Mirando sobre el heno. Muestra de poesía peruana reciente

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MIRANDO SOBRE EL HENO Muestra de poesía peruana reciente Prólogo y notas de Mario Pera

benggi bedoya luis cruz álvarez mateo díaz choza joséagustín hayadelatorre myra jara mario morquencho cecilia podestá víctor ruiz velazco diego alonso sánchez nilton santiago miguel sánz chung denisse vega farfán VALLEJ

& CO


mario pera (1981) escritor, diseñador gráfico y abogado. Ha publicado en poesía: Preparaciones anatómicas (2009) y Ruido Blanco (2011) y, en ensayo: Fare l’America or learn to live in it? Italian immigration in Peru (2012). Fue editor del sello Magreb.


MIRANDO SOBRE EL HENO Muestra de poesĂ­a peruana reciente



MIRANDO SOBRE EL HENO Muestra de poesía peruana reciente Prólogo y notas de Mario Pera

benggi bedoya luis cruz álvarez mateo díaz choza joséagustín hayadelatorre myra jara mario morquencho cecilia podestá víctor ruiz velazco diego alonso sánchez nilton santiago miguel sánz chung denisse vega farfán VALLEJ

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VALLEJ

& CO

mirando sobre el heno. muestra de poesía peruana reciente Primera edición: diciembre 2014 © Vallejo & Co. © Mario Pera, 2014 Email: marioperabartra@gmail.com © Benggi Bedoya • Luis Cruz Álvarez • Mateo Díaz Choza joséagustín hayadelatorre • Myra Jara • Mario Morquencho Cecilia Podestá • Víctor Ruiz Velazco • Diego Alonso Sánchez Nilton Santiago • Miguel Ángel Sanz • Denisse Vega Farfán

Diseño de portada y diagramación: Mario Pera

Prólogo, notas y selección: Mario Pera

Detalle de portada: © Luis Abanto Iguanas. Iconografía Moche

Publicación digital. Queda autorizada la reproducción de esta publicación, en todo y en parte, previa solicitud de autorización por escrita del editor.


Prólogo

Pesa. Pesa bastante y suele abrumar a no pocos el saber que, de algún modo, eres heredero de las palabras de algunas de las más grandes figuras de la poesía en lengua hispana. Tener entre esos “ascendientes poéticos” a escritores de la talla de Eguren, Westphalen, Adán, Moro, Churata, Eielson, Varela, Hinostroza, Cisneros o Watanabe, quienes conforman un concierto bien afinado de voces, es una piedra muy pesada en el bagaje de cualquier poeta. Y no hablo aquí de Vallejo por un olvido involuntario, sino porque, por el altísimo nivel de su poesía, considero que este ha pasado a formar parte de la tradición poética mundial, y no sólo de la peruana. Todos estos poetas mencionados, y varios más, han elevado una valla tan inexpugnable como espléndida para quienes apuestan en estos días por escribir poesía en el Perú y publicarla. Siempre con la intención de estar a la altura de una de las tradiciones líricas más sólidas e importantes en el siglo XX, como lo es la peruana. Sin embargo, llegados al nuevo siglo y luego de un par de décadas en las que hubo un ensimismamiento de la poesía peruana contemporánea (creo producto del conflicto social interno y de la política represiva que gobernó


[8] el país en esos años), han saltado a la arena nuevos autores quienes se encuentran en la ardua tarea de redefinir y configurar un norte para la poesía escrita en un país que, valgan verdades, poco o nada valora y aprecia la trascendental función que para su cultura, identidad y desarrollo ostenta la poesía. Estos noveles poetas, quienes iniciaron su obra en los primeros años de la década del 2000, y otros a partir de la década del 2010, continúan en un caso condensando su propuesta y, en otro, en plena indagación y estructuración de un proyecto poético personal. Es en este panorama, quizá no tan alentador, que han surgido las voces de poetas los que no tienen nada en común pero que, de tenerlo, ese único punto es, a mi juicio, la responsabilidad y voluntad férrea con la que abordan su labor creativa para acercarse (o alejarse) del hecho poético y transitar por el centro y los límites, nunca bien definidos, de la poesía. En Mirando sobre el heno. Muestra de poesía peruana reciente, mi intención es el ofrecer una mirada a la poesía de autores peruanos nuevos, cuyo trabajo me parece atendible y serio. Poetas a los que de manera arbitraria califico como “jóvenes”, pese a que para muchos, sea por edad o por los méritos logrados por su obra, ya no lo son. Como bien sabemos el criterio de juventud siempre tendrá sus reparos, más aún en la poesía que es un terreno en el que aquel es un concepto aleatorio, siendo que esta vez me decidí por fijar el límite de selección para poetas que a la fecha (diciembre de 2014) han cumplido, máximo, los 35 años de edad. Se trata de poetas que han iniciado su camino con la venida del nuevo siglo y quienes han nacido en distintas


[9] zonas geográficas del país, por lo que proceden de entornos sociales y culturales disímiles entre sí. Doce poetas peruanos, ocho de la capital y cuatro de provincia, repitiendo estos mismos números en cuanto a género. Lo que espero proporcione una visión general, jamás total, de lo que los poetas recientes vienen creando por este lado del mundo. Por supuesto, la presente muestra en ningún momento pretende ser restrictiva o excluyente, y menos aún del tipo canónico, pues ello sería un completo absurdo y, más, una necedad. Mi propósito se centra aquí en dar a conocer parte de la obra lírica de jóvenes poetas nacidos en Perú que, en mi criterio, merecen ser leídos con atención1.

Mario Pera

El orden de presentación de los poetas es alfabético, por la letra inicial de su apellido. Para cada uno se han elegido cinco poemas sin importar la extensión de los mismos, sino el gusto del seleccionador. La muestra contiene, además, una foto personal y biodata proporcionada por cada uno de los autores.

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Poetas de la muestra



Benggi BEDOYA (Chimbote, 1986)

Bachiller en Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Organizó el Segundo Concurso de cuento y poesía “Manuel Scorza”, realizado por el celit. Ha participado en diversos eventos culturales, académicos y artísticos tanto en Lima como en provincias. Como ponente centra su interés en los estudios de poesía peruana: Francisco Bendezú, Enrique Peña, José Watanabe. Sus trabajos han sido publicados en revistas físicas y virtuales del medio. Ha sido antologada en La orgía inmóvil 15 poetas. Muestra de la poesía joven en Ancash. Coordinó el ciclo de recitales Ese puerto existe desde abril de 2010. En el 2012 publicó el poemario Lumbra y es coautora de la muestra poética del libro Recitales Ese puerto existe (2013). Obtuvo una Mención Honrosa en el VI Concurso “Ten en cuento a La Victoria” en el 2013.


[14] Sobre la poesía de Benggi Bedoya

Benggi Bedoya ha sumado a su labor como promotora cultural poética, a través de la codirección de los recitales Ese Puerto Existe, una nueva faceta como poeta y narradora. Se trata de una voz muy joven en la poesía peruana del siglo XXI. Es una escritora que ejecuta una obra que logra alzar un singular vuelo lírico en el que el mito es uno de los temas que prevalece, y que retorna en un movimiento cuasi elíptico para amalgamarse, de manera particular, con disquisiciones en tono de reflexión íntima, sin vinculaciones a una trillada identidad de género.


Poemas



[17]

Sin nombre A mitad de lo implacable, ¿Cómo ocupar el ánfora, el recuerdo, O contemplar un cuerpo orillado por el tiempo, Si he heredado los brazos de las sombras? Y el ombligo ya no es más sosiego, Sino el osario de las flamas Que mueren lentamente. A mitad de lo implacable Y de ti desterrada. ¿Y ahora cómo pinto si todo es tan reciente? Cómo lograr palabras que te alcancen Y no sean simples hijas del momento. Desde un monte canto. Es de noche/ lugar santo/ donde nace Naturaleza extinta, Donde nace este intento de volver a ser rama.


[18]

Origen Con los viejos rumores ha llegado Vestido por el polvo de las ruedas. Ha llegado con el Adviento De la primera decepción. Cuando fui niño armé cada una de las piezas Con la licencia Del primer aprendizaje. Más tarde crecí, y mis manos Moldearon todo el barro de mi reino. Y edifiqué la casa de los pájaros. A los veinte, conoció mi corazón El antiguo mar de los espejos Que aprendimos a mirar Como dos lobos marinos Tendidos bajo el cielo de sus vientres. A los sesenta y dos Mi última alegría Fueron las cartas en letra de molde Envueltas en un cuadro impresionista. Ahora, me quedan sus huesos Que he adorado con un fuego Que mi lengua va apagando.


[19] Ha llegado con las luciĂŠrnagas Amancebando el filo de las cuerdas a mi cuello. Para ocultar la perla que habita desde siempre En el origen o en mi casa o en mis huesos. Para llevĂĄrsela.


[20]

Dédalo Dicen que el hombre más inteligente Conoció, también, la envidia. Del revés de su mano nació El ave que anida en setos y evita las alturas. Dicen que edificó un antiguo y colosal Laberinto del cual nadie podía salir. Para escapar de la isla batió Sus alas y sus pies se elevaron. Pero, desde el principio, Estuvo condenado. Artesano, ocultaste también Su corazón en ese mismo dédalo.


[21]

Ícaro

La caída del sol iba encendiendo una Fundición gigantesca entre las nubes del poniente. Ernesto Sábato

Tapar el sol con un dedo Para que tus alas no sean incendio, Acaso viento fundiéndose en el viento. Pero una antigua imprudencia Hizo memoria hasta dar con tu muerte, Ascendencia con prótesis de ave, Ungüento adherido para el conocimiento De huesos cansados. Uno a uno, fueron uniendo Las plumas con cabellos, y cera para el armazón. Prolongación del padre fueron tus alas, El lento sol suavizó tus mejillas Lustró, también, tu corazón, Descendencia, Precipitación, caída, Ícaro, 21 gramos, El silencio se hundió en tu libertad.


[22]

Mito Cuando la noche cubra tu sombra, Ahora que hallamos el tiempo De los dioses cual tibia naturaleza humana. Reescribiremos la antigua lengua Para llegar al interior de la fuente, Olvidar a Narciso y nacer No de ceniza, no de viento, no de fuego Ni de aire, ni de agua. Nacer de la prolongaci贸n del 煤ltimo fruto Que cae de tu boca. (De Lumbra)


Luis Cruz Álvarez (Lima, 1981)

Ingeniero Industrial de la Universidad de Lima, con maestría en Gestión del Conocimiento por la Universidad de León, España. Publicó el libro coautoral Tetrameron. Cuatro poetas del último día (2003), y luego los libros Lumen. Trilogía del Espíritu (2007), Radio Futura, dentro de la Colección “Piedra y Sangre” (2008) y el poemario objeto Osario de Criaturas Perplejas (2014). Poemas suyos aparecen en la recopilación Versolibrismo, poesía y arte contemporáneos (2013) en el número 12 de Fórnix (2013), en la muestra poética Cuatro Poetas Peruanos (2013) y Plexo-Perú (2014). Ha incursionando en relatos coautorales de ciencia ficción presentados en el Programa Radial Rutas de Letras (2013).


[24] Sobre la poesía de Luis Cruz Álvarez

Al iniciarse, la temática de su obra giró en gran medida en el desarrollo lírico de dos temas, la Historia europea del siglo XX (especialmente la Guerra Fría) y el misticismo cristiano y precristiano, en los que predominaba la ironía y una visión descreída de la Historia oficial, temas que fusionó bajo los acordes de un sountrack con hits del New Wave y del rock inglés de los ochenta y noventa. Dicho sountrack aún continúa sonando pero, en la actualidad, su poesía ha dado un vuelco temático interesante, pasando a una búsqueda introspectiva que le ha valido el alcanzar algunas de sus composiciones más logradas.


Poemas



[27]

all the christian soldiers behind to you Lou Reed & La prudencia

1501 Warsaw\Warsava\Varsovia: “que la Gestalt, muera en todo lo que un mendigo Pueda comer en setenta y dos horas”. Así fue el rumor de quinientos payasos que proclamaban el derrumbe del paradigma. Las teorías volaban de un cuarto a otro, fue todo perfectamente parametrado para que ninguna tecla caminara por la simple voluntad de su instinto; Hasta que luego llegó la infamia vestida de azul, desordenando cada cuadrado hasta la profundidad, metiendo en la puertas de cada lado el libro que contenía la mecánica de las rosas. Los sonidos venían empaquetados en sinusoides nunca comentadas por las ideas que al mismo tiempo venían en cápsulas de plomo, y así un círculo vicioso se formaba para poder dar con un porqué que contuviera el azul, negro y gris por explicación.


[28]

“Berlín, patio de la razón, que se sostenga las columnas en canicas de vidrio mientras el mendigo busca la forma de arrimar un pedazo de tierra en las nubes”, se leía en alguna pared que desde lo lejos gritaba que los municipios nunca supieron qué hacer con ella, en tanto unos lagartos discutían las mil y una formas de cómo las gotas caen y se forman en demiurgos. (De El retorno del barón von Heisen en Tetrameron. Cuatro poetas del último día)


[29]

London Boy conoce la realidad He seguido con todas mis orbitas esa pequeña luz grisácea; a veces se desvanecía en un espacio de negrura incomprensible, otras reaparecía encendiendo un fuego a su alrededor. Danzaba con seres de faunas remotas y antidiluvianas, ella era amable y derramaba su anhelado destello en la boca de los minotauros. A penetrado en la mitad de mi cerebro y tendido un puente entre dos cortinas; inexistentes la una para la otra. Después de destrozar mis ilusas maquinarias, se ha divertido creando androides en mis ojos y sembrando árboles en mis manos. La luz sin embargo sigue volando con irrefutable libertad, muchos dioses, como el gran Odin, trataron de atraparla, pero esta se desvanece apenas es tocada, ella es sin duda pura entelequia. (De Radio Futura)


[30]

Tres estudios para la crucifixión Sigue pasando los dientes sobre el hierro, raspa las costras y la herrumbre, deja que caiga el último cerezo de junio, que se claven las espinas en tus pies, y que grites hasta que los dientes se revienten. ¿Por qué volteas y no miras ese vacío? mira el vendaje que le hiciste y cómo tu cuerpo se dobla en el equilibrio de la semi rueda. Alguien recogerá las pequeñas hojas que se desprenden, de tu arco, invencible como siempre. Tripartito es el dolor.


[31]

El Rodaballo Enrejado, son mis límites al acecho. Mis bordes definen el cuerpo, no se expande lo que no ves, y el ojo unido al suelo que hasta la palabra se vuelve estrecha Alguien sentado en la estepa, es una prótesis de mi cuerpo: por él canto, por él pienso, y su mente la tengo enterrada en el fango. Algún día, me lanzarán un guijarro, en su caer desgarrará la noche que conozco, y al herir mi costado, la herida será el vacío entre la luz del sol y este diminuto contorno, y sabré que todo fue en vano. Esperar y callar es lo que queda. ¿Acaso supurará la penumbra en mis vértebras? (De Osario de criaturas perplejas)


[32]

Elsinore 2. ¿Qué le hicimos a la juventud? nos pasamos construyendo barcos, arrojando leños a la caldera y cuando la madre nos esperaba con su segundo vestido de novia, nosotros nos hicimos a la mar buscamos ciudades, calles, plazas, lo que sea. Nos ensuciamos como corsarios ladrones, piratas, amantes. nos ensuciamos con las migajas de las leyes de Moises, (Pequeños recordatorios de nuestras formas reptiles) nos permitimos encallar en lechos, repletos de voluptuosas flores, llegamos al del fin del mundo. Y al día siguiente: Las constelaciones se volvieron hogares seguros por ahí se metió la madurez, con sus ríos de sangre tibia sus sonidos de huesos humillados,


[33] la cama hecha y las banderas siempre a media asta. La madurez trajo el sonido de la cocina y del agua hirviendo al calor del Ăşltimo tĂŠmpano. La ventana del cuarto siempre abierta en la noche para ventilar los ojos: La Osa Mayor fue un recuerdo fecundo y feliz Un estigma viviente (De Regreso a Elsinore, inĂŠdito)



Mateo Díaz Choza (Lima, 1989)

Estudió literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha publicado Av. Palomo (2013) y ha sido coeditor de Recitales Ese puerto existe. Muestra poética (20102011) (2013). Está próximo a publicar Libro de la enfermedad, poemario que ganó el Concurso de Poesía - Juegos Florales de Barranco (2013), organizado por el Centro Cultural Juan Parra del Riego, la revista Caretas, la Embajada del Uruguay y la Municipalidad de Barranco.

Sobre la poesía de Mateo Díaz Choza

Es otra de las voces más jóvenes de la poesía peruana. Publicó su primer poemario el año pasado, 2013, logrando en aquel mismo año ganar el Premio de los Juegos Florales de Barranco. En esencia, se trata de una poesía en la


[36] que se vislumbra una preocupación por lograr el uso de las expresiones precisas, por intentar dejar atrás las grandilocuencias y ocuparse en la elaboración de imágenes potentes que revisten temas diversos como la muerte, la religión, o la recurrente reflexión sobre personajes históricos bíblicos o paganos, usando generalmente un tono que, por momentos, se alza como un réquiem o un lied.


Poemas



[39]

Funeral II Respiro soledad asolada entre el sol y la tierra revuelta, los huesos y el horrĂ­sono estruendo; entre el puente suspendido sobre la nocturna chilla de las aves; entre la muerte que se aposenta, la oraciĂłn y los mudos espasmos; entre la vida y una bocina que en vilo levantan mis entraĂąas; entre la vida que me abraza, fantasmas y ciegas prostitutas; entre la vida resplandeciente sobre mi cadĂĄver exquisito; entre dos silencios que conversan la muerte la vida la vida la muerte. Respiro soledad asolada solamente en mi mente sola.


[40]

Microcosmos IV Distancia que se aguza adentro aguja que repuja instancia que me muerde lento aspiro o esperpento distancia que se va testando mientras solo respiro solo transpiro y secreto secreto secreto


[41]

(Todos vuelven – Vals) Todos vuelven al lugar donde nacieron y la tierra revuelta espera henchida como grutas que se abren, mientras que nosotros antes del retorno entonamos cánticos inaudibles, ya sea en tus sacras paredes y en el espesor de tus altares o durante la ceremonia solitaria de dos personas que se aman; aunque ya intuíamos (porque nunca se supo nada) que el recorrido era un enorme cuerpo en el que extremidades se engullen y defecan, un único cuerpo torpe inmenso irremediable que se devora a sí mismo cual un tambor que suena una y otra vez;


[42] porque a ciertas horas tus calles se asemejan al terrible monstruo mitolĂłgico de las cabezas y gusanos, a ciertas horas aparece la grotesca sonrisa de los geniecillos encorcetados, a ciertas horas son tus cavidades un camino hosco e insondable, porque en la hora incierta no importa la ceguera de la tierra, ni el agudo grito del ave que sobrevuela, ni siquiera los incestuosos espasmos que ocasionalmente nos asedian, en la hora incierta todos vuelven, pero el lecho nunca se cierra y el susurro nos acompaĂąa como un rĂ­o que ya no existe. (De Av. Palomo)


[43]

APENAS DESPIERTO, el simio se ha acercado al arroyo y lo contempla: vacías relucen las cuencas de sus ojos. El viento bruñe el espejo desde el día del ardor, pero hasta ahora nada refleja. La palabra se ha marchitado antes de ser pronunciada.


[44]

Cantos goliardos (canciones a María Magdalena y otros réprobos o condenados) I El más simple de los oficios es también el más antiguo que practicaron los primeros moradores de estos bosques. Ser extensa playa donde los cormoranes tienden sus velámenes después de la travesía o cercano monte que recibe en su seno al ciervo herido. Tal como el vino en boca del llagado, la miel sobre las plantas del descalzo: María, deja tu tristeza y acoge en tu templo a los que claman por entrar. No temas las piedras que lancen los herejes, en el fuego de tu cuerpo


[45] agonizan las hogueras, ni a la muerte si admira el negro espejo de tus cabellos. Antigua es la piedad que nos ofrendas: si nuestro padre te expuls贸 de sus dominios para castigarte; el hijo, al cambiar los palos por las palmas, nos ense帽贸 a adorarte. (De Libro de la enfermedad, in茅dito)



joséagustín hayadelatorre (Lima, 1981)

Estudió Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Fue miembro del grupo de creación y publicación literaria Sociedad Elefante, del comité editorial de Distancia Crítica: aportes hacia una nueva conciencia social y redactor de la revista electrónica de humanidades Periplo. Ha publicado los poemarios Canto de la Herrumbre (2006) y Nocturno del Alba (2008). Asimismo, ha participado en festivales nacionales e internacionales de poesía, así como en congresos de Literatura. Actualmente, es candidato a doctor en Literatura por la Universidad de Salamanca, España.


[48] Sobre la poesía de joséagustín hayadelatorre

Una poesía sui generis respecto a la de sus contemporáneos en tanto su estilo. La vocación del poeta no solo va por el cuidado extremo de la palabra, sino por alcanzar la elaboración de imágenes precisas para cada verso y poema no dejando cabo suelto. Hayadelatorre intenta con su poesía, además del lirismo inherente, una exploración personal en la lengua española para recrearla y conseguir así un estilo y lenguaje propios que, con cada nuevo poemario, se hacen cada vez más reconocibles. La muerte, la soledad y la alusión a la entidad corporal suelen ser frecuentes en su obra, temas que explora con un tono íntimo de cuestionamiento. Para ello, no duda en hacer uso de toda la extensión de la hoja, y así disponer de los espacios según los requerimientos de cadencia de cada poema, aunque sin llegar a elaborar caligramas.


Poemas



[51]

Obituario He encontrado la muerte escrita en mi nombre reposando sobre mis restos asfixiándome en su trazo violáceo que no deja ocultar mi rostro insípido Debo despojarme de mi existencia quemar la vestimenta epidérmica y horadar mi sangre Ya ni la mano que muy delicadamente puede resquebrajar mis vértebras con extremo placer y dolor se desliza sobre mi cuello Callo mutilado y gutural dando vueltas sobre mí desconociéndome cuando penumbrosas alas de cristal me recubren y vislumbro tu recuerdo deseando decirte que te amo siendo muerte quien invade mi corazón Deseo volver a soñar que estoy vivo para morir mirándote a los ojos y renacer


[52]

He encontrado la muerte escrita en mi voz que agoniza y se muerde cuando es sombra quien s贸lo se ve y no se halla


[53]

Y mis ojos... Y mis ojos dónde están mis ojos Sino mirando firmemente el rostro de la muerte que me besaba lamiendo la herida que todo humano porta aún sin cicatrizar Yo acariciaba su delicado rostro quemante como la piel de una serpiente cortaba mis párpados con los mismos vidrios que habían intentado enterrar ese terco animal que a sí se traiciona De este mundo me han enseñado a mutilar hasta mis excrementos Con la sangre vertida la piel rasgada y como único alimento el pienso igual me defenderé Haré un yelmo de espejismos y de sueños utópicos No seré maizal arrasado por langostas que en sus palabras buscan refugio y que a veces a mi rostro se asemejan y contra ellos o yo peleo


[54] Claman algunos la opresi贸n menospreciando la nutricia de madre naturaleza y la propia humanidad Pero mis ojos tambi茅n miran firmemente al amor con los mismos ojos de la muerte los mismos recuerdos que en vida tuve

Y mis ojos

d贸nde est谩n mis ojos (De Canto de la herrumbre)


[55]

Verte con los ojos… Verte con los ojos sangrantes y decirte Yo Yo de óseas cavilaciones y epidérmicas voces que en vértigo goce asumo vivir Verme y pensar en la aniquilación del Todo despojarme del Verbo concebir la Nada en Mí y decirme Tú Aprender de la Naturaleza la voz del Silencio sin saber rostro sin callar palabra sin temer al vacío y seguir mi rastro hasta devorarme (De Nocturno del Alba)


[56]

rastro las virtudes de un poeta son las de un asesino: a galope sobre un caballo ciego intenta lacerar una selva pétrea hasta encontrar su arteria. escucha su sí mismo, el que no es él donde es todos, y embellece la destrucción y sueña lo que destruye dándole a los muros la forma de su rostro. vierte estío al doblar de las campanas y cría nervios. nombra toda geografía humana, nube, sal y margen, en su universo de una sola palabra al fraguar el reflejo del silencio. cincela murmuros. recrea cosmogonías como pájaros de niebla que recubre de escamas dorada s. det iene sí stoles y diástoles para transformarlas en geometría pura: materia donde los cuerpos oscuros brillan a la luz. su escisión renace cuando la flor vuelve a ser tallo y éste desaparece, desparece, desaparece, desaparece… y se levanta ante su atávica derrota: la palabra.


[57]

Desinencias ¿De qué metal es tu voz? A esta hora llega el sastre del sol, volando en su bicicleta blanca, a tocar el acordeón. Yo lo acompaño, calibro la utopía del cuervo de ala blanca. Y en mi movimiento siembro médanos y corales, reparto el sueño de los peces, y disecciono del mendrugo la caries de oro del empoderado, del que se coloca la corona de rey y fabrica lisos botones con los huesos de sus hijos, aunque por el ojal de mis camisas y pantalones se oigan, puros, sus nombres. ¿De qué metal es tu voz? Los pájaros llegan tras la lluvia, cuando despunta el alba con sordina, trompeta y saxofón. Yo los acompaño, labro la tierra donde cómodamente defecarán para luego cultivar algunos puñados de semillas. Y en mi movimiento arrastro troncos y otros maderos, que serán vigas, que serán traviesas, hacia las orillas del estuario, y disecciono del báculo las joyas, pues este será ahora bastón de ciegos o azadón: la oscuridad translúcida me guiará. ¿De qué metal es tu voz? Bienvenido sea el pastor de las nubes, y su piano de luna y noche, a entregarnos resplandores y algunas tormentas. Yo lo acompaño, remanso las hélices de los torbellinos para dejar sujetas algunas raíces y luego dibujar un arco iris. Y en mi movimiento recolecto neblinas hasta su disolución, fortalezco los tallos nacientes en los barrancos, y


[58] disecciono de la capa bordados, broches y algunos rubíes, e hilvano un saco donde recoger el polvo de los días y un poco de brisa salina para limpiar mis heridas. ¿De qué metal es tu voz? Pasen, pasen escrituras, ha llegado su tiempo y el rasgueo de violín y charango, en un territorio donde el idioma cambia todos los días. Yo las acompaño, pronuncio el mismo vocablo, la diferencia entre pirata y corsario, para esparcir viruta en las calles empapadas y recibir al que escribe sus cartas en el aire. Y en mi movimiento fundo mi nombre en la misma hoja de acero que lo ha inscrito, ahí, donde señala la luz, en la sombra, y disecciono de las bulas las palabras que dicen de un yo, de un me dije, de un les dije, de un nos dijeron. Afinidad del escalpelo. (De poemario inédito)


Myra Jara (Lima, 1987) Vive en Roma. Estudió Humanidades en la Pontificia Universidad Católica del Perú (Perú), la Jacobs University Bremen (Alemania) y La Sapienza (Italia); y practicó Danza Contemporánea en Lima y Nueva York. Formó parte por dos años ―2012 y 2013― del staff del Festival Internacional de Poesía de Lima. Poemas suyos han sido publicados en las revistas Le Parole e Le Cose (Italia), La Otra (México) y Ny Tid (Finlandia).

Sobre la poesía de Myra Jara

Es la única poeta seleccionada en esta muestra que no cuenta con un poemario publicado a la fecha. Hasta ahora sus poemas solo han circulado en revistas virtuales; no obstante, la potencia de sus versos, así como lo novedoso


[60] en el tratamiento de algunos temas, me hace prever que consolidará una voz a tener presente en la poesía peruana reciente. Su poesía divaga por senderos en clave de confesión, con una visión crítica y a la vez distante de sus propias experiencias, siendo esto último lo que le brinda objetividad a sus versos. Algunos de los temas esenciales en su poesía son el recorrido por el cuerpo como la geografía de una historia de tragedias o alegrías, así como la pérdida como elemento detonador de la inspiración.


Poemas


[62]

DESPUÉS DE DISTRAERME con los hombres me queda casi siempre una sensación borrosa, saciedad, o a veces nada, a veces un vacío catárquico y conmovedor. Tengo un tubo metálico que libera violencia ¿te parezco violenta? pues lo soy, soy la dueña del tubo. Las repeticiones y los ciclos me ocurrirán, tendré siempre que expulsar cosas básicas de mi cuerpo, expulsar y obsesionarme mecánicamente. yo duermo con dos criaturas: un niño que sufre y uno que hace sufrir. los dejo en la mañana para que si quieren se destruyan. no les dejo cuartos, ni casas, no hay baños, creo que no hay dolor… hay sobre todo divagación.


[63]

MI BOCA de la enfermedad no es grotesca la rodea un pudor infantil, vanidad, aburrimiento mientras テゥl me dejaba me lavaba la boca ahora tiene una mujer ligeramente sensual 窶不ensualidad constructiva y esa mujer tiene adultez y tambiテゥn creaciテウn


[64]

ME INTERESAN las imágenes que a mí llegan y de mí parten y todo lo que gira en torno a mí tiene la luz de mis ojos todo lo que me conmueve tiene impregnada la luz de mí. el movimiento es blanco la destrucción es blanca


[65]

HAY UN VIAJE en un tren de los italianos que te aleja de Europa El tren termina el recorrido en Ucrania, en un túnel Las cabezas que descienden en el túnel Ucraniano se mueven lentamente en el andén Algunas cabezas se mueven hacia las escaleras Las cabezas pequeñas de los niños se mueven, también hay cabezas pequeñas de perros y de cisnes Otras cabezas esperan en el andén por otro tren A estas cabezas quietas se les posan moscas negras e insectos Quienes se embarquen, atravesarán la Siberia. Llegarán a Mongolia, Partirán después a pequeños lugares en el Asia. El tren a Mongolia lo toman 10 o 15 personas No suben todos los animales, hay quienes han tenido que abandonar a sus perros y sus gallinas La compañía no los quiere a todos Acepta a veces a mujeres sin sus hijos A hombres sin sus mujeres Pocos entran en el tren, consigo llevan poco Yo entro al tren cada mes, me llaman para que lo limpie Boto las cáscaras de los huevos, la cerveza, los condones Cuando termino de limpiar, respiro profundo Escupo y Me siento


[66]

Me llaman Señora los que vienen a darme el pago Pero yo soy una mujer joven He escogido el trabajo del tren para estar con las vacas Despreciar La cantidad obscena de hambre. No desprecio El hambre, la sed de la gente subida con una idea de aislamiento. Aquella que hará sutiles actos contra sí misma, en el Asia. Así crece, eso es avejentar el mundo. Limpio Mongolia Voy fumando con una escoba por sus calles bárbaras Sus habitantes son todos como frías abejas Pero las mujeres son mejor como larvas, hinchadas, salvajes y costureras Limpio Mongolia y voy viajando Cuando llego tengo sexo Consigo hombres en el bar Se van, antes me lavan el cuello. En el tren, me lavan el cuello los obreros Les voy contando cómo es mi hambre El placer de la miseria ante el hambre. Es necesario hacer miseria Y les recuerdo mientras nos bañamos juntos, todos desnudos: Falta mucho para envejecer.


[67]

SABES CÓMO he venido de la cama hasta aquí? Saliendo del corazón simple de la perra Así llego, me siento aquí Debo dinero a un hombre descortés Debo dinero a un hombre vulgar que me ayudo a no tenerte No quiero pagarle. No tengo moral con él, quiero robarle. Por eso te hablo, ser pequeño No dijiste nunca nada Estar contigo por un mes fue exactamente como estar sola Te aborté en una hora, llegué adolorida al hotel que renté. A veces te recuerdo. No eres exactamente un muerto. Me siento sola. Puedo recordarte y empezar a sentir algo por ti. Tú eres mejor que un hijo. De Mood (inédito)



Mario Morquencho (Piura, 1982)

Vivió toda su niñez y adolescencia cerca al mar, en su distrito natal. Al terminar la educación secundaria, se trasladó a la ciudad de Trujillo donde estudió la carrera técnica de Contabilidad. Empezó a escribir y publicar poemas en distintas webs de poesía. Radica en Lima desde el 2006. Formó parte del colectivo Heridita (Lima) y participó en el Grupo Literario Signos (Lambayeque). Ha participado en distintas ferias y recitales de poesía. Poemas suyos figuran en Me Usa. Brevísima Antología Arbitraria Perú-Uruguay (2012) y en Poesía Que Gira (2014). Tiene publicados los poemarios Ciudadelirio (2010) y Un Mar Alcoholizado (2013).


[70] Sobre la poesía de Mario Morquencho

En su poesía confluye una multiplicidad de temas que, por lo general, se enmarcan en un escenario citadino, a veces marginal. En no pocas composiciones Morquencho plantea un confesionalismo duro y revelador, una reflexión en torno a la existencia diaria con lo bueno y malo que esta conlleva, elaborando poemas que por momentos adquieren un talante casi de escena cinematográfica. El coloquialismo y la narración son recursos frecuentes en su poesía; soliendo apostar, a menudo, por la libertad que le ofrece el hacer uso de un lenguaje popular, el que le permite una mayor cercanía y sintonía con el lector.


Poemas



[73]

Cine Es como cuando una película acaba, los nombres pasan desapercibidos, la música de cierre termina extraviándose en el sonido de los asientos que se tornan vacíos, y el oscuro de la pantalla desdeñándose tanto, despintándose por las luces que vuelven a encenderse: como la vida que despierta y la otra vida que se duerme junto a la ventana cerrada a la fantasía efímera y soñadora, en un largometraje enfrascada


[74]

Asesinato en la calle Omicrón Lo he matado. Me he vengado de los meses de invisibilidad. De ser como cualquiera. De ir a trabajar un día como hoy, de estar afeitado y tener el cabello recortado, con el rostro impecable, el piqué y el pantalón de color azul pulcros y planchados, los zapatos negros brillantes como un charco que la lluvia ha creado… y nunca olvidarme del fotocheck con mis 26 años encima y la cara de loco olvidado en la maquinaria cotidiana de las horas de ser un empleado con el sueldo mínimo. Me he vengado de abrir la puerta y bajar las escaleras a las 7 y 30 de la mañana, de lunes a viernes, bajar las escaleras de fierro y en espiral todos los días. Me he vengado de subir al bus de la rutina, del diario matutino, del noticiero de las 6 de la mañana, del gallo que sobrevive como un reloj en la azotea, del café con leche y la carretilla de la esquina. Lo he matado con el cuchillo con que corto el pan y lo unto con mantequilla. ¡En mis manos sangra cotidiano! La epilepsia, la agonía, la sangre por la boca, los ojos que se alejan de ser ojos, el rostro que se aleja de ser rostro. ¡Lo he matado, estoy seguro! Me he cansado de ver su rostro, de ver los restos inmóviles, la incertidumbre de la muerte y el crimen. He optado


[75] por envolverlo con los periódicos pasados, envolver los restos, al cadáver cotidiano envolverlo con las noticias de la semana pasada, con el suicidio de ayer en un hostal perdido en la bruma de la madrugada en Lima, envolver sus extremidades con el abuso policial y la corrupción de los ministerios y el puto sistema capitalista, envolver su dorso con las estadísticas económicas y las encuestas políticas, volverlo a envolver con la injusticia social, con los jubilados que mueren haciendo cola, con los enfermos y los niños que lo único que tienen en la vida es una enfermedad extraña que se llama olvido, con los jueces que se hacen ricos y los clérigos prostituyendo el paraíso. Los buenos son pocos y contaditos. Después de envolver al cuerpo como una estatua de papel periódico, como una obra de arte de lo que lees antes de ir al trabajo o lo que ves en las noches antes de dormir, bien envuelto todo, cada uno de los cabellos, las uñas, los bellos sombríos, envuelto el reloj y la alarma, el tatuaje en el hombro, la cicatriz de la rodilla, los pies, los caminos, la lagartija que le sale del sueño. Y todo desaparecerlo dentro de una gran bolsa de plástico negra, canjearlo por una nube, por un día sólo conmigo mismo… Lo he matado, sí ¡Lo he matado! ¡Lo he matado! El cuchillo en la mesa viste bermejo y baila tango, baila tango el muy pendejo.


[76]

Laberinto Tengo un saco prestado, uno nada más, que no hay cuando lo devuelva. Una corbata escondida en el bolsillo de algún pantalón que difícilmente uso. Un par de zapatos viejos con tantas cicatrices, tantos órganos extirpados y litros de sangre en el camino. No tengo sombrilla ni paraguas, porque no tengo nada en contra del sol o de la lluvia. Tengo un roperito que tose cuando abro uno de los seis cajones que tiene. Una TV que se enciende cuando sueño, una TV que quiso ser máquina de escribir y no pudo, porque el mundo no va hacia atrás como un cangrejo. Tengo una agenda que mi padre me regalo hace poco, precisamente no la utilizo como tal, violo su naturaleza, su razón de existencia, esta debe soportar la punta de los distintos lápices y lapiceros señalándola, estados de ánimo encima de cenizas rebeldes, pedazos de galleta mal comida, nubes, aves y etcéteras azules o grises por doquier. También tengo una cama con un abismo, una gotera incierta, una puerta secreta, un espiral, un sub-mundo, una alternativa insólita, una opción que los demás no tienen, algo que elijo porque no tengo de otra, porque vivo en Lima y mi familia está lejos, porque alquilo una habitación con una sola ventana y una sola puerta, porque más allá de la ventana y de la puerta hay más ventanas y más


[77] puertas, mås allå: hay millones de sombras y espejos de otras ventanas, de otras puertas que esperan: Sentadas las ventanas, de pie las puertas‌ y tendrÊ que ir: abrir y cerrar, cerrar y abrir, otra vez: abrir, cerrar, cerrar, abrir, cerrar y abrir, abrir y cerrar; hasta que me quiten el saco prestado o decida, de una vez por todas, devolverlo. (De Ciudadelirio)


[78]

2 Ve... pobre muchacho carajo después de ganar bien en esa petrolera ahora anda así fregao después de andar bien vestido acompañado de alguna muchacha bonita ahora ve cómo anda sin zapatos todo sucio y flacuchento como perro zarrapastroso atormentado de hecatombes y delirios como la braveza del mar anda de aquí p’allá pidiendo monedas o robando en las esquinas anda con las rodillas el pobre muchacho y no le queda otra que refregar su desgastado pecho por las calles del pueblo dejando sarna sangre pulgas perdiéndose en un charco de toxinas y ladridos que le tuercen los nervios pobre muchacho el humo lo tiene así ya ves hijo mío la poesía es una maldita droga es la fulana que se te pega como garrapata al cuerpo te chupa la verga la billetera luego el alma pero tú quieres andar en tu propia porción de libertad amurallada taciturno como una palmera jorobada que mira el suelo y se pierde en la sombra


[79] hijo... ten cuidado de no torcerte mucho y caer ay muchacho pobre muchacho carajo


[80]

10 ¡No es posible que me haya quedado sin ellas! si andan como el aire en todas partes ¡Es imposible que no diga nada! si mi boca comulga con ellas a cada instante es una bajeza ir por el mundo teniendo nudos en la garganta tragando caos tras caos dejando a la belleza vestida de esqueleto bajo el enorme monolito de silencio junto a los gusanos que un día hemos de montar con toda el ansia de vivir y estar muertos es imposible dejar amarrada nuestra lengua a un palote de muelle flotando en un inmenso mar de contradicciones es imposible no navegar no naufragar ahogarse es posible ahogarse y dejar de ser anfibio treparse de la orilla de alguna orilla erguirse y caminar y caminar hasta encorvarse porque es imposible impedir ser un cadáver es más posible que florezca de aquello un inmenso jardín de arte


[81] ¡Es imposible haberme quedado sin ellas! y si un día me cortan la lengua me resta el seso mi mano lapicero mi mano lápiz mi dedo pluma mi dedo carbón mi dedo humano mi dedo hueso mi dedo nube (De Un Mar Alcoholizado)



Cecilia Podestá (Ayacucho, 1981)

Escritora y editora. Estudió literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha publicado los poemarios Fotografías escritas (Premio Dedo crítico 2002 y Lima, 2007); La primera anunciación (2006 y Paraguay, 2010), Muro de carne (2007), Desaparecida (2008) y Vía Crucis en Chepén (2010); las obras dramáticas Las mujeres de la caja (2003), La repisa de los juguetes vacíos y los cuentos De cabeza sobre el pasto amarillo (2011) y La orina Tibia de tu cuerpo (2013). Dictó talleres de creación literaria (Anexo Cárcel de Chorrillos). Ha participado en encuentros nacionales e internacionales de escritores, ferias de libro y seminarios, también como ponente. Dirigió Tranvías editores. Ahora dirige la editorial Máquina purísima. Artículos suyos en prensa cultural pueden leerse en Dinosaurios de latón y www.dinosauriosdelaton.lamula.pe Libros en linea: Vía Crucis en Chepén y La primera anunciación @cecilia_podesta / cecilia.podesta@gmail.com


[84] Sobre la poesía de Cecilia Podestá

Poeta, narradora y dramaturga, Cecilia Podestá ha sabido unir a su labor como escritora una activa función como editora. En un inicio su poesía evidenciaba una necesidad de expresión de corte existencialista, sustentada en imágenes formuladas con un tono profundamente confesional. No obstante, con los años dicho corte temático varió en gran medida para decantarse por un estilo que involucra una suerte de “revisionismo” de la historia que la Iglesia Católica ha planteado para su fe. La poesía última de Podestá viene tomando el camino de la relectura de los mitos católicos, así como el de una decidida increpación a su estricta doctrina, proponiendo trasgredir los parámetros en todo orden y manejando un tono por momentos narrativo.


Poemas



[87]

preguntas negligentes me pregunto si podría caber en una palabra al igual que mi cintura lo hace entre tus manos y si es así, nuevamente pregunto si la nombrarías cuando tu cuello se alargue entre mis manos y recibas de mi boca, tu propia boca. pregunto también si podrías caber en mis palabras como lo haces en mi sexo y si podrías hallarte en mí como lo hacen los olores en el cuerpo. tu sexo cabe en el mío como tu lengua en mi boca pero no cabemos los dos en un sólo nombre o en imaginarios tampoco en las más simples palabras. somos dos animales sin madriguera en un invierno de cuerpos helados en el que no caben más preguntas.


[88]

sirena.1947 ¿cómo será perderse en un tiempo hecho de agua? jugar a ser sirena vieja, tan profunda como un abismo que se ahoga y sólo el tiempo entonces sólo agua el paisaje más vacío hecho de nada lleno de agua andando como algún tiempo más lento afectando algas imaginarias que se conciben como cabellos humanos ondeándose al viento, al tiempo y al blanco rozando ya caído ese pezón duro y ennegrecido formando en contraste los años suyos /los de ella/ su gesto de adiós avanza con ese tiempoagua ella, con el cuerpo de viento inmenso que sale de su boca para soplar su cabello: algas blancas y largas. (De Fotografías escritas)


[89]

Déjame cambiar tu… Déjame cambiar tu destino virgen, Niña esclava de José, Déjame matarte esta noche entre tanta desgracia Aquí conmigo Dentro de Ti E iniciando una plegaria Por tu hijo muerto. No bajes la vista. No llores, María. Mírame Te haré morir para cambiarlo todo Déjame mostrarte un reino distinto En el que seas Tú, María la madre de mis hijos Y te digan todos Esposa de José el carpintero. Déjame, Déjame arrebatar tu vida ese extraño Señor. (De La primera anunciación)


[90]

Dentro de la casa que… Dentro de la casa que no existe más soy el padre el hijo el muro que los encierra a todos y del que aun comen los recuerdos en busca del olor a mañanas cansadas o del silencio de una bata de algodón paseando entre escaleras. (De Muro de carne)


[91]

II Jesús carga con la cruz No es el madero sobre mi hombro, sino el peso de la muerte de tu nombre entre sus dientes y sus gritos, oh Padre. Mira cuántos hombres han de seguirme y no lo saben. No creen que yo pueda perdonar. Sus mujeres y sus hijos caerán en devoción a los pies de las columnas queriendo sentir este peso que es sudor amargo junto a las gotas de sangre que me recorren como insectos. (De Vía Crucis en Chepén)



Víctor Ruiz Velazco (Lima, 1982)

Bachiller en Literatura por la Universidad Nacional Federico Villarreal, con estudios de maestría en Estudios Culturales por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha sido traducido al francés, italiano, portugués e inglés. Formó parte del Consejo de Redacción de la Revista Trimestral del Cuento Latinoamericano Mil Mamuts (Argentina). Dirige el sello Lustra Editores. Ha publicado en poesía: Aprendiendo a hablar con las sombras (2005), Délibáb, enemigo del viento (2007), Liebe, La muerte en el otro (2008), libros que junto a Euforión o la presa se reunieron Barlovento (20012011) (2012). En 2011 ganó el Premio Nacional José Watanabe Varas de Poesía, organizado por la APJ, por Fantasmas esenciales (2012). En 2013 publicó el libro de cuentos La felicidad es un arma caliente.


[94] Sobre la poesía de Víctor Ruiz Velazco

Es uno de los poetas más activos de la última década, quien ha vinculado a su obra una incansable labor como editor y, desde el año pasado, como narrador. Por lo general, su poesía ha tenido como eje central la reflexión sobre los mitos occidentales y de Oriente Medio, la familia, el amor y el desamor, especialmente, sin caer en un romanticismo pueril. El tono frecuente ha sido el épico (casi de un lied) con una marcada influencia de la poesía en lengua inglesa y alemana del siglo XX. Entre otros tópicos, en su obra suele figurar con insistencia la migración hacia otros cuerpos, otras edades o lugares geográficos en los que Ruiz, a menudo, parte de la reflexión personal para luego abrirse a la Historia y a los grandes temas de la literatura.


Poemas



[97]

Acercamiento a un tema A José Watanabe Unas cuantas palabras bastan para cubrir mi cuerpo y esconderme de los grandes ojos que buscan en mí algo que aún no tengo. José me ha dicho que de nada sirve camuflarse entre las hojas, ni siquiera entre palabras que simulen a una mantis muerta. Un ojo siempre nos descubre, afirma, como si no quedara para mí otra cosa que el silencio. Entre las hojas, las palabras y este cuerpo un gran ojo espera complaciente: El Ojo de la Muerte que busca a su otro en mí. (De Aprendiendo a hablar con las sombras)


[98]

La Puerta de la Noche A J. E. Eielson Y de repente sea yo aquel que miraba tras esta ventana los días de mayo la llegada del viento del norte y tu sonrisa o tu sonrisa y la llegada del viento del norte en los días de mayo, para ser más exacto. Y quizá sea yo el mismo hombre que arrancado de las puertas de la trascendencia edificó una casa al lado del río —junto a la luna— para que un viejo pez lavara sus alas en mis entrañas perturbado por una extraña visión y cierta frivolidad hacia las llaves y las puertas cerradas o hacia tu corazón que calla colgado como una araña buscando imitar el silencio posterior a un largo discurso. Cuando nada tiene sentido, solo el estar aquí o en alguna otra parte. Siendo sincero, quizá sea yo todos hombre. El que miraba tras esta ventana. El que fue arrancado de la trascendencia. El que dejó la muerte de lado en una noche como esta, al descubrir tu belleza —en medio de sombras y burlas— solo comparable a las alucinaciones


[99] de los grandes patriarcas que vieron a Dios a los ojos y a cambio perdieron unos cuantos a帽os tan solo: Un poco de eternidad consagrada a los portadores del don de la trasmutaci贸n de las almas, mi vida. Un poco de eternidad consagrada al don del amor, mi amor.


[100]

Ozymandias Ozymandias era pobre y malicioso. Nadie lo detuvo. Y construyó un reino de la nada. Sobre el viento (A orillas del Nilo, al sur de Assuán, en el alto Egipto). Shelley era joven y arrogante. Buscaba la verdad de las cosas. Amó profundamente el mar y sabía poco de Historia. Ozymandias entregó su vida al desierto. Creó una ciudad imponente y divisó las ruinas de su gloria, desde una leyenda tatuada en mármol. Si Shelley hubiera conocido a Ozymandias, no habría perdido la vida en el mar. La habría perdido en medio de un sueño —entre espejismos— abrazado por el sol y las visiones de su futuro al lado de Byron. O tal vez peleando con los hititas. Esperando que su cuerpo fuera encontrado por Johann Ludwig Burckhardt, en 1912. Treinta metros bajo el Nilo. Cerca, muy cerca de la muerte. Es verdad, Ozymandias supo de Shelley antes que Mary descubriera su gran bestia interna. Vio su cuerpo flotando sobre el lago Násser


[101] como una pregunta de la que no pudo escapar hasta el fin de sus días. Ozymandyas era pobre y malicioso, ya lo dije. Pero justo con la vida, la muerte y las grandes pasiones que hacen libres a los hombres. (De Délibáb, enemigo del viento)


[102]

Le coeur supplicié De esta no te escapas, susurraba entre las pocas sombras de Abisinia, el ojo crepuscular mientras un ave salida de un sueño y delirios producidos por el calor del desierto crecía en las manos del condenado lista para devorar con paciencia las larvas de la pierna gangrenada del muerto. Arthur contemplaba la escena desde su silla mecedora, deseando que llegara el momento en que él también fuera tocado por aquel ser misericordioso y de luz y poder contrabandear sus dolores y penas por una calma envolvente que lo acompañara hasta su último aliento, o por lo menos hasta su siguiente dosis. Los días parecían interminables en la región de Moriah. El tiempo detenido en espasmos de luz. El cuchillo alzándose como azote de Dios. Mientras tanto, una leve brisa movía la silla mecedora


[103] convenciéndolo en cada impulso de que podía volar con solo dejarse caer. Al tercer día de sueños y alucinaciones, y sin previo aviso, el hombre muerto empezó a andar y se marchó para siempre sin dejar más rastro que un cuerpo parecido a Rimbaud que, en su lugar, se devoraba a sí mismo para mantenerse con vida (De Liebe, La muerte en el otro)


[104]

Retrato de una dama VI ME DESANGRO, me voy por una herida y es este partir un encuentro también con todo aquello que nos acerca, incluso en este momento, cuando las horas se agolpan en una sola imagen que lo explica todo. Sin dolor ni pasión y suficientemente despierto para sentir cómo desciendo tibiamente hasta perder peso, hasta perderme en la caída que asemeja un vuelo eterno y pensar, pensar siempre es recostar mi cabeza sobre tu regazo buscando tus manos, tu olor y tu estómago. Para no sentir más dolor cultivé las buenas costumbres que toda mujer debe tener como cualidades y máscaras, afiné mi oído y contemplé, muy gratamente, cómo mi vida no fue sino un pequeño intento sin consecuencia alguna, salvo la consecuencia misma de sentir que pudo haberse hecho algo mejor, desde siempre.


[105] Pero quién llega hasta este punto ya no puede escapar. Las mismas manos que profanaron mi cuerpo ahora me cubren de flores y me acarician, me tocan y me estremezco me hago una con ellas y es así como sé que también en el canto se oye el silencio. Soñamos cuanto vivimos y es este sueño el que nos contiene en un canto callado, un recipiente vacío arrojado al mar y nuestra esperanza de ser atendidos. ¿Es acaso este un dolor? ¿Son estas preguntas buenas o malas? Pero quien habla en mí está enfermo y habla. Es de noche, no hay nadie en las calles ni dentro de las casas y habla. ¡Ay de mí si pudiera escucharlo! (De Fantasmas esenciales)



Diego Alonso Sánchez (Lima, 1981)

Bachiller en literatura peruana e hispanoamericana por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Fue cofundador del Grupo de Creación y Publicación Literaria Sociedad Elefante y, bajo el sello editorial del mismo nombre (Sociedad Elefante Editores) publicó Mitsuya Nicolás y otros poemas (2002). En el año 2009 publicó Por el pequeño sendero interior de Matsuo Basho y, en el 2013, obtuvo el primer premio en el VIII Concurso Nacional de Poesía de la Asociación Peruano Japonesa Premio José Watanabe Varas por el libro Se inicia un camino sin saberlo. Actualmente ejerce la docencia en el colegio Los Reyes Rojos.


[108] Sobre la poesía de Diego Alonso Sánchez

Su poesía se centra, desde sus inicios, en el desarrollo del estilo oriental esencialmente japonés, aunque también con no pocas referencias chinas. Debo mencionar que este estilo ha tenido un escaso desarrollo en la tradición poética peruana, siendo Sánchez quizá el único poeta que, en la lírica peruana reciente, lo practica con oficio y mérito. Su pluma plasma la sabiduría oriental en una búsqueda por alcanzar un lenguaje propio, en el que la reflexión y la observación de la naturaleza son elementos clave para una alcanzar poesía plena de imágenes dirigidas al aprendizaje. Como en la mejor poesía oriental, la poesía de Sánchez hace de la contemplación de lo que sucede en nuestro entorno el punto de ignición para su creatividad, la que está siempre rodeada por una gran espiritualidad y misticismo.


Poemas



[111]

2 En el templo de La luna y la sombra Hoy es el quinto día del Quinto Mes2. He remojado pétalos de lirio para limpiar mis pies cansados3 mientras observo a unos niños zarandear un muñeco vestido de senshi4. El río Hirose no está lejos, y aunque hoy –más que nunca– las carpas deben estar nadando contra la corriente, yo me consumo en pensar si ya es tiempo de emprender viaje en busca de Li Po. Mi hermano Yoshitada diría, sin duda: Una carpa de papel más valerosa en río bravo. En su honor decido abandonar Sendai y Matsushima, para redescubrir mi espíritu en alguna ciudad olvidada por la memoria. El día cinco del Quinto Mes se celebra la Fiesta de los niños (varones), el Kodomo no hi. Esta festividad está relacionada con la pureza y la fuerza. 3 Para purificar el cuerpo se acostumbraba lavar los pies con pétalos de flores. 4 Guerrero o soldado en idioma japonés. A lo largo del libro mantendremos algunas palabras en japonés original para no atentar en contra del estilo y el significado simbólico. 2


[112] Como despedida, al iniciar el viaje, cuelgo estos versos en uno de los pilares de mi casa5: Hoy Kodomo no hi. PĂŠtalos de lirios desatan mis pies.

Era costumbre de los viajeros colgar la primera estrofa (hokku) de un haikai no renga (ocho o mĂĄs estrofas que funcionan como poemas) al iniciar un viaje. Esta es la fragmentaciĂłn que da origen al haiku, como se le conoce actualmente.

5


[113]

9 La fatiga Seis días que mi camino no me da tregua y apenas he podido descansar escasas horas en esas cabañas que se construyen al lado de los senderos para los viajeros. La provincia del arroz ha quedado atrás y mis sandalias están hechas jirones. Debo apresurarme porque la naturaleza no espera. La noche me sorprende en medio de un campo solitario; las nubes en el cielo se han disuelto bajo la luz de la luna; entonces, me echo sobre la hierba para reposar. “Li Po debe estar esperándome en su mausoleo al pie de ‘La colina del caracol’6, mientras yo me quejo de cansancio”. Cierro los ojos y siento el peso del silencio sobre mi pecho. De pronto un poema me turba entre pensamientos: Los hombres de hoy no contemplan la luna de antaño, Era costumbre de los viajeros colgar la primera estrofa (hokku) de un haikai no renga (ocho o más estrofas que funcionan como poemas) al iniciar un viaje. Esta es la fragmentación que da origen al haiku, como se le conoce actualmente.

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[114] pero la luna reciente sí alumbra a los hombres del pasado.7 Abro los ojos, y de cara al cielo, me siento acompañado. (De Por el pequeño sendero interior de Matsuo Basho)

Poema de Li Po.

7


[115]

2 Han transcurrido pocos días desde el Año Nuevo. Por las mañanas es una risa fresca, unos pasos ligeros, un silbido el que palpita sobre la grama y los arbustos, sobre todas las estancias de la casa. Una de aquellas tardes, el aprendiz se anima a responder al mensaje de su maestro; con mano firme traza estas palabras: Cuando el pez está en el océano, el océano es infinito. Cuando el ave está en el cielo, el cielo es infinito. Cada paso es una empresa arriesgada.


[116]

17 Los días de lluvia han cesado. El maestro ha decidido retirarse a las colinas. Una vez ahí, pasa el tiempo reflexionando sobre las distancias entre el hombre y lo que ama. Solo, sumergido en ese enmarañado paisaje, reconoce sus debilidades y es invadido por la melancolía. Más tarde, compone unos versos imitando a los maestros chinos: No hace mucho que nos hemos separado y en mi puerta ya crecen hierbas silvestres. En la espesura, seres imposibles se agitan y sin descanso escucho sus desdichas. El viento desvanece a las luciérnagas y el frío escarcha el campo solitario. Mis mangas de seda se humedecen con mis lágrimas incontenibles ¡y ni el paso del tiempo detiene el río de mi pena!


[117]

27 El calor ha aumentado en los últimos días, lo que ha entusiasmado el corazón del aprendiz. Un día, muy temprano, busca a su mentor e interrumpe atrevidamente sus oraciones: Mientras las cenizas se elevan al cielo y el fuego devora con ansia animal todo el espectro de color de esta primavera, desde lo alto, veo cómo se consume el mundo como si fuera una hoja de papel. Y el viento solo puede susurrarme una canción fantasmal, tan indiscutible ante el desastre: «Las moradas de los hombres son devastadas con insignificancia y con ellas su inútil intento de perdurar en este universo solitario». En el firmamento carmesí, todavía reverberan los rescoldos iluminados por mi mirada. (De Se inicia un camino sin saberlo)



Nilton Santiago (Lima, 1979)

Licenciado en Derecho y Ciencias Políticas. Poco después de la publicación de su primer poemario, El libro de los espejos, segundo Premio Nacional de Poesía Premio Copé 2003 (2005), se marchó a vivir a Mallorca, España. En el 2012 obtuvo el II Premio Internacional de Poesía Joven de la Fundación Centro de Poesía José Hierro, que mereció la publicación en Madrid de La oscuridad de los gatos era nuestra oscuridad, con el prólogo y varios grabados de Juan Carlos Mestre. Finalmente, acaba de recibir el XXVII Premio TIFLOS de poesía por su libro El equipaje del ángel (2014) y ha quedado finalista de la última edición del Premio Adonáis de Poesía del 2014. En la actualidad vive y trabaja en Barcelona.


[120] Sobre la poesía de Nilton Santiago

La poesía de Santiago ha sido para muchos, me incluyo, una novedad en el panorama poético peruano, ello pues tras publicar su primer poemario dejó el Perú y nada se supo de él. Su obra lírica cuenta con un gran espíritu narrativo, en el que hace uso frecuente de referencias culturales a figuras de la música, poesía, actuación, etc. para a partir de ellos elaborar versos que, como galerías, nos ofrecen estampas de lo cotidiano, del mundo contemporáneo en sus vicisitudes. En su obra se delinea, así, la geografía de una miscelánea cultural a la que Santiago observa con sarcasmo y con coloquialidad, lo que le permite trabajar una poesía que, incluso, aborda los aspectos más cotidianos y sencillos de la vida actual sin perder por ello el tono lírico.


Poemas



[123]

El tiempo es una mentira de las estrellas hay algo mal en mí / además de la / melancolía Charles Bukowski

Toda la noche hemos muerto lejos de casa, durante toda la noche nos hemos suicidado —sin conseguirlo— mirándonos al espejo, como una iglesia en llamas, como una resplandeciente cicatriz en los árboles de los aserraderos o en las últimas páginas de los libros que el tiempo ha olvidado en los hospicios y en los sanatorios. Mirándonos al espejo, olvidando el testimonio de la luciérnaga entre tus manos, viendo cómo se afeitaba Armand con una herradura, como si fuera un puñado de luz cicatrizando en las aletas de un pescado que acaba de morir, por los que somos murciélagos, sin saberlo, para los que agonizamos, inquietantemente, en la absurda máquina de arena en la que nos convertimos cuando llueve, o cuando atardece entre las manos de los suicidas


[124] que cierran nuestras heridas con sus cuchillos de terciopelo (además de dar de comer al animal insomne de la soledad y a la mariposa de hielo de la soledad que cada día brota de las tibias manos de los presos políticos). ¿Sabes qué me da vergüenza Lêdo? Que algunos dicen que nacimos de los huevos olvidados en las peceras públicas o que antes respirábamos por las heridas del corazón, muy desconfiados, este sueño interior de tus manos, esta marea dispersa que hiere y hiere, estas gotas de mar que encontraste camino al cielo de Maceió que tanto temo, mientras que yo moría como un pájaro saliendo de su plumaje. Vaya lío. No obstante, siempre supimos que nos faltaba dinero y un poco de piel alrededor del corazón o que nuestra sangre apenas se movía cuando hablábamos de la infancia o de las revoluciones, pero de esto se trata, mi querido Lêdo, la soledad.


[125]

También el corazón de Boris Vian era una rosa enferma También el corazón de Boris Vian era una rosa enferma. Venía cada noche a nuestras largas sobremesas, porque nos conocía muy bien como el cuchillo de eviscerar conoce el intersticio de luz en el vientre del pescado, también Vian conocía la teología de los peces y de los centauros y de las bicicletas, porque fue él quien le dejó la moneda a Rimbaud cuando se le cayó su primer diente de leche. Es cierto, Boris, quién conoce su corazón está enfermo pero también el que arroja su tristeza en la boca del pescado, como una moneda de hielo dentro de una valija de fuego, o los que tienen el oscuro oficio de sacrificar a los caballos heridos. Sí Boris, tuvimos amigos y heridas y amigos heridos, quizás ahora pueblen los jardines que crecen en esos mismos corazones que se negaban a bombear la sangre de los que fuimos, y sí también tuvimos padres y un nombre que preferimos olvidar a cada instante. Ahora que te conozco bien, ya no compartimos nada y si nos encontramos algún día en el mercado o quizás en la parada de bus, es casi un milagro, eso que compartimos ahora que estamos juntos y que ya no necesitamos el uno del otro


[126] porque despuĂŠs del segundo suicido o del tercero, es mejor acostĂşmbranos al oficio de sacrificar a los pobres caballos heridos, a las rosas enfermas.


[127]

Todos los infinitos crepúsculos Este no es un poema para impedir la salida del sol ni otro ajuste de cuentas con los pájaros, sino un largo minuto de silencio para reconocernos tras la lluvia, palabras como árboles remando a la deriva en un poema de Mark Strand. Sé que has dejado de fumar, de culpar a la lavadora por nuestra falta de amor por los electrodomésticos pero vamos —soy cobarde— muy cobarde, como un fuego que acaba y no quiero hacer de este poema un encuentro con los que ya hemos dejado de ser otra evidencia de nuestra falta de solidaridad con los peces. Luego llegaban los lunes, pesados como una barriga a punto de dar a luz. En ese entonces, antes de salir a trabajar, solías despedirte de mis huesos alimentarte con lo que quedaba de mi cuerpo, plateada e inclemente, abrías la garganta con sus paredes de terciopelo y me comías a cucharadas, la lluvia te alumbraba —me decías—mientras encendías el televisor y desaparecías, como un árbol acusado de soñar con una rosa inexistente. No, no sabías cocinar ni tenías los pechos de Jayne Mansfield tampoco tenías televisor, no leías a nadie,


[128] no te gustaba Bach, es más, gran parte de ti aún espera nacer dentro de tu madre, mientras tanto, ella te confunde con una espiral de ceniza que nace de su ombligo, y que jamás cesa, como una primavera encubierta. Respecto a mí, pues eso, a veces creo, más bien, que soy ese animal que pasa la noche en ese refugio de carne y hueso cuya única llave no es otra que la soledad o un disco en llamas de Dizzy Gillespie ardiendo en todos y cada uno de nuestros infinitos crepúsculos. (De La oscuridad de los gatos era nuestra oscuridad)


[129]

las redes de mi corazón ya no están para peces Acabo de salir de la estación con el billete de metro entre los dedos —como si fuese la radiografía de una nena con mariposas de metal en el estómago— hace frío y los árboles entran lentamente en los cajeros automáticos para protegerse del invierno. Dicen que aquí no se empadronó ningún ángel ex guerrillero, ninguna flor murió aquí a causa de una lluvia de abejas y magnolias. Da igual, he decidido tomarme dos segundos de respiro, olvidar que la realidad es un pájaro encerrado en un espejo, un goteo incesante de sus plumas en el hemisferio azul del corazón. Esta mañana me he despertado con tu nombre sobre los labios (aunque creo que el no hablarnos es el lenguaje que mejor nos define), sonriendo como una carta recién abierta. El alba, como un animal a medio hacer, nos ha reconocido como pájaros. Es cierto, son ellos y no otros los que se esconden entre las costuras de la lluvia al empezar el día. Son ellos y no otros los que descienden por las monedas de los termómetros para traernos el recado de los hombres del tiempo. Sí, es cierto, tengo un problema con las aves en general, las encuentro inquietantes cuando llueve y creo que, si fuese por ellas, volarían sólo en primera clase. Sé que escriben, en silencio, partituras de miel contra los árboles y que las flores les dan angustia porque tienen el mismo pensamiento de los astrofísicos cuando se enamoran. Nada de esto tiene que ver con el objeto de este poema que era —vaya tontería— describir una jaula o, quizás, llorar como un niño por la ejecución


[130] de una lágrima, atiborrarme de cafeína y crisantemos solitarios. Ya lo sabes, los paraguas son los habitantes más sinceros de esta ciudad en blanco y negro. Honradas sean las lágrimas de recambio en las gasolineras de mi corazón. Honradas las estrellas que chillan de noche cuando aún el cielo no ha fijado sus engranajes y se parece a una ratonera para cometas y meteoritos. Ya lo sabes, no se habita una ciudad, sino la soledad de sus gentes, ya lo sabes, un pájaro no es un pájaro, sino un invento de la necesidad de volar sobre la jaula de tus labios. Como lo ves, estoy hecho polvo y las redes de mi corazón ya no están para peces.


[131]

El ángel esporádico Yo no soy el que tiene la mirada o el pijama color Luna ni el que tiene un huevo lleno de mariposas de materia melancolía en lugar de un corazón. No desayuno bollos de nitroglicerina, ni sollozo resplandores, tampoco soy el intersticio que separa tu sonrisa de la sonrisa de una luciérnaga y menos la nube donde tu madre dormía antes de nacer. No tengo televisor, no amo a nadie, no me gusta Bach, es más gran parte de mí aún espera nacer dentro de mi madre, mientras tanto, ella me confunde con una espiral de ceniza que nace de su ombligo y que jamás cesa como una helada llamarada o como un equinoccio en la mirada de un pescado. Para serte sincero, a veces creo más bien que mi corazón es un lastre, una fotografía pixelada y sé que eso te conmueve a ti y a la lluvia que nos arroja el pan de la verdad por las ventanas de las rosas metafóricas. Es cierto, las rosas no mienten, pero allí están, reprimiendo las lágrimas de Orión


[132] y repartiendo espinas gratuitas entre los recuerdos de los pájaros. Ahora soy yo el cerrajero que abre tu corazón con la radiografía de mi corazón, el taxista que escucha en la radio una conversación entre el papa y su banquero o entre un psiquiatra y los ángeles de silicio que campan a sus anchas en los establos de objetos perdidos. Dejémonos de cosas, de medias naranjas, de darnos la espalda cuando nos metemos a la cama como dos secuaces que acaban de cometer un crimen de lesa fragilidad.

Es cierto, ya no hay azúcar en las lágrimas de los vendedores de seguros, ya no hay infancia en los relojes de arena de la nostalgia, ya no hay ángeles en la miel de los enjambres de tu mirada, pero qué más da. Dicen que Dios hizo el mundo a puntadas y que se sacó de las costillas siete días de rebajas, no obstante, nada de esto ahora tiene importancia porque también él es un pobre ángel en paro, un ex poeta reportero de guerra que únicamente es posible en la imaginación de los caracoles. He aquí la melancolía –me digo- he aquí el poema que no tengo que escribir sobre ese ángel de dientes rotos que cada día me pide algo de calderilla,


[133] el salario mínimo vital. Pobre ángel mío, hace siglos que el cielo está cerrado por obras y Anton Corbijn ha aprovechado el pánico para fotografiarte el corazón escarlata. (De El equipaje del ángel)



Miguel Ángel Sanz (Lima, 1979)

Terminé la carrera de Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú) y homologué mi título al de Licenciado en Filología Hispánica en la Universidad del País Vasco. Pertenecí al grupo de creación y publicación literaria Sociedad Elefante. He publicado los poemarios La Voz de la Manada (2002), Quién las Hojas (2007), Paciente 164 (2009), Casa Abandonada/La Casa Amarilla (2011) y Arte Rupestre (edición electrónica). Desde el año 2004 radico en Pamplona, España. Actualmente estudio el Grado de Psicología en la uned.

Sobre la poesía de Miguel Ángel Sanz

Con cinco poemarios en su haber, Sanz se ha convertido en uno de los poetas peruanos recientes más prolíficos.


[136] Su poesía fue aclamada casi desde sus inicios, por lo que es reconocida en el medio. En su estilo podemos encontrar, a menudo, un trabajo dedicado y minucioso con la palabra, honesto en las reflexiones y en las imágenes que propone logrando, usualmente, una cadencia que ayuda al lector a internarse en el contenido de cada poema. Su temática gira en torno a la familia, el y su recuerdo o a la naturaleza, siempre apelando a una sabiduría personal para lo que hace uso de un tono unas veces narrativo, otras irónico o con humor. Su obra es, en efecto, una de las más regulares entre los jóvenes poetas, teniendo por costumbre entregarnos poemarios bien ejecutados.


Poemas



[139]

I Nada queda ya en la rama que se parezca al verano, nada que tan siquiera semeje el mรกs tenue deseo. Y aunque mรกs allรก del campo y las avenidas tampoco existe nada, parece inminente abandonar la copa para perderse entre los bosques, las ciudades, y buscar por todos los caminos. Es tan comprensible, casi inevitable, que una hoja se interne en la noche y deambule de un lado para otro por cualquier paraje o sendero. Es tan necesario, totalmente ineludible, que encuentre cobijo debajo de un banco y se aferre -casi con violenciaa otra hoja extraviada, para alimentar juntas, con la misma ansiedad, el primero de sus deseos;


[140] porque afuera en el parque, a s贸lo unos pasos, en medio de la plaza, un alcornoque mira a un cerezo como una fuente mira a una estatua, como un cerco mira a una casa, como una monta帽a mira a otra monta帽a, sin disgustarle siquiera, sin complacerle tampoco, exactamente con la misma atenci贸n que merece la niebla, o un ligero cambio en el viento, o un atardecer algo precoz en un cielo, tal vez, despejado.


[141]

VI El árbol es el sueño, la utopía. La hoja sobre el suelo, bocarriba, justo cerca de mi cuerpo, es lo único real. Infinitas veces esta hoja habrá intentado caer bocabajo, para ovillarse como un armadillo, para cerrarse sobre sí misma como una pequeña esfera, como una piedra insignificante que pase desapercibida; bocabajo, para lograr ser algo o nada que se pierda entre la maleza, entre el pasto seco, sin que nadie se dé cuenta de su presencia. Porque bocabajo nadie te conoce; sólo reconocen otra espalda, otro lomo. Bocabajo nadie sabe cuál es la forma de tu rostro, ni si tienes los puños cerrados, si apretas los dientes, si frotas el cemento con la frente o con los ojos. Bocabajo pueden ahogarse hasta los gemidos; hasta las lágrimas pueden sorberse bocabajo. Y esta hoja lo sabe. Y yo sé que todo este tiempo ella ha estado retorciéndose como una tortuga, pataleando desesperada, mostrando -para su humillación- las estrías de su vientre a los paseantes,


[142] a los perros, a los insectos. Bocabajo nadie reconocería el dolor en su rostro; hasta la muerte podría llegar y no sabría si allá abajo es tiempo de tormentas en la frente o si el sol ilumina un cielo despejado. Bocabajo no estaría obligada a mirar el mundo, ni el mundo podría mirarla, totalmente desnuda, sobre la acera.

El árbol no existe. El bullicio de sus ramas es puro rumor, sólo mentira.

La hoja sobre el suelo, bocarriba, es lo único real. Justo cerca de mi cuerpo, apenas a un metro de mis manos, pero sólo a unos centímetros de mi pie. Y el impulso de posar todo mi peso sobre su cuerpo, para sentir el placer de oír cómo crujen, uno por uno, todos sus huesos, es algo que me es imposible evitar. Y ella lo sabe,


[143] pero no lo entiende, ni me perdona; para que ello fuera posible, tal vez le habrĂ­a hecho falta poder andar sobre dos piernas. (De QuiĂŠn las hojas)


[144]

Poema para ser escrito en el espejo Ni Homero ni Dante, ni Catulo o Safo, ni Li Po, Tu Fu o Wang Wei, ni Basho ni Kobayashi, ni Góngora ni Quevedo, ni Goethe o Blake, ni Whitman, ni Raimbaud, ni Baudelaire, ni Huidobro o Paz, ni Lorca, ni Vallejo. Lo sé cuando camino por la acera y resbalo por la lluvia o el hielo, cuando caigo bocarriba y todas las miradas se fijan sobre mí; lo sé cuando limpio las vitrinas, cuando sirvo una copa, cuando llevo la bandeja y escucho el chasquido de los dedos, los siseos, las llamadas; lo sé cuando me miran con desprecio, con burla o con encono; cuando tomo la libreta y apunto cada una de las órdenes y “sí señor, ahora mismo, desde luego”; lo sé cuando quiebro la vajilla, cuando friego los platos,


[145] cuando me corto los dedos con los bordes de las cajas de cartón; lo sé cuando doblo la espalda para barrer el suelo, para recoger una por una las colillas, las servilletas, las gomas, los caramelos; lo sé cuando vuelvo a casa de madrugada y camino liberado por los parques desiertos, cuando caigo sobre la cama como un árbol recién talado y sueño con bandejas, con vajilla, con familia; lo sé cuando despierto y en medio del sopor también lo olvido; lo sé cuando estoy una vez más frente al espejo y veo mi rostro casi familiar pero más bien desconocido; lo sé cuando tomo como la primera vez mi lapicero y escribo los primeros versos sobre mi cuaderno: Yo soy el mejor poeta del mundo, sólo es el mundo el que aún lo ignora.


[146]

Gárgola Pido perdón si he dedicado mi vida a seguir el rastro de la muerte, si a fuerza de tal devoción he tomado su rostro y alguna de sus costumbres. No los condeno por odiarme, ni por preguntarse qué infeliz desquiciado pudo colocarme en la corniza de un edificio. Tampoco los condeno por huir de esta mirada o porque prefieran el encierro a encontrarse con mi pecho en medio de la oscuridad. Pocos son los que se dejan envolver por mis alas; la mayoría prefiere el infierno de sus vidas antes de entregarse al misterio de la noche. Sólo hay algunos desdichados que se acogen sin amor a mi auxilio, pequeños desesperados incapaces de llegar a esa decisión con serenidad; porque todos sienten el mismo odio por la vida, pero son muy pocos los que se entregan con alegría a la mirada de la muerte. Yo soy uno de esos pocos; pero ustedes no imaginan


[147] la terrible condena que pesa sobre mí, ni imaginan lo difícil que es cargar con este cuerpo de piedra todas las noches, arrastrar estas enormes alas que me pesan como dos lápidas y desgarrar el cuerpo de algún desgraciado que no entiende el favor que le hago. Ustedes no saben lo que es soñar todos los días con el mismo milagro (en pleno mediodía mi cuerpo se desprende de la piedra y cae sin límites ni barreras, haciéndose uno con el vacío, hasta estrellarse contra el asfalto y desplomarse como una estatua de arena), no saben lo que es sentir la felicidad de cada partícula sobre el suelo, creer que también existe un final para mí, y luego tener que despertar en medio de las sombras apretando el cuello de otro desdichado, obligado a tragarme la envidia de su muerte. (De Paciente 164)


[148]

Habitación Elegir entre el día y su marea de luz penetrando a través de mis sienes o la noche que hace saltar ladrones del armario que acuesta cuerpos transparentes sobre mi cama y me arranca detrás de la lengua un bolo de sangre coagulada Elegir entre los gritos familiares que suben por las escaleras que se cruzan como puntas de lanza desgajando los pechos o la voz desconocida que se asoma por la rendija la mano que me tapa la boca y me sumerge para ahogarnos bajo las frazadas la sonrisa que se vuelve llanto cuando cruzo la puerta el llanto que se vuelve carcajada que se vuelve sollozo hoyo profundo de estómago negro Elijo el abrazo que es caricia que es azote contenido el aullido que se agota que desmaya que regresa a intervalos entre labios crispados que se liberan con besos Elijo la silla repleta


[149] la cama endeudada los cajones vacíos el cuerpo tangible que me acompaña mientras veo las sombras de los guerreros que de un salto alcanzan el alféizar de la ventana y del alféizar se arrojan por fin al abismo (De Casa Abandonada)



Denisse Vega Farfán (Trujillo, 1986)

Autora de los poemarios: Euritmia (2005), Una morada tras los reinos (2008) libro ganador del Premio Poeta Joven del Perú 2008 otorgado por el Centro Cultural de España (Lima) y Lustra editores, El primer asombro (2014), y de la plaquette Hippocampus (2010, Uruguay). Ha publicado en otras lenguas: Une demeure après les règnes (Festival International de la Poésie Trois-Rivières, 2013). Poemas suyos han sido traducidos al inglés, francés, chino e hindi. Ha participado en el I Festival Internacional de Poesía de Lima (Perú), Festival Internacional de Poesía del Lago Qinghai (China) y Festival Internacional de Poesía de TroisRivières (Canadá).


[152] Sobre la poesía de Denisse Vega Farfán

Se consolidó con un poemario que ganó, precisamente, un concurso de poesía joven. Desde aquel momento ha realizado entregas en revistas, plaquettes y ediciones de colección, habiendo publicado su último poemario este año. En un primer momento, su poesía hizo uso de versos enérgicos y con una temática variada, siendo el confesionalismo el estilo predominante. Si bien en los últimos años su poesía ha mantenido su corte intimista, esta ha cobrado un tono mucho más reflexivo, sosegado, intentando ganar densidad en su discurso; un tono que alude permanente a figuras referenciales del arte occidental de los últimos siglos, el que no hace uso de las gastadas referencias de género en sus imágenes o alegorías.


Poemas



[155]

EL REINO TIENE mi señal y mi nombre la forma de mi horca el viento que revolotea en esos cráneos es el silbido de mi corazón y mi náusea ahora sé que mi madre es el sol de los calcinados y mi padre el brasero que rearma a estos muertos sobre la piedra más afilada de mi memoria en este reino no hay cómo regresar ni cómo seguir avanzando “oh ave

insiste” —alguien me dijo y yo sólo fui un manojo de infalibles maldiciones cómo salir del reino hundido que hay en cada uno cómo escapar a los designios de un abyecto Rey que es uno mismo ser amo y ciervo a la vez víctima y asesino del mundo por el que raudamente se destartalan nuestra fe y nuestras botas

ciertamente cuando todo quede sumido a un grano de plomo


[156] cada Rey ha de habitar su reino de marfiles eternamente condenado a ver los muertos que salieron de sus manos en una invisible marcha de azogue yo los he visto desde que aprendí a pronunciar terror sin quemarme la boca se iban en manadas como bueyes halados por un poder que hoscamente refulgía y tronaba la aurora hasta el amanecer oía sus plegarias a invidentes dioses luego quedamos nosotros artífices del vértigo y la soledad si me acerco a sus restos sabré que la vida aún canta con acento de horror y crisantemos si me toco es su carne la que tiembla es su silencio inmolado el que responde entonces nada es más injurioso que mi índice la hedionda impiedad por uno mismo

la corona de moho sobre nuestras cabezas a dónde va la balada de estos muertos si no es a nuestros pasos su furia a nuestros ojos


[157] su oro y sus gualdrapas a nuestra desnudez el ácido de sus vísceras a la contienda de nuestras máscaras? por eso la ceniza relumbra en cada materia que amamos la miseria donde las fábulas se yerguen azarosas


[158]

CON EL RELEVO de tus mil lenguas tu capa tejida de moscas tu cetro resonante de espinas los ojos llorando hojalata tus cientos de pies cruzándome el sueño que murmuran puentes vencejos amuletos bendecidos de rojo tantos ríos de prusia y la culpa adobada a los intestinos como una inscripción solar qué queda de tu reino?

en mi piel no descansa la sirena de los muertos no hay tierra donde encalles tu báculo hay techos arremolinados y muelas desposeídas que no podrán cantar su verdad intestinos que simulan banderas bramando el sosiego una fosa en la que crepitan nuestros ojos licuados de noche yo he cercado la mía mi tierra con palabras que exhalan humo con manos que se estrujan a sí mismas sin promesa de malva sobre alacranes de blanco sobre ceniza de represa en avalancha óyeme


[159] no canto ni descuento piedras no maldigo tu reino perdido no sorbo la transpiración de cada uno de tus pasos no te ofrendo mi ciego cordón umbilical ni aviento cruces y anillos a tu espalda el polvo te dobla como un cuento que sopla sordo en las orejas el báculo ha volado y resuena en los intersticios de una criatura que es la muerte de la muerte ah el árbol de menta en el carnaval de huesos las altas moradas de lo que no existe cubiertas de raíces niño que sales del reino perdido con mi nuevo rostro y cantas (De Una morada tras los reinos)


[160]

d hay una muerte que muere en ti con los ojos abiertos la boca burbujeante de constelaciones y pequeños juegos de ajedrez una dama con sombra de lagarto una lengua natal fosilizada una ostra donde resuena tu nombre inutilizado sediento de ti la certeza es un resoplido repleto de abalorios que alguien remata en una esquina no le interesa a tus pies enroscándose en una trompa cantando la vida fuera de sus túnicas alguien te contó que naciste en un zorzal atravesado por embudos y siglos desventrados… antes de inaugurar la cena una plegaria como una hoz contorneando tu yugular un bramido de manatíes en el silencio


[161] alguien te contó que la muerte bailaba con los pechos desnudos mientras un nuevo lenguaje era varado como un pelícano ahogado en plomo y tanta ceremonia para festejar la inmundicia con un nombre alquilado al que sólo abrigaban las moscas y tanto desvelo sobre las dunas escrutando esas señales que dejan de cantar cuando las miras blandiendo la indigestión de las estrellas blasfemando la luna para… “yo descendí para dejar de medir la distancia” -dice la anguila “yo descendí para guarecer los embriones de los hombres que se trizaron en la tierra” -dice el hipocampo la paz es la carnada que deja huir el salmón a la diestra de tus miedos el caracol rearma su corteza los ahogados cierran con satisfacción sus últimas visiones el mar disuelve sus sales adhiere el efluvio de sus sueños a la casta sonoridad de las piedras


[162] ahora puedes abrir los ojos sentir las contracciones de ti mismo para alumbrar lo que realmente eres un tratado de naves y verdes esporas un aleteo incólume como la primera tramoya de tu corazón acá nada es una especie entre tantas tu pasado es la grisácea piel del tiburón o sus saturados jugos gástricos tu hambre el zumbido de una orca en extinción ahora puedes abrir los ojos imitar la ondulación de los cardúmenes escuchar lo que insistió guardado detrás de tus orejas y bajo tus ojeras acá no es necesario ponerle un nombre a cada especie todos se llaman como tú y tú te llamas como todos tordo pez luna pez hombre a dos vidas la hiena que eras disputando un trozo de carroña una corbata para ocultar el pudor y las aldabas que no son más aquí abajo libaciones que almacena el molusco para madurar su joya


[163] ves a un pez globo salir detrás de un morro de liquen sus espinas son la insurrección el abandono a las colas por un puesto en el banquillo de los sentenciados su cuerpo hinchado contiene los aires que transportan los silbos eternos eres su drenado veneno su vastedad sus giros inciertos que rebasan la tiniebla hasta desflorarla en una caracola acá los enemigos parecidos a ti han desaparecido o aparecen convertidos en serviles cangrejos la estación en la que esperabas hasta que tu cabeza amanecía despedazándose en el hocico de algún perro también ha desaparecido el hipocampo desciende contigo desierto de voces su dinámica de impulso y dejarse reflotar remueve lentamente las alturas su sigilo es una romería en la que las formas de un grito estancado desde el nacimiento son la principal ofrenda por primera vez sin manuales ni sueños irreversibles


[164] entiendes el juego te toca soplar el silbato (De Hippocampus)


[165]

Una visita alejandrina (Kavafis)

II Vine con mis antiguos aparejos a visitarte a tu casa en Alejandría. Un museo en Sharm-el-Sheikh. Diez libras egipcias. Pocos griegos hay ahora, y los jóvenes de grandes ojos de topacio como te gustaban confundían tu nombre. Un retrato en saco y corbata te ocultaba bien de los ojos del almuédano. De Ammonis y de Endimión nadie sabía nada. No estaba la moldura de sus cuerpos en tu cama de latón y la mesa, donde los inmortalizaste en un libamen impoluto rugía contenida en la luz oscura.


[166]

Compré una pipa para mi amigo peruano… Para Renato Compré una pipa para mi amigo peruano en el Mercado de la Seda. «Es de cuerno de yak», me dijo la dependiente. Tiene un lomo suavísimo, discreto, y un revestimiento de cobre en la boca del hornillo. Ya temprano había visto su carne delicadamente sazonada en el bufet satisfaciendo sobresaltados comensales ―poetas trashumantes buscando el elixir de su infatigable demonio―. Teníamos que haberlo visto a 6000 metros de altura, con la joroba dispuesta, peinando los desiertos del Tíbet. Detenidos en su ojo, complacido y triste, adivinamos la vida. Mi amigo colecciona pipas de todos sus viajes, como si no quisiera abandonar la humareda interior de cada comarca extraña. Ya en casa, enciende una al azar en la demandante hora del poema, y se pone a laborar, sin angustia, en sus apariciones reptantes. Quiero creer que, en la espiral de humo, volverá el yak,


[167] paciente como en las estepas mĂĄs frĂ­as, para guiarlo mientras escribe, entre salvajes amenazas, decapitadores vientos, que tan bien reconoce. Beijing, 2013 (De El primer asombro)



Ă?ndice



Prólogo ............................................................................................... 7

Poetas de la muestra .................................................................... 11

Benggi Bedoya (Chimbote, 1986) ...................................... 13 Sobre la poesía de Benggi Bedoya .............................. 14 Poemas ................................................................................... 15 Sin nombre ...................................................................... 17 Origen ............................................................................... 18 Dédalo .............................................................................. 20 Ícaro ................................................................................... 21 Mito ................................................................................... 22

Luis Cruz Álvarez (Lima, 1981) ........................................ 23 Sobre la poesía de Luis Cruz Álvarez ...................... 24 Poemas ................................................................................... 25 1501 .................................................................................... 27


London Boy conoce la realidad ............................. 29 Tres estudios para la crucifixión ........................... 30 El Rodaballo ................................................................... 31 Elsinore ............................................................................ 32

Mateo Díaz Choza (Lima, 1989) .........................................35 Sobre la poesía de Mateo Díaz Choza ...................... 35 Poemas ............................................................................. 37 Funeral ............................................................................. 39 Microcosmos .................................................................. 40 (Todos vuelven – Vals) ............................................... 41 APENAS DESPIERTO ................................................ 43 Cantos goliardos (canciones a María Magdalena y otros réprobos o condenados) .... 44

joséagustín hayadelatorre (Lima, 1981) .......................... 47 Sobre la poesía de joséagustín hayadelatorre ................................................................. 48 Poemas ................................................................................... 49 Obituario ......................................................................... 51 Y mis ojos... ..................................................................... 53 Verte con los ojos… ..................................................... 55 Rastros .............................................................................. 56 Desinencias ..................................................................... 57


Myra Jara (Lima, 1987) .......................................................... 59 Sobre la poesía de Myra Jara ........................................ 59 Poemas ................................................................................... 61 DESPUÉS DE DISTRAERME .................................. 62 MI BOCA ......................................................................... 63 ME INTERESAN .......................................................... 64 HAY UN VIAJE ............................................................ 65 SABES CÓMO ............................................................... 67

Mario Morquencho (Piura, 1982) ...................................... 69 Sobre la poesía de Mario Morquencho .................... 70 Poemas ................................................................................... 71 Cine .................................................................................... 73 Asesinato en la calle Omicrón ................................ 74 Laberinto ......................................................................... 76 2 ........................................................................................... 78 10 ......................................................................................... 80

Cecilia Podestá (Ayacucho, 1981) ...................................... 83 Sobre la poesía de Cecilia Podestá ............................. 84 Poemas ................................................................................... 85 preguntas negligentes ................................................ 87 sirena.1947 ....................................................................... 88 Déjame cambiar tu ...................................................... 89


Dentro de la casa que ................................................. 90 II. Jesús carga con la cruz ......................................... 91 Víctor Ruiz Velazco (Lima, 1982) ...................................... 93 Sobre la poesía de Víctor Ruiz Velazco .................... 94 Poemas ................................................................................... 95 Acercamiento a un tema ........................................... 97 La Puerta de la Noche ................................................ 98 Ozymandias ................................................................ 100 Le coeur supplicié ..................................................... 102 Retrato de una dama ................................................ 104

Diego Alonso Sánchez (Lima, 1981) .............................. 107 Sobre la poesía de Diego Alonso Sánchez ............ 108 Poemas ................................................................................. 109 2. En el templo de La luna y la sombra ............. 111 9. La fatiga ..................................................................... 113 2 ......................................................................................... 115 17 ....................................................................................... 116 27 ....................................................................................... 117

Nilton Santiago (Lima, 1979) ............................................. 119 Sobre la poesía de Nilton Santiago .......................... 120 Poemas ................................................................................. 121 El tiempo es una mentira de las estrellas ........ 123


También el corazón de Boris Vian era una rosa enferma ................................................. 125 Todos los infinitos crepúsculos ............................ 127 las redes de mi corazón ya no están para peces ................................................................ 129 El ángel esporádico ................................................... 131

Miguel Ángel Sanz (Lima, 1979) .................................... 135 Sobre la poesía de Miguel Ángel Sanz .................. 135 Poemas ................................................................................. 137 I .......................................................................................... 139 VI ...................................................................................... 141 Poema para ser escrito en el espejo .................... 144 Gárgola ........................................................................... 146 Habitación ..................................................................... 148

Denisse Vega Farfán (Trujillo, 1986) .............................. 151 Sobre la poesía de Denisse Vega Farfán ................ 152 Poemas ................................................................................. 153 EL REINO TIENE ...................................................... 155 CON EL RELEVO ...................................................... 158 d ........................................................................................ 160 Una visita alejandrina (Kavafis) .......................... 165 Compré una pipa para mi amigo peruano .................................................................... 166


Este libro de terminó de elaborar el día 18 de diciembre del 2014, fecha en que el poeta y médico Luis Hernández Camarero hubiera cumplido 73 años de edad. Y en el año en que celebramos el 90 aniversario del nacimiento del poeta y artista plástico Jorge Eduardo Eielson (1924-2014) y del poeta y periodista Sebastián Salazar Bondy (1924-2014). Así como, también, en el año en que celebramos el 50 aniversario de la publicación del ensayo Lima la horrible.


Otros títulos Jorge Eduardo Eielson. Homenaje 90 años AA.VV. (Ed. Mario Pera) Sebastián Salazar Bondy. Homenaje 90 años AA. VV. (Ed. Mario Pera)


MIRANDO SOBRE EL HENO Muestra de poesía peruana reciente

Se trata de poetas que han iniciado su camino con la venida del nuevo siglo y quienes han nacido en distintas zonas geográficas del país, por lo que proceden de entornos sociales y culturales disímiles entre sí. Doce poetas peruanos, ocho de la capital y cuatro de provincia, repitiendo estos mismos números en cuanto a género. Lo que espero proporcione una visión general, jamás total, de lo que los poetas recientes vienen creando por este lado del mundo. Mario Pera

VALLEJ

& CO


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