Editorial
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Biofortificación de Cultivos con Yodo
- La Importancia de hacer Ciencia en Salud Pag.03
Servicio Social en Investigación, la Mejor Experiencia
- Historias de Vida Pag.07
Virus de Papiloma y Cáncer en Humanos
Calakmul fue descubierta a principios de la década de los 30 del siglo pasado, pero es hasta la década de los 80 que las investigaciones sistemáticas permiten descubrir la esencia de esta ciudad como una de las más importantes del Clásico Maya. Las investigaciones más reciente han concluido que Calakmul es la ciudad más importante del Clásico Maya y junto con Tikal y Palenque encabezaban la organización política de las tierras altas. Los estudios jeroglíficos han dado cuenta de una historia de guerras entre Calakmul y Tikal por casi un siglo de historia, lo que habla de la rivalidad política de estas ciudades. Se observa una planeación urbana única, con grandes plazas ceremoniales y conjuntos residenciales. Además es el sitio en el que se han encontrado un mayor número de estelas en el área maya, muchas de ellas del periodo Preclásico Tardío (400 a. C.). Estas constituyen el principal objeto de estudio epigráfico e iconográfico, que ha hecho posible la reconstrucción de la historia política y dinástica de esta urbe. Calakmul presenta un patrón de asentamiento que se adaptó a la geografía de su entorno, su área nuclear está representada por cinco conjuntos arquitectónicos que se conectaban por medio de plazas.
- La importancia de hacer ciencia en la salud Pag.11 - Consejo Editorial Mtro. Miguel Enrique Perez Gomez Dr. Narciso Acuña González Dra. Susana Guzmán Silva Dr. Jaime Zaldivar Rae Dr. José Manuel Echeverría y Eguiluz
- Director General Dr. Eric Murillo Rodríguez
- Edición y Diseño Mtra. Florangely Herrera Baas LDGP Roberto Ortega Ríos-Covián
- Redacción y Corrección de Estilo Dr. Eric Murillo Rodríguez
- Fotografías e Ilustraciones Dra. Laura Olivia Fuenets Lara Dr. Adalberto Benavides Mendoza Alejandra Locken Castilla Dr. Alejandro Manuel García Carrancá
Editorial
Estimados amigos, ¡Feliz Año Nuevo! Con el inicio de este año 2018, les hacemos llegar, todos los involucrados en la edición del Boletín de Divulgación Científica K’ah óolal, un cordial abrazo y deseandoles además, el mejor de los años. Ademas, aprovechamos para compartir con todos Ustedes, el primer Número del Boletín en este año 2018. Durante el año, incluiremos en nuestras portadas, diversos sitios arqueológicos de nuestro país para resaltar, su belleza e importancia cultural. El actual ejemplar cuenta con la participación del Dr. Alejandro Garcia Carranca, Investigador adscrito al Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, quien en la sección “La importancia de hacer Ciencia en Salud”, nos narra el tema del virus virus de papiloma y cáncer en humanos. El Boletin incluye la experiencia de la estudiante de Medicina, Alejandra Locken Castilla, sobre el realizar el Servicio Social en Investigación, mientras que los Doctores Laura Fuentes Lara y Adalberto Benavides Mendoza, adscritos a la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro, en Saltillo, Coahuila, comparten el tema de Biofortificación de cultivos con yodo, en la secciñon de “Ciencia, Tecnología y Salud”. Estamos seguros que, los temas incluídos en este Número del Boletín, serán de su completo agrado e interés.
- Eric Murillo Rodríguez Director de Boletín de Divulgación Científica K’ah óolal Coordinación de Investigación, Escuela de Medicina División Ciencias de la Salud Universidad Anáhuac Mayab Mérida, Yucatán. México Contacto: eric.murillo@anahuac.mx
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Biofortificación de Cultivos con Yodo
Laura Olivia Fuentes Lara1 y Adalberto Benavides Mendoza2 Departamento de Nutrición Animal, Universidad Autónoma Agraria Saltillo, Coahuila. México. 2 Departamento de Horticultura, Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro Saltillo, Coahuila. México
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a buena alimentación es un requisito determinante para mantener un estado saludable. La buena alimentación depende a su vez de la cantidad y balance adecuados de los nutrimentos, entre los cuales se tiene un grupo de minerales conocidos como elementos traza, ya que son requeridos en cantidades muy pequeñas. Se ha determinado que los humanos requerimos la presencia de 11 elementos traza esenciales. Según la Organización Mundial de la Salud, tres de ellos: Hierro (Fe), Zinc (Zn) y Yodo (I) se presentan comunmente en cantidades menores a las necesarias en nuestros alimentos. En este escrito se tratará el tema del yodo en la alimentación humana y de cómo las técnicas agronómicas de biofortificación pueden mejorar la ingesta de yodo entre la población.
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Importancia del Yodo para la Salud Humana El yodo es uno de los elementos traza más estudiados en el ámbito de la salud pública, debido a su importancia metabólica y, por otro lado, a que la deficiencia de yodo ocurre en muchos lugares del mundo, siendo más alto el riesgo de déficit de yodo en áreas montañosas y en mesetas al interior de los continentes (ver la Figura 1). Se estima que un número alrededor de las 2000 millones de personas alrededor del planeta tienen una ingesta insuficiente de este elemento, provocando desordenes metabólicos por deficiencia de yodo (DDY). Los DDY se refieren a todos los problemas que pueden prevenirse asegurando el consumo adecuado del elemento. Los DDY ocurren cuando la ingesta y asimilación de yodo es más baja que la cantidad requerida por el organismo. La función mejor entendida del yodo ocurre en la glándula tiroides, en donde se necesita para sintetizar suficientes cantidades de las hormonas tiroxina y triyodotironina (Figura 2), que regulan el metabolismo celular y el crecimiento y desarrollo adecuados del cuerpo humano. El DDY más conocido por su clara sintomatología es el bocio, sin embargo, en las últimas décadas se ha reconocido la presencia de desórdenes menos obvios, tales como el impacto adverso del consumo insuficiente de yodo en el desarrollo mental y físico en niños así como en la efectividad cognitiva y en la productividad laboral de los adultos. En los últimos años las investigaciones han hecho patente otra función del yodo, adicional a la mencionada función tiroidea, y que se refiere a su efecto como antioxidante y potencial agente antiproliferativo en ciertos tipos de cáncer. El consumo diario recomendado de yodo recomendado por la Organización Mundial de la Salud se mide en millonésimas de gramo (µg ) y es de 90-120 µg para los niños, de 150 µg para los adultos y de 200 µg durante el embarazo y la lactancia. Las cantidades son pequeñas, pero si revisamos la composición de los alimentos en zonas terrestres encontramos que es difícil lograr la ingesta diaria adecuada de yodo. Por ejemplo, cada kg de frutos frescos puede contener 30 µg de yodo, las hortalizas de hoja pueden mostrar 89 µg de yodo por cada
Figura 1. En color naranja se señalan las regiones del planeta en donde es más alto el riesgo de deficiencia de yodo. (modificado de: https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fpls.2016.01146/full)
Figura 2. Estructura química de la tiroxina, una hormona tiroidea que contiene yodo. Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Tiroxina#/media/File:(S)-Thyroxine_Structural_Formulae_V2.svg
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kilogramo, los cereales, carne y leche pueden contener 56, 69 y 84 µg de yodo, respectivamente, por cada kilogramo del alimento. En cambio, los alimentos marinos (pescados, mariscos y algas marinas) son una fuente rica de yodo: un kilogramo de pescado del mar puede contener unos 1500 µg de yodo, mientras que las algas marinas (las llamadas kelp que se comercializan en forma de láminas secas) pueden tener del 0.05% al 1% de su peso seco en forma de yodo, es decir, 1 g de peso seco de kelp pudiera aportar 500 µg de yodo.
Fortificación y Biofortificación En los años después de 1920 se inició una campaña mundial de yodatización de la sal de mesa. La yodatización es una forma de fortificación. Se llama fortificación a la adición de un compuesto químico nutriente a un alimento, en este caso yoduro de potasio (KI) mezclado en baja cantidad con el cloruro de sodio (NaCl) de la sal de mesa. El uso de la sal yodatada disminuyó sensiblemente el déficit de yodo en muchos lugares del mundo, pero la técnica no está exenta de problemas, principalmente porque las sales de yodo son volátiles y su concentración decrece cuando la sal es almacenada. Por otro lado, el consumo de sal de mesa tiende a disminuir en muchos lugares del mundo, lo que hace necesario el disponer de fuentes alternativas de yodo. Como ya fue comentado, los pescados y mariscos marinos son una fuente rica de yodo. Sin embargo, la sobreexplotación de estos recursos del mar ha sembrado preocupación sobre su uso sostenible. Las algas kelp y las microalgas marinas parecen ser otra buena fuente natural de yodo para la población y su uso sostenible parece viable. Una alternativa adicional es una técnica agronómica denominada biofortificación con yodo, la cual permite obtener alimentos producidos en zonas terrestres cuyos componentes orgánicos incorporan una mayor cantidad de yodo. La biofortificación se basa en la habilidad de las plantas para absorber el yodo e incorporarlo en diferentes componentes orgánicos, principalmente carbohidratos y lípidos. Al contrario
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que el yodo de la sal de mesa, el yodo incorporado en los componentes de las plantas sufre una volatilización más lenta, por lo que la biofortificación se considera una técnica adecuada para complementar o incluso sustituir el uso de la sal yodatada y mejorar la ingesta de yodo en la población humana.
ponibilidad de yodo en los suelos y aguas nacionales. Lo anterior, en conjunto con la difusión y concientización acerca de la importancia del yodo en la alimentación permitirá aprovechar los beneficios para la salud que aporta el consumo de este elemento.
En aquellos lugares en donde el yodo es escaso en los suelos y agua, lo que causa un bajo contenido de yodo en los alimentos, la biofortificación permite obtener alimentos que de inmediato ejercen un efecto beneficioso sobre las personas que los consumen.
Resultados de la Biofortificación El yodo se aplica directamente al suelo (1-3 kg de yoduro o yodato de potasio por hectárea), a la solución nutritiva (1 g de yoduro o yodato de potasio por cada 1000 L de agua) o como aspersión foliar (2-5 g de yoduro o yodato de potasio por cada 1000 L de agua, en dos ocasiones durante el crecimiento del cultivo). El yodo puede absorberse por las raíces o por las hojas, tallos, flores y frutos. Una vez que el yodo se absorbe, se transporta a toda la planta y tiende a acumularse en mayor cuantía en las hojas. Una parte del yodo absorbido es almacenado en los diferentes órganos de la planta y una parte es volatilizado. La parte que se almacena lo hace asociado a carbohidratos y lípidos y es poco volátil, lo que la convierte en una fuente estabilizada de yodo. La aplicación de sales de yodo durante el crecimiento de las plantas para biofortificar la cosecha se ha probado exitosamente en hortalizas como el tomate, pimiento, rábano, calabacita, berenjena, fresa, lechuga, espinaca, col y nopal, así como en la papa, maíz, arroz, trigo, centeno y soya. Cuando el yodo se usa en las concentraciones adecuadas, además de lograr la biofortificación de las frutas, hojas o raíces cosechadas, se obtiene un efecto positivo sobre la capacidad de la planta para tolerar el estrés. Esto ocurre al parecer por la habilidad del yodo para funcionar como un antioxidante.
Perspectivas Se espera que el uso del yodo como un nutriente más para las plantas se extienda cada vez más entre la comunidad agronómica conforme surja nueva información acerca de los beneficios que tiene este elemento sobre la tolerancia de las plantas frente al estrés. Un punto importante es que México carece de una base de datos pública que indique los niveles de dis-
Laura Olivia Fuentes Lara es Maestra en Educación por la Universidad Interamericana para el Desarrollo. En la actualidad es profesora-investigadora del Departamento de Nutrición Animal de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro, Saltillo, Coahuila. Imparte los cursos de Análisis de Nutrientes y Alimentos Funcionales y Análisis Químico de Productos Pecuarios. Es Responsable del Laboratorio de Nutrición Animal. Es aficionada al cine, le gusta cocinar y practica la repostería. Contacto: loflara@gmail.com
Adalberto Benavides Mendoza es Doctor en Ciencias por la Facultad de Biología de la Universidad Autónoma de Nuevo León. En la actualidad es profesor-investigador del Departamento de Horticultura de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro, Saltillo, Coahuila. Es Responsable del Laboratorio de Fisiología Vegetal. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (Nivel 2). Es aficionado al cine, gusta del senderismo y el tiro con arco. Contacto: abenmen@gmail.com
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Servicio social en investigación, la mejor experiencia
Alejandra Locken Castilla Escuela de Medicina, División Ciencias de la Salud. Universidad Anáhuac Mayab. Mérida, Yucatán. México
Nuestras acciones del día de hoy tendrán repercusión el día de mañana. No existen eventos aislados, al final, todo se relaciona. En el ámbito académico es crucial pensar y actuar conforme a lo que se quiere conseguir a largo plazo. Y en la carrera de medicina el largo plazo es bastante largo. Con eso viene implícita la necesidad del estudiante de pensar a futuro y someterse a sus metas a ocho o diez años.
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Cuando empecé la carrera de medicina asumí el hecho de ir a una comunidad en el servicio social, atender a la gente del pueblo, comer con ellos, todo lo que nos cuentan los que lo han vivido. Y era algo que quería hacer. Durante varios años participé en apostolados en diferentes pueblos y siempre he disfrutado mucho la experiencia de cómo la gente acoge a los misioneros cada año. Así creo que es más o menos ser el médico pasante del pueblo. Comienza la carrera y a diferencia de compañeros de otras carreras, sientes que tienes los horarios más demandantes, materias más difíciles y noches de desvelos. Después llega el internado, el mejor año de todos. Es medicina intensa, 24 horas al día, 7 días a la semana, desgaste físico, falta de sueño, comer cuando sea posible, sufrir la pérdida de pacientes, recibir bebés al nacer, acompañar a niños mientras empeoran en su enfermedad, o mejoran y se van a casa; aprender tanto que ni te das cuenta, ver todas las enfermedades que estudiaste, hacer amigos más cercanos que hermanos, regaños no merecidos, regaños que talvez si te merecías, errores que le cuestan al paciente, que se vuelven aprendizaje valioso que te hace mejor. Errores de tus compañeros, que te hacen aprender sin sufrirlos, doctores que se preocupan por tu aprendizaje, doctores que no tienen el interés por enseñar, pacientes que te regalan tamales después de que los atendiste. Sin duda el mejor año. Regresando al tema, se trata de pensar en el futuro, entonces después del internado viene el servicio, y yo ya estaba averiguando en qué pueblo iba a quedar, hasta que por cosas curiosas de la vida comencé a hacer el trámite para hacer el servicio social en investigación, en el laboratorio de Genómica con la doctora Elda Pacheco como mi tutora. Había trabajado con ella anteriormente y también cursé sus materias, pero de verdad que todas nuestras acciones tienen repercusión en el futuro y por eso hay que esforzarse en todo lo que hagamos. Gracias a la buena relación que tenía con ella, la doctora aceptó ser mi tutora de servicio social y así llego al día de hoy: médico pasante del servicio social en investigación. Tenemos la falsa creencia de que hacer investigación es cómodo, te quedas en la ciudad, en casa, no haces guardias ni
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trabajas de noche. En parte es cierto, pero hacer un proyecto de investigación no es tan sencillo como parece. Primero que nada, el país te desestima, este año hubo un recorte de becas de más del 50% de la remuneración del año pasado. Mientras los pasantes de los pueblos continúan gozando de la beca anterior. De la misma manera, muchos investigadores participan en concursos en todo el país para ganar financiamiento para sus proyectos. Por lo que muchas veces, en los laboratorios de investigación pueden surgir situaciones en las que escasea el material. Hacer investigación tiene un impacto en el crecimiento personal en formas distintas, no sólo relacionado a lo académico. Aumenta la tolerancia al fracaso, porque es tan frecuente, que no queda de otra que aprender a llevarlo tranquilo. Aprendes a aceptar que realmente las cosas no pasan como planeas. No es como nos imaginamos que un investigador está muy cómodo en su escritorio nada más escribiendo “ciencia”, las implicaciones son más profundas que lo que se lee. Muchas veces significa conseguir los pacientes que necesitas para tu estudio con familiares, amigos, gente que no conoces. Conseguir tus reactivos y materiales porque el presupuesto es muy reducido, siempre sacar adelante el compromiso de seguir con el proyecto y no dejarse vencer por los contratiempos. En mi caso, involucra aprender habilidades que en la carrera de medicina no tenemos. Implica trabajar con personas de otras universidades, de otras carreras, estudiantes de preparatoria, nutriólogos estudiantes de maestría y por supuesto, estudiantes de medicina. Se crea un medio enriquecedor de aprendizaje recíproco para todos los que forman parte del proyecto. También hay momentos en los que puedes estudiar, si tu meta es pasar el examen de residencias médicas el siguiente año. Y si quieres hacer una especialidad también necesitas un proyecto de investigación para obtener el título de especialista. Solo así podemos entender la importancia de una buena metodología, de un protocolo bien hecho, en el transcurso del proyecto, cuando van surgiendo errores y se tiene que modificar.
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Adquieres una gran responsabilidad cuando entiendes que la información que se obtenga de tu estudio está en tus manos, tú decides si ser transparente y reportar los hechos como ocurrieron o caer en una conducta deshonesta al “maquillar” un poco los datos para tener resultados que concuerden con tu hipótesis. Ahí está el desarrollo personal, cuando te das cuenta de que todo lo que haces importa, de que el conocimiento científico viene del esfuerzo y trabajo duro, perseverancia y constancia. Y de que somos responsables de nuestras acciones, entonces hay que procurar que éstas siempre sean honestas y demostrar que sabemos cumplir con nuestros compromisos a cabalidad.
Alejandra Locken Castilla participa en el Laboratorio de Genómica de la Universidad Anáhuac Mayab como pasante del Servicio Social en Investigación. Contacto: alelocken@hotmail.com
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Virus de Papiloma y Cáncer en Humanos Alejandro Manuel García Carrancá Unidad de Investigación Biomédica en Cáncer UNAM – INCan *Departamento de Biología Molecular y Biotecnología, Instituto de Investigaciones Biomédicas, Universidad Nacional Autónoma de México. Ciudad de México, México División de Investigación, Instituto Nacional de Cancerología, Secretaria de Salud. Ciudad de México, México
La relación entre los Virus de Papiloma y los humanos es tan larga, como la de nuestra propia existencia. Ahora, está claramente establecido que estos virus estaban presentes mucho antes de que apareciera nuestra especie. De hecho, se ha propuesto que los Virus de Papiloma constituyen los primeros virus que infectaron a los humanos.
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El Cáncer es una enfermedad multifactorial, cuyos orígenes son genéticos y epigenéticos, pues resulta de la alteración de un conjunto de genes, conocidos como oncogenes y genes supresores de tumores. Las alteraciones pueden ser en su estructura, resultado de mutaciones, re-arreglos o translocaciones, o en su expresión, generalmente resultado de una regulación inadecuada de estos genes. En la actualidad conocemos con bastante precisión el posible origen del cáncer en muchos pacientes, así como los principales agentes responsables para su desarrollo. En ocasiones, incluso podemos conocer la naturaleza de las alteraciones acumuladas durante años o décadas y, sin embargo, no tenemos el suficiente conocimiento, ni las herramientas para poder revertir la transformación que sufren las células tumorales y de esta manera poder ayudar a erradicar los tumores de la mayoría de los pacientes de una manera más efectiva y exitosa, en particular en el caso de enfermedad avanzada. Los estudios pioneros del Profesor Payton Rous a principios del siglo XX en Nueva York mostraron que un agente viral, que ahora lleva su nombre (Virus del Sarcoma de Rous, o RSV) era responsable de la formación de sarcomas en aves, ya que los animales inoculados con extractos filtrados libres de células eran capaces de inducir la formación de tumores. Con el paso de los años, se pudo mostrar que en el genoma del RSV existe una secuencia particular conocida como gen src, (por el acrónimo de sarcomas), el cual mostró ser directamente responsable de la transformación maligna. El trabajo seminal del grupo de los Doctores Mike Bishop y Harlod Varmus mostró que este oncogen (src), tiene su origen en las células normales y fue acarreado al genoma de RSV en algún momento. Por su parte, las primeras evidencias de la existencia de genes supresores de tumor fueron hechas en la década de los cuarenta por algunos grupos de investigación, quienes notaron que, en algunos tumores sólidos, particularmente en leucemias, había pérdida consistente de cromosomas y regiones cromosómicas específicas. Si bien estos grupos tenían clara idea que el cáncer involucra la perdida de material genético, no tenían las herramientas para comprobarlo. Fue a principio
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de la década de los años 50, cuando pudieron generar “híbridos celulares” estables, resultado de la fusión de células cancerosas y células normales, que aportaron evidencias convincentes que marcaron el nacimiento de la era de los genes supresores de tumores. Si bien los primeros ensayos fueron muy erráticos, los trabajos con híbridos de células HeLa y células humanas normales fueron contundentes, ya que mostraron de forma indiscutible que dichos híbridos pierden inevitablemente la capacidad para generar tumores. Esta evidencia mostró de forma clara y sin dudas, que en las células normales existen secuencias que, cuando están presentes, suprimen la formación de tumores. Estos “factores de control” que están presentes en células normales y ausentes en las tumorales, fueron bautizados como “Genes Supresores de Tumores”, dado que al estar presentes impiden la formación de tumores en los híbridos celulares. Hoy en día tenemos un enorme conocimiento de la forma en que se origina el cáncer en muchos pacientes y conocemos con gran detalle a los actores principales que participan en su desarrollo. Este amplio conocimiento proviene de al menos tres líneas principales de investigación: el estudio de los Retrovirus Oncogénicos, el de los virus pequeños de ADN tumorales y el del estudio de tumores humanos. Entre los virus pequeños de ADN tumorales, el virus de simio 40 (SV40) y los adenovirus constituyen las principales piedras angulares que han permitido conocer un gran número de piezas celulares, vitales para el desarrollo del cáncer, como lo son p53 y pRB, los productos de dos genes supresores de tumores cuyas alteraciones, o de componentes de las vías que participan en la transducción de señales que regula la proliferación, la apoptosis y la muerte celular, entre otros, parecerían universales para el desarrollo del cáncer en los humanos. Si bien el conocimiento de los Virus de Papiloma Humano (VPH) es más reciente que el de los anteriores, su participación ha saltado a la fama al ser responsables de al menos 5% de todos los tumores humanos. En los últimos años, han aparecido vacunas altamente eficaces para prevenir las infecciones con los principales tipos de estos virus (16 y 18), quienes son responsables de al menos 70% de todos los tumores del
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cuello uterino y de la mayoría de los de ano, vagina, vulva, y cavidad oral y orofaringe. Por ello, se espera una disminución importante de la incidencia de esto tumores en los próximos años en muchos países, aún los más pobres, ya que, si estos son elegibles por los organismos internacionales encargados, reciben financiamiento para la compra de vacunas a precios muy bajos, e incluso sin costo. A la fecha, existen más de 200 tipos diferentes de VPH identificados, la gran mayoría (60-70%) infecta piel y las verrugas vulgares que producen no llevarán al desarrollo de cáncer en la población general: Sin embrago, las infecciones de algunos tipos como 5, 8 y 20, en pacientes que presentan una enfermedad genética rara, la Epidemodisplasia Verruciforme, son propensos a desarrollar cáncer escamoso de la piel. La situación es diferente para los tipos que infectan las mucosas (genitales y orales), donde algunos tipos como el 16 y 18, conocidos dentro del grupo llamado de “alto riesgo”, por su presencia en tumores, se asocian con el desarrollo de un gran número de tumores de la región genital y oral. Las infecciones por los VPH de alto riesgo (principalmente 16 y 18) puede ser de dos tipos, la inmensa mayoría se presenta como infecciones transitorias, generalmente en mujeres jóvenes, las cuales no representan un gran riesgo para la salud, ya que se resuelven de forma espontánea y las lesiones de bajo riesgo que producen se auto-limitan. Por el contrario, las infecciones persistentes representan un enorme riesgo para el desarrollo de cáncer. En la actualidad, existen Enel mercado múltiples pruebas para la detección muy eficaz de las infecciones por VPH, quienes junto con estrategias como la citología tradicional (Papanicolaou) o en base líquida, permiten detectar las lesiones de alto riesgo que pueden terminar en cáncer y tratarlas de forma oportuna y así, evitar el desarrollo de estas neoplasias de forma muy eficaz, al menos en el caso del cuello uterino. Por su parte, las Célula Troncales Cancerosas (CTC) se encuentran ligadas al cáncer y las metástasis, así como también a su origen y desarrollo. Las células troncales normales poseen la capacidad para generar células que se diferencian
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y originar más células troncales. En general, las células troncales han sido difíciles de aislar y propagar, ya que constituyen en general una población muy pequeña; se ha calculado que los tejidos adultos pueden tener de 0.2-2% o menos. Esta población generalmente está rodeada de una población especializada de células que mantienen un microambiente muy específico, denominado nicho y que permite mantener estas células como troncales. Las CTC, a diferencia de las células troncales normales, no mantienen la capacidad de multiplicarse de forma controlada. Se ha postulado que el cáncer se origina a partir de una célula troncal que, al igual que en los tejidos adultos normales, mantiene una población pequeña de CTC dentro del tumor. Estas serían responsables del crecimiento tumoral y la formación de metástasis. Es importante destacar que la capacidad de recapitular el cáncer es lo que define a las CTC. Varias características apoyan la teoría que el cáncer proviene de células troncales. Por una parte, está bien establecido que solo algunas células de un tumor tienen la capacidad de formar tumores en ratones desnudos. Existen al menos dos modelos explicar la heterogeneidad celular de los tumores. El primero se denomina modelo estocástico y sugiere que cualquier tipo de célula que conforma un tejido puede acumular mutaciones y dar origen a un tumor. Esto quiere decir que todas las células de un tumor tendrían la misma capacidad para formar nuevos tumores. El segundo se denomina modelo jerárquico y considera la existencia de una jerarquía en la población de células que forman un tumor. La posición más alta en esta jerarquía estaría ocupada precisamente por las células troncales cancerosas, las cuales, por su larga vida, habrían acumulado las mutaciones necesarias para ser transformadas y así generar a las células que conforman los tumores. Este modelo jerárquico es el que refuerza la hipótesis de la existencia de las células troncales cancerosas. El modelo de CTC plantea además que estás células son precisamente las responsables de la iniciación tumoral, su propagación y de la generación de metástasis en los pacientes. Las CTC representan una subpoblación minoritaria dentro de los tumores, por lo cual su detección, caracterización y aislamiento son en ocasiones difíciles y complican los estudios necesarios para una mejor comprensión del rol que juegan en el desarrollo y propagación de los tumores. Nuestro interés actualmente se centra en tratar de entender cuál es la relación que existe entre los VPH de alto riesgo (como 16 y 18) y las células troncales normales del cuello uterino o la cavidad oral que llevan al
desarrollo de cáncer en estas regiones. Conocer los mecanismos y las moléculas que participan en el establecimiento de las infecciones persistentes que llevan al desarrollo de cáncer es unos de los objetivos prioritarios de nuestras investigaciones en la actualidad.
Alejandro Manuel García Carrancá, obtuvo la Licenciatura en Nutrición Humana y Ciencias de los Alimentos por la Universidad Iberoamericana en 1979 y la Maestría y Doctorado en Ciencias, con especialidad en Biología Molecular por el CINVESTAV de la Ciudad de México, en 1985 y 1988, respectivamente. Es Investigador titular “C” de tiempo completo y definitivo en el Instituto de Investigaciones Biomédicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, en donde labora desde 1990. Su laboratorio universitario se encuentra localizado desde hace más de 15 años en el Instituto Nacional de Cancerología, al cual también pertenece desde hace veinte años con mucho orgullo. Ahí labora como Investigador en Ciencias Médicas “F”. Desde hace el año 1985 estudia la participación de los Virus de Papiloma Humano en el desarrollo de cáncer de la región genital (cuello uterino, principalmente) y más recientemente, su participación en el desarrollo de cáncer oral y anal. A partir del año 2005, estudia la participación de las células troncales en el desarrollo de cáncer en los humanos. Es miembro de la Sociedad Mexicana de Bioquímica y miembro fundador y presidente de la Asociación Mexicana de Biología Molecular en Medicina y de la Asociación Mexicana de Virus de Papiloma Humano. Ha trabajado más de tres años en el Instituto Pasteur, en Paris, Francia. Primero, como estudiante doctoral, varias veces como parte de estancias de colaboración internacional México-Francia y un año como investigador en estancia sabática. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores desde 1989 (Nivel 3 hace una década). Convencido que es necesario vivir plenamente, le gusta recorrer caminos por el mundo en compañía de su familia y los buenos amigos y amigas. Vive rodeado de naturaleza y cultiva frutales (nogales, ciruelas, frutas de la pasión) y tiene una buena colección de bromelias y orquídeas en el jardín de su casa de Tochihuehue en La Magdalena Contreras, en la Ciudad de México. Contacto: carranca@biomedicas.unam.mx
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