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“La manzana. Blancanieves”, Jacob y Wilhelm Grimm, Aura/Círculo de lectores 2002

Pep Montserrat. La prolífica pereza de un ilustrador quasi arquetípico Es uno de nuestros ilustradores de proyección internacional y, lo que es más importante, uno de los que ha sabido demostrar mayor talento, tanto en libros infantiles como en sus colaboraciones en prensa. Aunque Pep Montserrat se define a sí mismo como perezoso y caótico, su prolífico trabajo se caracteriza por una gran coherencia interna y lo ha hecho acreedor de premios como el Nacional del Ministerio de Cultura (1995), el de la Generalitat de Catalunya (1998) o la inclusión en la lista de honor del IBBY (1998). Texto: Carlos Díaz

En una de sus canciones, Leonard Cohen habla sobre la vocación y el destino, con su habitual tono equidistante entre el salmo religioso y la ironía. Dice que existe una gran torre de la canción donde los músicos habitan (él, modestamente, se atribuye una posición cien pisos por debajo del mítico Hank Williams). Los inquilinos de la torre no han escogido vivir en ella: es la torre la que ha elegido a sus inquilinos. No por ello sale gratis y, aunque el alquiler diario no te asegura el éxito, uno siente que está en el lugar adecuado. Pero en el equipo de música de Pep Montserrat lo que suena en estos momentos no procede de Canadá, sino de Brasil: la voz de terciopelo de Vanessa da Mata nos acompaña en los primeros minutos de entrevista. La casa-estudio de Pep, situada en el barcelonés barrio de Gràcia, luce un contro-


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“Adiós. Blancanieves”, Jacob y Wilhelm Grimm, Aura/Círculo de lectores 2002

“La cena. Blancanieves”, Jacob y Wilhelm Grimm, Aura/Círculo de lectores 2002

“Al trabajo. Blancanieves”, Jacob y Wilhelm Grimm, Aura/Círculo de lectores 2002

lado caos de libros, objetos y papeles. Es la hora de la siesta. Pep, un profesional que no frecuenta las agendas –“lo intento periódicamente, pero a la semana se me olvida consultarla”–, ha olvidado su cita, aunque pronto redime su falta preparando un oportuno café. Es al hilo de sus palabras y de un afortunado símil al que acude para explicar su relación con el oficio, que la canción de Cohen acude a la cabeza de su soñoliento entrevistador: “Durante algunos años, ejercí de diseñador gráfico y, aunque el trabajo me divertía en ocasiones, sentía que aquella no era mi casa. La ilustración es la casa en la que yo me siento cómodo”. Pero no siempre todas las estancias de una casa están igual de bien iluminadas y puede haber corrientes de aire. No existe el

lugar perfecto. Pep, profesor en la Escuela Massana desde hace una década, lo sabe: “Siempre pensé que uno nunca destacará en nada por lo que no sienta pasión. Y sólo sentirá pasión por aquello en lo que se sienta en casa… Ningún profesor puede convertir a sus alumnos en ilustradores. Puede intentar ponerles en contacto con esa casa, con la propia de ellos, y ellos decidir si se quedan o no. Si su casa es la ilustración, o no. Eso sí, si deciden quedarse en ella, deben aceptarla tal y como es, tanto cuando está limpia y reluciente y todo es fácil, como cuando está sucia y hay que arremangarse. Porque no todos los momentos de algo que te gusta son agradables. Hay fases de este trabajo que son muy pesadas, como de cualquier trabajo. Y sólo seguirás en él si tienes auténtica vocación, con más ganas de hacer esa actividad que de ser reconocido por ella”.

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Para Pep una de las condiciones previas para un ilustrador es el dibujo. Dibujar constituye para él un acto físico tan natural –y vitalmente necesario– como respirar. A menudo, lleva encima sus libretas de apuntes y no es extraño que, mientras mantiene una conversación contigo, vaya llenando sus páginas de escenarios, objetos y personajes que van naciendo al albur del momento. El lápiz entonces se acompasa con la voz, rasca el papel con energía para subrayar un concepto o se hace sinuoso y propenso al detalle para matizar el sentido de una frase. Todos esos dibujos son algo así como una gimnasia gráfica diaria, un antídoto contra el amaneramiento estilístico: “Si hay algo de lo que me siento orgulloso como profesional es –aparte de comer de ello desde hace años– de haber escapado a


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Cinemes Verdi 18:45

Plaza Rius i Taulet 18:25

Ilustraciones para el libro BCN24h , diversos autores, Brabander / Ajuntament de Barcelona, 2004 Casa Fuster 18:25

encasillarme en un recurso estilístico concreto. He intentado siempre primar el contenido sobre la forma y no casarme con nada. Pero si lo pienso bien, creo que tampoco tiene tanto mérito, ya que no creo que sea opcional. Para mí es sencillamente esencial mantener la capacidad de sorprenderme a mi mismo, de poder descubrir nuevas estancias en mi casa, de poder ser muchos yo”. Es por esta razón que a Pep no le gusta presentar bocetos previos a sus clientes: “No es que no lo haga, ya que de hecho en ocasiones estoy obligado a ello, pero temo que a veces eso equivalga a hipotecar el resultado final, impidiendo que el proceso pueda llevarte a un lugar inesperado, pero tal vez más interesante”. Pep, un ferviente seguidor de las teorías de Jung, parece estar persiguiendo, en

todos sus trabajos, la manifestación de lo que está más allá: aquello que no se revela y, sin embargo, es la única realidad en la que vale la pena creer. En algún lugar de esa gran oscuridad donde reside la memoria oculta de los hombres, quizá se encuentran todas las imágenes. El creador que se aventura en las profundidades de sí mismo suele encontrar lenguajes universales, un patrimonio común que a nadie le es ajeno (en el equipo de música suena una canción de Nando Reis): “Creo que la mayor parte de la energía que conforma nuestra psique circula por el inconsciente. Para mí es allí donde residen todas las ideas, los arquetipos, los miedos y los deseos… encapsulados en imágenes. Y creo que un trabajo puede aspirar a ser profundo cuando se dan en él dos cosas. Por un

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lado, conectar con ese inconsciente y tender puentes con él, y por otro, extraer de esos puentes algún tipo de aprendizaje… Esto es lo que provoca que, en ocasiones, habiendo resuelto ya seis o siete ilustraciones para un libro, las deseche, porque no logran contener el reflejo de esa imagen que persigo y vuelva a comenzar desde el principio… es una forma de trabajar muy platónica, pero es que no sé hacerlo de otra forma”. Otro mecanismo importante en su trabajo –y conectado de alguna forma con el anterior– es el juego. Para Pep, realizar un buen trabajo va unido al placer de explorar, de descubrir, de reinventar. Para el niño que juega, las normas del juego o el juguete son el punto de partida, el pretexto para hollar nuevos territorios, para subvertir lo conocido y reformular su relación con la realidad:


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“Procuro jugar mucho, lo cual me salva a veces de complicarme innecesariamente. Por ejemplo, últimamente recibí la invitación, por parte de la editorial Bayard-Press, de participar en un libro de homenaje colectivo a la figura de Charles Chaplin. La verdad es que no sabía muy bien por dónde abordar este proyecto, ya que me espantaba tener que trabajar con un icono tan desgastado como el de Charlot. Cuando tenia unos catorce años hice un espejo con la imagen de Charlot en negro cuyo solo recuerdo me produce un cierta sensación de bochorno, que aunque ahora me divierta antes de haber hecho la imagen me asustaba inconscientemente… Al principio, y dado que tenía que mandar algún boceto, improvisé una imagen en la que la que básicamente había un tratamiento gráfico bastante convencio-

nal sobre el rostro. El resultado no me convencía, así que decidí recuperar la imagen de un niño de principios de siglo que había escaneado antes de abordar el proyecto y que no llegué a usar en el boceto. Empecé a jugar con ella y el resultado fue mucho más satisfactorio”. En ocasiones, la principal presión puede derivar de uno mismo: “Por suerte, hasta después de haber entregado la imagen no conocí el listado de los otros ilustradores que participaban en el proyecto. La verdad es que me alegró no saber sus nombres a priori, ya que de haberlos conocido antes probablemente no hubiera podido tener el descaro, la ligereza y la despreocupación necesarias para ser el niño que hace falta ser para perderse un rato jugando. Hay gente que admiro desde

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hace muchos años en esa lista y eso me abruma. Me temo que hubiese podido pretender demostrar algo, con lo cual me habría equivocado completamente”. Pero si bien a un ilustrador le resulta muy útil dar voz al niño que lleva dentro, lo que no puede permitirse es compartir su ingenuidad: “Un ilustrador no puede ser un lector ingenuo. Al contrario, debe ser un lector sensible y astuto. Y debe saber apartar los preconceptos, sobretodo abordando los textos clásicos…”. En este sentido, hay un trabajo que resulta en sí mismo todo un manifiesto gráfico de esta capacidad de hacer lecturas nuevas de textos viejos. La Blancanieves que ilustró para Círculo de Lectores-Aura es un ejemplo de cómo revisitar un texto clásico, indeleble-


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Ejemplos de los cuadernos de dibujo de PM.

mente unido, en el imaginario popular, a la película de Walt Disney: “Cuando me habló de este proyecto, el cliente me advirtió que tenía en la cabeza algo muy clásico. A la luz de eso, siempre creí que en su elección de mi persona pesó más el brillo que creo que me daban a sus ojos algunos premios que a mi trayectoria estilística hasta ese momento. De hecho, creo recordar incluso que me expresó algunas reservas por parte de alguien del equipo creativo… lo cual en realidad resultó ser muy efectivo, ya que eso me espoléo con más fuerza para volcarme en este trabajo. Yo mismo me ofrecí a buscar algo que me satisfaciera a mí, y si lo conseguía, ofrecérselo. Si lo compraba, lo hacía sin reservas y lo mismo valía para mí. Así que abordé unas pruebas de personajes como elementos principales de la historia”.

Para ello, nada mejor que hacer una lectura del cuento desde un prisma absolutamente distinto al habitual: “Me ayudó mucho la lectura del libro de Bruno Bettelheim, Lectura psicoanalítica de los cuentos de hadas. Y aunque uno ya sabe de alguna manera que cada personaje encarna unos valores y unos arquetipos, ahí éstos se definen con una claridad y concreción admirable. Así, de esos arquetipos, es más fácil encontrar una forma que defina a los personajes. Por ejemplo, según Bettelheim, en Blancanieves se representa la figura de la niña en su accidentado paso a la madurez mediante la superación de la fase edípica de la niñez. Así, su representación no es tan distinta de la que el cristianismo le ha atribuído a la de la virgen niña. Las dos deben recoger la idea de la pureza y de la virginidad… Y estoy también muy satisfecho de

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cómo resolví la madrastra, que sólo después percibí que parece una drag queen, que es como una exacerbación de la sexualidad femenina. Para mí este libro fue una oportunidad única, ya que se dan muy pocas ocasiones en que te ofrezcan ilustrar un clásico como éste. Y dentro del campo del libro, eso es lo que más me gusta. Ilustrar textos clásicos, y más en su versión original, es un privilegio”. A su cotidiana aventura de lector, Pep ha sumado, al menos en una ocasión, la de escritor. Ms. Rubinstein’s Beauty es una historia ilustrada dirigida al público infantil. Está situada en un entorno muy querido por los ilustradores: el circo. Se trata de la historia de amor entre la mujer barbuda y el hombre elefante. Es un buen ejemplo del poder polisémico de las imágenes, ya que este libro fue muy bien acogido por públicos de lo más heterogéneos:


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“Cubierta y doble página interior del libro Ms Rubinstein’s Beauty”, Pep Montserrat, Sterling Publishing, New York, 2006

“Youtube”. Michelle Slatalla, Online Family Column, The New York Times

“Recibí algunos mails de lectores a través de mi web. Y me sorprendió porque los hubo desde madres que me contaban como les gustaba a sus hijos o hijas el libro, a un músico que se interesó incluso por hacer algo con los personajes y la historia y que creo que fue porque conectó con ellos a otro nivel, más sutil y quizás más inconsciente”. Suena de fondo el inquietante sonido electrónico de Air y la entrevista entra en su recta final. No podemos dejar de hablar de su trabajo en prensa, concretamente el que ha desarrollado durante los últimos años en El País. Sus ilustraciones para este medio tienen en común el uso del collage, con constantes referencias al universo iconográfico de los años cincuenta: “En realidad, se trata de falsos collages. Esto es algo que me gusta hacer, combinar ele-

“Iphone”. Michelle Slatalla, Online Family Column, The New York Times

mentos extraídos de publicaciones antiguas con otros que lo parezcan y que, sin embargo, estén dibujados por mí. Con este tipo de trabajos, recuperas el gusto por dibujar siguiendo registros muy diversos. Por ejemplo, si necesito una caja de botellas de leche como de los cincuenta, no invierto tiempo buscándola por ahí: lo más rápido es dibujarla directamente”. Pep comenzó a trabajar con la técnica del collage a partir de que llegaron a sus manos papeles y publicaciones que estaban en la que fue la casa de su abuela paterna. –“Forman parte de una herencia intangible, algunos objetos aparentemente banales flotando en un tanque de valiosísima memoria”–. En ocasiones, reproduce textos e imágenes que tienen una dimensión privada: “Me gusta que en las ilustraciones haya también estos dos niveles de lectura. Que

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tengan una dimensión pública y privada a un tiempo”. Interrogado por el nivel de decodificación de sus imágenes que espera del lector de prensa, Pep no se hace excesivas ilusiones: “No espero que el lector de un periódico haga ninguna lectura en especial. Lo que es para mí importante es que yo no lo puedo dejar fuera: él puede optar, por falta de interés o por sanísima pereza mental, a quedarse fuera, pero no porque yo no le dé las herramientas para entender la imagen, si tiene interés en leerla. Esto es clave”. En el capítulo de sus autores de referencia –la mayoría pertenecientes al terreno del arte–, se nota su admiración por aquellos que dominan el dibujo y el color: “Me gustan muchas cosas, muy diversas. Admiro el dominio del dibujo, que siem-


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“Chaplin” Bayard-Presse, Paris, 2007

“Invents I inventors de la Catalunya moderna”, Xavier Duran/Albert Punsola, Oficina Ponti, Barcelona, 2005

pre es un misterio, y sobre todo el del color, la capacidad para controlar su poder emocional. Para mí el color supone un esfuerzo constante que siento insuficiente con demasiada frecuencia y admiro mucho la capacidad de hacer que parezca tan fácil dar en el clavo en otros ilustradores. Pero también, y probablemente más, admiro a aquellos que manejan con maestría el lenguaje, el ingenio, la poética, la mirada crítica, el análisis preciso, el humor elegante… De todas formas, mis referencias más importantes las encuentro el el terreno de la pintura... Y en ella me interesa todo, lo cual no significa que me guste todo”. Pep Montserrat es de esos profesionales a los que apetece sobreponer a las dificultades propias del encargo, una exigencia propia, la de aventurarse por algún camino des-

conocido. En este sentido, uno de los trabajos que destacan en esta línea, es su aportación al libro BCN24, dedicado a la ciudad de Barcelona. Pep –a quien, casualmente, le tocó ilustrar su propio barrio, Gràcia– resolvió apartarse de su línea gráfica habitual: “Me pareció una idea estimulante la de dibujar directamente del natural. Así que salí algunos días (temprano porque no había mucha gente en la calle… me da cierto reparo ponerme a dibujar motivos complejos en público) a dibujar el barrio, empezando por la Plaza de Rius i Taulet, donde me senté en una terraza con una gran hoja de dibujo y un lápiz”. El resultado fue una serie de ilustraciones prácticamente monocromas en las que el dibujo alla prima adquiere todo el protagonismo. La inmediata aprehensión de la reali-

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dad se mezcla con un cierto trabajo de “postproducción” y alguna nota casi onírica, como en la ilustración que reproduce el último plano de la película El tercer hombre. La búsqueda de nuevos horizontes expresivos en cada nueva ilustración se hace, a veces, difícilmente compatible con el mantenimiento de la coherencia en la realización de series extensas de ilustraciones. Sin embargo, el equilibrio formal y conceptual emerge con naturalidad y sólo Pep sabe las batallas que lo han hecho posible. Finalizada la entrevista –que no la conversación– la mesa queda cubierta por libros y libros ilustrados que Pep ha ido rescatando de las estanterías y que dan fe de una trayectoria más que productiva. Caótico, puede que lo sea, pero, francamente, eso de la pereza… ❧


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