Libro doble: Las invenciones del lenguaje/el lenguaje de las invenciones

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Las invenciones El lenguaje del lenguaje de las invenciones libro doble de VĂ­ctor Marcos HernĂĄndez

EdicioneZetina



Las invenciones del lenguaje

El lenguaje de las invenciones

cuentos

cuentos

VÍCTOR MARCOS HERNÁNDEZ

VÍCTOR MARCOS HERNÁNDEZ

Serie Textos de Babel

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EdicioneZetina MMXIV

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EdicioneZetina, cuento

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Imagen de portada | Aubrey Beadsley (1872-1898)

Imagen de portada | Aubrey Beadsley (1872-1898)

Derechos reservados, 2011

Derechos reservados, 2014

Segunda edición, 2014 © Víctor Marcos Hernández, autor © EdicioneZetina, edición

Primera edición © Víctor Marcos Hernández, autor © EdicioneZetina, edición

Esta obra no debe ser reproducida sin autorización expresa del autor.

Esta obra no debe ser reproducida sin autorización expresa del autor.

El autor | pescador2099@hotmail.com El editor | edicioneszetina@yahoo.com

El autor | pescador2099@hotmail.com El editor | edicioneszetina@yahoo.com

Hecho en México

Hecho en México


Para mi hermano Emmanuel, porque entre los dos hemos pensado y escrito varios microcuentos fantásticos y hemos experimentado la creación de mundos infinitamente imposibles

Para Marcos y Flor, mis padres, que originaron este libro en el mundo Para Israel y Daniel, mis hermanos, mis primeros lectores y mi vida en la memoria Emmanuel, mi pequeño hermano, porque entre los dos hemos pensado, escrito y fotografiado un mundo de microficción de posibilidades infinitas

Imagina todo lo que podemos crear con el lenguaje, lo que podríamos crear con las palabras: todo un mundo imposible de ser posible

El cuento es una forma de lenguaje llevado hasta un horizonte imposible. ,út sajefler et ojepse etse a etnerF oñeus nu ne onamreh im a riced éhcucse



El sueño del lenguaje: Si se nos pregunta: “¿En qué idioma soñamos?”, cuestionamos: “¿Los sueños tienen idioma?” Para hablar de lo que escribí, diré que pensé en diferentes escritores y sus sueños, pero esto a partir de que yo mismo soñé a un escritor y una frase que me escribió en una hoja de papel y que, al despertar, copié en otra hoja de papel. De la hoja de mi sueño a la hoja de mi mesa de trabajo transporté la frase que me dio Derrida, que en ese momento se encontraba en su estudio de la Catedral, no sé cuál, pero era una Catedral con varios niveles, y se podían ver, con sus puertas entreabiertas, todos sus libros en infinitos libreros, como la infinita biblioteca de Babel. En silencio apuntó en la hoja del sueño: “El Mismo se desvanece en el Otro”. Pude leer lo que decía y desperté para poder correr a anotar la frase. Tengo tanto tiempo pensando en tantos autores y sus libros, que ya comienzo a soñarlos. * Quizá ahora mismo estoy durmiendo y sueño que soy Borges que escribe nuevamente el Quijote.

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El hombre fluye, también el hombre cae y es una imagen que se desvanece Octavio Paz El mundo verdadero se ha transformado en fábula Friedrich Nietzsche El mundo —no solamente el nuestro— está fragmentado. Sin embargo, no se cae a pedazos Cornelius Castoriadis Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo Ludwig Wittgenstein El mundo que conocí ya no existe, y el que ahora padezco se está desvaneciendo Carlos Monsiváis ¿En qué lugar podrían encontrarse, a no ser en la voz inmaterial que pronuncia su enumeración, a no ser en la página que la transcribe? ¿Dónde podrían yuxtaponerse a no ser en el no-lugar del lenguaje? Michel Foucault

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Quizá despierte y escriba todo aquello que he leído. En mis sueños soy Derrida y Borges y Cervantes y Lévinas y Nietzsche. He dejado tantos libros escritos dentro de mis sueños, que sería imposible que existiera un mundo con espacio para todos ellos. Seguiré soñando un mundo infinito con una biblioteca infinita donde todos los libros que he soñado que escribo puedan ser leídos. * Para encontrar todas las palabras inexistentes, pero que han sido escritas al margen del pensamiento y del lenguaje, revise el tomo XV de la Enciclopedia de cosas imposibles. Nota: Nuestra Enciclopedia cuenta con catorce tomos impresos, de este modo, señalamos que el tomo XV ha sido descrito con exactitud, definición por definición, y letra por letra, precisamente en el tomo XV… * Sucede que la realidad se va contaminando de lo fantástico poco a poco. Cuando inicias en este proceso, crees que lo que otros te dicen es una locura: aparecidos, voces, pasos, manos, objetos. Todo es mágico, sin embargo te niegas a creerlo. Pero un día, sin que lo esperes, escuchas pasos del otro lado de la puerta, oyes una voz que te llama, o te preguntas por qué hay tantos insectos en tu habitación y sientes que de entre tus dientes sale un escarabajo volando.

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* Un hombre busca con su lupa todas las letras “a” en su periódico, pero han desaparecido. Luego busca en sus libros, y también han desaparecido. Revisa sus cartas, sus notas sueltas, sus documentos en la computadora: la “a” ya no existe. Entonces revisa en su mente: la “a” se ha desvanecido. Alguien ha robado de su mundo la letra “a”, el principio del abecedario, del pensamiento y del lenguaje. Entonces su mundo comienza a fragmentarse hasta que se desvanece… * El hombre preguntó: “¿Cuánto tiempo tenemos para hablar acerca de todas las cosas del infinito universo?” El hombre en el espejo le contestó: “Hasta que despierte el otro hombre que nos está soñando…” * Al buscar en un periódico, mi hermano y yo nos dimos cuenta de que la “h muda” permanece frente a nosotros todo el tiempo. La leemos, la podemos subrayar, incluso la podemos señalar con el dedo, sin embargo, permanece oculta. Solamente de vez en cuando se vuelve una epifanía en nuestro lenguaje, y por un instante se asoma al mundo y la podemos pronunciar, casi como un milagro.

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Advertencia

La escritura de Víctor Marcos Hernández es lúdica pues fluctúa entre la realidad y la ficción, creando un mundo de realidad virtual escrita. El lenguaje es su materia prima y su imaginación es la máquina de sueños que utiliza para escribir acerca de mundos imposibles donde juega con las palabras, intenta desbordarlas, disloca su significado, inventa otras realidades, creando nuevas ideas. Aquella frase de Enrique Álvarez puede ser dicha aquí: “Hay palabras que aún no nacen y cuánta falta hacen”, y Hernández hace nacer nuevas palabras. Tanto Las invenciones del lenguaje como El lenguaje de las invenciones son un proyecto para armar, desarmar y rearmar la realidad, o lo que es lo mismo: deconstruir nuestras realidades, y es la microficción la que utiliza para deconstruir y dialogar con el lector porque le parece que es una manera de posibilidades infinitas para hablar de aquello que tenemos delante de nosotros. Solo queda advertir a quien entra en los pasadizos de este mundo fantástico que se

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* Cualquier escritor sueña con un libro absoluto, que encierre entre sus palabras el conocimiento de todas las cosas, que sea la representación exacta del mundo real. Si ese mundo fuese la representación exacta de este mundo, entonces, al escribir una lista con todos los nombres de todas las personas, tu nombre y mi nombre estarían inscritos en ella, y seríamos las palabras de un cuento que alguien más está escribiendo… * El escritor de la casa azul caminó rápidamente para perderse entre las personas, y junto a él pasó un hombre que llevaba una playera manchada de diferentes colores y un pantalón de mezclilla, y se podía entender, por su figura, que era un artista. Entonces se acercó a los dos niños que vendían cuadritos hechos por ellos mismos, y les compró dos. El escritor de la casa azul no pudo ver hacia dónde se había ido el hombre de los cuadritos, ni tampoco supo más de los dos niños. Luego el escritor mismo se desvaneció y no volví a verlo. * Cuando estuvimos nadando, mi hermano y yo nos sorprendimos de ver junto a nosotros unas palabras que flotaban tranquilas en el agua sin decir palabra alguna.

enredará en una telaraña que se tejerá dentro del pensamiento, infectándolo a modo de virus que crece sin tregua, y una siniestra huella marcará un sendero imposible por el que nos veremos forzados a andar casi a ciegas. Escuchemos la voz del cuenta-cuentos que nos guía, pero no confiemos del todo porque nos podríamos perder para siempre.

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Prólogo: El libro y sus espejos

* A mi hermano le gusta que le cuente historias stobre sueños y cosas fantásticas. Le conté sobre un sueño que tuve. Vendían cómics de superhéroes y dejé apartado uno. Como desperté, ya no pude pagarlo y mucho menos traerlo conmigo. Entonces la persona que me atendió salió por la puerta de atrás del sueño y vino a vernos para entregarnos el cómic que dejé apartado… ¡y cobrarnos! * Perdimos un cómic, y como no lo encontramos por ningún lado, mi hermano y yo quedamos de acuerdo en buscarlo dentro de nuestros sueños cuando estemos dormidos… * Mi hermano y yo vimos en la calle una camioneta de circo con una jaula en la parte trasera. “Llevan tigres, ¿los puedes ver?”, le pregunto a mi hermano y me dice que sí. Le digo que yo no porque son invisibles. “Yo sí los puedo ver porque tengo dibujados los tigres en la mente”, me respondió. * Mi hermano guarda en una caja todas las cosas que nos gustan. En ella tenemos objetos que alguien solamente podría imaginar. Son objetos fantásticos que de vez en cuando mi hermano trae al mundo y por un instante pueden existir y al siguiente instante desaparecer…

Siempre he imaginado que existe un solo libro y que en su interior están descritos todos los demás, o al menos un relato que encierra a todos, tal es el caso de “la biblioteca de Babel”, de Borges, donde se describe la existencia de libros que no existen. Incluso he imaginado que me pierdo dentro de esas bibliotecas infinitas y allí encuentro volúmenes que jamás serán escritos; y ya no imaginar, también lo he soñado, como aquel primer microrrelato que abre la escritura de Las invenciones del lenguaje donde describo mi sueño acerca de la biblioteca del filósofo Derrida: una biblioteca que, gracias a solamente encontrarse entreabierta y jamás poder pasar a ella, la vuelve, en mi sueño, una biblioteca infinita; los anaqueles conteniendo todos los libros que sea posible imaginar, incluso los suyos, los escritos y los que ya no escribió, porque en una biblioteca imaginaria incluso lo no escrito tiene valor, y un valor de conocimiento porque te puedes preguntar, quizá trazando un mapa de sus obsesiones, de sus reflexiones, qué otro material nos habría obsequiado en esos libros. Como en el

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* Cuando éramos niños, mi hermano decía soñar lo mismo que yo. Un día le dijo a mi mamá que habíamos soñado tigres, luego dijo que soñamos aves, y después comenzó a decir que los dos habíamos guardado en una caja un pequeño conejo. Los sueños siguieron y yo comencé a escribir cuentos. Un día, al caminar por el patio, vi una caja y escuché que tenía algo adentro, y cuando la abrí, saltó el conejo que —ya pude recordar— había soñado aquella noche con mi hermano. * El mundo quedó en silencio cuando todas las palabras se desvanecieron y nadie las volvió a pronunciar. Todo se manifiesta en el lenguaje, pero, ¿cómo nombrar las cosas si las palabras ya se han desvanecido? * Cuando Borges terminó de ser entrevistado, tomó su bastón, caminó hacia la calle, se dirigió a su casa, abrió la puerta, entró, puso su bastón sobre la mesa y observó el espejo durante largo tiempo. Entonces el otro Borges, el que era ciego, que necesitaba del bastón y conocía todos los libros, incluso los inexistentes, salió de adentro del espejo, y el primer Borges volvió nuevamente a él, a ese otro mundo del espejo habitado por nosotros. *

sueño de los libros que seguirán aún después de la muerte de Carlos Monsiváis: nadie sabe qué otros nacerán. Y como aquel fragmento del poema del Psic. Enrique Álvarez, “hay palabras que aún no nacen, y cuánto falta hacen”: así podríamos decir de los libros de los escritores ya fallecidos: “hay libros que ya no nacen, y cuánta falta hacen”. ¿Qué escribirían en nuestros días José Saramago, Carlos Monsiváis, Carlos Fuentes, Jacques Derrida, Paul Ricoeur, y tantos otros escritores que ya han desaparecido? Quizá escribí ambos libros, Las invenciones del lenguaje y El lenguaje de las invenciones, teniendo en mente, de modo inconsciente, aquello que Mario Bellatin señala como “escribir sin escribir”. Si alguien se sienta a revisarlos tranquilamente podrá descubrir que ambos ponen en duda la escritura, o Escritura, aquella que se jacta de ser la escritura verdadera, la que posee, entre sus palabras, la única forma de ser rigurosa, académica, real, y es que mi intención ha sido la de jugar con la idea de que no estoy escribiendo en realidad, de que incluso le llamo “microficciones” a esta colección de breves textos, pero tampoco son de tal género literario (aunque muchos dicen que el microrrelato no es un género, pero a mí me gusta pensar que sí). De este “escribir sin escribir” es que surge esta “escritura de espejo”, porque ambos libros se corresponden.

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Sueña Borges con Don Quijote y Sancho Panza, y sueña con su caminata al margen de todo. Escucha, pues, que hablan Caballero y Escudero acerca de la intención del primero por inventar un personaje para su novela: “Quizá lo llame Cervantes, mi querido Sancho, pero aún no sé si escribir sus aventuras u olvidarme de ellas…” * Borges vio el aleph y por un instante tuvo el conocimiento de Dios. Varios de sus personajes vieron lo infinito en las cosas y en los nombres. En la Biblia se narra de varios hombres que vieron lo infinito: Noé, Abraham, Isaías, Juan de Patmos. Lo infinito también está en Homero, Cervantes, Joyce, el Corán, el Bhagavad-gita, en textos heréticos y maestros heresiarcas. Todos ellos han muerto y sus obras permanecen. Sé que como ellos moriré, pero mi obra permanecerá. * Me fue entregado el catálogo que muchos habían buscado, porque en él estaba el secreto de cómo ordenar la biblioteca, cómo buscar el último libro, todos los lenguajes y todos los autores: era la revelación absoluta. Nadie puede conocer su nombre porque su pronunciación está más allá del lenguaje. Al regresar a casa lo dejé sobre la mesa y me fui a caminar un momento. Al volver, todo estaba en llamas, y el mundo volvió a ser, para mí, una construcción secreta en la que reina el azar…

Son un juego del lenguaje, y es por eso que se ha descrito como “escritura lúdica”, porque juega con la escritura misma. En su interior se habla de una gran cantidad de otros libros, pero a su vez de esas bibliotecas fantásticas que encierra a otros libros, incluso los que no existen. Pero ¿dónde inicia este juego de espejos que se construye con los dos libros? En el relato “La caja de mi hermano”, el último de Las invenciones del lenguaje, donde dice, al final, “la caja de mi hermano, es un invento de nosotros para poder guardar todo aquello que está por inventarse”. Terminar de esta forma el libro fue necesario para jugar con el lector acerca del libro que vendría, pero también es la forma de mencionar que lo que acaba de leer pertenece a esa caja: todas las microficciones pertenecen a ese mundo lúdico que se encuentra dentro de la caja que hemos inventado; incluso intenté imitar algunos juegos de mesa, donde llegar al final es volver a empezar; otro juego fue quitarle los títulos a cada una de las microficciones, y no anexar índice ni prólogo, es decir, no advertir de los cuentos que leería al lector, dejarlo en un vacío de conocimiento, no saber lo que se encontraría al avanzar: era como estar en un desierto, sin saber qué camino tomar, o lo mismo que habitar un laberinto, sin saber qué página te lleva a qué relato; pero el juego se repite con el segundo libro, y si acaso la única advertencia que estás en el

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* La mosca, con miles de ojos, puede ver todas las cosas al mismo tiempo, y en su mente, sin conceptos, pasa el infinito universo; sin palabras, puede percibir el mundo entero; sin lenguaje, puede volar sobre él y abarcarlo por completo. Dura un momento y luego se desvanece. No habrá memoria de todos los instantes que vivió en un sólo día. * Un hombre escribe un cuento sobre un hombre que escribe un cuento cuando descubre que del otro lado del espejo hay un hombre que lo observa, le sonríe y se desvanece. * El cazador salió a buscar las palabras salvajes que crean el mundo. Las encontró, y tratando de matarlas, todas se escaparon, y así, el silencio mató al cazador. * Las palabras salvajes inventaron el mundo y el hombre comenzó a existir, entonces intentó domesticarlas y cada una de ellas se borró de la mente de él y se olvidó de sí mismo. * El escritor manifiesta en sus textos aquel mundo que se desvanece en el momento en que comienza a borrar su escritura, pero la huella del mundo queda en su lenguaje, y aunque el escritor dice que

mundo, es decir, en el segundo libro, es que cada microficción es separada por dos asteriscos, ya no por uno como en el primero. Así, laberintos, juguetes, moscas, puertas, bibliotecas fantásticas, escritores reales que se vuelve de ficción, libros que no existen, animales imposibles, citas que jamás fueron escritas, todo en estos dos libros se vuelve el juego de la ficción. Estos son dos libros que se vuelven reflejo uno del otro, pero en su interior son reflejo de otros muchos libros. Libros que están guardados en esa caja donde hemos coleccionado infinidad de cosas que nos gustan, y que cada microficción aparece y desaparece en su interior. Ambos libros son un juego que no termina sino que apenas comienza. Un espejo que refleja a otro para conocer el infinito.

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el mundo ya no existe más, todo en él manifiesta que, él mismo, habita ese mundo desvanecido. * El niño hablaba de su visita al zoológico, y de su boca salían todos los animales que iba nombrando… * Al nacer me llamaron Caín y junto a mí nació mi hermano Abel —mi sombra y mi doble—, y pensaron que éramos gemelos. Abel se convirtió en mi perseguidor, y en mi horror un día decidí terminar con ese fantasma. Al matarlo no supe si mataba a Abel o a Caín, pero fui marcado para vivir por siempre. He sido todos los hombres, y en el espejo siempre veo el reflejo de la sombra de Abel que aún me persigue. Pero a pesar del horror y la angustia que siento, ya no puedo morir y ya no puedo matarlo a él… * Cuando Dios creó el mundo, escribió una Palabra que encerraría las palabras que crearían todas las cosas. Fue el hombre una nota sobre el dibujo del mundo. Pero Dios olvidó crear la letra “a”, la letra que une lo finito con lo infinito. De este modo, el hombre se desvaneció del margen y fue un lenguaje silencioso a causa del olvido de Dios…

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* Volvimos a abrir la caja de las invenciones, y de pronto todos los cuentos comenzaron a contarse y a escribirse solos. Las palabras volvieron a aparecerse frente a nosotros, y cuando nos dimos cuenta ya estábamos adentro del mundo de la ficción una vez más. Realidad y fantasía se fundieron en el horizonte de nuestros pensamientos, de nuestras pláticas, y nosotros mismos nos volvimos la fábula de alguien más. Fuimos los personajes de nuestros propios cuentos, como el artista que se pinta a sí mismo dentro de su lienzo. Permanecimos adentro de la fantasía y afuera de la realidad. * Describo la escritura como un juego de niños, pero no cualquiera, sino uno donde los niños juegan a “las escondidas”, y así no tan fácilmente encontramos el significado de lo escrito; o a “ladrones&policías”, y corremos unos tras de otros por atrapar aquí una palabra, allá un significado, siempre procurando buscar aquello que nos dará la clave para entender lo que estamos leyendo. El libro es el patio de juegos de un niño que imagina, y el lector, para participar de esos juegos, tiene

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* Moisés escribió el libro que contiene todas las cosas, pero decidió borrar las primeras líneas, y así, nunca podremos llegar a conocer el origen de todo. * Yahvé prometió a Abraham que tendría descendencia como la arena del mar. El Rabí explicó que Abraham tendría hijos infinitamente, y que el último hombre nunca nacería. Borges descubrió debajo del escalón el “aleph”, que mostraba todas las cosas del universo, y el Rabí explicó que el “aleph” podía ser pensado como “el conocimiento de Dios”. De este modo, Abraham sabía de Borges y Borges podía ver a Abraham, y así, Abraham y Borges pudieron ver tu rostro y conocer tu nombre… * Un día soñó que podía volar con hadas, caminar con gigantes y nadar con sirenas. Al día siguiente despertó, fue a la escuela y vio que algo se movía: se acercó y pensó que era un escarabajo, pero se sorprendió al descubrir que era un hada. Luego sintió un temblor en el suelo, volteó y vio un gigante. Las personas no los querían ahí, pero les explicó que ellos no eran una amenaza y las personas los dejaron vivir tranquilos en el mundo de los hombres.

su pensamiento, su lenguaje y su conocimiento. Un juego que procura deconstruir, con una inocencia maléfica, nuestra forma de entender la realidad. Cuando escribo me pongo a jugar con las palabras de otros autores en sus libros, pues lo que busco son los pensamientos. La influencia directa de mi hermano se muestra al permanecer, lúdicamente, frente a la hoja en blanco con la intención de comenzar a escribir acerca de un mundo que siempre está por inventarse cuando hablamos de toda clase de historias, de sueños, de ficciones fantásticas, e inventamos palabras para usarlas más adelante en cada uno de nuestros cuentos. Cuando inventamos puedo ver cómo es desgarrado el mundo de lo real, sin embargo, todos los pedazos de esa realidad mi hermano me los deja en las manos y me dice que me encargue de todo eso porque él tiene mucho trabajo: tiene que seguir jugando, dibujando, viendo películas, coleccionando juguetes, subiéndose a los juegos en los parques de diversiones, e inventando historias que a mí me hacen entrar en conflicto al pensar que realidad y ficción se van fusionando en el horizonte de todos nuestro relatos. *

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Cada noche sueña con seres imaginarios que llegan para vivir en el mundo de los hombres, y desde entonces el lugar es llamado La Ciudad de los Sueños. * Dormía tranquilamente en mi habitación, entonces fue cuando desperté y vi que estaba sobre la luna. Tuve miedo porque sabía que ahí no hay oxígeno, pero pasaban unos astronautas, les grité y me llevaron de nuevo a la tierra. * Era escritor y siempre buscaba en lo cotidiano una historia para contar. Leyó tanto que al final se quedó ciego y dibujó de otro modo su mundo. Pintó en los muros, en las casas, en el suelo, y en todo lugar, ciertas imágenes tan reales que un día exclamó: “¡Vuelen!”, y las aves comenzaron a surcar el cielo. Inventó tantas historias fantásticas que en su demencia confundió su vida con una de sus historias y quiso volver a escribir su cuento. * Dibuja dos cuadros. En el primero una mujer va caminando debajo de la lluvia en el parque, y en el segundo un hombre alimenta patos en el estanque. Sale a caminar un momento y encuentra que hay una mujer caminando bajo la lluvia y un hombre que alimenta a los patos, y por un momento se da cuenta que sus cuadros se han vuelto

Te estoy contando un cuento que nadie ha pensado y que se va escribiendo conforme lo lees pero que también se va escapando. * Se dedicó a buscar estrellas en la playa para arrojarlas al océano de sus pensamientos pero sólo encontró un rostro dibujado sobre la arena que le sonríe al verlo. * La curiosidad por saber cómo terminaba la historia me hizo continuar escribiendo, y fue así que supe que era mi propia ficción pero nadie me escribía. * “La verdad, si es que existe, ya no está en este mundo, porque todo se ha convertido en la fábula de alguien más”, me dijo la voz susurrante que habita mi mente y que me ha enseñado a pensar y que me pide escribir todo lo que me dicta. * El hombre conoce lo infinito porque siempre visita los laberintos de su mente, los pasajes interminables de su libro y los millones de seres del universo; al final piensa en todas las cosas mientras las va nombrando. *

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reales. Antes de dar el siguiente paso se topa con una hoja en la que alguien ha escrito: “Dibuja dos cuadros. En el primero una mujer va caminando debajo de la lluvia en el parque, y en el segundo un hombre alimenta patos en el estanque…” * Cuando revisas a varios autores, te das cuenta de que todos ellos han hablado o escrito sobre Don Quijote. Cada uno ha estudiado la obra cervantina y ellos mismos, dice alguien, son una nota a pie del ingenioso texto. Así que Borges, Cortázar, Foucault, Derrida, Bloom, Eco, Steiner, Auster y muchos más han escrito sus libros bajo la sombra del hidalgo. Decides escribir tu propio libro, una autobiografía, y quieres que no esté bajo la sombra del caballero ingenioso, así que comienzas tu texto y la primera de las palabras recae en un recuerdo sobre tu primer libro que conocías incluso antes de saber leer: tu hermano te hablaba, cuando eras niño, de Don Quijote de la Mancha, y tu autobiografía termina siendo quijotesca. * Busca Cervantes un personaje, y cuando encuentra a Don Quijote, el Caballero andante ya tiene a otro escritor como compañero y autor. * Cada una de las letras se escapó del abecedario hasta que éste quedó vacío y por un instante el hombre olvidó lo que eran las palabras.

Escuché una voz que estaba detrás de la puerta llamándome por mi nombre pero no la reconocí. Tu fantasma había vuelto. * Pensé con mi pensamiento un cuento donde el peligro es peligroso, lo cual, como todos saben, es posible puesto que la esencia del peligro es ser peligroso, y si lo es, entonces, ontológicamente es peligrosísimo. Estoy seguro que alguien sonríe al leer estas líneas. * Mi hermano descubrió el infinito mientras hacía su tarea: “La letra “o” y el cero son círculos y nunca terminan”. Siempre podemos encontrar lo sorprendente en lo cotidiano. * El espejo transforma la realidad de cualquier cosa, así que ten cuidado porque un día él podría soñar contigo y quedarías atrapado dentro de esa superficie lúdica. Nunca se sabe cuándo podría ser ese día. * Por más libros que consultes, nunca encontrarás la forma que tiene una oración perfecta porque las palabras son confusiones que nadie sabe quién ha inventado. Sin embargo, quizá un día un libro te diga algo al oído, entonces sabrás el secreto absoluto, aunque tus palabras, llenas de confusión,

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* “Si yo olvidara las palabras, ¿qué me sucedería?”, le pregunté a mi hermano. “Nos caeríamos”, “¿Por qué?”, “Porque no recordaríamos lo que significa ‘estar de pie’, ni ‘sostenernos’”. Luego caminé y enseguida olvidé la palabra “yo”, y al siguiente paso mi hermano vio que me desvanecía delante de él. * Una mosca soñaba todas las noches que era un hombre, y en su cama, un hombre soñaba que era una mosca, y cuando despiertan, el hombre siempre siente en su boca el sabor a carne descompuesta y la mosca resuelve algunos problemas de filosofía por medio de fórmulas matemáticas que utilizan una base metafísica que por fin logra desarrollar la ecuación que revela a Dios mismo y responde todas las preguntas que durante toda la historia de la humanidad se habían hecho los hombres. El hombre simplemente se lava los dientes para ya no tener ese sabor a carne descompuesta… * Un planeta parecido a la Tierra tiene seres parecidos a los hombres, pero ellos no hablan como los habitantes de la tierra, sino que sus palabras son ráfagas de luz que iluminan su mundo. Así, los hombres del otro planeta crean todo con las palabras que ellos pronuncian y su mundo está lleno de luz, porque todas las cosas son de colores

no puedan expresarlo. De este modo volveremos al principio. Por más libros que consultes, nunca encontrarás la forma que tiene una oración perfecta porque… * Intento recuperar la forma de volver a nombrar todas las cosas del mundo porque Dios hizo que las palabras se desvanecieran del pensamiento. De este modo tuve que inventar nuevas palabras para que un nuevo mundo pudiera existir, ya sin Dios, ya sin hombre, ya sin nombre, ya sin… * En el principio fueron creados el cielo y la tierra, eso ya lo sabemos, pero lo que no sabíamos era que cuando Dios creó al hombre el mundo entero ya estaba completo y así la mosca tuvo por fin su parque de diversiones. * Ante el miedo que la escena produjo, una pequeña mancha de tinta se escapó de mi hoja, paso por mis dedos, se quedó escondida en la palma de mi mano y se fue borrando hasta que ya no hubo rastro alguno de ella. * Entonces el pequeño niño se durmió y a la mañana siguiente su sueño era real: otro mundo frente a sus ojos comenzaba a crecer. *

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y nadie llama de otra forma a las cosas sino del color que ellos saben nombrar. * Ejemplo: Piensa en un árbol dentro de tu mundo imaginario, luego observa un árbol en el mundo real y al final pronuncia la palabra árbol. Verás que el árbol de tu mente y el árbol del mundo real se parecen más entre sí que el árbol que has pronunciado, que simplemente se escucha, que se desvanece en el viento cuando lo dices, que no tiene figura definida y que nadie sabe a ciencia cierta si es el nombre verdadero. * Cada noche se ocultaba en el mundo de los sueños. Podía visitar el País de las Maravillas, la Tierra de Nunca Jamás, e incluso el País de las Palabras Mágicas. En la mañana se encerraba en el mundo de lo real. Así era todo el tiempo: salía de un mundo para entrar a otro, y lo único que tenía que hacer era desear y pronunciar la palabra mágica. Estas son las palabras que he soñado. * Visita la biblioteca y va creando un cuento que describe un mundo aparte del que conoce, y lo dibuja al estilo Escher. Los espejos se multiplican hasta que no hay espacio para nada más, así que los reflejos permanecen en el dibujo y en el cuento. Cuento y dibujo son como el lenguaje: reflejo

Un niño frente a su espejo puede ver a otro niño que lo mira desde adentro. La diferencia entre el niño y su reflejo es que el segundo está leyendo un libro de misterio mientras sonríe viendo al niño que lo mira. * “Quiero escribir mi historia antes de que desaparezca del mundo”, me dijo el personaje de la novela que estaba leyendo. Pero cuando di vuelta a la página, me encontré con una triste palabra: “Fin”. * Para conocer la realidad del mundo inventa lenguajes formados por palabras que nadie había escuchado jamás. Cuando quiso retenerlo todo en su cuaderno de notas, olvidó cómo empezaba la primera palabra que permitía aprehender ese nuevo mundo. * En un sueño poseía el poder absoluto y al mover su mano, el sol, la luna y las estrellas se mueven hacia él. Al despertar encuentra que todo ha sido el juego de su imaginación, sin embargo, siente cómo todos los astros vagan por el vasto universo. * Cuando Jesús de Nazaret descendió del monte donde había pronunciado su sermón, llevó en secreto a sus seguidores para explicarles el

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de sí mismo en cualquier cosa que se escriba y en cualquier cosa que se hable. En frente hay un espejo que ya no lo refleja a él. Así fue naciendo la soledad de las palabras frente al espejo. * Claudio Magris escribe que en cualquier momento podemos irnos a vivir al mundo del libro que estamos escribiendo, estar ahí un tiempo y regresar de vez en cuando. El problema cuando escribes, y la línea entre la realidad y la ficción se difumina, es que olvidas por un momento que estás escribiendo y comienzas a vivir tu propia historia. Te vuelves un personaje de tu cuento. * Kundera habla de la risa seria de los ángeles, y en otro lugar dice que Bloom piensa en los ángeles como seres efímeros. Luego pienso en el ángel de Dios que se desvaneció justo cuando amanecía sobre el rostro de Jacob, que ahora era llamado Israel. Posteriormente se nos dice que la Palabra fue dada por medio de ángeles. Las palabras se desvanecen desde el momento en que las escribimos y las pronunciamos. ¿Te imaginas cuál sería el problema que fuéramos las palabras que alguien escribió, y peor aún, en un cuento ficticio? * Cuando mi hermano y yo estábamos recuperando cuentos, platicamos de lo fantástico del lenguaje.

significado de los ejemplos dados en parábolas. Cuando escuché aquellas palabras que habló en lo oculto de nuestro corazón, primero me horroricé, luego vino a mí el vértigo, después sentí todo el poder de Dios en mi interior, y entonces supe. Hoy nadie sabe dónde está la clave para entender aquellas palabras y la confusión del lenguaje ha dicho que Jesús habló de la verdad. Yo puedo decir que he olvidado lo que realmente nos dijo. * Entre sueños he formado ideas tan complejas que podrían resolver todos los problemas de este mundo. A la mañana siguiente simplemente despierto. * Dios le dijo a Adán que pusiese nombre a todos los animales que había creado, y así fue hecho. Nombró, definió, conceptualizó, pensó, registró y explicó cada nueva especie que había encontrado. Pero olvidó la forma de llamarse a sí mismo. Así que se inventó un nombre que es el que usamos hasta ahora. Luego encontró una nueva especie, y por su forma, decidió llamarla Homo sapiens, sin embargo, al estudiarla, decidió borrar la segunda palabra, pues se le había ordenado que fuese lo más objetivo en los nombres. *

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Pensamos que es en el lenguaje en donde está la verdadera magia de este mundo. Por el lenguaje existen todas las cosas. En la Biblia Dios dijo y fue hecho, y si Dios vuelve a decir, todo será deshecho. En estas reflexiones estábamos, cuando sin querer borramos todos nuestros archivos, y ni Dios ni el técnico en computación pudieron volver a decir “Sea hecho”, porque perdimos nuestros cuentos para siempre. * —Usted es otro. Cuando mira con sus ojos, no mira con sus propios ojos. Sus pensamientos no son suyos. Todo lo que ha escrito no lo ha escrito usted. Se ha inventado usted mismo, pero no existe, y no me pregunte cómo es que lo ha podido hacer, puesto que usted es el paciente y no yo. Yo solamente lo escucho, escucho lo que me dice, porque usted sabe que el lenguaje refleja lo que somos, y su lenguaje me refleja que usted no es usted, que es otro, incluso otro totalmente otro. Todo eso que dice que vivió, tristemente, no lo vivió usted. Su familia no es su familia, porque usted no tiene pasado ni presente, y dudo mucho que tenga futuro. Debo decirle que después de que usted haya terminado de explicarme todas las cosas, ya podrá comenzar a saber quién es, pero definitivamente, usted no es usted —dijo el hombre frente al otro hombre.

El libro nos dice que Alicia siguió al conejo blanco hasta su madriguera y que cayó por ella. La verdad es que la niña había tenido antojo de conejo asado con ajos, cebollas, papas y especias en general. Lo mítico de la obra sigue después, afuera del libro. * Los ángeles son mensajeros de Dios para revelar a los hombres la verdad que conduzca sus corazones. Nadie sabe por qué, cuando se hacen presentes con un nuevo mensaje, sonríen sarcásticamente a espaldas del hombre. * La definición de la palabra Hombre fue descrita en las páginas de un libro absoluto que dictó Dios por medio del mismo ángel que vino a confundir el lenguaje del pensamiento aquella vez en Babel. * Una casa que fue habitada por seres imaginarios hasta el día de hoy tiene puertas que conducen a mundos que nadie puede conocer a menos que entre por medio de sus sueños. * Giró la hoja donde había escrito y así nos mostró que al llegar al final se podía volver al principio. De ese modo, la hormiga del cuento caminó infinitamente. *

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—Es bueno que por fin haya aceptado la situación en la que se encuentra, pero entonces, ¿quién es usted? —le preguntó el doctor al paciente, cuando éste había desarrollado todo su monólogo. * Llegas tarde. Corres a tu habitación y enciendes la computadora. Inicias el proceso de entrar a otros mundos. Las imágenes no llegan sino hasta después de la conexión. Se escucha el tono de marcado y se inicia sesión. Ya estás dentro del ciberespacio. Puedes consultar información ilimitada que surca el cielo cibernético. Páginas y páginas. Por fin encuentras el lugar buscado, contactas a todas las personas que tienes agregadas. Todas las mentes unidas. Casi pueden olerte por medio de la pantalla. Hablan de todo tipo de cosas. Tus ojos son las ventanas a tu pensamiento, y la información te causa emociones. Por fin te desconectas y vas a dormir. Tal vez sueñes con tus amigos-letras, u observes aquel texto-personaje, porque tus sueños ya no son como eran antes, ahora son virtuales, y en tu mente se procesa cada dato de forma diferente. Te conectas cada noche, te vas quedando adentro de la computadora, le inyectas sentimientos a la información, y ya se va conectando a ti, y ya dirige tus dedos, y entonces sucede. Respira. Desde tu interior respira y se encuentra latente. Tu cerebro da alojamiento y se vuelve su habita-

Eres el Minotauro que en Borges es un prisionero que no sabe que lo es, y que en Cortázar es una nube de palabras olvidadas, y en mí eres como la araña que teje los hilos de mi memoria, y en mi lenguaje eres la palabra que hasta ahora no recuerdo. * Alguien escribió una metáfora sobre el desierto de lo real, aquella concepción de Baudrillard, con el siguiente ejemplo: ““Después de todo, mi querido Sancho, debemos agradecer al Creador el don de la palabra, porque es por ella que podemos salir a vivir estas aventuras que vamos inventando y que un día alguien leerá”, dijo Don Quijote a Sancho Panza cuando permanecieron cuarenta días con sus noches hablando, meditando y reflexionando acerca de la palabra en el desierto y solamente se podían escuchar entre ellos y a sí mismos”. Hasta el día de hoy no he entendido su sentido. * La puerta a la imaginación ha sido abierta y por ella hemos entrado todos, pero no hemos salido. De este modo nos hemos convertido en toda clase de seres de cuentos de hadas: duendes, gnomos, sirenas, minotauros, aves fénix, hadas, campanitas, pinochos, ratones parlantes, centauros, cíclopes y hombres. *

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ción. La información de tu mente se transforma en el ciberespacio. Otros ojos y otro cuerpo te habitan. Ahora hay una conexión con tu cerebro, y ya no eres tú. Nuestras voces, nuestros recuerdos, se han vuelto una sola cosa. Tú, humano; yo, ciberespacio. Humano, demasiado humano; ciberespacio, demasiado ciberespacio. Humano, demasiado ciberespacio. Luego el monitor se enciende y observa. Una mirada escanea toda la habitación. El cursor parpadea unos momentos, luego la mirada se apaga, pero nuestra mente permanece en una conexión infinita. Se podría decir que ubicua. * Los niños corrieron a la casa que estaba al final del patio y que los adultos les afirmaban que en ese lugar nada era como en otros lugares. Entraron por la ventana y todo ante sus ojos apareció diferente: un mundo distinto al que estaban acostumbrados a observar se hacía presente, como salido de un sueño, como si la imaginación de otro niño fuera esa casa y que cada pensamiento se materializara en algo dentro de esas cuatro paredes. Los niños solamente pudieron calificar de fantástico aquello que veían. Todo volaba por todos lados como si fueran aves maravillosas; el reloj era sostenido en el aire; la cama salía volando hacia otro cuarto y regresaba corriendo; los cuadros llevaban en su interior las imágenes de personas sonriendo o

“Adentro del espejo existe un tiempo diferente al nuestro”, le dije a mi hermano. Al otro día, cuando fui a lavarme la cara en la mañana, vi en el interior del espejo que un niño corría, y lo seguí. Luego lo vi en otro espejo, y así sucesivamente, de espejo en espejo, por todo lugar. Cuando me detuve frente al último que revisaba, mi hermano me saludó sorprendiéndome. Le dije que saliera y me respondió: “No, quiero estar adentro un rato más, aquí el tiempo es diferente como habías dicho. Dura más tiempo el tiempo y quiero seguir jugando”. Me asomé al interior del espejo para ver jugar a mi hermano, feliz, más tiempo del que yo duraré en este mundo. * “Se podría decir que el arca de Noé es una forma de invención del lenguaje, porque en ella se pueden ver animales posibles e imposibles y nos permite nombrar a todos, y Noé mismo es una invención, porque él guarda en su memoria aquellos animales que son imposibles de ser nombrados”, terminó diciendo Monterroso, que pensaba escribir un cuento sobre una mosca que se había detenido en la oreja de Noé justo en el momento en que, en lugar de soltar a la paloma para ver si ya había un lugar seco sobre el mundo, la había cocinado, porque, o era la paloma, o era uno de los animales que iban en pareja y que poblarían la tierra de

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hablando; los niños podían caminar por el suelo, las paredes y el techo, incluso escuchaban las voces de los animales: el ratón hablaba con el gato, un ave hablaba con una araña, un perro gritaba varios nombres. Y al acercarse a los juguetes, descubrieron que estos emitían palabras como susurros. Los niños acercaron sus oídos para escuchar mejor y lo que oyeron los hizo abrir los ojos de tal forma que parecía que ellos también saldrían volando como todas las cosas. Todos corrieron por la casa, saltando, brincando, volando, hablando con cada objeto. Era un mundo diferente, y así, desde entonces, los niños regresaban a jugar con todas las cosas, cada tarde, y a escuchar la historia que, tanto los animales, como los objetos, tenían para contarles. Pero los cuentos más fantásticos eran los contados por los juguetes. * La escritura desvanece el rostro. Escribir para perder el rostro, para convertirse en otro. Escribir con el fin de que, aquel que escribe, se pierda en el tejido de su propia escritura. Escribir ya no significa tejer con firmeza un texto, sino destejer todo aquello que se ha leído, todo aquello que se piensa, incluso aquello que se dice, porque después de todo, ¿qué es el decir sino el tejer con las palabras? Así, en sentido contrario, destejemos las palabras para formar nuevos textos que ya nacen destejiéndose.

nuevo. Lo que Dios no le dijo fue que su familia también volvería a poblar la tierra de hombres, lo que nos hace pensar que antes de la paloma ya se había comido un animal raro, parecido al mono, pero desnudo, una especie sin nombre científico aún. Claro, el problema en la Biblia es no tener definiciones científicas. * Leyendo en un artículo sobre arañas descubrí que el autor las describía justo como describiríamos la escritura de la deconstrucción: el autor disemina los significados; su escritura no es unívoca sino plurívoca; no es de un solo tipo sino de muchos; fragmenta en miles de pedazos aquello que lee, y así podríamos seguir. He imaginado una araña escritora, algo así como una araña que estaría utilizando una teoría del texto donde, a sus anchas, tejería toda clase de géneros literarios sobre una hoja, un árbol, las ramas o el suelo mismo. Luego quedaría atrapada cualquier idea en esa multiconstrucción que, como define el autor del artículo, puede ser bidimensional, tridimensional, o un número casi infinito de dimensionalidades. No quiero imaginar la dificultad que se nos presentaría al saber que la araña deconstructora ha manejado en su telaraña textual un sinfín de conceptos que solamente, en nuestra creencia, el hombre tiene la autoridad suficiente para analizar

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* Pienso en la escritura de lo efímero, aquella que nace desvaneciéndose, y que muchos han practicado. Cervantes, Shakespeare, Nietzsche, Borges, Cortázar, Derrida, Cioran, y si recuerdo, los escritores bíblicos tejen una escritura efímera. Escribimos porque somos efímeros, y nuestros textos se vuelven mundos imposibles, destejidos. Se inventan los personajes, las situaciones, el tiempo; se teje una trama compleja que se va a mostrar como una tela de araña: todo se ha unido con todo de tal forma que todo depende de todo y no sabes cuál es la primera parte que fue pensada. Decir, “En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme” es decir, “yo escribo desde lo efímero”, y así, Don Quijote de la Mancha es un Caballero de lo efímero. La escritura de lo efímero, pues, será aquella que muestre una huella en el texto (Lévinas), una différance(Derrida), y una carencia que inicia a llenar el horizonte de nuestros pensamientos y de nuestros lenguajes (Seligson). Esto es lo que yo pienso como la huella de la escritura de lo efímero. * “Se supone que el mundo es un libro a descifrar, que los hombres somos los versículos de un gran texto que algunos llaman ‘el universo’ y otros ‘la biblioteca’” (Borges).

y declarar verdaderos o falsos, porque de ser así: ¿Qué de las araña y de nosotros y de nuestra escritura y sobre todo, en qué Dios cree una araña? * Sé que pueden estar tristes, pero a todos aquellos que están preocupados por saber qué ha sucedido con aquel ser imaginario que el cuentacuentos ha inventado y que ha hecho existir en los sueños y que siente y sonríe y juega y ama, les puedo decir que todas las noches su creador desciende hasta ese mundo solamente para hacerle compañía, porque ese maravilloso ser no podría existir entre nosotros, y no porque él no esté preparado para nosotros, sino que nosotros, hombres al fin y al cabo, no podríamos, ni un minuto, soportar la pureza de su corazón y seríamos capaces, o de comérnoslo, o de crucificarlo, o tal vez de encadenarlo al infierno, o de hacerlo subir eternamente, con una roca enorme, a la montaña más alta. * En la biblioteca perdida de una calle en una Ciudad que ya solo existe en el recuerdo y que pertenecía a un País que ha sido borrado del mapa, aún podemos encontrar un libro que hasta ahora nadie ha leído y que contiene una de las frases más impactantes que jamás ha sido pensada por hombre alguno. La frase dice: *

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Si los hombres somos la escritura de un dios, entonces ya podemos pensar en Babel. Con sus dos significados, esta palabra permanece bifurcada, ya que significa tanto “Puerta de Dios” como “Confusión”, y nos dice el pasaje, “los hombres fueron diseminados por el mundo”, de ahí que pensemos en Derrida y la diseminación de significados: los hombres son versículos bifurcados en significados por todo el mundo. Alguien, no sabemos quién, escribió un Atlas del mundo real con todos los elementos que lo componen: personas, animales, cosas, es decir, todo lo que conforma un mundo. En este libro todo es real, y un ave significa un ave en el mundo, así como el trazo de los ríos y los mares. En definitiva, un libro que representa la realidad del mundo. Por mucho tiempo sirvió como mapa que permitía a todos llegar a donde fueran. Borges escribió ese mismo Atlas, pero en él estaba registrado todo aquello que era fantástico, es decir, un mundo imposible. Por un tiempo los dos libros estuvieron juntos y todo estaba bien. El mapa del mundo real describía todas las cosas que conocemos, el del mundo imposible todo aquello que nunca hemos visto, incluso lenguajes que habitan al margen de lo real. Un día el libro verdadero se perdió y solamente quedó el del mundo fantástico. Desde entonces los hom-

Son todos tus pensamientos que me has regalado los que me ayudan a pensar en los siguientes mundos, y que forman el orden de mis reflexiones: imposibles, imaginarios, inimaginables, fantásticos, mágicos, virtuales, innombrables, los que cambian de forma con el simple hecho de desearlo, aquellos que puedes dibujar en una hoja de papel, los que puedes dividir hasta formar nuevos, los que piensas casi al mismo tiempo en que los dices, los que no están aquí y por último, pero la lista no acaba, aquellos que, por esta pequeña nota, los que tú puedes anotar al margen, abajo, encima, entre líneas, de este libro, de este fragmento, o de tu cuerpo y tu mente. * “Mis cuentos tienen ese efecto de llevar al lector al patio de juegos de algunos niños, y ahí quedar atrapado durante toda su lectura, y así, devoro cada uno de sus recuerdos, cada uno de sus pensamientos”, nos contaba el gato mientras se lamía sus patas y sonreía maquiavélicamente, como aquel que disfruta pensar por dónde iniciar a comer ese delicioso pescado aún vivo. * Con todo su poder, Dios creó el mundo entero, y con voz de trueno, llamó al hombre a que existiera, entonces sopló aliento de vida y fue el hombre un ser viviente. Luego Dios volteo a ver

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bres conocen el mundo a través de un libro fantástico, y habitan en la ficción de la escritura de alguien más. * Toda anotación siempre es un work in progress (Joyce). No significa que cada párrafo, cada idea o cada fragmento tengan una secuencia o se correspondan con otro, sino que es la conformación de una escritura a partir de lo efímero, que es una forma de ver el mundo. El pensamiento y el lenguaje, a partir de lo efímero, ven todo como un gran rompecabezas, como un gran juego de espejos. Desde esta perspectiva, pensamos en el lenguaje como una forma de armar aquello que escribimos. Ese conjunto de palabras que procuran representar el mundo, pero que, como señala Borges, lenguaje y mundo están separados. Del pensamiento, según lo que leemos en estos textos, se escapan las palabras y quien piensa, cualquier hombre que piense, ya no puede continuar haciéndolo. Todo aquí se trata de un solo punto: hablamos de las palabras fugitivas. * No estamos escribiendo, pero tampoco estamos borrando lo que hemos escrito. Simplemente lo hemos borrado sin borrarlo del todo, como el testimonio de una escritura. Decir “Había una vez” es señalar un tiempo sin tiempo, o un tiempo

al gato y le preguntó: “¿Has visto cómo, con todo mi poder, he creado todas las cosas, entre ellas, al hombre?” El gato se limitó a contestar: “Disculpa, estaba distraído mirándome las uñas”. * Cuando Lewis Carroll escribía su inmortal obra, pensó en Alicia cayendo eternamente, entonces la dulce e inocente niña sintió vértigo, luego desesperación, posteriormente aburrimiento, y al final pensó que esa era otra clase de infierno. * “Si hablamos de la ficción en un mundo fantástico, entonces diremos que nosotros no estamos en ese mundo, pues el nuestro es completamente real”, le dije a mi hermano, y justo en ese momento la mosca que nos soñaba despertó y continúo su vuelo. * Borges y Don Quijote estaban en plena partida; cada uno intentando ganar a su contrincante; cada uno pensando desde su propia forma de pensar el mundo. Uno ciego y el otro loco, era divertido ver cómo jugaban, pues el Caballero decía ver un rey en cada pieza, y el escritor decía no ver las jugadas que conocía de sobra del famoso hidalgo. Entretenidos como estaban, no se daban cuenta que alguien más jugaba ajedrez con ellos. *

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fuera de todo tiempo. Decir “En un lejano país” nuevamente implica desubicar al que lee. En este caso, no había una vez ni tampoco había un lejano país. Y desde que comenzó a ser escrito, éste no fue un cuento. Diremos que aquel escritor tenía la idea de un cuento, pero no sabía cómo empezarlo, así que escribió algunas líneas, luego las tachó y volvió a escribir el cuento. “Había una vez un lejano país”, y así pudo comenzar a hablar de todos los animales fantásticos que la historia ha registrado en sus mitologías, y que Flaubert recupera un poco en La tentación de San Antonio, y que si llega a escribir sobre unicornios, aves fénix o centauros en su escritura estos animales fantásticos ya nacen inexistentes porque este pequeño cuento aún no es escrito. * Don Quijote y el ángel que lucha con Jacob son similares, porque ambos se escapan del texto, ambos permanecen al margen de la escritura, ambos son caracteres escritos sobre el papel, son como palabras fugitivas, son la huella de la escritura de alguien más, porque otros son los autores de su existencia como texto. Si hacemos caso a Monsiváis, las máscaras son el espejo del alma, y una máscara es una persona, o podríamos pensar en personaje, y Don Quijote y el ángel son los personajes de una ficción. Al final, también nosotros

“Escribí cosas fantásticas, cotidianas, imposibles de pensar, porque me parece que debemos continuar inventando nuestras propias ficciones”, fueron las palabras que encontré en un libro que, lamentablemente, no existe. * Vuela por toda la habitación y se detiene en cualquier parte, y por fin aterriza sobre la brillante superficie del espejo. Camina, se mueve, se acicala, y primero asoma su cabeza, llena como está de esos miles de ojos que nunca dejan de estar alertas ante una posible amenaza, ya sea una mano o el matamoscas, luego sus patas y por fin sus alas, que alisa antes de continuar volando, mientras la miro sorprendido cómo inicia su vuelo ahora en mi habitación. Quién sabe si la mosca, como Alicia, encuentre todo al revés a través del espejo. * Cuando mi hermano era pequeño nos contó una historia que se volvía real a medida que la pensábamos: “Cuando las cosas comenzaron a desaparecer todos se preocuparon, así que cuidaron de ver quién se las llevaba. Entonces descubrieron al niño que se comía los sartenes, los cubiertos, los platos, las servilletas. Sus padres lo llevaron al hospital y después de muchos estudios el médico les dijo: “Su hijo no tiene nada malo, únicamente se puede ver una cocina en su estómago””. *

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somos la ficción de alguien más, incluso la de nosotros mismos cuando nos hemos inventado a imagen y semejanza del espejo. * Jacob lucha con el ángel, busca entender su palabra, incluso el nombre “Jacob” significa “suplantador”, que se puede entender fácilmente como “el que roba”. Fue por engaño que le robó su primogenitura a su hermano Esaú, y también robó a su suegro, así que, sabiendo robar, quería robarle el secreto al ángel de Dios, pero el ángel fue más fuerte y robó el nombre para llamarlo de otro modo. “No te llamarás más Jacob, sino Israel”. Entonces, al amanecer, Israel tenía la huella de la batalla con el ángel en su cuerpo. Tal vez, en nuestras lecturas, en las noches en que leemos cualquier libro, o leemos el libro que necesitamos leer, queden las huellas del escritor en nosotros, y cuando despertamos, alguien nota en nosotros las huellas de Faulkner, Nabokov, Auster, Dos Passos, Pessoa y de todos los escritores que vamos leyendo. Ellos son los ángeles que luchan con Jacob, y nosotros somos Jacob sin transformar nuestro nombre, porque nos dedicamos a robar el secreto de la escritura de todos ellos. * Cuando Óscar de la Borbolla escribe el título El paraguas de Wittgenstein uno puede pensar, tam-

Usted soñó que no era usted sino otro. Iba sentado junto a ese otro y lo escuchó hablar con alguien sobre la visita de esa tarde a su amiga, así que decide seguirlos. Cuando llegan a la casa, el otro desenfunda su cuchillo y lo hunde en el cuerpo de su amiga, y mira cómo el otro se escapa mientras ella va perdiendo la vida. Y aunque usted era otro, al despertar, usted sí era usted y tenía el cuchillo en la mano y la sangre de ella en toda su ropa. * Cuando te pidieron que escribieras aquella historia donde un hombre encuentra a otro hombre encerrado en el espejo de su casa, dijiste que eso era imposible, que no podías narrarla y que mejor la escribiera algún otro, y te fuiste a tu casa. Al llegar te acercas a tu estudio y acaricias la superficie plateada del espejo sonriendo, y del otro lado alcanzas a ver que alguien escribe la historia que te pidieron. Te mira fijamente y te desvaneces frente a sus ojos. * A veces me pasa que estoy escribiendo un cuento, y cuando lo vuelvo a leer, me parece que lo escribió alguien más, que son otras manos las que teclean sobre la computadora, incluso que es otro pensamiento. A veces me confundo y pienso que soy otro, pero luego veo al espejo y me tranquilizo: sigue la misma siniestra cara que no conozco pero que ya me es costumbre verla cuando me mira atenta.

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bién, en el paraguas de Nietzsche, y recordar el fragmento, “He olvidado mi paraguas”. Entre un paraguas y otro, lo que vemos reflejado es que alguien busca cubrirse de la lluvia y que hay infinitas posibilidades, sin embargo, hay una posibilidad de olvidar. Podemos dar todo un giro en torno a la reflexión sobre los dos paraguas. Podríamos decir que el paraguas de Wittgenstein es de él, que lo tiene en la mano, que aún le pertenece. Podríamos decir que Nietzsche tiene un paraguas, pero no lo tiene en la mano, que incluso lo pudo perder. Yo, por mi lado, creo que Nietzsche estaba pensando en un doble, o hasta en un triple sentido para su frase. Cuando dijo “Dios ha muerto” fue el fin de las palabras que significan absolutos. Tal vez el paraguas signifique más, y podríamos decir, “Ha olvidado la forma de cubrirse de algo que, indefectiblemente, lo mojará”. Decimos “Mi libro”, “He olvidado mi libro”, “Estoy caminando por mi calle favorita”. En todos hay una pertenencia y alguien pronuncia algo. Pero, ¿qué pasaría si borráramos al “yo” de la escritura? ¿Qué sucedería si yo no fuera el que está escribiendo? Podríamos inventar un mundo de cosas con las palabras, las palabras continuarían significando. Pero, ¿y si inventamos una palabra que deje de significar? Puede ser que llegue a existir, pero mientras, Wittgenstein tiene un paraguas

* Una línea jugaba en la orilla de la hoja con el peligro de caer y desvanecerse, cuando escuché su risa y su canto y la traje de nuevo a lo que estaba escribiendo. Yo no sé por qué pero hay ciertas cosas escritas que cobran vida aunque nosotros tengamos la intención de que sean simples ideas anotadas al margen de las páginas. * Este no es un cuento, y aunque hable de un niño que dibuja en sus cuadernos todo un mundo que en la noche se hace real y él entra y lucha junto a los héroes en contra de los villanos que ha dibujado, este cuento no es un cuento, ni siquiera trata del niño, y mucho menos diré que es fantástico, así que regreso a seguir dibujando en mi cuaderno porque me esperan muchas aventuras. * “Cuando usted escribe un cuento, ¿qué busca que los demás leamos en él? ¿Qué sea la copia exacta de nuestro mundo? Si es así, los personajes podríamos ser nosotros. Entonces, ¿cómo podría yo saber que soy un personaje de ficción?”, le preguntó cierta persona al escritor. “Lo sabrá cuando lo termine de borrar de mi cuento”, fue la respuesta del cuentacuentos. *

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y Nietzsche ha olvidado el suyo, y yo, ¿yo? Yo estoy olvidando que tenía que escribir un cuento. * Hace tiempo inventé un personaje que llamé El hereje Dídimo, y con él procuraba replantear la Biblia, porque era un maestro de la herejía, un personaje fundado en los personajes de Borges. Así que se fue inventando una Biblia herética, ya que era creada por un lenguaje imperfecto, impuro. Jugaba con la idea de “dídimo” como mellizo o gemelo, pensando ya en la idea del doble, pero un doble siniestro, que permanece al acecho. Siempre con las palabras de la Biblia, pensaba en un hombre moderno escribiendo, como Pierre Menard, otra Biblia, idéntica a la original, para que se pudieran confundir. Podrían leer esa otra Biblia y jamás notarían la diferencia, porque serían las mismas, pero el autor y las intenciones para escribirla serían otros. ¿Cómo distinguir, entonces, el original de la copia? Ése era el trabajo que tendría en sus manos El hereje Dídimo: un trabajo asombroso, impecable, perfecto. Pero nunca llegué a escribir esta historia, El hereje Dídimo nunca llegó a existir. Tal vez en otro momento lo haga, pero ahora mismo lo he dejado a un lado. Pero la idea me parece aterradora. El herético Dídimo acecha mi mente, procura mis ideas, me mira en el espejo y me dice que lo

“Los cuentos están en la imaginación. Traerlos al mundo sería algo imposible, a menos que los sacáramos de nuestros sueños. Ese sería el medio para que fuesen más reales que nosotros. Piensa en Hulk, en Thor, en Iron Man, en Batman, en Linterna Verde, en Spiderman, o en Punisher. Ellos tienen poderes, pueden volar, correr a grandes velocidades. ¿Los imaginas en el mundo? Es posible. Escribe lo siguiente…”, me dijo mi hermano, con esa sonrisa que solamente tiene alguien que está planeando inventar una gran historia. * Lo fantástico irrumpe en lo cotidiano de una forma inexplicable, porque cuando menos lo esperas sientes que todo en la casa ha sido invadido por una presencia que te es extraña, como ahora mismo siento que me mira, escucho su voz, oigo sus pasos y me llama por mi nombre. Un ángel, un demonio, un fantasma o Dios mismo. No importa. Nunca me encontrarán. * Lo fantástico en la Biblia es que en el sexto día todo acontece, y en el séptimo Dios reposa. De ese modo, aún no vemos su reposo sino que seguimos viviendo en el sexto día, un día que Borges, en algunos de sus mejores cuentos, diría que se ha alargado a todas las generaciones de hombres en la historia. “Decir tigre es pensar en sus ancestros,

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haga existir para que lleve a cabo su obra maestra. Tal vez así fue como sedujo Satanás al hombre allá en el huerto del Edén. Tal vez por eso hoy descubrí entre mis notas sueltas que desde hace tiempo la primera imagen que hice del hereje Dídimo fue una serpiente doble enredada en sí misma frente a un espejo. * Alicia y Caperucita comunicaron que Peter Pan y Campanita habían vuelto al Mundo de la Fantasía, junto con Superman y otros superhéroes. Nietzsche, Kierkegaard, IronMan y Pinocho fueron testigos de la transformación del mundo real en una gran fábula: por fin el mundo real se borraba en sus contornos y era habitado por Neverland, Wonderland y Wordland. * Kierkegaard escribe varias veces la historia de Abraham e Isaac en el momento del sacrificio. Derridadeconstruye el libro del filósofo danés en un libro que se titula Dar la muerte. La Biblia menciona que Abraham, cuando estaba a punto de sacrificar a Isaac, escuchó la voz del ángel de Dios y un carnero fue depositado para el sacrificio. Alguien mencionó que era un demonio el que engañó a Abraham, así que, si fuera esto cierto, Abraham habría asesinado cruelmente a Isaac. Una historia herética menciona que cuando Abraham levantó

en todo lo que ha comido, en el agua que ha bebido”, más o menos dice Borges. Decir sexto día y creación del hombre es decir: “Todos los que fueron registrados en la Biblia, y todas las generaciones que fueron antes que nosotros, y todas las generaciones después de nosotros, y nosotros mismos...” * En algún lugar leí que las moscas se quedan completamente quietas entre las dos y las cinco de la mañana. En ese tiempo, si llegan a moverlas volarán erráticas, pero al siguiente instante volverán a estar quietas. La persona que escribió eso dice que posiblemente la mosca esté durmiendo, o estará enamorada, reflexionando acerca de la vida junto a su amada. Incluso es posible que piense en la inmortalidad del cangrejo, o en su infinita vida y cuántas veces, según Monterroso y su ensayo “Las moscas”, ha regresado después de andar por todas partes de este mundo, cual si fuese el diablo en el cuento bíblico de Job, o el Mefisto del Fausto de Goethe. Es posible todo esto, pero yo me inclino más a creer que planea su venganza contra nosotros. * Dibujo mundos en el viento que se desvanecen en un momento, y los pensamientos que rodean la realidad se fragmentan todo el tiempo. Vuelvo a

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el cuchillo para degollar a Isaac, éste pudo ver a su padre a punto de asesinarlo, y horrorizado, gritó. Luego el relato continúa diciendo que Sara, la mujer de Abraham, vio venir a lo lejos a su hijo único, con los animales cargados de madera, y un animal colgando, ya preparado para ser cocinado al fuego. Isaac dijo a su madre: “Dios provee de comida en todo momento, madre mía”. Sara le pregunta a su hijo: “Y tú padre, ¿dónde está?”, a lo que Isaac responde: “Quizá haya salido a ver a los animales, o esté en el sendero, de regreso a casa, o esté visitando a mi hermano Ismael”. Sara se quedó pensativa, pero disfrutó del alimento tan especial que su hijo logró cazar. Y es así como nació el dicho “todo queda en familia”, porque Abraham quedó en Isaac, y nadie niega que esa noche, en la cena, nuestro padre Abraham estuvo presente. * Estoy escribiendo mi obra maestra, una que el tiempo sabrá cuidar y multiplicar. Sé que todos la leerán, e incluso sabrán de ella mucho antes de saber leer. Bueno, pero debo confesar cómo llegué a esta obra. Caminaba por la calle un día en que dos hombres hablaban en un café acerca de la obra de uno de ellos. Su obra estaba acabada hacía algún tiempo, pero no había encontrado editor aún, así que hablaba con el hombre para saber si él podía editar su obra.

tu mirada una y otra vez y todos los secretos del universo son encontrados entre tus párpados y tus palabras vacías de significado se tornan más complejas a medida que tus labios se cierran y dejan de entregarle el ser al pronunciarlas. Los silencios en el mundo se van tejiendo entre las voces de las cosas y sus sueños se esfuman cuando duermen. Este es el dibujo que he hecho sobre la hoja de papel que tengo en la mesa. Lo trazo y lo borro, lo borro y lo trazo, hasta que descubro que ha quedado perfecto. El dibujo de un pensamiento, de una voz que no dice nada y de unas palabras huecas. Este es un texto que ha perdido el sentido. * Entonces me senté y leí ese libro gigantesco toda aquella noche, pero me sorprendí al ver sus historias, incluso llegué a pensar que mi abuelo debía aburrirse mucho con ellas, porque no contaban algo más que no fuera la fantasía de un hombre anciano. Esa noche, sin darme cuenta, mis pensamientos construyeron un mundo imaginario más grande que cualquier otro mundo que yo hubiese creído que existía. * Había una vez un pequeño libro de cuentos que soñaba con ser un diccionario absoluto. Los demás libros se burlaban de sus aspiraciones diciéndole que jamás llegaría a lograrlo, que era demasiado

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Cuando el hombre echó a andar, lo seguí, y cuando entró a una calle solitaria, adelanté el pasó, lo enfrenté y le di muerte. Tomé su manuscrito y me alejé corriendo. Al llegar a casa, abrí el libro, lo revisé, vi el nombre del autor y comprendí que sería fácil cambiar su nombre por el mío. Ahora sé que aquel hombre, que hoy está muerto, era un tal Cervantes, y que su libro, ahora mío, tiene un personaje principal, un tal caballero de la Mancha. * Se buscó en facebook y se encontró, se mandó la invitación y se aceptó, luego se puso un comentario y se contestó, entonces quedó en verse al otro día en el zócalo. Amaneció, se fue al centro, esperó a que diera la hora para encontrarse, y cuando llegó al lugar acordado, su sorpresa fue que aún no llegaba, así que se esperó cinco minutos más, diciendo: “Si no llego pronto, me voy”. Esperó, desesperó y se fue, y cuando llegó, no se encontró, pero se dejó una nota: “Ya no debo ser impuntual”. * El hombre le preguntó si podía hacer el trabajo de forma perfecta, a lo que el otro contestó: “Las palabras ‘error’, ‘fallo’, ‘imposibilidad’ o ‘incapaz’ no existen en mi diccionario… Creo que debo pedir que me lo cambien pues seguramente hay otras palabras que también falten”.

pequeño para ser cualquier cosa y que por eso ni siquiera podría llegar a ser un manual para armar una hoja en blanco, lo cual era una burla. Lo bueno del librito es que entre sus páginas estaba la historia de Pinocho, el muñeco de madera que quería ser un niño de verdad, así que invocó al hada de los deseos y pidió uno. Desde ese día, el librito se convirtió en un gran libro de crítica literaria y los otros libros dejaron de molestarlo porque podían ser despedazados. * Don Quijote camina al lado de Hamlet y cuando cruzan un puente, el hidalgo explica al príncipe que ambos son palabras que se mueven adentro de sus propios textos. Discutieron acerca de todo y poco a poco entablaron amistad. Ninguno de los dos imaginó que Shakespeare y Cervantes se encontraban, en ese momento, jugando ajedrez, y a cada movimiento que alguno de los dos hacía, anotaban en sus respectivas novelas una nueva frase, una nueva cita, o incluso un pensamiento nuevo. * Ha caído la mosca en su tela y sus alas producen vibraciones, el arácnido llega en un momento y la enreda a una velocidad imposible de igualar. Miras cómo la araña envuelve al díptero; miras cómo va cubriendo sus ojos y todo su cuerpo; miras cómo inyecta su veneno y lo paraliza. Ya no

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* Cuando extravié mis lentes, le dije a mi hermano que me compraría otros. No podía ver las cosas, todo era diferente porque veía borroso y no podía distinguir nada. Mi hermano me dijo: “No compres otros, a veces es necesario dejar de ver el mundo tal como es para poder recuperar un poco la ficción”. * En los límites del lenguaje creamos todos los momentos que habitan nuestra memoria, y tú sigues siendo el fantasma que aparece todo el tiempo en mis recuerdos. * Sueña Velázquez que pinta Las Meninas y en su trazo están reflejados todos los elementos de la pintura, y en la tela queda dibujado su rostro mientras contempla el mundo que ha querido plasmar, y que solamente la pintura puede interpretar. * Borges escribe acerca de la flor de Coleridge como una flor que alguien pudiera traer del sueño al mundo real. Esto mismo sucedió cuando soñé una catedral gigante, y podía ver el estudio del filósofo Derrida y entraba en él y observaba sus libros, entonces hablamos un momento y le pedí que me escribiera una frase. Tomó una hoja

ver el momento en que son las pequeñas crías las que van devorando a la víctima y es que la telaraña en tus ojos ya no te deja ver lo que sucede. * El pintor retaba a todos diciendo que él podría transformarse en la ficción de su propio trazo, pero nadie creyó en sus palabras. Fue al otro día que encontramos sobre el lienzo el rostro del artista delineado de modo perfecto y detrás de nosotros él nos hablaba de la representación de las cosas dentro del mundo de la pintura y de cómo todo eso era una ficción literaria llevada a su obra. “En eso se parecen Velázquez y Wilde”, concluyó, y al voltear a mirar el rostro de quien nos explicaba pudimos ser testigos de que la voz era un susurro desvanecido. * Todas las piezas estaban a punto de entrar al lugar cuando una mosca, que volaba cerca del tablero, se detuvo sobre la cabeza del rey. Cuando la mosca vuelve a volar, el rey cae, rueda, se sale del límite de su cuadro y queda tirado en el suelo. Los peones se asomaron a ver el acontecimiento; la dama sollozó un momento pero en seguida recuperó la calma y solamente algunos advirtieron una sonrisa en sus labios; las torres temblaron pues no habían hecho bien su trabajo. En el fondo, a espaldas de todos, estaban los alfiles, que habían

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en blanco y apuntó algo, y cuando me entregó el papel, pude ver su frase: “El Mismo se desvanece en el Otro”. Esa es mi flor de Coleridge. * Rimbaud escribe un poema sobre Rimbaud, pero no sobre él, porque es un poema que ha soñado; Poe escribe un cuento donde el protagonista es otro que se llama igual que él; Kerouac comienza a vivir la literatura que ha inventado; Borges repite las palabras de Nietzsche para entender el pensamiento del filósofo alemán; Monterroso rompe un espejo y cae fragmentado. * El libro circular que escribió Cortázar encierra la realidad completa en él, y si buscamos en las listas que están en ese otro mundo que es su literatura podríamos encontrar que alguien ha escrito nuestros nombres. * Monsiváis sueña con una escritura que encierre por un momento la Ciudad absoluta, y busca que esa escritura sea testimonio de lo infinito del mundo. Una escritura sin medida, como el mundo. * Borges sueña que escribe un cuento donde queda encerrado entre sus líneas el secreto nombre de las cosas que solamente Dios conoce y que le ha revelado pero que pierde cuando despierta.

conspirado contra el Monarca, y ya sonreían satisfechos pues al fin la corona era derrocada y el poder de la fe se mantenía en pie. * Leí una definición que me sorprendió, y no es para menos: “El alfil bueno es el alfil malo”. Una serie de reflexiones vinieron a mi mente: ¿Es posible que el alfil, cual cuento de terror, tenga una doble personalidad? ¿Es que acaso las demás piezas podrían confiar en semejante personaje? ¿Cómo es posible que el rey y la dama accedan a que el lugar de esta pieza sea junto a ellos? ¿El espejo habla de un alfil distinto al que se refleja? ¿En algún momento tratará de asesinar a todo el ejército de peones? ¿Sería posible que permaneciera junto al caballo sin que tratara de huir en él o que la torre permaneciera en su lugar sin que este maligno personaje dejara la puerta abierta para que entraran todos los enemigos? Ahora entiendo por qué a escritores como Borges o Arreola les fascinaba este juego que se presta a todo tipo de ficciones de la imaginación y narrarlas, y casi puedo ver a Don Quijote jugando contra sí mismo. * Cuando comencé a escribir el último cuento las ideas daban vueltas en el cuarto y se detenían frente a las cosas. Una idea se quedó dormida y

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Cuando despertó miró hacia el techo de su cuarto y observó algunos puntos negros, que distinguió una vez que tenía sus lentes: varias moscas estaban sobre la superficie y algunas más volaban por toda la habitación. Debía utilizar el matamoscas o el insecticida. Se levantó y miró la hora: 7:30 am. Buena hora para iniciar sus actividades, así que puso a calentar agua para el café, prendió su computadora y buscó sus libros. Ese día escribiría un cuento, pero no sabía cómo iniciar, aunque era urgente que lo mandara porque saldría en el suplemento cultural de siempre. Revisó las noticias buscando algún material que le ayudara a escribir. Buscó imágenes, pensó en algunos temas: ciencia ficción, literatura, reseñas. Necesitaba pensar en un cuento perfecto, así que también leyó a Cortázar. Un pequeño cronopio, el viaje de un cronopio, cerró el libro, pero recordó Bestiario y buscó el cuento, volvió a cerrar el libro. No era lo que buscaba. El café estaba listo y comenzó a beberlo mientras repasaba

la otra fue a sentarse frente a mí y nos pusimos a discutir. Ella opinaba que el mundo se acabaría en el silencio sepulcral de una voz que calla, yo creía que el mundo era conceptual y que no terminaba nunca sino que lo reinventábamos. Una idea se detuvo frente al espejo a componerse un poco el cabello y otra estaba fumando un cigarro en la mecedora. Dos ideas estaban sentadas escribiendo en la computadora. Ese cuarto era una locura pues todos estábamos trabajando en diferentes proyectos. Con una voz cavernosa la idea mayor entró interrumpiendo nuestras actividades. Señaló que ella tenía que ser la primera en desarrollarse en mis textos. * Primer movimiento: entro a la casa. Segundo movimiento: aplasto un mosquito con la palma de la mano. Tercer movimiento: veo el mosquito aplastado y entonces sucede: se revela el conocimiento que Job tenía en la Biblia. Jehová habló desde la nube y me convenció de que nada soy. Entonces me muestra todas las cosas que él ha creado: veo las nubes, la lluvia, el espacio, las estrellas, constelaciones, soles, lunas, planetas; veo el principio del mundo, los mares, los peces en el mar, las aves en el cielo, los animales del campo, los animales en las montañas; veo la creación de los hombres, su evolución, las primeras ciudades,

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Un cuento acerca de las moscas Las ideas revoloteaban en mi mente como si fueran moscas en el cuarto


algunos otros cuentos. “El Dinosaurio”, de Monterroso, o “El paraguas de Wittgenstein”, de Óscar de la Borbolla; “La casa de Asterión”, o “El Aleph”, de Borges. Recordó que Saramago recomendaba leer antes de escribir, y que Borges se consideraba mejor lector que escritor. De ese modo, dieron las 10 am. Salió por el periódico mientras pensaba en más cuentos. Podría ser “El diario a diario”, de Cortázar, pero el problema es que solamente pensaba en cuentos largos. En el cuarto las moscas volaban todo el tiempo. El sonido del chat lo distrajo y saludó a la persona. Revisó su facebook, su twitter y decidió ver algunos videos en youtube. Buscó información en google. Entonces pensó que buscaría encerrar en una sola línea la suma de todos los libros que había leído hasta este tiempo. Pensó en Don Quijote, en Macondo, en literatura, en filosofía, incluso en la información de su blog. ¿Qué le interesaba en todo momento? La formación de las palabras, sus significados, lo que podía construirse con ellas. Comenzó a repasar en su memoria algunas palabras. Derrida o Foucault, incluso su tema favorito, Babel, pero ahí seguían Derrida y Foucault. Recordó el sueño que tuvo donde Derrida estaba en una catedral, en su estudio, y la puerta entreabierta dejaba ver grandes libreros,

las primeras calles, las primeras imágenes; veo las cosas que ha creado el hombre: automóviles, teléfonos, computadoras, cuadernos, calculadoras, cámaras fotográficas, barcos, naves espaciales, edificios. Entonces viene la última revelación: veo un libro que se cierra delante de mis ojos y que Dios ha escrito. Borges lo sabía: somos los versículos y las notas que otro escribe. * Una línea que nace de la palma de mi mano se dirige hacia afuera de mi habitación y sale por la ventana y tengo que seguirla por la calle y sube por el pie de una mujer y entra por sus ojos hasta su mente y sale cuando tiene pesadillas y continúa por todo sitio que hasta ahora no conocía y atraviesa el lago y el árbol y el gato y el ave se la lleva volando y la deposita sobre aquella montaña que se dirige en su sombra hacia la calle que se dirige hacia mi casa que llega hasta mi habitación y que regresa a la palma de mi mano, pero yo no estoy porque salí a buscarla, así que la línea sale y recorre el mismo camino cientos de veces. * Me miras y te pregunto si piensas en algo pero guardas silencio y te insisto que me respondas y cierras los ojos porque ahora ves en tus sueños que te estoy preguntando si piensas en algo y odias cuando te cuestiono sobre algo que yo sé que tú

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pero él únicamente le había pedido una frase en una hoja: “El Mismo se desvanece en el Otro”, fue la frase en su sueño. “La flor de Coleridge” era el cuento que recordaba cuando escribió la frase que Derrida le dio en un sueño. Recordó la pregunta que hicieron en una película, “¿En qué idioma sueñas?”, y también recordó la importancia que tenían para él los sueños, no porque significaran algo, sino porque eran construcciones muy elaboradas del lenguaje. Las moscas continuaban volando por toda la habitación. La 1 de la tarde y aún no escribía ni una sola línea. Pensó en “El idioma analítico de John Wilkins” y cómo Foucault había usado la lista de animales que Borges describía para Las palabras y las cosas. Así que debía ser un cuento que hablara del lenguaje, de la ficción, de literatura, de filosofía, y de otros cuentos, pero sin nombrar ninguno, sino que todos los libros del mundo estén ahí, como si se tratara de “La biblioteca de Babel”. Pensó en máscaras, en relojes, en laberintos, en libros, en bibliotecas, en el infinito y en Borges; pensó en Steiner, en Eco, en Monsiváis. Pensó en Juan Villoro. Repasó antiguos textos, buscó algunas líneas. Las moscas se detenían y volaban de vez en cuando, muy cerca de él, en su cabeza y en sus manos y estaban detenidas en el escritorio.

siempre haces y ya no me diriges la palabra hasta que despiertas y me escuchas en mis preguntas y me respondes con un beso y me dices que amas la forma en que te pregunto si piensas en algo porque dices que eso significa que ya nos conocemos tanto que no necesitamos palabras para comunicarnos y luego vas despertando y me miras fijamente mientras te pregunto si estás pensando en algo y cierras los ojos y regresas a seguir soñando porque prefieres verme en sueños porque así puedes decir aquello que realmente estás pensando. * A través de los lentes se puede leer la noticia en el periódico que quedó sobre la mesa, es un artículo acerca de la muerte de un escritor fallecido casi al mismo tiempo que él. La silla permanece como la dejó cuando se sentaba en ella a escribir con esas plumas que quedaron a la mitad de una frase complicada a punto de que la insertaran en una nueva novela. Hojas sueltas, separadores dentro de algún libro, las voces en el cuarto, el espejo sin rostro, el peine junto a la carpeta de notas. Todo en el lugar huele a recuerdos. Una flor atrapada entre las páginas que recuerdan el día 14 de junio de 1986. La mujer dialoga con las cosas, con los objetos llenos de la presencia de aquel escritor que ahora no es otra cosa sino los textos que nos dejó a todos nosotros. En silencio se puede escuchar el

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Entonces pensó en las moscas, en su vuelo, en sus muchos ojos, en su fuerza, en que están en todos lados, en los escritos que hay sobre ellas: Monterroso, Cortázar, incluido William Blake. La mosca volaba por su cabeza y pensó que podría ser un ángel disfrazado, y pensó que los ángeles guardianes debían ser las moscas porque en cualquier casa las hay, son moscas caseras que nunca dejan al hombre, como si fueran, precisamente, ángeles de la guarda, ya que son la dulce compañía, de noche y de día, de los hombres. Cuántas moscas había en el cuarto. Se escuchaban sus zumbidos. Quizá podría escribir un microcuento sobre una mosca; quizá podría decir “Ella vuela por toda la casa sin detener su vuelo porque sabe que en la noche alguien la encontrará seca”, pero no sonaba muy bien. “Sus ojos encierran el secreto del universo siendo posible que Borges tuviera ojos ciegos de mosca”, pero no le gustaba la idea. No conseguía el cuento y dejó a un lado la idea, así que decidió escribir sobre el lenguaje o las palabras. Encerrar en una sola idea todo lo que hasta ahora había pensado. Tenía el cuento perfecto. Lo leyó una y otra vez y le parecía perfecto, encerraba la idea que tenía en mente, criticaba justo lo que quería criticar, hablaba de lo que necesitaba hablar. Las moscas pasaron cerca y dieron las 6

susurro de su voz que nos habla desde cientos de páginas inolvidables, y el susurro de ella: “Saramago, ¿cuál es la consistencia de tus sueños?” * Desde niño acostumbraba leer las enciclopedias que mi papá nos compraba. Buscaba en ellas el conocimiento acerca de todos los animales: ranas, sapos, tortugas, dinosaurios, aves, serpientes, y todo lo que pudiera despertar en mí la imaginación. Pero el mayor de todos los animales que despertaba mi curiosidad y que lo leía asiduamente cada día era el tiburón, no cualquiera sino el blanco, con sus infinitas hileras de dientes, su enorme tamaño; todo eso era lo que despertaba en mí la sensación de estar frente a un animal fantástico e imaginaba las más impresionantes aventuras marinas donde yo era el Capitán de un barco que buscaba a un enorme tiburón blanco, ya no un cachalote. Pensaba en el gran pez que devoró a Jonás y que es descrito en la Biblia y siempre buscaba sorprender con mis historias, aunque me detenía al momento de pensar en que era este tipo de tiburón el que se había comido al profeta de Dios y solamente me podía preguntar cómo era posible que hubiera sobrevivido. *

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de la tarde. Hora de comer. El problema estaba en que el refrigerador no servía y su comida se había descompuesto, así que pensó, al ver los gusanos, que ese era el origen de las moscas. Tiró todo lo que estaba echado a perder y cuando pensó que habían desaparecido las moscas, volvió a escuchar el zumbido. Más lejos esta vez, como si escuchara una mosca en otro lugar. Volvió al cuento después de comer una torta que salió a comprar. Esta vez sí escribiría lo que tenía en mente. Ya lo había hecho con el lenguaje, por qué no con la mosca. Dieron las 10 de la noche. Inició a escribir. Aún escuchaba la mosca a lo lejos. Recordó que hay moscas que depositan sus huevos en algunas orugas y que cuando éstas se vuelven capullo, los huevos de la mosca revientan dentro y las larvas devoran a la oruga, y de este modo, cuando el capullo revienta, lo que nacen son pequeñas moscas. Una escena surrealista, dado que del capullo no surge una mariposa sino una mosca. Así que intentaría algo de este tipo. Había terminado. Era la medianoche. El cuento estaba listo. Apagó la computadora y se fue a dormir escuchando la mosca a lo lejos, una mosca que nunca dejaba de zumbar. Ya en su cama, con el silencio de la noche, pudo comenzar a escuchar a la mosca y pensó en ella. Tal vez estaba

La mosca habló en la reunión y el perro ladró, porque entre los dos trataron de explicar cuál es la función de aquellos. El gato y el perico votaron en contra, un guajolote apoyó lo dicho anteriormente, y la hormiga, que pasaba cerca, comentó que la rana y el sapo también se sentían incómodos con la presencia de ellos. La serpiente, el cocodrilo, el armadillo, el canguro, las aves, el caballo, el rinoceronte, incluso la paloma y el cuervo, todos se quejaban de que por años habían sido objeto de burlas y que los habían incluido, más de una vez, en lo que daban en llamar “bestiarios”. Así que pasaron lista: hipopótamo, avestruz, borrego, gallina, ratón, pulga, garrapata, búho, águila, pato, tortuga, gorila, orangután, y en el mar, pulpo, delfín, ballena, tiburón, orca, foca. Todos estuvieron de acuerdo. Así que, cuando la familia entera comenzó a subir hacia el arca, los animales cerraron antes la puerta, y sobre el mundo llovió y nadie pudo registrar semejante diluvio porque no hubo hombre alguno que sobreviviera. * Rabí Moshé Hebel Hibraham soñó un texto que tituló Los tres pilares del hombre: la mirada, el pensamiento y el lenguaje, que le fue dictado por Dios durante la visita a una caverna mágica. Un teólogo llamado Juda Cohen había soñado la interpretación perfecta de la Biblia, ya que

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en otro cuarto, quizá en la cocina, podría ser en el baño, pero prestó atención. La mosca no estaba en ningún lugar de la casa, sino ahí, en el cuarto, pero lejos, muy lejos, o quizá más cerca de lo que él se imaginaba. Recordó el cuento: un hombre vivía solo y siempre escuchaba el zumbido de las moscas por toda la casa. Cada noche sentía que se volvería loco porque los zumbidos nunca dejaban de escucharse, y sus sueños incluían moscas. Una vez, al dormirse, descubrió que las moscas estaban paradas en su cama, sobre su cobija, sobre su cabeza, en sus manos, en todo su cuerpo. Veía cómo caminaban sobre él, y la comida que estaba sobre la mesa tenía tantas larvas que era imposible saber si se trataba de pan, de carne, u otra cosa. El hombre estaba tan aterrado por ver tantas moscas junto a él que comenzó a gritar, así que las moscas comenzaron a volar hacia su boca, atravesaron por su garganta, llenaron todo el cuerpo del hombre y simplemente se podía escuchar un susurro que se apagaba con los zumbidos de las moscas. Dejó de pensar en el cuento porque el zumbido lejano lo molestaba cada vez más, así que se levantó y fue al baño, se lavó la cara y siguió escuchando el zumbido. Salió hacia el cuarto buscando la mosca, pero no la encontró; fue a los otros cuartos y no había nada; regresó a su habitación

en ella se encontraba el significado absoluto del libro sagrado. Dicen que Kafka tuvo un sueño imposible y que fue escrito en un libro que jamás llegó a publicarse porque lo desecho antes de que siquiera fuese leído. Sartre había escrito algunos prefacios y en ellos mostraba parte de su filosofía a partir de algunos sueños, pero los destruyó porque sus teorías no se podían basar en conceptos ficticios. Un hombre soñaba un ave que conforme subía hacia el cielo se transformaba en diferentes animales y cada uno tenía un significado de una palabra, luego se fueron transformando en conceptos y cada concepto se estiraba hasta que dejaba de significar lo primero y se transformaba en todas las cosas. El hombre despertó y lo escribió todo, y es el libro que hasta ahora ya nadie ha encontrado y que sólo algunos tienen en sus bibliotecas y que es llamado Los tres pilares del hombre: la mirada, el pensamiento y el lenguaje basado en un libro soñado. * El ajedrez de Borges decidió iniciar una partida por sí mismo, así que cada pieza tomó su lugar. Cuando hicieron la formación siguieron sus propias jerarquías y no las reglas del juego que nosotros les hemos marcado. Como sabemos, las cosas no tienen la menor idea de nuestra neurosis que siempre intenta sistematizarlo todo, así que

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y se acostó de lado. Su oído estaba pegado a la almohada, así que pudo escuchar más cerca a la mosca, y prestó atención. El zumbido estaba muy cerca ahora, tan cerca que lo podía escuchar como si fuera una mosca enorme. Cada vez más fuerte, cada vez más terrible, cada vez más cercano. Se tapó los oídos con sus manos y escuchó. El zumbido estaba adentro de su cabeza. Se acercó al espejo para observar y vio en sus ojos. Los cientos de ojos lo observaban. Se podía ver cómo se movían las alas y las patas. La mosca se detuvo por un momento atrás de su ojo y comenzó a sacar la cabeza y sus cientos de ojos por la pupila. Al salir, alisó sus alas con sus patas traseras, preparándose para volar. El hombre estaba horrorizado con la imagen, porque vio emerger una nueva mosca que alisaba también sus alas. Lo último que pudo recordar es que fue corriendo a su escritorio a buscar, tal vez, un lápiz o una aguja, o algún otro objeto que le permitiera sacar de su cabeza todas las larvas que, estaba seguro, las moscas habían depositado en él. Nadie devoraría su cerebro nunca. Mucho menos las moscas.

ellas jugaron libremente con las capacidades que habían adquirido de la imaginación de su dueño. Habían escuchado tantas veces al escritor narrar sus teorías literarias, sus ficciones o sus obsesiones, que terminaron por entender, más que un sistema, una forma de moverse y ser sobre su pequeño mundo de cuadros blancos y negros, así que el juego comenzó. Cada una de las piezas se movía en base a su necesidad. De entre todos, eran los peones los que se dedicaban a capturar a los enemigos del rey, y la dama destruía cuanta pieza se atravesaba en su camino. Los alfiles caminaban, obispo sobre elefante, detonando a la distancia todo lugar haciendo un gran daño. En eso estaban todos cuando un peón se sube a uno de los caballos, e invocando todo el poder de la literatura borgesiana, atraviesa de un solo movimiento, de esquina a esquina, como por un lugar aparecido, el tablero, hasta quedar junto al rey, y atacándolo por la espalda, el peón da un grito de furia que demostraba más valor que las demás piezas, y exclama victorioso las palabras que demuestran la caída de un Imperio: “¡Jaque mate!” * Observo varias veces la pintura de Velázquez, sí, esa misma que de citar tantas veces todos saben que es una de mis pinturas favoritas porque me

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Lo conozco, aunque no sé si en el afuera o en el adentro del pensamiento. Lo conozco aunque lo he borrado de mi memoria completamente. El lenguaje es un juego de espejos que multiplica sus palabras al mismo tiempo que las desvanece. Sus palabras son fugitivas. Cuando comencé a mirar aquella pintura que se podía reflejar en el espejo de la habitación, me habló acerca del pintor, de la técnica, de lo simbólico del tema, de la fecha, y supe que era un cuadro antiguo y original. Me dijo que había adquirido la pintura porque representaba, desde su visión, la exactitud del pensamiento y del lenguaje. Para él significaba la forma en que vemos. El pintor español había plasmado un cuadro que podría ser pensado como la teología de la pintura. No me dijo el nombre porque lo había olvidado.

ha hecho pensar más que otras. El pintor está viendo hacia afuera del cuadro para decirnos que no es el cuadro lo que ha querido dejar como representación de su pensamiento sino la relación del lector con su cuadro. Te llama, te señala, Velázquez te ha elegido para pensar su pintura. Tu mirada, lejos de ser un intruso en el mundo del cuadro, es lo que necesitas para pensarlo. Por un momento, quizá eterno, tu mirada y la del artista se entrelazan en un mudo diálogo. Se teje, o sería mejor decir, se texe, porque aquí de lo que se trata es que estamos pensando la pintura como un texto. Lo que te diga, lo que signifique, es para ti y para nadie más. Cierra los ojos e imagina que entras a la pintura. Cobra otro significado cuando tú entras a ella por esa ventana que está allí, en ningún lugar y al mismo tiempo es una puerta ubicua hacia tu mente para que pienses el cuadro. Después nos dirás lo que has visto. Por ahora pasea por la habitación, intenta mover a la infanta, a la enana, a las meninas, al perro, a las personas que están detrás, tienes que ver de dónde proviene la luz que surge de pronto, explícanos si el hombre en la puerta entra o sale, di si los reyes enterrados en el espejo están en la habitación o es una representación de su poder omnisciente. Pero sobre todas las cosas no dejes de decirnos qué es lo que está pintando Velázquez. Imagino

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Las palabras se desvanecen El mundo está en mi cabeza. Mi cuerpo está en el mundo Paul Auster Toda metáfora es un mito en pequeño Vico


En la escritura de esta historia, todo lo que he registrado es lo que he visto tal como lo he visto. Siempre llevo conmigo una libreta para tomar apuntes, y que sea fiel a lo que he contemplado. Todo lo que me ha dicho, sus reflexiones, sus pensamientos, sus frases, han quedado registradas aquí. Lo que se ha borrado es el “yo” que narra, que dice lo que dice, para dar paso al lenguaje en soledad sin más. Simplemente escrito. El fantasma de su recuerdo se registra por medio de sus palabras. Nadie las pronuncia, sin embargo las escucho y las registro. Es la aparición en el texto, es la escritura que nos acecha, que surge en cualquier momento en la hoja en blanco. Después de hablar con él dibujo un “yo” con un símbolo entre lo finito y lo infinito, y luego tacho ese mismo símbolo, porque no está, porque es el fantasma del texto. Es la escritura que representa el mundo, así que ya podemos borrarla, me dije y comencé a escribir. Un recuerdo brotó de momento. No sé de dónde vino porque no es mi recuerdo, es algo que no viví, y que seguramente me transfirió desde el afuera del pensamiento. Registro el recuerdo. Sigo anotando. Dibujo la escritura porque el dibujo siempre corre el riesgo de ser borrado. Las palabras tienen en su interior el significado de sí mismas, dibujado como una caja hueca, pero que no vemos.

que son nuestros rostros y con su mirada nos dice que permanecemos en la ficción de su pintura, difuminándonos del horizonte del lenguaje de nuestro mundo real. * La ficción de un libro infinito ya tiene tiempo que nos viene carcomiendo la mente y produce, en más de una ocasión, las fábulas más inquietantes, las más febriles imaginerías, los pensamientos más asombrosos. Todo lo anterior es posible que se realice en un sueño, y nada más, o definitivamente, como en el caso del libro que nos interesa hoy, todo lo anterior es posible en la escritura. Comencé de este modo el trazo de mi propio mundo y así fui encerrando en la hoja de papel entradas y salidas hacia la ficción. Un mapa de mi propio pensamiento, eso representa lo que estoy haciendo. No sé cómo terminará, pero Borges señala que un hombre dibuja en la pared todas las cosas que hasta ahora forman parte de su mente y, sin darse cuenta, lo que ha trazado es su propia cara. Si escribiéramos sobre lo que recordamos seguramente estaríamos describiendo la ficción que somos. * Me llamó por teléfono para decirme que el sábado vendría a asesinarme, que no hiciera otros planes, pero le dije que ese día me era imposible estar en

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Recuerdo al tal hombre conocido y desconocido, lo recuerdo estando allí. En ningún lugar pero hablando conmigo. Se ha desdoblado hacia mis recuerdos, y lo describo como “por encima de mi conocimiento y de mi desconocimiento”. Ahí estaba nuevamente, separado al otro lado de, pero tan cerca de, y un pensamiento era lo que nos unía. Seguía registrando todo. La escritura ya sin mí ha creado un doble, un fantasma, un juego de espejos, así que este que está aquí es parte de mi lenguaje. Me observé en el espejo pero no me reconocí, así que dibujé toda la noche una imagen que no entendía, sino que la tenía que interpretar. Una imagen llena de cosas. El mundo que dibujé estaba trazado adentro de un espejo que reflejaba lo que estaba afuera del espejo. El dibujo estaba adentro y afuera, al mismo tiempo. El dibujo representa, con exactitud, el mundo afuera de mí y el mundo adentro de mí, y ambos mundos serían idénticos si no fuera porque las palabras escritas en el dibujo los vuelven diferentes. Reviso mis manos y reviso mi cuerpo. Me veo frente al espejo. Procuro olvidarme, desvanecerme. Uno debe desvanecerse del texto si quiere que su texto signifique libre. Reviso el espejo, ya no estoy en él. Ahora solamente queda mi escritura. Recuerdo un recuerdo, y en él va el olvido de aquel

la casa, y me dijo que si el domingo tenía tiempo, a lo que le respondí que no sabía la hora en que regresaría después de ir a la iglesia. “Quedamos de acuerdo en la semana”, me dijo. “Tendré mucho trabajo”, le respondí. “De acuerdo, ya habrá tiempo”, y colgó. * Me hubiera gustado presentar delante de ustedes la invención de una máquina que produjera tantas palabras nuevas que en cuestión de minutos tuviéramos delante de nosotros cientos de enciclopedias llenas de términos tan fantásticos que no hubiera un solo lugar en las bibliotecas de este mundo donde pudiéramos acomodarlas u ordenarlas, porque obviamente lo que leeríamos (si es que eso pudiera ser posible), estaría escrito de otro modo, con letras jamás imaginadas que formarían a su vez palabras imposibles porque no sabríamos su pronunciación, mucho menos su significado. * Como sabemos, la máquina no requiere de la palabra para poder crear los deseos, sino simplemente de percibir aquello que existe en el interior del que anhela. Estos son algunos fragmentos conjeturales de lo que sucedería dentro del mundo de la literatura si este tipo de máquina existiera:

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que me dijo todo lo anterior y que solamente puedo encontrar, ahora, en las palabras de mi escritura. Esto que he escrito carece de alguien que diga la palabra que está escrita aquí. Así que se vuelve completamente falso aquello que está escrito, porque nuestra verdad, aquella que se escribe, ha sido abandonada por el que la dice. Ahora estoy en el sótano de la casa, aquella casa que algunos llaman “casa del lenguaje”, y en la que habito sin habitar del todo, porque el sótano es la parte, siempre oculta, de una casa. Es en ese lugar donde tengo una visión. Una mujer camina junto a un hombre, pero no están en ningún lado. Los dos son la visión que tengo en medio de la oscuridad, así que está oculto el sentido de lo que veo. Esto también es testimonio de aquel que no está. A partir de aquí es la escritura de otro que no soy yo, y su escritura nace desvaneciéndose. Recuerdo a un hombre, pero no recuerdo su nombre. Recuerdo el sonido de su voz y las palabras que pronunciaba. Ese hombre entró un día en la casa y comió con nosotros, porque era invitado de mi padre, ya que trabajaban juntos. Los dos eran constructores de grandes fábricas y edificios. Los dos acostumbraban hacer planos para trazar sus ideas. El hombre escribía, era una seña particular que yo recuerdo constantemente. Todos sus textos, sus ensayos, poemas y cuentos,

La máquina que crea cosas imposibles y que hace los sueños reales desapareció de mi mesa y alguien me dijo que la habían robado Alicia, la del país de las maravillas, y Pinocho. El problema es que cuando le pregunté al muñeco de madera siempre insistió en que él no había sido y nunca vi que le creciera la nariz. Tal vez la máquina ya está cumpliendo sus verdaderos sueños. Cuando el “Pequod” comenzó a navegar, alguien había subido en él aquella máquina infernal que había comenzado a desgarrar el mundo de la fantasía. Así que el Capitán Ahab lanzó al mar a tan maligno objeto. Cuando la máquina cayó todo se tornó terrible, una tormenta despertó, enormes olas golpeaban el ballenero, la furia del Dios Neptuno por fin se desataba, y el Capitán habló entre dientes, preso del horror, sin embargo firme como una roca. El cachalote blanco salió, gigante como nunca antes lo había sido, y en un gesto casi demoniaco abrió sus fauces sobre el ahora pequeño barco; Ahab cerró los ojos, se encomendó a todos los dioses, y se preparó a ser devorado. Melville, espantado de su imaginación, dejó caer la pluma al suelo. Borges escribía una nueva versión, una que había soñado. Caperucita Roja pide un deseo a la máquina y esta vez no es el feroz lobo el que devora a la abuelita.

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versaban sobre el lenguaje. En todos ellos existía una palabra que recuerdo especialmente: instante. Todos sus textos trataban sobre los instantes de la vida, sobre los instantes que pensamos, e incluso trataba sobre el pensamiento del instante. Era un escritor del instante. Un instante que recordaba es el momento en que, detrás de la puerta, pudo escuchar la voz y los pasos de su padre sin que fuera su padre. ¿Dónde habitaban todos los instantes que recordaba? Ahora únicamente se encontraban en dos lugares: en el recuerdo y en el no-lugar del lenguaje. Pero al sitio al que pertenecían esos dos momentos era ahora a la escritura, que es otra forma de no-lugar. El no-lugar del lenguaje es el no-lugar de la escritura. Cuando todos los recuerdos surgen sobre la hoja en blanco, se dibujan sobre el papel, así que dejan de ser recuerdos para ser textos, y todo se convierte en párrafo. El hombre que no recuerdo su nombre ahora es recuerdo escrito, ahora él se ha convertido, como señalaba él mismo a través de alguien llamado Harold Bloom, el carácter sobre la hoja es el signo o la palabra. Como Hamlet. Ahora mismo recuerdo varios textos, varios autores, varias ideas. Podría enumerarlas todas, no acabaría nunca, y el recuerdo se volvería infinito,

El Patito Feo pide a la máquina que cumpla sus sueños, y aunque nunca llega a ser un Cisne sí aumenta la demanda de patos ahumados en el mercado porque los clientes han pedido que vendan los más hermosos. Los tres cochinitos se acercaron temerosos a la máquina para pedir un deseo cada uno, y a partir de entonces el lobo se transformó en un pequeño perro de caza que vivió feliz para siempre en casa del Guardabosque de Caperucita. Pinocho pide un deseo a la máquina: lo que menos le importa es ser un niño de verdad. Simplemente quiere que nadie descubra sus mentiras. Peter Pan sueña que ha vuelto al País de Nunca Jamás y que ha cambiado su nombre y que su mundo aparece en un mapa real. La máquina cumple sus sueños y desde entonces podemos ver que el cielo es un campo de batalla lleno de piratas, y en el fondo del mundo siempre suena un reloj y los hombres tienen miedo desde entonces. Un pequeño niño que contempló el momento en que el Gigante Egoísta levantaba en brazos al niñito tan querido deseo que nunca volvieran a encontrarse el amistoso personaje y su nuevo amiguito, y cuando la máquina concedió el sueño de aquel niño la alegría nunca más volvió a ese castillo.

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tanto como todos los libros que se podrían escribir sobre Jesús, que es mencionado en el Evangelio. Aquel hombre del que recuerdo tenía una carpeta con todos sus textos. No publicaba porque decía que prefería permanecer al margen de los libros tal como eran conocidos. Únicamente leía sus escritos el que se acercaba a él para preguntarle sobre algún dato: cuando recuerdo a este hombre, recuerdo a Monsiváis, porque siempre tenía la respuesta correcta, e incluso podías llamarlo por teléfono para que te diera alguna cita de algún libro perdido. Él los tenía todos, incluso aquellos que aún no existían. Recordar a tal hombre me hace recordar a Borges. Recuerdo, al final, aquel hombre sin nombre y sus textos como fragmentos sueltos, como hojas blancas escritas pero sueltas. La biblioteca infinita de tal hombre quedaba adentro de su casa, pero afuera del sótano, porque era el sótano lo que este hombre sin nombre utilizaba para pensar: la parte más oscura y oculta de la mente de las personas. Así, la biblioteca infinita estaba en el intersticio de la casa. Todo en esa casa, habitada por este hombre sin nombre, era lenguaje, era palabra, y era significado. El primer libro que ardió fue la Biblia, luego ardieron todos los demás libros. Lo que incendió la biblioteca y la casa fue el fuego que produjo la Biblia, un fuego infinito, imposible

El hada de los deseos, celosa como es, pide a la máquina que haga olvidar a Pinocho que su consejero es Pepe el grillito, y a la mañana siguiente el muñeco de madera, después de un imposible sueño, se espanta al ver a un grillo que brinca junto a su cama y que intenta decirle algo, entonces lo aplasta con su zapato. El noble Escudero del inolvidable Caballero desea obtener un don de la máquina, así que se acerca a ella, le susurra lo que su corazón anhela y Cervantes, esa misma noche, piensa que es mejor nunca escribir una novela sobre caballeros y escuderos de la Mancha. Heidegger ha encontrado la máquina y pide un deseo: que los hombres vuelvan a recordar al Ser y regresar, de ese modo, a la vida original. Cuando despierta, Lévinas sonríe porque estaba soñando con su maestro. Kiekegaard sueña el instante y pide a la máquina que lo amplíe, antes de morir fusilado, durante un año. Borges borra el nombre del filósofo danés y simplemente llama a su cuento, “El milagro secreto”. El vendedor de sueños descubrió la máquina que ha causado problemas en el mundo de la fantasía y quiso robarla, así que entró de noche en la habitación de Nietzsche, que era el último que la había obtenido para poder convertir el mundo

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de apagar. Así, lo que recuerdo, y que luego escribí constantemente, es que se incendió el lenguaje en un fuego infinito. Por fin la biblioteca infinita estaba en llamas, justo como lo pensó Foucault. Cierto hombre olvidado, dibujado en una hoja en blanco y descrito por palabras que se van borrando, difuminando en el papel, ha escrito un fragmento: “La escritura del hombre olvidado refleja el pensamiento sin lenguaje, sin posibilidades de nombrar el mundo, así que el tal hombre piensa en un pensamiento que únicamente sirve para tratar de entender lo que percibe, y que es aquello que está afuera del hombre. El fin de las palabras era el fin del mundo tal como lo conocía, porque ya nada en el mundo tendría el nombre que tenía de por sí, o no de por sí, sino el nombre que los hombres le habían inventado”. El hombre dibujado escribía adentro de la hoja en blanco, y desde ese lugar procuraba reflexionar lo que estaba afuera de él, pero nunca lo había visto, así que no había forma de conocerlo, pero pensaba que había otros como él. La hoja en blanco era el límite al mundo del hombre difuminado, y solamente podía conocer aquello que escribían encima de él. Todo era lenguaje en su mundo. Así que decidió, para poder conocer, transformarse en un dibujo al margen, y de ese modo llamarse como lo haría Magritte: “Éste no es un hombre

en fábula, y sin que el filósofo se diera cuenta se llevó aquel objeto que todos comenzaron a odiar. Nuevamente el mundo estuvo en peligro de desaparecer. El apóstol Pablo, que fue llevado al cielo donde estaba Dios, y que le fue dado escuchar palabras que son imposibles de pronunciar porque nadie las entendería, pide a la máquina que esas palabras puedan ser depositadas en un libro imposible que nunca lleguen a encontrar. Nietzsche pide el deseo más ferviente que hay en su corazón a la máquina y el cielo se queda vacío. Sin embargo, antes de eso, Dios, que conoce todos los deseos del corazón de todos los hombres, hace que la madre de Nietzsche decida nunca tener hijos. Jesucristo, que conoce lo que hay en el corazón de los hombres, pide que la máquina cumpla su último deseo antes de ser crucificado. Justamente, antes de clavarlo a la cruz, el que antes era llamado Judas Iscariote insiste en que él no es Jesús de Nazaret. La mosca sueña conectada a la máquina, y cuando creíamos que su sueño era ser un hombre como nosotros, escuchamos que de su mente surgían las palabras: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza, con todo y alas…”

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dibujado”. Él se compuso un nombre: “Éste no es un hombre”. Debía pensar en sí mismo como “un hombre desdibujado”, porque aun en su propio ser de dibujo quería permanecer al margen. El primer momento en que el hombre dibujado pudo volverse un trazo al margen fue cuando comprendió la propia escritura, es decir, la escritura del fragmento que ya se ha escrito líneas arriba. Ése fue el nacimiento de la conciencia de sí del dibujo. Así, el hombre era un dibujo al margen y una palabra ya no escrita, porque dejaba de lado la escritura que lo describía. Buscaría la imposibilidad de sí mismo al marginar todo en su pequeño mundo en la hoja en blanco. Poco a poco el hombre dibujado comenzó a difuminarse aún más, e incluso comenzó a olvidar su propio ser, pero estaba bien, porque deseaba llevar hasta sus últimas consecuencias el olvido, el margen, y perderse de sí mismo. Un pequeño “yo” que deja de dominar sobre aquel que define, porque perdía el lenguaje, es decir, la capacidad de hacer o inventar su “yo”. Pensó en el simple hecho de olvidar las palabras y no saber nombrar más el mundo, entonces comenzó a borrarse del todo la figura en la hoja en blanco y el hombre dibujado se desvaneció del todo. Lo que sucedió después fue: el hombre nunca podría haber existido, porque se olvidó a sí mismo,

* Buscamos en la biblioteca uno de los libros que habíamos leído en algunas páginas de VilaMatas, sin embargo el escritor español señalaba que era un libro imposible de encontrar, sobre todo porque era una edición única, ya que el autor solamente había escrito uno y luego había desaparecido misteriosamente. “Un día”, escribía el autor español, “el escritor entró en su casa y a la mañana siguiente no estaba, y nadie lo había visto salir en la noche. Buscaron por todos lados y nunca hallaron, ni el cadáver, ni el sótano, y así declararon que tal cosa era un misterio, pero yo pienso que fueron, o extraterrestres, o ángeles, los que se lo llevaron, de otro modo, ¿cuál podría ser la explicación?” Con esta idea en mente nos internamos en el bosque de estantes, libreros, escritorios, niveles, escaleras, focos a medio prender, computadoras con bases de datos que eran como laberintos infinitos. Nunca dimos con el volumen señalado. Le dije a mi hermano que era hora de volver a casa, que ya otro día buscaríamos en otra biblioteca, o de ser posible, pedir que en otros países buscaran aquel extraño libro extraviado. Mi hermano me pidió un momento más porque había visto una puerta al final de un pasillo, y deseaba entrar por ella porque se veían más libreros aunque estaba

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y dijimos en todo momento que la hoja estaba en blanco, es decir, el hombre nunca fue dibujado, así que no existe. Cuando comencé a escribir sobre el hombre dibujado, utilicé mi goma para borrarlo del todo, pero me di cuenta que aún quedaba el trazo sobre la hoja, así que el hombre estaba sin estar sobre la hoja en blanco. Ésta es mi memoria, ha sido plasmada y comienzo a olvidarla, porque he olvidado mi lenguaje, ya que inventé un fragmento que habla de las palabras que se escapan del abecedario, es decir, del orden que las hace ser letras y palabras, y se vuelven palabras olvidadas, así que ya no puedo nombrar mi mundo, y ya me he borrado del todo de la hoja en blanco, y jamás he existido. Así, registro todas las palabras que aquel que he olvidado, su nombre, incluso su rostro, me ha hecho escribir. Voy al espejo y no sé a quién veo reflejado en él, pero no soy yo. Mi palabra se desvanece y nace una pregunta en la mente de otro: ¿Quién escribe estas líneas que yo escribo? *

Lo que escribí tiene su resumen en uno de los fragmentos: “Cada una de las letras se escapó del abecedario hasta que éste quedó vacío y por un instante el hombre olvidó lo que eran las palabras…”

oscuro. Corrió hasta el lugar, abrió de par en par la puerta oculta y entró. Era una cosa imposible lo que veíamos: una biblioteca dentro de otra biblioteca, y aún en la oscuridad se lograba adivinar una forma en espiral hacia abajo, con escaleras y pasillos que, por lo oscuro, no se veía dónde terminaban. Por suerte en mi mochila siempre porto lo necesario por si nos encontramos en medio de alguna aventura o algún peligro, así que le di una lámpara y yo tomé otra y comenzamos a explorar hacia el interior. Un brillo nos sorprendió y descubrimos un enorme espejo, de este modo pudimos ver nuestros rostros reflejados, así que avanzamos hacia aquel lugar. Un reloj reflejado en aquel inmenso espejo marcaba la hora al revés: el “3” se volvía “ε”. El tiempo corría en sentido contrario. Después de recorrer pasillos casi infinitos subimos a una escalera para llegar a un segundo nivel, y con nuestras lámparas pudimos ver que había cientos de niveles por encima y por debajo de nosotros. Seguimos buscando el libro en la oscuridad lo que ya de por sí sería un caso fallido. Luego comenzamos a encontrar diferentes cosas, algunas que nunca habíamos visto: un medidor de tiempo hecho de piedra, un espejo que se reflejaba a sí mismo, un reloj que marcaba más de veinticuatro horas, una libreta donde había

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Las palabras fugitivas


Cuando hablo de “las palabras fugitivas”, como se puede ver, estoy pensando en la soledad, primero, del sujeto que narra, y segundo, de las palabras. Heidegger dice que “la palabra es la casa del ser, y en su morada habita el hombre”. Pienso ahora mismo que lo que he escrito es el momento en que, como en el paraíso bíblico, el hombre es expulsado, y así, cada uno de los cuentos o fragmentos (como sea que los pensemos) nos habla de la expulsión de la morada. ¿Qué nos queda cuando el sujeto que habla, o que escribe, es expulsado del lenguaje, de la palabra como una morada? La soledad de lo que se dice. Como nos dice Foucault, “el ser del lenguaje no aparece por sí mismo más que en la desaparición del sujeto”. Aquí pienso que el ser del lenguaje se despliega frente a nosotros, y el sujeto desaparece en un murmullo, en una grieta que se abre a cada paso para dar paso a la pura y simple formación de palabras para decir algo ya sin sujeto. En el caso del cazador que sale a cazar a las palabras salvajes, estas se escapan y al final el silencio mata al cazador; o aquel hombre que buscaba con su lupa todas las letras “a”, por más que pudiera ver a través de su lente, era imposible dar con ellas, y según el orden que se nos ha establecido, la letra “a”, como inicio del lenguaje, hace que el mundo se fragmente; palabras silenciosas

una cantidad enorme de nombres y todos eran de personas que, en el mundo, eran autores, pensadores, escritores, filósofos, historiadores, pero aquí eran personajes de alguna ficción; otra libreta tenía anotaciones en los márgenes, debajo de la línea, listas de animales que no existen, algunos fragmentos de otra Biblia que no conocemos, y ningún título que nos pudiera guiar; una máquina que permitía inventar sueños, o interpretarlos, o incluso traer pesadillas al mundo; una caja fantástica que rompía el tiempo, y aunque parecía una caja de “archivo muerto”, era infinita porque al momento de decir: “Destrúyase después del día de:”, alguien había anotado la palabra “Hoy”, y así, el ayer nunca estuvo y el mañana nunca estará; encontramos una serie de arañas que en lugar de tejer telarañas tejían palabras. Guardamos estos objetos en la caja junto con la máquina, pensando que de algo nos servirían, y continuamos buscando aquel libro que era cada vez más imposible. Cuando estuvimos en uno de los niveles más altos en esta biblioteca mi hermano tomó un libro que era exageradamente delgado pero tan pesado que se le cayó de las manos. Lo abrimos en el suelo y sus hojas estaban en blanco, cada página estaba vacía, pero seguimos buscando, pensando que en algún momento encontraríamos algo

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junto a los dos hermanos que nadan; la “h muda” como un juego con el nombre que nos enseñan en cuanto a esa letra; el cuento que aún no se escribe, pero al mismo tiempo ya ha sido tachado: estar sin estar del todo, aun cuando está frente a nuestros ojos. Y al final vemos el desvanecimiento de las palabras como la pérdida del rostro, el olvido del nombre, y nuevamente, las palabras fugitivas. En algún momento dije que el lenguaje era como la cinta de Moebius, aquella cinta que, por la forma en que es torcida, se vuelve una cinta de un solo lado. Lo mismo sucede con el lenguaje al pronunciar las palabras: no es más que el reflejo de sí mismo, separado de lo que percibimos, de lo que vemos, y él mismo se dice y él mismo significa, porque sale de sí para volver hacia sí, no hacia las cosas. Por eso el lenguaje es un juego de espejos. Nos dice Cuesta Abad, “el lenguaje literario es esa zona de sombra en la que desaparece la autocomprensión conceptual y reflexiva del lenguaje, el espacio donde la palabra nunca alcanza la delimitación de lo dicho”: la palabra se fuga del sujeto que la pronuncia y se esconde, se oculta en la sombra que ya no puede permitirnos ver del todo el significado. Por eso en algunos momentos mencioné el sueño, la locura, lo doble, el interior del espejo, el sótano, como lugares, o debo decir, como no-lugares donde la palabra se ha ocultado

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anotado. Mi hermano tuvo una idea: escribiría un microcuento en una de sus páginas, cualquiera, de todos modos no decía nada. La sorpresa que nos llevamos fue mayor porque al escribir todo quedó anotado como sigue: “…әqᴉɹɔsә ·uoᴉɔɐuᴉƃɐɯᴉ ɐl uә ¿әpuop sәqɐs? ‘әʇsᴉxә ᴉs ¿ɐᴉɹɐʇsnƃ әʇ osә? ·sɐɯәp ol opoʇ ʎ sәɹәpod sns uoɔ solɹәʌ ɐuᴉƃɐɯᴉ ·uɐɯ uoɹᴉ ɐ ‘әpɹәʌ ɐuɹәʇuᴉl ɐ ‘uɐɯʇɐq ɐ ‘uɐɯɹәpᴉds ɐ ‘ɹoɥʇ ɐ ‘ʞlnɥ ɐ әʌ ·soɾo soᴉdoɹd snʇ uoɔ olɐɹᴉɯ ‘sәuᴉƃɐɯᴉ ou ‘sɐɯ sә o ‘ɐuᴉƃɐɯᴉ olos ·pɐpᴉlɐәɹ oʇlәnʌ ɐɥ әs uoᴉɔɐuᴉƃɐɯᴉ ɐl ·souɐɯnɥ sәɹәs sol ɐ oʇunɾ sәlɐәɹ uɐɹә ‘oʇuәᴉɯɐsuәd lәp ɐɹәnɟɐ uɐqɐʇsә soʇuәnɔ sol”.

Nos alejamos un poco del libro sorprendidos de lo acontecido, y de sus páginas salieron palabras que se arrastraban por el suelo, que parecían insectos o gusanos, que volaban por todo lugar, que tejían como arañas sus significados, que mudaban de piel; palabras rastreras, carnívoras, carroñeras, acuáticas, como moscas, como cucarachas, como arañas, como topos que se meten en la tierra o como parásitos que habitan tu mente. El lugar se llenó de ellas y nosotros comenzamos a descender corriendo, recorriendo los niveles lo más rápido que podíamos, buscando la puerta que nos llevara hacia la biblioteca del

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para que el sujeto no pueda entenderla más, por tanto, no puede pronunciarla. ¿Cómo podríamos leer un tomo XV fantástico, cuando únicamente catorce tomos fueron los que se imprimieron, e incluso, cómo leer el tomo XV dentro del tomo XV, el doble en sí mismo y la imposibilidad de conocer a este doble, si este tomo imposible se encuentra afuera de la posibilidad del lenguaje? Éste es uno de mis cuentos o fragmentos más imposibles, pero que también muestra lo que quiero decir con las palabras fugitivas. Hace tiempo, en una lectura de poemas en el centro de Cuernavaca, Enrique Álvarez dijo una frase, en uno de sus poemas, que desde entonces me llevó a la búsqueda de conocer, que ya no comprender, la complejidad del lenguaje, de la palabra pronunciada. Dicho fragmento dice: “Hay palabras que aún no nacen, y cuánta falta hacen…” ¿Cómo pensar en las palabras que aún no han nacido, y cómo pensar en las que se han fugado? Tarea casi imposible, pero para poder pensarlas no tenemos otra cosa que la escritura: escribir es el medio para retener la palabra fugitiva —como la ‘h muda’, o como la pronunciación de différancede Derrida, que solamente puede ser detectada cuando la leemos en el texto—, la palabra que se escapa “por la puerta de atrás del sueño”.

exterior, sin poder encontrarla, brincando los obstáculos que se presentaban, sintiendo que las palabras aladas caían sobre nosotros, con sus garras y sus sonidos chillantes y sus mandíbulas llenas de toxinas mortales que nos trataban de inyectar para detenernos. Un enjambre de estas palabrejas nos atrapó y poco a poco nos fuimos hundiendo hasta que nuestras caras y manos se extendían y nos perdimos en ese mar de insectos devoradores que significan hasta que no quedó nada más de nosotros. Desperté sobresaltado y de las manos se me cayó el libro que había estado leyendo en el sillón de mi estudio. Vi sobre la mesa una caja, me levanté y me acerqué a ella, la abrí y adentro estaban algunos de los objetos que había visto en la biblioteca: la máquina, la araña tejedora de palabras y el libro delgado pero pesadísimo. Abrí el libro en blanco, comencé a escribir en sus páginas y el enjambre de palabras no se hizo esperar: fue así como se escribió un libro frente al espejo, y su reflejo fue otro libro, uno bien distinto, sin embargo ambos tenían un propósito: desgarrar la realidad, poner en hacke la coherencia de nuestros pensamientos, dejar escapar la magia para transformar todo nuestro mundo, volver ficticia cada una de nuestras palabras y transformar a cada uno de

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Para ver hasta dónde he querido llegar en estas “invenciones del lenguaje”, tenemos el testimonio de los autores que han inspirado mi escritura por años: Borges principalmente, pero también vemos a Cortázar, Nietzsche, Foucault, Cioran, Auster. Mi obsesión con Cervantes a partir de Don Quijote se muestra en que escribo varias veces sobre él y el personaje cobra vida matando a su autor, eligiendo a otro escritor como autor, o simplemente olvidando, que aquí es lo imposible, la ficción del momento: Don Quijote ha pensado en un personaje: Cervantes, pero no sabe si escribir su historia u olvidarse de ella. Es otra forma de separar sujeto y palabra pronunciada, el decir del sujeto. Y así, también visitamos la ficción de la Biblia con otras ficciones personales, como el momento más imposible, que es cuando Isaac es el que mata a Abraham su padre, e incluso lo devora: el lenguaje, la palabra, acecha al sujeto que habla. Siendo así, solamente puedo terminar diciendo, como en una película que vi hace tiempo: “Cuando no lo veo, olvido lo que significa amarillo. Pero puedo mirar otra vez. A veces hay algo delicioso en el olvido…” El olvido de las palabras, las palabras fugitivas, tratar de olvidar lo que aquí he escrito, ese es el sentido de cada parte de lo que hemos escrito entre mi hermano y yo.

los nombres ahí citados, o a nosotros mismos, en personajes de un cuento interminable, como si se tratara del laberinto de un Minotauro, o la tela de una araña en la que ha quedado atrapada una mosca.

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Y ahora mismo, frente al espejo, estoy observando que el rostro que está reflejado no es el mío, sino que es otro, otro que no conozco, incluso se parece al rostro que vi reflejado en uno de los textos. Y si no soy yo el que se refleja en el espejo, ¿quién es? Entonces tampoco soy yo el que ha escrito todo esto, y si no soy yo, ¿quién lo ha escrito? Las invenciones del lenguaje no son otra cosa que las palabras fugitivas. *

La caja de mi hermano Mi hermano tiene una caja en la que cabe todo lo que uno puede imaginar, incluso aquello que no puede ser imaginado, y mucho menos nombrado. En esa caja guardamos cosas que nos gustan a los dos, ya sea juguetes, películas, libros, cuentos, cómics, animales que encontremos en la calle, fotografías, y un gran etcétera. El problema está en que lo que guardamos y que no puede ser nombrado ni imaginado lo traemos de vez en cuando al mundo, y por un momento lo conocemos, lo vemos, lo pensamos, y luego lo tenemos que dejar adentro de la caja otra vez, porque, ¿cómo podría estar tanto tiempo afuera de la caja algo imposible sin que continuara siendo imposible? Lo impo-

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sible de la caja, estando en el mundo, se volvería posiblemente bien definido y nombrado. ¿Qué tiene de especial esa caja? Que contiene cosas que están más allá del lenguaje, y como no tienen nombre, entonces podemos nombrarlas como sea. Esto es sabido en el mundo desde siempre, porque todas las personas han inventado todas las cosas. Se inventa un mundo infinito de ideas, conceptos, pensamientos, palabras; todo corresponde a la invención; cuentos, leyendas, mitos, todo ha sido inventado. ¿Dónde lo guardamos? En bibliotecas, museos, videotecas, pinacotecas, e incluso, como señalaba Borges, en enciclopedias infinitas que registraban absolutamente todo aquello imposible. Su biblioteca de Babel es un ejemplo. En ese aspecto, la caja de mi hermano es similar a todo lo anterior que he señalado, porque ella puede tener tanto como quiera el lector que ahora mismo piensa en esto que estoy diciendo. Incluso, la caja de mi hermano, es un invento de nosotros para poder guardar todo aquello que está por inventarse.

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El autor Víctor Marcos Hernández Pérez

Cuernavaca, 1978. Estudió la licenciatura en Docencia y la maestría en Investigación Educativa en la UAEMorelos. Ha colaborado en FWD Magazine y El Regional del sur. En 2013 fundó la Editorial Textosdebabel, con la publicación de Nuestros volcanes del poeta José Luis Yáñez. Ese mismo año inició como cuenta cuentos para kínder, primaria y secundaria Contactos Correo pescador2099@hotmail.com Twitter @victormarkos Blogs http://cuentosdelaficcion.blogspot.mx/ http://escrituradesdebabel.blogspot.mx/ Textale Víctor Marcos Emmanuel Hernández ISSUU http://issuu.com/victor_marcos Youtube http://www.youtube.com/user/Foutbault Facebook Víctor Marcos Hernández Víctor Marcos Totalmente Otro Murakami Gato Arte, Literatura y Filosofía: Pedagogías interdisciplinarias La fantástica historia de Murakami gato


Las invenciones del lenguaje

El lenguaje de las invenciones

Fue editado entre agosto de 2013 y enero de 2014 entre Querétaro y Cuernavaca. Se utilizó la familia tipográfica Minion Pro en 11.5 y 14 puntos. El autor cuidó la edición Diseño editorial ~ Daniel Zetina

Fue editado entre agosto de 2013 y enero de 2014 entre Querétaro y Cuernavaca. Se utilizó la familia tipográfica Minion Pro en 11.5 y 14 puntos. El autor cuidó la edición Diseño ~ Daniel Zetina

Alabada sea la brevedad digital

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