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Evolución del logotipo de Puffin a lo largo de los años, desde su creación en 1940 (1) hasta su 70 aniversario (11), pasando por sus diferentes versiones de 1941 (2 y 3), 1948 (4), 1959 (6), 1968 (8), 2003 (10) y los logotipos de sus colecciones Porpoise, lanzada en 1948 (5), Peacock, en 1963 (7) y Practical Puffin, en 1978 (9).

Puffin, la cría de Penguin Puffin, la división infantil de Penguin, cumple 70 años. Para celebrarlo, la editorial inglesa publica Puffin by design, libro en el que Phil Baines detalla la historia y evolución de Puffin a través de sus portadas. Texto: Eduardo Bravo

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No hay que reflexionar en exceso para concluir que diciembre de 1940 no era la fecha más propicia para poner en marcha una empresa, ni Inglaterra el lugar ideal. Las que ya existían no pasaban su mejor momento a consecuencia de la Segunda Guerra Mundial y, en algunos sectores como el editorial, las estrecheces eran aún mayores debido a las restricciones en el suministro del papel. Sin embargo, Allen Lane, fundador y propietario de Penguin, consideró que era ese el momento justo para lanzar la división infantil de su editorial, una idea que le había sido sugerida unos meses antes por Noel Carrington. Carrington, familiarizado con el mundo de la edición gracias a sus publicaciones sobre agricultura y vida natural, había contactado con Lane con la intención de editar una colección destinada al público infantil a través de la cual se explicase a los niños temas relacionados con la naturaleza, la historia o la geografía. De hecho, fue Carrington el primer sorprendido cuando Allen le telefoneó para comunicarle que pondría en marcha el proyecto, justificándolo con unas razones muy alejadas de los intereses mercantiles. Según Allen, los niños ingleses evacuados al campo por los bombardeos necesitaban más que nunca libros que les permitieran seguir aprendiendo y les explicasen ese nuevo escenario en el que vivían y que poco tenía que ver con el entorno urbano en el que normalmente habitaban. Tras un estudio económico para evaluar las necesidades de papel, ajustar las tiradas y seleccionar el mejor sistema de impresión para reproducir libros ilustrados, se pusieron a la venta los primeros títulos de Puffin. Sus modelos eran los libros educativos rusos, ilustrados por Feodor Rojankovsky –más conocido como Rojan–, que llegaban a Gran Bretaña gracias a la editorial Allen and Unwin. Sin embargo, a diferencia de éstos, cuyos precios eran muy elevados incluso en

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época de paz, los títulos de Puffin no superaban los seis peniques, si bien hay que mencionar que, en lugar de estar impresos a todo color, sólo lo estaba una cara del pliego, siendo la otra cara en blanco y negro. El logotipo de Puffin –un pájaro frailecillo que venía a sumarse el archiconocido pingüino que daba nombre a la editorial y al pelícano que hacía lo propio con una de las colecciones– fue diseñado por Jan Tschichold, pero salvo este aspecto y algún que otro título publicado siguiendo la retícula de tres franjas horizontales, los libros infantiles de Penguin no eran demasiado estrictos con las directrices estéticas desarrolladas por el diseñador y tipógrafo y ni siquiera el logotipo se libraba de esta libertad creativa. De esta forma, la labor del diseñador en el caso de Puffin quedaba eclipsada por la del ilustrador, que llegaba hasta el punto de rotular los textos referentes al título y el autor con la intención de que el conjunto del trabajo resultase lo más homogéneo posible. Una política que fue evolucionando con el paso del tiempo y muy especialmente con la aparición de nuevas técnicas de impresión que permitían mejorar la calidad de las ilustraciones e incluso sustituirlas por fotografías. A medida que pasaba el tiempo, los títulos de Puffin fueron evolucionando en paralelo a la sociedad británica. De War at sea, War in the air y On the farm se pasó a otros como Building a house, Book of trains, Alladin and his wonderful lamp y poco después, junto a los libros ilustrados, se lanzarían nuevas colecciones como Puffin Story Books, cuya filosofía era la de poner al alcance de los niños libros de lectura de autores contemporáneos como C. S. Lewis y sus Crónicas de Narnia, Enyd Blyton y Las aventuras de los Cinco, El Hobbit de Tolkien y las historias de Roal Dahl. En su intención por captar el interés de los más jóvenes, Puffin creó el Puffin Club, que editaba su propia revista de actualidad y entretenimiento. Una iniciativa de Kaye Webb, por entonces jefa editorial, que tenía

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experiencia en el trato y la fidelización de lectores, desde que a los quince años se encargase de contestar las cartas que los lectores del Mickey Mouse Weekly escribían al simpático ratón. Puffin Post, el nombre de la publicación del club, era diseñada con considerable libertad creativa por Jill McDonald, y su fin era fomentar la lectura y facilitar la compra, préstamo e intercambio de libros entre los niños. Para ello, además de la publicación impresa, obsequiaba a los miembros del club diferentes regalos como una insignia esmaltada, un código secreto y pegatinas, entre otras muchas cosas. El Puffin Club –que llegó a contar con más de doscientos mil socios– y su revista estarían activos hasta los años ochenta, momento en el que adoptaría la denominación de Puffin School Book Club, abandonando su filosofía como club social y convirtiéndose en un medio para vender libros a las escuelas. Tras una época de dificultades económicas para Penguin en la que Puffin se reveló como una de las divisiones más rentables de la compañía, hasta el punto de ser responsable en buena parte de la recuperación de la editorial gracias a su importante volumen de ventas, la editorial infantil afrontó la llegada de las televisiones, internet y el nuevo ocio infantil con una actitud muy inteligente. Conscientes de que buena parte de los intereses de su público estaban conformados por los personajes de las series de televisión y los videojuegos, Puffin no ha tenido reparo alguno en editar libros y colecciones relacionados con esos productos y personajes e incluso experimentar nuevos formatos y tamaños. Una decisión que en ningún caso ha supuesto una renuncia a editar sus títulos clásicos para niños, ni a sus altas exigencias en el campo del diseño. Según afirman en la editorial, nada vende mejor un libro que su portada y algo de verdad debe haber en ello pues acaban de cumplir 70 años en el negocio. l

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1000 libros para una portada Con motivo del 70 aniversario de la creación de Puffin, el tipógrafo e historiador del diseño Phil Baines ha publicado Puffin by design, volumen en el que repasa, con ese saber enciclopédico que ya exhibió en Penguin by design, la historia y evolución de Puffin. A la hora de concebir la portada, los responsables de diseño de Penguin pensaron que la mejor forma de transmitir la labor realizada en todo este tiempo por la división infantil era mostrar en su cubierta un gran número de ejemplares –nada menos que mil– que, debidamente colocados, formaban las letras del título. Un laborioso proceso que requirió el trabajo de cinco personas durante toda una jornada y que ha sido documentado en un vídeo disponible en el portal de internet Youtube y en www.happybirthdaypuffin.co.uk, la página web que Penguin ha lanzado para conmemorar este aniversario.

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