BASADO EN LA OBRA DE D.L.MOODY
ESTUDIO “LA ORACIÓN QUE PREVALECE” CAPÍTULO 7: LA FE Un nuevo elemento es la fe. Es tan importante para nosotros saber orar como lo es saber trabajar. No se nos dice que Jesús enseñara a predicar a sus discípulos, pero sí que les enseñó a orar. Quería que tuvieran poder de Dios; con ello sabía que tendrían poder con los hombres. • En Santiago 5:1 leemos: «Si alguno tiene falta de sabiduría, que la pida a Dios... y le será dada, pero pida con fe, no dudando nada». • De modo que la fe es la llave de oro que abre los tesoros de los cielos. • Fue el escudo que se puso David cuando plantó cara a Goliat, en el campo de batalla; creyó que Dios le entregaría al filisteo. • La incredulidad ve algo en la mano de Dios y dice: «No puedo alcanzarlo». La fe lo ve y dice: «Ya lo tengo». «Si al disparar una flecha tiramos de la cuerda del arco solo un poco, la flecha no irá muy lejos; pero si tiramos de ella hasta la punta, la flecha sale rauda y penetra en el blanco. Lo mismo la oración: si la musitan labios soñolientos se cae a los pies. Si es lanzada por un deseo ferviente va a parar al cielo, atravesando las nubes. No es la aritmética de nuestras oraciones, lo que vale, o sea, cuántas decimos; ni la retórica de nuestras oraciones, cuan elocuentes son; ni la geométrica de nuestras oraciones, lo largas que son; ni la música de nuestras oraciones, lo dulce de nuestra voz; ni la lógica de nuestras oraciones, lo bien trabado de sus puntos; ni el método de nuestras oraciones, lo bien organizadas que están; ni aun la teología de nuestras oraciones, lo buena que es la doctrina en que se basan; de todo esto Dios se preocupa poco. Ni tampoco mira si las rodillas del que ora tienen callos, lo que cuenta es el fervor del espíritu.» «Del mismo modo que un fuego pintado no es un fuego, un cadáver no es un hombre, la oración fría, no es oración. El fuego pintado no tiene calor, el cadáver no tiene vida; la oración fría no tiene poder, devoción ni bendición. Las oraciones frías son como saetas sin punta, espadas sin filo, pájaros sin alas; no penetran, no cortan, no vuelan. Las oraciones frías siempre se hielan antes de llegar al cielo. ¡Oh, que los cristianos se pusieran en un estado de espíritu "mejor y más cálido cuando hicieran sus súplicas al Señor!». Miremos a la mujer sirofenicia (Marcos 7:24-30). • «¡Señor, socórreme!». Esta fue una oración muy corta, pero fue directa al corazón del Hijo de Dios.
Adaptado por @JonathanHedz
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