Corazón de tinta

Page 1



En las venas del editor E

s un gran placer para mí, saludarte a través de esta mancha tipográfica. Gracias por el suave recorrer de tu vista entre linea y linea de esta carta. Alguna vez leí en las páginas amarillentas de un viejo libro azul: Por el simple gusto de escribir... Y es bajo esa premisa que nace el concepto de nuestro proyecto editorial. Por el simple pero reconfortante y extenuante gusto de escribir. Ese delirio... Las amargas noches de insomnio que se deslizan bajo la puerta. Hojas en blanco

que te incitan a presionar tu puño sobre ellos y rozar tu pluma sobre su piel porosa. El olor de la tinta mientras plasmas lo màs cercano al delirio de tu mente con palabras... ese aroma incomparable. A tí que escondes romances efímeros escondidos en la intimidad de la noche, y que llenas tus libretas de lágrimas y tinta. A tí, cuyos demonios rumian en el silencio de la oscuridad, esperando acunarse en la rama del cuervo. A tí, lector, poeta, escritor, soñador o trovador, que tienes en tu pecho un enloquecido y latiente corazón de tinta.

1


Las

letras perduran, las palabras se

las lleva el viento. Las letras dicen, lo que las

voces callan.


L谩grimas y Tinta Para que las heridas sanen, deja de tocarlas. -An贸nimo


. .de una pasión

Miqui

Y en ese momento no pensó más nada,

Ella ya tenía alguien a quien querer, pero amaba al chico de los ojos verdes. De quien tenía a su lado apreciaba muchas cosas, su amor incondicional, la manera de priorizarla siempre y la manera un tanto infantil que tenía al mirarla, parecía ser un niño viendo su juguete preferido, y eso a ella le encantaba, la hacía sentir especial. Con el tenia todo lo que la mayoría de las chicas deseaban, amor, contención y confianza, solo que ella siempre fue un tanto más compleja que las demás, no creía que el amor fuera solo eso, ella buscaba algo más, no sabía qué, y el chico de los ojos verdes tenía ese «no sé qué», que ella tanto buscaba.

porque solo le importaba estar ahí, frente a él, observando su cuerpo, cada uno de sus movimientos, cada uno de sus gestos, admirando sus hermosos ojos verdes, esos ojos que tanto le gustaban, los que la habían fascinado desde el principio.

“ Para mí, amar a alguien y estar enamorado son dos cosas muy distintas.

4


Adoraba cada uno de los pocos, pero increíbles momentos a su lado, los pocos, pero intensos e inolvidables besos, todas esas veces que se miraban fijamente y se decían mil cosas con solo una mirada, las charlas profundas, la manera en que se dirigía a ella, la manera en que el tiempo pasaba estando cerca de él, y esa sensación de nervios y una especie de cosquillas que le causaba el solo hecho de tenerlo cerca. Nunca pasaba un día en que no pensara en el, siempre esperaba ansiosa el momento de verlo. Y esa noche lo tenía tan cerca… Pero no se animaba a decirle todo eso que llevaba dentro desde el día en que lo vio por primera vez. Sabía que no podía desperdiciar esa oportunidad, ya que al ser anciana y cuando su vida sean recuerdos quería poder decir «estuve en tal beso», «estuve en tal pasión...» Tenía en claro que ese amor había surgido solo de algunas noches juntos, de pocos momentos, pero que eran suficientes como para darse cuenta de que lo que sentía era real, por lo menos para ella. Iba a jugarse todo por el aquella noche, al decirle cuáles eran sus intenciones, y estaba muy esperanzada en que el sintiera lo mismo, aunque todos sabían que no era la mejor opción para nadie. Cuando tomó coraje y pudo hablarle, le dio un discurso interminable sobre un amor altruista y generoso, esperando poder convencerlo de estar juntos, dispuesta a dejarlo todo por el, creyendo que la vida es un cuento de hadas y que él era un príncipe azul. Nada salió como ella lo esperaba, el no pensaba como ella, lo habían traicionado varias veces y eso moldeó su manera de pensar, creía que el amor era algo que la gente idealizaba demasiado, y respondió lo siguiente:

5

Lágrimas y Tinta


...de una pasión

«Yo no puedo darte nada de todo eso que vos me pedís. Si a mí me preguntan si me casaría con vos, diría que no porque no estoy enamorado. Pero si me preguntan si daría mi vida por vos, si te amo, diría que sí. Para mí, amar a alguien y estar enamorado son dos cosas muy distintas. Estar enamorado es querer casarse, y hacer todas esas cosas, y yo no puedo prometer nada de eso, no soy de las personas que juran amor eterno, pero si las traicionan o les hacen algo que no les gusta, ya no te aman mas, porque eso no es amor. No es así para mí, porque yo te amaría pase lo que pase». No supo que decir después de escuchar todo eso. Sus sueños se desvanecieron y decidió aceptar su destino, y hacer su vida con alguien que podría darle todo eso que ella siempre busco, pero que jamás llegaría a tener ese «no sé que» para poder enamorarla. Pocas veces se amargaba al recordar aquella noche, al pensar que no hizo su vida al lado del chico de los ojos verdes, que hacía años que ya no sabía de él. Porque en el fondo de su corazón, sabía que ella había sido para él, todo lo que él había sido para ella.

Lágrimas y Tinta

6


Fantasía melódica Benjamín Rodríguez, Samy Rodríguez

El Cadáver

Exquisito

El

Parte I

Conecto el cable, paso las carpetas, expulso el dispositivo, desconecto el cable, cierro el portátil, conecto los audífonos y salgo del trabajo. Pronto quise ensayar el nuevo banquete de sonidos descargados, así que llevé los audífonos in-ear a mis oídos y muté el sonido exterior. Una leve presión en la parte superior del reproductor bastó para iniciar una batalla de estrellas; mientras mis pies elevaron la carga de mi cuerpo por encima de los tejados antiguos de Cartagena de Indias. Me tomó por sorpresa el viaje. Pensé que iba a ser más ligero, porque a pesar de estar volando sólo con el peso de mi cuerpo, éste sentía una carga exagerada: como si llevara una tonelada de elefantes encima de mi espalda. Pero fue por poco tiempo gracias a que pude elevarme lo suficiente como para tomar un sorbo de Jazz junto a Billie Holliday, el cual logró diluir toda la pesadez del viaje anterior. Me preparé para regresar de nuevo a tierra, así que me precipité sobre la ciudad antigua. En la caída libre, me acompañaron todos los insectos que había dejado en el subconsciente algún tiempo atrás, acelerando el descenso un par de metros por segundo. Por suerte, caí en un mar enrojecido y me sumergí en las profundidades del líquido espeso. Llegué tan profundo que de no ser por el silencio austero del cambio, por poco termino ahogado en alguna calle sin salida.

Bobo Parte II

Recuperé la consciencia en la calle Vélez Danies, cerca a la Gobernación. El ambiente poco a poco se oscurecía por una tropa de lanceros celeste que avisaba su llegada, haciendo tronar las armas de Zeus. Mis dedos adormecidos entraron en razón y dieron paso a otra descarga sonora con un nuevo toque mágico en la parte superior del reproductor. Con los brazos abajo, seguí mi recorrido bajando por la serpenteada y turbulenta calle del Candilejo. Sentí la sensación de ser seguido por alguien. Viré y me percaté de que mi acosador era una inmensa guerra de gotas multicolores que se desprendían del cielo. Corrí para refugiarme, pero pronto fui alcanzado por los proyectiles cromáticos, en menos de tres pasos. Caí de frente en la sucia calle y al levantarme, no identificaba las siluetas de las casas debido a que la tormenta arcoíris había coloreado todo el entorno de una misma combinación ecléctica de colores. Tanta homogeneidad logró que mi cabeza se incorporara en una resaca que me derrumbó de nuevo sobre el pavimento. Por primera vez disfruté una resaca mientras los vestigios de las gotas azuladas, rojizas y verdes me terminaban de hundir en el piso. Una brisa exquisita, de esas que se sienten luego de una larga lluvia tropical, me despertó mientras volaba, esta vez, gracias a un grupo de abejas melosas que me sacaron del centro de la ciudad y me llevaron al árido

7

Lágrimas y Tinta


El Bobo

Me acerqué por detrás. Te besé la espalda desnuda y te abracé fuerte junto a mí. Solos los dos, en la oscuridad. Mis caricias sobre tu barriga y tu boca sobre mis oídos. Me cantaste por última vez, un canto de musas digno de la nobleza más afortunada. Me aferré a tu cuerpo como nunca antes, cerré los ojos y esperé que las abejas regresaran para irnos juntos de nuevo a la ciudad. Un murmullo de tu corazón empezó a hacerse cada vez más fuerte, mientras más me aferraba a ti y, de pronto… Un silencio fue suficiente para darme cuenta que había regresado a tomar mi transporte para regresar a casa. No contento con la separación, decidí volver a intentarlo.

ambiente que bordea a la ciudad. En medio de la travesía, el sol reapareció pintado de púrpura en el horizonte y las abejas; sorprendidas del color, se dispersaron asustadas, soltándome en medio de la jungla espesa. Caí y vi una sombra. No… dos… ¡Tres! Corriendo a distintos lugares, escondiéndose y murmurando palabras. Analicé la situación y esperé a que desaparecieran. ¿Cómo puedo mantener mi compostura? Doy la espalda y me ponen su mano en el hombro. Doy la espalda otra vez y nuevamente sucede. Clit-cut, clit-cut, clit-cut… Por fin las ánimas enmudecieron a merced de virtudes desconocidas. El sol se escondió y, en medio del oscuro vacío, apareciste con tu luz.

Cuento Colectivo fue creado y es dirigido por Jairo Echeverri García. Jairo es Comunicador SocialPeriodista de la Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano e hizo un Postgrado en Cooperación y Gestión Cultural Internacional de la Universidad de Barcelona.

Lágrimas y Tinta

8


MiMi refreflejo

Brailyn García Trimiño,

A

doro a los espejos. ¿Imaginas la vida sin ellos? No es vanidad, pero si no estuvieran, si de pronto dejaran de existir, habría un caos. No me refiero al simple, vulnerable y gastado acto de reflejar nuestras caras y cuerpos en ellos, sino de cuestiones del alma. Sería como quemar una parte importante de nuestra vida. Las fotos son buenas, pero recuerdas la primera vez que te miraste a un espejo. Tal vez no te acuerdes pero él sí, él no olvida: la primera sonrisa, el primer uniforme, el llanto más agudo, el suspiro más hondo. Los diarios son buenos, pero alguien los puede descubrir; entonces se enterarían de lo que jamás hubieras querido que nadie supiera: el primer amor, el primer beso, los horrores de tu cuerpo, o la inconformidad con la propia vida. Los amigos también son buenos; pero cuántas veces deseabas estar solo para meditar un poco y organizar tus pensamientos, esos que te llenan la cabeza producto del común ciclo vital, sin encontrar solución alguna. Ahí estaban entonces, solos, tú y el espejo.

9

Lágrimas y Tinta


Mi Reflejo

Listos para desaparecer juntos, tú en él, y salirte de ese sitio, al que a veces no quisieras regresar, y encontrar el mundo imaginario, donde la vida tiene matices. Hace 35 años en mi casa vive un espejo. Adoro a los espejos. Este es diferente. Hace días que no me reflejo en él, será que lo encuentro obsoleto. O más bien creo que no se acuerda de mí, que no me quiere. Es cierto que hace tiempo que no hablamos. Pero tiene que entender que yo crecí, que ya no le puedo dedicar el mismo tiempo que antes; he madurado, y mi sonrisa a pesar de la corta edad está aburrida, se siente cansada. Es que ya no río igual, lloro menos y sueño más. ¿Pero seré egoísta? He tenido fotos, diarios y amigos, y todo ha pasado, pero él sigue ahí, reflejándome cada día, pero sin intercambiar palabra alguna. Por eso hoy no me reflejé en el espejo de mi cuarto, el que me acompaña desde hace tanto tiempo. Hoy me vi, hoy solo me vi, y también le hice un regalo. Le obsequié una oveja fluorescente. ¡Sí! Cuando todo se pone oscuro ella permanece encendida, así no estará más solo, y aunque yo me duerma una parte de mi permanece encendida. El espejo de mi cuarto, el que todo lo ve desde su lugar, está rodeado por un marco de líneas sinuosas como látigo sobre las olas, como el propio sol. Es precioso. Mide algo más de un metro, pero eso no es lo importante, lo importante es que nadie en el mundo sabe tanto de mí, ni me conoce tan bien como mi propio espejo.

Lágrimas y Tinta

Adoro a los espejos. Sobre todo al mío. Es por eso que hoy le declararé mi amor. ¡Sí! Creo que estoy enamorado. ¿Pero cómo lo hago?, ¿le bailo?, ¿le beso?, o ¿le canto? Ya sé, le voy a decir lo que siento con una canción que me encanta: «Cada vez que veo tu fotografía descubro algo nuevo que antes no veía. Siempre te he soñado indiferente, eras tan solo un amigo, y de repente lo eres todo, todo para mí, mi principio y mi fin». Así es, cuando lo haga estoy convencido de que no me rechazará. De esta forma también le estaré agradeciendo por soportarme durante tanto tiempo. Pero yo sé que me ama, aunque no me lo diga. Solo faltan veinte minutos para que este viaje termine, llegue a mi casa y comience otro viaje más interesante; de hecho, el más interesante jamás emprendido. Lo digo porque cuántas personas han decidido abandonarlo todo y perderse con su propio espejo. Le pediré que me llene de su alegría su buen humor, de su melancolía, su pena y dolor, que me dé su aroma, hasta su sabor; pero algo más importante aún, que me dé su mundo interior. Sin duda alguna quiero su sonrisa, su color, la muerte y la vida, su frío y ardor, quiero que me dé su calma, su furor, y su oculto rencor. ¡Al fin llegué! Es que ha pasado tanto tiempo desde que nos vimos por primera vez, que nadie en el mundo me conoce tan bien como mi espejo, ese que está en el cuarto, que vive conmigo, que yo amo.

10


Puede que no quisiera creerlo, pero ahí estaba. O mejor dicho, no estaba. Todas las alas de mi libertad, la senda que estaba completamente dispuesto a seguir, el aire que respirar, el agua que beber, y el sueño que quería alcanzar completamente deshechos. Deshechos porque no está. Se esfumó, y para siempre. Adoro a los espejos, pero maldigo la hora en que vine a enamorarme de uno. Y precisamente hoy, que finalmente me había decidido a contarle, ya no está. Lo busqué y rebusqué, y solo encontré una nota. No conozco esta letra. Aunque lo que dice me es suficiente para entender. Justamente hoy, el día de mi cumpleaños. Cómo iba yo a imaginarme que lo que más me importa en el mundo desaparecería así, de ese cuarto descolorido pero nuestro. Se llevó la oveja que le regalé. También se llevó mi libertad. Hoy no puedo dormirme. No sé hacerlo sin mi espejo, al que amo. Pero qué puedo hacer. Solo deseo pedir un favor a la maldita soledad, la única que de verdad y sin variaciones llega cuando todos se van, la única con la que puedo llorar: que lo busque y lo ame como a ninguno, para que logre sentir lo que siento. Y yo solo le prometo que nunca más volveré a adorar así, a ningún espejo.

—¡Qué amabas! -Dijo una voz en el interior de mi cabeza al ver la escena. — ¿Cómo que amaba?, ¿justo ahora?, hoy que venía dispuesto a declararle todo mi amor. ¡No es posible!

11


UnCorolla Guinda Alejandra Vázquez

V

eintiún días sin ella. Quinientos cuatro días sin su luz, sin el brillo metálico de su piel.

La veo en la distancia, plateada y fría... ...desfallezco lentamente porque nunca pensé sentir este vacío superficial que carcome mis horas al final de la jornada. Jamás pensé qué pasaría si ella me faltase algún día. Si no tuviera conmigo su calor y su energía. Mas ese día inminentemente llegó; llegó sin más ni más ese fatídico día... llegó y se llevó mi universo entero. Era mía, era toda mía. Veintiún días sin ella y el tiempo sigue cruelmente, y allá afuera nadie se detiene, nadie lo comprende y nadie lo compadece, porque ellos no están en mis huesos. Era mía, era toda mía. No más... no quiero ver cómo se desprende pedazo a pedazo lo que ella fue una vez, lo que será siempre y lo que por siempre amaré. De su tez plateada y fría; de su luz, de su energía, sólo queda el corazón y las arterias. Veintiún días sin ella... Camino a paso lento y agonizante por la acera, hacia ese su destino cruel, hacia esa larga y sinuosa vereda, hacia ese inconfundible corolla guinda.

Lágrimas y Tinta

12


A Puño y Letra Los hombres que consagran su vida a una afición descabellada, producen desconcierto pero también fascinación. –Cerca de la nulidad


Los disidentes del universo Diana Gutiérrez

Autor: Luigi Amara Editorial: Sexto Piso Origen: México Género: Ensayo Año 2013

L

os disidentes del universo presenta un desfile de hombres y mujeres improbables que desafiaron flagrante y decididamente el burdo principio de homogeneización del deseo -la normalidad- que los sistemas sociales pretenden imponer a individuo. El catálogo de excentricidades y rarezas, que abarca periodos tan disímbolos como la postrimetría de la Segunda Guerra Mundial en Inglaterra, los albores del siglo XIX en México, o el cenit del siglo XVIII en China, incluye a un hombre que se vuelve adicto a hacer filas; otro que mezcla su vocación de cirquero con una inexpugnable afición por mujeres con más vello facial que un primate; una colección de afectados por esa dimensión paralela a la existencia que es el tablero de ajedrez; un taxidermista que soñó y materializó monstruos que podrían haber formado parte del Manual de zoología fantástica de Borges; un sujeto cuya inapetencia por el mundo lo situó en los límites más próximos de la nulidad y un encargado de pompas fúnebres obsesionado con desmitificar las últimas palabras de personajes célebres cuyas impostadas despedidas del mundo afeaban uno de los gestos más sutiles a los que aspira el ser humano: dejar de existir.

Quisiera aconsejar al futuro lector de este libro: desconfiar de la veracidad de los datos presentados por el ensayista es algo extremadamente agotador e innecesario, crean en él, pacten con él y comprobarán que lo que plantea son problemas genuinos, y que si en alguno que otro punto no lo han sido para la historia, ahora lo son para la mente de lector que los registra. –Fernando León, Revista Crítica -

A Puño y Letra

14


La rama del cuervo «Es un visitante a la puerta de mi cuarto queriendo entrar. Algún visitante que a deshora a mi cuarto quiere entrar. Eso es todo, y nada más». -EAP


Calaveritas de azúcar Ricardo Rincón Huarota

Mis cuatro abuelos están sepultados en el mismo cementerio. Para ser más preciso, en la misma fosa, uno sobre otro. Es por eso que en Día de Muertos tenemos una gran reunión familiar para visitar la tumba de nuestros ancestros, pero también aprovechamos el encuentro para realizar actividades recreativas.

C

oincidió que en noviembre del año pasado, recibí la sugerencia de un amigo para ir en esas fechas a una vieja hacienda en Morelos que hoy es hotel. Él era el gerente y me aseguró que toda mi familia la pasaría muy bien ya que la diversión, el descanso y la buena comida de la región estaban garantizados. Llegamos por la tarde-noche a la extensa propiedad que tenía albercas, áreas de juego y jardines que, extrañamente, lucían desiertos. Ningún empleado salía a nuestro encuentro hasta que se apareció una mujer ya mayor que nos dio la bienvenida. Se identificó como el ama de llaves y sonriente nos dijo que las instalaciones serían para nuestro uso exclusivo debido a que no había más huéspedes. De inmediato nos instaló en nuestras habitaciones, las cuales quedaban dentro de lo que fue la casa grande de la Hacienda de Beltrán. Más tarde, la señora tocó puerta por puerta para avisar que la cena estaba servida, por lo que nos dimos cita en el rústico comedor, donde saboreamos una rica cecina fresca de Yecapixtla y tlacoyos rellenos de frijol. Después de la cena, la señora nos invitó a salir al jardín para prender una fogata y cuando todos estuvimos en torno a la pira, les relaté

16


Ricardo Rincón Huarota México, 1963. Arqueólogo especializado en religión prehispánica. Calaveritas de azúcar fue uno de los ganadores del concurso “Escribe un cuento de terror”, (para público infantil y juvenil), convocado en 2012 por la editorial Random House y El mecanismo del miedo.

El hombre se acercó a la luz de la fogata y pudimos observar lo ajado de su rostro y lo famélico de su cuerpo. Dijo entonces:

la historia de las viejas haciendas porfirianas de Morelos, muchas de ellas, como en la que estábamos, se especializaban en la producción de azúcar. Justo cuando les comentaba que en el Estado hubo cerca de 40 haciendas azucareras, repentinamente se escuchó la voz de un anciano decir:

–Sí, señores, había 37 haciendas que estaban en manos de 18 familias muy ricas. Como si estuviéramos todos bajo un transe hipnótico, escuchábamos al anciano que continuó: –El azúcar y sus derivados, como el alcohol de caña y el aguardiente, eran productos muy rentables. Pero todo ese progreso -dijo con lamentaciónse acabó cuando los revoltosos derrocaron en 1910 a Don Porfirio.

–37 para ser exactos. Sorprendidos, todos volteamos hacia el lugar de donde provino la voz y vimos a un hombre envuelto en un sarape, agachado, cortando el pasto con unas tijeras. Se incorporó y nos dijo:

Su relato fue interrumpido cuando se abrió el portón principal y vimos las luces de un auto. Era mi amigo que iba a supervisar nuestra estancia. Me adelanté para saludarlo y a comentarle sobre el misterioso jardinero que, cuando volteamos hacia la fogata, había desaparecido.

–Buenas noches, soy Jerónimo, el jardinero, pero todos me llaman Don Jero.

17

La rama del cuervo


Calaveritas de azúcar

El rostro de mi amigo se descompuso y dijo: «volvió a hacerlo». Ante mi sorpresa, confesó: –Aquí no hay jardinero, se trata de un aparecido, Don Jerónimo Beltrán, el dueño de la Hacienda, que murió violentamente un siglo antes, junto con su esposa, por defender la propiedad de las fuerzas zapatistas. Con lujo de detalle, me relató el funesto desenlace de Don Jero, pero me pidió no contar nada pues necesitaba el trabajo y las apariciones estaban ahuyentando a los vacacionistas y al personal del hotel. Regresé sobresaltado a mi habitación, hilvanando los extraños sucesos acaecidos desde nuestra llegada; pero también con la disyuntiva de contar la inverosímil historia a mi familia o guardar silencio con la expectativa de que no

siguieran ocurriendo más hechos sobrenaturales. A duras penas concilié el sueño, pero de madrugada, me despertó un ruido. Me asomé por la ventana y en la penumbra de la noche vi a Don Jero, de espaldas, que barría la hojarasca del jardín; en ese momento giró, lentamente comenzó a avanzar hacia mí y a medida que se acercaba podía distinguir su rostro desfigurado y sangrante que terminó azotando en el cristal para decirme: –¡Lárguense de aquí! De golpe cerré las cortinas y, aterrado, comprendí que teníamos que salir cuanto antes de ese lugar. Sin embargo, me sorprendió el amanecer buscando la manera de cómo convencer a mis familiares de irnos sin mencionarles lo ocurrido. Me hice el firme propósito de que nunca sabrían que el jardinero era un fantasma y que se me había aparecido de madrugada; pero por sobre todas las cosas, jamás se enterarían de que, la noche anterior, una muerta nos había servido la cena.

18


El último día de niebla Anónimo

E

ra una tarde muy nublada, casi no se podía distinguir pues había mucha niebla, estaba a punto de anochecer cuando Luis salió del trabajo, era la primera vez que salía tan tarde, de dispuso a llegar a su casa lo antes posible, así que comenzó a caminar por la acera, cuando de repente, justo en la esquina se encontró con una bella joven, alta de ojos claros y pelo rubio, o al menos fue lo que él puso distinguir entre tanta niebla, al parecer se estaba muriendo de frio, la chica no dejaba de temblar y es que esa pequeña blusa casi transparente parecía no protegerla de tanto frio, el con gusto le ofreció su chaqueta, -Luis- se presentó a sí mismo –hola, mi nombre es Rosa, muchas gracias por la chaqueta, si mañana te veo por aquí, prometo devolvértela-. Se despidieron muy aprisa, per él no podía dejar de pensar en ella, al llegar a casa, sólo pensaba en su hermosa voz y en sus lindos ojos azules. Al otro día, Luis se dispuso a llegar a ese lugar lo más rápido posible, pero no fue hasta que estaba por anochecer y la niebla volvía, que ella apareció, «hola» le dijo con su hermosa voz, no le devolvió su chaqueta pues el clima seguía estando igual, varias noches pasaron y muchas veces se vieron, Luis estaba encantado con aquella bella y misteriosa mujer, la cuál nunca lo dejaba acompañarla a su casa, la que esperaba a que él se fuera para irse, aquella que nunca aceptaba verlo en otro lado y a otra hora que no fuera esa y en ese lugar. A pesar de lo raro que era esa situación, Luis la aceptaba, hasta que un día se dispuso a convencerla, le insistió, le dijo que era muy peligroso, «no» decía ella con

19

La rama del cuervo


tono sutil, hasta que después de tanta insistencia un «no». estremeció por completo a Luis, esa voz no parecía ser la suya, esa rudeza no parecían ser de ella, el aceptó y prometió verla al otro día. Al otro día y sin que ella lo notara, él la siguió, se llevó una tremenda sorpresa al ver la casa en la que vivía, no parecía ser habitable, era la casa que había salido en las noticias años atrás,-todos muertos en un incendio recordó-, no podía ni moverse al ver cómo ella entraba y parecía esfumarse hasta que se detuvo y giró la mirada, al verlo ella gritó «te dije que no podías venir, pero, si era lo que querías, ahora no te irás» y Luis pareció esfumarse en la niebla, y jamás volvió a salir.

20


La nueva pluma mexicana:

Fernanda Melchor Graduada en periodismo por la Universidad Veracruzana y diplomada en ciencias políticas por el Institut d Études Politiques de Rennes.


El Género periodístico Karen Mercado

Fernanda Melchor Veracruz, 1982

“ De niña fui un ratón de biblioteca que vivía a través de las novelas y los comics...

F

que grandes obras de la literatura pueden resumirse en sus titulares. En realidad la nota roja, como género periodístico, es más bien una mala manera de contar una buena historia: una manera apresurada, estereotipada, prejuiciosa y poco original de contar ciertos hechos en que los seres humanos nos vemos envueltos por culpa de emociones universales: el amor y el desamor, los celos, la venganza, la codicia, el sufrimiento, el deseo de autoaniquilación, el deseo a secas». Fernanda reconoce entre sus influencias literarias a Cormac McCarthy, William Faulkner, Capote, al Bukowski de Ham on Rye, al Fante de The brotherhood of the grape «o ya poniéndonos más locos, a Nabokov y a José Donoso». ...Y hay otro tipo de influencia que viene dada por el qué contar, no tanto por el cómo; es decir, literatura que me inspiró o influyó en cuanto a la temática: aquí pondría a A.M. Homes y a Dennis Cooper en el asunto de la perversión sexual, pero sobre todo a Agota Kristov, Harper Lee y J.T. Leroy (tres escritoras que admiro muchísimo) por el tratamiento tan valiente y atinado que le dan a las emociones más indigestas.

ernanda Melchor debutó en el panorama literario mexicano con dos libros publicados el mismo año. El primero, Aquí no es Miami (2013), es un conjunto de crónicas periodísticas y relatos que tienen como eje narrativo el puerto de Veracruz. Es preciso señalar que en este libro se anuncian ya dos grandes inquietudes a las que Melchor intentará responder en sus obras: el deseo de que la palabra sirva como referente directo de la vida (sin dejarse opacar por ésta), y la necesidad de abordar historias que muestren los aspectos más viles de la naturaleza humana. «Desde muy joven tengo una fascinación por las historias y los ambientes densos, y quizás la decisión de estudiar periodismo viene de ahí. De niña fui un ratón de biblioteca que vivía a través de las novelas y los comics, pero cuando llegué a la adolescencia y conquisté mi derecho a andar de vaga, me juntaba con muchos chavos que se parecen a los personajes de mi novela». –Fernanda Melchor: Falsa liebre, Almadía; México, 2013. «Constantemente hago una defensa de la nota roja como un excelente medio para conocer la naturaleza humana, y es por ello

La nueva pluma Mexicana

22


E

n Falsa liebre el interés es crear per­son­ajes que no sólo depen­dan del con­texto sino que ten­gan vida a par­tir de una atmós­fera, pal­abras que son­dean el inte­rior de ellas. La nov­ela aborda dos his­to­rias que tran­scur­ren de forma inde­pen­di­ente hasta lle­gar a un encuen­tro final: Andrik y Zahir, dos her­manos ado­les­centes que depen­den de una vieja que los trata mal; la otra línea la con­forma Pachi, un joven que vive con su pareja embarazada y que tra­baja como repar­tidor en el puerto.

23

La nueva pluma Mexicana


¿Y de qué sirve un libro sin dibujos ni diálogos? –Alicia en el País de las Maravillas



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.