LADAKH
EL PEQUENO TIBET Siempre nos quedará Ladakh: es el último rincón del paraíso perdido de ShangriLa. Ladakh formaba parte de Tíbet, entregado a India para evitar que cayera en manos invasoras en 1950. India lo recibió con las manos abiertas, con la promesa de devolverlo en el futuro a los tibetanos.
Sigue siendo un trozo de Tíbet en la parte más occidental de los Himalayas, en una región muy especial, con una altura media de 3.000 metros, cruce de muchos países y muchas culturas: India, Tíbet, China, Paquistán y algunos otros al norte. Siendo también la cuna del budismo tántrico tibetano y del budismo mahayana.
En el Corazón del Himalaya Visitar Ladakh es bucear en un mito, volar como el águila del linaje de Milarepa por las cimas de las cumbres nevadas, abrirse a la magia de lo sagrado. Leh, su capital está en un valle glaciar a 3.500 metros de altura, curiosamente similar a Cuzco en Perú, y Lhasa en Tíbet. Y su río es el famoso Indo, origen de tantas culturas pasadas y que ahora conforma Paquistán. Hace siglos, en su época de mayor esplendor, Leh fue paso obligado de las caravanas de la ruta de la seda. Ladakh se encuentra en el estado Indio de Cachemira, vestigio vivo de otra época