Pasar desapercibido es una gracia que incluye otras muchas para quien es capaz de reconocerla, de realizarla y de profundizar en su valor, como lo es purificar los estados, desarrollar la virtud y los medios de santificación, la intimidad con Dios, la concentración en Él y el recurso exclusivo a su Conocimiento. Quien la ha degustado realmente se lo agradece a Dios y emplea todos sus medios para conservarla.