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Volver a
confiar Dossier
Sello de origen
La segunda lectura de Green Libros Argumento
La hora de las mรกquinas Miramundo
Ngaire Woods y el arte de gobernar
editorial
En busca de la confianza “Volver a confiar” es el llamado con que nos interpela el dossier de este nuevo número de Revista Universitaria. Se trata de un tema central para toda sociedad porque, como ha observado la Sociología, la confianza es el elemento que sostiene las relaciones entre las personas, y entre estas y las instituciones. En Chile y a nivel mundial, la desconfianza ha crecido de manera sostenida en los últimos años. En muchos países, los ámbitos más diversos de la actividad y del pensamiento humano están en entredicho, la fe en las instituciones se ha debilitado y los escépticos no ven señales de recuperación en el corto o mediano plazo. Sin embargo, a pesar de sus debilidades y, en medio de la incertidumbre, en todas las épocas nuestra especie se ha caracterizado por atreverse a avanzar en aras de la construcción de un mundo mejor. ¿Qué nos falta entonces? O dicho en otras palabras, ¿qué nos hace estar y sentirnos en falta? La respuesta está en el origen mismo de esta palabra que es clave para no continuar avanzando en el camino hacia el marasmo de la desafección personal o social: con-fianza, con fe, vale decir, sin la seguridad plena de que A la luz de los estudios en algún momento aparecerán visionarios, emprendedores, descubridores o líderes capaces de dar un paso más adelante y restituir lo perdido. pertinentes y de las realidades que En este número, los autores señalan que hay una enorme tarea por delante. Esto debido a la de definiciones o puntos de vista que alberga la palabra “confianza” y el desequilibrio confrontamos cotidianamente en multiplicidad de percepciones –que revelan los sondeos– que existe entre la confianza que mostramos a torno al fenómeno de la pérdida nivel personal o individual, y la que entregamos a las instituciones en abstracto (por ejemplo, de la banca, pero confío en mi banco”). Por eso, este atributo necesita de verdaderos de confianza, parece indispensable “desconfío pioneros o constructores que den el primer paso, que tiendan puentes hacia el otro lado del e ineludible asumir el desafío río, pues alguien debe comenzar o por algo debemos comenzar. Y por supuesto, no podemos quedarnos a la espera, tenemos que emprender acciones para recuperar las confianzas, para porque, asediadas por las noticias hacernos merecedores de ellas. falsas y las posverdades, incluso En su venida a Chile este verano, el Papa Francisco nos mostraba un camino: “¡Sembrar la paz a golpe de proximidad, de vecindad!”. A la luz de los estudios pertinentes y de las realidades que las comunicaciones se han vuelto confrontamos cotidianamente en torno al fenómeno de la pérdida de este valor, parece indispensable objeto de suspicacia. e ineludible asumir el desafío porque, asediadas por las noticias falsas y las posverdades, incluso las comunicaciones se han vuelto objeto de suspicacia. No obstante, esta compleja situación constituye al mismo tiempo un factor que, propiciamente, nos lleva a aquello fundamental que enfatizó con gran vigor y convicción el Santo Padre en enero: la importancia del cara a cara, de la cercanía, del trato directo y sin intermediarios ni tecnologías entre las personas, de tal modo que el medio no sea el mensaje. El mensaje es siempre el ser humano y su (a)ventura en este mundo. En épocas inciertas como las que vivimos, es preciso que la confianza vuelva a ocupar el rol central que, entre otras cosas, permitió la formación de nuestras sociedades con grados tales de cohesión que las proyectó en el tiempo. Ya adentrados en plenitud en el siglo XXI, con más y mejor infraestructura, gadgets y plataformas de comunicación que nunca antes en la historia, además de reafirmar urgentemente nuestros estándares éticos, pareciera que tendremos que volver a conocernos frente a frente como un factor insoslayable para la reconstrucción de la confianza perdida. Ignacio Sánchez DÍAZ Rector
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Las opiniones vertidas en los artículos no representan forzosamente el pensamiento de la Pontificia Universidad Católica de Chile o de la Revista Universitaria y son responsabilidad exclusiva de sus autores / ISSN 0250-3670 / ©Pontificia Universidad Católica de Chile, 1996|Prohibida su reproducción / Revista Universitaria es citada: ULRICH, International Periodicals Directory /
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contenidos 6 MIRAMUNDO El arte de gobernar cambió
24 TALENTO PÚBLICO
Defensor y chamán
POR MIGUEL LABORDE DURONEA
POR REVISTA UNIVERSITARIA
La fundadora de la Escuela de gobierno de la Universidad de Oxford, Ngaire Woods, pasa revista a las turbulencias políticas del presente; un tiempo de líderes mal adaptados a la globalización, una burocracia bajo sospecha y una sociedad civil que recién descubre sus derechos.
Alonso Barros, abogado con un máster en Antropología y un doctorado en Filosofía, encontró en el norte de Chile un espacio de acción donde se complementan todos sus estudios: la defensa de los derechos de los pueblos indígenas.
12 REPORTAJE VISUAL
Un abrazo a Chile En cada lugar del país donde se hizo presente, el Papa Francisco entregó un mensaje contundente. Por ello, con imágenes de cada actividad, seleccionamos algunas frases para recordar.
18 SELLO DE ORIGEN
Las dos vidas del libro POR ROCÍO RAMOS SILVA
Más de 730.000 textos ha rescatado el ingeniero Juan Cristóbal Prieto, cofundador de la empresa social Green Libros, creada hace siete años. Esta recibe los ejemplares en donación y luego los recicla en una operación que posee resultados educacionales, sociales y medioambientales.
30 ARGUMENTO
La hora de las máquinas POR JOSÉ MIGUEL SÁNCHEZ CALLEJAS
El reemplazo de los humanos por robots está provocando una profunda revolución en el mercado del trabajo, situación que plantea desafíos hasta hoy desconocidos en políticas públicas y educación superior.
36 ARTE FRESCO
El diálogo virtuoso POR RAFAEL BENGURIA DONOSO
Ante la muerte de Nicanor Parra, el autor –Premio Nacional de Ciencias Exactas– explora la influencia de la Física en la obra del celebrado creador. Un diálogo entre Arte y Ciencia que tiene una tradición de larga data.
cabezal
42 DOSSIER
76 EL LIBRO QUE ME MARCÓ
Volver a confiar La trastienda del descontento
El sueño compartido
POR ANDRÉS BIEHL Y PATRICIO VELASCO
POR JORGE MARSHALL RIVERA
Ante las reiteradas menciones de prensa a una “crisis de confianza” en Chile, los autores plantean que ella es un síntoma y que el foco debe centrarse en las instituciones, hoy llamadas a recobrar la valoración de la ciudadanía.
Para el autor, economista, el equilibrio colaborativo se logra cuando cada actor opera con estrategias que responden, en forma simultánea, a sus intereses individuales y a los colectivos; un círculo virtuoso que interpela al Chile actual.
El círculo de la confianza POR CLAUDIA LABARCA ENCINA
Como mecanismo social fundamental, muy reconocido en distintos ámbitos porque ahorra costos y permite más eficiencia en los sistemas, la autora plantea que este atributo se debilita si solo se entrega a los cercanos, en tanto se desconfía de los que están fuera del círculo.
Mirarnos a los ojos POR OLOF PAGE DEPOLO
Si el ser humano necesita de la cooperación para desarrollarse –aunque los pesimistas promuevan incentivos y sanciones para hacerla exigible–, ella emerge como un atributo estratégico para toda sociedad; somos seres relacionales.
El llamado del futuro POR FREDY PARRA CARRASCO
Ante los recelos frente al sistema global –tecnocrático, político y económico–, por sus secuelas medioambientales, sociales y laborales, se observa una demanda creciente por replantear el modelo mismo de desarrollo y la concepción de progreso, con miras a un mundo más sustentable, justo y pacífico, capaz de celebrar una vida mejor compartida.
El Principito, más allá de la inocencia POR Sandra Ponce de León Salucci
La académica UC descubrió, a través de un hijo menor, que el clásico de Saint-Exupéry es un texto fundamental por sus valores, y recomienda descubrirlo a quienes no lo conozcan.
77 RESEÑAS
Dos visiones de la literatura sobre el cambio climático.
78 Trastienda
La escena que captura un momento detrás del acontecer de la Universidad Católica y cada edición de Revista Universitaria. Portada
“Grupo humano”, de Mario Irarrázabal. Conjunto de figuras de hormigón que identifica a la Escuela de Ingeniería de la UC. Fotografía de Karina Fuenzalida.
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El arte de
gobernar Fundadora de la Escuela de Gobierno de la Universidad de Oxford, Ngaire Woods es un referente mundial en el desafío de dirigir las complejas sociedades del siglo XXI, y una defensora de la diversidad. Afirma que los líderes no se han adaptado al mundo global y los ciudadanos no asumen sus derechos. Agrega que la crisis subprime generó escepticismo en el Estado y nos indicó que las elecciones son la parte fácil. “Lo duro es la construcción de instituciones que sean confiables”. Por Miguel Laborde Duronea Fotografías de Álvaro de la Fuente Farré
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gaire Woods –cuyo nombre recuerda a sus ancestros maoríes de Nueva Zelanda– asesora a gobiernos e instituciones globales. Primera decana de la escuela de gobierno de Oxford, sus análisis de la política contemporánea llegan a amplias audiencias por radio y televisión, vía BBC. Al verla y oírla, aquí en la soleada terraza de un hotel frente al Parque Forestal, tan segura y precisa en sus juicios, pareciera que solo falta trabajo y disciplina para acceder a un mundo más justo y equitativo. Pero, no es así. Energética, se ilumina al desmenuzar las dificultades, como si le produjera placer enfrentarlas. Desde que era una joven universitaria en su Auckland natal, y luego en su máster y doctorado en Filosofía en Oxford –con tesis en relaciones internacionales–, su foco ha sido el mismo. Si queremos prosperidad a largo plazo, tenemos que hacernos cargo de los efectos de la globalización: una mayor
desigualdad social, economías perdedoras que expulsan a su población y concentración del control mundial en manos de las economías más fuertes (G7), entre otros tópicos. Afirma que hay mucho trabajo por delante. Los líderes no se han adaptado al mundo global, la sociedad civil no asume sus derechos y deberes, y los servidores públicos olvidaron su orgullosa tradición.
¿Por dónde empezar? Acostumbrada a la academia, nos esboza el contexto histórico: —En los años 80 los gobiernos empezaron a repensar su rol, ante una cultura muy competitiva y centrada en el crecimiento económico. Eran tiempos de dinero fácil y se pensó, con optimismo, que la globalización con democracia era el modelo para todo el planeta. Pero vino la crisis financiera y el siglo XXI se inauguró con mucha desconfianza. Llegó a Chile, invitada por la Escuela de Gobierno de la UC, porque le interesa la forma en que los países menores pueden adaptarse a una economía global. Fue el millonario
Fotografía Escuela de Gobierno Blavatnik, Universidad de Oxford.
“Nada puede reemplazar las interacciones cara a cara. Hay mucha investigación en Oxford, de sicología social, que demuestra que la única forma de superar miedos entre grupos diversos es con una interacción directa”.
Fotografía Escuela de Gobierno Blavatnik, Universidad de Oxford.
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La carrera de servidor público. La Escuela de Gobierno Blavatnik fue fundada por Ngaire Woods en el año 2010, en la Universidad de Oxford, Inglaterra. Se estableció después de una donación de £75 millones de Leonard Blavatnik, un reconocido filántropo y hombre de negocios ucraniano, muy comprometido con lo público.
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Áreas de interés. Woods fue nombrada decana inaugural de la Escuela de Gobierno Blavatnik en 2011. Su investigación se centra en la gobernanza económica mundial, los desafíos de la globalización, el desarrollo global y el papel de las instituciones internacionales.
Fotografía Escuela de Gobierno Blavatnik, Universidad de Oxford.
ucraniano Leonard Blavatnik (“el hombre más rico del Reino Unido”, 2015) quien la llamó para que liderara el proyecto académico, que Oxford acogió, al considerar que la falta de gobernanza puede ensombrecer el futuro. Para la propia Woods, es una empresa a largo plazo porque implica “una cultura a construir”. —¿Es creciente esa conciencia o todavía débil? —Algunos países comenzaron en los 90, pero pocos cuentan con lo mínimo; que la gente confíe en su gobierno, considere que trabajan por una sociedad equitativa en un marco legal y que haya elecciones periódicas. —¿Tiene usted una imagen de Chile al respecto? —Cuando escribí el libro The Globalizers, leí sobre “los misioneros financieros” de Estados Unidos y su influencia en las burocracias de Chile, Brasil y Argentina. Ahí conocí la larga historia de los funcionarios del Estado chileno, pero ahora hay una pérdida mundial; ser un servidor público era algo de prestigio y ya no lo es, lo que supongo es el caso de Chile. La decana considera que en los años 50 y 60 del siglo pasado todavía existía esa valoración, pero que con los “excesos” de los 70, y el optimismo de los 80, se perdió: “No hay gobierno que lo haga muy bien si tiene un constante viento a favor. Eso lleva casi siempre a la corrupción y a decisiones muy equivocadas”. La crisis subprime generó, en gran parte del mundo, desconfianza en el Estado: “Eso lo hizo retroceder. La economía en auge les había hecho creer a los gobiernos que podían jugar un rol más fácil, que la globalización financiera aseguraría dinero y crecimiento”. El libremercado era el buque ancla: “Usted podía protestar contra la globalización, pero creyendo siempre que era un
beneficio y un soporte de la democracia. Lo que faltaba era mejorar la distribución económica. Toda esta crisis nos dijo algo; que las elecciones son la parte fácil y la dura es la construcción de instituciones del Estado que sean confiables”.
Gobierno: arte y empresa Simpatiza con su patrocinador Leonard Blavatnik, hombre de múltiples negocios pero recién visible al transformar Time Warner en un gigante multimedia. Filántropo de las universidades de Oxford y Harvard, y de la Tate Modern –le hizo la mayor donación de su historia–, ella celebra su compromiso con lo público. —Desde la primera reunión me explicó su interés en fundar una escuela de gobierno porque, en su perspectiva, se necesita de personas tan inteligentes y preparadas en el sector público como en el sector privado. —Usted escribió un libro sobre redes de influencia, poderes oficiales y los que están detrás… —Es que me impresiona ver que los países más poderosos crean redes bien consideradas como el G7. Las naciones emergentes nunca han logrado algo similar y es urgente, para negociar, compartir información, avanzar en una agenda común. Después de la crisis asiática se creó el G20 de ministros de finanzas, pero no cree que ampliara el centro operativo del mundo: “En esencia son los mismos del G7; los demás se sumaron sin mucha posibilidad de ser oídos por el núcleo de los fundadores”. Por lo mismo, trabaja con los miembros nuevos: —He celebrado tres encuentros con ellos, porque creo que si se organizan empujarán al G7 a un mejor desempeño; estos necesitan de un desafío mayor, ser presionados. Incluso en los directorios corporativos se requiere personas diversas. 9
“Creo que hay que pensar en la sociedad en la que queremos vivir: ¿En ciudades seguras, donde todos tienen un espacio, o en comunidades separadas en las que hay que esconderse detrás de la seguridad?”. Si dicen que sí a todo, es muy probable que cometan errores catastróficos, como se vio en la crisis de 1997.
Economía planetaria. A la académica le interesa conocer cómo los países menores pueden adaptarse a una economía global. Por eso llegó a Chile invitada por la Escuela de Gobierno de la UC.
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—Usted ha escrito sobre el tema de la dignidad en los nuevos tiempos globales, algo que parece un tema aparte… —Es otra consecuencia de la globalización, en especial en hombres blancos que rondan la cincuentena. Son trabajadores que se manifiestan contra la inequidad porque sus ingresos en las economías industriales se estancaron. Han visto con angustia que la desigualdad aumenta. Los datos indican que sus vidas son más cortas y más pobres, pero además, su estatus social y su identidad cultural también han sufrido pérdidas. En los mismos sindicatos las personas tenían un lugar, una voz, para construir una identidad colectiva. Estamos a ciegas si solo vemos el punto de vista económico, si creemos que las demandas se solucionan con incentivos. Ellos sienten que han pasado toda su vida esperando en el muelle del “sueño americano”, y ahora ven que otras personas los han desplazado, las minorías, y están indignados. Fueron la base de apoyo para Trump. —Usted también ha escrito sobre los políticos que ya no trabajan con las creencias y esperanzas de la gente, sino con sus miedos… —Hay varias razones, pero una importante es que los po-
líticos cayeron seducidos por los medios de comunicación y las empresas de comunicaciones y relaciones públicas. Llegaron a creer que las relaciones con los ciudadanos consisten en enviarles mensajes. Ellos hablando y los demás escuchando y eso no es comunicación. Hay una gran diferencia entre hacer focus groups y escuchar a la gente. Para tratar de conectarse de nuevo usan ahora los referéndums, pero que alguien piense que ese es el único medio para saber qué piensa la gente socava las instituciones. —¿No han aportado las nuevas tecnologías? —Hay una revolución en las comunicaciones, pero no está claro que logre que las personas escuchen a otras. Está sucediendo exactamente lo contrario, todos se conectan con los que piensan igual. Hay que entender el rol de los algoritmos en todo esto, que diseñan noticias a la medida; con estos, con la inteligencia artificial, la información se canaliza cada vez más para confirmar los prejuicios que tienen las personas. Esto ya lo vivimos en la academia, se pensó que los académicos leerían y tendrían visiones más amplias con los medios en línea, pero buscan por keywords para encontrar lo que les interesa y nada más.
Tiempo de etiquetas Luego del dominio de lo tecnológico le parece que vuelven los equilibrios, con el factor humano revalorado: “Nada puede reemplazar las interacciones cara a cara. Hay mucha investigación en Oxford, de sicología social, que demuestra que la única forma de superar miedos entre grupos diversos es con una interacción directa. El miedo se magnifica si esta no existe. Esto nos desafía en nuestros colegios, hospitales y barrios, porque es muy difícil demonizar a un grupo si algunos de ellos viven en la casa de al lado. En Singapur he visto avances muy interesantes en este sentido”.
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“Hay una revolución en las comunicaciones, pero no está claro que logre que las personas escuchen a otras. Está sucediendo exactamente lo contrario, todos se conectan con los que piensan igual”.
miento Estado islámico, si los políticos les aceptan que tienen un trasfondo religioso, estarán creando un monstruo que se agranda con las redes sociales de hoy.
Pero es un proceso en ciernes: “En gran parte del mundo todavía se vive lo contrario, las comunidades que se fragmentan, digital y físicamente, mientras los espacios públicos se reducen”. Para Gran Bretaña, especialmente en un multicultural Londres, es un tema central: “Creo que hay que pensar en la sociedad en la que queremos vivir: ¿En ciudades seguras, donde todos tienen un espacio, o en comunidades separadas en las que hay que esconderse detrás de la seguridad?”.
Esto último le parece fundamental a la hora de elaborar las estrategias: —Apenas diez años atrás ni se hablaba de una población musulmana en Gran Bretaña, eran personas de Bangladesh o paquistanos, pero ahora se les pega una etiqueta… Ha habido una revolución en ciencias sociales de la sicología cognitiva, que nos enseña cómo se profundiza en nosotros lo que recibimos del mundo. El cerebro humano es más que un hardware en el que se instalan programas, está muy influenciado por el tipo de software que recibe, de líderes y medios de comunicación. Ahora comenzamos a dividir las poblaciones según su religión, a etiquetarlas, y creo que debemos detenernos a pensar qué estamos haciendo, al hacer de esa identidad religiosa la más importante de todas. Vivimos hoy en sociedades muy diversas, uno puede ser de Cornish, donde hay un movimiento independentista y, además, ser inglés y también británico, con familia de Pakistán y religión musulmana y fanática del Arsenal, y haber votado contra el Brexit. Empobrece dejar todo eso detrás de una etiqueta. Si uno destaca una sola identidad, comienza el miedo. Esto me preocupa, aunque veo que la gente está empezando a pensarlo de manera más profunda.
—¿Cómo percibe este escenario ahora, con el problema árabe? —No hay un problema árabe, incluso hay muchos árabes cristianos así es que tenemos que escoger con cuidado las palabras; y no hay un problema musulmán tampoco. En toda década ha habido terroristas, jóvenes iracundos y agresivos, hombres en su mayoría, nihilistas, que derivan hacia el terrorismo como los Baader-Meinhof en los 70, las Brigadas Rojas o los de Irlanda, protestantes y católicos. No hay nada nuevo. Lo que quieren los terroristas es hacer teatro. Ellos realizan actos criminales en que se busca persuadir a la gente que son algo más que criminales, para así aterrorizar a la población. En relación con los nihilistas que declaran ser parte del movi-
El otro desafío que le parece clave para avanzar en el arte de gobernar, en tiempos globales, se refiere a la inteligencia artificial y los big data: “Los veo como herramientas fundamentales, tema que trabajo con el Instituto de Internet en Oxford, el que planteó que los gobiernos no debieran privatizar o tercerizar todos sus flujos de información, porque se necesita tener algunos adentro para desagregarlos y hacer una correcta toma de decisiones. Esto no debiera ser a gran escala, con un megaprograma, al contrario, con módulos menores hay menos riesgo de que fallen los sistemas”. La vienen a buscar sus anfitriones. Impecable en su traje blanco, se va al campus San Joaquín a reunirse con los estudiantes de la escuela de Gobierno. Con su rostro exótico de rasgos maoríes, es una imagen viva del valor de la diversidad.
Fotografía Escuela de Gobierno Blavatnik, Universidad de Oxford.
El monstruo del terrorismo. “No hay un problema árabe”, dice Woods al referirse al terror que siembran ciertos grupos, que llevan a encasillar a las personas por su religión o nacionalidad.
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Un abrazo
a Chile
Los mensajes del Papa Francisco durante su visita al país en enero pasado retumban todavía en las calles que transitó, los altares que pisó y los fieles que saludó. Tres intensos días de reflexión en torno a los desafíos de la Iglesia hoy, sus debilidades y fortalezas, y donde la palabra perdón se convirtió en la protagonista. El Sumo Pontífice inundó con su espíritu la geografía de una nación que lo recibió con anhelos de cambio. Fotografías de Juan francisco somalo VALOR
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Catedral de Santiago “El Chile de hoy es muy distinto al que conocí en el tiempo de mi juventud, cuando me formaba. Están naciendo nuevas y diversas formas culturales que no se ajustan a los márgenes conocidos. Y tenemos que reconocer que, muchas veces, no sabemos cómo insertarnos en estas nuevas circunstancias”.
Palacio de La Moneda “Escuchar a los niños, que se asoman al mundo con sus ojos llenos de asombro e inocencia y esperan de nosotros respuestas reales para un futuro de dignidad. Y aquí no puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza que siento ante el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la Iglesia”. 14
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Fotografía césar cortés.
Parque O’Higgins
“¡Sembrar la paz a golpe de proximidad, de vecindad! A golpe de salir de casa y mirar rostros, de ir al encuentro de aquel que lo está pasando mal, que no ha sido tratado como persona, como un digno hijo de esta tierra. Esta es la única manera que tenemos de tejer un futuro de paz”.
Centro Penitenciario “Ser privado de la libertad no es lo mismo que el estar privado de la dignidad, no, no es lo mismo. La dignidad no se toca a nadie, se cuida, se custodia, se acaricia. Nadie puede ser privado de la dignidad”. 15
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Temuco “La violencia llama a la violencia, la destrucción aumenta la fractura y separación. La violencia termina volviendo mentirosa la causa más justa. Por eso decimos ‘no a la violencia que destruye’, en ninguna de sus formas”.
Iquique “Hermanos, Iquique es tierra de sueños –eso significa el nombre en aymara–; tierra que ha sabido albergar a gente de distintos pueblos y culturas. Gente que ha tenido que dejar a los suyos, marcharse. Una marcha siempre basada en la esperanza por obtener una vida mejor, pero sabemos que va siempre acompañada de mochilas”. 16
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Universidad Católica
“Urge generar espacios donde la fragmentación no sea el esquema dominante, incluso del pensamiento; para ello es necesario enseñar a pensar lo que se siente y se hace; a sentir lo que se piensa y se hace; a hacer lo que se piensa y se siente”.
Fotografía RODOLFO JARA.
Fotografía LUIS BARRIGA.
“Es necesario que la adquisición de conocimiento sepa generar una interacción entre el aula y la sabiduría de los pueblos que conforman esta bendecida tierra. Una sabiduría cargada de intuiciones, de ‘olfato’, que no se puede obviar a la hora de pensar Chile”.
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Las dos vidas
del libro Con siete años de historia, la empresa social Green Libros ha logrado evitar que más de 730.000 obras literarias vayan a parar directo a los vertederos. A punta de esfuerzo, el ingeniero civil de la UC, Juan Cristóbal Prieto, ha sacado adelante su gran proyecto de vida. Ese que busca hacer que la lectura sea más accesible, en un Chile donde los textos son un privilegio de pocos. Por Rocío Ramos Silva Fotografías de César cortés dellepiane
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“Esta iniciativa genera un mercado y una circulación de ejemplares que no siempre encontramos en las librerías o en el comercio. Hay títulos que no han sido reeditados y el único modo de ubicarlos es a través de una instancia como esta”, afirma el académico Sebastián Schoennenbeck. TRIPLE IMPACTO. La propuesta de Green Libros tiene un triple impacto: económico, social y medioambiental. La cantidad de material recuperado a la fecha equivale a 869 árboles adultos.
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n un muro desteñido de una calle sin nombre, en el casco antiguo de Santiago, se lee la frase del célebre escritor francés Francis de Croisset: “La lectura es el viaje de los que no pueden tomar el tren”. Pero ¿qué pasa cuando un libro es un medio de transporte inalcanzable para muchos? Esta es la pregunta que se hicieron tres amigos que tuvieron la idea de darle una segunda oportunidad a las obras que los lectores desechan, y así poder acercar la literatura al bolsillo de muchos chilenos. En el año 2009 Juan Cristóbal Prieto, ingeniero civil de la UC, junto al arquitecto Jaime Knabet y el antropólogo de la Universidad de Notre Dame, Alan Mackiewicz, discutían las causas del valor tan elevado de los textos escolares de los estudiantes. Mientras debatían teorías y comentaban cómo en otros países se reciclaban ejemplares para luego venderlos a un mejor precio, se les ocurrió replicar la idea. Comenzaron a buscar si esto ya existía, y al no encontrar resultados en el país decidieron iniciar lo que luego se transformaría en la empresa pionera del reciclaje de libros en Chile.
CENTRO DE OPERACIONES. Una vez que los ejemplares son recolectados, llegan hasta un galpón ubicado en la comuna de Recoleta, justo en la esquina de las calles Loreto con Dominica. En la imagen vemos a Juan Cristóbal Prieto (a la derecha) y parte de su equipo.
“Nuestro plus está en apoyar iniciativas educacionales que fomenten la lectura y el acceso al libro en Chile para todas las personas, independiente de su clase social”, explica Juan Cristóbal Prieto.
Lo primero que hicieron fue realizar un plan piloto, donde dispusieron de dos pequeños buzones para la donación de textos en dos colegios del sector oriente de la capital (el colegio Sagrados Corazones de Manquehue y el Saint George). Esta campaña fue realizada en diciembre de 2009 y la llamaron “Un libro puede transformar vidas”. Al poco tiempo y, superando toda expectativa, los contenedores se repletaron y lograron recaudar más de cuatro mil ejemplares de toda clase, género y tamaño. Esta primera experiencia los hizo entender que realmente se le podía dar una segunda vida a diversas publicaciones y que este sueño podía transformarse en una empresa social. A los pocos meses, en febrero del año 2010, se instalaron en un galpón donde comenzaron a almacenar, seleccionar y clasificar las miles de obras, fue así como nació oficialmente Green Libros. Dos de sus fundadores se quedaron en el camino y hoy Juan Cristóbal Prieto es el gerente general de la empresa.
Segunda lectura El amor por las obras literarias para algunos es una filosofía de vida. Borges dijo una vez “soy incapaz de imaginar un mundo sin libros”. Y para muchos es así, los textos son verdaderas reliquias. Green Libros cumple la misión de rescatar este arte. El ingeniero de 42 años, Juan Cristóbal Prieto, reconoce que este emprendimiento no ha sido un camino fácil y en muchas ocasiones pensó en rendirse. “La gran mayoría de mis compañeros de universidad trabajan cómodamente en empresas y ganan mucho dinero, entonces hubo momentos en que me lo cuestioné, pero Green Libros es mi gran proyecto de vida”, confiesa.
Chile sin lectores Green Libros mantiene una bodega con más de 20.000 títulos y posee alianzas con alrededor de 30 instituciones entre colegios, bibliotecas, cafés literarios y puntos de reciclaje para recibir las donaciones. Somos un país poco lector, con analfabetismo funcional del 80% según la última medición de la prueba PISA. Uno de los factores de estas cifras, dice Juan Cristóbal, es el alto precio de los textos en Chile (el IVA al libro en nuestro país es de 19%).
Prieto está seguro de que su modelo tiene un triple impacto: económico, social y medioambiental y que, en 100 años más, ya no solo importará el tema económico. La sociedad será más exigente y se darán cuenta “que no podemos seguir destruyendo el planeta y todos debemos hacer algo al respecto, como reciclar lo que lees”.
Acceso democrático “Green Libros es una gran idea desde el punto de vista del fomento a la lectura”, dice el director del departamento de Literatura y académico de la Facultad de Letras de la UC, Sebastián Schoennenbeck. Además, continúa, “esta iniciativa genera un mercado y una circulación de ejemplares que no siempre encontramos en las librerías o en el comercio. Hay títulos que no han sido reeditados y el único modo de encontrarlos es a través de una instancia como esta”.
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OBREROS DE LA RESTAURACIÓN. Con goma de borrar en mano, los trabajadores eliminan los restos de grafito de una enorme pila de textos de enseñanza básica y media.
“Obligar a las familias a que cada año tengan que comprar el texto de Lenguaje o Ciencias porque el anterior no sirve es un escándalo que es preciso detener”, recalca el académico Pablo Chiuminatto. “El valor cultural del patrimonio literario conlleva, desde luego, un aprecio y una conservación del libro en tanto soporte material”, asegura el académico. “Lo anterior pasa por políticas de fomento de la lectura, bibliotecas y un acceso democrático a las obras literarias. En Chile, su precio comercial es alto. Por lo tanto, la posibilidad de vender publicaciones a un valor menor permite que ese objeto se vuelva más familiar y habitual. No podemos hablar de hábitos de lectura si un texto no es habitual en los espacios públicos y privados de los ciudadanos”, finaliza el académico.
El rescate Luego de siete años, esta empresa cuenta con puntos de reciclaje para la donación de textos en colegios, empresas, municipalidades, malls, clubes deportivos, cafés y bibliotecas, sumando más de 50 buzones repartidos en la Región Metropolitana, Valparaíso y Viña del Mar. Además, tienen presupuestado llegar hasta Concepción, La Serena y Coquimbo el próximo año. Una vez que los ejemplares son recolectados, llegan hasta un galpón ubicado en la comuna de Recoleta, justo en la esquina de las calles Loreto con Dominica. En este lugar se seleccionan y restauran con gran dedicación las obras literarias que, luego de pasar por el bisturí, quedan a la espera de reencontrarse con un nuevo dueño. Al entrar a la fábrica de operaciones de Green Libros lo primero que se percibe es el aroma, el mismo que tienen las 22
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¿Cómo comprar? El catálogo de obras está disponible en www.greenlibros.com para comprar de forma online. También es posible visitar directamente el galpón, ubicado en Loreto 558, Recoleta, Santiago.
secciones de historia medieval de las bibliotecas antiguas. Ese olor que agarra a tantos lectores que se mantienen fieles a las hojas y que se rehúsan a usar las nuevas herramientas tecnológicas. Al entrar se puede observar un gran estante, donde conviven La trampa de los sueños, El Quijote de la Mancha, Hija de la fortuna, Harry Potter, entre otros títulos. Es un verdadero paraíso para coleccionistas que llegan hasta el lugar a encontrar ejemplares que ya salieron del mercado tradicional.
Reciclar textos escolares Con goma de borrar en mano, los trabajadores de la restauración eliminan los restos de grafito de una enorme pila de textos de enseñanza básica y media. “Esta es la época escolar”, dice Pablo Pino, alumno de tercer año de Ingeniería en Computación de la UC, quien se encuentra haciendo una de sus prácticas en este lugar. “Al elegir una práctica sentí que tenía que hacer algo diferente y no optar por lo convencional como trabajar en el retail. Quería aprovechar este tiempo para aprender y enriquecerme en lo personal”, asegura el alumno.
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Un tinte social y medioambiental
¿Cómo aportar en esta causa? Se puede depositar aportes en los más de 30 buzones que Green Libros tiene repartidos por toda la ciudad. Cuando son más de 100 textos, se debe gestionar en su sitio para que ellos vayan a retirar los ejemplares.
La reutilización de textos escolares tiene un valor simbólico para esta empresa, la idea partió precisamente por esta clase de publicaciones y hoy es la que le da mejores resultados. Todos los años los padres deben hacer malabares para conseguir el material cada vez más caro, es ahí cuando la misión de estos rescatistas cobra un valor agregado. “El caso de los libros de colegio es patente y vergonzoso”, asegura el académico de Letras de la UC, Pablo Chiuminatto. “Obligar a las familias a que cada año tengan que comprar el texto de Lenguaje o Ciencias porque el anterior no sirve es un escándalo que es preciso detener”, recalca. “Una iniciativa como la de Green Libros hace posible poner el tema sobre la mesa y el Ministerio de Educación y el próximo Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio ojalá lo asuman como parte de su agenda”, afirma.
“Nuestro plus está en apoyar iniciativas educacionales que fomenten la lectura y el acceso al libro en Chile para todas las personas, independiente de su clase social”, explica Prieto. El 10% de sus recaudaciones está destinado a ayudar a fundaciones como Techo, Fundación Las Rosas, Corporación Educacional Aprender, Fundamor, Fe y Alegría, Fundación de Educación Nocedal, Corporación Kanki, entre otras. Además, realizan constantemente donaciones de novelas y cuentos para que estas instituciones puedan fomentar la lectura. “La empresa inició hace varios años su ayuda a nuestra fundación entregando textos o un aporte anual en dinero por venta de obras que ellos recolectan. Por nuestra parte, también les entregamos publicaciones que acá no se necesitan y ellos traen otros que responden a las necesidades escolares”, comenta María Dolores González, directora Administrativa de Fundamor, organización dirigida a niños vulnerados y sus familias. Gracias al trabajo realizado desde el año 2009, Green Libros ha recuperado más de 730.000 ejemplares, evitando que muchas obras terminen en los vertederos municipales. La cantidad de material recuperado a la fecha equivale aproximadamente a 2.598 toneladas de papel, es decir, 869 árboles adultos. “Queremos generar conciencia medioambiental, pero sobre todo potenciar la lectura y hacer que nunca más en Chile se deje de leer un libro por su costo”, asegura Juan Cristóbal.
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Abogado y
chamán
El abogado de la UC y doctor en Filosofía por la Universidad de Cambridge, Alonso Barros van Hövell tot Westerflier, tiene una formación antropológica que lo ha llevado a enfocar su carrera en la cultura y la defensa de los derechos territoriales de las comunidades indígenas del norte, y a investigar a una etnia mexicana. Por REVISTA UNIVERSITARIA Fotografías de Karina Fuenzalida Barraza
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U
no de los últimos días de enero, a eso de las 7 de la mañana, Alonso Barros empuña el micrófono de CNN para comentar el acuerdo entre SQM y la Corfo por la explotación del litio. Es presentado como director jurídico de la Fundación Patrimonio Desierto de Atacama, una voz autorizada. Sobre todo, porque desde hace dos décadas puso el foco de su carrera en los paisajes del Norte Grande y sus dueños. “Defensor de los pueblos (todos)”. Así se autodefine el también miembro del estudio jurídico HDFO en twitter, refiriéndose a su trabajo, primero voluntario y luego remunerado, como asesor legal de comunidades indígenas a lo largo del país y protector de su patrimonio arqueológico y cultural. En varios sentidos, es un personaje atípico en el medio legal.
“Educación privilegiada en una burbuja cosmopolita” Su historia comenzó con la del exembajador de Frei, Allende, Pinochet y Aylwin, José Miguel Barros, en misión diplomática como tercer secretario en Holanda. Allí conoció a la baronesa Elna van Hövell tot Westerflier, con quien se casó sin despertar mucho entusiasmo de sus suegros. Tuvieron tres hijos además de Alonso: Rodolfo, José Miguel y Elna. “Son personas que están muy bien posicionadas en la escala jerárquica chilena y yo siempre he estado como llevando ‘la contra’ en la familia”, bromea. José Miguel es economista, director de
Finanzas Corporativas de LarrainVial. Por su parte, Elna es periodista, esposa del nuevo ministro de Educación, Gerardo Varela. Ambos se formaron en la UC. Alonso atribuye al enlace de sus padres las características más distintivas de su personalidad. De la mezcla dice que heredó la necesidad de tener opinión propia y el acceso a una “educación privilegiada en una burbuja cosmopolita”. En colegios internacionales y con el sistema francés aprendió tres idiomas y se relacionó tempranamente con la Historia y la Literatura. Además, con temas como la república, la justicia social y los derechos humanos. Con su padre –formado en la educación pública y gratuita, como subraya– comparte el tesón, la pasión por la verdad histórica y la vocación de justicia. Con su madre, los rasgos caucásicos –que lo hicieron pasar por uno más en la clase de la cual no se siente parte— y un profundo sentido de libertad, en la acepción más antigua de la palabra. “A uno no lo manda nadie, uno es dueño de sí mismo, autónomo y responsable. Es autonomía individual y moral”.
“Estudiando los títulos desde el siglo XVI, pude ayudarlos a recuperar 18.000 hectáreas de bosque industrial. El año pasado ellos me invitaron para celebrar los 10 años desde que fundaron su universidad con esa plata”.
Familia diversa. José Miguel Barros, a la izquierda, se casó con la baronesa holandesa Elna van Hövell tot Westerflier (a su derecha). Tuvieron cuatro hijos. Alonso atribuye al enlace de sus padres las características más distintivas de su personalidad. De la mezcla dice que heredó la necesidad de tener una opinión propia. En la imagen, en la Universidad de Cambridge el año 2004, durante la ceremonia de su doctorado.
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—¿Esta forma de ser ha tenido costos para usted en términos sociales? —No, porque no pertenezco a ese mundo. Estuve ahí en el colegio y en la universidad, pero después nunca más. Parece mío, porque sí, tengo cara de cuico. Pero también tengo el alma pampina, tengo el alma nortina.
CAMINO INICIÁTICO La familia vivió en Dinamarca, Suiza, Holanda, Estados Unidos y Perú. En el año 83 llegaron a Chile y matricularon a Alonso en el colegio Tabancura, donde obtuvo su primera victoria legal. Aunque en Perú estaba en segundo medio, acá le pasaron una cotona y lo bajaron a octavo básico. Pero investigó hasta dar con el Convenio Andrés Bello de Integración Educativa que obliga a los países miembros a respetar los niveles de educación. Con una resolución del ministerio pudo dar exámenes libres y subir de curso. La idea fue suya, su papá solo le prestó la máquina de escribir. —¿Por qué lo matricularon en el colegio Tabancura? —Porque quedaba cerca de la casa y a mi mamá, que es muy creyente, le dijeron que era un excelente colegio, que lo era en términos académicos. El 20% de mi generación entró a Derecho en la UC. Elegí la universidad casi por efecto de manada. —¿Al volver a Chile, el cambio cultural fue un choque para usted? —Para nada. Nuestra familia era itinerante, éramos muy unidos y además había un contacto. Mi abuelita me mandaba condoritos y mampatos. Uno se sentía y era chileno. Sentí extrañeza, más que desarraigo. Empecé a conocer a mi país en un colegio orientado a valores muy conservadores. Era de élite y eso se sentía mucho. —¿Tenía conciencia de su privilegio? —Absolutamente. Y de la segregación en la educación en Chile. Había estudiado en colegios de todos los niveles sociales, con gente de todos los países y llegué a un lugar muy tradicional, con muy buena gente, pero también muy homogénea y con un sentido de que eran los futuros líderes del país. Lo son, la mayoría son de lo más granado de la economía y de la política chilena, pero en la lógica de esta sociedad donde hay cierta endogamia. —¿Cómo fue estudiar en la Facultad de Derecho de la UC? —Entré por seguir a mis compañeros, pero también influyó el pensar que siempre se podía pelear por causas justas. Tengo muy buenos recuerdos de la universidad. Hoy no tengo lazos con mis compañeros más allá del grupo de Whatsapp, pero entonces sí había mucho afecto. De hecho mi generación fue pentacampeona de San Alfonso, ganamos todos los años, lo que ha sido motivo de orgullo. —¿Cómo marcó la universidad su formación? —Me apasionaron mucho ciertos temas. Tengo cariño y un recuerdo muy especial del profesor de Derecho Civil, José Joaquín Ugarte. Era un tipo muy erudito, muy estudioso, que iba a la fuente del Código Civil, a los grandes pensadores franceses. Para la mayoría de la gente era muy fome, pero yo lo encontraba entretenidísimo.
“Vi cómo en el norte se les discriminaba (a los indígenas), sobre todo con el tema territorial, y cómo se enfrentaban a megaproyectos mineros y turísticos. Lo que hicimos en la Conadi fue algo inaudito y vigente hasta hoy”.
Una vez que egresó, Alonso Barros fue parte del staff del pabellón chileno en la Expo Sevilla en 1992, donde conoció a su mujer, Emmanuelle Poupin, con quien tiene dos hijos. Al volver dio su examen de grado, se tituló, y en 1994 obtuvo su primer trabajo como abogado jefe de la Conadi en San Pedro de Atacama. Su principal tarea, que lo determinó para siempre, fue implementar la ley indígena promulgada un año antes. —¿Qué fue lo que más le impactó de esos pueblos originarios? —Vi cómo en el norte se les discriminaba, sobre todo con el tema territorial, y cómo se enfrentaban a megaproyectos mineros y turísticos. Lo que hicimos en la Conadi fue algo inaudito y vigente hasta hoy. Primero, inscribimos todos los derechos de aguas superficiales de la comuna a su nombre. Así, cuando no hay agua suficiente, pueden pedir que se les reconozcan sus derechos ancestrales, que son una categoría legal. Los jueces han fallado invariablemente a favor de ellos. Lo segundo fue la base para el catastro de tierras indígenas, para identificar los territorios de los atacameños según su ocupación tradicional, con criterios científicos, antropológicos, sociológicos, culturales e hídricos. Se identificaron millones de hectáreas y el pueblo atacameño, antes abstracto, apareció como nunca antes. En esos años diseñé una licitación para catastrar los sitios arqueológicos de la comuna y desarrollar un plan de manejo indígena y, como me di cuenta de que no había relatos que reflejaran realmente los problemas de los pueblos indígenas del norte, me empezó a interesar la academia. Con una beca del British Council, partió a estudiar una maestría en Antropología a la Universidad de Cambridge. Y luego consiguió una beca de la Fundación Wenner-Gren que promueve el desarrollo de la disciplina a nivel global, para hacer el doctorado en la misma institución. Para su tesis estuvo dos años en Oaxaca, México, investigando a las comunidades indígenas en terreno. —¿Por qué decidió estudiar Antropología? —Para entender qué estaba pasando en Chile desde una mirada que comprendiera la sociología de las identidades, de la igualdad, de la sociedad de castas. Quería tener herramientas intelectuales para entender cómo este país se había transformado en una máquina moledora de carne, con tremendas desigualdades, con una tremenda segregación racial no asumida, que generaba conflictos recurrentes. Como abogado decidí analizar el derecho tal como un antropólogo miraría las costumbres de una tribu africana; ocupar esos anteojos para mirar la propia sociedad. 27
“Quería tener herramientas intelectuales para entender cómo este país se había transformado en una máquina moledora de carne, con tremendas desigualdades, con una tremenda segregación racial no asumida, que generaba conflictos recurrentes”.
Respeto por la autonomía. “Empecé a asesorar a las comunidades indígenas en procesos complejos, problemas directos con empresas mineras. Tengo su apoyo, porque respeto su autonomía”. En la fotografía aparece durante su trabajo en la localidad de Camar, en San Pedro de Atacama.
do demostrar que el camino que yo he tomado, con sus peligros y todo, ha sido muy satisfactorio. Logrado a pulso, a ñeque, sin pedirle favores a nadie, sin becas del presidente, de nada, sin contacto político de ningún tipo, sin pleitesía política. Ahora he tomado precauciones como asociarme con los abogados que están acá (en el estudio HDFO). Mauricio Daza es un tenor del foro chileno dedicado a perseguir a “los malos”, sin distinción de partidos. Para hacer frente a grandes empresas, en ámbitos judiciales, penales, ambientales, de todo tipo, tienes que tener espaldas económicas y también poder llevar juicios hasta su conclusión con la garantía de mi independencia como abogado.
Me han reconocido afuera, por trabajos jurídico-antropológicos en asociación con universidades extranjeras, pero en Chile no, porque el mundo minero –donde soy una piedra en el zapato– está muy cerca del mundo universitario.
PIEDRA EN EL ZAPATO Interesado en que mejoren los estándares cuando se relacionan las empresas con los pueblos indígenas, Barros ha hecho talleres para dirigentes de etnias nortinas, con el ánimo de socializar las principales normas jurídicas relacionadas con sus derechos sobre los recursos naturales de los territorios que habitan. Fallos recientes han reconocido que las Áreas de Desarrollo Indígena (ADI), los bofedales y vegas, el patrimonio arqueológico indígena y las zonas de interés turístico de sus territorios, constituyen áreas protegidas, en el contexto de la Ley de Bases Generales del Medio Ambiente. Soquimich, Pascua Lama, Collahuasi, son algunas de las grandes empresas a las que se ha enfrentado. Celebra el convenio Corfo-SQM como un avance, porque implica ingresos adicionales para el Estado –y las comunidades de la zona–, del orden de los 12.000 millones de dólares, de aquí hasta su término en 2030. En el centro de la polémica, donde acostumbra a estar y, contrario a las voces y los movimientos sociales que se alzan en pos de la nacionalización del litio, asegura que es un acuerdo histórico que está un peldaño debajo de la expropiación. Aunque resiente la impunidad de su “otrora intocable” controlador, Julio Ponce Lerou. —¿Cómo han afectado su vida estas peleas con las grandes empresas? —Han sido momentos difíciles. Lo que más me enorgullece, si puedo hablar en esos términos sin pecar de falta de humildad, es haberme sobrepuesto a las adversidades y haber logra-
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—Mirando su carrera en retrospectiva, ¿pensó que se proyectaría así? —Hay unos cínicos que dicen que yo organicé todo esto de las tierras indígenas para 20 años después venir a lucrar con esto, como si yo fuera el súper Maquiavelo y no es así. De hecho, he vuelto a ser abogado por culpa de esto. Si no, hubiera seguido en la torre de marfil académica, que es súper placentera y que echo de menos. Salí de ese mundo, hace 4 años, a la nada, después de tener una vida como profesor asegurada. Cuando me ofrecieron volver a Chile para dirigir un departamento universitario en la Universidad Andrés Bello, era codirector de la maestría sobre Antropología, Derecho y Sociedad en la London School of Economics. Estábamos súper bien en Francia, cerca de mis suegros, pero pensamos que era una oportunidad de volver y estar cerca de mis padres, que ya son mayores. Pero el buen sueldo duró acá 4 meses, luego cobré el seguro de cesantía y me compré unos trajes.
DE INVESTIGADOR A PROTECTOR Cuando aún estaba en el mundo académico, la comunidad de Peine, de San Pedro de Atacama, contrató a Barros como mediador en un acuerdo que sentó precedentes. Con observaciones a la evaluación de impacto ambiental, además de facultar a la comunidad para fiscalizar a la empresa en esa materia, consiguió que participaran de sus ganancias a través de un royalty asociado al volumen de producción. —¿Cómo se reinventó como abogado? —Empecé a asesorar a las comunidades en procesos complejos, problemas directos con empresas mineras, por ejemplo, Quipisca con Cerro Colorado, Huatacondo, otra comunidad que represento, con Collahuasi, con Teck Quebrada Blanca. Algunas comunidades atacameñas como Camar con SQM con
talento público Rookwood, con Escondida, con Minera Zaldívar y fui mediador entre los diaguitas y Pascua Lama. Tengo su apoyo, porque respeto su autonomía. Trato de evitar que se dividan, porque el desafío más interesante es ver que se desarrollen después de conseguirles las medidas de compensación y de mitigación. La mayor parte del servicio que yo presto es asegurarme de que los procesos sean llevados con los más altos estándares. Si se generan conflictos sociales internos significa que el proceso está mal realizado. He actualizado el concepto de la diligencia debida, que nació en el derecho comercial y hoy se aplica en la relación entre empresas y comunidades locales, y establecí un modelo de trabajo prejudicial. Con recursos que aportan las propias mineras, las comunidades obtienen asesoría independiente, para emparejar la cancha y para que haya un diálogo genuino. La regla de oro es la independencia de la comunidad y de la asamblea. Ellos deciden, ellos dan las instrucciones. Si quieren negociar con la empresa, negociamos; si quieren pelear, peleamos. Cuentan conmigo en cualquier circunstancia y si no hay lucas, también. —¿Cómo se vincula usted con la comunidad? ¿Cómo se construye esa confianza? —Me llaman. Son los dirigentes que conozco hace muchos años, algunos desde que empecé. Hay relaciones de amistad, de confianza y se corre la voz. Tengo una trayectoria de trabajo de más de 20 años, estoy calado. Hemos ganado, la gente lo sabe y somos pocos los que estamos dedicados a esto. Debes ser infalible en la confianza que te dan. Tienes que estar a disposición permanente, tienes que ir y estar. Esto se relaciona con una vocación. Lo primero son los presidentes, los dirigentes. Quizás sea una falta de ética profesional pero lo primero es el corazón, la amistad, la empatía. Los mixe en Oaxaca llaman a sus chamanes –los encargados del rito, que comen hongos y van al cielo a hacer el contacto– abogados. Y la función del abogado, respecto de bajar los conocimientos, es muy parecida a la de los chamanes. Pero no vayas a decir que yo me considero un chamán del derecho.
“Los mixe en Oaxaca llaman a sus chamanes –los encargados del rito, que comen hongos y van al cielo a hacer el contacto– abogados. Y la función del abogado, respecto de bajar los conocimientos, es muy parecida a la de los chamanes”. —Es una imagen preciosa —Es preciosa y además tiene asidero científico cognitivo, en el sentido de que la ley, el sistema normativo, es un fetiche, es una máquina de sueños que nos tiene embobados a todos. Es recuperar el asombro antropológico de mirar también el fenómeno jurídico chileno, con esta distancia sana, fresca, crítica, de entender cómo están los sistemas de poder detrás. —¿Cómo fue su experiencia en México? —No puedo hablar de México y de los mixes de Oaxaca sin emocionarme. Ellos hicieron su propia “universidad”, iniciaron un rescate de los elementos de su identidad, luego de mi trabajo sobre su historia, la que publiqué el año 2007 en la Revista Historia Mexicana, del Colegio de México. Estudiando los títulos desde el siglo XVI, pude ayudarlos a recuperar 18.000 hectáreas de bosque industrial. El año pasado ellos me invitaron para celebrar los 10 años desde que fundaron su universidad con esa plata. Es de una belleza sobrehumana todo lo que me tocó vivir, el cariño que me tienen y que yo tengo por ellos. Es imborrable y también tiene que ver con lo sobrenatural, con lo tectónico, de la tierra, con tonales y nahuales. Ellos me cuidan en el plano del ectoplasma denso geomagnético (sonríe). Estoy bien cuidado.
RESCATE DE LA IDENTIDAD. Para su tesis de doctorado en Antropología estuvo dos años en Oaxaca, México, trabajando con la comunidad de los mixe en terreno.
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argumento
La
de las
máquinas El desempleo tecnológico y el reemplazo de las máquinas por humanos. Ambos son los grandes temores de la nueva revolución industrial que explica el decano José Miguel Sánchez. El artículo destaca que habrá una transformación significativa en el mercado del trabajo, por lo que los desafíos que se plantean son muchos, especialmente para las políticas públicas y la educación superior. Por José Miguel Sánchez Callejas
José Miguel Sánchez Callejas Es decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Es ingeniero comercial de la UC, magíster en Economía de la misma institución y doctor en Economía por la Universidad de Minnesota.
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argumento
n el último tiempo, ha aparecido una serie de informes y publicaciones que plantean que estamos viviendo una nueva revolución industrial. Los cambios tecnológicos que han ocurrido a partir de la digitalización, que en la actualidad han borrado los límites que existían entre lo digital, lo físico y lo biológico, y que tienen su fundamento en lo que se ha denominado inteligencia artificial, dan cuenta de ello. Estas transformaciones, que están sucediendo a una gran velocidad, ya están presentes en la forma en que producimos, trabajamos, nos organizamos, nos relacionamos y vivimos (Schwab, 2016). Una preocupación que ha acompañado a este fenómeno es su potencial para afectar de manera significativa el mercado del trabajo, al hacer factible, desde una perspectiva técnica, la sustitución de la labor humana por máquinas. La pregunta más concreta es si el avance en la inteligencia artificial generará desempleo tecnológico estructural. Esto ocurriría si la economía no fuera capaz de crear nuevos puestos a la velocidad en que estos se van perdiendo. Esta preocupación no es nueva. Ha existido en distintos momentos en los que han ocurrido desarrollos tecnológicos disruptivos, que han dado origen a las llamadas revoluciones industriales (Frey y Osborne, 2017). Entre las investigaciones recientes que han estudiado cómo la inteligencia artificial afectará el mercado laboral hay dos líneas gruesas de trabajo. Una de ellas intenta contestar la pregunta sobre los efectos probables, en una o dos décadas, de la automatización sobre las ocupaciones y trabajos actuales. A partir de ahí, se pretende estimar el porcentaje de empleo que se verá afectado por la tecnología, suponiendo un cierto desarrollo y en especial de la inteligencia artificial. Los estudios más relevantes que han profundizado esta arista son los de Frey y Osborne (“The future of employment: how susceptible are jobs to computerisation?”, de 2013); “World Development Report 2016”, del Banco Mundial; el McKinsey Report (2017); el Informe de la OECD (2017) y el Informe de PricewaterhouseCoopers (2017).
La revolución de la inteligencia artificial • El PIB mundial será un 14% mayor en 2030 como consecuencia de la inteligencia artificial o, lo que es igual, 15,7 billones de dólares más grande. • De estos 15,7 billones de dólares adicionales, 6,6 billones –el 42%– se generarán como consecuencia del incremento de la productividad y 9,1 billones por los efectos en el consumo. • Norteamérica y China serán las regiones más beneficiadas en términos de crecimiento adicional de la actividad –14,5% y 26,1%, respectivamente–. Fuente: “Sizing the prize: What’s the real value of AI for your business and how can you capitalise?”, PwC 2017.
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Frey y Osborne concluyen que el 47% del empleo total en Estados Unidos está en la categoría de alto riesgo, “lo que significa que las ocupaciones asociadas son potencialmente automatizables a lo largo de un número no especificado de años, tal vez en una década o dos”, afirman. Las áreas de mayor riesgo El estudio de Frey y Osborne estima la capacidad técnica (no económica) de la sustitución por parte de máquinas de ciertas tareas que desarrollan personas. Esto considerando los avances en áreas relacionadas con el aprendizaje de máquinas y la robótica, que integran la inteligencia artificial, y que han hecho posible que se automaticen, incluso, tareas no rutinarias. Los autores usaron en su estudio 702 ocupaciones de la versión 2010 de O*NET, un servicio online desarrollado por el Departamento del Trabajo de los Estados Unidos. La base de datos contiene características claves de una labor calculada a través de un conjunto de variables medibles y estandarizadas, y también provee descripciones abiertas de tareas específicas de cada ocupación. Esta información se combina con la base de datos 2010 de la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos (U.S. Bureau of Labor Statistic, BLS es la sigla en inglés) para disponer de información respecto del empleo y sus salarios. Para hacer la clasificación se entrevistó a un grupo de investigadores quienes escogieron 70 ocupaciones de acuerdo a si son automatizables o no, basados en la estructura de tareas determinada para cada puesto. La categorización de las restantes 632 fue hecha por los autores usando un modelo probabilístico. Las labores se dividen en: bajo riesgo (menos de 30%), riesgo medio (30-70%) y alto riesgo (mayor a 70%). Combinando esta información con el número de trabajadores en cada puesto en Estados Unidos, utilizando los datos de la Oficina de Estadísticas Laborales, Frey y Osborne concluyen que el 47% del empleo total en ese país está en la categoría de alto riesgo, “lo que significa que los trabajos asociados son potencialmente automatizables a lo largo de un número no especificado de años, tal vez en una década o dos”. Entre las operaciones que ellos identifican de alto riesgo están los servicios, las ventas y la construcción. El trabajo de Frey y Osborne fue replicado en países en desarrollo a través del World Development Report (WDR),
Zippedi el reponedor. Después de tres años de investigación, un grupo de científicos y alumnos de postgrado de Ingeniería de la UC creó el primer robot chileno dotado de inteligencia artificial destinado a verificar el correcto funcionamiento de las góndolas de supermercados. Álvaro Soto, el académico que lideró el proyecto, afirma que Zippedi no busca reemplazar a los operadores de los supermercados, sino realizar labores complementarias.
Fotografía FACULTAD DE INGENIERÍA UC.
de 2016 (un informe del Banco Mundial). En esa investigación se concluye que el porcentaje de empleo en riesgo de ser automatizado es aún mayor para esta categoría de países, y va desde un 55% en Uzbekistán hasta un 85% en Etiopía. Según esta metodología, el promedio de la OCDE sería de 57%, mientras que en países como China tendrían en riesgo el 77% del empleo y en India un 69%. Chile no figura en esta muestra del WDR, pero aparece Argentina con un 65%, Bolivia con un 67% y Uruguay con un 63%. Otro estudio que ha recibido mucha atención es el Informe McKinsey Global Institute (2017). Este difiere de los anteriores al considerar las diversas actividades que contiene una ocupación, cada una de las cuales puede tener un diferente potencial técnico de automatización. Usando datos para Estados Unidos del BLS y O*Net examinaron en detalle más de 2.000 actividades laborales para más de 800 ocupaciones en la economía. El resultado principal es que la proporción de trabajos que pueden ser, desde el punto de vista tecnológico, completamente automatizadas, adaptando la tecnología demostrada existente en la actualidad, es menos de un 5% en esa nación norteamericana. Sin embargo, casi todas se verán afectadas por la automatización. Se calcula que un 60% de ellas tendrán un 30% de actividades automatizables técnicamente. Estas labores representan en ese país cerca de un 46% del total de horas trabajadas. Otro resultado interesante es que, si bien existe una correlación negativa entre los salarios y el potencial técnico de automatización, hay una variación muy grande. Por ahora, este elemento no resulta ser un buen predictor del potencial de au-
La pregunta más concreta es si es que el avance en la inteligencia artificial generará desempleo tecnológico estructural. Esto ocurriría si la economía no fuera capaz de crear nuevos puestos a la velocidad en que estos se van perdiendo. tomatización técnica. Esto significa que no solo trabajos pertenecientes a los grupos de bajos sueldos se verán afectados.
Labores específicas La OECD, en su Informe Employment Outlook 2017 también presenta su propia estimación de los riesgos de automatización que enfrentarán sus naciones, en una o dos décadas. Usando una metodología distinta a la de Frey y Osborne, basada en las tareas que tiene cada ocupación, obtiene riesgos de automatización significativamente menores que los mostrados por los autores anteriores. En el caso de Estados Unidos, estima que un 9% de los empleos tiene un elevado riesgo de automatización. Para los países de la OECD, el riesgo estimado por el Employment Outlook también es de 9%, contrastando con el 57% que señala el WDR de 2016. El rango va desde 12% para Alemania, España y Austria hasta un 6% para Finlandia, Chile, Estonia y Polonia. Las mediciones de la OECD provienen de las investigacio33
argumento
nes de Arntz y otros (2016, 2017). Estos autores se basan en Frey y Osborne, pero a diferencia de ellos, analizan directamente el contenido de tareas de las ocupaciones individuales usando una encuesta en las que se pregunta por funciones específicas que se desarrollan en cada labor. La idea es que la automatización depende de las actividades puntuales que las personas deben desarrollar para cumplir su labor, y de cuán fácilmente estas pueden ser automatizadas. Esta diferencia resulta ser bien crucial para explicar las variaciones en las probabilidades encontradas, debido a que admite la posibilidad de que distintos individuos, que tienen una misma ocupación, desarrollen tareas muy distintas entre sí y por eso se enfoca en cada individuo.
¿También afectará a los sueldos?
En su trabajo “Robots y Empleos: evidencia de los mercados del trabajo en US”, de Acemoglu y Restrepo (2017), se reporta el impacto en el equilibrio general que ha tenido la introducción de robots industriales (una de las tecnologías de automatización), sobre los mercados del trabajo locales en Estados Unidos entre los años 1990 y 2007. El modelo usado en este estudio extiende parte de sus análisis anteriores para incluir la posibilidad de que la proporción de tareas realizadas por robots varíe entre industrias.
Para leer más • Acemoglu, D. y Restrepo, P., 2017. “Robots and jobs: evidence from the US labor markets”, NBER Working Papers Series, WP 23285. • Arntz, M., Gregory T. and Zierahn U., 2016. “The risk of automation for jobs in OECD countries: A comparative analysis”, OECD Social, Employment and Migration Working Papers, No. 189; OECD Publishing, Paris (http://dx.doi.org/10.1787/5jlz9h56dvq7-en). • Arntz, M., Gregory T. and Zierahn U., 2017. “Revisiting the risk of automation”, Economic Letters 159, p. 157-160. • Frey, Carl Benedikt and Osborne, Michael A., 2013. “The future of employment: How susceptible are jobs to computerisation?”. Publicado en Technological Forecasting & Social Change 114 (2017), p. 254–280. • McKinsey Global Institute, January 2017. “A future that works: Automation, employment and productivity”. • OECD, Employment Outlook 2017, p. 38, 39, 107. • Schwab, Klaus, January 2016. “The fourth industrial revolution: What it means, how to respond”, World Economic Forum. • UK Economic Outlook, PWC, 2017. “Will robots steal our jobs? The potential impact of automation on the UK and other major economies”, chapter 4. • World Development Report: “Digital dividends”. World Bank, 2016. Washington, DC.
Fotografía METRO DE SANTIAGO.
Conducción automática. Con gran expectación debutaron en Santiago a fines de 2017 los trenes de la línea 6 del Metro de Santiago. Estos son pilotados desde un centro de control en Ñuñoa. El objetivo de la empresa es optimizar los tiempos de viaje. Sin embargo, desde su estreno este medio de transporte no ha estado exento de diversas fallas.
Un problema fundamental con esta línea de literatura es que se centra en la factibilidad técnica, no económica, de la sustitución del trabajo humano por parte de la tecnología, considerando su estado actual de desarrollo y su probable evolución futura. Adicionalmente, no considera los efectos de equilibrio general en el mercado del trabajo y, en particular, sobre los salarios y el empleo. Para predecir las consecuencias de la automatización sobre el empleo, hay que revisar el costo de sustituir el trabajo por máquinas y cómo este proceso incidirá sobre el costo del trabajo. También hay que estimar que el resultado sobre el empleo dependerá de lo que ocurra en otros sectores de la economía. El trabajo podría crecer ocupando los puestos liberados por la introducción de las máquinas o, incluso, podría haber un incremento en la demanda debido al aumento de la productividad en los propios sectores afectados por la introducción de la tecnología. Esto da origen a la segunda línea de trabajo, que utiliza modelos de equilibrio general que permiten capturar los efectos económicos entre sectores, incluso en aquellos en donde no ha ocurrido un cambio tecnológico.
Desempleo tecnológico
XXXXX. XXXXXXXXX XXXXXXXXX XXXXXXXXX.
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argumento
Un indicador de automatización más específico Este gráfico mide la posibilidad de que algunas actividades específicas puedan ser automatizadas y cómo esto implica un riesgo a ese empleo. Esto es crucial para comprender los diferentes resultados. Empleos en riesgos de automatización en países de la OCDE - 2017 Empleos en riesgo de automatización
Empleos en riesgo de cambios significativos
50% 45% 40% 35% 30% 25% 20% 15% 10% 5%
Eslovaquia
Italia
Alemania
Austria
Grecia
Eslovenia
Polonia
Países Bajos
Nueva Zelanda
Reino Unido
OECD
República Checa
Fuente: OCDE, Employment Outlook 2017, figura 3.10.
Estados Unidos
España
Noruega
Canadá
Dinamarca
Australia
Turquía
Irlanda
Chile
Suecia
Francia
Japón
Bélgica
Israel
Estonia
Finlandia
Corea
0%
Acemoglu y Restrepo encuentran un efecto negativo sobre las remuneraciones y el trabajo al aumentar el número de robots en la economía. Los autores encuentran un efecto negativo sobre las remuneraciones y el trabajo al elevar el número de robots en la economía. Este resultado se produce por el desplazamiento de los individuos de sus actuales puestos producto de la introducción de las máquinas. Sin embargo, al mismo tiempo, hay un efecto positivo por una ganancia en productividad. Al incrementarse el número de máquinas, disminuyen los costos de producción, lo que genera un incremento en la producción de la industria y, por consiguiente, subirá la demanda por trabajo. El análisis concluye que las consecuencias negativas se encuentran en todas las labores, menos en las administrativas. Además, los mayores efectos ocurren en los trabajos de obrero que tienen operaciones manuales rutinarias de montaje, transporte y maquinaria. El resultado negativo disminuye levemente a medida que se eleva el nivel educacional del trabajador. Los anterior es preocupante puesto que muestra una limitada capacidad de crecimiento de trabajos en otras industrias. El efecto agregado encontrado por Acemoglu y
Retrepo (2017) se puede resumir en que, un robot adicional por cada mil trabajadores reduce la razón del empleo sobre la población, en un rango de 0,18-0,34 puntos porcentuales, y reduce los salarios en un rango de 0,25-0,5%. En todo caso esta es un área en donde se requiere mayor investigación. Las investigaciones que hemos revisado demuestran que, en los últimos años, se han realizado importantes esfuerzos para analizar el impacto que los desarrollos tecnológicos, asociados a la inteligencia artificial, tendrían sobre los mercados laborales, el empleo y los salarios. Si bien los trabajos que tendrán la factibilidad técnica de que el rol humano sea reemplazado por máquinas difieren, tal como se vio en los párrafos precedentes, en la estimación que hacen respecto al riesgo de automatización del empleo actual en un plazo de 10 a 20 años, parece claro que habrá una transformación significativa. Por eso, los desafíos que se plantean son muchos, especialmente para las políticas públicas y la educación superior. 35
Imรกgenes de Parra, Ediciones UC, 2011.
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arte fresco
Nicanor Parra: Poesía, Física y Matemáticas
El diálogo
virtuoso El Premio Nacional Rafael Benguria nos resume en esta columna la perspectiva menos citada del antipoeta, a meses de su deceso. La influencia de la Física en sus letras enriqueció su legado, tal como ocurrió en el caso de otros relevantes autores de la historia que se destacan en el texto. Además, esta disciplina se manifestó en algunos de los pasajes de un trabajo que marcó para siempre su estilo: Artefactos. Con este se convirtió en el pionero de un nuevo cruce entre Literatura y Artes Visuales.
Por Rafael Benguria Donoso Imágenes de Artefactos, Ediciones UC, 1972 y de Parra, Ediciones UC, 2011.
Rafael Benguria Donoso. Académico de la Facultad de Física de la UC. En 2005 obtuvo el Premio Nacional de Ciencias Exactas. Es ingeniero civil eléctrico y magíster en Física en la Universidad de Chile. Luego, realizó otro máster y doctorado en Física por la Universidad de Princeton (Estados Unidos).
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C
ontrario a lo que el común de la gente pudiera esperar, la poesía, la Física y las Matemáticas han tenido una larga historia en común. Los tres poetas más famosos que se preocuparon de la Física fueron Lucrecio, Dante, y Goethe. El poeta latino Lucrecio, en su “De rerum naturam” (es decir, “Sobre la naturaleza de las cosas”) es un fuerte impulsor del atomismo griego. El Dante en su Divina comedia hace referencia en forma magistral al campo gravitatorio, y Goethe se preocupó en sus poemas de distintos problemas de la Física. Por otra parte, ha habido famosos científicos que han usado la poesía para expresar sus sentimientos. Uno de los mayores ejemplos fue J. C. Maxwell, a quien debemos gran parte del desarrollo de la Física del siglo XIX. Otros han cultivado en forma conjunta las Letras y las Matemáticas. Tal vez el más destacado ejemplo es Charles L. Dodgson (Lewis Carroll), autor de Alicia en el país de las maravillas. Chile no podía ser ajeno a esta rica interacción interdisciplinaria. A raíz del fallecimiento de Nicanor Parra (19142018), muchos medios de todo el mundo destacaron que el poeta era físico y matemático. La verdad es que en el caso de Nicanor lo suyo es la poesía. Pero tempranamente se recibió de profesor de Estado en Física y Matemáticas en la Universidad de Chile (a cuya actividad se refiere en la primera estrofa de su Autorretrato). Luego hizo por un tiempo estudios de postgrado en Física en las universidades de Brown y de Oxford (las que más tarde le dieron el Doctorado en Literatura Honoris Causa) y fue profesor de Mecánica Racional. Esta relación de Nicanor con la Física se trasluce en varios de sus poemas. Por ejemplo, en “Vicios del Mundo Moderno” de la colección de Poemas y Antipoemas, Nicanor incluye entre los vicios: “(...) La desintegración del átomo, El humorismo sangriento de la teoría de la relatividad (...)”. Por supuesto Nicanor también se destaca por sus Artefactos. Los Artefactos que, en cierto modo, mezclan Artes Visuales y Poesía, han sido desarrollados por líricos contemporáneos. “El poema de la cola de un ratón”, de Lewis Carroll, en el que usa un largo arreglo de palabras que visualmente parece una cola de ratón; o el “Triángulo armónico” de Vicente Huidobro, son ejemplos de artefactos. Y también en los de Parra se trasluce su formación de Físico. Quizás el más representativo es el “Demonio de Newton” que parece una clase de mecánica sobre equilibrio estático, y que parafrasea el famoso Demonio de Maxwell introducido por el físico famoso para ilustrar la violación de la segunda Ley de la Termodinámica. Aquí Demonio está usado no en el sentido de Satanás, sino como el de una creatura que puede cambiar el curso natural de las cosas (también daemon en inglés). ¿No les parece que en ese mismo sentido la antipoesía es el demonio de Parra? 38
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Imágenes de Artefactos, Ediciones UC, 1972.
Imรกgenes
de Parr a,
Edicione
s UC , 2011.
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Imรกgenes de Parra, Ediciones UC, 2011.
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41 Imรกgenes de Parra, Ediciones UC, 2011.
Escultura “Grupo humano”, de Mario Irarrázabal. Fotografía de Karina Fuenzalida.
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REVISTA UNIVERSITARIA DOSSIER
confiar Volver a
Creer a ciegas no es la solución. En toda sociedad sana lo relevante es sentar las bases necesarias para inspirar ese vínculo, que nos permita empujar un proyecto común. Revista Universitaria pretende adentrarse en las raíces de este concepto, entendiéndolo como un valor esencial para el desarrollo de las naciones. Las investigaciones han mostrado que no es que la confianza no exista en Chile, sino que ha sido depositada en los amigos, familiares y conocidos. El riesgo surge entonces cuando “ya no importa lo que sabes, sino a quién conoces”. En estas páginas hay una invitación a correr el riesgo de confiar, pero al mismo tiempo, a exigir las condiciones para hacerlo. Este es uno de los principales desafíos de nuestro país hoy. A Chile le falta creer.
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fotografĂa Projetolatinoamerica.com.br, rodrigo souza.
DOSSIER VOLVER A CONFIar
La trastienda del
descontento Crisis de confianza. Los autores cuestionan la expresión más repetida durante el periodo eleccionario recién pasado en el país para reflejar el malestar de los ciudadanos. Esta obedece a lo que ellos llaman “un diagnóstico cómodo”. Sin embargo, se propone que esta frase responde más bien a un error de foco que culpa al síntoma y no a la enfermedad. “El problema es de quienes deben inspirar confianza: las instituciones tienen que demostrar con su actuar que son viables y legítimas, ese es el fondo del asunto. En ello se pone en juego la asignación concreta de responsabilidades y el tipo de mundo en común que estamos construyendo”, aseguran. Por Andrés Biehl Lundberg y Patricio Velasco Fuentes
Andrés Biehl Lundberg. Es sociólogo y académico de la Universidad Católica. Master of Science y doctor en Sociología por la Universidad de Oxford. Entre sus áreas de investigación se encuentran la desigualdad económica y las instituciones.
Patricio Velasco Fuentes. Es sociólogo de la UC y Master of Science en Medios y Comunicaciones de London School of Economics. Es docente del Instituto de Sociología de la UC e investigador en ONG Derechos Digitales.
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oda generación parece acuñar una expresión favorita para manifestar su malestar con las consecuencias no deseadas del cambio social que le toca vivir. De hecho, podríamos ordenar nuestra historia reciente con una lista de ellas: crisis moral (de la república), cuestión social, desarrollo frustrado, costos sociales del desarrollo, el “ni ahí” y los autoflagelantes. Hoy también parece que estamos atravesando una etapa de pesimismo asociado a grandes transformaciones, a pesar de los significativos avances en inclusión, autonomía, bienestar y educación de la población. Entre las frases que compiten para definir nuestra época encontramos distintas variaciones sobre el éxito o el fracaso del modelo, la pérdida del relato y la nueva cuestión social. Pero, tal vez, la más difundida es insistir en la existencia de una crisis de confianza. Ella se lee usualmente en dos sentidos: que la ciudadanía dejó de creer en las instituciones y que las personas, comunes y corrientes, dejamos de confiar entre nosotros. A primera vista, este diagnóstico parece plausible, pero ¿es realmente un reflejo de nuestro malestar? Es cierto que esta ha disminuido, pero repetir esta expresión como muletilla tiene todas las características de un diagnóstico cómodo. Al menos tres razones apoyan este superficial análisis. Se argumenta que los logros del país esconderían desigualdades de poder que vuelven imposible la confianza y la cooperación entre nosotros. El surgimiento de movimientos de protesta, por ejemplo, ha subrayado más el problema de los valores que el del trabajo efectivo de nuestras instituciones. No se trataría de que estas funcionen o no, de que produzcan crecimiento y bienestar o no, sino de que serían herramientas utilizadas para mantener los privilegios de unos pocos. Los resultados concretos como la desigualdad económica resultarían de vicios normativos presentes en el origen de estos organismos, dados por intereses particulares, intenciones egoístas y el peso de la dictadura. Construidas desde una lógica de dominación, sería imposible reconocerlas como propias y confiar en ellas. Además, los medios de comunicación han jugado un rol central en resaltar casos de corrupción y de vínculos cuestionables entre actores políticos y económicos. No sabemos si este flagelo ha aumentado porque nuestras instituciones se han corrompido o simplemente porque ha mejorado la tecnología, haciendo posible el registro y la comunicación de situaciones más fáciles de esconder en el pasado, aumentando el malestar. Puede que nuestras actitudes, expectativas y niveles de tolerancia sobre 46
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Una sociedad escéptica no necesariamente funciona mal. Es razonable no confiar cuando no hay razones para ello. Sería insensato depositar este atributo en quien no merece recibirlo o en quien nos ha defraudado en el pasado. Desconfiar cuando hay buenos motivos es una marca de racionalidad.
la corrupción se hayan vuelto más exigentes. La divulgación continua de esta clase de episodios mermaría la credibilidad de nuestros representantes, instituciones y elites económicas. Finalmente, las encuestas de opinión pública señalan una disminución importante en las medidas convencionales de confianza, tanto a nivel de instituciones como de personas. Es verdad que este atributo nunca ha tenido tasas muy altas, pero han bajado, afectando por sobre todo a aquellas entidades que alguna vez gozaron de credibilidad y respaldo (como las Fuerzas Armadas o la Iglesia Católica). Por lo tanto, nos encontramos con una regularidad empírica que sustentaría la tesis de la crisis de confianza.
La caída de las instituciones Aquí se muestra el nivel de credibilidad que poseen diversos organismos. “La confianza nunca ha tenido tasas muy altas, pero han bajado, afectando a aquellas entidades que alguna vez gozaron de credibilidad y respeto”, afirman los autores. En general: ¿cuánto confía en las instituciones que se nombran? % Mucha + Bastante
% Algo
Las Fuerzas Armadas
18
24
La Iglesia Católica
18
Los Tribunales de Justicia
6
Las empresas
21 16
5
El Gobierno
% Nada + Poco
29
4
16
Los parlamentarios 1
6
Los partidos políticos 1
6
% NS + NR
57
1
60 77
1
65
1
79
1
92
1
92
1
1
* No sabe, no responde Fuente: Encuesta Nacional Bicentenario Universidad Católica - GfK Adimark, 2017.
La gran apuesta La confianza parece perderse por dos razones: porque alguien no ha cumplido una obligación o porque ha intentado conscientemente engañarnos. En ambos casos se defraudan nuestras expectativas sobre el comportamiento de terceros. Sin embargo, los mismos datos dan cuenta de una aparente paradoja: mientras la credibilidad en las instituciones está por el suelo, la desconfianza con aquel ámbito institucional sobre el que tenemos una experiencia (“mi” banco, versus “la” banca; “mi” diputado versus “el” Congreso) registra niveles menos dramáticos. Ello sugiere que la cercanía a la institución está mediada por la persona que detenta un cargo. La confianza surgiría por dos caminos: una proximidad que permitiría recibir algo de esa persona (la hipótesis del clientelismo en política, sustentada en una expectativa de reciprocidad), o por considerarse que esa cercanía mejoraría nuestra capacidad de fiscalizar las acciones y la responsabilidad que esa institución tiene en su trato con nosotros. Esta última distinción, entre nuestra experiencia abstracta con instituciones y las vivencias más cercanas con personas, ofrece una mejor forma de entender qué está realmente en juego en nuestro malestar. Una de las principales consecuencias de la complejización de la vida social tiene que ver con el cambio en los modos de configurar la confianza. En la actualidad, gran parte de ella deja de estar referida a la cercanía personal y comienza a estar vinculada al rol que esas personas ocupan en distintas entidades y las reglas que lo regulan. En otras palabras, este atributo implica asumir un riesgo: “apostamos por” y “creemos en” los
La respuesta ha sido muchas veces indicar que no existe un problema porque se actuó dentro de la ley. En otras palabras, parece que no hubiera ninguna falta si todo es legal, pero al mismo tiempo, perfectamente impresentable.
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¿Por qué creer? En cada país se le otorga una relevancia bastante diferente a cada tópico, dependiendo de sus propias agendas. Por ejemplo, el trato por igual se diferencia de un 75% de importancia en Venezuela y un 49% en Panamá. La fiscalización se diferencia entre el 57% en Chile y el 16% en México. De la siguiente lista, ¿cuáles son los temas más importantes para que usted confíe en una institución pública? Total América Latina 2017
59%
Si tratan a todos por igual
40%
Si cumplen sus promesas
33%
Si son fiscalizadas Si admiten responsabilidad cuando se equivocan
29%
Si entregan la información que se necesita
29% 28%
Si se interesan en lo que uno opina
26%
La calidad de su liderazgo y gestión
25%
Si el servicio que prestan responde a mi necesidad Lo que los medios de comunicación dicen de él
12%
Lo que los amigos y familia dicen de él
11%
Fuente: Latinobarómetro 2017. Respuesta múltiple, las opciones suman más de 100.
El problema no es de quienes desconfían. Esta es una reacción sana. El asunto es de quienes deben inspirar confianza. En ello se pone en juego la asignación concreta de obligaciones. sistemas expertos, sin contar con mucha información ni conocimiento de su operar. Esto puede quedar más claro con algunos ejemplos. La necesidad de confiar en expertos supone, de alguna manera, la suspensión del juicio moral acerca de la persona. En buena cuenta, esto implica que debemos creer de forma abstracta, como ocurre con el médico por sus credenciales y su certificación más que por su comportamiento privado o por su diagnóstico. Cuando se produce una disonancia entre el juicio experto y nuestra experiencia, pedimos segundas o terceras opiniones, que no necesariamente reafirman nuestra confianza en quien hizo el primer diagnóstico, sino en la consistencia del juicio de ese experto en la sociedad. Una de las principales dificultades que surge de este tipo de articulación social se refiere a cómo los sistemas de expertos se vinculan con quienes no forman parte de los círculos de decisión. Esto es, el problema de la legitimidad de los expertos frente a la población en general. Como notaba Alfred North Whitehead: “La lealtad política cesa en las fronteras de la incapacidad radical”. Solemos escuchar a gobiernos y a distintas instituciones defender sus medidas como soluciones técnicas, justamente para ganar autoridad moral, incluso si muchas veces ese conocimiento está en disputa entre distintos especialistas. A partir de lo anterior, resulta más fácil postular toda crisis de legitimidad como una crisis de confianza. Así, los movimientos sociales no confían en la clase política, los medios de comunicación se muestran desconfiados respecto de la política y economía, y finalmente, ya nadie parece confiar en las encuestas. 48
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Abordar la enfermedad y no el síntoma La supuesta crisis de confianza se invalida cuando pasamos al plano de las soluciones. Se ha instalado la idea de que todo sería mejor y que nuestros problemas se resolverían mágicamente si la gente confiara más en otros y en las instituciones. Ello deja sin responder la pregunta sobre lo que tiene que cambiar en esas personas y organismos para que inspiren seguridad. Se ha fijado la mirada pública en quienes deben confiar y no en quienes deben ganarse este atributo. En otras palabras, poner el acento únicamente en la confianza equivale a culpar al mensajero, no al agente; al síntoma, no a la enfermedad. Es una forma muy fácil de desviar la atención de lo que verdaderamente importa. Permite crear la ilusión de que el problema es de un otro indefinido, porque empezamos a repetir que es la gente la que debe confiar. Con ello contribuimos a diluir las responsabilidades y a olvidarnos convenientemente de asumir la nuestra. En el fondo, hablar de este atributo es cómodo porque nos ahorra tener que pensar en cómo producimos credibilidad en nuestros encuentros cotidianos. Nos olvidamos de la pregunta de por qué habría que creer. Una sociedad escéptica no necesariamente funciona mal. Sería insensato depositar esta cualidad en quien no merece recibirla, o en quien nos ha defraudado en el pasado (desde quien nos mintió al vender un auto hasta un funcionario que
cometió un error). Desconfiar cuando hay buenos motivos es una marca de racionalidad. El malestar se suscita cuando no es fácil traducir esa desconfianza en un castigo concreto, porque las responsabilidades no están claramente asignadas. En este caso, asociada al malestar surge la sensación de impunidad. Una consecuencia de ello es que empezamos a confundir los motivos que llevan a la desconfianza: si alguien nos defrauda porque no cumplió algo, pero no recibe castigo, podemos pensar que realmente siempre nos quiso engañar, porque sabía que podía salirse con la suya. Por ello, es crucial distinguir escalas de complejidad y del trato con personas. Visto desde la confianza, por lo tanto, el peso de la prueba no debe recaer en quienes no creen sino en aquellos que deben inspirar este atributo. Eso requiere tiempo. Justamente, la consecuencia de un diagnóstico cómodo es pensar que este valor es algo exterior. Una variable que se puede decretar o solucionar por otra vía, usualmente experta, y no un producto de nuestra vida en sociedad. La preocupación por este tema aparece como una dificultad para otros, que no nos compete como ciudadanos. ¿Qué tipo de trato y modo de relacionarnos serían capaces de favorecer la confianza? Esto obliga a apuntar a lo que antecede a la preocupación por las reglas que regulan los sistemas expertos.
LA MORALIDAD CÍVICA Nos enfrentamos a uno de los problemas centrales del modelo moderno de configuración de relaciones sociales: ¿Cómo exigir confianza sobre normas, no personas? Émile Durkheim relacionó esta dificultad con el concepto de moralidad cívica, un conjunto de motivaciones y disposiciones que favorecen la cooperación en contextos más impersonales. Estos códigos operan en un nivel abstracto, pero derivan su legitimidad de otro nivel, moral y personal. Tradicionalmente, la religión y la política ofrecían ese sentido moral que permitía bañar de legitimidad las instituciones que surgían de ellas: estabilizaban una expectativa de que las personas tienen una motivación, más allá de su interés personal, de cumplir y hacer cumplir esas reglas. Eran fuentes de cohesión social o de solidaridad. Ambas entonces suponen un nivel precontractual, para seguir a Durkheim, que hace que tenga sentido consensuar normas, definir obligaciones y responsabilidades y erigir organismos. En política, esa legitimidad se encuentra en la experiencia de asumir libremente las normas que nos limitan. No sería arriesgado señalar que hoy se experimenta una asimetría enorme entre expertos –que configuran las élites– y la ciudadanía. Esto resulta evidente en la lectura sobre casos emblemáticos de asociaciones dudosas entre política y economía. La respuesta ha sido muchas veces indicar que no existe un problema porque se actuó dentro de la ley. En otras palabras, parece que no hubiera ninguna falta si todo es perfectamente legal pero, al mismo tiempo, perfectamente impresentable. Lo que ocurre es que nuestra fe en las leyes, así como en las personas que ocupan cargos y roles públicos, deriva en buena parte de su sentido de un ámbito de moralidad precontrac-
Una sociedad donde todos tengan igual exposición a las consecuencias de sus decisiones y reglas es una donde todos pueden sentirse partícipes de lo público. tual. Exigimos formas de comportamiento que van más allá de la ley, en el sentido de que las personas que toman cierta clase de decisiones se expongan a las consecuencias negativas (y no solo positivas) de sus acciones. Una sociedad donde todos tengan igual exposición a las consecuencias de sus decisiones y reglas es una donde todos pueden sentirse partícipes de lo público. El problema no es de quienes desconfían. Esta es una reacción sana. El asunto es de quienes deben inspirar confianza. En ello se pone en juego la asignación concreta de obligaciones, la distancia que estamos dispuestos a tolerar entre especialistas y el resto, y el tipo de mundo en común que estamos construyendo. Así entendido, no es un tema que se solucione a través de las políticas públicas o el marketing (basta ya de señalar que el foco está en los “problemas de comunicación”), porque el asunto radica efectivamente en el contenido de esas relaciones y no en su apariencia. Es más un aspecto de carácter que de comunicar o señalar intenciones correctas. Por cierto, es posible establecer reglas que favorezcan el accountability de autoridades públicas y actores privados, buscando disminuir la sensación de impunidad de quien viola la confianza pública o no se hace responsable por las acciones de su cargo. Pero no tiene sentido plantear medidas que eleven artificialmente las tasas de esta cualidad –por ejemplo a través de las políticas que favorecen la transparencia institucional– si no se ha cambiado el carácter o la forma de actuar de aquellas entidades que la requieren para ser viables y legítimas. Si las normas no están recibiendo legitimidad desde un espacio prereglamentario, la dificultad no se resolverá con más leyes. Desde el punto de vista institucional, hablar de crisis de confianza es cómodo justamente porque es una forma de no asumir una responsabilidad. Pero –como sentenció Hölderlin– donde hay peligro, crece también lo que salva. Así, una forma de abordar el dicho popular “en la confianza está el peligro” apunta hacia una reflexión en torno a las condiciones precontractuales que articulan nuestra vida en comunidad y, por cierto, cómo estas se proyectan en la vida política. Este no es un tema nuevo. Para los clásicos se refiere al sentido de la vida política y, todavía más, su respuesta tiene un carácter eminentemente ético. De esta forma, la pregunta por la política no se resuelve únicamente en la esfera del gobierno, ni mucho menos en la de las políticas públicas; su foco ha de ser favorecer un espacio que permita una identificación común con el problema de la vida junto a otros. 49
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El círculode la
confianza Este atributo ha sido investigado y estudiado por las Ciencias Sociales, dada su relevancia como un mecanismo social fundamental para la cohesión y el funcionamiento del sistema. La académica y experta en el tema, Claudia Labarca, explica en el presente artículo las aristas de este concepto que sigue generando controversia en diferentes disciplinas. La confianza sí existe, aclara la autora, pero esta ha sido depositada en los amigos, familiares y conocidos. El riesgo surge cuando solo se confía en los cercanos y ya no importa lo que sabes, sino a quién conoces. Por Claudia Labarca Encina
Claudia Labarca Encina. Es profesora de la Facultad de Comunicaciones de la UC. Doctora en relaciones internacionales en la Universidad de Durham, Reino Unido. Autora de diversos artículos en revistas indexadas y de Ni Hao Mr. Pérez, Buenos días Mr. Li. Chile y China: cultura, negocios y confianza en la era global, Ediciones UC.
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esde hace algunas décadas, destacados pensadores de distintos ámbitos de las Ciencias Sociales comenzaron a mirar el concepto de confianza como un elemento fundamental de la cohesión social y del desarrollo político y económico. Ya a mediados de los años 70, el premio Nobel de Economía, Kenneth Arrow, afirmó: “La confianza es un lubricante esencial del sistema social. Es extremadamente eficiente, ahorra muchos problemas tener un grado justo de ella en las palabras del otro” (“Los límites de la organización”, 1974). Otro premio Nobel de Economía, Robert Solow, lo ejemplifica aún más explícitamente cuando argumenta que ni siquiera el más completo de los contratos puede detallar todas las probables contingencias que puedan surgir entre dos partes. De hecho, explica Solow, si todo estuviera regulado por un contrato debido a la falta de confianza, el costo de cada transacción (económica, política o social) no solo sería infinitamente mayor, sino que impracticable y a la vez paralizante. La confianza se configura como una precondición para la cooperación que ahorra costos y permite eficiencia en los sistemas. Pero no solo en este aspecto es beneficiosa, también la Literatura ha relacionado los niveles de confianza social con el crecimiento económico, ya que propicia la cooperación y evita el oportunismo.
La democracia y el estado de derecho son condiciones necesarias (aunque no suficientes) para que la confianza se fortalezca socialmente. Así, se argumenta que países de alto desarrollo económico y bienestar (por ejemplo, las economías nórdicas) tienen elevados estándares de confianza social. Por el contrario, naciones con menos crecimiento económico –América Latina, parte del continente africano– presentarían muy bajos niveles de ella. Esto es particularmente relevante en una sociedad globalizada en la que los países deben construir relaciones creíbles con los ciudadanos y consumidores a nivel internacional. De hecho, cuando un estado no ofrece las garantías institucionales que permitan generar este clima, rápidamente se perjudica el intercambio comercial, las inversiones y el turismo, como hemos podido apreciar en el reciente caso de Cataluña. Incluso, si se piensa en los fundamentos de la actual economía digital y colaborativa –más allá de las obvias condicionantes tecnológicas para su funcionamiento–, la confianza constituye un elemento fundamental para el éxito de estas aplicaciones, sustentadas precisamente en la posición de este atributo entre los propios usuarios y los contenidos e información que ellos generan.
La gran contradicción En Chile existe una fuerte tendencia a confiar en los más cercanos. Este fenómeno a nivel institucional está representado por la “paradoja de Fenno”, la cual muestra la gran brecha que existe entre la confianza atribuida a actores específicos y la confianza general. En 1978 el cientista político norteamericano Richard Fenno enunció esta paradoja. En su libro explicó que la gran mayoría de los votantes de su país tenía actitudes negativas hacia el Congreso y los congresales, pero a la hora de votar más de un 70% fueron reelectos. La paradoja explica el hecho de que “mientras el 74% de los chilenos tiene poco o nada de confianza en los parlamentarios (Bicentenario, 2013), el 70% de los diputados (84 de los 120) y el 89% de los senadores (34 de 38) fueron reelectos en las elecciones de 2013” (Valenzuela, 2014). La misma paradoja puede verse en la banca, donde mientras solo un 9% afirma confiar en los bancos, un 63% tiene confianza en el banco en el cual tiene su cuenta corriente (Bicentenario, 2013).
Confianza en los parlamentarios versus en el senador por el que votó ¿cuánta CONFIANZA tiene EN LOS PARLAMENTARIOS? BASE: Total muestra
2%
NS/NR
¿cuánta CONFIANZA tiene EN el senador por el que votó? BASE: Quienes votaron por el senador de su circunscripción. (Base real: 558 casos)
4%
2%
Mucha + Bastante
NS/NR
32%
Mucha + Bastante
20% Algo
74%
Poco + Nada
40%
Poco + Nada
26%
Algo
Fuente: Encuesta Nacional Bicentenario Universidad Católica - GfK Adimark 2013.
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Fotografía dani blanco/ argia.
Relaciones creíbles. Los países deben construir relaciones creíbles con los ciudadanos. Cuando un estado no ofrece las garantías para generar este clima, rápidamente se perjudica el intercambio comercial, las inversiones y el turismo, como se ha podido apreciar en el caso de Cataluña.
Reducir la complejidad Desde la Sociología, grandes pensadores han posicionado este tema no solo como un aspecto relevante para la cohesión social, sino que indispensable para el funcionamiento básico de los sistemas. Desde la perspectiva de Niklas Luhmann, por ejemplo, esta cualidad se presenta como un mecanismo de reducción de la complejidad, ya que al creer –en el tiempo presente– reducimos las posibilidades y la contingencia del futuro. Si bien se aplica a distintas esferas, esto se ilustra mediante el acto de dar la confianza política a uno u otro candidato a través del voto. Al elegir al candidato A, se acotan las posibilidades de contingencia futura (por ejemplo, se acota el programa de gobierno a desarrollar y las perspectivas ideológicas) y, por lo tanto, se estabiliza la percepción de riesgo. De ahí la importancia del desarrollo de lazos de cercanía con, por ejemplo, las instituciones democráticas dentro de una sociedad moderna y, a su vez, del peligro que significa para la misma el creciente grado de desconfianza con la que la ciudadanía las mira. Otra vertiente, basada en las ideas de Mark Granovetter, James Coleman y Robert Putnam, postula que el capital social, definido en forma genérica como un recurso basado en las redes sociales que tiene un individuo, se establece en los sistemas sociales a través de redes de confianza, por tanto, se beneficia a aquellos que se insertan dentro de este engranaje.
Desde la perspectiva de Niklas Luhmann, por ejemplo, esta cualidad se presenta como un mecanismo de reducción de la complejidad, ya que al creer –en el tiempo presente– reducimos las posibilidades y la contingencia del futuro. ¿EN QUÉ COLEGIO ESTUDIASTE? En términos generales, existen cuatro perspectivas que argumentan cómo se crea la confianza. La primera, por adscripción, es la que de alguna manera viene “dada” por los lazos familiares y por nacimiento. Así, resulta más probable creer en la familia y en los más cercanos. En cierto modo, la anterior condición se entrelaza con la segunda perspectiva que se desarrolla por la identidad, compartir valores y creencias. Este fenómeno se conoce como la homofilia, en donde se tiende a confiar en “lo que se parece a mí”, o en quienes se consideran “como iguales”. Así, la confianza se tiñe de la idea de lo valórico, en tanto adjudico ciertas características que considero moralmente aceptables a quienes percibo como mis iguales. De hecho, para enseñar este concepto siempre le consulto a mis alumnos qué preguntaron el primer día de clases en la universidad al compañero que tenían sentado al lado.
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Solidez institucional. Cuando dos actores deciden comprometerse, lo hacen porque existe la seguridad de que esa entrega de confianza será respetada. En la imagen un momento de la ceremonia de firma del Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CP TPP, por sus siglas en inglés), realizada a comienzos de marzo pasado. Una muestra del compromiso e integración regional del país.
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La versión más extrema la da el cientista político de la Universidad de Nueva York, Russell Hardin, quien entiende a la confianza como una conjunción de intereses particulares entre dos agentes que buscan el beneficio propio sobre un objeto determinado. Por tanto, no existe una definición genérica, ni una predisposición del individuo a confiar, sino que lo que existe son dos agentes –uno que confía y otro sobre el cual se deposita la confianza– que tienen intereses comunes que los motivan a generar esta interacción, pero siempre con relación a un objeto determinado. Así, por ejemplo, los sujetos depositan su confianza en agentes financieros para manejar sus inversiones, pero no necesariamente creen en estos mismos para otras necesidades cotidianas (por ejemplo, el cuidado de los hijos). Hasta aquí, independiente de si las fuentes de confianza son adscritas, racionales, identititarias o culturales, todo converge en la idea de Luhmann de familiaridad como elemento clave de construcción de confianza, lo que puede explicar la llamada “paradoja de Fenno”, que acuñó el cientista político Richard Fenno en 1978. Un último aspecto a destacar es la dimensión institucional de la confianza. Si bien esto ocurre a un nivel distinto que la confianza interpersonal u organizacional, entrega un marco que facilita (u obstruye) la creación de lazos de este tipo entre quienes se encuentran al alero de dicha institucionalidad. Cuando dos actores, individuos u organizaciones deciden adherir en un ambiente institucionalmente sólido, lo hacen porque también existe un grado de seguridad suficiente de
Fotografía DIRECON, MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES DE CHILE.
La respuesta unánime es: “¿En qué colegio estudiaste?”. Interesante perspectiva, en un país que ha basado su economía en la interacción global con el entorno y que, recientemente, ha recibido relevantes olas migratorias de culturas latinoamericanas diferentes a la nuestra. Un tercer elemento lo propone la visión racionalista, en la que se establece que la construcción de la confianza se basa en tres ejes fundamentales. Desde esta vereda, no es un elemento que viene dado –por adscripción o pertenencia, por ejemplo– sino que, tal como explicara el economista bengalí Amartya Sen, necesita ser cultivado. Más aún, se le considera un recurso que aumenta mientras más se utiliza. El primer eje lo constituye el nivel de conocimiento que tengan los individuos con respecto al objeto o sujeto sobre el que se deposita la confianza. A mayor información, mayor es la probabilidad de crear lazos. Esto ocurre incluso cuando los datos obtenidos no necesariamente son positivos, ya que de igual forma generan un marco de acción y estabilizan las expectativas de los individuos. Lo mismo ocurre con la interacción y la experiencia. En el último eje los individuos tienden a cultivar comportamientos confiables, de modo de no dañar su reputación dentro de su ámbito o redes de acción. Esta visión se corresponde con la idea racionalista del ser humano que actúa de acuerdo al interés propio, ya que, si defraudo la confianza puesta en mí, también me provoco un daño personal porque deterioro mi reputación personal. Por lo tanto, ser confiable, desde esta perspectiva, tiene un claro beneficio personal.
EL DECLIVE En general: ¿cuánta confianza tiene en las siguientes instituciones? %Mucha confianza + %Bastante confianza Base: Total muestra
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30 30
2010
La Iglesia Católica
Las Fuerzas Armadas
Los medios de comunicación
Las empresas
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3 3
1 2
Los parlamentarios
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3 3 2 1
Los partidos políticos
Fuente: Encuesta Nacional Bicentenario Universidad Católica - GfK Adimark, 2016.
que, en caso de que uno de ellos decida quebrar esa confianza, existirá la regulación necesaria para declarar ese hecho como punible o al menos reprobable. Por eso, la democracia y el estado de derecho son condiciones necesarias (aunque no suficientes) para que esta cualidad se fortalezca socialmente.
“No es lo que sabes, es a quién conoces” Como muchos conceptos de las Ciencias Sociales, la confianza es aún controversial. Por la infinidad de definiciones que hay a su alrededor (se le entiende como expectativa de comportamiento, una actitud, un interés relacional e incluso fe, entre muchas otras ideas que nos entrega la literatura), o porque existen diversas razones por las que tenemos disposición a confiar (por la bondad del otro o por su habilidad para llevar a cabo nuestras expectativas, su integridad). También es necesario mirar los aspectos negativos que pudiera traer esta cualidad, sobre todo aquella que se construye en torno a sistemas cerrados y que excluye a aquellos fuera de dichos sistemas. “Can we trust trust?” (“¿podemos confiar en la confianza?”) se preguntaba el politólogo italiano Diego Gambetta a fines de los años 80. Un cuestionamiento válido si consideramos las ideas del sociólogo francés Pierre Bourdieu sobre la conceptualización del capital social como legitimador de la inequidad dentro de una sociedad. Para Bourdieu, las redes de confianza personales perpetúan la exclusión de aquellos individuos que, por algún motivo, no han sido capaces de entrar a ellas. En términos populares, se podría decir que bajo la mirada
En términos populares, se podría decir que bajo la mirada bourdiana, la meritocracia pierde valor frente a las conexiones personales de un individuo. Por lo tanto: “it’s not what you know, it’s who you know”. bourdiana, la meritocracia, por ejemplo, pierde valor frente a las conexiones personales de un individuo. Por lo tanto, como reza el dicho en inglés: “it’s not what you know, it’s who you know” (“no es lo que sabes, es a quién conoces”). Más aún, argumenta el sociólogo, se constituye en peligrosa cuando aquellos grupos unidos por extrema confianza en sus propios miembros mantienen, a su vez, una alta desconfianza hacia quienes quedan fuera de su círculo. Esto implica –usando la terminología de Edward Said– reconocer y ahondar una alteridad que, llevada al extremo, puede constituirse en compleja de cara a la cohesión social. Pensemos en grupos unidos por un sentimiento de superioridad –ya sea étnico o racial, económico o político o intereses comunes en desmedro del bien común– y en cómo la historia ha demostrado las consecuencias negativas de dichas agrupaciones. Por todo ello, es válido preguntarse: “Can we trust trust?”. Quizás para responder esta duda es necesario abordarla desde sus distintas dimensiones y perspectivas y, por lo tanto, ir un paso más allá de las generalizaciones que nos impiden dilucidar este cuestionamiento.
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revista universitaria
detalle cuadro “Just BuSiness�, de jeff christensen
DOSSIER VOLVER A CONFIar
Mirarnos
a los ojos
El autor afirma que somos seres eminentemente relacionales y necesitamos creer en los otros para desarrollarnos. La visión optimista de este concepto presume la capacidad del ser humano para establecer vínculos de cooperación que no están siempre mediados por el propio interés, sino por el valor que tienen en sí mismos. Para los pesimistas, en cambio, solo los incentivos (entre los cuales están las sanciones) pueden asegurar los comportamientos deseados. Olof Page asegura que ambas posibilidades justifican y dan sentido a la existencia de este atributo. “No somos ángeles, pero tampoco somos demonios, y es justamente por eso que necesitamos de la confianza”. Por Olof page depolo
Olof Page Depolo. Es decano de la Facultad de Filosofía de la UC, licenciado en Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Chile y doctor en Filosofía por la Universidad de Pisa, Italia. Sus principales áreas de interés son la filosofía moral y la política.
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“Memorias del Siglo XX”: BOMBEROS. Fotografía donada por AMANDA CARRASCO con la colaboración de Biblioteca Pública N°145, PURRANQUE. Programa “Memorias del Siglo XX”, DIBAM.
Organizaciones de la sociedad civil. Los bomberos lideran las cifras de valoración de la población en Chile, según diversos estudios. Uno de los atributos que se les reconoce es su entrega desinteresada y sin esperar recompensa. En la imagen vemos un desfile del Cuerpo de Bomberos de Santiago, en los años 60.
Qué es lo que queremos afirmar cuando decimos que confiamos en un robot, en que mañana no lloverá, en el gobierno o en una persona? En todas estas situaciones hay expectativas en juego, pero la diferencia está en que, si las dos primeras no se cumplen, no parece apropiado decir que nos decepcionaron o, peor aún, que nos traicionaron. En cambio, algo de eso sí puede decirse respecto de un gobierno (o de las instituciones en general) y, más claramente todavía, respecto de las personas. Este último ejemplo es un caso paradigmático y el que determina, por tanto, nuestra manera de entender la confianza como una relación y un vínculo entre individuos. Entonces, ¿qué tipo de relaciones son esas en las que la confianza y la desconfianza sí tienen un espacio? ¿Puede este ser un atributo de, por ejemplo, un gobierno?
Un salto al vacío Las personas deben tener ciertas competencias que justifiquen el que las consideremos como potenciales depositarios de confianza. Estas características son las que hacen que nuestro acto no sea un salto al vacío. Considerando la naturaleza de eso que queremos revelar –por ejemplo, un importante secreto–, podemos ser reacios a confiar algo a una persona impulsiva porque, dadas ciertas condiciones, podría no guardar esa información. Por lo tanto, debe existir algo que uno de los sujetos de la relación valore y que, por diversos motivos, decide confiar a la otra. Además, no somos seres autosuficientes, por lo tanto, necesitamos a los demás para satisfacernos y desarrollar así nuestra identidad. Por último, somos falibles, es decir, no siempre estamos a la altura de las expectativas que los demás ponen en nosotros. Cuando alguien cree en otro, lo hace porque piensa que hay buenas razones para estar seguro de que no será de58
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Una sociedad que tiene altos índices de confianza es una en la cual cabe esperar que las personas desarrollen ciertas disposiciones interiores (morales, si se quiere), como el respeto, la tolerancia y la civilidad. fraudado y porque le concierne. ¿Por qué podría importarle? Las razones que surjan de esta pregunta ayudan a aclarar si el tipo de relación es de confianza o de mera conveniencia. Es posible que a alguien le interese no defraudar o traicionar porque le importa una persona y, eso es así, porque la aprecia. Pero también podría ser porque le resulta conveniente. El sujeto que solo se mueve por conveniencia no es confiable en general, porque su respuesta a nuestro acto de fe está condicionada por las buenas consecuencias personales que esto le genere. Esta es la creencia del pesimista. Esa sería una buena razón para considerar a la confianza como un elemento más bien decorativo de nuestra vida moral. Esta idea establece que los demás actuarán según mis expectativas porque, de no hacerlo, serán sancionados. De lo que habría que preocuparse, dice el pesimista, no es del desarrollo de virtudes, sino de la creación de incentivos (entre los cuales están las sanciones) que aseguren, en la medida de lo posible, los comportamientos deseados. Por el contrario, el optimista cree en la capacidad del ser humano para establecer relaciones de cooperación que no están siempre mediadas por el propio interés, sino por el valor que estas tienen en sí mismas. Bajo esa premisa, la confianza
LA RELEVANCIA DE LOS LAZOS FAMILIARES ¿Cuánta confianza tiene usted en las siguientes personas? % Mucha + Bastante
% Algo
% Nada + Poco
% NS + NR*
88
Su madre
5
Su pareja o cónyuge con quien vive
84
7
El mayor de sus hijos(as)
84
6
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Su padre
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Su suegra, la madre de su cónyuge o pareja
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Su yerno, la pareja de su hija mayor La pareja de su padre o madre
40
10
5
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13 24
5 9 2
12
18 17
6 3
9
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El mayor de sus hermanos(as)
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6 18 26
* No sabe, no responde Fuente: Encuesta Nacional Bicentenario Universidad Católica - GfK Adimark, 2016.
es un acto que sí tiene un espacio relevante en nuestra vida moral, es decir, es algo que cabe esperar de nuestras relaciones interpersonales. Pero este es un tipo de optimismo moderado porque, al creer en esta cualidad, se considera también la posibilidad de ser defraudados. El acto de confiar da cuenta de nuestras expectativas y, al mismo tiempo, de nuestra vulnerabilidad. Es justamente esta necesidad de confiar y la posibilidad de ser traicionado lo que hace de esta cualidad algo valioso. El optimista a secas –que razonablemente podemos pensar que
es solo una posibilidad teórica– cree que los actos de fe encontrarán, en general, buena acogida pues el ser humano es, desde el punto de vista de su naturaleza, un ser social solidario y plenamente colaborativo y no un ser egoísta y receloso, como lo puede pensar el pesimista. El optimista moderado concibe al ser humano como un ser falible, es decir, del que cabe esperar respuestas positivas, pero también como un ser que, dadas ciertas circunstancias, puede no responder de esa manera. Son ambas posibilidades las que justifican y dan sentido a la existencia de
Lazos familiares. Concebir a los demás como potenciales sujetos de confianza implica valorarlos y, a la vez, entendernos como seres relacionales. En este contexto, la familia continúa siendo una de las instituciones sociales más creíbles. “Memorias del Siglo XX”: Familia Soto Almonacid. Región de los Lagos, Cochamó. 1980. Fotografía donada por Luis Almonacid con la colaboración de Biblioteca Pública N°371, Cochamó. Programa “Memorias del Siglo XX”, DIBAM.
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INTERESES comunes. Las relaciones de confianza refuerzan el sentimiento de pertenencia a un grupo y, con ello, la idea de que compartimos con los demás un destino común. En la imagen vemos una asamblea de la junta de vecinos N°29 de Coquimbo, año 1969.
“Memorias del Siglo XX”: Reunión de la junta de vecinos N° 29. Región de Coquimbo / Coquimbo / Tongoy, 1969. Fotografía donada por Alex Halles con la colaboración de Biblioteca Pública N° 323 “David León Tapia”. Programa “Memorias del Siglo XX”, DIBAM.
este atributo. No somos ángeles, pero tampoco demonios y es por eso que necesitamos de la confianza. ¿Cuál es la relevancia de este concepto? La respuesta involucra varios aspectos, porque produce bienes de variado tipo. Ella permite que los costos de transacción de las relaciones sociales –cuánta precaución tomar frente al comportamiento de los demás– sean menores a los que serían si fuésemos escépticos respecto de su existencia. Es decir, si creyésemos que lo racional y lo razonable es, salvo contadas excepciones, no confiar en los demás. La confianza permite que la complejidad que caracteriza el funcionamiento de la sociedad se reduzca, se haga más manejable y también facilita la generación de objetivos comunes que no sean la mera suma de objetivos individuales.
Es justamente la necesidad de confiar y la posibilidad de ser traicionado lo que hace de este atributo algo valioso. Las relaciones de confianza refuerzan el sentimiento de pertenencia a un grupo (por ejemplo, la comunidad política) y, con ello, la idea de que, respecto de ciertas cuestiones consideradas importantes, compartimos con los demás miembros del grupo un cierto destino común. Eso es lo que, descrito aquí en términos muy esquemáticos, llamamos bien común.
fotografía centro estratégico latinoamEricano de geopolítica (CELAG.ORG)
El valor de la democracia. La confianza tiene la virtud de hacer que la relación entre representante y representado sea sensible a los intereses e ideales de los segundos. Permite también que las personas desarrollen disposiciones interiores como el respeto, la tolerancia y la civilidad.
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La confianza permite que la complejidad que caracteriza el funcionamiento de la sociedad se reduzca, se haga más manejable y también facilita la generación de objetivos comunes que no sean la mera suma de objetivos individuales. Respeto, tolerancia y civilidad Una sociedad que tiene altos índices de confianza es una en la cual cabe esperar que las personas desarrollen ciertas disposiciones interiores (morales, si se quiere), como el respeto, la tolerancia y la civilidad. Es posible que en una nación con bajos niveles de esta cualidad también existan, desde el punto de vista de lo que se observa, actitudes de respeto, tolerancia y civilidad. Pero, de ser así, estas deberían ser entendidas en términos más bien estratégicos y, por tanto, sujetas a la inestabilidad que caracteriza a las relaciones establecidas con esos fines. La confianza tiene también la virtud de hacer que la relación entre representante y representado, que es uno de los elementos que caracteriza la vida democrática de las sociedades contemporáneas, sea sensible a los intereses e ideales de los representados. La desconfianza, en este plano, hace que ese vínculo sea concebido en términos más bien antagónicos. Cuando eso sucede, la política deja de ser el espacio de la comunicación y de la deliberación común y se convierte en un sitio de la disputa por la disputa.
Comienza así a desaparecer la veracidad, entendida como el respeto y la preocupación por la verdad en sus diversas dimensiones, pues ahí donde hay antagonismo, el otro deja de ser visto como alguien que puede contribuir con ese respeto y preocupación. Que la confianza reduzca los costos de transacción en nuestras relaciones sociales y haga, entre otras cosas, que el funcionamiento de las instituciones sea menos pesado de lo que sería si, a falta de ella, lo recargásemos de controles, es compatible con la generación de bienes más fundamentales que se siguen de su existencia. Concebir a los demás como potenciales sujetos de confianza implica valorarlos. Mirarnos a nosotros como posibles depositarios de esta cualidad significa entendernos como seres esencialmente relacionales, es decir, no solamente por conveniencia –como podría pensar el pesimista– sino que, porque así lo somos desde el punto de vista de nuestra humanidad. Que la confianza pueda tener un valor de este tipo lo muestra el hecho de que, a pesar de que pueda ser defraudada (una y otra vez), no estamos dispuestos a renunciar a su existencia porque, de hacerlo, nuestra vida se vería, en términos humanos, seriamente empobrecida.
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Fotografía federación española de remo.
DOSSIER VOLVER A CONFIar
El sueño compartido El autor asegura que una sociedad sana es aquella en la cual sus integrantes se sienten parte de un proyecto común que busca el desarrollo. Por ello, profundiza en el concepto de equilibrio colaborativo, que se alcanza cuando las estrategias de cada actor responden a intereses individuales y colectivos de forma simultánea. Entre las condiciones sociales para lograr este objetivo se encuentra la confianza interpersonal y representa uno de los mayores desafíos en el Chile actual. Por Jorge Marshall Rivera
JORGE MARSHALL RIVERA Es economista, ingeniero comercial de la Universidad de Chile y doctor en Economía por la Universidad de Harvard. Fue ministro de Economía en el gobierno de Patricio Aylwin.
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os desafíos que enfrenta la sociedad en su camino al desarrollo son cada vez más complejos y, en estas condiciones, los mecanismos tradicionales para organizar la vida en común, como los mercados y las políticas de los gobiernos, son menos efectivos para satisfacer razonablemente las expectativas de la población. En estas circunstancias, los gobiernos buscan complementar su acción directa con la creación de un ecosistema en el que las decisiones individuales e independientes de los actores sociales sean coherentes con el bien común, para lo cual es indispensable que existan condiciones adecuadas: un propósito compartido, una gobernanza abierta y un buen nivel de confianza. El enfoque tradicional de las políticas públicas, que opera a través de una relación vertical entre la autoridad y los usuarios, se debe reorientar hacia la generación de equilibrios colaborativos, que se expresan en la articulación de actores que, desde sus contextos particulares, son capaces de trabajar para que el desempeño agregado sea superior, lo que permite alcanzar resultados que serían imposibles en cualquier otro escenario. En este ambiente cada uno despliega sus propias estrategias, las que se refuerzan unas a otras y todas juntas influyen en el desempeño final para la sociedad. Hacer este cambio representa uno de los mayores desafíos en el Chile actual.
Una gobernanza abierta tiene una visión comprensiva de lo público, que incorpora a todos los que tengan interés en aportar a resolver los problemas de la vida en común.
El engranaje necesario En ámbitos tan diversos como la salud, la educación, el trabajo, la innovación, el medio ambiente y el emprendimiento, existen equilibrios colaborativos. El impacto de las políticas y programas públicos en cada una de estas áreas depende menos de su diseño y más de una multiplicidad de factores, que ocurren en el nivel de las interacciones sociales y la suma de muchos aportes que ejercen una influencia decisiva en los resultados finales. El equilibrio colaborativo se alcanza cuando las estrategias de cada actor responden a su interés particular y, al mismo tiempo, observan lo que ocurre con las conductas de los demás sujetos y con el resultado agregado que genera la inte-
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Fotografía KARINA FUENZALIDA.
Fotografía karina fuenzalida.
Egoísmo social. La evasión del Transantiago es un mal endémico que ha provocado un tremendo daño al sistema de transporte público santiaguino. En este acto se refleja cómo la decisión de una persona termina perjudicando a la sociedad como un todo.
Fotografía cristóbal saavedra.
Invertir en educación. Cuando las condiciones sociales son débiles se reduce la disposición a invertir en bienes tales como educación, infraestructura, comunicaciones y cultura. La sociedad se resiste a financiar este gasto a través de los impuestos, ya que desconfía de los beneficios de estas inversiones.
racción. Este último aspecto es el que mantiene el incentivo a colaborar en el tiempo, ya que todos los actores observan que el resultado que obtiene la sociedad es superior al caso en que no existe cooperación. Es decir, el equilibrio colaborativo representa una situación en la que la sociedad alcanza su mayor potencial. La sistematización de este enfoque está inspirada en los aportes de John Nash, Premio Nobel de Economía en 1994, que en el marco de la teoría de juegos desarrolla el principio de equilibrio en la colaboración, que establece que una sociedad maximiza su nivel de bienestar cuando cada jugador actúa a favor de su propio bienestar, pero sin perder de vista el de los demás integrantes del grupo. Este principio es estable porque una vez alcanzado, ninguno de los actores tiene incentivos para adoptar una estrategia diferente, ya que la colaboración con los demás beneficia su propio interés. En este caso no se requiere una autoridad que presione a los individuos a la cooperación. Los obstáculos para alcanzar un equilibrio colaborativo pueden llevar a la sociedad a una trampa del desarrollo en la que se reproduce un equilibrio económico y social sin cooperación, y del cual ningún actor puede escapar por sí solo. En las trampas del desarrollo ocurre que decisiones que son convenientes para algunos actores individualmente terminan perjudicando a la sociedad como un todo, porque estos actores son miopes a lo que sucede con los demás miembros del grupo. Por ejemplo, si los individuos esperan que sus pares tengan un comportamiento poco cívico, demandarán una regulación más fuerte por parte del gobierno, generando rigideces que luego hacen más difícil la innovación, la aplicación de nuevas tecnologías y los aumentos de productividad. En este ambiente
Las trampas del desarrollo son equilibrios no colaborativos que se mantienen en el tiempo porque las estrategias de cada actor están basadas en las expectativas de lo que harán los demás. son frecuentes las negociaciones sociales de “suma cero”. Otro caso de equilibrio no colaborativo se refleja en la baja inversión en activos públicos. Cuando las condiciones sociales son débiles se reduce la disposición a invertir en bienes tales como educación, infraestructura, comunicaciones y cultura. La sociedad se resiste a financiar este gasto a través de los impuestos, ya que desconfía de los beneficios de estas inversiones. Las trampas del desarrollo son equilibrios no colaborativos que se mantienen en el tiempo porque las estrategias de cada actor están basadas en las expectativas de lo que harán los demás, las que a su vez dependen de las conductas observadas en el pasado, que se expresan en las normas sociales y generan una pauta para dicha conducta en el presente. Si la historia muestra una baja calidad en las normas sociales, estas se tenderán a repetir en el futuro con lo que las condiciones sociales serán persistentes. Es decir, la observación de las conductas anteriores y de las normas sociales es el prisma a través del cual las personas generan sus expectativas respecto de las interacciones sociales, por lo que en ambientes de desconfianza se desaprovecharán las ganancias que vienen de la cooperación recíproca. 65
Fotografía KARINA FUENZALIDA.
La reconstrucción. La destrucción provocada por los desastres naturales requiere del trabajo en equipo para iniciar la reconstrucción. Como señala el autor, generar una meta común no es responsabilidad exclusiva del gobierno, más bien es algo que se produce en el espacio que existe entre el Estado y los individuos.
ecosistemas colaborativos Las condiciones sociales para alcanzar un equilibrio colaborativo son una visión compartida, una gobernanza abierta y un buen nivel de confianza interpersonal. Estos tres elementos se refuerzan mutuamente, permiten transitar desde situaciones de trampa del desarrollo a ecosistemas que promueven la colaboración entre los actores relevantes, y refuerzan la estabilidad del equilibrio colaborativo en el tiempo. En primer lugar, un equilibrio colaborativo se apoya en una visión común por parte de los diversos actores acerca de los desafíos que enfrenta la sociedad. Más que la confrontación de puntos de vista divergentes, hay un genuino esfuerzo por construir una perspectiva en la que todos asumen un rol activo en la solución de los problemas colectivos. Esta mirada común es un paso necesario para moldear una cultura de confianza y buen gobierno en la sociedad. Todos los puntos de vista necesitan ser reconocidos e integrados, pero al mismo tiempo, cada grupo tiene que actuar dentro de la institucionalidad que funciona para todos. Los conflictos son parte del escenario de las sociedades que progresan, frente a lo cual lo relevante es reconocer su complejidad, encontrar soluciones que articulen las visiones de los diversos actores y preservar el proyecto común.
Las sociedades modernas deben reconocer que los procesos sociales ocurren a través de redes e interacciones en las que la confianza es fundamental. 66
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La experiencia internacional muestra que el buen desempeño económico está correlacionado con la existencia de un liderazgo que tiene valores que llevan a actuar de acuerdo al interés de la mayoría de la población, lo que permite ordenar la agenda pública. Como se señaló, los países que tienen una orientación hacia el bien común poseen una mayor disposición a invertir en activos públicos, y la sociedad percibe que el Estado está velando por el bien de todos los ciudadanos y no de un grupo pequeño, lo que facilita la recaudación tributaria para financiar estas inversiones.
Espacio abierto a la participación Generar un propósito común no es responsabilidad exclusiva del gobierno, aunque este es un actor relevante para que la sociedad se involucre en la indagación de una agenda de este tipo. Más bien es algo que se produce en el espacio que existe entre el Estado y los individuos, donde los ciudadanos pueden interactuar de manera independiente y dar forma al interés común, es un lugar abierto a la participación de todos los grupos de la sociedad. En una sociedad sana, este lugar es ocupado por la deliberación y la constante búsqueda de un proyecto compartido, en un esfuerzo abierto a las personas, los empresarios, la sociedad civil, las universidades y los partidos políticos. Cuando este espacio está vacío los ciudadanos se alejan de la búsqueda del interés común. En segundo lugar, un equilibrio colaborativo se apoya en una gobernanza abierta, en la que además de las políticas y programas públicos disponibles dentro del gobierno, se busca que sean las mismas personas, las organizaciones civiles
El valor perdido
La experiencia internacional muestra que el buen desempeño económico está correlacionado con la existencia de un liderazgo que tiene valores que llevan a actuar de acuerdo al interés de la mayoría de la población, lo que permite ordenar la agenda pública.
la desconfianza en LATINOAMÉRICA. Según la Encuesta Mundial de Valores (2010-2014), Chile se ubica dentro del 30% de los países con menor confianza social del mundo. Es también el quinto más desconfiado de Latinoamérica y el más desconfiado, junto con México, de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
y las empresas las que asuman responsabilidad y aporten a la solución de los problemas colectivos. Es decir, se reconoce que para alcanzar las expectativas de la sociedad se requiere recurrir a las capacidades de todas las personas. Una gobernanza abierta tiene una visión comprensiva de lo público, que incorpora a todos los que tengan interés en aportar a resolver los problemas de la vida en común. Precisamente, la condición para enfrentar con éxito los desafíos colectivos es tener la capacidad para congregar los esfuerzos de unos y de otros. Además, la gobernanza abierta se construye sobre la base de contrapesos para que la mayoría que gobierna siempre considere el espacio de la minoría que está fuera del gobierno, y mecanismos que aseguren una participación política de los ciudadanos de manera institucionalizada, incluyendo procesos de deliberación informados y una efectiva competencia democrática, de modo de captar las nuevas tendencias y las manifestaciones sociales. El tercer factor que apoya un equilibrio colaborativo es la confianza interpersonal que existe en la sociedad. De hecho, la desconfianza es uno de los principales obstáculos que impiden alcanzar un equilibrio colaborativo y hace que las políticas públicas sean menos efectivas. Todas las transacciones económicas implican un nivel de intercambio entre personas, por lo que tienen algún elemento de confianza. Los resultados del World Values Survey muestran que Chile posee baja confianza interpersonal, ya que solo un 12,4% postula que en general se puede confiar en la gente. Esta percepción también se manifiesta respecto de las instituciones y de las empresas, generando una brecha de confianza que tiene importantes consecuencias para lograr equilibrios colaborativos en torno a los principales desafíos de la sociedad. La confianza se apoya en las relaciones “cara a cara”, lo que significa que las partes participan del diálogo que precede a una acción colaborativa. Frecuentemente los gobiernos organizan ejercicios de consulta o eventos de discusión, pero difícilmente abren las puertas a una coordinación público-privada, en que participan las empresas y los organismos de la sociedad civil, como ocurre en la mayoría de los países desarrollados. Así, la confianza, la colaboración, la legitimidad de las instituciones y la integración social son cada vez más relevantes en la economía actual, porque facilitan la generación de equilibrios colaborativos que son indispensables para avanzar en el camino al desarrollo. Las sociedades modernas deben reconocer que los procesos sociales ocurren a través de redes e interacciones en las que la confianza es fundamental. La efectividad de las estrategias basadas en el control “desde arriba” o en el mercado descentralizado están cada vez más cuestionadas.
Fuente: Elaboración del Centro de Políticas Públicas de la UC, sobre la base de datos del World Values Survey 2010-2014.
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DOSSIER VOLVER A CONFIar
El llamado del
futuro En un escenario de desconfianza en la política, de falta de proyectos comunes en la ciudadanía e incluso de divergencias en cuanto a qué es desarrollo y qué es progreso, crece la demanda por un nuevo imaginario. Todo en pos de un mundo más sustentable, justo y pacífico, donde se comparta la alegría de la vida. Por Fredy Parra Carrasco
Fredy Parra Carrasco Es teólogo y doctor en Teología por la Pontificia Facultad Jesuita de Teología y Filosofía de Belo Horizonte, Brasil. Profesor Titular de la Facultad de Teología de la UC y director del Centro Teológico Manuel Larraín.
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n los últimos años la conciencia ciudadana en Chile ha evolucionado hacia apreciaciones muy críticas de las instituciones en su conjunto y a una desconfianza generalizada en las estructuras e instituciones del Estado. Así lo muestran diversos estudios desarrollados en los últimos años. En la Encuesta Nacional Bicentenario UC-Gfk Adimark 2015, por ejemplo, un 85% considera que Chile es un país corrupto, tema y pregunta inexistentes en las evaluaciones sociales hace una década. Esta visión más bien pesimista y la consiguiente desafección hacia las instituciones políticas contrastan con la perspectiva más positiva de los ciudadanos respecto de su vida personal y familiar, y con las expectativas de progreso en este ámbito particular. Por otra parte, la fuerte desigualdad reinante en el país también contribuye a socavar la pertenencia y la valoración de las instituciones políticas del sistema democrático. El reciente informe “Desiguales” del PNUD (2017), en una de sus reflexiones conclusivas asevera que en contextos de gran desigualdad socioeconómica –como el nuestro– “la democra-
cia es el sistema que mejor garantiza que quienes son sujeto de injusticias puedan reclamar, movilizarse y elegir representantes que defiendan sus intereses y derechos. Pero la sobrerrepresentación de los grupos de alto estatus en los espacios de toma de decisiones hace que el resto de la ciudadanía considere la dirigencia política –y, en último término, la propia democracia– con percepciones de lejanía y clausura” (“Desiguales”, PNUD, 2017). No hay duda que, por distintas razones, se han debilitado los vínculos sociales y la credibilidad socioinstitucional.
Individualización y globalización Después de siglos de cultura moderna y de una primera fase de la modernidad, es decir, de una combinación compleja de industrialización, de capitalismo liberal y democratización, basada en la sociedad del Estado-nación y en identidades colectivas firmes y dadas como pilares sólidos e incuestionables, la sociedad actual transita hacia nuevos desarrollos y desafíos como la creciente individualización (Ulrich Beck), la fluidez de las relaciones, la globalización económica, política y cultural, y una conciencia mayor de crisis ecológica. Es la fase movible de una segunda modernidad, más líquida al decir del sociólogo Zygmunt Bauman. De una lógica de
Sin horizontes de futuro, es decir, sin proyectos claros y compartidos, es muy difícil percibir sentido en los esfuerzos sociales y políticos preocupados del desarrollo humano integral tanto en el país como en la región.
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Fotografía KARINA FUENZALIDA.
Muertos vivientes. El sociólogo Ulrich Beck afirma que la sociedad transita hacia nuevos desarrollos y desafíos como la creciente individualización. También se refiere a las categorías zombis, que son conceptos sociales que están muertos y vivos al mismo tiempo, como las clases sociales o la vida de barrios.
fotografía pxhere.com
La lógica del mercado global y nacional tiende a colonizar la acción política. Hoy cuesta más determinar el ámbito de la ciudadanía; la sociedad civil se confunde muchas veces con una privatización de los comportamientos.
Tan lejos, tan cerca. Se ha modificado la conciencia espacial y temporal. La modernidad tardía producida por la globalización ha intensificado la interconectividad universal. La distancia ya no es obstáculo para la comunicación a todo nivel.
ALTA PERCEPCIÓN DE CORRUPCIÓN En esta escala de 1 a 10, donde 1 significa nada y 10 significa mucho. ¿Cuánta corrupción cree usted que hay en Chile hoy en día? % Mucho (7 a 10)
% Neutro (5 y 6)
% Nada (1 a 4)
% NS/NR
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Total % Mucho (7 a 10)
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18-24 años
25-34 años
35-44 años
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45-54 años
+55 años
Alto
Medio
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Fuente: Encuesta Nacional Bicentenario Universidad Católica - GfK Adimark, 2015.
estructuras, más fijas y estables, se pasa irremediablemente a una de flujos. Hace tiempo que Beck habla de “categorías zombis” para referirse a conceptos sociales que están muertos y vivos al mismo tiempo, como la clase social o el vecindario. Estas son entidades sometidas a metamorfosis constantes y en transición hacia formas nuevas e insospechadas en algunos casos. Lo mismo tal vez se podría decir de la sociedad, el Estado, los partidos políticos u otros actores. La familia también se ha visto sometida a cambios significativos. El año 2013, en el ámbito francés, Alain Touraine publicó El fin de las sociedades, en el que apela a la reconstrucción del sujeto como actor social desde la conciencia de sus derechos, y de la consecuente defensa y promoción de los derechos humanos universales. Ciertamente se ha modificado la conciencia espacial y temporal. Separando espacio de tiempo y, más recientemente, espacio de lo local (el ciberespacio), la modernidad tardía producida por la globalización ha intensificado la interconectividad universal y ha hecho posible múltiples relaciones entre ausentes. La distancia ya no es obstáculo para la comunicación a todo nivel.
Este mismo proceso trae nuevos desafíos a la construcción de la identidad. Suplantada la presencia real –el cara a cara– de las personas que tradicionalmente ayudaban a los individuos en su proceso de construcción de identidad, se han multiplicado los “otros significativos” a través de los medios. En consecuencia, la familia, los amigos, la escuela, la comunidad, hace tiempo no son los únicos capaces de influir en los sujetos que constantemente construyen o recrean su ser. Es una tendencia cada vez mayor el hecho de que las personas deban definir por sí mismas sus objetivos, sus relaciones, valores y proyectos. Se impone actualmente la necesidad de una “reflexividad generalizada” (A. Giddens), donde la mayor parte de los aspectos de la vida personal y social están sometidos a continua revisión y evaluación a la luz de los nuevos conocimientos, informaciones y apreciaciones plurales. Construir identidad obedece a un proceso de reflexividad y libertad de elección permanente, no solo en el ámbito de lo cotidiano sino, sobre todo, en el amplio campo de los valores de la esfera interpersonal, laboral, política y económica, de la familia y de la religión. 71
Individualización no es sinónimo de individualismo ni de egoísmo. Es, más bien, la forma posible en que las personas enfrentan los procesos de la modernidad. Con-fianza: ¿Salto al vacío? Como es obvio, su origen etimológico es el mismo de fianza, en tanto garantía que le damos a alguien. No se deposita esta palabra en aquel que no la ha ganado. Para entregarla, debemos creer en la sinceridad del otro, en sus capacidades y confiablidad demostrada en el tiempo. Es una expectativa positiva que se sustenta en conductas pasadas, las que nos hacen esperar que ellas se repetirán en el futuro. Como en todo fenómeno humano, la certeza nunca es total. Es por eso que en el origen griego del término, la confianza también se relaciona con “denuedo”, valor o intrepidez. Implica una esperanza, que nos permite superar la incertidumbre y, gracias a ella, entregar nuestra confianza. La falta de seguridad total se traduce en que hay en esta entrega un cierto “salto al vacío”. La raíz aramea es algo diferente; en el mundo bíblico se refuerza el deseo, e incluso la voluntad positiva, de que sucederá lo esperado. Confianza aquí se traduce por “sin duda”, “seguramente”, y viene del verbo leha’amin, que significa creer (de la raíz amn, “ser digno de confianza”). Es la misma raíz de “amén” e implica también un acto de fe. Claramente, la historia del término está aquí marcado por su proyección religiosa, de vivir una vida con fe. En términos sociales, y ya en el pensamiento contemporáneo, este atributo se considera fundamental para estrechar lazos verdaderos y profundos entre dos o más personas, como requisito, por ejemplo, para tener un con-fidente. En un nivel más amplio, especialmente en la teoría estructural funcionalista, a la confianza se le define como, nada menos, la base de todas las instituciones. Por Revista Universitaria 72
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En este contexto, individualización no es sinónimo de individualismo ni de egoísmo. Es, más bien, la forma posible en que las personas enfrentan los procesos de la modernidad, que han socavado los roles e instituciones tradicionales. Es la forma de restablecer la identidad en medio de los incesantes cambios existenciales que padecen. El sujeto se ha vuelto “nomádico” (U. Beck y S. Lash). Más que depender de un juicio estilo kantiano de prescripciones ya dadas y determinadas, se ha convertido en “un buscador de reglas” (S. Lash), creciendo así las posibilidades del riesgo y la incertidumbre.
Participación y democracia La conciencia del tiempo social y político también se ve afectada por los factores ya señalados. En efecto, la globalización ya interiorizada está produciendo un evidente redimensionamiento del espacio político al desgarrarse el marco nacional de la política. Se alteran las distancias internacionales y aumentan las internas. La lógica del mercado global y nacional tiende a colonizar la acción política. Hoy cuesta más determinar el ámbito de la ciudadanía; la sociedad civil se confunde muchas veces con una privatización de los comportamientos. Las distinciones tradicionales entre política y economía, Estado y sociedad civil, público y privado, no logran dar razón de la nueva situación. Y estas transformaciones están afectando la valora-
Fotografía Edel Rodríguez para Der Spiegel.
Crece la conciencia en torno a que el medio ambiente, los pobres del mundo y las generaciones futuras son víctimas absurdas del sistema tecnocrático, político y económico global, atravesado por la idea de un crecimiento indefinido que aún pretende explotar el planeta más allá de sus límites.
El meteorito Trump. Como lo muestra la portada de esta revista alemana del año pasado, existe una preocupación global por la escasa atención de las autoridades mundiales por el cambio climático. El Papa Francisco destaca que es imprescindible, para cualquier análisis, considerar que “no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socioambiental”.
ción de la democracia. La renovada conciencia moderna de la igualdad en todas las relaciones y de la justicia en todo ámbito, la valoración del diálogo razonable y la búsqueda de consensos y participación real en la toma de decisiones produce también un efecto crítico de las democracias reales y levanta la necesidad de profundizar este sistema, a pesar de que los vínculos siguen bastante debilitados. La primacía de lo económico sobre lo político que corroe la esencia de la democracia, la sostenida desigualdad ya señalada y la llamada naturalización de lo social, contribuyen en la profundización de la pérdida de credibilidad de las instituciones democráticas vigentes. La naturalización de lo social, consciente o inconscientemente, acaba congelando la convivencia en un sistema inamovible y distante, que implica una especie de sacralización de la lógica del sistema imperante. La sociedad se presenta como un orden natural, irrevocable, donde no cabe sino adaptación (sin actores nuevos ni participación ciudadana). Frente a esto, corresponde reintroducir la subjetividad y la conciencia de la libertad responsable en la vida social,
política y económica. Es más, se observa que al parecer “vivimos en la omnipotencia y la primacía del presente” (N. Lechner), donde pasado y futuro tienden a desvanecerse. Las tendencias culturales más significativas, a saber, la simultaneidad creada por la globalización, la mediatización de las comunicaciones, la satisfacción inmediata en medio de una cultura del consumo, etcétera, debilitan las bases de la historicidad, el tiempo largo y, con todo, el tiempo de las instituciones. Sin horizontes de futuro, es decir, sin proyectos claros y compartidos, es muy difícil percibir sentido en los esfuerzos sociales y políticos preocupados del desarrollo humano integral tanto en el país como en la región. En suma, se constata una “extraña levedad del Nosotros”, según la acertada expresión de N. Lechner. Los ciudadanos no logran apropiarse del proceso social porque, a la vez, carecen de un imaginario democrático que los convierta en sujetos, junto a otros, de los cambios en curso. Hay deseos de transformar la sociedad, pero no se confía suficientemente en el sistema de partidos políticos ni en la política misma como mediación insoslayable de los necesarios cambios sociales y económicos, que lleven a superar las profundas desigualdades, abusos e injusticias existentes.
La hegemonía del presente Buscar y trabajar por la participación auténtica, la libertad y la justicia, condiciones de la verdadera paz que anhelamos, no solo implica procurar las condiciones que hacen posible estos valores esenciales, sino que también es preciso hacerlos deseables. Hoy, una vez más, necesitamos abrir nuestras puertas a una inédita pasión por la alegría compartida, en un mundo humana y humildemente habitable en medio de la fragilidad que nos interpela y nos duele por todos lados, como nunca antes. El año dos mil el mundo conoció la “Carta de la Tierra” que, tal vez, pasó desapercibida en esos años y que señala en su preámbulo: “Estamos delante de un momento crítico en la historia de la Tierra, en una época en que la humanidad debe escoger su futuro. A medida que el mundo se torna cada vez más interdependiente y frágil, el futuro enfrenta, al mismo tiempo, grandes peligros y promesas. Para seguir adelante debemos reconocer que, en medio de una magnífica diversidad de culturas y formas de vida, somos una familia humana y una comunidad terrestre con un destino común. Debemos sumar fuerzas para generar una sociedad sustentable global, basada en el respeto a la naturaleza, en los derechos humanos universales, en la justicia económica y en una cultura de la paz”. He ahí un potente llamado a la responsabilidad que abraza todos los tiempos: pasado, presente y futuro. 73
Confianza entre ausentes Un 37% de los encuestados sostienen que las redes sociales entregan información creíble. Ya no es necesario mirar a la cara para conocer la verdad, opinan algunos. “La mayor parte de los aspectos de la vida personal y social están sometidos a continua revisión y evaluación a la luz de los nuevos conocimientos, informaciones y apreciaciones plurales”, asegura el autor. ¿Qué tan de acuerdo está con las siguientes afirmaciones? Base: Total muestra % Muy de acuerdo + De acuerdo
% Ni de acuerdo ni en desacuerdo
% Muy en desacuerdo + En desacuerdo
% NS/NR
Las redes sociales exponen demasiado a las personas a la crítica de los demás
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Las redes sociales permiten conocer mejor los actos de las autoridades, poniendo en evidencia todo lo que ellas hacen
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En las redes sociales la gente se muestra de una manera que no es en la realidad
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Las redes sociales permiten estar siempre informado En las redes sociales se difunde una opinión exageradamente pesimista de la sociedad
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Las redes sociales ayudan a unir a la familia y amigos
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Las redes sociales me han permitido conocer gente nueva Las redes sociales permiten acceder a información confiable
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Fuente: Encuesta Nacional Bicentenario Universidad Católica - GfK Adimark, 2016.
Responsabilidad, memoria y utopía socioambiental Crece la conciencia en torno a que el medio ambiente, los pobres del mundo y las generaciones futuras son víctimas absurdas del sistema tecnocrático, político y económico global, atravesado por la idea de un crecimiento indefinido que aún pretende explotar el planeta más allá de sus límites. Esta misma conciencia advierte sobre las ambigüedades de la democracia y algunos intelectuales hablan del “cuerpo nocturno de la democracia” (Achille Mbembe). De hecho, el modelo económico junto al que se ha consolidado la democracia occidental no ha significado el desarrollo y predominio de los derechos humanos para todos y todas. La realización de una justicia social distributiva auténtica y universal sigue pendiente. El desafío de justicia ecológica, recién despertando en la cultura de la humanidad, muestra la gravedad de una crisis planetaria universal: universal porque abarca el conjunto del planeta y porque involucra todas las dimensiones de lo humano y sus relaciones vitales, abarcando la esfera propiamente ambiental, social, económica, política, cultural y, con todo, la dimensión espiritual. Así comprendemos el mensaje del Papa Francisco en su encíclica Laudato si’, cuando exclama que los graves desequilibrios ecológicos “provocan el gemido de la hermana tierra, que se une al gemido de los abandonados del mundo, 74
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La familia, los amigos, la escuela, la comunidad hace tiempo no son los únicos capaces de influir en los sujetos que constantemente construyen su ser. con un clamor que nos reclama otro rumbo” (LS 53). Imprescindible para cualquier análisis es considerar que “no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental”, (LS 139). Por lo mismo, “un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres” (LS 49). Igualmente, el clamor silencioso que viene del futuro: de los que vendrán. Se trata de cambiar el modelo de desarrollo global y redefinir la concepción misma del progreso: “Un desarrollo tecnológico y económico que no deja un mundo mejor y una calidad de vida integralmente superior no puede considerarse progreso” (LS 194), piensa Francisco. Esperamos y deseamos “que nuestro tiempo sea recordado por el despertar de una nueva reverencia frente a la vida, por un compromiso firme de alcanzar la sustentabilidad, por la acelerada lucha por la justicia, por la paz y por la alegre celebración de la vida” (Carta de la Tierra).
el libro que me marcó
Extracto de El Principito.
El Principito, más allá de la inocencia
E Sandra Ponce de León Salucci Académica de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica
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l libro que me gustaría mencionar como uno de los que me han marcado verdaderamente es El Principito, del francés Antoine de Saint-Exupéry. Lo leí hace unos pocos años atrás, motivada por mi hijo menor, que cursaba enseñanza básica. Él no podía entender cómo yo no lo había leído. Me puse a pensar en eso y también me hice la misma pregunta: ¿cómo hasta ese momento de mi vida no había revisado un clásico como ese, que era libro de cabecera de varios de mis amigos, de esos textos que se leen más de una vez, como ellos me decían, y que, además, había calado hondo en mi hijo? Revisar las pocas páginas de esta obra y ver sus ilustraciones, tan simples y características, me ayudaron a reflexionar profundamente sobre situaciones de la vida como la grandeza de la amistad, la solidaridad y la
fortaleza del espíritu, la alegría de vivir. Todo, a partir de las historias de tres personajes principales: el piloto, el zorro y la serpiente. Es un cuento maravilloso, que parece inocente, pero que es muy sólido. Está cargado de lecciones acerca de valores tan importantes como la tolerancia, la paciencia, la prudencia y la discreción; en fin, nos intenta mostrar de manera simple que el fin no justifica los medios para conseguirlo. ¡Qué profunda es la frase: “Lo esencial es invisible a los ojos”!; o la lección en cuanto a cómo hay que cuidar y aceptar a los amigos tal como son, o la que se refiere a que la muerte permite reencontrarse con los amigos de la vida. Tenía toda la razón en extrañarse mi hijo y en sorprenderse de que no lo hubiera leído antes. Invito a cualquiera a comprobar la experiencia y disfrutar de estas páginas.
reseñas
Medio planeta Edward O. Wilson Errata naturae, 2017
Cuidar el mundo
S
i no fuera considerado uno de los 100 científicos más importantes de la historia y “el padre de la biodiversidad”, la tesis de este profesor emérito de Harvard parecería seudocientífica. Con otros biólogos, coincide en que se acabó el Holoceno, ese ciclo suave que se inició hace 11.700 años con los grandes deshielos, y que estamos en un tiempo nuevo, el Antropoceno, caracterizado por una presencia intensiva del ser humano en todo el planeta. Junto con explicar que este mundo ya no es el que fue –son demasiadas las especies extintas, en un proceso que sería la sexta crisis masiva en los 4.500 millones de años de la Tierra–, afirma que el calentamiento global tiene tales proyecciones que requiere ser enfrentado con una solución radical; tener medio planeta como área reservada, espacio suficiente como para que funcionen los corredores biológicos necesarios para la vida tal como la define el Génesis al que cita: “Bullan las aguas de animales vivientes, y aves revoloteen sobre la Tierra contra el firmamento celeste”. Es hermoso su texto. Su homenaje a cada especie sobreviviente a 3.800 millones de años de evolución, con heroicos logros para adaptarse. A la vez, es escalofriante seguir sus números que muestran cómo, en un abrir y cerrar de ojos, hemos puesto fin a ese deslumbrante proceso. Aunque la Tierra sea maravillosa, afirma, es todavía “un planeta poco conocido”. Como científico padece un dolor acentuado al ver que, sin haber alcanzado a catalogar sus millones de especies, ya no es lo que era. Mientras, el reloj mundial se acelera; en este siglo, la tasa de extinción de especies es cada vez más rápida. Considerando que “la biósfera tardó 3.800 millones de años en construir el hermoso mundo que hemos heredado”, escribe, llama a asumir un hecho de la causa: “Nos guste o no, estemos o no preparados, somos la mente y los guardianes del mundo vivo”.
Progreso Johan Norberg Ediciones Deusto, 2017
El último optimista
C
on el subtítulo de “10 razones para mirar al futuro con optimismo”, este economista sueco, miembro del European Centre for International Political Economy, asegura que la humanidad está viviendo su mejor época. Con cifras muy sólidas, afirma que incluso en las zonas más vulnerables la gente vive mejor y más años. El avance científico, la pacificación de las sociedades y la globalización estarían entre las causas, desde los años 80 del siglo pasado. Consciente de la percepción común que advierte terrorismo, calentamiento global, crisis de refugiados y desigualdad, reconoce que en su propio país el porcentaje de quienes ven “intolerables” ciertas situaciones sociales ahora supera el 50 por ciento, aunque, “en la Suecia de mis ancestros, hace ciento cincuenta años, la calidad de vida estaba a la par de lo que hoy vemos en la África subsahariana”. Aborda avances en alimentación, saneamiento, esperanza de vida, pobreza, violencia, alfabetización, libertad, igualdad y medio ambiente. Reconoce que “la prosperidad y el desarrollo que están sacando a la humanidad de la pobreza han tenido un costo brutal para el medio ambiente”, aunque asegura que el futuro oscuro que profetizaron los ecólogos de los años 60 y 70 no se cumplió. En parte, advierte, porque su alarma fue útil para tomar medidas. No observa extinción masiva de especies. Postula que “la tecnología y el progreso deben ser entendidos como una condición previa para avanzar hacia una mayor sostenibilidad medioambiental” puesto que, a medida que nos desarrollamos, estaríamos más dispuestos a hacer esfuerzos en favor del planeta. Un cambio cultural inesperado porque “una y otra vez subestimamos nuestra creatividad”. Los recursos no aumentan, pero aprendimos a reciclar. Y las nuevas tecnologías descubren recursos o usos de ellos antes desconocidos. Él apuesta por la educación de una nueva generación de niños, antes entregados al trabajo infantil, que luego aportarán el mejor de los recursos: cerebros humanos. 77
En la IV versión de la Ruta Musical de las Misiones, que organiza el Instituto de Historia de la UC y la Casona Cultural de Panguipulli, las iglesias de Los Ríos se transforman en escenarios musicales. En la imagen, la Orquesta Sinfónica de Panguipulli en la iglesia San Antonio de Purulón, interpreta a Violeta Parra. Km 38 Ruta Panguipulli-Lanco, febrero de 2018. 78 revista universitaria Fotografía Karina Fuenzalida Barraza