VERITAS
LA CASA FAMILIAR DESHABITADA: UN ESPACIO DE DESARRAIGO QUE AFECTA EN EL SISTEMA DEL TACTO DE ALEJANDRA COSTAMAGNA.
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POR PAULETTE ARRATIA| PROFESORA LENGUA Y LITERATURA
La obra más reciente de la escritora chilena Alejandra Costamagna, El sistema del tacto (2018), trata sobre el viaje de Ania Coletti hacia Argentina para reemplazar a su padre en la agonía y muerte de su último familiar, Agustín, residente en aquel lugar donde alguna vez vivió su padre y en el que también vacacionó ella en su infancia. En este marco, Ania retorna a la casa de sus difuntos abuelos, la cual está pareada a la de la fallecida tía abuela Nélida y su tío Agustín. Este espacio que habita la protagonista la afecta directamente, provocando incluso que se ensimisme dado que se enreda en recuerdos, memorias difusas y sentimientos de desarraigo en torno a su familia. Así pues, a partir del análisis de la subjetividad afectiva de Ania producida en el espacio de la antigua casa familiar deshabitada, se propone, a modo de hipótesis de lectura, la representación contemporánea del desarraigo en la novela desde la teoría de los afectos y el espacio literario de la casa como símbolo de su expresión. Para llevar a cabo el análisis de la obra de Costamagna, por lo tanto, resulta menester aludir inicialmente a la teoría de los afectos, la cual, de acuerdo a Lara e Inciso Domínguez se centra en “el interés en la emocionalización de la vida pública, y el esfuerzo por reconfigurar la producción de conocimiento encaminado a profundizar en dicha emocionalización” (101). De este modo, este enfoque surge como una nueva forma de comprender e interpretar la sociedad contemporánea, el cual surge, entre otros elementos, por el proceso de globalización, la postguerra fría y “el nomadismo producido por exilios y migraciones que obligan al sujeto a elaborar estrategias de reinserción y pertenencia dentro del vasto espacio multicultural” (Moraña 314). Tal como explica Moraña, el contexto actual, y para efectos de la lectura de El sistema del tacto, la problemática de las migraciones y la ampliación de los espacios socioculturales funcionan como causas de la reconcepción afectiva. A partir de esto, entonces se comprende el afecto como “pulsiones donde el elemento emocional, pasional, etc. desempeña – más que el de la razón instrumental- un papel preponderante” (Moraña 314).
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Sumado a esto, y de acuerdo a Patricia
Por lo tanto, la casa como imagen poética
Clough, “el estudio del afecto [es] entendido
recurre a la noción de espacio que guarda y
como una ontología de fenómenos que no son
gatilla
dependientes de la conciencia humana, o de
estrechamente relacionada con el giro afectivo
la
que
comunicación
lingüística
o
discursiva”
el
inconsciente
despierta
en
el
del
sujeto,
sujeto
la
idea propia
(Citado en Lara y Enciso Domínguez 104). Por
afectividad, desde la pre-consciencia.
lo tanto, el afecto funciona autónomamente de
Tal como se mencionó con anterioridad, en la
la conciencia individual, pero luego incide en
obra Ania Coletti debe viajar hacia Argentina
la conciencia social y su transformación.
y, en este marco, se presenta la situación
Finalmente, es imprescindible considerar la
inicial de la protagonista que sufre desarraigo,
“máxima
entendido
lo que se ejemplifica en su relación con las
como la capacidad de afectar y ser afectado”.
casas en general: “Tal vez su futuro era cuidar
(Lara e Inciso Domínguez 104) que poseen las
casas ajenas y convertirse en morador de
cuerpos
para
turno. Poco a poco ir transformándose en esos
comprender cómo los procesos y los espacios
otros a los que sustituía” (Costamagna 19-20).
inciden en el estado de un sujeto.
Así pues, en calidad de sustituta de su padre,
Spinoziana
humanos
del
e
afecto
inanimados
se traslada a la casa ajena para despedir a su Desde la teoría de los afectos, indidablemente
último familiar paterno, como también de esas
puede leerse el espacio de la casa, en
casas pareadas en que vacacionó en su niñez.
especial su tratamiento en la literatura dada
En este ámbito, cabe destacar la reflexión en
su vasta tematización y la carga emocional
torno a sus raíces sanguíneas que estaban
que se erige en torno a ella. Para ello,
por sucumbir, pues se afirma que “Con la
Bachelard
muerte de Agustín, el último miembro de la
sostiene
que
las
imágenes
poéticas, entre ellas la casa, surgen “en la
tribu,
conciencia como un producto directo del
Campana […] se termina la especie allá al
corazón, del alma, del ser del hombre captado
otro lado” (Costamagna 22), por ende, regresa
en su actualidad” (8), es decir, desde la
a un lugar pasado que ya no posee familiares
capacidad de afectar y ser afectado por ellas,
con los que enraizarse.
antes
de
comprenderla
en
un
se
termina
la
historia.
Se
acaba
estado
consciente, como también desde la conciencia
De acuerdo a Bachelard, “la casa es nuestro
individual que la construye y a su vez afecta
rincón del mundo. Es —se ha dicho con
“el sentido de la transubjetividad de la imagen”
frecuencia-
(Bachelard 9). Ahora bien, en cuanto al
realmente un cosmos” (28), sin embargo, Ania
espacio de la casa en particular, resulta
no se siente amparada en ese espacio, sino
crucial comprenderla desde la noción de un
que lo percibe como un lugar desconocido y
lugar en que habitó un sujeto y junto con ello
lejano: “No pisaba Campana desde la muerte
toda una carga psicológica personal, en el que
de Nélida, la madre de Agustín. Cuántos años
nuestro
primer
universo.
Es
atrás, no lo recuerda. Una eternidad, ayer” NO SOLAMENTE NUESTROS RECUERDOS, SINO TAMBIÉN NUESTROS OLVIDOS, ESTÁN "ALOJADOS". NUESTRO INCONSCIENTE ESTÁ "ALOJADO". NUESTRA ALMA ES UNA MORADA. Y AL ACORDARNOS DE LAS "CASAS", DE LOS "CUARTOS", APRENDEMOS A "MORAR" EN NOSOTROS MISMOS. SE VE DESDE AHORA QUE LAS IMÁGENES DE LA CASA MARCHAN EN DOS SENTIDOS: ESTÁN EN NOSOTROS TANTO COMO NOSOTROS ESTAMOS EN ELLAS (BACHELARD 23).
(Costamagna 39). Así pues, desde la teoría de los
afectos,
“el
impulso
afectivo
–en
cualquiera de sus manifestaciones pasionales, emocionales, sentimentales, etc.- modela la relación
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relación de la comunidad con su pasado, las
gusto con su tía abuela, por lo tanto, esta
formas
última se convirtió en ese espacio pasado
de
lectura
de
su
presente
y
la
proyección hacia el futuro posible” (Moraña
protector,
el
cual
gatilla
“fulgores
de
315) y, en este caso, la protagonista concibe
ensoñación que iluminan la síntesis de lo
su pasado familiar en las casas de Nélida y de
inmemorial y el recuerdo” (Bachelard 29), de
sus abuelos desde el extrañamiento y la
ahí que Ania sea afectada fuertemente por
extinción de un vínculo familiar que la afecta
dicho lugar, pues es fuente de recuerdo, pero
en su presente, siendo, de acuerdo a Moraña,
también de pulsiones inconscientes.
efectos del mundo e intensidades que el sujeto no logra comprender ni canalizar (325).
La llegada de la protagonista a la antigua casa
Así pues, emoción y espacio se ligan desde la
produce, por lo tanto, un efecto de difícil
no pertenencia que Coletti siente en la casa
comprensión para ella, dado que el narrador
vacacional de la infancia.
explica
que
deshabitadas,
“Las
casas
comidas
ahora
por
la
están
humedad.
Ahora bien, cabe considerar el pasado vivido
Moradas huachas, ya sin cuerpos que las
por la protagonista en dichas casas-espacios
aviven” (Costamagna 56), de modo que son
y la descripción de estas. De este modo, en la
diferentes al recuerdo que poseía de estas.
obra, desde la perspectiva de Agustín joven
Así mismo, se relata que:
se relata que “La mayor parte del tiempo, en realidad, la niña está sola o encerrada con Nélida en su cuarto oscuro” (Costamagna 35) y luego se añade que la tía abuela, en esos tiempos, “ya no salía de su rincón, esa caverna oscura que era su mente y también su pieza de la calle 9 de julio y que estaba pegada a la casa de los abuelos de Ania.”
ANIA NO SE ATREVE A ENTRAR A LA CASA DE AGUSTÍN Y NÉLIDA, LE DAN MIEDO LAS ARAÑAS, LO BICHOS QUE YA DEBEN HABER ESTABLECIDO ALLÍ SU REINO. O LOS FANTASMAS. PREFIERE ALOJARSE EN LA CASA DE LOS ABUELOS E IR TANTEANDO EL TERRENO DE A POCO. PERO DONDE ANTES HUBO UNA CASA PAREADA AHORA SOLO RESISTEN UN ALTILLO Y UN PAR DE PIEZAS HABITABLES, SI ES QUE PUEDE CONSIDERARSE HABITABLE UN ESPACIO CON SUELO DE BALDOSAS, TECHO CARCOMIDO POR LA HUMEDAD Y VENTANAS SIN CORTINAS (COSTAMAGNA 57).
(Costamagna 44). Por ende, el pasado de la
De esta manera, el ingreso de Ania a este
protagonista está marcado por la compañía de
espacio pasado la impacta debido a que, a
Nélida en el dormitorio sombrío de ella, quien,
diferencia de antes, las casas, en especial la
además,
de Nélida, ya no son ese lugar que la acogía
en
extraviarse
ese
en
entonces
sus
“empezó
imágenes
de
a
guerra.
en
su
infancia,
infundiéndole
temor
y
Entonces ella no captaba bien los límites de la
extrañeza. Así pues, de acuerdo a Seigworth y
cordura” (Costamagna 44). Por tanto, en el
Gregg, se entiende este afecto como “esos
tiempo pretérito dicho espacio estaba cargado
impulsos viscerales que se distinguen del
por una mente divagante y alejada de la
conocimiento
racionalidad.
paralizan
consciente
nuestro
y
que
incitan
o
movimiento[y]
marca
la
pertenencia del sujeto con respecto al mundo Dicho espacio, también se describe como
de encuentros y desencuentros que habitamos
“Dos viviendas unidas por un patio interior con
y que a su vez, de diversas maneras nos
un parrón de uvas negras, de cáscara gruesa
habita”
como
consecuencia, la protagonista ingresa a un
la
misma
memoria,
gelatinosa
por
(Citado
en
deshabitado
Moraña que
18).
incrementa
En
dentro. Ania almorzaba en una casa y pasaba
mundo
la tarde en otra” (Costamagna 44-5), es decir,
sensación de desarraigo y que al mismo
estaba con sus abuelos por obligación y por
tiempo afecta profundamente en ella dado que
gu
la
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una
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la habita en su interior, su memoria, por ello
objetos concretos que la enraízan con sus
la conmociona.
familiares. Un ejemplo de ello es cuando encuentra la caja de cartón con recuerdos de
A pesar de la confusión que le produce el
su tía abuela y Agustín, previo a ese momento
lugar deshabitado, poco a poco Ania comienza
“Su conciencia figura a kilómetros de su
a
identificando
materia corporal, por así decirlo, y de pronto
algunos elementos de su pasado: “acomoda
teme perderla para siempre. A Ania no se le
sus bultos en una de las piezas, la que
ocurre de dónde puede venir esa sensación
ocupaba su padre cuando niño. Sobre una
nueva” (Costamagna 101) pero tras abrirla la
repisa huérfana, entre adornos de porcelana y
caja, “Tiene la sensación de haber abierto una
recibos de electricidad y el agua, se asoman
ventana demasiado tiempo clausurada. Lo que
dos libros que reconoce en seguida. Un par de
encuentra
tomos de la Gran Enciclopedia del Mundo, que
enviadas de un continente a otro, cartas de los
seguramente quedaron ahí después de algún
parientes y amigos de Nélida, pasaportes, un
viaje con el padre” (Costamagna 59). De este
manual de comportamiento para inmigrantes,
modo, la protagonista reconoce elementos de
el certificado de bautizo de Agustín […]”
su infancia que marcaron su crecimiento y que
(Costamagna
demuestran que su padre y ella habitaron allí.
diversas materialidades que se han
Seguido
el
desvanecido por el polvo y la humedad debido
siente
al paso de los años, pero que contribuyen a
incorporarse
narrador
del
en
casa,
reconocimiento
afirma
extrañamente
la
que
del
“Ania
acompañada.
lugar, se
Es
como
ahí
adentro
109).
Así
son
pues,
fotografías
encuentra
si
que la protagonista conozca profundamente el
hubiera estado conversando con todas las
pasado de sus familiares difuntos. En este
edades que una vez tuvo” (59), por lo que la
marco, tal como señala Bachelard, al igual
casa produce una autocontemplación en la
que el cofrecillo, la caja funciona como
protagonista para luego recordar a su tía
memorial íntimo en el que “se encuentran las
abuela tras el funeral;
cosas inolvidables, inolvidables para nosotros
DE PRONTO LE PARECE VER A NÉLIDA EN LA CALLE DE ENFRENTE. ¿CÓMO SE TE OCURRE, ANIA? ¿QUIÉN TE ESTÁ MANDANDO ESTAS VISIONES? […] UNA IMAGEN BELLA Y EXTRAÑA. COMO SI LOS RECUERDOS BROTARAN DESDE LOS POROS, CRAC, CON TALLOS, PÉTALOS Y ESPINAS. RESPIRAR, ESO NECESITA. DESCANSAR, PONER LA MENTE EN BLANCO. AUNQUE A LO MEJOR LA PALABRA NO ES RESPIRO NI DESCANSO, SINO ARRAIGO (COSTAMAGNA 90).
Así
pues,
tras
el
primer
efecto
de
y también para aquellos a quienes legaremos nuestros tesoros. El pasado, el presente y un porvenir se hallan condensados allí. Y así, el cofrecillo es la memoria de lo inmemorial” (88), por lo que, al abrirlo, desata una dimensión pasada cargada de historia familiar que incide abrumadoramente en Ania, al
desconocimiento que produjo la casa vacía en
mismo
el
conocimiento nuevo para comprender sus
personaje,
paulatinamente
comienza
a
producir el efecto contrario, en el que Ania
tiempo
en
que
la
carga
de
un
raíces.
comienza a arraigarse en su pasado de la vieja casa familiar.
Sin embargo, las cavilaciones en el personaje se mantienen presentes, pues posteriormente
A pesar de ello, el estado de la protagonista
“Piensa que no tiene sentido estar acá, que
es cambiante, oscilando entre un fase fuera
debe volver a Chile y enfrentarse de una vez
de sí e inconsciente a la lucidez de encontrar
con las cosas. ¿Qué cosas? Su existencia,
o
qué
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qué otra cosa. Pero se da cuenta de que el
127), de modo que se retoma nuevamente el
pensamiento no es enteramente suyo. Hay
carácter afectivo de los espacios, en el que,
algo que se mueve sin su voluntad ahí
de acuerdo a Patricia Clough, también se
adentro, en su cráneo, y que no alcanza a
refiere a “el aumento o disminución de la
captar” (Costamagna 119), por lo que de
capacidad del cuerpo para actuar o conectar.
nuevo el espacio de la casa y de la caja de
Esta "autoafección” está conectada con la
cartón afectan de forma insondable a la
propia sensibilidad o el hecho mismo de estar
protagonista que comienza a cuestionarse su
vivo” (Lara 104), de ahí que la protagonista se
vida en su país de origen. Por lo mismo, el
desoriente y su cuerpo se desvanezca por el
efecto causado por dichos espacios propicia a
gran efecto causado por el espacio y los
que Ania tome determinaciones concretas, lo
recuerdos que desencadenó.
que conlleva a enfrentar al espacio del altillo, lugar en el que pasaba horas sola y leía los
Finalmente,
libros prestados por Agustín. “Eso debe hacer:
dentro del obra y de gran afección es la casa
atreverse a subir la escalera del altillo y
pareada y pieza de Nélida, lugar que había
confrontar
ruina”
sido eludido por el personaje debido a la
(Costamagna 121), de manera que logre
carga emocional que poseía por su tía abuela
asumir ese término de sus raíces italiano-
difunta. Dentro de este contexto culmine de la
argentinas.
obra, se afirma que Ania “No sabe bien cómo,
el
recuerdo
con
la
un
último
espacio
relevante
pero ha cruzado el patio común y ahora está En este marco, cabe considerar la relevancia
frente a la puerta. Sabe que tiene que actuar,
de los espacios elevados e íntimos dentro de
entrar de una vez al reino de los bichos y los
la verticalidad del hogar, tal como el altillo,
espectros
pues en “todos los espacios de nuestras
(Costamagna 152), por lo que es un impulso la
soledades
donde
que la lleva a ingresar a ese último espacio
hemos sufrido de la soledad o gozado de ella,
que había sido evitado. Una vez dentro, se
donde
hemos
indica: “Eso es todo, comprende Ania: un
comprometido, son en nosotros imborrables.
pisito verde, solitario, afirmando la memoria
Y, además, el ser no quiere borrarlos. Sabe
de una casa en ruinas […] Y se sienta en el
por instinto que esos espacios de su soledad
pisito a esperar que pase algo que sabe que
son constitutivos (Bachelard 32). Por lo tanto,
no va a pasar” (Costamagna 154). De este
en el caso de Ania, el altillo alberga su
modo, la protagonista da cuenta de que el
inconsciente más profundo y configura su ser
afecto causado por la casa ya no es el inicial y
interior, por lo mismo, “al abrir la puerta del
reafirma que es un lugar del pasado del que
altillo entran, sin que nadie los convoque,
se tiene que despedir, pues “Le parece que la
unos recuerdos inesperados” (Costamagna
casa es un hospital desierto y que todos los
124). El efecto causado por el espacio fue
enfermos, los aparentes y terminales, se han
aturdimiento, incluso, al salir de este el
ido para siempre” (Costamagna 158), por ello,
narrador señala que Ania “No tiene idea de
ella también se debe marchar ya que nada ni
qué hora es, puede ser la mañana o la tarde.
nadie la arraiga al lugar.
la
pasadas, hemos
los
espacios
deseado
o
la
que
gobiernan
esa
covacha”
Perdió la orientación temporal, y la luz que se filtra por la ventana no tiene carácter. Es una
Así pues, recorre las casas por última vez y
luz plana, sin matices ni brillos” (Costamagna
“sale de un lugar que nunca más va a ver. En
127),
la
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la calle mira las ramas del naranjo por si
para luego también ampliar su discernimiento.
encuentra
pero
los
En este sentido, la propuesta de Costamagna
o
no
se puede extrapolar a un proceso social
empollan ahí. Tampoco hay frutos en las
propio de la actualidad, vale decir, el profundo
ramas ni en el suelo. Un árbol estéril, una
sentimiento de desarraigo producto de exilios
ciudad que se vacía” (179). La protagonista se
y migraciones, el cual se puede comprender
retira de ese espacio que la afectó de manera
mediante la teoría del giro afectivo dadas las
profunda, ya que sabe que no es un nido, un
pulsaciones que este produce fuera de la
lugar donde establecerse y arraigarse, por
racionalidad humana y construye al sujeto
ende, tal como afirma Moraña “a través del
como un ser fluctuante y poroso.
pájaros
algún
están
nido
solitario,
demasiado
lejos
ya
afectar y del ser afectado el sujeto participa en una dinámica de interpelación que, lejos de ser
mecánica
o
imprevisiblemente
deliberada, a
la
se
abre
creatividad
de
la
resistencia y el cambio” (Moraña 326), en el
Bibliografía -Bachelard, Gastón. La poética del espacio. Buenos Aires, Argentina: Fondo de Cultura Económica, 2000. Impreso.
que pasa de un estado de desarraigo y
-Costamagna, Alejandra. El sistema del tacto.
desentendimiento, hacia asumir el fin de sus
Barcelona, España: Anagrama, 2018. Impreso.
raíces por parte de su familia paterna para
-Moraña, Mabel. “Postscríptum. El afecto en
regresar a su país de origen y en él encontrar
la caja de herramientas”. El lenguaje de las
su espacio.
emociones:
Afecto
y
cultura
en
América
Latina. Eds. Mabel Moraña e Ignacio M. En
síntesis,
en
la
obra
de
Alejandra
Costamagna, El sistema del tacto, se presenta
Sánchez Prado. Madrid, España: Editorial Iberoamericana, 2012. 313-337. Impreso.
a una protagonista que sufre de desarraigo
-Lara, Alí y Enciso Domínguez, Giazú (2013).
familiar, el cual se presenta desde el espacio
“El Giro Afectivo”. Athenea Digital, 13(3), 101-
de
119.
las
casas
de
sus
difuntos
familiares
paternos. En este marco, Ania regresa a un espacio
pretérito
que
la
afecta
inconscientemente y en el que siente que no pertenece,
no
obstante,
paulatinamente
comienza a reconocer sus raíces a través de diversos microespacios dentro de las casas pareadas, tales como la pieza de su padre, la caja de cartón, el altillo y el cuarto de Nélida. Ahora,
si
ascendencia,
bien
comprende
también
discierne
más
su
que
ese
espacio ya no la acoge ni se puede arraigar a él, por lo mismo, emprende su regreso a Chile para
seguir
enraizarse.
buscando Así
pues,
un las
espacio casas
para
afectan
inconscientemente a Ania y engrandecen su problemática personal en torno a su estado de no
pertenencia,
lo
que
produce
efectos
emocionales y corporales fuera de su lógica, para .