este es un factor fundamental en su constitución como tal. Por su parte, pensar al escenario en términos puramente formales, geométricos y abstractos, sin referencia a lo social, lo vaciaría de contenido, lo convertiría en un objeto mudo sobre el que se podrían hacer todo tipo de especulaciones interpretativas propias de las ciencias exactas o naturales. Hay una diferencia de orden epistemológico muy importante entre concebir al escenario como materia cultural configurada y significada y concebirlo como simple materia configurada abstracta. También hay una diferencia epistemológica muy importante en concebir a las interacciones sociales como un sistema comunicacional abstracto y concebirla como un juego de actores sociales caracterizados históricamente por sus capitales sociales que actúan dentro de campos o
mundos sociales propios de contextos culturales particulares a partir de un conocimiento situado para desplegar sus estrategias de juego de intereses. El propósito fundamental al que está orientado este modelo cognoscitivo es interpretar el código genético del lugar. En tanto código, se aspira a identificar el conjunto de reglas o preceptos que caracterizan la producción y reproducción de los fenómenos recurrentes que contribuyen a la identidad de lugar. El carácter de las reglas o preceptos no serían el resultado de lo impartido desde una autoridad que somete al resto de subordinados a cumplirlas, sino que serían el resultado de institucionalizaciones de prácticas sociales, habituaciones incorporadas, que terminan actuando como reglas de interacción social cargadas de sentido y valor dentro de determinados mundos sociales. Por su parte, el carácter de genético, no refiere a la característica de rasgos organizativos casi inmutables de un organismo (ya que ni el código genético humano es inmutable sino que se modifica en su interacción con el ambiente) aquí se hace referencia a la indagación en los procesos históricos de desarrollo dentro de los cuales se da la institucionalización de determinadas prácticas sociales. Se remarca así el carácter dinámico, cambiante, en constante desarrollo y autoorganización de los procesos sociogenético, morfogenético y semiogenético que es trialéctico en cuanto a establecer correspondencias complementarias y de contradicción entre ellos. EL MODELO DE INTERPRETACION DEL LUGAR A PARTIR DE TRES INSTANCIAS: METAFORICA, TOPOLOGICA Y CONFIGURATIVA
EL LUGAR COMO AMBIENTE EPISTÉMICO El modelo cognoscitivo antes planteado en sus tres instancias organizativas, estaría llamado a constituirse en la herramienta de estudio exploratoria a partir de la cual podría ser
interpretado cualquier lugar. Con esta premisa se propone avanzar un poco más en la intención de convertir a este modelo en una estrategia de conocimiento más general y flexible para el ejercicio dialógico entre disciplinas. Para ello se plantea la siguiente metáfora: El lugar es a sus habitantes lo que el ambiente epistémico es a una comunidad científica. A través de esta metáfora se quiere resaltar la cualidad que pueda alcanzar un lugar visto como ambiente epistémico para, a través de él, hacer emerger connotaciones capaces de posibilitar una caracterización de la función de ámbito dialógico y complejo por excelencia que caracterizaría al lugar utilizado como metáfora cognoscitiva. Para que la metáfora propuesta pueda activar las evocaciones deseadas es necesario primero explicitar la connotación que acompaña al ambiente epistémico en relación a la comunidad científica. En este sentido se asume al ambiente epistémico como un sistema de creencias, valores, técnicas, convenciones, acordadas entre los miembros de una comunidad científica, sobre cómo son y cómo funcionan determinados fenómenos de la realidad, que actúan como sistema interpretativo y de inferencia sobre la misma y que sirve para vincularse exitosamente con ella. Este sistema de creencias y convenciones, no está fijado de una vez y para siempre, sino, que, se va modificando a medida que se plantean nuevas problematizaciones o retos a la interpretación e inferencias de fenómenos de la realidad a los que no se los puede tratar con el bagaje de conocimiento disponible. Dentro de este ambiente epistémico, pueden coexistir distintos sistemas interpretativos predictivos de la realidad, incluso, contrapuestos, que conforman un ambiente complejo en perspectivas de abordaje de la misma. Con lo cual, no se trata de un ambiente monológico, en el que imperara un solo paradigma hegemónico dominante, por el contrario, lo usual será que convivan paradigmas en pugna que conformarán un espectro de perspectivas disponibles para abordar la realidad que, la mayoría de las veces, entran en diálogo, interactúan, defendiendo sus puntos de vista en relación a otros puntos de vista distintos al propio. Estos paradigmas y sus relaciones serán los que terminarán definiendo el universo complejo de sistemas interpretativos característicos de un determinado ambiente epistémico. A partir de estas connotaciones acompañantes del ambiente epistémico, se plantea ahora ver al lugar y sus habitantes como un ambiente epistémico. En este sentido se podrían elaborar las siguientes connotaciones: el sistema de creencias y convenciones acordadas de un lugar serían los distintos tipos de regularidades y organizaciones que se dan dentro de cada uno de sus ambientes, el social, el físico y el simbólico relacionadas coherentemente como sistemas según la perspectiva situacional-cognoscitiva de determinados grupos sociales. Estas regularidades en el caso del ambiente social, se darían a partir de los sistemas sociales, los sistemas disposicionales, la institucionalización de prácticas sociales… ; en el caso del ambiente físico, se darían a partir de los patrones, tipos y arquetipos del escenario físico natural y construido… ; en el caso del ambiente simbólico, se darían a partir de las identidades sociales, los esquemas y mapas mentales, las comunidades simbólicas, la semiósfera… . Las regularidades entran en correspondencias articulatorias que terminan conformando modos característicos de vida de determinados grupos sociales, mundos sociales, en cuanto a sus prácticas sociales, idiosincrasia, ideología, simbolismos, valores, espacialidad, sintetizadas en una determinada cosmovisión, que sería el equivalente a las perspectivas paradigmáticas reinantes en el ambiente epistémico. Habrá tantos mundos sociales cargados de sentido y valor para desempeñarse exitosamente en un determinado lugar, como grupos sociales haya en el mismo, con lo cual también aquí aparece la otra cualidad del ambiente epistémico, la de coexistencia de distintos paradigmas interactuando entre ellos, en este caso, cosmovisiones contrastantes que, desde una perspectiva social pueden conducir o bien al conflicto o al orden en la convivencia entre grupos sociales.
Otra connotación interesante que arroja la metáfora del lugar como ambiente epistémico sería aquella que refiere a lo que implicaría la interdisciplinariedad en uno y otro caso. En el caso del ambiente epistémico la interdisciplinariedad es asumida en los términos que la plantea Silvano Tagliagambe, o sea, como dialogía entre sistemas de conocimiento diversos que preservan su identidad pero, interactuando, son capaces de generar sistemas de organizaciones abiertos, distribuidos, en distintas dimensiones. Se remarca así la característica de conocimiento distribuido en un sistema complejo de saberes o campos disciplinares interconectados dialógicamente. Subyace aquí la premisa de contar con una base común compartida para que pueda darse la dialogía (problemática común), además de la modularidad de las tareas a encarar para que se pueda dar el intercambio de información entre sistemas diversos a través de la cooperación o de la negociación mediante procesos creativos y no lógicos deductivos; la referencia del problema de estudio a un contexto natural y social particular en el cual es fundamental la identidad, el lugar, la tradición, el patrimonio físico, el simbolismo, la memoria y las visiones proyectuales; (estos aspectos vinculan al conocimiento distribuido con el conocimiento situado en un lugar particular); el conocimiento como una enacción o sea como una aproximación a la cognición en términos de acción efectiva. Se hace aquí referencia a la ligazón profunda entre organismo y ambiente en la cual la percepción del sujeto, a la vez que es formada por el mundo contribuye a una efectiva activación del mundo circundante, se trata de un conocimiento encarnado (en términos de Bourdieu, el hábitus hecho cuerpo a través de los esquemas disposicionales); por último, asumir a los valores, creencias y expectativas de la comunidad desde una visión crítica evitando así caer en una perspectiva representacional pasiva, se trata en cambio de activar un proyecto ontológico que llegue a considerar críticamente las bases mismas de la tradición abriendo mundo posibles. (S.Tagliagambe, 1996). Pasando ahora a la connotación que la interdisciplinariedad tendría en el lugar como ambiente epistémico, la misma estaría vinculada a las múltiples estructuraciones y significaciones generadas por las articulaciones dialógicas entre los contenidos propios de cada uno de los ambientes del lugar: el ambiente social, el ambiente simbólico y el ambiente físico. Este entramado de relaciones, podría ser parangonado a un texto caracterizado con las propiedades que le asigna Iuri Lotman (I. Lotman, 1996) cuando lo considera como el resultado de la semiótica de la cultura en la que se examina la interacción de sistemas semióticos diversamente estructurados, la no uniformidad interna del espacio semiótico, la necesidad del poliglotismo cultural y semiótico. En este sentido el texto es un dispositivo pensante, cuyo rasgo distintivo básico en esta función es su carencia de homogeneidad interna. Con ello se plantea la necesidad de reconocer y preservar la naturaleza diversa de cada uno de los ambientes que componen el lugar. De este modo el texto representa un dispositivo formado como un sistema de espacios semióticos heterogéneos en cuyo continuum circula algún mensaje inicial (Este mensaje inicial bien podría ser una problemática común dentro del lugar). No se presenta ante nosotros como una manifestación de un solo lenguaje sino de múltiples lenguajes y ordenamientos estructurales de diverso género, lo cual le confiere al texto posibilidades de sentido mayores que aquellas de que dispone cualquier lenguaje tomado por separado. Se remarca aquí la importancia y necesaria visión desde muchas perspectivas posibles de un problema en estudio, que en este caso estaría generada por los distintos actores sociales involucrados desde sus mundos sociales de pertenencia. Por otro lado también se haría referencia a los contenidos particulares provenientes de cada uno de los ambientes del lugar. De allí que el texto no sea solo un recipiente vacío de algo que fue puesto en él desde fuera (como si se tratara de una interpretación distanciada hecha por la visión sintética de un investigador externo) sino que es un generador de sentido no solo a partir del despliegue de las estructuras sino también, en considerable medida, en su interacción . (Surge así una asociación con la construcción social del conocimiento). Esta característica del texto estaría asociada al contenido de la problemática en estudio, su interpretación a partir de la
lectura de los actores en ella involucrados, en un proceso de problematización de una situación y de lectura interpretativa sobre la misma, con lo cual los múltiples autores de este tipo de texto serán también la audiencia a la cual va dirigido el texto o problema para su reinterpretación. El texto es un espacio semiótico en el que interactúan, se interfieren y se autoorganizan jerárquicamente los lenguajes. Se podría decir que a través de esta frase se abre una connotación posible hacia la articulación del poder dentro de la problemática en estudio. La perspectiva cognoscitiva del lugar como ambiente epistémico contiene una problemática central que no puede pasar desapercibida y que refiere al tipo de funciones o reglas que serían las encargadas de establecer las correspondencias entre los factores culturales. Si se tiene en cuenta lo ya expresado en cuanto a que este tipo de correspondencias asumiría la connotación de un texto con múltiples estructuraciones producto de la naturaleza diversa de cada una de las instancias del modelo planteado (la social, la física y la simbólica), se considera que el tipo de regla capaz de cumplir la función generadora de correspondencias será de naturaleza semiótica. Ello se debe a que esta es una dimensión transversal a todas, actúa como interfase entre lo social y el escenario material y es de naturaleza cultural por excelencia, en tanto mediadora necesaria en la interpretación del lugar como producto de la cultura.
La identidad social, la identidad de lugar; la territorialidad; el patrimonio territorial de orden material y cognoscitivo; el reconocimiento como factor mediador en la interacción social; los campos y mundos sociales; el conocimiento situado; todos estos factores culturales están impregnados de simbolismos que actúan como código de comunicación y poder regulando las relaciones entre las personas y entre estas y su entorno. En tanto código cumplen una función de trasducción, o sea, transforman un tipo de contenido en otro, entre las estructuras de cada factor interviniente en la comunicación, o sea, permiten que los contenidos de un factor sean interpretados por el otro factor para poder así establecer el diálogo. Por otra parte la función de trasducción no es de carácter precisa sino aproximada, ya que se da a través de analogías y metáforas, dando paso así a la posibilidad de re-creación del mensaje recibido a partir de su procesamiento dentro del ambiente semiótico del receptor. Esto no quiere decir que la comunicación sea puro ruido o confusión, sino que las analogías y las metáforas funcionan dentro de campos semióticos de referencia cultural en los que existen repertorios discretos de
connotaciones que son los que permiten que ellas sirvan para establecer correspondencias coherentes. La metáfora y la analogía son consideradas en términos de modelos de interpretación de las articulaciones o correspondencias entre las formas organizativas de cada factor cultural en particular, por ejemplo: entre la forma organizativa que define una determinada identidad de lugar puesta en relación con la forma organizativa que define una determinada territorialidad a partir de la metáfora de la interfase actuando como código trasductor. La metáfora y la analogía actuarán a partir de modelos analógicos, físicos, icónicos, conceptuales o incluso matemáticos simbólicos, que son los que podrían utilizarse dentro de cada campo disciplinar en particular para, como en este ejemplo, representar la forma organizativa de la identidad de lugar y la de la territorialidad. Se remarca así el carácter de modelo semiótico comunicativo de la metáfora y la analogía, o sea, pone el acento en el elemento interpretativo indispensable a todo proceso comunicativo y, por consiguiente, en la relevancia del código y los problemas asimétricos entre emisorreceptor y sus implicaciones para el feedback comunicativo. El semiótico-textual supera esta dicotomía emisor-receptor para ir más allá de los mensajes al situarse en la perspectiva en la que lo transferido, más que un contenido, es una relación comunicativa construida en torno a conjuntos de prácticas textuales. Hay una diferencia cualitativa en la asimetría entre emisor y receptor, saber hacer y saber reconocer, que afecta a la significatividad de los textos. En la comunicación los receptores no reciben mensajes aislados e individuales reconocibles sino conjuntos de prácticas textuales. (U. Eco, 1986). Sin embargo, el reducir toda la cultura a comunicación no significa reducir la vida material a una serie de acontecimientos mentales puros, es decir, no quiere decir que la cultura sólo sea comunicación sino que ésta puede comprenderse mejor si se estudia e investiga desde el punto de vista de la comunicación. El resultado de la comunicación/correspondencia entre factores culturales irá definiendo unidades ambientales, o sea, lugares como síntesis holística de múltiples dimensiones. Estas unidades, en tanto ambientes epistémicos, serán las vías estratégicas para el diálogo de saberes; en tanto reglas expresas de identidad y patrimonio territorial, serán las vías estratégicas para el desarrollo del proyecto territorial. Se considera a esta la síntesis más rica, compleja y potencial que, como hipótesis, podría alentar un diálogo fecundo entre culturalismo y ambientalismo.
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