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LÍQUIDOS Reseñas de los mejores
LÍQUIDOS
¡Las reseñas de líquidos no po- dían faltar! En esta edición te traemos una selección de líqui- dos que te podrían encantar. Se- guro que a algunos ya los cono- ces, pero los que te falta conocer, búscalos en tu tienda de vapeo más cercana y déjate llevar por sus impactantes sabores. ¡Pre- para tu RDA o tu tanque y vamos a probarlos!
FRUTTI PARADISE
ICE BLUE
Al vapear este sabor lo primero que notarás es la fuerte presencia de las moras. Desde la pri - mera calada puedes saborear el dulzor agra- dable y todas las notas: hasta adelante, mora azul, acompañada por un fondo de frutos ro- jos. Al final, sentirás un toque fresco y ligero a mentol, que intensifica la combinación de los demás sabores y te deja una sensación agra- dable en la boca. Este líquido es excelente para vapearlo por largo rato y es difícil que te empalague. ¡Te lo recomiendo en especial para días calurosos!
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ROYAL
BLEND
Desde el inicio podrás sentir el sabor a ta baco dulce, suave pero firme. En la exhalación sigue predominando el tabaco, pero el final te dejará un sabor dulce en la boca.
Este líquido es una excelente opción si te gustan los tabacos dulces, o bien para la gente que quiere adentrarse a los tabacos. La sutile za que tiene lo hace ser un acompañante ideal para un día de trabajo. ¡Pruébalo después del desayuno con una taza de café americano!
SANTA HELENA
SCARLETTE 666
Una excelente forma de combinar los tabacos y las frutas. Desde la primera vapeada podrás disfrutar el sabor de un puro ligero y agradable. Poco a poco, mientras exhalas, te llegarán notas de fresa.
Este líquido es una deliciosa mezcla que les da a los amantes del tabaco una opción balanceada entre tabaco y dulzor, con ese final suave que te dará ganas de vapear todo el día. Muy bueno para vapear en climas lluviosos, con una bebida fría o caliente.
CHROMATIC
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YELLOW
El nombre y el diseño nos traen a la mente alguna fruta tropical, y ¿qué mejor exponente que la piña? Al probar este líquido por primera vez, sentirás que le estás dando una mordida a esta fruta. Su dulzor es generoso y podrás darle caladas hondas sin perder ni un poquito de sabor.
Si te gustan los sabores frutales, este puede ser uno de tus favoritos. Si eres de la gente que busca siempre la frescura, también tiene su versión Ice, que ayuda a intensificar la piña. ¡Es un excelente sabor para todo el día!
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HALE&XALE
BOMBÓN IRLANDÉS
Este sabor a postre te dejará sentir desde la primera calada lo rico del bombón, que al inhalar y exhalar te dejará ese saborcito a chocolate que te hará querer vapear más y más. Tiene algunas notas de licor muy sutiles en cada calada.
Este líquido es ideal para días fríos y para acompañarlo con una bebida fría, caliente, o inclusive con una buena cerveza artesanal. Estoy seguro de que te puede acompañar a cualquier lado, pero ten cuidado: ¡es sumamente adictivo!
AYPAPÁ LIQUIDS
ZUCARITO
Cuando lo pruebes, te hará recordar tu infancia de principio a fin. Al inhalar, sentirás las notas de hojuelas azucaradas y al exhalarlo, el sabor de la leche cremosa.
Zucarito es una excelente opción para días fríos o calurosos, o si te gustan los sabores altamente dulces. Para maximizar la experien cia, ¡te recomiendo que lo pruebes con un vaso de leche súper fría!
VOCHO VAPE
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ROSA
Nuevo sabor, nuevo color. Al probar Rosa, lo primero que pensarás es “DULCES”. La primera calada te ofrece un sutil sabor a sandía con un toque de fresa, similar al de caramelos suaves. Al exhalar, te dejará esa sensación de liciosa, como si acabaras de masticar tus golosinas favoritas.
Si vapeas este líquido mientras te tomas una cerveza oscura, estoy seguro de que explotarás todo el sabor de ambas. Rosa es ideal para todo el día, porque aunque es dulce, no es empalagoso.
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KILL VAPE &
CAPÍTULO III
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Por: Roberts Ríos
El mundo es un caos total: dinero, poder, enfer medades, crisis y estupideces radicales que provienen de almas más frías que un congela dor industrial.
Sí, es difícil continuar así, pero yo siempre he vivido en esa línea. Siempre he sido esa persona que le introduce justicia al sistema por métodos nada ortodoxos y sumamente violentos. No, no me arrepiento –jamás lo haría– de los miembros que he arrancado con plomo o dinamita, de las casas que he estallado, ni de las personas a quienes he perforado con mi Colt calibre .38.
Esto pensaba mientras le daba unas caladas profundas a mi mod, un muy bonito diseño que había pasado a comprar a una vape shop del centro de la ciudad: un Vaporesso GEN color azul, de resistencias comerciales con una calada media, perfecta para el uso diario, mod regulable en pantalla digital y una muy buena gestión de batería, compacto, digno de cargar en mi bolsillo y muy liviano. Degustaba un líquido de nombre extraño que vendían como edición limitada los chicos de AyPapá Liquids, muy bueno por cierto: notas de crema de tabaco con un fondo de mantequilla y avellanas inundaban mi paladar.
Eran las 7:00 am y desde mi ventana, mientras toma- ba una taza de café, observaba cómo las personas no sa- lían de sus casas. Poco a poco, los deportistas en las ave- nidas habían desaparecido y los comercios de la colonia permanecían sin clientes. Sí, ya había escuchado que un virus al más puro estilo apocalíptico estaba devastando al mundo.
“¿Un virus?,” pensaba. “Tal vez yo sea también un vi- rus.” Aunque mi servicio también era de aniquilación, este siempre ha tenido un costo, y uno muy alto.
Mi tranquilidad fue arrebatada por el timbre de mi de- partamento.
Entonces, como había hecho en repetidas ocasiones, tomé la escopeta que permanecía inerte en la cantina del departamento. Abrí la puerta de un golpe y apunté directo al torso de quien tocaba con tanta insistencia.
Su perfume y su pecho prominente de piel blanca de - corado con pecas frenaron el vuelo libre de los perdigo- nes. Su cabello rojo rizado y sus ojos verdes nuevamente congelaron mi alma. Era ella. Aquella chica con quien co- mencé a contar esta historia.
Pálida al ver los ojos de mi escopeta, solo pronunció “¡No!” Rápidamente, bajé el arma y le di paso a mi sala. Siempre he sido una persona de pocas palabras. Siempre me ha gustado escuchar antes de hablar, y hablar cuando quiero que alguien guarde silencio. No me gusta cuestionar a menos que sea necesario. Soy fanático de disparar a la frente y después averiguar qué está pasando.
Esta ocasión fue diferente. La senté en mi sala mien- tras sus ojos verdes me miraban temerosamente. Sin decir nada le serví un trago de tequila y un limón con sal de gusa- no. Lo tomó de inmediato y en seguida le serví otro. Con la voz más clara y la mente más libre, inició dis- culpándose y explicó su visita repentina: Ella me había contratado para matar a un viejo modesto y de olor a naftalina. Y sí, también quedé petrificado con su be- lleza. Tanto, que hasta ese momento supe su nombre: Issis. Un nombre poco habitual, pero sé que lo guardaré con recelo en mi mente.
Yo no dejaba de ver la medalla que adornaba su pecho y hacía juego con sus pecas. Me perdía en el movimiento de su cabeza y en el brillo de su rizado cabello rojizo. Mi sueño y admiración terminaron cuando puso unos 900 bi - lletes de $100 dólares sobre la mesa. Nuevamente quería que ejecutara un trabajo. En esta ocasión era un funcio- nario que trabajaba en el sector salud, uno de alto grado. Un secretario.
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De su bolsillo sacó un pod. Para mi sorpresa, un des- echable sin sabor. No intenté disuadirla, pero tampoco pude evitar la pregunta: ¿Quién había sido aquel viejo al que maté?
Issis me respondió fríamente que se trataba de un alto ejecutivo aduanero. No investigué más. Un aduanero y un secretario de salud. No eran piezas importantes, ¿o sí?
Con un beso muy cerca de mis labios se despidió. Sentí cómo su labial me perfumaba. Me tomó tres segun - dos regresar a la realidad. Apresuré dos tragos de tequila, sorbí la mitad de un limón y me dispuse a bañarme. El tra- je Hugo Boss Oxford y una camisa blanca serían un buen atuendo para disfrazar a la Colt .38 y a la Beretta que me acompañarían a dicha aventura, junto a algunas armas más pesadas.
Ese iba a ser un trabajo rápido y simple. Dado que era una figura pública, el secretario se exponía mucho, así que decidí esperarlo pacientemente afuera la Secretaría de Salud.
Aguardé durante un par de horas. Vapeaba a discreción en un pod. Gente salía, gente corría, gente… siempre gente.
Entrada la noche, salió en una camioneta BMW el secre- tario de salud. Para mi sorpresa, escoltado por un carro mó- dico americano. Fui tras de ellos lentamente. Por lo común, las escoltas no representan ningún obstáculo para mí. Inicié la persecución. Corté la distancia y arrojé mi primera gra - nada contra el auto escolta. La explosión hizo que la BMW patinara el tiempo suficiente para rafaguearla con el M16.
Los cristales resistieron. Seguí disparando. Finiquité con una segunda granada, que explotó justamente de - bajo del chofer. La camioneta se volcó, agujerada como asteroide, pero ninguno de mis disparos pudo atravesar el blindaje, así que me dispuse a terminar el trabajo con mi Beretta.
Me acerqué. Abrí la puerta. Un rico olor a sangre que- mada inundaba el lugar. Sentí el dulce placer de ver arder la piel y la extraña descarga de adrenalina antes de firmar mi obra de arte.
No estaba. El secretario de salud no estaba. Entré en shock. En pánico total. Agarré un portafolios como prueba y hui del lugar entre los clásicos sonidos de ambulancias y policías. No tardé en volver al departamento. Enojado, tomé una cerveza y un tequila para aminorar la tensión. Le di algunas caladas profundas a mi Vaporesso GEN, y luego otras más. Abrí de golpe el portafolios para ver el conteni- do. El interior estaba repleto de contratos para la venta de dispositivos de administración de nicotina, firmados por dos grandes tabacaleras, autorizados por el secretario de salud y adjuntos, cinco cheques con cantidades inimagi - nables, pero ¿por qué me habían mandado a hacer este trabajo y quién realmente me había mandado a hacerlo?
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Continuará…
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