A VECES LO INESPERADO TE CAMBIA LA VIDA Hacia finales de febrero de este año 2020 me apunté a un retiro de silencio en la sierra de Gredos, quería experimentar la profunda conexión interior que supone el estar en completo silencio, sin comunicarme con nadie más que conmigo mismo. Era una oportunidad única para conectar con mi “Yo” más profundo y de vencer mis demonios. Pero, mientras mis compañeros de retiro y yo viajábamos a las profundidades de nuestro ser, en el exterior se fraguaba una crisis sanitaria sin precedentes, que cambiaría la vida cotidiana de medio planeta. El coronavirus estaba revolucionando el mundo y con esta noticia salimos de nuestro retiro de silencio para decidir si permanecíamos en el centro o regresábamos a nuestras casas, pues el gobierno había impuesto el confinamiento de toda la población. La dirección del centro nos reunió a todos para proponernos algo revolucionario, permanecer juntos durante este confinamiento y crear algo nuevo y diferente, algo con lo que pudiéramos ayudar al mundo en esta situación límite. Era un lujo el poder permanecer confinados en esta finca de 3 hectáreas en plena naturaleza, así que la mayoría nos unimos al proyecto. Allí surgió la creatividad de todo el grupo: hacer mascarillas, llevar comida a los ancianos que no pueden salir a comprar, desinfectar las calles del pueblo… Diferentes ideas surgieron al instante. Pero todas estas acciones estaban siendo llevadas a cabo por otros colectivos y tan solo afectaban a la zona más próxima a nosotros, por lo que decidimos pensar algo diferente. De pronto, un compañero contó el caso de su padre, que se había quedado confinado en soledad en su casa de Toledo y cómo los momentos de acompañamiento telefónico
14 | Junio 2020
eran la mejor medicina para él. Aquel hombre, al igual que muchas otras personas, estaban sufriendo los daños colaterales de un confinamiento que los mantenía aislados e incomunicados en la soledad de su propio hogar. Y fue en ese momento que surgió la idea más potente: escuchar a la gente que lo necesitaba y acompañar telefónicamente a todas las personas que estuvieran pasando ansiedad, depresión, conflictos familiares, miedo. De esta manera estaríamos ayudando 24 horas a personas de todo el país, acompañándolos cuando más lo necesitaran. Así que nos pusimos manos a la obra. Empezamos atendiendo el teléfono los treinta y dos que estábamos en el centro, pero pronto tuvimos que buscar ayuda entre las personas que habían estado aquí anteriormente para poder atender al aluvión de solicitudes que recibimos en las primeras semanas. Fue increíble la gran acogida que tuvo nuestra iniciativa entre las personas que, confinadas en casa, necesitaban ser escuchadas durante un rato. El sentir que se interesan por ti y por tu historia, que hay alguien a quien realmente le importas al otro lado del teléfono reconfortaba tremendamente a aquellos que solicitaban nuestro servicio solidario. Para mí fue una gran experiencia. Algo tremendamente enriquecedor en mi vida. El escuchar a todas esas personas, el sentirlas realmente al otro lado de la línea y abrir mi corazón a todas sus historias me hizo crecer como persona. Pude conocerme más a través de todos ellos. Conseguí comprender más a mis padres, a mi hermana, a mis amigos…