154 El cielo no basta Cรณmo proyectar Chile hacia el Universo
Cรณmo proyectar Chile hacia el Universo 154 2019
EDICIร N ESPECIAL ECLIPSE 2019
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revista universitaria
editorial
Liderazgo en astronomía El año 2019 será especial para la astronomía en Chile. Finalmente, gracias al eclipse total de Sol que viviremos en las próximas semanas hemos podido dimensionar la posición estratégica que ocupa nuestro país en esta disciplina, a nivel mundial. Gigantescos observatorios ubicados en la región de Coquimbo y Antofagasta permitirán que el 70% de la observación se realice desde esta nación. Pero no es solo eso. A principios de enero, nos enteramos de que la nave New Horizons había descubierto el cuerpo más lejano jamás observado en el Sistema Solar; después, desde China recibimos la noticia sobre el alunizaje, por primera vez, de una sonda en la cara oculta de la Luna; la misión espacial BepiColombo obtuvo una fotografía de Mercurio; en julio conmemoraremos los 50 años de la llegada del hombre a la Luna y en agosto se espera una abundante lluvia de estrellas. Todo lo anterior contribuye a que los cielos sean protagonistas este 2019, el que se cerrará con otro gran eclipse anular de Sol que será visible en muchos países el 26 de diciembre. La misma crisis del calentamiento global ha llevado, incluso, a una reflexión antes ausente: comenzar a evaluar la emigración del ser humano a otros planetas o si debe primar el esfuerzo por hacer la Tierra un planeta sostenible. Es tiempo de reconocer a quienes de Es tiempo de reconocer a quienes lograron atraer a los primeros grandes observatorios a Chile, lograron atraer a los primeros y momento de preguntarnos si, como universidades, estamos aprovechando, desde la ciencia la tecnología, el privilegio de tener descubrimientos que se producen desde la astronomía y grandes observatorios a Chile, yluego impactan en el desarrollo industrial. Es tiempo de reconocer que podemos hacer mucho más si Chile invierte lo necesario. y momento de preguntarnos si, Para nuestro país, además del fenómeno del eclipse de julio y del auge del astroturismo en la como universidades, estamos cuarta región –con reservas hoteleras copadas desde el año 2016–, la astronomía emerge como aprovechando, desde la ciencia un tema de altísima relevancia, lo que se ha visto reflejado en un número creciente de asistentes a conferencias de astrónomos, y en un aumento en la compra de libros relacionados con el tema, y la tecnología, el privilegio de llevando a algunos a la categoría de best sellers. Incluso nos hemos vuelto más conscientes de tener descubrimientos que se nuestra responsabilidad respecto de la luminosidad de nuestras ciudades, la que ha comenzado a alterar las condiciones que privilegian a este territorio. producen desde la astronomía En la UC, no hemos estado ajenos a este nuevo impulso que ha experimentado esta disciplina. Instituto de Astrofísica, con una planta de dedicación exclusiva para la investigación y la y luego impactan en el Eldocencia, es un centro líder en Chile y Latinoamérica. Contamos también con el Centro de desarrollo industrial. Astro-Ingeniería UC, el primero especializado en el diseño y la operación de instrumentación astronómica avanzada en el país. Nuestros académicos e investigadores participan activa y permanentemente en iniciativas de divulgación y difusión. Por todo lo anterior, hemos elaborado esta edición especial de Revista Universitaria dedicada a la astronomía. En la medida que conozcamos mejor las potencialidades que ofrece Chile para el desarrollo de esta ciencia, seremos capaces de resguardar y darle el justo valor al laboratorio astronómico espacial que poseemos en el norte de Chile, el que ha sido reconocido como el mejor lugar del mundo para observar los cielos.
Ignacio Sánchez DÍAZ Rector
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www.uc.cl/es/revista-universitaria
Comité editorial
María Elena Boisier Pons Alejandro Carrasco Rozas Luis Hernán Errázuriz Larraín Francisco Gallego Yáñez Ignacio Irarrázabal Llona Eliana Rozas Ortúzar
Vicerrectora de Comunicaciones Paulina Gómez Lorenzini
Directora de Comunicaciones Verónica Guarda Poblete
contenidos
Director Revista Universitaria Miguel Laborde Duronea
Directora creativa Soledad Hola Jacob
Editora
Daniela Farías Gontupil
Gestión de contenidos
Carolina Loyola Estay
Periodistas
Violeta Bustos Vaccia Maximiliano Monsalves Riquelme Carlos Oliva Vega Carlos Reyes Barría Antonieta Sánchez Squella Virginia Soto-Aguilar Cortínez Rafael Zanetta Benguria
Colaboración
Paula Brown Negre Paulina Valenzuela Gerlach
Diseño
Fernanda Ulloa Budinich María Inés Vargas de la Paz
Gestión y producción Magdalena Cobo Valdivieso
6 Astronomía:
La nueva estrella de los chilenos
28 Brillar en el firmamento POR ALEJANDRO CLOCCHIATTI
Profesor del Departamento de Astronomía y Astrofísica, el autor nos lleva a un recorrido histórico por la relación que ha tenido Chile con la astronomía, desde los primeros observatorios; un panorama que lo lleva a pensar que hemos perdido numerosas oportunidades, y que es tiempo de cambiar el modelo.
POR PAULA BROWN
La astronomía se expande hacia un Universo más profundo y, al mismo ritmo, crece el interés de los chilenos en ella: libros que se multiplican, eventos multitudinarios, visitas astroturísticas a observatorios dan cuenta de una nueva etapa para Chile.
14 Eclipse total de Sol 2019:
La astronomía está de fiesta
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Observatorio hacia el futuro
POR GASPAR GALAZ
POR LEONARDO VANZI
El martes 2 de julio, a las 16:40 horas, gran parte de la atención mundial estará puesta en el norte chico de Chile, cuando la oscuridad total se apodere de gran parte de sus cielos. El fenómeno será parcial en otras latitudes. Por su escasa ocurrencia, son años de espera los que culminarán en esos momentos.
Aunque Chile esté favorecido con el mejor laboratorio natural de astrofísica del mundo, lo que ha beneficiado a la investigación astronómica nacional, no ha sucedido lo mismo en el ámbito tecnológico; ni los convenios actuales ni las inversiones del país están a la altura de ese privilegio estelar.
Fotografía
Luis Barriga Abarca César Cortés Dellepiane Karina Fuenzalida Barraza Álvaro de la Fuente Farré
Redacción
Casa Central, Av. Libertador Bernardo O’Higgins 340, Piso 3 Santiago, Chile Teléfono: 22354 2777 Email: runiversitaria@uc.cl
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Las opiniones vertidas en los artículos no representan forzosamente el pensamiento de la Pontificia Universidad Católica de Chile o de la Revista Universitaria y son responsabilidad exclusiva de sus autores / ISSN 0250-3670 / ©Pontificia Universidad Católica de Chile, 1996|Prohibida su reproducción / Revista Universitaria es citada: ULRICH, International Periodicals Directory /
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20 Un eco del cielo
40 Un hombre interestelar
POR MARILÚ ORTIZ DE ROZAS
POR MATÍAS BROSCHEK
Editora y coproductora del libro Mattascopio, la autora ha desarrollado una labor extensa para difundir la extraordinaria relación de Roberto Matta con la astronomía, disciplina inspiradora de gran parte de su obra. El artista, al asomarse al cosmos, llegó a considerar al ser humano como “un eco del cielo”.
El premio Nobel de Física 2017, Kip Thorne, estará en Chile y en la Universidad Católica, atraído por el eclipse de julio. Por eso, quisimos conocer a este excepcional comunicador, quien, a través de películas de Hollywood, libros y sus propias investigaciones de laboratorio, intenta hacer un aporte para lograr una ciudadanía más informada. Especialmente en tiempos de cambio climático.
Cómo proyectar Chile hacia el Universo EDICIÓN ESPECIAL ECLIPSE 2019
46 El hechizo geométrico
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66 Un astro en tierra de hombres
Por Miguel Laborde
Por Miguel Laborde
Enorme fue el asombro del ser humano ante la belleza del firmamento, con sus movimientos y formas. Tal fue su impresión, que religiones y ciudades, la forma de los templos y las secuencias de los calendarios nacieron inspirados en su orden. Después, como en el caso de Galileo, los astrónomos sufrieron al descubrir un Universo más complejo que el aparente.
Catherine Cesarsky, la primera mujer directora general del European Southern Observatory, ha sido protagonista de los avances para terminar de instalar en Chile los cuatro telescopios gigantes (VLT), impulsar el proyecto ALMA e iniciar el plan para crear “el mayor ojo del mundo” (ELT) en nuestro país. Una trayectoria que no fue fácil, puesto que los cielos eran un espacio de acción masculino.
La revolución del big data cósmico
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POR THOMAS PUZIA
Cada vez más, gracias a los avances de la astronomía, las estadísticas sugieren que existieron, existen y existirán formas de vida extraterrestre. Eso sí, por ahora, falta encontrar la evidencia allá afuera. Los esfuerzos y el interés son ingentes para explorar los exoplanetas más interesantes.
POR MÓNICA RUBIO
Para lograr un rol diferente de Chile en la astronomía mundial, y no seguir siendo el país donde solo se obtienen los datos de los megatelescopios y se ponen a disposición del mundo, debemos participar de los descubrimientos que ellos permiten.
60 El cielo estrellado:
un patrimonio de la humanidad
La vida de allá afuera
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Trastienda
La escena que captura un momento detrás del acontecer de la Universidad Católica y de cada edición de Revista Universitaria.
POR MANUELA ZOCCALI
El placer de mirar el cielo y observar la profundidad del firmamento es hoy un privilegio de pocos. Por falta de información y una normativa deficiente, la contaminación lumínica de ciudades y carreteras inquieta y perturba a los astrónomos que operan en el norte del país.
AGRADECIMIENTOS
European Southern Observatory (ESO) Giant Magellan Telescope – GMTO Corporation Gemini Observatory Large Synoptic Survey Telescope (LSST Project/NSF/AURA)
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Museo Interactivo Mirador (MIM)
Si tienes interés en colaborar en la revista o proponer algún tema, todas las opiniones son bienvenidas en el mail runiversitaria@uc.cl
FOTO PORTADA
Revista Universitaria disponible en
Cámara Chilena de la Construcción
“ALMA Milky Way”. Yuri Beletsky, Observatorio Las Campanas, Carnegie Institution. 5
fotografĂa museo interactivo mirador (Mim)
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revista universitaria
Astronomía:
La nueva de los
chilenos
El interés de la gente por ser parte de la expansión que vive la astronomía nacional lleva a esta disciplina al límite de lo imaginado: copar las visitas a los observatorios, convertir los libros de divulgación científica en best sellers y a los astrónomos en estrellas de rock. La observación ya no es terreno solo para los expertos. “Tener los mejores cielos del planeta se está convirtiendo en un orgullo nacional”, dicen. Por Paula Brown
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El Rockstar. Las charlas del astrónomo José Maza se han transformado en un referente para los chilenos. Su lenguaje claro y directo ha sido clave para acercar la ciencia a públicos masivos.
a primera imagen del agujero negro, ubicado en el centro de la galaxia Messier 87 (M87), fue uno de los hechos que acaparó la atención del mundo durante abril pasado. Todos los medios de comunicación en Chile titularon con este hito astronómico, no solo por su singularidad, sino que por la relevancia del telescopio ALMA –ubicado en la Región de Atacama– y de un equipo de astrónomos nacionales que llevaba años siendo parte esencial del proyecto. Y aunque se sabe poco de agujeros negros o de este “monstruo” –como lo denominaron los expertos–, ubicado a 55 millones de años luz de la Tierra, en Chile el tema marcó tendencia durante días en las redes sociales e inspiró la creación de decenas de memes que se viralizaron por Whatsapp e internet. Esto demostró que hoy los chilenos están ávidos por hablar, saber y aprender de las estrellas. Para Ezequiel Treister, astrónomo y acádemico del Instituto de Astrofísica de la Universidad Católica, hoy en Chile la astronomía vende. “Durante mucho tiempo se pensó que la ciencia no le importaba al público general. Había poco interés de parte de los medios de comunicación y de los mismos científicos en hacer divulgación científica. Pero todo cambió no8
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tablemente. El tema atrae, lo que me parece muy bien porque si algo hacemos los científicos es llevar un mensaje positivo”, explica y agrega: “Los colegas de otros países nos miran con envidia. Chile se posiciona como la capital mundial de la astronomía y el tema se está haciendo parte de la cultura general y de la identidad del país. Tener los mejores cielos del planeta se está conviertiendo en un orgullo nacional”, enfatiza.
Interés creciente Las cifras dan cuenta de esta nueva corriente. Cada vez son más los chilenos que visitan observatorios profesionales y turísticos y se inscriben hasta con seis meses de anticipación. Solo por las dependencias de ALMA pasan más de siete mil personas al año, todo un éxito al considerar que están abiertas al público los sábados y domingos, siempre y cuando el clima lo permita. Crece el número de aficionados que compran o arman sus propios telescopios para observar el Universo, uniéndose a clubes o simplemente a grupos en distintas redes. El grupo Astronomía Chile en Facebook, con casi 21.400 miembros, es un espacio para mantenerse en contacto, exhibir astrofotografías o compartir reflexiones. Va en aumento la cantidad de personas que descargan aplicaciones como “Star Map” o “Mapa Estelar” en sus teléfonos inteligentes, para aproximarse con más facilidad a los secre-
fotografía LUIS BARRIGA
El potencial astronómico chileno abrió también un buen nicho para la promoción turística del país. 23 observatorios de astroturismo se despliegan entre las regiones de Antofagasta y Biobío, concentrando, junto con los centros de investigación científica, el 40% de la infraestructura para el estudio astronómico del mundo.
Libros súper ventas. Chile experimenta un verdadero boom en la venta de libros sobre astronomía. Los títulos más conocidos, escritos por connotados científicos nacionales, figuran entre los más demandados durante meses e incluso años.
tos del Universo; y los cibernautas que buscan información en internet se multiplican. Solo como un ejemplo, si el sitio web del Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines (CATA) recibía 7.900 visitas en 2011, el número aumentó a cerca de 143.000 en 2018. Y si en 2013 su perfil en Facebook registraba 627.000 visitas, la cantidad creció a 4.478.262 en 2018. También se ha incrementado el número de lectores de libros de divulgación científica, hoy verdaderos hits de venta; y se llenan salas e incluso estadios para escuchar hablar a expertos y astrónomos, muchos de ellos considerados líderes de opinión o, por qué no decirlo, verdaderos rockstars. Es el caso del astrónomo José Maza, Premio Nacional de Ciencias Exactas 1999. En octubre de 2018 dio una charla ante más de cinco mil personas en la Medialuna Monumental de Rancagua explicando cómo los seres humanos podrán llegar a Marte, la próxima frontera, como lo indica el nombre de su libro publicado por Editorial Planeta. Este texto, junto con Somos polvo de estrellas, otra de sus obras, suman a la fecha más de setenta mil ejemplares vendidos. Por otra parte, el lanzamiento de Eclipses, su libro más reciente, convocó a más de cuatro mil personas en el Teatro Caupolicán el 24 de abril pasado. Editorial Debate (Penguin Random House) confirma el interés de los chilenos por los libros de divulgación científica. Hijos de las estrellas, de María Teresa Ruiz, astrónoma y Premio Nacional de Ciencias Exactas 1997, publicado en junio de 2017, ya va en su tercera edición y, con 16.000 ejemplares, es conside9
rado un long seller. Entre los más vendidos destaca, además, El Universo en expansión, de Mario Hamuy, astrónomo y Premio Nacional de Ciencias Exactas 2015, también en su tercera edición y con más de cinco mil ejemplares vendidos.
Proyección turística El potencial astronómico chileno abrió también un buen nicho para la promoción turística del país. 23 observatorios de astroturismo se despliegan entre las regiones de Antofagasta y Biobío, concentrando, junto con los centros de investigación científica, el 40% de la infraestructura para el estudio astronómico del mundo. En este marco, según el Servicio Nacional de Turismo (Sernatur), se estima que los ingresos generados por el astroturismo en Chile son en la actualidad superiores a los US$8 millones. Y la meta proyectada para el año 2025 –cuando el país supere el 70% de la capacidad de observación astronómica del planeta– es llegar a los US$20 millones. Tal como lo mencionó el ministro de Economía, Fomento y Turismo, José Ramón Valente, al lanzar la Ruta Astroturística de la Región Metropolitana el 14 de enero pasado: “Vamos
a tener miles de visitantes que vienen a Chile a ver nuestros cielos prístinos, debemos tomar conciencia de eso y salir a celebrarlo mirando los museos, los observatorios y aprovechar que el evento del eclipse permitirá celebrar el turismo en nuestro país”. La nueva ruta de astroturismo de Santiago está integrada por diez centros que ofrecen diferentes actividades como la astrofotografía, visitas a grandes observatorios e instalaciones científicas y museos, excursiones al aire libre para observar el cielo nocturno, visitas a observatorios turísticos y planetarios, asistencia a charlas, cursos, experiencias en alojamientos y restaurantes tematizados en astronomía, entre otras posibilidades. Por su parte, el Museo Interactivo Mirador (MIM) también se ha integrado a esta ruta a través del Túnel del Universo. Inaugurado en 2018, es un espacio implementado para acercar a personas de todas las edades a experiencias educativas significativas, vinculadas con la astronomía. En abril recién pasado organizó la “Cosmofest”, fiesta científica para todo público que buscó vincular el tema con la música, el humor, paneles de conversación, stands interactivos de instituciones y actividades al aire libre.
fotografía OBSERVATORIO PAILALÉN
“Los colegas de otros países nos miran con envidia. Chile se posiciona como la capital mundial de la astronomía y el tema se está haciendo parte de la cultura general y de la identidad del país”, explica el astrónomo Ezequiel Treister.
Cenar bajo las estrellas. El observatorio Pailalén en el Cajón de Maipo combina el turismo astronómico y la gastronomía.
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fotografía museo interactivo mirador (Mim)
Según el Servicio Nacional de Turismo (Sernatur), se estima que los ingresos generados por el astroturismo en Chile son en la actualidad superiores a los US$8 millones. Y la meta proyectada para el año 2025 es llegar a los US$20 millones.
Son varios los seguidores de la astronomía nacional que coinciden en afirmar que, desde los años 90 en adelante, esta disciplina empezó a abrirse para los chilenos. Fue entonces cuando surgieron las visitas públicas en la Región de Coquimbo al observatorio CTIO en cerro Tololo y a La Silla, y a Las Campanas, en la Región de Atacama. Luego, comenzaron a aparecer los pequeños observatorios ligados a los municipios o juntas vecinales para apoyar el turismo local. Para Jorge Ianiszewski, astrónomo aficionado y pionero en divulgación científica, creador y administrador de www.circuloastronomico.cl, existe un hecho histórico que motivó a democratizar la disciplina en Chile: el litigio entre la familia del Almirante Latorre y el Estado chileno por la donación en 1988 al Observatorio Europeo Austral (ESO) de unos terrenos en el Cerro Paranal, que los descendientes del héroe de la Guerra del Pacífico reclamaban como propios. “La familia Latorre ganó el juicio y ESO, con la construcción avanzada de ALMA y la mirada inquieta de la opinión pública encima, tuvo que empezar a explicar qué estaba haciendo en el país. En esa misma época se consiguió que el 10% del tiempo de observación en los telescopios de los grandes centros de investigación fuera realizado por científicos chilenos. Se trató de un cambio paradigmático, porque fue entonces cuando los observatorios profesionales empezaron a interactuar con la comunidad”, recuerda. En la actualidad, es imposible imaginar un centro de investigación astronómico sin un departamento de difusión y enseñanza. “Organizan charlas y eventos, y se contactan con los colegios, impactando a las comunidades”, explica el profesor de electivos de astronomía, desde hace más de siete años en el colegio San Ignacio El Bosque, Juan Pablo Gajardo, quien ha seguido de cerca la evolución del tema en el país, sobre todo por su experiencia como divulgador en el Museo de Ciencia y Tecnología, entre el año 2000 y el 2013. “Me ha tocado acompañar a varios jóvenes de tercero y cuarto medio en su interés por aprender y saber más del Universo, lo que es importante para su formación integral. En este contexto, realizamos salidas a terreno para conocer los principales observatorios del norte de Chile, entre ellos ALMA, VLT y Las Campanas”, explica el profesor. Esta misma pasión se ha ido traspasando también en la última década a otros miembros de la comunidad escolar –como profesores y apoderados– mediante la organización de star parties en el colegio, espacios de encuentro y camaradería que contemplan principalmente la observación astronómica y la astrofotografía. “Gracias al apoyo de ESO, hemos contado con la
fotografía museo interactivo mirador (Mim)
Telescopios abiertos
El Túnel del Universo. En el Museo Interactivo Mirador se instaló un espacio permanente, para acercar a grandes y chicos a experiencias educativas vinculadas con la astronomía. Durante 2018 fue visitado por 313.734 personas. 11
Noche de Observación. En el sector de Las Vizcachas se realizó esta actividad, organizada por el Instituto Milenio de Astrofísica (MAS), junto a la Municipalidad de Puente Alto, en enero de 2019. Al evento asistieron más de 16.000 personas. fotografía INSTITUTO MILENIO DE ASTROFÍSICA
Pasión de aficionados El aporte de las asociaciones de aficionados ha sido clave en el desarrollo de la astronomía en Chile. Así lo demuestra la trayectoria de la Asociación Chilena de Astronomía y Astronáutica (Achaya) –pionera en el tema junto a la Sociedad Astronómica de Valparaíso (Saval), y con más de 60 años de existencia– fiel hasta la fecha a su objetivo fundacional: desarrollar el estudio astronómico entre sus socios y divulgar sus conocimientos a la comunidad. Su director, Pablo Vera, explica: “Achaya difunde la astronomía a nivel de aficionados entre el público general. No hay condiciones para entrar, nunca hemos cedido a tentanciones comerciales y no vendemos nada. Los viernes en la noche ofrecemos cursos de bajo costo en nuestro observatorio en el cerro Pochoco y los sábados está abierto para los 220 socios activos que existen, quienes tienen a su disposición todos los artilugios de la asociación”. Con orgullo reconoce que son varios los astrónomos que han pasado por sus filas. “Gaspar Galaz y Mónica Rubio, entre otros, fueron socios cuando niños o jóvenes, y reconocen que aquí despertó su amor por la astronomía y decidieron posteriormente seguir la carrera”, cuenta. Agrega que son los socios quienes le dan vida a este observatorio por el que pasan aproximadamente 800 personas al año –entre alumnos y visitas– para aproximarse a esta disciplina. “Porque el astrónomo aficionado tiene una visión más pragmática y el manifiesto interés por transmitir conocimiento al resto de las personas. En muchos casos puede ser un astrónomo frustrado, por lo menos ese es mi caso. Pero la pasión que sientes es tan fuerte como la que puede tener un profesional. Existe una entrega incondicional del conocimiento sin esperar nada a cambio. Hacemos esto simplemente porque nos gusta, sin esperar una retribución monetaria”.
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compañía de un astrónomo investigador quien nos explica los últimos descubrimientos en el área o los instrumentos que utilizan a nivel profesional”, agrega.
Astronomía ciudadana En 2014, Ezequiel Treister comprobó el potencial que tiene la ciencia ciudadana al liderar e implementar la plataforma en español de “Galaxy Zoo”, proyecto online de astronomía, lanzado en 2007 por la Universidad de Oxford. Este sitio fue diseñado para que cualquier persona pueda contribuir con el desarrollo astronómico mediante la clasificación de galaxias. Si inicialmente sus creadores esperaban llegar a diez mil personas, superaron con creces la meta al reclutar a más de un millón y medio de voluntarios. En menos de un año, la versión hispana de “Galaxy Zoo” hizo cien mil clasificaciones de galaxias. “El 40% de estas fueron realizadas por chilenos”, explica Treister, detallando que el perfil de los clasificadores nacionales respondía a dos grandes grupos: adultos interesados en las ciencias y estudiantes de enseñanza básica avanzada y media, motivados por sus profesores para vivir experiencias de aprendizaje. En esta línea, el científico declara que la astronomía ciudadana está cambiando el diseño de los grandes proyectos futuros. “Por ejemplo, el Gran Telescopio en el cerro Pachón, que tomará imágenes del cielo del Hemisferio Sur en forma continua, tiene estipulado incorporar en sus bases este concepto, ya que todas las imágenes captadas estarán disponibles para el público en una interfaz amigable. Será una especie de Google Map donde se podrá clasificar y hacer ciencia ciudadana”, adelanta el astrónomo, dejando entrever una verdad ineludible: que el Universo es de todos y está ahí para quien lo quiera disfrutar e indagar, a simple vista o a través de un telescopio, la pantalla de un Mac o de un PC y también, por qué no, desde un teléfono inteligente.
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fotografía NASA / SDO
Al borde de la fusión. Imagen de la Luna en tránsito a través del Sol, tomada por Solar Dynamics Observatory, el 21 de agosto de 2017.
Eclipse total de Sol 2019:
La astronomía está de
fiesta
Martes 2 de julio. 16:38 horas. Todo será oscuridad en una buena parte de la cuarta y tercera regiones de Chile. La atención del mundo estará en los cielos de esa zona, que será el lugar donde se podrá observar el momento en que desaparece el Sol. Este hecho histórico durará solo dos minutos y treinta segundos, en promedio. La enorme atracción que genera el evento se debe a la espectacularidad del proceso, a su escasez (ocurren en promedio cada 400 años en una misma área) y al breve intervalo de tiempo en que suceden. Por GASPAR GALAZ
GASPAR GALAZ. Es director del Instituto de Astrofísica de la Universidad Católica y profesor titular de la misma institución. Es licenciado en Física y magíster en Astronomía de la Universidad de Chile y doctorado en Astrofísica por la Université de Paris VII.
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E
n marzo de este año, una aerolínea ofrecía pasajes de ida y vuelta a La Serena, entre el 30 de junio y el 3 de julio, a algo más de $300.000. Un elevadísimo valor considerando que a esa fecha estábamos a más de tres meses del eclipse total de Sol del 2 de julio de 2019. Este simple hecho es una muestra del impacto en nuestra sociedad que tiene este fenómeno astronómico, que no se observaba en el país desde hace 25 años. En 1994, cuando ocurrió el último evento visible en territorio chileno, en la zona de Putre, el mundo, y ciertamente Chile, era otro. No había redes sociales e internet y la comunidad astronómica en Chile, en toda su extensión, era mucho más pequeña. Había solo un puñado de astrónomos, básicamente en la Universidad de Chile, y los observatorios del norte eran Tololo, La Silla y Las Campanas. No existía aún el Departamento de Astronomía y Astrofísica de la UC, aunque los pioneros, liderados por los profesores Hernán Quintana y Leopoldo Infante, estaban instalados en la Facultad de Física, haciendo despegar formalmente la astronomía en la UC. Otro factor importante era la relevancia de la astronomía en la ciudadanía y el gobierno: los astrónomos éramos casi invisibles. A diferencia de lo que ocurre hoy, no existía ningún impacto de esta disciplina como ciencia nacional prioritaria, por las condiciones geográficas que actualmente conocemos. Ninguna astrónoma o astrónomo se había ganado el Premio Nacional de Ciencias Exactas y la divulgación de estos contenidos en los medios de comunicación era extremadamente reducida.
Los eclipses son más raros aún si nos fijamos en una zona geográfica más limitada de la Tierra. Por ejemplo, el último eclipse total de Sol que se observó en la cuarta región fue hace 427 años, es decir, en 1592, y el próximo se producirá en 212 años más, en 2231. El resultado de estas condiciones, sumado al hecho de que el eclipse total de Sol de 1994 ocurrió en una zona bastante remota, hicieron que este tuviera un impacto relativamente pequeño. En cambio, el fenómeno del cual seremos testigos este 2 de julio sucederá en un contexto muy diferente. La zona de totalidad del eclipse cubrirá un amplio sector de la tercera y la cuarta regiones, desde la costa hasta el interior, pasando hacia Argentina (será visible hasta la zona de La Plata, en el territorio argentino). Todo el mundo podrá estar conectado en directo, gracias a las redes sociales, internet y medios de comunicación tradicionales. Se estima que alrededor de un millón y medio de personas se desplazarán por diversos medios a las zonas involucradas, para observar el momento exacto en que la Luna cubra al Sol. La observación se podrá realizar en varias ciudades mayores: La Serena, Ovalle, Vicuña y otros pueblos más pequeños.
una danza de coincidencias Un eclipse de Sol se produce cuando la Luna se interpone entre este y la Tierra, proyectando su sombra sobre la superficie de la Tierra. La figura muestra la inclinación del plano de la órbita de la Luna respecto de la eclíptica, que es de unos cinco grados. Se produce un eclipse de Sol sobre la Tierra, solo si se da una configuración tal que la Luna, el Sol y la Tierra están alineados, de modo que la sombra proyectada caiga sobre nuestro planeta.
Luna (Fase nueva)
Tierra Luna (Fase llena) con na inclinada en 5º La órbita de la Lu a la eclíptica to respec
La sombra de la Tierra abandona la Luna Fuente: Universidad de Arizona, Departamento de Astronomía y el Observatorio Steward.
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Eclíptica (plano orbital de la Tierra)
La sombra de la Luna abandona la Tierra
Al Sol Luz solar
Un día esperado. Estudiantes de una escuela secundaria observan el Sol a través de lentes especiales, durante el eclipse de 2017, en Estados Unidos. Tal como ocurrió en ese país, este fenómeno de la naturaleza quedará marcado como un acontecimiento histórico en Chile.
El evento astronómico del año: fotografía U.S. Air Force photo by Airman first Class Alexis P. Docherty
El evento es noticia desde hace casi un año por lo que se espera la llegada en masa de astrónomos amateurs y de público general, tanto de Chile como del extranjero. El evento es noticia desde hace casi un año por lo que se espera la llegada en masa de astrónomos amateurs y de público general, tanto de Chile como del extranjero. Lo anterior, sumado al hecho de que el eclipse será visible en la zona donde se emplazan los observatorios internacionales icónicos como el cerro Tololo, La Silla y las Campanas, generan un polo de atracción de visitantes VIP enorme. Este será “el” evento astronómico del año 2019 y quedará marcado, muy probablemente, como un acontecimiento histórico en el país.
Lo escaso es preciado
• Prácticamente todos los hoteles de la cuarta y la tercera regiones están con reservas casi completas para esa fecha. • Los pasajes en avión Santiago-La Serena ascienden a más de $300.000 y prácticamente no hay disponibilidad. • E xisten variados paquetes turísticos que ofrecen “mostrar” el eclipse. • Los observatorios del norte: Las Campanas, Tololo y La Silla, recibirán una gran cantidad de público. Desde presidentes de la república hasta distinguidos premios Nobel. • Los astrónomos chilenos, la academia y muchas universidades realizarán la divulgación del fenómeno a grandes escalas (esta revista dedicada a la astronomía es una muestra de ello). • Algunas líneas aéreas nacionales tendrán vuelos dedicados especialmente a sobrevolar la zona afectada, permitiendo observar el fenómeno desde 35.000 pies de altura. Es el caso de Sky, que facilitará dos aviones que trasladarán a escolares de la Región Metropolitana, de escuelas vulnerables y que nunca han volado, para apreciar desde el aire este evento.
La seducción que genera en el ser humano apreciar un eclipse total de Sol se debe a la espectacularidad del proceso, a su escasa ocurrencia y al breve intervalo de tiempo que duran. Para ahondar en las razones físicas de esto, es necesario tener en cuenta la distancia entre la Tierra y la Luna, y los tamaños relativos de ambos objetos. Al mismo tiempo, debe considerarse la inclinación relativa entre el plano de la órbita LunaTierra y la órbita Tierra-Sol (ver recuadro). 17
Todo Chile a oscuras Como lo indica la figura, el eclipse será apreciado en distintos porcentajes en todo el país. Lo anterior se explica porque al momento del evento, la Luna proyecta dos sombras sobre la Tierra. Una más fina y oscura que se llama umbra (conocida también como zona de totalidad), que es donde la Luna cubre totalmente al Sol (el 2 de julio esto ocurrirá en parte de la tercera y cuarta regiones); y otra que rodea este sector que se llama penumbra y que abarcará el resto del territorio nacional.
Arica y Parinacota
65%
Tarapacá
70%
Antofagasta
82%
Atacama
100%
Coquimbo
100%
Valparaíso
92%
Metropolitana
92%
Libertador Bernardo O’Higgins
89%
Maule
85%
Ñuble
81%
Biobío
79%
La Araucanía
74%
Los Ríos
71%
Los Lagos
67%
Aysén del Gral. Carlos Ibáñez del Campo
58%
Magallanes y Antártica Chilena
46%
Este eclipse, sin duda, marcará un antes y un después en los hitos científicos masivos en Chile. Lo más sorprendente es que se repetirá el 14 de diciembre de 2020, esta vez en la zona sur, cerca de Villarrica y, además, a las 13:30 horas, con el Sol casi en su máxima elevación sobre el horizonte. Un hecho que es fundamental es que el tamaño relativo de la Luna en el cielo es prácticamente el mismo que el del Sol. Esta es, sin duda, la más feliz de las coincidencias, pues facilita la observación directa de la corona solar (ver imagen a la derecha), lo que sería muy difícil de percibir si su tamaño aparente fuese mucho mayor que el del Sol. Los eclipses son más raros aún si nos fijamos en una zona geográfica más limitada de la Tierra. Por ejemplo, el último eclipse total de Sol que se observó en la cuarta región fue hace
El recorrido de la sombra lunar La zona de totalidad, que es el área donde el Sol será cubierto por completo, recorrerá 11.252 kilómetros de oeste a este. Comenzará por la mañana en el océano Pacífico sur, al este de Nueva Zelanda moviéndose en dirección noreste. Luego, tomará dirección sudeste y al atardecer tocará tierra en América del Sur finalizando en el Río de la Plata. Podrá verse de manera parcial en una amplia zona del sur de América: en todo el territorio de Ecuador, Perú, Chile (incluyendo las islas del Pacífico), Bolivia, Paraguay, Colombia, Argentina (incluyendo las islas del Atlántico Sur) y Uruguay; y el centro y sur de Brasil. También, en algunas islas de la Polinesia. Algunas actividades organizadas especialmente por el eclipse: • El Premio Nobel de Física 2017, Kip Thorne, visitará la Universidad Católica el próximo 30 de junio, para dictar una charla magistral en el Centro de Extensión. El científico fue invitado por el Instituto de Astrofísica. • La Unión Astronómica Internacional (IAU) realizará el simposio “Solar and Stellar Fields: Origins and Manifestations”, con motivo del Eclipse Solar Total 2019, en la ciudad de Copiapó. • Concurso para astrónomos aficionados que invita a replicar la observación de Eddington, quien estudió hace un siglo la posición de las estrellas cercanas al Sol en el cielo, para realizar la primera comprobación experimental de la Teoría General de la Relatividad. Esta actividad es organizada por el Instituto de Astrofísica de la UC, en conjunto con el Observatorio Las Campanas.
Fuente: Conicyt.
fotografía NASA/Aubrey Gemignani
Corona solar. En la imagen se observa el eclipse total de Sol del lunes 21 de agosto de 2017, apreciado desde Madras, Oregón, Estados Unidos. El fenómeno también pudo ser observado, de manera parcial, en todo el continente norteamericano y en algunas partes de Sudamérica, África y Europa.
Relevar la astronomía
427 años, es decir, en 1592, y el próximo se producirá en 212 años más, en 2231. Toda esta danza de coincidencias escasas es coronada por el hecho adicional de que este ocurre durante un intervalo de tiempo muy corto, en el cual justo la Luna tapa la luz del Sol. Al moverse la Tierra y la Luna a grandes velocidades relativas, cada una en su respectiva órbita, la totalidad del eclipse mismo nunca durará más de tres minutos. Si uno calculara cuántas personas han nacido y muerto en Chile en los últimos 427 años, que han pasado alguna vez por la cuarta región, y el número potencial de observadores del evento del 2 de julio, llegamos a la conclusión de que solo una persona, entre cientos de millones, ha tenido el privilegio de presenciar algo parecido. Este eclipse, sin duda, marcará un antes y un después en los hitos científicos masivos en Chile. Lo más sorprendente es que se repetirá el 14 de diciembre de 2020, esta vez en la zona sur, cerca de Villarrica y, además, a las 13:30 horas, con el Sol casi en su máxima elevación sobre el horizonte. Sin embargo, es el del 2 de julio de 2019 el que ha atrapado al imaginario colectivo de los chilenos, involucrando a todos y cada uno de sus habitantes: desde el Presidente de la República al nuevo ministro de Ciencias, los astrónomos, las aerolíneas, los medios de comunicación, las universidades y, sobre todo, a los ciudadanos de a pie. Para ellos es este regalo que entrega la naturaleza, a costo cero, y que será visible total o parcialmente en casi todo nuestro territorio. Por su parte, la Universidad Católica ha preparado diversas actividades, como la visita del Premio Nobel de Física Kip Thorne, para participar en este hecho histórico que se ha transformado en una fiesta nacional.
Con el palacio de gobierno iluminado especialmente para la ocasión, La Moneda se vistió de astronomía para dar una señal potente al país. El Gobierno quiso dar inicio, de esta forma, a la temporada de eclipses que se verán desde el territorio nacional entre este y el próximo año. En la ceremonia participaron el Presidente Sebastián Piñera; el ministro de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, Andrés Couve; el Premio Nacional de Ciencias Exactas José Maza, entre otros destacados científicos. “Agradezco al presidente por abrir este espacio y dar una señal tan decidida de tener a la ciencia en un lugar central como es La Moneda. Chile puede liderar desafíos planetarios como la exploración del Universo; la investigación del cambio climático; la investigación del envejecimiento y contribuir a no ser solamente usuarios, sino también constructores de la cuarta revolución tecnológica. Abordar estos desafíos conlleva una responsabilidad urgente con las futuras generaciones. Somos un país de ciencia y tenemos la oportunidad de aprovechar nuestras ventajas comparativas para alcanzar un desarrollo integral y sostenido. Para eso, tenemos que inspirar a las nuevas generaciones a hacerse preguntas y encontrar respuestas. La temporada de eclipses será una fiesta científica para todo Chile”, afirmó el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Andrés Couve al dar inicio al encuentro. Por su parte, el presidente Piñera anunció una serie de medidas para instruir a la ciudadanía en el fenómeno. Es así como se habilitó una página web (eclipseschile.gob.cl), que fue creada con el propósito de “enseñar de forma simple, entretenida y dinámica lo que significa este evento”. Además, el ministerio de Educación y Conicyt lanzaron un concurso a nivel nacional para la observación de eclipses entre los niños. Finalmente se realizará la entrega de un kit de astronomía a diferentes colegios. También el Ministerio de Salud dará recomendaciones especiales para observar el fenómeno astronómico, de una manera segura para los ojos. Al finalizar el evento, el ministro Couve reconoció la deuda con la astronomía que tiene el país. “Necesitamos invertir en ciencia, tecnología e innovación y eso, sin duda, es parte de nuestro trabajo, pero tenemos que comunicar y compartir este entusiasmo con la ciudadanía para que, entre todos, logremos construir un país en el que el conocimiento esté al centro de lo que hacemos”.
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Marilú Ortiz de Rozas. Periodista de la Universidad de Chile, doctora en Letras por la Universidad de la Sorbonne NouvelleParis 3. Ha publicado una quincena de libros (Premio Revista de Libros de El Mercurio, 2007, por su biografía sobre el pintor Mario Carreño), es una periodista especializada en arte y literatura, y ha trabajado en numerosas fundaciones.
Splash. 1978-1985, óleo sobre tela. Colección privada, París.
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Un eco del
cielo
El libro Mattascopio aborda la relación del pintor Roberto Matta con la astronomía, de cuando los telescopios electrónicos “descubrieron el Universo”. Aquí presentamos un fragmento de la introducción, que relata cómo el artista nos deslumbra explorando este terreno, antes desconocido para el arte, y donde ciencia, verso y vértigo se dan la mano. Por Marilú Ortiz de Rozas Imágenes de Mattascopio, Roberto Matta y el Universo, de Ramuntcho Matta y Marilú Ortiz de Rozas, Ediciones UC, 2013.
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Le dernier cercle. En NoteBook, cuaderno del artista, 1943. SometimeStudio.
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n ese infinitesimal instante de la aurora de la existencia, todos los seres, entidades y sustancias tienen un origen elemental común: son astillas del mismo palo. “La materia atómica de la que estamos hechos es la misma que la de las estrellas y las flores. Todos estamos hechos de lo mismo” (Ojo con el arte, TVN, 1990) señala el artista Roberto Matta que, a lo largo de todo su recorrido, entonces, ha buscado al hombre. Sujeto de su obra y pensamientos, lo concibe en su totalidad, desde su posición en el Universo hasta su composición orgánica. En este contexto, no percibe al hombre como alguien que está solo, sino inmerso en una red de relaciones sociales, políticas, económicas y culturales, que interactúan unas con otras, a imagen de lo que sucede en el universo entre los diversos cuerpos gravitantes interconectados. Una cartografía del ser es lo que quiere aprender y aprehender Matta,
Porque incluso cuando el hombre viaja a la Luna, Matta afirma que lo que quería ver el hombre no era la Luna, sino la Tierra; ya que en el fondo el hombre quiere verse como un “eco del cielo”. que afirma una y otra vez, con cierto afán provocativo, que lo que le interesa a él no es pintar, “sino representar la sociedad” (Carrasco E., Matta Conversaciones). Matta nos recuerda que la palabra “revolución” proviene de la astronomía (Ibid), tal vez por eso conjuga a ambas, una y otra vez, en su obra pictórica, como metáfora de las misiones y vicisitudes del ser humano; también del insondable misterio que las hermana. Marcel Duchamp, uno de los intelectuales y artistas más
Soleil des Sages. (Planeta Cuadrado), en NoteBook, cuaderno del artista, 1943. SometimeStudio.
Mattascope. En NoteBook, cuaderno del artista, 1943. SometimeStudio.
respetados de su tiempo, lo diría muy claramente: “Su primera contribución a la pintura surrealista, y la más importante, fue el descubrimiento de las regiones del espacio, desconocidas hasta entonces, en el campo del arte. Matta siguió a los físicos modernos en la búsqueda de su nuevo espacio. A pesar de ser muy joven, Matta es el pintor más profundo de su generación” (Duchamp M., Catálogo Mavi). Ciertamente, Matta transporta al espectador/lector a otra dimensión, al proponer esas imágenes que remiten al Universo: esos fondos oscuros donde sobresalen figuras incandescentes, cual planetas, y una diversidad de trayectorias estelares, como en las dos obras de 1946 nunca bautizadas, amasijo de astros aún no nombrado, en un estado que antecede al de la propia vida. Sin embargo, él no pinta teoremas, respuestas, ni verdades, sino simplemente viajes y preguntas, de los cuales nos hace partícipes. Nos invita a observar los registros de sus periplos en busca del hombre, desde la inmensidad del cosmos, el enmarañado tejido social de las diversas culturas, hasta los intersticios biomoleculares escondidos bajo la piel, y más allá; siempre empujando más allá de su interrogante, su exploración del ser. Porque incluso cuando el hombre viaja a la Luna, Matta afirma que lo que quería ver el hombre no era la Luna, sino la Tierra; ya que en el fondo el hombre quiere verse como un “eco del cielo” (Carrasco, E., Matta Conversaciones).
“Creo que busco una morfología de la materia en todas sus historias particulares (rana, hoja de olivo, piedra, etcétera), y en su dialéctica general, la tierra que copia las estrellas”.
Verbo “ver” A veces cree Matta que hubiera preferido ser filósofo que pintor, pero el lenguaje no le alcanza para expresar lo que quiere decir (Carrasco E., Autorretrato. Nuevas Conversaciones con Matta), porque no hay palabras tan veloces como para seguir o representar el curso de su mente, que se nutre del insondable pozo de su imaginación, así como de un sinnúmero de investigaciones en diversos campos, entre ellos el de la ciencia. Su propósito, con esto, según André Breton, es el de ampliar su mirada (André Breton, La perle est gâtée a mes yeux, 1944) y renovar la gramática de las artes visuales con elementos que en ese momento hacían noticia en diversas áreas, como la astrofísica, que le interesa par-
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El “mattascopio” aporta la visión que el artista posa sobre el hombre y el Universo apoyado en la ciencia, pero desde una hipótesis abierta, que no busca una demostración empírica, sino una confabulación para maravillarnos en la búsqueda de nuevas preguntas. ticularmente, tal vez porque otorga una macrovisión que abarca, desde la inmensidad, todas las demás disciplinas asociadas a la existencia. “Creo que busco una morfología de la materia en todas sus historias particulares (rana, hoja de olivo, piedra, etcétera), y en su dialéctica general, la tierra que copia las estrellas”, escribiría Matta (Carta a Alain Joffroy, catálogo Mavi). Sus imágenes, entonces, no partirían del silencio original, de la Nada dispuesta en el blanco de la tela, sino que se configurarían a partir de figuras que emanan de teorías,
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elementos y experimentos identificados por especialistas, que los han llevado a la academia para analizarlos, como sus representaciones de células eucariotas, del aparato de Golgi o de la singularidad de Schwarzshild (Flahutez F., La peinture de Roberto Matta entre cellule eucaryote et singularité de Schwarzschild). Fabrice Flahutez, el autor de dichas investigaciones, precisa que Matta nunca cejará en su interés por las ciencias, y se inspirará “tanto en sus conceptos como en sus imágenes, que observa en obras de divulgación científica, para componer las figuras de su modernidad” (Ibid). Sin embargo, al verlo pintar (en películas y documentales), Matta parece simplemente irse entregando a un juego visual que sonsaca de manchas y chorreos en un poderoso y azaroso ímpetu cosmogónico, con la fuerza del ergonauta-creador en la refundación del Big Bang. Él, en cuyo tratamiento del espacio aflora su formación de arquitecto, afirma que no hay azar sino transparencias, y que ve en las manchas un cosmos: “Como la gente ve vacas en las nubes, yo veo mundos en las manchas” (Carrasco, E., Matta Conversaciones). Su función, su rol, no es otro que el mostrar esta conjunción, hacer visible lo que no es, crear conciencia de las zonas transparentes (Ortega-Márquez I., Matta Centena-
Burn Baby Burn. 1965-67, óleo sobre tela. Los Ángeles County Museum of Art.
rio) que va descubriendo, y permitir que los otros también lo vean. Porque para él, el arte lo que hace es potenciar el verbo “ver”, en su más amplio sentido, uno que va más allá del ojo humano, de la cámara fotográfica o el microscopio (Carrasco, E., Conversaciones). De hecho, según sus colegas pintores fueron transmitiendo la leyenda, en aquella época de sus primeros años en Francia, cuando es acogido en el grupo surrealista, a mediados-fines de los años treinta, Matta pasaba horas observando estructuras en un microscopio (Gordon Oslow-Ford, citado por Flahutez F.). Y también soñaba, desde siempre, y hablaba, de un gran telescopio, aquel instrumento que sería el que le aportaría las respuestas o las imágenes de lo que quería saber, o simplemente “ver” y hacer “ver”. En la mirada estaba para él la madre de todas las ciencias, “ver” era su verbo favorito y lo conjugaba en todas sus obras, en todos los tiempos y personas posibles, y casi siempre en varias direcciones y dimensiones a la vez; para invitar a ver más allá de la primera mirada, con profundidad de campo y hondura intelectual, científica, social, cultural y espiritual. Sostiene que “el ojo es pobre, pero desde que se inventó el telescopio electrónico, eso está cambiando todo…” (Ojo con el arte, TVN, 1990).
Sin título. 1946, óleo sobre tela. Colección privada París.
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Mural Verbo América. 1996, técnica mixta sobre cerámica. Metro de Santiago.
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En la mirada estaba para él la madre de todas las ciencias, “ver” era su verbo favorito y lo conjugaba en todas sus obras, en todos los tiempos y personas posibles, y casi siempre en varias direcciones y dimensiones a la vez. Roberto Matta es quien brinda una mirada “mattascópica” sobre las cosas, como le contaba a su amigo André Breton (Carta a Breton, en Flahutez F., La peinture de Roberto Matta entre cellule eucaryote et singularité de Schwarzschild). El “mattascopio” aporta la visión que el artista posa sobre el hombre y el Universo apoyado en la ciencia, pero desde una hipótesis abierta, que no busca una demostración empírica, sino una confabulación para maravillarnos en la búsqueda de nuevas preguntas, para hacernos cómplices de su verbo “ver”, de ver al ser en su totalidad. Una mirada que se sigue alimentando de la utopía de ese gran observatorio telescópico que periódicamente va siendo perfeccionado en algún rincón de la Tierra, conforme el progreso de las ciencias, y que va aportando nuevos avances en la comprensión del Universo. A cuatrocientos años del telescopio de Galilei, y a un poco más de una década de cerrado ese ojo “mattascópico” (el año 2002 falleció el pintor) que vislumbraba enriquecerse con poderosos aparatos que le permitieran escudriñar mejor el firmamento, esta quimera está tomando nuevamente cuerpo en la tierra natal del pintor-investigador. Las últimas noticias del campo astronómico mundial no hablan sino del Atacama Large Millimeter/submillimiter Array, ALMA, que se yergue en el Llano de Chajnantor, en las afueras de San Pedro de Atacama, donde un conjunto de 66 antenas instaladas a más de cinco mil metros de altura, el radiotelescopio más poderoso del mundo, aportará, entre otras cosas, un inédito relato sobre el nacimiento de los planetas y las estrellas.
PARA LEER MÁS Carrasco E., Matta Conversaciones, Ediciones Cesoc, Santiago, 1987. Duchamp M., “Catálogo Mavi” 11.11.11, 1946. Carrasco E., Autorretrato. Nuevas Conversaciones con Matta, LOM Ediciones, Santiago, 2002. Flahutez F., La peinture de Roberto Matta entre cellule eucaryote et singularité de Schwarzschild, Éditions L’Age d’Homme, marzo 2007. Carta a Alain Joffroy, “Catálogo Mavi” 11.11.11, 1952. Ortega-Márquez I., “Matta Centenario” 11.11.11, Centro Cultural Palacio de La Moneda, 2011. Matta R. y Ortiz de Rozas M., Mattascopio, Roberto Matta y el Universo, Ediciones UC, 2013. Breton A., La perle est gâtée à mes yeux, 1944, reproducido en catálogo Centro Cultural Borges, op. cit., p 24.
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fotografía ALMA (ESO/NAOJ/NRAO), T. Sawada
Instrumento patrimonial. El telescopio Manuel Foster, de la Universidad Católica, está ubicado en el Cerro San Cristóbal. Consta de un espejo primario de 93 cm y uno secundario de 24,2 cms.
Brillaren el
firmamento Este texto no pretende ser un artículo de historia, sino más bien un ensayo que muestra, a través de la trayectoria de esta disciplina, las oportunidades que hemos perdido como país, pero que no podemos seguir dejando pasar. La inversión en ciencia y educación sigue siendo muy baja. Si no desarrollamos la capacidad de reacción necesaria, volveremos al modelo en el que no estaremos a la altura de los desafíos que el mundo nos pone por delante. Por Alejandro Clocchiatti
Alejandro Clocchiatti. Es profesor en el Instituto de Astrofísica de la Universidad Católica. Estudió Licenciatura en Astronomía en la Escuela Superior de Astronomía y Geofísica, Universidad de La Plata, Argentina. Además, realizó un máster (M.Sc.) y un doctorado por la Universidad de Texas, Austin, Estados Unidos. Fue miembro del equipo que descubrió la “Energía Oscura” en 1998, investigación que significó el Premio Nobel de Física para los dos líderes en 2011.
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Cimientos astronómicos. Imagen del Observatorio Astronómico Nacional que se ubicaba en avenida Portales, frente a la Quinta Normal de Santiago. Fotografía anterior a 1910, cuando el observatorio fue trasladado a Lo Espejo. El edificio posteriormente fue utilizado por la Dirección General de Aeronáutica Civil y la Dirección Meteorológica de Chile.
fotografía Adolfo Conrads / Archivo Cámara Chilena de la Construcción
n el año 211 a.C., durante el saqueo que siguió a la toma de Siracusa por el ejército romano, el científico Arquímedes, cuyas máquinas de guerra habían contribuido a la defensa de su ciudad, fue asesinado. ¿Cómo seguiría la historia si los romanos hubieran sabido que, más allá de su sangrienta rivalidad con Cartago (con quien Siracusa estaba circunstancialmente aliada), el tesoro más valioso de esa ciudad estaba justamente en la mente de ese anciano? Pese al crimen de haber ahogado a la civilización helenística, Roma construyó una organización socioeconómica que perduró casi 1.700 años desde ese magnicidio. Si la hubieran incorporado creativamente, quizás hoy la “lingua franca” serían el latín o el griego y habríamos llegado a la Luna en el primer milenio, y no en el segundo. Los historiadores dirán, con gesto serio, que lo anterior es un pensamiento “contrafáctico”. Y tendrán razón. Aclaro entonces que no soy historiador y que este texto no pretende ser de historia. Soy un científico interesado en ella porque sus hechos, a veces, resultan de decisiones humanas. La miro como una motivación para hacer preguntas, con la esperanza de encontrar respuestas o al menos formular hipótesis que nos ayuden a construir hechos que hagan posible un futuro mejor. Y para contrapesar el gesto serio parafraseo a Nicanor Parra diciendo “la historia morirá si no se la ofende”. Lo que sigue es, entonces, un texto antihistórico.
El Observatorio Astronómico Nacional A mediados del siglo 19, el teniente de la Armada J. Gilliss impulsó en Estados Unidos la creación del Observatorio Naval (1844) y, luego, una campaña astronómica a Santiago (Dick, 2003). El gobierno de Chile se mostró interesado por esta expedición. Las presidencias de Manuel Bulnes y Manuel Montt les facilitaron su instalación en el cerro Santa Lucía, proporcionaron un profesor de matemáticas y dos de sus mejores alumnos para que asistieran con las observaciones, a la vez que aprendían astronomía y el uso de los instrumentos, además de entregar un centinela para protección. También convino la compra de los equipos del Observatorio Naval que pasaron a constituir el Observatorio Astronómico Nacional de Chile (OAN). Su primer director fue Karl W. Moesta, un doctor en matemáticas alemán que llegó a los 25 años, en 1852, a tiempo para interactuar con los astrónomos estadounidenses antes de su partida (Keenan, Pinto y Álvarez, 1985). Desde 1852, la historia del OAN estuvo marcada por traslados forzados por el crecimiento de la ciudad: a Quinta Normal, en 1862; a Lo Espejo, en 1911, y luego a cerro Calán, en 1963. En 1927, el OAN pasó de reportar directamente al Ministerio de Instrucción Pública a ser un instituto dentro de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile. Tanto Moesta como quienes lo sucedieron se quejaron por la inestabilidad del presupuesto, la falta de asistentes técnicamente competentes y la necesidad de tener que enseñar numerosos cursos para complementar su salario (Keenan,
Miro la historia como una motivación para hacer preguntas, con la esperanza de encontrar respuestas o al menos formular hipótesis que nos ayuden a construir hechos que hagan posible un futuro mejor. 30
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En 1927, el OAN pasó de reportar directamente al Ministerio de Instrucción Pública a ser un instituto dentro de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile. Tanto Moesta como quienes lo sucedieron se quejaron por la inestabilidad del presupuesto. PARA LEER MÁS Dick, S. J. (2003). Sky and Ocean Joined: The US Naval Observatory 1830-2000. Cambridge: Cambridge University Press. Keenan, P. C., Pinto, S. y Álvarez, H. (1985). EL Observatorio Astronómico Nacional (1852-1965). Santiago: Centro de Estudios Humanísticos Universidad de Chile.
Pinto y Álvarez, 1985). Algunos de ellos sufrieron presiones administrativas y políticas, tanto internas como externas, posiblemente dirigidas al ministro o al mismo presidente. En el caso de Friedrich Ristenpart, director del OAN entre 1908 y 1913, su destitución lo llevó al suicidio (Quintana y Salinas, 2004). Respecto de Federico Rutllant, que fue quien lideró el traslado al cerro Calán e inició los tratos que culminaron con la instalación de los observatorios estadounidenses en el norte chico, estos hechos condujeron a su renuncia a la Universidad de Chile, en 1963 (Keenan, Pinto y Álvarez, 1985). En ese largo siglo, decenas de alumnos tomaron cursos de astronomía e interactuaron con los directores y sus ayudantes. Estos
produjeron publicaciones con afán docente que todavía están en los anaqueles de nuestras bibliotecas. Se produjo un desarrollo tecnológico local en el área de la radioastronomía y campañas de observación exitosas con el resto del mundo. Sin embargo, también se realizaron miles de observaciones astrométricas que nunca fueron publicadas y se perdieron, centenares de placas tomadas y reveladas que no se midieron, observaciones publicadas en los Anales de la Universidad de Chile que quedaron lejos del alcance del resto del mundo, y que fueron relegadas definitivamente por la divulgación posterior de mayores y mejores catálogos de otros observatorios (Keenan, Pinto y Álvarez, 1985).
El Observatorio Manuel Foster En 1903, otra expedición estadounidense llegó a Chile. Astrónomos del Lick Observatory, de la Universidad de California, iniciaron un proyecto astrofísico de cinco años para medir las velocidades de algunos miles de estrellas y así poder determinar la dirección de movimiento del Sol en la Vía Láctea. El telescopio, de casi un metro de diámetro, se instaló en el cerro San Cristóbal. Las observaciones fueron tan exitosas que la misión permaneció por casi 26 años. Ese telescopio fue el más grande y el único espectrógrafo por mucho tiempo en el hemisferio sur.
En construcción. Imagen de las faenas iniciales de construcción de los telescopios del cerro Tololo, región de Coquimbo, en 1968.
Clocchiatti, A., Información proporcionada por profesores de la Facultad de Física UC, desde 1997. Quintana, H. y Salinas, A. (2004). “Cuatro siglos de astronomía en Chile”. Revista Universitaria 83, p 53-60. Sagan, C. (1980). Cosmos. Silva, B. (2019). Espejos para las estrellas. SOCHIAS. (s.f.). Sociedad Chilena de Astronomía. Recuperado el 4 de abril de 2019, de Censo de profesores de astronomía en Chile: www. sochias.cl.
fotografía Jack Ceitelis / Archivo Cámara Chilena de la Construcción
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“En 1929, en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas hubo que clausurar rápidamente la matrícula para no exceder el número que puede atenderse debidamente en su formación científica” (Silva, 2019).
FIGURA 1
crece el interés por la astronomía La cantidad de profesores, con contrato indefinido, que imparten la carrera de Astronomía ha crecido sostenidamente en el tiempo. La curva roja representa el total del país. El panorama desolador de la figura comienza a revertirse en 1998. Ese es el año en que la UC abrió la Licenciatura en Astronomía. La presión por ingresar fue enorme y los puntajes de corte muy altos. Otras universidades siguieron caminos parecidos y el número de astrónomos contratados se multiplicó por más de cuatro en 20 años.
Universidad de Chile Universidad Católica Universidad de Concepción Universidad de La Serena Universidad de Talca Universidad Católica del Norte Universidad de Valparaíso Universidad Católica de Valparaíso Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación Universidad Nacional Andrés Bello Universidad de Atacama Universidad de Antofagasta Universidad Católica de la Santísima Concepción Total
100
80
60
40
20
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En 1929, el doctor Manuel Foster compró las instalaciones y se las donó a la Universidad Católica. El equipo de California permaneció un año más en Santiago para entrenar al joven alumno Rubén Toro, quien asumió como director interino hasta que la UC contrató al doctor Erich Heilmaier, en 1933 (Silva, 2019). La incorporación del Observatorio Foster y de Rubén Toro como profesor de astronomía tuvo un impacto significativo. “En 1929, en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas hubo que clausurar rápidamente la matrícula para no exceder el número que puede atenderse debidamente en su formación científica” (Silva, 2019). El entusiasmo fue pasajero. Pese a que solo había en el mundo diez telescopios iguales o mayores que el Foster en ese momento, y a que hay registro de que se tomaron observaciones, no lo hay de actividad asociada a publicaciones profesionales, por décadas. Solo existen algunos artículos de Heilmaier en Revista Universitaria o Noticias Universidad, y algunas apariciones en prensa (Silva, 2019). En 1948, posiblemente durante una aluminización del espejo, Rubén Toro sufrió un accidente que lo llevó a perder un ojo. La evidencia de la precariedad de las condiciones de trabajo llevó al director a suspender la actividad del Foster. Heilmaier reveló otro motivo más tarde: le pareció absurdo seguir acumulando placas espectroscópicas cuando no contaba con los recursos para reducirlas y extraer los datos que necesitaba para la investigación astrofísica. Así, seguiría trabajando muchos años con los registros ya adquiridos (Silva, 2019). Heilmaier jubiló en 1981, a los 74 años. De sus 48 años en la UC quedan también un par de libros: uno sobre la visión (1952) y otro de apuntes de astrofísica (1978). El astrofísico que contrató la UC para reemplazarlo, Hernán Quintana, encontró un equipo incapaz de hacer una docencia de calidad, distanciado del estudiantado y desprestigiado entre sus colegas del Instituto de Física (UC, 1998).
LA CALIDAD DE NUESTROS CIELOS A fines de los años 50, Federico Rutllant visitó los Estados Unidos para promocionar la calidad de los cielos de Chile y proponer la construcción de un observatorio interamericano. Su iniciativa se consolidó con el apoyo de la National Science Foundation y culminó con la construcción del observatorio del cerro Tololo, en 1967. A través del lobby de astrónomos de la UC y de la Universidad de Chile, un consorcio de países europeos (ESO) decidió instalarse en Chile, en el cerro La Silla (1965). En 1969 lo hará la Carnegie Institution, en el cerro Las Campanas. Durante los primeros años de actividad, astrónomos de esas instituciones viajaron semanalmente a Santiago para dar cursos de capacitación a sus colegas chilenos, en el uso del instrumental recientemente instalado. Los registros de publicaciones profesionales desde los años 70 en adelante muestran que este esfuerzo tuvo un impacto mínimo.
Hechos de la era (más) moderna
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Fuente: Sociedad Chilena de Astronomía, elaboración Alejandro Clocchiatti.
Nota: Los censos de astrónomos no tienen una periodicidad definida, por lo cual hay años sin datos.
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Treinta años atrás (1989), el Observatorio Astronómico Nacional cumplía 137 años y pertenecía hace 62 a la Universidad de Chile, el observatorio Foster cumplía 86 años y tenía 60 de pertenencia a la UC, y los observatorios del norte chico cumplían 20 o más años. En ese contexto, el país tenía solo 22 astrónomos adscritos a dos universidades, que bajarían a 20 al año siguiente (figura 1) y la mayoría de ellos no podía aprovechar las nuevas tecnologías. Los de la UC podían acceder al observato-
Investigación europea. Imagen general, desde un punto de vista elevado, del observatorio astronómico La Silla (región de Coquimbo), durante su construcción. A través del lobby de astrónomos de la UC y de la Universidad de Chile, un consorcio de países europeos (ESO) decidió instalarse en Chile en esa ubicación.
fotografía Jack Ceitelis / Archivo Cámara Chilena de la Construcción
rio del cerro Tololo solo por fuera del cupo chileno, que estaba reservado para la Universidad de Chile. Ninguno tenía paso especial a ESO, debiendo competir en un ilusorio pie de igualdad con los colegas europeos. El país no tenía licenciaturas específicas en astronomía, solo un magíster en la Universidad de Chile. El número de chilenos que accedía a un doctorado en astrofísica en todo el mundo era menor a uno por año y no había una sociedad profesional de astrónomos en el país. Paralelamente, en esos 137 años habían sucedido muchos avances. Entre ellos, en 1912, Henrietta Leavitt descubrió la relación período-luminosidad de las estrellas cefeidas, en placas obtenidas con un pequeño telescopio en Perú, de las mismas Nubes de Magallanes, que para ese entonces habían pasado casi 22.000 noches por arriba de los telescopios del OAN. Ese descubrimiento posibilitó la medición de la Vía Láctea y nuestra posición en ella (Shapley, 1918), el descubrimiento de la estructura del universo en galaxias (Hubble, 1925) y de la expansión cósmica (Hubble, 1929). En 1925, Cecilia Payne descubrió la composición química del Universo usando datos que podían obtenerse con el telescopio Foster. En esas décadas, Einstein propuso la Teoría de la Relatividad, otros desarrollaron la mecánica cuántica, descubrieron el núcleo atómico y las reacciones nucleares. Incluso con recursos pobres, con los instrumentos que teníamos a fines del siglo 19 y las primeras décadas del 20, en especial con el Foster, desde 1929, y el contacto con los colegas de California, podríamos haber hecho más. Algo falló y las oportunidades nos pasaron por delante.
Especulaciones sobre Élites y nerds Hay una reflexión de Carl Sagan que me persigue desde que era estudiante de Licenciatura: “Un problema básico en el Tercer Mundo (político) es que las clases educadas tienden a ser los
No veo a las élites de poder y económicas dispuestas a dar los pasos para convertirse en la vanguardia inteligente que necesitamos. La inversión en ciencia y educación del país sigue siendo muy baja. hijos de los ricos, interesados en el statu quo, o bien no acostumbrados a trabajar con sus manos o a poner en duda la sabiduría convencional. La ciencia se ha arraigado allí con mucha lentitud” (Sagan, 1980). El ejemplo chileno parece demostrar que entre los entusiastas nerds extranjeros que pasaron sus vidas enteras en el país, y las élites locales que son mayoría en la academia, no ha habido una comunicación efectiva. Los científicos extranjeros no han llegado a pasarnos el mensaje de que la educación en ciencia es vital, mucho más que un divertimento intelectual para coronar un café o una cena. La lente de 16,5 cm de diámetro que trajo el teniente Gilliss, un hijo de la clase media, en su telescopio principal, fue la primera de tamaño y calidad significativa que se pulió en los Estados Unidos (año 1849). ¿No habrá sido eso, en parte, lo que permitió que esa nación llegara a la Luna 120 años después? Mirando el gráfico (figura 1), uno se ilusiona. Pero ¿cambiamos el entorno realmente? Aunque Chile esté desarrollando su clase media a pasos agigantados, no veo a las élites de poder y económicas dispuestas a dar los pasos para convertirse en la vanguardia inteligente que necesitamos. La inversión en ciencia y educación del país sigue siendo muy baja. Estamos en una época en la que los cambios suceden a una velocidad creciente. Si no desarrollamos la capacidad de reacción necesaria, volveremos al modelo en el que dejaremos pasar las oportunidades que el mundo nos pone por delante. 33
fotografía ALMA (ESO/NAOJ/NRAO)/L. Calçada (ESO)/H. Heyer (ESO)/H. Zodet (ESO)
Leonardo Vanzi. Doctorado por la Università degli Studi di Firenze, se incorporó el año 1998 al European Southern Observatory. En 2008 se integró como profesor asociado al Centro de Astro-Ingeniería UC. Es especialista en instrumentación astronómica y el equipo que lidera construyó en Chile un instrumento (espectógrafo), que se encuentra instalado en el Observatorio internacional La Silla. El único en su clase fabricado en el país.
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Observatorio hacia el
futuro El norte de Chile alberga el mejor laboratorio de astrofísica del mundo. Uno bajo las estrellas. Esta situación privilegiada ha generado un considerable crecimiento de la investigación astronómica en el país. Sin embargo, ha sido muy complejo generar un desarrollo análogo en el ámbito tecnológico. Se pueden identificar dos factores limitantes: los actuales convenios con los observatorios internacionales no regulan la participación chilena en actividades relacionadas con este ámbito y la inversión que el país realiza es insuficiente. Por Leonardo Vanzi
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fotografía ESO/B. Tafreshi (twanight.org)
La Silla en primera fila. En esta imagen, nuestra galaxia, la Vía Láctea, se extiende a lo largo del cielo sobre el paisaje de los Andes. En primer plano, las carreteras del Observatorio La Silla de ESO están repletas de telescopios astronómicos multinacionales, de última generación.
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L
os pescadores de esponjas, que en abril de 1900 hallaron un naufragio cerca de la isla griega de Antiquitera, realizaron uno de los descubrimientos arqueológicos más extraordinarios y relevantes que se conocen. Se trataba de un artefacto de bronce que, a pesar de la oxidación generada por más de dos milenios sumergido en el mar Mediterráneo, contenía ruedas, engranajes y escalas graduadas. La complejidad del sistema era tal, que no fue posible descifrarlo hasta la segunda mitad del siglo XX. El mecanismo de Antiquitera resultó ser un computador análogo del segundo siglo a.C., cuya función era calcular la posición de los planetas y las fechas de los eclipses. Antes de ese descubrimiento no teníamos idea de que los antiguos griegos manejaran ese nivel de tecnología, lo cual es incluso más extraordinario si se considera que no existe en Europa ningún rastro de objetos semejantes, ¡hasta pasado el año 1600! Este ejemplo permite ilustrar cómo, desde las épocas más remotas, el deseo de resolver problemas de orden astronómico ha impulsado el desarrollo de tecnologías de punta, a menudo tan adelantadas que su transferencia a aplicaciones cotidianas ocurriría solo mucho tiempo más tarde. En esto, la astronomía es transversal a todas las culturas y épocas, en Oriente y en Occidente. Siempre ha sido un potente motor de desarrollo; una tendencia que, sin duda, sigue hasta el día de hoy.
Desde las épocas más remotas, el deseo de resolver problemas de orden astronómico ha impulsado el desarrollo de tecnologías de punta, a menudo tan adelantadas que su transferencia a aplicaciones cotidianas ocurriría solo mucho tiempo más tarde. Supremacía astronómica En 1609, una persona de ingenio e inteligencia extraordinarios como Galileo Galilei podía construir un telescopio astronómico con fuerzas y recursos propios. Hoy, esto es imposible. La astronomía sigue ocupando, como en el pasado, las máquinas más complejas y sofisticadas que los humanos somos capaces de construir. En particular, máquinas de observación, telescopios gigantes con aperturas que pronto alcanzarán los 40 metros de diámetro, estructuras construidas con toneladas de acero, grandes como catedrales y que deben moverse con la suavidad de un reloj de alta precisión. Cámaras, espectrógrafos, interferómetros capaces de captar la más débil radiación visible, infrarroja, ultravioleta y radio. Dispositivos electro-ópticos que corrigen las distorsiones de
la atmósfera y entregan imágenes tan nítidas como las que se pueden captar en el espacio. Todo esto requiere un esfuerzo extraordinario en términos intelectuales y monetarios, de producción industrial, organización, coordinación, logística y cooperación internacional. Adicionalmente, los instrumentos astronómicos pueden funcionar correctamente y ser efectivos solo cuando son instalados en un entorno muy especial. Un laboratorio astrofísico bajo las estrellas. A partir de mediados del siglo XIX, la comunidad científica internacional comenzó a mirar con interés al hemisferio sur para realizar observaciones de la Vía Láctea y de las Nubes de Magallanes, objetos que son visibles solo en el hemisferio austral. Expediciones internacionales han llegado a Chile: en 1949 (Gilliss) y 1903 (Lick). Pero el boom fue a partir de 1960, con la instalación de los observatorios Roble (1965), Tololo (1967), La Silla (1969), Las Campanas (1971), Paranal (1998), Gemini (2000) y ALMA (2011). Alrededor del año 2000 varias organizaciones internacionales emprendieron una búsqueda sistemática para identificar los mejores lugares del planeta donde, eventualmente, instalar los observatorios de la próxima generación. Los estudios confirmaron al norte de Chile como el mejor lugar del mundo para las observaciones astronómicas desde el suelo. En virtud de este resultado, a los observatorios mencionados anteriormente, pronto se sumarán el Giant Magellan Telescope (GMT) de Carnegie, el Extremely Large Telescope (ELT) de ESO, el Tokyo Atacama Observatory, LSST, CTA y otros más. Un estudio realizado por el Ministerio de Economía de Chile, en 2012, estimaba el valor de la infraestructura científica, presente y futura, en los observatorios internacionales en más de 4.000 millones de dólares. Una estimación que aumenta constantemente.
La astronomía sigue ocupando las máquinas más complejas y sofisticadas que los humanos somos capaces de construir. En particular, los telescopios gigantes con aperturas que pronto alcanzarán los 40 metros de diámetro. Esto permite que Chile tenga una prominencia absoluta en cuanto a instalaciones astronómicas. Ningún otro lugar en el mundo tendrá algo ni siquiera lejanamente semejante a eso. ¿En qué se beneficia el país con esta supremacía?
Inversión en ciencia La investigación astronómica que se realiza en Chile ha crecido exponencialmente, en particular debido a que los investigadores nacionales tienen acceso al 10% del tiempo de observación en todos los telescopios instalados en este territorio. Evidentemente, se trata de un beneficio enorme que convierte a las universidades chilenas en centros de atracción para expertos de todo el mundo. El tiempo de uso de un telescopio tiene un costo elevado, que puede ser valorado entre uno y diez dólares por segundo, dependiendo del tamaño. Son valores que implican un retorno relevante, a cambio de los sitios y de las otras facilidades que el país otorga a los observatorios. Sin embargo, en el ámbito tecnológico la situación es significativamente distinta. Casi la totalidad de la tecnología
Un gigante de la observación. Los espejos del telescopio GMT son producidos por el Laboratorio de Espejos de Richard F. Caris, del Steward Observatory de la Universidad de Arizona. El espejo primario de 24,5 metros estará compuesto por siete segmentos separados, de 8,4 metros de diámetro. Cada uno de los segmentos primarios del espejo pesa aproximadamente 17 toneladas y demora un año en fundirse y enfriarse.
fotografía Giant Magellan Telescope – GMTO Corporation
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fotografía S R Rossel/ESO
Tecnología nacional. Desde 2016, el espectrógrafo FIDEOS opera en el Telescopio ESO 1 m, en el Observatorio La Silla, Chile. Este es el primer telescopio que se instaló allí, en 1966. Actualmente, es operado por la Universidad Católica del Norte (UCN), luego de una restauración realizada por el Centro de AstroIngeniería de la Universidad Católica de Chile (AIUC).
Por ser muy avanzada, la transferencia de la tecnología astronómica a la sociedad es compleja. Especialmente en un país con problemas de mayor urgencia para la población. de los observatorios ha llegado del extranjero, sin generar impacto en la realidad nacional. Por ser muy avanzada, la transferencia de la tecnología astronómica a la sociedad es compleja, especialmente en un país con problemas de mayor urgencia para la población. El artículo noveno del decreto N° 1.776, de fecha 3 de diciembre de 1996, que regula las relaciones de Chile con ESO, aborda esta temática: 1. ESO contribuirá sustantivamente al desarrollo de la astronomía en Chile y de las especialidades científicas y tecnológicas conexas. Para este propósito, colaborará directamente en programas de formación de científicos jóvenes, de ingenieros y tecnólogos, y de equipamiento en general. 2. Por su parte, el Gobierno dará una importancia creciente al financiamiento de actividades de enseñanza e investigación en el campo de la astronomía, con el objeto de fortalecer el uso eficiente de las instalaciones de ESO, por parte de científicos chilenos. 3. Los programas, los mecanismos, las modalidades de financiamiento y montos, a través de los cuales se proyecte esta cooperación, serán acordados, evaluados y actualizados periódicamente por ESO y el Gobierno. No obstante, hasta el día de hoy no existe un canal efectivo para que se genere una transferencia real, en términos tecnológicos, al país. Las razones son varias y diversas, pero parece relevante destacar dos en particular. La participación de instituciones chilenas en las actividades tecnológicas de los observatorios no está regulada de la misma forma que el acceso al tiempo de observación; por ejemplo, los convenios actuales no contemplan instrumentos nacionales en los observatorios. Así, un instrumento elaborado en el país, por 38
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chilenos, no tiene acceso a los telescopios (este permiso debe ser negociado). Esta ausencia hace que, si bien este aporte es muy importante, no genera una ganancia real en este ámbito. Por otro lado, la inversión nacional en ciencia y, en particular, en tecnología astronómica es insuficiente para gatillar un retorno efectivo. Con el objetivo de contribuir a resolver esta problemática, durante los últimos diez años, han surgido en el país diversas iniciativas orientadas hacia la astroingeniería. Por ejemplo, el Centro de Astro-Ingeniería de la Universidad Católica (AIUC), el Laboratorio de Ondas Milimétricas de la Universidad de Chile, el Centro de Óptica y Fotónica de la Universidad de Concepción, la iniciativa de Astroinformática de la Universidad Técnica Federico Santa María y el Laboratorio de Astroinformática de la Universidad de Chile. Estos centros abordan las áreas tecnológicas más relevantes para esta disciplina: la óptica, la mecánica, la electrónica y la tecnología de la información, entre otras. En los países que lideran la construcción de los observatorios, estas mismas áreas se desarrollan gracias a una fuerte sinergia entre academia e industria, con investigación y financiamiento, tanto público como privado. Conicyt y su Programa de Astronomía incentivaron este tipo de proyectos generando, en parte, la esperanza de que estos habrían recibido apoyo concreto en los años siguientes. Con esta idea varios investigadores nos sumamos con entusiasmo a proyectos ambiciosos que, posteriormente, han resultado muy complejos de sustentar en el tiempo. Por ejemplo, en el AIUC construimos el espectrógrafo FIDEOS que fue instalado en el telescopio de 1 m del Observatorio La Silla, operado en colaboración con la Universidad Católica de Norte (UCN). También participamos en la construcción del espectrógrafo MOONS para el ESO VLT, un proyecto de envergadura mayor que hemos podido financiar con gran dificultad. Todas las actividades realizadas en el AIUC, como en otros institutos, se caracterizan por la desproporción entre las necesidades reales y los recursos disponibles, una brecha en la que el entusiasmo y la buena voluntad de los académicos y estudiantes involucrados no son suficientes.
Es difícil realizar un cálculo del capital que se invierte en Chile en tecnología astronómica, porque las fuentes y las actividades son muy diversas. Pero si consideramos fondos específicamente orientados al área, el monto es inferior al millón de dólares por año, menos del 0,02% del valor de la infraestructura internacional instalada. Una cantidad de recursos insuficiente para aprovechar nuestro potencial. Las condiciones naturales representan una gran ventaja, pero para generar innovación, desarrollo y formación, no basta el cielo, también es necesario invertir capital. La situación se parece a la de alguien que gana el mejor auto deportivo del mundo en un sorteo, pero no lo ocupa porque ¡no tiene dinero para ponerle bencina! O simplemente prefiere ilusionarse con que algún día ese vehículo se pondrá solo en marcha.
Imagen país Chile ya no es la nación de 50 o 60 años atrás, cuando se firmaron los primeros convenios con observatorios. Es un país que tiene toda la capacidad de realizar inversiones importantes en un área donde, gracias a la infraestructura internacional instalada, podría obtener un retorno exponencial. ¿En qué términos podría materializarse este retorno? Primero que nada, en imagen país.
Si consideramos fondos específicamente orientados al área (tecnología astronómica), el monto es inferior al millón de dólares por año, menos del 0,02% del valor de la infraestructura internacional instalada. Una cantidad de recursos insuficiente para aprovechar nuestro potencial. Posicionarse internacionalmente en astronomía significa transmitir la idea de una nación capaz de participar como socio confiable en iniciativas y emprendimientos internacionales, de base científica y tecnológica. También en la formación de una clase de profesionales entrenados en desafíos tecnológicos de alta complejidad y con un abanico muy amplio de aplicaciones en el ámbito de la investigación y del sector productivo. Finalmente, atrayendo y adquiriendo tecnologías avanzadas, no limitadas a los observatorios, sino que también extendidas a las universidades y a las empresas. Evidentemente son beneficios de largo plazo, pero no cabe duda que la astronomía es la mejor ventana que Chile puede abrir hacia el desarrollo (tecnológico).
fotografía ESO
Gemelos. Con la participación conjunta del Reino Unido, Australia, Canadá, Estados Unidos, Argentina, Brasil y Chile, el Observatorio Gemini, perteneciente a AURA, es uno de los más modernos e inició sus operaciones en 2002. Ubicado en el cerro Pachón, al interior del Valle de Elqui (Región de Coquimbo), su idea principal es la comunicación de este con su gemelo ubicado en el cerro Mauna Kea, en la paradisíaca isla de Hawái.
Develando misterios. El Telescopio Extremadamente Grande (ELT), con un espejo principal de 39 metros de diámetro, será el ojo más grande del mundo cuando comience a funcionar a principios de la próxima década. El ELT abordará los desafíos científicos más grandes de nuestro tiempo y apuntará a una serie de novedades notables, incluido el rastreo de planetas similares a la Tierra.
fotografía Gemini Observatory/AURA/Manuel Paredes
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fotografĂa ARCHIVO PERSONAL KIP THORNE
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Un hombre
interestelar Ya sea a través de Hollywood, los libros o el laboratorio, para Kip Thorne, galardonado con el Premio Nobel de Física en 2017 por haber comprobado la existencia de las ondas gravitacionales, todas las trincheras son válidas a la hora de hacer ciencia. El físico está convencido de que para que la humanidad logre resolver los importantes desafíos que enfrenta, como el cambio climático, requiere de personas informadas. “Tener un público educado es quizás hoy más importante que nunca”, sostiene. Por Matías Broschek
ip Thorne (79) recuerda el episodio con nitidez. “Tenía ocho años y mi madre sostenía una tiza en la mano”, cuenta. Sobre la vereda de la esquina de su casa, en Logan (Utah), ella trazó un sol con un metro de diámetro. Luego fue sucesivamente dibujando a escala el tamaño de los planetas y su respectiva ubicación. “Yo me había enamorado de esta idea de cómo los planetas orbitaban en torno al Sol en una charla a la que me había llevado mi madre”, dice. El problema surgió cuando quisieron ubicar a Plutón. “Tuvimos que caminar bastante, hasta llegar al pueblo de al lado”, cuenta. El ejercicio lúdico le había permitido comprender las enormes dimensiones del Universo, un tema que no solo lo apasionó desde ese preciso momento, sino que también marcaría su futuro. Casi 70 años después, para ser exactos el 3 de octubre de 2017, Thorne fue anunciado como uno de los galardonados con el Premio Nobel de Física, por su histórica contribución en la detección de ondas gravitacionales. Los otros dos fueron Rainer Weiss y Barry Barish. El secretario general de la Real Academia de Ciencias Sueca, Göran Hansson, lo catalogó como un “descubrimiento que sacudió al mundo”, al per-
A mediados de los años 70, Thorne pensó por primera vez que había una probabilidad realista de capturar las ondas gravitacionales. “Nos propusimos hacer todo lo que estuviera a nuestro alcance para lograrlo”, cuenta. mitir “escuchar” la actividad del Universo desde una nueva perspectiva, como una colisión de hoyos negros ocurrida a 1.300 millones de años luz de la Tierra. Criado en una familia de origen mormona bastante atípica, pues sus padres mantenían una actitud abierta con respecto a otros credos, Thorne fue progresivamente alejándose de la fe. “Yo perdí interés en la religión cuando empecé a estudiar en la universidad, pues no me entregaba nada que yo realmente pudiera verificar, tampoco me explicaba lo que observábamos del Universo, así que dejó de interesarme”, sostiene. Sin embargo, piensa que la ciencia puede ser plenamente compatible con la creencia en Dios. “Hay un número considerable de grandes científicos que son muy religiosos”, agrega. 41
Einstein y una suscripción a Penthouse A los 13 años se encontró con el libro 1, 2, 3… infinito, del cosmólogo George Gamow, quien había huido de la Unión Soviética para radicarse en Estados Unidos. Fue la primera vez que Thorne leyó sobre las teorías de la relatividad de Albert Einstein. “El libro me impactó, pude dimensionar el poder de las leyes de la naturaleza y de cómo el Universo evoluciona y cambia permanentemente”, cuenta. Entre los físicos hay un permanente debate sobre cuáles son las mentes que más han contribuido a la comprensión del Universo, sitial que generalmente suelen disputarse Isaac Newton y Albert Einstein. “Yo tiendo a inclinarme por Einstein, pero para ser justos, hay que considerar que vivieron en distintas épocas”, señala Thorne. Einstein había sido el primero en predecir la existencia de las ondas gravitacionales en 1916. En el marco de su teoría general de la relatividad afirmaba que en el Universo existían cuerpos en movimiento que al interactuar con otros liberaban energía y generaban estas ondas, tal como en la fusión de hoyos negros. La metáfora más común al explicar este comportamiento es el movimiento ondulatorio que se genera cuado una piedra cae en una piscina. Sin embargo, el físico alemán señaló que estas reacciones se generaban a distancias tan lejanas, que no podrían ser detectadas al momento de llegar a la Tierra. Como suele ocurrir en la ciencia, rápidamente diversos investigadores iniciaron los intentos por capturar las ondas. Tras obtener honores por una publicación denominada Geo-
metría de cuatro dimensiones, a los 17 años, Thorne se dirigió a la Universidad de Princeton para profundizar en el análisis de las ondas gravitacionales, bajo la dirección del profesor John Wheeler, una de las eminencias de la física de la época. En un viaje a los Alpes franceses, en 1963, donde Thorne asistió a una escuela de verano, comprendió que las ondas gravitacionales podían ser vitales en la comprensión del Universo. Profundamente convencido, formó un equipo altamente calificado en el Instituto Tecnológico de California (Caltech), que se dedicó a investigar sobre las ondas gravitacionales y los hoyos negros. “Junto a mis estudiantes empezamos a desarrollar una visión de que las ondas gravitacionales podrían revolucionar nuestra forma de entender el Universo”, comenta. Con sus poleras hawaianas y un pelo largo rojizo, el aspecto físico de Kip Thorne se asemejaba al de los hippies de la época. Su trato era personal y muy cercano con los alumnos. Sin embargo, el científico chileno Fernando Echeverría, quien fue su alumno de doctorado en Caltech, recuerda que el descuido de Thorne frente a la vestimenta no se extendía a la ciencia. Otra característica que valoran quienes han trabajado con él es su sencillez. “Cuando publicaba algún paper con sus alumnos, siempre se ponía al final en el listado de autores”, añade Echeverría. Por su parte, el académico del Instituto de Astrofísica de la UC, Andreas Reisenegger, quien tuvo a Thorne como profesor a finales de los años 80, lo recuerda como alguien que daba mucha importancia a sus clases. “Era muy exigente, pero muy dedicado y el curso de física clásica que tuve con él es el mejor que he tenido en mi vida”, asegura.
EN CHILE. Kip Thorne ha estado varias veces en nuestro país. En la imagen, Thorne en el extremo izquierdo, junto a John Ellis, Enrique Tirapegui, Robin Bullough y el científico chileno Francisco Claro.
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fotografía archivo de Franciso Claro
“Fuimos tremendamente honestos en nuestra presentación. Les explicamos a las autoridades que el proyecto iba a constar de dos prototipos y que era altamente probable que con el de primera generación, que costaba 300 millones de dólares, no íbamos a ver absolutamente nada”, cuenta Thorne.
fotografía Nobel Media AB 2017 / Alexander Mahmoud
LAUREADO. En 2017, Kip Thorne, junto a otros dos investigadores, recibió el Premio Nobel de Física por su contribución a la detección de ondas gravitacionales.
A mediados de los años 70, Thorne pensó por primera vez que había una probabilidad realista de capturar las ondas gravitacionales. “Nos propusimos hacer todo lo que estuviera a nuestro alcance para lograrlo”, cuenta. En Caltech consiguió apoyo para profundizar la investigación y poco después empezó a colaborar con el científico Rainer Weiss, del MIT, y con el ruso Vladimir Braginsky. La fuerte determinación de Thorne resultaba particularmente relevante en una época en la que no había certeza científica exacta sobre muchos temas, como los agujeros negros. Este fue justamente la razón de una apuesta que enfrentó en 1974 a Thorne con su amigo Stephen Hawking. ¿Era el objeto cósmico denominado Cygnus X-1 un hoyo negro? “Por esa época no teníamos evidencia de la existencia de los agujeros negros, pero se detectaron rayos X que provenían de un gas muy caliente, cercano a lo que yo creía era un hoyo negro y Stephen pensó que no lo era”, recuerda Thorne. El final lo admite sin mayor aspaviento. “Yo gané la apuesta”, y con ello una suscripción a la revista erótica masculina Penthouse, gentileza de Mr. Hawking.
Un poderoso interferómetro de láser Desde fines de los sesenta se habían multiplicado los intentos y prototipos para perfeccionar el interferómetro láser, el instrumento que capturara el paso de la onda gravitacional. Fue recién en 1989 que Thorne y su equipo lograron generar una propuesta que la National Science Foundation y el Congreso estadounidense accedieron a financiar. Parecía imposible, pues no tenían resultados concretos que mostrar. “¿Tuvimos dudas? Nunca estuvimos completamente seguros, pero gradualmente me fui convenciendo de que tendríamos éxito”, afirma.
Eran las 2:54 de la madrugada, del 14 de septiembre de 2015, en Hanford y Livingston, cuando el interferómetro láser capturó una diferencia del orden de un cienmillonésimo del tamaño de un átomo. Esa fue la magnitud de la onda gravitacional del choque de dos hoyos negros que se registró hace mucho tiempo, a 1.300 millones de años luz de la Tierra. “Hubo honestidad en nuestra presentación. Les explicamos a las autoridades que el proyecto iba a constar de dos prototipos y que era altamente probable que con el de primera generación, que costaba 300 millones de dólares, no íbamos a ver absolutamente nada”, cuenta Thorne. Sin embargo, este les iba a permitir generar la experiencia y el aprendizaje necesario para desarrollar los detectores de segunda generación. “Nos respaldaron durante todo el proceso, no tuvimos recortes de presupuesto”, añade con orgullo. El proyecto LIGO (Laser Interferometer Gravitational-Wave Observatory) consta de dos observatorios interferómetros de láser, extremadamente precisos en la medición de las interferencias de ondas. Separados por una distancia de cerca de tres mil kilómetros, el primero está ubicado en Livingston, en el sur de Estados Unidos (Louisiana), y el segundo en Hanford, en el noroeste (Washington). Cada uno de los observatorios está compuesto por dos brazos perpendiculares con forma de “L”, que miden cada uno cuatro kilómetros, y son recorridos constantemente por un 43
fotografía Paramount/Warner Bros./Legendary Pictures
UN DIVULGADOR CIENTÍFICO. Kip Thorne fue asesor científico de la película Interestelar, del año 2014, que trata sobre los llamados “agujeros de gusano”.
haz de luz de láser. Precisamente, la apuesta de Thorne y su equipo era que cuando una onda gravitacional arribara al planeta Tierra alteraría el recorrido habitual del láser. Eran las 2:54 de la madrugada del 14 de septiembre de 2015 en Hanford y Livingston, cuando el interferómetro láser capturó una diferencia del orden de un cienmillonésimo del tamaño de un átomo. Esa fue la magnitud de la onda gravitacional del choque de dos hoyos negros que se registró hace mucho tiempo, a 1.300 millones de años luz de la Tierra. La alteración de frecuencia fue descrita como el “chirrido” audible de un ave que duró apenas 0,2 segundos, pero que significó, al mismo tiempo, uno de los logros más importantes de la ciencia moderna. A casi cien años de su anuncio, Einstein nuevamente tenía razón con respecto a la existencia de las ondas gravitacionales. Todo gracias a la comprobación de Kip Thorne y su equipo. “Creo que, de estar vivo, más que agradecer el haberle dad0 sustento a su teoría, Einstein apreciaría que LIGO permita observar el Universo desde una perspectiva totalmente nueva”, dice. Lejos de la euforia, la reacción de Thorne cuando se produjo la alteración del interferómetro fue de cautela. “La señal fue clara, diría que fuerte, casi demasiado buena para ser cierta”, comenta. Durante meses trabajaron para descartar consecutivamente otras posibles causas que podrían haber explicado una falsa alerta. “Cuando tuvimos certeza, sentí una profunda satisfacción. Creo que supe tomar decisiones sabias sobre la dirección del proyecto y la inversión de la energía de nuestro equipo durante todo este tiempo”, sostiene.
A casi cien años de su anuncio, Einstein nuevamente tenía razón con respecto a la existencia de las ondas gravitacionales. Todo gracias a la comprobación de Kip Thorne y su equipo. “Creo que, de estar vivo, más que agradecer el haberle dado sustento a su teoría, Einstein apreciaría que LIGO permita observar el Universo desde una perspectiva totalmente nueva”, dice. 44 revista universitaria
También destaca que el proyecto es una clara demostración del crédito que se consigue cuando un país invierte a largo plazo en la ciencia. Cuando se entera de los dichos de Andrés Couve, ministro de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, quien afirmó recientemente que los recursos para la ciencia aumentarán en la medida que también crezca la economía, Thorne se pone serio. “Con ese tipo de pensamiento de corto plazo, ustedes nunca podrían haber desarrollado una iniciativa como LIGO”, sentencia. Hasta el momento, LIGO ha permitido captar fusiones de agujeros negros y también, en conjunto con otro interferómetro en Europa (Virgo), lograron en 2017 detectar la fusión de un par de estrellas de neutrones, fenómeno que generó mucha radiación y la confirmación de que básicamente todos los metales pesados, más allá del hierro, se originan en este tipo de situaciones. Entre los próximos objetivos que vislumbra Thorne está la exploración del nacimiento del Universo. “Estamos en un periodo muy excitante y creo que durante las décadas futuras podremos encontrarnos con muchas novedades”, sostiene.
Máquina del tiempo y Hollywood En la película Interestelar, un equipo de astronautas logra viajar distancias enormes a través de un agujero de gusano, un túnel que opera como un verdadero atajo al conectar dos puntos muy lejanos. Kip Thorne trabajó como asesor científico de esta cinta para asegurar que la obra fuera veraz. Disfrutó intensamente del proceso creativo que lo juntó con el director Christopher Nolan y diversos actores, pero también lo hacía con propiedad. Durante muchos años había investigado como pocos la posibilidad de que los agujeros de gusano, que la teoría de la relatividad de Einstein asegura que podrían existir, pudieran operar como verdaderas máquinas del tiempo. Fernando Echeverría recuerda que durante su periodo en Caltech realizó, junto a Thorne, varios análisis que incluyeron bolas de billar. “Comprobamos que podría ser posible, desde la perspectiva de la física clásica, aunque también es cierto que hay efectos cuánticos que podrían entorpecer la posibilidad de viajar en el tiempo”, recuerda Echeverría. Hoy, Thorne es más bien escéptico. “He tratado de estudiar este tema de manera muy detallada y, junto a Stephen Hawking, llegamos a la misma conclusión: la naturaleza probablemente prohíbe la construcción de una máquina del tiempo y esta se
destruiría al mismo tiempo de activarse”, sostiene. Aunque no cierra la puerta totalmente. “Tampoco hemos sido capaces de probar que es imposible”, añade. Autor de varios libros, muchos de ellos orientados a lectores no especializados que se han convertido en bestsellers, Thorne otorga gran importancia a la divulgación de la ciencia, incluso si debe cambiar su oficina por los estudios de Hollywood. “A través de una película como Interestelar pudimos alcanzar a cien millones de personas. No hay otra forma para mí como científico de llegar a tanta gente”, comenta. Agrega que sabe que la obra inspiró a muchos jóvenes a optar por una carrera científica. Pero, por otro lado, este físico está convencido de que para que la humanidad logre resolver los importantes desafíos que enfrenta, como el cambio climático, requiere de personas informadas. “Tener un público educado es quizás hoy más importante que nunca”, sostiene.
La belleza del Universo
Si bien muchos científicos identifican el Universo como un lugar violento y de muchos misterios, Thorne lo contempla como algo “maravilloso”. “Para mí representa un lugar interesante, complejo, pero principalmente fascinante”, enfatiza. A propósito del reciente descubrimiento de exoplanetas, él es optimista con respecto a la existencia de civilizaciones más avanzadas en otros rincones del Universo. Incluso de la posibilidad de recibir señales de estas. Sin embargo, advierte: “Las distancias son tan enormes, que no creo poder ser testigo de un contacto, ni tampoco mis nietos”. Quien ha señalado que tiene la intención de vivir hasta los 110 años, sí apostó recientemente que se descifrarán las leyes de la gravedad cuántica antes de su muerte. Dicho descubrimiento permitiría comprender, entre otras cosas, cómo nació el Universo y también si existen otros más. La cuenta regresiva ya se inició. Todavía restan 31 años. Según los pronósticos de Kip Thorne.
Ilustración: CARO CELIS
Kip Thorne ha estado varias veces en Chile, pero el viaje que probablemente mejor recuerda es el que realizó en julio de 1984, cuando pasó su luna de miel en La Serena junto a su esposa Carolee Joyce Winstein. Recorrieron los alrededores, como el Valle de Elqui y el litoral. “Tuvimos una gran experiencia y todavía guardo lindos recuerdos de los amigos que hicimos”, dice. La comida marina, el pisco sour y la belleza de los paisajes son algunos de los aspectos con los que espera reencontrarse en la visita que realizará en julio próximo, con motivo del eclipse solar. Un fenómeno de la naturaleza que emociona a Thorne.
“He tratado de estudiar este tema de manera muy detallada y, junto a Stephen Hawking, llegamos a la misma conclusión: la naturaleza probablemente prohíbe la construcción de una máquina del tiempo y esta se destruiría al mismo tiempo de activarse”.
Danzas aladas (+0) Compañía: Aranwa 4 de mayo al 23 de junio Convive, juntos por el buen trato (+5) Compañía: Pezpájaro Teatro 6 al 28 de julio FUNCIONES VACACIONES DE INVIERNO: 18, 19, 25 y 26 de julio a las 12 hrs. Un asombroso viaje por la casa (+1) Compañía: Teatro Atanor 3 de agosto al 15 de septiembre Tico en el libro de la selva (+5) Compañía: Proyectico 5 de octubre al 24 de noviembre
www.extension.uc.cl Teatro Infantil y Familiar UC
TeatroFmiliarUC
Tarifados en Lira 21
AUSPICIA
Sábados, 16 hrs. Domingos, 12 hrs. Entrada general: $4.000. Niños: $2.500. Convenios: $2.000 Centro de Extensión UC. Alameda 390, Santiago. Boletería e informaciones: 22354 6507 / 22354 6546 / teatroinfantil@uc.cl Venta de entradas en la boletería del teatro, el mismo día de la función desde una hora antes.
La Tierra protagónica. Según la concepción aristotélica (y con variaciones propuestas por el astrónomo y matemático Ptolomeo) que estuvo vigente hasta el Renacimiento, el mundo era 46 revista universitaria una esfera que ocupaba el centro del Universo.
El
hechizo
geométrico Tal fue el asombro del ser humano ante el espectáculo de las estrellas girando en el espacio, en armónica regularidad, que sus religiones y creencias, el trazado de sus ciudades y la forma de sus templos, los calendarios y las fiestas –incluso el esquema de la República platónica– nacieron inspirados en la belleza del Cosmos y en el deseo de ser parte de ella. Después, como en el caso de las censuras a Galileo, para los astrónomos no fue fácil modificar lo que la especie humana había imaginado. Por MIGUEL LABORDE
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El orden universal de Platón. Platón y Aristóteles en La escuela de Atenas, pintura de Rafael. Platón está sosteniendo el Timeo y Aristóteles exhibe una copia de su Ética a Nicómaco. Platón afirmó que la teoría geocéntrica era la única aceptable.
“C
omo es arriba es abajo” es la frase que se atribuye al mítico Hermes Trismegisto de Egipto. Fue la intención de las culturas en la Antigüedad de reflejar aquí el mismo orden que se veía en lo alto. Al percibir proporciones, simetrías, el ser humano intentó que toda su existencia se rigiera así. Muy pronto se interesó en “la música de las esferas”, para replicar la armonía de las noches estrelladas, la misma que asombra hasta el presente. En esa misma línea, en sus inicios la filosofía se interesó por entender las relaciones entre lo alto y lo bajo para actuar, idealmente, en sintonía con el orden universal. Según Pitágoras, los tonos musicales que emiten los planetas dependen de las proporciones aritméticas de sus órbitas, lo que permitía aventurar la forma en que está diseñado el Universo. La causa de su asombro era que, por las distancias, el resultado sonoro era armónico. Algo tan sobrecogedor que comprometía el destino humano. El complemento vino de un matemático italiano del siglo XII, Leonardo Fibonacci, quien descubrió que el mismo orden numérico está presente en las plantas. Como es arriba es abajo. Mucho después, Johannes Kepler aportó otro respaldo a la creencia de que el Universo sigue un plan geométrico de contenidos matemáticos. En su libro La armonía de los mundos (1619) postula que cada planeta produce un tono musical en
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revista universitaria
fotografía La Scuola di Atene, Raphael, Museo del Vaticano
su movimiento alrededor del Sol y que la Tierra canta Mi-FaMi. Este astrónomo compuso seis melodías, por los seis planetas entonces conocidos, y planteó cómo habría sonado el acorde al inicio del Universo y cuál se oiría al final. Isaac Newton, creyente en la armonía universal, influyó en la ciencia contemporánea, la que, con sus frecuencias y resonancias registradas, con su mecánica cuántica y fractales, sigue sorprendiendo al ser humano y dando nuevos ímpetus a quienes sienten la presencia de un orden inteligente, pero también a quienes prefieren pensar en un azar extraordinario. Esto también tiene proyecciones actuales. Fueron 27 los países que colaboraron para lanzar la nave Cassini, que terminó su misión hace dos años, la que cumplió con captar, entre otros encargos, “la música del Sol”.
Astrónomos perseguidos El esplendor del Universo resulta cada vez más sobrecogedor, pero, quienes han cultivado la disciplina han debido enfrentar prejuicios, censuras y persecuciones por siglos, en especial desde el mundo religioso. Ya sucedió con los griegos, desde que Pitágoras celebrara la organización del Universo, lo que se leyó como prueba de que el mundo es bueno y divino. A su forma le dio el nombre de kosmos, por su orden bello y armonioso, en el que las partes se corresponden. Para los egipcios y los babilonios los cálculos astronómicos eran útiles en muchas actividades y se regían por sus ciclos, en una relación directa con la agricultura; pero explicar el mundo o el Universo eran temas aparte. Algo que correspondía a los teólogos y sacerdotes.
Los griegos, desde Tales en adelante, se preguntaron cómo es el mundo, dando origen a la cosmología. Luego, cuando Tales planteó nuevas visiones del Universo, incomodó a los líderes religiosos de la época. En algunos aspectos la religión aceptó cambios, por cuanto había datos de respaldo, pero no en otros. El choque fue inevitable. Al asombrarse los griegos con el mundo de las formas geométricas, llegaron a pensar que la geometría podía explicarlo todo. No sucedían las cosas por antojos o anhelos de los dioses, sino en función de leyes constantes. Al principio no hubo dificultad porque algunos, como Pitágoras, plantearon que la geometría y las matemáticas eran, con su admirable omnipresencia, pruebas de un orden universal. Sin embargo, ya se había abierto la puerta a preguntarse sobre todo. Después, apareció Heráclito, capaz de afirmar que nada es permanente, que todo cuanto vive proviene de la destrucción de algo. Más que un orden perfecto, se planteaba que existía tensión entre opuestos, una lucha vital e incesante. Eso sí, se advertían “regularidades, seguridades indefectibles” y “fuerzas naturales demoníacas” que estaban a su servicio.
Según Pitágoras, los tonos musicales que emiten los planetas dependen de las proporciones aritméticas de sus órbitas, lo que permitía aventurar la forma en que está diseñado el Universo. La causa de su asombro era que, por las distancias, el resultado sonoro era armónico. Algo tan sobrecogedor que comprometía el destino humano. Anaxágoras, en cambio, padeció en lo personal. Genio intuitivo, dio un salto al explicar los eclipses que parecían no seguir ley alguna, y al afirmar que el material de la Tierra y la Luna eran similares. Esto sí generó duras persecuciones y los sacerdotes pidieron para él la pena de muerte por negar la condición divina del Sol y la Luna. Un exalumno lo defendió: Pericles, quien logró rebajar el castigo al destierro. Se dice que, decepcionado del mundo, partió y se dejó morir de hambre.
PARA LEER MÁS Valenzuela Vila, M. (2010). “El nacimiento de la astronomía antigua, estabilizaciones y desestabilizaciones culturales”. A Parte Rei. Revista de Filosofía 70, Sociedad de Estudios Filosóficos, Madrid, España. Salinas, A. (1995). “La imagen del mundo en la Antigüedad. La evolución de las ideas sobre la forma de la Tierra, de Tales de Mileto a Ptolomeo”. Revista de Geografía Norte Grande 22, Santiago de Chile, Ediciones de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
fotografía MYSTERIUM COSMOGRAPHICUM
La melodía del Universo. Johannes Kepler aportó otro respaldo a la creencia de que el Universo sigue un plan geométrico de contenidos matemáticos. En su libro La armonía de los mundos (1619), postuló que cada planeta produce un tono musical en su movimiento alrededor del Sol. En la imagen, vemos el modelo de los sólidos platónicos del Sistema Solar, propuesto por Kepler en 1596.
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fotografía AGENCIA ESPACIAL EUROPEA
A estas alturas, nada queda del Universo geométrico que sedujo a los sacerdotes griegos, y luego a los del mundo medieval cristiano y musulmán. Sin embargo, ese Universo resulta hoy prosaico en comparación con el que ha ido develando la ciencia astronómica reciente.
Demócrito también inquietó a los sacerdotes, pero su pensamiento estaba lejos de los temas de su época. Él fue el primer pensador ateo, para quien no había divinidad alguna involucrada en un diseño cósmico. Fue un pensador pionero del atomismo y el materialismo –afirmaba que el mundo, autocreado, está hecho de átomos–. Para muchos él es “el padre de la física moderna”. Su influencia perduró por siglos; incluso, en la tesis doctoral de Karl Marx: “Diferencia entre la filosofía de la naturaleza de Demócrito y la de Epicuro”. Como su mentor Leucipo, Demócrito creía en la existencia de un número infinito de “mundos”, cada uno compuesto por un número infinito de átomos; pensaba también que en algunos habría planetas como la Tierra, con un sol o dos; o con ninguna luna o varias; con planetas de distintos tamaños y más o menos aptos para acoger formas de vida. Sin pruebas empíricas, su “ciencia ficción” se adelantó a muchos descubrimientos posteriores. De familia noble y rica, ni siquiera tuvo problemas al plantear que la Tierra no tenía por qué ser el centro del universo.
El ORDEN DIVINO
Visiones lunares. La ilustración es parte de los primeros dibujos de la Luna realizados por Galileo Galilei y data del 30 de noviembre de 1609. La Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) recordó la imagen recientemente, afirmando en BBC News que “estas imágenes cambiaron la perspectiva de la humanidad sobre nuestra identidad y nuestro lugar en el mundo”.
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Fue Platón, un poco más joven, el pensador decisivo para los siglos siguientes. Más afín a las ideas religiosas, afirmó que la teoría geocéntrica era la única aceptable, lo que fue una barrera insalvable para generaciones de astrónomos en los siglos siguientes. Su modelo cosmológico, idealista, de cómo debía ser el Universo –más allá de los experimentos científicos– recurre a contundentes argumentos religiosos y éticos, lo que también resultó una influencia negativa para el desarrollo astronómico basado en datos empíricos: “… gracias a Platón se pasó a valorar estas actividades como algo degradante. La vida por excelencia era la filosófica, entendida como contemplación de las realidades eternas que eran las ideas” (Valenzuela Vila, 2010). Enamorado del orden universal, Platón llegó a plantear en La República que las sociedades debían organizarse de la misma forma, bella y perfecta, del Universo, ser su expresión en la política. Si el mundo de las ideas es superior al de los fenómenos; y el de la metafísica al de la física, aunque los viera complementarios dejó en segundo lugar a todo aquel que quisiera modificar la visión del Cosmos. Cualquier cambio alteraría su belleza geométrica y el lugar del ser humano como protagonista en una Tierra que, por su naturaleza superior, debía ocupar el centro del universo: “El propósito del Timeo (diálogo escrito por Platón en torno al año 360 a. C.) es relacionar la República (tal y como la concibe Platón en su obra del mismo nombre) con la organización del Universo: La República es solo el aspecto político del Universo y el Timeo es la justificación cosmológica de la República; la moral humana viene a ser un reflejo de la inteligencia cósmica” (Salinas, 1995). Así, cuando Aristarco planteó que el Sol estaba en el centro, Cleantes lo acusó de querer “desplazar el corazón del Universo”, con lo que inició una controversia religiosa con acusaciones de impiedad y nuevas persecuciones. Siglos después, Ptolomeo –que nació en el año 100 d.C.– seguirá dejando a la Tierra en el centro, con el beneplácito de cristianos y musulmanes que, todavía, verán en ello una expresión del orden divino opuesto al caos demoníaco. La Edad
En contra de la corriente. En la ilustración vemos a Galileo Galilei con su telescopio en la Plaza de San Marcos. Con este instrumento y mejores argumentos, en 1600, la Iglesia quedó con poco espacio para negar sus tesis. fotografía Wellcome Library, London
Media amó sus diseños hasta el paroxismo, e hizo un arte de esas representaciones bellas y perfectas. Tanto es así, que Nicolás Copérnico escondió largo tiempo sus escritos heliocéntricos, hasta 1453, por temor al rechazo religioso y sus consecuencias. Su muerte lo salvó de ver, ese mismo año, la mala recepción que tuvo, tal como temía.
Lo insondable Cuando llegó Galileo Galilei en el año 1600, con telescopio y mejores argumentos, la Iglesia Católica quedó con poco espacio para negar sus tesis. Porque, además, ya había astrónomos creyentes respaldándolo. Aun así, pasó todo un siglo más antes de que el Vaticano comenzara a aceptarlo. Galileo debió enfrentar todo tipo de acusaciones; hasta las manchas solares fueron un tema, porque, de existir, negarían la incorruptibilidad del astro rey. Aunque haya sido recibido con honores en 1611, demostrando sus hallazgos con un telescopio en el Colegio Pontifical de Roma, ese mismo año, la Inquisición inició su seguimiento y cinco años después lo censurará oficialmente. Pero su protector, el cardenal Maffeo Barberini, fue elegido Papa bajo el nombre de Urbano VIII el año 1622, lo que alivió su situación. Sus enemigos no cejaron y el año 1633 es condenado; el Papa le conmutó la prisión –que era un arresto domiciliario– y su amigo el arzobispo de Siena lo invitó a recluirse en su villa cercana a Florencia, donde morirá nueve años más tarde. Aunque con algunas señales de reconocimiento a partir del Papa Pío XII, es recién el año 2009 cuando, con ocasión de celebrarse el Año Internacional de la Astronomía, la Santa Sede organizó un congreso internacional dedicado a Galileo.
Galileo debió enfrentar todo tipo de acusaciones; hasta las manchas solares fueron un tema, porque, de existir, negarían la incorruptibilidad del astro rey. Aunque haya sido recibido con honores en 1611, ese mismo año la Inquisición inició su seguimiento. A estas alturas, nada queda del Universo geométrico que sedujo a los sacerdotes griegos, y luego a los del mundo medieval cristiano y musulmán. Sin embargo, ese Universo resulta hoy prosaico en comparación con el que ha ido develando la ciencia astronómica reciente. Es ahora un infinito sobrecogedor, donde pensar en 55 millones de años luz nos proyecta a una realidad que ni siquiera acepta descripciones. Es la percepción de lo insondable. Así lo entiende Heino Falcke, el físico alemán (Colonia, 1966) que ideó en 1993 la estrategia para fotografiar un agujero negro, algo tan improbable que tardó décadas en obtener fondos para hacerlo posible este año. Entrevistado por BBC News el 14 de abril, sobre su condición de cristiano y si estaba “intentando comprender la mente de Dios” –es ministro de la Iglesia protestante– respondió: “Intento entender su creación y la belleza de esa creación. Pero hay puntos que tal vez jamás podamos trascender”. 51
Columna
La astronomía: el imán de la ciencia Por Miguel Roth
Doctorado en Física por la Universidad de Chile, llegó a la astronomía por su interés en la instrumentación. En los últimos años, participó en las campañas observacionales del Carnegie Supernova Project; fue director del Observatorio Astronómico Nacional de San Pedro Mártir, en México y fue director del Observatorio Las Campanas, entre 1990 y 2014. En la actualidad, es el representante del proyecto Giant Magellan Telescope.
E
s probable que quienquiera que realice una charla de divulgación de astronomía se encuentre con un muy alto interés por parte de los asistentes. La razón de esta fascinación tiene que ver con la curiosidad que despierta el Cosmos. Mirar el cielo en una noche oscura, sin Luna y sin mucha luz alrededor deja boquiabierto a cualquiera. Sin embargo, todavía no existe una correlación fuerte entre la cultura de divulgación y la educación más formal en ciencias. Una que entregue herramientas para seguir avanzando a niveles técnicos y profesionales, y que complete la formación de todos. Si la enseñanza con contenidos científicos comienza a una edad temprana, especialmente si es de calidad y bien adaptada, mejores serán los resultados. Otro ámbito de importancia es la formación de nuestros maestros. Necesitamos que ellos se sientan seguros respecto de las materias que deben entregar y, por eso, es imprescindible que cuenten con el material de apoyo necesario. Un profesor inseguro solo podrá transmitir ese sentimiento a sus alumnos. La astronomía es una herramienta excelente para atraer a jóvenes y adultos a conceptos que pueden no ser obvios a primera vista. Existe un amplio espectro de temas que se relacionan con fenómenos en el cielo y que se pueden ejemplificar en la sala de clases, para posteriormente desarrollar las materias del programa.
52 revista universitaria
Solo voy a dar algunos ejemplos como físico. Seguramente colegas de otras disciplinas podrán hacer lo propio. El Sistema Solar nos permite introducir aspectos relacionados con la gravedad, analizando someramente o en detalle el movimiento de los planetas y satélites, naturales y artificiales. La densidad (tamaño y masa) de otros planetas permite preguntarse cosas como nuestro peso en Marte. La existencia o ausencia
La astronomía es una herramienta excelente para atraer a jóvenes y adultos a conceptos que pueden no ser obvios a primera vista. Existe un amplio espectro de temas que se relacionan con fenómenos en el cielo y que se pueden ejemplificar en la sala de clases, para posteriormente desarrollar las materias del programa. de atmósferas, temperaturas de ebullición a diferentes alturas en la Tierra, son una herramienta para un acercamiento elemental a la física de los fluidos, entre otros. Del mismo modo, se pueden introducir conceptos de electricidad mediante referencias a fenómenos atmosféricos. Si bien es difícil diseñar experimentos relacionados con estructuras más complejas del Universo, hay tópicos que se pueden enseñar con relatos entretenidos. Por
ejemplo, la estructura de las estrellas y galaxias, cúmulos de galaxias, la evolución de las estrellas, conceptos de química y bioastronomía, etcétera. La arqueoastronomía puede resultar un tema de gran interés, especialmente en comunas donde haya evidencias de presencia ancestral (petroglifos) o una cosmovisión de pueblos originarios. En el proyecto Giant Magellan Telescope (GMTO) hemos desarrollado la capacitación de profesores como una manera de complementar y actualizar sus conocimientos. Pretendemos hacer esto mediante el uso de técnicas probadas, con muy buenos resultados en diversos países, adaptarlos a los programas y realidades regionales. Finalmente, pretendemos estar en condiciones de ofrecer un paquete de experimentos, juegos y actividades indagatorias que pueda tomar, por ejemplo, el Ministerio de Educación, para ser reproducido y distribuido masivamente. En GMTO también se ha hecho hincapié en la inclusión como un tema relevante, llevando nuestro proyecto “Universo con todos los sentidos” a un sinnúmero de lugares. Además, actualmente hay diversos programas ligados a universidades que persiguen mejorar las técnicas de enseñanza de ciencias y otros que se interesan por la inclusión. Se trata de seguir utilizando la imaginación, nuevas técnicas y preocuparse de hacerlas llegar al mayor número de interesados posible.
Cazador de planetas. El conjunto NGTS (Next-Generation Transit Survey, la nueva generación en el sondeo de tránsitos) es un sistema de observación de amplio campo formado por un conjunto de doce telescopios, cada uno con una abertura de 20 centímetros. Esta instalación, construida por un consorcio formado por el Reino Unido, Suiza y Alemania, se encuentra en el 54 revista universitaria Observatorio Paranal de ESO, ubicado en la comuna de Taltal, en la Región de Antofagasta.
La
revolución del big data
cósmico
Ya no solo es el cobre y el vino. También nuestros cielos ubican el nombre de Chile en el firmamento. Una gran cantidad de información y los megatelescopios exigen un cambio. En las próximas décadas, tenemos que asegurarnos de no ser el país donde solo se obtienen estos datos y se ponen a disposición del mundo, sino que debemos realizar los descubrimientos que ellos esconden.
fotografía ESO/G. Lambert
Por Mónica Rubio
Mónica Rubio. Es profesora del Departamento de Astronomía de la Universidad de Chile y presidenta de la Sociedad Chilena de Astronomía (Sochias). Es licenciada en Ciencias y magíster en Astronomía de la Universidad de Chile. Además, es doctorada en Astronomía por la Universidad Paris VII, Francia.
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PARA LEER MÁS Rubio, M. 2004, Revista Universitaria 83, p 61. Pietrzynski, G., et al., 2019, “A distance to the Large Magellanic Cloud that is precise to 1 percent”, Nature, 567, 200. Perlmutter, S., Schmidt, B., and Reiss, A., 2011, Premio Nobel de Física. Rubio, M., Elmegreen, B., Hunter, D., et al., 2015, “Dense cloud cores revealed by CO in the low metallicity dwarf galaxy WLM”, Nature 525, 218. Revista Universitaria 139, 2016, p 49. Aguilera y Larraín, 2018, Laboratorios Naturales para Chile, Ediciones Centro Clapes UC. Hashimoto et al., “The onset of star formation 250 million years after the Big Bang”, en revista Nature, 16 de mayo de 2018.
L
a astronomía chilena moderna comenzó realmente cuando el director del Observatorio Nacional, Federico Rutllant, viajó a Estados Unidos a fines de los años 50 para invitar a colaborar a diversos expertos en la construcción de un moderno observatorio internacional en Chile (Rubio, M., Revista Universitaria 83). Rutllant convenció a los directores de tres universidades, los invitó a Chile y les dio todas las facilidades para su instalación en el país: puso a su disposición a astrónomos y los ayudó a ubicar las mejores cumbres. El primero en establecerse fue el Observatorio Cerro Tololo, operado por Association of Universities for Reasearch in Astronomy (AURA), de Estados Unidos, y su telescopio de 4 metros (m) fue por varias décadas el más grande del Hemisferio Sur. Un poco más al norte, el Observatorio Europeo Austral (ESO) se ubicó en el cerro La Silla y la Carnegie Institution of Washington (CIW), por su parte, decidió construir otro en el cerro Las Campanas. Estos lugares de investigación permitieron estudiar objetos solo visibles desde este punto de la Tierra. Chile se convirtió en los ojos del planeta para ver el Universo.
Descubrimientos insospechados Para avanzar en el conocimiento de objetos más lejanos, los astrónomos requirieron telescopios poderosos, que se construyeron con espejos de 8 m de diámetro. En la década de 2000, a los instrumentos del cerro Tololo se unieron nuevos telescopios. El Gemini Sur, de 8 m y SOAR, de 4 m, en el cerro Pachón. A su vez, en los años 90 ESO decidió construir un arreglo de cuatro telescopios de 8 m, que en conjunto simulan uno de 16 m, el Very Large Telescope (VLT). Lo ubicó en el cerro Paranal, en la II región, y es en la actualidad el observatorio más grande del mundo. La Carnegie no se quedó atrás y, en conjunto con la Universidad de Harvard, construyó dos telescopios gemelos de gran tamaño, con espejos de 6,5 m de diámetro: Los Magallanes. Con estos instrumentos se avanzó en determinar, por ejemplo, la distancia más precisa a la fecha a las Nubes de Magallanes (Pietrzynski, G., et al., 2019, Nature, 567, 200) o la determinación del punto cero de la aceleración de la expansión del Universo (Perlmutter, S., Schmidt, B., and Reiss, A., 2011, Premio Nobel de Física). Así, en la década pasada, Chile ya lideraba la cantidad de observatorios astronómicos ópticos internacionales. El Universo visible nos mostraba los cuerpos que emiten la luz y, por
lo tanto, los objetos celestes que están calientes. Pero también existía un Universo que no emitía luz: en la década siguiente fuimos testigos de la llegada de los radiotelescopios. En el altiplano chileno, a 5.000 m, se descubrió el Llano de Chajnantor, un lugar único para estudiar el universo frío que no emite luz, sino ondas de radio. A partir del año 2005, se instalaron en ese lugar radiotelescopios japoneses, europeos y, el más poderoso del mundo, el ALMA. Con sus 66 antenas trabajando en conjunto, cada semana nos entrega descubrimientos insospechados, por ejemplo, imágenes espectaculares de un sistema de planetas en formación; galaxias que contienen oxígeno cuando el Universo tenía solo 500 millones de años (Hashimoto et al., Nature, 2018); la presencia de complejas moléculas orgánicas como azúcares y alcoholes en las regiones de formación de las estrellas y sus planetas e imágenes de las diminutas regiones donde nacen las estrellas en galaxias enanas (Rubio M., et al., Nature, 2015). Recién estuve observando con el radiotelescopio APEX, una de las antenas prototipo que se construyó para ALMA y que está funcionando desde el año 2005, a 5.000 m de altura. Conversábamos con otro investigador sobre los datos que ALMA nos está entregando hoy. Aquí se generan 500 gigabytes para el estudio de una galaxia, y para procesar la información se requiere un terabyte de capacidad. Lo que a mí me sorprende es que ¡esta es solo una galaxia y en el Universo hay millones de millones! Este radiotelescopio está generando mil gigabytes (1 TB) de datos digitales diarios, los que hay que transportar, almacenar y luego “minar”, para después rescatar la información.
Nuevas ventanas hacia el Universo Cada 20 años, los astrónomos se embarcan en la construcción de telescopios más grandes y poderosos, que permiten abrir nuevas ventanas de observación y agregan otras variables para medir el Universo. Lo que viene ahora son los telescopios gigantes, cuyos espejos son de tamaños mayores a los 20 metros y costos que superan los 1.000 millones de dólares cada uno. De los tres proyectos que existen, dos se instalarán en Chile. Uno es el Giant Magellan Telescope (GMT), liderado por CIW (Carnegie Institution of Washington) junto a un consorcio de universidades de Estados Unidos, Australia, Corea y Brasil. Este posee un diámetro equivalente a 25 m y se ubica en el cerro Las Campanas, en la IV región. El espejo será una roseta de 8 espejos, de 8,2 m cada uno. El otro, el mayor de los gigantes es el Extremely Large Telescope (ELT), de ESO, que tendrá un
Estos telescopios gigantes extenderán nuestros estudios a los confines más lejanos del Universo. Con ellos y los instrumentos, cámaras y espectrógrafos de gran sensibilidad y gran dispersión, podremos estudiar los primeros momentos en la historia, inmediatamente después del Big Bang. 56
revista universitaria
Este radiotelescopio está generando mil gigabytes (1 TB) de datos digitales diarios, los que hay que transportar, almacenar y luego “minar”, para después rescatar la información. Se avecina una nueva manera de hacer astronomía.
Telescopios en Chile Históricos en operación
Tamaño (+) Región
CTIO La Silla Las Campanas
Año
Costo Usd
4,0 m 3,6 m 2,5 m
IV IV IV
1968 1970 1970
250 200 130
6,5 m (2) • 8,2 m 8,2 m (4) • 4,0 m 12 m 6,0 m 1,0 m 12 m (66) • 3,5 m
IV IV II IV II II II II
2000 2000 1999 2003 2005 2007 2010 2012 2014
100 300 900 28 20 40 20 1.300 20
1 m (4) •
II
2015
20
3,5 m (3) •
II
2020
40
6,5 m
II
2022
100
En operación Magellan Telescopes Gemini VLT SOAR APEX* ACT* Mini-TAO ALMA* Polarbear* En construcción CLASS* SIMONS TAO CCAT-p*
6,5 m
II
2021
50
LSST
8,2 m
IV
2022
650
GMT
25 m
IV
2024
1000
E-ELT
39 m
II
2025
1.500
23 m, 12 m, 4 m 10 m
II II
Proyectados CTA LCT
350 10
Tocar las estrellas. Esta imagen muestra a un miembro del equipo que trabaja en el telescopio APEX, de ALMA, “abrazando” la Vía Láctea, tal como esta se puede apreciar en el desierto de Atacama.
(+) el de mayor tamaño * radiotelescopios de cada observatorio • el número indica la cantidad de telescopios Fuente: “Astronomy, Technology, Industry. Roadmap for the Fostering of Technology Development and Innovation in the Field of Astronomy in Chile”, Conicyt, 2012. Los datos nuevos han sido proporcionados por M. Rubio.
fotografía C. Duran/ESO
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Un gigante al atardecer. El telescopio más novedoso y desafiante de la próxima década es el Large Sinoptic Survey Telescope (LSST), que se encuentra en construcción en el cerro Pachón. Con un espejo monolítico de 8 m de diámetro, iniciará sus operaciones en 2021.
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espejo de 39 m diámetro y constará de 798 unidades hexagonales individuales, cada uno de 1,4 m y 5 cm de espesor, el que se ubicará en el cerro Armazones, frente al Paranal, en la Región de Antofagasta. El tercero se ubicará en el cerro Mauna Kea, en Hawái: el Thirty Meter Telescope (TMT), de un espejo segmentado de 30 m y desarrollado, entre otros, por Japón, Canadá, India y China. Estos telescopios gigantes extenderán nuestros estudios a los confines más lejanos del Universo. Con ellos y los instrumentos, cámaras y espectrógrafos de gran sensibilidad y gran dispersión, podremos estudiar los primeros momentos en la historia, inmediatamente después del Big Bang. Además, investigaremos cuándo se formó la primera generación de estrellas y de galaxias, las que serían diferentes a las que vemos hoy. Estudiaremos en forma detallada su evolución y las seguiremos a través del tiempo cósmico. El ELT, a su vez, nos permitirá descubrir planetas como la Tierra, que orbitan otras estrellas y obtener imágenes de ellos. Tan poderoso será, que podrá estudiar las atmósferas de planetas más grandes e incluso del tamaño del nuestro, para determinar la presencia de gases que podrían evidenciar la existencia de vida. Y seguramente nos asombrarán con revelaciones insospechadas. El telescopio más novedoso y desafiante de la próxima década será el Large Sinoptic Survey Telescope (LSST), que se encuentra en construcción en el cerro Pachón. Con un espejo monolítico de 8 m de diámetro, iniciará sus operaciones en 2021. Tiene una cámara CCD gigante de 3.300 millones de pixeles (gigapixeles), mil veces más grande que una cámara en
nuestro celular, y tomará imágenes del cielo completo, cada tres noches, durante diez años, produciendo un universo digital. Al comparar esas representaciones, se podrá detectar en forma muy temprana asteroides u objetos que pudieran tener una órbita peligrosa, por su eventual impacto en la Tierra. Para ello, es necesario desarrollar sistemas de alertas que permitan identificar estos cuerpos, los que no existen, pero que tendrán que trabajar con terabytes de datos, ya que este observatorio generará un tsunami de información (30 terabytes de datos por noche). Un desafío enorme. En Chile, tenemos la gran oportunidad de realizar investigaciones utilizando todos estos instrumentos. De esta forma, podemos hacer estudios en una gran variedad de longitudes de onda, desde las ondas de radio submilimétricas que nos permiten estudiar el Universo frío y denso, hasta las visibles, pasando por las infrarrojas que nos devela el Universo gaseoso y caliente.
Big science En los últimos 30 años, la astronomía se transformó en lo que llamamos “big science”. Y es grande no solamente por el tamaño de los espejos que tendrán los telescopios en construcción, sino porque estos usan tecnologías de vanguardia que exceden las capacidades de universidades o institutos para construirlos, como era tradicional. Por ello, requieren de la colaboración de muchos países que aporten al financiamiento, puesto que cada uno de ellos supera los mil millones de dólares en costo. Por lo anterior, estos proyectos aúnan a científicos, ingenieros y otros profesionales e industrias para diseñarlos, construirlos y operarlos en un trabajo conjunto. Un ejemplo de esta colaboración es ALMA. Este proyecto, inaugurado en 2013, tomó veinte años en diseñarse y construirse, todo con ingeniería de punta –en gestión, logística, innovación y operación– con el objeto de recolectar las señales de onda de radio que producen los cuerpos del Universo, para hacer ciencia. Si bien su concepción e ingeniería se
fotografía Proyecto LSST / NSF / AURA
Estos lugares de investigación permitieron estudiar objetos solo visibles desde este punto de la Tierra. Chile se convirtió en los ojos del planeta para ver el Universo.
fotografía EHT Collaboration
La captura de un monstruo. Aquí vemos la foto captada por una red de telescopios de distintos países, incluido Chile a través del observatorio ALMA, que en conjunto conforman el Telescopio de Horizonte de Eventos (EHT, por sus siglas en inglés). Este logró capturar “en detalle” cómo luce un agujero negro, que es tres millones de veces más grande que la Tierra. Este se ubica en la galaxia Messier 87 (M87), a unos 55 millones de años luz de nuestro planeta.
desarrolló esencialmente en el extranjero, el 90% de los ingenieros y los técnicos que la operan hoy día son chilenos y una proporción importante del resto del equipo son chilenos. Financiado por un consorcio mundial que reúne a Norteamérica (Estados Unidos y Canadá), Europa (a través del ESO con 16 países), Asia (Japón, Taiwán y Corea del Sur) y Chile, funcionará por treinta años. Nos sentimos orgullosos y contentos de que los nuevos e importantes descubrimientos, como la reciente imagen del primer agujero negro, se hayan logrado desde nuestro país. Los equipos están integrados por astrónomos chilenos, en conjunto con ingenieros y técnicos también chilenos, que aportaron –unidos a ocho radiotelescopios repartidos por el mundo– los datos que permitieron obtener la nítida imagen que conocimos este año. De trabajar con una base de datos de tamaños de gigabytes hace 30 años (1990-2000), ahora la astronomía pasa en esta década a funcionar con terabytes (mil veces más grandes) y viene pronto la era de los petabytes (1 millón de veces en tamaño), a partir del 2020; por ello, el LSST será un caso de estudio y de prueba en administración de big data, a escala de los millones de gigabytes. Los astrónomos requerirán servicios y capacidades computacionales para realizar el procesamiento específico y el análisis que cada usuario solicite. A algunos astrónomos les interesan los meteoritos en órbitas en peligro de impacto; a otros las explosiones de supernova, a mí las galaxias enanas, etcétera. Para realizar estas investigaciones tendremos que asociarnos con matemáticos, ingenieros de software, estadísticos y desarrolladores, que permitan extraer y analizar la información de estas enormes bases de datos. Necesitaremos de las herramientas de procesamiento y almacenamiento de datos con técnicas avanzadas de análisis, que hagan uso de inteligencia artificial, machine learning, minería de datos y otros. Este crecimiento exponencial de la cantidad de información producirá una nueva forma de hacer ciencia. Hasta ahora, esta se basaba en una hipótesis que había que demostrar; en el futuro, el descubrimiento estará basado en indagar lo que contienen los datos. Y está siendo así en todas las disciplinas del saber.
Hemos alcanzado una etapa de desarrollo en la cual podemos pensar en otras formas de participación en proyectos astronómicos. Tenemos varios grupos de astro-ingeniería en las universidades. A través de ellos, equipos de ingenieros han comenzado a participar en consorcios internacionales. Esta revolución implica que la astronomía chilena también tendrá que adaptarse y transformarse para seguir liderando los descubrimientos del Cosmos que estos nuevos telescopios nos permitirán. El desarrollo que hoy se ha logrado se basa en contar con un gran recurso: el acceso de los astrónomos chilenos al 10% del tiempo de los telescopios. Por otra parte, hemos alcanzado una etapa de desarrollo en la cual podemos pensar en otras formas de participación en proyectos astronómicos. Tenemos varios grupos de astroingeniería en las universidades. A través de ellos, equipos de ingenieros han comenzado a participar en consorcios internacionales que construyen los instrumentos especializados, que se adosan a los telescopios del futuro. En las próximas décadas, con la movilidad de los datos que cada día acrecientan su volumen en la “nube”, tenemos que asegurarnos de que no nos quedemos solo como el país donde se obtienen estos datos y se ponen a disposición del mundo, porque no podemos realizar los descubrimientos que ellos esconden. Todos estos desarrollos benefician el crecimiento del país y lo posicionan en otras actividades; ya no solo es el cobre y el vino, sino también los cielos. Eso sí, ser un líder mundial requiere de una inyección importante de nuevos recursos, en cantidades muy superiores a las actuales, para poder competir en las grandes ligas científicas del mundo. 59
fotografía PXHERE
Manuela Zoccali. Es profesora del Instituto de Astrofísica UC y directora alterna del Instituto Milenio de Astrofísica. Es doctora en Astronomía por la Universidad de Padua, Italia. Cursó un postdoctorado en el Observatorio Europeo Austral en Alemania, y luego un postdoctorado entre la UC y la Universidad de Princeton.
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El cielo estrellado:
Un patrimonio de la
humanidad
Nos estamos privando de un placer: mirar el cielo y observar el firmamento. Algo tan simple ahora resulta ser un privilegio de pocos. La falta de información y una deficiente normativa permiten que la contaminación lumínica avance por nuestro territorio como una epidemia. Es necesario un trabajo de concientización transversal y, para ello, hay que aclarar que los astrónomos no priorizamos la investigación científica en desmedro de la seguridad ciudadana. Los dos ámbitos pueden convivir sin afectarse mutuamente. Por Manuela Zoccali
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E
ntre febrero y octubre de 2016, un equipo de expertos examinó las características de siete de los mejores sitios astronómicos en el mundo, en búsqueda de posibles alternativas para ubicar el Thirty Meter Telescope (Telescopio de Treinta Metros o TMT, por sus siglas en inglés), un telescopio norteamericano de última generación. La primera opción para su instalación es Hawái, pero las protestas de la comunidad indígena local han puesto algunas trabas a que esto se concrete. Producto de esta disyuntiva se desarrolló el estudio comparativo de potenciales sitios para la observación astronómica más reciente (“Alternate site selection”, TMT) cuyo reporte final establece: “Según el análisis realizado por el TMT Project y su Science Advisory Committee, si se considerara únicamente la productividad científica, el cerro Hónar, de la región de Antofagasta en Chile, sería sobresaliente”. Las ventajas de una complementariedad con un instrumento equivalente de
los europeos, actualmente en construcción en el cerro Armazones (a 100 km de Hónar), inclinó la decisión final hacia un sitio en Canarias, que se convirtió en la segunda alternativa. Este hecho nos invita a reflexionar sobre dos cosas que reflejan los datos duros recientes: Chile destaca como el mejor sitio del mundo para la observación astronómica. Sin embargo, a la hora de invertir varios miles de millones de dólares en la construcción de un nuevo observatorio, existen otros múltiples factores que influyen en la decisión final. Uno de gran relevancia es el crecimiento de la urbanización en el área cercana al sitio de observación, y el compromiso real del Gobierno por proteger la buena calidad del cielo en la región. La construcción de un observatorio de última generación demora más de cinco años, y se espera que funcione por unos 30 a 50 años. Claramente se necesitan garantías concretas de que la calidad del cielo se mantenga excelente durante todo ese tiempo. Mientras las principales características geográficas y meteorológicas de la región se mantienen inmutadas espontáneamente, la contaminación lumínica producida por el hombre es una amenaza muy preocupante.
Estamos perdiendo algo importante: una emoción. Una de aquellas que nos impulsan a explorar lo desconocido, solo por el placer del conocimiento. Y lo peor es que estamos pagando mucho por perderla. 2014
2018 Paranal
Paranal
PARA LEER MÁS Falchi F., Cinzano P., Duriscoe D., Kyba C.C.M., Elvidge C.D., Baugh K. et al., (2016). “The new world atlas of artificial night sky brightness”. Science Advances, vol. 2, p. e1600377e1600377
Brillo 10-9 watts / cm2 sr*
Las Campanas La Silla
< 0,25 0,25 - 0,40 0,40 - 1,00 1,00 - 3,00 3,00 - 6,00 6,00 - 20,0 20,0 - 40,0 > 40,0
“Alternate site selection for TMT. Final results”. TMT International Observatory. https://www. lightpollutionmap. info * Steradian es una unidad que equivale a una porción de cielo. Fuente: “World atlas of artificial night sky brightness”, www.lightpollution.it
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La Silla
Las Campanas MAPA COMPARATIVO. Evolución de la iluminación nocturna en la zona norte de Chile, entre 2014 y 2018. Algunos de los principales observatorios internacionales están marcados a modo de referencia. Es notorio el aumento de iluminación de la Ruta 5 Norte, precisamente en esa zona.
“Young Astronomer”, Brian Kershisnik
XXXXX. XXXXXXXXX XXXXXXXXX XXXXXXXXX.
La preciada oscuridad En Chile, el primer esfuerzo por proteger la oscuridad de los cielos del norte fue el Decreto Supremo 686, promulgado en 1998 por el Ministerio de Economía, que regula el uso de luminarias en las tres regiones de Antofagasta, Atacama y Coquimbo. En paralelo se creó la Oficina para la Protección de los Cielos Chilenos (OPCC), que opera bajo un acuerdo entre el gobierno, una asociación de observatorios internacionales instalados en Chile y la Sociedad Chilena de Astronomía (Sochias). Esta oficina veló por el cumplimiento del D.S. Nº 686, logrando mitigar los efectos de la creciente urbanización hasta unos diez años después, cuando la enorme difusión de los LED azules, de bajo costo y alta eficiencia, llamó a una revisión de la regulación. Eso se concretó en 2014, con la promulgación por parte del Ministerio de Medio Ambiente del D.S. Nº 43, más estricto en términos de emisiones luminosas dirigidas hacia el cielo. El decreto existe al menos para las regiones del norte y es muy bueno, pero en la práctica no siempre es respetado. Por ejemplo, un mapa comparativo del centro-norte de Chile (ver mapa a la derecha) en el “World atlas of artificial night sky brightness” (entre los años 2014 y 2018) muestra que, en gene-
Privilegio. Al observar la bóveda celeste, recibimos un mensaje que nos emociona y nos conecta con lo que somos, solo unos pequeños seres en un Universo infinito.
Nuestros hijos han perdido la costumbre de mirar el cielo, de asombrarse con su belleza. No conocen la emoción de levantar la cabeza e instantáneamente recordar que habitan un planeta alrededor de una entre cien millones de estrellas. ral, la iluminación artificial nocturna visible desde satélites (que apunta hacia el cielo) ha crecido levemente en todas las regiones. Pero lo más alarmante es que el tramo de la Autopista Panamericana (Ruta 5 Norte), entre La Serena y Copiapó, precisamente el que pasa muy cerca de algunos de los principales observatorios internacionales, ha sido iluminado descontroladamente, en abierta violación del D.S. Nº 43. El observatorio norteamericano de Las Campanas, que alberga algunos de los telescopios más importantes del planeta, y donde se está construyendo el Giant Magellan Telescope, de última generación, es el que más sufre los efectos negativos de las nuevas instalaciones en la carretera. 63
Estoy segura de que nadie quiere, conscientemente, gastar dinero para provocar este daño. Si lo hace, es por falta de información, lo que resulta perjudicial no solo para los astrónomos y para el presupuesto de las municipalidades, sino para nuestra cultura y para la conservación de la biodiversidad. ¿A qué se deben los incumplimientos? Principalmente a una enorme falta de información. La OPCC ha hecho un excelente trabajo de acercamiento con las autoridades, pero la reflexión sobre los daños de un uso excesivo e impropio de las luminarias no está incorporada en el bagaje cultural de toda la ciudadanía. Por lo tanto, ocurre a menudo que cuando cambian las autoridades, la información se pierde. Es necesario un trabajo de concientización transversal. Primero que nada, hay que aclarar que lo que los astrónomos exigimos no es privilegiar la investigación científica en desmedro de la seguridad ciudadana. La regulación establece básicamente dos cosas: que no se ilumine el cielo y que no se usen lámparas como los LED azules o blancos, que emiten una cantidad importante de energía en la región ultravioleta del espectro, donde nuestros ojos no pueden ver 64
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fotografía CÉSAR CORTÉS
Iluminar el suelo. Las luminarias urbanas con forma de globo envían solo la mitad de la energía que utilizan hacia el suelo. El resto se pierde en el cielo, contaminando la visión de manera totalmente innecesaria e ineficiente.
(pero los instrumentos científicos sí). Por absurdo que parezca, iluminar el cielo, en vez del suelo, es algo que hacemos de manera muy frecuente. Por ejemplo, todas las luminarias urbanas en forma de globo, que son bastante comunes por un criterio únicamente estético, envían solo la mitad de la energía luminosa hacia el suelo, mientras el resto se dirige al cielo. Este hecho no solo es dinero que se va directo a la basura, sino además es algo culturalmente dañino, porque impide la visión del cielo nocturno. Recientemente la Municipalidad de Providencia ha reemplazado muchas de sus viejas luminarias por globos. Avenida Pocuro, en particular, tiene tres corridas de postes, muy cercanos entre sí, con estas características. La mitad del gasto en energía eléctrica, necesario para mantenerlos encendidos toda la noche, es dinero público que podría ser destinado a otra causa, sin pérdida alguna para la seguridad ciudadana. Otras instalaciones muy difusas y absurdamente dañinas son los letreros publicitarios gigantes, iluminados desde abajo con focos levemente angulados. Estos iluminan en parte el letrero, pero el resto va directamente o por reflexión al cielo. Sería suficiente poner las luces en la parte superior del letrero, para obtener un idéntico efecto publicitario, iluminando además la calle, en vez del cielo. Con respecto al uso de los LED blancos o azules, el argumento es similar. Si bien en general estos permiten una mayor eficiencia, a menor costo, el uso de ellos en vez de los naranjos implica perder una buena cantidad de la energía luminosa en radiación ultravioleta invisible.
Estoy segura de que nadie quiere, conscientemente, gastar dinero para provocar este daño. Si lo hace, es por falta de información, lo que resulta perjudicial no solo para los astrónomos y para el presupuesto de las municipalidades, sino para nuestra cultura y para la conservación de la biodiversidad. Debido a una mala y excesiva iluminación, en nuestras ciudades ya es imposible ver más de tres o cuatro estrellas en la noche. En Chile el 40% de la población vive en una gran ciudad, donde es imposible ver más que un par de astros en el cielo nocturno (Falchi F. et al., 2016). En consecuencia, nuestros hijos han perdido la costumbre de mirar el firmamento, de asombrarse con su belleza. No conocen la emoción de levantar la cabeza e instantáneamente recordar que habitan un planeta alrededor de una entre cien millones de estrellas, en una de cien mil millones de galaxias. No es necesario ser astrónomos y poder estimar estos números, es suficiente observar para percibir ese mensaje. Estamos perdiendo algo importante: una emoción. Una de aquellas que nos impulsan a explorar lo desconocido, solo por el placer del conocimiento. Y lo peor es que estamos pagando mucho para perderla.
Las golondrinas no pueden llegar al mar Un problema adicional es el efecto de la contaminación lumínica sobre la conservación de la biodiversidad. Los animales no tienen la posibilidad de cerrar las cortinas cuando el reloj de su celular indica que ya es de noche. Necesitan la alternancia natural entre la luz y la oscuridad para regular su fisiología. Los seres nocturnos, en particular, no logran cazar, reproducirse o migrar sin la oscuridad, tanto como nosotros no podríamos sobrevivir sin luz. Un ejemplo emblemático en Chile
Se estima que cada año aproximadamente veinte mil golondrinas mueren cerca de la costa, antes de llegar a su destino. La fuerte iluminación de las ciudades costeras y de las minas las desorientan. son las golondrinas de mar negras, aves endémicas que habitan en el norte del país, entre Coquimbo y la región de Arica y Parinacota. Los polluelos que nacen en el desierto, cuando están listos para vivir en altamar, migran hacia el océano guiados por las estrellas. Sin embargo, la fuerte iluminación de las ciudades costeras y de las minas los desorientan, y se estima que cada año aproximadamente veinte mil golondrinas mueren cerca de la costa, antes de llegar a su destino. Frente a semejante desastre ambiental, en los últimos años el SAG ha entregado folletos informativos para sensibilizar a la ciudadanía e ir al rescate de las golondrinas aturdidas y exhaustas tras volar durante horas alrededor de las luminarias. Recientemente, el Instituto Milenio de Astrofísica ha producido una animación, en colaboración con el destacado dibujante nacional Guillo, que se propone informar a la ciudadanía, en pocos minutos, y a través de un medio ameno. En síntesis, si existiera una mayor conciencia del fenómeno, bastaría con aplicar el D.S. Nº 43 del Ministerio del Medio Ambiente, con los municipios velando por su cumplimiento en luminarias y letreros –con ahorro energético incluido–, para que tanto los observatorios como los habitantes de las ciudades y la fauna relacionada alcancen un nuevo estatus, más saludable y adecuado al país que alberga los principales centros astronómicos del mundo.
Concientizar. Una captura de la animación de Guillo sobre contaminación lumínica, realizada por el Instituto Milenio de Astrofísica (MAS), disponible en YouTube.
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Fotografía CÉSAR CORTÉS
Un astro hombres
La primera mujer directora general de ESO (European Southern Observatory), Catherine Cesarsky, fue decisiva para terminar de instalar en Chile los cuatro telescopios gigantes (VLT), impulsar el proyecto ALMA e iniciar el plan para crear “el mayor ojo del mundo” (ELT). Esta serie de hitos posicionó a Chile como el país líder de la astronomía mundial. Sin embargo, su trayectoria no fue fácil: el cielo estaba reservado a lo masculino. Por Miguel Laborde
n la carrera celestial, el gran proyecto ELT –Extremely Large Telescope o Telescopio Extremadamente Grande– fue clave para que los europeos tomaran la delantera y un refuerzo al prestigio científico y tecnoindustrial del Viejo Mundo. Este avance se debe, en gran parte, a una mujer que siendo una niña inquieta y brillante le preguntó a un profesor cuál era la mejor escuela de ciencias de Francia, a lo que este respondió que la Politécnica. Ella le dijo entonces que allá quería ir. Él sonrió y afirmó: “En la Escuela Politécnica no hay chicas”. Nacida en Francia, Catherine Cesarsky se formó en Argentina –fue en Buenos Aires, en los años 50, donde se produjo ese hiriente diálogo que marcó su destino–. Aunque el vecino país se caracterizaba por tener un ambiente muy masculino, ella logró estudiar ciencias exactas. Este fue el inicio de una larga trayectoria que, en años recientes y gracias a
Como presidenta de la Unión Astronómica Internacional (UAI), tiene una visión panorámica de los polos mundiales en el desarrollo de su disciplina, lo que le permite comparar realidades. Así, no considera que Chile debiera tener telescopios propios, como es la estrategia de Sudáfrica.
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Fotografía UNIVERSIDAD DE CAMBRIDGE
los cielos de Atacama, ha podido abrir un espacio apto para conocer planetas extrasolares, la formación de galaxias y la energía oscura. Áreas que han sido la obsesión de la astronomía desde hace varias décadas. Con una personalidad porteña que le facilitó el camino – llegó a Buenos Aires de dos años y medio–, no se altera al ver que el hotel donde nos recibe, en Vitacura, está rodeado de adolescentes fanáticos de la música k-pop. Le divierte saber que Chile es líder en América Latina de esta tendencia surcoreana que tiene aquí miles de seguidores: “Vivimos en un mundo pequeño”, ironiza.
Ojo con esa mujer A sus 76 años, es dueña de una serenidad a toda prueba y de un humor a flor de labios. Atributos muy útiles para su carrera abundante en roces, tensiones y puntos de quiebre. Como cuando todavía se llamaba Catherine Gattegno y estaba de novia de un compañero llamado Diego Cesarsky; tras equipar un departamento en Buenos Aires para iniciar una nueva vida, el mismo día del matrimonio les llegó la respuesta de Harvard para doctorarse: los dos habían sido aceptados. Apenas tuvieron tiempo para regalar y vender sus cosas y partir a la carrera. Aunque, recuerda, todo era turbulento por entonces. “En lo académico estábamos bien preparados por los profesores de Física de la Universidad de Buenos Aires. Hacia ellos siento una enorme gratitud. Pero pasar de las callecitas de Buenos Aires al impresionante mundo de Harvard, a una unidad de solo dos mujeres, fue un cambio muy brusco”, recuerda. El traslado se concretó en los agitados años 60, década en la que se desarrollaron muchas manifestaciones, en especial por la guerra de Vietnam. Ellos con el pelo largo y ellas con flores: “Nosotros iniciamos un movimiento diferente al resto, marchábamos porque la universidad tenía sus telescopios en Sudáfrica, el país del apartheid, lo que nos parecía inaceptable. A una amiga francesa activista la echaron”, cuenta. —¿El feminismo ya estaba presente? —Leí cuanto libro encontré del tema, apoyé grupos y lo he venido haciendo desde entonces, porque los problemas se vivían a diario. Aunque Diego compartía las tareas domésticas, yo hacía mucho más que él. Además de lo anterior, Catherine tuvo que soportar abusos en el ámbito académico: “El responsable fue el tutor de mi te-
“Reinaba el machismo a tal grado (en Harvard), que un profesor citaba a conversar en un bar topless, un ejemplo que seguían otros. Sin marido habría sido muy difícil para mí vivir esta experiencia”. 68
revista universitaria
FIRME DE CARÁCTER. Primera mujer en muchas etapas de su carrera, tuvo que convencerse de que su destino estaba en la astronomía para poder soportar los ambientes hostiles.
sis, quien preparaba la publicación de trabajos míos sin mi firma. Lo logré atajar, pero tuve que buscar a otro en Princeton, lo que fue mejor para mí, porque en teoría esta era la mejor universidad junto con Cambridge. Con el nuevo tutor, que era un poco mayor que yo y muy apasionado, discutíamos mucho y con eso aprendí el triple”. —De ahí partieron a California, al medio de una revolución cultural… —Eso pasaba más bien en Berkeley, San Francisco, pero nosotros nos postdoctoramos en el Instituto de Tecnología de California, el Caltech, que está en Pasadena; allá todo era muy tranquilo y de excelente nivel, con varios premios Nobel en Física. Eso sí, casi sin mujeres alumnas –una bióloga y yo– y solo una profesora de Literatura. Reinaba el machismo a tal grado que un profesor citaba a conversar en un bar topless, un ejemplo que seguían otros; sin marido habría sido muy difícil para mí vivir esta experiencia. A mi amiga la molestaron bastante, porque era previsible que te arrinconaran en un pasillo y un candidato al Nobel te besara en la boca, como si nada. Lo que pareció poco natural en ese ambiente fue que se embarazara. Ahí trataron de sacarla. Entre tres estudiantes –que siguen amigas íntimas hasta hoy– se apoyaron y, luego, respaldaron al resto de las mujeres de la unidad. “Hicimos un estudio sobre el trato abusivo a las secretarias, con estadísticas y eso se logró publicar, lo que fue un avance”, confiesa.
Su retorno a Argentina, en 1973, coincidió con el regreso definitivo del expresidente Juan Domingo Perón, hecho que generó un choque brutal entre facciones conocido como “La masacre de Ezeiza”, porque dejó trece muertos y más de 300 heridos. Fue el inicio de muchos años turbulentos en ese país. Por lo mismo, siguieron su viaje a Francia. —¿Su marido no ha debido hacer renuncias, por sus altos cargos y desplazamientos? —Él no ha sacrificado nada. Incluso, en ese momento le habría sido más difícil porque era yo la de nacionalidad francesa, aunque era él quien más deseaba estar allá. Hemos hecho carreras paralelas, él a su medida –es muy trabajólico, incluyendo fines de semana– y yo a la mía, más ambiciosa.
Fotografía ÁLVARO DE LA FUENTE
“Cuando me tocó organizar la construcción de ALMA y era necesario interesar a más países para poder financiarlo, yo les decía que con él podríamos saber cómo se forman los planetas, desde ese disco de gas y polvo que comienza a aparecer alrededor de una estrella”.
Tiempo de estrellas Al poco tiempo, gracias a su gran currículo, Catherine Cesarsky estaba a cargo de la Dirección de Ciencias de la Materia (DSM) en el Centre d’Études Nucléaires de Saclay, Francia, un equipo de tres mil personas de alto nivel dedicado a estudiar el planeta desde la física, la química y la geofísica. —Como astrónoma que evalúa cuerpos celestes con frecuencia, ¿cómo ve la Tierra? ¿Qué le parecería si usted la hubiera descubierto? —Es una cosa frágil. Y es un milagro de la naturaleza que esté justo donde está. También la Luna o el planeta Júpiter con su forma, todo coincide a la perfección para que sea como es. Tanto así, que sin ese orden preciso no estaríamos aquí. —Trabajar con “los mejores climatólogos de los años 70 y 80”, ¿le hizo tomar conciencia de esa fragilidad terrestre? —Ellos sabían lo que se venía, los ciclos, el calentamiento global, el Antropoceno. Es mi mayor problema, no por la Tierra, sino por el futuro de la humanidad; yo pensaba mucho en mis nietos, al grado de no poder dormir a veces. Ya llegó el cambio, incluso para mis dos hijos, para todo el mundo, y se ve en imágenes de la Tierra, incluso desde lejos. —¿Qué le parece la vida en la Tierra como fenómeno? —Fred Hoyle diría que las chances de que se generara vida aquí eran tan mínimas, que debía haber empezado en otros lados y después llegó acá, lo que puede ser cierto. Pero es muy difícil decirlo en términos de porcentaje de posibilidades, porque cada vez se encuentra más y más vida aquí en condiciones más extremas, en desiertos y hielos.
De Chile a Sudáfrica Como presidenta de la Unión Astronómica Internacional (UAI), tiene una visión panorámica de los polos mundiales en el desarrollo de su disciplina, lo que le permite comparar realidades. Así, no considera que Chile debiera tener
telescopios propios, como es la estrategia de Sudáfrica: “Con tener el 10% del tiempo de observación de todos los grandes, Chile no necesita más. En Sudáfrica soy yo quien lidera el proyecto South African Astronomical Observatory (SAAO), que es un centro nacional de astronomía óptica e infrarroja, lo conozco bien, pero es muy distinta esa realidad, incluso son otro tipo de telescopios. Aquí, en cambio, vienen y vendrán todos: los japoneses, los chinos, ustedes no necesitan nada más”.
PLANETA ASOMBROSO. Cree que Fred Hoyle puede estar en lo cierto; que las chances de que se generara vida aquí eran tan mínimas, que es muy posible que surgiera en otra parte y luego llegara acá.
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“Con tener el 10% del tiempo de observación de todos los grandes (telescopios), Chile no necesita más. En Sudáfrica soy yo quien lidera el proyecto South African Astronomical Observatory (SAAO), pero es muy distinta esa realidad, incluso son otro tipo de telescopios. Aquí, en cambio, vienen y vendrán todos: los japoneses, los chinos. Ustedes no necesitan nada más”. Se entusiasma y agrega: “El Llano de Chajnantor tan seco, tan alto y a más de 15 kilómetros de distancia de cualquier actividad humana, de inmediato comenzó a entregar resultados extraordinarios”. —¿Cuáles, diría usted, son los resultados más interesantes entregados por los observatorios nuevos? —Cuando me tocó organizar la construcción de ALMA y era necesario interesar a más países para poder financiarlo, yo les decía que con él podríamos saber cómo se forman los planetas, desde ese disco de gas y polvo que comienza a aparecer alrededor de una estrella. Yo les hacía un dibujito y fue algo pasmoso cuando finalmente comenzó a funcionar, y pudimos ver que las imágenes eran iguales al dibujo. Lo que no sabíamos es que ese proceso comienza cuando las estrellas son muy jóvenes. Fue un gran descubrimiento. —¿Cuál otro descubrimiento destacaría? —La formación de las galaxias. Se creía que al principio todo era hidrógeno y la atracción gravitacional iba actuando para formar estrellas y galaxias pequeñas. Luego las grandes se unían por la aglutinación de las pequeñas. Todo constituido por hidrógeno y carbono en las estrellas, llevado por el gas interestelar –que es lo que produce los granitos que vemos en las nubes–. Pero pudimos hacer preguntas nuevas: ¿Era todo más transparente en los inicios del proceso, cuando las nubes no tenían esos granitos?... ALMA nos fue mostrando galaxias tan luminosas que pudimos ver su origen, ver que había algunas muy tempranas en la vida del Universo, que formaban nubes interestelares. No era una secuencia como se creía. —Aquí en Chile se repite que tenemos el 70% de la capacidad de los observatorios del mundo: ¿Es tan así considerando el desarrollo en Hawái o en las Islas Canarias? —Es que hay diferentes frecuencias de ondas. La radioastronomía necesita un ambiente de pocas radios en el aire, no tiene que ser un entorno tan seco y transparente, porque cada uno aporta distintas cosas. A mí me interesa ahora, como presidenta de la UAI, el Square Kilometer Array de Australia y Sudáfrica, formado por miles de antenas parabólicas, para generar otra clase de información y a gran velocidad; será algo complementario a ALMA. Después se sumaron varios otros países: Alemania, Holanda, India, China, menos Estados Unidos que quiere hacer algo propio. —La Unión Astronómica Internacional, que ahora en julio cumple cien años, nunca ha realizado una asamblea en Chile ¿A qué se debe? —Se han realizado en otros países de América Latina, en Argentina y Brasil, pero Chile nunca se ha ofrecido; en todo caso, es caro de organizar.
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Un camino estelar Catherine Cesarsky es licenciada en Ciencias Físicas de la Universidad de Buenos Aires; investigadora del Instituto Argentino de Radioastronomía (1965-1966); doctora en Astronomía por la U. de Harvard (1966-1971) y Research Fellow en el Instituto de Tecnología de California (1971-1974), en Estados Unidos. Luego, en Francia ingresó al Servicio de Astrofísica de la Dirección de Ciencias de la Materia del Centre d’Études Nucléaires de Saclay, en el cual llegó a ser directora (1994-1999). Entre 1999 y 2007 fue directora general de la ESO y, en paralelo, la investigadora principal del ISOCAM. Esta es una cámara que estuvo a bordo del Observatorio Espacial Infrarrojo, el más sensible en su tipo en la historia de la astronomía, operado por la Agencia Espacial Europea (ESA) hasta 1998. El año 2006 fue la primera mujer electa presidenta de la Unión Astronómica Internacional (2006-2009). En los primeros años de su carrera se dedicó al estudio de la composición y propagación de los rayos cósmicos galácticos, la materia y campos del medio interestelar, y la aceleración de partículas en situaciones astrofísicas, aunque en los años 90 derivó a lo que sería su mayor aporte, la astronomía infrarroja. Esta ha permitido conocer mejor la formación de estrellas y la evolución de las galaxias, ámbito al que llegó desde el European Southern Observatory (ESO) y la acercó a Chile.
—La UAI escoge o aprueba los nombres de los nuevos cuerpos celestes descubiertos. ¿Es cierto que esto se abrirá a una mayor participación? —Entiendo que es así porque hay tema para todos. Piense que conocemos apenas el 4% del total, considerando materia y energía. El resto sabemos que está ahí por atracción gravitacional y la llamamos materia oscura porque no emite ni absorbe luz y no interactúa con ella. Se espera que desde Chile se logre aclarar esa realidad desconocida, la que provoca algo tan importante como la expansión del universo sin que sepamos, todavía, qué es y cómo es. —Y para Chile, ¿cómo ve su tema energético? —Aquí es muy diferente porque el sol del norte no es intermitente, Chile es el mejor país del mundo para la energía solar. También en la hidráulica ustedes tienen ventajas, aquí hay oposición por lo que desfigura a la naturaleza, es cierto, pero si tuviera que dar un consejo diría que debieran tener ciencia propia en lo solar, no ir a buscarla a China o a otra parte. Con su perspectiva, tan amplia, no duda en señalar que las dos áreas de la ciencia que conoce bien, la astronomía y la energía solar, son obligatorias en el desarrollo científico nacional, por los privilegios del país. Por todo eso no duda que seguirá viniendo a Chile, más de una vez en el futuro.
fotografía ESO/M. Kornmesser
Ambientes remotos. La estrella más cercana al Sol alberga un exoplaneta, al menos 3,2 veces más masivo que la Tierra, la llamada súper-Tierra. Los datos de una serie de telescopios en todo el mundo, incluido el instrumento cazador de planetas HARPS, de ESO, han revelado este mundo congelado y poco iluminado. Esta imagen muestra una impresión artística de la superficie del planeta.
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La vida de
allá afuera En los últimos cincuenta años, sucesivos avances sugieren, cada vez más, que puede haber vida en otros lugares del Universo. Ahora sabemos que, debido a la profundidad del Cosmos y, a la cantidad de tiempo que ha pasado desde el Big Bang, es virtualmente una seguridad estadística que otras formas de vida extraterrestre existieron, existen y existirán. Sin embargo, esto es todavía una especulación científica. Por Thomas Puzia
THOMAS PUZIA. Es académico de la UC, diplomado en Física y Astronomía de la Universidad de Bonn, Alemania y doctorado en Astronomía y Astrofísica por la Ludwig-Maximilians-Universität München, Alemania. 73
Desde el comienzo del tiempo hasta hoy, la mezcla de elementos en el Universo ha cambiado, y su composición puede ser vista como un conjunto de notas musicales que, en su evolución, interpreta la hermosa sinfonía de la vida.
Estamos solos en el Universo? Esta pregunta ha estado siempre presente en la historia de la cultura humana. Ella toca nuestro núcleo más profundo y se relaciona con nuestra autoconciencia. Los primeros pasos empíricos en la comprensión de nuestro lugar en el Universo fueron dados por pioneros de la astronomía como Nicolás Copérnico, Tycho Brahe, Galileo Galilei y Johannes Kepler. Posteriormente, Isaac Newton, William y Caroline Herschel, Charles Messier, Edwin Hubble, Albert Einstein y tantos otros reemplazaron la arrogancia de nuestra perspectiva antropocéntrica por la humildad de reconocer que somos tan especiales como cualquier otra parte de la galaxia, y que ni siquiera estamos conformados por los ingredientes principales del Universo. Muchos otros investigadores, desde distintas disciplinas de la ciencia, entre los cuales Darwin se alza como un gigante, contribuyeron en las dos últimas centurias a que reconociéramos que nuestra existencia es el resultado de una cadena de innumerables accidentes naturales. Por observación, experimentación e inferencia hemos estado uniendo las razones de nuestra vida, formando un consistente mosaico que describe nuestro pasado, presente y futuro. Dados el tiempo y el espacio necesarios, las partículas y fuerzas que gobiernan nuestro Cosmos condujeron no solo al desarrollo del cerebro humano, sino casi con seguridad al de otras especies autoconscientes que cohabitan en nuestra vasta realidad. Ahora sabemos que, debido a la profundidad del Universo observable y, a la cantidad de tiempo que ha pasado desde el Big Bang, es virtualmente una seguridad estadística que otras formas de vida existieron, existen y existirán allá afuera. Sin embargo, en la actualidad, esto es todavía una especulación científica.
La sinfonía de la vida
fotografía equipo de investigación académico Rafael Vicuña
fotografía Universidad de Alabama en Birmingham, A. Bej
Hasta donde sabemos, todas las galaxias, estrellas, planetas, lunas y el gas que existe entre las estrellas y las galaxias están hechos de los mismos elementos que nuestros cuerpos. Durante el Big Bang, los primeros procesos nucleosintéticos crearon helio, y luego se desencadenó una aspersión de sus isótopos más livianos y de una pequeña fracción de litio, a partir de una vasta provisión de protones y neutrones. Lo anterior ocurrió durante los primeros minutos de vida de nuestro Universo. Millones de años después, otros procesos de fusión en el núcleo de las primeras estrellas crearon elementos más pesados, los que fueron expulsados al espacio interestelar, en tanto esas estrellas explotaron como supernovas. Posteriores generaciones de astros contribuyeron a crear la tabla periódica de elementos tal como la conocemos. Desde el comienzo del tiempo, la mezcla de elementos en el Universo ha cambiado, y su composición puede ser vista como un conjunto de notas musicales que, en su evolución, interpreta la hermosa sinfonía de la vida.
Vida al extremo. A la izquierda, vemos una imagen microscópica de una nueva bacteria, identificada por el astrobiólogo de la NASA Richard Hoover y sus colegas. Los estudios indican que fue descongelada del hielo hace unos 32.000 años, hasta la era del Pleistoceno. Las bacterias vivas se tiñen de verde. A la derecha, vemos la imagen de Gloeocapsopsis sp.UTEXB3054, un microorganismo encontrado bajo una piedra de cuarzo, en el desierto de Atacama, el año 2008.
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fotografía ESO L. Calçada/N. Risinger (skysurvey.org)
Otro mundo. La visión de este artista muestra el planeta que orbita la joven estrella Beta Pictoris. Este exoplaneta es el primero que ha sido medido en su órbita de rotación.
La astrobiología es la rama de la ciencia que fusiona disciplinas como la astronomía, la física, la química, la biología, la geología y la estadística en una sola perspectiva híbrida, destinada a descifrar cómo fue escrita la sinfonía de la vida aquí en la Tierra, y si hay otras maneras de escribirla, incluso más espectaculares y exóticas.
Las bases de vida energética Otras vías importantes hacia nuestra comprensión de cómo surgió la vida en la “sopa primordial” fueron las teorías de Alexander Oparin y John Haldane, quienes observaron que múltiples procesos químicos biocatalíticos (parecidos a las modernas enzimas u hormonas, que inician o aumentan la velocidad de una reacción química) están universalmente presentes en muchas formas de existencia, y que de esos procesos es probable que surja la vida, por abiogénesis (a partir de materia inanimada). Experimentos posteriores, realizados en laboratorio por Stanley Miller y Harold Urey, en los años 50 y 60, simularon cómo surgen moléculas orgánicas espontáneamente, desde la atmósfera terrestre primordial y en agua sometida a la influencia de energía termal y eléctrica. Dejaron en claro que simples aminoácidos pueden ser rápidamente sintetizados, a partir de una simple combinación de agua, metano, amoníaco y gas de hidrógeno, si se les inyecta la energía suficiente para llegar a un escenario de química orgánica más compleja. Esta complejidad química puede ser aleatoriamente encapsulada en vesículas y células simples, las que luego desarrollan mecanismos de autorreplicación que competirán bajo diferentes condiciones ambientales, con presiones que las llevan a evolucionar o desaparecer, de modo que solo las
Las principales agencias espaciales están invirtiendo montos sustanciales del PIB de sus naciones miembros en ciencia básica, investigación aplicada y en el desarrollo de tecnologías espaciales para buscar formas de vida extraterrestre. estructuras más adecuadas persisten. Complejas moléculas comienzan a interactuar entre ellas y experimentan la primera reacción que lleva hacia las más avanzadas y adaptables al ambiente, conduciendo hasta las macroestructuras y, finalmente, a lo intrincado de las células eucarióticas y sus estructuras metabólicas de proteínas RNA-DNA.
SERES VIVOS EXTREMÓFILOS Hasta los años 70 estábamos convencidos de que toda vida es generada por procesos de fusión nuclear dentro del Sol, base de la fotosíntesis en las formas de vida autótrofa (que no necesitan de otros seres vivos para su subsistencia) que nutren toda la cadena alimenticia, hasta los complejos heterótrofos, como nosotros. Pero entonces descubrimos que los ecosistemas complejos existen en respiraderos hidrotermales de los suelos profundos de los océanos, virtualmente independientes de la luz solar, los que funcionan mediante procesos quimiosintéticos de bacterias variadas, que hacen uso de la energía termal de la Tierra. El posterior hallazgo de muchas bacterias extremófilas que subsisten en ambientes que pueden ser calientes, fríos, 75
En busca de pruebas. Imagen del módulo de aterrizaje Viking 1, poco después de tocar tierra en Marte. Esta fotografía es la primera tomada desde la superficie de ese planeta (20 de julio de 1976). Los objetivos principales de la misión Viking, compuesta por dos naves espaciales, fueron obtener registros de alta resolución de la superficie marciana, caracterizar la estructura y la composición de la atmósfera y la superficie, y buscar pruebas de la vida en ese planeta.
fotografía NASA
ácidos, alcalinos, secos, salados, hiperbáricos y expuestos a radiaciones ionizantes nos llevaron a creer que, para que se produzca la biogénesis, basta la presencia de moléculas simples y un líquido solvente como el agua. Sin embargo, esta perspectiva ha sido recientemente desplazada, puesto que tenemos evidencia empírica, en pruebas espaciales en lunas lejanas del Sistema Solar, que otros líquidos solventes, como el metano y el etano, están presentes en sus superficies. También tenemos buenas indicaciones de presencia de aguas oceánicas profundas, bajo la superficie de costras de hielo grueso en lunas alrededor de Júpiter y Saturno. Las posibilidades de formar simples y complejos procesos químicos autocatalíticos, que pueden derivar en formas simples de vida, parecen ilimitadas, incluso en nuestro propio Sistema Solar. Basándose en estos y otros argumentos, las principales agencias espaciales están invirtiendo montos sustanciales del PIB de sus naciones miembros en ciencia básica, investigación aplicada y en el desarrollo de tecnologías espaciales para buscar formas de vida extraterrestre. El foco está puesto ahora en la subsuperficie oceánica de la luna Europa y en los lagos de metano de la luna Titán. Ambos llevan cada uno más agua que la Tierra. También hay amplia evidencia de que nuestro vecino planeta Marte estuvo alguna vez cubierto de agua líquida y que todavía pueden existir allí algunas formas simples de vida, como lo evidencian, potencialmente, los cambios estacionales de la concentración de metano en su atmósfera.
Exomundos inexplorados Recientes misiones espaciales han descubierto que, virtualmente, cada estrella en el cielo, y por inferencia en la
Los ingredientes elementales de la vida estuvieron muy temprano en la historia del Universo y solo podemos imaginar cuántas otras formas simples de vida deben existir, incluso en nuestro patio trasero cósmico: la Vía Láctea. 76 revista universitaria
Vía Láctea y otras galaxias en el Universo, posee su propio sistema planetario. Esos exomundos aparecen con una gran variedad de configuraciones en cuanto a masas y distancias orbitales de sus estrellas, quedando algunos en la zona habitable, donde pueden existir el agua líquida y la vida como la conocemos. Sin embargo, como vimos, la habitabilidad basada en el agua puede que deba ser revisada según recientes o futuros descubrimientos. Los ingredientes elementales de la vida estuvieron muy temprano en la historia del Universo y solo podemos imaginar cuántas otras formas simples de vida deben existir, incluso en nuestro patio trasero cósmico: la Vía Láctea. Nuevos telescopios espaciales, como el James Webb, serán capaces de analizar la composición química de las atmósferas de exoplanetas y buscar biomarcadores que indiquen un desequilibrio químico de gases, potencialmente generado por la presencia de vida. Sin embargo, desde la vida celular simple a las civilizaciones avanzadas hay un camino muy largo. Muchas biósferas pueden no experimentar las condiciones de estabilidad necesarias para llegar a una etapa evolucionaria, suficientemente compleja como para dar paso a la autoconciencia, la inteligencia y el desarrollo de la tecnología. A nuestra Tierra le tomó 3.500 millones de años para desarrollarnos, pero al Universo le llevó 9.200 millones de años para comenzar a formar nuestro Sistema Solar. Otros hábitats planetarios se formaron mucho más temprano. Se ha especulado incluso que la vida más simple podría haberse formado en un corto periodo de tiempo, 10-17 millones de años después del Big Bang, cuando la temperatura del Universo fue la exacta para que existiera el agua líquida. Biósferas de planetas, cercanos a estrellas un poco más grandes que nuestro Sol, pueden experimentar velocidades evolutivas superiores, debido a densidades de energía más altas en la luz de su estrella, pero la expectativa de vida de esas estrellas es significativamente baja, comparada con nuestro Sol, y pueden ver acortada prematuramente la evolución de su biósfera. Por otra parte, estrellas menos masivas tienen vida más larga, pero son inestables y bombardean y potencialmente esterilizan la superficie de los planetas cercanos con violentas erupciones y vientos particulados.
Contacto extraterrestre
También podemos enfrentar otro problema fundamental, que nuestra inteligencia sea un fenómeno transitorio e insuficiente para aprehender nuestra realidad, mientras “la fiesta” sucede en otra parte del Universo. En todo caso, la curiosidad y la exploración son rasgos claves de la humanidad y puede que estemos más cerca de lo que pensamos de encontrar evidencia de formas de vida en otros cuerpos del Sistema Solar y alrededor de otras estrellas. El camino a la meta está pavimentado por el arduo desarrollo de nuevas tecnologías, que empujan las fronteras de las posibilidades actuales en el diseño de productos ópticos, nanotecnología, procesamiento de datos, inteligencia artificial y tecnología espacial. Inversiones importantes en investigación y desarrollo, así como en educación científica en los colegios y universidades, permiten no solo medidas innovadoras en astronomía, sino también sembrar muchas semillas para promover el crecimiento económico, aumentar las expectativas de vida y ayudar a los países a establecer sociedades más prósperas. Al ser el país anfitrión de más del 70% del poder de observación de este planeta, y teniendo acceso a los dos ambientes más extremos –el desierto de Atacama y el continente antártico– Chile tiene la oportunidad no solo de participar sino también de liderar muchos proyectos clave astronómicos y astrobiológicos. Tenemos la alfombra roja puesta para nosotros, por las condiciones geológicas, ambientales, económicas y geopolíticas, solo tenemos que invertir en un buen “atuendo” para brillar en el escenario mundial.
Altas temperaturas. Imagen aérea del Grand Prismatic Spring, en el Parque Nacional Yellowstone, Wyoming, Estados Unidos. Los organismos extremófilos del tipo termófilo producen algunos de los colores vistosos de esta fuente termal (una de las más grandes del mundo).
fotografía Jim Peaco, National Park Service, Estados Unidos
Basados en argumentos de inferencia a partir de estadísticas, podemos decir con virtual seguridad que a lo largo de la historia del Universo existieron incontables biósferas albergando formas de vida simple. La ecuación Drake intenta respaldar nuestra ignorancia empírica a la hora de encontrar civilizaciones avanzadas en esos mundos, asumiendo varios parámetros planetarios que se han cuantificado con cada misión espacial. Solo 50 años atrás, especular sobre la presencia de exoplanetas era enfrentar el ridículo, pero hoy sabemos con científica seguridad que los planetas son más numerosos que las estrellas. Hay un conjunto de sistemas planetarios allá afuera, con lugares cálidos, mundos acuáticos, y el tipo más común de planeta, las llamadas súper Tierras, con un tamaño entre el de Neptuno y el nuestro. Saber cuántos de esos planetas albergan vida o están habitados incluso por seres sintientes está más allá de la seguridad empírica, pero los números ofrecen una perspectiva optimista de que algunos lo estén. Un punto está claro, que algunas civilizaciones pueden haberse adelantado en su historia evolutiva, miles, millones e incluso billones de años a nosotros. Sin embargo, como plantea la paradoja de Fermi, no hemos oído de ninguno todavía, aunque debiéramos, dado el número de estrellas y planetas en el Universo cercano. Puede haber un cuello de botella o un gran filtro en la evolución de muchas civilizaciones que les impida vivir lo suficiente, sea debido a factores naturales o autolimitantes, como para permitir el tiempo necesario para contactarse con otra civilización en un estado similar de evolución. En nuestro planeta, el contacto intencional con civilizaciones extraterrestres es un tema controvertido, por decir lo menos. Es virtualmente imposible predecir las intenciones de una civilización ajena en la primera comunicación. Las posiciones extremas que pueden evocar tal contacto varían del miedo a ser allanados y explotados, como sugería el último Stephen Hawking, o avanzar a un diálogo activo y un intercambio tecnológico y cultural, como planteó Carl Sagan.
Recientes misiones espaciales han descubierto que, virtualmente, cada estrella en el cielo, y por inferencia en la Vía Láctea y otras galaxias en el Universo, posee su propio sistema planetario.
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La astronomía inundó los pasillos de La Moneda para lanzar la temporada de eclipses. Se denomina así al periodo en el que Chile será el escenario de dos eclipses totales de Sol (2 de julio de 2019 y 14 de diciembre de 2020). Con una serie de iniciativas, el Gobierno se quiere hacer parte de este fenómeno de la naturaleza y destacar la importancia del país para la observación astronómica a nivel mundial. 8 de mayo, 19:00 horas Palacio de la Moneda 78
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Fotografía: Presidencia de la República.
154 El cielo no basta Cรณmo proyectar Chile hacia el Universo
Cรณmo proyectar Chile hacia el Universo 154 2019
EDICIร N ESPECIAL ECLIPSE 2019