Abstracciones - Domésticas Úrsula Ochoa
De la serie Genio y figura, impresión digital, 30 x 30 cm, 2017
En 1971 la historiadora de arte Linda Nochlin escribió ¿Why have there been no great women artists?, que constituye un importante estudio en la historia del arte occidental. Incómoda, Nochlin sostiene que el sistema del arte ha construido categorías de productos artísticos que privilegiaron de manera directa algunas formas de producción frente a otras; sin embargo, en el siglo XX se proclamó que “el arte no tiene sexo”, pero, paradójicamente, solo admitiría como canónicas las obras de mujeres que pudiesen recibir el calificativo de “viriles”. Así mismo la crítica y teórica Griselda Pollock en su texto Visión, voz y poder señala que la creatividad fue asumida como un componente de la masculinidad. A finales del siglo XIX un escritor lo hizo ver: “a medida que una mujer artista se abstiene de des-sexualizarse, se le deja chapotear en la nada; la mujer con genio no existe, y cuando lo hace es un hombre”. Desde este punto, la modernidad aportó un modelo de ordenadores de identidad a partir de dos mitologías que oscurecen la claridad sobre porqué ha existido un gran vacío con relación a la participación de las mujeres en el ámbito artístico: el mito del “genio” asignado específicamente al hombre, blanco, occidental y “la doméstica”, adjetivo asociado exclusivamente como un “rasgo de feminidad”. Frente a la pregunta de por qué había una notable ausencia de mujeres representadas por su galería, Leo Castelli (1907-1999), quien movilizó el mercado del arte en Nueva York durante más de cuatro décadas, afirmaba que “los hombres hacen arte y las mujeres están muy ocupadas teniendo bebés”. Así pues, los supuestos tras la pregunta varían en rango y sofisticación; van desde las demostraciones “científicamente comprobadas” de la incapacidad de los seres humanos con útero, en vez de pene, de crear cualquier cosa significativa que no sean más seres humanos, hasta un asombro relativamente abierto ante el hecho de que las mujeres, a pesar de tantos años de ser “casi iguales” aún no han logrado nada especialmente significativo en el campo de las artes visuales. Por otra parte, la idea de vanguardia impulsó en el arte
nuevos paradigmas que replantearon el modelo de representación. El arte abstracto fue “la gran aventura del arte moderno” y estuvo representado por "artistas heroicos" como lo señaló Baudrillard. Otro hecho fundamental dentro de este contexto fue la creación de la escuela Bauhaus en 1919 por Walter Gropius, quien alertado por el número de alumnas en relación al número de alumnos, redujo la matrícula de mujeres a un tercio del alumnado, en tanto que el exceso de mujeres constituía un grave problema para su academia porque podía no tomársela muy en serio: “…tenemos un exceso de estudiantes femeninas”, “…no es aconsejable que las mujeres trabajen en los talleres”, “nos pronunciamos básicamente en contra de la formación de arquitectas” (Gropius, 1921). Más aún, la historia del arte que sí incluye referencias al trabajo de mujeres, emplea consistentemente un particular grupo de términos y evaluaciones que puede ser llamado un “estereotipo femenino”. Todo lo que las
mujeres han producido y que no encarna un rasgo de “virilidad” es visto como tendiente a dar testimonio de las cualidades “inferiores” derivadas de la femineidad y así, según el canon, probar el estatus menor de las mujeres en el ámbito artístico. ¿Hay una pauta de creación universal que aborrece todo lo relacionado con lo femenino?
¿Cuál es el significado de la igualación del arte de las mujeres con la feminidad y de la feminidad con el arte considerado malo?
De la serie Abstracciones-Domésticas (fragmento), acrílico sobre lienzo, 150 x 150 cm, 2017
Después de esa aparente revolución cultural que tanto se ufanó en promover el pensamiento moderno y gracias a la tecnología con la cual el conocimiento sobre el arte ya no es un privilegio de pocos, parece sobrar la explicación de que el arte hecho por mujeres que incluyan formalmente elementos propios de la “feminidad”, no es por regla feminista, por lo cual su posición en el medio artístico no tendría por qué ser visto con escama. ¡No, esto no es una obviedad!, de serlo, no se verían menospreciadas las obras de las mujeres que no se catalogan como “viriles”. ¿Por qué el hombre ha de ser la medida de la mujer artista? No hay razón alguna, pero durante mucho tiempo se dijo y se escribió que cuando una mujer era una gran artista es porque pintaba o esculpía como un hombre. El caso de la escultora alemana Milly Steger (1881-1948) fue paradigmático. Steger hizo suya la idea de que su arte era masculino y la llevó al límite de vestirse como hombre. Esta anécdota puede tener
lecturas positivas y otras no tanto, pero deja claro que tradicionalmente lo masculino ha sido tomado muchísimo más en serio. Más aún, frente a frases como: “Doris Salcedo es la mejor artista colombiana porque sus obras parecen las de un hombre”, lo único que uno podría pensar, es que las razones por las que señala su incomodidad la historiadora Linda Nochlin están comprobadas, y que, luego de más de cien años del supuesto progreso cultural, la irritación de los “genios” del expresionismo abstracto cuando su colega Hedda Sterne fue incluida dentro del grupo conocido como Los irascibles sigue siendo perpetrada en otros contextos, con otros artistas y lamentablemente en esta época. “Pintas como un hombre, algún día podrías ser uno de nosotros”. De manera contradictoria, si el arte hecho por mujeres que se abstiene de “des-sexualizarse” es visto como de menor categoría, las artistas que se inclinaron por trabajar desde planteamientos formales que nada tenían que
Imagen de archivo. Fotografía de Los irascibles, LIFE 1945
Hedda Sterne, De la serie Geometrías-ornamentales, imagen digital impresión en adhesivo espejo montado en acrílico cristal 4mm, 70 x 70 cm, 2017
ver con una condición de “feminidad”, tampoco tuvieron un camino fácil. Bridget Riley (1931), representante del Op art tuvo que lindar con las insensateces de un medio que no asumía los planteamientos formales de una mujer artista con una obra que parecía “masculina”, según los cánones de la modernidad. Su trabajo llegó a ser atribuido al artista Richard Anuszkiewicz, y en una nota sobre su pintura escribieron “el artista B. Riley” y no “la artista Bridget Riley”, anécdota que comentó en una entrevista inusual a Mark Hudson. ¿Por qué había la necesidad de ocultar que aquellas pinturas que nada tenían que envidiar a las de un respetado Vasarely eran hechas por una mujer? La artista sin mucho ánimo responde: “porque al parecer lo que yo hacía era movida de hombres; me decían 'la chica' y me prestaban más atención por mi apariencia física que por mi trabajo”. Sin embargo, y pese a la inconformidad de sus pares, el trabajo de Riley atrajo la mirada internacional cuando en 1965 expuso sus pinturas en el MoMa como parte de la exposición The Responsive Eye, una muestra que le valió el reconocimiento del público y la portada del catálogo de dicha exposición al lado de artistas de renombre.
El hecho de ser mujer fue una de las razones por las que Carmen Herrera se mantuvo por muchos años en aislamiento. La pintora recuerda la visita de una reconocida galerista a su estudio: Rose Fried, y cómo tras alabar su trabajo le advirtió de que no trabajaría con ella por ser mujer. “Me sentía como si alguien me hubiera golpeado en la cara. Me sentí por primera vez lo que era la discriminación. Es una cosa terrible” Fried dijo a Herrera que tenía que dar a los hombres muestras individuales porque ellos tenían familias que mantener. “Fue una mala excusa”, comentó la artista. En ese sentido, si un galerista se excusaba en que no tenía mujeres artistas porque estaban muy ocupadas teniendo bebes, y otra galerista sacaba la evasiva de que no le hacía un show individual a una mujer porque no tenía familia qué mantener ¿no sería entonces esta una gran contradicción del sistema? ¿Tener familia era un impedimento para destacarse en el medio
De la serie Transposiciones modernas (fragmento), 100 x 80 cm, 2017
artístico, pero no tenerla constituía también un impedimento?
masculino (jamás reconocido) se mantiene. No decimos hombre artista o arte de hombres, simplemente decimos arte y artista.
Los celos profesionales también fueron razones para que algunas Esta prerrogativa sexual se mujeres fueran opacadas por sus encuentra asegurada por la colegas quienes tenían un miedo aserción de una negativa, un terrible a su éxito, sobre todo “otro”; lo femenino como un cuando los varones controlaban las relaciones en el medio del punto necesario de arte. “¿Sabes? –comentó Herrera diferenciación. a The Guardian– Ad Reinhardt estaba El arte hecho por mujeres terriblemente obsesionado que no quieren con Georgia O'Keeffe y su “des-sexualizarse” tiene éxito. ¡La odiaba! Siempre que ser mencionado y le desprestigiaba con luego despreciado, coleccionistas y galeristas precisamente para seguir importantes. Georgia era manteniendo esta fuerte, y sus pinturas fueron jerarquía. exhibidas en todas partes, y él estaba celoso.” Así pues, parece que el “estereotipo de lo femenino” en las obras de arte opera como un término necesario de diferencia contra el cual el privilegio
¿Qué hubiese sucedido si Picasso hubiera nacido niña? ¿Hubiera el señor Ruiz prestado tanta atención a una pequeña Paolita o estimulado tanto la ambición por su realización?
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Fuentes Crítica Feminista en la teoría e historia del arte. Karen Cordero e Inda Sáenz. El complot del arte: ilusión y desilusión estéticas. Jean Baudrillard. Los manifiestos del arte Posmoderno. Ana María Guash, ed. Akal/Arte contemporáneo. Las mujeres de la Bauhaus: de lo bidimensional al espacio total. Josenia Hervás y Heras.
Créditos TEXTOS Úrsula Ochoa DISEÑO Y EDICIÓN Erika Sosa IMPRESIÓN Fotocopiar SAS ORGANIZADORES