Será Justicia - Edición 13

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EL DIARIO DEL JUICIO VIDELA EN CÓRDOBA PUBLICACIÓN INSTITUCIONAL DE PRODUCCIÓN INDEPENDIENTE · DISTRIBUCIÓN GRATUITA · AÑO II · NÚMERO 13 · CÓRDOBA · ARGENTINA · 20 DE SEPTIEMBRE DE 2010

TRAS EL OBLIGADO PARATE, SE REANUDARON LAS AUDIENCIAS CON MÚLTIPLES TESTIGOS

Tras la suspensión temporaria para definir el pedido de apartamiento de uno de los jueces, quedaron atrás las sensaciones de incertidumbre y desconcierto respecto del futuro del juicio. El derecho de defensa, ampliamente garantizado, se plasmó con su total envergadura en el planteo de uno de los represores más señalados por los testigos. Alsina, por intermedio de su abogado Osvaldo Viola, pidió la recusación, y luego de casi dos semanas de espera, llegó la negativa: el vocal Pérez Villalobo seguirá en el estrado. Reanudadas las audiencias, varias voces viajaron miles de kilómetros para dar testimonio. Muchos testigos debieron exiliarse hace más de treinta años, y volvieron a Córdoba para compartir su vivencia y su memoria en la búsqueda de justicia. Las jornadas posteriores al planteo de recusación fueron largas, con audiencias que se extendieron hasta entrada la noche. Las pruebas se acumularon en cantidad y fueron variadas, comprometiendo directamente a varios de los imputados. El ex teniente Alsina no para de sumar acusaciones. Una ex presa, “Charo” Miguel Muñoz, lo indicó sin ningún tipo de dudas como el militar que la estaqueó en el patio del penal. Un médico que trabajó en la UP1, también lo indicó como responsable de la muerte de Moukarzel. Se trata de Víctor Ricardo Pacheco, quien afirmó haber recibido un llamado en una madrugada de julio de 1976 solicitando su presencia en el

CONTRATAPA

Pero no pudieron fusilar la política Las estructuras que sostienen la política se conmueven con el desarrollo de unos juicios que no pueden soslayar el debate de ideas. POR ALEXIS OLIVA

DIFERENCIAS. Los jueces Carlos Lascano (izquierda) y Jaime Díaz Gavier (derecha), quienes tuvieron posiciones enfrentadas sobre la posible recusación, departen en el hall de tribunales, mientras el objetado Pérez Villalobo reingresa para ocupar su puesto en el tribunal.

penal. Allí encontró al director de la UP1, José Alberto Torres, quien estaba sentado junto a un teniente del Ejército y le comunicó que había muerto un “detenido político”. Torres le pidió “que hiciera un certificado de defunción con parte de paro”, a lo que Pacheco se negó diciendo que hacía falta la autopsia de un médico forense. El “Gato” Gómez, por su parte, fue otro represor nombrado continuamente en estos días. Fue indicado como uno de los máximos torturadores de la Policía de Córdoba en el D2 y también en la zona de Río Cuarto, “donde se sentía casi como un dios, por lo que no tenía problemas en actuar aunque se lo viera”, tal como rememoró el ex preso David Andenmatten. DIFERENTES ÓPTICAS Entre las nuevas declaraciones, resultan particularmente relevantes las voces de médicos del penal y de ex conscriptos, quienes cumplían actividades en la Policía Militar que actuaba en la cárcel. Valiosos fueron los aportes a la causa, con descripciones que precisaron el clima que se vivía tras las rejas. “La cárcel es un mundo

EDITORIAL

Ni crueldad ni sadismo: delitos de Lesa Humanidad

Fuegos cruzados El juez vocal Pérez Villalobo finalmente sigue en el estrado. Resuelto el incidente, el juicio retomó rápidamente su curso, con largas audiencias caracterizadas por la diversidad de testimonios. Los imputados Yanicelli y Videla, por su parte, pronunciaron aparatosos discursos, cargados de arengas políticas, desacreditaciones de los testigos y denuncias.

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aparte y ahí todo se sabe”, definió el médico Julio César Magrini, que conocía bien el lugar porque trabajó allí desde 1958. Recuerda esta época como un tiempo difícil, en el que por su profesión tuvo que atender las consecuencias de la violencia ejercida en el penal, sobrellevando los trastornos físicos y psíquicos de los “presos especiales”. Tanto impactaron en él, que renunció al cargo a comienzos de 1977. Magrini admitió, además, un comentario generalizado entre la población carcelaria. Afirmaba que los presos a los que sacaban encapuchados, volvían a la cárcel, algo que no ocurría con quienes corrían la suerte de ser sacados sin capucha. Concluyó su testimonio aseverando que muchas instituciones tenían conocimiento de lo que sucedía en el penal, entre ellas el Colegio de Abogados, el Colegio de Médicos, la iglesia y la prensa. El 24 de marzo no sería un día más en la vida del testigo Daniel Eduardo Bozano. En esa fecha, el mismo día del golpe, revistó por primera vez como efectivo en la Policía Militar, el lugar de cumplimiento de

REPORTAJE:

La experiencia del destierro Cinco historias de exiliados que regresaron para declarar. Páginas 4 y 5

Las declaraciones de Videla: el cinismo ilustrado (Página 3) Entrevista: el Equipo de Acompañamiento Psicológico (Página 5) Cómo se montaban los fraguados “intentos de fuga” (Página 7) Balance: los testigos que también fueron víctimas (Página 7)

Como en esas películas en que sobre el final descubrimos que las intrigas de los personajes se unen y, contadas desde distintas perspectivas son en realidad una misma historia, esta semana se sumaron relatos de testigos presenciales que profundizan la reconstrucción de los hechos investigados. La aparición de médicos penitenciarios y de ex miembros de las fuerzas de seguridad marcaron el pulso de los últimos días. La confirmación de Pérez Villalobo como integrante del tribunal insumió más tiempo del previsto. El incidente pasará al olvido, pero logró enturbiar la atención y abrió la puerta a futuras objeciones. La decisión presentaba complejidades inusuales para estos procesos, al punto que el tribunal mostró posturas contrapuestas entre sus otros dos integrantes, Díaz Gavier y Lascano. Este dictamen dejó en claro la vigencia de las garantías constitucionales con las que cuentan los acusados. En ese contexto, la parodia del miedo expresada por el dictador sólo fue una puesta en escena desdibujada cuarenta y ocho horas después por su nueva intervención. Mientras tanto, en la última semana culminaron las declaraciones de los testigos que fueron a su vez víctimas directas del terrorismo de Estado. La mayoría de ellos se ha exiliado, con todas las implicancias que esto conlleva: la fuerte significación que tiene la palabra expresada ante un tribunal para quienes hace 34 años se fueron de un país y regresan hoy a otro, distinto del que quedó grabado en sus memorias. La coherencia de los testimonios en la descripción del horror y en la adjudicación de responsabilidades a los acusados transmite una vivencia que no está arrumbada en el pasado, sino que atravesó y atraviesa sus vidas y subjetividades hasta estos días. Ejemplo de ello fue la expresa denuncia de violación asentada el viernes 17 ante la fiscalía de turno por una testigo, lo que abre una posible instancia reparadora a todas las víctimas de ese delito. Sólo un día antes, Videla hizo nuevamente uso de su derecho tomando la palabra. En tono de arenga militar, a la vez que desconoció al tribunal recurrió al mismo como tribuna de su discurso, rayano a una apología del delito. Acepta explícitamente la crueldad de su accionar, reivindica la complicidad de sus subordinados y niega el carácter de delitos de Lesa Humanidad. Convenientemente, no tiene esta vez la última palabra. Como supo afirmar Charo en su testimonio: “Su plan consistía en deshumanizarnos, aniquilarnos, cosificarnos… y ellos… eran sólo torturadores”.


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