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El sueño de la razón produce monstruos

El sueño de la razón produce monstruos, ese es el nombre del conocido grabado de Goya donde un hombre aparece dormido, sobre un poste sobre el que reza la misma inscripción del título del grabado, con papeles alrededor, y sobre él sobrevuelan lo que parecen algunos animales o monstruos que parecen acecharlo.

A lo largo de la historia del arte ha habido varias interpretaciones sobre el significado de este grabado; la más conocida dice que la obra habla del despertar del intelecto, de la razón desde el punto de vista intelectual que se duerme y cae presa de sus víctimas, como si debieras permanecer siempre alerta, en vigilia para evitar a esos monstruos. Puede que así sea, pero hay multitud de teorías a su alrededor y, desgraciadamente, Goya ya no está con nosotros para poder aclararlo.

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Este grabado forma parte de una serie que incluye muchas escenas de folclore o de la vida diaria y cotidiana de la época que se denominaron como «costumbrismo». La RAE define la costumbre como: «Hábito, modo habitual de obrar o proceder establecido por tradición o por la repetición de los mismos actos y que puede llegar a adquirir fuerza de precepto». Y, ¿no supone la costumbre esa razón dormida, que se deja llevar por los monstruos? Quizás así sea y, por tanto, su mensaje se dirige hacia la necesidad de un despertar de la razón o del intelecto, para evitar caer en ciertos monstruos o costumbres, porque sinceramente ignoramos completamente el origen de muchas de las cosas que hacemos, pero mantenemos su práctica por la fuerza de la costumbre y el poder de la tradición.

«Es que siempre se ha hecho así», «si algo funciona porque cambiarlo» y multitud de frases hechas similares se usan en nuestro día a día, como excusa para evitar mejorar o avanzar.

¿No crees que a veces somos víctimas de esos monstruos? Me gustaría invitarte a reflexionar, párate y piensa, porque que algo se haya hecho así en el pasado, no tiene porqué seguir siendo así en el presente, todo evoluciona (si no, las mujeres seguiríamos sin poder votar, por ejemplo). Si algo funciona, no quiere decir que por cambiar vaya a dejar de hacerlo, es más, puede que empiece a funcionar incluso mejor. Quiero pensar que la obra de Goya es simplemente un alegato a nuestra mente dormida, que debe mantenerse abierta a un nuevo futuro y a nuevos cambios, porque los sueños solo podemos cumplirlos nosotros mismos.

Cristina Fernández

«La vida es sueño» plano onírico

¿Dónde está la frontera entre lo onírico y el sueño?

El valle sombrío de la muerte, según la Biblia. Escalera infinita, sin principio ni fin, plasmando sensaciones y emociones, dando rienda suelta al poder de la imaginación y demostrando que en este mundo de la fantasía todo es posible. Diálogo de nuestros sentidos que despiertan conexiones con lo íntimo y lo cotidiano, con la naturaleza, la figura humana y mundos de misterio y fantasía. Convivencia entre figuración y abstracción lírica y el azar.

¿Qué es la muerte?

¿Existe vida tras la muerte en la transición a otro plano de existencia?

¿Morir, es como dormirse?

En la Ilíada, Homero llama al sueño «hermano de la muerte»

El morir, es como olvidar, se borran los recuerdos dolorosos.

Y es el azar, esa agua, ese aceite que fluyen a su libre albedrío por el lienzo de la mente, llenando los lugares oníricos en áreas de los sueños.

¡Oh, Morfeo! lenguaje de los dioses, valle de la inconsciencia, oráculo de los sueños.

¿Qué sería el ser humano sin la realidad de los sueños?

¿Si se apagase su luz interior y subyace en la imposibilidad de soñar?

La lira de Orfeo se quedó en el cielo formando una constelación y su alma encontró a las mujeres afganas en el mundo de los muertos.

Que Atenea las proteja y Gea las devuelva «la vida».

Carmen Santos

(Madrid, España)

Sueño para vivir

El sueño es parte de nuestra vida, soñamos con la libertad, la justicia e igualdad, aunque ojalá durante todo el camino de la vida no tuviéramos necesidad de soñar con ellas.

Mientras se está durmiendo se mezclan en nuestros sueños infinidad de ellos tan diferentes, como temor al mañana, a la noche, a la soledad, a saber si no he de despertar por la mañana, si seremos esclavos de una mentira o una verdad, si viviremos bien o mal, si volveremos a soñar lo mismo que la noche anterior.

Cuando me tumbo frente a la orilla del mar escuchando el oleaje sueño con luces brillantes, sirenas cantando melodiosas canciones, multitud de peces coronados de alados colores como ramilletes de flores circulares de diferentes tamaños y la corriente de la sangre en mis venas; al fin y al cabo sueño con la vida.

Pilar Revidiego (Málaga, España)

María Pilar Revidiego Muñoz (Málaga). Muy pronto despertó en ella el interés por la literatura y la escritura de relatos cortos y poesías. Pertenece a la Asociación Malagueña de Escritores, ha publicado el poemario Te ofrezco mi sentir y ha conseguido varios premios.

Soñando con el espacio

Francisco López Angulo

(Málaga, España)

Francisco López Angulo nació en la barriada malagueña de Churriana. Es aficionado a la literatura y, de modo especial, le gusta escribir poesías y relatos cortos. Ha realizado distintos cursos de relatos organizados por la Asociación Malagueña de Escritores y Amigos de Málaga a la cual pertenece, como, asimismo, a la Revista Utopía de las Artes. Tiene varias publicaciones y ha obtenido diversos premios y trofeos.

Desde que era muy joven sueño con poder ver algún día nuestro planeta Tierra desde el lugar más alto del espacio aéreo. He montado centenares de maquetas de aviones, tanto civiles como militares, pues siempre he sentido una gran pasión por la aeronáutica. Quise ser primero piloto privado y posteriormente piloto comercial para iniciar mi carrera como piloto aeroespacial. También me he visto pilotando una avioneta Cessna 420 en un vuelo privado desde el Aeroclub de Cuatro Vientos al de Gerona. Tras veinte minutos de vuelo, me encontré en ruta, inmerso en una espesa niebla que me desorientó y me hizo perder por completo la visibilidad, por lo que tuve que recurrir al control de radio para ponerme en contacto con el control de vuelo. Respondió a mi llamada la voz de una mujer que no dudé un instante en reconocer. Se trataba de mi madre, quien, tras haberle comunicado yo la situación en la que me encontraba, me dijo: «¡Manolo, Manolo, despierta! Déjate ya de hablar de niebla y levántate de la cama, que en cinco minutos viene el repartidor de butano y tienes que cambiar la bombona, que yo me voy ahora mismo al mercado y a la panadería».

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