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URBANISMO AMBIENTAL La construcciรณn de una perspectiva cognoscitiva alternativa. Marcelo Zรกrate
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“LA CIUDAD ES LA FORMA Y EL SIMBOLO DE UNA RELACION SOCIAL INTEGRADA” (Lewis Mumford)
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Zárate, Marcelo Urbanismo ambiental. La construcción de una perspectiva cognoscitiva alternativa / Marcelo Zárate 1a ed. - Santa Fe: Universidad Nacional del Litoral, 2015. 336 pp.; 26 x 19 cm ISBN 978-987-692-073-5 1. Arquitectura . I. Título. CDD 710
Corrección: Laura Prati Diseño de interiores: Cristian E. Vazquez
© Marcelo Zárate, 2015.
© Universidad Nacional del Litoral, 2015. www.unl.edu.ar
Queda hecho el depósito que marca la Ley 11723. Reservados todos los derechos.
Impreso en Argentina – Printed in Argentina
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indice
AGRADECIMIENTOS
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PROLOGO
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INTRODUCCIÓN
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CAPÍTULO 1
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CULTURALISMO Y AMBIENTALISMO: UNA DIALOGÍA COGNOSCITIVA FECUNDA PARA UN URBANISMO ALTERNATIVO CAPÍTULO 2
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POR UN URBANISMO AMBIENTAL ALTERNATIVO CAPÍTULO 3
123
EL LUGAR URBANO COMO ESTRATEGIA DE CONOCIMIENTO PROYECTUAL EN URBANISMO CAPÍTULO 4
157
LA CIUDAD Y SUS LUGARES: UNA FRAGMENTACIÓN HOLOGRÁFICA DE AMBIENTES MÚLTIPLES CAPÍTULO 5
183
EL LUGAR URBANO DECONSTRUIDO EN CORRESPONDENCIAS Y CONGRUENCIAS ENTRE MENTE-TERRITORIO-SOCIEDAD CAPÍTULO 6
205
EL PROYECTO DEL ESPACIO PÚBLICO COMO LUGAR CAPÍTULO 7
243
EL URBANISMO POSIBLE PARA LA CIUDAD LATINOAMERICANA: UN CRONOTOPO EN CONSTRUCCIÓN CAPÍTULO 8
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Las problemáticas urbanas desde el lugar: a) el caso de La Baulera b) el caso del barrio Nuevo Horizonte
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AGRADECIMIENTOS A lo largo del proceso de investigación que ha transitado la elaboración de este trabajo, han sido innumerables los autores consultados a través de bibliografía especializada en campos tan diversos como: la arquitectura, el urbanismo, el planeamiento ambiental, la ecología del paisaje, el diseño ecológico, la antropología en relación a la cultura y lo urbano, la psicología ambiental, la sociología de la cultura y urbana, la economía urbana, la geografía humana, la ecología urbana, la semiótica cultural, los estudios culturales urbanos, la historiografía urbana, la historia urbana, la historia ambiental, la crítica literaria, las perspectivas epistemológicas de la complejidad, la fenomenología, le hermenéutica, la dialéctica, el construccionismo cognoscitivo, la dialogía. Nombrarlos a todo sería una tarea harto dificultosa y con alta probabilidad de incurrir en injustas omisiones debido a que, seguramente, siempre quedaría alguno sin citar, siendo que en mayor o menor medida, todos han contribuido con valiosos aportes teóricos. En este sentido, considero que esta deuda puede saldarse, de algún modo, a través de las citas bibliográficas que acompañan a cada uno de los capítulos del trabajo. Vaya pues de este modo mi reconocimiento a estos valiosos autores tributarios de la propuesta. Una particular consideración merece el profesor Josep Muntañola Thornberg, a quien estimo como un auténtico gruía y maestro en esta experiencia intelectual, que me ha alentado desde su profunda crítica teórica a asumir compromisos cognoscitivos cada vez más audaces y complejos en mi proceso de investigación. Vaya para él mi mayor reconocimiento y agradecimiento por su interés en este proyecto desde su comienzo. Dentro del campo particular del urbanismo y de la perspectiva teórica que alienta el trabajo, deseo destacar la colaboración y excelente predisposición del profesor Alberto Magnaghi y su equipo de profesores e investigadores del LAPEI de la Universidad de Florencia, quienes con gran entusiasmo y substanciosos aportes teóricos han posibilitado que la propuesta del urbanismo ambiental hermenéutico contara con un marco de referencia teórico fundamental con el cual entrar en un fecundo diálogo teórico y metodológico. Entre los autores del área de las ciencias sociales, más particularmente de la psicología ambiental, deseo agradecer a Sergi Valera Pertegás y a través de él a su equipo de investigación de la Universidad de Barcelona, quienes a través de numerosos y valiosos papers y publicaciones, así como de charlas y experiencias compartidas, han hecho una importante contribución teórica a la argumentación del trabajo para abordar los aspectos humanos más complejos del ambiente del hombre. La elaboración de un trabajo tan rico en dimensiones del conocimiento no hubiera sido posible sin el imprescindible y valioso aporte del equipo interdisciplinar de investigadores dentro del cual se ha venido desarrollando la propuesta en el ámbito académico y científico de la FADU, UNL y el Programa URBAM. A ellos les debo el haberme hecho importantes contribuciones a partir de reflexiones críticas sobre contenidos teóricos, aporte de bibliografía especializada, así como de valiosas experiencias prácticas que sirvieron para poner en crisis argumentos
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teóricos e hipótesis. Mi agradecimiento y reconocimiento para Alejandro, Alicia, Milagros y Carolina. Una consideración particular merecen los oportunos y cargados de inocentes contenidos críticos, comentarios de los pasantes y alumnos de las cátedras desde las que la propuesta de este trabajo ha sido transmitida e implementada en la práctica. Estos aportes han ido jalonando el proceso de investigación con valiosas puestas en crisis y reflexión surgidas de trabajos prácticos que permitieron confrontar hipótesis teóricas a través de trabajos reales en el medio. Mi agradecimiento a los pasantes y alumnos de Introducción al Planeamiento Ambiental, Prácticas en Planeamiento Ambiental, Taller de Urbanismo Transdisciplinar I y II. Por último deseo hacer un particular reconocimiento a la Facultad de Arquitectura Diseño y Urbanismo de la Universidad Nacional del Litoral, sede de origen y desarrollo del presente proyecto dentro del Programa Institucional URBAM, quien posibilitara al autor de la propuesta llevar adelante las actividades de investigación, formación de grado, posgrado y extensión, generadas por el Urbanismo Ambiental Hermenéutico.
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PROLOGO Querido lector. Si está leyendo estas líneas le felicito por su osadía ya que tiene entre sus manos un texto atípico de un urbanista también atípico. No solo porque Marcelo Zárate es uno de los pensadores más originales y poliédricos de la teoría arquitectónica actual sino porque el propio texto supone una aportación sumamente original en el difícil intento de aunar profundidad teórica con compromiso social dentro de la arquitectura y el urbanismo latinoamericano, extensible a la arquitectura y el urbanismo en general. Efectivamente, el libro que nos ocupa supone un original aporte sobre el que el autor ha venido trabajando a lo largo de estos últimos años y que ha compilado en este volumen. Un testimonio de distintas fases de evolución y maduración de un proceso aún en construcción, sobre una visión de urbanismo ambiental que pretende superar la concepción de esta disciplina como un campo técnico-práctico que sintetiza conocimiento de distintas disciplinas para brindar respuestas proyectuales focalizadas fundamentalmente sobre la dimensión física de la ciudad. Ante esta perspectiva reduccionista y tecnocrática (ingenieril, podríamos decir), el autor defiende como posible y aún necesario ensayar una concepción alternativa de urbanismo que asuma a la ciudad desde una perspectiva multidimensional, sustentada en la estrategia del dialogo entre distintas disciplinas a partir de un objeto de estudio posibilitador de tal concepción. Este concepto no es otro que el de lugar que, por su naturaleza compleja y multidimensional, estaría llamado a desempeñarse como una auténtica metáfora científica en cuanto al dialogo posible entre saberes diversos en el intento de interpretar la ciudad como una compleja articulación de lugares, que no es otra cosa que el ambiente del ser humano. Va en ello la premisa de superar no solo el reduccionismo disciplinar, sino, además, la visión biocéntrica de ambiente, para asumir una visión antropo-biocéntrica, en la cual ingresan, con mayor protagonismo, las ciencias sociales que tanto tienen para aportar a una interpretación profunda de este ambiente. De este modo, toda la estrategia cognoscitiva se orienta a producir conocimiento proyectual, o sea, conocimiento profundo sobre la ciudad con el fin de intervenir sobre ella, pero sin limitarse a la dimensión física, sino avanzar hacia una proyectualidad socio-física de carácter general, orientadora en lo interdisciplinar, que pueda servir de guía para las acciones más específicas en lo disciplinar. Desde esta estrategia se preserva la identidad de los distintos campos del conocimiento pero, cuando éstos deben actuar dentro de la condición epistémica que propone el urbanismo ambiental hermenéutico, los distintos campos deben hacer el esfuerzo de interactuar entre ellos desde la dialogía y el uso metafórico de los términos conceptuales. De buscar lenguajes y lugares comunes desde los que abordar los temas realmente relevantes para la ciudad: lo físico y lo social, lo psicólogico y lo cultural, el diseño y el uso, lo geográfico y lo simbólico, … Este es el principal reto disciplinar y el contenido más audaz en lo epistemológico que hace el autor con su propuesta de urbanismo ambiental hermenéutico. De allí que sea tan estimulante para aquellos que quieran superar los reduccionismos disciplinares, como incomodo e inapropiado
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para los que se sienten cómodos dentro de un urbanismo dominado ya sea por arquitectos, sociólogos, economistas ingenieros, geógrafos, etc. Cómodos con un lenguaje propio que a su vez los protege –por ignorancia y exclusión- de otros lenguajes que, sin embargo, hablan de lo mismo. Cómodos, al fin, en medio del griterío disciplinar a sabiendas que su voz es la única experta entre vocalizaciones legas. Pero, a pesar de sus vestidos nuevos, ¡todos sabemos que estos emperadores van desnudos! Decía Hanna Arent hablando de Karl Jaspers: “La humanitas nunca se adquiere en la soledad, nunca en virtud de dar al público la obra de uno. Solo la adquiere quien ha «aventurado» su vida y su persona «en el ámbito público» […]. Así, el «aventurarse en el ámbito público» en que se adquiere la humanitas se convierte en un don para la Humanidad” (Hanna Arent, Karl Jaspers: Una laudatio). Y esta humanitas que implica la relación de unos con los otros solo se puede dar, según Arent, en un espacio público-político. La cita es totalmente pertinente en el caso que nos ocupa ya que lo que nuestro autor nos presenta en este libro es un conjunto de textos que, lejos de ser el resultado de un proceso autista de elaboración, han estado sometidos a exposición, debate y escrutinio por parte de colegas, investigadores y alumnos, dejando ya entonces profunda huella en todos ellos. Desde su labor docente e investigadora en el «espacio público político» de la Facultad de Arquitectura Diseño y Urbanismo de la Universidad Nacional del Litoral en Santa Fe, Argentina, como responsable de cursos de extensión universitaria trabajando en barrios y comunidades de la ciudad y su entorno, y en los últimos años desde la Cátedra de Urbanismo que ostenta, Marcelo Zárate ha seducido con su entusiasmo y sus ideas a las nuevas generaciones de arquitectos y urbanistas que han tenido la suerte de compartir academia con él. La buena noticia es que ahora este saber entusiástico ha tomado forma de libro para solaz de todos. Como apuntaba acertadamente Darnton hace ya unos cuantos siglos, “la ciudad entera actúa como un libro, y los ciudadanos caminan por ella leyéndola, embebiéndose de las lecciones civiles a cada paso que dan” (Los bestsellers prohibidos de Francia antes de la Revolución). Haga, estimado lector, el proceso inverso: camine por el libro y podrá leer las claves de la urbe y su civilidad. La minuciosidad y el mimo con el que Marcelo Zárate desgrana sus ideas, las fundamenta teóricamente, las distribuye cual piezas de marfil en un tablero de ajedrez multidimensional y vuela sobre ellas en un ejercicio funambulesco –por arriesgado y bello- de síntesis conceptual y disciplinar nos pueden dejar abrumados en un primer momento. Pero si usted es tan audaz y temerario como supongo, volverá seguro sobre ello, cual observador de un mural en el que un aparente caos esconde una sorprendente figura tridimensional, para descubrir un universo propio, pero a la vez terriblemente común, ya que reconocerá en él nuestra propia esencia, compleja, diversa. Nuestro propio lugar. La ciudad. Sergi Valera Barcelona, Julio 2015
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INTRODUCCIÓN Esta obra ha sido concebida desde la intención de reunir en un solo trabajo una serie de documentos compuestos por ponencias presentadas en distintos congresos internacionales, así como artículos científicos, modificados y adaptados para este libro, a través de los cuales se han ido abordando desde proyectos de investigación a lo largo de más de diez años, diferentes dimensiones de la propuesta teórica de un posible urbanismo ambiental alternativo denominado “Urbanismo Ambiental Hermenéutico”. Se trata de una estrategia de conocimiento proyectual sustentada en un sistema de hipótesis teóricas que asumen al lugar, en un sentido antropológico, como el objeto de estudio a partir del cual interpretar el hecho urbano desde un ejercicio de articulación dialógica entre distintos campos del conocimiento convocados para tal fin. A partir de ello se despliegan las reflexiones epistemológicas y teóricas más audaces en cuanto a explorar la posibilidad de concebir un urbanismo ambiental focalizado en el ambiente del hombre, es decir, con un alto compromiso con las ciencias sociales que son puestas en diálogo con las ciencias de la tierra y la arquitectura, para interpretar la ciudad como una compleja articulación de lugares. El reto cognoscitivo más importante que está en la base de la propuesta es superar la condición del urbanismo como disciplina científica técnica que sintetiza conocimiento predominantemente producido por otras disciplinas para, en cambio, concebirla como una disciplina científica capaz de generar conocimiento proyectual propio de tipo dialógico con distintos saberes. Desde esta premisa de apunta a construir conocimiento operante relativo a contextos culturales particulares representados a través de los territorios y sus lugares en tanto auténticos hechos cronotópicos complejos de carácter físicos, sociales y simbólicos, generados por la cultura. Se remarca así el carácter exploratorio en lo teórico, con fines de indagación crítica y elaboración de hipótesis propositivas en lo cognoscitivo, sobre problemáticas consideradas relevantes para la construcción de una estrategia de conocimiento proyectual posible dentro de una concepción alternativa de urbanismo ambiental que ha cambiado el foco de atención desde lo biocéntrico hacia lo antropobiocéntrico. Con este propósito han sido seleccionados, adaptados y ordenados temáticamente cada uno de los trabajos particulares que forman los distintos capítulos, de modo de brindar un panorama lo suficientemente amplio y coherente sobre los aspectos más relevantes de la mencionada propuesta. El hecho que en los contenidos de cada uno de los capítulos aparezcan conceptos o problemáticas repetidas, se debe a la decisión intencional del autor de hacer explícito el proceso de maduración que la propuesta ha ido experimentando a lo largo del tiempo a través del cual sus hipótesis principales se han fortalecido desde lo teórico y práctico. El Urbanismo Ambiental Hermenéutico es una propuesta que está en pleno proceso de construcción teórica desde el ámbito académico articulado a experiencias reales desarrolladas desde la universidad a través de proyectos de extensión en articulación con instituciones comunitarias y el go-
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bierno local. Desde esta condición de propuesta hipotética crítica, en construcción y abierta a futuros aportes teóricos y prácticos, esta obra aspira a crear un espacio para la reflexión epistemológica, teórica y metodológica a aquellos que estén interesados y dispuestos a incursionar más allá de ambientes epistémicos y teóricos del establishment en urbanismo.
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CAPÍTULO 1 Culturalismo y ambientalismo: una dialogia cognoscitiva fecunda para un urbanismo ambiental alternativo. Ponencia presentada en la sesión Redes sociofísicas en el planeamiento urbano/urban social and physical networks dentro de las Jornadas Científicas: Arquitectura, educación y sociedad. Hacia una revolucion dialógica en la educación crítica de la arquitectura; Fórum Internacional. COAC (Colegio de Arquitectos de Cataluña); Barcelona 4‐5‐6 de Junio, 2014.
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CULTURALISMO Y AMBIENTALISMO: UNA DIALOGÍA COGNOSCITIVA FECUNDA PARA UN URBANISMO ALTERNATIVO Resumen
El trabajo plantea una instancia de indagación reflexiva, con carácter reivindicativo y de puesta en valor, de los contenidos cognoscitivos que caracterizan a dos perspectivas de estudio en urbanismo a las que se considera altamente estratégicas para interpretar la complejidad del fenómeno urbano contemporáneo: el culturalismo y el ambientalismo. Con esta intención la estructura argumentativa comienza con una indagación histórica sobre el complejo panorama de conformación de cada una de estas perspectivas, para llegar a una síntesis del estado de desarrollo más maduro de las mismas. En el primer caso, se trata de los estudios culturales urbanos, y su puesta en foco y valorización de la dimensión socio-simbólica de la sociedad y sus prácticas sociales respecto del espacio, a partir de los fenómenos culturales que de ellos puedan surgir. Estos fenómenos culturales son abordados como objetos de estudio particulares, superando así los reduccionismos de tipo disciplinar, funcionalista, objetivista, determinista, positivista, desde una perspectiva alternativa de tipo fenomenológica, existencialista, hermenéutica, que toma en cuenta la ideología y los valores de la cotidianeidad del hombre común en relación existencial con sus lugares. En el segundo caso, se trata del enfoque territorialista, en tanto representación del ambientalismo más maduro que ha logrado integrar en un solo ambiente epistémico complejo y multidimensional la relación dialéctica entre naturaleza y cultura a partir del concepto de ambiente del hombre. Este concepto representa una síntesis epistemológica fundamental entre espacio y sociedad mediados por lo simbólico e histórico que posibilita estudiar al territorio como una construcción cultural por excelencia en tanto vía de ingreso estratégica para interpretar los fenómenos culturales a él vinculados. Desde las fases más actuales de desarrollo de las perspectivas anteriores, el trabajo argumenta a favor de una puesta en diálogo entre ellas a partir del reconocimiento de dimensiones y objetos de estudio que se complementan y que permiten concebir la ciudad como una de las manifestaciones más polifacéticas de una cultura. En este sentido la argumentación avanza hacia la elaboración de un hipotético escenario cognoscitivo, sustentado en las articulaciones estratégicas entre las dos perspectivas, para abordar el estudio del fenómeno urbano concebido desde cuatro grandes dimensiones en interacción dialógica: la sociedad y sus diversas prácticas sociales articuladas a lo político, el poder y la ideología; el escenario físico natural y construido, articulado a un paisaje cultural; el mundo simbólico a ella referido, articulado a las representaciones sociales, el simbolismo y los valores; y el tiempo histórico a partir de los relatos culturales sobre la misma. A su vez, cada una de estas dimensiones, son consideradas en interacción con fenómenos y realidades extra locales, de orden regional, nacional y global, que no impiden sino que complejizan y enriquecen
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la construcción de territorios y lugares cargados con rasgos particulares de identidad, los cuales actúan como escenarios y ambientes culturales relativos que posibilitan la comunicación en dos direcciones simultáneas, la de asimilación y procesamiento de lo global desde la especificidad y el relativismo cultural y la interculturalidad, y la de transmisión de los contenidos culturales específicos hacia lo global. De este modo se reivindica al territorio y sus lugares, como una interfase cultural dialógica por excelencia entre lo local y lo global, que, a pesar de los declamados efectos negativos que estaría provocando el fenómeno de la globalización con los flujos de la información, la virtualización, la desterritorialización y la identidad difusa, sobre territorios y lugares con identidad cultural, no obstante, no han logrado vaciar de contenidos culturales particulares a los mismos, sino, por el contrario, han generado un proceso de autoorganización, de reterritorialización, de construcción de identidades complejas que reclaman de estrategias de conocimiento y actuación que encuentran en el culturalismo y el ambientalismo dos perspectivas muy ricas de las cuales nutrirse. El trabajo concluye con una reflexión sobre la necesidad de adaptar los objetos de estudio empíricos y los métodos de estudio, al hipotético escenario cognoscitivo propuesto en la argumentación focalizada sobre el territorio y sus lugares. De este modo se apunta a estimular un cambio necesario en el modo de conocer la ciudad, con el consecuente modo de actuar sobre la misma que debe estar concebido sobre una trama de referencia inescindible y tensionada entre: sociedad-espacio-simbolismo-historia, en tanto dimensiones fundamentales a interpretar en sus interacciones mutuas como componente esencial en cualquier estrategia de planificación urbana culturalmente sustentable.
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BREVE RESEÑA HISTÓRICA DEL CULTURALISMO Hablar de culturalismo implica una referencia obligada a una concepción particular de cultura y junto con ello a una época y contexto cultural de referencia. El interés por estudiar la sociedad desde el punto de vista cultural aparece tempranamente en distintos campos del conocimiento como por ejemplo: en sociología a partir de autores clásicos como Emile Durkheim, Max Weber y Carl Marx, Ferdinand Tönnies, Georg Simmel, Talcot Parsons y Antonio Gramsci; desde una posición socioantropológica con autores como Emile Durkheim, Marcel Mauss, Claude Lévi-Strauss y Dumont; en geografía a partir de autores como Alexander von Humboldt, Paul Vidal de la Blache, Frederick Ratzel, George Perkins Marsh, Alfred Hettner, Lucien Fabvre, Jean Brunhes, Marcel Poëte, Pierre Lavedan; en urbanismo a partir de distintas perspectivas teóricas, incluso muy contrastantes entre sí tales como: el enfoque estético morfologista desde la tratadística alemana de Camillo Sitte; opuesto al culturalismo desde el reformismo social de Ebenezer Howard, Raymond Unwin y Patrick Geddes; pero este último más próximo al culturalismo regionalista de Lewis Mumford, Clarence Stein y Patrick Abercrombie. No obstante estos antecedentes generales se considera que el momento histórico de surgimiento de los estudios culturales propiamente dichos se ubica a mediados del siglo XX, fuertemente asociado a la proliferación desde comienzos del siglo de una perspectiva de estudio de las sociedades a partir de sus manifestaciones culturales particulares y cotidianas. Ello se abordará desde el relativismo cultural y, como en el caso de Raymond Williams (1921-1988), uno de los padres fundadores de los estudios culturales, a partir de una postura superadora del idealismo cultural y del materialismo cultural, para asumir a la cultura como un sistema significante que permite la comunicación, reproducción y vivencia del orden social. Desde esta perspectiva la cultura no se trata puramente del conjunto de los productos materiales de una sociedad o solamente de las constelaciones simbólicas que permiten adjudicar sentido a las prácticas sociales. Se trata de ambos, la estructura significante y el significado estructurante. Las prácticas culturales se configuran a partir de un entorno simbólico que no es ajeno al orden social constituido que las individualiza y les otorga un carácter específico. Pero este orden social se hace evidente, se experimenta (tanto para el científico como para el hombre común), se legitima y se preserva a través de las prácticas culturales. La cultura es por ello tanto el objeto de estudio como el método de investigación sociológica: es el objeto en tanto que los estudios culturales estudian el cuerpo de significados aferrados a las prácticas sociales vigentes, sus modificaciones históricas, las relaciones que originan, los discursos en los que se plasman y los objetos a través de los cuales se materializan (Berthier, 2006). Según Eguzki Urteaga (2009) el surgimiento de los estudios culturales deben ser comprendidos a partir de la situación histórica previa en pleno siglo XIX entre la concepción positivista, universalista, francesa de cultura, here-
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dera de la ilustración asociada al logos y la idea de civilización y progreso, y por otro lado, la concepción romántica, nacionalista, alemana centrada en torno al pathos. Vinculada a este humanismo romántico, surge a mediados del siglo XIX en Gran Bretaña una tradición conocida como Culture and Society que denuncia los daños provocados por la vida mecanizada bajo el efecto de la civilización moderna. En este contexto, comenta el autor, el concepto de cultura se convierte en una problemática de orden filosófico moral y político, vehiculizada a través de la literatura, ello da origen a los English Studies y la controversia sobre los públicos destinatarios, lo cual genera una nueva concepción sociohistórica de la idea de cultura que conduce a la creación de los cultural estudies. Siguiendo a Urteaga, a lo largo del siglo XIX las literaturas nacionales movilizan unos mitos y emociones a favor de unos procesos de constitución y de reactivación de las identidades nacionales, este rasgo deja adivinar de manera más precisa el reto estratégico que representa para la sociedad inglesa la self-national definition del espacio literario. De este debate característico del siglo XIX, se destacan tres elementos: a) la centralidad de la reflexión relativa al impacto de la revolución industrial sobre la cultura nacional y a las amenazas que hace pesar tanto sobre la cohesión social como sobre la preservación de una vida intelectual y de creación no sometida al cálculo utilitarista; b) la responsabilidad que, más allá de sus contradicciones, estos autores conceden a los intelectuales, productores y difusores culturales como educadores de una cultura nacional; c) las contradicciones de esta referencia a la cultura y a lo que está en juego desde un punto de vista cultural, que integra los estilos de vida y la estética de la vida cotidiana. Retomando la reconstrucción del proceso histórico de conformación de los English studies que hace Urteaga, este destaca que en el período entre las dos grandes guerras mundiales, los English studies se debatirán entre dos posiciones: una pedagogía centrada exclusivamente en el análisis de los textos de la literatura inglesa o sustraer la enseñanza literaria del aislamiento textual y conectarlo de nuevo con las realidades sociales. Mientras que el mundo académico se definirá por la primera postura con figuras relevantes como Matthew Arnold, Leavis y Carlyle, otros se definen por una mayor atención a las realidades regionales, valoran las tradiciones puritanas del movimiento obrero y militan a favor de un enfoque sociológico, basado en la economía, la filosofía y la política, que intenta movilizar las personas más avanzadas de la clase obrera. A partir de William Morris, los cultural studies se centrarán en las clases populares. El proceso anterior madura y crea las condiciones para la consolidación de los estudios culturales a partir de la publicación en 1957 del libro de Richard Hoggart, The Uses of Literacy: Aspects of Working-Class Life with Special References to Publications and Entertainments. Esta obra es considerada
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el momento fundacional de los estudios culturales y está enfocada al estudio de la influencia de la cultura difundida en la clase obrera a través de los medios de comunicación modernos. El autor parte de la idea de que se tiene cierta tendencia a sobrevalorar la influencia de los productos de la industria cultural sobre las clases populares, a partir de ello considera que: no conviene olvidar nunca que estas influencias culturales inciden de manera muy lenta sobre la transformación de las actitudes y que están neutralizadas a menudo por unas fuerzas más antiguas. Urteaga reconoce una característica común a los estudios culturales de esa época, esta es la convicción de que es imposible abstraer la cultura de las relaciones de poder y de las estrategias de cambio social. Se nota aquí la influencia de trabajos de inspiración marxista de otros autores británicos que pretenden romper con las teorías mecanicistas: Raymond William (19211988) y Edward P. Thompson (1924-1993), ambos vinculados a la formación permanente de las clases populares y en contacto directo con la New Left, que en la década de 1960 significó un renacer de los análisis marxistas. El aspecto común que comparten Williams y Thompson es la visión de una historia construida a partir de las luchas sociales y de la interacción entre cultura y economía en la cual la noción de resistencia al orden capitalista aparece como central. Esta época está dominada, entre los intelectuales de izquierda, por el debate que opone la base material de la economía a la cultura, convirtiendo esta última en un mero reflejo de la primera. Las cultural studies pretenden salir de este dilema considerado como imposible y reductor. El cuarto autor fundacional de los estudios culturales en una fase posterior a la de la segunda guerra mundial, más vinculada a la década de 1960 y 1970 es Stuart Hall. En Latinoamérica se destacan autores como Jesús Martín Barbero (Colombia) y Néstor García Canclini (México). A partir de la reconstrucción histórica de los estudios culturales que nos propone Urteaga se pueden extraer los siguientes contenidos sintéticos más relevantes: La problemática social fundamental que alimenta a los estudios culturales es la nueva condición de ascenso social de las clases populares inglesas a partir del acceso a la educación superior acompañada de una puesta en crisis de las tradiciones y jerarquías sociales instituidas. Esta situación pone en foco a las clases populares y sus estilos de vida como objetos de interés para la investigación, se trataba de llevar adelante una etnografía comprensiva de la cultura de las clases populares. Desde una actitud crítica con todo aquello que suponga una pérdida de sociabilidad popular y la pérdida de la identidad de grupos sociales, se critican las innovaciones urbanísticas de la época que tiene en los grandes conjuntos habitacionales una temática recurrente. Los estudios culturales han asumido su mayor compromiso investi-
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gativo con los aspectos más sutiles de la cotidianeidad de las clases populares y el reconocimiento e interpretación de prácticas sociales y costumbres de grupos culturales particulares así como estudios de género. Desde esta puesta en foco sobre la cultura como ambiente de soporte a una lógica de fondo, se plantea un cuestionamiento a lo que estuviera en juego en términos políticos e ideológicos. Desde el punto de vista teórico, se hace referencia a cuatro conceptos centrales adaptados a los objetivos de los estudios culturales: El concepto de ideología, heredado del pensamiento marxista, es utilizado para cuestionarse acerca del nivel de condicionamiento que los sistemas de valores y las representaciones puedan llegar a potenciar procesos de resistencia o de aceptación del status quo. Vinculado a la ideología está el concepto de hegemonía formulado por Antonio Gramsci, a través de él se cuestiona el papel que juegan las ideas dominantes de las clases dominantes y las alianzas entre grupos sociales. El concepto de resistencia hace referencia al particular modo de oposición o poder cultural desde el cual las clases populares puedan enfrentarse a la dominación. El concepto de identidad, asociado al modo en que se constituyen los nuevos colectivos sociales, se focaliza sobre los modos en que los individuos estructuran subjetivamente su identidad.
Épocas de desarrollo de los Estudios Culturales Décadas de 1950 y 1960 Es el período de los padres fundadores: Hoggart, Williams, Thompson. El tema central es reivindicar los elementos orgánicos y emancipatorios de la cultura popular, a partir de recuperar los valores culturales del pasado. Esta es su tarea política. El paradigma imperante en esta etapa es el humanista, inspirado en los estudios literarios. En esta época lo importante son los valores, las expectativas y los comportamientos de los obreros o de cualquier sujeto social en particular. Década de 1970 Se destaca en este período Stuart Hall. El tema central fue entender el presente en sus propios términos con el fin de articular una crítica de sus patologías, sobre todo a partir de la sociedad de consumo y la incidencia de los medios de comunicación en el imaginario colectivo. Hall plantea un
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diálogo creativo con el estructuralismo y con la teoría Althusseriana. El paradigma de esta etapa es el estructuralismo inspirado en el psicoanálisis y la teoría social marxista. Aquí lo importante serán los dispositivos a partir de los cuales los bienes simbólicos (la cultura) son producidos y ofrecidos al público como mercancía. La cultura se convierte en crítica del capitalismo. El concepto central fue el de ideología de Althusser. A partir de la 2da. mitad de la década de 1980 Los Estudios Culturales se distancian del marxismo y de Althusser y está marcada por la influencia de filósofos como Derrida, Lyotard y Baudrillard. En esta etapa se hace marginal el concepto de ideología y se divorcia los estudios culturales de la economía política. La cultura pasa a ser vista como un objeto de estudio casi de forma positivista, convirtiéndose los estudios culturales en un ejercicio teórico y apolítico. El culturalismo ha sido procesado con distintas acepciones según el área del conocimiento por él fecundada, y desde distintas perspectivas teóricas dentro de cada uno de estos campos, por ejemplo: en filosofía, vinculado al relativismo cultural y al postmodernismo (Oswald Spengler; Richard Rorty; Thomas Kuhn; Paul Feyerabend; Jean F. Lyotard; Gianni Vattimo); en antropología, como visión opuesta al funcionalismo, y vinculado al particularismo histórico (Franz Boas; Margaret Mead; Ruth Benedict; Edward Sapir; desde el materialismo cultural, Marvin Harris; y desde el sociosimbolismo, Clifford Geertz, D. Schneder y V. Turner); en ciencias políticas, vinculado al concepto de cultura política y a los modos de aclimatar la democracia a los distintos ambientes culturales articulados a problemáticas raciales, de discriminación, poder, dominación, género, etc. (Gabriel Almond; Sidney Verba; G.B. Powell; Raymond Williams; Robert Hoggart. Edward P. Thompson; Jurgen Habermas); en ciencias económicas, interrelacionando la economía a sistemas sociales (Marvin Harris; M. Sahlins, S. Gudeman, Mary Douglas; J. Goody); en la nueva geografía cultural, a través del abordaje de temas urbanos como grupos marginales, identidad, etnicidad, nacionalismo, sexualidad, región, lugar, et. (Carl O. Sauer; Denis Cosgrove; Yi-Fu Tuan; David Lowenthal; Edward Relph; John K. Wright; Robert David Sack; Anne Buttimer; John Eyles; David Seamon; Robert Mugerauer; Jean Brunhes; Eric Dardel; Pierre Gourou; Gilles Sautter; Jean Gallais; Joel Bonnemaison; Xavier de Planhol; Pierre Deffontaines; Gallais; Armand Fremont; Paul Claval; Joel Bonnemaison; Jean-Robert Pitte; Bernard Kayser; Jean-René Vanney; Roland Breton; Michel Chevalier; Augustin Berque; Anne Gilbert; David Harvey; Jacquelin Burgess; Robert Bruce Hay; Joan Nogue I Font; Alan Jenkins; Robin E. Datel; Denis J. Dingemans; Frank E. Martin; Dov Nir; Kirkpatrick Sale; James J. Parsons; Josep Puig; Antoini S. Bailly; Agustón Berque; Susan Ann Lee); en sociología, asociado a una sociología interpretativa o micro-interaccionista, relacionada a la vida cotidiana (Clifford Geertz; Peter Berger; Thomas Luckmann; M. Walzer; J.
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Gusfield; Mary Douglas; Y. Tuirner); en psicología, vinculado al énfasis en los factores sociales y culturales en el desarrollo de la personalidad y en la generación de conflictos (Erich Fromm; Harry Sullivan; Karen Horney). Una consideración particular merece la connotación que ha adquirido el culturalismo en el urbanismo, ya que este ha sido tratado desde distintas perspectivas teóricas, incluso muy contrastantes entre sí dentro de este campo disciplinar. Será François Choay (Choay, F.; 1970) la que agrupe bajo el término urbanismo culturalista a las perspectivas de estudio de la ciudad de autores tales como: Camillo Sitte, Raymond Unwin y Ebenezer Howard, a pesar de que entre ellos existan perspectivas contrastantes sobre el culturalismo. Camillo Sitte se ubica en la corriente de la tratadística alemana orientado hacia una fuerte interpretación estética morfologista de la ciudad histórica, mientras que Unwin y Howard persiguen fines más comprometidos son el reformismo social y un incipiente interés por lo ambiental. Por otro lado, resulta difícil no incluir dentro de la perspectiva culturalista a uno de los autores pioneros del estudio de la ciudad y la región con un fuerte enfoque humanista como es el caso de Patrick Geddes al que François Choay lo ubica dentro de una perspectiva que denomina antropópolis junto a autores como Marcel Poète, Lewis Mumford, Jane Jacobs, Leonard Duhl y Kevin Lynch. Dentro de esta última categoría habría que hacer ciertas observaciones en cuanto a que existen diferencias importantes entre por ejemplo, la perspectiva regionalista y pionera en el estudio del ambiente desde una concepción bioantropocéntrica como fue la iniciada por Patrick Geddes, continuada por Lewis Mumford, y aplicada por Clarence Stein y Leslie Patrick Abercrombie, por un lado, y la perspectiva más humanista interesada en indagar en aspectos fundamentales de una incipiente psicología ambiental como fueron los estudios de Kevin Lynch sobre la percepción de la ciudad con relación a la buena forma para su diseño, o aspectos vinculados con la estructura cultural profunda que soporta la lógica configurativa del ambiente construido a partir del reconocimiento de patrones característicos de la arquitectura, la ciudad y el territorio, como es el caso de Christopher Alexander; o los cuestionamientos a la ciudad moderna desde la reivindicación de la complejidad de la ciudad histórica tradicional de Jane Jacobs, o el interés en la indagación de la evolución histórica de la forma urbana a partir de la mirada de sus habitantes como en el caso de Marcel Poëte. Dentro de la arquitectura, merece particular referencia el aporte de Josep Muntañola Thornberg, quien en sintonía teórica con el legado de Lewis Mumford, aborda la génesis de los lugares (topogénesis) y de una arquitectura a partir de la poética del habitar vinculada a la lógica y a la ética. Retomando el trabajo de agrupamiento y categorización de las perspectivas teóricas del urbanismo, iniciado por François Choay, Carlos García Vázquez (2008) propone dar continuidad a la tarea de Choay a partir de ordenar el complejo panorama en que han derivado la clasificación inicial de Choay desde la década de 1960 hasta nuestros días (primera década del siglo XXI).
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Con este propósito Vázquez incluye dentro del culturalismo a la Tendenza italiana caracterizada por el proyecto cultural más amplio del revisionismo marxista de Antonio Gramsci y su intento de construcción de una nueva cultura de izquierda. A partir de ello proponen una fuerte visión morfologista con base en el materialismo histórico, con pretensiones de construir una auténtica ciencia urbana a partir de la autonomía de la forma urbana, como en el caso de Aldo Rossi, Giorgio Grassi, Vittorio Gregotti, Carlo Aymonino. Esta perspectiva irá sufriendo una serie de cuestionamientos a sus principios de conocimiento proyectual derivados de la nuevas condiciones de la globalización, la desregulación y su impacto sobre el proceso de configuración de la ciudad articulado a problemas ambientales, que derivarán en planteamientos menos rígidos pero sin abandonar la visión morfologista como objeto de estudio central de la disciplina urbanística, como en el caso de Bernardo Secchi, que proponía la reutilización de la ciudad existente a partir de la estrategia de las “reglas” y las “excepciones”. Dentro de esta línea culturalista morfologista pero inmersa en los aspectos más controversiales de la ciudad postmoderna, se inscriben las propuestas de Rob Krier; Oswald Mathias Ungers; Josep Paul Kleihues; Leon Krier; emparentado a este último autor surgirá una perspectiva que apunta al desarrollo de un urbanismo neotradicional y escenográfico alimentado por la lectura de arquetipos configurativos de la ciudad tradicional europea y americana, esto dio origen al New Urbanism a través de autores como Peter Calthorpe; Andrés Duany; Elizabeth Plater-Zyberk. Emparentado al urbanismo, el culturalismo ha permeado también la historia urbana y ha dado origen a la historia cultural urbana y microhistoria. Se trata de estudios focalizados en los que se enfatizan la contingencia y autonomía de las formas culturales, abandonándose las grandes narrativas o esquemas estructuralistas, ya sean de inspiración marxista o de larga duración de la escuela de los Annales. Hay una diversidad de fuentes teóricas que la componen: Peter Burke; Henri Lefebvre; Michel de Certeau; Jurgen Habermas; Pierre Bourdieu; David Harvey. Se caracteriza por la incorporación de géneros literarios y discursos no especializados -ensayo, narrativa, poesía, crónica de viajes, representación pictórica y cinematográfica entre otros- al acervo de fuentes tradicionales de la historia urbana y urbanística, constituido principalmente por la literatura técnica y legal. Algunos de sus autores más representativos son: Berger (explora desde lo sociológico, el proceso de industrialización en la novela victoriana y el crecimiento urbano en el realismo y naturalismo decimonónicos); Ansay y Schoonbrodt, en su obra “Penser la Ville”. Carl Schorske esbozó una temprana lectura de las grandes imágenes que dieron cuenta de la ciudad europea desde la ilustración); Andrew Lees (aborda la percepción de la modernidad urbana en Europa y Norteamérica); Morton y Lucía White (trabajan sobre el supuesto antiurbanismo norteamericano desde Jefferson hasta F. L. Wright); Richard Lehan (Pretende incorporar al sustrato literario tanto la necesaria contextualización provista por la historia urbana, como las formas de re-
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presentación de los movimientos urbanísticos); Lewis Mumford (y su obra “La ciudad en la historia” a través de la cual propone comprender la naturaleza histórica de la ciudad para crear nuevas bases para la vida humana. Su trabajo no se trata simplemente de reconocer, a través de unos restos físicos, cierto orden urbano, sino de identificar las estructuras y funciones urbanas, el espacio y la cultura que crean ese orden); Richard Sennett (quien explora la historia de la ciudad a través de la experiencia corporal de las personas; cambiante relación de cuerpo humano con su entorno construido; el tipo de relaciones que establecemos con los demás y su relación con el entorno construido); François Choay (desde una lectura crítica de la ciudad moderna, reivindica la realidad concreta física, histórica y social de la ciudad enmarcada en el campo de la significación); Paolo Sica (con sus obras panorámicas, relacionando la imagen de la ciudad en los discursos artísticos durante la emergencia de la modernidad industrial); A mediados de los años 1980, la obra emblemática fue Metrópolis, de Anthony Sutcliffe a través de la cual examina el imaginario y las representaciones de la gran ciudad de finales del siglo XIX y comienzos del XX; Guillermo Barrios (constituye un antecedente importante en español que ha investigado la ciudad del siglo XX a partir de los diferentes discursos artísticos); Peter Hall (y su obra Cities in Civilization, a través de la cual trata de establecer tipologías históricas de las ciudades en grandes momentos resultantes de logros técnicos y discursos artísticos que ellas han protagonizado). En Latinoamérica se destacan: Jorge E. Hardoy, fue el pionero que anticipó el desarrollo de la historia cultural urbana a partir del rico material que representaban fuentes no convencionales de la historiografía –literatura de ficción y crónicas de viajes, obras de estadísticas, científicos y técnicos– para una nueva historia urbanística del período republicano entre la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX. En España se destaca Sonia Mattalía (con su aproximación al imaginario y la emergencia del sujeto urbano). Enmarcados en la “microhistoria”, se destacan: Richard M. Morse (desde la crítica de la ciudad de entre siglos en intelectuales latinoamericanos de ascendencia positivista, tradición que reconoce como la más influyente en las ciencias sociales posteriores); José Luis Romero (desde la historia urbana) y Ángel Rama (desde la crítica literaria), desplegaron magistralmente el discurso humanístico para trazar los cambios de la moderna civilidad latinoamericana; Julio Ramos (desde la literatura), ha creado el punto de vista del cronista flâneur de Benjamin y la “retórica del paseo” en escritores latinoamericanos de entre siglos, especialmente del modernismo; Romero León (desde el campo de las letras, de la novela del realismo decimonónico); D’Alessandro (desde las letras, de la novela de la masificación urbana anterior al boom); Adrián Gorelik (y su trabajo sobre Buenos Aires y su proceso de metropolización); Needell ( y su trabajo centrado en torno a las instituciones urbanas de la elite carioca y sus nuevas formas de sociabilidad en Río de Janeiro y la Belle Epoque); Gabriel Ramón (y su estudio de Lima tratando de recomponer la cirugía urbana y las reformas administrativas de
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BREVE RESEÑA HISTÓRICA DEL AMBIENTALISMO Para el desarrollo de este apartado se ha considerado como antecedente más relevante en la materia a la vez que hito histórico, la conformación de la planificación ambiental como disciplina autónoma en los Estados Unidos entre los años 1960 y 1970 a partir de reconocerle su rol al interior del National Environmental Policy Act (NEPA), como Ley sobre política ambiental de los Estados Unidos propuesta en 1969 y aprobada en 1970. A esta disposición legislativa le sigue el posterior ingreso del planeamiento ambiental en los programas universitarios acompañados por bibliografía especializada, entre la cual destacan la de autores como George Angus Hills, Philip Lewis Jr. e Ian McHarg. Estos autores son considerados los padres del planeamiento ambiental moderno a partir de toda una tradición ambiental que se ha dado en Estados Unidos desde el siglo XIX inspirada en la tradición arcadia y el trascendentalismo americano de Ralf Waldo Emerson, Henry David Thoreau, Walt Whitman. La tradición arcadia a nutrido la visión ambiental a partir de los siguientes principios: revalorización de la naturaleza y de la relación armónica del hombre con la misma; plantea el ideal de la vida rural, el primitivismo pastoral; celebra lo local y la pequeña escala; el hombre es parte de la naturaleza y no esta por encima de ella; celebra lo agreste y desordenado tal como aparece en la naturaleza; enfatiza el conocimiento subjetivo, la intuición y la experiencia para captar el espíritu del mundo; la salud espiritual viene de una inmersión en la naturaleza; es panteísta; tiene una visión dinámica de la naturaleza, en constante cambio y tensión; plantea una fuerte actitud emocional y moral hacia la belleza natural, y en la admiración por la vida rural y salvaje; la visión arcadia se distingue de la utopía, mientras la utopía busca iluminar al hombre sus capacidades para dominar la naturaleza, la arcadia demanda un compromiso armónico entre hombres y naturaleza. Por su parte, el trascendentalismo americano ha nutrido la visión ambientalista a partir de los siguientes principios: Un individuo es el centro espiritual del universo –y en un individuo puede ser encontrado el indicio a la naturaleza, la historia y, últimamente, el cosmos mismo–. No es un rechazo de la existencia de Dios sino una preferencia para explicar a un individuo y al mundo en los términos de un individuo. La estructura del universo duplica literalmente la estructura del ser individual; todo conocimiento, por lo tanto, empieza con el conocimiento de sí mismo. Esto es semejante al dictamen de Aristóteles: “conócete a ti mismo”. El transcendentalismo aceptó la concepción neoplatónica de la naturaleza como un misterio vivo, repleto de signos –la naturaleza es simbólica–. La creencia de que la virtud y la felicidad individuales dependen de la autorrealización. Esto está supeditado a la conciliación de dos tendencias psicológicas universales: a) la tendencia expansiva o autotrascendencia –un deseo para abrazar el mundo entero–, saber y llegar a ser uno con el mundo; b) la tendencia al contraste o a la autoafirmación –el deseo de retirarse, de permanecer único y separado–, una existencia egotista.
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Las fases de desarrollo del ambientalismo en Estados Unidos pueden ser organizadas sobre la base de los siguientes períodos:
Los precursores del paradigma ambiental: 1ra. mitad del siglo XIX: caracterizada por la actividad de los gentleman amateur autodidactas, horticultores, landscape gardering inspirada en los jardines ingleses. Dentro del ambiente del iluminismo europeo la naturaleza actúa como modelo de referencia para Thomas Jefferson (1743-1826) junto a Andrea Palladio. Jefferson concibe una versión americana de los “jardines ingleses” y a la naturaleza como un componente fundamental del sentimiento nacionalista. A partir de esta influencia, Andrew Jackson Downing (1815-1852) aportará conocimientos botánicos y propugnará la creación de una escuela de horticultura. En la propuesta de Downing se da una equivalencia entre hombre y naturaleza y la irregularidad en vez de la regularidad en el diseño, además, fue uno de los protagonistas del Park Movement a mediados del siglo XIX en Estados Unidos. 2da. mitad del siglo XIX: fase de los arquitectos del paisaje, surgen los primeros ejemplos de diseño y planificación urbana con sustento científico e interdisciplinario, en dialogo sustentable con el medio natural y sentido social, junto a las primeras propuestas de corredores verdes urbano regionales y el planteamiento de la conciencia de lugar. La figura más destacada de la época fue Frederick Law Olsmted (1822-1903), quien da origen a la 1era. tradición más relacionada con aspectos rurales, de horticultura y recursos naturales. Olmsted tuvo influencias del Idealismo romántico y de los arquitectos paisajistas ingleses, y es heredero de la tradición de Jefferson y Downing. Olmsted representa el prototipo de arquitecto profesional del paisaje; acuña junto con Vaux el nombre de landscape architecture para diferenciar su actividad de la actividad de los jardineros (gardering). Se lo considera el antecedente más importante de la planificación ambiental. Ligo el tema del parque al del saneamiento y la ingeniería sanitaria; contribuyó a promover el tema de los greenbelt y las greenways; concibe una planificación regional y omnicomprensiva de los espacios verdes; su tema principal: los parques urbanos; contribuyo a la creación de las reservas estatales y modelos de parques nacionales; desarrolla el modelo urbanístico para los suburbios estadounidenses; su contribución a la planificación urbana estuvo ligada a la reforma sanitaria de la ciudad estadounidense de la segunda mitad del siglo XIX; introduce la consciencia del lugar urbano; fue uno de los principales exponentes del Park Movement; constituye el puente entre la planificación urbana ambiental-sanitaria y aquella que se orientará al diseño Citi Beautiful Movement. Olmsted llegó a conformar un gran equipo de profesionales dedicados a la arquitectura del paisaje entre los cuales se destacaron:
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Warren Manning (1860-1938). Inició su carrera en el estudio de Olmsted; se inicia en el estudio como horticultor; como urbanista, exaltó algunos de los caracteres del pensamiento de Olmsted y Eliot; creador de la primer técnica rudimentaria del overlay mapping, que 50 años más tarde difunde Ian McHarg; da origen a la experiencia de planificación participativa a través de autoridades y comisiones, como parte de un proceso democrático de los habitantes; introduce temas ecológicos en el proceso del plan, tales como la de considerar los caracteres naturales del área para las hipótesis proyectuales; su propuesta de conocer profundamente el territorio devendrá la base para un Plan Nacional, en el que define grandes unidades, desde una estrategia de planificación jerárquica e interdisciplinar de especialistas técnicos. A Manning se lo considera el fundador del planning sobre bases científicas. Charles Eliot (1863-1897). Alumno y socio de Olmsted; se destaca por su “aproximación al sistema natural”, a la arquitectura del paisaje, al reconocimiento de la necesidad de una aproximación racional y sistemática en la fase de censo y de análisis de un paisaje a gran escala; introduce la dimensión científica de implicancia preecológica; Ian McHarg lo considera el pionero de la Landscape Ecology; relaciona la belleza a la idoneidad, asociación que devendrá la base del más maduro Landscape Planning; trabaja sobre la dimensión metropolitana de los parques; su propuesta considera a los country parks (áreas agrícolas externas a la ciudad a preservar), y las parkways; introduce el concepto de landscape forestry aplicado a la gestión de las reservas para incluir en el sistema de parques metropolitanos. Fase del funcionalismo ambiental de mediados del siglo XIX a principios del XX, se generan las primeras leyes de preservación y explotación activa de los recursos naturales a gran escala dando inicio a un proceso de toma de conciencia social de la necesidad de preservación de los recursos naturales con relación a las particularidades de la cultura y el reconocimiento de regiones naturales como base para la planificación del uso del suelo, junto a una primer aproximación a la comprensión de la interdependencia entre las especies y el hombre como agente de transformación y remediación de impactos sobre el medio geográfico. En este período se desarrolla el movimiento conservacionista estadounidense, los principales referentes fueron: George Perkins Marsh (1801-1882). Los principales aspectos de su pensamiento pueden sintetizarse en los siguientes puntos: 1) aprender a observar la naturaleza, (recibe esta influencia de Humbolt y Jefferson); Marsh persigue un saber narrativo, a partir de su observación cualitativa (lo visible fenomenológico) con valor ontológico sobre el bagaje de lo ya hecho por Humbolt. Se enfrenta a la postura de Ritter (sostenía que el aspecto físico de la tierra era el resultado de fenómenos naturales); 2) el hombre es considerado como agente geológico activo y de disturbio de la
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naturaleza; 3) se avecinó al trascendentalismo de Emerson y Thoreau; 4) su visión se asemeja a la de la ecología aplicada (ve la interdependencia entre elementos de sistemas naturales, el rol de la cadena alimenticia y la unión ecosistémica que emergerá más tarde con la ecología); 5) era un convencido de la necesidad del estudio de las leyes de la naturaleza; 6) con su libro: Man and Nature (1862) se inicia el movimiento conservacionista estadounidense. En su libro expone la idea de que el hombre es un agente geográfico de transformación, impone efectos mecánicos sobre las condiciones geográficas de la superficie terrestre, y por ello las transformaciones que impone son superiores a aquellas de cualquier otro ser viviente, él no pertenece a la naturaleza pero se debe asumir la responsabilidad de las propias acciones partiendo del conocimiento de la naturaleza y de las consecuencias de las obras sobre ella. No obstante, el hombre, a pesar de ser un agente perturbador de la naturaleza, es también quien puede intervenir en la restauración física. Marsh anticipa el concepto de interdependencia entre las especies. También considera a los bosques y su rol en la regulación del clima y las consecuencias que tiene su gestión sobre los regímenes de torrentes y sobre la erosión del suelo, y su carácter de recurso económico y su función con relación a la vida animal y por la defensa de los desmoronamientos y de las avalanchas. No abandonó nunca su confianza en la ciencia, sosteniendo autorizadamente, con una perspectiva holística e internacional, la importancia y la posibilidad de resaneamiento físico del ambiente y la exigencia de mitigar las consecuencias extremas, con la planificación coordinada de las acciones humanas. “En la naturaleza ninguna cosa es pequeña”. El parágrafo es un manifiesto del pensamiento ecologista y la anticipación de la necesidad de la visión holística, anticipando el concepto de noosfera (ninguna acción del hombre es tan pequeña de no tener consecuencias). Por lo tanto la humanidad esta íntegramente involucrada en un sistema interdependiente. John Wesley Powell (1834-1902). Durante el gobierno de Ruthford B. Hayes, presidente de Estados Unidos, su secretario de Interior Carl Schurz puso su atención en los bosques y el saqueo perpetrado por las grandes compañías ferroviarias en complicidad con funcionarios del General Land Office (encargada de la distribución y utilidad del suelo público). Schurz le encargó a Powell la elaboración de un informe sobre el estado de las tierras áridas del Sud-oeste estadounidense el cual abordó como jefe de una expedición de naturaleza geológica, geográfica y etnológica que en el 1867 y luego en el 1868 exploraron el río Colorado y los territorios del desierto americano. El Report on the Lands of the Arid Region of the United States, fue presentado a Carl Shurz en el 1878. El informe presentaba un razonado uso del suelo de la parte Sud-occidental de los Estados Unidos proponiendo al Congreso intervenir en las zonas áridas del país renunciando al rígido modelo de asentamiento previsto por la Homestead Act de 1862, que asignaba una superficie de 65 Ha. Dentro de una división en cuadrícula aplicada en forma indiferenciada a todo tipo de geografía donde existiese suelo
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público. Powell Proponía compilar un plan extensivo y omnicomprensivo que tuviese en consideración las características específicas del territorio y explicitase los caracteres de las políticas para el uso de los suelos y del agua y de una organización institucional adaptada a las condiciones climáticas en las cuales vivían las poblaciones de las tierras áridas o semiáridas. El momento analítico, el proyectual y aquel gestional estaban estrechamente unidos entre sí. Emergía además el reconocimiento que el suceso de las propuestas estuviese ligado a una adaptación de las instituciones a las condiciones naturales del lugar y a las características de vida de la comunidad. El estudio puede ser considerado el equivalente o precursor de un análisis territorial sobre base científica. Powell considera necesario afrontar el tema de las tierras en forma cooperativa, a partir de la colaboración entre colonos e instituciones, lo cual convierte su propuesta en un hecho significativamente reformista. En sus observaciones científicas no faltaron los datos etnográficos y antropológicos. Establece, las condiciones institucionales y de gestión de la ocupación del desierto americano. No propone el abandono de la conquista sino solo las ilusiones que a ella la acompañaban. La dimensión ecológica no entra en forma directa en sus observaciones, y los éxitos de sus profundizaciones no conducen hacia propuestas de retroceso, sino más bien hacia formas de gobierno sabio de los recursos. Theodore Roosevelt (1858-1919). Presidente de Estados Unidos entre 1901-1908. Planteó una nueva actitud en la confrontación con la tierra, en este sentido expresaba: “Como pueblo tenemos el derecho y el deber de obedecer a las leyes morales, de preguntar y hacer justicia de protegernos a nosotros mismos y a nuestros hijos contra el desarrollo que empobrece nuestros recursos naturales, sea que el desperdicio causa la destrucción de hecho de aquellos recursos sea que vuelva imposible un desarrollo sucesivo”. Un año después de esta declaración, 1905, Roosevelt inaugura el U. S. Forest Service (USFS), una agencia dependiente del Departamento de Agricultura, encargada de la administración de los bosques y de otros recursos no renovables como las minas de oro, zinc, petróleo y gas natural. La gestión de estos inmensos recursos es admitida bajo el título del uso múltiple (muchos usuarios y muchas finalidades). Gifford Pinchot (1865-1946). Se desempeñó como experto en silvicultura, asume el control de la división forestal del Departamento de Agricultura durante el gobierno de Theodore Roosevelt. Su propuesta era de considerar los recursos forestales a la medida de otros tipos de cultivos e imponer una gestión científica que guiase las fases de plantación, cultivo y corte.
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Pinchot tenía la idea de la conservación activa. Llamó a este tipo de política conservativa o de uso sabio para la cual debe ser claramente entendido que todas las tierras deben ser destinadas a su uso más productivo para el bien permanente de toda la población y no para el beneficio temporal de individuos particulares o compañías. Todos los recursos de las Reservas Forestales están destinados al uso y este uso deberá ser conducido a directos fines económicos, aplicando solo aquellas restricciones que puedan asegurar la permanencia de estos recursos. Uso sabio significaba pensar a los recursos forestales como un bien económico de por sí y no por el valor ecológico o estético o recreativo que los recursos pudieran revestir. Pinchot impuso una planificación comprensiva de las diversas utilidades, de signo opuesto a lo esporádico y a la fragmentación de las iniciativas individuales puntuales. John Muir (1838-1914). Naturalista, explorador, escritor y ambientalista. Figura fundamental dentro del movimiento conservacionista estadounidense y la fundación del Sierra Club, la primera organización privada estadounidense de conservación de la naturaleza fundada en el 1892 en California. Fue el impulsor del Yosemite Parque Nacional en 1890. Muir también se involucró en la lucha a favor de la creación de los parques nacionales de Sequoia, Mount Ranier, Petrified Forest y Grand Canyon. Por todo ello Muir merece el título “Padre del Sistema de Parques Nacionales.” Junto con Th. Roosevelt elaboró el programa nacional de protección de la naturaleza.
Era formativa del paradigma ambiental: Fase de la planificación regional desde fines del siglo XIX a principios del XX, surge el primer antecedente de estudio complejo y multidimensional de la relación entre hombre y medio, desde un intento holista transdisciplinar con fuerte compromiso ético y social de gran sensibilidad con las particularidades de las culturas en su relación histórica con su medio natural. La figura más relevante de esta fase fue Patrick Geddes. Patrick Geddes (1854-1932). Padre del Planeamiento Urbano y regional de carácter científico; pionero del pensamiento holista y de una visión multidimensional y compleja del ambiente humano de alcance interdisciplinar; alternativo e incomprendido en el ámbito de las ciencias tradicionales de su época. A partir de las influencias del evolucionismo de Tomas Huxley, el vitalismo de Henry Bergson con su elam vital y la religión inspirada en la humanidad de August Comte, propone una nueva Cosmología basada en personas entrenadas. Geddes simpatizó con la idea que el conocimiento podría venir solo a través de la intuición y no por el uso razonado del intelecto. Los jóvenes evolucionistas de la época estaban convencidos de que el elemento creativo de la mente humana era el instinto que debería ser desarrollado
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con auto conocimiento. El progreso individual no podría ser hecho excepto por un proceso interrelacionado de pensamiento y acción. A diferencia de Huxley que ve el proceso de selección natural y la evolución a través del estudio de fósiles, Geddes ve el proceso a través de organismos vivos (zoología y botánica). La discontinuidad reproductiva ordinaria de las especies, y la naturaleza de las variaciones, demandaron un estudio botánico y zoológico de los especímenes vivientes. Herbert Spencer le proveyó una teoría general de la evolución (la sociedad como un organismo con partes funcionalmente independientes, con fuerzas evolutivas que cambian la sociedad). A partir de ello criticó el materialismo y mecanicismo de Huxley y extrajo de él la capacidad de relacionar organismo y ambiente, con el propósito de buscar un orden estructural entre aquellos por los que pasan las sociedades. A partir de las ideas de John Ruskin sobre una aproximación a la sociedad como un científico social y el deseo de terminar con las economías de mercado para sustituirlas por la creación de un sistema diseñado para servir a las necesidades humanas biológicas y estéticas que permitiera alcanzar un orden social estable, Geddes elaborará su doctrina de la reconstrucción cívica. Tomando como referencia el modelo científico de Frederick Le Play para estudiar en forma práctica la sociedad a partir de la comprensión de los factores ambientales: lugar-trabajo-gente y el método del survey (método para descubrir hechos y seleccionar problemas), Geddes desarrolla su 1era. Máquina pensante, en la que relaciona cuatro dimensiones: a) la de la vida práctica simple de los actos; b) la de la vida mental simple de las obras; c) la de la vida interior plena del pensamiento; d) la de la expresión de la vida electiva en los hechos. A partir del concepto de regionalismo (concepción “posibilista”) y de la sección del valle de Elisée Reclus; del uso de la región como área para el estudio geográfico (representa el “posibilismo” en geografía frente al “determinismo”) de Paul Vidal de la Blache; de la relación lugar-trabajo-gente de Frederick Le Play; y de idea de la cooperación en la evolución natural de Piotr Kropotkin, Geddes considerará que son los patrones de valores más que los económicos los que determinan la relación del hombre con el medio. Para estudiar esa relación del hombre con su medio, propone la torre observatorio para inculcar valores a partir de costumbres y tradición. La Escuela de Sociología de Chicago la consideró el primer laboratorio experimental de sociología desde las ciencias biológicas. Desde allí, y a partir de los principios físicos, construyó una interpretación del proceso de producción y consumo, como un vasto proceso mecánico de consumo y disipación de energía. Esto podría revelar el impacto de la especialización de las funciones sobre el organismo. Esto involucró la modificación del organismo
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por el ambiente. Indicó que el objetivo clave de la economía era la cultura y la educación. De aquí extrajo que la “evolución social depende del arte” (trabajo y diferentes ocupaciones). Vio que los cambios futuros en términos de conflictos de propietarios de los medios de producción y trabajo, en los que las masas son explotadas, serían mejor vistos en los términos de un cambio en los métodos productivos que demandaban siempre más habilidad de los individuos, con lo cual las máquinas deberían servir a la humanidad. Su posición nacionalista fue un elemento esencial para el cambio que proponía en la sociedad, ya que permitía construir sentido de identidad cultural, alcanzar altos niveles de evolución social a partir de la percepción del lugar (antropología social, geografía humana). Su cosmopolitanismo se asoció al concepto de ciudadanía mundial de Élisée Reclus y se articuló con su sentido de identidad nacional a partir de la construcción de la percepción del lugar. Su visión romántica se orientó a buscar en el arte y la ciencia la posibilidad de una unión en el sentido de maravilla que los nuevos descubrimientos científicos provocaban. Propuso el uso de símbolos e imaginería visible. Se vinculó con el movimiento de Ruskin por el ascenso del hombre. A partir de esta perspectiva nacionalista, romántica Geddes consideró necesario crear un nuevo sistema educativo para promover el hombre integral. Concibió un sistema educativo sin intervención del Estado. Bregó por la autonomía de cada ciudad en su región para su desarrollo económico con vínculos económicos y culturales con otras ciudades y regiones y lograr el mejoramiento cívico de las ciudades (el ejemplo de Octavia Hill y la Universidad de Edimburgo). Consideró que entorno y sociedad debían ser mejoradas juntas y la clave era el mejoramiento físico de los nutrientes (o sea, la mujer como nutriente clave desde la familia y transmisora de ideales culturales). Era un convencido de la autogestión. Veía a los museos (que tenían detrás el ideal de la ciudadanía) como centros de exposición de conocimientos complementarios a las bibliotecas; debían ser centros experimentales dedicados a la evolución social; combinar arte y ciencia (Le Play y Ruskin); ser catálogos razonados del mundo. Su torre observatorio era una síntesis viva de ello y estaba pensada como parte de su estrategia para formar cazadores de brotes, y la síntesis de todo el conocimiento. Su filosofía de la educación proponía un paralelismo entre materias y coordinación en una totalidad mayor. Establecía una subordinación de la biología a las Ciencias Sociales; el centro de todo es el estudio del hombre; el estudio de la historia de la civilización; el estudio del desarrollo histórico de las ciencias y sus mutuas relaciones; la educación es para la acción. Buscó la síntesis constructiva del conocimiento que puede ser un trabajo de arte (ejemplo: en el estudio del paisaje y la biología, antropología, historia, li-
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teratura). Concibió al alumno como un colaborador activo. Su máxima fue “viviendo aprendemos”. Su metodología para el estudio de la ciudad se basaba en considerar a esta como una totalidad. Se requería una combinación especial entre ciencia y arte. Los hechos científicos, las observaciones hechas de una manera sistemática, combinadas con una comprensión artística basada en un criterio cultural (juntos hacían el nuevo sujeto cívico, estudiado en un contexto específico). El comienzo del estudio tenía que ser práctico. Una vez comprendido el estudio, entonces se podría generar una nueva respuesta al problema con el involucramiento del control y nutrición del ambiente y las personas. Proponía estudiar al mismo tiempo la forma física de la ciudad con los ideales culturales de la vida urbana. Se comenzaría por el estudio geográfico y por otro lado con la evolución de su tradición histórica y cultural. La ciudad vista como un organismo sujeto a procesos de crecimiento, florecimiento y decadencia. Lo esencial era contar con una mejor comprensión de las fuerzas que forman la ciudad. “Conoce tu región y podrás comprender el mundo”. El objetivo de la ciencia cívica era conducir hacia un pronóstico futuro exacto (implica pensar el cambio de sucesos dependientes de dos factores: comprensión de la presente evolución y aguda percepción de aquellos factores en el presente, los brotes discernibles al ojo entrenado. Utilizó sus esquemas de las maquinas pensantes (lugar-trabajo-gente). El hombre esta al centro de todo. Se pretendía la nutrición de las personas, como modo de alentar la evolución y superar las eras paleotécnica, neotécnica y llegar a la eutécnica que sería aquella en la que el sistema completo sería el nutriente de la persona. En ella el hombre tendría que hacerse maestro de su propio destino y la utopía sería alcanzada. Patrick Geddes junto a Warren Manning, se inscriben dentro de la Era Formativa en la 2da. Mitad del siglo XIX, en el desarrollo del Planeamiento Regional con visión ambiental. Entre mediados del siglo XIX y principios del siglo XX, se intercala en este proceso la propuesta de Ebenezer Howard y su ciudad jardín, coetáneo del surgimiento del City Planning asociado a la figura de Frederick Law Olmsted Jr. y el City Beautifull Moviment de Daniel Hudson Burnham (1846-1912). Ebenezer Howard (1850-1900). Su propuesta representa una alternativa mediadora entre el reformismo y el socialismo utopista de la 2da. Mitad del siglo XIX y es el resultado de una compleja articulación de iniciativas, ideas y proyectos de distintos autores que fueron procesados por Howard para alcanzar una síntesis final en su propuesta de ciudad jardín que constituye un auténtico proyecto socio-territorial protoambiental. Los principales contenidos de su propuesta se nutrieron de las siguientes influencias: de la
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Sociedad Fabiana, toma la idea de apropiación social de la renta en todas sus formas; un sistema fiscal fuertemente progresivo; defiende la transferencia al Estado de algunas industrias y de algunos servicios básicos, como los ferrocarriles, además de aquellas otras industrias ya configuradas como trusts; y considera que los entes locales deben crear comunidades rurales y explotaciones agrícolas productivas, administradas por consejos de producción; propicia la municipalización de los servicios públicos. De Edward Bellamy y su visión de estimular en una síntesis propositiva un nuevo tipo de organización urbana, social y productiva; una sociedad organizada racionalmente; fundada en un reparto igualitario de los productos y del trabajo humano, en la solidaridad social, en una adecuada utilización de la máquina, en una planificación general centralizada y en una red urbana de pequeños núcleos planificados extensivamente con amplia dotación de equipamientos colectivos; Howard la desarrolla a través de la presencia benéfica del progreso tecnológico, el igualitarismo, la difusión generalizada de las calidades ambientales de la ciudad. Respecto a los fundamentos para propiciar una migración planificada de las grandes ciudades al campo, Howard toma los antecedentes del economista Alfred Marshall (1842-1924) y su idea de una migración forzada desde Londres hacia el exterior; consideraba que las nuevas tecnologías permitirían este cambio, idea que recogió el anarquista Kropotkin en su libro del 1898 Fields, Factories and Workshops; y de Edward Gibbon Wakefield (1796-1862) tomó la idea de una colonización planificada, sistemática, de los territorios rurales. De Henry George (1839-1897), y los temas debatidos por el reformista inglés respecto a la nacionalización del suelo urbano, la lucha contra la propiedad inmobiliaria. Del sociólogo James Silk Buckingham (1786-1855), ala paternalista del progresismo victoriano, toma su búsqueda de un equilibrio entre trabajo industrial y trabajo agrícola, reforzando la idea de la estrecha vinculación entre modalidades de asentamiento, arquitectura y comportamiento moral. Del filósofo positivista Herbert Spencer (1820-1903), toma su defensa de la propiedad comunal de la tierra. De Thomas Spence (1750-1814), Howard tomó la idea de: que la comunidad compartiría tierra de labor a precios bajos, de modo que la revalorización que ese suelo sufriría al construir en él una ciudad, pasaría automáticamente a las arcas de la comunidad. De William Morris (1834-1896), y su obra News from Nowhere, 1918, toma la conveniencia del retorno del proceso productivo a las condiciones del artesanado preindustrial. De Piotr Kropotkin (1842-1921), su ideal de una sociedad en la que los medios de producción sean administrados en común, favoreciendo la integración de industria y agricultura; donde, incluso a nivel de la persona, quede eliminada la división del trabajo reclamada por las concepciones económicas dominantes, a favor de una integración completa (es decir, donde todo individuo sea productor de trabajo manual –agrícola e industrial– e intelectual). Este equilibrio puede realizarse en la esfera productiva y familiar del pequeño grupo social, en el que toda agrupación espontánea produce y consume en su seno sus propios productos.
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Burnham y Olmsted Sr. Compartieron ideas en cuanto a generar en las ciudades americanas sistemas de parques urbanos, park way, green way, vinculados al entorno regional, y concebidos no solo con un sentido estético, sino, de saneamiento y amenidad al mismo tiempo. De todos modos las diferencias entre ellos son más significativas que los acuerdos. Burnham trabajó para los grupos económicos y sociales vinculados al comercio del grano en Estados Unidos, mientras que Olmsted fue un socialista demócrata confeso que cortó con ellos. La continuidad de Olmsted se dio a partir de Lewis Mumford y la Regional Planning Association of America, Radburn, y las Greenbelt towns del New Deal de F. D. Roosevelt. Frederick Law Olmsted Jr. (1870-1957). Con él se genera la 2da.Tradición más relacionada con la Arquitectura del paisaje y la planificación. La figura de este autor cobra relevancia con relación a la fundación del City Planning a partir de la 1er. Conferencia en City Planning en Washington, en 1909, alentando a los participantes a fundar una Asociación. En el período que va del 1909 al 1919 se distingue del paisaje en cuanto a que había reunido a aquellos que se ocupaban, con distintas competencias, de planificación urbana (arquitectos, ingenieros, abogados, arquitectos del paisaje, operadores sociales). Estos organizan un foro nacional anual, la National Conference on City Planning (NCCP). Su objetivo era estudiar y hacer evolucionar el arte y la ciencia de la planificación urbana, regional y nacional, ya sea solicitando a los Estados que adoptasen las leyes estatales de planificación obligatoria, como a las ciudades para que se dotasen de comisiones de planificación. En el 1917, un nutrido grupo de asociados (planners) adhieren al American City Planning Institute (ACPI), movidos por el interés de asignar a la nueva asociación tareas y objetivos más directos de competencia profesional. Fue su presidente Olmsted Jr. En el período que va desde 1920 a 1934, el planning maduró y la planificación urbana deviene profesión. La Proyectación Ecológica ya estaba en el interior de los programas universitarios de Arquitectura del Paisaje tenidos a mitad del siglo XIX en los Land-grant college de agricultura y horticultura. (Uno de sus más denodados promotores fue Frederick Law Olsmsted). En cambio a partir de la tradición de Olmsted Jr., en Harvard la Arquitectura del Paisaje se asociará a la enseñanza de la Arquitectura y la Planificación.
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Era de consolidación del paradigma ambiental Fase del ecofuncionalismo asociado a la política del New Deal de Franklin Delano Roosevelt en el período del 1933 al 1945 en la Tennessee Valley Authority a través de la cual afrontó la recuperación de las tierras del valle del río Tennessee mediante un programa agrícola y de reasentamiento de población nuevas ciudades llamadas Green belt. Este programa representó la concreción de la visión biorregional de Lewis Mumford quien en 1923 fundó la American Regional Planning Association y que duró hasta 1933. En el período que va desde la década del 1920 a fines de la década del 1940, se plantea una nueva relación ética con el suelo, se relaciona el planeamiento regional a la ecología, se propone la planificación regional a partir del concepto de región natural en una relación profunda con su cultura. Autores destacados del ecofuncionalismo: Aldo Leopold y Eugene Odum. Autores destacados del biorregionalismo: Lewis Mumford; Benton MacKaye; Clarence Stein. Este período es considerado como el de maduración del paradigma ambiental. Aldo Leopold (1887-1948). Tuvo un rol fundamental en dar amplio impulso a la aplicación de una aproximación ecológica a la planificación del uso de los suelos. Consideraba que era necesaria una reconfiguración de la ética que ligaba al hombre a la tierra. Este empeño preveía una redefinición compleja de las referencias filosóficas y religiosas que impedían la actuación de las políticas conservadoras. El pensamiento de Leopold se recuesta a un nihilismo terapéutico ambiental o sea, consideraba que no hacer nada es mejor que hacer cualquier cosa, en cuanto que probablemente, cualquier acción tendría consecuencias negativas, sea que se dirija a resolver el problema dado, sea que no se dirija hacia ello. El nihilismo terapéutico no excluía actividades como aquella recreativa, realizada según criterios de limitación de los disturbios a la naturaleza sino, no disjunta de los objetivos de mantenimiento y de protección de las especies selváticas. La reflexión de Leopold no tiende a excluir al hombre de la naturaleza, salvo excepciones, sino a relacionarlo a la misma ya que ella tiene una función didáctica que, así, va estimulada. La promoción de la percepción de las formas características y de la ecología de las áreas de naturaleza, o sea, del estudio de la naturaleza, es un componente de la actividad recreativa a la cual la ingeniería de la recreación debe dar su propia contribución. La actitud de Leopold hacia la naturaleza provenía de la inspiración en Jefferson (la ley natural como fuente de inspiración de la forma de las instituciones) y del histórico Frederick Jackson Turner (la democracia americana generada desde la naturaleza). La naturaleza debía ser preservada porque era el material del cual estaba hecha la América. En su libro The Land Ethic, 1949, La nueva ética, Leopold plantea que el hombre debe mirar al propio ambiente como a una comunidad a la cual el pertenece y no, en vez, como si fuese un bien que él posee. Una nueva ética de la tie-
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rra debería transformar la relación estrictamente económica que prevé, para el hombre, solo privilegios y ninguna obligación y cambiar el rol del Homo Sapiens de conquistador de la tierra a pleno miembro y ciudadano de la comunidad terrestre, que comprende los suelos, el agua, las plantas y los animales, en una palabra, la tierra. El hombre es miembro de una comunidad de partes interdependientes. Según esta ética una cosa es justa cuando tiende a preservar la integridad, la estabilidad y la belleza de la comunidad biótica. Está errada cuando se orienta de otra manera. Eugene Odum (1913-2002). Pionero en formular el concepto de ecosistema. Estableció las relaciones entre actividades humanas y procesos naturales como parte esencial de su descripción del concepto de ecosistema. Antes de la publicación de su libro fundamental, Fundamentos de Ecología, 1953, la ecología era una disciplina científica consistente en estudios de pequeña escala o puntos individuales, pantanos y otros sistemas que parecieron ser comprendidos aisladamente. Su libro se considera El Libro para los estudios científicos de ecología. El mostró que los científicos podrían mirar a las grandes imágenes, patrones de clima, cuencas, poblaciones regionales de plantas y animales, y relacionarlas en el mismo modo que los primeros estudios lo habían examinado como piezas individuales de un rompecabezas. Su libro fue el catalizador que cambió la ecología desde el estudio del microcosmo al macrocosmo, el estudio de cómo todas las cosas se adaptan juntas, y como el bienestar humano es parte del problema y debe ser parte de la solución. Fuente: Ecology Hall of Fame, A Project of EcoTopia/USA; updated 26 August, 2002.
Lewis Mumford (1895-1990). Genera una 3era. Tradición, a partir de su postura intermedia o abarcadora de las otras dos (la 1era. Tradición de Olmsted Sr., y la 2da. Tradición de Olmsted Jr.), la característica de la tradición iniciada por Mumford es considerar a la ciudad como polis con relación a la complejidad orgánica del ecosistema regional. Dentro del ambiente de crisis de la civilización de la primera posguerra mundial y las posturas dominantes de un progresismo político y un radicalismo cultural, Mumford se posiciona desde una síntesis de ambas posturas con carácter de criticismo cultural (y moral). Esto implicaba una política de transformación cultural (cambio en el YO, participación cívica y experiencia del lugar), apoyada en la esperanza de un pasado usable del escritor Van Wyck Brooks y de que la América sería reformada por el cultivo de las artes y las humanidades. Por otra parte proponía una nueva ciencia de Geografía Regional basada en la política-cultura-experiencia del lugar-concepción del YO. Su propuesta unió: era neotécnica, organicismo y comunidad. Su regionalismo pretende redimensionar el legado tecnológico de la ilustración hacia un principio ecológico de interacción con el mundo natural. Políticamente es presentado como una teoría social a partir de los principios del iluminismo de democracia y autogobierno. A partir de ello se proponía la diversidad cultural vs.
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cultura internacional metropolitana; una sociedad culturalmente diversa y políticamente descentralizada; el cooperativismo; el regionalismo cultural progresivo; todo sentado sobre las bases de la imaginación literaria y artística. El regionalismo de Mumford unió tres ideas: la de la era neotécnica (adaptación de nuevas tecnologías para restaurar el ambiente natural); la de organicismo (restauración de las influencias naturales sobre la cultura, a través de la literatura, arquitectura y ambiente construido); la de comunidad (recuperación de la escala humana, y un orden cívico social conveniente). El regionalismo se basaba en redefinir la economía y la tecnología según líneas ecológicas; re-creación de una geografía regional y el estudio de la fenomenología del lugar (experiencia del lugar). A partir de ello sería una nueva ciencia capaz de llevar a una síntesis las políticas de transformación social comenzando por un cambio en uno mismo psique, acompañado por la recuperación de la participación cívica, esto provocará el cambio en la cultura, valores y visión del mundo y hará del regionalismo un ideal operativo. El regionalismo afronta el estudio de la relación lugar-trabajo-gente a partir de patrones espaciales de la sociedad y tecnoambientales dentro de una región (estudio de las condiciones materiales básicas que condicionan el desarrollo técnico y social), esto permitiría determinar la calidad de vida humana. En el estudio que afronta el regionalismo, el lugar es recuperado imaginativamente y explorado en forma científica e imaginativa; la cultura es vista en vinculación geográfica al lugar; se trata de captar el ethos (relación entre la estructura interna del YO y la forma social y estética de la comunidad entera); se trata de encontrar un pasado usable y desenmascarar los falsos mitos de la cultura. La relación entre lugar y cultura es una elección moral. En la era neotécnica el hombre puede ser un restaurador de comunidades de vida en la naturaleza y la región es el campo de trabajo en dos sentidos: en sentido cultural, es la elaboración de la experiencia humana (pasada y presente) conectada al lugar; en sentido natural, se relaciona con la idea de ecosistema, un bioma o unidad orgánica que puede ser parte de una geografía. La experiencia humana las vincula a través de la creación de mitos y símbolos, dentro del regionalismo como centro interior. Mumford propone una recontextualización de la Modernidad manteniendo: ciencia y logos, imaginación y mito, como discursos paralelos esenciales, con dos implicancias: la del estudio científico de la región y planeamiento urbano-regional (aproximación funcionalista); y la de Reconstrucción imaginativa de la Nueva Inglaterra y su apropiación del mito, la creación de un pasado usable (aproximación fenomenológica). La relación territorio-población es de carácter holística sistémica, proyectación socioecológica, visión generalista. El fin es el equilibrio, lograr la necesaria flexibilidad para afrontar respuestas adecuadas en equilibrio dinámico entre: lo Individual (ejercicios físicos y mentales, involucramiento público y retiro contemplativo, seguridad familiar y aislamiento) y lo Comunitario y Regional (conservar las ventajas de la cultura urbana en contacto con la naturaleza y hacer convivir industria y agricultura, trabajo y diversión). A través del regionalismo se
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trata de encontrar el compromiso productivo crucial para la autorrealización ya que el sustento es un modo de ser en el mundo. Para lograrlo hay dos vías posibles: la vía romántica para definir la subjetividad inclusiva del lugar, implica la restauración imaginativa de la naturaleza, rescata del pasado usable (relevante al espíritu y necesidades críticas del presente) de los Días Dorados el mito de la relación entre hombre y naturaleza de Emerson; la vía funcionalista y de valores intrínsecos del trabajo productivo. A través de la visión organicista se evita el camino romántico del aislamiento y se logra conectar mundo interior con naturaleza. Implica un proceso de aproximación individual dentro de una unidad de existencia en la que: La entera realidad es un proceso constituido por acontecimientos; la unidad está en continua transición; la unidad es un proceso creativo que se hace aparente en la aprehensión (se hace posible por actos individuales de autodisfrute; conecta acontecimientos espacial y temporalmente); la aprehensión es la capacidad de promover la fusión de actos o hechos materiales con las potencialidades ocultas de la vida, es una capacidad creativa fundada en ocasiones de experiencia. A partir de esto se propone promover respuestas creativas que reúnan datos de la experiencia fundidas en unidades de forma. Rescata a Emerson en cuanto a que la naturaleza es un proceso de crecimiento que sostiene nuestra fe en la posibilidad de vida (práctica de autorrealización). Implica un principio ecológico de interdependencia entre especies y entre estas y su ambiente común.
Principios fundamentales de la American Regional Planning Association (ARPA) • Canalizar todo nuevo desarrollo dentro de ciudades planificadas. • Construir nuevas viviendas más ampliamente disponibles para costos significativamente bajos de tierra y construcción. • Construir asociaciones público-privadas para ensamblar grandes tratos de tierras y planificar nuevas ciudades y pueblos jardín. • Un cuidadoso planeamiento de nuevas áreas urbanas para incluir centros urbanos coherentes y barrios cohesivos. • Construir accesos limitados a las autopistas para encontrar las necesidades del transporte y limitar estrictamente el desarrollo entre pueblos y rutas de transporte. • Situar más industrias en localizaciones próximas a fuentes de materias primas. • Desarrollar medios regionales de energía (por ejemplo: represas hidroeléctricas como base para el desarrollo económico). • Proveer espacios verdes significativos para agricultura y recreación adyacentes a toda nueva o existente área urbana. Miembros de la ARPA: Lewis Mumford (1895-1990); Clarence Stein (18821975); Benton MacKaye (1879-1975); Henry Wright (1878-1936); Catherine Bauer (1905-1964); Frederick Lee Ackerman (1878-1950); Charles Harris Whitaker (1872-1964); Stuart Chase; Robert D. Kohn (1870-1953); John Bright; E.
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Henry Klaber; Frederick Bigger; Alexander M. Bing; Catherine Bauer Wurster (1905-1964); Edith Elmer Wood (1871-1945). Benton MacKaye (1879-1975). Graduado en ciencias forestales en Harvard y funcionario del Servicio de Parques, trabajo bajo la dirección de Guifford Pinchot y también participó en la Tennessee Valley Authority, además fue presidente de la Wilderness Society. En el 1921 propone el proyecto del Tren de los Apalaches. Este proyecto representa todo un ejemplo de planificación regional de carácter ambiental pionero por cuanto propone una relación sustentable entre uso de los recursos naturales, actividades del hombre, caracteres ecológicos y modelos de comportamiento social, anticipándose a los principios que llevará adelante la Regional Planning Association of America años más tarde. Su mayor interés estuvo puesto en ver oportunidades de combinar el gobierno de los recursos naturales con la ocupación y el mejoramiento de las condiciones de vida del hombre. Al igual que John Wesley Powell, MacKaye insiste sobre la necesidad de la intervención federal en ayuda de las iniciativas locales, de la planificación colectiva (planeamiento comunitario), de la disciplina de los recursos hídricos, de la contención de la tendencia especulativa sobre las tierras, del control federal sobre la extracción de los recursos minerales. En su libro, The New Exploration, 1928, con el subtítulo: una filosofía de la planificación regional, MacKaye brinda una concepción del ambiente que lo aproxima a las perspectivas contemporáneas más maduras del ambientalismo. Según Danilo Palazzo la nueva exploración debe confrontarse con tres elementos: los recursos naturales, el flujo de bienes y el ambiente, mientras la vieja exploración tenía que ver con elementos más simples: el suelo, el flujo del agua y la atmósfera. El ambiente al cual hace referencia MacKaye corresponde ya sea a una dimensión filosófica o a una ecológica y física. Él, de hecho, sostiene que “el ambiente para el hombre civilizado corresponde a ello que es el aire para los animales, es el aliento vital”. El ambiente es el ingrediente de base de la vida así como el aire lo es de la existencia” (1928:29). De acuerdo con Palazzo, existe en esta concepción de ambiente un eco de romanticismo dado que el ambiente pertenece a las exigencias del alma del hombre como a las de su cuerpo. Hay una dimensión espiritual antes que física y, ciertamente, no coincide con el ambiente físico aunque él es parte de los elementos que componen el ambiente en el sentido dado por Mackaye. Éste está compuesto de los recursos psicológicos, que son definidos como: “la energía psicológica humana, o felicidad, que reside en el sistema natural, o ambiente (…) El ambiente es más bien, como para Splengler, el producto de la historia” (Palazzo, 1997). Clarence Stein (1882-1975). Fue el difusor de la ciudad jardín en América a través de las Greenbelt town. Stein, con la colaboración de Henry Wright, pudo desarrollar experimentos innovadores sobre trazados urbanos y tipos de vivienda; experimentos prácticos realizados a pequeña escala, como Sunnyside, y proyectos más ambiciosos como Radburn. Estas propuestas
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estuvieron inspiradas en la ciudad jardín de Howard; la Neighbourhood Unit de Clarence Perry. Su propuesta de nuevas urbanizaciones, como la presentada con el modelo de Radburn, no pretenden ser un modelo a imitar, sino un modo posible de desarrollar un urbanismo alternativo al del Movimiento Moderno. En el pensamiento de Stein, la ordenación urbana final es el resultado de acciones individuales, subordinadas al interés general, pero al mismo tiempo conformadoras de ese ámbito global que constituye la estructura urbana. (José Luis de las Rivas Sanz). Mumford consideraba que el principal propósito de las ciudades jardines era ofrecer un modelo de urbanización alternativo a la de la gran ciudad, que se caracterizase por la baja densidad y una experiencia estética a partir de una ordenada belleza de los edificios hechos a escala humana, de los árboles y de las plantas con flores y de los espacios verdes abiertos circundados por edificios de baja densidad, de modo que los niños pudieran correr para agregarle belleza ya sea al uso que a la estética. (Palazzo). El resultado final sería generar una red de ciudades jardines rodeadas por cinturones verdes que impidieran que estas se fusionaran y se mantuvieran así separadas por áreas naturales.
Era de aceptación del paradigma ambiental Durante el período de maduración del paradigma 1970-1980 ha habido cuatro temas principales, según Forster Ndubisi: Landscape processes (apuntan a una interpretación comprehensiva de los procesos internos del paisaje vistos a través de conceptos como estructura, procesos y localización. Por estructura se considera la composición de elementos biológicos y no vivientes en ambientes naturales y humanos – las relaciones funcionales entre elementos tales como clima, forma de la tierra, suelos, flora y fauna. Los procesos implican el movimiento de energía, materiales, y organismos en el paisaje; la localización refiere a la distribución de elementos y procesos en el paisaje con relación al clima y forma de la tierra). Los autores claves en este tipo de estudios son: Ian McHarg, Julius G. Y. Fabos y el ecólogo Eugene Odum. Cultura en la planificación del paisaje (apunta al estudio del paisaje en tanto interfase entre procesos naturales y humanos, y reflejo del dialogo que ocurre entre ambos procesos en el tiempo. Para ello será de fundamental importancia interpretar el punto de vista de los propios actores, su visión interior a partir de la cual significan y valoran el paisaje, esta será la garantía de una comprensión profunda de la naturaleza y evolución del diálogo entre naturaleza y procesos antrópicos). Los autores claves en este tipo de estudios son: R. Burton Litton; S. Schauman y Ervin Zube (Arq. del paisaje). La Universidad de Pensylvania ha estado a la vanguardia en la integración
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de procesos humanos dentro de la planificación del paisaje, dentro de este ambiente se destaca Narendra Juneja. Otro antecedente importante es el del grupo interdisciplinar Hazleton (Univ. de Pensylvania), de arquitectos del paisaje y antropólogos. Otro esfuerzo importante es el de Jonathan Berger, Yehudi Cohen, Joanne Jackson, Dan Rose, Frederick Steiner. Planificación del paisaje y ciudad (apunta a observar los paisajes urbanos como ecosistemas; o sea, como una colección de organismos vivientes interactuando con cado uno de los otros en su ambiente natural y construido. Este punto de vista toma sentido solo cuando las personas están reunidas como un componente integral y esencial de los organismos vivientes. Los autores de esta orientación abogan por un diseño y planificación de paisajes que sean ricos, diversos, productivos y regenerativos. Un punto de partida es comprender el trabajo interior de los ecosistemas y su expresión visual. La atención está puesta en los procesos ecológicos esenciales para el funcionamiento y sustento de los ecosistemas: el flujo de energía, material nutriente, y especies). Los autores claves en este tipo de estudios son: Anne Spirn, Michael Hough y John Lyle. Landscape Ecology (apunta a trasladar los principios ecológicos a los contenidos del diseño del paisaje a escala de sitios pequeños. Se trata de hacer accesible a los planificadores del paisaje y diseñadores principios de planificación y diseño que puedan crear orden ecológico y visual y también sentido). Los autores claves en este tipo de estudios son: el trabajo pionero de Richard Forman y Michael Godron, luego se destacan autores como Jack Ahern, Edward Cook, Donna Hall Erickson, Frank Golley, Tom Hunt, James Thorne y Joan Hirschman Woodward. Un párrafo aparte merece la corriente del behaviorismo de los años 1960 y 1970, dentro de la cual se dan las primeras innovaciones en las estrategias de conocimiento del ambiente urbano desde una gran sensibilidad con los aspectos culturales e históricos, las figuras destacadas en esta línea son: Jane Jacobs, Christopher Alexander, Kevin Lynch, Amos Rapoport. Dentro del landscape planning se da la orientación biocéntrica junto a los primeros modelos para interpretar las relaciones entre los ecosistemas naturales y el hombre orientados a la planificación sustentable del territorio natural y urbano con el aporte de conocimientos científicos y recursos tecnológicos avanzados. Las figuras destacadas en esta línea fueron: George Angus Hills, Philip H. Lewis Jr., Ian McHarg (estos dos últimos ubicados dentro de la 2da. Tradición). En la actualidad esta línea se continúa a través de la proyectación y planificación ecológica, en la que se destacan autores como Frederick Steiner (ubicado en la 1ra. y 2da. Tradición), Foster Ndubisi, y desde una postura biourbanística, Carl Steinitz. Otros que se destacaron: Burt Litton (University of California - Berkeley); Jay Appleton; Rachael y Stephen Kaplan; Sally Schauman; Ervin Zube.
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George Angus Hills (1902- ) (científico del suelo y geógrafo) desarrolló un método para usar la capacidad biológica y física del suelo para guiar las decisiones del uso del suelo para la agricultura, bosques, fauna y recreación. Philip H. Lewis Jr. ( ). The Regional Design Process. Algunos principios de su modo de conocer y actuar: • Cree que el proceso para alcanzar la sostenibilidad no es de competencia de una profesión singular, sino que pertenece al pensamiento interdisciplinar y transdisciplinar de expertos formados en diversos campos del saber. • El análisis procede desde la escala global a aquella local. Ella concierne al desarrollo de un modus operandi que se ocupa de la proyectación de nuestro impacto sobre la superficie sobre la cual vivimos. • Lo importante es mapear las diversas tipologías ambientales (para preservar los recursos naturales y culturales) • La clave de la sustentabilidad es comprender la naturaleza del impacto y sus implicaciones en todo el sistema natural y cultural. Antes que se pueda hacer algo, debemos comprender lo que involucra el continuum del paisaje y como se presenta cada uno de sus recursos críticos o patrones. Con ello reconocemos a dónde están los mayores recursos de una región y podemos ver los patrones en los cuales ellos ocurren. Esos patrones nos pueden guiar en cómo y donde el futuro crecimiento puede ser localizado evitando destruir los recursos esenciales que soportan la vida. (Recursos subterráneos, recursos en la superficie de la tierra, recursos sobre la superficie). • Propone identificar corredores ambientales (que se dan a partir de la combinación de agua, tierras húmedas y patrones de escarpados topográficos). Ellos nos permiten en forma rápida detectar los suelos más críticos a preservar proveyéndonos de bases sólidas sobre las cuales tomar decisiones claves, sobre donde construir, donde no construir y cómo construir. Una vez que las decisiones fundamentales son hechas, las áreas críticas y sensibles serían señaladas para futuras evaluaciones. La clave es hacer una aproximación estructurada pero flexible que pueda ser alterada como un nuevo dato más comprensivo y evolución de técnica. • El reconocimiento de los patrones puede ser comprendido como una estructura de trabajo que provee una oportunidad para una discusión común de todos los contenidos juntos. • El Proceso de Diseño Regional para el diseño sustentable provee una comprensión crítica hacia una visión y hacia los valores regionales. El método llama a un uso interdisciplinario imbuido con una ética integrada de suelo y sociedad para actuar un inventario de recursos y proveer opciones que: - Mantengan y restauren nuestro sistema de soporte de vida - Alienten nuestra calidad de vida. - Preserven y adicionen a nuestro sentido del lugar. - Incluyan la concientización de y el respeto por una diversidad natural y cultural. - Permitan la elección de suficientes alternativas benéficas.
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- Informen según el juicio público mediante el uso de herramientas tales como: caminos ecológicos; caminos guías; centros de conciencia; academias para diseño sustentable. Fuente: Philip H. Lewis Jr.;Tomorrow by Design; John Wiley & Sons, Inc.; 1996; New York.
El Proceso de diseño Regional es entendido como un proceso comprensivo para el diseño, desarrollo y restauración, aplicando el modelo a una variedad de escalas de ambientes. Ian McHarg (1929-2001). Considerado el padre del planeamiento ambiental moderno. Reconoce la fragmentariedad y el reduccionismo dominante en las ciencias. Critica la concepción de la Planificación como ciencia social aplicada, basada preponderantemente en la Economía, Sociología, Cálculo, Estadística, sin mayores consideraciones para con las ciencias físicas y biológicas. (Ciencias Naturales). McHarg propone un proceso de integración y síntesis denominado Human Ecological Planning, en el que se integran contenidos desde la Física, la Biología, y las Ciencias Sociales. La propuesta de integración de estas Ciencias Ambientales se da a partir de una participación cronológica y están representadas como estratos de una torta. El modelo para integrar las ciencias se llama cronología. Se trata en cierto modo de practicar una arqueología de los aspectos configuradores del territorio, a partir de los componentes más antiguos, como el subsuelo de roca hasta los más recientes como la vegetación de superficie. Es un estudio enfocado desde la ecología humana, que intenta comprender cómo la región se “vuelve lo que es”. Los aspectos humanos son vistos e interpretados con relación a estas condicionantes físicas naturales de base. El resultado final esperado apunta a “dotar de sentido” a la estructura territorial resultante, en tanto “modelo biofísico interactivo” en el que se muestra la forma racional de colocarse la población en el territorio. A este método McHarg lo llamó Suitability Análisis. El cual asigna una importancia básica a las características propias del Medio Físico Natural, como soporte posibilitante de la localización y actividades humanas. El concepto fundamental en torno al cual gira todo el análisis es el de la adaptación, como cuestión central dentro de sus estudios ecológicos que incluyen procesos naturales y culturales. La Planificación Ecológica será entendida como “aquel proceso por el cual una región es entendida como un proceso biofísico y social comprehensivo a través de operaciones de flujo y tiempo”. Entre algunas de las críticas que se le hacen a la propuesta de Ian McHarg se encuentran aquellas que lo ubican dentro de una perspectiva con una clara “obsesión clasificatoria”. “Que con las prácticas lineales del overlay mapping ha dado por
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años un duro golpe a las posibilidades de un desarrollo no lineal y ecléctico de las relaciones entre disciplinas interesadas al territorio.” “Entre las líneas de la planificación ambiental constitutivamente empeñadas en la ‘descripción de lo real’, el Ecological Planning se caracteriza, a partir de los años 60, por el determinismo ecológico de McHarg y de Angus Hills, uno de los pioneros, este último, de programas de estudio de la planificación de matriz pedológica.” Fuente: Giovanni Maciocco.
Respecto de la crítica que se le hace a McHarg, de su “insuficiente conocimiento de la teoría ecológica y de la ecología humana”. La aproximación de MacHarg, tal como es descripta en Design with nature, reconoce la significancia de los procesos del paisaje, pero en retrospección, provee insuficiente guía en cómo ellos pueden ser incorporados como opciones para mantener cambios sobre y dentro del paisaje. Más precisamente, trata a los elementos del paisaje, tales como suelo y vegetación como si ellos fueran contenidos separados e independientes. Para identificar áreas en el paisaje que son inmediatamente apropiadas o sensibles a diferentes actividades humanas, identificamos elementos relevantes del paisaje y los ubicamos sobre mapas traslúcidos o en computadoras. Sabemos que los elementos mapeados están íntimamente relacionados a cada otro desde nuestro conocimiento sobre ecología. Solamente cuando los combinamos usando la técnica de superposición, en realidad mostramos un modelo de cada una de sus relaciones funcionales, y cómo son ellas distribuidas sobre el paisaje. Lo mostrado, de cualquier modo, no muestra cómo la energía, materiales u organismos fluyen entre medio de los elementos del paisaje bajo estudio. Para hacerlo necesitamos hacer asunciones sobre la naturaleza de los flujos cuando seleccionamos los elementos relevantes que están sobrepuestos. Un problema relativo es que, desde que nos focalizamos en identificar áreas tanto sensibles como apropiadas para actividades humanas, podemos descuidar aquellas áreas en el paisaje que no tienen ninguna consecuencia para el uso humano. Un ejemplo es la capacidad para la supervivencia a largo plazo de fauna o especies de plantas protegidas o en peligro. Ello indica las inadecuaciones del método de MacHarg y al mismo tiempo ellas fueron relacionadas a un insuficiente conocimiento de la teoría ecológica y de la ecología humana. Fuente: Forster Ndubisi.
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Era de maduración del paradigma ambiental Desde un enfoque biocéntrico Desde el landscape ecology a partir de la década de 1980 hasta nuestros días, con gran desarrollo científico y tecnológico fuertemente centrado en un enfoque biocéntrico y ecologista, se logra una síntesis trandisciplinar entre ecológica y paisaje (Richard T. T. Forman, Michael Godron, Anna Hersperger, Joan Hirschman Woodward, Zev Naveh). Algunos que han hecho el esfuerzo para incorporar la “perspectiva de los propios habitantes” son: Litton; Schauman y Ervin Zube. Michael Godron y Richard T. T. Forman. Estos autores definen la ecología del paisaje en estos términos: “La Ecología es generalmente definida como el estudio de las interacciones entre organismos y su ambiente, y un paisaje es un mosaico de varios kilómetros de ancho sobre el cual un sistema particular local y usos del suelo se repiten. Estos conceptos han probado ser ambos simples y operativamente útiles. Por lo tanto el ‘Landscape Ecology’ es simplemente la ecología de paisajes, y la ‘Regional Ecology’, la Ecología de las Regiones”. “Los principios de la Ecología del paisaje y de la Ecología regional se aplican a cualquier mosaico de tierra, desde el suburbio a las áreas agrícolas, desde el desierto al bosque. Ellos trabajan igualmente en áreas naturales prístinas y áreas de intensa actividad humana. Como una celda de plantas o un cuerpo humano, este sistema viviente exhibe tres amplias características: estructura, función y cambio. • Estructura del paisaje. Es el patrón espacial de disposición de los elementos del paisaje. • Funcionalidad. Es el movimiento y flujo de animales, plantas, agua, viento, materiales y energía a través de la estructura. • Cambio. Es la dinámica o alteración en patrones espaciales y funcionales en el tiempo. El patrón estructural del paisaje o región está compuesto enteramente de tres tipos de elementos. Verdaderamente tres elementos universales –parches, corredores y matriz– son los agentes de altas disimilaridad de paisajes y para el desarrollo de principios generales. Ellos también son los agentes para la planificación del uso del suelo y la arquitectura del paisaje, ya que los patrones espaciales controlan fuertemente los movimientos, flujos y cambios.”
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“El simple lenguaje espacial se hace evidente cuando consideramos cómo los parches, corredores y matrices se combinan para formar la variedad de mosaicos de suelo en la tierra. ¿Cuáles son los atributos claves de los parches? Ellos son grandes o pequeños redondos o alargados, lisos o intrincados, pocos o numerosos, dispersos o agrupados y así en adelante. ¿Cuáles son los atributos de los corredores? Aparecen angostos o anchos, lineales o curvos, continuos o discontinuos, y así. Y la matriz es simple o subdividida, variada o casi homogénea, continua o perforada, etc. Estos atributos espaciales o descripciones están cerradas a una definición de diccionario, y todas son familiares a los hacedores de decisiones, profesionales, y especialistas de muchas disciplinas.” “El paisaje integral o región es un mosaico, pero el barrio local es además una configuración de parches, corredores y matriz. Los ecólogos del paisaje están estudiando activamente y desarrollando principios para patrones de biodiversidad y procesos naturales en estas configuraciones o mosaicos de vecindarios.” “Por ejemplo, cambiando un mosaico por adición de un seto, estanque, casa, bosques, rutas u otro elemento, cambia el funcionamiento. Los animales cambian sus rutas, el agua fluye en otras direcciones, la erosión de las partículas del suelo cambia, y los humanos se mueven en forma diferente. Removiendo un elemento se altera el flujo en una manera diferente. Y reordenando los elementos existentes se causa aún cambios más grandes en cómo funcionan los vecindarios. Estos elementos espaciales y sus arreglos son los reales agentes para los arquitectos del paisaje y los planificadores del uso del suelo.” “Los procesos naturales también como las actividades humanas cambian los paisajes. En una serie temporal de fotografías aéreas aparece una secuencia típica de mosaicos. La fragmentación del hábitat es frecuentemente notada y descripta. Pero cualquier otro de los procesos espaciales se hacen evidentes en las transformaciones de la tierra, tales como una perforación, disección, encogimiento, reducción y uniones, cada una con implicaciones humanas y ecológicas mayores.” “Estos principios son significativos desde el vecindario a los mosaicos regionales. Ello se focaliza en patrones espaciales, los cuales determinan fuertemente las funciones y los cambios. Sus componentes parches-corredores-matriz tienen universalidad para cualquier región. Y su lenguaje alienta la comunicación y colaboración.” Fuentes: (A) Dramstad, Wenche E.; Olson, James D.; Forman, Richard T. T.; Landscape Ecology Principles in Landscape Architecture and land-use Planning, Harvard University Graduate School of Design, Harvard; 1996. (B) “Urbanística 108”, enero-junio 1997, INU Ediz., Roma.
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Joan Hirschman Woodward. El diseño ecológico reconoce complejas relaciones entre personas, el suelo y el lugar, y eso forma decisiones que pueden afectar las funciones positivas del sitio y las respuestas humanas positivas a aquel sitio. El diseño basado en la “firma” emerge de una fascinación con las relaciones. Podemos comenzar a caracterizar el lugar visualizando relaciones repetidas en una región particular. Las relaciones son ambas de naturaleza y de cultura. Ellas acumulativamente caracterizan un área o una región y avanza un sentido de reconocimiento que potencialmente puede conducir a una fijación humana a invertir intereses en el lugar. Los patrones censados no son objetos aislados, sino que están inextricablemente enganchados a un proceso, ecológico, cultural y económico que los conforma. Por lo tanto, el diseño basado en la firma es el acto de comprensión de firmas de una región o un sitio en términos de los procesos que la forman y después aplicando esos patrones al diseño y planificación. ¿Por qué? Porque así podemos entender que comprendiendo las relaciones indicativas de una región determinamos cuáles mejores relaciones encuentran nuestras metas corrientes y, finalmente, podemos diestra y sensiblemente usarlas para conscientes e inspirados diseños y planes. Fuente: Joan Hirschman Woodward.
Desde el landscape planning actual ciencia regional, macroplanning, programa de gestión del crecimiento, planeamiento ambiental regional, a partir de la década de 1990 se destacan autores como: Michael Hough, John Tillman Lyle, Anne Whiston Spirn, Narendra Juneja, el equipo de Hazleton, Jonathan Berger, Yehudi Cohen, Joanne Jackson, Dan Rose. John Tillman Lyle (1934-1998). Arquitecto del paisaje. Enseñó y practicó el diseño y planeamiento ecológico, enfatizando el rol esencial de los procesos naturalmente involucrados en el ambiente humano. Su práctica arquitectónica es parte del paisaje. Sus proyectos exploran la potencialidad de los procesos regenerativos para alcanzar la sustentabilidad. Lyle define cuatro cualidades para un paisaje sustentable: La localización: El paisaje crece fuera de un lugar y es extraordinario a ese lugar. Riqueza constante de la vida: el paisaje debe ser activo y creciente. La diversidad: el paisaje debe ser un ambiente diverso. Está vivo con una variedad de las plantas y la vida animal que engendra la biomasa para sostener la vida. La continuidad: debe haber la continuidad en el espacio y el tiempo. Un paisaje debe continuar con el tiempo y debe haber la continuidad entre paisajes sucesivos. Debe existir un modelo de las interacciones y del flujo que lleva de un paisaje a otro. Muchas personas se representan un parque urbano cuando se menciona el término diseño del paisaje. Sin embargo, Lyle dice
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que el único paisaje sostenible es la ladera no tocada. En este sistema hay diversidad de plantas y vida animal que engendra una biomasa que conserva la energía para sostener el ambiente total. Este es un sistema regenerativo que está vivo y funciona con la entrada exterior mínima de energía. El parque urbano, como muchos de los diseños de paisajes hechos por el hombre, son un recurso o requieren de hundirse en cantidades masivas de recursos exteriores de energía, tal como agua y abono para mantener la vida. Cuando Lyle señala: “es un paisaje en soporte de la vida”. Las cuatro cualidades de un paisaje sustentable que Lyle presenta también aparecen en algunas discusiones de planeamiento y diseño sustentable. Una comunidad no puede ser construida. Ella debe evolucionar desde el lugar y debe haber una riqueza de la vida que sea activa y creciente. Esta riqueza de la vida es creada teniendo la diversidad en las culturas, en la base socioeconómica, en el de tipo edilicio, y funciones. También, debe haber la continuidad. La continuidad con el tiempo es sostenibilidad, pero para ser sostenible debe haber también la continuidad entre los elementos del diseño. Debe haber un patrón que conecte cada elemento de la comunidad: el edificio, la calle, el ambiente, el espacio cívico, y el paisaje. Parece que, tal como discutimos la planificación y el diseño sostenibles, si la discusión es sobre el diseño del vecindario, el diseño de un edificio, o del paisaje, llegamos a las mismas conclusiones. El sistema completado debe ser tenido en cuenta y ningún elemento puede ser visto en el aislamiento. Además, para que un sistema sea completamente sostenible, debe ser un proceso regenerativo sobreviviendo con una entrada natural de energía. Fuente: Review of Landscape: A Source of Life a University of Florida Sustainable Development Seminar Series lecture given by John Lyle, chairman of the Landscape Architecture Department at California State Polytechnic. Posted 30 April 1998.
Michael Hough (1928-2013). El concepto de planeamiento ecosistémico, a su nivel más fundamental involucra la noción de que la integración de las ciencias naturales dentro del proceso de planeamiento, en todas las escalas, es esencial para formar un hábitat humano saludable. La lección básica que la naturaleza proporciona implica el principio de que el todo está conectado consigo mismo (Barry Commoner). ¿Esto tiene que ver con los límites del planeamiento: cómo lo definimos? Los límites dependerán de lo que esté siendo estudiado: hay diferentes esferas geográficas para diferentes cosas. Un segundo aspecto del concepto es el hecho que los ecosistemas son dinámicos. Esto tiene que ver con el planeamiento de espacios verdes. Una red de espacios abiertos es un componente esencial del planeamiento ecosistémico. Ello implica, primero, identificar y proteger lugares naturales significantes, tales como tierras de bosques, hábitats naturales, estuarios de ríos, que son
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esenciales para el mantenimiento de la diversidad. Segundo, ello supone que estas áreas naturales deberían estar juntas, relacionadas, las islas de significancia natural protegidas no son ecológicamente viables en ausencia de conexiones físicas. La continuidad es un componente esencial del planeamiento ecosistémico. Tercero, necesitamos identificar espacios abiertos recreacionales y vínculos peatonales a través de las costas y riberas. Un tercer aspecto implica la asunción de las vías ambientales. La agenda diaria debe ser llevada hacia la conservación de la salud ecológica del sistema. ¿La cuestión que debemos evaluar es qué es esencial de mantener? El planeamiento ecológico en áreas urbanas incluye dos parámetros generales. Primero, existe la necesidad de identificar y proteger aquellas partes del sistema natural que aún mantienen su integridad: en otras palabras, la función ecológica esencial que mantiene la salud del sistema. (Áreas de recarga de bosques, arroyos en las partes superiores de las cuencas, valles intactos, las laderas de bosques, los pantanos, el hábitat de la fauna, y otras características extraordinarias, geológicas, ecológicas o culturales.) Esto plantea la cuestión de las conexiones, ya que los sitios ambientalmente sensibles o las áreas de interés natural y científico, si no son vinculados entre ellos no podrán mantener su integridad ambiental. Otro principio es retrotraer los ambientes degradados al estado de salud en el que se encontraban cuando fueron dañados. El principio fundamental en el cual se basa la restauración del paisaje es reconocer los modelos del paisaje y la comprensión de los sistemas naturales que subyacen a estos modelos antes de tratar de restaurarlos. Implica también la noción del menor esfuerzo con la máxima ganancia. Un cuarto aspecto tiene que ver con el cambio de los valores públicos. Un quinto aspecto es el hecho establecido que es menos costoso a largo plazo trabajar con el sistema natural en el planeamiento urbano, que contra él. Un sexto aspecto es el hecho bastante obvio de que los sistemas naturales no tienen relación con las fronteras políticas, ello significa la cooperación interjurisdiccional como requisito fundamental de la planificación ecológica. El sentido del lugar. Implica una comprensión de los modelos y diversidad naturales en el paisaje y asegurar su protección en el nuevo desarrollo nuevo. Implica también la protección de la historia y la herencia culturales. Fuente: Gough, M. H. Naturaleza y ciudad. Barcelona: Gustavo Gilli, 1998.
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Desde un enfoque antropobiocéntrico Fase de cambio desde la visión biocéntrica (centrada en el ambiente natural) hacia la antropobiocéntrica (centrada en el ambiente del hombre), propia de la progettazione ambientale italiana en la década de 1970, fiel heredera de la línea teórica que iniciara Patrick Geddes, continuara con Lewis Mumford, con autores claves como: Fernando Clemente, y Giancarlo De Carlo. Esta perspectiva evoluciona hacia el enfoque territorialista italiano que nace a inicios del año 1990 en Italia por obra de algunos docentes e investigadores de la urbanística y de la sociología que han decidido coordinar la actividad de investigación en el ámbito universitario y CNR: Alberto Magnaghi (Università di Firenze), Giorgio Ferraresi (Politecnico di Milano), A. Peano (Politecnico de Torino), Enzo Trevisiol (IUAV), Alberto Tarozzi (Università di Bologna), Enzo Scandurra (Università de Roma La Sapienza), Alessandro Giangrande (Università di Roma Tre), Dino Borri (Università de Bari) y Bernardo Rossi Doria (Università de Palermo). Esta perspectiva territorialista representa el legado actualizado, maduro y profundo del pensamiento más agudo de autores pioneros del ambientalismo como Geddes y Mumford. La característica fundamental de esta perspectiva es estar centrada en el ambiente del hombre con una visión compleja, hermenéutica a partir del rescate y reconceptualización del territorio asumido como hecho cultural y simbólico desde el cual construir estrategias de desarrollo sustentable local. Alberto Magnaghi (1941- ). Conceptualiza el ambiente del hombre en estos términos: “El ambiente no es una bestia a domar sino un sistema que debe ser protegido lo más posible de la acción humana. Nosotros debemos confrontarnos no con una Naturaleza abstracta sino con aquello que podemos considerar un neoecosistema producido por el hombre derivado de las relaciones dinámicas entre ambiente natural, ambiente construido y ambiente antrópico: de estas relaciones emergen los territorios, los lugares, los cuales son sujetos culturales, hablan, dialogan del largo proceso de antropización a través del paisaje, restituyen identidad, memoria, lengua, culturas materiales, mensajes simbólicos y afectivos”. El enfoque territorialista supone un nuevo estado de evolución cualitativa en el que Plan, Proyecto y Ambiente conforman una sola unidad a través de considerar al territorio como un objeto de estudio interfase entre lo social y lo natural, entre lo material y lo simbólico, entre la visión proyectual y la actuación transformadora, y lo hace a partir de concebir escenarios estratégicos territoriales. Estos son interpretaciones a futuro de los yacimientos patrimoniales (ambientales, territoriales, paisajísticos, sociales, culturales) y de su puesta en valor durable; reflejan, en el diseño, los mapas patrimoniales de los cuales son alimentados; se trata en cada caso de un
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diseño no normativo, sino de valor heurístico, que no agota la complejidad de la visión estratégica; los escenarios proponen visiones del territorio que expresan una tensión utópica, en términos de utopía concreta; los escenarios contienen, más allá de un valor proyectual, un valor comunicativo: su forma, su lenguaje deben ayudar a la activación de procesos participativos para la construcción de pactos locales de desarrollo, volviendo perceptibles a los diversos actores del proceso, institucionales y no, el valor del territorio como bien común que el escenario trata en sus visiones de transformación autosostenible; los escenarios son multiescalares y multisectoriales. El escenario estratégico se convierte así en una auténtica interfase del conocimiento y proyectación capaz de brindar una lógica general al Plan y al Proyecto en tanto componentes de un mismo orden generador, en palabras de Alberto Magnaghi: “El escenario estratégico hace referencia a dos objetos, uno Transdisciplinar, en cuanto comporta elaboraciones de visiones del futuro ‘holísticas’, integradas, dirigidas a redimensionar el predominio del subsistema económico a favor de aquel cultural, social, ambiental; y otro multidisciplinar, en cuanto requiere la predisposición de proyectos y planes vueltos a la superación de la autorreferencialidad de las aproximaciones sectoriales y a la evidenciación de las interdependencias y sinergias multisectoriales en afrontar los problemas de la sostenibilidad del desarrollo”. “A la duplicidad del objeto de referencia del escenario estratégico y de las varias acciones configuradoras de la transformación ecológica (proyecto territorial y plan territorial) corresponde una duplicidad de la figura del experto. Es posible distinguir entre una función de proyectación confiada a un sujeto multidisciplinar que se puede definir como arquitecto del territorio y una de elaboración estratégica a confiar a un planificador del territorio.” “En este cuadro el arquitecto tiene la tarea de diseñar el escenario de transformación ecológica del territorio, a través de la recogida y la coordinación de diversos saberes disciplinares (geografía, ecología, ciencias de la tierra, economía, historia…) y de las diversas sugerencias y acciones proyectuales locales en una imagen del lugar coherente y ordenada, y contemporáneamente ideal y utópica.” “El planificador, también coordinador de competencias multidisciplinares (ciencias políticas, sociológicas, históricas, antropológicas, administrativas, económicas) tiene también la tarea de proyectar y gestionar los sistemas de relaciones que contribuirán al proyecto territorial y a sus especificaciones sectoriales. Su rol tiene un aspecto metaproyectual: debe proyectar el proceso de proyectación. El plan estratégico se puede interpretar como sistema comunicativo, entre saberes expertos y saberes contextuales.” También aquí subyacen contenidos relacionados con los mecanismos de
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elección social en referencia a la “racionalidad ecológica” de John Dryzek. Los criterios para verificar el grado de racionalidad ecológica son: la retroacción negativa, la impronta ecológica, la robusteza y la flexibilidad, la resiliencia, la elite central que mantiene el peso de la coordinación. También se hace referencia a la racionalidad comunicativa y a Lindblom y la planificación tutorial (persuasión moral). Fuente: Magnaghi, A. (a cura di), Scenari Strategici. Visione identitarie per il progetto di territorio. Firenze: Alinea editrice, 2007.
El enfoque territorialista se sustenta en los siguientes principios: • El territorio es asumido como el producto de la cultura material y como éxito de procesos coevolutivos de larga duración entre asentamientos humanos y ambiente, como algo que no existe en la naturaleza y que se transforma cada vez más en un proyecto cultural de una civilización, que puede producir y aumentar (coevolución constructiva) o degradar (dominio destructivo) el valor patrimonial. El proyecto territorialista se centra en la primera opción, y se ocupa, dentro de una sociedad contemporánea fuertemente desterritorializante, de producir valor adjunto territorial, a través de formas de gobierno social de los que lo habitamos, los trabajamos o recorremos. • Para este fin, el territorio no puede ser interpretado solamente como soporte inerte de las realidades sociales (economía, política, intersubjetiva), ni exclusivamente como una parte del ecosistema terrestre más o menos antropizado, provisto de ciertas dotaciones (tangibles e intangibles) acumuladas en el transcurso del tiempo. La aproximación territorialista lo interpreta como sistema vivo de alta complejidad que es producto del encuentro entre los eventos culturales y la naturaleza, compuesto por el lugar (o región) dotado de identidad, historia, carácter y estructura de larga duración. En este sentido se insiste en: - La inseparabilidad de la naturaleza y la cultura, y el vínculo interactivo de la sociedad humana con la tierra (de su entidad geológica, topográfica, ecológica, vegetal y animal). Este vínculo inseparable requiere de la superación definitiva de la división dicotómica del territorio en espacios naturales y espacios antropizados; - La inseparabilidad entre territorio e historia. Por definición el territorio siempre ha tenido y no puede no tener una profundidad historia que interviene activamente en nuestra existencia individual y colectiva en los procesos mentales, lingüísticos, perceptivos, sensoriales, y también en formas latentes de identidad ocultas durante largo tiempo. • En este sistema de lugares, las relaciones entre los individuos están mediadas, alimentadas y caracterizadas por las relaciones que tienen con
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su entorno material, mientras que los materiales (en cuanto relativamente estables, ligados a la materialidad de los lugares) también los componentes ambientales intangibles, como el que se denomina capital o patrimonio inmaterial; patrimonio que es un deposito/contenedor de saberes/conocimientos, inclusive de capital social, saber hacer contextual, capital cognitivo local, atmósferas industriales, capacidad emprendedora e institucional local, sistemas locales que se reproducen, estilos de vida, características identitarias del medio, etc. Diversos y plurales, los sistemas de conocimiento y los sistemas de valores locales se encuentran en la base de la evolución de la continuidad histórica-geográfica y de la adaptación; este último hecho es aún más necesario en momentos de inestabilidad y de imprevisibilidad. El conocimiento y los valores expresados por la población local son la base para el desarrollo de un territorio vivo, capaz de autorregenerarse. A este objetivo responde la tarea primordial de la investigación y las acciones territoriales, indagar la multiplicidad de marcos de referencia cognitivos y valores presentes localmente y traducirlos recíprocamente, así como construir un infralenguaje conectivo capaz de expresar proyectos locales comunes. • El enfoque territorialista asume las relaciones con el ambiente material verificando la idoneidad, tendiendo a liberarse del economicismo que limita la potencialidad semántica de algunos de ellos, y del paradigma mecanicista-industrialista que entiende los lugares como soportes inertes de la producción de mercancías. Las relaciones con el ambiente material son todavía consideradas como ecológicas en sentido amplio, es decir incluyendo las cuestiones económicas, políticas, culturales e institucionales. Es necesario reconstruir las relaciones entre naturalidad, ruralidad y urbanidad en todos los rincones del planeta. Se llama la atención a la biodiversidad biocultural que anima las dinámicas territoriales estimulando procesos de ida y vuelta. Se hace necesario un desplazamiento de atención desde la biodiversidad hacia la sociodiversidad: diversidad histórica y culturalmente determinada, donde se encuentran las decisiones de la sociedad contemporánea. • La dimensión local es fundamental. La dimensión local es un punto de vista que evidencia peculiaridad, identidad y unicidad de un lugar. El termino lugar no hace referencia a las dimensiones espaciales ni se refiere a la escala. El lugar tampoco es necesariamente pequeño. Son lugares un pueblo, un valle, una biorregión, el Mediterráneo, los Alpes, Europa, si los analizamos, interpretamos y tratamos proyectualmente de acuerdo con sus características identitarias propias. Todo comienza y todo recae en los lugares, pero pasando –hoy más que nunca- a través de todas las escalas. Para comprender y eventualmente transformar los lugares es precisa una visión transescalar: cada topografía u una cosmografía. No hay topofilia sin geofilia. No hay identidad local sin un sentido de la composición universal, sin apertura hacia el otro, como cuestiones esenciales para la reproducción de los lugares.
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• La relación adecuada entre el cierre y la apertura de un sistema local significa que la identidad no debe entenderse como una construcción inmóvil, un legado transmitido sin cambios, si no como una realidad dinámica, a largo plazo, proyectada hacia el futuro. La identidad local es ante todo una potencialidad, una oportunidad, un proyecto. La identidad local que es capaz de mirar hacia el futuro es más importante que aquella que mira solo al pasado. En ese sentido, un principio fundamental es liberar las cuestiones territoriales de las declinaciones discriminatorias (etnocéntricas, xenófobas, neonacionalistas y racistas) en que frecuentemente se traduce la competición político-económica entre las sociedades locales. Por lo tanto, es preciso dedicar una sistemática atención crítica a las condiciones en que se verifican estas degeneraciones y, en particular, a la reelaboración político-instrumental de la historia y de la memoria de los lugares. • En la construcción de un proyecto identitario sólido y dinámico asumen un rol directo e imprescindible los habitantes y sus estilos de vida. El estilo de vida en tanto propuesta total que un lugar, un pueblo, hace con respecto al progreso humano, a través de una pluralidad de estilos de vida se experimenta una respuesta consolidada a un complejo de condiciones irrepetibles. • El desarrollo de la sociedad local constituye la declinación antieconomicista del término desarrollo y no es casual que la calidad del ambiente natural, social y del paisaje asuma una importancia cada vez mayor. Esta declinación se mide en primer lugar con que debe decrecer: el dominio de las relaciones económicas globales, el consumo de recursos (energía, materiales…) y de suelo, la degradación del ambiente y de las relaciones de proximidad, etc.; en segundo lugar con que debe crecer: la ciudadanía activa, la conciencia de lugar, los estilos de vida propios, los sistemas económicos de base local fundados sobre la puesta en valor del patrimonio, los saberes contextuales para el ciudadano del territorio y la representación de la vida, la calidad de los paisajes urbanos y rurales contextualizados, las formas de apoyo reciproco de los habitantes, de su autogobierno y de federalismo. En otras palabras, el desarrollo de la sociedad local se mide tanto por el crecimiento de su bienestar, entendido como regocijo (joie de vivre), felicidad publica, y buen vivir, tanto a través de la capacidad de promover la participación política, la apertura dialógica entre los valores y el conocimiento de los otros; se mide en definitiva con la elaboración de procesos críticos y con la construcción de alternativas respecto a los modelos políticos y económicos que provocan nuevas pobrezas individuales y sociales y el consumo irreversible del territorio y del medio ambiente. Junto a estos principios, la sociedad de territorialistas promueve el estudio y la puesta en valor de experiencias socio-políticas alternativas, valorando en la relación entre gobernantes y gobernados, las iniciativas y las practicas que recuperen el doble significado del concepto de ethos, entendido como modo
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de actuar y de comportarse los unos con respecto a los otros, y como una forma de habitar el mundo. Además se promueve la centralidad del territorio o de los lugares y de los bienes patrimoniales locales en los procesos de conocimiento y de transformación en materia de bienestar social y felicidad publica, que atienden a la integridad de los sistemas de apoyo de la vida sobre el planeta desarrollando conocimiento y responsabilidad con respecto al territorio como bien común. Para verificar estos postulados de la investigación científica y del gobierno del territorio se promueven ámbitos de investigación-acción multitransdisciplinares que atraviesen el vasto campo de las artes y de las ciencias del territorio y que aporten respuestas coherentes afrontando de forma unitaria el territorio y superando por tanto la fragmentación típica de las disciplinas y de las políticas sectoriales. El enfoque territorialista implica una visión multidisciplinar y aún más, transdisciplinar, que permita afrontar los desafíos de la complejidad implícita en las dinámicas territoriales. Esta visión compartida debe proceder a partir de escuchar el pluralismo de las concepciones, de las matrices de pensamiento y de los paradigmas interpretativos que se mueven en los diversos horizontes disciplinares. No existe una única idea del territorio y de hecho es precisamente de la comparación fértil de las diversas interpretaciones desde donde avanza el frente del conocimiento y desde donde toman forma los proyectos del territorio.
Culturalismo escenográfico El New Urbanism, década de 1980. Autores claves: Peter Calthorpe, Andrés Duany, Elizabeth Plater Zyberk, Anne Tate, Dan Salomon, Cave Sellers. Esta perspectiva merece un apartado especial dentro de los enfoques ambientales ya que si bien en su origen, a partir fundamentalmente de la propuesta de Calthorpe, surge con una intención de reformular el fenómeno del sprawl americano, tratando de dotarlo con una urbanidad propia de las ciudades tradicionales e históricas, luego fue perdiendo su contenido reformulador de los desequilibrios ambientales producidos por una ocupación abusiva de suelo por las extensas periferias residenciales de las ciudades americanas, para pasar a convertirse en una estrategia inmobiliaria altamente rentable dentro de las clases sociales acomodadas de los Estados Unidos, que vieron en esta propuesta un modelo casi ideal de barrio-pueblo privado, concebido como una gran escenografía emulando las cualidades configuradoras del espacio público tradicional desde una arquitectura ecléctica con fuertes contenidos neovictorianos, sujetos a estrictos códigos de uso, diseño y comportamiento, como garantes de un ambiente bello, seguro, confortable, pero artificial, más próximo al de un centro comercial privado que al de un barrio urbano tradicional real.
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Peter Calthorpe (1949- ). En su libro The Nex American Metropolis trata de la ecología de las comunidades, no sobre la ecología de los sistemas naturales – sino sobre cómo los principios ecológicos de diversidad, interdependencia, escala y descentralización pueden jugar un rol en nuestro concepto de suburbio, ciudad y región. Es sobre comunidades más diversas e integradas en uso y población; humana y peatonalmente más escaladas; comunidades más abiertas al conocimiento y descentralización al trabajo en nuestro tiempo. Propone nuevos modelos para la metrópolis y el diseño de comunidades derivados desde los valores y experiencia práctica personal, modelos que buscan restaurar lo mejor de nuestras viejas tradiciones del planeamiento urbano y trabajarlas para formarnos nuevas condiciones. Su perspectiva y conocimiento combina arquitectura, diseño urbano y planificación del uso del suelo. Su propuesta evita el rol del especialista, ya que todos los proyectos tienen una dimensión, política, económica, ecológica, social, técnica, estética e ideológica. Trata de mostrar que el diseño de comunidades es multidisciplinario, y que combinando problemas a menudo nos conduce a simples soluciones, mientras que segregando problemas nos conduce típicamente a la frustración. Calthorpe procura focalizar su trabajo dentro de una herramienta que pueda ser usada para grandes estructuras de una región tan bien como para un detallado diseño de un barrio. Por lo tanto, ello modifica el tratamiento del barrio con la perspectiva de un regionalismo basado en la conservación y tránsito, más que en la extensión y el automóvil. Se recuerda que no hay moldes absolutos y que la especificidad de un lugar, la economía y las normas colorearan y balancearán las diferentes direcciones. El genio provee una estética específica del lugar, escalada al cuerpo humano, temporalizada a pasos, modelada a la ceremonia y depositada a la naturaleza. Es una estética soportada en la noción que el espacio no es una grilla infinita, que el tiempo no es implacablemente progresivo, que los patrones no son mecánicamente formados y que sus bordes no son límites. Esta estética del lugar tiene cuatro dimensiones: escala, ritmo, patrón y amarre. La escala de nuestro ambiente es ahora el escenario en proporción a grandes instituciones y burocracias más que a la comunidad y barrios. El ritmo es el escenario de los bits del sonido electrónico y el auto más que el aliento y el paso humano. El patrón es establecido por la producción masiva y la propiedad discontinua más que por el oficio local y la continuidad social. Y el amarre son los escenarios para la riqueza y el poder más que la proporción y la naturaleza. Fuente: Calthorpe, P. The Next American Metropolis, Ecology, Community, and the American Dream. New York: Princeton Architectural Press, 1993.
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ร pocas de formaciรณn del paradigma ambiental.
Autor: Marcelo Zรกrate
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ARTICULACIONES ESTRATÉGICAS ENTRE CULTURALISMO Y AMBIENTALISMO TERRITORIALISTA Dado el panorama histórico antes planteado, se considera que el aporte más relevante del ambientalismo provendría de la tradición teórica que se iniciara con Patrick Geddes, continuara con Lewis Mumford y los behavioristas como Kevin Lynch, Crhistopher Alexander, Jane Jacobs, y llegara hasta nuestros días con el enfoque territorialista de Alberto Magnaghi. En esta matriz el foco de interés pasa por asumir al territorio como un hecho cultural que trasciende la idea de paisaje en el sentido reduccionista al que lo había llevado el modernismo como representación estética subjetiva para, en cambio, considerarlo como el modo de darse a ver, la expresión de la interacción de una cultura/comunidad con su ámbito geográfico, texto de la Tierra, incesantemente rescrito e interpretado por aquellos que la habitan y que así la transforman en mundo, creación (o destrucción) del propio mundo-territorio. Es sobre estas bases que la reflexión reciente, fruto de diálogos interdisciplinares, mira al paisaje como memoria e identidad, conjunto de lugares cualificados éticamente, estéticamente, ecológicamente y simbólicamente al que se dirige la pregunta siempre más amplia de parte de individuos y de la comunidad. En el concepto actual de paisaje se encuentran por lo tanto en relación constitutiva y recíproca, conceptos de los cuales se sustancia la idea de territorio en cuando singularidad local: identidad, comunidad, patrimonio, buen-vivir de las poblaciones, memorabilidad, proyecto, lugar (Bonesio, 2010). El territorio actúa como articulador de procesos naturales, sociales y de significación reconocibles en los procesos de territorialización, desterritorialización y reterritorialización (Raffestin, 1986) restituyendo al habitante, el rol activo de productor directo de manufactos y significados y al habitar, la dimensión procesual, como acto historizado de una cultura. En el enfoque territorialista predomina una marcada intención transdisciplinar para interpretar el territorio y su proceso de territorialización a partir del concepto central de lugar, el cual, desde una perspectiva cognoscitiva, puede llegar a actuar como un potente modelo dialógico en un sentido metafórico o arquetipo en los términos que lo plantea Max Black (1966) o sea un repertorio sistemático de ideas por medio del cual un pensador dado describe, por extensión analógica, cierto dominio al que tales ideas no sean aplicables inmediata y literalmente. Así, una exposición detallada de un arquetipo determinado requeriría una lista de palabras y expresiones clave y una serie de enunciados de sus interconexiones y de sus significados paradigmáticos en el campo de donde se los haya extraído; lo cual podría complementarse con un análisis de las formas de realizar la extensión de los significados originales mediante los usos analógicos. Es evidente que en este tipo de operación está llamado a cumplir un rol fundamental la propagación y uso metafórico de los términos conceptuales, en la perspectiva epistemológica de Isabelle Stengers (1988), Chaïm Perelman (2012) y Silvano Tagliagambe (en Maciocco, 1996), para posibilitar distintas evocaciones disciplinares de un concepto particular, como puede ser el
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caso del territorio a partir de las evocaciones de los geógrafos como Angelo Turco cuando considera el paisaje como modelo identitario (A. Turco en A. Magnaghi, 2001); Claude Raffestin desde la ecogénesis territorial, es decir, la fusión entre espacio y cultura, el movimiento dialéctico entre territorialización y creación identitaria (1986); Giuseppe Dematteis desde la territorialidad activa de los valores territoriales (2006, 2005); o Josep Muntañola desde su topogénesis y la relación profunda entre mente-territorio-sociedad (Muntañola Thornberg, 2000). A partir de esta perspectiva ambiental culturalista, se cuenta con un rico bagaje de recursos cognoscitivos para avanzar en el desarrollo de una estrategia de conocimiento proyectual del territorio basada en una interpretación hermenéutica del proceso de articulación de su morfogénesis, sociogénesis y semiogénesis (Marcos, 1998) en el intento de interpretar la lógica cultural subyacente. Podría considerarse al enfoque territorialista italiano como uno de los que ha calado más hondo en la cuestión del tipo de objeto de estudio más innovador a través del cual conceptuar el ambiente del hombre y con ello el territorio, a través del recuperado y reconceptualizado concepto de lugar con todo lo que ello supone de complejidad sociofísica. Si bien la aparición en la escena del urbanismo de matriz ambiental del concepto de lugar no es una exclusividad de la proyectación ambiental y su posterior maduración hacia el enfoque territorialista, ya que si de pioneros se trata no se puede dejar de considerar los primeros pasos en la materia, cada uno a su manera, dados por Patrick Geddes, Lewis Mumford, Benton Mac Kaye, Jane Jacobs, Christopher Alexander, Josep Muntañola. En este sentido habría que reconocerle a Lewis Mumford haber sido un auténtico pionero la década del 1920, momento en el que ya planteaba una visión ambiental tan madura como la que hoy se propone el enfoque territorialista italiano, cuando sugería interpretar la relación profunda entre cultura y región natural. En este sentido merece destacarse el rico procesamiento teórico del legado de Mumford dentro de la escuela territorialista, lo cual no es casualidad sino, que, en cierto modo, podría considerarse como una versión contemporánea de aquel legado ambiental sensible al concepto de región mumfordiano en el que ya se bregaba por: un regionalismo organicista respetuoso de la diversidad cultural, sustentado en la participación cívica, la fenomenología del lugar, el cooperativismo, la re-creación de la geografía regional, la captación del ethos de la región, la recuperación de un pasado usable o tradición viva a través de la praxis imaginativa y la exploración científica del lugar, la interpretación de los patrones espaciales y tecnoambientales de una región, el concepto de región asociada a la experiencia humana, la recontextualización de la modernidad a partir de la articulación entre ciencia-logos e imaginación-mito, la relación holística entre territorio y población, individuo y comunidad, la restauración imaginativa del lugar.
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No obstante, el ambiente epistémico contemporáneo caracterizado por un cambio de racionalidad hacia la relación entre sociedad-naturaleza, conformado particularmente por la articulación entre los paradigmas de la complejidad, la hermenéutica, las epistemologías dialéctico genéticas, el construccionismo cognoscitivo, constituye un ambiente fértil impensable en aquel momento mumfordiano, en el que reinaba el paradigma positivista y la visión del territorio como espacio geográfico neutro sometido a todo tipo de expoliación de la economía capitalista más salvaje del periodo fordista. El ambiente epistémico contemporáneo nos permite avanzar en la construcción de un urbanismo ambiental alternativo que tome como objeto de estudio propio el concepto contemporáneo de lugar, a partir del cual, habilitar una vía de conocimiento proyectual del territorio en tanto estrategia cognoscitiva capas de posibilitar un cambio cualitativo en el estatus epistemológico del urbanismo. La cuestión fundamental en la actualidad es que el concepto de lugar dentro del urbanismo ambiental, ya es una problemática estratégicamente instalada de la mano del desarrollo endógeno (Vázquez Barquero, 2007) centrado en los recursos patrimoniales locales, al fortalecimiento del protagonismo de los gobiernos locales y la creciente ciudadanía activa en los procesos de construcción de políticas públicas. Con lo cual el actual estado de legitimación social del ambiente local, referido a lugares concretos, es un reto ineludible más que interesante para generar una auténtica estrategia de conocimiento proyectual propia de un urbanismo ambiental alternativo a partir de la línea cultural ambientalista establecida por P. Geddes, L. Mumford, A. Magnaghi y J. Muntañola. El principal postulado que comparten el culturalismo y el ambientalismo es la visión sociofísica del territorio, asumido como un sistema complejo de lugares; la vida del territorio entendida como un lenguaje sociofísico; interpretación del territorio como un texto en el sentido que le da la semiótica cultural de Iuri Lotman (1996) o sea, un dispositivo formado como un sistema de espacios semióticos heterogéneos en cuyo continuum circula algún mensaje inicial a partir de múltiples lenguajes y ordenamientos estructurales de diverso género, lo cual le confiere al texto posibilidades de sentido mayores que aquellas de que dispone cualquier lenguaje tomado por separado. El territorio y sus lugares conformarían una trama de fragmentos narrativos sociofísicos en las cuales interpretar hermenéuticamente los múltiples discursos en ellos inscriptos a partir del proceso de territorialización; de la estructuración de los cronotopos de territorialidad (anudamientos de espacio-tiempo y sentido sociosimbólico (Batkthin); de la identidad y del patrimonio del territorio (Magnaghi, 2001) en tanto recursos indispensables para la sustentabilidad sociofísica del mismo. De este modo, los contenidos más estratégicos del ambientalismo territorialista serían:
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• El concepto de territorio, vinculado al de paisaje cultural y lugar como expresión de culturas particulares. • El concepto de identidad territorial asociado a dimensiones sociales, físicas y simbólicas. (A través del proceso de territorialización se dará la Identidad territorial que se hará manifiesta a dos niveles: través de los caracteres tipológicos del lugar: tipologías edilicias, urbanas y territoriales (se trata de una configuración de elementos estructurales caracterizados por determinadas relaciones espaciales y figuras morfológicas permanente en el tiempo); y la personalidad e individualidad del lugar, o los caracteres peculiares en los cuales un tipo territorial se materializa en un específico paisaje (personalidad de una región, en los términos de Vidal De La Blanche), tipo territorial e individualidad definen los caracteres identitarios del lugar. • El concepto de patrimonio territorial. Éstos emergen a partir de los sedimentos territoriales que deja el proceso de territorialización y que son de dos tipos: sedimentos materiales (Se trata de todos los elementos de memoria cosificados en el paisaje urbano y rural que vienen subsumidos (y reinterpretados, también con usos diversos) en la cultura y en la vida cotidiana del ciclo de territorialización sucesivo y se connota por lo tanto como permanencias (invariantes de los manufactos en más ciclos de territorialización) o persistencias (transformaciones con persistencia de algunos elementos posicionales y tipológicos); sedimentos cognitivos: sedimentos de sapiencia ambiental (saberes relativos a los procesos coevolutivos de la comunidad asentada con el ambiente), sedimentos identitarios: refieren a saberes relativos a la presencia de modelos socioculturales de larga duración). • La concepción dinámica, cambiante, contradictoria e innovadora del proceso de territorialización. La territorialización es un gran proceso, en virtud del cual el espacio incorpora valor antropológico; este último no se agrega a las propiedades físicas sino que las absorbe, las remodela y las pone en círculo en formas y funciones diversamente culturalizadas, irreconocibles a un análisis puramente naturalista del ambiente geográfico (Angelo Turco). Energías de contradicción: Son los comportamientos y movimientos sociales, culturales y los conflictos que provienen de la nueva pobreza producida desde los procesos de desterritorialización. Se trata de energías sociales, culturales, económicas que pueden producir nueva territorialidad, y nueva ciudadanía. • El reconocimiento de invariantes estructurales dentro del proceso de territorialización capaces de brindar identidad territorial (Indican aquellos caracteres de los sistemas vivientes que no varían y garantizan la conservación del sistema y su adaptación y perturbación externa. Son los caracteres fundacionales de las identidades de los lugares que consienten su mantenimiento y crecimiento en los procesos de transformación).
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El aporte más relevante del culturalismo nos viene: De la geografía, a través del concepto de territorio en un sentido relacional multidimensional o multiterritorialidad que es la característica que hoy adquiere el proceso de territorialización en la era de la globalización y la sociedad de la información. “El territorio es relacional no sólo desde la perspectiva de que siempre se lo define dentro de un conjunto de relaciones histórico-sociales, sino también en el sentido, resaltado por Godelier, de incluir una relación compleja entre procesos sociales y espacio material, sea éste visto como la primera o la segunda naturaleza, para utilizar los términos de Marx. Además, otra consecuencia muy importante cuando subrayamos el significado relacional del territorio es la percepción de que ello no implica una lectura simplista del espacio como enraizamiento, estabilidad, delimitación o frontera. Justamente por ser relacional, el territorio es también movimiento, fluidez, interconexión; en síntesis y en sentido amplio, temporalidad” (Rogeio Haesbaert, 2011). De la antropología y la sociología, a partir de la conceptualización de la cultura como el resultado de un repertorio de capacidades de acción y significación culturalmente adquiridos a partir de la experiencia de vida en una cultura particular o interculturalmente, que sirven para desplegar estrategias de acción en la vida diaria (Swidler, 1986). Estas estrategias de acción son las que vinculan las praxis cotidiana con la cultura como sistema de normas, reglas y valores más estables; el concepto de identidad como sentido de pertenencia voluntario o por adscripción a grupos sociales diferentes, identidades múltiples (Mercado Maldonado; Hernández Oliva, 2010) dentro de los cuales se despliegan estrategias de acciones según sean los intereses que se persigan en cada uno de esos grupos en campos, contracampos o fueras de campos de juego o mundos sociales concomitantes (Lahire, 2005); el concepto de vida cotidiana (De Certeau, 2000) e institucionalidad de la vida cotidiana (Berger; Luckmann, 1968). De la psicología ambiental, a partir de concebir la identidad social urbana (Valera; Pol, 1994) con relación a entornos sociofísicos y simbólicos (Valera, 1997) que constituyen una categoría más en la construcción de lugar asociada a múltiples lugares identitarios. De la arquitectura, a partir de la topogénesis. El origen del lugar y la arquitectura desde las dimensiones ética, estética y lógica, desde la poética del habitar (Muntañola Thonberg, 1996).
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CUADRO SÍNTESIS DE CORRESPONDENCIAS ENTRE LAS PRINCIPALES CONCEPTUALIZACIONES DEL CULTURALISMO Y EL AMBIENTALISMO TERRITORIALISTA, PARA INTERPRETAR EL AMBIENTE DEL HOMBRE.
CULTURALISMO
CONCEPTOS QUE ACTUAN DE MEDIADORES DIALÓGICOS ENTRE CULTURALISMO Y AMBIENTALISMO TERRITORIALISTA
AMBIENTALISMO TERRITORIALISTA
Territorio
Topogénesis
Lugares
Identidad social.
Identidad social múltiple.
Sedimentos cognitivos.
Identidad de lugar.
Sistema de lugares Identitarios.
Identidad territorial.
Esquemas disposicionales.
Repertorio de capacidades Estrategias de acción de la vida diaria
Energías de continuidad, innovadoras y de contradicción; Escenario estratégico territorial.
Escenario físico.
Materia cultural, configurada y significada
Sedimento material (Paisaje cultural).
Representaciones sociales Comunidades simbólicas.
Repertorio simbólico
Sedimentos de sapiencia cognoscitiva (“Milieu”).
Campos y mundos sociales.
Fuera de campo, contra campo
“Milie”
Territorialidad
Multiterritorialidad Glocalización
Territorialización Desterritorialización Reterritorialización
Interacciones sociales Cronotopos característicos en interpretadas a través de: las distintas fases de territocampos de juego; estrategias rialización del lugar a partir de juegos; reglas de juego; de articulaciones característicapitales sociales; bienes cas entre interacción social, involucrados en los campos, escenario, simbolismos en el asociados a determinados tiempo. entornos.
Energías de contradicción e innovación generadas por los actores sociales dentro del proceso de producción y reproducción del lugar.
Autor: Marcelo Zárate
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Las principales dimensiones de la cultura con relación al territorio y la identidad
Autor: Marcelo Zárate
CONTENIDOS CLAVES SOBRE LOS CUALES ORGANIZAR LA ESTRATEGIA DE CONOCIMIENTO DE CARÁCTER CULTURALISTA-AMBIENTAL BASADA EN EL LUGAR, LA IDENTIDAD, EL TERRITORIO, LA CULTURA, EL AMBIENTE Como síntesis de los contenidos de la parte precedente, se podría considerar que los aspectos fundamentales que comparten el culturalismo y el ambientalismo son el rescate y actualización de la dimensión territorial a través de sus lugares particulares, articulados a la historia de la vida coti-
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diana de sus habitantes que son los que construyen los múltiples relatos que organizan una trama de sentido socioterritorial que porta las claves de la identidad cultural local y del patrimonio de un lugar. Reingresa así en la escena de las ciencias sociales y territoriales la dimensión cultural a través de una síntesis compleja de la articulación sociedad espacio que supone el lugar, además de una puesta en foco y valorización de las culturas particulares desde un relativismo intercultural, a partir de una estrategia cognoscitiva basada en la construcción social del conocimiento, la dialógica entre saberes diversos que aspira, sobre todo, a una interpretación hermenéutica de los complejos procesos de producción y reproducción que generan el territorio y sus lugares. Los ejemplos más cabales de estas voluntades son los esfuerzos interpretativos del lugar a partir de la topogénesis de Muntañola y la interpretación de las invariantes estructurales o reglas identitarias de los lugares de Magnaghi. En el primer caso hay un claro esfuerzo epistemológico por interpretar y fundamentar el origen sociofísico del lugar vinculado al habitar y la cultura, en el segundo, el esfuerzo está más orientado hacia la identificación de los rasgos genéticos que producen y reproducen un lugar. Muntañola nos brinda desde su topogénesis un aporte propio de las teorías substantivas que profundizan en el conocimiento de una problemática en particular; Magnaghi nos brinda desde sus atlantes territoriales un aporte propio de las teorías procedimentales que nos orientan sobre cómo proceder para abordar una problemática de estudio. No obstante, estos importantes aportes se considera que desde la intención de profundizar en la necesidad de convertir al lugar en una estrategia de conocimiento proyectual capas de reformular el estatus epistemológico del urbanismo, se requiere aún indagar en una problemática que no aparece demasiado elaborada o explicitada. Se hace aquí particular referencia a cómo indagar, o a partir de qué tipo de lógica relacional o conocimiento distribuido dentro de las distintas dimensiones del lugar, interpretar el modo en que se articulan los factores fundamentales del mismo. Con este propósito se plantean entonces las siguientes hipótesis: • La configuración de los esquemas cognitivos y cognoscitivos iniciales que se forman en los primeros años de vida de una persona, constituirían esquemas disposicionales que posibilitan “iniciar” a la misma en el establecimiento de acuerdos y confrontaciones con los esquemas disposicionales de otras personas, dentro de determinados ambientes: sociales (campos o mundos sociales), simbólicos (comunidades simbólicas) y físicos (entornos y lugares), dentro de los cuales se establecen las interacciones sociales necesarias (estrategias, redes sociales) para que se dé el encuentro y confrontación de estos esquemas. (reconocimiento). • El primer nivel de encuentro entre esquemas se produce entre un individuo y su grupo social primario más básico, dentro del cual estarían las personas encargadas de la socialización y culturalización desde el momento mismo del nacimiento. Generalmente, no siempre, se considera que este
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grupo primario sería una familia o personas con roles similares a ella. • A través de la experiencia de vida dentro del grupo social primario, el niño recibe información suficiente para que su esquema disposicional se organice según códigos cognoscitivos, de creencias, normas, valores, signos, formas no normativas de la conducta y físicos propios del entorno a través del lenguaje, las conductas, los signos, connotaciones simbólicas, configuraciones espaciales, representaciones y conceptualizaciones, transmitidos por el propio grupo social primario dentro de determinados ambientes sociales con características culturales particulares que pudieran actuar como ambiente de referencia del mismo. En la medida que el ambiente de referencia del grupo social primario cambie durante esta etapa inicial de conformación del esquema disposicional del niño (por ejemplo, por la necesidad de tener que mudarse de una cultura a otra) también irán cambiando algunos de los contenidos incorporados dentro de los esquemas disposicionales de los miembros del grupo primario encargados de la socialización-culturización del niño. • A lo largo de la experiencia de vida del niño, o sea, en sus distintas etapas de desarrollo y maduración, aparecerán otros tipos de grupos sociales y ambientes a ellos asociados (los propios del ambiente escolar, del grupo de amigos, etc.) dentro de los cuales se irán incrementando las probabilidades de articulaciones, de encuentro y confrontación, con ambientes sociales muy diversos en los que existirán personas con esquemas disposicionales contrastantes con los propios. Producto de este tipo de interacción, se producirán acuerdos y desacuerdos entre esquemas propios y los de los nuevos grupos sociales, que provocarán la reorganización de los contenidos de los esquemas propios, conduciéndolos hacia nuevos estadios de desarrollo y maduración. Ello irá nutriendo la conformación de una identidad social múltiple y los códigos apropiados para adscribirse o sentirse parte de un determinado grupo social, vinculado a un determinado campo y mundo social, comunidad simbólica, entorno, valores, ideologías, representaciones sociales, memoria histórica, experiencias emocionales, que emergerán como congruencias y correspondencias de carácter socio-físico-simbólico entre esquemas disposicionales propios y el del grupo social y ambientes sociales y entornos de referencia, capaces de determinar los rasgos característicos particulares de una cultura y su territorio de referencia. Los fundamentos de estas hipótesis descansan en los estudios de la psicología cultural de Vigovsky y la mente social de Wertsch (2001; Wertsch, Del Río, Álvarez, 1997); (Valsiner, 2001); (Guitar, 2010). • Asumiendo todas las críticas y advertencias que en antropología se han hecho sobre la perspectiva simplista de considerar que existiría una relación de correspondencia clara y homogénea entre grupos con características culturales particulares circunscriptos a un territorio determinado; además de la reflexión sobre las culturas viajera y la transculturalidad (Clifford,
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1995, 1999) la multiterritorialidad (Haesbaert, 2011) y de la diversidad de características que tienen las culturas; la cuestión que este trabajo plantea es tratar de encontrar una estrategia que permita interpretar cómo, a pesar de esas advertencias, puede ser que sigan emergiendo manifestaciones sociales, físicas y simbólicas, que adquieren rasgos culturales particulares, dentro de determinados territorios, que permiten diferenciar un entorno cultural de otro, poniendo en evidencia que la globalización y la sociedad de la información, no han transformado estos rasgos identitarios en un fenómeno borroso incomprensible, como hecho social, físico y simbólico. ¿Qué es lo que hace que, a pesar de los fenómenos de transculturalidad, migraciones, globalización, multiterritorialidad, etc., en distintas sociedades, sigan existiendo patrones característicos de, por ejemplo, asimilar y otorgarles un giro localista a: determinadas expresiones idiomáticas o palabras que pudieran provenir de otros contextos culturales; o adaptar determinados tipos de modas en el vestir, en el mobiliario, en la arquitectura, en la música, en los gestos, etc. etc… a contenidos idiosincráticos locales?. Quizás ésta sea la punta de lanza para indagar sobre los componentes más auténticos sobre los cuales se reactualiza el código genético de una cultura y su territorio, o sea, partir por estos datos sutiles que tienen que ver con las adaptaciones localistas de fenómenos sociales que impactan desde lo extra local sobre lo local a partir de ser procesados por reglas de producción y reproducción de lugares concretos y particulares. ¿Puede considerarse que los fenómenos glocales (Dirlik, 2003) son una síntesis identitaria de ciertos territorios, lugares y culturas en ellos desplegadas? La situación planteada nos lleva a una necesaria indagación en las articulaciones estratégicas entre esquemas disposicionales y sistemas sociales como factores capaces de generar los contenidos culturales identitatios. Con este propósito se reconoce el siguiente repertorio de factores culturales de una hipótesis interpretativa posible: • Los sistemas disposicionales, (relacionados con el habitus: lo social hecho cuerpo) (Bourdieu, 1988), (Corcuff, 2005). • Las comunidades simbólicas (Hunter, 1987), (relacionadas con las representaciones sociales de Serge Moscovici (Mora, 2002) y la imaginabilidad social (Castoriadis, 1997). • Las identidad múltiple (Mercado Maldonado; Hernández Oliva, 2010) (relacionada con el sentido de pertenencia a distintos grupos sociales). • El sistema de lugares identitarios (relacionadas con el entorno como categoría componente de la identidad social) (Valera; Pol, 1994). • Las estructuras configurativas del escenario (relacionadas con patrones del medio natural y tipos arquitectónicos característicos) (Alexander, 1980) (Magnaghi, 2001).
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• Los campos, contracampos y mundos sociales (relacionados con los ámbitos de encuentro e interacción social en los cuales se juegan determinados tipos de intereses con distinto nivel de involucramiento y significación) (Lahire, 2005). • Los grupos sociales (relacionados con el sentido de pertenencia a un determinado colectivo social a partir de categorías contrastantes entre endogrupo y exogrupo) (Grimson, 2010) (Giménez, 2007). • Las historias ambientales compartidas (a partir de vivir historias comunitarias comunes). • Las prácticas sociales institucionalizadas (a partir de objetivaciones, tipificaciones de la vida cotidiana) (Berger y Luckman, 1968). Se puede considerar que el repertorio de factores culturales anteriores adquiere carácter de rasgos culturales que se organizan en sistemas de rasgos culturales a partir de configuraciones características o patrones que generan complejos culturales, a través de los cuales interactúan distintas culturas. Los rasgos culturales sueltos, no dicen nada, sino que es necesario interpretarlos en sus articulaciones sistémicas de orden físico, funcional y simbólico. Por otra parte, los factores culturales actúan dentro de contextos conformados por sistemas sociales estructurados (en los términos que Anthony Giddens conceptualiza sistema social y estructura social) (Giddens, 2003) de orden económico, político, simbólico, jurídico. De este modo la hipótesis termina de armarse considerando que dentro de una cultura particular, el modo en que los rasgos culturales conformarían patrones característicos sería a partir de correspondencias y congruencias que se establecerían según articulaciones entre componentes de cada uno de los elementos culturales del repertorio antes indicado, según se vean estimuladas por la situación, motivación y objetivos que caractericen el accionar de un determinado agente actuando sobre un particular escenario material configurado y significado que actuaría de entorno.
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CUADRO DE ARTICULACIÓN DE LOS FACTORES QUE CONTRIBUYEN A GENERAR LAS CARACTERÍSTICAS CULTURALES PARTICULARES DE UN LUGAR
Autor: Marcelo Zárate
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De lo anterior se infiere que, por ejemplo, dentro de un lugar particular de una cultura, el modo en que un individuo interactúe con otro individuo en un espacio determinado, dadas ciertas circunstancias, motivaciones y situación, se desarrollará dentro de un sistema de esquemas de referencia de actuación, sentido, posibilidades y valoración, que harán posible la comunicación situada y cronotópica entre los dos individuos. (Se hace aquí referencia al conocimiento situado de Donna Haraway (1995) y al cronotopo de Mijail Bajtin (Holquist, 1981). Al establecerse la comunicación lo que se pone en juego es el sistema de correspondencias de todos los esquema antes explicado, no se trata solo de una comunicación circunscripta a los esquemas disposicionales, sino holística, entre todas las estructuras y esquemas que se ven estimulados a actuar en el acto comunicativo de índole, verbal, visual, simbólico, físico, emocional, de valor. Cada interacción social es un acontecimiento combinatorio de estructuraciones sociofísicas-simbólicas y esquemas situados y cronotópicos. Desde esta hipótesis el escenario configurado y significado, o sea, el entorno, actuaría como una vía de ingreso al mundo mental y social, a través de los elementos que de él se vean activados como soporte de actividades y significación para la interacción social. Es en el sentido de identificar correspondencias estratégicas entre los factores culturales antes descriptos, que los estudios culturales y el territorialismo pueden establecer sus articulaciones más fecundas en lo cognoscitivo; los primeros ingresando desde patrones culturales o complejos culturales, los segundos desde las invariantes estructurales o reglas no escritas de producción, reproducción de un lugar que son las que brindan identidad al mismo. ¿A través de qué tipo de fenómenos observables es posible indagar en estas correspondencias entre estructuraciones y esquemas? En todo lugar, en tanto que realidad perteneciente a una cultura, existen hechos recurrentes de naturaleza física, social y simbólica que, con el tiempo, adquieren cierta institucionalidad social, o sea, son reconocidos como aspectos característicos del estilo de vida, de las costumbres, modo de actuar, pensar y valorar de la población de un lugar determinado, dentro de entornos que también van adquiriendo rasgos particulares en lo físico y simbólico. Estos hechos recurrentes son auténticos anudamientos entre los factores culturales ya comentados. Por ejemplo, se podrían considerar como hechos recurrente las siguientes manifestaciones que suelen ser características comunes de las ciudades latinoamericanas:
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En el orden social: • La articulación recurrente entre la situación de ciertos barrios de la ciudad latinoamericana caracterizados por altos índices de pobreza de su población, informalidad, marginación, fragmentación social, ilegalidad, frecuentemente articulados a la incapacidad de los gobiernos locales para actuar política, económica y legalmente sobre los mismos. • Discontinuidad de las políticas públicas de mejoramiento de barrios marginales articuladas al descrédito de la población sobre la gestión política del gobierno de turno y la falta de compromiso de la población destinataria con programas y proyectos de mejoramiento barrial. En el orden físico: • Fragmentación en los procesos de configuración y gestión urbana, a partir de proyectos inconclusos y cambiantes durante su desarrollo debido a gestiones urbanas interrumpidas y con constantes cambios de rumbo en las políticas urbanas. • Surgimiento y construcción de nuevos barrios o partes de la ciudad emparentados a un proceso autorregulado, espontáneo, más que a uno planificado. Muchos de estos procesos se dan a partir de invasiones de tierras y construcciones espontáneas, que son ocupadas en forma ilegal y a veces violenta por sectores de población socioeconómicamente marginada del sistema.
En el orden político y de gestión: • Surgimiento de procesos de autogestión espontáneos vinculados a los sectores más pobres ante la falta de respuesta de los gobiernos locales a demandas de la población en materia de servicios, infraestructura e inseguridad. • Falta de credibilidad e interés de los habitantes de la ciudad en los planes, proyectos y programas urbanos debido a un proceso crónico de promesas de campañas electorales incumplidas y del clientelismo político partidario, sumado a la corrupción, que beneficia a algunos barrios y desatiende a otros. • Algunas ONG o instituciones comunitarias desempeñan una función complementaria importante al rol del estado en materia de colaboración en la prestación de servicios sociales básicos de salud, educación, recreación, vivienda, infraestructura, dirigidas a grupos sociales carecientes en barrios marginados frente a los cuales, particularmente los gobiernos locales, no cuentan con los recursos necesarios o no desarrollan políticas apropiadas para satisfacer las demandas sociales. Los ejemplos anteriores constituyen manifestaciones concretas y caracte-
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rísticas de lugares propios de la ciudad latinoamericana, que contribuyen a forman parte de sus rasgos identitarios. A través de estos ejemplos se pueden detectar complejas articulaciones entre los distintos factores culturales y los sistemas sociales que plantea este trabajo, se trata de auténticos patrones de producción y reproducción de un lugar a los que resulta insuficiente abordarlos desde un solo factor cultural o desde varios de ellos aislados entre sí. Los patrones de este tipo son complejos, multidimensionales, pero no por ello inabordables. Si se toman como casos de estudio particulares alguno de los ejemplos antes expuestos, se notará que al profundizar en la identificación de los elementos intervinientes desde cada factor cultural y el modo específico en que ellos se relacionan e interactúan, emergerá una configuración característica de relaciones de orden social, físico y simbólico, que posibilitará formular hipótesis interpretativas más controladas para iniciar un proceso de indagación iterativo, hermenéutico. Es a partir de este tipo de estrategias de conocimiento que el presenta trabajo considera se debería construir un diálogo fecundo entre culturalismo y territorialismo para extraer de los patrones culturales identitarios los componentes estratégicos para el desarrollo de procesos de proyectación orientados la transformación o preservación de un lugar.
UN MODELO DE CONOCIMIENTO CULTURAL-AMBIENTAL POSIBLE: Para comenzar se hace necesario explicitar el alcance cognoscitivo que se le otorga al concepto de modelo teorético. En este trabajo se lo asocia a un instrumento especulativo que posibilita relacionar aspectos diversos de una problemática en estudio a partir de los aportes teóricos provenientes de una perspectiva dialógica entre distintos campos del conocimiento. De este modo, el modelo se convierte en parte del proceso heurístico de indagación de la problemática permitiendo elaborar hipótesis fértiles. Tomando entonces al modelo como una construcción teorética heurística su principal utilidad estará puesta en considerar la organización de los factores culturales de un lugar a partir de correspondencias esenciales entre ellos que generen momentos de estructuración, en consecuencia, el surgimiento de patrones, dentro del proceso dinámico de producción y reproducción de un lugar. El estudio de los momentos de estructuración podría realizarse a partir de tres instancias de organización complementarias que forman un todo complejo: el ámbito metafórico, el ámbito topológico y el ámbito configurativo. Estos serían instancias de focalización de la estrategia cognoscitiva para un posible proceso de interpretación de ese todo complejo.
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La instancia metafórica Lo característico de este ámbito es la utilización de la metáfora como recurso dialógico por excelencia con propósito interpretativo conceptual a partir de las siguientes cualidades que aquí se consideran estratégicas: A) En el mundo de la vida cotidiana la metáfora forma parte esencial de la construcción de nuestros esquemas de pensamiento orientando desde lo simbólico las acciones cotidianas de interacción social en entornos determinados (lakoff, Johnson, 2012). B) En el mundo de la ciencia la utilización de un concepto en un sentido metafórico, abre una interesante y potente posibilidad de diálogo entre disciplinas (Stengers, 1998) (Black, 1966) (Preta, 1992) (Tagliagambe, 1996) (Perelman, 2012). En ambos mundos, la metáfora actúa como interfase dialógica por excelencia entre elementos materiales, hechos sociales, conceptos y símbolos, o sea, tiene la cualidad de poner en relación dialógica dos elementos para hacer surgir una nueva situación interpretativa o de conocimiento. Por otro lado, las metáforas y los elementos que entran con relación a través de ella, se dan dentro de campos de referencia semántica que quedan definidos, ya sea por cuestiones culturales, como ser, un contexto cultural particular dentro del cual la metáfora adquiere su pleno sentido y valor, o convencionalismos científicos dados por un repertorio controlable de evocaciones posibles dentro de determinados campos disciplinares. Esta característica de campo semántico dentro del cual funciona coherentemente la metáfora, la pone en una relación directa con el conocimiento situado o sea, la particular posición socio-histórica-cognoscitiva y de poder, desde la cual ella es considerada para el diálogo entre actores sociales, ya sea en la vida cotidiana o en el mundo científico. A partir de estas cualidades de la metáfora, en esta instancia, se plantea abordar las relaciones estratégicas entre los elementos de orden social, físico y simbólico, que pudieran estar conformado un determinado fenómeno recurrente o patrón característico de un lugar a través de las metáforas del mundo de la vida que tuvieran carácter conceptual y del uso de conceptos en sentido metafórico. En el primer caso, se trataría de explorar si existen metáforas del mundo de la vida cotidiana que representaran asociaciones claves entre lo social, físico y simbólico, para la interpretación de las relaciones en estudio, como una vía de ingreso heurística, exploratoria, dentro del conocimiento popular. En el segundo caso, se trataría de elaborar hipótesis interpretativas de carácter conceptual, que pudieran ser pertinentes desde cada ambiente en particular: el social, el físico y el simbólico, para interpretar esas articulaciones. Se supone que los conceptos
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utilizados en las hipótesis dentro de cada ambiente particular, pertenecen a campos disciplinares y a sistemas teóricos a ellos asociados, que serían adecuados a la naturaleza de los contenidos propios de cada uno de esos ambientes, por ejemplo: dentro del ambiente social, se inscribiría la sociología, la antropología, la economía, las ciencias políticas, entre otras; dentro del ambiente simbólico, se inscribiría la psicología ambiental, la semiótica cultural, entre otras; dentro del ambiente físico se inscribiría la arquitectura, la geografía, la ecología del paisaje, entre otras. Los elementos conceptuales utilizados por cada disciplina particular dentro de cada ambiente de pertenencia, serían aquellos que resultaran estimulados por un concepto asumido en términos metafóricos que actuaría como interfase dialógica entre todos los campos disciplinares. El concepto en sentido metafórico no se circunscribiría a una connotación conceptual restringida al campo disciplinar particular del cual fuera tomado, sino, que, lo que se pretende es extenderle la connotación conceptual original a nuevas connotaciones construidas desde otros campos disciplinares. De este modo, el primer tipo de metáforas, o sea, las del mundo de la vida, pueden llegar a ser buenas hipótesis exploratorias para la elaboración del segundo tipo de metáforas dentro del mundo de la ciencia. Ejemplo: Fenómeno recurrente: las promesas de programas de mejoras barriales de los gobiernos de turno son estrategias electoralistas recurrentes para captar votos en los barrios marginados y generar el clientelismo político. Metáfora de la vida cotidiana: el gobierno de turno tiene comprado a los barrios pobres con promesas que nunca cumple. ¿Qué connotaciones adquiere metáfora comprar a un barrio con promesas en el imaginario popular? ¿Qué factores culturales articula y cómo? Concepto en sentido metafórico: comprar votos orienta hacia el concepto de clientelismo político (concepto tomado de las ciencias políticas) al que se propone extenderle su connotación conceptual a otros campos disciplinares como ser el de la sociología, el de la antropología, el de la psicología social, el de la semiótica cultural, a partir del estímulo que ese concepto pueda ejercer sobre algún sistema conceptual propio de esas disciplinas y, a partir de esas evocaciones, establecer articulaciones conceptuales de carácter interdisciplinar.
La instancia topológica Este es el ámbito propio de la territorialidad asumida como un hecho multidimensional y relacional. Se trata de la interpretación de las interacciones sociales mediadas por territorios que pueden tomar como referencia tanto
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el escenario material como otros escenarios de tipo virtual pero, que, de todos modos, terminan definiendo, regulando, codificando, el poder en las relaciones entre las personas dentro de los mismos. En esta instancia el territorio se convierte en un sistema de ambientes relacionales que se combinan de múltiples maneras definiendo sistemas de asentamientos de actividades o ámbitos virtuales del despliegue de las mismas que, a pesar de ser virtuales, siempre necesitarán de algún territorio material con el cual tomar contacto para poder ser generado. Los territorios, ya sean con base material o en ambientes virtuales, mantienen estrecha relación con el concepto de entorno, o sea, espacios dentro de los cuales interactuamos socialmente y que por ello se cargan con significado. En este caso, se asume que el carácter de entorno también puede ser extendido a aquellos ambientes virtuales de interacción social. En esta instancia, el concepto dialógico por excelencia entre lo social, físico y simbólico, es el territorio en tanto interfase o punto de encuentro de múltiples territorialidades: las enmarcadas en el escenario físico, las establecidas en el ámbito virtual de Internet, las propias de los mapas cognitivos, todas ellas complementadas con contenidos simbólicos. Ejemplo: Territorio con base en el escenario material: el límite de un predio, el límite de un área natural o construida a partir de elementos físicos contundentes, como ser, un accidente natural o un elemento arquitectónico que delimiten claramente propiedad, derechos de alguien sobre ese territorio por los motivos más diversos (sociales, económicos, políticos, religiosos, naturales, históricos, etcétera). Territorio virtual: un foro social o temático conformado en Internet al que se requiera membresía para acceder a él. Un sistema de sedes regionales de una empresa vinculadas virtualmente en una red propia a través de Internet que conforme el territorio económico, financiero, administrativo, comercial, etc., de esa empresa. Territorio simbólico con base en el escenario material: un esquema o mapa mental que alguien se forme sobre cómo percibe y simboliza un determinado entorno y, a partir de ello, defina límites y propiedades. Territorio simbólico con base en lo virtual: un esquema o mapa mental que alguien se forme sobre un área de interacción social conformada a partir de una relación establecida dentro del ciberespacio o de representaciones sociales y simbolismos asociados a determinados espacios materiales, a partir de los cuales reconozca límites y propiedades de pertenencia.
La instancia configurativa
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Refiere a las características formales que adquieren: el escenario físico material (naturaleza y arquitectura) y los flujos de personas y bienes en el escenario. En este ámbito, el elemento fundamental de referencia es el patrón, entendido como regularidad o estado de estructuración con cierta estabilidad y permanencia dentro de temporalidades con distinta duración, del proceso morfogenético de configuración del escenario (tipologías y arquetipos) y de los ritmos de flujos de movimiento de personas y bienes (zonas y redes generadas por las energías del comportamiento). En esta instancia, el patrón es de naturaleza fenomenológica, o sea, refiere a aspectos perceptibles o que se puedan inferir a partir de elementos materiales concretos en movimiento. Por otra parte, cobra particular importancia la dimensión geométrica relativa a las cualidades formales. En el caso de la arquitectura, estas estarán relacionadas a los tipos y arquetipos; en el caso del medio natural, las cualidades geométricas estarán más relacionadas a los rasgos que se deriven de las categorías analíticas de la ecología del paisaje a través de conceptos como: parches, corredores, bordes, matriz; en el caso de las personas y bienes en movimiento, las características geométricas serán el resultado de una interpretación o representación abstracta de la geometría que genera y organiza los flujos a partir de zonas o puntos de encuentro y permanencia, corredores o líneas de vinculación y traslado de un punto o zona a otra, zonas difusas donde se mezclan permanencias y vinculaciones, etcétera. Ejemplo: Patrones propios del escenario material: repertorio tipológico característico de un lugar; repertorio de elementos naturales característicos de un lugar representados a través de parches (zonas homogéneas con o sin transformación por parte del hombre), corredores (sistemas de carácter lineal, ya sean naturales, como cursos de ríos, arroyos, o construidos, como carreteras o canales, etc.), matriz (combinación de parches y corredores formando una trama característica), bordes (zonas de interfase entre parches). Este modelo a tres instancias de interpretación del lugar, serviría para abordar los procesos fundamentales sobre los que se produce y reproduce: la sociogénesis (con protagonismo en la 1ra. instancia), la semiogénesis (con protagonismo en la 2da. instancia) y la morfogénesis (con protagonismo en el 3era. Instancia). Esto no implica que en la instancia particular en la que cobre protagonismo un determinado proceso, el resto de procesos no estuviera presente o no actuara. El modelo propone focalizaciones dentro de cada instancia y no exclusiones de procesos entre ellas. Es aquí en donde adquiere total pertinencia la visión hologramática (Wilber, 1992) desde la cual se concibe este modelo, ya que en cada nivel o parte, está presente el todo, o sea el resto de procesos, solo que no adquieren un rol protagónico frente al factor propio de cada instancia. Por otra parte, el todo, no es una simple suma de partes autónomas, ya que se ingrese por la instancia que se ingrese, siempre estaremos solicitados por relaciones con
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las otros instancias. Esta cualidad hologramática del modelo esta generada a partir de ser concebido como un producto de la cultura, con lo cual los aspectos materiales e inmateriales de la misma son manifestaciones de un único proceso complejo que los produce y no de procesos independientes e inconexos. Esto se puede ver mejor en los casos más extremos de las instancias 1 y 3. En la instancia 1 la focalización sobre las interacciones sociales podría generar la falsa percepción de que la referencia a lo territorial sería una cuestión prescindible. Lo mismo ocurriría con la focalización propia de la 3ra. Instancia sobre el escenario generando la falsa percepción de que lo social sería un factor no necesario de incluir. Si así fuera, estaríamos considerando a la sociedad sin un componente fundamental de su existencia y organización, o sea, la dimensión espacial, territorial, que la vincula a lo material concreto y la aleja de ser pensada como una abstracción sin espacio siendo que este es un factor fundamental en su constitución como tal. Por su parte, pensar al escenario en términos puramente formales, geométricos y abstractos, sin referencia a lo social, lo vaciaría de contenido, lo convertiría en un objeto mudo sobre el que se podrían hacer todo tipo de especulaciones interpretativas propias de las ciencias exactas o naturales. Hay una diferencia de orden epistemológico muy importante entre concebir al escenario como materia cultural configurada y significada y concebirlo como simple materia configurada abstracta. También hay una diferencia epistemológica muy importante en concebir a las interacciones sociales como un sistema comunicacional abstracto y concebirla como un juego de actores sociales caracterizados históricamente por sus capitales sociales que actúan dentro de campos o mundos sociales propios de contextos culturales particulares a partir de un conocimiento situado para desplegar sus estrategias de juego de intereses. El propósito fundamental al que está orientado este modelo cognoscitivo es interpretar el código genético del lugar. En tanto código, se aspira a identificar el conjunto de reglas o preceptos que caracterizan la producción y reproducción de los fenómenos recurrentes que contribuyen a la identidad de lugar. El carácter de las reglas o preceptos no serían el resultado de lo impartido desde una autoridad que somete al resto de subordinados a cumplirlas, sino que serían el resultado de institucionalizaciones de prácticas sociales, habituaciones incorporadas, que terminan actuando como reglas de interacción social cargadas de sentido y valor dentro de determinados mundos sociales. En tanto, el carácter de genético, no refiere a la característica de rasgos organizativos casi inmutables de un organismo (ya que ni el código genético humano es inmutable sino que se modifica en su interacción con el ambiente) aquí se hace referencia a la indagación en los procesos históricos de desarrollo dentro de los cuales se da la institucionalización de determinadas prácticas sociales. Se remarca así el carácter dinámico, cambiante, en constante desarrollo y autoorganización de los procesos sociogenético, morfogenético y semiogenético que es trialéctico en cuanto a establecer correspondencias complementarias y de contradicción entre ellos.
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EL MODELO DE INTERPRETACIÓN DEL LUGAR A PARTIR DE TRES INSTANCIAS: METAFÓRICA, TOPOLÓGICA Y CONFIGURATIVA
Autor: Marcelo Zárate
EL LUGAR COMO AMBIENTE EPISTÉMICO El modelo cognoscitivo antes planteado en sus tres instancias organizativas, estaría llamado a constituirse en la herramienta de estudio exploratoria a partir de la cual podría ser interpretado cualquier lugar. Con esta premisa se propone avanzar un poco más en la intención de convertir a este modelo en una estrategia de conocimiento más general y flexible para el ejercicio dialógico entre disciplinas. Para ello se plantea la siguiente metáfora: El lugar es a sus habitantes lo que el ambiente epistémico es a una comunidad científica. A través de esta metáfora se quiere resaltar la cualidad que pueda alcanzar un lugar visto como ambiente epistémico para, a través de él, hacer emerger connotaciones capaces de posibilitar una caracterización de la función de ámbito dialógico y complejo por excelencia que caracterizaría al lugar utilizado como metáfora cognoscitiva. Para que la metáfora propuesta pueda activar las evocaciones deseadas es necesario primero explicitar la connotación que acompaña al ambien-
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te epistémico con relación a la comunidad científica. En este sentido se asume al ambiente epistémico como un sistema de creencias, valores, técnicas, convenciones, acordadas entre los miembros de una comunidad científica, sobre cómo son y cómo funcionan determinados fenómenos de la realidad, que actúan como sistema interpretativo y de inferencia sobre la misma y que sirve para vincularse exitosamente con ella. Este sistema de creencias y convenciones, no está fijado de una vez y para siempre, sino, que, se va modificando a medida que se plantean nuevas problematizaciones o retos a la interpretación e inferencias de fenómenos de la realidad a los que no se los puede tratar con el bagaje de conocimiento disponible. Dentro de este ambiente epistémico, pueden coexistir distintos sistemas interpretativos predictivos de la realidad, incluso, contrapuestos, que conforman un ambiente complejo en perspectivas de abordaje de la misma. Con lo cual, no se trata de un ambiente monológico, en el que imperara un solo paradigma hegemónico dominante, por el contrario, lo usual será que convivan paradigmas en pugna que conformarán un espectro de perspectivas disponibles para abordar la realidad que, la mayoría de las veces, entran en diálogo, interactúan, defendiendo sus puntos de vista con relación a otros puntos de vista distintos al propio. Estos paradigmas y sus relaciones serán los que terminarán definiendo el universo complejo de sistemas interpretativos característicos de un determinado ambiente epistémico. A partir de estas connotaciones acompañantes del ambiente epistémico, se plantea ahora ver al lugar y sus habitantes como un ambiente epistémico. En este sentido se podrían elaborar las siguientes connotaciones: el sistema de creencias y convenciones acordadas de un lugar serían los distintos tipos de regularidades y organizaciones que se dan dentro de cada uno de sus ambientes, el social, el físico y el simbólico relacionadas coherentemente como sistemas según la perspectiva situacional-cognoscitiva de determinados grupos sociales. Estas regularidades en el caso del ambiente social, se darían a partir de los sistemas sociales, los sistemas disposicionales, la institucionalización de prácticas sociales…; en el caso del ambiente físico, se darían a partir de los patrones, tipos y arquetipos del escenario físico natural y construido…; en el caso del ambiente simbólico, se darían a partir de las identidades sociales, los esquemas y mapas mentales, las comunidades simbólicas, la semiósfera… Las regularidades entran en correspondencias articulatorias que terminan conformando modos característicos de vida de determinados grupos sociales, mundos sociales, en cuanto a sus prácticas sociales, idiosincrasia, ideología, simbolismos, valores, espacialidad, sintetizadas en una determinada cosmovisión, que sería el equivalente a las perspectivas paradigmáticas reinantes en el ambiente epistémico. Habrá tantos mundos sociales cargados de sentido y valor para desempeñarse exitosamente en un determinado lugar, como grupos sociales haya en el mismo, con lo cual también aquí aparece la otra cualidad del ambiente epistémico, la de coexistencia de distintos paradigmas interactuando entre ellos, en este caso, cosmovisiones contrastantes
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que, desde una perspectiva social pueden conducir o bien al conflicto o al orden en la convivencia entre grupos sociales. Otra connotación interesante que arroja la metáfora del lugar como ambiente epistémico sería aquella que refiere a lo que implicaría la interdisciplinariedad en uno y otro caso. En el caso del ambiente epistémico la interdisciplinariedad es asumida en los términos que la plantea Silvano Tagliagambe, o sea, como dialogía entre sistemas de conocimiento diversos que preservan su identidad pero, interactuando, son capaces de generar sistemas de organizaciones abiertos, distribuidos, en distintas dimensiones. Se remarca así la característica de conocimiento distribuido en un sistema complejo de saberes o campos disciplinares interconectados dialógicamente. Subyace aquí la premisa de contar con una base común compartida para que pueda darse la dialogía (problemática común), además de la modularidad de las tareas a encarar para que se pueda dar el intercambio de información entre sistemas diversos a través de la cooperación o de la negociación mediante procesos creativos y no lógicos deductivos; la referencia del problema de estudio a un contexto natural y social particular en el cual es fundamental la identidad, el lugar, la tradición, el patrimonio físico, el simbolismo, la memoria y las visiones proyectuales (estos aspectos vinculan al conocimiento distribuido con el conocimiento situado en un lugar particular); el conocimiento como una enacción o sea como una aproximación a la cognición en términos de acción efectiva. Se hace aquí referencia a la ligazón profunda entre organismo y ambiente en la cual la percepción del sujeto, a la vez que es formada por el mundo contribuye a una efectiva activación del mundo circundante, se trata de un conocimiento encarnado (en términos de Bourdieu, el habitus hecho cuerpo a través de los esquemas disposicionales); por último, asumir a los valores, creencias y expectativas de la comunidad desde una visión crítica evitando así caer en una perspectiva representacional pasiva, se trata en cambio de activar un proyecto ontológico que llegue a considerar críticamente las bases mismas de la tradición abriendo mundo posibles (Tagliagambe, 1996). Pasando ahora a la connotación que la interdisciplinariedad tendría en el lugar como ambiente epistémico, la misma estaría vinculada a las múltiples estructuraciones y significaciones generadas por las articulaciones dialógicas entre los contenidos propios de cada uno de los ambientes del lugar: el ambiente social, el ambiente simbólico y el ambiente físico. Este entramado de relaciones, podría ser parangonado a un texto caracterizado con las propiedades que le asigna Iuri Lotman (1996) cuando lo considera como el resultado de la semiótica de la cultura en la que se examina la interacción de sistemas semióticos diversamente estructurados, la no uniformidad interna del espacio semiótico, la necesidad del poliglotismo cultural y semiótico. En este sentido el texto es un dispositivo pensante, cuyo rasgo distintivo básico en esta función es su carencia de homogeneidad interna. Con ello se plantea la necesidad de reconocer y preservar la naturaleza di-
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versa de cada uno de los ambientes que componen el lugar. De este modo, el texto representa un dispositivo formado como un sistema de espacios semióticos heterogéneos en cuyo continuum circula algún mensaje inicial (este mensaje inicial bien podría ser una problemática común dentro del lugar). No se presenta ante nosotros como una manifestación de un solo lenguaje sino de múltiples lenguajes y ordenamientos estructurales de diverso género, lo cual le confiere al texto posibilidades de sentido mayores que aquellas de que dispone cualquier lenguaje tomado por separado. Se remarca aquí la importancia y necesaria visión desde muchas perspectivas posibles de un problema en estudio, que en este caso estaría generada por los distintos actores sociales involucrados desde sus mundos sociales de pertenencia. Por otro lado también se haría referencia a los contenidos particulares provenientes de cada uno de los ambientes del lugar. De allí que el texto no sea solo un recipiente vacío de algo que fue puesto en él desde fuera (como si se tratara de una interpretación distanciada hecha por la visión sintética de un investigador externo) sino que es un generador de sentido no solo a partir del despliegue de las estructuras sino también, en considerable medida, en su interacción. (Surge así una asociación con la construcción social del conocimiento.) Esta característica del texto estaría asociada al contenido de la problemática en estudio, su interpretación a partir de la lectura de los actores en ella involucrados, en un proceso de problematización de una situación y de lectura interpretativa sobre la misma, con lo cual los múltiples autores de este tipo de texto serán también la audiencia a la cual va dirigido el texto o problema para su reinterpretación. El texto es un espacio semiótico en el que interactúan, se interfieren y se autoorganizan jerárquicamente los lenguajes. Se podría decir que a través de esta frase se abre una connotación posible hacia la articulación del poder dentro de la problemática en estudio. La perspectiva cognoscitiva del lugar como ambiente epistémico contiene una problemática central que no puede pasar desapercibida y que refiere al tipo de funciones o reglas que serían las encargadas de establecer las correspondencias entre los factores culturales. Si se tiene en cuenta lo ya expresado en cuanto a que este tipo de correspondencias asumiría la connotación de un texto con múltiples estructuraciones producto de la naturaleza diversa de cada una de las instancias del modelo planteado (la social, la física y la simbólica), se considera que el tipo de regla capaz de cumplir la función generadora de correspondencias será de naturaleza semiótica. Ello se debe a que esta es una dimensión transversal a todas, actúa como interfase entre lo social y el escenario material y es de naturaleza cultural por excelencia, en tanto mediadora necesaria en la interpretación del lugar como producto de la cultura.
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La identidad social, la identidad de lugar; la territorialidad; el patrimonio territorial de orden material y cognoscitivo; el reconocimiento como factor mediador en la interacción social; los campos y mundos sociales; el conocimiento situado; todos estos factores culturales están impregnados de simbolismos que actúan como código de comunicación y poder regulando las relaciones entre las personas y entre estas y su entorno. En tanto código cumplen una función de trasducción, o sea, transforman un tipo de contenido en otro, entre las estructuras de cada factor interviniente en la comunicación, o sea, permiten que los contenidos de un factor sean interpretados por el otro factor para poder así establecer el diálogo. Por otra parte la función de trasducción no es de carácter precisa sino aproximada, ya que se da a través de analogías y metáforas, dando paso así a la posibilidad de re-creación del mensaje recibido a partir de su procesamiento dentro del ambiente semiótico del receptor. Esto no quiere decir que la comunicación sea puro ruido o confusión, sino que las analogías y las metáforas funcionan dentro de campos semióticos de referencia cultural en los que existen repertorios discretos de connotaciones que son los que permiten que ellas sirvan para establecer correspondencias coherentes. La metáfora y la analogía son consideradas en términos de modelos de interpretación de las articulaciones o correspondencias entre las formas or-
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ganizativas de cada factor cultural en particular, por ejemplo: entre la forma organizativa que define una determinada identidad de lugar puesta en relación con la forma organizativa que define una determinada territorialidad a partir de la metáfora de la interfase actuando como código trasductor. La metáfora y la analogía actuarán a partir de modelos analógicos, físicos, icónicos, conceptuales o incluso matemáticos simbólicos, que son los que podrían utilizarse dentro de cada campo disciplinar en particular para, como en este ejemplo, representar la forma organizativa de la identidad de lugar y la de la territorialidad. Se remarca así el carácter de modelo semiótico comunicativo de la metáfora y la analogía, o sea, pone el acento en el elemento interpretativo indispensable a todo proceso comunicativo y, por consiguiente, en la relevancia del código y los problemas asimétricos entre emisor-receptor y sus implicaciones para el feedback comunicativo. El semiótico-textual supera esta dicotomía emisor-receptor para ir más allá de los mensajes al situarse en la perspectiva en la que lo transferido, más que un contenido, es una relación comunicativa construida en torno a conjuntos de prácticas textuales. Hay una diferencia cualitativa en la asimetría entre emisor y receptor, saber hacer y saber reconocer, que afecta a la significatividad de los textos. En la comunicación los receptores no reciben mensajes aislados e individuales reconocibles sino conjuntos de prácticas textuales (Eco, 1986). Sin embargo, el reducir toda la cultura a comunicación no significa reducir la vida material a una serie de acontecimientos mentales puros, es decir, no quiere decir que la cultura sólo sea comunicación sino que ésta puede comprenderse mejor si se estudia e investiga desde el punto de vista de la comunicación. El resultado de la comunicación/correspondencia entre factores culturales irá definiendo unidades ambientales, o sea, lugares como síntesis holística de múltiples dimensiones. Estas unidades, en tanto ambientes epistémicos, serán las vías estratégicas para el diálogo de saberes; en tanto reglas expresas de identidad y patrimonio territorial, serán las vías estratégicas para el desarrollo del proyecto territorial. Se considera a esta la síntesis más rica, compleja y potencial que, como hipótesis, podría alentar un diálogo fecundo entre culturalismo y ambientalismo.
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CAPÍTULO 2 Por un urbanismo ambiental alternativo. Propuesta teórica presentada al concurso de profesor titular de la cátedra de Urbanismo II en la FADU-U.N.L.; publicada en la Revista “Polis”; Año 9; Nro. 9; 2006; FADU, UNL, Santa Fe.
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POR UN URBANISMO AMBIENTAL ALTERNATIVO La perspectiva teórica que aquí se plantea respecto de un Urbanismo Ambiental Alternativo, propone promover y desplegar una concepción de Urbanismo que cambia el foco de atención sobre el ambiente natural, propio de la visión biocéntrica, hacia el del ambiente del hombre. Con este propósito, se alienta el desarrollo de la propuesta teórica del Urbanismo Ambiental Hermenéutico1 como concepción de urbanismo ambiental deseable desde la cual interpretar proyectualmente el hecho u rbano contemporáneo. La problemática principal que ha actuado como motivación para la reflexión teórica y la construcción de la propuesta puede ser sintetizada en la hipótesis que postula lo siguiente: desde que la visión ambiental ha emergido dentro del proceso de conformación del urbanismo como disciplina a partir de mediados del siglo XIX hasta nuestros días, aquella ha transitado por las siguientes fases de maduración de la comprensión de la relación sociedad-naturaleza: a) Fase de los arquitectos del paisaje del siglo XIX; b) Fase del ecofuncionalismo de mediados del siglo XIX a mediados del siglo XX; c) Fase del biorregionalismo desde los años 20 a fines de los ’40; d) Fase del planeamiento ecológico de los años 60 y 70 y el modelo biocéntrico; e) Fase de la complejidad y la refocalización hacia el ambiente del hombre, en los ’80 y ’90; f) Fase de la hermenéutica y semiósis del ambiente del hombre, desde el inicio del siglo XXI (en desarrollo incipiente). A lo largo de este proceso, la visión ambiental ha ido madurando hacia una comprensión cada vez más profunda de la relación sociedad-naturaleza, a la vez que ha estado actuando, sin proponérselo expresamente, como visión alternativa y en tensión con algunos programas teóricos que han ido conformando la disciplina: el tecnicismo funcionalista de la tratadistica alemana; el esteticismo fisicalista de la academia de Bellas Artes; el evolucionismo organicista funcionalista de los historiadores urbanos franceces; el racionalismo funcionalista del Movimiento Moderno; el ecologismo; el sociologísmo; el economicismo; la arquitectura urbana. Cada fase de desarrollo del pensamiento ambiental ha planteado retos cognoscitivos al urbanismo el cual ha ido asumiendo y procesando a modo de delicada autoorganización epistémica en busca de una difícil identidad ambiental de la disciplina. Los retos de la perspectiva ambiental actual, centrada en el ambiente del hombre, parecieran estar conduciendo al urbanismo hacia una catástrofe epistémica producto de las solicitaciones articuladas que recibe desde tres paradigmas fundamentales: el Materialismo Dialéctico Genético y la Teoría Crítica; el Paradigma de la Complejidad y el Paradigma Hermenéutico. Desde el Paradigma Dialéctico Genético se plantean los siguientes retos: la interpretación de la génesis y estructura del ambiente del hombre en un determinado territorio en la cual las historias ambientales actúan como procesos de interpretación de los ciclos de territorialización, de 1.- Esta propuesta esta basada en la tesis doctoral: Perspectivas cognoscitivas y proyectuales posibles para un urbanismoambiental alternativo. Indagación en el problema metodológico de un conocimiento holista y una aproximación especialista desde un enfoque sociofisico al desarrollo sustentable; Marcelo Zárate; Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, Universidad Politécnica de Cataluña; Barcelona, junio de 2001 – Publicada por la Universidad Politécnica de Cataluña ISBN: 84-699-5525-X.
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conformación de la segunda naturaleza (la ciudad). Dentro de este paradigma merece particular atención la Teoría Crítica y la Pragmática Universal de Jurgen Habermas y su racionalidad comunicativa aplicada al proceso de planificación. Otros aspectos interesantes son: la consideración del territorio como una infraestructura posibilitante de la vida social; la lectura del proceso de morfogénesis y estructuración territorial interpretado a partir de los espacios vividos, los espacios concebidos, los espacios percibidos, que generan las prácticas sociales en su transformación del espacio natural hasta convertirlo en espacio cultural, en segunda naturaleza. Referentes en el nivel epistemológico y de las ciencias: George W. F. Hegel (fisolofía); Karl Marx (economía, filosofía); Herns Bloch (filosofía); Karel Kosik (epistemología); Jean Piaget (psicología, epistemología); Jurgen Habermas (racionalidad comunicativa); Enri Lefebvre (lógica dialéctica); Enrique Leff (epistemología); Hugo Zemelman (epistemología). Desde el Paradigma de la Complejidad se plantean los siguientes retos: concebir la ciudad y el territorio como sistema termodinámico y como ecosistema. Algunos rasgos característicos de este paradigma son: la concepción constructivista del conocimiento, una apertura disciplinar dialógica, la autopoiesis disciplinar, el pensamiento de la complejidad, la adopción de métodos débiles, la transversalidad disciplinar, los conceptos nómades, la impredecibilidad, la no linealidad de los procesos, la inestabilidad, la flecha del tiempo y la segunda ley termodinámica, el uso metafórico de los términos conceptuales, el plan como sistema abierto y distributivo, una concepción interpretativa de la planificación, la producción social del plan, una posición cognoscitiva de la elaboración proyectual centrada sobre el ambiente del hombre. El Paradigma de la Complejidad articulado al Enfoque Territorialista2 dentro de la Proyectación Ambiental, concibe: el territorio y paisaje como construcción coevolutiva de la relación entre ambiente natural y sociedades locales; la práctica de la planificación y la proyectación territorial orientadas a salvaguardar y valorizar las identidades locales en toda su complejidad; la innovación social a partir de la promoción de prácticas participativas en las fases de interpretación de la identidad local y de construcción y actuación del proyecto; se sustenta en el principio de integración entre competencias diversas entre sectores económicos y de política local, entre niveles territoriales y escalas geográficas, lógica reticular; el proyecto territorial orientado a producir síntesis eficaces del sistema de recursos y relaciones a nivel local; se interesa por construir representaciones interpretativas de contextos locales en su relación con las dinámicas globales; el proyecto territorial no representa objetos sino sujetos, pone juntos los puntos de vista diversos, no excluye conflictos y contradicciones, sino que los pone en el centro; se proyecta no solo la Urbis sino también la Civitas; la identidad 2.- La Escuela Territorialista nace en al inicio de los ’90 en Italia por obra de algunos docentes e investigadores de urbanismoy de sociología que han decidido coordinar su actividad de investigación en ambito universitario y CNR: A. Magnaghi (Universidad de Florencia), G. Ferraresi (Politécnico de Milan), A. Peano (Politécnico de Turin), E. Trevisiol (IUAV), A. Tarozzi (Universidad de Boloña), E. Scandurra (Universidad de Roma La Sapienza), A. Giangrande (Universidad de Roma Tre), D. Borri (Universidad de Bari) y B. Rossi Doria (Universidad de Palermo).
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local y el territorio como depósito estratificado de un patrimonio natural y cultural, no valiendo más por lo que son sino por aquello que devienen en los procesos de valorización. Los principales referentes en el nivel epistemológico y de las ciencias son: Desde la ecosofía: Baruch Spinoza; Aldo Leopold (la “nueva ética de la tierra”, biólogo); John Muir (conservacionismo, naturalista); Gregory Bateson (teoría de la comunicación humana, antropología, biología, cibernética); Fritjof Capra (“la trama de la vida”, físico); Arne Naess (“ecosofía”, filosofía). Desde la ecología política: Ivan Illich (teología-filosofía-historia-pensador social y político). En filosofía, ciencias y urbanismo: Eugene Odum (“ecosistema”, ecología); Felix Guatari (“las tres ecologías”,psicología); Edgard Morin (epistemología de la complejidad); Francisco Varela (biología y epistemología); Humberto Maturana (“autopoiesis”, biología y epistemología); Henry Atlan (biología); Heinz von Forester (la “cibernética de segundo órden”, ingeniería eléctrica); David Bohm (el “holomovimiento”, física teórica); Erwin Schroedinger (física); Nicholas Georgescu-Roegen (economía y matemática-economía ecológica); Ernst von Glaserfeld (psicología – constructivismo radical – cibernética); Rolando García (epistemología de la complejidad); Niklas Luhman (sociología compleja comunicacional); René Thom (“teoría de las catástrofes”,matemática); Isabelle Stengers (“conceptos nómades”, epistemología); Ilya Prigogine (la “flecha del tiempo”, física, química); Norbert Wiener (cibernética); Martines Alier (economía ecológica); Carlo Palermo (epistemología); Gianni Vattimo (“métodos débiles”, filosofía); Salvador Rueda (ecología y psicología); Ramon Folch (ecología); Federico M. Butera (Física Técnica Ambiental); Enzo Tiezzi (Física Química); Virginio Bettini (ecología); Karl Pribran (“visión hologramática”, neurofisiología); Silvano Tagliagambe (epistemología); Carlo Cellucci (epistemología) ; Marcello Frixione (epistemología) ; Marcello Cini (epistemología) ; Mauro Ceruti (epistemología); Lorena Preta (psicología); Serge Latouge (economía filosófica); Giuseppe Dematteis (geografía humanista); Angelo Turco (geografía); Claude Raffestin (“territorialización”, geografía). Piotr Kropotkin (geografía); Elisee Reclus (“área natural”, geografía); Patrick Geddes (“el estudio”, “máquinas pensantes”; planeamiento urbano y regional); Lewis Mumford (“biorregionalismo”, “la ciencia regional”; planeamiento urbano y regional)
Desde la Hermenéutica y desde una visión sociosemiótica. El territorio asumido como un sistema complejo de lugares; la vida del territorio entendida como un lenguaje sociofísico; interpretación del territorio como un texto compuesto por una trama de fragmentos narrativos sociofísicos en las cuales interpretar los múltiples discursos en el texto; interpretación del sentido del proceso de territorialización a partir de la estructuración de los cronotopos de territorialidad (anudamientos de espacio-tiempo y sentido sociosimbólico); interpretación de la identidad y del patrimonio del territorio en tanto recursos indispensables para la sustentabilidad sociofísica del mismo. Referentes en el nivel epistemológico, semiótico y de las ciencias: Paul Ricoeur (“narración”, “traza”, filosofía hermenéutica); Hans George Gadamer (“horizonte de sentido”, filosofía hermenéutica); Ernst Cassirer (filosofía neokantiana); Clifford Geertz (antropología hermenéutica); M. Bakthin (“dialogía”, “cronotopos”, crítica literaria; semiótica; antropología); Algirdras J. Greimas (lingüística y semiótica); Yuri Lotman (“semiósfera”, semiótica); Enric Pol (psicología ambiental); Sergi Valera (“identidad de lugar”, psicología ambiental); Amos Rapoport (antropología ecológica cultural); Peter Berger y Thomas Luckmann (Sociología y la construcción social de la realidad).
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De este modo, se considera que en la actualidad estarían dadas las condiciones óptimas para una necesaria autopoiesis disciplinar en el urbanismo, hacia un nuevo estado de disciplinariedad orientado a la interpretación proyectual profunda del ambiente del hombre.
Aspectos críticos que caracterizan la incapacidad de respuesta del Urbanismo clásico frente al reto de los Paradigmas del Materialismo Dialéctico Genético, el Paradigma de la Complejidad articulado al Enfoque Territorialista y el Paradigma Hermenéutico Se podría considerar que hay dos cuestiones críticas fundamentales de tipo cognoscitivas sobre las que se sustenta el urbanismo tradicional: el fraccionamiento del conocimiento y la visión representacional de la realidad multidimensional reducida a un paisaje, a una forma en tanto síntesis superaditiva entre rasgos configurativos de un territorio y contenido funcional o ambiente cultural (Besio, en Maciocco, 1996). La primera es propia de una concepción positivista de la ciencia, en la cual sobrevive aún la visión atomista de la realidad, en donde sujeto y objeto, hombre y naturaleza, se presentan como dos mundos externos separados entre sí. La segunda, consecuente con la primera, intenta reflejar simbólicamente ese mundo a través del lenguaje (escrito y gráfico) en una relación casi unívoca entre realidad y representación, actuando sobre un mundo ontológicamente dado de una vez y por todas, un mundo estático, del cual nos hacemos representaciones (con cierto resabio al Positivismo lógico de Ludwig Wittgenstein). Y por supuesto, no podía faltar la visión racional que pretende explicar la realidad desde el método axiomático y una concepción resolutiva, en donde por otra parte no se considera la imprevisibilidad. Esta situación no hace más que alimentar la disciplinariedad cerrada, monológica y fuertemente concentrada sobre sistemas cerrados, que si bien, esta estrategia ha dado sus frutos, sobre todo en el avance tecnológico, se hace difícil asumir que las teorías no sean más que modos de ver la realidad y que no nos den un conocimiento verdadero de la misma, ya que no son representaciones directas de ella. Por lo tanto la fragmentación creciente de la realidad en partes cada vez menores, apoyada en el éxito de éstas teorías, nos han hecho creer que la realidad está realmente dividida, compartimentada y así nos convencemos en conocerla. De allí que no es de extrañar que se conciba al plan como soliloquio, además, desde una concepción impersonal de la planificación. Cuando de intentos interdisciplinarios se trata, la articulación de los campos del conocimiento, se da más a partir de cuestiones tecnológicas, operativas, ex post, más que en el ámbito conceptual. Predomina así la visión
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tecnológica en la articulación complementaria del conocimiento. Se trata más de una interdisciplinariedad compuesta (disciplinas articuladas en torno a un objeto empírico) que complementaria (disciplinas articuladas en torno a un objeto teórico conceptual) a partir de códigos preestablecidos (la de la teoría de sistemas, la de la teoría termodinámica, son algunos de los ejemplos). También se llegan a concebir ciertas integraciones o síntesis disciplinares, que como modos alternativos del reduccionismo, pretenden traducciones completas y definitivas, síntesis, reducción unitaria del conocimiento, subvalorando el peso o la importancia de la comunicación e intercambio de información entre sistemas cualitativamente diversos (por ejemplo: la ciudad como sistema informacional a partir del uso de redes neuronales). Ello no hace más que alentar la posibilidad de desarrollo de métodos universales independientes del contexto. Se podría decir que la visión verticalista y jerárquica o los esquemas tipo raíz, aún persisten y conviven con los intentos anteriores en los modos de concebir y conocer la realidad en el urbanismo tradicional. Estos rasgos son propios del modelo progresista de la ciencia, y de modos de actuar en los cuales se hace una asunción apriorística de los valores. Incluso en los intentos de apertura disciplinar tendientes a cambiar esta situación a partir de un dialogo posible con las ciencias del ambiente, vuelven a aparecer nuevas formas de reduccionismo de la complejidad ambiental, bajo formas de ecologismo generalizado (como el cientificismo naturalista y el determinismo del Planeamiento Ecológico) o reducción de los procesos sociales a sistemas de comunicación abstractos (como en la teoría comunicacional de Niklas Luhman). Según estas perspectivas lo ambiental pareciera quedar polarizado en cuestiones propias de las Ciencias Naturales o Ciencias Sociales, desde estrategias sistémicas incapaces de preservar las propiedades cualitativamente diversas de los factores y procesos que hacen al ambiente del hombre. De este modo lo más que se ha logrado en Urbanismo es un reposicionamiento ya sea desde lo biocéntrico o lo antropocéntrico sin un real cambio cualitativo del marco cognoscitivo tradicional. Desde las perspectivas más actuales en materia de planeamiento ambiental urbano-territorial, la problemática del ambiente manifiesta aún una fuerte tendencia a considerar el concepto de paisaje como objeto de estudio para el desarrollo de nuevas estrategias de conocimiento desde la incorporación del paradigma ambiental.1
1.- El concepto de paisaje tal como aquí se lo ha definido, constituye un factor de estudio clave dentro de las estrategias particulares de los enfoques cientificistas tales como: El Planeamiento Ecológico (Frederick Steiner); La Ecología del Paisaje (Richard Forman y Michel Godron); El Planeamiento del Paisaje en su versión ambiental contemporánea (John Tilman Lyle). Por otra parte, desde un enfoque culturalista, tal como el de la Proyectación Ambiental y el Enfoque territorialista (Giuseppe Dematteis) el territorio sustituye al concepto de paisaje con ciertos ribetes de materialismo cultural, por momentos.
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Este concepto asume connotaciones que van desde los sistemas de relaciones entre Medio Físico Natural y Medio Social a partir del intercambio de flujos de materia, energía e información, capaces de determinar configuraciones territoriales, los patrones y tipologías, que dotan de sentido a un determinado ambiente, con estructura, funcionalidad y cambio (Ecología del Paisaje); hasta ser el soporte o medio de comunicación de significados, como infraestructura posibilitante que contribuye a la identidad de un territorio, por ejemplo en la construcción del concepto de Territorialidad en sentido antropológico: “Se llama territorialidad a la mediación simbólica, cognitiva y práctica que la materialidad de los lugares ejercita sobre la acción social.” (Claude Raffestin). Desde estas consideraciones, el paisaje deviene objeto de estudio teórico bajo la forma de regiones naturales, corredores ambientales, corredores urbanos, patrones, mosaicos, parches, matriz, patrones naturales y culturales de la estructura del paisaje, sistema estético a partir de las relaciones entre fenómenos físicos, la firma del lugar, etc. Todos son intentos de conceptualizar la expresión física que ofrece, principalmente, el territorio, con el esfuerzo último de extender el alcance de los conceptos al ámbito urbano, que por otra parte es el gran ausente y que merecería particular consideración por tratarse de, otra naturaleza, de una segunda naturaleza mediatizada por los procesos tecnológicos sobre la naturaleza primera. (Fernández, 1986). De este modo, se considera que las perspectivas de tratamiento del objeto de estudio paisaje parecieran quedar circunscriptas a las dimensiones tangibles, a los sistemas físicos, al paisaje como sistema de representación de fenómenos sensibles, a los que se les asigna un poder de condicionamiento cultural muy importante en las decisiones humanas de localización, soporte de actividades y significación implícita. La inclusión de las interferencias propias de procesos culturales tales como, las representaciones sociales, las percepciones ambientales, la identidad de lugar, la territorialidad, que se articulan a las manifestaciones físicas de sistemas productivos, mediaciones tecnológicas, procesos de ocupación, subdivisión, construcción y propiedad del territorio, flujos de intercambio de personas y bienes, y procesos ecológicos propios de los sistemas naturales, contribuyen en gran medida a complejizar las lecturas y asunciones hechas sobre los paisajes, en tanto escenarios expresivos de supuestos modos de adaptación cultural a un medio natural. Ello implica la necesaria consideración de otros aspectos no manifiestos que también hacen al proceso de apropiación de un grupo humano de su medio natural y construido, en el cual el paisaje actuaría sólo como una infraestructura
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posibilitante y según la perspectiva que aquí se propone, no determinante, sino probable. Con lo cual se pone en discusión la concepción que asigna un rol fundamental a la configuración del paisaje como garantía de interpretación de una correcta o incorrecta adaptación cultural al soporte natural, desde una perspectiva de desarrollo sustentable no solo en sentido ecológico sino, y también, social de un asentamiento. En este sentido resulta estratégica la conceptualización que la antropología hace del concepto de territorialidad en el cual el territorio actúa como una para las prácticas sociales y la construcción de la dimensión simbólica a ellas articulada. José Luis García, en su trabajo Antropología del Territorio parte de la premisa que: (La territorialidad) Su trascendencia radica en que el territorio es el sustrato espacial necesario de toda relación humana, y su problemática estriba en que el hombre nunca accede a ese sustrato directamente, sino a través de una elaboración significativa que en ningún caso está determinada por las supuestas condiciones físicas del territorio”. “Poco, sin embargo, lograríamos saber de la territorialidad humana si nos limitásemos a cartografiar los movimientos de los individuos o de los grupos humanos. Si el territorio es susceptible de un estudio antropológico, y no meramente geográfico o ecológico, es precisamente porque existen indicios para creer en el carácter subjetivo del mismo, o dicho de otra manera, porque contamos con datos etnográficos suficientes para concluir que tal como anotábamos al comienzo de este estudio, entre el medio físico y el hombre se interpone siempre una idea, una concepción determinada. Nunca podríamos llegar a ella por el método de la observación escueta de la utilización del territorio. Es preciso interpretar esa utilización. Y las técnicas iniciales adecuadas para este fin no podrán ser otras que las empleadas en los demás campos de la investigación antropológica: las técnicas del trabajo de campo, desde la observación y la encuesta, hasta la interpretación y modelización de las constataciones.” De este modo considera al hábitat como una de las condiciones infraestructurales de la territorialidad, entendida esta última en sentido antropológico, o sea de relaciones humanas. En tal sentido, y en referencia a la corriente antideterminista de los geógrafos (Vidal de la Blanche). “que valorando la importancia que el medio físico tiene en la comprensión de los comportamientos humanos, estos sostienen que es precisamente el hombre el que operando sobre la base física determina la configuración de su comportamiento. Desde esta perspectiva el medio ofrece al ser humano una serie de posibilidades de actuación, pero es en definitiva el hombre el que elige y actualiza una de ellas”.
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Esta idea, según García, viene a coincidir en líneas generales con la idea antropológica de área cultural y con los presupuestos de los que parte la Antropología en la explicación de la relación medio-cultura. En referencia a la Morfología Social de Marcel Mauss, García, destaca de este autor que: “por lo que respecta la relación que la vida social guarda con las condiciones físicas concluye Mauss que éstas funcionan exclusivamente como sustrato de la vida social; deben tenerse en cuenta, pero no explican la totalidad de los fenómenos sociales, ni siquiera su misma configuración en integridad”. Y con referencia a Lévi Strauss: destaca que: “éste nos previene contra la tendencia a interpretar condiciones de la cultura que guardan cierta homología con características del medio, en términos del propio medio”. De este modo, García dirá que “el territorio humano debe considerarse desde las posibilidades de semantización que ofrecen las características físicas del medio, pero que no existe una coacción determinista, por parte de éste para que se realice una semantización y no otra. Dicho de otra manera, la semantización del territorio puede explicarse en parte desde el medio, pero la investigación del medio nunca nos permitirá concluir que debe darse un tipo determinado de semantización”. “el medio físico opera como uno de los términos de la dialéctica entre el organismo y el medio mismo, y ulteriormente está en constante interactuación – igualmente dialéctica – con la cultura. Por ello negar su importancia como elemento de este proceso sería desconocer que toda semantización opera sobre algo, y que los significados del mundo humano no son ideas o conceptos de naturaleza puramente ideal.” “las influencias del medio en la organización territorial de un grupo, deben explicarse en una dirección inversa a la propuesta por los deterministas: no ha de partirse del medio físico para concluir cómo debe ser la disposición territorial, sino que debe de analizarse ésta para ver qué factores del medio la han influido realmente.” Después de citar algunos ejemplos de cómo los asentamientos humanos están inevitablemente restringidos por los accidentes del terreno y por límites insalvables como, por ejemplo, los mares, o desde la atracción que ejercen sobre las poblaciones ciertas circunstancias geográficas, como ser los ríos, o bien la influencia del clima en la orientación en la selección del territorio general; García concluye diciendo que “el medio físico funciona como una infraestructura del territorio, pero no como la causa última y total de su significación.” (García, 1976).
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Una respuesta posible Desde este panorama, los ensayos de apertura disciplinar, parecieran no poder asumir que de lo que se trata, es de trabajar con las dos perspectivas en interacción, la cientificista (propia de los enfoques ambientales en urbanismo que se focalizan sobre el medio natural) y la culturalista (propia de los enfoques ambientales en urbanismo que se focalizan sobre las ciencias sociales). De allí la necesidad de establecer las condiciones necesarias para el dialogo y la articulación de disciplinas, desde momentos de condensación o equilibrio dinámico del proceso continuo de transformación espacial y transespacial (sociosimbólico) que caracteriza al ambiente humano en general, y al ambiente urbano en particular, a partir de una articulación compleja entre lo social y lo físico natural y construido, mediando entre ellos los procesos simbólicos. El ambiente urbano ya no puede ser concebido como una superposición de estratos de sistemas naturales y sociales o un complejo sistema funcional de relaciones de energía, materia e información, entre soporte natural y sociedad, que supuestamente condensaría en la idea unidimensional de paisaje (tal como se plantea en la Ecología del Paisaje, por más que se lo quiera asumir como un observable complejo desde lo cultural). El ambiente del hombre es rizomático, complejo, no reconoce diferencias antinómicas sujeto-objeto, lenguaje-realidad, partes-todo, sino que es un continuum fluir de dimensiones, sistemas y elementos, que nosotros desde las teorías nos representamos (Bohm, en Wilber, 1986). Por ello se hace necesario construir nuevos modos de representar este ambiente que lo preserven en su complejidad y nos permita ensayar cursos acordes para articular nuestras representaciones desde distintas perspectivas sobre el mismo, nuevos enfoques disciplinares dialógicos. Ante ello se propone explorar la posición alternativa de concebir el conocimiento como una enacción 1 y en este trabajo en particualar, como una enacción hermenéutica, o sea una interpretación sobre cómo la experiencia vivida forma las bases para una descripción de la mente, y sus representaciones, el mundo como experimentado y significado y la relación/es entre ellos. Desde esta premisa, y a partir de repensar el plan, respecto a su proceso de proyectación del territorio y construcción de la ciudad, se propone sustituir el concepto de paisaje por el de lugar, generado a
1.- Concepto propuesto por Humberto Maturana y Francisco Varela desde el construccionismo cognoscitivo. El neologismo “enacción” traduce el neologismo inglés enaction, derivado de enact, “representar” en el sentido de “desempeñar un papel”, “actuar”. Desde este concepto el conocimiento se relaciona con el hecho de estar en un mundo que resulta inseparable de nuestro cuerpo, nuestro lenguaje y nuestra historia social. No se puede aprehender adecuadamente la cognición como un conjunto de reglas y supuestos porque es una cuestión de acción e historia: se comprende por imitación, convirtiéndose en parte de una comprensión ya existente. Más aún, no podemos plantarnos fuera del mundo donde nos hallamos para analizar cómo su contenido concuerda con las representaciones: estamos siempre inmersos en él, arrojados en él. La noción básica es que las aptitudes cognitivas están inextricablemente enlazadas con una historia vivida, tal como una senda que no existe pero que se hace al andar. En consecuencia, la cognición deja de ser un dispositivo que resuelve problemas mediante representaciones para hacer emerger un mundo donde el único requisito es que la acción sea efectiva: ¿permite la continuidad del sistema involucrado? ¿Qué es la cognición? Acción efectiva: historia del acontecimiento estructural que inactúa (hace emerger) un mundo. ¿Cómo funciona? A través de una red de elementos interconectados capaces de cambios estructurales durante una historia ininterrumpida. ¿Cómo saber que un sistema cognitivo funciona adecuadamente? Cuando se transforma en parte de un mundo de significación preexistente (como lo hacen los vástagos de toda especie), o configura uno nuevo (como ocurre en la historia de la evolución). Las representaciones han dejado de cumplir papel alguno, la inteligencia ya no desempeña la propiedad de resolver problemas y ha pasado a entenderse como la capacidad de ingresar en un mundo compartido.
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partir del cruce simultáneo e interactivo de cuatro pares de categorías esenciales de una cultura: habitar-hablar, conceptualizar-refigurar, medio físico-medio social, psicogénesis-sociogénesis (Teoría sociofísica del lugar, Josep Muntañola, 1996) representativo del ambiente del hombre, para considerarlo como objeto central de investigación disciplinar. Hacia este objetivo va orientado el sistema teórico y metodológico de la presente propuesta en tanto perspectiva epistémica propia de un hipotético y refundado Urbanismo de enfoque ambiental. Se tiene el convencimiento que, en tanto se siga concibiendo al Urbanismo solamente como disciplina técnica centrada en brindar respuestas en ese nivel, desde una visión disciplinar desatenta con las implicancias epistemológicas que supone un posicionamiento ciego desde los enfoques cientificistas o culturalistas, el Urbanismo será absorbido o diluido como posible campo de conocimiento disciplinar. Esta situación se hace aún más evidente frente a la metamorfosis y puesta a punto que otras disciplinas están viviendo dentro de la crisis actual de las ciencias en general y el tratamiento de la problemática ambiental urbana en particular, en su intento de tratar con más inteligencia el ordenamiento territorial. Es por ello que se considera impostergable y necesario iniciar una profunda revisión y reformulación de los supuestos epistémicos en los que se ha venido apoyando la disciplinariedad del Urbanismo, persiguiendo la intención de explorar la dimensión cognoscitiva, a su ya característica dimensión práctica. Ello será la condición indispensable para posicionarlo dentro de la reflexión epistemológica más general, (al nivel de la filosofía de las ciencias), y la más particular que le compete dentro del ambiente ineludible de “nueva racionalidad” 2que plantean los tres paradigmas de mayor interés para este trabajo: el Paradigma de la Complejidad y sus principios de apertura dialógica, enacción, recursividad organizacional y visión hologramática; el Paradigma Dialéctico Genético y sus principios de génesis, forma, estructura, praxis social, totalidad concreta, dialéctica; el Paradigma Hermenéutico y sus principios de horizonte de interpretación, el lenguaje como síntesis entre la experiencia del mundo y la realidad personal, temporalidad histórica en el sentido y la tradición; precomprensión de la realidad desde un horizonte de sentido. Desde estas consideraciones queda planteado el reto cognoscitivo de superar las limitaciones que el concepto de paisaje mantendría para una interpretación profunda de la relación sociedad-naturaleza desde el Urbanismo. 2.- Enrique Leff realiza una buena síntesis de lo que significa el saber ambiental representativo de la “nueva racionalidad” a la que en este trabajo se hace referencia: No se limita a la comprensión de una evolución “natural” de la materia y del hombre (ecologismo naturalista). Se asume como una política del conocimiento. Es una racionalidad: a) fuera del campo de la metafísica, b)fuera del logocentrismo, c) fuera de la cientificidad, d) busca reconstruir identidades a través del saber, e) busca la reapropiación del mundo desde el ser y en el ser, f) retoma la cuestión del ser en el tiempo, el conocer en la historia, el poder en el saber, la voluntad de poder que es un querer saber, g) es una nueva comprensión del mundo, incorporando el límite del conocimiento y la incompletitud del ser. Implica saber que la incertidumbre, el caos y el riesgo son condiciones intrínsecas del ser y del saber. Abre la reflexión sobre la naturaleza del ser, del saber y del conocer. Cuestiona la forma como los valores permean el conocimiento del mundo. Abre el espacio para el encuentro entre lo racional y lo moral, la racionalidad formal y la racionalidad sustantiva. Abre la reflexión sobre la Ecología y la Teoría de Sistemas que, buscando una explicación de la totalidad, forjan un mundo tendiente a la globalización y a las leyes unitarias, con sus impactos en la naturaleza y en la sociedad. Desborda la visión cibernética (conjunto de interrelaciones y retroalimentaciones). Rompe la dicotomía sujeto objeto del conocimiento. Reconoce las potencialidades de lo real Incorpora valores e identidades en el saber. Se proyecta hacia lo infinito de lo impensado. Reconstituye identidades diferenciadas en vías antagónicas de reapropiación del mundo (Leff, 1999).
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En este sentido se propone en primera instancia, sustituir el concepto de paisaje por el de lugar en tanto representación del ambiente del hombre, y producto de la mediación sociofísica-simbólica entre naturaleza y sociedad a partir de una visión hologramática 3 (de sus tres ejes componentes: el científico (semiótica-epistemología), el estético (poética-retórica) y el ético (política-ética), en los niveles teórico, empírico y de significación (se hace referencia a la “Topogénesis”, Muntañola, 2000). Se trata de asumir al territorio como un sistema complejo de lugares, a partir de los aspectos humanos fundamentales que se articulan para su producción desde las distintas prácticas sociales, tal como ya se plantea en la Teoría Sociofísica antes apuntada, actividades que caracterizan la producción y reproducción del lugar y la emergencia de construcciones simbólicas que a ellos se entrelazan en una cultura particular a partir de las distintas practicas sociales. Desde el punto de vista de su manifestación empírica representada por el medio físico natural y construido, el territorio asumiría entonces rasgos de materia cultural configurada y significada, que actuaría como una infraestructura posibilitante y de mediación simbólica en la construcción del complejo sistema de lugares. A partir de ello resulta difícil aceptar que se pueda elaborar una estrategia de conocimiento y acción alternativa sobre el lugar, únicamente teniendo en cuenta los hechos físicos (naturales y construidos) que dan identidad intrínseca a un paisaje. Con lo cual aumenta el compromiso con las dimensiones intangibles del ambiente humano, propias de las ciencias sociales, que son las que dan acceso a la interpretación profunda del territorio en su condición de lugar. Sería por ello necesario construir una nueva articulación entre la concepción representacional del territorio, a partir de la identidad configurativa del mismo, con la representación simbólica que la población construye en su experiencia continua con el territorio en un determinado ambiente cultural de sentido, como por ejemplo plantea la perspectiva transaccionalista en la Psicología Ambiental.4 De este modo, la cuestión sería poder acceder al nivel interior de comprensión profunda de la identidad de un territorio, que, como paisaje, es solo una manifestación visible y parcial, de una complejidad multidimensional mayor, el ambiente cultural del lugar urbano. Esto parece ser posible a partir de una estrategia de conocimiento desde adentro, desde el punto de vista de los propios grupos humanos que son quienes en definitiva determinan cuáles son y cómo se captan los elementos que hacen a la identidad cultural de su territorio o ambiente espacial. De este modo la identidad territorial asume una connotación distinta a la de simples rasgos configuracionales del territorio, ya sea que se los conceptualice como patrones, firmas, etc., para quedar contenida dentro de un juego complementario, 3.- Se hace referencia al Paradigma Holográfico a partir de autores como Karl Pribram y David Bohm, y la idea de que en cada uno de los ejes están presentes los otros a modo de totalidad implicada en el aspecto parcial que se trate. Ésta es la visión que en este trabajo se propone para concebir una visión holográfica de los factores que hacen a la Topogénesis de Josep Muntañola. 4.- En palabras de Altman y Rogof (1987), la perspectiva transaccionalista “enfatiza el estudio de unidades de análisis holísticas, con fenómenos definidos en términos de aspectos psicológicos, contextuales y temporales que resultan inseparables”. Esta aproximación parte de cinco premisas básicas (Saegert & Winkel, 1990): 1) la unidad de análisis es la persona “en” el entorno.
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interactivo y cambiante, entre las dimensiones manifiestas y simbólicas del territorio, producto de la elaboración interactiva entre las distintas prácticas sociales de un determinado grupo cultural, el ambiente cultural y simbólico por ellas generadas, y la infraestructura posibilitante que hace de escenario. Este es el tipo de proceso capaz de brindar legitimación social a la representación construida del paisaje en el caso que este actuara como una vía de ingreso a la interpretación profunda del territorio. De lo anterior se desprende que el territorio no sería el depositario privilegiado de la información más relevante para iniciar el proceso de conocimiento y acción del lugar, sino que aquél sería una parcialidad materializada que estaría en complemento a otra parcialidad, la de la dimensión simbólica. Desde el punto de vista de su manifestación empírica representada por el medio físico natural y construido, el territorio asume entonces rasgos de materia cultural configurada y significada, que actúa como mediadora en el proceso cognitivo de construcción del lugar. La sociogénesis, morfogénesis y semiogénesis de los lugares urbanos son leídas a partir del proceso de territorialización (producción de calidad ambiental, habitatiba, valorización de identidad territorial y urbana, de pertenencia, de producciones típicas en paisajes típicos, de crecimiento y consolidación de sociedades locales (Magnaghi, 2000) en tanto texto de múltiples trazas 5 discursivas (Ricoeur, 1996) (las del ambiente natural, transformado y construido; las del ambiente socioproductivo y tecnológico; las del ambiente sociopolítico; las del ambiente semiótico o semiósfera (Lotman, 1999), que actúan como representación metafórica posibilitando la dialogía (Bakthin, 1981) interdisciplinar a partir de conceptos nómades (uso metafórico de términos conceptuales; Isabelle Stengers, 1988), con la intención de construir tramas narrativas, regularidades estructurales, patrones, articulados por los cronotopos del territorio (articulación de tiempo-espacio y sentido en el lugar; Bakthin, 1981) generados a partir de la interacción de las dimensiones propias del lugar. El sentido de este proceso es captado a través de una hermenéutica de la articulación de los cronotopos de la territorialización 6 como estrategia interpretativa de la identidad (invariantes y permanencias, sedimentos materiales y cognitivos sobre el territorio) los valores (interpretación social activa sobre el patrimonio) y el patrimonio del territorio (valoración cultural sobre el sedimento histórico que deja la territorialización; Magnaghi, 2000), en tanto recursos indispensables para la sustentabilidad sociofísica 5.- La marca, o trazo, a partir de la propuesta de la Hermenéutica de Paul Ricoeur, en este trabajo es utilizada como metáfora sugerente para provocar en un ámbito interdisciplinar, evocaciones conceptuales y significaciones hipotéticas sobre fragmentos configurados del territorio, en tanto materia cultural y vía de acceso posible para el arquitecto quien puede considerar a los trazos en tanto vestigios de hechos transespaciales cuya significación con relación a la parte de configuración seleccionada, debe ser confrontada con las evocaciones que los mismos trazos, provoquen en otros campos del conocimiento. 6.- En este caso, se hace referencia al proceso interpretativo sobre la territorialización, entendida como una narración, estructurada por momentos cronotópicos en la historia ambiental del territorio y accesible para su interpretación desde el círculo hermenéutico que plantea P. Ricoeur, articulado en tres momentos: precomprensión (del lugar desde un horizonte de sentido), estructura de la trama narrativa (o configuración del territorio como materia cultural) y resignificación (prácticas sociales dentro de un ambiente cultural y simbólico desde el cual se reactualiza el horizonte de sentido, la identidad territorial, la legitimidad del proceso de ocupación, uso y apropiación del territorio desde su condición de lugar, dando inicio a un nuevo proceso dentro del círculo hermenéutico).
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del mismo. Esta se basa en alentar solidaridades positivas, que los agentes sociales, en sus lugares, manifiesten hacia articulaciones exitosas entre correspondencias sociosimbólicas (relación entre prácticas sociales y sus representaciones sociales, percepciones, identidad de lugar, territorialidad) (Giddens, 1984; Jodelet, En Iñiguez-Pol, 1996; Rappoport, 2003; Valera-Pol; 1996; García, 1976) y congruencias sociofísicas (localización y uso sustentable de actividades humanas sobre el medio natural) generadas por las prácticas sociales dentro de un específico lugar, contribuyendo a una territorialización sustentable, al enriquecimiento del territorio, a la calidad ambiental. De este modo, el problema ambiental es conceptualizado como un modo particular de articulación no exitosa entre correspondencias sociosimbólicas y congruencias sociofísicas. En el intento de establecer una estrategia de registro de las articulaciones entre correspondencias sociosimbólicas y congruencias sociofísicas, dentro de un ambiente territorial, se propone asumir al concepto de traza, en el sentido metafórico con que se la definiera anteriormente, como vía de acceso dialógica posible para el arquitecto urbanista posibilitándole posicionarse desde lo epistemológico, o sea desde los predicados de juicio sobre lo objetivo y lo subjetivo, a partir de los puntos de vista de quienes construyen tales juicios y, de este modo poder detectar hechos objetivos en correspondencia con juicios objetivos que contribuyan a la interpretación de las trazas territoriales dentro del lugar al que pertenezcan. Queda fuera del interés teórico directo de la estrategia cognoscitiva que aquí se propone, el indagar qué cosa sea la realidad en sí, intrínsicamente del lugar urbano como modo de existencia, cuestión que se relaciona con lo ontológico y con la discusión sobre si es posible y existe el realismo externo o si sólo se trata de un realismo interno. Como no es intención de este trabajo involucrarse en ese ámbito de discusión (cuestión, por otra parte más ontológica que epistemológica), todas las reflexiones que se presenten deben ser entendidas en el ámbito de una realidad construida socialmente, considerada además, relativa en lo conceptual y lo cultural. (En este caso, puede considerarse que subyace en lo ontológico cierto realismo interno). Desde esta perspectiva, se propone deconstruir el objeto de estudio lugar urbano a partir de tres conceptos íntimamente articulados: el Ambiente Epistémico, el Ambiente Cultural y el Ambiente Espacial. El Ambiente Epistémico, sería el campo abierto y virtual del pensamiento, en constante transformación y actualización de sus contenidos en el que pueden reconocerse momentos de equilibración dinámicos tiempo espa-
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ciales y de sentido apartir de un proceso de aprehensión7 de la realidad, posibilitando así las condiciones de acceso al conocimiento a partir de la problematización de la realidad orientada por la manifestación concreta y contextualizada en forma histórica y tempoespacial de una problemática dentro de un encuentro de horizontes de sentido: el de quienes interpretan y el de lo que se interpreta en el lugar. Este campo virtual no reconoce un centro estable, un objeto teórico fijo, sino un sucederse de articulaciones conceptuales entre objetos de estudio y campos disciplinarios, a modo de una centralidad acentrada, a partir de una operación de transferencia y propagación de términos conceptuales abiertos a la realidad8, entre disciplinas por medio de estructuraciones ad hoc, evocadas por el problema ambiental a tratar, desde su condición de focus metafórico. Esta compleja combinatoria de trazas multidimensionales en tanto campo de problematización, se constituiría en el objeto de estudio (OT) del aquí propuesto Urbanismo ambiental Hermenéutico. El Ambiente Cultural sería el contexto de especificación histórico, en tiempo, espacio y tradición, en el cual se manifiestan las distintas prácticas sociales y sus procesos organizativos funcionales y simbólicos, ideológicos y de poder, representando la complejidad sociosimbólica del lugar urbano. Se trata de una construcción social funcional significativa y compleja organizada en múltiples dimensiones de ordenes implicados9 (procesos regulativos de la producción, organización social, y significaciones emergentes en planos semióticos). Este orden implicado se manifiesta en una forma (regularidades organizativo funcionales y simbólicas, definidas conceptulmente desde distintas perspectivas teóricas) y en un contenido (dado por la articulación complementaria entre la especificidad característica de una realidad cultural concreta en un particular momento de lectura, representada por la forma y el proceso diacrónico de transformación de esa misma realidad en la histórica producción y reproducción de sentido, tradiciones). Además, el Ambiente Cultural es el ámbito de lo gestionable indirectamente a través de los sistemas reguladores de las distintas praxis sociales y su sistema de significaciones, como podría ser, por ejemplo, la acción política sobre lo social, económico y cultural. Por su parte, el Ambiente Espacial, sería la dimensión material concreta y parcial de las dimensiones manifiestas del Ambiente Cultural en su proceso de apropiación y transformación territorial, expresada como orden explicado o explícito (configuración territorial) articulado a un orden implicado. En este sentido, el Ambiente Cultural actúa como articulador material entre la forma y el contenido del Ambiente Cultural a partir de 7.- Determina la situación en cuyo interior tiene lugar la explicación de un proceso; fija los elementos de referencia descriptivos de carácter necesario, según el problema que sirva de punto de partida, para construir la explicación capaz de dar cuenta de la realidad delimitada (Zemelman, 1992). 8.- Se trata de utilizar un concepto como forma racional para establecer relaciones en lo real y no utilizar el concepto para explicar lo real desde el marco teórico particular que lo contiene. Muchas veces se requiere pasar a modos de conexión con lo real que sean abiertos a contenidos posibles que no son necesariamente teorías, sino captaciones racionales que sirven de base a conocimientos y praxis posibles. 9.- La propuesta del orden implicado representa un intento de superación del modo mecanicista de explicar las relaciones externas entre elementos, para verlas en cambio como la expresión externa o explicada de un orden que es primero y al cual esos elementos se relacionan, el del orden implicado. David Bohm es quien propone esta teoría desde la mecánica cuántica con relación a la materia, y resulta una perspectiva interesante de extrapolar metafóricamente al mundo de los fenómenos sociales (ver Bohm, 1992).
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los rasgos específicos de configuración que pueda asumir un fragmento territorial particular. Por otra parte sería el ámbito de lo gestionable directamente por la técnica y lo práctico o sea, por el Nivel técnico operativo del Urbanismo sobre la infraestructura posibilitante. La característica fundamental de la articulación entre los conceptos anteriores, es que no se concibe escisión alguna entre Ambiente Cultural y Ambiente Espacial, desde la condición espistémica general antes planteada. No se trata de dos realidades externas una de la otra, no existe desvinculación alguna entre el tipo de orden implicado del primero y explicado del segundo, sino que se trata de un continuum en el nivel del pensamiento, de las ideas y conceptos, de las representaciones y significaciones anudadas por el concepto de lugar. Forma, Materia y Contenido, constituyen tres unidades solidarias que solo cobran sentido pleno, a los efectos de interpretar el lugar, dentro de una relación de complementariedad funcional y simbólica entre ellas. Ya sea que se los considere desde lo ecológico funcional, y los procesos organizacionales de lo real a través de las operaciones mentales que sobre ello actúa mediante el intercambio de información dentro de la energía, posibilitando la emergencia de forma informada y con ello significación, (como en la epistemología de Gregory Bateson; (Gregory Bateson, 1972) ya sea que se ingrese desde el cruce generativo y reproductivo de procesos de significación y representación de tipos sociales, partiendo desde lo psico-genético, luego lo sociogenético dentro de un escenario de las representaciones (como en la “Teoría sociofísica” de Josep Muntañola), los tres elementos, Forma, Materia y Contenido, se funden en la dimensión compleja del lugar.
Autor: Marcelo Zárate
Referencias del grafico: en este caso, el objeto teórico común OT, surge como resultado de las articulaciones dialógicas entre las evocaciones provocadas dentro de cada campo disciplinar, a partir de un focus metafórico común, que representa la manifestación empírica del problema a tratar. De este modo, son las propias articulaciones entre evocaciones conceptuales, las que definirán el ámbito de construcción del objeto teórico común y el objeto mismo. De allí que, según la particularidad del sistema de evocaciones resultará la emergencia de un campo virtual de conocimiento, al que bien se lo puede asociar al del urbanismo (elaboración propia).
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La articulación entre correspondencias sociosimbólicas y congruencias sociofísicas es la problemática estratégica central para la presente propuesta, ya que representa la interpretación dialógica enactiva y hermenéutica en su máximo nivel de complejidad, del proceso de construcción y reproducción del territorio, generada a partir de una lectura que involucra el siguiente proceso: Como ya se ha expresado antes el Ambiente Cultural representa el contexto de especificación histórico, en tiempo, espacio y tradición, a modo de metalenguaje semiótico, en el cual se manifiestan las distintas prácticas sociales y sus procesos sociales y simbólicos, ideológicos y de poder, representando la complejidad sociosimbólica del lugar urbano. Dentro de este Ambiente, encontramos, por un lado, las manifestaciones organizativas funcionales de las distintas prácticas sociales, traducidas como actividades características de distintos tipos que presentan cierta regularidad y recurrencia funcional posibilitando así el reconocimiento de cierta forma y estructuración, lo que las hace factibles de ser inteligibles como objetos de estudio. Desde esta manifestación funcional, la articulación de los distintos objetos de estudio que representan estas prácticas sociales, posibilitaran encontrar un sentido en el ámbito organizativo funcional, o sea, cierta racionalidad subyacente a las articulaciones entre objetos de estudio. Estas regularidades y organizaciones funcionales que manifiestan las distintas prácticas sociales, no se encuentran en un vació de contexto funcional, sino que ellas son parte de un proceso en constante cambio y regeneración que es lo que caracteriza el desarrollo vivo de una cultura a partir de los hechos sociales y que solo puede ser captado en una lectura diacrónica que muestre el proceso mismo de generación organización y transformación en el cual podemos establecer objetos de estudio, formas y estructuraciones a partir de momentos de equilibración dinámica de ese proceso. Por otra parte, dentro del mismo Ambiente Cultural, encontramos lo que se denomina planos de organización semiótica, o sea ambientes comunes de significaciones compartidas por determinados grupos culturales, que sirven como interfase de dialogo y mutuo reconocimiento en tanto sujetos sociales, y diferenciación de otros grupos compartiendo distintos planos semióticos. Estos ambientes semióticos estan nutridos por aspectos tales como las representaciones sociales, la identidad de lugar, la percepción del ambiente, la territorialidad, los signos del ambiente. Este ambiente semiótico, considerado aquí con ciertas licencias, es el ámbito en el que se manifiestan otras tantas regularidades, formas y estructuraciones emergentes de las prácticas sociales. Un ejemplo de ello serían el juego articulado de objetos simbólicos que carga de sentido social y valor el sentirse partícipe y ser reconocido como miembro de un determinado grupo, ambiente, actividad y expresión culturales, etc. lo que refuerza la cohesión
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y la identidad de ese grupo frente a otros y brinda un sentido extra funcional a las prácticas sociales. En este caso, también existe un contexto de referencia simbólico, que esta en constante transformación y regeneración dentro del cual se dan momentos de equilibración y estabilidad dinámica en el que pueden reconocerse objetos de estudio, formas y estructuraciones simbólicas. La cuestión fundamental que aquí se postula es que estos dos ambientes no actúan en forma independiente sino que presentan ciertas correspondencias originadas por un proceso de interacción que realimenta uno y otro ambiente a partir de las prácticas sociales. O sea que estas son el movilizador de las interacciones que a su vez las reorientan y organizan dentro de un desarrollo en constante evolución y cambio. Esto equivale a considerar que no es concebible una subordinación del ambiente simbólico al ambiente funcional ni del funcional al simbólico, sino que ambos se necesitan porque a la vez que cada actividad concreta desarrollada, es precedida de una idea sobre la misma, un proyecto, una prefiguración y precomprensión que la oriente; cada significación construida solo puede serlo en función de que la actividad es necesaria para la vida, todo discurre, y dentro de este discurrir (habitar) el sujeto es un ser activo constructor proyectual, que va construyéndose y construyendo su mundo, por lo tanto no puede escapar de un necesario distanciamiento reflexivo, que oriente su actividad epistémica y con ello vaya brindando sentido a su propia acción constructora. Es a partir de este proceso que el hombre reonoce el carácter histórico, en el que se forman los horizontes de sentido del que nos habla Gadamer, dentro de los cuales estamos inmersos como condición previa actual y potencial a nuestro proyecto como sujeto individual y social. Por ello resulta estratégico no solo explicar (causalmente, interproposicionalmente) una determinada practica social sino, verla dentro de una interpretación como condición subyacente de sentido (intraproposicionalmente, genéticamente). Con respecto a las congruencias sociofísicas, se considera que, la articulación sociosimbólica antes explicada, no se da en un vacío de espacio, sino que es parte constitutiva del mismo la dimensión física o sea el espacio natural y construido como soporte, como infraestructura posibilitante para que aquellas articulaciones puedan desplegarse. En este caso se trata de un Ambiente Espacial que actúa como articulador material determinado y a la vez determinante de las prácticas sociales, pero no directamente sobre ellas sino sobre la articulación sociosimbólica, ya que es inconcebible un soporte material sin mediación simbólica. La materia, el espacio natural y construido, no se nos presenta como un objeto mudo, a-semiótico, ya que desde el momento mismo que nos constituimos como sujeto constituimos el lugar y este es el modo en que el escenario físico se relaciona con nosotros, o sea a través del filtro del lugar. No se trata de una relación entre objetos orgánicos (hombre y ecosistemas naturales) u orgánicos e inorgánicos (hombre y edificios) sino de una relación mediatizada
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por aquellos procesos mentales que interactúan con las prácticas sociales o sea las interacciones sociosimbólicas. Son estas las que proyectan sobre la materia o escenario las condiciones desde las cuales esta será asumida e integrada como materia significada en el proceso de desarrollo de una determinada practica social. De este modo, la congruencia sociofísica refiere no solo al grado de acuerdo exitoso en términos ecológicos entre la manifestación organizativo funcional de una determinada práctica social sobre el medio natural o construido, sino del grado de acuerdo (exitoso o no) entre la significación activada de la materia cultural desde las correspondencias sociosimbólicas. La materia cultural, o territorio, ingresa de este modo al Ambiente Cultural desde su condición de campo de proyección y reflejo de una determinada significación activada desde lo cultural y soportada materialmente en una particular configuración ecosistémica del territorio que puede resultar favorecida o desfavorecida según aquella aliente o destruya la sustentabilidad ecológica del mismo. De allí que se considere que se dará la sustentabilidad sociofísica cuando la articulación entre la significación activada del territorio y la articulación sociosimbólica, estimule la estabilidad y durabilidad del ecosistema territorial directamente concernido, a la vez que posibilite el desarrollo y la evolución del Ambiente Cultural. Se trata, por ejemplo, de interpretar determinadas prácticas productivas, asociadas a grupos humanos particulares, dentro de determinadas reglas de juego de producción y poder, desde sistemas de significaciones y representaciones de esas prácticas dentro de un ambiente semiótico. Este actúa como trasductor, no solo entre las relaciones sociales dentro del grupo, sino entre las reglas de juego de la producción y poder y la atribución de valor a los recursos naturales y tecnológicos mismos en tanto bienes patrimoniales disponibles, entre los cuales se encuentran los ecosistemas naturales con sus cualidades específicas y la ciudad como escenario tecnoambiental artificial. Este tipo de lectura implica que, ya sea que se ingrese desde lo social, a partir del estudio del sistema socioproductivo, o se ingrese desde el medio natural y construido, a partir de las cualidades configurativas y ecológicas del territorio, la interpretación estará siempre sujeta a dos condiciones, la que muestre el factor de estudio como cualidad local, y la que represente el factor de estudio como cualidad asignada, proyectada desde su entorno ambiental. Por ejemplo, la lectura de una matriz ecológica de un territorio a partir de reconocer parches, corredores y matriz, tal como lo plantea la ecología del paisaje, representaría los rasgos locales del factor de estudio territorio ingresando a su interpretación desde el medio natural y construido, pero esta lectura esta necesariamente vinculada a lo que estos parches corredores y matriz representen desde las prácticas sociales, filtrado desde lo simbólico. O sea que un tipo de relación que se presenta ecológicamente sustentable o congruente entre una determinada práctica socioproductiva y medio natural, leída, por ejemplo, desde la ecología
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del paisaje, necesita aún ser articulada al tipo de correspondencia que esa práctica socioproductiva asume dentro del ambiente simbólico, en el cual se encuentran aspectos de representación social y valoración de la misma, que suelen ser estratégicos en su combinación con la valoración de aquella relación por el beneficio económico-funcional a partir de los bienes materiales obtenidos por ella.
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El cuadro muestra la doble hermenéutica del proceso descripto, en el que la cualidad configurativa del territorio sistema (A), entra en dialogo indirecto con los sistemas organizacionales y de gestión producidos por las prácticas sociales, sistema (B), a partir del filtro simbólico que provoca en el sistema (A) produciendo las acciones intencionales cargadas de significación (A’), y convirtiendo el territorio en un escenario configurativo posibilitante (B’).
Desde la perspectiva de este trabajo interesa indagar en lo que nosotros, desde nuestro conocimiento operante, desde nuestro habitar y representar, ponemos en la realidad, instituimos sobre ella desde la enacción hermenéutica, ya que a través de esta no solo construimos la realidad sino que nos construimos a nosotros mismos como sujetos tomando conciencia de este proceso que es constructivo y reproductivo, histórico e interpretativo, relativo a un horizonte de sentido, evolutivo y abierto. De allí que sea lícito y este justificado ver como una articulación necesaria a la del Ambiente Epistémico-Ambiente Cultural-Ambiente Espacial. Con ello lo que se pretende es reintegrar, en el proceso de construcción de los mismos, al sujeto que mediante la praxis social construye las articulaciones entre el orden implicado y explicado de su Ambiente. El hecho que en el nivel de lo manifiesto, el sujeto y su escenario aparezcan como escindidos y externos entre sí, no implica que en el nivel del orden
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implicado también lo estén. Si bien se reconoce la autonomía relativa de ciertos procesos dentro del orden explicado (permanencia física relativa de la obra del hombre, y procesos ecológicos del medio natural) ello no los vuelve autónomos y aislados desde el punto de vista del Ambiente del Hombre. Quizás lo que confunda es que al nivel de lo manifiesto no necesariamente toda la complejidad de este Ambiente esta en directa relación con el sujeto operante, pero al nivel implicado, el Ambiente Espacial o manifiesto, no puede escapar del Ambiente Cultural y el compromiso ético del sujeto cognoscente desde el Ambiente Epistémico y su característica hologramática en la que se anudan los ejes científico (semiótica-epistemología), estético (poética-retórica) y ético (política-ética). De allí la importancia en considerar el aspecto de las significaciones (propias de lo implicado) como vía de tratamiento y recomposición de la articulación entre sujeto y escenario, y su repercusión en lo manifiesto. Ya que es en el nivel de las significaciones (en tanto procesos mentales) en donde sujeto y escenario son inescindibles, no puede existir el uno sin el otro, se trata de un proceso de mutua conformación, mientras el sujeto construye su identidad de lugar, el lugar recibe significación que a su vez reactúa sobre el proceso de construcción de la identidad del sujeto y los grupos sociales. Por otra parte no es concebible una significación en sí misma sin referentes o contextos, entiéndase horizontes de sentido dados por ejemplo por la tradición (Hans George Gadamer, 1997) elaborados por una cultura particular, dentro de los cuales se constituya tal significación. Ello indica que, a través de la consideración necesaria del contexto, permanecemos ligados a múltiples ámbitos o dimensiones que actúan como marcos de referencias dentro del Ambiente Cultural, entre los cuales actúa también el Ambiente Espacial como infraestructura posibilitante y soporte material de significaciones. Es aquí en donde también aparece el carácter de continuum entre los distintos niveles de órdenes dentro de lo implicado y de estos con lo explicado. Este proceso de puesta en contexto de significaciones, tratando de ir interpretando las relaciones entre los dos niveles de órdenes, vistos como un proceso mental, sólo puede ser abordado desde una estrategia hermenéutica (Hans George Gadamer, 1997) de las praxis sociales, en tanto aproximación iterativa a la interpretación de significaciones emergentes articuladoras. Para ello se propone ingresar desde el plano intermedio, propio de las articulaciones, representado por la interfase del lugar (a partir de las representaciones sociales, la territorialidad y los mapas mentales), en tanto campo articulador entre el plano de las conceptualizaciones de las prácticas sociales, y el plano del territorio en tanto materia cultural configurada y significada. (ver gráfico Nro. 1)
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Leer el territorio como un medio de transporte de significados, como una cantera en la que han sedimentado significados e identidad a lo largo de un proceso de territorialización por una cultura particular, solo puede ser posible desde el plano intermedio que representa la interfase sociosimbólica del lugar. De allí que el paisaje pertenezca a esta interfase, y esté asociado a la territorialidad, a las representaciones sociales y a las percepciones. La acepción de paisaje que se correspondería con el plano de la interfase del lugar, es aquella que lo asume como una interpretación filogenética y ontogenética de la relación entre hombre y medio, en la que el paisaje se constituye con el hombre y cobra sentido no solo desde su contemplación sino y sobre todo desde su habitar, de ser condicionante y condicionado por los procesos tanto materiales de transformación como psicológicos de connotación y construcción de significaciones, que son dinámicos, están siempre presentes, y reactúan sobre sí mismos. Esta es la razón por la que no es concebible la categoría conceptual de paisaje independiente a la de ambiente cultural y espacial. Otra situación muy distinta sería considerar al territorio como objeto, entidad externa al sujeto, como materia con propiedades particulares, y que nuestra mente pueda captar a partir de diferencias en él encontradas (el mapa del territorio) en la detección de rasgos característicos (descripción y análisis propio de los estudios morfológicos científicos, en los que sería posible la objetividad epistémica, ya que el mapa no es el territorio). En esta situación el paisaje se asemejaría a la firma del territorio, expresando los rasgos característicos que con el tiempo le han generado identidad (propio de los procesos ecológicos).
Grafico Nro. 1 Autor: Marcelo Zárate
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De este modo se plantean dos posibles vías para abordar el Ambiente del Hombre a partir de la interfase del lugar: 1) Hacia lo sociosimbólico, en donde nos encontraremos con el orden implicado, el Ambiente Cultural, los sistemas y procesos regulativos de la producción, organización social, y significaciones emergentes. 2) Hacia lo sociofísico, en donde nos encontraremos con el orden explicado, el Ambiente Espacial, la materia cultural configurada y significada, territorio en tanto infraestructura posibilitante en la que se manifiesta la segunda naturaleza, y la naturaleza primera con leyes propias. Con lo cual quedaría en discusión la posibilidad de partir desde el territorio asumido solo como materia, entidad sensible, espacio físico sin más; perspectiva que podrá ser apropiada para los estudios de las ciencias naturales y la ecología del paisaje natural o de las propiedades morfológicas del espacio construido, pero muy poco útil para el urbanismo, que necesita indagar en esa materia la presencia viva y configurante de la cultura. Por esta razón la elección de la interfase del lugar, como puerta epistémica de ingreso, resulta la más apropiada teniendo en cuenta que, sería falso atribuirle a la materia sensible cualidades significativas inmanentes a los efectos de una acción proyectual. Por el contrario, lo que podamos leer en el territorio, es posibilitado porque este es el campo de proyección de la interfase sociosimbólica y sociofísica del lugar, en consecuencia estamos percibiendo e interpretando lo que nosotros mismos proyectamos, desde una condición histórica de construcción, decantación, estructuración, actualización, reformulación y rupturas, de practicas sociales y significados asociados, sobre la materia territorio. Desde esta perspectiva, el plan, ubicado en la interfase sociosimbólica y sociofísica del lugar, constituye un medio de transformación en la doble vía que antes se propuso, o sea en la dirección de lo social, articulándose en procesos de racionalidad comunicativa y una hermenéutica crítica (Jurgen Habermas, 1997; Patsy Healey, 1997; Anthony Giddens, 1984; John Forester; 1989), en tensión con la hermenéutica gadameriana, desde la cual ir interpretando procesos regulativos de la producción, organización social, y significaciones emergentes junto a la construcción de concenso y la formulación de una visión comunitaria10 y en la dirección de lo sociofísico, articulándose a patrones configurativos resultantes de acuerdos eco-exitosos entre sociedad y naturaleza, o sea congruencias sociofísicas entre localización y uso sustentable de actividades humanas sobre el medio natural.
10.- Refiere a la tercera generación de planes estratégicos en la que la construcción de la visión de la comunidad constituye un momento inicial fundamental en el proceso de construcción de acuerdos para la elaboración del plan.
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Es por ello que el plan adquiere su mayor potencia interpretativa y proyectual a partir de la interfase del lugar y no a partir de la fase territorio, ya que es la interfase la que posibilita las redescripciones del contenido identitario, de recurso y patrimonio de la materia territorio, asumida desde una forma o estructura significante, persiguiendo los objetivos de un urbanismo que aspire a ver más allá de la dimensión técnico práctica de transformación de la materia sensible. El instrumento para articular sinergias positivas de territorialización encuentra su momento más importante de dialogo y proyectación en el plan ambiental hermenéutico, concebido como: un proceso social, de construcción cognoscitiva de la elaboración proyectual, interpretativo del propio proceso, basado en una estrategia heurística de escenarios posibles, de racionalidad comunicacional para alcanzar acuerdos, de visión comunitaria alentada por utopías concretas (Ernst Bloch) basado en la articulación de patrones a tres dimensiones (la del territorio como materia cultural configurada; la de los sistemas y regularidades de las distintas prácticas sociales; la de los sistemas y regularidades simbólicas de las prácticas sociales). Desde esta nueva posición cognoscitiva de interpretación proyectual profunda del ambiente del hombre, el Urbanismo adquiriría un nuevo estatus epistémico, el de campo interdisciplinar virtual del conocimiento para la interpretación sociofísica del territorio como lugar dentro del marco de sentido cultural relativo que le brindan su territorialidad y el proceso de , ya que las claves para orientar la proyectación ambiental del territorio anidan en su propio proceso genético de carácter histórico-sociofísico-simbólico que lo produce.
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CAPÍTULO 3 El lugar urbano como estrategia de conocimiento proyectual en Urbanismo. Versión corregida y modificada del artículo: El lugar urbano como estrategía de conocimiento proyectual en urbanismo; Autor: Marcelo Zárate; publicado en revista cientifica ARQUITECTONIC Nro 19/20; Hacia un urbanismo alternativo; Edicions UPC; Barcelona; 2013; ISBN 978-84-9880-405-8 ISNN 1579-4431.
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EL LUGAR URBANO COMO ESTRATEGIA DE CONOCIMIENTO PROYECTUAL EN URBANISMO A partir de las propuestas más innovadoras que se están sucediendo en el urbanismo de matriz ambiental entre fines del siglo XX y principios de XXI, se podría considerar que estamos asistiendo a una segunda fase de evolución del paradigma ambiental en la cual se plantean nuevos retos epistémicos a la disciplina. En una primera fase, entre los años 1960 y 1980, el urbanismo ambiental estaba fuertemente orientado hacia una visión biocéntrica en torno a conceptos claves de la ecología para interpretar el fenómeno urbano como un ecosistema artificial, caracterizada por acentuar la consideración de los ecosistemas naturales para determinar el modo ecológico más sustentable de localización, uso y explotación de actividades humanas sobre el territorio. Entre los mayores exponentes de la visión biocéntrica podrían citarse al planeamiento y diseño ecológico, la ecología del paisaje, la proyectación ecológica, las que se ocupan fundamentalmente del territorio a escala regional y de sitios. En ellas, y para citar solo los autores más representativos, se utilizan conceptos como los de “adaptabilidad” de las regiones fisiográficas (MacHarg, 1992); “topologías ambientales del paisaje” y “corredores ambientales” (Lewis Jr., 1996); las “biorregiones” o “ecorregiones” como los lugares más idóneos del paisaje (Steiner, 2000); los “corredores, parches y matriz ambiental” en tanto integración entre formas naturales y humanas (Forman; Gordón, 1986). A escala de sitios, se utilizan conceptos tales como los de “firmas del paisaje” a partir de la intersección entre geometría y geomorfología (Woodward; Mayer; Franklin, 1997). La característica común que las relaciona es considerar como objeto de estudio al paisaje en tanto resultado de una síntesis estética, formal, entre procesos y formas naturales y culturales capaces de brindar identidad al territorio. Se trata de interpretaciones que proponen estrategias interdisciplinarias de marcado carácter técnico más que conceptual, centradas sobre las ciencias del territorio (ecología, edafología, hidrología, pedología, agronomía, botánica, geología, climatología, fitología, geografía física, etc.) a las que se articulan aspectos provenientes de las ciencias sociales (economía, sociología, antropología, psicología ambiental). Predomina así una visión externa, de tipo lógica interproposicional o extensionalista, entre factores y variables de estudio, soportada en los patrones físicos del territorio (objeto empírico) y la visión estética del mismo sintetizada en el paisaje (objeto teórico). No obstante, lo expuesto anteriormente, aparecían contemporáneamente en esta primera fase, algunos enfoques contrastantes con la visión biocéntrica desde la línea teórica de la Proyectación Ambiental italiana, que, originada en la década de 1970, ya mostraba preocupación por integrar aspectos propios de las ciencias sociales en la interpretación del ambiente. En tal sentido merecen destacarse conceptos tales como el de los “lugares urbanos” y sus reglas culturales y de asentamiento historizadas (Mag-
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naghi, 1995; 2000; 2001); las “dominantes ambientales o metarreglas” de los “lugares densos” generados por complejas articulaciones biológicas y culturales que los hacen únicos e irrepetibles (Maciocco, 1991); desde el paradigma paisajístico, las “unidades de paisaje”, entendidas como “unidades problemáticas”, como “ámbitos caracterizados por específicos y distintivos sistemas de relaciones visibles, ecológicas, funcionales, históricas y culturales, que le confieren una precisa fisonomía y una reconocible identidad” (Gambino, 1995). Particular atención merece la propuesta de Mariolina Besio, Marcelo Frixione, Ricardo Lavaggi, Orietta Pedemonte, Carlo Schenone y Raffaella Semeria, a partir de considerar que la relación entre sistema territorial y sistema civil es de naturaleza semántica y pone en relación recíproca una estructura de signos con una estructura de significados. La relación es de naturaleza lingüística y expresiva y consiente en leer a través de un sistema de signos las formas del territorio –significados y contenidos que mantiene al sistema civil– caracteres socioeconómicos y comportamentales de la comunidad (Besio, 1996). A partir de principios de 1990 asistimos a una segunda fase de desarrollo del urbanismo ambiental, comandado principalmente por la vertiente de la Proyectación Ambiental italiana, en la que se acentuará la preocupación por la incorporación de perspectivas y conceptos propios de los estudios culturales urbanos. El foco de atención se reorientará hacia el ambiente del hombre y con ello se intentará obtener una visión más sensible con los aspectos propios de las ciencias sociales consideradas dentro del campo de lo urbano. En este sentido podría citarse como un antecedente bien representativo al enfoque territorialista italiano, a través de figuras claves como A. Magnaghi; G. Ferraresi; A. Peano; E. Trevisiol; A. Arozzi; E. Scandura; G. Giangrande; D. Borri; B. Rossi Doria (Giangrande). En esta línea teórica el foco de interés pasa por asumir al territorio como un hecho cultural que trasciende la idea de paisaje como representación visual, formal, para, en cambio concebirlo como una construcción cultural no solo material sino, y también sociosimbólica. El territorio actúa como articulador de procesos naturales, sociales y de significación reconocibles en los procesos de territorialización, desterritorialización y reterritorialización (Raffestin, 1986; Magnaghi, 2001) restituyendo al habitante, el rol activo de productor directo de manufactos y significados y al habitar, la dimensión procesual, como acto historizado de una cultura. Podría considerarse al enfoque territorialista italiano como uno de los que ha calado más hondo en la cuestión del tipo de objeto de estudio más innovador a través del cual conceptuar el ambiente del hombre y con ello el territorio, a través del recuperado concepto de “lugar” (en sentido antropológico) con todo lo que ello supone de complejidad sociofísica.
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Si bien la aparición en la escena del urbanismo del concepto de lugar no es una exclusividad de la Proyectación Ambiental y el enfoque territorialista, ya que si de pioneros se trata no se puede dejar de considerar los primeros pasos en la materia, cada uno a su manera, dados por Patrick Geddes, Lewis Mumford, Benton Mac Kaye, Jane Jacobs y Christopher Alexander, si, en cambio, constituye un aporte innovador la consideración del concepto de lugar dentro del paradigma ambiental contemporáneo como vía de conocimiento proyectual del territorio alternativa a la visión biocéntrica imperante. También en ello habría que reconocerle a Lewis Mumford haber sido un auténtico pionero en la materia cuando hace más de cincuenta años ya planteaba una visión ambiental tan madura como la que hoy se propone dentro del enfoque territorialista italiano al cambiar el foco de atención hacia el ambiente del hombre. En este sentido merece destacarse el rico procesamiento teórico del legado de Mumford dentro de estas líneas teóricas, lo cual no es causalidad sino, que, en cierto modo, podría considerarse como una versión contemporánea de aquel legado ambiental sensible al concepto de región mumfordiano en el que se articulaban los conceptos de lugar-trabajo-gente. La cuestión fundamental es que, en la actualidad, el concepto de lugar dentro del urbanismo ambiental, ya es un tema instalado que nos presenta una posibilidad más que interesante para generar una auténtica estrategia de conocimiento proyectual propia del urbanismo. No obstante ello, plantear la hipótesis de asumir la ciudad como una compleja articulación de lugares, nos compromete con la consideración del concepto mismo de lugar que, de por si, resulta difícil definir desde un campo disciplinar en particular ya que se trata de una categoría teórica compleja por naturaleza. En este sentido hace una gran contribución el esfuerzo teórico de Josep Muntañola (1996; 2000); por tratar de elaborar una teoría lo suficientemente holística para conceptuar lo que es el lugar, en la cual, llega a la conclusión de que todas las perspectivas que intentan de algún modo u otro conceptuar el lugar son, en ultima instancia, complementarias, ninguna puede considerarse excluyente. De este modo a través de su teoría sociofísica del lugar Muntañola elaborará una síntesis lo suficientemente comprehensiva del concepto como para convertirlo en una categoría básica desde la cual poder establecer articulaciones con las conceptualizaciones que sobre el lugar se hacen desde distintos campos disciplinarios. De esta visión comprensiva, el lugar será el resultado de un triple encuentro de dimensiones significativas, la del par hablar-habitar, inherente a todo proceso comunicativo; la del par conceptuar-figurar que puede ser sintáctica o semántica, pero en todo caso nos define la significación propiamente lógica; la del par medio físico-medio social que es el significado situacional, que puede ser emocional o simbólico, o también podrían ser los valores de una situación. (Muntañola, 1996). Así, el lugar propone un entrecruzamiento de las polaridades hablar-habitar, medio físico-medio social, conceptua-
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lización-figuración, sin que ellas se identifiquen. A través de esta visión comprensiva, lo que se logra es una compleja manera de entender las relaciones que se dan en el lugar y el significado que éstas van adquiriendo. El concepto de lugar, planteado en términos generales, remite a los innumerables ambientes que puede generar una persona o un grupo de personas a partir de todo tipo de actividades que puedan desarrollar en su habitar dentro del espacio que le sirva de escenario y recurso de acción, comunicación y soporte de signos. Los múltiples lugares que conforman los ámbitos dentro de los cuales transcurre el habitar conforman lo que se denomina sistema de lugares del comportamiento que, asociados al escenario físico, se convierten en un sistema de asentamientos de comportamiento de grupos sociales. Se trata de la combinación de estructuras estables del comportamiento con su medio (Rapoport, 2003). La vida de las personas y los distintos grupos humanos transcurre dentro de lo que se denomina recinto residencial a los cuales esta vinculado el espacio del comportamiento. Según A. Rapoport existen cinco componentes etológicos que conforman el recinto residencial: 1) el recinto de la residencia. Se trata del límite usual de la zona residencial con diferentes espacios unidos por corredores; 2) el Núcleo central. Son las zonas de recinto residencial que más se usa; 3) el Territorio. Zona apropiada y defendida, bien físicamente bien socialmente, o bien a través de un proceso de personalización; 4) la Jurisdicción. Es la propiedad legal con leyes concretas, pero sólo en determinadas circunstancias excepcionales; 5) el Espacio personal y distancia personal. Es el espacio entre individuos cara-a-cara, o la “burbuja” espacial que rodea a las personas en sus actividades. Estos cinco componentes cambian con la cultura, edad, sexo, clase, etc. De este modo nos encontramos frente a un sistema de asentamientos del comportamiento y de itinerarios que los vinculan, todo ello, según Rapoport, afecta el conocimiento de la ciudad y su morfología subjetiva. La vivienda, en tanto región privada de asentamiento se encuentra vinculada al sistema de asentamientos del comportamiento, y el barrio actúa como elemento mediador semipúblico, semiprivado, entre la privacidad de la vivienda y la naturaleza pública de la ciudadanía como un todo (Rapoport, 2003).
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Cuadro Nº 1
Autor: Marcelo Zárate
El Cuadro Nº 1 representa un esquema interpretativo de la relación entre grupos humanos a partir de los lugares de actividades, propios del habitar, de las prácticas sociales que constituyen un sistema de asentamientos de actividades.
Interpretar la ciudad desde el concepto de lugar, implica concebirla como un sistema complejo de asentamientos generado a partir de las interacciones entre escenario físico, grupos humanos y prácticas sociales, mediatizadas por el mundo de lo simbólico. Desde esta perspectiva nos encontraríamos frente a un objeto de estudio virtual, ya que el lugar no puede ser recluido o reducido a ninguna de las dimensiones que lo constituyen, ya sea el escenario físico, las prácticas sociales o el mundo de lo simbólico, sino que se constituye a partir de las interacciones mismas entre ellas. Es el entramado entre aquellas dimensiones el que a lo largo de un proceso histórico logra cierta condensación de sentido y con ello, posibilita la generación de identidad de lugar, la apropiación, el arraigo, el imaginario urbano, y tantos otros procesos mediante los cuales los seres humanos nos vinculamos en forma física, funcional, emocional y simbólica a nuestros marcos físicos y a través de ellos a nuestros entornos, ambientes o lugares.
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Una estrategia posible para abordar la complejidad sociofísica del lugar, y con él, llevar adelante la propuesta de concebir un urbanismo ambiental alternativo a partir de asumir la ciudad como una compleja articulación de lugares, es la propuesta del Urbanismo Ambiental Hermenéutico (UAH) el cual, a partir de tomar como marco mayor de referencia el enfoque territorialista italiano y la teoría sociofísica del lugar de Muntañola, desarrolla su propia estrategia de conocimiento proyectual. En la propuesta del Urbanismo Ambiental Hermenéutico, se aborda la problemática aún poco desarrollada, de concebir un sistema de comunicación, a modo de metalenguaje de carácter simbólico, que pueda actuar de mecanismo de trasducción y articulación sintagmática entre patrones físicos, funcionales y semánticos. A partir de ello se plantea la posibilidad de interpretar un fragmento configurado de territorio como un texto, al cual aplicarle una estrategia de interpretación hermenéutica sobre los trazos que, en sentido metafórico, representan el proceso morfogenético y semiogenético de territorialización. Desde el propósito de volver operativo el concepto de lugar como vía de ingreso al territorio se propone deconstruirlo en aquellos conceptos que, proviniendo fundamentalmente de las ciencias sociales, actuarían de mediadores entre los tres ambientes antes considerados (el Ambiente Epistémico, el Ambiente Cultural y el Ambiente Espacial) a partir de considerar cuatro elementos básicos: los grupos humanos (G), las actividades por estos generadas (A), los escenarios (E), y la significación derivada de las actividades de los grupos (S), proyectadas tanto sobre los escenarios como sobre las propias actividades y grupos. Entre los conceptos mediadores seleccionados se proponen los siguientes: desde la Psicología Ambiental: la Identidad Social Urbana, la Identidad de Lugar, el Espacio Simbólico Urbano y la Apropiación. Desde la Sociología: el Arraigo, los Imaginarios Urbanos, las Representaciones Sociales, la Imagen Urbana. Desde la Antropología: el concepto de Lo Urbano, la Territorialidad, y el de Espacio Público. Desde la Geografía y Psicogeografía: el Territorio, Territorialización y los Mapas Psicogeográficos. Desde las Ciencias Cognitivas: los Mapas Cognitivos, los Mapas Parroquiales o Comunitarios. Desde el Urbanismo: la Imaginación urbana, la Forma Urbana, el Diseño Urbano. La selección de estos conceptos se fundamenta en su cualidad de fronterizos o dialógicos por excelencia, ya que en todos ellos se verifica cierta complementación cognoscitiva o sea, lo que se explica o interpreta desde un determinado concepto puede ser complementado con lo que se explica o interpreta desde otro. Por ejemplo, la complementación entre los conceptos de Imagen Urbana y Espacio Simbólico urbano, o entre Identidad Social urbana, Apropiación y Arraigo, son algunos ejemplos. Esta
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cualidad posibilita establecer múltiples relaciones entre las dimensiones y variables en las que pueden ser descompuestos los distintos conceptos, contribuyendo así a conformar un entramado de articulaciones conceptuales que posibilitan ingresar al lugar desde cualquiera de los campos disciplinarios a los que pertenezcan los conceptos preservando la perspectiva dialógica entre ellos (ver Cuadro Nº 2). Se aclara que la intención de generar un entramado conceptual, no es el de producir una metateoría a modo de síntesis transdisciplinar, con lo cual se asume que se trata solamente de complementaciones y no de síntesis conceptuales. El objetivo esta puesto solamente en establecer posibles vasos comunicantes, piedras de toque, entre campos disciplinares a partir de reconocer que los conceptos seleccionados y relacionados brindan la posibilidad de una visión caleidoscópica sobre el lugar. Con ello lo que se pretende es preservar la connotación cognoscitiva de cada concepto dentro de su campo disciplinar de pertenencia. Por otra parte, si bien cada concepto esta controlado desde el propio campo disciplinar que lo ha generado y, es este mismo campo el que hace las lecturas de los observables que necesita obtener; en todos los casos, se detecta que existen datos que, con ciertas licencias, podrían actuar como referentes comunes a más de un campo disciplinar. También aquí hay que hacer la salvedad que la intención cognoscitiva desde la cual se leen ciertos datos de la realidad, que en apariencia podrían resultar ser los mismos para dos campos distintos, desde el punto de vista teórico, no es así, ya que un mismo dato, por ejemplo, una forma urbana, puede ser considerada desde una determinada disciplina de un modo particular y desde otra ser considerada según una intencionalidad teórica distinta. No obstante ello, resulta muy útil al propósito de construir el entramado conceptual, el hecho de que se haya verificado que existe un número importante de datos que, aun considerando las diferentes intencionalidades teóricas de los diversos campos disciplinarios, esos datos pueden ser tomados como referentes comunes, o al menos, con un alto grado de similitud en cuanto a cómo son definidos. Incluso, existe la posibilidad de establecer un nivel promedio de desagregación y detalle de algunos datos que no modificarían su contribución a los distintos conceptos a los que tributaran. El ejemplo más claro en este sentido es el de la forma urbana, que es tomada como referente empírica desde distintos conceptos, no existiendo, en este caso, dificultad alguna en establecer un nivel de deconstrucción de la misma en elementos típicos que podrían servir por igual a los distintos conceptos. Esto nos posibilita definir un conjunto controlado de observables comunes con relación al escenario del lugar, al menos desde la forma urbana, a la vez que utilizarlos como una vía más de ingreso a las articulaciones conceptuales. Teniendo en cuenta las dimensiones y variables fundamentales de cada concepto, el trabajo propone agruparlos según grandes categorías que
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intentan resaltar cualidades particulares de la trama, con relación a: las Actividades, el Escenario y la Significación. En el primer caso tendríamos las categorías de conceptos relacionados a: la apropiación, las relaciones sociales, las regulaciones de las relaciones sociales. En el segundo caso tendríamos las categorías de conceptos relacionados a: los recursos del entorno físico, la forma del entorno físico. En el tercer caso tendríamos las categorías de conceptos relacionados a: la significación, la cognición del entorno, las creencias, las emociones. En este caso los Grupos humanos, actuarían como los protagonistas que ponen en relación las Actividades, el Escenario y la Significación. De este modo, la función más importante asignada a la trama de conceptos, pasa por contar con un instrumento cognoscitivo que actúe como sistema complejo y multidimensional de contención para la interpretación de posibles situaciones de correspondencias sociosimbólicas y congruencias sociofísicas según sean las articulaciones de los cuatro elementos básicos (Los Grupos, las Actividades, los Escenarios y las Significaciones), dentro de un Sistema de asentamiento del comportamiento, y mas en particular, dentro de un escenario específico o fragmento configurado y significado de territorio (ver cuadro Nº 3).
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Cuadro Nº 2
Autor: Marcelo Zárate
El esquema del Cuadro Nº 2 no tendría sentido si no se lo refiriera a algún contexto cultural, espacial y temporal particular que le diera sentido social e histórico. De allí que la estrategia propuesta ubique la trama conceptual dentro de una determinada cultura, en tanto marco de referencia mayor ordenada, a su vez, en: un sistema político, un sistema económico, un sistema jurídico, un sistema natural (o medio físico natural de soporte), y un determinado grupo humano que, a través de sus diversas prácticas sociales genera las actividades. Todos estos sistemas actúan según momentos cronotópicos o sea anudamientos de sentido en el tiempo y el espacio reconocibles en la historia de una cultura y su territorio (ver Cuadro Nº 3).
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Cuadro Nº 3
Autor: Marcelo Zárate
Llegados a este punto nos encontramos con que los cuatro elementos fundamentales del modelo a partir del cual volver operativo el lugar como vía de ingreso para la interpretación del hecho urbano, se podrían vincular según un esquema combinatorio como el que a continuación se indica, dentro de las variables del entorno.
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Tabla A CUADRO DE COMBINATORIAS POSIBLES ENTRE: ACTIVIDADES (A), ESCENARIO (E), SIGNIFICACIONES (S). A(Actividad)
A
E
Actúa sobre
Proyecta
Impacta
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E(Escenario)
Proyecta una
S(Significación)
No proyecta
S
Impacta
Sobre otro Escenario
E
Reactúa
A
E
No reactúa
A
S
Con la que carga
E
A
No carga
E
Impacta
Sobre otra significación
Realimenta
A
No realimenta
A
No carga
E
Proyecta
S
No proyecta
S
Impacta
Sobre otra Actividad
Reactúa
E
Con la que carga
E(Escenario)
No carga
E
Realimenta
A
No realimenta
A
Impacta
Sobre otra Significación
No impacta
Sobre otra Significación
Impacta sobre
S
No impacta en
S
Impacta sobre
A
No impacta en
A
Impacta
Sobre otro Escenario
No impacta
Sobre otro Escenario
Carga
E
No carga
E
Realimenta
A
No realimenta
A
Impacta
Sobre otra Significación
No
Sobre otra
Impacta
Significación
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E
S
S
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Genera
Carga
Carga
S
E
A
No reactúa
E
Impacta
A
No impacta
A
Impacta
Sobre otra Significación
Realimenta
E
No realimenta
E
Impacta
A
Impacta
Sobre otro escenario
No impacta
A
Carga
S
No carga
S
Impacta
E
Impacta
Sobre otra actividad
No impacta
E
Realimenta
S
No realimenta
S
Impacta
E
No impacta
E
Realimenta
S
No realimenta
S
Impacta
Sobre otra Actividad
No impacta
Sobre otra Actividad
Impacta
E
No impacta
E
Realimenta
S
No realimenta
S
Impacta
Sobre otra actividad
No impacta
Sobre otra actividad
Se adapta
A
No se adapta
A
Realimenta
S
No realimenta
S
Impacta
Sobre otro escenario
No impacta
Sobre otro escenario
Las articulaciones entre los componentes A, S y E, se darían a partir de un código de comunicación en el que se reconocen los siguientes términos y características del tipo de contenido que se transmitiría dentro de cada modalidad de comunicación:
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Tabla B LISTADO DE TÉRMINOS COMUNES QUE PODRÍAN ACTUAR COMO CÓDIGO DE COMUNICACIÓN ENTRE LOS COMPONENTES DE CADA CATEGORÍA CONCEPTUAL DENTRO DE LA TRAMA DE CONCEPTOS CONSIDERADOS:
TÉRMINOS
NATURALEZA
FORMA DE REPRESENTACIÓN
FORMA EN QUE ACTÚA
Significado
Intangible
Verbal
Orienta la acción entre personas y entre personas y escenario; marca una situación topológica en el escenario; alimenta las ideas, las creencias y las imágenes, refuerza el valor de un recurso o bien, potencia o reduce el valor de una norma.
Creencia
Intangible
Verbal
Establece un modo de ver y relacionar grupos humanos, acciones, recursos y bienes; alimenta los significados, ideas, imágenes; interpreta la temporalidad y la norma.
Idea
Intangible
Verbal
Particulariza la interpretación de las acciones entre grupos, entre grupos y escenario; relaciona significados, sentimientos, creencias, recursos y bienes, norma y temporalidad.
Imagen
Tangible
Gráfica
Particulariza una configuración posible integrando idea, creencia, recurso o bien, norma, temporalidad, escenario, sentimiento y significado.
Valoración
Intangible
Verbal
Orienta una acción entre personas y entre personas y escenario.
Acción
Tangible
Grafos, redes, topologías espaciales
Establece una relación entre personas y entre estas y escenario.
Nombre
Intangible
Verbal
Designa e identifica acciones entre personas y entre estas y escenario, designa e identifica situaciones topológicas del escenario, designa e identifica la temporalidad de acciones y la temporalidad del escenario
Escenario
Tangible
Mapas, planos, modelos 3D
Forma el marco físico de soporte a las acciones entre grupos; es el significante de los símbolos; contiene los recursos y bienes.
Grupo humano
Tangible
Grafos, redes, topologías espaciales
Es el motor de las acciones, es el constructor de significados, genera sentimientos, asigna nombres, transforma y construye el escenario, formula creencias, desarrolla ideas, genera imágenes, establece lo que es un recurso y un bien, establece normas, ordena la temporalidad.
Recurso o bien
Tangible/Intangible
Verbal, Grafos, Redes, Topologías espaciales, mapas, planos, modelos 3D
Alimenta las acciones, las relaciones entre grupos y entre estos y el escenario; estimula las creencias, ideas, imágenes, sentimientos, significados, norma y encuentra en la temporalidad un criterio de evaluación.
Norma
Intangible
Verbal, Grafos, Redes
Regula las acciones entre grupos y entre estos y el escenario y los recursos y bienes; encuentra en la temporalidad un criterio de evaluación; estimula la creencia, la imagen, la idea, sentimiento y significado.
Temporalidad
Tangible/Intangible
Verbal, Grafos, redes, topologías espaciales, mapas
Posibilita ver la dinámica de la acción, la transformación del escenario, el modo en que actúa una creencia, una imagen, una norma, un significado, el despliegue de una idea, la explotación de un recurso o bien. Autor: Marcelo Zárate
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Cuadro Nº 4
Autor: Marcelo Zárate
En el Cuadro Nº 4 se muestra una visión hologramática de la relación entre los cuatro componentes básicos del modelo: Grupos, Actividades, Escenario y Significación. El carácter de holograma esta dado por reconocer que aunque se tome en forma aislada cada componente, el resto siempre estará presente del modo en que se detalla en el cuadro. O sea que existe una relación inseparable entre los cuatro elementos y cuando son considerados en forma particular, lo único que se hace es focalizar la atención sobre uno de ellos, pero eso no implica que el resto deje de actuar. Esta es la condición necesaria para realizar las combinatorias de articulaciones posibles tal como las plantea la Tabla A según el código de comunicación de la Tabla B.
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Tomadas en consideración las premisas anteriores, el UAH, elabora su propia hipótesis sobre el valor interpretativo de carácter sociofísico que se podría obtener a partir de reconocer correspondencias sociosimbólicas y congruencias sociofísicas entre G (grupos humanos), A (actividades de los grupos), E (escenario) y S (significación). A partir de ello, en una primera instancia, la hipótesis fundamental considera lo siguiente: Se parte de la premisa básica que estamos dentro de un sistema de asentamiento del comportamiento reconocido como tal por sus habitantes como su sistema de lugares dentro de la ciudad (en este caso se consideran aquellos lugares públicos o semipúblicos, siendo el espacio público urbano el protagonista por excelencia), que conformen una unidad de sentido reconocida a partir del concepto de identidad de lugar, dentro de la cual se reconozcan grupos con identidad social urbana, los que, dentro de este ámbito contarían con un sistema reconocido de espacios simbólicos urbanos que estructuran sus esquemas o mapas mentales soportados en un escenario que haga de marco de referencia o significante al sistema simbólico y funcional. 1) Dado un determinado grupo humano, caracterizado como tal por alguna de las características básicas de grupo definidas según el Cuadro Nº 4, que establezca un rasgo común entre sus miembros; 2) Considerando que ese grupo desarrolla alguna actividad, Básica, Complementaria o de Bienestar, tal como se las define en el Cuadro Nº 4, tal que refuerce los lazos entre sus miembros, y la practique según una determinada duración y frecuencia en el tiempo; 3) Considerando que la actividad genera una determinada significación, como las detalladas en el Cuadro Nº 4, para el propio grupo que la desarrolla, lo cual puede realimentar la motivación del grupo por la actividad; 4) Asumiendo que la significación de esa actividad, se proyecta sobre el escenario que hace de soporte material a la actividad, con lo cual éste se estaría cargando de significación, y pasaría a ser el soporte material o significante de la actividad, tanto para el grupo que desarrolla la actividad, como para otros grupos que son solo espectadores de la situación; 5) A partir de las premisas anteriores, se postula la hipótesis que considera que a mayor nivel de adaptación del escenario para el desarrollo apropiado de la actividad, se generará en el grupo, primero un proceso de identificación con el escenario, para pasar luego a una fase de apropiación del mismo.
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6) En este caso estaríamos frente a un caso de congruencia sociofísica entre grupo, actividad y escenario, en la cual el escenario a la vez que se adapta funcionalmente a la actividad, se carga con una significación proyectada desde tal actividad asociada al grupo protagónico que la desarrolla. En una segunda instancia se considera que: 1) Dado un determinado escenario, con rasgos configurativos definidos, ya sea por un proyecto o por el proceso morfogenético general de la ciudad. 2) Suponiendo que ese escenario estuviera cargado con una significación en particular, o sea el significante de una significación, tal como se lo plantea en el Cuadro Nº 4. 3) Considerando que esa significación estuviera estimulado determinada actividad para ciertos grupos humanos, o sea estuviera representando ciertos recursos, valores de uso o de identidad, tal como se lo plantea en el Cuadro Nº 4. 4) Si se detectara que dentro del escenario de desarrollaran actividades, Básicas, Complementarias o de Bienestar general, tal como lo indica el Cuadro Nº 4, que se correspondieran con la significación proyectada por el escenario. 5) En este caso nos encontraríamos frente a una situación de correspondencia sociosimbólica entre escenario, significación proyectada por este y actividad estimulada. En una tercera instancia se considera que: 1) Cuando existiera un alto grado de coincidencia entre la significación proyectada por una actividad sobre un determinado escenario y la significación con la que ese escenario ya estuviera cargado previo a la actividad. 2) Cuando el escenario a partir de sus rasgos configurativos se adaptara a la significación proyectada por una actividad en particular que se desarrollara en ese escenario. 3) En este caso nos encontraríamos frente a un caso de sustentabilidad sociofísica de alta probabilidad de éxito debido a que las correspondencias sociosimbólicas y las congruencias sociofísicas estarían reforzándose mutuamente. Ver Cuadro Nº 5.
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Cuadro Nยบ 5
Autor: Marcelo Zรกrate
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Llegados a este punto se hace necesario considerar que, el éxito de la sustentabilidad sociofísica puede asumir tanto un signo negativo como positivo según sea el punto de vista, la significación y valoración que atribuyan tanto: a los propios grupos, las actividades como a los escenarios, los grupos involucrados, los cuales pueden estar en dos situaciones básicas, la de ser protagonistas de las actividades o la de ser espectadores de las mismas o sea, formar parte del entorno del lugar. La interpretación de la relación entre grupos protagónicos y sus actividades dentro de escenarios particulares y las significaciones por ellos generadas, tiene un valor cognoscitivo parcial (es el caso mostrado en el Cuadro Nº 5) ya que les faltaría el entorno, o sea, los otros grupos que, perteneciendo al mismo sistema de lugar de asentamiento, no usaran aquel escenario para actividad alguna, y solo lo consideraran como un referente simbólico dentro de sus representaciones, identidad de lugar, imaginario urbano, etc. a partir de lo cual lo valorarían. La relación fundamental se dará entre el o los grupos que se constituyan en los protagonistas de actividades dentro de escenarios particulares, y el resto de los grupos que formando parte del lugar solo participen como espectadores que tienen una determinada representación de esos escenarios, de los grupos protagónicos y de sus actividades. Desde estas consideraciones, se puede extraer el siguiente esquema de situaciones combinatorias posibles entre grupos protagónicos y grupos espectadores:
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Tabla C Situación 1
Grupo/s espectador/s
Compatible o afín con
Grupo/s protagónico/s
Actividad del o los grupos protagónico/s
Situación 2
Es aceptada por el/ los Grupo/s espectador/res. Es rechazada por el/los grupo/s espectador/res.
Situación 3
Situación 4
Grupo/s espectador/s
No compatible o afín con
Grupo/s protagónico/s
Actividad del o los grupos protagónico/s
Es rechazada por el/los grupo/s espectador/res.
Ha cargado con una Significación positiva un determinado Escenario
Existe una relación compatible o afín con un
Grupo/s Protagónico/s que desarrolla una
La actividad puede ser aceptada por su Significación positiva por el o los Grupos espectadores.
Situación 5
La actividad puede ser rechazada por su significación negativa por el o los Grupos espectadores.
Situación 6
Situación 7
Ha cargado con una Significación negativa un determinado Escenario
Existe una relación no compatible con un
Grupo/s Protagónico/s que desarrolla una
La actividad será rechazada por la Significación negativa que porte el Grupo Protagónico.
Existe una relación compatible o afín con un
Grupo/s Protagónico/s que desarrolla una
La actividad puede ser aceptada según sea la Significación con relación a la del Escenario.
Situación 8
La actividad puede ser rechazada según sea la Significación con relación a la del Escenario.
Situación 9
Existe una relación no compatible con un
Grupo/s Protagónico/s que desarrolla una
La actividad será rechazada por la Significación negativa que se asigne al Grupo Protagónico. Autor: Marcelo Zárate
En la Tabla C, lo que está en juego entre Grupos Protagónicos y Grupos Espectadores, es el filtro que producen en conjunto: las Representaciones sociales, las Territorialidades, los Planos miméticos, la Identidad Social Urbana, propios de cada Grupo social. Consideremos por ejemplo el caso de una actividad socialmente aceptada y con significación positiva, como podría ser, por ejemplo, el uso recreativo sano y ameno que determinados grupos de la población de un lugar
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pudieran desarrollar dentro de una plaza barrial, y la significación positiva con la que se estuviera cargado dicho espacio a partir de esas actividades desempeñadas por grupos compatibles, estimulando su uso, apropiación y disfrute (Situación 1 de la Tabla C). O bien, podría ser el caso de una actividad propia del mundo de la marginación social y la delincuencia, generada por grupos de malvivientes, y marginales sociales que hicieran uso de un espacio urbano abandonado, como podría ser un terreno ferroviario desafectado con galpones en ruina, como ámbito propicio para llevar adelante sus prácticas reñidas con la ley. En este caso estaríamos frente a una sustentabilidad sociofísica positiva para los delincuentes, ya que ellos encuentran en el escenario un ámbito bien adaptado para el desarrollo de la actividad, con la cual se identifican y se lo apropian. Esta situación se combina con la significación asignada a dicho espacio por el entorno o los grupos espectadores, que, en estos casos, es siempre negativa y esta asociada a sitios peligrosos, refugio de malvivientes, zona de basurales y malezas, tierra de nadie, incluso de difícil acceso para las fuerzas de seguridad (situación, en este caso, negativa, que se podría derivar también del Cuadro Nº 5). En los dos casos anteriores, la trama de conceptos aquí propuesta, básicamente la de los Cuadros Nº 3 y 4, se verá activada parcialmente en función de los aspectos conceptuales (presentados en primera instancia en el Cuadro Nº 2) que pudieran estar brindando la interpretación más rica posible del tipo de articulación entre Grupos, Actividades, Escenario y Significaciones, según el código de la Tabla B y situaciones combinadas entre el Cuadro Nº 5 y la Tabla C. De lo anterior se pueden derivar las siguientes hipótesis: Cuando dentro de un determinado lugar urbano, existiesen situaciones de sustentabilidad sociofísicas positivas tanto para los grupos protagónicos mismos, como en el caso del Cuadro Nº 5, combinada con una situación de compatibilidad como las Situaciones 1 y 2 de la Tabla C, se hipotetiza en considerar que cualquier intento por cambiar los rasgos configurativos del escenario en cuestión, generaría una reacción negativa, de oposición, importante, por parte de todos los grupos del lugar, tanto los protagónicos como los espectadores. Esta sería la situación que presentaría las mayores trabas para cualquier intento de reconfiguración del escenario desde un proyecto urbanístico. En este caso sería recomendable trabajar desde la significación como vía estratégica para cualquier proyecto de reconfiguración alternativo. Ante una situación como la 3 de la Tabla C, y suponiendo que se combinara a una situación del grupo protagónico como la de la Tabla Nº 5, en el caso que el escenario en cuestión formara parte del sistema de espacios simbólicos de los
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grupos espectadores, se recomienda buscar un escenario alternativo que no forme parte del sistema de espacios simbólicos de referencia de la identidad de lugar con poca o difusa carga significativa para todos los grupos, para que el impacto del grupo protagónico sea menor y permita mejores condiciones de dialogo y negociación entre grupos no compatibles. En una situación como la 5 de la Tabla C, sería recomendable actuar a partir de los rasgos configurativos del escenario en tanto soporte a una significación a implantar desde el proyecto urbanístico, para lograr que el mismo haga de mediador entre actividades en conflicto. En una situación como la 6 de la Tabla C, sería recomendable actuar sobre la actividad del grupo protagónico para tratar de adaptarla al escenario como primer paso para abrir el diálogo y la negociación entre grupos antagónicos persiguiendo el propósito de que tal actividad pueda convertirse en un factor que contribuya a la valoración positiva del escenario. En situaciones como la 4 y la 7 de la Tabla C, no habría mayores inconvenientes para actuar desde un proyecto urbanístico a partir de tomar como elemento fuerza del proyecto las actividades y como elemento estratégico la configuración y significaciones consecuente del escenario. En situaciones como la 8 de la Tabla C, sería conveniente actuar sobre la actividad para tratar de erradicarla o reorientarla, según sea el impacto negativo o positivo, respectivamente, que la misma pueda generar sobre el escenario en cuestión. En una situación como la 9 de la Tabla C, sería conveniente una actuación fuerte sobre el escenario para modificar su condición configurativa y con ello estimular actividades que lo pudieran convertir en un espacio simbólico con significación positiva para el lugar (éste es el caso típico de los terrenos ferroviarios urbanos desafectados y abandonados que están insertos dentro de auténticos lugares urbanos). Cuestiones a indagar e integrar a la trama conceptual en una fase de investigación inmediata: La estrategia de conocimiento proyectual que propone el Urbanismo Ambiental Hermenéutico que aquí se ha esbozado, no constituye una problemática concluida, sino, que se encuentra aún en una fase de investigación en la cual se considera la importancia y necesidad de integrar los rasgos geométricos del escenario con relación a lo social funcional y simbólico. O sea, cuál sería el tipo de comportamiento y significación estimulados, según sean los rasgos geométricos del escenario. Este es el gran reto en el que pretende avanzar la presente estrategia de conocimiento pro-
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yectual. Con este objetivo, se reconocen importantes antecedentes, que si bien abordan en forma más precisa esta cuestión, les falta integrar las dimensiones que ya viene integrando la estrategia del lugar desde la trama de conceptos tal como antes se la expusiera. Entre los antecedentes más interesantes se pueden citar a: • Los estudios de Nikos Salingaros (Salingaros, 2003; 2007) desde una visión matemática del hecho urbano considerado como un sistema de comunicación, dentro del contexto de la teoría de Christopher Alexander. • Por su parte Christopher Alexander (Alexander, 2003; 2004) a través de su teoría de los patrones, provee una categoría de interpretación tanto para el proceso de territorialización como de deconstrucción del lugar urbano en sus trazas componentes. Se trata de un lenguaje arquetípico que resulta útil como primer esbozo de sistema comunicacional entre territorio y sociedad, pero tanto el aporte de Alexander como el de Salingaros deben ser enriquecido con los contenidos semióticos para que supere su naturaleza configurativa espacial. El aporte conceptual que quizás cobre mayor relevancia de este autor para el presente trabajo sería el de su obra más madura y reciente de La Naturaleza del Orden. • Otro antecedente de interés es el trabajo de Bill Hillier (1984; 1996) y su método de análisis configuracional del espacio urbano tratando de esclarecer cuales son los patrones y estructuras subyacentes. Su interés esta centrado en considerar a los edificios no solo como objetos, sino como transformaciones de espacio a través de objetos. Según Hillier, el espacio crea una especial relación entre significado funcional y social en el edificio. Considera que la ordenación del espacio en los edificios es realmente la ordenación entre personas. Además, a través de los edificios nos es permitido reconocer a la sociedad: esa que existe y tiene cierta forma. Para el autor, hablar de edificios no es solo hablar de objetos sino de sistemas de relaciones espaciales. Su propiedad fundamental –sus ordenamientos dentro de sistemas de relaciones corporeizando propósitos sociales– son muy sencillos de usar y de tomar por garantías más que hablar de ellos analíticamente. De este modo tomará como premisas: la autonomía descriptiva para el espacio a través de patrones espaciales; grandes variaciones en lo morfológico; y la toma en cuenta de los modos en los cuales el espacio cabe dentro del resto del sistema social. Propone establecer un modelo sintáctico-semántico de la estructura abstracta de los sistemas discretos, que se comportan aleatoriamente según reglas locales y que se constituyen a partir de celdas espaciales elementales, generadores elementales. Estas reglas abstractas toman como objeto de estudio a los genotipos y su proceso aleatorio de comportamiento tratando de determinarles restricciones. Se trata de establecer la sintaxis de un lenguaje mórfico (lenguaje ideográfico).
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• Otro de los antecedentes de interés es el intento por construir una nueva ciencia coranómica de Javier García Bellido García de Diego (1999) a partir de detectar los procesos universales mediante los cuales se generan las ciudades en cada cultura concreta y precisa; cómo crecen y se transforman con tal diversidad, preservando no obstante características homólogas; cuáles son las reglas universales que las gobiernan; qué es lo que hay debajo de las formas físicas de las plantas y estructuras de las casas, aldeas y ciudades; qué es lo que tocan o relacionan o articulan las decisiones de los diversos grupos humanos capaces de generar respuestas adaptativas y creativas de soluciones universales y convergentes (y sus excepciones, sedicentes “retrocesos”, divergencias o bifurcaciones evolutivas) en ámbitos o medios culturales distintos o análogos. La orientación que propone García Bellido a estas respuestas esta en la homología basada en la biología genética entre el hombre y otros seres vivos en cuanto a que, como los animales, éste construye sus hábitats como respuestas naturales determinadas por las capacidades genéticas alcanzadas en la evolución de las especies. Apoyándose en la Genética, el autor considera que los seres vivos han transmitido con la evolución idénticos grupos de genes que dirigen la formación de propuestas morfológicas homólogas en órganos y sistemas análogos de animales tan diferentes como la mosca, el ratón y el hombre. A partir de ello se pregunta si: ¿es acaso la predisposición o capacidad/ facultad de generar una agrupación humana de casas hasta formar una aglomeración aldeana o urbana lo que está en la estructura hereditaria del hombre y se expresa sólo cuando actúa en sus relaciones sociales, desde las más simples y familiares a las sociedades más complejas?, ¿No sería que las formas aparentes de la casa y la aldea y hasta las ciudades, como las de los fonemas, nombres y verbos de las miles de lenguas, poseen estructuras subyacentes de las que aquéllas son sólo expresión morfológica? ¿Y cuál es la morfología y la sintaxis, la gramática, en suma, de dichas estructuras universales de las que cada una de las representaciones locales de los diversos urbanismos es sólo eso, su expresión morfológica? Con este planteo, García Bellido pretende encontrar una estructura profunda común a todos los urbanismos, basada en los elementos básicos más simples que por combinación entre ellos y la estructura según reglas sintácticas, sean capaces de generar las formas urbanas. De este modo es como la propuesta se relaciona con la lingüística transformacional o generativa para desentrañar los mecanismos universales de aprendizaje y transmisión de los signos lingüísticos, como expresiones del lenguaje natural de la comunicación humana. Con este objetivo, el autor retoma el concepto de celda básica de estructuración del espacio propuesta por Bill Hillier, como el elemento generador más elemental.
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CAPÍTULO 4 La ciudad y sus lugares: una fragmentación holográfica de ambientes múltiples Ponencia presentada en el: 2do. Seminario Internacional: Arquitectura de la Diferencia; Universida de Lusíada de Lisboa Portugal; Faculdade de Arquitectura e Artes ; 3 / 4 / 5 june 2011.
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LA CIUDAD Y SUS LUGARES: UNA FRAGMENTACIÓN HOLOGRÁFICA DE AMBIENTES MÚLTIPLES Resumen El propósito de la presente comunicación es plantear un punto de vista alternativo, a modo de metáfora sugerente, para interpretar la ciudad con fines proyectuales. Los factores y tipo de relación entre ellos que aquí se proponen a través de las distintas hipótesis, son el resultado de la integración entre información teórica obtenida a través de una investigación bibliográfica en distintos campos disciplinares, y la interpretación provisoria de carácter exploratoria, de datos obtenidos a partir de distintos trabajos de campo que han servido para hacer una primer aproximación a la realidad de los lugares. De este modo, se advierte sobre el carácter eminentemente exploratorio, abierto a la crítica y reflexión en lo teórico, del presente trabajo, lejos de toda intención de presentar resultados concluyentes a partir de hipótesis contrastadas, tarea que aún está en curso, con lo cual se remarca el carácter eminentemente heurístico de las hipótesis. La premisa básica de la que parte el trabajo es asumir a la ciudad como un fenómeno caracterizado por la fragmentación de los procesos morfogenéticos, sociogenéticos y semiogenéticos que la conforman en el tiempo, y que, no obstante ello, producirían un resultado de totalidad organizada que, paradógicamente, pareciera sólo experimentarse desde múltiples ambientes y visiones parciales. Este proceso se caracterizaría por una relación holográfica entre sus partes o lugares urbanos particulares y el todo que es la ciudad en su conjunto, en tanto sistema a un mayor nivel de organización y cualitativamente distinto al de sus partes. De este modo la ciudad como un todo, sería mucho más que la suma de sus partes, pero, a su vez, en cada parte existiría cierta resonancia o evocación del todo en sus múltiples aspectos a partir de las características que organicen, distingan y condicionen cada lugar y sus habitantes. Esta es la cuestión fundamental que el trabajo propone para reflexionar dentro del campo del urbanismo: ¿qué tipo de relación sería la que se establecería entre fragmentos o partes y el todo cuando se tuvieran que estudiar con una intención proyectual, aspectos claves de la ciudad?
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La ciudad como compleja articulación de lugares La premisa fundamental sobre la que se basa la argumentación de este trabajo, parte de la consideración de la ciudad, como una compleja articula1 ción de lugares. La conceptualización básica que aquí se le asigna al lugar, es la que definiera Josep Muntañola desde su teoría sociofísica del lugar a través de la cual elaboró una síntesis lo suficientemente comprehensiva del concepto como para convertirlo en una categoría básica desde la cual establecer articulaciones con las conceptualizaciones que sobre el lugar se hacen desde distintos campos disciplinarios. A partir de esta visión comprehensiva, el lugar será el resultado de un triple encuentro de dimensiones significativas de la cultura: la del par hablar-habitar, inherente a todo proceso comunicativo; la del par conceptuar-figurar que puede ser sintáctica o semántica, pero en todo caso nos define la significación propiamente lógica; la del par medio físico-medio social que es el significado situacional, que puede ser emocional o simbólico, o también podrían ser los valores de una situación. (Muntuñola, J.; 1996;2000). Así, el lugar propone un entrecruzamiento de las polaridades hablar –habitar, medio físico– medio social, conceptualización –figuración, sin que ellas se identifiquen. A través de esta visión comprehensiva, lo que se logra es una compleja manera de entender las relaciones que se dan en el lugar y el significado que éstas van adquiriendo.
El habitar a partir del sistema de lugares de asentamiento En términos más operativos, el concepto de lugar, remite a los innumerables ambientes que puede generar una persona o un grupo de personas a partir de todo tipo de actividades que puedan desarrollar en su habitar dentro del espacio que le sirva de escenario y recurso de acción, comunicación y soporte de signos. Los múltiples lugares que conforman los ámbitos dentro de los cuales transcurre el habitar conforman lo que se denomina sistema de lugares del comportamiento que, asociados al escenario físico, se convierten en un sistema de asentamientos de comportamiento de grupos sociales. Se trata de la combinación de estructuras estables del comportamiento con su medio (Rapoport, 2003; 1978).
Los lugares de asentamiento vinculados a ambientes sociales, grupos sociales, interacción social, juego de intereses y bienes a partir de una determinada dotación de capitales, estrategias de poder, redes sociales Por otra parte, este sistema de lugares de asentamiento, en tanto ambientes, podrían parangonarse al modo en que concibe las unidades de análisis el enfoque transaccionalista en Psicología Ambiental: 1.- Zárate, Marcelo; Tesis Doctoral; Universidad Politécnica de Cataluña; 2001; Barcelona/ Zárate, Marcelo; El lugar urbano deconstruido en correspondencias y congruencias entre mente-territorio-sociedad, Artículo presentado a la revista Arquisur, Santa Fe; FADU, UNL, 2010; / Zárate, Marcelo; Por un urbanismo ambiental alternativo; Revista Polis; Santa Fe; FADU; UNL; 2006; año 9, Nº 9; pp. 30-41/ Zárate, Marcelo; El lugar urbano como estrategia de conocimiento proyectual en urbanismo; Revista científica ARQUITECTONICS; Barcelona: Edicions UPC; 2010; Nº 19/20; Hacia un urbanismo alternativo; ISBN 978-84-9880-405-8.
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…”enfatiza el estudio de unidades de análisis holísticas, con fenómenos definidos en términos de aspectos psicológicos, contextuales y temporales que resultan inseparables” (Altman y Rogoff, 1987). Esta aproximación parte de cinco premisas básicas (Saegert & Winkel, 1990): 1. La unidad de análisis es la persona “en” el entorno. 2. Tanto persona como entorno se definen dinámicamente y se transforman mutuamente a lo largo del tiempo, como dos aspectos de una unidad global. 3. La estabilidad y el cambio coexisten continuamente. 4. La dirección del cambio es emergente, no establecida a priori. 5. En consecuencia, es importante buscar tanto las fuentes del cambio como la forma en que el cambio a un determinado nivel afecta a los otros niveles, creando nuevas configuraciones de persona-entorno. Fuente: Sergi Valera, Tesis doctoral; Universidad de Barcelona.
Estos lugares de asentamiento, conformarían un sistema de ambientes múltiples que, constituiría un objeto de estudio de carácter holístico, capaz de representar como un sistema integrado los siguientes elementos: a) Actores sociales pertenecientes a grupos sociales particulares, b) desempeñando una determinada actividad o praxis social con la que se identifiquen y represente un medio de acción social relevante para su vida diaria, c) dentro de un campo social (en los términos que lo definiera Pierre Bourdieu: “Los campos sociales”, son “espacios de juego históricamente constituidos con sus instituciones específicas y sus leyes de funcionamiento propias”; Gutiérrez, 1994), d) creado especialmente e instituido por los protagonistas de esa actividad, para poder llevarla a cabo, y que goce de reconocimiento social por parte de los miembros de los grupos que no participen directamente de ella (subyace aquí el concepto de instituir hechos sociales de Berger y Luckmann: “La institucionalización aparece cada vez que se da una tipificación recíproca de acciones habitualizadas por tipos de actores. Dicho en otra forma, toda tipificación de esta clase es una institución. (…) La institución establece que las acciones del tipo X sean realizadas por actores del tipo X” (Berger & Luckmann, 1968). e) A través del desarrollo de la actividad en cuestión, los protagonistas de la misma interactúan entre ellos, intercambian puntos de vista, actualizan sus creencias, principios, valores, en torno al sentido práctico y simbólico de la misma, despliegan sus campos sociales para elaborar sus estrategias de poder y así imponer sus objetivos. En nuestro caso, el campo social o campo de juego según lo definiera
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Bourdieu, forma parte del entorno, y las unidades de análisis se conformarían a partir de interpretar a los actores sociales haciendo sus juegos dentro de esos entornos a partir de sus capitales, las reglas de juego del campo, los elementos en juego dentro de esos campos. Entre los elementos en juego se pueden considerar como básicos los relacionados con bienes materiales, dinero, información, reconocimiento social, los cuales, combinados otorgarían a cada actor social, un determinado estatus de poder dentro del ambiente en estudio. Esta hipótesis sería un modo alternativo para interpretar desde el punto de vista de los actores sociales y sus ambientes de referencia y actuación, cómo se despliegan en la realidad, a través de qué configuración de actores sociales dentro de qué tipos de ambientes cargados con qué principios y valores, algunas leyes o reglas que desde la teoría del urbanismo y en términos abstractos, intentan explicar el comportamiento de problemáticas sociofísicas claves de la ciudad, haciendo una abstracción de las condicionantes particulares que en el mundo real limitan, relativizan, deforman, esas leyes generales al punto de convertirlas, a veces, en mecanismos explicativos muy distanciados o de difícil transferencia a los hechos concretos de un lugar particular. Sirvan como ejemplos: los patrones de comportamiento del mercado de suelo y vivienda; los patrones y tendencias en el uso del suelo; los patrones del uso, apropiación, significación y valoración del espacio público; los patrones de gestión urbana local; etc. (sirva como ejemplo el estudio realizado por el propio Bourdieu en su libro: Las estructuras sociales de la economía, 2001). Un factor fundamental que da vida y articula los distintos ambientes son las redes sociales, las cuales, encuentran dentro de estos ámbitos, contextos cargados de significación, poder, reglas de juego de las prácticas sociales, valores, capitales en juego, etc., generados por distintos grupos sociales dentro de una determinada realidad cultural, espacial, temporal y simbólica. Precisamente por la característica de sistema dinámico de las redes sociales, los ambientes no son ámbitos cerrados, exclusivos, excluyentes, definidos de una vez y para siempre. Se trata de ámbitos abiertos, cambiantes, permeables, interpenetrados, con zonas difusas en las que un miembro puede pertenecer a más de uno de ellos a la vez. No obstante, poseen principios constitutivos y reglas de funcionamiento que les aseguran su identidad y sentido para los diversos grupos sociales. Aquí es donde surge un ámbito complejo de discusión y posibles acuerdos estratégicos y éticamente convenientes en cuanto a los intereses en juego de los distintos tipos de visiones, dentro de un ambiente particular, que pueden encontrar puntos de acuerdo tanto en una representación social, como una decisión política o una justificación científica.
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Respecto de los “acuerdos éticamente convenientes”, se hace aquí referencia a un modo particular de interpretar el concepto de reconocimiento que plantea Poul Ricoeur (2005). No obstante el valor de comunicación, conocimiento y aceptación mutua que proporciona el concepto de reconocimiento a partir del don brindado, a diferencia de una relación en la que se brinda algo a cambio de una retribución, como por ejemplo en una venta; cuando se lleva el concepto de reconocimiento, a través del intercambio de dones, tal como lo plantea Ricoeur, a la arena política, en la cual se juegan los intereses de los diversos grupos de un lugar, resulta difícil asumir que los acuerdos entre grupos en disputas, o momentos de paz, según Ricoeur, puedan ser atribuidos al reconocimiento en los términos que él lo plantea. La duda surge al considerar que, si bien el reconocimiento basado en el don, efectivamente actúa como generador de estados de paz o convivencia, resulta difícil aceptar que el reconocimiento entre grupos no enmascare una forma éticamente conveniente de negociación entre intereses y bienes en disputa por grupos diferentes.
El Sistema de Esquemas Cognoscitivos de mediación con el ambiente y los lugares y el Código Genético del lugar Para llevar adelante la indagación sobre los lugares y sus ambientes, este trabajo propone deconstruir el código genético de un lugar, en este caso, de un lugar residencial, estructurado en base a la relación entre el “orden implícito”, y el “orden explicito” del mismo. La hipótesis de estos órdenes está inspirada en la metáfora del Orden Implicado y el Orden Explicado de David Bohm a partir del paradigma holográfico, para explicar la realidad. Se hace aquí referencia al Paradigma Holográfico, surgido como metáfora a partir del holograma inventado por el físico Dennis Gabord. El “orden implícito” estaría compuesto por tres aspectos propios del sujeto en tanto ser individual y social: La psicogénesis, relacionada a los distintos tipos de esquemas asimilatorios que plantea Piaget (1987). La sociogénesis, relacionada a: los orígenes sociales de los procesos psicológicos superiores planteados por Vigotsky (1988) y a los horizontes de sentido, planteados Gadamer) (1977). La semiogénesis relacionada a los procesos de construcción de significaciones a partir de las prácticas sociales (Marcos, 1995).
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El “orden explicito”, estaría compuesto por dos aspectos: Las prácticas sociales (actividades de la población). Los rasgos configurativos característicos del escenario o medio físico construido y natural. El “orden implícito” está constituido a partir de conceptos tales como: Identidad social (Valera; Pol). Representaciones sociales (Moscovici, 1979). Imaginarios urbanos (Lindón, 2007) (García Canclini, 1997). Hechos institucionales (Searle, 1997). Habitus (Bourdieu; Gutierrez, 1994). Territorilidad (García, 1976). El “orden implícito” se alimenta: Desde el Ambiente del pensamiento o Epistémico y desde el Ambiente Cultural o contexto cronotópico (el concepto de cronotopos en el sentido que le diera Bakhtin, (Bakhtin, 1981). Media desde las Actividades y el Simbolismo, la relación entre Escenario y Grupos sociales. Se realimenta desde las Actividades de los Grupos sociales. Se alimenta desde las características de los Grupos sociales. Hace aflorar un “orden explicito” en el Escenario desde las Actividades y el Espacio simbólico que reactúa y estimula a los Grupos sociales. El “orden explicito” implica: Patrones o arquetipos del escenario (Alexander; Ishikawa; Silverstein; 1980). Entorno y Sistemas de ambientes o lugares (Rapoport, 2003). Lo cotidiano (De Certeau, 1996). El “orden explicito” se alimenta: De las formas manifiestas o tangibles en las que se ordena el mundo físico. De los rasgos configurativos o topologías de las energías del comportamiento social. Los aspectos claves para la interpretación del código genético del lugar es determinar: las CORRESPONDENCIAS SOCIOSIMBÓLICAS, o sea, el reconocimiento, identificación, que se da dentro del “orden implícito” entre: Un individuo y la pertenencia a un grupo (Identidad social). La representación social de un individuo o grupo y la representación
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social de otro individuo o grupo (teorías populares sobre la realidad). El imaginario urbano de un individuo o grupo y el imaginario urbano de otro individuo o grupo (imágenes o creencias construidas socialmente sobre la realidad). El espacio simbólico de un grupo y el espacio simbólico de otro grupo (significado otorgado al espacio). y las CONGRUENCIAS SOCIO-FISICAS, a partir del grado de adaptación funcional entre los: Rasgos configurativos del Escenario y una determinada práctica social de un grupo La relación entre ORDEN IMPLÍCITO y ORDEN EXPLÍCITO es de tipo Heurística, probabilística, dinámica. Se trata de un ESQUEMA en el que circulan contenidos de tipo: Materia, Energía, Información, en el tiempo. Este ESQUEMA tiene elementos con distintos niveles de condensación o estabilidad en el orden: espacial, de las actividades y simbólico, que pueden asimilarse a la idea de patrón: de naturaleza social (hechos sociales instituidos en los términos que los plantean Berger y Luckhmann (1968) y habitus, en los términos que lo plantea Bourdieu (Gutierrez, 1994) de naturaleza física o arquetipos y tipologías; de naturaleza simbólica (representaciones sociales, esquemas o mapas mentales, imaginarios urbanos). El ESQUEMA implica: Consonancia entre: - Representación social - Conciencia social - Normas del grupo (reglas de juego) - Solidaridad - Cohesión - Marcadores de territorialidad - Estilo de vida - Prácticas sociales - Forma (organización, estructura de relaciones) Los ESQUEMAS permiten al individuo y los grupos desempeñarse dentro de Escenarios con diferentes tipos de centralidad: Escenarios de uso frecuente (espacios públicos, inmediatos a la vivienda, espacios de trabajo) Escenarios de uso infrecuente (espacios públicos) Ambos hacen al funcionamiento territorial de los individuos y grupos. El SIMBOLISMO remite a una determinada representación social que in-
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fluye en la actividad que realicemos desde la cual determinemos una cierta territorialidad sobre un escenario. Desde el ORDEN IMPLÍCITO o Mundo Simbólico, se explica el ORDEN EXPLÍCITO o Mundo de las Actividades y Escenario. Median entre ellos una serie de conceptos que actúan como conectores (ordenados según categorías, grado de especificidad, escala y transición desde lo físico a lo social) según el Grupo (y sus rasgos como población) con determinadas características culturales y sociales. A partir de lo anterior, la cuestión clave sería ver en dónde se producen las articulaciones o consonancias o formas informadas o esquemas más coherentes o robustos entre CORRESPONDENCIAS SOCIOSIMBÓLICAS y CONGRUENCIAS SOCIOFÍSICAS. Se trataría de una coordinación entre ESQUEMAS, por ej. El que genera la Identidad de Lugar con el que genera la Territorialidad, con el que genera las Representaciones Sociales.
Cuadro Nº 1: El Esquema Cognoscitivo de Mediación con el Ambiente a partir de la Identidad de Lugar.
Autor: Marcelo Zárate
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Ejemplo: LISTADO DE ESQUEMAS QUE SERVIRÍAN PARA CARACTERIZAR A UN GRUPO EN PARTICULAR • Esquema de Grupo, Esquema Social • Esquema de Identidad Social (Según categorías sociales) • Esquema de Historia Ambiental compartida • Esquema de Representación Social • Esquema de Imaginario Social o Urbano • Esquema de Vida Cotidiana (prácticas sociales) • Esquema de lugares de asentamiento • Esquema de Espacios Simbólicos • Esquema de Territorialidad • Esquema de Toponimias • Esquema de Redes Sociales • Esquema Ideológico (valores) La cuestión clave es comparar distintos Grupos sociales a partir del conjunto de ESQUEMAS anteriores y, así, ver las mayores o menores correspondencias socio-simbólicas y las mayores o menores congruencias socio-físicas dentro de un Lugar que para nuestro caso sería un Lugar residencial. El factor que moviliza todos los esquemas son las Redes Sociales a partir de las Prácticas Sociales según determinada configuración de Capitales (en los términos que lo planteó Bourdieu: “Capital puede definirse como conjunto de bienes acumulados que se producen, se distribuyen, se consumen, se invierten, se pierden (…) Bourdieu libera a este concepto de la sola connotación económica y lo extiende a cualquier tipo de bien susceptible de acumulación, en torno al cual puede constituirse un proceso de producción, distribución y consumo, y por tanto, un mercado” (Gutiérrez, 1994). La otra vía de ingreso clave al SISTEMA DE ESQUEMAS es desde la Forma Urbana a partir de la percepción de la misma y sus rasgos configurativos que en una primera instancia tendría que asociarse al comportamiento de la gente y luego al uso y apropiación.
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Cuadro Nº 2: El Esquema Cognoscitivo de Mediación con el Ambiente a partir de la Forma Urbana
Autor: Marcelo Zárate
Hay filtros propios de la cultura y su estilo de vida (por ej., Modas), que interfieren en estos esquemas. Por otra parte, y a modo de hipótesis se supone que el grado de conciencia social estaría directamente relacionado al grado de orden del escenario; no se trata de un orden único sino de un orden particular propio del contexto cultural de que se trate. La conciencia social está vinculada a: La Identidad social. O sea, el sentido de pertenencia e identificación con un grupo con el que se comparten creencias, visiones, valores y prácticas sociales (Actividades y Simbolismos).
Las cuatro categorías básicas de lugares: el barrio, los lugares de los ambientes propios de actividades particulares, los lugares de transición e interfases, los lugares de referencia de los que se es espectador. A partir de estas conceptualizaciones sobre el lugar, se propone considerar cuatro categorías de lugares urbanos:
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a) el lugar residencial o barrios tradicionales de una ciudad, definidos en base a una fuerte identificación toponímica por parte de sus habitantes, actúan como ámbito de anclaje existencial y emocional básico, forman parte de un segundo nivel de experiencia social, como lugar urbano de contención inmediato al del hogar y la propia familia. Además, con una escala espacial y de interacción social que posibilita un mayor nivel de conocimiento de los grupos propios y sus características organizacionales, configurativas y simbólicas por parte de sus habitantes. b) los sistema de lugares del comportamiento de Rapoport, o sea, los múltiples lugares territorializados dentro de los cuales discurre el habitar de la población, en los que esta despliega distintas praxis sociales, interactúa entre sí, genera redes sociales, y va conformando grupos sociales, creando determinados ambientes sociales cargados con intereses y significación dentro de los cuales los actores sociales hacen sus juegos de poder. Se trata de lugares asociados a actividades de tipo económica, recreativa, educativa, de tránsito y transporte, religiosa, política, etc. dentro de escenarios especialmente adaptados para ellas, en los cuales las personas viven experiencias de interacción social en períodos regulados, acotados. c) los lugares de paso o tránsito entre lugares de contención de los ambientes de actividades sociales y/o privadas más estables, en los cuales existe la posibilidad de vivir experiencias existenciales efímeras, que no por eso pierden significación social cronotópica dentro de un determinado horizonte de sentido cultural y referencias que pudieran intervenir en la construcción de la propia identidad en relación al sistema de lugares del comportamiento. Mar Auge los ha denominado no lugares, pero este trabajo no comparte tal caracterización, ya que, el hecho de que en ellos se tengan experiencias existenciales efímeras, dentro de ambientes sociales híbridos en los que la alternancia de grupos sociales diversos haga dificultosa una clara o fuerte asociación de este tipo de lugares a alguno de ellos en particular, con todas las implicancias simbólicas derivadas de tales grupos y sus praxis sociales, no les quita la característica de constituirse en parte de nuestro sistema de lugares de vida. Si bien no llegarán a tener la densidad semántica y valoración que puedan alcanzar aquellos lugares en los que ha transcurrido y transcurre gran parte de nuestra historia ambiental, y, junto con ello, formar parte esencial de nuestra identidad individual y social, este tipo de lugar en la medida que de algún modo se articulen al sistema de lugares de nuestra experiencia existencial, no pueden pasar desapercibidos, ignorados, o quedar ausentes dentro de nuestro sistema de esquemas cognoscitivos a través de los cuales construimos una articulación existencial con nuestro ambiente. Tal sistema estaría compuesto por los siguientes esquemas: el Esquema de Identidad Social; el Esquema de Historia Ambiental compartida; el Esquema de Representaciones Sociales; el Esquema de Imaginarios Sociales o Urbanos; el Esquema de Vida Cotidiana (prácticas sociales); el Esquema de lugares de asentamientos;
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el Esquema de Espacios Simbólicos; el Esquema de las diferentes Territorialidades; el Esquema de Toponimias; el Esquema de Redes Sociales; el Esquema o Mapa mental del Territorio; el Esquema Ideológico (valores). Este tipo de lugares cumplen la función de interfases conectoras a través de las cuales también se explora y experimenta la ciudad de un modo diferente y al hacerlo se toma contacto con los múltiples lugares que la conforman. Según la intensidad, duración, circunstancias, motivación, de la experiencia existencial que en ellos se viva, pueden llegar a alcanzar un valor referencial y de identidad tan importante como el segundo tipo de lugares aquí propuestos. Vivir la experiencia como pasajero en tránsito en un gran aeropuerto por algunas horas, o pasear por un centro comercial, o atravesar en automóvil la ciudad difusa, no son situaciones neutras y sin ningún tipo de impacto sobre nuestro sistema de esquemas cognoscitivos ambientales. Aunque los escenarios, la cantidad de tiempo, las motivaciones y las circunstancias puedan ser distintas en cada una de estas experiencias, no se puede evitar su asimilación desde todos los esquemas cognoscitivos ambientales que están constantemente mediando la interacción con nuestro ambiente cultural y, como este sistema de esquemas es dinámico, es más que posible sufra reacomodamientos, que nos llevará a un nuevo estadio de equilibrio en el que las experiencias vividas en ese tipo de lugares pueden entrar a formar parte tanto de nuestros imaginarios urbanos, o representaciones sociales, o mapas mentales, o identidad social, etcétera. d) los lugares contextuales, en los cuales no se tuviera una experiencia existencial protagónica, sino que, solo se los percibiera como espectadores y, no obstante ello, formaran parte del contexto de referencia y significación en la construcción de la identidad individual y social en los lugares en los que se es protagonista de experiencias existenciales. Este tipo de lugares ingresan como espacios simbólicos fuertemente asociados a imágenes y representaciones sociales dentro de los esquemas o mapas mentales y visiones o imaginarios sobre la ciudad. Se trata de lugares que no necesariamente deben estar topológicamente contiguos a los tres tipos anteriores de lugares, ya que bien pueden ingresar en nuestras representaciones sociales, esquemas y mapas mentales, a partir de imágenes y características de los mismos transmitidas desde los medios de comunicación. Los cuatro tipos de lugares planteados mantendrían ricas articulaciones entre sí a partir de la combinatoria de situaciones de Identidad Social; Historias Ambientales; Representaciones Sociales; Imaginarios Sociales o Urbanos; Prácticas Sociales; Espacios Simbólicos; Territorialidades; Toponimias; Redes Sociales; Mapas Mentales del Territorio; Valores; que puedan relacionarse por inclusión, superposición, complementariedad, límite, contexto, según sea el tipo de experiencia existencial que en ellos se tenga.
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El barrio como lugar estratégico de articulación entre el hogar y la ciudad Tomando en cuenta las cuatro categorías básicas de lugar, interesa ahora explicitar las connotaciones de orden antropológico, sociológico, geográfico, psicológico ambiental, que este concepto adquiere, en relación a un tipo particular de lugar urbano, como es el barrio, al que este trabajo considera un ámbito estratégico para su argumentación. Desde un punto de vista existencial, y asociando aquí este término al concepto de habitar de Heidegger (Construir, Habitar, Pensar) el lugar urbano constituiría la segunda categoría básica después del lugar más intimo relacionado con el hogar. El lugar urbano inmediato a la vivienda, a partir del espacio público próximo, el barrio, constituye el lugar existencial más importante para la experiencia del habitar, en tanto extensión del hogar al ámbito urbano inmediato (Caturelli, 1984). Desde el punto de vista sociológico, el primer ámbito de desarrollo social del individuo fuera de la familia es el vecindario y luego el barrio, en tanto ámbitos “diferenciados de la totalidad para contrarrestar de esa manera, el pernicioso efecto de esa indiferenciación anónima tan frecuente en las grandes ciudades, generadora de desarraigo. El barrio es el ámbito donde el habitante ciudadano intenta echar pie de modo de poder arraigar en una sociedad urbana que, por lo compleja y sobredimensionada, le resulta muchas veces difícil de comprender, cuando no directamente legible” (Del Acebo Ibáñez, 1996). Desde el punto de vista antropológico, “el barrio se inscribe en la historia del individuo como la marca de una pertenencia indeleble en la medida en que es la configuración inicial, el arquetipo de todo proceso de apropiación del espacio como lugar de la vida cotidiana pública”. (De Certeau, Girad, Mayol, 1999). Desde la psicología ambiental, “si la identidad de self en relación al lugar (Proshansky, 1976; 1978; 1983) remite a un nivel de apropiación individual, la identidad social urbana se relaciona con procesos de apropiación espacial a nivel grupal o comunitario. (…) Dentro de los mecanismos de apropiación espacial de carácter colectivo, se destaca la vecindad y el barrio el cual (…) resulta un componente importante de la identidad social de un individuo… (Milgran, 1984, p.305, citado por Sergi Valera). (…) Este interés viene dado en buena parte por el hecho de considerarla una categoría ‘natural’ (Wirth, 1945; Amérigo, 1990), es decir, superando su carácter administrativo –con una delimitación geográfica claramente determinada- nosotros consideraremos ‘barrio’ aquello que los propios individuos consideran como tal, con una delimitación geográfica fruto de las ‘percepciones de los sujetos y de su sentido de pertenencia al barrio’ (Amérigo, 1990: 41-42). En este sen-
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tido, esta categoría urbana puede ser inclusiva de otras categorizaciones «barrio» de orden inferior. Así podemos hablar de grupos que se definen como un ‘sub-barrio’ con sus propias características diferenciales. De hecho, autores como Marans y Rodgers (1975) distinguen entre macrobarrio (tomando como referencia los distritos oficialmente considerados) y microbarrio (vecindario o zona inmediata a la vivienda). Fried (1986) adopta una acepción social de barrio considerando que éste representa el contexto adecuado para una imagen del hogar, mientras que para Jacobs (1961) la vida que se desarrolla en los barrios es parecida a la que puede ofrecer un pueblo… Fuente: S. Valera, E. Pol
El proceso de morgogénesis, sociogénesis y semiogénesis de conformación de la ciudad como un todo está alimentado desde el código genético de los lugares urbanos particulares o partes de ese todo. Además, se trata de un proceso fragmentado. Tomando en cuenta lo hasta aquí expuesto, la ciudad pareciera constituirse por interminables fragmentos de naturaleza territorial, social y simbólica, combinados de un modo complejo y particular. De todos esos fragmentos interesan particularmente aquellos que formaran parte de la categoría de lugar asociada al “barrio”, por los argumentos expuestos más arriba. Este tipo de lugar, actuaría como unidad de sentido estratégica para interpretar los procesos de morfogénesis, sociogénesis y semiogénesis (Marcos, 1995) a través de los cuales se vayan construyendo los distintos tipos de lugares, y con ello, el surgimiento de una estructura territorial y simbólica general, propia de la ciudad considerada como un todo a partir de sus partes o lugares particulares, en este caso, cada uno de sus barrios. Esta estructura remite a un nivel de organización superior de los lugares particulares estructurados según el valor referencial que estos tengan para la identidad social, a partir de haber alcanzado un nivel de densidad simbólica relevante para distintos grupos sociales de la ciudad. Tal como se mencionara en el inicio del presente trabajo, este proceso de producción y reproducción de la ciudad tendría la característica de ser fragmentado, en sus tres dimensiones, no obstante ello, el sistema de lugares los ensamblaría en partes coherentes en el orden territorial, social y simbólico, a partir de cualidades tales como la identidad del paisaje, la identidad social, los espacios simbólicos y por último la identidad de lugar. Algunos ejemplos de la fragmentación del proceso antes apuntado en la dimensión morfogenética, serían: la planificación de sistemas físicos y funcionales generales que toman al todo como referencia para su planificación y proyectación, pero que durante el proceso de su concreción se van frag-
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mentando en partes a veces inconexas, a veces con distinta resolución, llegando incluso a no completar un plan o proyecto en su totalidad, debido fundamentalmente a discontinuidades de las políticas y programas de gobierno que cambian de una gestión a otra, o a la falta de flujos económicos continuos y apropiados en el tiempo como para posibilitar la realización de un proyecto en su totalidad o al simple cambio de criterio técnico respecto de una determinada solución por razones de mayor eficiencia, racionalidad tecnológica, económica o la oposición de ciertos grupos sociales que ven amenazados sus intereses por el proyecto. Algunos ejemplos en la dimensión semiogenética, serían: La consideración e interpretación de la significación, representaciones sociales, esquemas y mapas mentales, de los vecinos de un lugar particular sobre los problemas generales de la ciudad. Algunos ejemplos en la dimensión sociogenética, serían: La confrontación entre visiones e intereses no sólo entre distintos grupos sociales dentro de la ciudad, en relación a la ciudad en su conjunto, sino incluso dentro de un lugar particular en relación a los problemas del lugar.
La relación entre partes y todo desde el paradigma holográfico Con la intención de ensayar una hipótesis interpretativa sobre este proceso de articulación entre partes y todo, o sea, entre los barrios como lugares particulares y la ciudad en su conjunto estructurada por un sistema de lugares emblemáticos de alto nivel de reconocimiento y densidad de sentido, se propone asumir la relación entre parte y todo en forma holográfica. En nuestro caso, la utilización de esta metáfora implicaría el reconocimiento de referencias cruzadas y complementarias entre las características del sistema de lugares que conformen el todo y los lugares particulares que han contribuido a la conformación de ese todo. El todo no podría constituirse como tal sin los lugares particulares o al menos no se puede hablar de un nivel superior de organización de las partes sin partes tributarias de esa organización. No existe ciudad sin barrios o lugares particulares, y tampoco es posible pensar en un barrio o lugar de una ciudad sin referencia a la ciudad de pertenencia. Se es barrio o lugar de algo, en este caso, una ciudad, y se llega a ser ciudad, en un sentido sociofísico, desde una combinatoria compleja de lugares previos. No obstante ello, subyace a esta premisa, la particularidad de que el todo, sería un fenómeno de organización cualitativamente distinto a la mera visión de conjunto de algunas de las partes más relevantes. El todo constituiría una nueva unidad de sentido territorial en el que cada parte o lugar relevante que lo constituya cobra significación en función de la contribución que haga a la construcción de una visión unitaria de la ciudad, perdiendo así fuerza sus rasgos más particulares en pos de su posicionamiento topológico y de sentido dentro de una estructura de mayor nivel de agregación de sus componentes físicos, sociales y simbólicos.
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Por otra parte, cada parte es reconocida como tal no solo por sus rasgos particulares, su estructura genética, sino, además, por referencia topológica y de sentido al todo. De allí que la evocación que se tenga del todo desde cada parte será distinta y dependerá, de esta combinación de factores, en la cual cobran particular relevancia los ambientes sociales y lugares particulares desde los cuales se construya dicha visión. Ello no quiere decir que no puedan construirse representaciones coincidentes del todo a partir de acuerdos o convenciones basados en teorías y categorías analíticas, tal como lo hace la ciencia, o acuerdos sociales de carácter intersubjetivos, pero aún así, se tratará siempre de parcialidades sesgadas por los intereses propios de cada ambiente particular de pertenencia de sus actores sociales. Si bien un lugar urbano aislado puede llegar a ser un todo en sí mismo, no puede existir en un vacio de referencia contextual en el orden territorial, social y simbólico, por lo tanto, es inevitable la referencia de ese lugar al sistema de coordenadas cronotópicas y de sentido cultural que le brinde el proceso morfogenético, sociogenético y semiogenético del territorio de pertenencia, en este caso, de la ciudad de pertenencia. A partir de lo anterior se postula que el todo se asemejaría más a una visión caleidoscópica compuesta de fragmentos ensamblados, poniendo a veces en evidencia visiones inconclusas sobre el mismo, construidas a partir de las evocaciones territorializadas desde cada una de sus partes (ambientes o lugares) que no tienen por qué converger sobre una única visión. Además el todo en términos vivencial ambiental socio-físico-simbólico solo puede experimentarse desde las partes, lugares o ambientes sociales particulares, dentro de los cuales distintos tipos de grupos sociales interaccionan y hacen sus juegos de intereses y poder según sus sistemas de esquemas cognoscitivos de interacción con el ambiente a partir de determinado patrimonio de capitales sociales adquiridos. Guiados por este proceso dialógico entre parte y todo, la cuestión central que propone este trabajo en términos de estrategia cognoscitiva sobre la ciudad se basa en tomar a los lugares, como interfases o vías de ingreso en dos direcciones posibles: 1) Hacia la construcción de visiones sobre el todo, en este caso desde cada parte, lugar o ambiente en particular, 2) Hacia la relativización y especificación dentro de cada parte, lugar o ambiente, de visiones construidas o sugeridas desde el todo. El lugar, en tanto interfase socio-física-simbólica, se convertiría así en un objeto de estudio complejo, multidimensional, asociado a aspectos tales como:
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Cuadro Nº 3: El Sistema de Esquemas Genéticos del lugar.
Autor: Marcelo Zárate
Estos aspectos forman parte del código genético del lugar y nos posibilitarían una vía de acceso estratégica al conocimiento proyectual de la ciudad a partir de la articulación holográfica esencial entre partes y todo que sería el ámbito de manifestación del proceso morfogenético, sociogenético y semiogenético de producción, organización y reproducción de la ciudad.
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Dentro del tipo de relación holográfica anterior entre parte y todo, se debe interpretar la relación entre el proceso morfogenético, sociogenético y semiogenético del todo y el Código Genético de cada lugar y el Sistema de Esquemas Cognoscitivos de mediación con el ambiente o lugar de cada grupo social A esta altura de la argumentación la ciudad se presentaría como una colección coherente de lugares soportados en: a) sedimentos propios del territorio, o rasgos configurativos del escenario; b) sedimentos propios de las praxis sociales o ambientes sociales y redes sociales asociadas a grupos sociales; c) sedimentos simbólicos compuesto por planos semióticos asociados a espacios, ambientes, grupos y prácticas sociales. A su vez, estos tres tipos de sedimentaciones responderían a distintas condiciones de equilibrio o estabilidad organizacional. Por ejemplo, el escenario, en tanto fenómeno eminentemente material sería el que opondría la mayor inercia al cambio, en el proceso genético de construcción de los lugares, respecto de los otros tipos de sedimentos, el social y el simbólico. Si bien estos últimos suelen ser más sensibles al cambio, pueden darse casos excepcionales en los que una determinada praxis social o simbolismo haya alcanzado tal estado de institucionalización y reconocimiento social (Berger & Luckmann, 1968) que trascienda los distintos estados configurativos de un escenario particular a ellos asociados y alcance así un alto grado de estabilidad y equilibrio dentro de un lugar. La estrategia aquí propuesta podría sintetizarse a partir de la construcción de una matriz con las siguientes variables construida desde un lugar de anclaje: Problemática (descripción). - Tema (refiere al tipo de tema urbano que se presenta desde la perspectiva del Urbanismo). - Naturaleza (física, social, simbólica). - Dimensiones según la naturaleza (Política, Económica, Social, Física, Natural, Simbólica). - Escala física, temporal y funcional de la problemática según su naturaleza. - Tipo de relación holográfica entre parte y todo de la problemática, a partir de interpretar si la problemática puede ser parte de un sistema mayor, o si es una situación puntual en la ciudad circunscripta a un lugar determinado. - Actores intervinientes (Identificación de los principales grupos sociales). - Intereses particulares de los actores sobre la problemática. - Ambientes focales de los actores intervinientes (Campos sociales s/Bourdieu). - Intereses en juego en cada tipo de ambientes. - Grupos participantes en cada tipo de ambientes. - Configuración de capitales de los actores relevantes dentro de cada ambiente focal. - Ambientes contextuales articulados a los ambientes focales. - Intereses en juego en cada uno de estos ambientes. - Grupos particulares en cada tipo de ambientes. - Lugares asociados a los ambientes focales y contextuales. - Espacios simbólicos relacionados a los lugares.
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Implicancias que se derivan de las premisas anteriores: A partir de ingresar desde la interfase del lugar, en este caso, representada por el Sistema de Esquemas Cognoscitivos de mediación con ambiente y el Código Genético del lugar, se plantean las siguientes posibilidades interpretativas de los problemas de la ciudad en su conjunto articulados a los de cada barrio en particular: a) La construcción de visiones sobre el todo, en este caso desde cada parte, lugar o ambiente en particular; la relativización y especificación dentro de cada parte, lugar o ambiente, de visiones construidas o sugeridas desde el todo. b) Según sea la característica configurativa del Código Genético de un lugar particular directamente vinculado al Sistema de Esquemas Cognoscitivos de cada grupo social de un lugar particular, a partir de los contenidos específicos que definan cada esquema componente, se puede llegar a obtener un panorama con alta probabilidad de suceso respecto al nivel de interés, compromiso, valoración, de la población de un lugar particular por los problemas urbanos propios de su lugar y por los problemas o proyectos urbanos de la ciudad en su conjunto. Dentro de esta estrategia, el lugar residencial, en tanto ámbito particularmente interesante para la indagación puede llegar a constituirse en un ambiente de referencia y condicionamiento importante en la construcción de visiones sobre el todo para sus habitantes. En este sentido, y a partir de tomar como referencia algunas experiencias reales de trabajos en distintos barrios de la ciudad, se podría hipotetizar que el nivel de interés del habitante de un lugar particular por los problemas generales de la ciudad y la visión que de ellos tendría, estaría condicionada por factores tales como: - El mayor o menor nivel de criticidad de las condiciones del hábitat (marco físico y natural combinados) - El mayor o menor grado de conflictividad del ambiente social, que presente el lugar y que pusieran en riesgo la integridad física y social de sus habitantes. - El nivel de riqueza de capitales sociales acumulados por parte del habitante en tanto patrimonio que le posibilita o impediría el acceso a distintos tipos de ambientes y redes sociales, fundamentalmente externos a los de su lugar. - Directamente asociado al punto anterior, el nivel de pertenencia e interacción del habitante del lugar a distintos tipos de redes y ambientes sociales externos a su lugar. A partir de estas premisas pareciera ser que a medida que las condiciones de habitabilidad y del ambiente social de un lugar fueran más críticas, y sus habitantes poseyeran un patrimonio pobre en capitales sociales y escasas o débiles pertenencia e interacción a redes y ambientes sociales externos al barrio, el interés por los problemas de su lugar serían prioritarios frente a los problemas generales de la ciudad, y estos, a su vez, condicionarían la percepción de los mismos, siempre y cuando esos problemas no afectaran alguno de los lugares o ambientes esenciales para sus estrategias de vida
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fuera de su lugar y localizados en algún punto de la ciudad. Por el contrario, pareciera ser que en un lugar que presentara buenas o muy buenas condiciones de su hábitat y ambiente social, existiera una población con una buena dotación de capitales sociales, combinados a una rica y variada pertenencia y participación a redes y ambientes sociales externos al barrio, el interés brindado a los problemas del lugar sería tan importante como los brindados a los de la ciudad en general. De todos modos, las características particulares del lugar seguirían actuando como condicionante de la percepción de los problemas de la ciudad. A modo de conclusión Considerar la ciudad desde sus lugares, en este caso los lugares residenciales y los de interacción social en general, nos aproximaría a una visión más realista de la misma a partir de rescatar la posibilidad de construir ricas y múltiples representaciones del todo desde el fragmento que cada parte, ambiente o lugar nos posibilita en tanto auténticas unidades socio-físicas-simbólicas de alta complejidad en las que anida parte del código genético de la ciudad. Esta estrategia, no obstante, no descarta que el todo, o las visiones sobre la ciudad como una unidad, haya dejado de desempeñar una función estratégica esencial en la planificación del funcionamiento y configuración de sus partes, aunque más no sea como visión ideal orientadora. Tampoco se descarta que de los ambientes borrosos de juego de intereses y visiones entre grupos, no puedan surgir acuerdos éticamente convenientes cargados de legitimidad social y compromiso entre las partes que puedan conformar visiones sobre el todo. La cuestión fundamental que en este trabajo se plantea es considerar al lugar urbano como una interfase o ambiente de articulación entre parte y todo; un ámbito socio-físico-simbólico desde el cual resultaría más accesible reconocer actores sociales e intereses en la arena política de discusión y acuerdos en ambientes territorializados que, según vayan articulándose entre sí, posibilitaría ir construyendo distintas visiones sobre el todo. No parece entonces utópico pensar la ciudad desde cada uno de sus lugares en tanto que el todo solo puede concretarse desde cada lugar y no como un factor previo sin el cual cada parte no podría existir. Esto no implica asumir la atomización de la ciudad en unidades aisladas, autónomas, como si se tratara de islas, una suerte de ciudad archipiélago, sino de considerar que en algunos casos el todo es más una visión ideal de conjunto, un mapa de ruta virtual, que una estructura materializada previa a toda existencia y posicionamiento de las partes. Lo mismo sucede con la arena de discusión y acuerdos de intereses. Es políticamente, científicamente y socialmente más accesible ir construyendo acuerdos éticamente convenientes desde
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cada lugar o ambiente particular que hacerlo en el nivel general de todos los grupos de la ciudad dentro de ambientes difusos. A partir de esta hipótesis se propone la metáfora de explorar e interpretar la ciudad, caleidoscópicamente, desde cada uno de sus lugares o ambientes, y a la vez, descomponer las visiones generales ideales sobre la ciudad en las connotaciones de las mismas desde cada uno de los lugares o ambientes. Se trata de un doble ejercicio de particularizar lo general y generalizar lo particular que no tiene por qué arrojar resultados coincidentes. Por otra parte ninguno de los dos ejercicios concluye con un resultado acabado, completo, ya que su naturaleza es fragmentada tal como lo es el proceso de conformación, vivencia, percepción, significación y de gestión de la ciudad. Llegados a este punto se concluye en considerar tres elementos relevantes para integrar en una estrategia cognoscitiva posible para la ciudad: a) el todo, como una visión pensada, idealizada, proyectada, deseada, postulada, representada de algún modo pero no realizada aún en lo material concreto; como una experiencia que solo puede llevarse a cabo desde su fragmentación en lugares y ambientes particulares. b) las partes, como fragmentos, unidades de sentido territorial, social y simbólico, instancias de particularización y concretización del todo; c) el proceso de vinculación entre partes y todo, de naturaleza compleja, en el que conviven situaciones de catástrofes con las de orden o equilibrio en tensión. El resultado de este proceso va dejando sedimentos, permanencias, de tipo físico, social y simbólicas, con distinto grado de consistencia y durabilidad en el tiempo y el espacio, que se expresan a través de fragmentos físicos, tales como partes con rasgos configurativos particulares de la forma urbana; fragmentos sociales, tales como prácticas sociales características dentro de momentos cronotópicos de una cultura, y fragmentos simbólicos, tales como representaciones sociales, visiones, imaginarios urbanos, propios de una determinada época o momento cronotópico de la cultura. El lugar residencial, es uno de esos fragmentos socio-físico-simbólico dentro del holograma que se construye entre las visiones sobre el todo y las evocaciones del mismo desde cada una de las partes puestas en diálogo y tensión dinámicas a través del proceso de construcción y reproducción particular de los lugares urbanos. Esta metáfora de la ciudad como una fragmentación holográfica de lugares intenta estimular al urbanista a explorar una vía de ingreso para interpretar la ciudad asociada a las dimensiones sociales más profundas de la misma a partir de las cuales construir socialmente procesos de proyectación urbanística.
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CAPĂ?TULO 5 El lugar urbano deconstruido en correspondencias y congruencias entre mente-territorio-sociedad. Ponencia presentada en el: Tercer (extraordinario) Seminario Internacional Arquitectonics Network; Escuela TĂŠcnica Superior de Arquitectura de Barcelona; Barcelona 1,2,3 de junio de 2010.
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EL LUGAR URBANO DECONSTRUIDO EN CORRESPONDENCIAS Y CONGRUENCIAS ENTRE MENTE-TERRITORIO-SOCIEDAD La presente comunicación persigue el propósito de plantear una estrategia cognoscitiva posible para interpretar la compleja articulación de dimensiones sociofísicas que conforman un lugar urbano, a partir de la hipótesis que postula lo siguiente: asumir la ciudad como una compleja articulación de lugares puede convertirse en una perspectiva de conocimiento proyectual innovadora para un renovado urbanismo ambiental alternativo. Esta hipótesis se sustenta en las siguientes premisas: Se reconoce un estado de avance importante a nivel de estrategias de conocimiento proyectual dentro del urbanismo de matriz ambiental asociado a las corrientes teóricas más maduras, entre las cuales merece particular referencia el enfoque “territorialista” italiano, a partir de la propuesta de Alberto Magnaghi, desde la cual se ha superado la visión biocéntrica del ambiente, para refocalizarse en una visión antropobiocéntrica más sensible con las dimensiones sociales del ambiente del hombre. Desde este nuevo ambiente epistémico disciplinar surgen posibilidades para ensayar estrategias de conocimiento de carácter multidimensional, complejas, dialógicas, a partir de, por ejemplo, considerar a los lugares, en sentido antropológico, como vía de ingreso a la interpretación de la articulación espacio y sociedad. En esta línea van los mayores aportes de A. Magnaghi orientados a interpretar los lugares del territorio (Magnaghi, 2000); el desarrollo teórico de Josep Muntañola para interpretar la arquitectura como lugar (Muntañola Thornberg, 2000); y la propuesta del Urbanismo Ambiental Hermenéutico desde la concepción de ciudad como una compleja articulación de lugares (Zárate, 2006 y 2010). El interés de indagar en las posibilidades cognoscitivas que brindaría el concepto de lugar para comprender el fenómeno urbano está directamente relacionado con poder acceder a su decodificación genética, o sea, de los componentes esenciales que lo conforman, le dan vida, sentido y contienen la información más importante para su cambio y transformación, en tanto contenidos estratégicos para la proyectación y gestión de la ciudad. Desde este propósito resultan de particular interés los argumentos propuestos desde el marco teórico de referencia, a favor de una visión compleja del lugar desde la cual se reconoce la profunda conexión entre mundo de la mente (o psicogénesis, y todos los esquemas de representaciones mentales), mundo de lo social (o sociogénesis, y las diversas prácticas sociales) y mundo del territorio (o morfogénesis, y todos los procesos de configuración del escenario). Entre los argumentos más relevantes se pueden destacar los siguientes: Cuando se hace referencia al anudamiento de dimensiones sociofísicas que sería el lugar, Muntañola utiliza el concepto de “arquitectónica” (archi-
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tekton) planteado por Aristóteles, para hacer referencia, en cierto modo, a un tipo de conocimiento, de sabiduría, de forma de relacionar aspectos aparentemente contrapuestos o sueltos. A partir de ello propone conocer los principios o reglas generadoras de algún fenómeno como totalidad organizada, como sistema sólido, para poder reproducirlo y transmitirlo a otros. De este modo, la arquitectónica actuaría como nudo de enlace o interfase de sentido entre aspectos tales como mundo subjetivo individual y mundo intersubjetivo social, entre proyecto y forma construida, entre arte y ciencia. (J. Muntañola Thornberg; 2007) Desde una intención de actualización permanente de los contenidos de la “Topogénesis” (Muntañola Thornberg, 2000) además, propone nuevos elementos orientados a demostrar la comunicación esencial entre mundo de la mente y mundo social o externo a la misma, desde los aportes de Jaan Valsiner a través de su concepto de mente social (2000) y el de la James V. Wertsch a través de su concepto de mente sociocultural. En la misma dirección, Muntañola considera el aporte de Edwin Hutchins, quien a través del concepto de “cognición distribuida”, considera que la cognición no se recluye y esta toda ella en la mente sino que forman parte de ella el ambiente, el escenario material y la interacción con otras personas, formando un sistema cognitivo (cognición distribuida); o sea, la cognición extendida a los elementos del medio y “el medio actuando como mensaje”. De todos modos, la comunicación entre psicogénesis y sociogénesis, mundo interior y exterior al sujeto, cuanta con argumentos más que suficientes a partir de autores que nutren la topogénesis y dialogan con esta tesis, desde la epistemología genética y el construccionismo cognoscitivo de Jean Piaget y sus esquemas operatorios; la “teoría socio-histórico-cultural del desarrollo de las funciones mentales superiores” de L. S. Vigotsky; el enfoque “enactivo” de Francisco Varela; el “fundamento biológico del conocimiento” de Humberto Maturana; la cognición distribuida de David Kirsh y Edwin Hutchins; la mente extendida de Andy Clarck; el construccionismo social de Peter L. Berger y Thomas Luckmann; los hechos institucionales desde la filosofía social de John Searle; y la “hermenéutica” de H. G. Gadamer). Con estos argumentos estaríamos en condiciones de reconocer que mundo interior y mundo exterior, mente y materia, individuo y sociedad, no estarían desvinculados, sino que responderían a ciertos principios de orden, regulación y generación como la “arquitectónica” de Aristóteles. Por otro lado, estos principios regulatorios no serían fijos e inmutables, sino que, y como lo ha demostrado la epistemología dialéctico genética, podrían ser analogados a los esquemas operatorios que planteara Piaget producto de un proceso iterativo continuo de acción y experimentación del individuo con su medio, de su habitar, como individuo y como ser social, a partir del cual se irían formando esquemas mentales operatorios dentro de proce-
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sos continuos de acomodación y equilibración sobre esquemas anteriores, con el propósito de saber cómo proceder en la interacción con el medio, con su lugar, para asegurar su existencia. Se trata de un proceso complejo, autorregulado, autoorganizado, autopoiético, propio de los seres vivos. Estos esquemas reguladores no serían de orden puramente funcional sino, además, simbólicos, ya que no actuarían dentro de un vacío de referencia ambiental sino que el actor desarrollaría sus procesos cognitivos y cognoscitivos dentro de contextos cargados con referencias culturales, auténticos textos u horizontes de sentido que actuarían como marcos de referencia dentro de los cuales habitamos y que son preexistentes a nuestra existencia, por lo tanto a la construcción de esos esquemas reguladores. Dentro del contexto estarían las prácticas sociales y sus reglas sociales propias de una determinada cultura, expresadas a través de las normas, costumbres, hábitos, en tanto mecanismos de regulación entre individuos y grupos y entre estos y el espacio. Como soporte de estas actividades encontramos en el contexto, el escenario material, creado por esa cultura que actuaría también como un auténtico texto a ser interpretado según el código semiótico de la cultura que se apoya materialmente en los rasgos configurativos característicos del escenario.
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SISTEMA DE COMPONENTES DE ORDEN FÍSICO, SOCIAL Y SIMBÓLICO PRESENTES EN UN LUGAR (COMO PODRÍA SER UN BARRIO RESIDENCIAL) QUE ALIMENTAN LOS ESQUEMAS REGULADORES
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Lo hasta aquí expresado no pretende más que explicitar argumentos a favor de la concepción que alienta este trabajo de no concebir separación alguna entre mundo interior y mundo exterior del sujeto, individuo-sociedad. Pero esta es solo una cuestión contextual, ya que los argumentos a favor de esta unión entre elementos podrían seguir ampliándose cada vez más, sin hacernos llegar a lo que se considera el problema central, que es: en qué términos, mediante qué tipo de lenguaje, sistema de comunicación, códigos, se establecen estas articulaciones, estas tensiones a veces complementarias, a veces contrapuestas, pero que no pueden separarse, entre las dimensiones del lugar. Este es el problema central al que apunta el trabajo cuando pretende explorar las posibilidades de desarrollar una estrategia de abordaje de dicha problemática concebida a partir de la decodificación de la genética del lugar. De allí el interés en concebir dicha estrategia como un lenguaje o código de comunicación entre dos tipos de órdenes, el orden implícito y el orden explícito del lugar, con capacidad tanto para interpretar las articulaciones estratégicas como para brindar pautas proyectuales a partir de las mismas. El orden explícito estaría asociado al tipo de relaciones tangibles de carácter funcional o físico, entre personas y entre estas y el escenario, así como a los rasgos configurativos del escenario en combinación con objetos semifijos y móviles, manifiestas a través de ciertas regularidades que las vuelvan reconocibles. Por su parte, el orden implícito estaría asociado a todos aquellos mecanismos de regulación de carácter intangibles, que, derivados de las prácticas sociales, fueran socialmente reconocidos y estuvieran instituidos en términos formales como leyes o bien como pautas de conducta implícitas en la cultura, así como todo el sistema de esquemas simbólicos propios del mundo de la mente desde los cuales construimos representaciones de la realidad, cargadas de significados y valoraciones que actúan como filtros de interacción sociofísica. Se tiene el convencimiento que el concepto de lugar es un ambiente de conocimiento rico en anudamientos de sentido cultural entre medio físico-medio social, habitar-hablar, figurar-conceptualizar. Es el ambiente en el que todos los pares de categorías que plantea Muntañola en su “Topogénesis” se encuentran articulados de un modo particular, según un determinado cronotopos, como él plantea, asumiendo la connotación que M. Bakhtin le da a este concepto. Este es el punto focal de la cuestión, cómo deconstruir anudamientos socio-físico-simbólicos particulares propios de un lugar determinado que contenga las claves, reglas o principios generadores de esos ambientes particulares de la cultura, algo semejante a la arquitectónica de Aristóteles, o las reglas virtuosas generadoras de territorialidad, de Magnaghi (2000) que aseguran la producción y reproducción del lugar.
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Dicho en términos prácticos, cuando uno experimenta o tiene una vivencia en un lugar particular que no es el de su cultura, las cuestiones antes planteadas emergen con mayor claridad. Por ejemplo, al encontramos en una ciudad que no es la propia y que a su vez pertenezca a otra cultura, se viven experiencias que por contraste con la propia cultura, resaltan las articulaciones mismas entre orden explícito y orden implícito de ese lugar, que no hacen más que hablar de una lógica interna que las mantiene relacionadas según las propiedades de esa cultura. Por ejemplo: comenzando por el escenario, uno puede percibir cierto rasgos particulares en el lenguaje formal, asociado a una determinada plástica y materialidad, elementos propios del mobiliario urbano, de la señalética, equipamiento en general, junto a elementos característicos que contribuyen a la experiencia sinestésica como ruidos, olores, luces, temperaturas, humedad, etc.; elementos característicos de la movilidad urbana, medios de transporte, imágenes publicitarias, verde urbano, etc., etc.; gente con características particulares no solo por sus rasgos físicos, edades promedio, sino, por su idioma, por la forma de vestir, por la forma de hablar, por la forma de desempeñarse en su interacción con los demás y con el espacio, a través de actividades características en él, etc. Pues bien, todo esto no es un magma desordenado o caos descontrolado de dimensiones presentes en un determinado lugar, sino que todo ello está regulado por un orden complejo, pautado, codificado, en distintos niveles de interpretación que van desde los más explícitos, (como ser las relaciones entre formas físicas en el escenario, actividades de las personas con los consecuentes flujos y ritmos de movimientos de personas y objetos, regulados por leyes, normas implícitas, hábitos, costumbres, que deben respetarse como condición básica de la convivencia social), hasta los más implícitos y sutiles (que se asocian a las representaciones sociales, imaginarios urbanos, simbolismo asociados a determinados objetos o situaciones que hacen de código de comunicación entre personas y entre estas y el escenario, que actúan como filtros con el orden explícito y que ejercen cierto poder regulador de las interacciones sociales y de estas con el escenario, para lograr la convivencia social). Los dos tipos de ordenes en interacción hacen que esa complejidad socio-física-simbólica que es un lugar particular, funcione, pueda seguir existiendo, se mantenga y perdure en el tiempo, con ajustes permanentes que la cultura que los produce le va practicando sobre los elementos que conforman sus dimensiones, a modo de información a asimilar por el sistema que realimenta el ambiente de un modo necesario para su subsistencia y equilibrio. En este sentido resultan fundamentales los aportes de la interpretación de la relación entre escenario y sociedad que realiza Amos Rapoport (2003). El Urbanismo Ambiental Hermenéutico, propone como contexto de contención epistémica de la relación entre orden explícito y orden implícito, la consideración de tres tipos de ambientes inseparables y complementarios: el Ambiente Epistémico, el Ambiente Cultural y el Ambiente Espacial.
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La cualidad más interesante que presenta esta hipótesis de interpretar un lugar a partir de los dos tipos de órdenes interactuando, el implícito y el explícito, es que ingresando por cualquiera de ellos, ya sea desde la lógica social del espacio, como desde la lógica espacial de lo social, siempre encontraremos conexiones con el otro, no puede existir el uno sin el otro. Además, la coexistencia reclama de alcanzar ciertos márgenes de juego de las interacciones entre ellos, fuera de los cuales se rompería el equilibrio que haría posible la existencia y reproducción del lugar. Claro que aquí no se está haciendo referencia a si se trata de un lugar bueno o malo para la sociedad en general o grupos particulares, cuestión que ya nos compromete con la ética respecto a qué consideramos que sea un lugar bueno o malo para la sociedad. Un lugar puede ser un muy buen lugar y estar muy bien adaptado para un grupo particular de la sociedad que persiga fines delictivos y no por ello deja de ser un lugar equilibrado y sustentable dentro de la lógica del grupo que lo produce y mantiene. De este modo, la cuestión que interesa a este trabajo es cuáles son los elementos claves de esas dimensiones en interacción, y de qué modo están articulados en ese lugar particular que lo vuelven característico y autoorganizado capaz de seguir prolongando su existencia y reproducción en el
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tiempo. Cuáles son esos principios o leyes generadoras que informan ese lugar. Cuál es la “arquitectónica” de ese lugar. Aquí es donde se plantea la hipótesis de que se trataría de una articulación de elementos a tres niveles: organizativo funcional, físico espacial y simbólico, entre regularidades o patrones de elementos propios de cada nivel. Por ejemplo: un determinado espacio público que haya adquirido un estado configurativo característico, unido a una connotación simbólica de cierto tipo, en consecuencia, que a partir de ello aliente cierta significación, por lo tanto, estimule ciertas prácticas sociales dentro de determinados grupos humanos para que sean desarrolladas en él, es un ejemplo de articulación de patrones a tres niveles, o sea de estabilidades de sentido y organización que precisamente, por permanecer durante un período de tiempo en forma estables, pueden ser reconocidas como tales. Subyace en esta situación el reconocimiento de que los tiempos de duración de las regularidades de cada elemento en particular, o sea, la forma del escenario, las prácticas sociales, los simbolismos, son distintos, ya que algunos pueden permanecer inalterables mientras los otros van cambiando. Sería el caso de un mismo escenario resignificado y refuncionalizado sin haber cambiado sus rasgos físicos, o una determinada práctica social que perdura en el tiempo dentro de un determinado escenario, a pesar de que este haya cambiado sus rasgos configurativos; o bien la permanencia de la significación de un lugar, a pesar de que ya no se desarrollen las prácticas sociales características del mismo, ni se mantengan los rasgos configurativos asociadas a las mismas, en cuyo caso puede que solo perdure la toponimia proyectada sobre ese lugar, su posicionamiento topológico y referencial en lo geográfico respecto de otros lugares. Ahora bien, la cuestión es interpretar si esas articulaciones o estabilidades se dan en términos sustentables negativos o positivos, más allá de que algunos de sus elementos cambien más rápidamente que los otros, y esto ya es otra cuestión que nos compromete con lo ético, como ya se expuso más arriba, respecto a qué es lo útil, necesario y deseable de preservar como estabilidad y qué no lo es. Pues puede ser tan estable y organizada una práctica delictiva destructiva de la sociabilidad del espacio público en un lugar establecido y reconocido, como una de carácter recreativo constructiva orientada al enriquecimiento del espíritu y la sociabilidad en el espacio público, y puede que el escenario sea el mismo y lo que cambie sea la significación asignada a este desde distintos grupos sociales. Se considera que la relación entre estos niveles no se daría en términos causales ni deterministas, sino probabilísticos dentro de procesos complejos de carácter heurístico, semiótico, metafórico, que reclaman de estrategias de conocimiento proyectual de carácter heurístico, blandas, autorreguladas desde cada situación particular que se plantee según sea la característica
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del lugar urbano en estudio considerado como ambiente epistémico dentro del cual abordar la relación entre los dos tipos de ordenes descriptos. De este modo, la cuestión de mayor interés pasará por explorar, detectar e interpretar, articulaciones estratégicas entre elementos propios del orden explícito y elementos propios del orden implícito. En este sentido se orienta la propuesta de una segunda hipótesis de buscar correspondencias sociosimbólicas en articulación a congruencias sociofísicas entre grupos humanos, actividades, escenario y significación, por considerar que a través de estas se puede acceder a los componentes genéticos de la lógica del lugar. Las correspondencias sociosimbólicas refieren a aquellas situaciones de un alto grado de coherencia entre representaciones sociales, imaginarios urbanos, espacios simbólicos, mapas mentales, esquemas territoriales y valoraciones, generados desde las prácticas sociales de distintos grupos humanos en relación a un determinado lugar común, en este caso, un lugar de asentamiento residencial dentro de la ciudad, que pudiera actuar como ambiente de referencia de una historia ambiental común. Por su parte, las congruencias socio-físicas refieren a aquellas situaciones de alto grado de adaptabilidad de un escenario o medio físico construido y natural, en relación a una o varias prácticas sociales generadas por uno o varios grupos humanos dentro de un lugar que actúe como ambiente de referencia de una historia ambiental común. Las articulaciones estratégicas entre correspondencias y congruencias se ha convertido en el punto central de investigación de la genética del lugar desde el Urbanismo Ambiental Hermenéutico tras la hipótesis de considerar que: en aquellos lugares en los cuales hubiese reconocimiento entre grupos humanos diversos a partir del orden implícito y, si, a su vez, hubiera compatibilidad entre las diversas prácticas sociales que estos grupos pudieran desarrollar sobre un escenario particular común que fuera congruente con todas ellas, estaríamos frente a una situación de fuerte identidad de lugar de los diversos grupos. Con lo cual se trataría de un lugar en el que los grupos en consideración estarían identificados con el lugar, se reconocerían a través del lugar, se habrían apropiado del lugar, estarían arraigados al lugar y tendrían interés en comprometerse con la transformación del lugar. Cuando, por el contrario, no se dieran suficientes articulaciones positivas entre correspondencias y congruencias, se estaría frente a un conflicto ambiental que bien puede ser interpretado desde los contenidos que alimenten una particular configuración de esquemas, como se verá más adelante. Se tiene el convencimiento que los casos de articulaciones positivas entre correspondencias y congruencias, sería la más apropiada para iniciar procesos de planificación participativa con alta probabilidad de suceso, debido a que, el interés que pudieran tener los habitantes de un lugar sobre cualquier tipo de problemática urbana referida al mismo, será siempre más fuerte a la que pudieran manifestar sobre problemáticas urbanas de otros lugares de la ciudad con los cuales no se identificaran.
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ARTICULACIONES Y DESARTICULACIONES ENTRE CORRESPONDENCIAS Y CONGRUENCIAS
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DIAGRAMA EJEMPLIFICATIVO EN EL QUE SE MUESTRAN LOS DISTINTOS FACTORES A TENER EN CUENTA PARA EL ANÁLISIS DE LAS CONGRUENCIAS Y CORRESPONDENCIAS ENTRE DOS SUPUESTOS GRUPOS SOCIALES (G3 y G2), A PARTIR DE CUATRO ACTIVIDADES POR ELLOS DESARROLADAS (A1, A2, A4, A6), EN DOS ESCENARIOS DISTINTOS (E1, E3).
Autor: Marcelo Zárate
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Explicación del diagrama: Se parte de la consideración de que entre los grupos sociales G3 y G2, existe una determinada situación de Reconocimiento entre ellos que puede ser de reconocimiento positivo y aceptación (R+A), o de reconocimiento positivo y no aceptación (R+Na), o de reconocimiento negativo y aceptación (R-A) o de reconocimiento negativo y no aceptación (R;Na). Otra consideración de partida es que tras las el modo de actuar y pensar de los grupos sociales están actuando: las representaciones sociales, las aspiraciones y deseos, el reconocimiento e inserción social, las ideologías y valores. A partir de ello se supone que cada grupo social (G3 y G2), asigna una determinada Significación positiva o negativa (S+, S-) junto con una determinada Valoración positiva o negativa (V+, V-) a cada actividad que desarrolle (A1, A2, A4, A6). Por otra parte estos mismos grupos sociales, respecto de los Escenarios donde desarrollan las actividades (E3 y E1), tienen una determinada Percepción (Pe), una determinada Significación positiva o negativa (S+, S-), así como una determinada Valoración positiva o negativa de los mismos (V+, V-). A partir de estas características asignadas a las los Grupos sociales, las Actividades y los Escenarios, los grupos sociales desarrollan las actividades dentro de los escenarios en condiciones de Congruencia (C), o sea, cuando el Escenario se adapta a la demanda funcional de la actividad, o Incongruencia (I), cuando el Escenario no se adapta a la demanda funcional de la actividad. Las congruencias e incongruencias de los Escenarios están determinadas, en parte, por sus características físicas expresadas como Patrones configurativos. Los Escenarios, pueden relacionarse físicamente a través de situaciones espaciales de límites, uniones, intersecciones, inclusiones, entre ellos. En este caso hipotético, el grupos social G3 entra en relación con el grupo social G2, a partir de compartir las actividades A4 y A1 en un mismo escenario E3; además, comparten las actividades A6 y A2 en el escenario E1. Este diagrama ejemplifica una situación ideal de máximas correspondencias articuladas a máximas congruencias entre los grupos sociales. En situaciones reales, es muy probable que las correspondencias y las congruencias no sean tan altas entre dos grupos sociales diferentes, con lo cual, puede que surjan situaciones conflictivas asociadas a unidades ambientales difusas.
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DIAGRAMA EN EL QUE SE DEFINE UNA SITUACIÓN PARTICULAR DE CORRESPONDENCIAS Y CONGRUENCIAS ENTRE LOS DOS GRUPOS SOCIALES PRESENTADOS EN EL DIAGRAMA ANTERIOR, JUNTO A LAS UNIDADES AMBIENTALES QUE SE GENERAN A PARTIR DE ESA SITUACIÓN.
Autor: Marcelo Zárate
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Explicación del diagrama: El diagrama presenta una situación específica de relación entre G1, G2 y G3, en la que: existe reconocimiento positivo y aceptación entre los tres grupos (R+A) que genera una Unidad Ambiental de tipo socio simbólica; comparten la actividad A4 con una misma significación positiva (S+), lo cual genera una Unidad Ambiental socio-simbólica y la desarrollan en forma congruente (C) en el escenario E3, esto genera una Unidad Ambiental de tipo socio-física. Respecto del escenario E3, los tres grupos sociales comparten una misma significación positiva (S+) que genera otra Unidad Ambiental, en este caso de tipo simbólico física. En esta situación de máxima correspondencia socio simbólica articulada a máximas congruencias socio físicas entre los tres grupos sociales, se generarán Unidades Ambientales que serán indicios de altas probabilidades de que los tres grupos se identifiquen con un lugar particular, se lo apropien, lo valoren positivamente, en consecuencia haya latas probabilidades de que tengan interés en él. En este caso el lugar estará en referencia al escenario E3. El producto de la articulación entre correspondencias y congruencias sería un esquema sociofísico, que, como ya lo expresara Muntañola, se trataría de un esquema de la experiencia de la forma física. Implica una relación social y una cultura. Se trata de un orden interno invisible dentro de la forma a partir de la experiencia sensible y cultural. Implica la capacidad de ver la relación social en el espacio. Según el propósito del presente trabajo, la caracterización del esquema que hace Muntañola, no brinda mayores precisiones sobre los elementos de la genética del lugar. Es por ello que, si bien este autor plantea una orientación muy valiosa a la problemática en cuestión, no nos proporciona demasiados detalles sobre cuáles serían los componentes de ese esquema, más allá de indicar que un esquema tal como un imaginario urbano podría servir de acceso a la lógica del lugar. Hacia este particular objetivo se viene orientando la investigación sobre el lugar desde el urbanismo ambiental hermenéutico y, como resultado de su actual estado de avance en la investigación se ha arribado a una fase de hipótesis provisoria en la cual se considera que en realidad no se trataría de un esquema sino de un sistema de esquemas interconectados. Esta conclusión provisoria se fundamenta en el siguiente proceso: Se parte de la premisa que para que se pueda conformar un lugar deben existir grupos humanos habitando en un territorio común, los cuales pueden estar caracterizados por aspectos que vayan desde: rasgos de población tales como sexo, edades, etnias, etc.; pasando por aspectos propios de lo social tales como composición social, estructura social; hasta considerar aspectos compuestos como los “campos de capital” de Pierre Bourdieu, (por capital Bourdie entiende el conjunto de bienes acumulados que
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se producen, se distribuyen, se consumen, se invierten, se pierden) entre los cuales podemos reconocer: el capital económico (nivel de posesión de bienes materiales y económicos, nivel de renta); el capital cultural (ligado a conocimientos, ciencia, arte); el capital social (está ligado a un círculo de relaciones estables o red durable de relaciones más o menos institucionalizadas de interconocimiento y de inter-reconocimiento, o a la pertenencia a un grupo); y el capital simbólico (son formas que revisten las diferentes especies de capital cuando son percibidas y reconocidas como legítimas; también hace referencia al capital económico y cultural cuando es conocido y reconocido; capital de reconocimiento o consagración; el honor, en el sentido de la reputación, de prestigio, como capital fundado sobre el conocimiento y el reconocimiento). En este trabajo se considera que estos tres capitales, combinados brindan un determinado grado de poder en la sociedad. La combinación de todos los aspectos anteriores conformarían el Esquema de Grupo. A partir de esta primera caracterización de los grupos humanos de un lugar, se puede avanzar sobre una segunda caracterización de los mismos pero ahora determinada por la identidad social o sea a partir de categorías sociales distintivas de los grupos que fueran las que ellos utilizaran para reconocerse como colectivo y diferenciarse de otros (Valera, Pol). A partir de esta segunda caracterización de grupos comienza a cobrar un rol protagónico el Esquema de escenario desde sus rasgos configurativos particulares en tanto constituye una categoría más de la identidad social a partir de los espacios simbólicos articulados a las categorías sociales. Esto pone en evidencia el rol protagónico que tiene el espacio en la construcción de la identidad social urbana. (Valera, S.; Tesis Doctoral). Por otra parte, en este proceso de construcción de la identidad social está implícito todo el planteo de Vigotsky en relación a la comunicación entre psicogénesis y sociogénesis. (Wertsch, James, 1988). La identidad social conforma así, un segundo esquema, el de Identidad de lugar (Valera, Pol). Los diversos grupos que habitan un espacio común, despliegan diversos Esquemas de prácticas sociales en el tiempo, al hacerlo, van construyendo Esquemas de territorialidades (García, 1976) sobre el escenario, unidas a procesos de Esquemas toponímicos. Estos aspectos son alimentados desde los Esquemas de representaciones sociales (Moscovici, 2003) y los Esquemas de imaginarios urbanos (Hiernaux, 2007), desde un Esquema de historia ambiental común que construye un horizonte de sentido dentro de ese entorno (Gadamer, 1994, 1997). Si bien el motor de todos los esquemas son las prácticas sociales, lo que tiene mayor valor informativo respecto de las mismas, son las redes so-
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ciales que se generan entre individuos, entre grupos, y entre instituciones. Las redes sociales constituyen una categoría de interpretación de la dinámica social del lugar que permite acceder a un tipo de interpretación profunda de los motivos que movilizan a los agentes o nodos de las mismas. Se trata del proceso del habitar humano, en los términos que lo expone la topogénesis de Muntañola, quien brinda argumentos suficientes para comprender que psicogénesis-sociogénesis-semiogénesis-morfogénesis son connaturales al desarrollo del ser humano como individuo y ser social, en consecuencia, connatural a la construcción del lugar, todo se da en simultáneo. Dentro de este proceso es en donde se dan ciertas regularidades organizacionales, que aquí se las ha denominado esquemas, pero que no son otra cosa más que estabilidades, planos de consistencia con mayor o menor duración en el tiempo de cada uno de esos procesos, sobre los cuales se organizan y estabilizan ciertas interacciones con determinada duración en el tiempo entre las dimensiones del lugar. El valor informativo de la red social está dado por la posibilidad de interpretar simultáneamente: lo que motiva la vinculación entre nodos a partir de la cualidad de cada nodo, y lo que se transmite entre nodos, una vez establecida la red. Con lo cual la red estaría actuando de interfase entre todos los esquemas antes comentados. Se puede considerar que las redes sociales son las que ponen en funcionamiento los esquemas anteriores estimulando al individuo desde lo social, tanto a nivel funcional como simbólico. El sistema de esquemas propuesto, interconectado según la cualidad de la información transmitida dentro de redes sociales brinda, además, la posibilidad de acceder a una interpretación profunda de los sistemas de poderes, intereses y alianzas entre los grupos humanos componentes de las redes dentro de un lugar, aspectos más que importantes en procesos de interpretación de conflictos dentro del lugar con miras a generar procesos de planificación participativa.
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EL SISTEMA DE ESQUEMAS
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Por otro lado, como el sistema de esquemas es interdisciplinar, y ningún esquema particular puede atribuirse el derecho a ser el que tenga primacía sobre las demás, por este motivo, se considera que el objeto de estudio del lugar sería de carácter virtual, ya que se constituirá según sea la configuración entre esquemas que queramos estudiar. Ello nos tensionará a tener que focalizarnos sobre un esquema en particular dentro de la red de esquemas en estudio a él asociada. Según sea la naturaleza de esta situación, serán las dimensiones disciplinares en articulación. Se trata de objetos de estudios particulares a modo de centralidad acentrada, ya que estos no existen si no es a partir de la trama de articulaciones que se generen entre las dimensiones convocadas por un determinado anudamiento. Sin esta trama no existen objetos de estudio. De allí que no haya un único objeto de estudio para el lugar, sino que todo depende de qué tipo de problemática se esté tratando, o sea anudamientos, nos orientará hacia alguno de los esquemas del sistema y su trama asociada, en consecuencia, el objeto de estudio. Por ello se habla de las trazas de un lugar como un objeto de estudio metafórico. Planificar, proyectar, diseñar un espacio urbano desde la estrategia del lugar, nos compromete con el código genético del mismo que, según lo expuesto anteriormente, anidaría en el tipo de articulaciones detectadas entre grupos humanos, actividades, escenario y significados, interpretadas desde las correspondencias socio-simbólicas y las congruencias socio-físicas entre aquellos componentes, captados a partir de regularidades o patrones de comportamiento dentro de momentos cronotópicos considerados relevantes para el estudio del proceso de producción y reproducción del lugar. La cuestión fundamental que emerge de la hipótesis de estrategia de conocimiento proyectual aquí propuesta es que la misma no puede quedar comprometida con un campo disciplinar en particular para interpretar las articulaciones entre orden explícito y orden implícito, ya que se necesitan de múltiples dimensiones del conocimiento para abordar la cuestión. Será tan importante y necesario el punto de vista sociológico, como psicológico, semiótico, antropológico, arquitectónico, ecológico, económico, político, como artístico e ingenieril… . Por esta razón es que se piensa que lo más apropiado sería establecer un tipo de diálogo posible entre disciplinas más que una síntesis o subordinación a un estadio metadisciplinar. Esta es la intención que persigue la propuesta de concebir una articulación dialógica de disciplinas a partir de un objeto de estudio virtual, metafórico y cambiante como se expuso más arriba desde la estrategia del uso metafórico de los términos conceptuales (Stengers, I.; 1988).
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CAPÍTULO 6 El proyecto del espacio público como lugar. Ponencia presentada en el Taller temático sobre Urbanismo: “Redes sociales y alternativas de Arquitectura y de planificación en el siglo XXI”, en el: International Workshop: Architecture, Education and Society; Forum Research on Architecture; COAC (Colegio de Arquitectos de Cataluña); Barcelona May 23-25, 2012.
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EL PROYECTO DEL ESPACIO PÚBLICO COMO LUGAR Resumen La ponencia plantea la hipótesis de que el proyecto urbanístico del espacio público implica necesariamente un proyecto sociofísico, en consecuencia, interpretar el lugar urbano del cual ese espacio constituye una de sus dimensiones esenciales, la del escenario o ambiente espacial estrechamente articulado a las del ambiente social y simbólico de los grupos sociales que han generado y mantienen vivo el lugar. En este sentido pensar en cualquier tipo de modificación del escenario comportará un impacto en las prácticas sociales y en el simbolismo a ellas y al escenario asociadas, que tendrán directa repercusión en el grado de aceptación o rechazo de una determinada propuesta configurativa del espacio público. De allí que el trabajo proponga proyectar el espacio público a partir de identificar elementos físicos estratégicos con alto valor de reconocimiento social, uso, apropiación, cargados con distintas densidades de sentido con que pudieran estar identificados en la memoria y valoración social de los habitantes del lugar. Se tiene el convencimiento que el desarrollo de una propuesta urbanística para el espacio público a partir de este tipo de elementos sociofísicos esta llamada a alcanzar mayores probabilidades de éxito social, por el uso, apropiación y valoración que los habitantes de un lugar hagan del mismo. Desarrollo Premisas La problemática central sobre la que se viene investigando a partir de un hipotético Urbanismo Ambiental Hermenéutico (UAH)1, refiere a las posibilidades que se abren en el nivel del conocimiento proyectual a partir de interpretar la ciudad desde el concepto de lugar en sentido antropológico. Esta premisa conceptual ha generado una amplia y compleja investigación teórica tendiente a abordar los múltiples factores que convergen para definir el objeto de estudio lugar, al cual no resulta conveniente abordarlo desde un solo campo disciplinar ya que se corre el riesgo de incurrir en cierto reduccionismo cognoscitivo. De allí que la propuesta del UAH haya tomado como un referente en la materia el trabajo teórico sobre la Topogénesis de Josep Muntañola en tanto aproximación cognoscitiva multidimensional para interpretar el lugar, por tratarse de una propuesta epistemológica que trasciende los particularismos de cualquiera de las visiones disciplinarias convencionales que tratan esta problemática (sociología, antropología, psicología ambiental, geografía, entre otras). [el lugar es] …un constante y triple encuentro entre el medio externo, nosotros mismos y los demás, y cada lugar construido es una síntesis y un resultado de este triple encuentro. Pero no nos engañemos: un vacío absoluto, neutral a la vez, ante el medio exterior, ante nosotros mismos y 1. Esta propuesta está basada en la tesis doctoral: Perspectivas cognoscitivas y proyectuales posibles para un Urbanismo Ambiental Alternativo. Indagación en el problema metodológico de un conocimiento holista y una aproximación especialista desde un enfoque sociofísico al desarrollo sustentable; Marcelo Zárate; Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, Universidad Politécnica de Cataluña; Barcelona, España; junio de 2001. Publicada por la Universidad Politécnica de Cataluña, ISBN: 84-699-5525-X.
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ante las relaciones de nosotros mismos con los demás no existe. Sólo existe un constante vaciar y vaciarse. Y es que, en último término, este constante vaciar el lugar sólo puede tener un significado: el de facilitar un llenarlo. El lugar en sí y la arquitectura no serían, así, más que un encuentro permanente entre este vaciarse y este llenarse, en el que coinciden, se ven y se tocan, nuestra intención física (esto y aquello, hoy y mañana) y nuestra alteridad social (yo-tú-él, hoy y mañana). Desde este punto de vista el lugar humano es un signo constante de reconciliación sociofísica no sólo de razones, sino también de emociones (Josep Muntañola). Con este propósito, este autor plantea indagar la relación entre Arquitectura y dialogía social o vida social, a través de tres tiempos: • El tiempo cosmológico de nuestro entorno, en términos de la ecología, la tecnología, etc. Es el origen físico del lugar que se cuestiona aquí, es decir, construcción. • El tiempo mental de nuestro cuerpo en términos de la ciencia cognitiva y del origen psicológico del lugar, del diseño. • El tiempo histórico y social, de nuestra cultura y la apropiación social del lugar, o uso. Construcción, Diseño y Uso son las tres dimensiones vitruvianas de la arquitectura y son las dimensiones fundamentales de la arquitectónica (architekton), planteado por Aristóteles, como un eslabón perdido entre el cuerpo humano, el entorno y la historia social de los seres humanos. (toda la teoría de la Topogénesis está involucrada aquí). La estructura dialógica de la arquitectura evoluciona en el tiempo a través de las tres dimensiones intersubjetivas de nuestra vida cultural: la estética, la científica y la ética. Por otra parte, cada una de estas dimensiones culturales se divide en un polo personal, un polo colectivo y un proceso dialógico entre ellos. La arquitectónica hace de puente o eslabón entre las tres dimensiones: Mente, Territorio, Sociedad. Ni la ciencia, ni el arte ni la política por sí solas pueden descubrir la complejidad de la arquitectónica. Para poder desarrollar una arquitectónica dialógica necesitamos construir simultáneamente la arquitectura de los tres tipos de tiempos (es lo que propone Bakhtin): la arquitectura del tiempo mental, el tiempo cosmológico y el tiempo histórico y de esta manera articular las tres dimensiones dialógicas de nuestra vida social: la estética, la ética y la ciencia. Esto está articulado virtualmente en un relato poético (o historia posible), pero Bakhtin es más exigente tanto en términos científicos, estéticos como políticos.
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Gráfico Nº 1
De este modo, el objeto es el puente configurativo necesario entre el triángulo prefigurativo o proyecto y el triángulo refigurativo o hábitat, lectura o crítica del objeto proyectado y/o construido. Así proyectar es una forma de pensar, y construir es una forma de escribir con cosas, o de inscribir estas cosas en el paisaje o en el territorio. En el momento prefigurativo se articulan: Ética (eje Político), Epistemología (eje Científico) y Poética (eje Estético). En el momento refigurativo se articulan: Retórica (eje Estético), Semiótica (eje Científico) y Política (eje político). La Arquitectura actúa como fragmento configurativo entre ambos momentos. Autor: Josep Muntañola
La configuración de la arquitectónica que plantea Muntañola en su Topogénesis, da un indicio sobre una determinada articulación entre psicogénesis y sociogénesis, que según el mismo autor podría interpretarse como una Esquema que implica: la experiencia de la forma física; una relación social y una cultura a partir de la experiencia sensible y cultural; la capacidad de ver la relación social en el espacio. Según se ha planteado en trabajos anteriores2 , en realidad se trataría de un sistema de esquemas mentales que actuarían en conjunto como filtro y código de comunicación entre personas y entre estas y el espacio. (Ver gráfico adjunto)
2. “El lugar urbano deconstruido en correspondencias y congruencias entre mente-territorio-sociedad”; Zárate Marcelo; Tercer (extraordinario) Seminario Internacional Arquitectonics Network ; Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona; 1, 2, 3 de junio de 2010, Barcelona.
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Autor: Marcelo Zárate
La idea de esquema que plantea el presente trabajo, si bien está inspirada en los esquemas trascendentales de Kant (en La crítica de la razón pura) en tanto mediadores entre las intuiciones sensibles y las categorías puras del entendimiento, que permiten formar los conceptos; aquí no se los considera únicamente como estructuras conceptuales, sino, que, desde la perspectiva del construccionismo cognoscitivo, se los considera en un sentido más amplio que se extiende más allá del mundo de los conceptos para abarcar también todo tipo de sistemas de codificación, mediación y regulación, de las transacciones entre ambientes sociales, físicos y simbólicos. Ello nos permite incluir en la categoría de esquema a los patrones configurativos característicos de un determinado territorio en tanto andamiajes externos al del mundo mental. Valga en este sentido la aclaración que sobre este punto hace Andy Clark desde las Ciencias Cognitivas, al considerar que este concepto, propuesto inicialmente por Lev Vigotsky, perseguía el propósito de destacar que la experiencia (mental) con estructuras externas (incluyendo las lingüísticas, como palabras y frases) puede alterar y dar
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contenido a los modos de procesamiento y comprensión intrínsecos de un individuo. Sin embargo, dirá Clark, la noción intuitiva de andamiaje es más amplia porque puede abarcar toda clase de apoyos y ayudas externas, tanto si proceden de adultos como del entorno inanimado, incluida la estructura física del escenario. Estos esquemas son el resultado de un proceso gradual de estructuración mental que se dan a través de distintos estadios de madurez intelectual en relación a la interacción socio-ambiental dentro de contextos culturales (de orden social, físico y simbólico) particulares, que le posibilitan al sujeto interactuar eficazmente con su ambiente y, a medida que lo hace, estos esquemas se van conformando, readaptando y, así, se llenan de información culturalmente codificada que constituye un auténtico instrumento de regulación de la comunicación e interacción (Piaget; Vigotsky). El rasgo común que comparten los distintos tipos de esquemas es que se trata en todos los casos de instancias de estructuración o regularidades dentro de procesos de orden mental, de interacción social, de configuración del hábitat y de asignación de significados que funcionan como códigos de comunicación entre las personas y su ambiente. Se trata de modelos operacionales parciales de la realidad interpretada desde distintas facetas, vinculados al accionar y al ambiente del hombre. Son estos sistemas de esquemas los que posicionan a una persona frente a otra en determinado ambiente y según sea la posición relativa y sus conexiones parciales entre posiciones materiales y semióticas (en la que intervienen actores –y actantes– humanos, tecnológicos, “naturales”, híbridos..) será la capacidad de construir conocimiento. Estos conocimientos son parciales ya que surgen a partir de las circunstancias semiótico-materiales de las posiciones y articulaciones particulares que están en continua transformación. Desde diferentes posiciones de sujeto se viven diferentes realidades (resultan enriquecedores en este sentido los aportes del socioconstruccionismo y el conocimiento situado de Haraway). Por otro lado, los esquemas están todos vinculados entre sí, ya que los mismos representan modelos de actuación del hombre en distintas dimensiones, desde el ámbito psicológico al social, y desde el ámbito de su lugar privado al del lugar público. Es el hombre, a través de su habitar, quien va construyendo todos los tipos de esquemas, no hay otra posibilidad que estos sean generados, son una construcción a la vez individual y colectiva, un anudamiento de códigos de comunicación y sentido social, físico y simbólico dentro de una cultura. Otra particularidad de estos esquemas es que se especifican para determinados contextos culturales (a nivel social, físico y simbólico) en el individuo, para posibilitarle un entorno efectivo o nicho a partir de estar sensibilizado con determinado conjunto de aspectos ambientales dentro
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del mismo (subyace el concepto de nicho utilizado en ciencias cognitivas de Andy Clarck). La cualidad de estos esquemas, dadas por la diversidad y riqueza de contenido que posean, así como la articulación entre ellos, está relacionada con las condiciones iniciales que caractericen al organismo y al contexto cultural con el que se interactúe, y posteriormente, con el continuo proceso de transacción con el medio que actualiza los contenidos de los esquemas y las relaciones entre ellos a través de las cuales se autoorganizan para posibilitarle un desempeño eficaz al sujeto en su habitar. El modo en que lo hacen no responde a un pensamiento centralizado global que brinde las pautas de organización a todos los esquemas, sino, que, las experiencias cognoscitivas que se puedan alcanzar en alguno de ellos, puede repercutir en otro esquema particular y así sucesivamente hasta que emerge un efecto de conjunto que produce un nuevo estadio de organización y sentido en el sistema de esquemas. Sería lo más parecido a cambiar la visión que se tiene de una determinada realidad por otra que ha emergido como consecuencia de múltiples procesos de adaptación y acomodamiento de cada uno de los esquemas particulares. En este trabajo se considera que existen esquemas fundamentales con carácter de centros organizadores en cada una de las dimensiones del habitar, estos esquemas serían los siguientes: • En la dimensión psicogenética: los Esquemas de acción de J. Piaget, y a la composición y estructura genética de las funciones psicológicas superiores en tanto relaciones sociales internalizadas según L. S. Vigotsky. Esquemas de acción y asimilación cognoscitiva. (Piaget parte de la premisa básica que “ningún conocimiento, ni siquiera perceptivo, constituye una simple copia de lo real, puesto que supone siempre un proceso de asimilación a estructuras anteriores (…) la asimilación genética [Waddington] es la incorporación, en el sistema genético, de caracteres inicialmente ligados a una interacción con el medio”; [la característica de esta asimilación es] “una integración en estructuras previas, las cuales pueden permanecer inalteradas o ser más o menos modificadas por esta integración, pero sin discontinuidad con el estado anterior, es decir, sin que sean destruidas y acomodándose, simplemente, a la nueva situación”. “La importancia de la asimilación es doble. Por un lado, implica la significación, lo cual es esencial, puesto que todo conocimiento versa sobre significaciones (indicios o señales perceptivas, tan importantes ya al nivel de los instintos, hasta la función simbólica de los antropoides y del hombre, por no hablar de las abejas y de los delfines). Por otro lado, expresa el hecho fundamental de que todo conocimiento está ligado a una acción y de que conocer un objeto, o un acontecimiento,
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es utilizarlos asimilándolos a esquemas de acción”. [Los Esquemas de acción] “Conocer no consiste, en efecto, en copiar lo real, sino en obrar sobre ello y en transformarlo (en apariencia o en realidad), a fin de comprenderlo en función de los sistemas de transformación a los que están ligadas estas acciones. (...) Llamaremos esquemas de acciones a lo que, en una acción, es de tal manera transponible, generalizable o diferenciable de una situación a la siguiente, o dicho de otra manera, a lo que hay de común en las diversas repeticiones o aplicaciones de la misma acción” (Jean Piaget). . Las funciones psicológicas superiores en tanto relaciones sociales internalizadas. (Para Vigotsky, El conocimiento es un producto de la interacción social y de la cultura. Uno de sus postulados fundamentales dice que todos los procesos psicológicos superiores (comunicación, lenguaje, razonamiento, etc.) se adquieren primero en un contexto social y luego se internalizan. Pero precisamente esta internalización es un producto del uso de un determinado comportamiento cognitivo en un contexto social. “Un proceso interpersonal queda transformado en otro intrapersonal. En el desarrollo cultural del niño, toda función aparece dos veces: primero, a escala social, y más tarde, a escala individual; primero, entre personas (interpsicológica), y después, en el interior del propio niño (intrapsicológica). Esto puede aplicarse igualmente a la atención voluntaria, a la memoria lógica y a la formación de conceptos. Todas las funciones psicológicas superiores se originan como relaciones entre seres humanos”) (L. S. Vigotsky). • En la dimensión sociogenética: los procesos de tipificación de las acciones habitualizadas que constituyen las instituciones de P. Berger y T. Luckmann; la tradición en H. G. Gadamer; a partir de la interacción social. . La tipificación de las acciones habitualizadas que constituyen las instituciones. “La habituación provee el rumbo y la especialización de la actividad que faltan en el equipo biológico del hombre, aliviando de esa manera la acumulación de tensiones resultante de los impulsos no dirigidos; y al proporcionar un trasfondo estable en el que la actividad humana pueda desenvolverse con un margen mínimo de decisiones las más de las veces, libera energía para aquellas decisiones que puedan requerirse en ciertas circunstancias. En otras palabras, el trasfondo de la actividad habitualizada abre un primer plano a la deliberación y la innovación. De acuerdo con los significados otorgados por el hombre a su actividad, la habituación torna innecesario volver a definir cada situación de nuevo, paso por paso. Bajo sus predefiniciones pue-
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de agruparse una gran variedad de situaciones y así se puede anticipar la actividad que habrá de realizarse en cada una de ellas. Hasta es factible aplicar a las alternativas del comportamiento un patrón de medida. Estos procesos de habituación anteceden a toda institucionalización (...) Empíricamente, la parte más importante de la habituación de la actividad humana se desarrolla en la misma medida que su institucionalización. (...) La institucionalización aparece cada vez que se da una tipificación recíproca de acciones habitualizadas por tipos de actores” (P. Berguer; T. Luckmann). . La tradición. “La investigación espiritual-científica no puede pensarse a sí misma en oposición absoluta al modo como nos comportamos respecto al pasado en nuestra calidad de vivientes históricos. En nuestro comportamiento respecto al pasado, que estamos confinando constantemente, la actitud real no es la distancia ni la libertad respecto a lo trasmitido. Por el contrario nos encontramos siempre en tradiciones, y éste nuestro estar dentro de ellas no es un comportamiento objetivador que pensara como extraño o ajeno lo que dice la tradición; esta es siempre más bien algo propio, ejemplar o aborrecible, es un reconocerse en el que para nuestro juicio histórico posterior no se aprecia apenas conocimiento, sino un imperceptible ir transformándose el paso de la misma tradición”. “En cualquier caso la comprensión en las ciencias del espíritu comparte con la pervivencia de las tradiciones un presupuesto fundamental, el de sentirse interpelado por la tradición misma. ¿Pues no es cierto que sólo así resultan comprensibles en su significado los objetos de su investigación, igual que los contenidos de la tradición? Por muy mediado que esté este significado, por mucho que su origen se sitúe en un interés histórico que no parezca contener la menor relación con el presente, aún en el caso extremo de la investigación histórica ‘objetiva’, el determinar de nuevo el significado de lo investigado es y sigue siendo la única realización auténtica de la tarea histórica. Sin embargo, el significado se encuentra no sólo al final de tal investigación sino también en su comienzo: como elección del tema de investigación, como estímulo del interés investigador, como obtención de un nuevo planteamiento. En el comienzo de toda hermenéutica histórica debe hallarse por lo tanto la resolución de la oposición abstracta entre tradición e investigación histórica, entre historia y conocimiento de la misma. Por lo tanto, el efecto de la tradición que pervive y el efecto de la investigación histórica forman una unidad efectual cuyo análisis sólo podría hallar un entramado de efectos recíprocos” (H. G. Gadamer).
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• En la dimensión morfogenética: los procesos de territorialización de C. Raffestin; a partir de la transformación de la naturaleza en territorio. . El proceso de territorialización. “Un territorio es un estado de naturaleza en el sentido que Moscovici define este concepto y se refiere al trabajo humano que se formó en una porción del espacio, que en sí no se refiere a un trabajo humano, sino a una compleja combinación de fuerzas y acción mecánica, física, química, orgánica, etc. El territorio es un espacio de reordenación, cuyo fin es que en él se encuentren los sistemas de información disponible para el hombre como lo es para una cultura. El territorio puede ser considerado un espacio informado por la semiosfera (semiosfera = todos los signos; todos los mecanismos de traducción, que se utilizan en las relaciones con el exterior pertenecen a la estructura de la semiosfera) (...) Los acuerdos territoriales son una semiotización del espacio, el espacio progresivamente ‘traducido’ se convirtió en un territorio. (...) Las mallas, nodos y redes son invariantes en el sentido de que todas las sociedades, desde la prehistoria hasta la actualidad, se han movilizado en sus prácticas y conocimientos, pero en diversos grados y con diferentes morfologías. Con las civilizaciones contemporáneas, la tercera invariante es la privilegiada: la red. Hoy en día, la Ecogénesis territorial es el control de tráfico de redes, comunicaciones y telecomunicaciones. La información es, con la energía, la sangre que fluye en las redes de complejidad creciente. Ésta es la teoría de la comunicación que en la actualidad es el control de la ecogénesis territorial y el proceso de territorialización-desterritorialización-reterritorialización. [...] Para los países desarrollados, en el siglo XX, la territorialidad todavía estaba fuertemente influenciada por las relaciones que había en gran parte en su lugar como fuente de identidad. Había una coherencia entre el territorio y la territorialidad porque había una coherencia entre la acción de una sociedad y la semiósfera a la cual ella se refería. Esta relativa unidad se rompió y el proceso de territorialización-desterritorialización-reterritorialización ya no está controlado desde dentro, sino desde el exterior” (Claude Raffestin). • En la dimensión semiogenética: el cuadro del mundo o conjunto de textos centrales de una cultura en relación topológica, en la semiósfera de Y. Lotman; a partir de la construcción de un mundo simbólico. “El concepto lotmaniano de semiosfera se asienta en el supuesto –muy extendido por otra parte en la tradición teórica soviética– del isomorfismo como modo de entender ciertos procesos. Para
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Lotman la cultura aparece como una inteligencia colectiva secundaria; secundaria porque es el emergentismo de las conciencias individuales, consecuencia a su vez del proceso de sus interrelacio-
nes con los otros durante el cual se creolizan. Vivir en una cultura es vivir con otros, alienarse en ella; no podemos imaginarnos la conciencia sin alienación, si no es en la cultura ahora bien ¿Cómo es posible hacer una descripción supuestamente objetiva de la cultura, de la sociedad, de nosotros mismos, de las relaciones interpersonales, etcétera, con instrumentos que están absolutamente alienados? La ciencia social pretende, a pesar de esta situación, tratar de construir un metalenguaje “de compromiso”: si bien no podemos desalienarnos, es posible eventualmente producir un diálogo con el objeto. En la visión de Lotman, el modo de construir un metalenguaje (inestable tal vez, no definitivo) es a través de una descripción topológica (1969) idea original por la que pretende poner en evidencia que toda construcción textual o principio de realidad, implica la afirmación crítica y constante –la inclusión y la exclusión– de determinados textos de una manera activa, resistiendo así las contradicciones pragmáticas derivadas de la pérdida en la discusión del concepto de frontera textual. La idea de la topología lotmaniana, es decir, el metalenguaje posible de una teoría de la cultura crítica, es tratar de describir la funcionalidad de los textos en un determinado momento (las consecuencias prácticas de las relaciones textuales). En definitiva la cultura es una suma de textos en relaciones topológicas, i.e. en relaciones de competencia por el espacio efectivo, en procesos de creolización. En otros términos, es la construcción de un relato, esto es, la construcción de una visión de sí misma que explica lo que esa cultura es. Por lo tanto, una teoría topológica de la cultura desde el punto de vista semiótico, es también una teoría del relato social. En efecto, toda cultura se cuenta a sí misma su propia historia mediante un conjunto de textos centrales (1969); el desarrollo de ese metalenguaje descriptivo es, en definitiva, aquello que la cultura considera necesario enseñar de sí misma a su descendencia para garantizar el mantenimiento de una hegemonía. Pero simultáneamente, para Lotman es imposible que en un ámbito cultural determinado, en algún momento no se presente el significado desarticulante, generador de lo que denomina, en sus últimos textos, “explosión”, i.e. una irrupción violenta de significados extraños en el significado nuclear del sistema cultura, situaciones en las que se produce un quiebre de la hegemonía que impide el funcionamiento de dispositivos de asimilación. En tales momentos, se reorganiza la memoria; no desaparece el mundo, se transforma una determinada estructura semiótica y se
crea otra sobre la base de la anterior” (Hugo R. Mancuso). Este sistema de esquemas fundamentales actuarían en el sujeto como una estructura de referencia psico-socio-física-simbólica a modo de estructuras subyacentes de carácter más estable, pero no por ello fijas e inmutables incapaces de readaptarse. Estos esquemas principales se especificarían
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en los siguientes tipos de subesquemas: a) En la dimensión sociogenética: . Esquemas de Identidad social urbana. “La identidad social se deriva básicamente de la pertenencia o afiliación a determinadas categorías tales como grupos sociales, categorías socioprofesionales, grupos étnicos, religiosos, nacionales, etc., con los cuales los sujetos se identifican y que generan un conjunto de autoatribuciones (endogrupales) y héteroatribuciones (del exogrupo hacia el endogrupo) que definen los contenidos de esta identidad. De igual manera, la identidad social también puede derivarse del sentimiento de pertenencia o afiliación a un entorno concreto” (Sergi Valera). . Esquemas de grupo social. Se considera un grupo a todo sistema de interacción diferenciado en el interior de un contexto social dado -dotado, por consiguiente, de identidad, regido predominantemente por la expresión de las matrices vinculares de que son portadores los sujetos que en ella participan, sin perjuicio de estar sometida hasta cierto punto a las constricciones resultantes de atravesamientos institucionales provenientes del entorno. . Esquema de patrones del comportamiento e interacción social. (Refiere a las conductas sociales características de los grupos humanos a partir de las posiciones –estatus social– que les confieren lugares reconocidos en la red de relaciones sociales que llevan aparejadas expectativas de comportamiento, llamadas roles, así como de las modalidades de su manifestación funcional y organizativas). . Esquema de Redes Sociales. “Las Redes Sociales pueden definirse como un conjunto bien delimitado de actores –individuos, grupos, organizaciones, comunidades, sociedades globales, etc.– vinculados unos a otros a través de una relación o un conjunto de relaciones sociales. Mitchell (1969:2) añade que las características de estos lazos en tanto que totalidad pueden ser usados para interpretar los comportamientos sociales de las personas implicadas, pero parece más bien un objetivo genérico que un criterio especifico de definición” (Carlos Lozares). . Esquema de Distinción de Clase. (Refiere a aquellas prácticas cotidianas que conforman un estilo de vida que se corresponden con un habitus determinado –de clase alta, de pequeña burguesía, etc.– La posesión de diferentes especies de capital define la perte-
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nencia a una clase) (P. Bourdieu). . Esquemas de Reconocimiento (Reconocer al otro significa identificarlo y distinguirlo, lo mismo que ser reconocido entraña la necesidad de ser identificado y ser distinguido. El reconocimiento desencadena este movimiento en que el sujeto y el otro asumen el reto de la convivencia social) (P. Ricoeur). . Esquemas de Apropiación. “A través de la acción sobre el entorno, las personas, los grupos y las colectividades transforman el espacio, dejando en él su ‘huella’, es decir, señales y marcas cargadas simbólicamente. Mediante la acción, la persona incorpora el entorno en sus procesos cognitivos y afectivos de manera activa y actualizada. Las acciones dotan al espacio de significado individual y social, a través de los procesos de interacción” (E. Pol). . Esquemas de Historia Ambiental. (La historia ambiental se ocupa de tres grandes temas de estudio: La primera línea, tiene el objetivo de comprender la influencia que ejerce el medio ambiente en las estructuras mentales, económicas, sociales y culturales de una sociedad determinada. Una de las formas que adquiere este tipo de trabajo es la historia del clima y de los riesgos ambientales. La segunda línea de investigación intenta comprender el impacto de las acciones humanas sobre el medio ambiente. En este caso por ejemplo es característico el estudio de la explotación de los recursos naturales, la historia de las ciudades y de la contaminación. Finalmente, la tercera línea se centra en las ideas y percepciones que han orientado la concepción y las relaciones humanas con el medio ambiente, es decir el medio ambiente en la historia de las ideas y en la historia de la ciencia.) . Esquemas de Arraigo. “El arraigo se manifiesta en la voluntad del hombre de estar vinculado al espacio geográfico que lo alberga –su hábitat– y a la fuente generacional que le dio origen (ancestros) y sus allegados, compartiendo con ellos la creencia en distintos principios y normas. Así, autores que han estudiado el tema del arraigo como Ferdinand Tönnies, han señalado que el hombre al arraigarse a un espacio lo hace también en el tiempo. “El área dispuesta y ocupada es entonces herencia común, la tierra de los antepasados respecto de la que todos se sienten y obran como descendientes y hermanos carnales”. (E. Del Acebo Ibáñez). . Esquemas de Capitales Sociales. “Por capital, Bourdieu, entiende el conjunto de bienes acumulados que se producen, se distribuyen, se consumen, se invierten, se pierden, entre los
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cuales podemos reconocer: el capital económico (nivel de posesión de bienes materiales y económicos, nivel de renta); el capital cultural (ligado a conocimientos, ciencia, arte); el capital social (está ligado a un círculo de relaciones estables o red durable de relaciones más o menos institucionalizadas de interconocimiento y de interreconocimiento, o a la pertenencia a un grupo); y el capital simbólico (son formas que revisten las diferentes especies de capital cuando son percibidas y reconocidas como legítimas); también hace referencia al capital económico y cultural cuando es conocido y reconocido; capital de reconocimiento o consagración; y el honor, (en el sentido de la reputación, de prestigio, como capital fundado sobre el conocimiento y el reconocimiento” (A. Gutiérrez). b) En la dimensión morfogenética: . Esquemas de Patrones. “Cada patrón describe un problema que ocurre una y otra vez en nuestro entorno, para describir después el núcleo de la solución a ese problema, de tal manera que esa solución pueda ser usada más de un millón de veces sin hacerlo ni siquiera dos veces de la misma forma” (Ch. Alexander). . Esquemas de Paisaje Cultural. “Dentro de la discusión actual, los paisajes culturales unifican la mente y la cultura, a través del mecanismo de la acción, o sea, de la toma de decisiones entre alternativas determinadas por reglas más o menos compartidas por entre los individuos de un grupo social. Estas acciones modifican el territorio y expresan así los ideales, valores y ‘esquemas mentales’ propios de los actores. Cómo la acción se produce es una cuestión muy antigua (Miller, Gallanter y Pribram, 1960), que hoy puede estudiarse mejor a través de los distintos modos de ‘simulación’. Como resultado, puede estudiarse cómo la mente, a través de esquemas mentales compartidos culturalmente gracias a ideas, imágenes, etc., comunes, conduce a la acción y a la toma de decisiones productoras de un paisaje cultural. Este paisaje, a su vez, proporciona asentamientos para la vida humana y afecta no solo a las actividades, sino a los caracteres, actitudes, afectividades, etc. (una vez más a través de la mente y de sus contenidos culturales). Los paisajes culturales pueden afectar la evolución en sí misma. El resultado global es una gran unificación constituida de unificaciones horizontales dentro de las disciplinas y de unificaciones verticales, entre disciplinas” (A. Rapoport).
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c) En la dimensión semiogenética: . Esquemas de Representaciones Sociales. (La representación social es una modalidad particular del conocimiento, cuya función es la elaboración de los comportamientos y la comunicación entre los individuos. La representación es un corpus organizado de conocimientos y una de las actividades psíquicas gracias a las cuales los hombres hacen inteligible la realidad física y social, se integran en un grupo o en una relación cotidiana de intercambios, liberan los poderes de su imaginación) (S. Moscovici). . Esquemas de Imaginarios Urbanos. “Los imaginarios expresan –para contextos sociales particulares- supuestos que no se cuestionan, lo que se supone que existe, aquellos aspectos, fenómenos y características que se asumen por parte de los sujetos como naturales, porque han sido integrados, entrelazados, en el sentido común. Por eso, como señala Francisca Márquez más adelante, los imaginarios urbanos son matrices de sentido. Los imaginarios son colectivos –son sociales, son compartidos socialmente–, lo que no debería asumirse como un carácter universal. Pueden estar anclados y ser reconocidos por pequeños círculos sociales o por extensos mundos sociales, pero siempre son un producto de la interacción social entre las personas. Se construyen a partir de discursos, de retóricas y prácticas sociales. Una vez construidos tienen la capacidad de influir y orientar las prácticas y los discursos, sin que ello implique que queden inmóviles (como el lenguaje con el que se moldean, mientras están vigentes se modifican). Por eso producen efectos concretos sobre los sujetos, efectos de realidad. A esto se refiere Daniel Hiernaux cuando señala que los imaginarios crean imágenes guías o imágenes actuantes, son guías para la acción. Los imaginarios nos permiten hallar –más bien descifrar– respuestas al porqué de las acciones de los sujetos sociales” (A. Lindón). . Esquemas de Espacios Simbólicos. “El tema del simbolismo del espacio contempla dos grandes perspectivas bajo las cuales puede abordarse su estudio. Una primera considera el aspecto simbólico como una característica inherente al espacio o, hablando en propiedad, inherente a la percepción, representación o interpretación que los individuos hacen del espacio. Esta característica simbólica puede tener implicaciones a nivel individual o a nivel social en tanto en cuanto determinados significados son compartidos por un número considerable de sujetos. La segunda considera a los aspectos simbólicos como elementos definidores de determinados espacios los cuales, por el hecho de estar cargados con ciertos significados socialmente compartidos, pue-
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den ser considerados cualitativamente diferentes a otros que no reúnen estas características peculiares. Estas dos perspectivas, sin embargo, no han de ser consideradas excluyentes. Al contrario, pueden ser integradas y complementadas mutuamente. Así pues, es compatible considerar que todo espacio urbano está dotado de un determinado significado, sea personal o social, y constatar a su vez que determinados espacios urbanos ostentan un valor simbólico mayor que otros por el hecho de que el significado subyacente es más ampliamente reconocido o conlleva una más alta implicación emocional o afectiva para la comunidad de referencia. Por otro lado, también puede establecerse una jerarquía simbólica de los espacios o entornos directamente relacionados con la vida de un determinado individuo, es decir, a nivel personal hay espacios que tienen una mayor relevancia simbólica que otros” (S. Valera). . Esquemas de Identidad de Lugar. “La identidad de lugar es considerada como una subestructura de la identidad de self y consiste en un conjunto de cogniciones referentes a lugares o espacios donde la persona desarrolla su vida cotidiana y en función de los cuales el individuo puede establecer vínculos emocionales y de pertenencia a determinados entornos. Estos vínculos son, como mínimo, tan importantes como los que se establecen con los diferentes grupos sociales con los cuales el individuo se relaciona. En la base de esta estructura se encuentra el ‘pasado ambiental’ del individuo así como los significados socialmente elaborados referidos a estos espacios que la persona ha ido integrando en sus relaciones espaciales. Este “depósito cognitivo” que configura la identidad de lugar –del cual, según Proshansky y otros (1983), el individuo no es consciente excepto cuando siente su identidad amenazada– permite a la persona reconocer propiedades de los entornos nuevos que se relacionan con su ‘pasado ambiental’, favorecer un sentido de familiaridad y la percepción de estabilidad en el ambiente, dar indicios sobre cómo actuar, determinar el grado de apropiación o la capacidad para modificar el entorno y, por último, favorecer un sentimiento de control y seguridad ambiental” (S. Valera; E. Pol). . Esquemas de Territorialidad. “Se llama territorialidad a la mediación simbólica, cognitiva y práctica que la materialidad de los lugares ejercita sobre la acción social”) (Raffestin/Turco). [la territorialidad] “Su trascendencia radica en que el territorio es el sustrato espacial necesario de toda relación humana, y su problemática estriba en que el hombre nunca accede a ese sustrato directamente, sino a través de una elaboración significativa que en ningún caso está determinada por las supuestas condiciones
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físicas del territorio. (...) Poco, sin embargo, lograríamos saber de la territorialidad humana si nos limitásemos a cartografiar los movimientos de los individuos o de los grupos humanos. Si el territorio es susceptible de un estudio antropológico, y no meramente geográfico o ecológico, es precisamente porque existen indicios para creer en el carácter subjetivo del mismo, o dicho de otra manera, porque contamos con datos etnográficos suficientes para concluir que tal como anotábamos al comienzo de este estudio, entre el medio físico y el hombre se interpone siempre una idea, una concepción determinada. Nunca podríamos llegar a ella por el método de la observación escueta de la utilización del territorio. Es preciso interpretar esa utilización” (J. L. García). . Esquemas de Mapas Cognitivos. “Son representaciones internas sobre el mundo y sus propiedades espaciales almacenadas en la memoria” (D. R. Montello). La particularidad de estos esquemas es que son dialógicos por excelencia, o sea, no pueden pensarse a una sola dimensión, solo cobran sentido cuando se los piensa en relación complementaria a dos o más dimensiones como ser: en el caso de la apropiación, entre praxis social y territorio, o en el caso de los espacios simbólicos, entre territorio y significación, o como en el caso de la identidad de lugar en la que se articulan tres dimensiones, la identidad social, los espacios simbólicos y el arraigo. De este modo, y retomando el concepto de arquitectónica en tanto lógica profunda del lugar, se puede expresar que la misma constituye una interfase entre mente, territorio y sociedad. Desde esta perspectiva el territorio pasa de ser simple materia sensible a materia cultural configurada y significada por la cultura. Los trazos o huellas de la impronta de la cultura sobre el mismo, a modo de patrones configurativos, entran en una articulación profunda con lo social, a través del uso y apropiación del espacio, con el mundo simbólico que regula y da un sentido particular a las actividades sociales. El territorio reclama ser interpretado desde estos dos ámbitos, si lo que se pretende es salvaguardar la premisa epistemológica del lugar. A partir de ello, los patrones configurativos son vistos en asociación con dimensiones socio-simbólicas claves desde las cuales podemos indagar desde lo territorial la lógica profunda del lugar. Es aquí entonces donde se propone tomar en consideración aquellos esquemas que generan los grupos humanos en relación a su territorio desde lo sociosimbólico, tales como: la apropiación, la territorialidad, el arraigo, la identidad de lugar, los espacios simbólicos.
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El Mundo Simbólico, el Territorio y el Mundo Social constituyen tres tipos de ambientes inseparables con una propiedad común, en los tres existen esquemas o estructuraciones intervinculadas que actúan de mecanismos de regulación de los procesos que se dan en cada uno de ellos para producirlos y reproducirlos. Estos esquemas son dinámicos y se van adaptando con el tiempo lo cual hace posible captar en cada uno de ellos procesos de Semiogénesis, Sociogénesis y Morfogénesis. Entre estos esquemas es posible establecer dos tipos esenciales de articulaciones: las correspondencias sociosimbólicas (entre Ambiente Simbólico, Ambiente Social y Ambiente Espacial o territorio) dadas por los acuerdos o coherencias entre los contenidos de los diferentes esquemas de cada uno de los ambientes; y las congruencias sociofísicas (entre Ambiente Espacial y Ambiente Social), dadas por el grado de adaptabilidad de los contenidos de los Esquemas propios del Ambiente Espacial con los contenidos propios de los Esquemas del Ambiente Social en un sentido funcional. Los dos tipos de articulaciones, están asociadas entre sí a partir de configuraciones particulares entre sus esquemas internos, por ejemplo: una representación social puede estar asociada a un espacio simbólico (correspondencia sociosimbólica) y un esquema de territorialidad puede
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estar asociado a un patrón de comportamiento social (congruencias sociofísicas), a su vez estos cuatro esquemas pueden mantener entre sí un tipo particular de asociación configurativa según una determinada historia ambiental compartida de los grupos sociales involucrados dentro de un lugar urbano particular. Se hace necesario aclarar que no todas las correspondencias sociosimbólicas entran en relación con los Esquemas del Ambiente Espacial. Sería el caso, por ejemplo, de un Esquema de identidad social asociado a un Esquema de representación social con referencia a una cuestión étnica, política, religiosa, etc. en la que la referencia al espacio no fuera esencial. Este tipo de asociaciones, si bien es importante, no supone las que más interesan a este trabajo. Las asociaciones que más interesan son aquellas que establezcan alguna referencia territorial de modo que el Ambiente Espacial actúe como una interfase. Sería el caso de articulaciones a partir de Esquemas tales como: el de la apropiación, la territorialidad, el arraigo, la identidad de lugar, los espacios simbólicos. Es mediante este tipo de articulaciones que resulta más interesante indagar la interacción social a través de actos de copresencia de los grupos sociales en determinados escenarios o territorios. Este tipo de articulación entre Ambientes, es posible interpretarlo desde el concepto de cronotopo arquitectónico que plantea Muntañola cuando concibe a la Arquitectura como un cronotopo a tres dimensiones: el cronotopo espacial, o geográfico territorial que representa la construcción del espacio (en nuestro caso el Ambiente Espacial), el cronotopo del tiempo, o histórico y social, que representa el uso social del espacio (en nuestro caso el Ambiente Social) y el cronotopo cultural, mental educativo, que representa el proyecto de arquitectura (en nuestro caso el Ambiente Simbólico). A partir de las premisas anteriores, cabe plantear el siguiente interrogante: ¿Cuáles serían las articulaciones más interesantes y estratégicas de indagar entre los tres tipos de Ambientes, a partir de las cuales pudiéramos trabajar proyectualmente aspectos del territorio que resulten claves en la interacción social? Teniendo en cuenta que el escenario o Ambiente Espacial a través de sus dos componentes, los Patrones configurativos y el paisaje cultural, está asociado a la territorialidad, los espacios simbólicos, los mapas cognitivos, la identidad de lugar, la apropiación, los Patrones del comportamiento y el arraigo (ver Gráfico Nº 2); y que ello brinda posibiliades de lecturas transversales entre los tres tipos de Ambientes, se propone entonces leer indirectamente o dialógicamente el Ambiente Espacial desde el Ambiente Simbólico y el Ambiente Social y estos dos últimos ambientes desde los indicios territoriales. Para este último tipo de lectura, cabe la
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advertencia que no se puede interpretar un rasgo social a partir del espacio si no se sabe que determinado tipo de traza o huella dejada por la cultura, es el indicio de una manifestación cultural que se puede expresar como un patrón físico con distintas connotaciones simbólicas según sea la perspectiva del grupo social desde la cual se lo interprete. En el sentido inverso, no se puede interpretar la dimensión espacial de los patrones funcionales de la sociedad si no se sabe cuáles son las características topológicas que ellos adquieren desde lo funcional y simbólico. Esto último puede quedar expresado bajo el concepto de patrones del comportamiento y patrones espaciales mediados por lo simbólico. Gráfico Nº 4
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Cabe entonces hacerse las siguientes preguntas: ¿Cuáles son los patrones espaciales que se derivan de determinados estilos de vida? ¿Qué relación tienen estos con los esquemas de los patrones configurativos del territorio y el esquema de paisaje cultural? Esto implica indagar en las prácticas de determinados grupos sociales que pueden ser bien descriptas o interpretadas desde los Esquemas de Patrones del comportamiento vinculados al resto de Esquemas dentro de la Sociogénesis, y a los Esquemas de Espacios simbólicos, vinculados al resto de Esquemas de la Semiogénesis, que en conjunto conforman un determinado ambiente social, en tanto orden implícito que brinda un sentido al orden explícito o a los Patrones configurativos y al paisaje cultural del Territorio. Mediante el proceso anterior el escenario se va configurando y cargando con los rasgos de identidad de los grupos sociales y sus particulares estilos de vida y simbolismos a ellos relacionados. De este modo el escenario refleja una determinada realidad social, sin igualarla, ya que es solo una versión parcial, un indicio, un rastro, que no debe confundirse con la reali-
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dad social misma, ya que ello es imposible y absurdo. Ello equivaldría a igualar los Esquemas configurativos del territorio con cualquiera de los Esquemas de la Sociogénesis y la Semiogénesis, siendo que los esquemas son complementarios entre sí precisamente porque cada uno de ellos en tanto parte de un todo, aporta contenido desde una dimensión particular que no es sustituible ni equiparable a ninguna otra, sino, que, es complementaria a las demás. Hacen falta todos los esquemas para reconstruir el todo o visión de conjunto. Por otra parte, si bien los Esquemas son representaciones, y cabe aquí recordar la expresión del padre de la Semántica General, Alfred Habdank Korzybski, cuando advertía que: “el mapa no es el territorio”, o sea, las representaciones que nos hacemos de la realidad no son la realidad, sino interpretaciones que nos hacemos de la misma a partir de los esquemas con los cuales la captamos y que hemos ido construyendo a lo largo de la vida dentro de una determinada cultura; la paradoja es que, desde el construccionismo cognoscitivo la única realidad que interesa es precisamente la de los Esquemas, ya que son estos los que terminan formando la única posibilidad de acceder a la realidad. No se puede acceder a la realidad a través de otra forma que no sea por intermediación de los Esquemas. El tema pasa entonces por saber qué mapas o Esquemas construyen los diferentes grupos sociales sobre su territorio a medida que lo van configurando, usando y significando. O bien, los patrones configurativos del territorio a qué Esquemas Sociales y Simbólicos se articulan. Mediante qué tipo de “imaginación dialógica” según Bakthin, esto es, a través de qué tipos de diálogos entre grupos se construyen, significan, reconstruyen y resignifican constantemente esos mapas o esquemas de diálogo con lo territorial. Con este proceso pueden surgir también nuevos mapas. Y por otro lado, desde lo proyectual y creativo, se podría plantear la pregunta, ¿desde qué tipo de esquemas configurativos territoriales se espera estimular qué tipos de esquemas Sociales y Simbólicos? Para analizar la mayor o menor coherencia entre estos mapas o Esquemas se propone la hipótesis de las correspondencias socio-simbólicas y las congruencias sociofísicas para interpretar las siguientes articulaciones: Gráfico Nº 5
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Tomando en cuenta las conclusiones obtenidas desde las correspondencias sociosimbólicas y las congruencias sociofísicas, el proyecto urbanístico se relacionaría del siguiente modo con el sistema de Esquemas propuestos: Gráfico Nº 6
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A partir de los dos cuadros anteriores, se espera que el proyecto urbanístico cumpla la función de estrategia de indagación interpretativa de las articulaciones profundas entre los tres tipos de ambientes. Pero esta indagación no persigue un fin meramente interpretativo, a modo de diagnóstico sobre un determinado estado de hecho de un lugar, sino que afronta el proceso interpretativo como un proyecto de transformación social crítico y propositivo con carácter sociofísico a partir de comprometerse con los contenidos mismos de los Esquemas que regulan los patrones del comportamiento e interpretan los patrones configurativos (correspondencias socio-simbólicas), asociados a las demandas y posibilidades que se generan entre patrones del comportamiento y patrones configurativos (congruencias sociofísicas). A partir de esta integración, el proyecto estaría llamado a proponer un cronotopo alternativo y posible que interprete los deseos y visión de los distintos grupos sociales de un determinado lugar, desde el compromiso ético y social del urbanista en tanto que es un actor más dentro del proceso de construcción social del conocimiento y proyectación al que contribuye a interpretar y transformar.
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El proceso de integración proyectual de Esquemas anterior no estaría completo si no se reconociera que el mismo está inserto dentro de determinados ambientes sociales o campos de juego según Bourdieu y redes sociales a través de los cuales se pone en juego todo tipo bienes, intereses, poderes, y se despliegan estrategias de reconocimiento, negociación y acuerdos para alcanzar diversos objetivos. En el caso que se tratara de un proyecto urbanístico de autor, o sea, realizado por un profesional como autor principal, no debemos olvidar que éste forma parte de determinados tipos de ambientes y redes sociales, dentro los cuales, pone en juego sus intereses y despliega estrategias de poder, a partir de una determinada dotación de capitales sociales y posición dentro de esos campos de juego. Algo similar ocurre cuando el proyecto urbanístico es el resultado de una construcción social a partir de un proceso de planificación participativa (tipo: “visión de la comunidad”). En este caso serán los grupos sociales intervinientes en el proceso de construcción del plan los que estarán formando parte de aquel sistema de ambientes y redes sociales dentro de los cuales desplegarán sus propias estrategias de poder mediante una determinada dotación de capitales sociales, intereses y bienes en juego. De este modo, el sistema de Esquemas (Simbólicos, Físicos y Sociales) no debe ser separado para su interpretación del sistema de acción e interacción social que constituyen los ambientes y redes sociales, ya que son estos últimos los que desde la dimensión social permiten producir, reproducir y cambiar el sistema.
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A modo de conclusión, se plantea una hipótesis provisoria (sujeta a posteriores corroboraciones) sobre algunas articulaciones estratégicas entre Esquemas, seguidas de los efectos probables que se podrían derivar de las mismas. La hipótesis no solo se sustenta en investigación teórica previa sino, además, en algunas experiencias reales de trabajos sobre planificación urbana participativa llevadas a cabo en algunos barrios de la ciudad.
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HIPÓTESIS PROPOSITIVA Una relación coherente (de reconocimiento y aceptación mutua positiva entre grupos sociales diferentes articulada a un escenario compartido y apropiado para las distintas praxis sociales por parte de estos grupos sociales) entre correspondencias sociosimbólicas y congruencias sociofísicas convierten al Ambiente Espacial en un indicio con alta probabilidad de veracidad de las principales características de los esquemas de espacios simbólicos, territorialidad, identidad de lugar, apropiación y patrones del comportamiento de la población del lugar.
Santa Fe: vista hacia el oeste de la calle Hipólito Irigoyen desde la Antigua Estación del Ferrocarril Francés a principios del S XX. Este paisaje cultural es un buen ejemplo de coherencia entre correspondencias y congruencias en un determinado momento cronotópico de la calle Hipólito Irigoyen en la historia urbana de Santa Fe.
La hipótesis parte de la premisa de considerar un lugar urbano particular en el cual distintos grupos sociales han generado una configuración cronotópica de Esquemas Simbólicos, Territoriales y Sociales que caracterizan y dan identidad al lugar dentro de una historia ambiental compartida. A partir de ello se postula lo siguiente: Suponiendo que en el lugar se dieran correspondencias sociosimbólicas positivas entre grupos sociales distintos a partir de: un reconocimiento y
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aceptación mutua positiva entre grupos; representaciones sociales coincidentes o compatibles entre grupos respecto de actividades similares o distintas desarrolladas por los diversos grupos, espacios simbólicos comunes entre distintos grupos. Suponiendo que a las anteriores correspondencias sociosimbólicas se les asociaran congruencias sociofísicas positivas de distintos grupos a partir de que: estos desarrollen actividades similares o diferentes en escenarios comunes que respondan configurativamente a las demandas de los patrones del comportamiento. Cuando las correspondencias y congruencias se combinaran en las situaciones antes descriptas los Esquemas de Patrones configurativos del territorio y los Esquemas de paisaje cultural; nos brindarían una representación del mundo social del lugar con alta probabilidad de verosimilitud. Además, estaríamos frente a una fuerte identidad de lugar, con apropiación y arraigo en el mismo por parte de los distintos grupos sociales, con lo cual habría altas probabilidades de que los diversos grupos sociales se interesaran por los problemas del lugar y se vieran motivados a involucrarse en procesos de proyectación ambiental dirigidos a su lugar. La situación combinatoria entre correspondencias y congruencias que plantea la hipótesis es un caso de máxima coherencia entre grupos sociales diversos, pero ello no quiere decir que en situaciones combinatorias menos coherentes, los Esquemas vinculados al Ambiente Territorial antes nombrados, no puedan brindarnos una representación del mundo social del lugar. En todo caso lo harán de un modo más parcial y fragmentado. Estas posibles situaciones de máxima coherencia y mínima coherencia entre correspondencias y congruencias pueden sintetizarse en la siguiente matriz.
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MATRIZ PARA ANALIZAR LAS CORRESPONDENCIAS SOCIOSIMBÓLICAS Y LAS CONGRUENCIAS SOCIOFÍSICAS ENTRE DOS GRUPOS SOCIALES DISTINTOS A PARTIR DE: “S”, Simbolismo que cada Grupo tiene del otro; “A”, una determinada actividad común, similar o distinta a cada Grupo; “E”, un Escenario común a cada Grupo Gráfico Nº 8
Autor: Marcelo Zárate Las casillas en blanco representan las situaciones de máxima coherencia entre grupos sociales, mientras que las casillas en negro representan las situaciones de menor coherencia.
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LA ESTRUCTURACIÓN DE ESQUEMAS SE CAPTA A TRAVÉS DE LA HISTORIA AMBIENTAL Y LOS RELATOS DE VIDA DEL LUGAR CON RELACIÓN A LOS PR OCESOS URBANOS CONTEXTUALES
La estrategia de estudio basada en la articulación de las correspondencias y congruencias no estaría completa si no se explicitara el método o recurso de indagación de la realidad a partir del cual captar los complejos anudamientos entre las tres familias de esquemas antes expuestas. Tomando en cuenta la perspectiva epistemológica en la que se sustenta el presente trabajo, el construccionismo cognoscitivo, se parte de la premisa de considerar a la realidad como una construcción del individuo en sociedad a partir de una polifonía dialógica de percepciones intersubjetivas de carácter individuales y sociales, dada su condición de pertenencia a distintos grupos sociales dentro de un determinado lugar con una historia ambiental común. Desde esta condición, de conocimiento situado y de patrimonio de capitales sociales, el individuo y el grupo social, se constituyen en los protagonistas por excelencia de los procesos de articulación de los distintos tipos de esquemas a partir de sus historias de vida, desde ambientes sociales específicos, en tanto relatos de carácter social, físicos y simbólicos, capaces de brindar un sentido narrativo a los procesos de morfogénesis, sociogénesis y semiogénesis de los lugares de pertenencia en los cuales los esquemas no solo cobran un sentido como mecanismos de identidad e interacción social, sino, además, de reconocimiento, diálogo y negociación entre ellos. De este modo, a través del análisis comparativo de relatos y de construcción de categorías de los contenidos de las distintas narraciones de historias de vidas de los habitantes de un determinado lugar, se podría obtener no solo un particular estado configurativo de esquemas con contenidos específicos sino, además, realizar en una última fase de análisis, una interpretación hermenéutica sobre el sentido profundo de esta configuración de esquemas a partir de confrontarlo con los protagonistas de las historias de vida. Lo anterior no implica desconocer el efecto de las condicionantes del contexto de orden económico, social, político, legal, ambiental, infraestructural,
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funcional, simbólico, etc. que pudieran estar ejerciendo determinados sistemas de contención y regulación del funcionamiento de una ciudad, sus habitantes y sus lugares, tales como: las condiciones laborales, educativas, sanitarias, de ambiente social en materia de seguridad, cultura, ocio, recreación, participación cívica, creencias, manifestaciones artísticas y populares, de la población; el mercado de suelo y vivienda, las condiciones de acceso a las infraestructuras, servicios y equipamientos urbanos, la mayor o menor eficacia de la normativa urbana de control sobre el uso del suelo, las actividades, la edificación privada, desde los planes urbanos y sus códigos de regulación; el sentido de identidad, pertenencia, arraigo y apropiación a los lugares urbanos o barrios; imaginarios urbanos y simbolismo del espacio público. Aquí lo que se está proponiendo es considerar estas condiciones de contexto a partir del modo en que las mismas son, vividas, interpretadas, asimiladas y valoradas, desde distintos grupos sociales según sus particulares experiencias de vida dentro de lugares determinados de la ciudad. Esto implica cambiar el punto de vista desde lo general y estructural por uno que pretende construir visiones intersubjetivas capaces de generar estructuraciones posibles de la realidad, desde una mirada diferente, en este caso, estructuraciones de esquemas sociales, físicos y simbólicos. En última instancia aquellas condiciones de contexto no se efectivizan si no es a través del accionar de personas concretas que forman parte de grupos sociales particulares, detentan determinada dotación de capitales sociales, en consecuencia cierto cúmulo de poder, se mueven dentro de ambientes y redes sociales particulares en los cuales ponen en juego bienes, intereses y despliegan sus estrategias de reconocimiento, confrontación, diálogo, negociación y acuerdo; generan, configuran, se apropian, territorializan, se identifican y arraigan en ciertos ambientes espaciales, a los que cargan con significación y valoración.1 El lugar residencial, el barrio tradicional, actuaría como el ámbito dialógico por excelencia de las historias de vida reunidas por historias ambientales propias de cada barrio de la ciudad desde los cuales se viven y asimilan de forma particular las condiciones de contexto. De todos modos, y como ya se expusiera en trabajos anteriores2, no se desconoce la diversidad de lugares existentes en una ciudad, fuera del barrio, dentro de los cuales el individuo y los grupos sociales pudieran también vivir las condiciones de contexto (lugares de trabajo, lugares de recreación, lugares de formación, etcétera).
Conclusión La estrategia de conocimiento proyectual de un urbanismo focalizado en el ambiente del hombre, basada en interpretar la ciudad a partir del con1. Remito como un antecedente de este tipo de perspectiva al estudio de Pierre Bourdieu cuando, en su libro Las estructuras sociales de la economía, propone interpretar las leyes de la economía urbana desde el punto de vista de la percepción y valoración de las personas. 2. Dr. Arq. Marcelo Zárate: La ciudad y sus lugares: una fragmentación hologramática de ambientes múltiples; 2do. Seminario Internacional: Arquitectura de la diferencia; Faculdade de Arquitectura e Artes; Universidade Lusíada de Lisboa, Portugal; 3, 4, 5 de junio de 2011.
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cepto de lugar urbano desde un sistema integrado de esquemas cognoscitivos de orden físico-social y simbólico, es un intento teórico que aspira a rescatar, revalorizar y posicionar la visión del habitante común sobre los problemas de su ciudad a través del ámbito que actúa como la interfase socioambiental por excelencia más próxima a sus intereses y valoraciones urbanas: su barrio, en tanto lugar residencial en la ciudad. Por otra parte, el concepto de lugar, a través de su sistema de esquemas, no solo actuaría como ámbito de articulación dialógica entre los distintos campos del conocimiento que pudieran ser convocados para tratar diversas problemáticas urbanas, sino, que, además, se constituye en un puesto de vigilancia epistemológica para no caer en ningún tipo de reduccionismo disciplinar a partir de posibilitar una vía de tratamiento más particularizado del escenario, desde el concepto de territorio que se sustenta en un dialogo profundo del espacio con el mundo social. La estrategia aquí propuesta no desconoce las leyes o teorías generales que tratan de explicar el funcionamiento urbano en sus múltiples aspectos: económico, funcional, físico, etc., asumidas en este trabajo como condiciones de contexto, sino, lo que se pretende, es cambiar el punto de vista sobre esas leyes y ,en vez de proyectarlas sobre la ciudad en su conjunto en forma estructural y muchas veces abstracta, lo que se persigue es explorarlas a partir de cómo son recibidas y procesadas por el habitante común, desde lugares particulares, que están más próximos a una realidad socialmente construida y valorada que muchas veces es reemplazada por una versión abstracta y especulativamente construida en un laboratorio. No se trata de deslegitimar la posibilidad de construir conocimiento científico, sino de hacerlo de un modo más próximo a las verdades que, como representaciones y construcciones sociales, muchas veces son menospreciadas por tratarse de un vulgar conocimiento popular. Si con esta intención la propuesta genera incomodidad disciplinar en el urbanismo, dudas epistemológicas, cuestionamientos éticos y, lo más importante, qué implicaría entonces formarse como urbanista, pues bienvenidas sean estas inquietudes, ya que de eso se trata, de generar un reacomodamiento, un nuevo estado de posicionamiento disciplinar del urbanismo frente a la ciudad como territorio, como ambiente del hombre.
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EJEMPLO DE SITUACIÓN CRONOTÓPICA REFERIDA A UN LUGAR URBANO INTERPRETADO DESDE LA ESTRATEGIA DE ARTICULACIÓN ENTRE ESQUEMAS TERRITORIALES, SIMBÓLICOS Y SOCIALES Aclaración: en el texto se indican entre paréntesis los nombres de los tipos de esquemas que se estarían articulando dentro del ejemplo. El caso de una fábrica como parte del proceso de construcción de un lugar: La Fabrica Cultural El Molino en Santa Fe El presente caso propone leer el proceso narrativo de la construcción de un lugar a partir de una fábrica que forma parte del proceso histórico y de construcción de la identidad del mismo. Se trata de un caso real (con algunas licencias interpretativas intencionales a los efectos del ejemplo) de una actividad industrial dentro de un edificio con características arquitectónicas singulares que lo dotan con cierta calidad estética y de referencia simbólica, directamente vinculado a la historia ambiental de un lugar urbano particular como es el caso del barrio Candioti norte en la ciudad de Santa Fe. Este establecimiento surge como uno de los hitos fundacionales del barrio en un momento en el que urbanísticamente recién comenzaba a estructurarse con escasa población y construcciones (configuración del escenario). En ese momento la fábrica en cuestión, actúa como un motor económico dentro del barrio, brindando una fuente de trabajo a sus habitantes, no solo a los que trabajan en ella sino, también, a los que comienzan a vivir de aquellas actividades económicas derivadas de la actividad industrial (ambientes sociales, actividad económica). Con el pasar del tiempo se va constituyendo no solo en parte de la estructura urbanística del barrio sino, además, en un componente de la vida diaria de sus habitantes, entra a formar parte de sus historias de vida y ambiental del lugar (ambientes sociales, redes sociales). Los habitantes del barrio ven en la fábrica una fuente de trabajo y un punto de referencia e identidad de su lugar (grupo social, identidad social, identidad de lugar). Es el ambiente obligado de encuentro e interacción social de sus operarios que potencia el surgimiento de distintos tipos de redes sociales fuera de la actividad laboral. (ambientes sociales, redes sociales). En el proceso de construcción del
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lugar cumple un rol fundamental como referente físico, social y simbólico que brinda cierto orgullo a los habitantes del mismo porque permite reforzar su identidad de lugar y autoestima frente a otros barrios (identidad de lugar, experiencia emocional con el espacio). Como todo proceso histórico, la construcción del lugar contiene fases de desarrollo y auge de actividades económicas y sociales en general, seguidas de otras de decadencia, desaparición o transformación y surgimiento de nuevas actividades. Este fenómeno también afecta al escenario que puede ser refuncionalizado, reformado, abandonado o demolido y sustituido por uno nuevo. La fábrica del barrio no pudo escapar a este proceso y producto del mismo ha pasado por cuatro fases claves en su vida económica con grandes consecuencias para la vida social, física y simbólica del lugar (semiogénesis, sociogénesis y morfogénesis): Momento cronotópico 1: considerada la fase fundacional, está asociada a un gran desarrollo económico y altas expectativas de crecimiento socioeconómico de la población. Ello trajo aparejado una rica e intensa actividad social y económica en los primeros habitantes del incipiente barrio (ambientes sociales y redes sociales) que veían en esta industria una estrategia de vida a largo plazo dentro de un proyecto de familia y asentamiento dentro del lugar (aspiraciones y deseos, representaciones sociales). Ésta es la fase comúnmente asociada al grupo social de la generación de los abuelos inmigrantes dentro de una familia tipo, que fueron los primeros operarios de la fábrica a la vez que los pobladores y constructores pioneros del barrio (grupos sociales). Momento cronotópico 2: considerada la fase de moderación del crecimiento económico, está asociada a la pérdida parcial del interés del mercado nacional e internacional en el tipo de producto que elaboraba la fábrica debido a cambios en la economía mundial y las políticas nacionales. Ello provocó la disminución de puestos de trabajo y obligó a parte de los operarios desocupados del barrio a reciclarse como fuerza de trabajo y a encontrar una estrategia económica alternativa dentro y fuera del barrio (actividades, ambientes sociales), impactando negativamente en muchos proyectos de vida asociados a la visión ideal de un destino económico siempre pujante vinculado a la fábrica (representaciones sociales). La fase concluye con la decadencia de la actividad económica, el cierre definitivo de la fábrica y el despido de todos los obreros de la misma (actividades). Ésta es la fase que se correspondería con el grupo social de la generación de los hijos adultos mayores de los primeros habitantes del barrio, que siempre mantuvieron la esperanza de que la fábrica, en algún momento, pudiera ser económicamente rescatada por un grupo empresario inversor con ideas innovadoras dispuestos a generar alguna actividad productiva alternativa dentro de ese establecimiento (grupos sociales, actividades, aspiraciones y deseos, representaciones sociales, patrones configurativos).
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Momento cronotópico 3: fase de abandono y degradación del edificio. En esta fase solo queda el testimonio material del edificio abandonado de la fábrica (patrón configurativo) y la representación social de lo que alguna vez fue como establecimiento industrial, acompañado por la percepción de un profundo proceso de degradación de las instalaciones y apropiación de las mismas por ocupantes gratuitos que encuentran en ellas un ámbito ideal de refugio ilegal provisorio frente a la falta de vivienda. (representaciones sociales, espacios simbólicos, grupos sociales, patrones configurativos del escenario). En esta fase el edificio de la fábrica se convierte en un foco de impacto negativo sobre el entorno urbano inmediato provocándole degradación ambiental y disminución del valor del suelo y las viviendas, con el consecuente impacto sobre la actividad social y la generación de simbolismos negativos (ambientes sociales, patrones configurativos del escenario, espacios simbólicos). Momento cronotópico 4: fase de recuperación, puesta en valor del edificio y generación de actividades alternativas que lo reconviertan en un polo de interacción social y generación de expresiones culturales. En esta fase es donde el estado municipal toma la iniciativa política de rescatar y poner en valor patrimonial el edificio de la fábrica a partir de convertirlo en un centro cultural barrial con el propósito de generar un polo de actividad social importante que estimule la interacción social y las redes sociales dentro del barrio (representaciones sociales, grupos sociales, actividades, espacios simbólicos, patrones configurativos del escenario). A partir de esta reconversión del edificio y las nuevas actividades alojadas en él, se revierte el impacto negativo sobre el entorno y comienza un proceso de impacto positivo que hace subir el valor del suelo y las viviendas próximas a la vez que estimula la localización de actividades económicas y sociales complementarias a las del centro cultural (actividades, ambientes sociales, patrones configurativos, espacios simbólicos). Ésta es la etapa generalmente asociada a la generación de los nietos de los primeros habitantes del barrio y obreros iniciales de la fábrica, generalmente adolescentes y jóvenes, que no tuvieron la oportunidad de vivir los momentos más ricos y álgidos de su actividad económica y social por ella generados en el barrio (grupo social). En la actualidad estos jóvenes descubren en ese edificio nuevas oportunidades de actividades sociales, culturales y recreativas hasta ese momento impensables, pero muy amigables a sus gustos, representaciones sociales y valores. (actividades, ambientes sociales, patrones configurativos del escenario, espacios simbólicos). Este grupo de población solo posee en su imaginario urbano lo que alguna vez fue la fábrica a partir del relato trasmitido por las historias de vida de sus familiares. Para ellos la fábrica solo comienza a tener sentido y valor dentro de la historia ambiental contemporánea del lugar que los tiene como usuarios protagonistas dentro de la operación de rescate y puesta en valor de la fábrica que la ha convertido en un centro cultural. (grupos sociales, representaciones sociales, historia ambiental, espacios simbólicos, patrones configurativos del escenario).
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Plano de Santa Fe a principios de S XX donde en el angulo inferior izquierdo del barrio Candioti Norte se localiza el antiguo molino.
Foto del antiguo molino a principio del S XX sobre Buolevard Galvez.
Foto del antiguo molino a principio del S XX sobre calle Rivadavia (fuente: Diario El Litoral)
Maqueta del proyecto de recuperaciĂłn del antiguo molino como centro cultural a principios del S XXI.
Foto del centro cultural del viejo molino en la actualidad.
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CAPÍTULO
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El urbanismo posible para la ciudad latinoamericana: un cronotopo en construcción. Ponencia presentada en las: Jornadas Científicas Arquitectura, Educación y Sociedad; COAC (Colegios de Arquitectos de Cataluña); Barcelona; 29 al 31 de mayo de 2013.
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EL URBANISMO POSIBLE PARA LA CIUDAD LATINOAMERICANA: UN CRONOTOPO EN CONSTRUCCIÓN Resumen A partir de la premisa de considerar que el urbanismo es una disciplina orientada al conocimiento proyectual sobre la ciudad, en un sentido sociofísico, y que la construcción de esas estrategias cognoscitivas están fuertemente influidas por las características particulares que su objeto de estudio adquiere dentro de contextos culturales determinados; el presente trabajo plantea la necesidad de reflexionar sobre la caracterización de las condiciones epistémicas que el contexto cultural de la ciudad latinoamericana, estaría orientando la elaboración de un urbanismo más acorde con el mismo. En este sentido se considera que el concepto de cronotopo de M. Bajtin, constituye una categoría interpretativa estratégica en lo cognoscitivo para identificar y esbozar ese ambiente epistémico, a partir de cuatro dimensiones fundamentales de indagación íntimamente relacionadas: a) los actores o agentes protagónicos de la proyectación, construcción y gestión de la ciudad; b) los tiempos característicos de desarrollo de esas prácticas sociales; c) los espacios construidos generados a partir de los espacios sociales que derivan de las estrategias de acción de los agentes productores y reproductores de la ciudad; d) la articulación simbólica entre espacios sociales y espacios construidos. De este modo, la evocación que el cronotopo de Bajtin provoca en el ambiente del urbanismo quedaría sintetizada en el cruce simultáneo entre actores sociales, prácticas sociales, tiempos culturales asociados al despliegue y significación de las mismas y escenarios materiales configurados y significados. Se tiene el convencimiento que el contexto de la ciudad latinoamericana presenta una configuración cronotópica propia que es necesario asumir como premisas condicionantes para pensar cualquier tipo de estrategia de conocimiento proyectual propia de un urbanismo culturalmente contextualizado.
Desarrollo El trabajo parte de la premisa cognoscitiva de considerar que el urbanismo es una disciplina contextual, o sea, construye estrategias de conocimiento proyectual cuyas mayores probabilidades de validez teórica y práctica radican en el nivel de profundidad interpretativa que estas puedan alcanzar sobre fenómenos urbanos particulares dentro de contextos culturales específicos. Esta toma de posición espistemológica plantea sus serias dudas respecto a la ambición del urbanismo por construir teorías generales de conocimiento y actuación sobre la ciudad, aplicables en cualquier contexto cultural. Ello no invalida la posibilidad de reconocerle a una determinada teoría urbanística la validez de algunos de los principios epistemológicos generales sobre los cuales estuviera construida, como podrían ser, a modo de ejemplo: asumir al territorio como un proceso coevolutivo entre naturaleza y sociedad; considerar a la ciudad como un sistema complejo autoorganizado; concebir el conocimiento como una construcción social situada;
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concebir la interdisciplinariedad a partir de una articulación dialógica entre distintos campos del conocimiento; asumir que el territorio es una compleja articulación de lugares; asumir que cada lugar urbano o parte, se encuentra en una relación hologramática con la ciudad o el todo. No se debe confundir a estos principios epistémicos con las hipótesis que, a partir de ellos, se elaboren para interpretar situaciones urbanas particulares, en consecuencia, derivar modos de actuación pertinentes a las mismas. Aquí es donde el contexto cultural se presenta como un ambiente de aplicación y relativización de aquellos principios generales, se trata de su puesta en situación cronotópica, en consecuencia, advertir que no es posible transferir las estrategias interpretativas y actuativas adaptadas a un contexto cultural particular, a otro contexto cultural diferente, sin cuestionarse antes la validez cognoscitiva de este ejercicio, por el solo hecho de compartir los mismos principios epistémicos generales. Esta problemática nos compromete con dar una respuesta al cómo actuar ante una situación particular, a partir de tal o cual principio general, por ejemplo: a partir del principio general de concebir la gestión urbana desde los lugares urbanos. Ello nos lleva a interpretar las reglas generadoras y productoras del mismo que serán específicas, intransferibles a otro lugar, junto al aporte que ellos hacen a la construcción de la ciudad como una totalidad compuesta de lugares particulares. Con lo cual al tiempo que desentrañamos las reglas genéticas del lugar, estamos desarrollando los recursos de proyectación y gestión del mismo, o sea, elaboramos una respuesta al como proceder en este caso particular una vez conocidas las reglas genéticas. A partir de esta premisa se persigue, en una primer instancia, el propósito fundamental de reflexionar acerca de la mayor o menor pertinencia o adaptación a la ciudad latinoamericana, de las estrategias de conocimiento proyectual más representativas del urbanismo contemporáneo. Esta indagación critica esta orientada por la hipótesis principal que el trabajo trata de llevar adelante al considerar que, si bien existen en el urbanismo contemporáneo algunos principios epistemológicos generales muy difundidos en distintos contextos culturales, que pueden tener cierto valor orientativo para el conocimiento y actuación en ámbitos como el de Latinoamérica, resta aun definir una estrategia de conocimiento y actuación propia. En este sentido se considera que el concepto de cronotopo de M. Bajtin, constituye una categoría interpretativa estratégica en lo cognoscitivo para identificar los rasgos propios de la ciudad latinoamericana que puedan articularse a aquellos principios epistemológicos considerados como los más apropiados dentro del repertorio de respuestas disponibles en el urbanismo actual. Con esta intención el cronotopo es conceptualizado a partir de cuatro dimensiones fundamentales de indagación en urbanismo, íntimamente relacionadas: a) Los actores o agentes protagónicos de la proyectación, construcción y gestión de la ciudad que, a través de sus prácticas sociales institucionali-
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zadas (pero no necesariamente formalizadas), interactúan entre sí, motivados por determinados intereses, desplegando sus estrategias de alianzas y confrontación, actuando desde una determinada posición social y de poder, dada por un determinado bagaje de capitales sociales. Esto genera disposiciones de acción, habitus, en un sentido bourdiano, modos instituidos de actuar que conforman patrones característicos de producción y reproducción de la ciudad; b) Los tiempos característicos de desarrollo de esas practicas sociales, los cuales son concordantes con la naturaleza de los propios procesos sociales que las generan a partir de la dinámica que posea cada practica social en particular, según las características de sus agentes y las reglas de juego que ellos les hayan impreso a sus interacciones dentro de redes y sistemas de acción y connotación social; c) Los espacios construidos, generados a partir de los espacios sociales que derivan de las estrategias de acción de los agentes productores y reproductores de la ciudad, relacionados a patrones de interacción social en función de una determinada posición social y de poder, espacios sociales que se territorializan y terminan conformando espacios construidos característicos, en tanto referentes materiales y soporte posibilitante de determinados modos de interacción social, de producción y reproducción de las relaciones de poder y territorialización de la condición de clase social; d) La articulación simbólica entre espacios sociales y espacios construidos, a partir de la significación proyectada desde determinadas practicas sociales, que los cargan con simbolismos particulares, a la vez que, reactúan sobre la propia practica social. De este modo, la evocación que el cronotopo de Bajtin provoca en el ambiente del urbanismo quedaría sintetizada en el cruce simultáneo entre actores sociales, practicas sociales, tiempos culturales asociados al despliegue y significación de las mismas y escenarios materiales configurados y significados. Se tiene el convencimiento que el contexto de la ciudad latinoamericana presenta una configuración cronotópica propia que es necesario asumir como premisas condicionantes para pensar cualquier tipo de estrategia de conocimiento proyectual propia de un urbanismo culturalmente contextualizado. Éste es el reto principal que aquí se afronta a partir de ensayar una respuesta alternativa articulada en dos contenidos inseparables y complementarios a indagar manteniendo la necesaria solicitación de sentido interpretativo-operativo entre ambos: • los principios epistémicos orientadores y las estrategias de co-
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nocimiento disponibles dentro del estado más actual del desarrollo teórico en el campo disciplinar del urbanismo, y • la puesta en contexto necesaria de dichas estrategias en un ámbito cultural particular sobre el cual se aplican sus instrumentos de actuación consecuentes, con particular referencia al caso latinoamericano. Con la intención de ensayar una respuesta posible a la articulación de los dos contenidos anteriores se propone una lectura critica sobre la mayor o menor adaptación o pertinencia de las cuatro familias de estrategias más relevantes de conocimiento disponibles en el urbanismo actual, aplicados a la realidad de la ciudad latinoamericana: la Planificación Estratégica; la Planificación Ambiental (en sus dos visiones, biocéntrica y antropobiocéntrica); el Plan de Ordenamiento Físico o Plan General; el Urbanismo Social. A) Características de la Planificación Estratégica • El Plan Estratégico, de carácter socioeconómico, define las grandes políticas urbanas de carácter social, económico, territorial y ambiental, a partir de acuerdos generales claves entre los principales sectores sociales que son el motor de la ciudad, promovidos desde el gobierno y su política de gobierno. Se trata de un plan de fuerte impronta política, que bien puede convertirse en el plan del gobierno de la ciudad, con el propósito de la mejora general de la calidad del medio urbano, el desarrollo socioeconómico, el incremento de la competitividad de la ciudad dentro de la región para una mejor articulación al sistema global. B) Características de la Planificación Ambiental • El Plan de Ordenamiento Ambiental constituye el instrumento principal de salvaguardia y preservación del medio ambiente natural de la ciudad y su región en tanto pautas básicas a considerar en materia de impacto ambiental, ahorro energético, uso sustentable de los recursos naturales y preservación de áreas naturales. El componente estratégico de este plan es la matriz ambiental y su puesta en diálogo con la ciudad. • Las Agendas XXI Locales. Constituyen un medio alternativo de planificación, una especie de ámbito de control crítico o caja de resonancia de las políticas públicas urbanas, pero parece anticipar –aun en su actual estado relativamente utópico o voluntarista– los gérmenes de una nueva democracia localista e interesada en los asuntos micro ambientales, específicamente la calificación de los servicios urbanos en sentido amplio. Curiosamente en tal dimensión frecuentemente micro polí-
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tica y aún de talante populista, es que puede accederse a un marco de discusión responsable de la cuestión de la sustentabilidad. Vinculados a las Agendas XXI Locales están los instrumentos de relevamiento, control y monitoreo ambiental tales como: - Los Inventarios de Recursos Ambientales. - La Huella ecológica. - Los Indicadores Ambientales. - La Evaluación de Impacto Ambiental. - La Capacidad de Carga. - La Evaluación Ambiental Estratégica (es un procedimiento administrativo establecido en o para la aprobación de los planes, programas, políticas o actos legislativos con incidencia sobre el medio ambiente, con el fin de analizar ambientalmente el ámbito o sector objeto de ordenación así como las propuestas y sus eventuales efectos, siendo el acto administrativo que ponga fin al mismo de trámite o definitivo de naturaleza discrecional, de imperativa observancia, de obligada información y consulta públicas e inserción en el acto de aprobación). C) Características del Urbanismo Territorialista Se puede considerar a esta como la perspectiva más madura dentro del enfoque ambiental nacida en Italia a fines del siglo XX, liderada por Alberto Magnaghi, que se encuentra en pleno proceso de desarrollo en ese país a partir de una red de centros universitarios en Florencia, Venecia, Roma, Palermo y Milán, y la recientemente creada sociedad de territorialistas (diciembre de 2011) conformada por un amplio grupo de reconocidos académicos, científicos y técnicos provenientes de los más diversos campos disciplinares que se ocupan de la planificación territorial con una visión ambiental, transdisciplinar, participativa, con gran compromiso social y contextual. El epicentro de esta corriente se encuentra en la Universidad de Florencia en distintos polos universitarios regionales en la Toscana. Si bien las intervenciones territoriales más importantes de este grupo se localizan en Italia, dado que esta propuesta se encuentra en pleno proceso de expansión hacia fuera del ámbito italiano, existen antecedentes de su aplicación al contexto latinoamericano en países como Brasil, Cuba, Republica Dominicana, Guatemala, Nicaragua, Perú, Venezuela, además de la articulación para la colaboración académica con centros universitarios latinoamericanos, entre los cuales se encuentra la Facultad de Arquitectura Diseño y Urbanismo de la Universidad Nacional del Litoral, en Santa Fe, Argentina, a través del Programa URBAM (Urbanismo Ambiental), que dirige el Dr. Marcelo Zarate (miembro fundador de la sociedad de territorialistas), como único centro académico nacional articulado a esta red. Algunos rasgos distintivos de la perspectiva territorialista, ya comentados
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en el capítulo 2, se sustentan en las siguientes consideraciones: • El territorio y el paisaje son una construcción coevolutiva de la relación entre ambiente natural y las sociedades locales. • Las prácticas de planificación y proyectación territorial deben mirar a salvaguardar y valorizar la identidad local en toda su complejidad. • Innovación social: promueve prácticas de participación ya sea en las fases de interpretación de la identidad local y de construcción y actuación del proyecto. • Se funda sobre el principio de la integración: entre competencias diversas, entre sectores económicos y de política local, entre niveles territoriales y escalas geográficas (lógica reticular). • Trabaja desde las lógicas de las redes. La ciudad y los sistemas locales son entendidos como nodos de redes locales y globales. • Considera redes horizontales o locales: relaciones funcionales y relaciones entre objetos y sujetos de un territorio. • Considera redes verticales: trata las relaciones con sujetos y recursos externos al contexto local (nueva oportunidad de desarrollo). • El proyecto territorial debe mirar a producir: - Síntesis eficaz del sistema de recursos y relaciones a nivel local. - Punto de contacto con las oportunidades que se manifiestan a nivel externo (o global). • Respecto de la descripción del territorio y el proyecto, considera que: - Proyectar el territorio significa esencialmente construir representaciones interpretativas de contextos locales en su tratamiento con las dinámicas globales. - El proyecto territorial no representa objetos sino sujetos, pone juntos puntos de vista diversos, por ello no excluye conflictos y contradicciones, sino que los pone en el centro. - Se proyecta por lo tanto no solo la Urbis sino también la Civitas. - La identidad local y el territorio, como deposito estratificado de un patrimonio natural y cultural, no valen más por aquello que son, sino por aquello que devienen en sus procesos de valorización. D) Características del Plan de Ordenamiento Físico o Plan General Constituye el instrumento orientado a brindar la referencia territorial de orden físico natural y construida de los dos planes anteriores a través de la definición de planes y proyectos, generales y sectoriales, de carácter sistémicos, de partes urbanas y sitios particulares, que deben ser coordinados desde una visión territorial general y posibilitar viabilizar a través de propuestas concretas, las grandes pautas elaboradas en los dos planes anteriores. Sus principales contenidos están orientados al ordenamiento del uso del suelo, del agregado edilicio y del sistema de grandes infraestructuras urbanas, equipamientos urbanos, espacio público, intervenciones
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particulares integrales en áreas específicas del tipo master plan. En la actualidad la concepción de plan de ordenamiento físico ha cambiado hacia una visión compleja y estratégica del territorio directamente vinculada a: la gobernanza del lugar en las áreas urbanas. Tiene que ver con el esfuerzo de la gobernabilidad que reconocen que tanto las cualidades de los lugares de un área urbana y la organización espacial de los fenómenos son importantes para la calidad de vida, para justicia distributiva, el bienestar ambiental y la vitalidad económica. Se centra en las estrategias que tratan el territorio de las áreas urbanas no sólo como un recipiente en el que las cosas sucedan, sino como una compleja mezcla de nodos y redes, lugares y flujos, en la que múltiples relaciones, actividades y valores coexisten, interactúan, se combinan, están en conflictos, presionan y generan sinergia creativa. El foco esta puesto en torno a la acción colectiva, tanto en los ámbitos formales de gobierno como en los esfuerzos de la movilización informal, que busca influir en las relaciones socioespaciales de un área urbana, por diversos fines en la búsqueda de varios valores. Tiene que ver con la formulación de estrategias que busca “reunir” una idea de una ciudad o región urbana (Amin, 2002), con el fin de hacer un trabajo político en la movilización de recursos y conceptos de la identidad de lugar. Fuente: Patsy Healey, 2007.
En cuanto al término espacial, el mismo refiere al esfuerzo de autoconciencia colectiva para re imaginar una ciudad, una región urbana o amplio territorio y traducir el resultado en las prioridades de inversión en la zona, medidas de conservación, inversiones estratégicas de infraestructura y los principios de la regulación del uso del suelo. El término ‘espacial’ pone de relieve el «donde de las cosas”, ya sea estática o en movimiento, la protección de los “lugares” especiales y sitios; las interrelaciones entre las diferentes actividades y redes en un área, y las intersecciones importantes y nodos en un área en la que están físicamente colocalizados. Fuente: Patsy Healey, 2007.
E) Características del Urbanismo a pequeñas dosis como estrategia del Urbanismo Social • Las alternativas minimalistas de intervención a pequeñas dosis por partes, podrían ser consideradas como estrategias propias del urbanismo social, (cuyos casos paradigmáticos son las ciudades de Medellín –Sergio Fajardo–, Colombia y Sevilla –Richard Florida–, España). Por urbanismo so-
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cial, se entiende una política urbanística la cual trasciende la preocupación casi exclusiva por la ordenación del territorio y la arquitectura. Coloca al ser humano en el centro del discurso, a partir de aproximaciones multidisciplinares al fenómeno urbano. Se apoya en un urbanismo cívico que toma como pilares la transparencia y la participación ciudadana, la protección de los más débiles, se preocupa por el pleno desarrollo de todos los barrios, apuesta a la construcción de vivienda protegida y a la mejora de la calidad de vida como elementos de sustentabilidad. El urbanismo social no es una propuesta antiintelectual y populista, sino que es el resultado de esfuerzos interdisciplinares y multisectoriales. Se trata de una comunión de saberes, preocupaciones y propuestas donde la justicia social y la equidad pueden ser posibles. Se rescata la característica de concepto dinámico y cambiante que se modifica según sean las condiciones sociales y urbanas del momento. Apunta a soluciones diversas y flexibles, heterogéneas, evolutivas, que estimulan la particularidad y potencialidad de cada parte de la ciudad e involucran a los actores sociales en procesos de aprendizaje social y capacitación laboral. Es respetuoso de las particularidades de las culturas. Plantea una simbiosis evolutiva entre gobierno y ciudadanos para lograr mejoras continuas que puedan estimular a otras comunidades a organizarse e informarse para contar con una estrategia que les permita construir sus propios mecanismos de desarrollo y lucha. Se trata de un proyecto social en el que se construye conocimiento entre el aporte de los expertos y conocimiento popular. Se basa en la democracia participativa. Este tipo de urbanismo debe ser acompañado de reformas educativas, laborales, económicas y sociales dirigidas hacia la justicia social. No es suficiente construir edificios y mejorar la infraestructura para lograr erradicar la pobreza y la desigualdad y afectar drásticamente la tasa de violencia u otros factores sociales críticos. El verdadero ejercicio de los derechos de los ciudadanos, su organización y voz son necesarios para la gestación de un proceso transformador hacia una nueva visión de la relación del ciudadano y el gobierno. Los espacios de discusión, la accesibilidad de la información a todos los sectores de la ciudadanía y la implementación de procesos democráticos participativos son imprescindibles en la transformación del desarrollo urbano, social, político y económico. La participación de las comunidades, el proceso de educación, información, debate, es lo que permite ver otra realidad, una donde los habitantes son escuchados y son parte fundamental del resultado final. El urbanismo social se basa en la intención de éstos al ser un claro referente de sus valores, tensiones y anhelos. A través de éste, la ciudad se transforma en una ciudad más justa, diversa e inclusiva... Fuente: Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, 2008.
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Estrategias que pueden ser consideradas como pertinentes a un urbanismo social: • PUI (Proyectos Urbanos Integrales). Es un instrumento de intervención del territorio que abarca la dimensión de lo físico, lo social y lo institucional, con el objetivo de resolver problemáticas específicas sobre un área definida, colocando todas las herramientas del desarrollo de forma simultánea en función del área de intervención. • Programas de mejoramiento barrial. Algunos ejemplos representativos son: el programa Favela Barrio, Brasil, y la particular experiencia en el de Jorge Jáuregui; Programa Habitar-Brasil y Programa Nova Baixada, Brasil; Programa de Desmarginalización de la Alcaldía de Bogotá; Programa Nacional de Mejoramiento de Barrios, Chile; Programa de Integración de Asentamientos Irregulares, Uruguay; Subprograma de Mejoramiento de Barrios, Bolivia; PROMEBA, Programa Mejoramiento de Barrios, Argentina; (Fernández Wagner, Raúl). • “Acupuntura urbana” o Microplaneamiento (microproyectos). Para Jaime Lerner, una buena acupuntura urbana puede ser cualquier actuación que produzca efectos positivos en la ciudad, desde nuevos edificios de equipamiento, la restauración de los existentes y los proyectos urbanos singulares hasta las decisiones mediáticas o las nuevas costumbres. La practica de la acupuntura esta orientada a buscar el equilibrio vital de las ciudades, basado en un modelo de ciudad en el que tiene prioridad la equidad, la convivencia y la cohesión social, el desarrollo sostenible, la habitabilidad, la solidaridad, la cultura y la educación urbana, al igual que la compacidad urbana, la conservación y la rehabilitación del patrimonio histórico y popular. • Diseño de la comunidad (Design by Community), diseño participativo. Se concibe la Planeación Urbana Participativa como un proceso en el que están involucrados diversos sujetos, que no necesariamente coinciden entre ellos, donde lo importante no es una imagen-objetivo idealizada, sino señalar objetivos, cuya materialización puede alcanzarse a través del proceso, de diferentes formas y por distintos agentes. Por tanto, el tiempo para este tipo de planeamiento, es el tiempo real, cotidiano, antes que el imaginario futuro. Es también un proceso compartido de decisiones sobre un futuro deseado, donde los fines y los medios son seleccionados y puestos en práctica, colectiva y democráticamente. Es ejercer el derecho que las mujeres y los hombres tienen de influir en las decisiones que los afectan, conociendo que ellos juegan papeles diferentes en la sociedad a partir de necesidades distintas,
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que deben constituir la base del planeamiento y diseño de las políticas. • Sinergia proyectual versus planificación. El caso IPPUC Curitiba. En Curitiba – la denominada capital ecológica de América – se pusieron en práctica algunos conceptos interesantes tales como la idea de desarrollar proyectos interactivos y sinérgicos entre si, casi configurando de manera inductiva programas y hasta planes. El sistema de transporte público multimodal articulado es un ejemplo de ello como así también el proyecto llamado Lixo que nao e Lixo (Basura que no es Basura) de gran incidencia socioambiental. El modo con que se trató de manera conjunta aspectos tales como las inundaciones urbanas resultantes de cuencas intraurbanas desreguladas y la perspectiva de crear nuevos parques urbanos bajo la forma de humedales o esponjas capaces de recibir excedentes hídricos transitorios, es otro caso exitoso. • Las experiencias de presupuesto participativo implementadas por primera vez por el alcalde de Porto Alegre, Olivio Dutra, Brasil, en 1989. Actualmente, miles de personas participan activamente durante el proceso mediante asambleas, debates y consultas. Los participantes conjuntamente definen las prioridades, obras y acciones que emprenderá el gobierno cada ano. Los ciudadanos controlan directamente aspectos de la ciudad como el transporte, vivienda social, educación y hasta la remoción de escombros. Esta implementación de democracia directa creo y fortaleció la participación y deliberación de las comunidades en los procesos políticos (Querrien, 2005). El resultado de esta gestión innovadora ha sido un creciente nivel de conciencia política de los ciudadanos, que se ven informados en control del porvenir de su entorno. Además, este proceso participativo ha sido elemento fundamental para eliminar la burocracia y la corrupción que tanto separa a la sociedad civil de los procesos políticos, lo cual los motiva a ejercer realmente sus derechos como ciudadanos. El modelo de presupuesto participativo de Porto Alegre ha sido emblemático para otras ciudades en América Latina y Europa, que han utilizado esta manera de participación ciudadana al adaptarla a su contexto y tradición democrática (Yuiza Martínez Rivera, 2011). A modo de primer evaluación critica sobre este panorama de perspectivas que caracterizan las estrategias de conocimiento y actuación más actuales en urbanismo, se considera que en ellas subyace una cuestión de interés cognoscitivo relacionada con la vieja confrontación entre Plan y Proyecto, la cual pareciera aún no haberse superado.
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Si se indaga cómo fue el origen de la Planificación Estratégica, y junto con ello los objetivos que persigue, resulta evidente constatar que esta, desde sus comienzos, se constituyo en una visión alternativa al Plan regulador, director o estructural tradicional de la década de 1950. La Planificación Estratégica transitó por una primera generación de planes en la década de 1960, asociada a la planificación sistémica, luego, en una segunda generación en la década de 1980, se orientó hacia un modelo empresarial, acompañada de la ideología de la desregulación urbanística; posteriormente, en una tercera generación en la década del 1990, maduró hacia una postura visionaria y reticular para orientarse en la primera década del S XXI ya no a la planificación sino, a la gestión estratégica de las ciudades. A lo largo de este proceso ha mantenido su cualidad característica de planificación del desarrollo socio económico enfocada a la definición de las principales políticas publicas sectoriales, además, ha mantenido su característica de contener una vaga referencia territorial que no ha llegado a superar el carácter de indicaciones esquemáticas, sintéticas, sobre los elementos físicos, naturales y construidos, que estarían actuando como soporte material a sus políticas y programas de actuación. En este sentido se reconoce la deuda que aun mantiene el Plan Estratégico con la prefiguración de un proyecto territorial, más allá de figuras retóricas metafóricas o esquemas topológicos o geométricos sintéticos. El Plan Estratégico parece haber perdido, dentro de su propio desarrollo, una respuesta también alternativa orientada al proyecto territorial. De allí que hoy en día, se reclame la necesaria complementación del Plan Estratégico con el viejo Plan General de ordenación física que termina actuando como instrumento auxiliar necesario para poder articular las grandes líneas de acción del Plan Estratégico a referencias más precisas sobre el territorio. Ésta es la gran falencia de la Planificación Estratégica, en cuanto a su incapacidad en brindar una imagen proyectual territorial general sobre la ciudad. Existen algunos intentos por subsanar estas falencias a través de concebir un proyecto territorial deseable a partir de imágenes metafóricas soportadas en elementos territoriales estratégicos, de todos modos, estas estrategias no superan la cualidad multievocativa de la metáfora. A partir de ello se considera que el aporte más significativo del Plan Estratégico se focaliza en el importante proceso de construcción social del conocimiento sobre la realidad urbana, que ha sido capas de generar a través de procesos participativos, multisectoriales, interinstitucionales, interdisciplinarios, dotándolo con una gran dosis de legitimación social, dinamismo y adaptación a las complejas y cambiantes condiciones socioeconómicas actuales. En este sentido pareciera estar más en diálogo con los aportes las estrategias de planeamiento del incrementalismo inconexo de Lindblom, el planeamiento comunicativo de John Forester, el planeamiento transactivo de John Friedman, y la focalización sobre lo procedimental. Si ahora pasamos a considerar el proceso actual por el cual transita el viejo
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y consagrado Plan General de ordenamiento físico, notaremos que éste también ha ido consolidándose como instrumento de control y prefiguración proyectual de la forma urbana a través de distintas fases de evolución. Surgido inicialmente dentro del programa teórico del Academicismo Esteticista y la Tradición Continental Urbanística, incorporando luego los contenidos funcionales e higienistas del programa teórico de la Tratadística Alemana, entre fines del siglo XIX y principios del XX, termina por constituirse en una primera fase, como Plan Regulador General. Como tal, llegará a su máxima consagración en una fase posterior, propia de la década de 1950, a través de la figura del Master Plan, como prefiguración de un proyecto urbano integral. Estos planes también tuvieron etapas de evolución y, como lo planteó Bernardo Secchi, estuvieron asociadas a: una 1ra. Generación, en la década de 1950, cuyo principal objetivo era la expansión urbana; una 2da. Generación, en la década de 1970, influidos por la Tendenza italiana de Aldo Rossi, empeñados en dotar a la ciudad de servicios sociales adecuados; una 3ra. Generación en la década de 1980, caracterizados por limitarse a modificar la ciudad existente y aspirar a adecuar su espacio a las necesidades de la sociedad contemporánea. En la década de 1950, los Planes Generales entran en crisis alentada por su incapacidad para responder a las complejas y cambiantes condiciones socioeconómicas que se avecinaban con la década del 1960. Ante ese panorama intentan reformularse desde una fuerte visión disciplinar de corte fisicalista, morfologista, con ambición de constituirse en una ciencia urbana autónoma, a partir de tomar como objeto de estudio propio la arquitectura de la ciudad y la interpretación del proceso histórico de configuración de la misma, como fue el momento propio de la Tendenza italiana en torno a la figura clave de Aldo Rossi en la década de 1960. Sus esfuerzos por actuar desde la arquitectura de la ciudad como proyecto para la ciudad, se extendió hasta la década del 1980, en donde su ambición proyectual mostró serias limitaciones ante la complejidad de las problemáticas de la ciudad difusa, posfordista, que demandaban respuestas que ya no dependían de la arquitectura sino de complejas situaciones económicas, técnicas y sociales, ante lo cual esta propuesta se vio imposibilitada de ofrecer soluciones apropiadas, quedando así limitadas sus intervenciones a partes aisladas de la ciudad a través de la figura, en aquel momento consagrada, del Proyecto Urbano de la ciudad por partes. Nuevamente fracasaba el intento de ordenar la ciudad desde una visión arquitecturizada frente a la necesidad de contar con recursos de conocimiento y actuación urbana más apropiados para abordar la complejidad sociofísica de la ciudad posfordista y las emergentes problemáticas ambientales y de la ciudad global. Fue ese el momento en que la Planificación Estratégica ganó terreno y surgió como una opción alternativa que permitía una gestión más dinámica del desarrollo urbano. No obstante, la figura del Plan de Ordenamiento Físico, siguió subsistiendo
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a través de un nuevo agiornamento que se le ha practicado a través de la incorporación en su elaboración de estrategias de gobernanza, diseño comunitario y visión de la comunidad, o sea, recursos propios de la Planificación Estratégica integrados al proceso de construcción de este tipo de Plan para convertirlo ahora en un Plan Físico Estratégico. Puede considerarse éste como un intento de acercamiento desde el proyecto físico de la ciudad, hacia el Plan Estratégico socioeconómico, a través de recursos que ambos comparten tales como la gobernanza, los presupuestos participativos, la construcción de una visión de la comunidad, la utilización de imágenes metafóricas, son algunos ejemplos. Como una postura intermedia entre Plan Estratégico y Proyecto Estratégico, se encuentra la aproximación ambiental. La misma se despliega dentro de una matriz ordenada básicamente en torno a dos posturas claves, la biocéntrica, surgida en la década de 1960 con la crisis energética y los primeros desastres ecológicos, para continuarse con todos los Programas de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente a partir de la década del 1970 hasta llegar a nuestros días bajo la forma de las Agendas 21 Locales, el Planeamiento y Diseño Ecológico actual y la Ecología del Paisaje, surgida esta ultima en la década del 1980. En esta línea ambiental se prioriza la escala regional y las regiones naturales por un lado, por otro lado, los aspectos más ecológicos y funcionales en ámbito urbano. Las acciones proyectuales sobre el territorio se focalizan sobre los elementos naturales, principalmente, a través de la matriz ambiental, y cuando se trata del ámbito urbano, lo hacen con relación a cuestiones de tipologías de edificios apropiadas para la configuración de la arquitectura urbana con fines de ahorro energético y bajo consumo de suelo, cierre de ciclos de ecosistemas naturales, huella ecológica, pero no avanzan sobre una visión proyectual del territorio construida a partir de una perspectiva más comprometida con una dimensión cultural compleja y multidimensional. Las propuestas se orientan hacia las acciones proyectuales sectoriales que, en combinación sinérgica, deben generar un ambiente adecuado de habitabilidad en términos de un comportamiento eficiente de flujos de materia, energía e información. Los planes ambientales de este tipo suelen incluirse como un subsistema de plan sectorial complementario dentro del Plan General. La otra postura ambiental es la antropobiocéntrica, la cual, siendo heredera de las visiones pioneras de un ambientalismo regionalista con gran sensibilidad por interpretar la región natural con relación a la cultura, a partir del legado fundamental de Patrick Geddes y Lewis Mumford, ha llegado en la actualidad a conformarse como visión territorialista centrada en torno a la propuesta de Alberto Magnaghi. Esta perspectiva puede considerarse como un autentico paso hacia una posible superación de las tres posturas antes nombradas: La del Plan Estratégico, la del Proyecto urbano a través del Plan de Ordenamiento y la del Plan ambiental biocéntrico.
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Si la tradición del Planning, a través del actual estadio de evolución de la Planificación Estratégica, ha contribuido a instalar los mecanismos de construcción social y participativos de un plan como instrumento complejo y multidimensional de distintos tipos intereses y conocimientos articulados; si por otro lado, la actual concepción de Plan Físico Estratégico, ha dado un paso hacia una lectura más compleja y multidimensional de la ciudad fuera del reduccionismo arquitectónico; y, si, por otro lado, el ambientalismo biocéntrico ha provisto los conocimientos ecológicos más importantes para interpretar mejor el medio natural; el enfoque territorialista los ha subsumido en un nuevo estado de evolución cualitativa en el que Plan, Proyecto y Ambiente conforman una sola unidad a través de considerar al territorio como un objeto de estudio interfase entre lo social y lo natural, entre lo material y lo simbólico, entre la visión proyectual y la actuación transformadora, y lo hace a partir de concebir Escenarios Estratégicos Territoriales. Estos son interpretaciones a futuro de los yacimientos patrimoniales (ambientales, territoriales, paisajísticos, sociales, culturales) y de su puesta en valor durable; reflejan, en el diseño, los mapas patrimoniales de los cuales son alimentados; se trata en cada caso de un diseño no normativo, sino de valor heurístico, que no agota la complejidad de la visión estratégica; los escenarios proponen visiones del territorio que expresan una tensión utópica, en términos de utopía concreta; los escenarios contienen, más allá de un valor proyectual, un valor comunicativo: su forma, su lenguaje deben ayudar a la activación de procesos participativos para la construcción de pactos locales de desarrollo, volviendo perceptibles a los diversos actores del proceso, institucionales y no, el valor del territorio como bien común que el escenario trata en sus visiones de transformación autosostenible; los escenarios son multiescalares y multisectoriales.
En cuanto a las características más relevantes de la ciudad latinoamericana que orientan la presente indagación reflexiva y propositiva, se reconoce el siguiente conjunto de problemáticas articuladas que dan indicios de un cronotopo característico: En el orden social: • La pobreza estructural, la informalidad, la ilegalidad, articuladas a la debilidad de los gobiernos locales para poder actuar política, económica y legalmente sobre la ciudad, constituyen factores claves que alimentan la resistencia social a la regulación física y funcional de la ciudad. • Gran parte de la realidad de la ciudad es ilegal y resulta difícil encuadrarla en los marcos regulatorios existentes que se muestran inapropiados ya que estos fueron concebidos para una ciudad idealizada en lo formal, legalizada, desconociendo el fenómeno de hecho
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de la informalidad e ilegalidad. • La Informalidad social se expresa a través de barrios marginados y genera espacios urbanos característicos: villas miseria. • La persistencia y acrecentamiento de asentamientos urbanos marginados, con serias falencias de infraestructuras y servicios, con población en situación de pobreza estructural, sobre los que se actúa desde acciones de mejoramiento del hábitat precarias y desarticuladas de proyectos socioeconómicos complementarios que, cuando existen, no suelen generar cambios significativos en la condición de vida de ese sector de la población, por falta de continuidad de las políticas publicas en la materia y el consecuente descrédito y falta de compromiso de la población destinataria. • La violencia social, relacionada a la inseguridad y vandalización de los espacios públicos. En el orden físico: • La fragmentación en los procesos de configuración y gestión, a partir de proyectos inconclusos y cambiantes durante su desarrollo, así como de gestiones urbanas interrumpidas y con constantes cambios de rumbo en las políticas urbanas. • Dificultad para controlar la forma urbana de la arquitectura hacia partes o sistemas homogéneos debido a que es más importante la determinación que sobre dicho proceso ejerce al mercado privado, que la capacidad de regulación del estado. • La configuración del espacio publico es más el resultado del residuo espacial espontáneo que dejan las construcciones privadas, sobre el cual se aplican acciones proyectuales paliativas insuficientes o incapaces de reconvertir su pobre calidad como escenario de la vida publica, que el resultado de planes o proyectos públicos tendientes a definir una configuración deseada. • Deficiencias crónicas en las infraestructuras, equipamientos y servicios públicos que aumentan la fragmentación urbana, la marginación y desigualdad social, la calidad de vida. Las políticas publicas en materia de infraestructuras y servicios están muy condicionadas por la incapacidad económica de los municipios de financiar este tipo de mejoras urbanas, en consecuencia, quedan fuertemente determinados por las políticas, programas o financiamientos que puedan provenir del gobierno provincial o nacional, o la receptividad y capacidad contributiva de los vecinos beneficiarios. • El surgimiento y construcción de nuevos barrios o partes de la ciudad, es más el resultado de un proceso autorregulado que planificado. Muchos de estos procesos se dan a partir de procesos espontáneos de urbanización y loteos que se orientan por el mercado de tierra e inmobiliario, o bien surgen a partir de com-
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plejos habitacionales programados desde los gobiernos nacionales o provinciales, o bien los casos extremos de invasiones de tierras por sectores de población socioeconómicamente marginada del sistema. • Suele ser una situación frecuente que, algunos sectores económicamente poderosos de la población vinculados a los intereses políticos partidarios del gobierno local, provincial o nacional, adquieran un poder de incidencia considerable sobre el proceso de construcción y regulación de la ciudad, sobre cualquier otro proceso de planificación basado en la participación, opinión y consenso de la comunidad organizada en sus múltiples instituciones sociales. • El espacio público suele convertirse en un ámbito de apropiaciones abusivas por parte de distintos tipos de grupos sociales. Es un escenario sobre el que resulta difícil alcanzar un nivel apropiado de control y diseño urbanístico de calidad que pueda preservarse en el tiempo. En el orden político y de gestión: • Surgimiento de procesos de autogestión espontáneos vinculados a los sectores más pobres o a la falta de respuesta del gobierno a demandas sociales de la población. • La confrontación y desarticulación de intereses políticos partidarios en materia de política urbana de infraestructura, equipamientos, servicios, entre los niveles del gobierno local, provincial y nacional. • Algunas ONG o instituciones comunitarias desempeñan una función colaborativa complementaria importante a la función del Estado en cuanto a prestación de servicios sociales básicos de salud, educación, recreación, vivienda, infraestructura, orientados sobre todo a grupos sociales carecientes en barrios marginados frente a los cuales, particularmente los gobiernos locales, no cuentan con los recursos necesarios para brindar respuestas apropiadas. Problemáticas propias de las prácticas políticas de los gobiernos locales: • Partidismo político solipsista. Es un hecho excepcional que, desde el punto de vista partidario, un gobierno local, llegue a reconocer que un partido opositor pueda tener mejores respuestas o razón, sobre el modo más conveniente de abordar alguna problemática urbana local. • Política personalista, en la que es más importante y convocante la imagen o representación social popular en torno a un candidato, que a veces, ni siquiera cuenta con trayectoria política, y junto con ello, su modo individualista y particular de tomar decisiones, que la propuesta del partido político al que pertenece y el trabajo de todo un equipo coordinado de gobierno
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• Desacreditación popular de candidatos políticos claves de los partidos políticos tradicionales • Maniobras de alianzas y acuerdos entre partidos políticos con fines electoralistas que, una vez en el gobierno, entran rápidamente en crisis por intereses encontrados generando falta de confianza y perdida de credibilidad en la población por los programas de gobierno y sus autoridades. • Practicas persistentes en modalidades actualizadas de clientelismo político, caciquismo, oportunismo electoralista a través de punteros políticos, que terminan beneficiando en primera instancia a los militantes partidarios o a los que han ayudado a captar votos por sobre el resto de la población. • Las personas que conforman los equipos de gobierno no siempre tienen un perfil apropiado en cuanto a idoneidad y pertinencia profesional y social para las funciones especificas para las que son nombrados en cargos claves. Muchas veces sus nombramientos responden más a conveniencias político partidarias de compromiso con militantes o acuerdos con otros partidos con los que conviene mantener cierto ambiente de dialogo para poder gobernar. • Las instituciones comunitarias en general, deben afrontar una tarea de dialogo político muchas veces desalentador con el gobierno local, a partir de sus intentos de incidir en las agendas de gobierno a través de iniciativas propias sobre problemáticas diversas de la ciudad en las que ,a veces, llevan muchos años trabajando con gran conocimiento de las mismas. Esta situación suele agudizarse hasta llegar a la falta total de dialogo, cuando sus propuestas representan alternativas contrarias a la política del gobierno local. • La falta de credibilidad e interés de los habitantes de la ciudad en los planes, proyectos y programas urbanos, debido a un proceso crónico de promesas de campañas electorales incumplidas y del clientelismo, caciquismo, político partidario, sumado a la corrupción en la gestión política, que beneficia a algunos barrios y desatiende a otros. • Políticas de descentralización defectuosas que otorgan nuevas capacidades y responsabilidades de acción a los gobiernos locales dentro de un marco de actuación legal y generación de recursos económicos insuficientes. • La insuficiencia de recursos humanos con un apropiado nivel de formación científico y técnico disponibles en los cuerpos técnicos de los gobiernos locales, para llevar adelante procesos de planificación y gestión urbana estratégicos, ambientales y participativos. • La falta de políticas urbanas inteligentes que sepan establecer sinergias positivas con los intereses y bienes del sector privado en beneficio de los intereses generales de la ciudadanía, en momentos positivos para la economía del país, que beneficia a ciertos sectores económicos, como por ejemplo, la industria de la construcción y el
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mercado inmobiliario y financiero a el vinculado. De orden urbanístico y ambiental: • Las políticas y planes urbanos adquieren la característica de discursos que proclaman una visión de ciudad a alcanzar, una imagen deseable que nunca se cumple más allá de algunos aspectos puntuales e inconexos de la misma, en el mejor de los casos, y con serias modificaciones respecto a las propuestas originales, debido, sobre todo a: - La falta de una política urbana coherente y continua que trascienda las distintas gestiones de gobiernos de partidos políticos diferentes - El ambiente crónico de confrontaciones, disputas y clientelismo político partidario, que caracteriza a las distintas gestiones de gobiernos locales y que impiden construir una visión compartida más allá de los intereses y compromisos políticos partidarios - La ausencia de un marco institucional que regule y vincule la planificación urbana a la gestión de gobierno y los recursos económicos • La ausencia de una política urbana metropolitana que permita coordinar y eficientizar recursos económicos, equipamientos, infraestructuras y servicios, preservación del medio ambiente, desarrollo socioeconómico endógeno. Una de las principales causas de esta problemática es la dificultad en alcanzar una coordinación de las políticas urbanas entre los gobiernos locales de un área metropolitana debido a visiones político partidarias encontradas y al mayor rédito, para la gestión de cada gobierno local, que implica lograr acuerdos provechosos con niveles superiores de gobierno (provincial o nacional) del mismo partido político. • Dificultades de orden legal y económico de los gobiernos locales para tomar decisiones sobre el destino de importantes suelos urbanos estratégicos para la ciudad, pertenecientes a empresas y entes de servicios públicos nacionales o provinciales que pudieran estar no operativos o desafectados pero sigan en propiedad del estado nacional o provincial sin una política clara que defina su destino final. (ej. Áreas portuarias, ferroviarias). • Ausencia de políticas ambientales que permitan la preservación, ordenamiento y gestión de áreas y sistemas naturales y el tratamiento de problemáticas como los residuos urbanos, aguas negras, residuos industriales, etc. • La falta de un marco jurídico apropiado en materia de regulación urbanística vinculada a la gestión y al presupuesto del gobierno local.
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¿Que balance se puede hacer de los resultados que esta arrojando la experiencia de actuación desde la Planificación Estratégica en la ciudad latinoamericana? Aspectos positivos: • El análisis de la realidad se dirige hacia problemas críticos y cualidades singulares de los sistemas indagando especialmente las relaciones que existen entre todos los sectores y agentes sociales involucrados y explorando distintos escenarios de evolución futura. • Desde el punto de vista de los agentes sociales, la participación ciudadana pasa a un primer plano en todo el proceso de planificación y, de hecho, se le concede más importancia a las acciones y gestiones desarrolladas que a la planificación, por ello se promueven los máximos cambios sociales a corto plazo y la mayor divulgación y compromisos públicos posibles. • Por último, los objetivos se establecen de forma consensual aunque ello suponga acuerdos de mínimos y definiciones muy abiertas y ambiguas, de lo que se trata es del lanzamiento de la ciudad con grandes proyectos estratégicos que la posicionen internacionalmente sin que necesariamente tengan una clara espacialización de todos sus contenidos. • Virtudes epistemológicas: Proyectos (en construcción permanente); Globalidad (integra tiempo y sectores); Reflexividad (racionalidad social) • Virtudes políticas: Control social de mercado y Estado; Integrador de diferencias; Flexibilidad normativa y política Fuente: Miguel Martínez López, 2007.
• Políticas de fortalecimiento de las instituciones de la Sociedad Civil buscando una mayor organización comunitaria y un modelo de gestión de las acciones. • Mejora de los canales de participación y articulación, a fin de democratizar las decisiones y concentrar recursos y esfuerzos. • Programas integrados y polivalentes de hábitat donde se concentran acciones de regularización dominial del suelo, vivienda, empleo, de acceso a la infraestructura básica y los servicios urbanos, saneamiento ambiental, asistencia social y salud. • Programas de generación de empleo, creación de microemprendimientos productivos y de apoyo a pequeños empresarios no formales. • Políticas de revalorización del espacio público urbano, entendien-
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do a éste como el espacio privilegiado de la interacción, de la diversidad del intercambio social • Elaboración de nuevos instrumentos de orden urbano donde la dimensión ambiental asume un papel protagónico en el diseño y evaluación tanto de las reglamentaciones como de las acciones a desarrollar. Esto es así porque los problemas ambientales tienen un efecto no de deterioro de la calidad de vida de la población sino que son un factor de creciente peso que lleva a desalentar las inversiones y a bloquear adicionalmente la participación de las empresas locales en el comercio internacional. • Creación de instrumentos para retener parte del excedente económico generado localmente. Esto abre la posibilidad de reinversión en el propio territorio a fin de, diversificar la base económico productiva y otorgarle sustentabilidad a largo plazo al proceso de crecimiento. • Políticas locales de fortalecimiento de las pequeñas y medianas empresas formales en la medida en que estas demoran en adaptarse a los nuevos sistemas de producción y regulación con las consiguientes pérdidas de oportunidades y destrucción del potencial productivo. • Creación de nuevos espacios de gestión conjunta entre el sector público y privado. Programas de capacitación y de mejora de los sistemas educativos locales, en la medida que estas se consideran herramientas estratégicas para enfrentar los nuevos escenarios. Fuente: Andrea Catenazzi y Eduardo Reese, 1998.
Aspectos críticos: • Se monta sobre ideales proyectuales de alta deseabilidad y objetivos utópicos; que resultan en planes prácticamente gemelos aunque aplicados a territorios distintos; • La urgencia por mostrar resultados incide en la exclusión de cuestiones estructurales; • Al tener origen en las teorías empresariales (competitividad territorial, eficiencia de gestión) se establece un problema dialéctico entre la lógica política y social, ante la prevalencia de relaciones de poder verticales; • La excesiva sumisión del plan a las fuerzas del mercado y entidades colaboradoras es un riesgo a futuro; • La falta de consideración de las múltiples variables que hacen a la realidad lo cal, del diálogo y consenso entre los actores clave involucrados; • La adopción acrítica de modelos pensados y creados para otras
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sociedades y en otros contextos socioespaciales, conduce a generar descreimiento en la sociedad y a restar potencia a las acciones de transformación; • Economicismo (prima competitividad económica, terciarización, crecimiento constante...); • Espectacularización (retórica ecológica, participación parcial de tipo “cogestión”, eslóganes y grandes proyectos...); • Simplificación (de la complejidad social, de las ideas de entorno y ciudad, de las relaciones pasado-futuro y conocimiento-acción, del largo plazo...); • Existe, en general, una falta de conocimiento y entrenamiento en metodologías de planificación innovadoras respecto de la visión tradicional “tecnocrática”; • Aún cuando hoy ya nadie discute que la búsqueda de consensos es un camino democrático y eficiente de gestión de políticas, existen grandes dificultades para hacer efectiva y sostenida la participación comunitaria. • Las estrategias y canales de comunicación existentes son débiles y se limitan al uso de los medios “masivos”; • El rol que jugará el municipio en el proceso suele generar suspicacias: existe una fuerte desconfianza por el uso político “partidario” del Plan (en particular en años electorales); • Cortoplacismo en el sistema político local: la planificación no se inaugura; • En reiteradas oportunidades se encuentran resistencias en los Concejos Deliberantes en la medida que estos “sospechan” que las diferentes instancias de construcción de consensos en el plan les hará perder su papel de mediadores políticos; • Es generalizada la falta de confianza en la utilidad del Plan. La crisis de credibilidad de la planificación como instrumento, se explica por su histórica ineficacia; • Los conflictos de espacios de poder entre áreas municipales son la fuente de generación de fricciones en el aparato burocrático; • El concepto de “desarrollo local” es un concepto en formación, poco difundido, poco conocido y, todavía, propiedad de los intelectuales y académicos; • Los actores públicos y privados suelen carecer de información actualizada y/o confiable para la toma decisiones. Si bien es cierto que no se está impulsando una metodología “datista” o basada meramente en datos (que se suponen “técnicamente objetivos”), es común la falta y/o dispersión de la información y el conocimiento sobre los procesos que operan sobre el territorio. Esta situación suele expresase con mayor crudeza en las ciudades medianas y chicas; • La participación de los diferentes sectores sociales que caracteriza a los procesos de elaboración y ejecución de los planes estratégicos no ha sido equitativa;
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• La cuestión de los alcances que tiene un plan estratégico frente a los planes de ordenamiento urbano vigentes plantea en muchas ciudades un ámbito de conflicto de competencias; • La resistencia al cambio, tanto en la organización municipal como en las instituciones de la sociedad civil, se presenta en general como una traba.
¿Qué balance se puede hacer de los resultados que esta arrojando la experiencia de actuación desde estrategias puntuales, sobre la ciudad latinoamericana? • Están particularmente focalizadas sobre las áreas urbanas criticas asociadas, en la mayoría de los casos, a los barrios más pobres y marginados, muchas veces vulnerables al embate de fenómenos naturales, en donde la pobreza estructural de sus habitantes va acompañada de una preocupante situación sanitaria, bajos niveles de instrucción, ambiente social violento, pobres capitales sociales, ausencia de infraestructuras urbanas básicas, falta de equipamiento de servicios comunitarios esenciales, mala accesibilidad vial y de transporte publico, contaminación ambiental y gran irregularidad dominial, desorden catastral y construcciones espontáneas y precarias que generan condiciones de hacinamiento poblacional. • Construyen estrategias de mejoramiento del barrio o sitio clave sobre el que actúan, a partir de modalidades integrales de intervención en las que se hacen importantes esfuerzos por articular sinérgicamente aspectos sociales, urbanísticos, administrativos, constructivos, políticos y comunitarios, a partir de una fuerte decisión política vinculada a la disponibilidad inicial de recursos económicos, materiales y humanos dentro de estructuras administrativas e institucionales ad hoc coordinadas bajo la forma de programas de acción. Lo cual les permite una buena libertad de acción dentro de las estructuras administrativas y de gestión tradicionales con las que cuentan los gobiernos locales para llevar a cabo sus políticas urbanas, que muchas veces son un serio impedimento burocrático por su rigidez organizativa funcional. • Representan intentos con grandes posibilidades de adecuación a la realidad más profunda de un barrio o sitio a intervenir a partir de que los proyectos son, en algunos casos, concebidos como auténticos procesos de planificación y diseño participativo en los que la comunidad interviene activamente, lo cual contribuye a garantizar la legitimación social y la posibilidad de generar procesos de enriquecimiento del capital social de los habitantes del lugar. En estos procesos de conocimiento de la realidad barrial cobran parti-
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cular importancia la colaboración que puedan brindar aquellas ONG e instituciones comunitarias que cuenten con una presencia activa y de servicio reconocidas y valoradas por los habitantes del lugar. Este tipo de instituciones se convierten en actores sociales claves en el diseño de estrategias de empoderamiento comunitario y enriquecimiento del capital social, sobre todo, por estar tan cerca de la realidad en conocimiento y posibilidades de actuación apropiada sobre la misma en esos ámbitos particulares en los que despliegan su accionar. • Se adecuan mejor a las posibilidades financieras de los gobiernos locales, ya que, no todos los proyectos implican grandes inversiones ni costosos materiales o sofisticadas tecnologías y mano de obra muy calificada. En muchos casos se trata de obras que pueden ser realizadas con materiales provistos por el propio municipio a bajo costo o reciclado, complementado con la fabricación in situ de algunos componentes de construcción, realizados por la mano de obra de los propios vecinos del lugar que, organizados en cooperativas de trabajo, a la vez que brindan su mano de obra y perciben una retribución por ello, participan de programas de capacitación laboral que les deja un capital social extra como futura salida laboral en el mercado local. Por otra parte se aprovechan recursos humanos del propio barrio en los trabajos de mejora barrial, tales como gente con oficios o talleres que puedan aportar su conocimiento y trabajo para la realización de algunas tareas concretas que demanden alguno de los proyectos. • La escala acotada y de más probable concreción de los proyectos dentro de estos lugares particulares, hace que el gobierno local pueda satisfacer las expectativas de la población, en tiempo y forma, en consecuencia, ello impacta favorablemente sobre la renovación de la confianza y credibilidad de la población en las políticas publicas, los planes y programas de gobierno, con lo cual, estimula el interés por los problemas barriales y puede inducir hacia una actitud más participativa. • Uno de los retos más complejos que afronta este tipo de estrategias de intervención centrada en lugares particulares, a partir del modo en que muchas de ellas se plantean, como puede ser el caso de las acciones de acupuntura urbana, es lograr establecer las sinergias positivas deseadas entre distintas intervenciones puntuales dentro de la ciudad. Es un hecho que los efectos positivos de mejoramiento que producen determinados proyectos sobre los lugares intervenidos no actúan todos con la misma intensidad expansiva de sus efectos sobre el entorno. La implantación de un centro cultural en un barrio puede llegar a tener mejores posibilidades de expandir su efecto benéfico
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sobre el entorno barrial que la mejora producida a partir de la pavimentación de una calle interior del barrio sin una continuidad funcional y física con una vía troncal que permita mejorar la accesibilidad a ese lugar desde el resto de la ciudad y viceversa. Esta situación plantea serias dudas sobre el resultado del efecto de conjunto que pueda lograrse a partir de una estrategia de intervención urbana pensada únicamente desde las partes o fragmentos desarticulada de visiones estratégicas de conjunto, respecto a los equipamientos sociales o sistémica, respecto a algunas infraestructuras urbanas. • Por otra parte, si bien en algunos casos, los montos de inversión que demandan los proyectos para la mejora de un lugar particular, pueden estar proporcionados a la capacidad económica financiera de un municipio, las estrategias proyectuales no pueden pensarse únicamente dentro de estos parámetros, ya que, a veces, se hace necesario realizar obras de infraestructura, equipamientos urbanos o incluso acciones de mejoramiento de viviendas o proyectos de construcción de nuevas viviendas, que no pueden ser financiadas exclusivamente por los gobiernos locales debido a los altos costos de este tipo de obras. Con lo cual la capacidad de actuación pasara a depender en gran medida del gobierno provincial, del gobierno nacional o de algún organismo internacional que provea los fondos a través de algún tipo de programa internacional o crédito especial al estado nacional o provincial, previa evaluación de su capacidad de endeudamiento y aprobación consecuente. • Otra situación compleja es la coordinación entre las estructuras administrativas y de gestión del gobierno local, el provincial y el nacional, cuando los tres niveles son necesarios para llevar adelante un programa de mejoramiento barrial. A esta complicación de orden burocrático, si bien se la suele afrontar con la creación de unidades especiales de gestión interinstitucional, muchas veces deben afrontar conflictos derivados de criterios técnicos enfrentados, o las disputas políticas partidarias entre partidos políticos diferentes que pueden estar gobernando en cada uno de los niveles de gobierno. Este tipo de problemas terminan convirtiéndose en un nuevo obstáculo a la gestión.
¿Qué perspectivas de conocimiento y actuación sobre la ciudad latinoamericana abre el enfoque territorialista a partir de una propuesta adaptada al contexto latinoamericano? Como ya se esbozara al inicio, los principios epistemológicos generales del enfoque territorialista del urbanismo ambiental (Alberto Magnaghi) son los que presentan mayor potencialidad para elaborar una estrategia propia de conocimiento proyectual. En este sentido se rescata como principio estratégico aquel que considera al terri-
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torio como una compleja articulación de lugares. A partir de este principio se propone un sistema de hipótesis teóricas con carácter de ensayo científico, orientado a plantear una visión particular del urbanismo con un final abierto a la discusión teórica y a la contrastación de sus hipótesis, desde el cuestionamiento de aquellas concepciones del urbanismo como disciplina técnico-práctica, asociada a visiones reduccionistas de corte disciplinar, ya sea de índole arquitectónico, sociológico, económico, ecologista. Frente a estos reduccionismos se alienta la posibilidad de construir conocimiento desde una actitud dialógica entre campos disciplinarios, a partir de tomar como objeto de estudio complejo y multidimensional al lugar urbano, ensayando estrategias hermenéuticas de interpretación del mismo sustentadas en la construcción social del conocimiento y su puesta en diálogo con el conocimiento científico y técnico especializado reconocido dentro del urbanismo y considerado útil a los fines de la presente propuesta.
Condiciones contextuales de orden cognoscitivo que alientan el desarrollo de un urbanismo ambiental alternativo 1) La crisis de la modernidad se da ante la imposibilidad del conocimiento positivista de abordar la complejidad de las externalidades del sistema capitalista de orden económico, social y ambiental. La complejidad de los problemas socioambientales reclama de un cambio de estrategia cognoscitiva, una nueva racionalidad, que se abra a la complejidad y a los sentidos bloqueados por la cerrazón de la razón, superando la comprensión natural de una evolución natural de la materia y del hombre (ecologismo naturalista), fuera del logocentrismo, la cientificidad, en busca de reconstruir identidades a través del saber y la reapropiación del mundo desde el ser y en el ser, retomando la cuestión del ser en el tiempo, el conocer en la historia, el poder en el saber, la voluntad de poder que es un querer saber. Se trata de incorporar el límite del conocimiento y la incompletud del ser. Implica saber que la incertidumbre, el caos y el riesgo son condiciones intrínsecas del ser y del saber. Cuestiona la forma como los valores permean el conocimiento del mundo. Rompe la dicotomía sujeto-objeto del conocimiento (Leff, 1998). Se conceptualiza al ambiente como: una estructura socioecológica holística que internaliza las bases ecológicas de la sustentabilidad y las condiciones sociales de equidad y democracia, como la falta de conocimiento que impulsa al saber, como lo absolutamente otro frente al espíritu totalitario de la racionalidad dominante, en el subyace una ontología y una ética opuestas a todo principio homogeneizante, es un campo donde se articulan saberes, practicas y
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estrategias. Alienta una hermenéutica ambiental en tanto enlazamiento de sentidos diferenciados que vienen de seres diversos que se fecundan e hibridan en el presente, proyectándose al futuro sin poder siempre decir sus intenciones, recuperar su memoria pasada y anticipar sus identidades futuras (Leff, 1998). El nuevo ambiente cognoscitivo se caracteriza no solo por las perspectivas de la complejidad (Edgard Morin, 1995) y la hermenéutica (Paul Ricoeur ;Hans George Gadamer, 1994, 1997) sino, además, por el dialogo y la hibridación de saberes (Enrique Leff, 1998), el construccionismo cognoscitivo (P. Berger y T. Luckmann, 1968) y el paradigma hologramático (Morin, 1994). 2) Las nuevas condiciones epistémicas de abordaje de la complejidad ambiental actual ha generado una conciencia ambiental creciente y la necesidad de una mayor equidad social y sustentabilidad socioambiental del desarrollo acompañada de una revalorización de lo local, de la estimulación de la innovación y la capacidad emprendedora local y regional, y de la adquisición de mayores competencias de los gobiernos locales para establecer compromisos con actores sociales locales claves para construir políticas de adaptación flexibles a entornos cambiantes. Lo local emerge como factor de identidad sociocultural, escenario de compromisos y escala de desarrollo, dando lugar a la posibilidad de dotar de diversos sentidos a los procesos de interrelación local/ global (García Canclini, 1998) evitando pregonar el predominio de lo global y reproducir acríticamente a nivel local los principios dominantes de la globalización, y con ellos su ideología que contempla un único modo de desarrollo posible. (Madoery). Si hablamos de capacidades locales relacionales, entonces avanzamos conceptualmente en la subjetivización del desarrollo, colocando este concepto en el plano de lo intangible. El desarrollo debe ser considerado como más y más endógeno debido a su estrecha asociación con la cultura local y con los valores, actitudes y comportamientos que ella incluye. Por lo tanto, representa un proceso de construcción y maduración sumamente complejo, que involucra además de los necesarios niveles constantes y crecientes de crecimiento económico, interacciones sociales, instituciones acordes, pautas culturales y relaciones de poder favorables al mismo. También es un proceso de aprendizaje donde el tiempo, la historia y el espacio condicionan las actividades que llevan a cabo los agentes políticos, económicos y sociales. Por ello, el desarrollo está vinculado a un conjunto de capacidades locales como la innovación, creatividad y capacidad emprendedora de los agentes locales, la sol-
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vencia técnica y de gestión de los recursos humanos, la capacidad organizativa y de relacionamiento de las personas y organizaciones públicas y privadas, la capacidad de articulación con el entorno institucional y mercadológico, la capacidad de liderazgo y de generación de diálogos (Madoery). Para afrontar el desarrollo endógeno hace falta invertir en capital humano de tipo material, social y simbólico, con lo cual cobra particular importancia el aliento de las capacidades relacionales de los actores locales. Con ello se promueven el control endógeno, el conocimiento local, la vinculación entre empresas, entre sistema productivo y sistema tecnológico y científico, la participación e interrelación entre los actores y la ampliación de aquellas capacidades locales. Es decir que las dinámicas orientadas al desarrollo se ligan a capacidades relacionales, en una visión no mecanicista que incluye los procesos de constitución y reconstitución relacional de los actores como parte del desarrollo mismo (Coraggio, 1999). Para generar el desarrollo endógeno a partir de la una puesta en valor de una identidad local el enfoque territorialista reclama el protagonismo de la gente, de los habitantes que son los que deben tomar conciencia y poner en marcha relaciones, practicas, formas de producir virtuosas y eso significa hacer, construir sociedad local. Pretender fundar un desarrollo local autosostenible requiere ante todo del desarrollo de la sociedad local, requiere que la sociedad local exista, requiere que sus habitantes no se comporten como consumidores sino como verdaderos ciudadanos; que haya ciudadanía activa fundada en una valoración de los lugares, fundada en la recuperación de la palabra y con ella la capacidad a plasmar autónomamente su propio ambiente de vida y de relaciones. El enfoque territorialista por consiguiente pone su acento en los habitantes, su principal propósito es promover su capacidad de auto organización; que los habitantes que han sido expropiados de toda posibilidad de tomar decisiones sobre su territorio recuperen su capacidad de autogobierno. Poner énfasis en sus habitantes y en sus relaciones con el propio territorio permite a la escuela territorialista superar visiones sectoriales o parciales, sean funcionalistas o ambientalistas, sobre la sostenibilidad y formular sobre la misma una concepción integral, compleja, holística (Hincapie). 3) Respecto del cambio que se ha verificado en el ámbito de la planificación y las políticas publicas y estructuras administrativas en la era
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del post fordismo, la globalización y la ambientalización del desarrollo, se reconocen importantes procesos de reforma y adaptación de la administración pública a partir de procesos de: descentralización administrativa o descentralización intraestatal, descentralización económica o privatización y desregulación y una descentralización política o democratización (Coraggio), lo cual ha generado un nuevo protagonismo de los gobiernos locales. Estos, a través de sus políticas publicas y planes de desarrollo, reconocen la complejidad de los sistemas sociales y la integración en los mismos de valores, ideologías, intereses, apreciaciones subjetivas, incertidumbre, junto a sus agendas sociales para, a partir de ello, constituir sus agendas de gobierno y construir políticas públicas con otros actores sociales (gobernanza), desde el reconocimiento de que no es posible una autentica descentralización sin crear nuevas relaciones sociales, económicas y políticas. En términos políticos, una agenda es un conjunto de controversias políticas que serán percibidas en un momento dado dentro del espectro de preocupaciones legítimas del ámbito político (Cobb, 1976). Por agenda de gobierno, entonces, se entiende el conjunto de problemas, demandas, cuestiones y asuntos que los gobernantes han seleccionado y ordenado como objetos de su acción y, más propiamente, como objetos sobre los cuales han decidido que deben actuar o han considerado que tienen que actuar.
Fuente: Luis Fernando Aguilar Villanueva, 1994.
El desarrollo de estrategias en tal sentido se sustenta en el reconocimiento de la particularidad del capital asociado a la riqueza patrimonial de lo local-territorial capaz de generar su propio desarrollo endógeno (down-up). El desarrollo endógeno integra el crecimiento de la producción en la organización social e institucional del territorio, adopta una visión territorial y no funcional de los procesos de crecimiento y cambio estructural, en que entiende que los mecanismos y las fuerzas del desarrollo actúan sinérgicamente y condicionan la dinámica económica. Tiene, por lo tanto, una visión más compleja del proceso de acumulación de capital, lo que le lleva a plantearse las políticas de desarrollo económico desde el territorio, y darle a la sociedad civil un papel protagonista en la definición y ejecución del futuro de la economía. (Vázquez Barquero, 2007). Esta nueva perspectiva de construcción de políticas publicas y de desarrollo social se alimenta del rescatado y reformulado concepto de territorio asumido como una construcción cultural compleja, como soporte e identidad del patrimonio local y expresión del poder dentro de acciones de construcción cooperación y apropiación. 4) El rescate del concepto de territorio en la contemporaneidad. Tal como lo explican Sergio Schneider e Iván G. Peyré Tartaruga, este concepto reaparece a partir de la década del 1970 como producto de las nuevas condiciones de la economía capitalista en la fase
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posfordista y de la globalización, a partir del interés de las ciencias sociales, especialmente la economía, la sociología y la ciencia política. Ante la aparición de un nuevo modelo de organización de los procesos productivos basado en la descentralización de los establecimiento industriales y en la mayor flexibilización, comenzaron a surgir estudios sobre la industrialización difusa y los sistemas productivos locales, conocidos como distritos industriales marshallianos (o de clusters), que venían siendo estudiados por los estudiosos italianos de la reestructuración industrial (Coulert, Pecqueur, Maillat, Veltz, etc.) que, aunque no con las mismas referencias teóricas, pasaron a explorar la dimensión espacial y territorial de los fenómenos de la localización del desarrollo industrial. A partir de esta literatura se divulga la idea de que los procesos de desarrollo industriales que presentaban los mejores indicadores frente a la crisis general relacionada a la reestructuración capitalista, eran aquellos que tenían una dinámica territorial muy propia. Esta literatura fue importante para que las nociones de local, regional y nacional fueran abandonadas y sustituidas por las de espacio y territorio, en general usadas como sinónimos. En estas perspectivas el espacio deja de ser un simple soporte y se hace territorio en tanto punto de encuentro entre los actores del desarrollo, el lugar donde se organizan las formas de cooperación entre empresas, donde se decide la división social del trabajo, finalmente, el lugar de reencuentro entre las formas de mercado y las formas de regulación social. El territorio es el componente permanente del desarrollo. Según Pecqueur, citado por los autores, los territorios asumen el carácter de sistemas productivos locales (pudiendo recibir también otras denominaciones como millieux o atmósferas) que territorializan el lugar en que transcurre una pluralidad de formas de justificación de la acción humana (reciprocidad, cooperación, competencia, disputa, etc.). En este sentido, los territorios no poseen sólo una dimensión económica y material, siendo también cultural y cognitiva y son un resultado pues “se constituyen en espacios particulares que permiten operar una mediación entre el individuo y el exterior” (Pecqueur, 1992:84). Una segunda razón que presentan Schneider y Peyré Tartaruga, del interés por el enfoque territorial esta relacionado a los aspectos políticos e institucionales que derivan, básicamente de la crisis del Estado y de la perdida creciente de su poder de regulación. En este sentido los procesos de descentralización y la valorización de la participación y del protagonismo de los actores de la sociedad civil, especialmente ONG, cobran nuevo protagonismo. Se redefine el papel de las instituciones y crece la importancia de esferas infranacionales del poder público, principalmente las ciudades. Este será el contexto para la evocación de la noción de territorio y/o enfoque territorial como la nueva unidad de referencia que actuará como esfera de mediación capaz de contemplar las relaciones entre los actores locales y las demás esferas y escalas, como la regional y
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nacional, además de la global. De este modo el enfoque territorial se hace permeable a las nociones de gobernabilidad, concertación social y capital social, a partir de un fuerte anclaje a las comunidades, cuyos valores culturales, normas y tradiciones tienen características territoriales (Schneider y Peyré Tartaruga, 2006). 5) El concepto de territorio esta íntimamente relacionado al de lugar y en este sentido se considera que autores como Patrick Geddes, Lewis Mumford, Alberto Magnaghi y Josep Muntañola, constituyen antecedentes pioneros y referentes indiscutibles dentro del planeamiento regional, el urbanismo y la arquitectura, que tienen en el concepto de lugar un factor común, un centro organizador de un proyecto de desarrollo sustentable socioambiental de gran compromiso ético y sensibilidad por la diversidad cultural, a partir de una estrategia de dialogo entre disciplinas y conocimiento popular. Si bien, en su momento, Geddes planteaba su visión desde la tríada lugar-trabajo-gente, tomada de los estudios de Le Play, ya estaba implícita la intención de interpretar un determinado ambiente territorializado desde una perspectiva compleja, cultural y profunda, (ver las maquinas pensantes de Geddes, que son auténticas estrategias de interpretación compleja de la relación entre organismo y medio). A Geddes se le reconoce ser el padre de la planificación regional (¿y por qué no, ambiental?). En el caso de Mumford, si bien este autor no hablaba directamente del lugar, sí lo hacía de la región y la ciencia regional, y a esta, la estudiaba como un lugar en el que las dimensiones sociales y naturales estaban íntimamente relacionadas en la historia cultural, la tradición y el ethos de la misma. (A Mumford se le reconoce ser el padre del regionalismo). En el caso de Magnaghi, el lugar es el concepto central propuesto desde el comienzo de su teoría como categoría a partir de la cual interpretar el proceso coevolutivo entre naturaleza y sociedad, es el nuevo modelo metafórico a partir del cual interpretar el territorio (a Magnaghi se lo considera el padre de la escuela territorialista italiana). Por su parte, Josep Muntañola, ingresando desde la arquitectura, plantea asumir a esta como lugar, con toda la complejidad socio-física-simbólica que ello implica asociada al proceso mismo del habitar, la psicogénesis, la sociogénesis y la topogénesis. Muntañola, como teórico de la arquitectura fue un pionero en asumir la misma desde el concepto de lugar conceptualizado a partir del cruce simultáneo e interactivo de cuatro pares de categorías esenciales de una cultura: habitar-hablar, conceptualizar-refigurar, medio físico-medio social, psicogénesis-sociogénesis, representativo del ambiente del hombre, para considerarlo como objeto central de investigación discipli-
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nar (Teoría sociofísica del lugar, Muntañola, 1996). En consecuencia nos encontramos con un modo de interpretar la arquitectura, lo urbano, lo territorial, desde una clara focalización en el ambiente del hombre, que se caracteriza por el rescate del concepto de lugar como objeto de estudio complejo, multidimensional, capaz de posibilitar un tipo de interpretación profunda, cualitativa, a partir de la cual disponer de un puesto de vigilancia epistemológico para no caer en ningún tipo de reduccionismo simplificador de la naturaleza del fenómeno en estudio, preservándole así toda su complejidad y multidimensionalidad, en tanto producto de la cultura. Acompaña a esta perspectiva epistemológica el supuesto que no existen verdades universales, que todo depende de la situación y el contexto cultural desde las cuales se las construya y se las comparta, en consecuencia, todo es relativo a las culturas dentro de las cuales se construya el conocimiento situado o sea que el conocimiento está mediado por los sujetos que lo producen, por lo tanto, no hay neutralidad ni en la forma de conocer ni en el conocimiento que se produce (Haraway, 1995). Además, no hay culturas peores o mejores, según un parámetro impuesto desde una determinada visión cultural (etnocentrismo) como podría ser el caso de juzgar las diversas culturas desde una en particular considerada la más evolucionada o hegemónica por motivos económicos, políticos, de poder militar o desarrollo científico que la convirtieran en parámetro de referencia para las demás. 6) El ambiente del hombre es rizomático, complejo, por ello se propone explorar la posición alternativa de concebir el conocimiento como una enacción. Desde este concepto el conocimiento se relaciona con el hecho de estar en un mundo que resulta inseparable de nuestro cuerpo, nuestro lenguaje y nuestra historia social. No se puede aprehender adecuadamente la cognición como un conjunto de reglas y supuestos porque es una cuestión de acción e historia: se comprende por imitación, convirtiéndose en parte de una comprensión ya existente. (Varela, 1990). En este trabajo en particular, se trataría de una enacción hermenéutica, o sea una interpretación sobre cómo la experiencia vivida forma las bases para una descripción de la mente, y sus representaciones, el mundo como experimentado y significado y la relación/es entre ellos. 7) Por lo expresado anteriormente, surge como un reto epistémico explorar la dimensión cognoscitiva del urbanismo a partir de la orientación que puedan brindar el Paradigma de la Complejidad y sus principios de apertura dialógica, enacción, recursividad organizacional y visión holográfica; el Paradigma Dialéctico Genético y sus principios de génesis, forma, estructura, praxis social, totalidad concreta, dialéctica; el Paradigma Hermenéutico y sus principios de horizonte de
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interpretación, el lenguaje como síntesis entre la experiencia del mundo y la realidad personal, temporalidad histórica en el sentido y la tradición; precomprensión de la realidad desde un horizonte de sentido.
Una respuesta cronotópica posible para la ciudad latinoamericana: el lugar urbano como ámbito estratégico de conocimiento, proyectación y gestión urbana. Principios epistemológicos
• Se propone al urbanismo ambiental como un campo disciplinar virtual. La premisa fundamental del UAH parte de conceptualizar a la ciudad como un sistema complejo sociofísico territorializado generado por la cultura que se manifiesta como una articulación inseparable entre un ambiente construido, un ambiente social, íntimamente vinculados a un ambiente simbólico no manifiesto. Como ya se ha planteado en apartados anteriores, el concepto de lugar, compuesto por el Ambiente Físico, el Ambiente Social y el Ambiente Simbólico, es el medio a través del cual se interpreta la ciudad. Estos tres tipos de ambientes, son accesibles a través de dos bases de estudio, una empírica y otra teórica, en consecuencia, definen objetos empíricos y objetos teóricos. Los objetos de estudio empíricos del lugar: - En cuanto al Ambiente Físico: refieren al escenario material, en tanto fenómeno que se manifiesta a través de: un orden configurativo de sus elementos construidos y naturales; - En cuanto al Ambiente Social: refieren a un orden funcional de las praxis sociales que la gente desarrolla a través de los modos en que interactúa entre ella y con el escenario - En cuanto al Ambiente Simbólico: refiere a las expresiones de tipo verbal y escrita, acompañadas de lo gestual y comportamental de la gente, que expresan los contenidos sobre los que se construyen valores, significados,representaciones sociales, imaginarios sociales. Estos tres tipos de Ambientes se manifiestan articulados entre si bajo la forma de un ORDEN EXPLICITO (fenoménico), que puede ser captado en forma sensible. Un barrio, una parte de ciudad que presente rasgos socio físicos particulares (fijos, semifijos y móviles: arquitectura, mobiliario y gente con características físicas y conductuales particulares) capaces de dotarla con cierta identidad que la diferencien de otra, seria la manifestación empírica del
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lugar, en este caso, a partir de las múltiples dimensiones manifiestas de orden físico y funcional combinadas. El objeto de estudio teórico del lugar: - En cuanto al Ambiente Físico: refieren a los patrones físicos, a las tipologías arquitectónicas - En cuanto al Ambiente Social: refieren a la identidad social, los grupos sociales, los capitales sociales, la distinción de clase, el reconocimiento. - En cuanto al Ambiente Simbólico: refieren a las representaciones sociales, los esquemas o mapas mentales, los planos miméticos, los símbolos, los imaginarios sociales, los valores. Los objetos de estudio teóricos de los tres tipos de ambientes, conforman la lógica de sentido profunda que soporta el orden explicito, captada a través de la articulación entre los tres tipos de Ambientes que definen un determinado orden implícito, que produce, regula y actualiza la configuración física; el uso, apropiación e interacción social y el sistema simbólico a ellos vinculado. La dimensión teórica, sustenta y a la vez se realimenta de la dimensión empírica de actuación. En esta ultima dimensión se desarrollan las respuestas proyectuales orientadas al orden explicito, del ambiente construido, social y simbólico. Se trata de la dimensión del conocimiento aplicado, operante, para producir articulaciones físicas, funcionales y de sintaxis de los significantes, a partir de acciones indirectas, del tipo prescriptivas, o directas, del tipo transformativas del ambiente social y físico, desde instrumentos de ordenamiento y actuación como planes, proyectos y programas, de carácter integral o sectorial sobre partes o sistemas urbanos. A lo largo del proceso de desarrollo de una cultura, se producen ciertas estabilidades o estructuraciones de las relaciones entre orden explicito y orden implícito que producen lugares particulares, con identidad, que son hechos culturales de base territorial. La ciudad, contiene innumerables lugares, es una compleja articulación de lugares, entre los cuales, el barrio es una de sus manifestaciones más rica como hecho cultural de base territorial. • Se asume a la ciudad como una compleja articulación de lugares (subyace la conceptualización sobre el lugar hecha por Muntañola en su topogénesis). Esto implica rescatar y revalorizar la dimensión cultural del hecho urbano, leído a través del concepto de lugar que, por naturaleza, es un hecho
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complejo, multidimensional, histórico y simbólico, producto de un proceso coevolutivo entre una cultura y su medio natural. La genética de los lugares o territorio (en un sentido cultural), puede ser leída a través de los procesos de territorialización-desterritorialización-reterritorialización, que plantea Magnaghi a partir de la propuesta de Claude Raffestin. Se trata de leer, representar e interpretar, auténticas oleadas de procesos civilizatorios superpuestos, complementarios, en tensión o de sustitución, a través de los cuales se constituyen los lugares en el territorio. Esto es lo que da espesamiento de sentido cultural al territorio y hace que lo veamos como una materia cultural configurada y significada. • El proceso de construcción de un lugar es similar a un proceso narrativo. Se trata de múltiples relatos, de una polifonía de voces (relatos) (tal como lo plantea Bajtin en su dialogía) entre grupos sociales que construyen sus propias visiones sobre el proceso de construcción de sus lugares, y que, por lo tanto, no pueden coexistir más que en una situación de diálogo intercultural, del cual puede que surjan grados de acuerdo con mayor o menor nivel de consenso respecto del sentido y valoración de esos relatos entre los grupos sociales, que son los auténticos protagonistas de esa historia. En este caso se trata de historias ambientales (Worster) o sea, de la historia de los grupos sociales con relación a sus ambientes, no solo físicos naturales y construidos (remiten a una determinada morfogénesis), sino, y también, sociales (remiten a una determinada sociogénesis) y simbólicos (remiten a una determinada semiogénesis) dentro de los cuales emergen elementos con valor patrimonial. Los conceptos de sociogénesis, morfogénesis y semiogénesis, son planteados por Isabel Marcos desde la semiótica urbana desde un intento de interpretar el proceso de territorialización (Marcos).
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• El proceso de construcción de un lugar está directamente asociado a una articulación inseparable entre tres tipos de ambientes: el Ambiente Espacial o territorio, el Ambiente Social y el Ambiente Epistémico que incluye al Ambiente Simbólico.
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• La estrategia de conocimiento proyectual del UAH aspira a interpretar el código genético del lugar urbano. El código genético de un lugar urbano está directamente relacionado a las múltiples articulaciones entre los elementos componentes de cada uno de los ambientes del mismo: el Social, el Simbólico y el Espacial. Se trataría de un sistema de esquemas mentales que actuarían en conjunto como filtro y código de comunicación entre personas y entre estas y el espacio (ver gráfico adjunto).
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- En la dimensión psicogenética: los “Esquemas de acción” de J. Piaget, y a la composición y estructura genética de “las funciones psicológicas superiores en tanto relaciones sociales internalizadas” según L. S. Vigotsky - En la dimensión sociogenética: los procesos de “tipificación de las acciones habitualizadas que constituyen las instituciones” de P. Berger y T. Luckmann; la “tradición” en H. G. Gadamer; a partir de la interacción social. - En la dimensión morfogenética: los “procesos de territorialización” de C. Raffestin; a partir de la transformación de la naturaleza en territorio. - En la dimensión semiogenética: el “cuadro del mundo” o conjunto de textos centrales de una cultura en relación topológica, en la “semiósfera” de I. Lotman; a partir de la construcción de un mundo simbólico. Los contenidos de cada una de las dimensiones del cuadro ya fueron desarrollados en el Cap. 7
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• La estructuración de esquemas que componen el código genético del lugar, se capta a través de la historia ambiental y los relatos de vida del lugar, con relación a los procesos urbanos contextuales. Tomando en cuenta la perspectiva epistemológica en la que se sustenta el presente trabajo, el construccionismo cognoscitivo, se parte de la premisa de considerar a la realidad como una construcción del individuo en sociedad a partir de una polifonía dialógica de percepciones intersubjetivas de carácter individuales y sociales, dada su condición de pertenencia a distintos grupos sociales dentro de un determinado lugar con una historia ambiental común. Desde esta condición, de “conocimiento situado” y de patrimonio de “capitales sociales”, el individuo y el grupo social, se constituyen en los protagonistas por excelencia de los procesos de articulación de los distintos tipos de esquemas a partir de sus relatos de vida, desde ambientes sociales específicos, en tanto relatos de carácter social, físicos y simbólicos, capaces de brindar un sentido narrativo a los procesos de morfogénesis, sociogénesis y semiogénesis de los lugares de pertenencia en los cuales los esquemas, no solo cobran un sentido como mecanismos de identidad e interacción social, sino, además, de reconocimiento, diálogo y negociación entre ellos. • Se proponen cuatro categorías básicas de lugares: el lugar residencial permanente o barrio, los sistemas de lugares del comportamiento propios de actividades particulares, los lugares de transición e interfaces entre lugares de actividades localizadas, los lugares contextuales. Se remarcan aquí los contenidos sintéticos de estas categorías que ya fueron desarrolladas en el Cap. 5 a) El lugar residencial o barrios tradicionales de una ciudad, definidos en base a una fuerte identificación toponímica por parte de sus habitantes, b) Los sistema de lugares del comportamiento de Rapoport, o sea, los múltiples lugares territorializados dentro de los cuales discurre el habitar de la población, c) Los lugares de transición e interfaces entre lugares de actividades localizadas en ambientes de actividades sociales y/o privadas más estables, en los cuales existe la posibilidad de vivir experiencias existenciales efímeras, que no por eso pierden significación social cronotópica dentro de un determinado horizonte de sentido cultural y referencias que pudieran intervenir en la construcción de la propia identidad en relación con el sistema de lugares del comportamiento.
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d) Los lugares contextuales, en los cuales no se tuviera una experiencia existencial protagónica, sino que, solo se los percibiera como espectadores y, no obstante ello, formaran parte del contexto de referencia y significación en la construcción de la identidad individual y social en los lugares en los que se es protagonista de experiencias existenciales. • Se considera al lugar residencial o barrio tradicional, como el ámbito estratégico para interpretar y gestionar la ciudad. Los motivos que llevan a esta decisión se sustentan en argumentaciones provenientes de la sociología, la antropología, la psicología ambiental y la geografía humana, desde las que existen abundante argumentos que sustentan la importancia de considerar al barrio como un lugar clave en el proceso de socialización del ser humano, de construcción de su identidad social, de identidad de lugar, de apropiación, y arraigo y de vínculo emocional existencial inmediato, en orden de importancia, al del hogar y el vecindario (remito a lo ya desarrollado sobre este punto en el Cap. 5). De todos modos, la vida en la ciudad no se reduce al lugar residencial, incluye innumerables tipos de lugares asociados a ambientes sociales dentro de los cuales se interactúa socialmente con grupos sociales y se generan redes sociales, estos ambientes están a su vez asociados a determinados espacios urbanos y simbolismos. A partir de este tipo de lectura de los ambientes y lugares, el espacio es ocupado, usado, transformado, significado y proyectado, desde la visión (pautas culturales, valores, intereses) y posición social de los actores sociales. El espacio refleja y realimenta el proceso, es productor y producto, es un elemento más dentro del proceso, desde el cual los actores sociales despliegan sus praxis sociales dentro del sistema de ambientes, lugares y juegos de intereses y poderes (remito al proceso de “la producción del espacio” de Henri Lefebvre). • La relación entre el lugar urbano (o parte) y la ciudad en su conjunto (o todo) es considerada como una relación hologramática entre la parte y el todo. Se remarcan aquí algunas consideraciones ya hechas en el Cap. 5
La visión hologramática implicaría el reconocimiento de referencias cruzadas y complementarias entre las características del sistema de lugares particulares que conformen el todo y las características del todo como nuevo nivel de organización superior. El todo no podría constituirse como tal sin los lugares particulares o al menos no se puede hablar de un nivel superior de organización de las partes sin partes tributarias de esa organización. No existe ciudad sin barrios o lugares particulares, y tampoco es posible pensar en un barrio o lugar de una ciudad sin referencia a la ciudad de per-
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tenencia. Se es barrio o lugar de algo, en este caso, una ciudad, y se llega a ser ciudad, en un sentido sociofísico, desde una combinatoria compleja de lugares previos. Considerar la ciudad desde sus lugares, en este caso los lugares residenciales y los de interacción social en general, nos aproximaría a una visión más realista de la misma a partir de rescatar la posibilidad de construir ricas y múltiples representaciones del todo desde el fragmento que cada parte, ambiente o lugar nos posibilita en tanto auténticas unidades socio-físicas-simbólicas de alta complejidad en las que anida parte del código genético de la ciudad. Esta estrategia, no obstante, no descarta que el todo, o las visiones sobre la ciudad como una unidad, haya dejado de desempeñar una función estratégica esencial en la planificación del funcionamiento y configuración de sus partes, aunque más no sea como visión ideal orientadora. Tampoco se descarta que de los ambientes borrosos de juego de intereses y visiones entre grupos, no puedan surgir acuerdos éticamente convenientes cargados de legitimidad social y compromiso entre las partes que puedan conformar visiones sobre el todo. De este modo, el lugar urbano, actúa como un ámbito socio-físico-simbólico desde el cual resultaría más accesible reconocer actores sociales e intereses en la arena política de discusión y acuerdos en ambientes territorializados que, según vayan articulándose entre sí, posibilitarían ir construyendo distintas visiones sobre el todo. Esto no implica asumir la atomización de la ciudad en unidades aisladas, autónomas, como si se tratara de islas, una suerte de ciudad archipiélago, sino de considerar que en algunos casos el todo es más una visión ideal de conjunto, un mapa de ruta virtual, que una estructura materializada previa a toda existencia y posicionamiento de las partes. Lo mismo sucede con la arena de discusión y acuerdos de intereses. Es políticamente, científicamente y socialmente más accesible ir construyendo acuerdos éticamente convenientes desde cada lugar o ambiente particular que hacerlo en el nivel general de todos los grupos de la ciudad dentro de ambientes difusos. A partir de esta hipótesis se propone la metáfora de explorar e interpretar la ciudad, caleidoscópicamente, desde cada uno de sus lugares o ambientes, y a la vez, descomponer las visiones generales ideales sobre la ciudad en las connotaciones de las mismas desde cada uno de los lugares o ambientes. Se trata de un doble ejercicio de particularizar lo general y generalizar lo particular que no tiene por qué arrojar resultados coincidentes. Por otra parte ninguno de los dos ejercicios concluye con un resultado
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acabado, completo, ya que su naturaleza es fragmentada tal como lo es el proceso de conformación, vivencia, percepción, significación y de gestión de la ciudad. El lugar residencial, es uno de esos fragmentos socio-físico-simbólico dentro del holograma que se construye entre las visiones sobre el todo y las evocaciones del mismo desde cada una de las partes puestas en diálogo y tensión dinámicas a través del proceso de construcción y reproducción particular de los lugares urbanos. Esta metáfora de la ciudad como una fragmentación holográfica de lugares intenta estimular al urbanista a explorar una vía de ingreso para interpretar la ciudad asociada a las dimensiones sociales más profundas de la misma a partir de las cuales construir socialmente procesos de proyectación urbanística.
La estrategia de conocimiento proyectual La estrategia de planificación urbana sustentable basada en el reconocimiento de los lugares urbanos, en este caso con particular referencia a los barrios en tanto unidades ambientales estratégicas, apuesta a construir sustentabilidad socioambiental desde abajo, desde la propia comunidad local, o sea, desde cada territorio-lugar urbano que pueda ser identificado, tenga significado y sea apropiado por grupos sociales particulares, identificables, que muestren una relación profunda con esos ámbitos territoriales. Esta será la condición necesaria para construir un proceso de planificación participativa a partir de un reconocimiento autentico de actores sociales territorialmente interesados y comprometidos. Avanzar en esta estrategia implica integrar una serie de aspectos claves, ya sugeridos en el marco teórico territorialista antes planteado, que se hacen necesario articular sinérgicamente para que la propuesta pueda construirse desde la legitimación social, el compromiso político del gobierno local, la preservación de una visión socio-psico-física de la sustentabilidad y la consideración del territorio como un sistema patrimonial identitario viviente. En este sentido la cuestión clave comienza por poner especial atención al enriquecimiento del capital social, y el refuerzo de la solidaridad estructural ligada al territorio en lo social. En este sentido algunos estudios indican que la percepción subjetiva de la comunidad, aún presente, no actuaría ya como un referente fundamental debido a que ha pasado a ser relacional (Sánchez Vidal, 2000), por lo cual la solidaridad estructural (ligada al territorio) decrece y aumenta en su lugar una solidaridad más relacional y funcional. O dicho de otro modo, la solidaridad y la vinculación psicológica referidas a la ciudad decrece cuanto más compleja y menos directamen-
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te se vive la ciudad como entidad identitaria, y se refugia en identidades más fragmentarias pero también más relacionales: donde el sujeto tiene oportunidad de vivir relaciones directas con sentido inmediato o desarrollar intercambios funcionales con beneficio inmediato. De todas formas, si la intervención comunitaria busca fortalecer el sentimiento de comunidad, el descubrimiento de su “núcleo relacional”, lleva a reconocer la promoción en los barrios, de lugares, actividades y programas sociales que faciliten la interacción social como forma de fortalecer la cohesión y el sentimiento de comunidad (Apodaka, Villarreal, Cerrato, 2003). El sentimiento de comunidad, en este caso, comunidad barrial, esta directamente vinculado al de identidad vecinal y a una serie de factores combinados tales como: el rescate y valorización de una historia ambiental barrial construida a través de los múltiples relatos de vida que amalgaman hechos, vivencias, personajes y escenarios, construyendo la historia de un barrio; la identidad social urbana y su relación con las redes sociales; la identidad de lugar; los espacios simbólicos; la imaginabilidad social y ambiental compartida y su relación con las representaciones sociales; el entorno como producto social a partir de la identificación y apropiación con el espacio; el apego al lugar; las territorialidades generadas por los distintos grupos sociales (vista en términos dinámicos) y la experiencia emocional del espacio. La estrategia para abordar estos aspectos será la interpretación del modo en que una determinada población habita su lugar, su barrio, o sea, a través de comprender el modo en que se es consigo mismo y con los otros, y el modo en el que se es socialmente. Aquí es donde cobra mayor fuerza la cotidianeidad, la vida cotidiana, a partir de relatos que crean lugares, los espacializan, los delimitan, los puntualizan con referencias (De Certeau, 2000). La vida cotidiana del barrio esta directamente vinculada a las praxis sociales, comprendidas como relaciones interpersonales dentro de espacios cargados con significados, en tiempos determinados, o sea, cronotópicos, relativos a un particular contexto cultural y al carácter político del espacio. El habitar cotidiano a través del cual se despliegan las distintas praxis sociales en ambientes sociales particulares posibilitan la interacción social, el establecimiento de redes sociales, y junto con ello potenciar la ciudadanía y las posibilidades de participación y acrecentamiento del capital social, con lo cual nos aproximaríamos a otro factor clave que interviene en nuestra estrategia: el empoderamiento de la comunidad, en este caso particular, a través de la participación en la esfera publica. Éste es un factor fundamental para el fortalecimiento y vertebración del tejido social a partir de la apropiación del espacio relacionada con la gobernanza participativa. Putnam (cientista político, 1993), define al capital social como los aspectos de las
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organizaciones sociales, tales como las redes, las normas y la confianza, que facilitan la acción y la cooperación para beneficio mutuo. Putnam señala que el trabajo en conjunto es más fácil en una comunidad que tiene un stock abundante de capital social. Además este autor considera que …se puede construir capital social, directa o indirectamente, realizando un potencial sinérgico que hay entre organizaciones privadas y gobierno (Putnam, 1993b). En esta propuesta, diversos incentivos del Estado para que los ciudadanos se asocien para recibir algún beneficio, tendrá el efecto de estimular confianza donde ésta no existe (rompiendo las barreras seculares de temor y desconfianza), y de fortalecer hábitos de colaboración y asociación. De hecho, para Putnam, este subproducto de creación social es mucho más importante que el “premio” específico en satisfacción de necesidades inmediatas, ya que se inicia el círculo virtuoso de acumulación de stocks de capital social, que se fortalece cada vez que se usa. … Fuente: John Durston, 2000.
El capital social debe ser considerado, además, desde la facilitación organizacional, o sea, desde el conjunto de prácticas e imaginarios (en el sentido que lo propone Armando Silva con sus imaginarios urbanos tomados como sistemas significantes en general y dentro de instituciones u organizaciones en particular). Desde la cultura organizacional en acción y sus relaciones con las visiones de los actores, se relaciona la gestión con los imaginarios. La facilitación organizacional consiste en …el seguimiento activo del proceso de gestión con los actores, mediante el cual se plasman las acciones planteadas en el Plan. Implica desarrollar una metodología de gestión efectiva y circular, caracterizada por la evaluación permanente por parte de los actores, asignándole un papel específico a la cultura «Desafíos participativos en la planificación urbano-ambiental: El aporte antropológico organizacional. Ésta la definimos como el conjunto de prácticas e imaginarios tomados como «sistemas significantes» (Williams, 1982) en general y dentro de instituciones u organizaciones en particular. Los imaginarios incluyen las representaciones referenciadas en el espacio –tal como lo define Armando Silva: «uso e interiorización de los espacios y sus respectivas vivencias dentro de la intercomunicación social» (1992:15)– y sus relaciones con las prácticas, valores y predisposiciones de habitus –como lo enunciara Pierre Bourdieu– que conformarían la cultura y sus distintas formas de construir identidad. Es parte de lo que se construyera como objeto de estudio apto para proyectarse en el planeamiento (Gorelik, 2002; Harvey, 1977; Lynch, 1966). Coincide con el concepto amplio de ideología, tomado como «sistema de ideas», impulsado por el
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mismo Williams, para diferenciarlo del sentido estricto que lo asocia con el concepto de «falsa conciencia» –desarrollado en Gravano (2003) para la producción simbólica de la vida urbana. Fuente: Ariel Gravano, 2007.
Capital social, facilitación organizacional, imaginarios, son componentes esenciales para conformar un ambiente de articulación entre los siguientes sectores sociales claves que considera la presente propuesta: los movimientos sociales; las instituciones comunitarias, ONG, organizaciones de la sociedad civil de orden cultural, religioso, deportivo, comercial, industrial, gremial, etc.; el mundo académico a través de las universidades; los partidos políticos; el gobierno local. La gestión urbana local es impensable sin estos sectores, pero entre ellos, cobran particular relevancia a nivel barrial los movimientos sociales, las instituciones comunitarias y organizaciones de la sociedad civil de nivel barrial (asociaciones vecinales, clubes, centros culturales, centros comerciales, instituciones religiosas) y sobre todo, las ONG, y por parte de las instituciones estatales, las escuelas, y los Centros de Salud y los Centros de Acción Familiar, particularmente en barrios marginados. La gestión urbana local tiene en este conjunto de instituciones comunitarias un recurso estratégico de acceso al conocimiento profundo de la realidad de un barrio que es permanentemente monitoreado por las mismas desde sus objetivos de mejorar la calidad de vida en el lugar. En este sentido, esas instituciones muchas veces están en mejores condiciones de proponer soluciones más apropiadas a los problemas barriales particulares, que el propio municipio a través de soluciones distanciadas, superficiales de las necesidades e intereses auténticos de los vecinos de un barrio en particular. Abundan ejemplos exitosos de programas de mejoramiento barrial concebidos a partir del diagnostico y proyectos elaborados por los propios vecinos del barrio, que luego son procesados desde los niveles técnicos y políticos del gobierno local para implementar un determinado programa de acción. En este sentido, la presente propuesta plantea un dialogo abierto con estrategias de mejoramiento urbano alternativas que se están implementando actualmente en el urbanismo tales como: Los programas urbanos integrales de mejoramiento barrial que cuentan ya con una importante experiencia en América Latina con el propósito fundamental de reducir el conflicto –potencial o real- que la existencia de pobreza urbana acarrea, con el consiguiente impacto positivo en la gobernabilidad urbana. Ésta pareciera ser la cuestión central que esta detrás de la importancia estratégica de los programas, puesto que la gobernabilidad da cuenta de estabilidad, es decir de una condición favorable para el ingreso y reproducción de capitales dentro de la lógica global (Fernández Wagner,). De todos modos, desde los objetivos que persigue un posible urbanismo ambiental alternativo, se considera necesario establecer dialogo, sinergias, entre estas experiencias parciales, de gestión urbana descentralizada a es-
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cala de lugares o barrios, con la intención de alcanzar un nivel mayor de organización de los lugares, como seria la ciudad en su conjunto, tal como ya se ha planteado en el marco teórico desde una visión hologramática de la relación entre lugar o parte y ciudad o todo. El todo no es el resultado de una suma de fragmentos sino el resultado de un nivel más complejo de organización de las partes que hacen emergen una lógica mayor dentro de la cual se despliegan las lógicas particulares de cada una de las partes. Para poder elaborar este proceso de dialogo entre lógicas particulares y lógica general, será necesario alentar un tipo de gestión urbana vinculada a espacios de articulación interinstitucional, intersectorial, interterritorial, a partir de las instituciones y grupos sociales de mayor relevancia y representatividad barrial. Ello implica asumir la existencia y necesidad de brindar representatividad socioterritorial a diferentes grupos sociales con distinta dotación de capitales sociales, en campos sociales (en los términos que lo considera P. Bourdieu), con determinado reconocimiento entre ellos, dentro de redes sociales, que les posibilitan hacer uso del poder y demarcar territorialidades. En este tipo de situación se despliegan estrategias políticas de poder a través de instancias de confrontación, dialogo, acuerdo, negociación, desde intereses particulares dentro de cada posición dentro del juego que caracteriza a los dirigentes institucionales, como a los representantes más activos de una comunidad barrial. Este será el rasgo propio de un tipo de espacio alternativo y posible de discusión y construcción de políticas urbanas, que puede llegar a generar un proceso de control social que es todo un desafío para un gobierno local. Llegados a este punto de la argumentación, se estaría en condiciones de reconocer tres grandes factores complejos, necesarios y convergentes, para construir una visión1 y un proyecto de ciudad que articule la visión-territorio-estrategia con cierta prospectiva territorial2 construidos desde la parte o barrio para cada lugar particular preservando la relación hologramática del mismo con la ciudad como un todo en la que la población sea actor y no espectador del proceso, un habitante y no un visitante: 1) El barrio como unidad territorial socioambiental, como la parte que se relaciona hologramáticamente con el todo que es la ciudad como totalidad. 2) El esquema cognitivo ambiental que representa el código genético de cada barrio o lugar, a partir de la historia ambiental, sentimiento de comunidad, identidad social urbana, identidad de lugar, 1. En términos de un análisis constructivista social del uso del concepto de visión y visionar, en el contexto de la planificación, el mismo no describe un mundo fuera de la conciencia humana, sino una construcción, implica la naturaleza de una estructura que tenemos que entender claramente; Robert Shipley, 2000. 2. Implica una tentativa sistemática para observar a largo plazo el futuro de la ciencia, la tecnología, la economía y la sociedad con el propósito de identificar las tendencias emergentes, que previsiblemente producirán las mayores transformaciones en la ciudad y en el territorio, y a partir de las cuales se formulara una visión del futuro modelo territorial compartida con el mayor numero de agentes sociales; Fernández Guell, 2011.
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espacios simbólicos, imaginarios sociales, representaciones sociales, apropiación y apego al lugar, territorialidades, experiencia emocional del espacio, el habitar cotidiano a través de las praxis sociales. 3) El empoderamiento de la comunidad basado en los capitales sociales y procesos de participación en la esfera publica, el fortalecimiento y vertebración del tejido social y la relación de todos estos aspectos con la gobernanza participativa y la construcción de un espacio interinstitucional, interterritorial, intersectorial de dialogo social entre grupos sociales, instituciones comunitarias y gobierno local. La convergencia integrada de estos tres factores son los constituyentes básicos para el desarrollo de una concepción alternativa de plan con relación a un escenario estratégico territorial posible en la ciudad latinoamericana. En este sentido se hace necesario aclarar que la concepción de escenario estratégico territorial que considera esta propuesta rescata los principios epistemológicos sobre los que se sustenta en el enfoque territorialista, pero, luego, explicita las condiciones cognoscitivas contextuales de la ciudad latinoamericana, a partir de las cuales este podría constituirse. En el contexto latinoamericano el escenario estratégico territorial esta asociado a seis dimensiones de la sostenibilidad con sus respectivas relaciones, que la propuesta del urbanismo ambiental alternativo considera fundamentales de tomar en cuenta: 1) La política de gobierno. Implica la construcción participativa y representativa de las políticas públicas. 2) Una administración publica apropiada a los nuevos retos de gestión urbana local participativa. 3) El desarrollo socioeconómico a partir de producir sinergias entre valores socioculturales, territoriales y ambientales, que aumenten el patrimonio territorial. 4) El desarrollo social a partir de la representatividad de todos los sectores sociales y la equidad social. 5) El reconocimiento simbólico de los procesos de interacción social y territorialización. 6) La integración del escenario territorial en sus dimensiones de ambiente natural (a través de las reglas virtuosas que produzcan la autosostenibilidad del desarrollo) y el medio construido (a través de la capacidad del modelo de asentamiento, de sus reglas virtuosas de producir territorio) Relaciones fundamentales: • Entre desarrollo social y desarrollo económico, el factor clave
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es la eficiencia distributiva. • Entre desarrollo económico y territorio, el factor clave es la eficiencia localizativa de largo periodo. • Entre desarrollo social y territorio, el factor clave es la equidad ambiental intra e intergeneracional. • Entre desarrollo social y reconocimiento simbólico, el factor clave es el reconocimiento social entre grupos sociales • Entre territorio y reconocimiento simbólico, el factor clave es la identificación de procesos de simbolización territorial • Entre política de gobierno y administración pública y el resto de los aspectos, el factor clave es la legitimación social de los procesos de construcción de políticas públicas. El escenario estratégico territorial esta llamado a desempeñarse como una interfase de dialogo interpretativo-propositivo de carácter multidimensional, multisectorial, una suerte de ambiente o arena de dialogo, acuerdos, visiones, que actúa como el gran marco de referencia socio-económico-político-territorial a partir del cual se pueden derivar acciones proyectuales (políticas territoriales concertadas) en dimensiones más especificas a través de Planes, Proyectos y Programas sectoriales haciendo así posible, la actuación especialista disciplinar. Esta estrategia rompe la separación de la tan trillada discusión entre Plan y Proyecto, en la que al Plan se lo asocia a las visiones generalistas, interdisciplinarias, con vagas referencias territoriales, y al proyecto con concepciones arquitecturizadas de la ciudad construidas desde una visión de campo disciplinar extendido de la arquitectura hacia lo urbano. Por otra parte propone una alternativa posible para generar conocimiento proyectual, asignándole al termino proyectual una dimensión multidimensional o sea, socio-física-simbólica, con lo cual también se apunta a romper con esa visión reduccionista de considerar que el urbanismo deba quedar recluido en una dimensión técnico practica, de transformación de la ciudad construida a partir de proyectos físicos basados en un conocimiento técnico practico disciplinar circunscripto al proyecto de arquitectura, ingenierías y ciencias de la tierra. Esto no implica desconocer la necesaria participación de conocimientos disciplinares específicos, tales como, diseño técnico del viario, de las infraestructuras de servicios, definición de los contenidos ecológicos de la matriz ambiental, dispositivos y sistemas de tratamiento de residuos urbanos, etc., etc., que resultan necesarios para resolver técnicamente, materialmente, la configuración del proyecto de materialidad visionado y definido como política y plan general desde el Escenario Estratégico Territorial. La intención que se persigue es la de que el proyecto de la materialidad no sea abordado como un proceso integrado de conocimientos técnicos autónomos, como ya se hace en el urbanismo tradicional orientado
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a la proyectación urbanística. Lo que aquí se propone es que el Proyecto urbanístico, se concrete sectorial, técnica y materialmente en una doble intertextualidad resolutiva, la del nivel técnico de los distintos aspectos sectoriales a integrar (viario, infraestructuras de servicios, edificios, instalaciones especiales, etc.), y la del nivel de sentido, legitimación y demanda socioambiental a satisfacer, cuya lógica organizadora profunda surge del Escenario Estratégico Territorial y no de puras especulaciones proyectuales de carácter técnicas distanciadas del mundo social. De este modo el tipo de Plan que propone este Urbanismo Ambiental Alternativo, si bien luego se operacionaliza a través de un diseño del escenario mediante la coordinación de distintos tipos de conocimientos interdisciplinarios, que necesitan de instrumentos de canalización hacia la realidad, ya sea de tipo prescriptivos o actuativos, ello no nos exime de plantearnos un gran interrogante: Entre los instrumentos disponibles para hacer efectivo el Escenario Estratégico Territorial, sobre todo los de carácter prescriptivo, el Plan de Ordenamiento Urbano y las Normativas de Regulación urbanística, siguen siendo los más utilizados, pero ello no quiere decir que resulten apropiados a la naturaleza y tipo de enfoque de urbanismo que aquí se propone. Por lo tanto: ¿No será necesario también reformular estos instrumentos y desarrollar una respuesta alternativa? ¿No están acaso dadas las condiciones de conocimiento proyectual necesarias desde el Urbanismo Ambiental Alternativo, como para pensar en otras estrategias de regulación y ordenamiento físico? Este es el gran cuestionamiento que el trabajo deja planteado como final abierto a su propuesta general, pero no por ello descomprometida con la elaboración de una respuesta posible que ya esta siendo abordada desde la investigación teórica que el autor del presente trabajo junto a su equipo de docentes investigadores del Programa URBAM (Urbanismo Ambiental) esta llevando a cabo a través de Proyectos CAI+D acreditados en la Facultad de Arquitectura Diseño y Urbanismo de la Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, Argentina.
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CAPÍTULO
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Las problemáticas urbanas desde el lugar: a) El caso de La Baulera Ponencia presentada en el: Seminario Internacional Arquitectonics Network en América: El proyecto como investigación, la investigación como proyecto; Universidad de Santo Tomás de Bucaramanga, Colombia, Facultad de Arquitectura, 30-31 de mayo, 1 de junio de 2012. b) El caso del barrio Nuevo Horizonte Trabajo presentado en versión poster en el: Architecture, Research and Profession; International Workshop. COAC (Colegio de Arquitectos de Cataluña); Barcelona 6th and 7th of May 2011.
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EL PROYECTO URBANÍSTICO DEL MERCADO POPULAR “LA BAULERA” COMO ESTRATEGIA DE ESTUDIO DE LAS SITUACIONES DE EXCLUSIÓN E INCLUSIÓN SOCIAL DEL ESPACIO PÚBLICO Resumen El proyecto surge a partir del interés urbanístico y social del equipo de investigadores del Programa URBAM (Urbanismo Ambiental) de la Facultad de Arquitectura Diseño y Urbanismo de la Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, Argentina, por la problemática que se ha suscitado en la ciudad de Santa Fe con la decisión política del gobierno municipal, de erradicar las ferias de trueque asentadas en distintos sitios de la ciudad. El gobierno local considera que las mismas constituyen prácticas sociales que atentan contra el sentido y valor social del espacio público. En su intento por preservarlo como bien colectivo por excelencia que debe ser resguardado de cualquier actividad que ponga en crisis su accesibilidad, valor social, ambiental y urbanístico, las autoridades locales resaltan el impacto negativo de esa práctica social en los términos que actualmente se desarrolla. A este respecto, destacan su alto grado de irregularidad legal y pérdida del sentido y fin con que surgió como estrategia solidaria e imaginativa de respuesta social ante la crisis económica de 2001. Con el transcurrir del tiempo, las ferias del trueque se han convertido en ámbitos para llevar a cabo todo tipo de actividades económicas informales con alto grado de ilegalidad, dentro de una falta casi total de control y regulación de organismos estatales, lo cual ha potenciado su carácter de actividad marginal vinculada con el robo y la delincuencia dentro de los sitios urbanos sobre los que se asientan, que son transformados en auténticos basurales a cielo abierto, áreas inseguras, con el consecuente impacto negativo sobre el entorno físico y social inmediato. A partir de ello, los vecinos de las ferias del trueque, deben soportar situaciones de convivencia conflictivas con los puesteros y visitantes ocasionales de las mismas, derivadas de prácticas sociales poco claras en lo legal, desordenadas, en algunos casos emparentadas a la inseguridad y, en consecuencia, perturbadoras del ambiente social barrial. Frente a esta situación, que hasta mediados del 2008 parecía no tener solución, el gobierno municipal ha decidido actuar con la firme decisión de encontrar una solución al problema, entendiendo que no se trataba solamente de una cuestión urbanística sino, y también, social. Fue así que propuso actuar desde tres frentes simultáneos: el socioeconómico, el urbanístico y el legal. El resultado fue la erradicación de todas las ferias de trueque esparcidas por la ciudad y la creación de una única feria en un sitio especialmente seleccionado por su ubicación y valor urbanístico estratégico. Junto con ello se decidió regularizar la actividad económica informal y convertirla en una actividad formal, regulada, registrada y declarada que pudiera servir como medio de vida para los puesteros durante algunos días de la semana, a la vez que se convertiría en una atracción turística para la ciudad. El sitio elegido fue un playón seco dentro del predio de la una antigua estación de trenes fuera de servicios (Estación del Ferrocarril Mitre en el sur de la ciu-
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dad), contigua a un espacio verde urbano generado en una de las esquinas del predio ferroviario. El edificio y las instalaciones en general presentan un estado de abandono muy marcado por la falta de políticas estatales en materia de reutilización de terrenos y edificios ferroviarios desafectados. A este nuevo espacio ferial se lo ha denominado mercado popular “La Baulera” con la intención de ir cargándolo de significación y reconocimiento en la ciudad. Por otra parte se ha previsto que los días que no funcione la feria el playón pueda actuar como escenario de soporte para otras actividades de carácter recreativo cultural, que contribuyan a cargar ese espacio público con una significación positiva a partir de que la gente comience a relacionarlo con actividades amenas, recreativas, culturales, convocantes. La intención del gobierno local es que estas actividades entren en sinergia positiva con las actuales actividades educativas y culturales que ya se desarrollan dentro del edificio de la Estación (Escuela de Cine) a la vez que potencien la interacción e integración social, y de ese modo, reviertan la actual imagen negativa del predio de la estación del ferrocarril, en consecuencia extiendan su impacto positivo y aliente acciones de mejoramiento urbano sobre el entorno inmediato. Ésta es la perspectiva deseada y que está llevando adelante el gobierno municipal sobre el tema, pero muy distinta es la percepción y valoración de la situación que han hecho los vecinos del entorno a la estación y otros grupos organizados de la sociedad local, desde el momento mismo que se enteraron que allí se asentarían todos los puestos de troqueros de la ciudad para dar vida a una feria de ese tipo. Sus argumentos pasan por considerar que la nueva feria solo generará impacto negativo por todo lo que acompaña a esa práctica social. La percepción que los vecinos tienen de esa actividad está asociada con el comercio ilegal, ámbito de convergencia de grupos sociales marginales, suciedad, desorden y todo tipo de impactos negativos, tanto para el predio ferroviario, que de por sí ya está bastante degradado y marginado como espacio, como para el entorno inmediato, que sufriría un nuevo impacto negativo al que ya viene sufriendo por el estado crónico de desatención y falta de políticas urbanísticas sobre los terrenos ferroviarios. Por su parte, dentro del grupo de troqueros, también han surgido voces de rechazo a esta alternativa gubernamental por considerarla perjudicial a sus intereses. Este grupo considera que no es un lugar apropiado por cuestiones de accesibilidad y entorno adecuado al cual puedan acudir los clientes habituales acostumbrados a los actuales sitios de emplazamiento de las ferias. A partir de estas perspectivas contrapuestas, se ha planteado una problemática que pone en evidencia la complejidad sociofísica del rescate y puesta en valor del espacio público en relación a cuatro aspectos claves que el equipo de URBAM ha decidido estudiar desde su línea teórica con
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la intención de llevar adelante estrategias de proyectación ambiental del espacio público: a) Los diversos grupos humanos en juego a partir de sus expectativas, intereses, visiones, poderes; b) junto a sus prácticas sociales o actividades; c) los rasgos configurativos del escenario en cuestión, que en este caso sería el predio de la estación del Mitre; d) y el mundo de lo simbólico asociado a las representaciones sociales, las percepciones, las visiones de la comunidad, vinculadas tanto a los grupos como a las actividades y el escenario. Estos cuatro componentes: grupos, actividades, escenario y simbolismo, según la perspectiva teórica de URBAM, estarían articulándose de un modo no sustentable en términos sociofísicos y simbólicos. En consecuencia, se estarían produciendo desajustes entre los cuatro componentes principales que merecen ser estudiados con la intención de encontrar una alternativa propositiva a partir de detectar posibles correspondencias sociosimbólicas y congruencias sociofísicas sobre las cuales pueda articularse un proyecto urbanístico socialmente sustentable. En ello radica el interés y valor del presente trabajo de conocimiento proyectual como vía de mediación, antes que las actuales condiciones de conflicto entre las partes hagan fracasar una posibilidad más que interesante de recuperación de un espacio público. Se parte de la premisa de considerar que las ferias de trueque tienen un valor social instalado para determinados grupos de la población por constituir una estrategia económica de subsistencia que no puede ser negada como tal, pero tampoco puede continuar desarrollándose en las condiciones actuales debido a que ello potenciaría el conflicto y exclusión social dentro del espacio público, en consecuencia, el desinterés de los vecinos en general por los mismos que son apropiados por esas ferias y el ambiente social que traen aparejadas.
Desarrollo Perspectiva teórica metodológica Urbanismo, ambiente y hermenéutica: el conocimiento proyectual en urbanismo a partir de los lugares urbanos. Contexto del trabajo El presente trabajo es una síntesis del Proyecto de Extensión de Cátedra acreditado y evaluado por la Universidad Nacional del Litoral durante los meses de agosto a noviembre de 2009 y desarrollado por el equipo docente de URBAM y alumnos avanzados de la carrera de Arquitectura, desde la cátedra de Prácticas en Planeamiento Ambiental, bajo la dirección del Dr. Marcelo Zárate. En el proyecto han participado distintas instituciones barriales, actores sociales claves, vecinos en general y la Secretaría de Desarrollo Social del gobierno de la ciudad. Esta última, se involucró directamente en el traba-
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jo movilizada por el interés en los resultados del mismo que serían tomados para orientar las acciones proyectuales del gobierno sobre el predio de la Estación del Ferrocarril Bartolomé Mitre. A tal efecto designó al coordinador del distrito urbano al que pertenece el predio dentro del equipo de trabajo del proyecto. Encuadre conceptual Desde el objetivo de desarrollar estrategias de conocimiento proyectual alternativas, de carácter socio-físicas, dentro de un urbanismo focalizado sobre el ambiente del hombre, a partir de la premisa que considera a la ciudad como una compleja articulación de lugares (en sentido antropológico), se viene investigado una articulación estratégica entre las siguientes dimensiones esenciales del lugar: las prácticas sociales relacionadas a determinados grupos humanos; las significaciones de esas prácticas para los grupos que las desarrollan, para el resto de los grupos de un determinado lugar y las cargas simbólicas por estos asignadas el escenario; los rasgos configurativos del escenario que hacen de soporte a las prácticas sociales y la significación con que estos y las prácticas sociales estuvieran cargados. La hipótesis fundamental establece que: según sea la configuración del esquema socio-físico-simbólico de articulación de estos elementos, o esquema genético del lugar, surgirán las claves para comprender la lógica de construcción y reproducción del lugar, así como si en el mismo estarían dadas o no las condiciones esenciales para desarrollar procesos participativos de planificación urbana ambiental. Desde esta hipótesis, el trabajo fundamenta una respuesta posible sustentada en la articulación estratégica entre: correspondencias socio-simbólicas (hacen referencia a la coherencia entre las significaciones proyectadas desde distintos grupos sociales sobre otros grupos, sobre las actividades de otros grupos y sobre un escenario común con otros grupos sobre el cual desplegar sus distintas praxis sociales), y congruencias socio-físicas, (hacen referencia al nivel de adecuación configurativa de un determinado escenario para el despliegue sustentable de determinadas prácticas sociales). Con lo anterior, la identificación de problemáticas barriales referidas en este proyecto en particular a los espacios públicos relevantes para los vecinos, constituye una vía de ingreso a la iniciativa de convocar intereses de los más diversos sectores de cada lugar urbano, para comenzar a generar una arena política de diálogo entre vecinos y gobierno municipal. Este será el punto inicial para la construcción social de una visión de la ciudad que sea realista en lo social y contenga una imprescindible referencia territorial.
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Mapa de ubicación del predio del FFCC G. B. Mitre en la ciudad de Santa Fe, en el cual se decidió relocalizar a los troqueros.
Límites de los barrios que rodean al predio del FFCC G. B. Mitre.
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La problemática del mercado popular “La Baulera” a) Situación inicial A partir de las premisas teóricas, la estrategia de conocimiento proyectual toma en consideración los cuatro factores claves para interpretar las correspondencias socio-simbólicas y las congruencias socio-físicas: los Grupos sociales; las Actividades desplegadas por esos grupos; El Escenario utilizado por esos grupos para sus actividades y el Simbolismo asignado tanto al Escenario, las Actividades como el resto de los Grupos desde cada Grupo en particular. Según estos cuatro factores, se pudo confeccionar un mapa conceptual representativo de la situación problemática de partida dentro del proceso de investigación (ver Diagrama Nº 1).
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Diagrama Nยบ 1
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Grupos sociales . El grupo de troqueros originales. Este grupo es el que mantiene vivo el espíritu de las primeras ferias del trueque surgidas en el 2001, o sea, el intercambio puro de bienes materiales y servicios laborales mediante la utilización de cupones de crédito equivalente al valor de los bienes y servicios a intercambiar. Se trata de familias de escasos recursos económicos, en la mayoría de los casos con necesidades básicas insatisfechas a nivel de condiciones del hábitat, desocupación, empleo precario, informal y temporal, dificultad para mantenerse dentro del sistema educativo, con problemas de salud, dentro de ambientes sociales problemáticos por inseguridad, venta de droga, violencia social, asentados en áreas urbanas periféricas alejadas del centro de la ciudad, con mala accesibilidad a los principales servicios y equipamientos urbanos. Estos grupos son los que se han mostrado más disconformes con su reubicación dentro del predio de la Estación del Ferrocarril Mitre, debido a que ello los ha perjudicado en dos cuestiones fundamentales: la pérdida de clientes habituales que viven en los alrededores inmediatos de los lugares en los cuales organizaban las ferias de trueques informales en distintos barrios de la ciudad, y las grandes distancias que ahora deben recorrer para trasladarse desde sus lugares de residencia a este nuevo emplazamiento de la feria, situación que se ve agravada por la falta de recursos económicos para pagar el transporte público o servicios de fletes para trasladar la mercadería que exponen en la feria. Dentro de este grupo se pudieron reconocer tres subgrupos: los troqueros que ofrecen un servicio a cambio de un producto; los troqueros que intercambian un producto artesanal fabricados por ellos mismos; los troqueros que intercambian un producto usado que no les sirve. . El grupo de puesteros. Compuesto por personas, a veces familias enteras, que se dedican a vender un producto. Se trata de troqueros que evolucionaron de la práctica del trueque hacia pequeños emprendimientos productivos a escala familiar. En la mayoría de los casos los productos son artesanales y están relacionados con el rubro de alimentos, mobiliario,
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plantas ornamentales, como los más representativos. También en este caso se trata de iniciativas productivas afrontadas en forma familiar con la incorporación de pocos ayudantes informales que colaboran en la producción, muchas veces con vínculos de parentesco a la familia principal. Estos grupos son los que, si bien lamentan haber perdido los vínculos con sus clientes habituales relacionados a los lugares originales de las ferias de trueque en las que participaban, no obstante ello, han manifestado tener una expectativa positiva dentro del nuevo predio en la Estación del Mitre, por considerar que la ubicación de la misma es estratégica para atraer una mayor cantidad de posibles clientes. Dentro de este Grupo se pudieron reconocer tres subgrupos: los que venden productos fabricados en serie en su propia casa; los que venden productos industrializados nuevos o usados obtenidos por ellos mismos; los que venden productos industrializados provistos por un tercero. . El grupo que representa al Centro Comercial de Santa Fe. Se trata de la institución más importante que agrupa a los comerciantes de la ciudad que desarrollan actividades comerciales en distintos tipos de rubro en forma legal, pagando todo tipo de impuestos y haciendo frente a las exigencias legales en materia de contratación de personal y cumplimiento de reglamentaciones urbanas. Esta institución es la que se ha opuesto en forma más vehemente desde un inicio al proyecto del gobierno de concentrar todas las ferias del trueque en el predio de la Estación del Mitre. Los argumentos esgrimidos por el Centro Comercial son que el “Mercado Popular La Baulera”, como el gobierno llama al proyecto de relocalización de las ferias del trueque en la Estación del Mitre, es una iniciativa que atenta contra el comercio legal y formal de miles de comerciantes de la ciudad que deben pagar altos impuestos y cumplir con todo tipo de reglamentaciones urbanas y leyes laborales para poder llevar adelante su actividad comercial con gran esfuerzo económico para mantener sus negocios, que se ven constantemente amenazados por el comercio ilegal, desleal e informal de este tipo de actividad descontrolada como son las ferias del trueque y los vendedores ambulantes, que no pagan impuestos y no cumplen con ningún tipo de reglamentación. El Centro Comercial fue el grupo que menos interés tuvo en participar en este trabajo académico, aún sabiendo que del mismo podría surgir alguna alternativa de solución a sus reclamos.
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. El grupo de los técnicos del gobierno local. Está representado por dos actores sociales claves el Intendente y el autor del proyecto: el Secretario de Desarrollo Social del Gobierno de la ciudad. Este es el grupo que desencadenó la problemática a partir de buscar una solución a otra problemática más general que debió afrontar el intendente ni bien comenzó su gestión de gobierno: la ocupación indebida y en muchos casos, la intrusión u ocupación ilegal, de espacios públicos en sitios estratégicos de la ciudad por parte de vendedores ambulantes que terminaron estableciéndose en puestos fijos dentro de plazas, paseos y aceras de calles principales, así como la proliferación de ferias informales e ilegales del trueque asentadas en espacios verdes públicos en distintos barrios de la ciudad. Este tipo de ocupación abusiva del espacio público, en el momento que el intendente inicia su gestión de gobierno, constituía un problema serio por las consecuencias que el mismo traía aparejadas en materia de desorden funcional, degradación y destrucción del espacio verde público, ambiente social inseguro y propicio para fomentar la ilegalidad enmascarada bajo la modalidad de ferias populares. La decidida política en materia de recuperación y puesta en valor del espacio público urbano, complementada con una estrategia de sensibilidad social por buscar una salida digna y legal a la situación de los vendedores ambulantes y los troqueros, fueron las premisas desde las cuales se gestó el proyecto del gobierno de la ciudad de erradicar todas las ferias del trueque de las ciudad. Con ello se pretendía recuperar los espacios usurpados, relocalizar y concentrar todas las ferias dentro de un espacio urbano abandonado, y así, utilizar la actividad de las ferias del trueque como un motor de actividad social bajo la modalidad de Mercado Popular que pudiera funcionar dentro de un marco regulado y legal, con tinte turístico capaz de convertirse en un punto de atracción en la ciudad y la región y de este modo, dar un punto de apoyo al proceso de recuperación y puesta en valor del predio de la Estación del Mitre. . El grupo de vecinos de los barrios que rodean al predio de la Estación del Mitre. Este grupo está representado principalmente por las vecinales de los barrios del entorno. Se trata de una de las instituciones no gubernamentales más antiguas de la ciudad que representan los intereses de los vecinos de cada barrio en particular en materia de mejoras del ambiente social y físico del barrio. Junto con estas instituciones se han
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sumado un grupo de comerciantes de los barrios del entorno, sobre todo, los que tienen sus tiendas frente al predio de la Estación del Mitre, que son los que sufren el impacto más importante por el funcionamiento del Mercado Popular (o nueva feria del trueque). Este grupo de vecinos, representa los intereses del grupo social mayor de pertenencia dentro del barrio que, en su mayoría, está asociado a una clase media sin mayores problemas económicos con un buen nivel de acceso a los servicios y equipamientos urbanos, que vive dentro de un sector urbano contiguo al área comercial central de la ciudad. El principal reclamo de este grupo pasa por no tolerar que en el predio de la Estación del Mitre, se asiente una actividad que es conflictiva en lo social y funcional, y que traerá aparejado un mayor impacto negativo al entorno del predio del Mitre, que de por sí, ya es un foco de degradación del ambiente barrial por el crónico estado de abandono de ese espacio. Por otra parte, los vecinos reclaman al gobierno local que se cumpla con alguno de los innumerables proyectos urbanísticos de recuperación y puesta en valor del predio del Mitre como espacio verde público con instalaciones recreativas y equipamiento cultural, que se vinieron concursando, publicando y prometiendo, en distintas gestiones de gobierno y que nunca se llevaron a cabo. Las mayores expectativas de los vecinos pasa por ver concretado alguno de estos proyectos urbanísticos en ese predio y no que se introduzca en él una actividad que lo único que generará, según ellos, es mayor degradación y marginación de ese espacio urbano, con todas las consecuencias de impacto negativo para los barrios del entorno. . El grupo de la población académica del ISCAA (Instituto Superior de Cine y Artes Audiovisuales de Santa Fe), dependiente del Ministerio de Innovación y Cultura y Educación, del gobierno de la provincia de Santa Fe. Este grupo está constituido mayoritariamente por profesionales, docentes, técnicos de la Escuela de Cine y por alumnos provenientes de ese mismo ámbito y del resto de la ciudad, interesados en cursar los estudios de Cine y Artes Audiovisuales. Esta Escuela goza de un reconocimiento social y artístico importante dentro de la ciudad por el valioso aporte en materia de documentales y películas no comerciales con alto contenido social y artístico que ha venido caracterizando toda su trayectoria desde hace más de cincuenta y cinco años. La población docente y estudiantil de este Instituto esta mayoritariamente vinculada al ambiente universitario y artístico local. En el momento que se realizó el presente trabajo (año 2009) este Instituto de Cine tenía su sede en el viejo edificio de valor patrimonial de la ex estación de trenes del Ferrocarril Mitre. En la actualidad (2012) el Instituto ha trasladado su sede a un edificio en el centro de la ciudad.
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Actividades Actividades del grupo de troqueros. La principal actividad de este grupo si bien originalmente estaba orientada al intercambio de todo tipo de objetos y servicios de mano de obra a través de los cuales pudieran obtener algún tipo de beneficio para la economía y sustento del grupo familiar, hoy en día el intercambio propiamente dicho, ha sido reducido al mínimo y los artículos y servicios ofrecidos en la feria han pasado a tener un valor de cambio traducido en una suma de dinero. Este grupo es el que se encuentra en la condición socioeconómica más precaria de todos los grupos participantes en la feria y, prácticamente, vive al día a partir del popularmente considerado “rebusque”, o sea, tratar de hacer cualquier tipo de actividad durante el día que pueda generar una cantidad suficiente de dinero como para afrontar la manutención del grupo familiar, aunque sea para alimentarse y poder trasladarse desde su lugar de residencia hasta la feria. Esta precaria condición económica hace que su presencia en la feria del trueque no sea una actividad regular, debido a que no siempre cuentan con los recursos económicos suficientes como para trasladarse todo el grupo familiar con los objetos que traen a la feria para vender. De allí que la actividad de este grupo en la feria sea muy irregular y este condicionada a otras actividades de rebusque, como ser, recolección de objetos, cartones, vidrios, metales, descartados como desechos, para venderlos y obtener algún tipo de recurso complementario al de las ventas en la feria. La actividad de este grupo es la más desordenada y la que atrae a clientes, conocidos y amigos de la familia que se instala en la feria, que en algunos casos suelen incurrir en acciones delictivas en los comercios barriales del entorno de la feria, o actuar como ladrones callejeros sobre los visitantes de la feria.
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. Actividades del grupo de puesteros. Este grupo es, dentro de los troqueros, el que ha logrado encontrar una salida productiva a la situación original de intercambio de mercancía a través de microemprendimientos de carácter familiar. En la mayoría de los casos se trata de familias enteras abocadas a la producción de comidas artesanales, muebles fabricados en pequeños talleres, trabajos en herrería, producción de miel, jugos de fruta, elementos ornamentales para el hogar, tejidos para ropa y el hogar, etc. Se trata de un grupo más organizado con un alto espíritu emprendedor que tiene muchas expectativas puestas en la nueva feria, a partir de las posibilidades que se abren de hacer conocer sus productos a toda la ciudad y con ello contar con un número potencialmente mayor de clientes. Este grupo se ha mostrado predispuesto a cooperar con el proyecto del gobierno en cuanto a registrarse como vendedores y pasar al mercado legal y formal de venta de productos artesanales. Se trata de gente que ha convertido sus emprendimientos productivos en un medio digno de vida y progreso social del grupo familiar. . Actividades del grupo de los técnicos del gobierno. La principal tarea del equipo de gobierno municipal en este proyecto fue encontrar los mecanismos legales para encuadrar la actividad de los distintos grupos de puesteros que formarían parte del nuevo Mercado Popular La Baulera. Con ese propósito la meta principal fue pasar a la legalidad todas las actividades que pudieran desarrollarse en la nueva feria, y para lograrlo, se creó un registro municipal de puesteros, a los que se les asignó una ubicación específica dentro del predio de la feria, además, se encuadró la actividad dentro de la normativa dispuesta por el municipio en materia de comercio en espacios públicos. Junto con la regularización legal, se procedió a nombrar un coordinador de la feria, elegido entre los mismos feriantes, que actuaría como vínculo entre la feria y el gobierno de la ciudad. Como actividades complementarias, el gobierno instaló dentro de la feria un puesto policial para seguridad, además dispuso la presencia de unidades móviles sanitarias para casos de emergencia y organizó distintos tipos de actividades recreativas y culturales para niños y adolescentes, a cargo de personal especialmente capacitado, que se desarrollarían en los momentos de funcionamiento de la feria dentro del espacio verde del predio y el antiguo edificio de la Estación de Trenes. . Actividades del grupo del Centro Comercial. La principal acción de este grupo fue una sistemática oposición al proyecto a través de declaraciones públicas en medios de comunicación de la ciudad, acompañadas
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de presentaciones de recursos de amparo ante la justicia. Sus principales reclamos apuntaban a que no se diera curso a la futura actividad de la feria por considerarla una competencia desleal de dudosa regulación legal por el tipo de prácticas comerciales ilegales con que estaban asociados los grupos sociales que participaban de este tipo de ferias. El centro comercial fue siempre reticente a las convocatorias al diálogo propuestas por el Gobierno Local y el grupo académico que intervino desde el presente proyecto para estudiar la situación. Las únicas instancias de diálogo que estableció el Centro Comercial fueron con los vecinos y comerciantes aledaños a la feria que también se oponían a su concreción. . Actividad del grupo de vecinos. La principal actividad que emprendieron los vecinos y comerciantes de los alrededores de la feria fue iniciar acciones legales ante la justicia, mediante un recurso de amparo, para solicitar no se aprobara el proyecto de la feria por tratarse de una iniciativa que atentaba contra lo dispuesto por la planificación urbana en materia de destino futuro del predio de la Estación del Mitre, convertirla en un espacio verde recreativo y cultural. Los vecinos veían que sus expectativas de ver concretado alguno de esos proyectos se esfumaban con la creación de la feria. Por otra parte, consideraban que el único espacio verde dentro del predio, una pequeña plazoleta en el ángulo sur-este, a la cual concurrían con sus hijos para que ellos anduvieran en bicicletas y jugaran en algunas viejas instalaciones ferroviarias, se vería amenazado por la presencia de gente extraña que les resultaba poco confiable. . Actividades del grupo de la Escuela de Cine. Este grupo permaneció totalmente ausente de la problemática de la feria, ya que su actividad no entraba en conflicto con la misma, además, los horarios de funcionamiento de una y otra actividad nunca coincidirían. No obstante, el gobierno local consideró que la actividad de la escuela de cine podría entrar en sinergia con las actividades culturales organizadas por el Gobierno durante los momentos de funcionamiento de la feria. Simbolismo . Representaciones sociales de los troqueros. Éstos asociaban la nueva feria como un ámbito que les significaba el desarraigo del lugar original en el cual ellos ya habían consolidado su actividad y establecido redes sociales y de clientes directamente vinculados a ese lugar y su ambiente social. Se sentían faltos de todo tipo de referentes, espaciales, sociales y simbólicos, que les costaba reconstruir en el nuevo emplazamiento. Además, tenían que compartir un ambiente social totalmente nuevo lleno de grupos extraños que no formaban parte de su entorno habitual. A ello se les sumaba la percepción de encontrarse lejos de sus lugares, con lo cual la sensación de desarraigo y desánimo era aún mayor.
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. Representaciones sociales de los puesteros. Si bien este grupo compartía con los troqueros cierta nostalgia por el desarraigo de sus lugares originales de la feria, no obstante, manifestaban cierta ilusión y un entusiasmo cauto frente al nuevo reto. La motivación principal provenía de la imagen positiva que les significaba poder mostrarse a toda la ciudad desde un ámbito especialmente creado para ellos, y, además, hacerlo en forma legal. La imagen publicitaria transmitida por los medios de comunicación que había orquestado el Gobierno Local para convencer a la población en general de que el proyecto era una buena solución al problema de las ferias del trueque y el uso indebido del espacio público, alimentaba las expectativas de buenas ventas de los puesteros. . Representaciones sociales del equipo de gobierno. Éste fue el grupo que elaboró en forma más consciente e intencional el mensaje visual y discursivo sobre la conveniencia y bondades de la nueva feria, asumida desde la representación de Mercado Popular, inspirado en los “mercados de antigüedades” o “mercados de pulgas” típicos de las ciudades europeas. La imagen que actuó como principal representación social era aquella que asociaba la nueva feria a un mercado del estilo de las ferias populares callejeras europeas, en las el encanto despertado por todo tipo de objetos antiguos o desechados, era irresistible y constituía una auténtica atracción turística. Por momentos, y a juzgar por los discursos de algunos funcionarios del gobierno, parecía que las diferencias contextuales y culturales no hubiesen existido entre una ciudad europea y Santa Fe, como cuando se trató de homologar el mercado popular “La Baulera a un mercado popular de una calle de París. La representación social de la población en general respecto de este tipo de mercados de troqueros en la ciudad, estaba muy lejos de la representación con la que el gobierno quería asociar la nueva feria. La población tenía muy clara la connotación de estas ferias en la ciudad, y las asociaba a actividades marginales, a las que concurrían gente de muy escasos recursos, y que, en la mayoría de los casos, estaban situadas en lugares marginados de la ciudad, salvo contadas excepciones, como una de ellas que se desarrollaba dentro de un gran parque público los fines de semana. No obstante, el ambiente social que caracterizaba estas actividades seguía asociado a gente emparentada con la ilegalidad, inseguridad y conflictos sociales. . Representaciones sociales del Centro Comercial. Esta institución asociaba la feria y el ambiente social de la misma directamente a la ilegalidad, la delincuencia y gente de mal vivir tildados de marginados sociales. Las declaraciones públicas si bien no hacían mención explícita a estos términos calificativos, los mismos estaban implícitos en el espíritu de las declaraciones hechas en diarios, radios y televisión. Además, asociaba a la gente de la feria con los vendedores ambulantes en el centro comercial que de por sí, constituían un problema de competencia ilegal para ellos. Con lo cual integraban bajo la representación social de grupos ilegales, emparentados
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con el delito, tanto a los vendedores callejeros como a los grupos de la feria. Ello les servía como principal elemento para reforzar sus argumentos en contra del establecimiento de la feria. . Representación social de los vecinos. Los vecinos y comerciantes de los alrededores de la futura feria se mostraban intolerantes a que la representación social de espacio abandonado, tierra de nadie, refugio de malvivientes y foco de degradación y desvalorización del entorno urbano, con la que estaba asociado el predio de la Estación del Mitre, se potenciara con la instalación de la feria en ese mismo predio. Los vecinos y comerciantes compartían el mismo tipo de representación social que el resto de la población de la ciudad respecto de estas ferias, o sea, actividades informales, conformada por grupos sociales de dudosa actividad social, emparentados a la delincuencia y a la marginación social. Además la concreción del proyecto frustraría el anhelo de contar con un espacio verde recreativo que tanto deseaban y reclamaban para los niños y jóvenes de la zona. . Representación social de la Escuela de Cine. Si bien este grupo no hizo manifestación alguna sobre la feria, se deduce que la población estudiantil y académica de este centro de formación habría puesto ciertos reparos a la feria en materia de medidas de seguridad para con sus instalaciones y equipamientos. Escenario físico . El escenario de los troqueros y los puesteros. Se trata del principal escenario sobre el que se desarrolla la problemática del presente trabajo a partir de la actividad protagónica de los troqueros y los puesteros. Ambos grupos sociales comparten el mismo escenario físico: un playón seco dentro del predio de la Estación del Mitre ubicado sobre el lado norte del mismo. Este es el sitio específico que determinó el proyecto oficial sobre el cual se trazaron más de setecientas pequeñas parcelas dentro de las cuales los feriantes deberían montar sus puestos de venta. Para ello se les proveyó una estructura modulada, desarmable, metálica con forma de baldaquino de base cuadrada y techo piramidal cubierta con una lona blanca que actuaría como protección solar y un tablón de madera con caballetes como mesa de apoyo para exhibir los productos. Dentro de este playón seco destinado a la localización de los puestos de la feria, se ubica una gran plataforma de aprox. un metro de alto con paredes de ladrillo y piso de hormigón, que quedó emplazada en el medio del conjunto de puestos y que permanecería libre de los mismos para ser destinada al desarrollo de actividades recreativas previo resguardo del sol con un sistema de portales metálicos livianos cubiertos con lonas desmontables. Sobre el lado oeste del predio ferial se ubicó una unidad sanitaria de módu-
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los trasladables de baños químicos. Sobre el lado este del predio se refuncionalizó un pequeño local del ferrocarril como oficina para la guardia policial. Todo el predio fue iluminado, señalizado e identificado con cartelería que exhibía el nombre de mercado popular “La Baulera” junto al logotipo identificador del Gobierno de la Ciudad. El resto del predio de la Estación del Mitre está ocupado con un pequeño espacio verde en el ángulo sur este y a lo largo de todo el lado sur, el antiguo edificio patrimonial de la Estación. El lado oeste del predio está delimitado por una calle interna que atraviesa el predio y une las calles que hacen de límite al norte y al sur. En conjunto, el playón de la feria, la plataforma elevado, el pequeño espacio verde y el edificio de la estación ocupan una superficie equivalente a la de un bloque manzanero cuadrado de unos ochenta metros de lado. Este espacio es la parte correspondiente a las áreas de maniobras, carga y descarga de mercancías, de la antigua estación de trenes, cuyo sistema de vías y espacios ferroviarios se extiende hacia el oeste internándose en los barrios periféricos de la ciudad sobre el río Salado. Los principales puntos de acceso a la feria serían desde los lados este y norte sobre dos avenidas muy transitadas y peligrosas para el cruce de peatones, sobre todo en los momentos de funcionamiento de la feria en los que la cantidad de visitantes y puesteros puede alcanzar un número cercano a las cinco mil personas.
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. El escenario del gobierno. Respecto de las acciones arquitectónicas y urbanísticas del gobierno para adecuar el predio como ámbito para exposición y recreación, debe considerarse la presencia de un impedimento clave que significó una traba importante a las obras de modificación y adaptación del lugar. Este factor estaba relacionado al impedimento legal que tenía el gobierno local para poder realizar cualquier tipo de modificación de las características físicas del predio y la estación del ferrocarril, por tratarse de una propiedad del Estado nacional cuya tenencia no había sido pasada al municipio. Además, el Estado nacional todavía consideraba a estas instalaciones ferroviarias como operativas, a pesar que hacía ya varios años que no se registraban movimientos de trenes y todo permanecía inactivo y en un estado de gran abandono. La única posibilidad de accionar que tenía el gobierno municipal era la de hacer uso precario de las instalaciones, manteniéndolas, sin realizarles ningún tipo de modificación que atentara contra la posibilidad de reactivación del servicio de trenes. Esta disposición formaba parte de una crónica falta de política nacional en materia ferroviaria que nunca tuvo una respuesta clara y decidida y siempre permaneció ligada a criterios de reactivación de ramales ferroviarios de trenes de carga que resultaran rentables para la explotación privada, con lo cual, las estaciones de pasajeros, como era este caso, quedaron totalmente al margen y abandonadas. De allí que las acciones de mejoramiento del predio y la adecuación del mismo para el funcionamiento de la feria se limitara a mínimas intervenciones, en su mayoría, desmontables. Este factor fue el que más influyó en la posibilidad de llevar a cabo una transformación urbanística profunda de todo el predio y el edificio de la estación tendiente a rescatar el conjunto como espacio predial, verde y recreativo cultural en los términos que venían desarrollándose los proyectos urbanísticos anteriores sobre este predio. Todos estos proyectos partían del la hipótesis de una máxima posibilidad de intervención urbanística a partir de un traspaso de tenencia de la órbita del Estado Nacional al Municipal que nunca se concretó. . El escenario de los vecinos. Más allá del rechazo a la feria en sí que este grupo expuso como principal reclamo, por el impacto negativo en el ambiente social barrial, en realidad el rechazo se sustentaba en otros
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impactos negativos derivados del tipo de gente que atraía la feria y de las conductas antisociales de estas personas en el espacio público del barrio. En relación a ello las quejas de los vecinos apuntaban al desorden funcional que ocasionaba la gran afluencia de visitantes de la feria y la presencia de medios muy precarios de transporte y movilidad de personas y mercaderías, a veces a tracción a sangre, esparcidos por las calles del barrio. Además, una vez concluida la feria, tanto el predio en sí, como el entorno inmediato a la feria quedaba en un estado crítico de suciedad y desorden que no siempre era subsanado con eficacia por el servicio público de recolección de residuos, barrido y limpieza. Por otro lado, los vecinos veían amenazada la integridad y mantenimiento del único espacio verde público que habían conseguido se generara dentro del predio en el ángulo sur-este, sobre todo, en los momentos de desarrollo de la feria, durante los cuales eran a veces mal utilizados y deteriorados por adolescentes pertenecientes a grupos sociales muy diferentes a los grupos sociales característicos de los barrios del este del predio, o sea, del macrocentro. . El escenario de la Escuela de Cine. La planta superior del edificio principal de la Estación era el ámbito sede de la Escuela que desarrollaba allí, algunas actividades académicas que quedaban prácticamente circunscriptas a ese espacio, sin ningún tipo de utilización del resto del edificio o los espacios abiertos del predio. El estado crítico del viejo edificio, de más de cien años, y la falta crónica de mantenimiento, hacían casi imposible desarrollar cualquier actividad en esas instalaciones sin no tener que afrontar periódicamente problemas de humedad, filtraciones, cerramientos, instalaciones eléctricas y sanitarias deficientes y obsoletas. De allí que las actividades de la Escuela dentro de este ámbito se vieran muy limitadas por las inadecuadas condiciones de del edificio y su falta de mantenimiento. Esto desalentaba todo tipo de propuesta de actividades que pudiera desarrollar la Escuela de Cine en sinergia con la Feria y el predio. La decisión de localizar en el edificio de la Estación una parte de la Escuela de Cine al igual que la localización en la planta baja del mismo edificio, de la sede del distrito sur-oeste del gobierno de la ciudad, respondió a una política del gobierno local en tratar de reconvertir la situación de espacios urbanos degradados y abandonados como el de estas viejas estaciones de trenes. El objetivo del gobierno era que a partir de actividades como las de la Escuela de cine y la sede del distrito, el lugar recobraría actividad, vida social y con ello, se revertiría la situación de abandono y tierra de nadie que caracterizaba a la Estación del Mitre. De todos modos, el impacto positivo esperado tras esta política fue muy débil, debido, fundamentalmente, a la imposibilidad que tenía el gobierno de intervenir físicamente en esas instalaciones por no poseer la propiedad de las mismas.
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La propuesta del gobierno local En este diagrama se marcan con lĂneas y cuadros en naranja las principales acciones propuestas por el gobierno local.
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A partir de la propuesta oficial del gobierno local, se generó un primer escenario de situación en tensión entre grupos sociales, actividades, escenario físico y simbolismo que estuvo marcado por un fuerte rechazo principalmente por parte de los vecinos de la feria y el Centro Comercial. En cuanto a los feriantes, la reacción fue dispar, ya que el impacto no fue el mismo en todos ellos. El grupo de puesteros fue el que recibió el proyecto con mejor expectativa desde una actitud optimista asociada a la posibilidad de obtener mayores ventas. En el resto de puesteros la actitud fue pesimista y de rechazo, argumentando que el proyecto los perjudicaba en gran medida por haber perdido sus clientes habituales dentro de los lugares originales en los que desarrollaban su actividad, además de no contar con condiciones físicas de adecuación del predio ferial para armar los puestos de venta, encontrar reparo del clima, poder exponer adecuadamente los productos, contar con un servicio sanitario adecuado dentro del predio así como condiciones de seguridad necesarias para la actividad ferial. A todo ello se sumaba el gran inconveniente que para la mayoría de los puesteros comportaba tener que trasladarse desde barrios alejados al sitio de la feria teniendo que trasladar la mercadería. Por otra parte, el impacto de la feria en el entorno barrial se hizo sentir de inmediato a través de la presencia de grupos sociales extraños dentro de la población habitual en los barrios de los alrededores a la feria, lo cual generó una actitud de desconfianza en la población local, fundamentada en algunos robos a locales comerciales en la zona. A ello se sumaba un gran desorden funcional por la cantidad de gente y automóviles que comenzaron a converger sobre el predio del Mitre, la acumulación de basura en todo el predio y las calles perimetrales a la feria, una vez que esta dejaba de funcionar. De este modo, la situación inicial en la que comenzó a funcionar la feria fue de una gran precariedad en cuanto a la adecuación física y de servicios del predio ferial como para garantizar un funcionamiento digno, que brindara condiciones de resguardo del clima y acceso a servicios sanitarios mínimos como para que la jornada de trabajo de los puesteros se hiciera llevadera. El principal problema era el resguardo del sol que, en Santa Fe, en verano, primavera y parte del otoño, es muy fuerte con temperaturas y humedad elevadas que convertían al playón seco de la feria en un ambiente de difícil habitabilidad. El gobierno local en todo momento defendió el proyecto argumentando que los “gazebos” o puestos desarmables con techo de lona que le habían asignado a cada puestero era una buena solución para organizar los puestos y encontrar reparo del sol. También se defendió la unidad sanitaria de baños químicos móviles que habían sido instalados en el predio en forma muy precaria e insuficiente en cantidad como para dar servicio a una población de alrededor de 3000 personas.
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Como actividad complementaria a la de la feria, el gobierno local organizó durante los momentos de funcionamiento de la misma, espectáculos artísticos con mimos, payasos y malabaristas para que actuaban como animadores sociales para niños y adolescentes, dentro de la nave central de la vieja Estación del Mitre. Junto a estos animadores sociales el gobierno designó personal profesional en educación física para que hicieran lo propio con adolescentes en los espacios verdes perimetrales al playón de la feria, a partir del desarrollo de actividades deportivas informales que entretuvieran a los jóvenes mientras los adultos podían recorrer la feria. Para poder desarrollar las dos actividades anteriores, el gobierno no realizó ninguna adecuación del edificio de la Estación del Mitre ni de los espacios verdes perimetrales a la feria, con lo cual las condiciones de despliegue de estas actividades fueron extremadamente precarias. Parte de los motivos que impidieron adecuar las instalaciones se debió a la imposibilidad legal del gobierno local para intervenir sobre cualquier edifico e instalación de todo el predio que estaba en manos de un organismo del gobierno nacional. Mediante acciones como las anteriores, el gobierno local pretendía instalar en la población una representación social de la feria como un mercado popular de artículos atractivos al punto de atraer turistas, y convertirse en una atracción más en la ciudad. Paralelamente difundía la nueva condición de legalidad en la que había logrado enmarcar a todos los troqueros a la vez que se solucionaba el problema del uso abusivo del espacio público en la ciudad. De todas estas intenciones, la población en general se identificó más con la visión de recuperación del espacio público en lugares emblemáticos de la ciudad, como en el caso del parque Juan de Garay que hasta ese momento era uno de los lugares intrusados por los troqueros para una feria popular informal con un gran impacto negativo en el entorno. En cuanto al resto de los mensajes y simbolismo con los que el gobierno local pretendía asociar la feria, no tuvieron la acogida en la población en general, que de ellos se esperaba, ya que la gente seguía manteniendo una imagen negativa de este tipo de actividad en la ciudad. Además, coincidían con los vecinos del entorno en que esta feria no haría más que profundizar el estado de abandono y deterioro crítico del predio e instalaciones de la Estación del Mitre. La situación más conflictiva que vivió el gobierno local en este primer momento fue la dura crítica seguida de acciones legales bajo la figura de recurso de amparo, presentada por un grupo de vecinos de la feria y el Centro Comercial, ante la justicia provincial, solicitando el inmediato cese de la actividad ferial por considerar que la misma generaba un impacto negativo al entorno, además de incumplir con el destino del predio del Mitre que siempre estuvo vinculado a proyectos oficiales de futuro espacio verde público recreativo complementario al funcionamiento de la estación. Por su parte, el Centro Comercial, argumentaba la ilegalidad de la actividad comercial de la feria (ver Diagrama Nº 2).
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Repercusiones de la propuesta del gobierno Local en los principales grupos sociales involucrados La principal consecuencia de la propuesta oficial fue incrementar el simbolismo negativo con el cual asociaban al predio del Mitre, tanto los vecinos, como el Centro Comercial. Estos grupos consideraron que con la nueva feria el lugar recibiría un impacto negativo que agudizaría el abandono crónico de ese predio por parte de los gobiernos nacional y local. El rechazo no solo apuntaba a la actividad de la feria en sí, sino, a los grupos sociales de la misma, ya que se los vinculaba con sectores sociales marginales de la población de la ciudad, vinculados al mundo de la delincuencia (ver Diagrama Nº 3).
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Repercusiones de la propuesta del gobierno Local en los principales grupos sociales involucrados
Diagrama NÂş 3 Con lĂneas gruesas se indican las principales consecuencias generadas por la propuesta del gobierno local.
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La respuesta del gobierno local ante el rechazo social
Diagrama Nº 4 Con líneas gruesas se indican las principales acciones del gobierno Local ante el rechazo del proyecto.
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Frente al rechazo general de la propuesta, el gobierno local decidió crear un “espacio de negociación” para dialogar y llegar a consensuar acuerdos entre los distintos grupos directamente afectados por el proyecto. Su objetivo fue lograr satisfacer algunas demandas por parte de los distintos grupos sociales con el propósito de no dar marcha atrás con el proyecto. En este sentido, se acordó con los distintos tipos de feriantes mejorar las condiciones generales del predio para que la feria pudiese desarrollarse en mejores condiciones. A su vez, se reconoció que concentrar todas las ferias del trueque en este único espacio era una propuesta inviable debido a que ocasionaba más perjuicios que beneficios a los feriantes, sobre todo, en materia de traslado desde sus lugares de residencia hasta el lugar de la feria. En este sentido se acordó crear nuevos lugares alternativos en el norte de la ciudad, determinados por el gobierno, dentro de los cuales los troqueros pudieran también desarrollar ferias populares durante días y horarios determinados por el municipio. Esta fue quizás la medida política más importante para con los troqueros que terminó por descomprimir la tensa situación social generada a partir del proyecto oficial en el predio del Mitre. Con esta medida de crear ferias alternativas en otros lugares controlados de la ciudad, tanto los feriantes como los vecinos del Mitre, tuvieron que ceder en sus posturas de rechazo intransigente ya que el gobierno local mostraba interés en encontrar algún tipo de solución intermedia al problema. Otro de los motivos que morigeró el reclamo de los vecinos, fue que el recurso de amparo que habían presentado en la justicia obtuvo un dictamen desfavorable a los vecinos y dio vía libre al proyecto del gobierno. Por su parte, el Centro Comercial, no mostró conformidad con la nueva situación y se mantuvo firme en su postura de considerar a la feria como una iniciativa que atentaría contra los intereses y las condiciones legales exigidas por el mismo municipio para desarrollar toda tipo de actividad comercial en la ciudad. Conclusión El equipo de investigación, a través del presente proceso interpretativo de la problemática, llegó a predecir el desenlace negativo que tendría el proyecto mediante sus diagramas interpretativos. Éste fue quizás el mayor logro en cuanto a haber puesto a prueba la estrategia de interpretación proyectual de una determinada problemática urbana desde los postulados del Urbanismo Ambiental Hermenéutico. A tal punto fue el acierto del estudio que desde el momento inicial ya se indicaban a través de los diagramas las tendencias y consecuencias en las que derivaría el proyecto, mucho antes que el gobierno local tuviera que hacer frente a la tensa situación en la que derivó la iniciativa al año de concreción. Al respecto, el equipo de investigación consideró siempre que el proyecto era una iniciativa inviable porque en ella existía una falta total de articulación coherente entre correspondencias socio-simbólicas y congruencias socio-físicas por parte de los distintos grupos sociales, el simbolismo y el escenario. Si bien en la actua-
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lidad el mercado popular lleva ya tres años de funcionamiento, se tiene el convencimiento que el mismo está destinado al fracaso, debido a que las condiciones para que siga funcionando son impuestas, forzadas y no se corresponden con una situación de articulación coherente entre correspondencias y congruencias. Las causas de esta desarticulación radican en que aún no están dadas las condiciones legales, físicas y económicas, como para que el gobierno local pueda, por un lado, intervenir en el predio del Mitre con obras necesarias para una profunda refuncionalización y puesta a punto de todo el predio y el edificio de la estación más los espacios verdes, cuestión esencial para pensar en desarrollar cualquier tipo de actividad en ese espacio. Por otra parte, la problemática de las ferias del trueque no se puede desarraigar de sus lugares de origen en los barrios en los cuales surgieron y de los cuales viven muchas familias. No reconocer esto, es estar forzando y tensionando a los troqueros a que no se sientan a gusto en sus sitios de relocalización distantes a los de sus lugares de orígenes y, en consecuencia, estén pensando todo el tiempo en volver a los lugares con los que están arraigados ni bien cambien las condiciones impuestas por un determinado gobierno local. En este sentido, no debe sorprender que cuando el gobierno local cambie de partido político, el nuevo gobierno que asuma proponga una política alternativa en este tema, situación que será más que aprovechada por los troqueros en su propio beneficio intentando por todos los medios volver a sus lugares originales. Frente a esta situación, el equipo de investigación propuso al gobierno local, estudiar el problema de las ferias del trueque dentro de sus lugares de origen, o sea, dentro de los barrios con los cuales ellas tienen una profunda vinculación social y simbólica. No reconocer esto es estar partiendo de una visión errónea de la problemática. Cualquier propuesta de mejoramiento de estas ferias deber partir por reconocer que las mismas son parte esencial de la realidad socio-física-simbólica de un lugar. En consecuencia lo que se sugiere es tratar de mejorar las condiciones en las que las mismas se desarrollan dentro del propio lugar, y no, expulsándolas del lugar. Si bien se reconoce que no todas las ferias pueden seguir funcionando en sitios como espacios públicos intrusados, como en el caso de plazas y parques, cabe la posibilidad de ordenar el funcionamiento de las mismas en espacios públicos alternativos dentro de los barrios de origen o en zonas de interfase entre barrios dentro de terrenos ferroviarios o de propiedad pública en estado de vacancia o bien, predios de gran superficie ocupados por algún equipamiento o institución pública dentro de esos barrios, que bien podrían actuar como ámbitos de contención a esta actividad ferial. Para abordar estas últimas alternativas se sugiere tomar en consideración el estudio de las articulaciones entre correspondencias socio-simbólicas y congruencias socio-físicas, ya que a través de las mismas se constituyen los lugares. Y si lo que se pretende es interpretar a la ciudad como una compleja articulación de lugares, no se puede desconocer esta articulación esencial.
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Taller organizado por el equipo de investigación con los representantes de los troqueros en la Estación del Mitre.
Taller organizado por el equipo de investigación con los vecinos de la feria.
Taller organizado por el equipo de investigación en el que alumnos avanzados de la carrera de Arquitectura exponen los avances parciales del trabajo a los feriantes y las autoridades del gobierno local.
Taller organizado por el equipo de investigación en el que alumnos avanzados de la carrera de Arquitectura exponen los avances parciales del trabajo a los feriantes y las autoridades del gobierno local.
A modo de testimonio que corrobora los resultados del presente trabajo de investigación Ejemplo de un mercado popular generado dentro de un predio público en un barrio del norte de la ciudad, surgido como consecuencia de la problemática del mercado popular “La Baulera” en el predio del Mitre.
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“Se trata del mercado popular que se lleva adelante desde el pasado domingo en el predio ubicado detrás del Centro Integrador Comunitario. Al lugar ya concurren unos 180 puesteros que fueron trasladados por el Municipio desde la zona de la ciclovía de Don Bosco. El nuevo emprendimiento se suma a ‘La Baulera’, la otra feria al aire libre autorizada por el Gobierno de la Ciudad, y a la Feria Popular Rivadavia, que funciona en un espacio cerrado. El Gobierno de la Ciudad decidió resolver la situación de los vendedores informales del trueque de la zona de la ciclovía de barrio Don Bosco, donde había fuertes quejas de los vecinos. En ese marco, se tomó la medida de reubicar a los puesteros en terrenos aledaños al Centro Integrador Comunitario (CIC) de Facundo Zuviría al 8000 para formar lo que sus ocupantes ya denominaron como ‘La Feria’. Así, desde el pasado domingo, unas 180 personas aceptaron el traslado y montaron sus puestos en los terrenos municipales. Según se especificó, ‘La Feria’ funciona los días martes, viernes y domingos durante todo el día, y es el segundo mercado popular habilitado por el Gobierno de la ciudad al aire libre: se suma a “La Baulera” que se desarrolla en las instalaciones de la ex Estación Mitre.” Texto extraído del sitio web oficial del Gobierno de la Ciudad: http://www.santafeciudad.gov.ar/noticia/feria_funciona_facundo_zuviria_8000
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LA CIUDAD COMO COMPLEJA ARTICULACIÓN DE LUGARES Resumen El presente trabajo es una síntesis de distintas propuestas urbanísticas de carácter sociofísico desarrolladas por alumnos avanzados de Arquitectura en un barrio de la ciudad de Santa Fe, Argentina, desde la cátedra de Prácticas en Planeamiento Ambiental, bajo la dirección del Dr. Arq. Marcelo Zárate. El trabajo se implementó a partir de la modalidad de Proyecto de Extensión de Cátedra, acreditado y evaluado por la Universidad Nacional del Litoral durante los meses de agosto a noviembre de 2010. En el proyecto han participado distintas instituciones barriales, actores sociales claves, vecinos en general y la Secretaría de Desarrollo Social del Gobierno de la ciudad, a través del programa Parques y plazas de mi ciudad y del Presupuesto Participativo.
EL CASO DEL BARRIO NUEVO HORIZONTE
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Los momentos del proceso de conocimiento proyectual Para abordar la articulación entre orden implícito y orden explícito, el trabajo propone el siguiente procedimiento metodológico ordenado en Momentos y Modelos. A) Momento de aproximación interpretativa A-1) Modelo Organizativo Funcional de los grupos sociales El propósito de este modelo es interpretar cómo es la interacción y organización social dentro del lugar a partir del reconocimiento de grupos sociales y prácticas sociales, según la percepción de los propios vecinos del lugar. Se trata de identificar grupos sociales en relación a distintos tipos de actividades, tanto informales como formalizadas (a partir de instituciones), dentro de ambientes sociales, articulaciones interinstitucionales, redes sociales y espacios urbanos.
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Modelo Organizativo Funcional de los grupos sociales
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A-2) Construcción de un Modelo Metafórico o Simbólico interpretativo A partir de considerar las percepciones de los vecinos (en sentido amplio, o sea, cogniciones que generan imágenes, representaciones sociales, significados y una posterior valoración), con relación al ambiente simbólico dentro del cual estaría inscripta la problemática del espacio público barrial, y recogidas tanto por medio de una encuesta como de los talleres de trabajo, se construye un Modelo Simbólico a partir de elementos tangibles e intangibles y las relaciones e interacciones entre ellos. Este modelo, al igual que el anterior, se representa a través de un mapa conceptual y tiene su correlato topológico en el escenario o espacio urbano mediante los rasgos configurativos que actúen de referentes o significantes espaciales (siempre y cuando ello sea posible, ya que no todos los símbolos harán referencia a elementos físicos, puede que algunos estén relacionados con las prácticas sociales o simplemente sean representaciones sociales, imágenes o conceptos construidos socialmente).
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Construcciรณn de un Modelo Metafรณrico o Simbรณlico interpretativo
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A-3) Construcción de un Modelo Morfológico en su fase analítica o interpretativa Este modelo se construye a partir de los rasgos configurativos de la forma de la ciudad considerada desde el espacio público (sistema de canales, recintos) determinados por el agregado edilicio (la arquitectura como conjunto) y algunos hechos arquitectónicos singulares, así como situaciones propias del medio físico natural combinadas con lo construido. También contribuyen a la configuración del escenario los elementos infraestructurales, mobiliario urbano y el equipamiento urbano singular. Por otra parte, se consideran aspectos propios de la regulación urbanística a través de planes y reglamentos vigentes, así como aspectos complementarios como el valor del suelo y la movilidad vehicular y peatonal.
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A-4) Construcción de un mapa o paisaje heurístico de la problemática Construir un mapa heurístico (o sea, tentativo, hipotético) implica ensayar una primera interpretación de las múltiples aspectos intervinientes en la vida del lugar a partir de cuatro grandes categorías de análisis utilizadas para deconstruir la problemática de estudio dentro del: a) el reconocimiento de grupos sociales; b) sus principales actividades en el espacio público; c) los rasgos configurativos de los escenarios utilizados para su despliegue e interacción social; y d) el simbolismo asignado tanto a los grupos sociales, como a las actividades y el escenario. Este Mapa Heurístico debe ser capaz de brindar interpretaciones hipotéticas sobre la relación entre escenario y los supuestos subyacentes a los valores, significaciones, identidades, apropiaciones y modos en los que se organizan funcionalmente los grupos en estudio, como resultado de un proceso cultural permanente de construcción y reconstrucción sobre sí mismo.
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Construcción de un mapa o paisaje heurístico de la problemática
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A-4) Determinación de las correspondencias sociosimbólicas y las congruencias sociofísicas A partir de la información obtenida en cada uno de los tres modelos anteriores, se construyen dos matrices básicas: la matriz para determinar las mayores y menores correspondencias sociosimbólicas y la matriz para determinar las mayores y menores congruencias sociofísicas. Las correspondencias sociosimbólicas refieren a aquellas situaciones de un alto grado de coherencia entre representaciones sociales, imaginarios urbanos, espacios simbólicos, mapas mentales, esquemas territoriales y valoraciones, generados desde las prácticas sociales de distintos grupos sociales, teniendo en cuenta el grado de reconocimiento o aceptación mutua, dentro de un lugar común, como podría ser, el caso de un lugar de asentamiento residencial dentro de la ciudad, que pudiera actuar como ambiente barrial de referencia de una historia ambiental común. Por su parte, las congruencias sociofísicas refieren al grado de adaptabilidad de un escenario o medio físico construido y natural, en relación a una o varias prácticas sociales generadas por uno o varios grupos humanos dentro de un lugar común o ambiente barrial que actuara como ambiente de referencia de una histórica ambiental común.
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Las articulaciones estratégicas entre correspondencias y congruencias constituye el punto central de investigación de la genética del lugar desde el Urbanismo Ambiental Hermenéutico, ya que en el caso que existieran articulaciones estratégicas positivas entre aquellas, estarían dadas las condiciones esenciales que definirían un lugar maduro, en el que existiría alta probabilidad de encontrar en él identidad de lugar, apropiación, arraigo, en consecuencia, potencial interés por parte de sus habitantes en los problemas del mismo y de involucrarse en procesos de planificación participativa. A-5) Determinación de las Unidades Ambientales Las Unidades Ambientales representan ámbitos de articulaciones estratégicas, con una referencia territorial, de los resultados obtenidos en el análisis de las congruencias sociofísicas y de las correspondencias sociosimbólicas cuando estas últimas lo permitan. Se trata de ámbitos de naturaleza social, física y simbólica que definen topológicamente los aspectos territorializados del código genético del lugar. A las unidades ambientales que no poseen una necesaria referencia territorial, como sería el caso de aquellas correspondencias sociosimbólicas que se obtienen a partir de confrontar representaciones sociales diversas correspondientes a una determinada praxis social o grupo social, a este tipo de unidad, se la denomina ambientes miméticos, o sea, de coincidencias simbólicas entre grupos sociales diversos, que deben ser vistas en complementación a las unidades ambientales que tengan una referencia territorial. Las Unidades Ambientales constituyen la síntesis más valiosa de la fase interpretativa en el estudio del lugar, ya que a partir de ellas pueden elaborarse hipótesis proyectuales a tres dimensiones: física (sobre la configuración del escenario, en tanto patrimonio físico), social (sobre posibles grupos y prácticas sociales, articulaciones interinstitucionales y redes sociales, en tanto patrimonio social organizativo funcional) y simbólico (en tanto carga semántica del escenario los grupos sociales y sus actividades, en tanto patrimonio semiótico).
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B) Momento propositivo B-1) El Modelo Morfológico como representación de las potencialidades formales del escenario para el proyecto A partir de la información de las Unidades Ambientales y su manifestación territorial complementadas con las matrices de las correspondencias sociosimbólicas y congruencias sociofísicas, en esta instancia, se trata de proponer articulaciones virtuosas, inteligentes, sustentables, entre aquellos rasgos morfológicos del escenario que pudieran presentar una oportunidad estratégica para desarrollar una idea proyectual capaz de revertir las situaciones negativas estudiadas en el lugar a partir de integrar los contenidos positivos entre correspondencias sociosimbólicas y congruencias sociofísicas dentro de cada unidad ambiental.
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B-2) La formulación de la visión proyectual: la Ciudad Análoga Este modelo hace referencia a la imagen o visión deseada por los habitantes del lugar para con el sitio del proyecto. Se trata de interpretar proyectualmente la visión o deseo de solución o estado futuro del lugar, propuesta por los habitantes, tomando como principales ámbitos de proyecto a las unidades ambientales antes definidas. Para prefigurar este modelo, se deben tener en cuenta no sólo los aspectos propiamente físicos de la etapa (A), sino los sociales y simbólicos, ya que a través del Modelo de ciudad análoga lo que se pretende es construir una visión socio-física-simbólica posible para el escenario proyectual futuro. Es aquí en donde deben presentarse soluciones proyectuales posibles (utopías concretas) para cada unidad ambiental, a partir de tomar ejemplos de proyectos reales obtenidos de contextos pertinentes al del trabajo, que puedan brindar antecedentes ciertos y reales de soluciones factibles a los distintos aspectos a resolver dentro de cada unidad ambiental. Con este propósito se toman en cuenta tanto ejemplos arquetípicos referidos al escenario, como proyectos sociales, capaces de generar, incentivar, prácticas sociales, interacción social, apropiación social, coordinación de esfuerzos y recursos, identificación de la gente con el lugar, ya que de lo que se trata es de ser capaces de generar lugar y no diseñar simples espacios geométricos. Si las propuestas no alcanzan esa cualidad, no se estará cumpliendo con los objetivos básicos de la presente estrategia de conocimiento proyectual que plantea el Urbanismo Ambiental Hermenéutico.
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B-3) La formulación de las hipótesis proyectuales: el proyecto A través de esta operación se estará afrontando el momento más creativo en lo proyectual, y de profunda implicancia ética y compromiso social, que no será un salto al vacío en cuanto a no contar con premisas para orientar la idea proyectual, sino que, por el contrario, las distintas ideas proyectuales entrarán en diálogo y estarán socialmente sustentadas en los contenidos del modelo morfológico, las unidades ambientales, las correspondencias sociosimbólicas, las congruencias sociofísicas y el modelo de ciudad análoga.
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Sector 2: El proyecto social
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Sector 2: El proyecto del equipamiento comercial
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Sectores 3 y 4: El proyecto recreativo
El proyecto del paseo peatonal entre sectores
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El proyecto de accesibilidad urbana y transporte
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El proyecto de rediseño vial del acceso al barrio
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B-4) La articulación estratégica de los recursos: el Modelo Ejemplar Una vez definido el proyecto para cada Unidad Ambiental y para éstas en su conjunto, se construye un cuadro donde se establecen las relaciones sinérgicas estratégicas de los proyectos de orden físico, social y simbólico, entre Unidades Ambientales. Una vez establecidas estas asociaciones claves entre proyectos, se detallan para cada uno de ellos: los recursos humanos necesarios (los múltiples agentes sociales, instituciones barriales, organismos de gobierno, políticos, etc.); los recursos materiales (materiales, técnicas y tecnologías a utilizar); los recursos económicos (presupuesto aproximado de costos para cada proyecto); los recursos legales (marco legal y jurídico necesario de considerar para cada proyecto). El Modelo Ejemplar Cuadro Nº 5
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Conclusión El proyecto fue tomado como un instrumento guía de actuación urbanística del barrio por parte del gobierno local y las instituciones y vecinos del mismo, para posibilitar una orientación inteligente y socialmente sustentable de las acciones de mejora urbana en el barrio. Por otra parte, posibilitó robustecer las hipótesis teóricas del urbanismo ambiental hermenéutico que propone actuar sobre la ciudad a partir de articulación estratégica entre sus lugares urbanos. Listado de alumnos que participaron en el proyecto a los cuales pertenece la autoría de los gráficos: Mariela Aguirre; Gastón Alfano; Melina Alfano; Marcos Céspedes; Pablo Ferrando; Mateo Javier Gómez; Melisa Genuario; Juan Pablo Alegre; Javier Baiche; Esven Oblan; Jorgelina Balestieri; Natalí Caffaratti; Leandro Escobar; Analía Raffin; Ivana Zaninetti; Martín Baños; Luciana Cucit; Sebastián Sbodio; Daniel Roy Briggen; Gisell Crossa; Florencia Realini; Marisol Peña Serano; Sarah De Andrade e Andrade; Federico Gigante; Ramiro Sosa; Catia Tourn; Federico Marchetti.
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