URBANISMO DE LUGARES VIRTUALES O LUGARES VIRTUALES EN EL URBANISMO DE LUGARES REALES? Marcelo Zárate (*) El impacto de los fenómenos de la globalización y las TICs (Tecnologías de la Información y Comunicación), sobre la ciudad, más precisamente sobre el concepto tradicional de lugar urbano, ha venido desencadenando una serie de conceptualizaciones, principalmente desde el ámbito de los estudios culturales urbanos, las ciencias del territorio y el urbanismo, acerca de las nuevas condiciones de funcionamiento y organización del espacio físico y social de la ciudad en la era de la información que pueden sintetizarse en un repertorio creciente de neologismos tales como: atopía (Peter Eisenman), no lugares (Marc Augé), ciudad de los bits (William J. Mitchell), ciudad difusa (Francesco Indovina), ciudad global (Saskia Sassen), ciudad de villas (Alberto Magnaghi), ciudad postmoderna (Christine Boyer), ciber cities (Stephen Graham), splintering urbanism (Stephen Graham), cosmópolis (Leonie Sandercock), ciudad insurgente (Giancarlo Paba), edge cities (Joel Garreau), hiperciudad (André Corboz), ciudad de quarzo (Mike Davis), megaciudades (Peter Halls), metápolis (Francois Ascher), metrópolis fracturadas (Jonathan Barnett, Argen Mulder, Joke Brouwe, Laura Martz), periurbanización, sprawl, urban fiels (Dezert y otros), privatopia (Ewan McKenzie), post suburbio, exópolis (Edward Soja), rururbanización (Bernard Dezert, Bauer y otros), tecnópolis (Manuel Castells, Jordi Borja, Neil Postman), telépolis (Javier Echeverria), technoburb (Robert Fishman), urban village (Kenneth Till), postmetrópolis (Edward Soja), entre otros... Se podría considerar que en todas estas conceptualizaciones emerge una problemática común, la de una condición urbana en la que lo esencial es la tensión, a veces contrapuesta a veces complementaria, entre lugares virtuales y lugares reales, ciberespacio y espacio geográfico, comunidad virtual y comunidad real. Esta problemática, lejos de haber encontrado un encauzamiento teórico y práctico posible dentro del urbanismo, se esta convirtiendo en un problema cada vez más polifacético y con ello, esta planteando nuevos retos cognoscitivos de orientación proyectual. Si bien el impacto de las TICs sobre el espacio urbano es un tema aún poco estudiado, dado que estamos en pleno proceso de desarrollo y asimilación de las nuevas cualidades sociofísicas que caracterizan a la sociedad informacional (distopia, teletrabajo, comunidades virtuales, ambientes virtuales de interacción social, etc.), existen dos posiciones encontradas respecto a las consecuencias posibles de este fenómeno sobre la ciudad que condicionan el estudio de esta problemática: la de los que consideran que vamos hacia una disolución de la ciudad tradicional en pos de una ciudad “transparente” propia de la virtualidad que posibilitan las TICs, especialmente Internet y el ciberespacio; y la visión de aquellos que consideran que la ciudad tradicional seguirá siendo el escenario indispensable de referencia sobre el cual puedan desarrollarse e interactúen las (*)
Doctor Arquitecto; Facultad de Arquitectura Diseño y Urbanismo; Universidad Nacional del Litoral; Santa Fe; Argentina
TICs con la ciudad real o ciudad “opaca”. En la primer postura subyace la idea de un “lugar virtual”, atópico, atemporal, anónimo, instantáneo, efímero, propio de los ambientes virtuales de Internet. En la segunda postura se rescata la vigencia del lugar tradicional, del topos, del valor del tiempo histórico, de las identidades sociales particulares y del sentido de un ambiente cultural particular. Los adscriptos a la visión de la “ciudad transparente” basan su posición en el supuesto que las TICs estarían penetrando en forma imparable y pareja todos los contextos territoriales y sectores sociales, siendo una cuestión de tiempo que todo el planeta quede inmerso en el cibermundo. Consideran que la gran mayoría de la población tiene la posibilidad de vivir en dos mundos simultáneos, el real, cada vez menos estimulante desde lo físico y social, y el mundo virtual, cada vez más rico en interacciones sociales, alternativas laborales, de distracción, ocio, formación, cultura, etc. que convertiría al mundo real en un ámbito residual, anomico, atopico, asemántico. Los adscriptos a la visión de la “ciudad opaca” reivindican el valor topogenético vinculado al desarrollo de una cultura, que son procesos inseparables de la psicogénesis y sociogénesis del individuo, y con ello, de su identidad social y de lugar. Remarcan además el valor de infraestructura material, de recurso de bienes naturales combinados a bienes culturales generados a través de procesos de territorialización específicos de cada cultura a través de los cuales se genera patrimonio ambiental y cultural que hace de soporte a la vida y la organización social. Desde esta postura, el fenómeno de las TICs es un elemento más que se combina con el territorio y su ambiente cultural incrementando el nivel de complejidad de las practicas sociales, de uso, apropiación y significación del escenario físico, pero no admiten que el lugar tradicional desaparezca y sea sustituido por el lugar virtual. Frente a estas dos posturas básicas resulta útil tomar en consideración algunas cuestiones que, a juzgar por los resultados que están arrojando los estudios sobre el impacto de las TICs sobre el espacio urbano, se presentarían como condicionantes básicos o estructurales a cualquier estudio sobre el destino posible del lugar urbano tradicional en la era de la información. Entre las cuestiones que pueden considerarse estratégicas se han seleccionado las siguientes: •
Si bien se reconoce el surgimiento de nuevos espacios o ámbitos de interacción social de carácter efímeros, circunstanciales, anónimos, tales como Marc Augé los denomina no lugares, representados por los “parques temáticos”, los “espacios de viajeros”, los “grandes centros comerciales”, entre otros... resulta difícil aceptar que los mismos no constituyan una variante al concepto de lugar tradicional. Ya que si bien no son el resultado de un proceso de construcción histórico compartido cargado de sentido para un determinado grupo cultural, y además la permanencia y experiencia social en ellos puede ser fugaz, no por ello dejan de presentar posibilidades abiertas para tipos de interacciones sociales adaptadas al ritmo y pautas de vida que plantea la vida contemporánea en la ciudad. Aunque solo se permanezca en ellos poco tiempo, se nos presenten como contenedores mediáticos, escenografías,
que nos bombardeen con mensajes visuales cambiantes, estén permanentemente ocupados por usuarios que cambian todo el tiempo, y poseamos un espectro limitado de recursos funcionales y dotacionales para desarrollar actividades ya programadas en los mismos, no obstante, no dejan de constituirse en escenarios posibilitantes de pequeños fragmentos de historias personales y sociales que necesariamente se incorporarán a nuestras experiencias de vida en los niveles funcionales, espaciales y simbólicos. Es de este modo como pasarán a formar parte de nuestras representaciones sociales, percepciones y esquemas mentales cuando pensemos en el sistema de ambientes contemporáneos que nos presenta la sociedad globalizada, la sociedad informacional, la sociedad postmoderna. Con lo cual se podría considerar que estamos frente a un nuevo tipo de “lugar” distinto al lugar tradicional, que no por ello deja de posibilitarnos vivir la experiencia de ser pasajeros existenciales en ellos. Las experiencias que podemos vivir en este tipo de lugar, pueden llegar a ser tan intensas en lo social y simbólico que nada impide se puedan constituir en momentos relevantes de nuestras historias de vida en la actual sociedad postmoderna, llena de experiencias efímeras, pero no por ello necesariamente irrelevantes. En todo caso estamos frente a una alteración de las condiciones de tiempo y espacio que se han vuelto más instantáneo, en el primer caso, y más efímero y mediático en el segundo, pero no por ello menos intensos y significativos, sino que se trata de nuevos códigos del escenario del lugar globalizado, informacional, postmoderno. En este nuevo escenario se pierden los centros referenciales únicos a partir del cual cobra sentido el todo y sus partes, para ser sustituidos por un orden complejo, multifocal, en red, en donde cada foco, cada centralidad, cada lugar, puede llegar a ser tan importante como cualquiera. Estamos frente a una lógica difusa, abierta a que seamos nosotros los responsables de construir narraciones, historias concretas posibles dentro de esta trama lisa y rizomática, llenas de múltiples planos de consistencia que estarían representados por el sistema de ambientes que conforman nuestra trama de lugares de vida. Sería un error considerar que esta trama limita nuestras experiencias sociales, en todo caso, lo que nos esta proponiendo son nuevas pautas para tipos alternativos de interacciones sociales que introducen mayor complejidad y riqueza al escenario preexistente. • Directamente relacionado al punto anterior estaría el surgimiento de nuevos fenómenos en la metamorfosis urbana producto de la era global, la sociedad informacional, o sociedad postindustrial, dentro del cual resultan relevantes tres tipos de fenómenos particulares tales como: -
las ciudades privadas como las exópolis de Edward Soja, las edge cities de Joel Garreau, el postsuburbio de John Teaford, o las privatopias de Ewan McKenzie; se trata tal como las caracteriza Joan Vicente Rufí ...de un espacio urbano surgido a remolque de la nueva industrialización basada en la investigación y producción de tecnologías punteras, de telecomunicaciones, de biología, militares y de servicios avanzados..., ... son una especie de parque temático dedicado a la vida cotidiana... ... Se trata de un modelo inmobiliario para hacer más atractivo el suburbio de siempre.
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la ciudad territorio deslocalizada y dispersa sin límites claros como la ciudad difusa de Francesco Indovina, o la postmetrópolis de Edward Soja, o la cosmópolis de Leonie Sandercock, o la rururbanización de Bernard Dezert, o la metápolis de François Ascher, o la periurbanización de Bernard Dezert, o la hiperciudad de André Corboz, o las technoburb de Robert Fishman; Rufí las caracteriza como ...la metrópolis capaz de contener la mayor fragmentación y a la vez los elementos que hacen al mundo pequeño y contemporáneo... ... La postmetrópolis ha tenido que romper la lógica socioespacial de la metrópolis basada en una aglomeración física para llegar a una aglomeración de hechos y funciones sin necesidad de contigüidad, a la vez que la contigüidad de los hechos no implica que tengan relación entre si. La postmetrópolis es, pues, un fenómeno poliédrico... ... La postmetrópolis es “cosmópolis”, un espacio “glocalizado”, capaz, como se ha dicho, de contener simultáneamente la máxima fragmentación del lugar y la homogeneidad de la lógica global. Es también “exópolis” o, más exactamente, “contiene exópolis”, la ciudad sin ciudad en el sentido clásico del término, sin ciudadanía. Es polaricity, la ciudad polarizada y que por ello es carceral city, ciudad de opresión y de encierro, de rigurosa diferenciación social y espacial, que implica fragmentación y violencia; no es un espacio de libertad y seguridad sino más bien al contrario (en este sentido conecta con alguno de los aspectos fundamentales de privatopia). La postmetrópolis es, finalmente, simcity, la ciudad del simulacro, de la hiperrealidad. Seguramente, toda metrópolis contiene testimonios de postmetrópolis... los pueblos urbanos o centros urbanos concebidos con el carácter y diseño propio de los pueblos tradicionales de fines del S XIX y principio del S XX en USA a los que se les han incorporado contenidos ecológicos para conformar una oferta inmobiliaria destinadas a los sectores socioeconómicos medio altos de la población que pretenden vivir en auténticas emulaciones de ciudad neotradicionales, tales como las propuestas del New Urbanism, o las urban village de Herbert Gans. En cuanto a las visiones que nutren la concepción de una ciudad virtual o transparente que supuestamente terminaría con la ciudad real u opaca, se destacan conceptualizaciones tales como: la ciudad de los bits de William J. Mitchell, ciber cities de Stephen Graham, ciudad de quarzo Mike Davis, tecnópolis de Manuel Castells, Jordi Borja, Neil Postman, telépolis de Javier Echeverria. Este último autor nos brinda una imagen representativa de este tipo de ciudad cuando comenta: ... Telépolis no está asentada sobre un territorio bidimensional que pudiera ser cercado por círculos concéntricos y vías de salida, ni es reducible a un conjunto de volúmenes edificados sobre dicha planta: no tiene perspectiva visual, ni geografía urbana dibujable sobre un plano. Es multidimensional por su mismo diseño y ni siquiera desde las alturas es posible acceder a una visión global de la nueva ciudad. Para orientarnos mínimamente en ella ya no valen los antiguos planos de ciudades: hay que recurrir a múltiples bases de datos, cada una de las cuales nos ofrece tan sólo un corte o aspecto. Las posibles delimitaciones que se
propongan en la nueva ciudad ya no estarán basadas en la distinción entre interior, frontera y exterior ni por lo tanto en las parcelaciones del territorio sino en estructuras reticulares, arborescentes e incluso selváticas, sin perjuicio de que en la inmensa complejidad venidera podamos llegar a distinguir nuevas formas de identificación y de clasificación rigurosamente estructuradas, al par que eficaces por su presencia social... En este caso toma protagonismo absoluto el lugar virtual o ciberespacio de carácter atemporal, instantáneo, atopico. Según Manuel Castells se trata del espacio de los flujos, el espacio virtual, que se conformaría a partir de tres capas de soporte material: -
Los circuitos de impulsos eléctricos. Es la infraestructura tecnológica de la red de flujos conformada por telecomunicaciones, microelectrónica, procesamiento informático, entre otras. Los nodos y los ejes de las redes. La red conecta lugares específicos con características sociales, culturales, físicas y funcionales. La organización espacial de las elites gestoras dominantes. Las elites dirigen y articulan el espacio de los flujos.
De ello se desprende que aunque el espacio de los flujos se trate de un lugar o ambiente virtual, no puede existir sin el soporte material de los ambientes o lugares desde los cuales aquel se alimenta, o sea de los conformados por grupos humanos, recursos económicos y tecnológicos que los posibiliten y gestionen, que difieren de una sociedad desarrollada a una subdesarrollada, de un contexto cultural y geográfico a otro y de la capacidad de innovación de una ciudad/sociedad a otra, en lo social, económico, tecnológico, político. Ello hace que aún dentro de una sociedad desarrollada no este garantizado un acceso optimo al espacio de los flujos que posibilitan los nuevos medios de información y comunicación. ...estos espacios significacionales de los nuevos medios, sin embargo, no están disponibles para todos. Como afirma Castells, la geografía de las redes es una geografía de inclusión y exclusión, lo que significa que no todos los lugares podrán estar conectados, y si de todas formas lo están, mucho de ellos no tendrán las calidades óptimas de conexión. Lo anterior traerá como consecuencia el nacimiento del dualismo urbano entre el espacio de los flujos y el espacio de los lugares. Así, mientras el espacio de los lugares aislará a las personas en barrios sin infraestructura, en el espacio de los flujos existirá superioridad tecnológica y mayor valor de mercado. ... (Felipe Cesar Londoño) La conformación del espacio de los flujos, afirma como hipótesis Castells, ...está dado por microrredes personales que proyectan sus intereses en microrredes funcionales por todo el conjunto global de las interacciones.... •
Llegados a este punto nos encontramos con un fenómeno que se ha estimulado aún más desde el mundo virtual en la era postindustrial: la fragmentación social y
física de la ciudad, combinada con el desdoblamiento del lugar en virtual y real. La fragmentación aportada por las TICs estaría directamente asociada a la capacidad de acceso y estrategia de gestión de las mismas según factores tales como: capacidad de innovación social, política, tecnológica y económica de una sociedad, en la cual juega un papel fundamental la decisión política de la mano de los recursos económicos, tecnológicos y humanos disponibles; la condición socioeconómica, el nivel de instrucción alcanzado y la localización geográfica de la población. Estos aspectos, a pesar del impacto de las TICs mantienen aun fuertes anclajes a las características que les imprimen los sistemas políticos, económicos y territoriales que ahora se combinan en distinto grado con los nuevos medios y espacios comunicacionales de la era de la información. De este modo el concepto de límite o frontera no sería tan difuso, borroso o diluido como se cree, sino que, en todo caso, adquiriría nuevas cualidades de demarcación. En ellas no es precisamente el marco físico, territorial o arquitectónico, el que actúa como referencia, sino la cualidad configurativa de los entornos virtuales por los que corre la información. Esta, a su vez, es convertida principalmente en un lenguaje visual que refleja aquellos rasgos que caracterizarían el acceso y gestión de las TICs a partir de los factores antes nombrados. Nos encontraríamos así frente a un fenómeno de resonancia dentro del mundo virtual de rasgos propios del mundo real que, por efecto rebote o reprocesamiento en el ambiente virtual, produciría cambios o alternaciones en el mundo real pero sin suplantarlo sino, en todo caso, autoorganizándolo, reacomodándolo en tanto fuente emisora de información, poder y significación insustituible. A partir entonces de las cuestiones antes planteadas se puede avanzar un primer grupo de hipótesis respecto de las connotaciones posibles que habría alcanzado el concepto tradicional de lugar: •
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En principio se rescata el concepto tradicional de lugar como resultado de un proceso histórico de articulación de un grupo humano con todos sus rasgos culturales sobre un territorio generando un ambiente cargado de sentido e identidad social que actúa de código semiótico multidimensional de comunicación para ese grupo. En segundo orden tendríamos el lugar difuso, acentrado, mediático con base territorial real que surge a partir de centros de condensación de experiencias sociales efímeras dentro contenedores híbridos ubicados en la ciudad difusa. En tercer orden tendríamos el lugar virtual, efímero, instantáneo, atopico, propio del ciberespacio y los flujos de comunicación posibilitado principalmente por Internet.
Prosiguiendo con un segundo grupo de hipótesis se considera que los tipos de lugares considerados anteriormente serían afectados por el fenómeno de la sociedad de la información de modos diferentes. El tipo de afectación estaría en relación al grado de penetración y tipo de uso que tuvieran las TICs en la población según condicionantes tales como: el nivel socioeconómico y de instrucción alcanzado por la población; la decisión política articulada a la disponibilidad de recursos económicos y tecnológicos
para brindar una amplia accesibilidad a los medios de comunicación e información; la capacidad de innovación social, política, tecnológica y económica de una sociedad particular; la característica topológica del sistema territorial que haga de soporte a la sociedad. Estos condicionantes serían los factores que desde las TICs contribuirían a potenciar procesos de fragmentación social y espacial, dentro de los cuales emergerían los tres tipos de lugares antes descriptos. El lugar tradicional se relacionaría con niveles bajos de penetración de las TICs por razones de limitaciones en el acceso y uso de las mismas, en consecuencia de marginación en el sistema productivo, educativo, de sociabilidad y ocio que la sociedad de la información estaría imponiendo en la sociedad actual. En este tipo de lugares la clase de medios de comunicación más accesibles y masivos suelen ser la TV abierta y por cable, y la telefonía móvil, pudiendo aparecer en sitios particulares bajo la modalidad de cibercafé o locutorios de empresas privadas o instituciones públicas como por ejemplo escuelas o centros vecinales o culturales, puntos de acceso a Internet pagos o gratuitos de acceso limitado. El segundo tipo de lugar, el lugar difuso, sería el territorio colonizado por los grupos sociales emergentes de la sociedad postindustrial y de la información con distintos grados de accesibilidad y uso de las TICs. que viven en ambientes híbridos producto del cruce de la realidad y la representación mediatizada de la misma por los mas medias. En este caso la Internet tendría un alcance más masivo en la población complementándose con niveles más sofisticados de telefonía móvil y TV por cable o satelital interactiva. El tercer tipo de lugar, el lugar virtual, sería el ambiente efímero e instantáneo en el que los grupos sociales con mayores posibilidades de acceso y uso de la información que en el corre, encontrarían su lugar de territorialización borrosa circunstancial. En este caso la Internet sería el sistema de comunicación e información principal con niveles de accesibilidad mas amplios en información y velocidad desde barrios privados, centros de negocios, centros gubernamentales, centros científicos y académicos, instituciones privadas y públicas de todo tipo. Entre los tres tipos de lugares existiría una relación de inclusión que hace que el lugar virtual pueda encontrar una base territorial en el lugar difuso, y este, a su vez, puede contener lugares tradicionales dentro de su territorio a modo de islas. El factor común que comparten aquellos grupos que tienen una alta posibilidad de acceso a los medios de información y comunicación como ser Internet, con respecto a los grupos que tienen limitaciones para acceder a este sistema pero pueden tener un pleno acceso a medios como la TV o la telefonía móvil, es la dimensión simbólica o de mensajes recibidos que pueden influir en las practicas sociales y representaciones sociales de ambos grupos. Si bien el tipo de mensaje transmitido por cada uno de los sistemas anteriores es distinto, ambos se complementan se nutren, interactúan entre si. De todos modos esta situación no implica que se generen prácticas y representaciones sociales comunes o compartidas por la mayoría de la población sin importar su condición socioeconómica, de instrucción o ubicación geográfica, lo cual constituiría un filtro de acceso generado desde el propio usuario.
La Internet nos ha posibilitado alcanzar un plano de supuesta igualdad en las condiciones de dialogo e interacción con otros grupos humanos, a través de los ambientes virtuales de interacción con identidades ficticias en situaciones virtuales. Pero, al mismo tiempo, ha puesto de manifiesto las diferencias que tenemos con otros grupos humanos y sus ambientes culturales reales a través de la información que recibimos y trasmitimos desde los ambientes virtuales que nos posibilita hacer comparaciones y que es inseparable de las condiciones de nuestro contexto socioeconómico, político, cultural, religioso, étnico, etc. etc. desde el cual generamos esa información. La información que transmitimos y recibimos esta cargada con rasgos propios de la cultura a la que pertenecemos y estos rasgos particulares no desaparecen por el hecho de ser miembros de comunidades o ambientes virtuales cosmopolitas en las que podamos utilizar códigos universales de comunicación, ya que los discursos que construyamos con esos códigos seguirán reflejando rasgos propios del contexto cultural, funcional y material en el que estemos insertos. Ello nos enfrenta con toda crudeza con la realidad cultural y geográfica a la que pertenecemos, en la que las diferencias contextuales siguen existiendo y en muchos casos actúan como barreras culturales infranqueables, a pesar que podamos ser miembros iguales dentro de comunidades y ambientes virtuales. La situación anterior ha generado dos fenómenos simultáneos, el de sentirnos partícipes de comunidades y ambientes cosmopolitas formados por iguales sin aparentes limitaciones al acceso de la información e interacción social, y por otro lado, el descubrir aspectos contrastantes entre nuestro grupo humano y lugar real y otros grupos humanos y su lugar real. En este sentido una primer conclusión provisoria a modo de hipótesis interpretativa, indicaría que los ambientes virtuales constituirían planos de comunicación simbólica estratégicos entre grupos humanos diversos, a través de los cuales circularían aspectos esenciales que hacen a los rasgos culturales característicos de cualquier grupo humano, como ser: sus representaciones sociales, visiones, imaginarios, valores, símbolos, etc. Sería en estos ambientes virtuales en los que se darían las mayores interacciones entre estos aspectos simbólicos que luego repercutirían sobre cada grupo en particular y su modo de procesamiento dentro de su contexto cultural particular según sean las condiciones de filtro que impongan los sistemas reguladores dentro del mismo (el sistema político, el económico, el educativo, el de seguridad, el religioso, el territorial, etc. etc. ) De todo lo anterior pareciera desprenderse la siguiente conclusión: a pesar que el fenómeno de la globalización nos haya alimentado la representación social de que vivimos en un mundo en el que las comunicaciones han borrado fronteras, límites, achicado las distancias culturales entre grupos a partir de la aparición de escenarios, actividades y modas comunes, generadas y transmitidas desde los ambientes y redes virtuales, la realidad leída desde la infraestructura que soporta las redes y los grupos que la alimentan y gestionan desde cada lugar particular de un contexto cultural y geográfico específico, nos muestra otra situación. Lo que aparece es un nuevo ambiente de comunicación e información que no hace otra cosa más que replicar las estructuras de comando en las que hay centros de concentración de poder económico, político, cultural,
de conocimiento, de dirección, estratégicos, relacionados a sistemas jerárquicos de centros urbanos y dentro de ellos áreas urbanas particulares donde se concentra la mayor riqueza económica y social, y tienen sede física los centros desde los cuales se establecen las condiciones de acceso y utilización del ambiente de comunicación e información. En consecuencia, a lugares socioeconómicamente y culturalmente marginados corresponde una accesibilidad y gestión limitada al ambiente de comunicación, y a lugares socioeconómicamente y culturalmente centrales corresponde una mayor y mejor posibilidad de accesibilidad y gestión sobre el ambiente de comunicación. Esto es constatable tanto a nivel de áreas internas dentro de una ciudad, como a nivel regional entre ciudades y entre países a nivel de regiones geográficas. Las mejores redes de comunicación y acceso a la información corren dentro de las redes de mayor concentración de población y riqueza territorial. Lo dicho anteriormente no hace más que remarcar las diferencias entre los tres tipos de lugares propuestos asumiendo con ello que estamos frente a un posible proceso que según desde donde se lo mire puede terminar por virtualizar el lugar real o materializar el lugar virtual. Dicho de otro modo, a medida que se facilite el acceso a las TICs y estas tengan un alcance cada vez más masivo en la población, puede que el lugar real se vaya virtualizando; a su vez, a medida que se tome conciencia del valor cultural que tenga cada lugar real desde el cual actuar en la sociedad global puede que el lugar virtual comience a reflejar elementos mas específicos y concretos del lugar real como una ventaja competitiva en el ambiente de los flujos de comunicación global. Estos procesos no podrán generarse si no existe una decisión política respecto de la accesibilidad de las TICs y la revalorización del lugar real, que deben estar acompañadas de cierta capacidad técnica y económica para poner en marcha el proceso a la vez que involucrar a los actores del mismo desde los dos tipos de lugares en simultáneo, el real y el virtual. Resulta estratégico a estos fines llegar a concretar un proyecto real, factible, de ciudad digital que abra canales de opinión, participación y decisión a la población sobre las problemáticas de sus lugares reales. La utilización de Internet como medio alternativo para establecer nuevos tipos de redes sociales, comunidades particulares, o foros temáticos de encuentros, motivados por intereses cada vez mas diversos como específicos, ha contribuido a generar nuevos niveles de complejidad a las interacciones sociales, y con ello nuevos hábitos y costumbres sociales, pero por otro lado ha provocado más fraccionamientos en el ambiente social dando origen a comunidades virtuales que solo existen en el ciberespacio como islas y encuentran en la red la infraestructura necesaria para su accionar, prescindiendo así de cualquier escenario real insertos en contextos reales, que pudiera actuar de ambiente de contención a sus interacciones sociales e intereses, en los que podrían generarse encuentros espontáneos con otros grupos. La posibilidad mas libre de interacción entre grupos dentro del ciberespacio es a través de hipervínculos entre sitios webs de las comunidades particulares de cibernautas, establecidas a partir de los intereses prioritarios de cada comunidad. Con ello se induciría a un tipo de navegación temática por el ciberespacio que intenta limitar nuestra exploración y exposición a la multidimensionalidad. Pero no la evita, ya que la característica y capacidad que tiene el recurso del hipervínculo, en este caso asociado a una palabra o imagen, actuando como
piedra de toque entre sitios webs, puede llevarnos a sitios impensables que nada tengan que ver con los intereses perseguidos. Se podría decir que estamos frente a un fenómeno de desterritorializaciones, o derivas, dentro del ciberespacio que generan una trama de navegaciones posibles de la cual pueden surgir esas interacciones sociales espontáneas que son una característica del ambiente real. Una experiencia similar podemos vivir en el territorio real de la ciudad difusa. En este tipo de ambiente recibimos estímulos de todo tipo que, bajo la modalidad de actividades, imágenes, infraestructuras, equipamientos, podrían actuar como los hipervínculos territoriales entre distintos tipos de lugares que podemos encontrar en este ambiente. De todos modos, tanto en el ciberespacio como en el territorio de la ciudad difusa, nos vamos a encontrar con las limitaciones de acceso a ciertos lugares que son el territorio de comunidades o grupos particulares. Para poder acceder a ellos es condición necesaria pertenecer o ser aceptado a esa comunidad tanto en uno como en otro ambiente, con lo cual reaparece el condicionamiento que imponen las estructuras de comando con sus centros de concentración de poder económico, político, cultural, de conocimiento, de dirección, estratégicos, desde los cuales se establecen las condiciones de acceso y utilización del ambiente de comunicación e información en el ciberespacio y de accesibilidad física y uso de los diversos tipos de lugares de la ciudad difusa. En cuanto a lugar tradicional, no se puede decir que presente una accesibilidad ilimitada, para ser apropiado por cualquiera, a pesar de ser el ambiente dentro del cual existirían las posibilidades de interacciones sociales mas ricas y espontáneas entre grupos diversos. Esto se debe a que, el lugar real también esta demarcado por territorios asociados a grupos particulares que pueden llegar a ejercer un control sobre el mismo tan rígido como el exigido por las comunidades virtuales para ser aceptado como un miembro de ellas, o el lugar de un grupo particular dentro de la ciudad difusa. El escenario físico del lugar real esta lleno de signos que marcan territorios con límites, centros, periferias, asociados a grupos, actividades, o simbolismos que sirven de código de comunicación y acción entre los habitantes del lugar. Estos códigos o reglas de convivencia suelen ser tan importantes que se convierten en auténticos pasaportes de ingreso al lugar, determinando la condición de forastero o local, y con ello la aceptación o el rechazo. Llegados a este punto de las reflexiones sobre los tres tipos de lugares presentes en la sociedad de la información, se considera que existe un factor común a los tres que tiene un valor estratégico por su capacidad y potencialidad de actuar como interfase “trasductora” de comunicación e hipervínculo entre los factores infraestructurales (territorio real con dotaciones físicas, instalaciones técnicas de las redes y centros físicos de alimentación y comando) y los factores virtuales (ciberespacio, ambientes virtuales y signos) de los tres lugares: se trataría del mundo simbólico de las representaciones sociales, de los imaginarios sociales y urbanos, de las percepciones y visiones de las comunidades. Si se asume a este como un ambiente virtual de comunicación e interacción social a partir de mundos simbólicos, notaremos que mantiene vinculaciones con los tres tipos de lugares planteados. Estas vinculaciones se darían de la siguiente manera:
En el caso del lugar real, el escenario material actúa de soporte principal o significante de los signos y símbolos que los habitantes del lugar proyectan sobre el mismo desde sus prácticas sociales a partir de sus representaciones sociales, imaginarios urbanos, percepciones y visiones comunitarias. La interpretación de los signos y mensajes con que el escenario estuviera cargado posibilitaría ingresar a los sistemas de comunicación e interacción simbólicos con los habitantes del lugar. En el caso del lugar difuso, el escenario real se convierte en una escenografía temática caleidoscópica que trata de representar visiones idealizadas de distintos tipos de lugares. Puede tener carácter temporal y exclusivo para determinados grupos sociales o puede ser un contenedor híbrido, neutro a conquistar con prácticas sociales y signos. En el primer caso, suelen estar cargados con signos y mensajes que aunque sean interpretados por los que no son de esos lugares, ello no les posibilita ingresar a los sistemas de comunicación e interacción con los habitantes de ese tipo de lugares, ya que resta aún obtener el pasaporte de acceso y membresía. En el segundo tipo de lugares los signos y mensajes proyectados son fugaces, espontáneos, y dependen de los distintos grupos que puedan apropiárselos, territorializarlos, en diferentes momentos y circunstancias, cuando estos grupos se retiran, desaparecen con ellos los signos y mensajes dejando el escenario disponible para un nuevo proceso de territorialización y resignificación a manos de nuevos grupos circunstanciales. En el caso del lugar virtual, el escenario real dejaría de tener protagonismo alguno a los efectos de la interacción y comunicación social además de ser el soporte material de los signos, ya que todo transcurre en el ciberespacio y los ambientes virtuales de encuentro social. En este caso el escenario pasaría a tener una función de soporte indiferente, neutral, que no recibiría proyección alguna desde el lugar virtual para pasar a ser una metáfora, una evocación o recreación dentro del ambiente virtual proyectadas desde la propia interfase simbólica de las representaciones sociales, visiones, percepciones, imaginarios sociales. De todos modos, la condición de infraestructura indiferente del escenario real dentro del lugar virtual es relativa y algo falsa, ya que, las condiciones ambientales que caractericen a los sitios reales desde los cuales se acceda a la red para navegar a veces durante muchas horas, es un factor que no resulta tan indiferente como se cree. Basta observar los espacios reales de trabajo de aquellos usuarios altamente capacitados como recursos humanos, que cuenten con mayores posibilidades de acceso a los ambientes virtuales, principalmente vía Internet, en condiciones técnicas de buena calidad para navegar, bajos niveles de restricciones de acceso a la información, con una actividad que les demande una cantidad de tiempo significativa de navegación durante el día, en estos casos, es más que probable que este tipo de usuarios estén realizando su actividad desde espacios de trabajo con condiciones ambientales que no resultan tan indiferentes, con lo cual no resultaría una cuestión menor no contar con las condiciones ambientales más apropiadas en el lugar real de acceso al ciberespacio. A partir entonces de estos tres tipos de lugares articulados por la interfase simbólica, se podría concebir un nuevo ambiente epistémico hipotético para un posible objeto de estudio de un urbanismo apropiado a la era de la información. En este caso el objeto de estudio teórico sería una representación simbólica o análoga de la ciudad, alimentada
desde los signos y símbolos asociados a los lugares reales, difusos y virtuales. Mientras que el objeto de estudio empírico serían los significantes o soportes de signos dentro de cada tipo de lugar, por ejemplo: en el caso del lugar real, serían los rasgos y elementos particulares del escenario material; de los grupos humanos presentes en el lugar; de las prácticas sociales manifiestas en el espacio público, que actúen como significantes. En el caso del lugar difuso, cada uno de los escenarios tematizados y mediatizados por los signos proyectados por las distintas prácticas sociales de grupos sociales particulares circunstanciales. En el caso del lugar virtual, cada una de las evocaciones o metáforas del escenario real producidas por distintos grupos sociales traducidas en imágenes espacializadas. El objeto de estudio teórico propuesto actuaría como un auténtico ambiente de comunicación simbólica entre lugares y grupos sociales diversos posibilitando integrar en la estrategia cognoscitiva los distintos tipos de repercusiones de las TICs en la sociedad ya sea que se trate de grupos centrales o marginales respecto de la accesibilidad a las mismas. Por otra parte serviría como ámbito estratégico a través del cual transmitir políticas y proyectos sobre la ciudad a la vez que recoger percepciones sobre los mismos provenientes de los más diversos grupos sociales desde un nivel de alta sensibilidad con sus visiones y valoraciones. Se trata de un nuevo ambiente socio-político-espacial de interpretación, representación y proyectación urbana con alto valor estratégico para posibilitar la participación de la población en procesos de planificación urbana, que no pone el acento en la red como simple instrumento de comunicación e interacción, sino, como estrategia de conocimiento desde el plano simbólico que se despliega dentro de los flujos de comunicación e información. Dentro de este entorno, cada imagen de la ciudad evocada, cada problemática urbana tratada por distintos foros temáticos y redes sociales establecidas, contribuye a conformar un paisaje problemático de carácter heurístico sobre la ciudad interpretada desde un plano con alto contenido de significación social y potencialidad propositiva para un urbanismo ambiental alternativo, hermenéutico, sociofísico que asume a la ciudad como un sistema complejo de lugares urbanos. Lo hasta aquí expuesto no pretende más que avanzar en la intención teórica de aportar elementos conceptuales al desarrollo de nuevas estrategias de conocimiento proyectual sobre la ciudad basadas en la hipótesis previa de que es el lugar urbano el medio más rico para interpretarla como un hecho multidimensional y complejo. En este sentido se tiene el convencimiento que el impacto de las TICs sobre el lugar urbano y su posible articulación al urbanismo en la era posindustrial, informacional, es el enriquecimiento exponencial del mundo simbólico de los distintos grupos sociales a partir fundamentalmente de la imagen y su valor simbólico dentro de este nuevo ambiente de comunicación, ya sea que estos estén entre los grupos con mayor accesibilidad a los medios o entre los marginados por el sistema.
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