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DESDE INTERNET

«Somos misioneros cristianos, pero siempre hemos trabajado al lado de todas las religiones que quieran ayudar a los más necesitados; aquí lo que nos hace falta son traductores que hablen ruso o ucraniano, pues el gobierno mexicano brinda comida, medicinas y todo lo básico», comparte Gabriel Borja, un canadiense que ha sido misionero en Ucrania en más de una ocasión y que no ha dudado en venir desde Puebla, donde reside, para colaborar.

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«Estamos aquí para ayudar, todos somos voluntarios, y mientras la gente nos necesite estaremos aquí», añade Anastasya ante los medios de comunicación que buscan conocer las condiciones en las que estos refugiados se encuentran en nuestro país.

Aunque para México no es extraño recibir migrantes y refugiados, causa «revuelo» entre los vecinos del deportivo ver por las calles a aquellas personas que nunca imaginaron en una situación tan vulnerable; con piel blanca, aunque ahora roja por el sol, de cabellos dorados y con un acento que los delata, los ucranianos están enseñando a los residentes de Iztapalapa y de todo México que no importa la nacionalidad, religión o estatus social, la paz y estabilidad no están garantizadas para nadie, y todos pueden necesitar de la mano, también, de quienes menos lo imaginaban.

«Todos estamos sorprendidos, sobre todo, muy, muy agradecidos con los mexicanos; con los policías de la Alcaldía, de la ciudad y del Ejército que nos cuidan día y noche en el campamento, con los vecinos que nos saludan y nos muestran su apoyo y con todos los mexicanos por abrirnos sus corazones cuando más lo necesitamos. Es algo que nunca olvidaremos», concluye Anastasya, con una sonrisa y las manos sobre el corazón.

Si desea ayudar visite las redes sociales de United with Ukraine para ponerse en contacto con los voluntarios. Puede encontrarlos como @unitedwithua.

Como misionera combonia-

na tengo 30 años acompañando a muchas personas que por razones de guerra, persecución, pobreza o cambio climático han tenido que dejar sus países; primero estuve en Zambia (África), después en España y desde el 2005 en Estados Unidos. Hace más de un año las hermanas llegamos a San Antonio, Texas, a dos horas de distancia en auto de Laredo, en la frontera con México.

Desde nuestra llegada he visitado los centros de acogida «El Buen Samaritano», que se encuentran en Nuevo Laredo, Tamaulipas, acompañando y asistiendo a quienes están a la espera de cruzar hacia Estados Unidos para hacer su petición de asi-

Hermana Mercedes Castillo (al centro )

Caminar entre ángeles desapercibidos

Texto y fotos: Hna. Mercedes CASTILLO R. mc

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